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Historia general de México
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El Aféxico central
La cumbre del Citlaltépctl, la más alta de México, nos deja ver
el armazón del país. A nuestro alcance está el mundo tropical
en toda su plenitud: el paisaje comprende nueve kilómetros cua-
drados cubiertos de glaciares, más kilómetros de laderas neva-
das, y un mundo de bosques de todo tipo, arroyos, ríos, cañadas,
valles con todos los climas y productos, y zonas desérticas. Más
allá se distinguen cadenas montañosas y regiones enteras. Por un
lado, el altiplano; por otro, las llanuras y el m;u cálido. De este
lado del mar la vista casi siempre se oculta: las nubes que se
originan en él y son llevadas al interior por vientos húmedos
chocan contra las laderas y se vierten por los balcones del Mé-
xico central. Por eso la sierra y la costa son siempre muy húme-
das. Del otro lado, en cambio, las nubes no pasan, a excepción
de las muy altas que se van de largo y no se condensan sino
muy adentro. Las laderas occidentales son secas y así son todas
la~ tierras que están al abrigo de los vientos húmedos del Golfo
en el extremo oriental del altiplano. El fenómeno se percibe
aun en el lejano Valle de México, pero es particularmente no-
torio en la región de Puebla e Hidalgo. A veces una simple loma
es seca de un lado y húmeda del otro, de modo que la mera
orientación de una ladera determina el clima. Como la barrera
a los vientos húmedos es frente al volcán muy grande, la zona
seca tras él es extensa: comprende los Llanos de San Juan y
el "Seco" o Salado poblano, cubiertos de pastizales y lagunas
salobres. La atmósfera seca permite distinguir los detalles. El
hombre ha buscado asentarse en las laderas más favorecidas por
la humedad, que son las que miran al oriente.
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REGIONEs GE
10. Bajío moreliano 33. Costas de Jalisco y Michoacán 51. Costa de Oaxaca
11. Meseta tarasca 34. Sierra Madre del Sur, porciones 52. Región zapoteca
12. Bajío y cuencas adyacentes jalisciense y michoacana 53. Mixteca Alta
13. Altos de Jalisco 35. Valles colimenses 54. Mixteca oriental, o Cañada de
14. Región de Aguascalientes 36. Cuenca de Sayula y cuencas Quiotepec
15. Región de Yahualica adyacentes
16. Región tapatía 37. Tierra caliente de Michoacán 55. Llanuras aluviales del Golfo
38. Región de Uruapan o del río 56. Lacandonia, o selva de Chiapas
Cupatitzio y cuencas adyacentes
17. Llanura costera del Golfo 39. Región de Ameca y Tepic 57. Costa de Chiapas. Región de
18. Región de Jalapa Tehuantepec
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y su traza urbana. Sus habitantes están ahora empeñados en
convertirla en un pueblote cualquiera, destruyéndola sistemática-
mente. Puebla es tal vez el mejor ejemplo de la incapacidad de
los mexicanos para conservar la belleza y el valor cultural de las
cosas que les rodean.
No se puede abandonar el Valle de Puebla sin hacer una con-
sideración sobre Tehuacán. Pertenece a otra vertiente fluvial muy
distinta, la del Papaloapan, pero sus lazos con el Valle de Pue-
bla son tales que, una vez más, habrá que pasar por alto la hi-
drografía. La situación de Tehuacán es de lo más interesante
por estar en la orilla del México central, dando la mano a b
Vertiente del Pacífico, a la del Golfo y a Oa.xaca, sirviendo de
nexo entre ellas. En efecto, por Tehuacán se entra a la Mixteca
Baja, se entra también a Orizaba y a la Sierra de Zongolica, y
se entra a Oaxaca por uno de sus dos caminos tradicionales. No
es extraño, pues, que Tehuacán tenga una considerable activi-
dad comercial.
Completando el círculo alrededor de La Malinche están los
Llanos de Apan. Semejantes en mucho a la cuenca del Salado
poblano, son sin embargo más secos y polvosos. Las lagunas que
tenía han desaparecido casi totalmente. El terreno es todavía más
llano y no tiene ningún accidente de interés. La ocupación hu-
mana presenta, en cambio, unos de los tipos de sociedad más
peculiares y atractivos: el del pulque. Con un suelo fértil, pero
~eco, el único cultivo redituable desde la época colonial ha sido
el del maguey, que comparte el suelo con un poco de maíz de
temporal. La escasa población se concentra en localidades muy
antiguas, como Apan, Tepeapulco, Otumba o Calpulalpan, pero
más bien en las aisladas y solitarias haciendas que apenas se dis-
tinguen dentro del paisaje en medio de una minúscula área re-
gada. Muchas de las antiguas haciendas han desaparecido y sus
cascos convcrtídose en casas veraniegas. Otras se han dedicado
a la cría de ganado fino, como ~fimiahuapan, y llegan a con-
tarse entre las mejores del país. Sin embargo, el paisaje dominado
por el maguey permanece inmutable. Hoy día la industria pul-
quera está en decadencia, pero si se piensa que en el siglo xvn
entraban a la ciudad de México entre 2 000 y 15 000 arroba,; de
pulque al día para una población de no más de doscientos mil
habitantes, y que la bebida era consumida por todas las clases
sociales y lo siguió siendo hasta mediados del siglo xrx, se com-
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Lo que falta por recorrer del México central admite una deno-
minación general: Occidente. El México propiamente dicho, el de
los tres Valles de Puebla, México y Toluca y regiones adyacentes,
ha quedado atrás. El Occidente se liga a él de modo muy íntimo
por su estructura geográfica y sus rasgos humanos y culturales.
Pero aun siendo parte del mismo conjunto, uno y otro se distin-
guen claramente.
El México de los tres Valles tiene un carácter más íntegramente
tropical. No sólo sus lazos con las Vertientes vitales del Golfo y
del Pacífico son muy estrechos y el contraste que se establece con
ellas muy marcado, sino que él mismo ofrece muchas otras con-
tradicciones y contrastes. Lo caracteriza una complejidad fasci-
nante. El Occidente, en cambio, es tierra más suave y dulce. Su
altura sobre el nivel del mar es menor, y disminuye a medida que
avanza al oeste y se aproxima a su Vertiente, como si buscara
hacer menos brusco el paso entre las tierras frías y las calientes.
En la parte que se recarga sobre el Eje volcánico, donde el con-
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El Sureste
La mayor parte de México está constituida por un conjunto articu-
lado de tierras de diversos temperamentos, climas y productos, muy
relacionadas entre sí, pero sobre todo entre tierras altas y bajas
que son opuestas al mismo tiempo que complementarias. Hay un
centro de gravedad que, en sí, es muy complejo: es el México cen-
tral, alto y frío, de ocupación muy antigua y grandes aglomeracio-
nes urbanas. De él irradian dos Vertientes humanas complementa-
riá·s, constituidas por escalonamientos de tierras templadas y bajas
que son vitales para la conformación de lo mexicano. Irradia tam-
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Yucatán
De las regiones que integran la nación mexicana, ninguna es tan
fácil de describir como la península de Yucatán. Orográficamente
no presenta ninguna dificultad: se formó en la era terciaria al
emerger del mar, y es una plancha calcárea virtualmente plana.
No tiene ríos porque la naturaleza caliza del suelo lo hace permea-
ble y el agua se deposita en mantos subterráneos que dan origen
a los cenotes. El clima yucateco es sencillo de explicar: al noroes-
te de la península hay una porción con estación seca y vegetación
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