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LA PROTECCIÓN UNIVERSAL DE LOS HERECHOS HUMANOS

Una aproximación crítica (resumen)

Los sistemas de protección de DDHH

Carlos Chipoco
Profesor de DD HH en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad
Mayor de San Marcos

La paradoja de nuestro tiempo es que, habiéndose expandidos sistemas de protección


de DDH, se han desarrollado nuevas y cada vez más complejas vormas de violarlos.

Los DDHH y la persona humana tienen protección, inicialmente, en la legislación


doméstica en el Derecho Constitucional, Penal e incluso Civil. Otro tipo de protección
se desarrolla en el Derecho Internacional a través del 1) sistema universal y 2) los
sistemas regionales.

La protección internacional de los DDHH se origina en la II Guerra Mundial y la


creación de las NNUU, luego del fascismo y nazismo, incorporando la idea de
protección de DDHH universales no sólo por las naciones, sino también por un
ordenamiento internacional, declinando el principio de soberanía absoluta del Estado e
incorporando a los individuos al Derecho Internacional.

El Derecho Internacional de los DDHH es el cuerpo de reglas internacionales,


procedimientos y órganos que pretenden que i) toda nación respete los DDHH y que ii)
otras naciones y la comunidad internacional tienen el derecho y deber de vigilar dicho
cumplimiento.

El sistema universal integra normas y mecanismos protectivos que emanan de la


Carta de las NNU, la Declaración Universal de los DDHH y los tratados de DDHH., en
tanto el sistema regional comprende tratados regionales como el Convenio Europeo
para la Protección de los DDHH y Libertades Fundamentales del sistema europeo, en
tanto en el sistema interamericano se ha proclamado la Convención Americana de
DDHH.

Las fuentes del sistema universal originan la Comisión de DDHH y otros órganos
especializados. Los tratados específicos dan lugar a órganos específicos como el
Comité de DDHH.

Universalidad de los DDHH

No existe unanimidad en torno a este carácter pues no existe ninguna razón, sean
puntos de vista ideológicos, políticos, militares o religiosos que justifiquen la violación
de estos derechos. Pero, hay tesis que plantean que los DDHH dependen del contexto
cultural, razones políticas o protección de la seguridad del Estado. Es la oposición
entre universalistas y relativistas.. Esta última posición ha sido desarrollada a partir de
las especificidades culturales de los países africanos e islámicos fundamentalistas.

El relativismo

El relativismo afirma que los DDHH son un producto occidental resultado de la II


Guerra Mundial que culminó en tendencias y valores contenidos en las revoluciones
americana y francesa que emergen del discurso téorico liberal de LOCKE y el Derecho
Natural. En razón a su diversidad cultural, raitifican su autenticidad nacional afirmando
que las sociedades islámicas, africanas y, en general, las del III Mundo, tienen otras
experiencias culturales e históricas, destacando el colonialismo y la dominación
europea, pero no la guerra mundial. Concluyen que la concepción de DDHH como
normas universales intenta imponer una visión occidental sobre estilos de vida,
decisiones personales, relaciones entre ciudadanos y entre esto y el Estado.

En su expresión moderna, el relativismo cultural surge como respuesta al


evolucionismo cultural que sostiene que las sociedades evolucionan desde el
primitivismo o salvajismo hasta la modernidad (darwinismo social), llegando a la
civilización occidental basada en sus valores. Contra esta tesis racista el relativismo
cultural constituyó una reacción progresista, destacando el cuestionamiento de la
universalidad de estándares de análisis cultural así como el supuesto etnocéntrico de
la superioridad de la cultura occidental.

Esta tesis ha sido atacada por sus consecuencias éticas porque supone tolerancia
absoluta fundada en un etnocentrismo moral. El relativismo subraya no tanto la
tolerancia, sino el peligro de aculturación y los prejuicios que pudieran originarse por el
evolucionismo cultural.

Relativismo frente a universalismo

La relatividad cultural es innegable pues las reglas morales e instituciones sociales son
variables cultural e históricamente. El relativismo cultural extremo afirma que la cultura
es la única fuente de validez de la moral o de una norma. En oposición, el
universalismo radical proclamaría que la cultura es irrelevante para validar la moral o
la norma que siempre serían válidos universalmente.

En materia de DDHH, hay tres niveles jerárquicos en la variación cultural: a) lo


sustancial, b) su interpretación, y c) la forma en que se realizan.

En cuanto a lo sustancial de los DDHH, es evidente la flexibilidad de las variaciones


interculturales lo que, desde el relativismo extremo cuestionaría la existencia misma de
tales derechos. Hoy se reputa que esta posición es indefendible moralmente y también
en los hechos pues la penetración de la noción de DDHH en las comunidades en que
podría causar desasosiego, son las menores. En la mayor parte del III Mundo hay ya
una penetración cultural del Estado moderno y un intercambio cultural de valores y
creencias que ha desarrollado una cultura de síntesis, lo que hace difícil encontrar
culturas que justifiquen el relativismo cultural extremo. Por ello, el relativismo se ha
convertido en una justificación de prácticas autoritarias.

En AL la defensa teórica más seria del relativismo la sustenta Howard WIARDA, de la


Universidad de Massachussets, en Amherst, al afirmar que lo latinoamericano es
parcialmente occidental a causa del problema de la población indígena y nuestros
orígenes ibéricos, cuasi-feudales, semi-medievales y una fuerte tradición política
rousseniana. Nuestra concepción de derechos es grupal, pluralismo limitado y
concepción democrática vinculada con la interpretación del sentimiento del pueblo,
hayan o no elecciones democráticas.

Entonces, siguiendo a WIARDA, la ausencia de DDHH en LA se relaciona con la


identidad cultura y, oponerse a dicha identidad sería etnocentrista e incluso
“imperialista”.

Críticas al relativismo cultural

1. El relativismo no considera que la violación de los DDHH no siempre es


cultural, sino política porque no es reflejo de las costumbres ancestrales sino
de disposiciones represivas como medio de preservar el poder político con
métodos autoritarios o represivos.
2. No hay quien pueda decidir lo que es una costumbre tradicional o cultural,
abstrayéndonos de su carácter dinámico. No se puede sostener que los valores
culturales sean absolutamente hegemónicos y sin oposición interna. Así, donde
se discrimina a la mujer hay grupos, organizaciones y personas que proponen
cambiar su cultura radicalmente, lo que supone que la misma noción de cultura
podría entenderse relativamente.
3. No se puede afirmar que los DDHH sean nociones norteamericanas o
europeas –bajo riesgo de caer en el etnocentrismo- pues, el horror del
genocidio se produjo en Europa hacen algunas décadas y, hasta los 60’, los
EEUU era un país con discriminación amparada por ley. Los DDHH no son
propiedad exclusiva de los países del norte y tampoco las violaciones son
propias de los países del sur.
4. El etnocentrismo se revela también en la afirmación que los DDHH son
propiedad de los occidentales lo que traduce menosprecio por las demás
culturas no occidentales que no podrían ser capaces de tener tales derechos.
5.

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