Diplomado Teología Sistemática: Perspectiva Cristológica, Trinitaria y Moral
Módulo 5: Cristología Sistemática (Encarnación, Cruz y Resurrección) Gustavo Leopoldo Ravelo Toncón Bogotá D.C. Julio 21 De 2020 En el desarrollo de este módulo que recoge los principales misterios de la vida de Jesús de Nazaret considero que un punto capital de este apartado es lo correspondiente al misterio de la cruz dentro del cual se generan muchos cuestionamientos desde el punto de vista político y teológico que a continuación expondremos y trataremos de dar claridad. En cuanto al ámbito político, podemos iniciar afirmando que Jesucristo vivió la realidad temporal y política de su tiempo, aunque sin dejarse atrapar ni determinar por ella, ya que su misión era otra. Jesús vino a traer un mensaje de salvación que abarcaba a todo el hombre y a todos los hombres; aunque iluminó el campo político, lo superó y le marcó su sentido justo y recto, fijando la atención sobre los posibles abusos, tanto de una política que se valía de la religión, como de una religión politizada. Por otro lado, podríamos decir que Jesús fue un hombre que vivió todas las dimensiones de la realidad humana, en consecuencia, no podemos caer en el error de hacer ver a Jesús desprendido de la realidad en tanto que no es coherente ni con su humanidad ni con su mensaje que trata de iluminar todos los ámbitos de la existencia humana. Teniendo como referente el dato de los evangelios podríamos deducir que, en primer lugar, Jesús no parece discutir nunca el derecho de los gobernantes a mandar; por otro, señala abiertamente que los que mandan esclavizan con su poder a las naciones (cf. Mc. 10, 42) y pone en guardia para no dejarse llevar de los halagos del diablo, que se cree tener el poder y dárselo a quien quiere (cf. Lc. 4, 6). En conclusión, Jesús denuncia los posibles abusos de poder (Cf. Lc 22,25) y ve la política como un servicio (Cf. Lc 22, 26) situación que va a llevar a Jesús a una confrontación con las instituciones políticas de la época siendo esta una causa de la crucifixión y muerte de Jesucristo, en consecuencia, no es equivocado afirmar que la muerte de Cristo en manera alguna ha sido causada por motivos políticos o sociales si se hace una lectura desde un punto de vista histórico, social o político. En consecuencia, algunos teólogos intentan desvirtuar la muerte de Cristo diciendo que con su vida y su muerte ha querido dar un revés a las clases privilegiadas y poderosas y se ha colocado al lado de los explotados y despreciados, por tanto, todo cristiano, si quiere ser fiel a Cristo tiene que hacer lo mismo, es decir, arremeter contra los poderosos y comprometerse seriamente con la causa de los pobres y explotados, a fin de liberarlos. Ahora bien, frente a esta lectura socio – política surge una lectura teológica de la muerte en cruz de Jesús de Nazaret en la cual podemos empezar por afirmar que ha sido, por el contrario, un acto voluntario, libre por parte de Jesús para salvar a la humanidad, porque así se lo demandó su Padre. Por tanto, fue un acto de obediencia filial a su Padre y de amor y entrega a los hombres, a fin de que, liberados del pecado, lograsen volver a Dios, darle culto y predicarlo por todos los rincones del mundo. A pesar de que, desde el punto de vista político, la muerte de Jesús no es sino, una consecuencia lógica y necesaria de su predicación. Desde la perspectiva teológica ha sido un acto voluntario, libre por parte de Jesús para salvar a la humanidad, ha sido un acto de amor, de entrega, que clarifica y ratifica todo lo hecho en su vida anteriormente (Cf. Jn 19, 30) en efecto, la muerte de Jesús no es sólo consecuencia de un conflicto histórico, sino que ha de ser comprendida como la dimensión última y más profunda de la vida de entrega y de servicio que tiene repercusiones en toda la humanidad, especialmente en aquellos que siguen su forma de vida y su doctrina. Dentro de los frutos de la muerte de Jesús encontramos en primer lugar, que nos ha liberado de una falsa concepción de Dios, pues ya no aparece distante, sino como un Dios que ama al hombre pecador, se hace uno como él, sufre por él y le devuelve la dignidad para la que fue creado. Un segundo fruto es que nos libra de las diferencias humanas. Basta decir que la cruz demuestra que todos, de cualquier raza o condición, necesitamos de la misericordia divina. El tercer fruto es que nos ha liberado del temor y de la muerte. La muerte para el cristiano no es ya una desgracia, un caer en la noche oscura, sino un caer en las manos de Dios, que nos espera para el abrazo de amor. Otro fruto es que nos ha liberado, además, de la esclavitud de la ley ya que no es el esfuerzo humano por cumplir la ley lo que nos salva, sino el amor gratuito de Dios. Por último, con su muerte, Jesús nos ha liberado del pecado, que es el mal de los males y la raíz y causa de todos los males sociales, estructurales. Nos ha liberado del pecado como negación de Dios, como olvido de Dios, como desprecio de Dios. Pecado como egoísmo y encerramiento en nosotros mismos. Pecado como explotación del prójimo. Pecado como endiosamiento de nuestras cualidades. Pecado como ambición, vanidad y soberbia.