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SEMINARIO MAYOR DE SAN ESTEBAN PROTOMÁRTIR

II TEOLOGÍA

CARLOS ENRIQUE ROJAS ARAÚJO

JOSUÉ:
El talante de un líder joven cumplidor de la promesa sobre la tierra

LIBROS HISTÓRICOS

Dirigido por:

SERGIO VARGAS SÁENZ, Pbro.


Rector, Formador y Ecónomo

RIVERA - HUILA
2018
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

1. TÍTULO Y TEXTO................................................................................................................5
2. PROTAGONISTAS...............................................................................................................5
2.1. DIOS..................................................................................................................................5

2.2. JOSUÉ...............................................................................................................................6

2.3. MOISÉS.............................................................................................................................6

2.4. EL PUEBLO......................................................................................................................7

3. CONTENIDO Y ESTRUCTURA.........................................................................................8
3.1. INTRODUCCIÓN (c. 1,1-9).............................................................................................8

3.2. PRIMERA PARTE (cc. 1,10-12,24).................................................................................8

3.3. SEGUNDA PARTE (cc. 13-21)........................................................................................8

3.4. FINAL (cc. 22-24).............................................................................................................9

4. AUTOR Y FECHA DE COMPOSICIÓN..........................................................................10


5. RELACIÓN CON EL DEUTERONOMIO.......................................................................11
5.1. TEMÁTICA Y TERMINOLOGÍA.................................................................................12

5.1.1. La lucha contra la idolatría.......................................................................................12

5.1.2. Centralización del culto............................................................................................12

5.1.3. Éxodo, alianza y elección.........................................................................................12

5.1.4. Credo monoteísta......................................................................................................12

5.1.5. Observancia de la ley y fidelidad a la alianza..........................................................12

5.1.6. Herencia de la tierra..................................................................................................12

5.1.7. Retribución y motivación material...........................................................................12

5.1.8. Fraseología retórica y parenética..............................................................................12

2
5.2. PROTAGONISTAS.........................................................................................................13

5.3. ACCIONES CONCRETAS.............................................................................................13

6. AÑADIDOS DE ORDEN SACERDOTAL........................................................................14


7. PROBLEMAS MORALES QUE PLANTEA EL LIBRO DE JOSUÉ...........................14
7.1. LAS RELACIONES CON LOS PAGANOS..................................................................15

7.2. EL ANATEMA................................................................................................................16

8. EL LIBRO DE JOSUÉ Y SU HISTORIA.........................................................................17


8.1. LA PRESENTACIÓN TEOLÓGICA DE LA HISTORIA.............................................17

8.2. EL GÉNERO LITERARIO DE JOSUÉ..........................................................................17

8.3. ÚLTIMAS APRECIACIONES DEL LIBRO DE JOSUÉ..............................................18

9. RELECTURAS DEL LIBRO DE JOSUÉ, Y SU RECEPCIÓN EN LA FE DE LA


IGLESIA.......................................................................................................................................19
9.1. RAJAB Y LOS EXPLORADORES................................................................................20

9.2. EL SOL SE DETUVO EN MEDIO DEL CIELO...........................................................20

10. LA ESTELA DE MERENPTAH........................................................................................21

11. CONCLUSIÓN.....................................................................................................................22

12. BIBLIOGRAFÍA..................................................................................................................23

3
INTRODUCCIÓN

El libo de Josué narra la ocupación de la tierra prometida por el pueblo de Israel. Cierra, pues,
el ciclo iniciado con las promesas hechas a los patriarcas. Sin él, la promesa de la tierra habría
sido vana, y la salida de Egipto una condena a la vida mísera del desierto. De ahí que el libro de
Josué complete el relato del Pentateuco.

Por otro lado, la entrada de Israel en Canaán constituye el prólogo de la historia de Israel en su
propia patria, una historia que, tras los periodos de los jueces y de la monarquía, primero unida y
luego separada, terminará cuando el destierro de Babilonia ponga fin a esta posesión de la tierra
que se inicia en el libro de Josué.

Así se comprende la división de opiniones a la hora de adjudicar ese libro a algún conjunto
literario mayor. Para unos, forma una unidad con el Pentateuco, hasta el punto de que hay que
hablar de Hexateuco, pues serían seis los libros que lo componen. Según esta opinión, es este
libro se encuentran las mismas fuentes o tradiciones que en el Pentateuco. Para otros, no hay que
hablar ni de Pentateuco ni de Hexateuco, sino de Tetrateuco: el relato comenzado en el Génesis
concluiría en el libro de los Números. Ahí terminan “las fuentes del Pentateuco”. El
Deuteronomio sirve de prólogo a la gran “historia deuteronomista”, que, comenzando en el libro
de Josué, discurre por los libros de Jueces, Samuel y Reyes1.

1
Cfr. A.A.V.V.; Comentario al Antiguo Testamento: I, CASA DE LA BIBLIA, Navarra 20085
4
1. TÍTULO Y TEXTO

La tradición da a este majestuoso libro el nombre de Josué (hebreo: Yehosuac, Yahveh es


salvación), hijo de Nun, de la tribu de Efraín y que además, es el principal protagonista humano 2,
a quien se encuentra profundamente vinculada la conquista de la tierra de Canaán. Este nombre le
fue impuesto por Moisés, cambiándole el original Hosea (Hosea’, salvación) por un nombre
teofórico (Nm 13,8.16). Mirándolo desde el canon bíblico, el libro de Josué constituye el primer
volumen de los “profetas anteriores” del canon hebreo como también de los “libros históricos”
del canon cristiano, después del Pentateuco. Fue originalmente escrito en hebreo3.

2. PROTAGONISTAS

2.1. DIOS4

Su protagonismo queda claro porque es el primero en tomar la palabra (1,2-9) y quien


pronuncia además el último discurso (24,2b-13). Son palabras que ordena, anuncia y promete
(discurso inicial); palabras que hace balance de los beneficios divinos remontándose en un pasado
remoto (discurso final). En estas intervenciones Dios no deja de hablar marcando el ritmo de los
acontecimientos5, especialmente con sus órdenes o promesas (13,6).

Las palabras de Dios son tan fundamentales que Koorevaar las convierte en elemento
estructurante del libro hablando en cuatro iniciativas divinas:

1. Cruzar (1,1-9)
2. Conquistar Jericó (5,13-6,5)
3. Dividir la tierra (13,1-7)
4. Asignar ciudades de refugio (20,1-6)

No obstante, estas palabras no solo marcan los momentos importantes, sino también en
aquellos de menor capitalidad como en el caso de la elección de piedras para el monumento de
Guilgal (4,2-3); circuncisión (5,2); pecado de Acán (7,10-15); campaña de Ay (8,1-2); campañas
del sur y del norte (10,8; 11.6). Pero el tinte especial de este libro, es que Dios no se limita a
hablar, también actúa. Su acción se conoce a través de la misma narración y de las palabras que
pronuncian los diferentes protagonistas.
2
Se insiste en lo de “humano”, porque el gran protagonista del libro es Dios.
3
Cfr. TÁBET, MIGUEL A., Introducción al Antiguo Testamento: I. Pentateuco y Libros Históricos, EDICIONES
PALABRA, Madrid 20082
4
Cfr. SICRE, JOSÉ L., Josué, VERBO DIVINO, Pamplona 2002
5
Véase en Jos 3,7-8; 4,2-3.16; 5,2.9; 6,2-5; 7,10-15; 8,1-2.18; 10,8; 11,6; 13,1-7; 20,1-6
5
Los narradores subrayan su acción en Josué, al que engrandece (4,14), está con él (6,27),
escucha su voz (10,14). Además, su acción afecta especialmente al propio pueblo, al que juró un
castigo (5,6) y una bendición plenamente realizada (21,43.44); lucha en favor de Israel (10,
14.42), le da la tierra (21,43) y descanso de los enemigos (21,44; 23,1), cumpliendo todas sus
promesas (21,45); situación que no ocurre con los pueblos enemigos.

Es tan claro el protagonismo de Dios en Josué y en su generación que se puede definir como
aquellos que pudieron ver “todas las obras del Señor en favor de Israel”. Precisamente ésta es la
última referencia de Yahvé en todo el libro (24,31). Como es habitual en la narrativa bíblica, sólo
en escasas ocasiones se habla de sus sentimientos. Pero los dos rasgos que se mencionan son muy
típicos: cólera (7,1.26) y celo (24,19).

2.2. JOSUÉ6

Es quizá el personaje más extraño de toda la Biblia Hebrea, aunque sólo sea por no tener
mujer ni hijos. De Josué no se cuenta nada por el estilo.

Si nos atenemos al libro que lleva su nombre, el personaje experimenta una impresionante
transformación. Comienza como simple “ayudante de Moisés (1,1) y termina convertido, como
Moisés, en “siervo del Señor”. En algunos aspectos, supera a Moisés. De él se dice que es el
único hombre al que Dios obedeció (10,14), y en otro caso se lo presenta legislando. Muere a
edad mítica, en este caso de ciento diez años.

El carácter privilegiado del personaje se advierte en que Dios le habla. A partir de esto, Dios le
habla a un juez, Gedeón; a los profetas (Samuel, Jehú, Elías, Eliseo…), y a dos reyes (David y
Salomón). Con razón la tradición judía sitúa a Josué entre los “primeros profetas”.

2.3. MOISÉS7

El libro comienza hablando de su muerte, pero es el muerto más omnipresente que se puede
imaginar. 58 veces lo menciona el libro, en 18 de ellas con el título honorífico de “siervo de
Yahvé” y en una con el de “hombre de Dios” (14,6). Su ley, sus órdenes que vienen de Dios lo
hace presente. Es el punto de referencia para Dios, para los hombres y para el narrador. No
obstante, esta omnipresencia traumatiza a su sucesor ya que en su primera intervención, a las
tribus de Transjordania, Josué menciona a Moisés en tres ocasiones (1,13.14.15) como si no se
sintiese seguro de su propia autoridad. Y otras tres cuando despide a esas mismas tribus al final
del libro (22,2.4.5).
6
Cfr. SICRE, JOSÉ L., Josué, VERBO DIVINO, Pamplona 2002
7
Cfr. Ibíd.
6
2.4. EL PUEBLO8

Es el gran protagonista en cuanto beneficiario de la promesa. En el libro aparece continuamente,


con designaciones muy distintas: israelitas, pueblo, Israel, el pueblo de Israel, asamblea de Israel
y la nación. A pesar de su omnipresencia, el pueblo no aparece normalmente como personaje
literario o como “actor”. Sólo se limita a obedecer órdenes como aprovisionarse de los víveres,
cruzar el río, detenerse o seguir, etc. Su pasividad es tan grande que a las tribus del Norte tiene
que animarlas Josué a buscarse un territorio.

Tan solo en tres ocasiones se subraya su iniciativa:

1. En el pecado de Acán: “Los israelitas cometieron un pecado con lo consagrado” (7,1).


2. Cuando les engañan los gabaonitas.
3. Con un dramático diálogo con Josué que lleva al pueblo a comprometerse a servir al
Señor (c. 24).

El pueblo aparece constituido por las doce tribus. Pero, curiosamente, si prescindimos del
reparto de la tierra, las únicas que adquieren cierta importancia en el relato son las de
Transjordania, mencionadas expresamente al comienzo (1,12-18), en el paso del río Jordán (4,12)
y de manera extensa al final, cuando vuelven a su tierra (c. 22). La tribu de Judá tiene cierta
relevancia, no siempre positiva, por algunos de sus miembros: Acán (c. 7) y Caleb9.

En cambio no se mencionan muchos personajes concretos por su nombre: Rajab, Acán, Caleb,
Otniel, Axá, Eleazar y Fineés. Este dato, unido al que ya mencionamos al comienzo del escaso
papel desempeñado por las mujeres, convierte al pueblo reflejado por el libro de Josué en una
entidad bastante irreal.

3. CONTENIDO Y ESTRUCTURA10

8
Cfr. SICRE, JOSÉ L., Josué, VERBO DIVINO, Pamplona 2002
9
Prescindiendo de que Caleb sea judío, los cc. 14-15 lo presentan como tal.
10
Cfr. SICRE, JOSÉ L., Josué, VERBO DIVINO, Pamplona 2002
7
En el libro de Josué podemos distinguir una introducción (1,1-9), dos partes principales (1,10-
12,24; 13-21) y final (22-24).

3.1. INTRODUCCIÓN (c. 1,1-9)

El discurso inicial de Dios contiene en germen todo el desarrollo del libro: Josué debe cruzar el
Jordán, conquistar la tierra, repartirla, y ser obediente a Dios en todo momento.

3.2. PRIMERA PARTE (cc. 1,10-12,24)

Josué da órdenes a los alguaciles de reparar la marcha y exhorta a las tribus de Transjordania a
ayudar a sus hermanos en la conquista. Tras enviar unos espías a Jericó (c. 2), tiene lugar el paso
del río Jordán (cc 3-4). Siguen, en el c. 5 tres episodios breves (circuncisión, celebración de la
Pascua, aparición del jefe del ejército celeste), que revelan la novedad del momento en que se
encuentra Israel. El c. 6 cuenta la famosa conquista de Jericó. Cuando todo parece ir
perfectamente y se espera conquistar las montañas centrales con facilidad, tiene lugar la derrota
ante Ay, motivada por el sacrilegio de Acán (c. 7). Una vez resuelto el problema, se conquista la
ciudad (8,1-29) y se celebra una ceremonia religiosa en el monte Ebal (8,30-35). Precisamente
este hecho provocará el pánico de los gabaonitas, que, mediante una argucia, consiguen engañar a
Josué y salvar la vida, aunque quedan sometidos como aguadores y leñadores (c. 9). El tratado de
paz entre Gabaón e Israel asusta a los reyes del Sur (c. 10). La conquista del sur, crea pánico de
los reyes del Norte, que se enfrenta a Josué y a sus derrotados en las Aguas de Merón (c. 11). De
esta manera queda sometido el pueblo. Una lista de reyes vencidos cierra la primera parte (c. 12).

3.3. SEGUNDA PARTE (cc. 13-21)

Está dedicada al reparto de la tierra. Comienza con dos introducciones. La primera (c. 3)
incluye un discurso de Dios a Josué (13,1-7), en el que le recomienda repartir la tierra al pueblo,
y el recuerdo del reparto realizado por Moisés en Transjordania (13,8-33). Curiosamente, una
segunda introducción (14,1-5) atribuye la tarea de reparto “al sacerdote Eleazar, a Josué a los
cabezas de familia. Los relatos que siguen podemos agruparlos en cuatro apartados:

 La distribución hecha en Guilgal a las tribus de Judá (14,6-15,63) y José (cc. 16-17).
 La distribución realizada en Siló a las siete tribus y media restantes (cc. 18-19)
 La lista de las ciudades de refugio (c. 20)
 La lista de ciudades levíticas (c. 21,1-41)
 El gran final (21,43-45) se han cumplido todas las promesas de Dios.
8
3.4. FINAL (cc. 22-24)

Comienza contando la vuelta de las tribus de Transjordania a sus tierras y lo ocurrido con
motivo de la construcción de un altar junto al Jordán (c. 22). Luego está el discurso de despedida
de Josué (c. 23), la alianza en Siquén (24,1-28) y diversas noticias breves, entre ellas las de las
muertes de Josué y el de Eleazar.

Con respecto a su estructura, hay un detalle que llama la atención. El libro comienza con tres
discursos: de Dios a Josué (1,1-9), de Josué a las autoridades (1,10-11) y de Josué a las tribus de
Transjordania (1,12-18). Y termina con otros tres discursos de despedida: de Josué a las tribus de
Transjordania (c. 22), de Josué a las autoridades (c. 23) y de Dios al pueblo a través de Josué (c.
24). Aunque la equivalencia no es perfecta, ya que no se puede establecer un paralelismo exacto
entre los alguaciles de 1,10-11 y todas las autoridades del c. 23, tenemos la impresión de que el
libro está muy bien estructurado, al menos en su redacción final. Estos datos y otros parecidos
han movido a ciertos autores a proponer una estructura concéntrica.

Cumberlege

A. Josué comienza su obra (1)


a. Acontecimientos relacionados con el Jordán (2-7)
i. La tierra. Conquista (8-12)
ii. La tierra. Reparto (13-21)
b. Acontecimientos relacionados con el Jordán (22)
B. Josué termina su obra (23,1-24,28)
a. Final del todo el libro (24,29-33)

H. Möller

A. Preparativos (1-2)
a. Conquista (3,1-11,15)
i. Visión de conjunto (11,16-12,24)
b. Reparto (13-21)
B. Últimas medidas (22,1-24,28)
a. Apéndice: 24,29-33

Radday distingue dos partes iguales de 12 capítulos. El centro de la primera (que habla de la
conquista) lo ocupa la caída de Jericó. El centro de la segunda (que trata del reparto), lo ocupa la
construcción del altar de Siló (c.18). Así queda claro que la tierra es un don de Dios y que lo más
importante en esa tierra es el culto.

9
4. AUTOR Y FECHA DE COMPOSICIÓN11

El libro de Josué es el primer libro del escritor deuteronomista 12, si es que aceptamos de algún
modo otro escritor de la escuela Dtr haya redactado el libro del Dt, y no el mismo Dtr de quien
estamos hablando aquí.

La finalidad principal de su libro era la de presentar la conquista como obra exclusiva de


Yahvé. Yahvé había prometido a los patriarcas la tierra de Canaán a los hijos de Israel por medio
de su gran poder, obrando maravillas a favor de su pueblo.

Como se dijo anteriormente, el escritor Dtr; que vivía en el exilio babilónico en el s. VI a.C.,
disponía de abundante material histórico desde la época de la conquista hasta la ruina de la
monarquía hebrea. El tema de la conquista había sido abordado también por escritores anteriores,
como yavista, el elohísta, el autor del Dt y el escritor sacerdotal 13. A esta conclusión podemos
llegar con relativa facilidad, sometiendo el libro de Josué a un examen crítico literario.

El tema de la conquista había sido abordado por el elohísta. Lo había descrito como una tarea
común de las tribus ya unificadas, que formaron al pueblo de Israel. Según este escritor, Israel,
como unidad étnica, se había apoderado de la tierra de Canaán bajo la guía de Josué, que era
oriundo de la tribu de Efraín. Según el elohísta, la conquista de Canaán se debió propiamente al
mismo Dios Yahvé y no a Israel. Porque fue Yahvé quien allanó el camino a Israel por medio de
las intervenciones milagrosas que pusieron en evidencia su gran poder. Así lo podemos observar
en el paso del río Jordán (3,5), en la conquista de la ciudad de Jericó (6,2), la victoria sobre los
cinco reyes del mediodía (10,10), etc. Todas esas conquistas se debían propiamente a la
intervención portentosa de Yahvé. Por esta razón la aceptación de Yahvé, como único Dios de
Israel, se imponía como consecuencia práctica de los beneficios recibidos por Israel en la época
de la conquista (24,23).

El tema de la conquista había sido abordado ya antes por el yavista en la época de David y
Salomón. Por su puesto que el Yavista la había presentado en conformidad a sus enfoques
teológicos. Esta obra no se nos ha conservado con tanta amplitud como la obra del elohísta,
debido al hecho de que el escritor Dtr, había empleado más la obra del elohísta que la del yavista.
Mas lo cierto es que en la obra del yavista la conquista se efectuó más lenta.

El autor del Deuteronomio también había abordado el tema de la conquista en el s. VII a.C.;
pero corrió la misma suerte que el yavista con su obra sobre la conquista. Porque el escritor Dtr,
al redactar el libro de Josué, se había basado más en la obra del elohísta que en cualquier otra
obra sobre el mismo tópico. Por esta razón se han conservado algunas listas de las ciudades
conquistada por Israel y algunas listas de los reyes vencidos por Israel en la conquista de Canaán,
11
Cfr. LAKATOS JANOSKA, E., Libros Históricos del Antiguo Testamento, USTA, Bogotá D.C. 19832
12
De ahora en adelante se citará así: Dtr.
13
De ahora en adelante se citará así: P
10
fijadas por escrito por el redactor del Dt. Así, por ejemplo, la lista de los reyes y la de las
ciudades.

El escritor sacerdotal, tal como parece, había redactado también su historia de la conquista, de
la que el Dtr había tomado el material para los c.c. 13-21 del libro de Josué para tratar la
distribución de la tierra conquistada, y hacer hincapié en la persona del sacerdote Eleazar.

En resumidas cuentas, el libro de Josué fue redactado definitivamente en la mitad del s. VI


a.C. por el escritor Dtr en el exilio babilónico. Compuso el libro apoyándose principalmente en la
obra del elohísta del s. VIII a.C., tomando en cuenta también las demás presentaciones del
período de la conquista que refirieron tanto los escritores anteriores (tal como el yavista) como
posteriores (tal como el autor del Deuteronomio y el escritor sacerdotal).

5. RELACIÓN CON EL DEUTERONOMIO14

Todos los autores están de acuerdo en que el libro de Josué es el que ofrece más puntos de
contacto con el Deuteronomio, incluso más que los otros libros del Pentateuco. Ya desde el
principio, la referencia a la muerte de Moisés implica una mirada hacia el final del Dt.

Y el discurso de Dios que abre el libro parece una adaptación y desarrollo del que tiene
Moisés a Josué en Dt 31,7-8; por otra la parte, la formulación de los vv. 3-4 es casi idéntica a Dt
11,24-25ª, cuando Dios dice a Moisés: “Todo lo que pisen vuestros pies será vuestro; se
extenderá vuestras fronteras del Desierto al Líbano, del Río (Éufrates) al Mar Occidental”. Otra
tradición parecida a propósito de las fronteras la tenemos en Dt 1,6-8.

Los puntos de contacto entre ambos libros se pueden agrupar en tres apartados:

5.1. TEMÁTICA Y TERMINOLOGÍA

Weinfel agrupa la fraseología Dtr en ocho apartados. Anticipando la exposición más detallada,
los aspectos fundamentales recogidos en Josué son los siguientes:

1. La promesa de la tierra, que implica el exterminio de los enemigos; el tema de la promesa


aparece sobre todo en el c. 1, pero también en otros momentos, principalmente cuando se

14
Cfr. SICRE, JOSÉ L., Josué, VERBO DIVINO, Pamplona 2002
11
insiste en el cumplimiento; y el del exterminio de los enemigos acompaña las distintas
conquistas.
2. Fidelidad a la alianza y observancia de la ley, en el discurso inicial de Dios a Josué y en
los dos discursos de despedida.
3. El tema de la idolatría adquiere una capital importancia en los dos discursos finales,
aunque con matices distintos.

5.1.1. La lucha contra la idolatría


Jos 23,16 Dt 7,4

5.1.2. Centralización del culto


Dt 12,5.11.14.18.21.26; 14,23.24.25; 15,20;
Jos 9,27
16,2.6.7.11.15.16; 17,8.10; 18,6; 26,2; 31,11

5.1.3. Éxodo, alianza y elección


Jos 24,31 Dt 11,7

5.1.4. Credo monoteísta


Jos 2,11 Dt 4,35.39

5.1.5. Observancia de la ley y fidelidad a la alianza


Jos 22,5 Dt 16,3; 10,12.20; 11,13; 13,5; 28,47

5.1.6. Herencia de la tierra


Dt 4,1.5; 6,18; 7,1; 8,1; 9,1.5; 11,8.10.29.31;
Jos 18,3
12,19; 28,21.63; 30,16

5.1.7. Retribución y motivación material


Jos 1,7 Dt 28,9

5.1.8. Fraseología retórica y parenética


Jos 23,14 Dt 4,39; 7,9; 8,5; 9,3.6; 11,2

5.2. PROTAGONISTAS

Al hablar de los protagonistas, el libro de Josué manifiesta una clara continuidad con el Dt.
Por ejemplo, el papel de Josué se anuncia en Dt 3,28 15 y en 31,2316 se anticipa la actitud que debe

15
Él pasará al frene de ese pueblo y él les repartirá la tierra
16
Sé fuerte y valiente, que tú has de introducir a los israelitas en la tierra que he prometido
12
adoptar. A lo largo del libro se subraya la continuidad con Moisés, estableciendo otro punto de
unión con el Dt.

Después de Josué, o junto con él, el otro gran protagonista humano del libro es el pueblo.
Dentro de Israel, hay unas tribus que ocupan un puesto relevante en la redacción final: las de
Transjordania. Son las únicas a las que se dirige Josué antes de cruzar el Jordán (1,12-18), las
únicas que se mencionan por su nombre en el momento de atravesar el río (4,12-13); reaparecen
en el momento del reparto, recordando el territorio que recibieron (c. 13), y se las despide al final,
dedicándoles un largo capítulo (c. 22). Este papel tan importante de las tribus de Transjordania
empalma con Dt 3,12-13.18-20 y lo desarrolla.

Finalmente, Caleb, único individuo de relieve en Josué (Cfr. 14,6-15; 15,13-20), también
aparece en Dt 1,36, donde se anticipa lo que ocurrirá más tarde.

5.3. ACCIONES CONCRETAS

La actividad principal de José se centra en la conquista y reparto de la tierra. Lógicamente


ninguna de estas dos cosas está mandada en la parte legal del Dt. Pero sí hay otras acciones
contadas en Josué que aparecen como cumplimiento de algún que otro aspecto de la ley
deuteronómica o de otras partes del libro.

 La manera de tratar a los pueblos enemigos, desde Jericó hasta la última campaña del
Norte, supone el cumplimiento de la ley del anatema en Dt 20,15-18.
 La conducta con el rey de Ay (8,29) y los cinco reyes colgados (10,26-27) sigue la norma
de Dt 21,22-23.
 La ceremonia del monte Ebal (8,30-35) sigue la orden dada en Dt 27,2-8.
 La elección de ciudades de asilo (c. 20) se hacen en cumplimiento de Dt 19,1-2.7-9.

Hay, sin embargo, algunos detalles que no podemos interpretar sin más como cumplimiento de
lo prescrito en el Dt. El primero sería la celebración de la Pascua (Jos 5,10-12); no es fácil
relacionar este relato con la norma contenida en Dt 16,1-8. Tampoco se ve claro que el castigo
infligido a Acán esté en relación con Dt 17,2-5. Aunque en ambos casos el pecado genérico
consiste en “quebrantar la alianza” (cfr. Jos 7,11.15), las circunstancias son muy diversas, el texto
del Dt se centra en el pecado de idolatría y Jos 7 en el atentado contra lo consagrado por el
“anatema”.

13
6. AÑADIDOS DE ORDEN SACERDOTAL17

Parece que los últimos retoques de importancia proceden de la escuela sacerdotal. El hecho de
que un libro centrado en la labor de Josué termine hablando de un sacerdote, Eleazar (24,33),
confirma la actividad de esta escuela. En la misma línea se orienta el deseo de dejar a gran altura
a Eleazar, dándole un puesto de importancia en el reparto de la tierra, y también de su hijo Fineés
en la solución del conflicto con las tribus de Transjordania. Casi todos los autores están de
acuerdo en que 22, 8-34 procede de esta escuela.

No obstante, hay una tendencia bastante difundida a atribuir a P los capítulos sobre el reparto
de la tierra. El c. 21, sobre las ciudades levíticas, nadie duda que sea suyo. P ha dejado también
sus huellas en ciertos momentos de la primera parte, sobre todo cuando aparece el Arca (paso del
Jordán, conquista de Jericó), y en el relato del pecado de Acán.

Junto al deseo de poner a gran altura a Eleazar, incluso por encima de Josué, algunos textos P
reflejan el intento de situar a Josué por debajo de Moisés, rompiendo el paralelismo tan estrecho
de la tradición anterior.

7. PROBLEMAS MORALES QUE PLANTEA EL LIBRO DE JOSUÉ18

De los diversos problemas que plantea el libro, éstos son los que más llaman la atención.
Porque el libro es, en gran parte, una exaltación de la guerra de conquista, del asesinato de unos
habitantes que parecen vivir tranquilos en su tierra, sin atacar nunca a los israelitas antes de que
ellos los ataquen. Una guerra que culmina con el exterminio de gran parte de la población. Estos
problemas no solo afectan al lector moderno. También el Antiguo Testamento refleja la
preocupación por el tema. Los numerosos textos que intentan justificar la derrota y
aniquilamiento de las poblaciones autóctonas parecen nacidos de la mala conciencia y de la
necesidad de explicar algo que ningún pueblo antiguo ni moderno acepta fácilmente.

Dentro de la problemática podemos distinguir dos aspectos: las relaciones con los paganos y el
anatema (herem).

7.1. LAS RELACIONES CON LOS PAGANOS

17
Cfr. SICRE, JOSÉ L., Josué, VERBO DIVINO, Pamplona 2002
18
Cfr. Ibíd.
14
La dureza del libro en este punto no puede ser mayor. Lo menos que puede ocurrirles a los
pueblos paganos es ser ignorados. En el discurso inicial de Dios ni siquiera se los menciones,
aunque la fuerza principal recae en sus tierras, que perderán a favor de Israel. Los pueblos
paganos quedan insinuados indirectamente en las palabras “mientras vivas nadie podrá resistir”
(1,5). Son símbolo de oposición y están condenados al fracaso desde el comienzo.

La relación con ellos será inevitablemente de enfrentamiento. Por eso los de Transjordania
deben pasar el Jordán “bien armados” para ayudar a sus hermanos. No obstante, en la línea
siguiente demuestra que las relaciones son malas desde el comienzo. Josué no intenta dialogar
con el rey de Jericó, envía espías; y el rey responde con la misma moneda, intentando capturarlos.
Sólo la figura de Rajab queda a salvo, pero por haberse portado bien con los espías. Rajab es la
excepción. En la ficción deuteronomista, Israel y los paganos están abocados a luchar.

Con todo esto, los paganos se sienten inicialmente desanimados (2,11; 5,1), temerosos como
los habitantes de Jericó, encerrados dentro de sus murallas (6,1). Más tarde emprenderán la
contraofensiva tanto en el Sur (10,1-5) como en el Norte (11,1-5). Pero en la perspectiva del
libro, no luchan por placer de luchar, sino aterrorizados ante lo que les espera: la misma fortuna
que a Jericó y a Ay.

El lector moderno puede consolarse con el episodio de los gabaonitas: todo habría sido distinto
si los paganos hubieran intentado el dialogo con Israel, pactar con ellos, aunque fuese
engañándolos. Pero esta óptica no encajaría en la óptica deuteronomista. Los pueblos paganos no
deben salvarse, deben desaparecer. Si alguno se salva es porque engaña. Pero el ideal es no
dejarse engañar.

Y así llegamos al festival de muerte y destrucción que es el c. 10. Después de ajusticiar a los
cinco reyes, se pasa a cuchillo a la población de Maqueda, Libna, Laquis, Eglón, Hebrón y Debir.
Con un toque de orgullo, el autor saca balance de su relato: “No quedó un superviviente”. Lo
mismo se contará, aunque con menos detalles, en la campaña del norte: “Josué se apoderó de
todas aquellas poblaciones y sus reyes; los pasó a cuchillo, consagrándolos al exterminio”
(11,12).

El que estos relatos sean históricos o ficticios es indiferente desde el punto de vista moral. Se
presenta como algo bueno, querido por Dios, el asesinato masivo de las poblaciones. Y que nadie
diga que la sensibilidad del hombre antiguo no es la nuestra. Un hombre antiguo, el autor de
Jonás, tenía una idea muy distinta de Dios. Su Dios es incapaz de aniquilar al pueblo más cruel,
los ninivitas, porque, en el fondo, “no saben distinguir la derecha de la izquierda” (Jon 4,11).

El mensaje del libro a propósito de los paganos no termina aquí. Aunque hayan perdido sus
tierras, siguen presentes. Y contra ellos advierte de forma notable el primer discurso de despedida
de Josué (c. 23). En este caso, de forma mucho más moderada, no se anima a matarlos. Basta
defenderse de ellos y de sus dioses no emparentando con ellos.

15
7.2. EL ANATEMA

El sustantivo herem (herem) se usa 29 veces en el AT, 13 de ellas en el libro de Josué (12 en
relación con Acán). El verbo se usa en 49 ocasiones: 14 en Josué.

La legislación sobre el anatema la encontramos en tres casos:

1. En relación con los siete pueblos de Canaán (Dt 7,2)


2. En el caso de la ciudad apóstata: todos deben morir incluido el ganado; los bienes se
incendia (Dt 13,13-19)
3. En la ley de la guerra (Dt 20,12-18), donde se distinguen dos casos:
a. Si se trata de una ciudad lejana, todos los varones deben morir; pero las
mujeres, los niños y el ganado pueden conservarse como botín.
b. Si se trata de una ciudad del territorio palestino, todos morirán sin excepción.

Con lo anterior, nos da unos presupuestos antropológicos y teológicos. Antropológicos:

1. El valor absoluto de la venganza.


2. El enemigo no merece ningún respeto.
3. La vida del otro vale poco.

Teológicos:

1. A Dios le gusta que le ofrezcan personas y cosa; es cruel.


2. Dios es parcial; está de nuestra parte.

Para una sensibilidad moderna, especialmente cristiana, resulta escandaloso que los israelitas
maten a hombres, mujeres y niños. Sobre todo, que lo hagan en nombre de Dios, para cumplir la
ley de Dt 20. Como cumplimiento de esa norma, Josué y su ejército siembran de sangre los
campamentos de Canaán.

8. EL LIBRO DE JOSUÉ Y SU HISTORIA

8.1. LA PRESENTACIÓN TEOLÓGICA DE LA HISTORIA19

19
Cfr. DELORME, J., El libro de Josué, en Introducción a la Biblia I, de A. Robert A. Feuillet, EDIT. HERDER,
Barcelona 1965
16
El interés del escritor Dtr, en relación con el libro de Josué, se centró ante todo en el enfoque
teológico del significado de la conquista. Por tal motivo, subrayó continuamente que esta no era
tanto una hazaña militar de Israel, sino más bien obra del Dios Yahvé. Ciertamente Israel
participó en este evento, como un pueblo surgido de la unificación de las tribus, pero no fue Israel
quien conquistó Canaán, sino Yahvé quien se la entregó. Por ellos, la tierra conquistada le
pertenecía a Yahvé y no a Israel porque era más bien Dios quien combatía por su pueblo y no era
tanto Israel el que hubiera vencido a los cananeos con sus armas.

Por esta razón, como una contestación a los bienes recibidos, Israel debía sentirse obligados a
observar fielmente la Ley de su Dios Yahvé (Jos 1,6-9; 8,32-35); debía sentirse obligado a
servirle con todo su corazón (Jos 24,18; 22,5). Pues, así como Yahvé se había mostrado fiel en el
cumplimiento de sus promesas a los patriarcas, del mismo modo debía de mostrarse fiel Israel
para con su Dios Yahvé, observando sus leyes, sus mandatos y disposiciones (Jos 23,12-16)

8.2. EL GÉNERO LITERARIO DE JOSUÉ20

El escritor Dtr, en la redacción del libro de Josué, había considerado la conquista como obra
exclusiva de Yahvé. Sabía, además, que la palabra de Yahvé jamás puede frustrarse. Si Dios
prometió a los patriarcas la posesión definitiva de Canaán, esta promesa tenía de cumplirla algún
día. No importaba cuándo. Para el Dtr el cumplimiento de las promesas divinas, en un lapso
determinado, no tuvo ninguna importancia, puesto que para Dios el factor tiempo no existe por
eso, el Dtr pudo hacer figurar algunos sucesos que tuvieron lugar cronológicamente algunos
siglos más tarde, como si se hubieran desarrollado ya en la época de la conquista.

Todo esto pudo afirmar y presentar partiendo del pensamiento teológico, según el cual el que
dirige la historia no es el hombre, sino el mismo Dios Yahvé. Por eso el orden cronológico no
tiene ninguna importancia en la presentación de los acontecimientos, dirigidos propiamente por el
mismo Dios Yahvé.

Por tales motivos, podemos decir que el libro de Josué pertenece al género literario histórico
(ya que trata de un tema histórico). Pero es una epopeya (o sea, historia épica) en que se ponen de
manifiesto las intervenciones portentosas de Yahvé a favor de su pueblo.

Por esta razón, el Dtr pudo presentar al pueblo de Yahvé como un pueblo unificado ya en la
época de la conquista, aunque sabemos que la obra unificadora de las tribus era más bien lenta
(Jos 1,6ss; 24,1ss). Todo este procedimiento literario empleado por el autor del libro de Josué,
nos hace entender que para el autor inspirado del libro la conquista de Canaán no era un evento
profano, sino un evento sagrado21.

20
Cfr. LAKATOS, E., Introducción a la Sagrada Escritura, EDIT. USTA, Bogotá 1976
21
DE VAUX, R., Historia antigua de Israel II, EDIC. CRISTIANDAD, Madrid 1975
17
8.3. ÚLTIMAS APRECIACIONES DEL LIBRO DE JOSUÉ22

El valor del libro, además del valor histórico, está en lo espiritual, en lo religioso. Porque mira
los eventos proféticamente, es decir, bajo el punto de vista de la acción divina. Para Dios, que no
tiene ni pasado ni futuro, sino solamente presente, Israel, ya desde el principio poseía la tierra que
más tarde iba a poseer en la extensión indicada en Jos 1,4. Todas las presentaciones son
descripciones y anticipaciones proféticas.

De esta suerte se pone de manifiesto la historia de Israel, como una historia de salvación,
puesto que es el mismo Dios quien revela sus designios al pueblo. De allí que el libro de Josué
manifiesta continuamente la acción divina de la historia, encaminada a la salvación del pueblo
escogido.

Estas representaciones tendrán su honda repercusión en las épocas posteriores y especialmente


en los tiempos de las luchas macabeas. También en ellas, al igual que en el periodo de la
conquista, Dios “salvó a todos su pueblo”, y acompañó esta “salvación” con “manifestaciones
celestiales”.

Las presentaciones señaladas tienen su importancia, inclusive para el NT. Porque Dios ya
anticipadamente nos escogió y nos bendijo “en los cielos, en Cristo” (Ef 1,3s) a nosotros, los que
formamos el cuerpo místico de Cristo desde el principio hasta la parusía (Ap 7,9-17).

Todas estas presentaciones teológicas son presentaciones proféticas de la historia salutis,


calcadas en el modelo del libro de Josué, cuyo nombre ya indica visión profética de los
acontecimientos. Pues Josué (en hebreo Yeho + Shuah) significa “Yahvé es salvación” (o
también: Yahvé salva), “Yahvé es liberación”23.

9. RELECTURAS DEL LIBRO DE JOSUÉ, Y SU RECEPCIÓN EN LA


FE DE LA IGLESIA24

22
Cfr. LAKATOS JANOSKA, E., Libros Históricos del Antiguo Testamento, USTA, Bogotá D.C. 19832
23
Cfr. DELORME, J., El libro de Josué, en Introducción a la Biblia I, de A. Robert A. Feuillet, EDIT. HERDER,
Barcelona 1965
24
Cfr. VARO, F., Pentateuco y Libros Históricos, EDIT. EUNSA, Pamplona 2016
18
El libro del Dt, y el Pentateuco con él, termina con la muerte de Moisés al otro lado del
Jordán, cuando faltaba muy poco para alcanzar la tierra prometida. Moisés había conducido a su
pueblo hasta muy cerca de sus orillas, pero no había cruzado las aguas del río. Su tarea estaba
incompleta, la terminaría Josué. En el conjunto de la Biblia cristiana se llaga más lejos: en todos
los relatos evangélicos, la vida pública de Jesús comienza junto al Jordán, donde Juan bautizaba.
Él es el verdadero Josué, que lleva a su plenitud la obra inconclusa de Moisés.

La figura de Moisés constituye, pues, una anticipación profética de Jesucristo. Al introducir


las tribus de Israel unidas en la tierra prometida, culmina la salvación iniciada por Dios -por
medio de Moisés- cuando sacó a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Su propio nombre, Josué,
es el mismo que Jesús. Ambos significan “el Señor salva”.

Josué condujo a su pueblo a la salvación, pero también salvó a personas que no formaban
parte de él, como Rajab y su familia que habían secundado los planes de Dios manifestando así
su fe con obras (cfr. Jos 6,22-24. Como Jesús que vino a traer la salvación a Israel pero también
hizo llegar su acción salvadora a los hombres y mujeres de todas las razas que secundan los
planes de Dios.

El paralelo entre Josué y Jesús fue desarrollado por algunos Padres de la Iglesia. San Justino
decía que, así como Josué sucedió a Moisés e introdujo al pueblo en la tierra prometida, Jesús ha
sustituido a Moisés, y su Evangelio a la Ley mosaica, y ha conducido al nuevo pueblo de Dios a
la salvación (Dial. 75,1-13; 89,1; 113,1-7). Orígenes estableció un paralelo espiritual entre Josué,
que codujo a Israel a la victoria abatiendo reinos, ciudades y enemigos, y Cristo, que guía al alma
y le proporciona la victoria sobre los vicios y pasiones (Hom. Jos. I,7; IX,1; XIII,1-4). San
Jerónimo, por su parte, lo caracteriza así:

“Josué hijo Nun, que es figura del Señor no sólo en sus acciones sino incluso en su nombre,
atravesó el Jordán, derrotó a los reinos de los enemigos, dividió la tierra al pueblo victorioso
y, a través de la enumeración de ciudades, aldeas, montes, ríos, torrentes y confines, describió
los reinos espirituales de la Iglesia y de la Jerusalén celestial” (Ep. 53 ad Paul. [PL 22,545]).

Cuando, a lo largo de la historia de la Iglesia, se ha leído el libro de Josué se ha prestado


especial atención, por tanto, a lo que puede aprenderse en él acerca de la acción salvadora de
Dios para conducir a su pueblo, la Iglesia, a la patria definitiva: la bienaventuranza del cielo, la
Jerusalén celestial.

9.1. RAJAB Y LOS EXPLORADORES

En la epístola de Santiago se afirma que Rajab (cfr. Jos 2,1-21) logró la justificación gracias a
su fe manifestada con palabras y obras:

19
“El hombre queda justificado por las obras y no por la fe solamente. Del mismo modo Rajab,
la meretriz, ¿no fue también justificada por la obras, cuando hospedó a los mensajeros y les
hizo salir por otro camino?” (St 2,24-25).

Así como en la liberación de Egipto la sangre del cordero pascual, que teñía las jambas de las
puertas en las casas de los israelitas, libró a sus moradores de la muerte (cfr. Ex 12,13.23), ahora
se dice que un cordón de color púrpura será la señal para que sean liberados de la muerte los que
estén en casa de Rajab (cfr. Jos 2,17-21). Apoyándose en ese paralelo entre los efectos salvadores
de la sangre y el cordón rojo al que apunta el texto sagrado, san Clemente Romano, uno de los
primeros escritores cristianos, dice que ese “cordón de hilo púrpura” atado a la ventana de Rajab
y que trajo la salvación a toda la casa

“ponía de manifiesto que por la Sangre del Señor tendrán redención todos los que creen y
esperan en Dios” (Ad Corinthios 12,7)

La historia de esta mujer quedará como prototipo de que la salvación que procede de Dios es
universal. Del mismo modo que Josué, respetando el compromiso de sus exploradores, salvó a
Rajab (cfr. Jos 6,22-23), la salvación que obtuvo Jesús alcanza a todos, mujeres y hombres,
también pecadores, con tal de que se muevan a penitencia (Cfr. Mt 21,31-32).

9.2. EL SOL SE DETUVO EN MEDIO DEL CIELO

Avanzada la narración de la conquista, se menciona que una coalición formada por los reyes
de la región central y meridional de Canaán atacó a los gabaonitas, aliados de Israel (cfr. Jos
10,1-6). Este incidente desembocó en una batalla que dejaría en manos de los israelitas las
fortalezas que dominaban esa región.

El episodio de esa batalla que, por su singularidad, más ha llamado la atención de los lectores
de la Biblia a lo largo de los siglos, es el que habla de la prolongación extraordinaria de un día
para permitir a las tropas de Josué perseguir a sus enemigos hasta terminar con ellos (cfr. Jos
10,12-14).

Lo que más ha llamado la atención de los lectores cristianos es la afirmación de que “el Señor
obedeció a la voz de un hombre” (Jos 10,14). Más que la alusión a que el sol se detuviera es
digno de resaltarse el hecho de que Dios ajuste su actuación a lo que piden las palabras de un ser
humano. Meditando sobre este texto comentaba San Alfonso María de Ligorio.

“Pasma el oír que Dios obedeció a Josué cuando ordenó al sol que se detuviese en su carrera
(…). Pero sorprende más el oír que con pocas palabras del sacerdote, el mismo Dios se baja
obediente a los altares y donde quiera que lo llame, todas las veces que lo llame, y se ponga
en sus manos” (Selva de materias predicables 1,1-3).

20
10.LA ESTELA DE MERENPTAH25

El documento más antiguo fuera de la Biblia en el que se menciona a Israel es la inscripción


de una estela dedicada al faraón Merenptah. En ella conmemora su victoria en varios combates
durante una campaña militar por tierras de Canaán en torno al año 1230 a.C. Fue encontrada en
1896 en el templo funerario de Merenptah en la región de Tebas (Egipto). En esa estela se citan
ciudades como Ascalón, Guézer y Yanoam, regiones como Canaán, y también se menciona la
“gente de Israel”, con el determinativo que lo identifica como un grupo no sedentario. No cabe
duda, pues, de que en ese momento en Egipto se identifican como israelita a un grupo de
nómadas que se movían por sus zonas de influencia y con los que hubo alguna escaramuza
guerrera en la franja de tierra situada entre la depresión del Jordán y el Mediterráneo. Muy
posiblemente eran para ellos un grupo más de las gentes que estaban el desierto y que a veces se
encontraban las expediciones militares o comerciales en sus recorridos.

¿Esa “gente de Israel” que tuvo problemas con Merenptah son israelitas que habían salido de
Egipto y que en ese momento estarían comenzando a asentarse en la tierra prometida? No hay
datos arqueológicos que confirmen ni que nieguen esa posible vinculación, aunque no es
incoherente pensar que pudo haber sido así, ya que no desencajaría en la situación social de la
región en el siglo XIII a.C. el que hubiese una confrontación entre tropas egipcias y una gente
que vagaba por ellas en busca de un asentamiento definitivo. La frase de la estela donde se afirma
que “Israel está baldío y no tiene simiente” tal vez podría aludir a que las tropas egipcias
considerasen un éxito su labor de obstaculizar el acceso a los nuevos inmigrantes que intentaban
arraigar en aquellas tierras áridas estableciéndose en pequeños poblados, ya que mientras menos
población hubiese en la zona, más fácil les resultaría mantener el control de la región.

11.CONCLUSIÓN

25
Cfr. Ibíd.
21
El libro de Josué ofrece una visión muy simplificada de la ocupación de Canaán: Todo Israel
con las doce tribus, perfectamente unido, bajo el caudillaje de Josué. Por ello, la idea central la da
el Dtr. Para un israelita, la posesión de la tierra prometida a los padres era el compendio de todos
los bienes, es un don del Señor, que se da con una condición: la fidelidad. Si Israel se aparta del
Señor, el mismo Dios que les entregó la tierra, los expulsará de ella. La ocupación de aquella
tierra maravillosa habitada por multitud de pueblos poderosos, era una empresa superior a Israel.
Pero el Señor se lo había prometido a los antepasados del pueblo, y Dios siempre cumple. Estaba
claro que era el Señor el que combatía a su favor.

La finalidad principal de este libro, es la de presentar la conquista como obra exclusiva de


Yahvé

La teología del libro ofrece para nosotros un lado oscuro: el herem. En virtud de él, cada
victoria en la guerra santa culmina en el exterminio de toda la población, incluidos niños y
mujeres. En el libro de Josué, el anatema fue aplicado sistemáticamente a las poblaciones
conquistadas.

Otro valor importante para el redactor Dtr es la unidad del pueblo. Procurar borrar todas las
diferencias entre las tribus. El gran Israel actúa como un solo hombre

12.BIBLIOGRAFÍA

22
 A.A.V.V.; Comentario al Antiguo Testamento: I, CASA DE LA BIBLIA, Navarra 20085

 BIBLIA DE JERUSALÉN NUEVA EDICIÓN, DESCLÉE DE BROUWER BILBAO, 20094

 DELORME, J., El libro de Josué, en Introducción a la Biblia I, de A. Robert A. Feuillet,


EDIT. HERDER, Barcelona 1965

 DE VAUX, R., Historia antigua de Israel II, EDIC. CRISTIANDAD, Madrid 1975

 LAKATOS JANOSKA, E., Libros Históricos del Antiguo Testamento, USTA, Bogotá D.C.
19832

 SICRE, JOSÉ L., Josué, VERBO DIVINO, Pamplona 2002

 TÁBET, MIGUEL A., Introducción al Antiguo Testamento: I. Pentateuco y Libros


Históricos, EDICIONES PALABRA, Madrid 20082

 VARO, F., Pentateuco y Libros Históricos, EDIT. EUNSA, Pamplona 2016

23

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