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Rev. Asoc. Esp. Neuropsiquialría. Vol. VJI. N. o 2/.

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Debate
Reflexiones sobre la pulsión de muerte

Juan Eduardo GROCH FALCOFF *

INTRODUCCION
En un principio Freud
diferenció la pulsión
sexual, o sea, la libido
puesta en los objetos
RESUMEN de la pulsión del Yo o
de autoconservación,
que es la que asegura
Con este trabajo se intenta una interpretación retrospectiva
con sus diferencias en cuanto a la representación y el miedo a la supervivencia de la
la muerte y la posible imbricación del concepto «pulsión de persona (1).
muerte» con la experiencia de los últimos años de la vida de Freud pasa de la pul­
Freud. sión sexual, en la pri­
mera teoría de los ins­
tintos a pulsión de vi­
da o Eros en su segun­
da teoría, relacionando
ABSTRACT en «Más allá del prin­
cipio del placer de
1920» (2), esta pulsión
The purpose of this work is to make a restrospective in­ con principio de reali­
terpretation with its differences as regards: the representation dad, reproducción, etc.
and the fear of death, and the possible interdependence bet­ En esta segunda teo­
ween the concept «drive of death» and Freud's experience in ría de las pulsiones,
his last years.
Freud ve en la pulsión
del Yo o de autocon­
servación una imbrica­
ción entre la pulsión
de vida (libido narci­
PALABRAS CLAVE sista) y pulsión de muer­
te (tendencia del ser
Pulsión de muerte; pulsión sexual; Eros y Tánatos; Repre­ vivo de retornar a lo
sentación-miedo a la muerte; Interpretación retrospectiva. inorgánico, hallándose
el principio de placer
al servicio de la pul­
sión de muerte).
(') Psicoanalista. Psicólo­
go e.M.S. de Alcorcón.

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Estas justificaciones nos sirven para basa en último término en la oposición


precisar el concepto de pulsión de muer­ entre la muerte como hecho ausente de
te dentro del contexto de imbricación la vida y el peligro de la muerte, como
entre la primera y segunda teoría pul­ presencia que habita la vida.
siona\' con respecto de Eros y Tánatos. Con respecto a la cuestión de la re­
(*). presentación mental de la muerte, Freud
No me propongo aquí, abordar el de­ en 1926 afirma (4): «en el inconscien­
sarrollo conceptual de la pulsión de vida te, no existe nada que pueda dar un
o Eros ni el problema clínico de las a
contenido nuestro concepto de la des­
llamadas enfermedades psicosomáticas, trucción de la vida» y, unas líneas más
en estrecha relación con la pulsión de adelante: «...jamás se ha experimenta­
muerte o Tánatos, temas éstos que ne­ do nada semejante a la muerte o, por lo
cesitarían otro espacio, ya que a mi menos, como sucede con la pérdida del
manera de ver, problematizarían mucho conocimiento, nada que haya dejado
la exposición del mismo, de por sí com­ huella perceptible. Mantenemos pues,
plejo. nuestra hipótesis de que el miedo a
Por último, quizá esta propuesta sir­ morir ha de concebirse como análogo al
va para iluminar, en parte, esta proble­ miedo a la castración».
mática en la obra de Freud. Por lo visto Freud pensaba que care­
cemos de representaciones conscien­
tes o inconscientes de la muerte en
DIFERENCIAS EN RELACION nuestro aparato psíquico que pudieran
A LA REPRESENTACION y EL
MIEDO A LA MUERTE explicar el origen del miedo a la muerte.
¿Cómo podemos llegar a temer a algo
Pareciera que frente al inminente pe­ de lo que no tenemos representaciones?
ligro de morir, el ser humano va estruc­ En realidad, la idea de la propia muerte
turando defensas. Ya mágicas, basadas, es cosa subjetivamente inconcebible y to­
en la negación de la angustia, ya adhe­ do temor a la muerte por ello, encubre
rentes al principio de realidad, estra­ probablemente otras ideas preconscien­
tegias que pueden clasificarse en defen­ tes. Cosa en la que Melanie Klein no
sas contra la muerte. División que se acuerda, cuando dice: «Mis observacio­
nes psicoanalíticas me muestran que
(*) Según Andre Green, la discusión del con­ hay en el inconsciente un miedo a la
cepto de pulsión de muerte debería centrarse hoy
en dos órdenes de reflexiones:
aniquilación de la vida. Esta fuente de
1) La interpretación retrospectiva de lo que ansiedad no es nunca eliminada y entra
Freud quería designar y significar por el concepto como un factor constante en todas las
de pulsión de muerte, y situaciones de ansiedad. La ansiedad
2) La interpretación actual de lo que Freud
designa y significa por pulsión de muerte, su tiene su origen en el miedo a la muer­
mantenimiento o su reemplazo. Ella depende de te».
múltiples datos: De ahí se desprende la adscripción
a) La práctica actual obliga a tomar en con­ del miedo como originado en la pulsión
sideración el peso de factores ligados al narci­
sismo y a la destructividad, conjuntamente con lo de muerte, actuando como una tenden­
que deriva de las fijaciones de la libido objeta!. cia consustancial con la materia viva.
b) El estallido de la unidad del campo teórico Hanna Segal (5) piensa que el miedo a
postfreudiano por la existencia de reformulaciones la aniquilación es el representante psí­
de la teoría, muchas de las cuales, no son sim­
ples complementos o desarrollos de tal o cual quico de la pulsión de muerte.
aspecto del pensamiento de Freud, sino que cons­ Utilizando la melancolía como ejem­
tituyen verdaderas alternativas teóricas. En lo que plo, Freud dice (6) que el temor a la
respecta a la pulsión de muerte, los mismos teóri­ muerte surge si el Yo «renuncia» y «se
cos que adoptan la hipótesis de su existencia la
conceptualizan de un modo diferente al que lo deja morir» cuando se siente no amado
hizo Freud. (3). o incluso odiado por el Super yo y

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desamparado ante los peligros internos hace más palpable y la negación se


o externos. Pero este estado del Yo vuelve más difícil. Más aún, cada vez
proporcionaría una explicación para la que vemos realmente morir a alguien y
falta de voluntad de vivir, para el fa­ observamos el siniestro cambio de la
talismo, hasta para el suicidio en casos vida a la muerte, o cuando vemos en­
de depresión grave. No explica el temor terrar a los muertos, la muerte se nos
a la muerte, salvo en términos de la vuelve más real. Como dijo Freud en
teoría instintual dual, que sostendría «Consideraciones de actualidad sobre la
que el Yo, cuando disminuye su libido, guerra y la muerte» (9) «... la gente mue­
«se siente indefenso contra las fuerzas re realmente, no sólo uno, sino todos,
de la pulsión de muerte». cada uno de nosotros en su momento».
El Yo experimenta como peligroso El hecho de que sea inescrutable, con­
estar expuesto a abrumadoras amenazas vierte en suprema nuestra impotencia.
externas y ser «odiado», «no amado», Sólo en la última frase del pasaje citado
«abandonado», ya sea por objetos amo­ de Inhibición, síntoma y angustia, ofre­
rosos o por sus representaciones inter­ ció Freud una explicación más simple
nalizadas en el Super yo. También, ex­ del temor a la muerte como reacción
perimenta como peligrosa la reacción ante una situación de peligro en que ya
de «dejarse morim, que puede convertirse no existe seguridad contra los poderes
en un deseo de morir. Tal deseo de del destino.
morir sería, entonces, una fuente del
temor a la muerte. FREUD y LA PULSION DE
En «El problema económico del ma­ MUERTE
soquismo» (7), el deseo de morir y de
no seguir sufriendo estaría en precario Es posible que hubiera algo más que
equilibrio con el deseo de vivir y con­ consuelo en lo que Freud llamaba «La
tinuar luchando. Es sabido que el deseo creencia», palabra que no utilizaba con
de vivir desempeña un papel importante frecuencia al enunciar sus conceptos, ya
en el curso de cualquier enfermedad que su fuerza impulsora más potente era
grave. Existe, no obstante, una diferen­ su deseo de saber. ¿Es posible que el
cia fundamental entre el concepto bien descubrimiento de una «pulsión de muer­
documentado de un deseo de vivir o de te» le permitiese literalmente vivir con
morir, consciente o inconsciente, y el la realidad de la muerte, especialmente
con~epto de un instinto que lucha por con la posterior ayuda de su creación
retornar a un estado inorgánico, sólo simultánea de Eros mediante la mera
contrarrestado por Eros. Para Hanna Se­ omnipotencia del pensamiento? En una
gal, Freud describió la pulsión de muer­ carta a Pfister expresa (10): «La pulsión de
te como una fuerza biológica, cuya meta muerte no es una exigencia de mi co­
es el retorno a lo inorgánico; el con­ razón; la considero sólo como una su­
flicto entre la pulsión de vida y la pul­ posición inevitable tanto en términos
sión de muerte puede ser formulado en biológicos como psicológicos. El resto
términos estrictamente psicológicos (8). es consecuencia de ello. Así, para mí,
La apreciación de la muerte, es fá­ mi pesimismo es una conclusión, mien­
cilmente relacionada con todas las si­ tras que el optimismo de mis opositores
tuaciones traumáticas previas. La cons­ me parece una suposición «a priori».
tante negación de la muerte que todos También diría que he realizado un ma­
practicamos parece constituir una evi­ trimonio de conveniencia con mis teo­
dencia en favor de esta suposición. A rías pesimistas, mientras los demás vi­
medida que nuestros seres queridos, es­ ven con las suyas por amor. Espero que
pecialmente nuestros padres, comien­ con ello logren mayor felicidad que yo.
zan a morir, la realidad de la muerte se Freud señaló entonces que los hombres

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percibían toda la seriedad de las leyes mo un estudio sobre «Estética» que sig­
naturales cuando debían someterse a nifique no sólo una teoría de la belleza,
ellas, y que intentaban superar la muer­ sino una teoría de la cualidad de los
te después de haberla reconocido inte­ sentimientos, señalando que el senti­
lectualmente, por lo que la formulación miento de extrañeza provocado en el
del concepto «Pulsión de muerte», por sujeto, se basa en que por un momento
paradójico que parezca, no sólo pudo queda en la duda de si la situación era
haber fortalecido a Freud para soportar real o sobrenatural. Los primeros recuer­
el sufrimiento de dieciséis años de cán­ dos -encubridores- de la infancia de
cer, sino haberlo preparado para su creen­ Hoffmann, (sobre los que trata el en­
cia en la supremacía del Yo, del in­ sayo) están entrelazados con escenas
telecto, del logos, la única fuerza con la que son fantasías o distorsiones de la
que podía enfrentar a Ananke. experiencia, que involucran abiertas ame­
El 6 de abril de 1922, le escribe otra nazas de muerte que desplazadas, re­
vez a Pfister (11): «La objetividad plena miten inconscientemente a escenas de
requiere a una persona que sienta me­ castración. Esta relación se ve acentua­
nos placer que usted por la vida; usted da por procesos mentales que saltan de
insiste en encontrar algo edificante en uno de éstos personajes (ya metidos en
ella. Es cierto que sólo con la edad se la obra de Hoffmann) al otro -por me­
convierte uno a la inflexible pareja ce­ dio de lo que llamaríamos telepatía­
lestial Logos Ka i Ananke». Esta «con­ de manera que ambos poseen conoci­
versión», sólo puede constituir un pro­ mientos, sentimientos y experiencias en
ceso gradual y doloroso. Podríamos de­ común. En otras palabras, hay un des­
cir entonces, por lo menos, que con el doblamiento; una división y un inter­
reconocimiento intelectual de la muerte, cambio del Yo. Finalmente existe la
el hombre puede abrigar la esperanza, constante repetición de la misma cosa:
no de superar la muerte, aunque sí su la repetición de las mismas caracte­
temor ante ella. rísticas o rasgos de carácter o vicisi­
En su ensayo sobre Lo Siniestro (Das tudes, de los mismos delitos, o de los
Unheimlich 1919) plantea el concepto mismos nombres a través de varias ge­
de una «compulsión a la repetición» lo neraciones sucesivas.
suficientemente poderosa como para in­
Al descubrir la «neurosis de destino»,
validar el principio de placer, junto a
Freud agregó a este concepto el fenó­
cierto número de indicios sobre los fac­
meno del «doble», siguiendo las líneas
tores que podrían haber tenido influen­
principales de la presentación de atto
cia en su concepto de pulsión de muer­
Rank en su artículo «Der Doppelganger»
te: Freud creía que los «deseos» podían
(El doble, 1914) (13); este fenómeno
encontrarse principalmente en derivati­
fue identificado en la reflexión de los
vos de las pulsiones instintivas. ¿No era
espejos, en las sombras, en los espíritus
lógico, entonces, en algún nivel pro­
guardianes, en la creencia del alma y en
fundo, intentar encontrar el origen de
el temor a la muerte. El doble, que origi­
los deseos de muerte en una pulsión
nariamente servía para negar la muerte
instintiva más poderosa que ninguna
proporcionando la inmortalidad, es sus­
otra? En lugar de decir: «La muerte es
ceptible de convertirse en algo terro­
demoníaca, siniestra, ¿no es igualmen­
rífico, que posee en sí la característica
te lógico, en esas circunstancias, teo­
del contraste, del mismo modo que los
rizar que existe una pulsión de muerte
dioses pueden convertirse en demonios
que trata de regresar a lo inorgánico,
después del colapso de su religión.
una compulsión a la repetición, apenas
contrarrestada por medio de Eros? Nuestra actitud hacia la muerte, ven­
Freud presenta Lo Siniestro, (12) co­ dría finalmente a depender de la capa­

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cidad de lograr alguna gratificación pul­ Quizá esta pregunta sobre la muerte,
sional, de la capacidad del Yo para to­ del médico y del hombre en general,
lerar la frustración, de la facultad de tantas veces formulada y que encierra el
sublimación, del tipo de Super yo que enigma de la propia muerte, cierre su
uno posea, de la habilidad para esta­ círculo de incertidumbre, en una for­
blecer la armonía intra e intersistémica. mulación tan alejada del propio sentir y
La enfermedad y el sufrimiento prolon­ de la propia experiencia, como es el
gados han de reflejarse forzosamente, camino de logos, de las polaridades en
en un cambio gradual en el equilibrio de constante enfrentamiento que al finali­
todos estos factores. zar la vida deja de producir ilusiones.

BIBLlOGRAFIA

N.B.: La relación de los textos de FREUD corres­ (5) Idem que (3). Pág. 97.
ponde en su totalidad a la edici6n de Editorial (6) FREUD, S. «Duelo y Melancolías». BN, tomo
Biblioteca Nueva. Obras Completas, 3.· Edici6n 11, pág. 2.093.
Madrid 1973 que abreviaré con las siglas BN, (7) FREUD, S. El Problema Econ6mico del Ma­
indicando exclusivamente título del trabajo. tomo soquismo, BN, tomo 111. pág. 2.756.
y página. (8) Idem, que (3,5). Pág. 91.
(1) FREUD, S. «Los instintos y sus destinos)~ BN, (9) FREUD, S. «Consideraciones de actualidad
tomo 11, pág. 2.043. sobre la guerra y la muerte». BN, tomo 11. página
2.110.
(2) FREUD, S. «Más allá del principio del placer»,
BN, tomo 111. págs. 2.509 y 2.541. (10) SCHUR, M. y Sigmund FREUD: «Enfermedad y
muerte en su vida y en su obra». Editorial Paid6s.
(3) Simposio sobre pulsi6n de muerte. Fede­ Barcelona 1980.
raci6n Europea de Psicoanálisis, Marzo-Abril 1984. (11) Idem que el anterior.
Revista de Psicoanálisis de Madrid, n.O 1. Mayo (12) FREUD. S. Lo siniestro BN. tomo 111, pág.
1985. Estracto del Dr. Carlos SOPENA. Página 91. 2.483.
(4) FREUD S. Inhibici6n, Síntomas y Angustia, (13) Imago, tomo 111, 1914 (Sacado de Lo Si­
BN, tomo 111. pág. 2.858. niestro). BN, tomo 111. pág. 2.493.

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