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Danna Valentina Padilla Pérez.

201915201

Ensayo Final

Análisis de las obras de Sarrasine de Honore de Balzac y Hamlet de William


Shakespeare.

Las sin razones del sentimiento y la dualidad de las emociones.

“He oído decir/ que unos culpables que asistían al teatro/ se han impresionado a tal
extremo/ con el arte de la escena que al instante /han confesado sus delitos, pues el crimen,
/ aunque es mudo, al final habla /con lengua milagrosa” Hamlet

“Pronto se vio obligado a abandonar el teatro. Sus temblorosas piernas casi se negaban a
sostenerle. Se sentía abatido, débil como un hombre nervioso que se ha entregado a alguna
colera espantosa. Había sentido tanto placer o, tal vez, había sufrido tanto que su vida se
había derramado como el agua de un jarrón derribado por un golpe.” Sarrasine.

Hamlet está dividida en cinco actos, que se subdividen a su vez en escenas. Pero en términos
narrativos encontramos algo más parecido a un cuento, en donde hay un planteamiento, el
fantasma del rey se aparece, se da a conocer el crimen, y la venganza nace; el nudo, en donde
se desarrolla la acción o más bien la falta de ella, la complicación, la peripecia y el retardo
conforman en su mayoría el nudo, y el desenlace en donde la tragedia cobra sus muertos, la
catástrofe. En Hamlet los “hilos” que condicionan la trama son la venganza, la duda, la locura
y la traición.

La trama de esta obra Shakesperiana nace del regicidio y su consecuente desorden natural,
Claudio al matar a su hermano fragmenta el mito del orden real, del orden de la monarquía.
Se relaciona la locura, el drama y la política, y sus consecuencias en un aspecto moral para
la sociedad.

En Hamlet se utiliza la locura como actuación, como recurso para efectuar su venganza, como
estrategia y como una herramienta de indagación. Según Foucault, (1951, pp.62 y ss.) en toda
la obra la locura se enlaza permanentemente con la muerte, nada puede devolver al sujeto a
un estado de razón después de haber sucumbido a la locura, esta solo conduce como un
preludio a la muerte.

Pero, lo más contradictorio de nuestro protagonista no solo es su locura, no sabemos sí


sucumbió verdaderamente a ella, ¿Podría Hamlet considerarse un personaje loco? O la locura
en este caso no es una palabra excluyente a la razón, porque pareciera que la locura hace de
Hamlet un personaje filosófico, es decir, una locura racional; el ejemplo del raciocinio moral,
su fiel ideal de que la venganza solo lleva a la barbarie, que fue efectivamente lo que nos
demostró.

Hamlet tiene diversidad de escenarios y un espacio temporal muy amplio, no nos cuenta una
única historia, sino varias que nacen de una misma problemática. Hay un tiempo cíclico con
faltas en la continuidad de la acción, la jornada es larga y nos genera expectación, sin
embargo por su extensión y la falta de un decisión definitiva por parte del protagonista, el
desarrollo de la obra, a mi parecer, se vuelve monótono, pero considero que esto se debe más
al desarrollo de los personajes de los que solo llegamos a conocer por los soliloquios, no es
como la novela moderna en donde el personaje narra desde sus pensamientos sin necesidad
de verbalizarlos dentro de la obra, Shakespeare hace hablar a sus personajes todo el tiempo,
siendo el dialogo el medio predominante en la narrativa de la historia.

Hamlet es todo lo que no debería ser el teatro según Aristóteles, una lucha de esquemas, de
ideales; mientras Aristóteles defendía el enfoque en la acción antes que el personaje, aquí
Shakespeare nos deleita y nos sorprende, se sale del ideal para mostrarnos personajes
intrigantes, filosóficos, lleno de dudas, héroes más humanos, los sitúa en un lugar más
cercano al espectador física y emocionalmente.

En la obra hay un teatro dentro del teatro, muy común del teatro isabelino, también
indirectamente nos cuentan alguna de las reglas básicas del teatro entre ellas, una que será el
punto clave para comprender la obra de Balzac en Sarrasine y es la interpretación de los
papeles femeninos en muchachos, pues la participación de las mujeres estaba prohibida desde
los inicios de este género, en la antigua Grecia. Aun así, se requiere que alguien interprete
los papeles más afeminados.

En el caso de Sarrasine, Balzac nos cuenta una historia dentro de otra, un relato enmarcado,
en el cual un narrador que es a la vez protagonista, un narrador intradiegético, nos cuenta la
historia en primera persona, o más bien se la cuenta a la señora Rochefide, su invitada. En el
marco, el autor nos da un contexto introductorio, los misterios y enigmas sobre la familia de
Lanty mantiene al lector en vilo, ansioso de respuestas. Sentimientos y emociones que
expresa la señora Rochefide, como si ella fuera la representación de los lectores en una sola
persona; la ansiedad, la exigencia de respuestas, y la conclusión que saca al terminar el relato
de Sarrasine, ¿Balzac nos estará diciendo que la decisión de la Señora es aquella a la que
deberían llegar los lectores, la enseñanza de la anécdota?

Anécdota que gira entorno Ernest Jean Sarrasine, un escultor, y su relación inusual con
Zambinella, un castrado. De la que nacen los hilos conductores de la novela, la inmoralidad,
la castración, el juego de opuestos entre los conceptos de hombre y mujer, el enamoramiento,
la desilusión, la frustración y el engaño.

Aquí nos encontramos con una narración lineal, el marco tiene lugar muchos años después
de la historia de Sarrasine y el narrador en varias ocasiones salta de la historia hasta la
actualidad (al relato enmarcado) y viceversa, esto ubica la novela en su totalidad entre dos
espacios temporales. El narrador conoce el pasado (una historia que se dio hace años), entre
el pasado y el presente se crea una conexión que se sostiene por la continuidad del relato.

El tiempo es trasgredido bajo los postulados de Aristóteles al igual que Hamlet, más allá de
que esta obra sea un novela, emplea el tiempo como un recurso más, la fiesta de los Lanty
dura toda una noche, en una noche transcurre el encuentro entre el narrador y la señora
Ruchefide, la misma en la que nos narran toda la historia de Sarrasine, quien pasa seis años
bajo la tutela de Bouchardon, en un taller de arte. Al llegar a Italia pasan 15 días cuando al
fin se encuentra con Zambinella, después del encuentro pasa ocho días esculpiendo la figura
de la/el cantante.

Escultura que tiene un papel muy importante en la obra, se conecta con la pintura del marco
introductorio, la pintura del adonis en la mansión de los Lantys, una belleza afeminada
“demasiado bello para ser un hombre” (Balzac,232), una idealización, un imaginario de la
belleza femenina que en realidad es un hombre, sin ser lo uno ni lo otro, un castrado “Pensaré
sin cesar en esa mujer imaginaria al ver a una mujer real –y mostró la estatua con un gesto
de desesperación” (Balzac, 98). En la escultura y en la pintura reside el problema de
Sarrasine, el cual es el problema del artista o más bien el problema de la representación, ya
denigrado por su propia ceguera estética.

A partir de esto, los recursos que destacan en la obra son la sinestesia y el oxímoron. Una de
ellas es cuando Sarrasine ve por primera vez a la Zambinella “Las lánguidas originalidades
de esas voces italianas, hábilmente combinadas, le sumieron en un arrobador éxtasis.
Permaneció mudo, inmóvil,….. Su alma pasó a sus oídos y a sus ojos. Creyó escuchar por
cada uno de sus poros” (Balzac, “Sarrasine” 59). Sarrasine se encuentra siendo esclavo de
sus propias emociones, aquí no hay cabida para la razón, un contraste con Hamlet ya que,
aunque la venganza, la locura, la duda y la traición siempre están presentes, Hamlet no es
completamente dominado por ellas en cada monologo nos muestra su capacidad de
raciocinio.
Se juega con los sonidos, con los sentidos en general, a través de oposiciones, no solo del
género, hombre y mujer, día y noche, juventud y vejez, belleza y fealdad, el afuera y el
adentro en las primeras palabras de la novela. Pero la oposición que más destaca es el de lo
femenino con lo masculino, varón contra hembra, como lo mencionamos anteriormente con
la belleza femenina y masculina “No eres nada. Hombre o mujer, te mataría, pero…..-
Sarrasine hizo un gesto de asco que le obligo a apartar la cabeza y, entonces, contempló la
estatua- es una ilusión! (Balzac, 97-98); también la enemistad entre lugares y sus
asociaciones a distintos valores, oposiciones entre Francia e Italia, entre lo ideal y lo real,
entre la naturaleza y el hombre en sociedad rodeado de artificialidad “Así, a mi derecha, la
sombría y silenciosa imagen de la muerte; a mi izquierda, las decentes bacanales de la vida:
aquí, la naturaleza fría, huraña, enlutada; allá, los hombres en pleno júbilo”. (Balzac, 17)

Por otro lado, Sarrasine y Hamlet vuelven a coincidir en sus criticas implícitas a la sociedad,
la cual consiste en que no hay nada más corrupto en la sociedad que sí misma. En Sarrasine
vemos los vicios y los poderes desenfrenados, la inmoralidad en la fortuna de los Lanty,
proveniente de un asesinato, de una relación cuestionable, pero en París la procedencia del
dinero no importa, solo las personas con dinero, dinero es poder. “Un país inmoral, donde
los advenedizos vencen y donde existe un sinnúmero de fortunas mal habidas, que si bien
causan curiosidad, esta no llega a perturbar el posicionamiento social de quien posee los
millones.” (Orozco, pág.9) 1. Y en Dinamarca la confusión y la locura sumen al reino en un
ambiente tenso, la relación incestuosa desde el punto de vista del protagonista entre su madre
y su tío, el regicidio de Claudio, todo rompe el orden natural en Dinamarca.

El engaño, la tragedia, la sorpresa al descubrir el engaño de la Zambinella, el deseo de


venganza, solo retratan la realidad del ser humano al verse inmerso en tales situaciones, el
orden moral ausente que la sociedad ha impuesto, el orden político y social ausente en
Elsinor, pero más que todo el juego entre la apariencia y la realidad, relacionadas con la
locura; lo que antes llamamos lo ideal y lo real ¿Que hacía que en realidad un hombre tuviera
apariencia de mujer?, la belleza puede resultar engañosa. De vuelta a Dinamarca el engaño
reina en el castillo, los personajes ocultan sus verdaderos propósitos bajo falsas apariencias,
pero cuando los personajes hablan con ellos mismos, dejan ver al público lo que en verdad
piensan y sienten, como si la vida misma fuera puro “teatro”, solo simulaciones; y en segundo
plano, pero no menos importante la misoginia y el papel de la mujer. “como una puta me
desfogo con palabras / y me pongo a maldecir como una golfa / o vil fregona. ¡Ah, que
vergüenza!”. Acto II, última escena.

En Hamlet y Sarrasine el teatro es usado para un fin, en Hamlet es el medio por el cual revela
la verdad, desea ver la reacción de Claudio antes sus viles actos representados en escena, en
Sarrasine el teatro es el marco por el cual conoce a la Zambinella, pero también Sarrasine se
ve inmerso en una ilusión teatral engañado por Zambinella, quien representa el objeto
deseado y a la vez inaccesible. Ante nosotros solo hay un mundo de ilusiones, el éxtasis que
sentía lo sumió en un trance y la pasión lo volvió miope a lo que en realidad estaba ocurriendo
“Avanzo por coquetería hasta el proscenio y saludó al público con una gracia infinita. Las
luces, el entusiasmo de todo un pueblo, la ilusión del escenario, el prestigio de un agravio
que, por aquel entonces, era bastante incitador, conspiraron en favor de aquella mujer.
Sarrasine lanzó gritos de placer.” (Balzac, Sarrasine, 60), “la pasión le había fulminado”
(sarrasine,64). En el teatro Hamlet encuentra la fuerza para hacer el cambio, lo que lo impulsa
a actuar, usa el teatro como un medio de investigación para resolver el asesinato de su
padre. Pero, más importante es lo indiscutible en la huella de la tragedia en ambas obras, la
muerte injusta de Sarrasine y la muerte que marca el fin fatídico de los personajes principales
en Hamlet.
Bibliografía.

(2012), Sarrasine. Traducción de Manuel Serrat Crespo, Barcelona, Centellas.

1 Orozco, Juliana. Zambinella o el teatro del signo. Monografía de grado, Bogotá, (2004),
Universidad de los Andes.

Barthes, Roland. S/Z. Madrid: Siglo XXI, 2000.

Shakespeare, William. Hamlet. Ediciones Cátedra. Madrid: Fuenlabrada. 1992, 2003

Barthes, Roland. “El efecto de lo real”. En polémica sobre el realismo. Ricardo Piglia,
Comp. Barcelona: Tiempo contemporáneo,1973.

Foucault, Michel. Historia de la locura: una historia de la locura en la edad de la razón .


Trans. Richard Howard. Nueva York: Vintage Books, 1988.

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