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DIPLOMADO
DERECHOS HUMANOS-G346-22062020-19072020
ACTIVIDAD No: 4
INTRGRATES:
MODALIDAD VIRTUAL
ZIZEK explica que todo aquello que espanta a los europeos no es más que un
modo de vida que ellos mismos contribuyeron a construir. A la vez, todo aquello
que el viejo continente mira con escándalo (matanzas, expulsión de tribus) son
“pecados” de los que no está libre, ya que la historia da cuenta de Europa también
ha cometido estas “acciones/errores” (España expulsando a los moros, cristianos
y judíos.
Así que, citando el viejo adagio, “el que esté libre de pecado que lance la primera
piedra”. Por eso, ZIZEK acota “a manera de un impecable ejemplo de la
“determinación reflexiva” de Hegel, aquello que los europeos occidentales
observan y deploran en los Balcanes es lo que ellos mismos introdujeron allí
Con esto, ZIZEK juega a relativizar el carácter protector de los derechos humanos
ante el fundamentalismo puesto que las sociedades democráticas-liberales-
capitalistas, que levantan el estandarte de los DDHH, resultan tan o más
fundamentalistas que las sociedades que critican.
Con esto planteado, ZIZEK salta al siguiente punto: las teorizaciones sobre las
experiencias terroríficas del siglo XX. Para él, hay tres teorizaciones principales,
en la que la tercera se basa en lo desarrollado por Etienne Balibar, quien -junto
con otros- supone que la modernidad ha abierto un espacio de nuevas libertades y
a la vez de nuevos peligros. Ideas clave que se desprenden del extracto: uso de la
fuerza como instrumento político, violencia como disputa del poder político, no
existe poder sin violencia, la esfera política implica necesariamente algún tipo de
violencia. A partir de estos enunciados, ZIZEK plantea que “en la sociedad
humana, la política es el principio estructural general, de modo tal que cada intento
por neutralizar algún contenido parcial como apolítico constituye un gesto político
par encéllense”
. Por lo tanto, plantear a los DDHH como defensores del exceso de poder y
simular que esta tarea es “apolítica”, neutral o “independiente” es cándido o
hipócrita, puesto que las intervenciones humanitarias -por más que lleven el
estandarte de los derechos- implican posiciones o declives políticos.
Parafraseando a Gramsci, la ideología nunca es más campante que cuando se la
declara ausente. Así, ZIZEK nos llama a problematizar “la política aparentemente
despolitizada de los derechos humanos y plantearla como la ideología del
intervencionismo militar que sirve finalidades político-económicas”
Derechos humanos como defensa del poder? ¿No será más honesto plantear a
los DDHH como los conocemos como un instrumento político, como funcionales al
poder y violencia del neoliberalismo del primer mundo? d) El retorno de la
universalidad. Tras desnudar, desde la mirada de ZIZEK, las trampas que
enaltecen a los derechos humanos, el autor lleva el debate a aspectos teóricos, en
el juego de lo particularuniversal, donde uno de los tantos componentes que
conforman el grupo “hombres acogidos por los derechos humanos”, finalmente
totaliza a los demás (Mouffe)21: varón-blanco-propietario. Luego, dice ZIZEK, no
basta con reconocer esta idea, sino que hay que desviar la mirada hacia la
aparición de la universalidad.
El reverso de la diferencia. Identidad y política. Venezuela, Nueva Sociedad.
misma, como abstracción que no tiene su reverso en realidad y que impide a los
individuos edificarse en un lugar concreto de la sociedad (Marx). Como
complemento, ZIZEK parafrasea Ranciare, quien hace una lectura distinta
respecto de la relación teoría-materialidad. Para Rancière, “en el sentido más
subversivo de una tensión en la cual la “apariencia” de égaliberté no es “mera
apariencia” sino una ficción simbólica que, como tal, posee una eficacia propia que
le permite movilizar la rearticulación de relaciones socioeconómicas reales a
través de su “politización” gradual”
Con esto, ZIZEK quiere advertirnos que hacer el ejercicio de criticar los derechos
humanos como una ilusión que contrasta con una realidad distinta, es decir que no
tiene un reverso “tangible” en la práctica diaria, es una cínica tentación. Por eso,
propone la apropiación subversiva de los súbditos de algo que originalmente fue la
estructura ideológica impuesta por “colonizadores”, con ejemplos como el caso
mexicano de la Virgen de Guadalupe. Es decir, nos llama a secuestrar la ficción
simbólica de los derechos humanos, a apropiárnosla subversivamente. Para
avanzar en ello, ZIZEK vuelve a Rancière, ya que -según dice- el filósofo francés
ha planteado “una muy elegante solución a la antinomia entre derechos humanos
que pertenecen al “hombre como tal” y la politización de los ciudadanos” y explica
que los derechos humanos no pueden presentarse como algo ahistórico y ajeno a
la contingencia de las luchas políticas, pero tampoco especificarlos con momentos
históricos o luchas particulares. No hemos de pensarlos como algo preexistente,
sino señalando “el ámbito preciso de la politización propiamente dicha”