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La constitución de Anderson

Durante el siglo XVIII la masonería fue condenada en distintas ocasiones por el papado. Sin embargo, y a
diferencia de lo que sucediera en España, Portugal o los Estados Pontificios, estas condenas no fueron
promulgadas inmediatamente ni en Francia, ni en Inglaterra, ni en Alemania, ni en Austria, ni en sus
estados vasallos. Ello permitió que en las logias establecidas en los territorios de estos países
conviviesen la religión y política. Por lo cual se dio normas y tratados para evitar problemas dentro de las
logias para poder tener un ambiente propicio y placentero.

Con el pasar del tiempo se modificaron algunas de estas normas gracias a Anderson perteneciente a La
Gran Logia de Londres. Historia que arranca precisamente en el momento en que se escriben entre dos
concepciones parecidas, pero a la vez distanciadas las famosas Constituciones de Anderson dando
origen de este modo a la llamada “Querella entre Antiguos y Modernos”.

Tensión que se va a dejar notar, no tanto en Inglaterra, sino cuando la masonería se traslade a Francia,
ya que los masones franceses se plantean prometer y respectar los “Old Charges” pues entienden que
son las prescripciones fundamentales de la Orden francmasónica, pero no ignoran que detrás también se
esconde su esencialidad católica y anglicana, y se encuentran en cómo nos dice Marius Lepage “
Ellos concibieron que uno no lo toma y lo deja. Tienes que tomarlos como un todo o volver a juntarlos.”

Respecto a esto hay que apuntar también que la figura de Anderson y sus Constituciones, ha cobrado
vida en Francia y más en estos últimos tiempos, ya que cuando se rastrea la bibliografía de estudiosos
como Findel, Baylot, Buonarotti, Blanqui, Ragón, Magnan o Desmons no encontramos en sus escritos
dicha figura, ni apenas si rastreamos citas o anotaciones importantes a dichas las Constituciones, y
cuando se hacen vemos que se hacen de una forma referencial, como dice Daniel Ligou: “el interés que le
ha concedido en el siglo XX la masonería francesa con relación a las Constituciones de Anderson es
puramente ocasional”

Estos textos legislativos fueron publicados para su uso de la Gran Logia de Londres, fundada
precisamente en Londres en 1717, y bajos los auspicios fueron editados en 1723, 1738, 1756 en 1767 y
1774, que será la última que los publique la Gran Logia de los “Modernos”.

Estas Constituciones constas de tres partes: 1ª sección histórica, una 2ª dedicada a la parte disciplinaria
dividida en otras dos partes: las Obligaciones del Masón, y Reglamentos Generales de la Orden
Masónica, y una 3ª dedicada al tema cancioneril.

En la 2ª edición de las Constituciones (1738), Anderson aporta ciertas modificaciones a las “obligaciones
de un francmasón”, que no serán aprobadas y que por tanto no aparecerán en las ediciones de 1756-
1767 y 1784, pero será en 1815 en función de razones particulares cuando la Gran logia toma el título
de Gran Logia Unida de Inglaterra y por tanto modifica substancialmente el primer capítulo de las
Obligaciones para darle la forma religiosa que hoy conocemos, desapareciendo de este modo el espíritu
de tolerancia que se quería que tuvieran los textos reguladores de 1723.

De hecho, nada nos indica, o nos sugiere en las originales Obligaciones de un Francmasón, ni en


los Reglamentos Generales la obligación en una divinidad como fórmula para ser admitido en una logia, y
es más en el original capítulo 1 dice: “El Masón está obligado a obedecer la ley moral, y si debidamente
comprende el Arte, el no será jamás ni un estúpido ateo, ni un “libertino” irreligioso”.

Pero es más las condiciones del artículo III, que Anderson confirma en 1738, de que no se niega la
entrada en logia porque haya una no creencia, ya es bastante revelador, aunque sí observamos por
ejemplo varias modificaciones con respecto al texto que se presentan de este modo en Las Obligaciones
de un Francmasón (Extraídos de archivos de las logias de ultramar, de Inglaterra y Escocia e Irlanda y del
uso de las logias de Londres) y cuyo capítulo 1º de 1723 se titula: Concerniente a Dios y la Religión, y se
explaya de esta manera: “Pero aunque en tiempos antiguos los masones estaban obligados a pertenecer
a la religión dominante en su país , cualquiera que fuere, se considera hoy mucho más convenciste
obligarlos tan solo a profesar aquella religión que todo hombre acepta, dejando a cada un libre en su
individuales opiniones es decir, que han de ser hombres probos y rectos, de honor y honradez, cualquiera
que sea el credo denominación que los distinga” .
Dentro de la 2ª parte vemos que hay obligaciones y temas obligatorios. De la autoridad civil, superior e
inferior. El masón, debe ser una persona tranquila, sometida a las leyes del país donde esté establecido y
no debe tomar parte ni dejarse arrastrar en los motines o conspiraciones fraguadas contra la paz y contra
la prosperidad del pueblo, ni mostrarse rebelde a la autoridad inferior, porque la guerra, la efusión de la
sangre y los trastornos, han sido siempre funestos para la Masonería.

Así es que en la antigüedad, los reyes y los príncipes se mostraron muy bien dispuestos para con la
sociedad, por la sumisión y la fidelidad de que los masones dieron constantemente pruebas en el
cumplimiento de sus deberes de ciudadano y en su firmeza para oponer su conducta digna a las
calumnias y acusaciones de sus adversarios; esos mismos reyes y príncipes no se desdeñaron de
proteger a los miembros de la corporación y de defender el honor de la misma que siempre prosperó en
los tiempos de paz. Siguiendo esas doctrinas, si algún hermano se convertía en perturbador del orden
público, ninguno debía ayudarle en la realización de sus propósitos y, por el contrario, debía ser
comparecido como un ser desgraciado. Pero por este sólo hecho y aun cuando la cofradía condenase su
rebelión para evitarse el dar al gobierno motivo alguno de sospecha o de descontento, siempre que el
rebelde no pudiese ser censurado de otro crimen, no podía ser excluido de la Logia, permaneciendo
inviolables sus relaciones con esta Logia y los derechos de que como masón gozaba.

Las Personas admitidas como miembros de una logia deben ser hombres buenos y leales, nacidos libres,
además de tener la Edad y la madurez de espíritu y Prudencia, ni siervos ni Mujeres ni hombres inmorales
o escandalosos, sino de excelente reputación. Esto ah cambiado con el tiempo ay que diversas logias han
ido aceptando alas mujeres a lo largo del tiempo teniendo las logias mixtas más fuertes en España.

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