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1. La educación emocional
Goleman (1996) propone como una posible solución forjar una nueva visión
acerca del papel que deben desempeñar las escuelas en la educación integral del
estudiante, reconciliando en las aulas emoción y cognición. En tal sentido, la
educación debe incluir en sus programas la enseñanza de habilidades tan
esencialmente humanas como el autoconocimiento, el autocontrol, la empatía y el
arte de escuchar, así como el resolver conflictos y la colaboración con los demás.
Para autores como Steiner y Perry (1997: 27) la educación emocional debe
dirigirse al desarrollo de tres capacidades básicas: “la capacidad para comprender
las emociones, la capacidad para expresarlas de una manera productiva y la
capacidad para escuchar a los demás y sentir empatía respecto de sus
emociones”
Por su parte Greeberg (2000: 41) sostiene que si queremos enseñar las
habilidades necesarias para la inteligencia emocional será necesario que en las
escuelas y, también, en los hogares, se fomente el tipo de entorno emocional que
ayude a las personas a desarrollarse emocionalmente, del mismo modo en que se
han creado entornos físicos que fomentan el desarrollo corporal e intelectual.
f. Desde los resultados de los procesos educativos: los elevados índices del
fracaso escolar, las dificultades de aprendizaje, el nerviosismo ante los
exámenes, el abandono de los estudios, la indisciplina escolar son situaciones
que pueden provocar estados negativos como la apatía, la agresión, la depresión,
que deben ser atendidos desde los sistemas educativos.
c. La psicología humanista que defiende la bondad básica de los seres humanos,
así como su tendencia a lograr niveles cada vez más altos de desarrollo. Aunque
han sido numerosas las contribuciones a la psicología humanista, destacan los
aportes de Maslow (1982) y Rogers (1977, 1978), quienes señalan que una de las
metas de la educación es satisfacer las necesidades psicológicas básicas, ya que
no puede alcanzarse la autorrealización mientras no sean satisfechas las
necesidades de seguridad, pertenencia, dignidad, amor, respeto y estima.
Aspectos estos últimos totalmente relacionados con la afectividad.
ue debe
c. La educación emocional debe ser un proceso continuo permanente q
estar presente a lo largo de todo el currículum académico y en la formación
permanente.
d. La educación emocional debe tener un carácter participativo porque requiere de
la acción conjunta y cooperativa de todos los que integran la estructura
académico-docente-administrativa de las instituciones educativas y porque es un
proceso que exige la participación individual y la interacción social.
e. La educación emocional debe ser flexible porque cuanto debe estar sujeta a un
proceso de revisión y evaluación permanente que permita su adaptabilidad a las
necesidades de los participantes y a las circunstancias presentes
Bach (2001: 9) por su parte afirma: “Es en el entorno familiar donde el niño
descubre por primera vez sus sentimientos, las reacciones de los demás ante sus
sentimientos y sus posibilidades de respuesta ante ambas cosas”. Argumenta esta
autora que los niños dejarán de expresar e incluso de sentir aquellas emociones
que no sean captadas, aceptadas o correspondidas por sus padres, lo que
empobrecerá y restringirá su registro emocional. En consecuencia, es importante
que los padres sean capaces de estar en sintonía con las emociones de sus hijos,
pues la manera en que los padres manejen sus propias emociones y reacciones
ante las de sus hijos, determinará en gran medida las competencias emocionales
futuras de sus hijos.
Las relaciones sociales pueden ser una fuente de conflictos, tanto en la profesión
como en la familia, comunidad y cualquier contexto en el que se desarrolle la
persona.
Estos conflictos afectan a los sentimientos, de tal forma que en ocasiones pueden
llegar a producirse respuestas violentas incontroladas. Por otro lado, vivimos en
una sociedad en la que continuamente estamos recibiendo estímulos que nos
producen tensión emocional que conducen a una pérdida de la salud y de la
calidad de vida. Así mismo, como lo destaca Bisquerra (2000), en esta sociedad
de la información y de la comunicación de masas se corre el peligro que las
relaciones interpersonales queden sustituidas por las tecnologías de la
comunicación y ello puede provocar un aislamiento físico y emocional del
individuo. En el sentido de lo anteriormente expuesto, los gobiernos locales deben
preocuparse por la educación emocional de sus ciudadanos y comprometerse a
apoyar y promover programas orientados a tal fin, como talleres de desarrollo
personal, entrenamientos en técnicas de relajación, programas deportivos que
permitan canalizar la agresividad, la depresión y el estrés, promoción de la
convivencia y la solidaridad, entre otros.
Igualmente, debe prestarse atención a la programación televisiva que llega a la
población infantil y juvenil, de manera que sea más formativa y orientadora y no
promueva patrones de conducta equivocados.
Rasgos como flexibilidad, tolerancia, sentido del humor, capacidad para relajarse,
ser innovador y poder improvisar son primordiales en un maestro. Sin embargo, de
acuerdo con lo reportado por Simmonsen (1997), un estudio basado en análisis
internacionales en educación infantil, uno de cada cinco profesores no está
habilitado psicológicamente para relacionarse con los niños; lo que redunda en
dificultades en el aprendizaje y eventuales trastornos en la personalidad de los
niños.
Elias, M., Hunter, L.& Kress, J. (2001). Emotional Intelligence and Education. En
Lazarus, R. (1991). Emotion and adaptation. Nueva York: Oxford University Press.
Editores.
de 1997. Chile.
Editor.
9907040.
Educación del Núcleo Táchira de la Universidad de los Andes. Revista Lumen XXI,
II,
52.