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Ética y verdad.

La antropología frente al positivismo jurídico


Yuri Alex Escalante Betancourt
yuriescala@yahoo.com.mx
(To Caltía A.C.)

Introducción Por otro lado, independientemente del conteni-


do o metodología que aporte el estudio pericial,
Este trabajo explora algunos dilemas éticos que también resulta pertinente reflexionar sobre el
enfrenta el antropólogo cuando incursiona como lugar y el alcance del peritaje en la maquinaria
perito en los procesos judiciales. Los jueces re- de la impartición de justicia. Es decir creemos
quieren dictámenes periciales del antropólogo que no es suficiente con debatir el posiciona-
a raíz de las reformas legislativas que obligan miento del antropólogo como productor del co-
a tomar en cuenta la diferencia cultural cuan- nocimiento sino también visualizar el papel de la
do el indiciado es indígena. Aquí tratamos de antropología como ciencia desde una perspectiva
indagar las implicaciones que conlleva aportar externalista y estructural. En concreto debemos
argumentos interpretativos de la disciplina a los preguntarnos qué impacto tiene el peritaje al ser
ámbitos procesales en donde amerita una ex- absorbido por los razonamientos del juez y la
plicación de la realidad etnográfica o histórica. lógica jurídica. ¿El peritaje se convierte en una
Discutimos el alcance del concepto de verdad y pieza más del aparato judicial justificando con
las premisas de objetividad e imparcialidad que ello la limpieza del debido proceso o el estudio
exige la justicia. Nos cuestionamos también si el se constituye en un portavoz del diálogo cultural
antropólogo es capaz de generar una informa- y del cambio en la formas de impartir justicia?
ción de dicha calidad cuando su mundo etno- ¿Representa un vehículo en el cual se escucha la
gráfico se caracteriza por la diversidad frente al voz del otro? O ¿es sólo un artilugio del ventrílo-
imperativo categórico de la norma positiva que cuo que disfraza un monólogo positivista? ¿Qué
exige el derecho. actitud adoptar ante estas disyuntivas?

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La invención de la verdad de los reyes soberanos. Para que la justicia no


recayera en la arbitrariedad del gobernante, se
Cuando el antropólogo protesta como perito estableció la división de poderes. Desde entonces
dentro de un proceso judicial y promete decir la surge la máxima de que no se puede ser juez y
verdad y nada más que la verdad, no sólo realiza parte de la misma causa. La separación de pode-
un juramento para hacer más solemne el proce- res no sólo terminó con el absolutismo del sobe-
dimiento. Protestar la verdad es también la ri- rano. También creó un poder especializado para
tualización de un modo de hacer justicia que ne- administrar la justicia. Es decir, no se cambió un
cesita ser mostrada y consagrada, no tanto para poder por otro, sino que nace un poder que se es-
otorgarle sacralidad como para dotarla de senti- pecializa en la legalidad procesal para garantizar
do y significar lo que Geertz llama la sensibilidad la equidad y la justicia entre las partes.
jurídica de cada cultura (Geertz, 1994: 204).
En segundo lugar, no se transfiere el poder de
Parecería raro afirmar que el engorroso y rutinario juzgar de una persona a otra. Aunque el juez
procedimiento judicial, celebrado en una insípida puede determinar la sentencia (en otros es el
oficina con hieráticos operadores del derecho, jurado), el juzgador representa una especie de
pudiera contener un mínimo de ritualización. arbitro que permite que las partes se confron-
Mucho más cuando Foucault dejó plenamente ten en buena lid. De ahí la imagen de la justicia
descrito el paso de la justicia pública y teatral de como una musa ciega y con el fiel de la balanza
la antigüedad a la racionalidad administrativa equilibrada. En otras palabras, la justicia moder-
de la justicia moderna Foucault, 2003: 41). na rompe con la volubilidad del soberano pero
también con el absolutismo del procedimiento.
Pero la ilusión de que se trata de un procedi- Siguiendo a Foucault, se pasa de la representación
miento burocrático y vacío de significado es sólo teatral a la representación de la técnica procesal,
producto de la rutinización y enclaustración de la de la exaltación de la sed de justicia a la ecuani-
justicia. Sin negar la frialdad e incluso insensibili- midad racional de la lógica jurídica.
dad del procedimiento judicial, vale la pena des-
tacar aquellas representaciones y simbolizaciones En tercer lugar, a diferencia de la forma de “co-
que se derivan de estos actos repetitivos y al pa- nocer” lo justo mediante las antiguas ordalías,
recer carentes de significado. Algo de provecho duelos, linchamientos y poderes unipersonales,
abríamos de hacer después de tener que esperar se procede a eliminar los factores subjetivos y
dos o tres horas cada vez que se acude a cumplir viscerales inherentes al ser humano para conver-
las diligencias que requiere la presentación de un tirlo en una economía procesal lo más alejada
dictamen. de supersticiones y voliciones. La nueva justicia
es aquella que impone normas claras, métodos
Pero si protestar decir la verdad como perito transparentes y saberes especializados.
toma tan solo unos segundos, la ritualización de
la verdad es una historia de larga duración. Re- El procedimiento judicial presume por ello ser
pasemos brevemente qué significados y nociones una técnica procesal administrada por el juez y
se condensan en este rito de pasaje obligado para no por un ritual de encantamientos y adivina-
todos los peritos. ciones. El principio que lo rige tiene que ver con
un discernimiento de los hechos, ciertas premisas
En primer lugar, la justicia moderna se distingue sobre cómo valorar las pruebas e interpretar la
de otras por haber nulificado el poder absoluto norma correctamente, de manera que el proceso

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sea una ciencia de los justo y no un arreglo entre caz y oportuna la impartición de justicia. Luego
humanos. entonces, el juramento no es un acto rutinario
de compromiso individual sino la manifestación
Constatamos por eso, en cuarto lugar, que la ritualizada del especialista mediante el cual par-
esencia de esta economía procesal tiene que ver ticipa en la reafirmación del modo particular y
con la objetividad del procedimiento y de la car- legítimo a través del cual nuestras instituciones
ga de las pruebas, no con las buenas intenciones culturales predican la justicia.
del juez. En pocas palabras, la justicia moderna
basa su legitimidad en la técnica y en los saberes Ya vemos la trascendencia de la verdad dentro
puestos al servicio del juez, no en la magnanimi- de la justicia moderna, verdad que se constitu-
dad o misericordia del ejecutor. En este sentido, ye en el estandarte del científico y en la esen-
la justicia moderna es definitivamente una hija cia que otorga validez al fallo judicial. Por ello
de la ilustración, de la fe en el conocimiento y traicionarla no sólo compromete la calidad del
en la certeza de que la verdad se puede alcanzar propio científico y con ello su título profesional.
mediante el método científico. Compromete a la propia disciplina por la cali-
dad de su saber, pero sobre todo compromete
En este sentido, es una justicia positiva que con- a la misma justicia al dejarla desprotegida de su
fía en la ciencia como el camino para eliminar principal valor: la objetividad y la imparcialidad
la incertidumbre y el error humano. El saber del de su conocimiento.
científico se constituye entonces en el fundamen-
to de la justicia, como verdad libre de las im- Ahora bien ¿cómo puede el antropólogo estar se-
perfecciones humanas. El saber se legitima tam- guro de que se apega a estos cánones de la justicia?
bién de manera recíproca por la validez que le ¿Es suficiente aplicar un método ad hoc correcta-
otorgan las propias instituciones del Estado y se mente para cubrir con el mandato de la objetivi-
apropia del conocimiento verdadero. El sentido dad y la neutralidad y desentenderse en los prejui-
común, ya no puede ser más el fundamento de cios personales? ¿Existen teorías que estén exentas
la justicia. Sólo el conocimiento objetivo de las de determinaciones contextualizadas?
ciencias puede llevarnos a la verdad jurídica. La
verdad os hará libres. Etnografía de la verdad

En resumen, la verdad es la columna que sostie- En este apartado vamos a detenernos a evaluar
ne el andamiaje de la justicia moderna porque a qué tipo de verdad puede elaborar el antropó-
través de ella se eliminan tanto los rastros de ab- logo al responder el requerimiento de un juzga-
solutismo, autoritarismo e individualismo de los do. Asumimos que esta verdad depende en gran
anteriores métodos. No hablamos de una verdad parte de la postura metódica e ideológica con la
moral que deba caracterizar al individuo sino de que se aborda el problema. De ahí que sea válido
la verdad del método que borre el error median- preguntarse qué tipo de metodología debe seguir
te el saber de la ciencia. Hablamos de la verdad el antropólogo para poder ofrecer la mejor res-
que producen el experto con su metodología y puesta al juzgador.
técnicas de conocimiento.
Reiteramos que no estamos refiriéndonos a la
Si el perito en alguna ciencia jura decir la ver- verdad que califica la honradez de una persona
dad, lo hace no solamente en nombre propio. En sino a la verdad que, como ciencia, construye el
especial protesta decir la verdad para hacer efi- antropólogo. Verdad que emana de los cánones

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metodológicos de la disciplina, de sus principios Con ello estamos diciendo que el antropólogo
teóricos y de sus técnicas de investigación obvia- debe recurrir inevitablemente a un enfoque de-
mente seleccionados por un sujeto particular ubi- terminado emanado de la propia disciplina (sin
cado en momentos sociales y políticos concretos. juzgar su valor) o de otra forma sería cualquier
cosa menos un estudio antropológico. Lo com-
plicado surge cuando
tenemos que decidir
entre varias orienta-
ciones metodológicas,
pues a riesgo de caer
en un relativismo me-
todológico, no se pue-
de afirmar que el enfo-
que teórico dependerá
de cada caso. Si aún
creemos que nuestra
especialidad es una
manera concreta de
acercarse a la realidad,
no podemos remitir
ese conocimiento a la
casuística, a riesgo de
volverla utilitarista e
incluso oportunista, es
decir sin orientación
ética.

Tampoco podemos
elegir la perspectiva
teórica sin conocer
el problema general
que el antropólogo
intentará resolver. La
verdad estará estre-
chamente ligada a los
objetos que analiza no
a un mundo en abs-
tracto. En este senti-
do hay que recordar
que la participación
del antropólogo en
los procesos penales
se debe a que los jue-
V. Glockner. Proyecto Vida y muerte en la Montaña de Guerrero ces están obligados a

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conocer la diferencia cultural a fin de ahondar tas etnocéntricas que se ligan con presunciones
en la personalidad del inculpado respecto a la evolutivas y desarrollistas de la cultura y que
cultura media nacional (artículo 220 bis del Có- pretenden reducir al otro a una condición mar-
digo Federal de Procedimientos Penales). Esta ginal, basada fundamentalmente en elementos
es la pregunta teórica que invoca y hace com- materiales y accesorios, que reflejan su aleja-
petente a la disciplina antropológica. miento o compatibilidad con la “media” ideal
del derecho construido por el Estado Nación
Pero dilucidar la diferencia cultural respecto a hegemónico.
la llamada cultura media nacional contempla un
conjunto de dilemas éticos difíciles de enfrentar. Asumimos en este sentido que parte de la res-
Por un lado, antropológicamente resulta descon- ponsabilidad del antropólogo está en no co-
certante que nuestra ciencia pueda descubrir una sificar la cultura y, en cambio, resaltar el as-
cultura media nacional cuando ha sido forjada pecto normativo y performativo implicado en
como una disciplina que no sólo estudia la va- la controversia legal para que los jueces estén
riabilidad cultural, sino que trata de encontrar en la capacidad de valorar la presencia de la
la singularidad de cada una de ellas mediante el diferencia y no confundir a ésta con pobreza,
método comparativo (es decir, en la diversidad y marginalidad, aislamiento, o peor, con atraso,
no en la media estandarizadora). ignorancia, incapacidad mental, inconsciencia
y vicios sicológicos que estereotipan la cultura
Sin embargo, querámoslo o no, ese es un im- del otro.
perativo de la norma que el juez tomará como
referente al emitir su sentencia. De entrada pa- Pero la justa valoración de las diferencias cultu-
rece que no podemos descalificar esta disposición rales no termina únicamente con la presentación
pues al ser de carácter normativo, contravenirla de un buen dictamen antropológico. Hay otras
nos conduciría legalmente a una desautorización implicaciones éticas que sobresalen al narrar la
y éticamente a un relativismo legal. verdad etnográfica. Tenemos la situación de que
en un gran número de casos, los abogados de-
Para evitar entrar en estos vericuetos ético-nor- fensores solicitan estudios cuya pregunta central
mativos, en los peritajes que hemos elaborado no gira alrededor de si el indígena conoce la ley o
se aborda el punto de manera explícita, sino que si tenía conciencia de que su actuar era contra
más bien nos dirigimos a determinar si existen derecho. Es decir, la estrategia del abogado se
factores culturalmente diferentes en la comisión enfoca principalmente a alegar ignorancia y falta
del delito. O sea que nos limitamos a explorar de dolo para lograr atenuantes o excluyentes de
qué diferencias normativas existen entre la cultu- responsabilidad.
ra indígena y la nacional, de manera que enten-
damos la distancia o cercanía entre ambas y no a Sin embargo, la verdad etnográfica no siempre
desentrañar su relación con la quimérica media permite llegar a estas conclusiones. Tal es el
nacional. caso, por ejemplo, de autoridades indígenas que
en cumplimiento de sus funciones de vigilancia y
Esta se convierte en una decisión ética conscien- mantenimiento del orden portan armas o man-
temente asumida que trata, al mismo tiempo, de tienen encarceladas a los delincuentes mientras
ser fiel a ciertos postulados de la disciplina sin se resuelve la controversia. Para el derecho posi-
contravenir la norma. En el fondo, se trata de tivo esto significa violar la ley de armas de fuego
que el estudio no sea absorbido por las pregun- o las garantías individuales, respectivamente. En

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cambio la autoridad indígena, pese a que pueda hablar en términos procesales) en un error de
estar consciente de la antijuricidad de la conduc- tipo penal, pues aunque existe la conducta de-
ta, obedece el mandato de la comunidad que lo lictiva, el sujeto ignoraba que fuera prohibida y
elige. cuando actuaba pensaba que hacía lo correcto.
En resumen, significa aceptar que la cultura está
¿Qué hacer en estos casos? La verdad histórica en el error para que el positivismo pueda com-
o etnográfica claramente nos dice que la co- prender una “verdad” jurídica sin romper su
munidad tiene sus propias formas de regular y dogmatismo monológico. Todo ello implica que
sancionar las conductas. Es producto de la exis- aunque el antropólogo no emite sentencias, sus
tencia del pluralismo jurídico no de un oscuran- conclusiones sí pueden condenar a una cultura
tismo sicótico. No obstante ello, justificar una estigmatizándola a través de una errónea percep-
conducta bajo tales premisas significa confron- ción de su mundo.
tar el principio del positivismo de que no acepta
uso o costumbre contraria a derecho. En este En este caso, como en el anterior, la salida que
sentido sostener los postulados de la diversidad hemos encontrado a la disyuntiva de univer-
y la diferencia, independientemente de la ino- salizar versus relativizar, ha sido la de buscar
cencia o culpabilidad del sujeto, chocan inva- conceptos y explicaciones alternas que eviten
riablemente con los postulados del positivismo tales extremos. Por ejemplo, el concepto de
jurídico para el cual la norma escrita es un ignorancia, tan fácil de aceptar por la justicia
imperativo categórico. pese a que el inculpado muestre ostensible-
mente una conocimiento amplio de su entor-
No quisiéramos que estas reflexiones se entendie- no, como hablar dos o más lenguas, conocer
ran como una postura que intenta discutir sobre el mundo urbano y rural, ocupar cargos de
la culpabilidad o inocencia del indiciado, terreno prestigio en la comunidad o ser médico tradi-
exclusivo del juez. Más bien discutimos cuál es cional, se puede transfigurar por un concepto
el enfoque teórico que permita al juez tener los más adecuado como por ejemplo, desconoci-
mejores elementos para valorar su sentencia sin miento de la ley. Pero decimos desconocimien-
romper con ciertos principios antropológicos ni to de la ley en el sentido de no estar inmersos
con ciertos valores éticos. Uno puede optar por en el mundo conceptual del derecho positivo
afirmar que el indígena es ignorante de la ley y más que en el sentido abyecto de ignorancia.
que es inconsciente de sus actos para inclinar el Desconocimiento de la ley porque no es re-
fiel de la balanza, pero no seríamos congruentes conocido como imperativo dentro del mundo
con la antropología ni con la propia justicia ni normativo propio y no tanto porque desprecie
con el propio indígena, pues si terminamos co- o niegue su validez.
locando a alguien debajo de la media nacional o
magnificando su ignorancia, estaríamos aceptan- Esta posición implica sostener que pudiendo co-
do los estigmas racistas que inferiorizan un modo nocer la existencia de una ley que regula el uso
de vida. El dilema es entonces mentir y ayudar o de armas o las garantías de las personas, se des-
narrar la verdad y condenar. conoce su aplicación real pero no por pereza o
ignorancia supina, sino porque los sujetos actua-
Otra manera de decirlo es que para que la reali- ron bajo concepciones culturalmente aprendidas
dad cultural pueda transitar exitosamente dentro y socialmente compartidas. Luego entonces, se
de la lógica del positivismo, es necesario alegar da más énfasis al contexto en el cual se consti-
que la otredad está equivocada, que vive (para tuye esa diferencia más que al submundo de la

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marginalidad, aislamiento o atraso cultural que Autoridad o autoritarismo


imagina el positivismo.
Otro dilema no menos problemático es el estatus
Lo que en esta sección hemos querido subra- de autoridad que se le atribuye al saber del an-
yar es que pese a que el antropólogo se inscriba tropólogo en este tipo de controversias culturales.
en el supuesto de la verdad, la neutralidad y la Como sabemos, la ley otorga al perito el carácter
objetividad, los conceptos e imperativos que le de experto en el arte o conocimiento de su ma-
pone ante sí el positivismo jurídico no siempre teria y, por ende, como sublimación de la cien-
son compatibles con su propia mirada y mucho cia en oposición al sentido común. Lo coloca, en
menos con la verdad etnográfica que conoce. resumidas cuentas, como intermediario entre la
Reiteramos de nuevo que no estamos hablando realidad y la justicia o, dicho de otra manera,
del problema de mentir o de hacer el trabajo a la justicia sólo puede certificar la verdad histó-
satisfacción del cliente, sino de cómo realizar un rica a través del experto.
trabajo que sea congruente con el aprendizaje y
con los fundamentos del enfoque antropológico. Es justo decir aquí que el positivismo jurídico,
Decir la verdad no es, en este sentido, decir lo como producto de la ilustración y las luces del
que se encontró fácticamente, sino aportar los cientificismo, considera obviamente que los más
mejores elementos científicamente construidos aptos para ser peritos son aquellos facultados por
bajo bases argumentativas e interpretativas para haber obtenido un título profesional. Sin em-
que puedan ser entendidas por la justicia. bargo, la propia ley señala que cuando no los

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hubiera, se puede recurrir a los peritos oficiales Pero luego de pensar bajo varios aspectos ese di-
(aquellos que trabajan en un organismo oficial) y, lema, hemos llegado a la conclusión de que la
en caso necesario, a los peritos prácticos (aquellos respuesta no es tan sencilla. Una cuestión que
que por sus conocimientos empíricos se convier- dimana de la propia naturaleza de la justicia es
ten en expertos de un arte, oficio o ciencia). que el perito práctico se contempla como una ex-
cepción en dado caso de no encontrar a los otros
En los casos en donde los jueces requieren las pe- y, en consecuencia, los jueces (que tienen plena
riciales, se ha recurrido no tanto a la antropología potestad para designar a los peritos) primero bus-
(ciencia que presume el estudio de la cultura) sino can a los oficiales. Adicionalmente, el servicio de
más bien a instituciones que han estado ligadas una institución no tendría costo, mientras que
a la atención y estudio de los pueblos indígenas, encontrar, trasladar y pagar a un perito práctico
como es la Comisión Nacional para el Desarrollo complica las diligencias y solvencia del aparato
de los Pueblos Indígenas (antes ini), el Instituto judicial.
Nacional de Antropología e Historia o a otras
instituciones académicas. Pese a todo, esta es una cuestión que no está en
manos ni le compete al antropólogo resolver. La
Pero también en otras ocasiones, aunque muy ex- cuestión ética radica en si se justifica su partici-
cepcionales, los jueces han aceptado que se pre- pación en un juicio donde aparentemente puede
senten autoridades indígenas que actúen como existir otro que tenga una verdad, no mejor, pero
peritos prácticos. En otros trabajos (Escalante, si más legítima para aportar los referentes dife-
2002: 42) hemos abordado el problema de quién renciales que necesita la justicia.
es el experto más competente para dilucidar la
diferencia cultural que buscan los jueces, es de- Dos circunstancias pueden ayudar a resolver tan
cir, cuál puede ser el mejor experto que lleve la complicada disyuntiva. En cuanto a la presunción
verdad ante la justicia en cuestiones de análisis de autoridad que puede tener un antropólogo no
cultural ¿Un antropólogo formado bajo las teo- indígena sobre uno que es nativo, ya en un texto
rías occidentales o un nativo de la comunidad pionero de Delmos Jones (1988) discutió los por-
donde surge la controversia legal? ¿La autoridad menores de esta polémica posmoderna. Aunque
del antropólogo no se convierte en autoritarismo es indiscutible que el antropólogo occidental no
al pretender saber lo que un nativo conoce de puede estar libre de prejuicios sobre otra cultura,
antemano? Jones también analizó las debilidades que una
antropología nativa puede alcanzar cuando pre-
Bajo una óptica dialógica se podría pensar que tende hacerse un autoanálisis. ¿Cómo puede, por
ciertamente un principio de justicia sería que el ejemplo, un nativo varón abrogarse el derecho
positivismo jurídico abriera los espacios para un de hablar de las mujeres semejantes o como clase
diálogo intercultural verdadero facilitando que privilegiada hablar de la clase excluida, o como
los peritos (profesionales, oficiales o prácticos) creyente o no creyente hablar de otros creyentes
fueran indígenas que explicaran las diferencias que son sus vecinos?
culturales ante los jueces. Un antropólogo que
asumiera esta premisa como un principio éti- Jones concluye, tras estos razonamientos, que
co, tendría que abstenerse en lo subsecuente a lo fundamental no radica en el origen o per-
participar en la elaboración y presentación de tenencia cultural del antropólogo, pues resulta
peritajes, por usurpar una labor que no le co- imposible participar en todos los niveles sub-
rresponde. culturales. Lo fundamental proviene de las pre-

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guntas y formulaciones teóricas que se plantee tituciones o convenciones contrarias a la norma


para resolver los problemas de la cultura ajena positivada. En este sentido el dictamen cultural
o propia. Dicho de otra manera, la ciencia no no es una innovación en los procesos judiciales
depende tanto del antecedente del sujeto como sino un ingrediente más que ayudará a compren-
de su acercamiento metódico. Esto es cierto, so- der que tan alejada estaba una conducta de la
bre todo, para la justicia positiva, que opone ra- norma permitida, más no es útil para justificar
dicalmente el sentido común de los declarantes la validez de normas diferentes.
y testigos, a la sapiencia del método utilizado
por el perito. Dicho de otra manera, la verdad antropológi-
ca se incorpora a la justicia penal siguiendo sus
Un tema final que merece discutirse desde el propias reglas del juego. No cambian las nor-
punto de vista de la ética parte de un supues- mas y criterios del juez para valorar pruebas,
to, muchas veces dicho entre antropólogos, sino que únicamente se añaden opiniones ca-
acerca de que el peritazgo representa una po- lificadas para que el juez pueda ahondar en el
sibilidad de diálogo entre las culturas, y más conocimiento de la personalidad, al momento
exactamente, entre una forma de justicia local de dictar sentencia.
y otra estatal. Esta sería una de las razones por
la cual podría insistirse en que los indígenas Esto significaría que aún presentándose un indí-
serían los más indicados para hablar sobre su gena como perito práctico, oficial o calificado,
propia cultura. sus aportaciones se someterían a la razón del
juez y las normas que la rigen, de ahí que no
Sin embargo, reconocer que el derecho posi- creamos que se esté dando un diálogo intercul-
tivo está modificando sus procedimientos para tural, pues el perito (fuere cual fuere) se inserta
incorporar la diferencia cultural, no debe lle- en una especie de círculo cerrado que sólo pue-
varnos a idealizar las reformas que han sufrido de visualizar lo que las propias reglas del positi-
los códigos penales. En estricto sentido hay que vismo determinan.
recordar que la pericial antropológica, cuando
se presenta, es sólo una más de las pruebas que En este sentido, el supuesto diálogo sólo es un
ofrecen las partes en litigio. En otras palabras, disfraz oculto tras la cara del monólogo positi-
no se trata de un diálogo frente a frente con vista que en el fondo lo que hace es subordinar
el juez o de la justicia positiva con el perito ni las diferencias al imperativo categórico de la ley
mucho menos con la cultura del otro, porque positiva. Ante la circunstancia, el antropólogo
la pericial únicamente se suma a un conjunto tiene que tener muy claro el papel que juega
de elementos procesales sin ninguna pretensión pues, si bien legalmente y éticamente se torna
de soberanía. De hecho el juez tiene la potestad indispensable su participación, eso no implica
para desecharlo, considerarla sólo un indicio o que se estén generando nuevas formas de im-
también con valor de prueba plena. partir justicia.

El peritaje antropológico es solamente una pieza Conclusiones


dentro de la normalidad del procedimiento judi-
cial, y esta pieza, en caso de ajustarse, lo tendrá De lo dicho a lo largo de estas líneas se extraen
que hacer dentro del estricto marco de la norma varias conclusiones que implican la toma de
positiva, es decir, en el imperativo categórico del decisiones éticas bastante problemáticas para el
positivismo que no acepta uso o costumbre, ins- antropólogo.

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La principal de ellas es que la verdad antropoló- embargo, el antropólogo debe tener la capacidad
gica es una verdad que se extrae de un contexto de exponer una verdad que muestre la diferencia
etnográfico plural y diverso. Cuando la verdad sin contravenir flagrantemente la norma.
antropológica se expone ante la justicia positiva,
el diálogo intercultural lejos de ampliarse se en- Bibliografía
torpece ya que, mientras el mundo legal habla a
través del monismo de la norma, el mundo etno- Escalante, Yuri, (2002), La experiencia del
gráfico se caracteriza por la pluralidad y alter- peritaje antropológico, Instituto Nacional Indi-
nancia normativa. genista, primera edición, México.

Un concepto paradigmático en este distanciamien- Foucault, Michel, (2003), Vigilar y casti-


to entre verdad antropológica y razón judicial es la gar. Nacimiento de la prisión. Siglo xxi editores,
cultura media nacional. El antropólogo se encuen- Nueva criminología y derecho, trigesimosegunda
tra incapacitado para abordar dicho constructo ya edición, México.
que mientras la ley se basa en un deber ser, ideal
y positivado, la antropología obtiene su saber me- Geertz, Clifford, (1994), Conocimiento local.
diante el punto de vista del actor y del sentido co- Ensayos sobre la interpretación de las culturas,
mún normado por una cultura diferente. Ediciones Paidós, Paidós Básica 66, 1ª edición,
España.
La media nacional no puede ser el referente para
mirar a las culturas que se rigen por formas de Jones, Delmos, (1988), “Towards a Native An-
vida distintas, pues no sólo estaríamos aceptando thropology”, en Johnnetta Cole, Anthropology
categorizaciones racializadas que terminan in- For The Nineties. Introductory Readings, The
feriorizando y estigmatizando la diferencia. Sin Free Press, New York.

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