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Unidad 5, sub unidad 3 “Virgilio y la Eneida”

“La representación de la Religio en Eneida de Virgilio” (Guillermina Bogdan)

Eneida y sus interpretaciones

Las principales líneas de investigación5 de Eneida se dividen en dos grandes ramas: aquella que
considera la manifestación en la obra de una posición proaugustea cuyo objetivo es destacar el
triunfo del imperio (optimista) y aquella que puede leer en el texto críticas al régimen político de
Augusto (pesimista).

Galinsky observa en el poema un leitmotiv: el énfasis en la creación del orden desde el desorden.
Nuestro estudio destaca esta visión de la obra y del héroe con la maduración que le ofrecen los
mismos padecimientos que resultan esenciales para el desarrollo de la trama, cuyo objetivo no es
únicamente político. Los diferentes elementos que la constituyen entretejen diversas estructuras
que no tienen como finalidad única la gloria del imperio ni el sufrimiento que conlleva su
fundación. En efecto, creemos que existen ciertas herramientas que funcionan como guías para
comprender las definiciones del poeta sobre ciertas características del contexto augusteo. En
este marco, se estudia la funcionalidad de la ritualidad descripta de los diferentes pueblos y su
relación con la importancia de la religio como reestructuradora de la unión cívica en el orden
imperial.

Las obras de Bailey y Heinze son las únicas que, en el marco de los estudios del siglo pasado, han
prestado atención a la ritualidad presente en el poema. El primero realizó un estudio sobre las
ideas y sobre las prácticas religiosas que se encuentran en el poema, partiendo de cuatro
premisas: magia y superstición, animismo, antropomorfismo y filosofía. Asimismo, le otorgó un
espacio significativo al análisis de los cultos orientales presentes en la obra.

Si bien observamos el interés de los estudios contemporáneos por la ritualidad y la actitud


religiosa de los personajes, no encontramos un estudio que pueda sistematizar la acción ritual
no sólo de Eneas, sino también de las otras etnias con un doble objetivo: su función dentro del
relato y su función en el contexto augusteo.

2. Épica literaria

Si bien la épica literaria latina incluye siempre el concepto de celebración y justificación de la


acción hegemónica y es definida como una literatura ligada al poder político47, se consideran
aquí diversos elementos teóricos que dialogan con esta línea y la complementan. En
consecuencia, se estudia a la obra como estrechamente ligada con la historia romana
construida a partir de la textualidad, pero atravesando una nueva etapa de reflexividad por
parte de Virgilio48. El objetivo de la épica latina, en particular, de Eneida es muy ambicioso
debido a que articula los aspectos más esenciales de una cultura49, de la constitución de un
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origen común para establecer los ideales de un comportamiento social, de una estructura
social, de la relación con el mundo natural y con el sobrenatural.

Según Conte, Virgilio encontró un sistema de reglas capaz de generar diversos significados
históricos. El resultado fue, entonces, un nuevo texto cultural para la comunidad romana. En
él, el poeta tendría que retomar los mitos fundacionales para descubrir y reelaborar una serie
de costumbres y formas de comportamiento constituyentes de un “sistema de valores” que, a
pesar de las oposiciones, explicarían los elementos esenciales del presente. De hecho, sólo un
código de este tipo permite a una comunidad consolidar las experiencias históricas que le
confieren sentido, hasta que se convierten en un ejemplo del sistema que es reconocido como
el nuevo texto o como la escritura cultural de la comunidad. Desde esta perspectiva, el papel
privilegiado de la memoria dentro de la poesía resulta indiscutible. La memoria tiene la
responsabilidad de la asimilación y la selección de los elementos vitales presentes en la matriz
cultural. En este sentido Assmann afirma que la memoria cultural únicamente cuenta la
historia recordada, no la fáctica. También se podría decir que en la memoria cultural la
historia fáctica se convierte en recordada y, en algunos casos, se trasforma en mito. El mito es
una historia fundante, una historia contada para iluminar un presente desde el principio. El
proyecto virgiliano de unir los mitos fundacionales para establecer una única memoria
cultural, en los términos de Assman, apunta a crear y consolidar la identidad de la sociedad
romana augustea. Dicha identidad de grupo que recuerda se funda en su relación con el
pasado. Un grupo se asegura su identidad recordando su historia y actualizando las figuras del
recuerdo fundante. No se trata de una identidad cotidiana, sino de una identidad
colectiva53que implica algo festivo, extra cotidiano, es aquí donde se inserta a la épica como
constructora de esta identidad. Antes de tratar los conceptos de identidad y cultura, de los
que partiremos para exponer nuestra investigación, se retoma lo expuesto por Conte54cuando
considera el complejo funcionamiento de códigos en una obra literaria como un conjunto de
estrategias generativas que, en cualquier nivel, se incrustan constitutiva e inseparablemente
en un proceso mayor. Entonces la poesía puede ser concebida ya sea como una
transformación directa de la experiencia, o como una transformación de las formas en las que
una determinada cultura ya ha elaborado la experiencia. Al depender de los códigos, normas y
sistemas formales, no se niega la historia, sino que se rechaza una visión reduccionista: el
poeta pone a disposición una gama más amplia, más profunda de la historia dela humanidad
en las diversas formas ideadas en la literatura.

En tanto existe una unión de tradiciones con el objetivo de formar una memoria colectiva
capaz de generar la identidad romana, existe también una reconstrucción del pasado, como
afirma Smith55, refiriéndose a Eneida en su trabajo sobre la religión de la Roma arcaica. Dicha
reconstrucción puede referirse a los hechos expuestos, a las costumbres que se describen y,
en el caso que nos concierne, a la religio entendida como “un conjunto de prácticas,
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“Entendemos por identidad colectiva la imagen que un grupo se forma de sí mismo y con la
que se identifican sus integrantes. La identidad colectiva es una cuestión de identificación por
parte de los individuos afectados. El estudio sobre el término está presente en la Primera
Parte, que implica algo festivo, extra cotidiano, es aquí donde se inserta a la épica como
constructora de esta identidad. la poesía puede ser concebida ya sea como una
transformación directa de la experiencia, o como una transformación de las formas en las que
una determinada cultura ya ha elaborado la experiencia. Al depender de los códigos, normas y
sistemas formales, no se niega la historia, sino que se rechaza una visión reduccionista: el
poeta pone a disposición una gama más amplia, más profunda de la historia de la humanidad
en las diversas formas ideadas en la literatura.

En tanto existe una unión de tradiciones con el objetivo de formar una memoria colectiva
capaz de generar la identidad romana, existe también una reconstrucción del pasado Dicha
reconstrucción puede referirse a los hechos expuestos, a las costumbres que se describen y,
en el caso que nos concierne, a la religio entendida como “un conjunto de prácticas,
instituciones, hábitos y creencias de los cuales no se espera ninguna coherencia ni
consistencia. En la medida en que hablamos de reconstrucción debemos hablar de
representación. En lugar de preguntar cómo las religiones se transmutan en la literatura,
deberíamos pensar en términos de una serie de prácticas culturales y la definición que de
éstas se hace en el proceso del relato. Es por ello que tomamos lo expuesto por Martínez
Astorino en la introducción a su tesis doctoral, quien, siguiendo a Gadamer, define el
concepto de representación como equivalente a manifestación o interpretación. El arte, para
Gadamer, se define como una construcción o configuración eminente y con totalidad de
sentido que exige una interpretación acorde con su esencia. En tanto juego transformado en
una construcción autónoma, se destaca la seriedad de su representación, no porque no pueda
existir arte no serio sino porque lo que una obra propone, lo propone con objetivos serios, sin
desdecirse. Se trata siempre, en términos poéticos, de una “afirmación.” No hay comprensión
sin memoria, no hay existencia sin tradición. La representación simbólica no representa
inmediatamente un concepto, sino que lo hace indirectamente, con lo que la expresión
contiene no el verdadero esquema del concepto sino meramente un símbolo para la reflexión.
Utilizamos el concepto de representación para el análisis de las prácticas culturales y su
simbología en la obra.

Con respecto al concepto de tradición, concepto clave al estudiar Eneida, se toma la


concepción de tradición selectiva. Esto implica que el pasado construido por Virgilio tiene más
relación con el presente que con el pasado en sí mismo. Como explica Williams, lo que
sobrevive, elegido del pasado, es aquello que puede conectarse, ser utilizado y tener valor en
el presente. El factor clave que se introduce, de este modo, no es el pasado sino el presente,
que es constitutivo de la tradición. La esencia del espíritu histórico no consiste en la
restitución del pasado, sino en la mediación del pensamiento con la vida actual. Esta selección
que en Eneida es clara tiene una conexión muy precisa entre la versión del pasado que se
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construye y se acepta, y la organización contemporánea de los valores. En este punto, se


conecta con hegemonía porque la versión del pasado y de la tradición legitiman esa
hegemonía del presente. Sin embargo, no podemos hacer un análisis reduccionista de la obra
como un mero material proaugusteo, sino que también se deben analizar aquellos elementos
que están fuera de la hegemonía, que también son fuerzas del presente- nuevos hechos,
nuevos valores, nueva cultura- pero que también significan una re-selección de la tradición:
elementos que están en el pasado pero que en muchas de las lecturas de la obra han sido
excluidos

“Introducción critica a la Eneida”: Lía galán

Una de las biografías que se conserva relativamente completa es la de Elio Donato (350 d.C.)
Virgilio nacio en Andes, durante los consulados de Gn. Pompeyo (Magno) y M. Licinio Craso, lo
que significa que nacio el 15 de octubre del 70 a.C.

Estudio elocuencia y poesía, tanto griegas como latinas, medicinas y matemáticas. Pese a que
fue considerado con el estoicismo (deducido de su obra) Probo dice que estaba interesado en
la filosofía de Epicuro. Pasa su juventud bajo la protección de Asinio Polion en cuyo honor
compone Eglogas como agradecimiento por unas tierras que Virgilio pudo retener en medio
de las confiscaciones decretadas por el Triunvirato. Virgilio compra y se instala en una casa en
Roma (aparentemente con la ayuda de Octavio) próximo a los jardines de Mecenas.

Virgilio es admirador es admirador y posiblemente amigo de Galo, un poeta Libertino, militar y


político, su muerte ocurre alrededor del 27 a.C. aparentemente ordenada por Octavio al ser
honrado como Augusto. Virgilio canta a Galo en la Egloga X y de inmediato escribe una pieza
clave para la doctrina augustea, Georgicas, dedicada a Mecenas que incluye alabanzas a Galo
que según algunos dicen que fue reemplazada por mandato de Augusto por la historia de
Orfeo.

La composición de Georgicas demanda 7 años y dicen que se la leyó a Augusto por cuatro días
después de la victoria de Actium.

Luego de esta obra comienza la composición de Eneida como gran epopeya nacional
destinada a la celebración de Roma y Augusto. La composición le toma 11 años que pasa entre
Campania y Sicilia. A los 52 decide viajar por Grecia y Asia Menor para complementar partes
de la obra y revisarla para luego dedicarse a la filosofía. Al llegar a Atenas se cruza con
Augusto. El poeta decide entonces cancelar el viaje pero sufre una ensolacion que desmejora
su salud y muere el 21 de septiembre del 19 a.C.
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Antes de abandonar Italia Virgilio le encomienda a Vario que en caso de que le pasara algo
quemara la obra, cosa que no cumple publicándola por pedido de Augusto dejándola casi sin
correcciones y con versos incompletos.

Muchos críticos sospechan de esta historia y conjeturan que la muerte en realidad fue un
asesinato y que Augusto está relacionado de manera directa o indirecta.

La época

Eneida se inscribe en su tiempo y está concebida en un punto exacto de la historia Romana, junto
con Augusto y el nacimiento del principado. La época de augusto esta marcada por una densidad
semántica que se refleja en las interminables polémicas de su figura y sus actos políticos.

Augusto personaje importante no puede desligarse de la imagen de Julio Cesar quien preparo las
bases sobre las que se erigiría el pirncipado, una nueva organización gubernamental que sustituye
de hecho el antiguo sistema republicano restructurando sus instituciones. Para entender a
Augusto entonces hay que mirar para atrás: La revolución romana. Tambien cabe destacar que
Augusto aparece en la historia:

 Aparece en la historia como Octavio (63-44) sobrino nieto de Julio Cesar


 Julio Cesar octaviano, luego de que su tio lo adopte formalmente (44-27 a.C.)
 Titulo de Augusto luego de recibir el mando del estado romano (27-14 d.C.)

Luego de su muerte en el año 42 a.C. Julio Cesar fue deificado identificándose con un cometa que
había aparecido poco después de su muerte y que inspira la Egloga V de Virgilio. Esto favorecio a
Octavio pues ahora era oficialmente hijo de un dios.

Antes de Actium, Octavio aparece como un gobernante severo que apela a la violencia para
castigar a los asesinos de su padre, restaurar el orden cívico-institucional pero después se presenta
como el gobernante benévolo y predestinado para impulsar el renacimiento político mortal y
cultural de Roma. Habia llegado el momento de restituir los ideales nobles y las tradiciones
políticas que habían forjado la grandeza de Roma en los antiguos días de la Republica.

La empresa más ambiciosa de Octavio Augusto como parte de su proyecto político fue la
construcción de un orden simbólico sustentado en el poder de las imágenes y verificado en el arte,
los monumentos, el culto y los gestos semántica y simbólicamente fuertes. Un ejemplo es el cierre
de las puertas de Jano como inauguración de la paz universal, cuando la turbulencia civil se
extinguía y Virgilio comenzaba la redacción de la Eneida. Como contrapartida y en oposición a la
pacificación augustea Virgilio refiere en el libro VIII la apertura hecha por Juno. El príncipe
pacificador se presenta como el broche de oro de la epopeya troyana, generador de la paz tras
difíciles trabajos, como se muestra en el escudo de eneas.

Análisis de la obra
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Para nuestro estudio vamos a utilizar la división en dos partes: Libros I al VI – del VII al XII, ya que
es posible encontrar el tono homérico agudamente invertido: primero el largo viaje que tiene
como antecedentes odisea correspondiente a los libros I-VI después las guerras y el triunfo final
con el antecedente de la Iliada.

La presentación (libro I)

Se inicia con la presencia del “yo” del poeta, aparentemente impropio de la épica, que aparece ya
en el primer verso: “canto a las armas y al varón” .

Los primeros 33 versos cumplen la función de un prólogo, asimilados por algunos críticos a los
prólogos de las tragedias, y declaran lo que se propone como el hilo conductor del relato: guerra,
peregrinación, sufrimientos y otra vez guerras. De él depende la historia: el linaje latino y Roma.
Solo después de esta síntesis inagural, el poeta invoca a la musa, y saliéndose nuevamente del
“código épico” lo hace para reafirmar su condición autorial, sin ceder homéricamente su voz a la
musa. La musa se invoca en tanto hija de Mnemosyne, la memoria y es garante de la objetividad
del relato, pero es el yo poético el que canta la historia del piadoso troyano y la rencorosa deidad.

La cuestión troyana no es cosa del pasado para Juno pues los troyanos parecen estar llamados a
obstaculizar sus planes: la diosa “ha oído” que este pueblo gobernara el orbe. Sin duda, tratándose
de cosas del Olimpo, lo que ha escuchado no son meras habladurías sino que se trata del fatum,
“lo dicho” aquello que se pronuncia en la eternidad del verbum o del logos, eso que normalmente
se traduce como “destino”. El destino para los romanos se escucha, siendo en si el relato organico
que produce el universo (KOSMOS en griego) y se ve como en el escudo de Eneas, si bien mantiene
su categoría de relato, en este último caso de imágenes. Los troyanos como portadores del destino
han desatado el renovado rencor de Juno, quien los hostiga y los desvia intentando postergar sine
die el cumplimiento de la profecía.

El prologo tambien anticipa el final. El poeta habla del futuro de un pasado, del porvenir de los
troyanos en el Lacio transformando la realidad del presente, pues ya Roma es regum, rey de todos
los confines. La Roma de Augusto representa el cumplimiento de la profecía y la consagración
triunfal de todos los esfuerzos. El enorme trabajo, el grave peso de la fundación cierra el prologo.

Entonces arranca el relato en algún punto del pasado que no es el principio.

EL EPISODIO DE LA TEMPESTAD

Este episodio condensa datos importantes:

 La primera visión de Eneas que aparece en el momento mas álgido de la tormenta


deplorando no haber muerto en Troya. Es el momento mas incierto y desesperado del
héroe, lejos ya de todo, perdida su ciudad, su esposa y después su padre, sin vislumbrar el
final de sus trabajos ni la nueva tierra que le auguran los dioses
 Sin pasado ni futuro, Eneas afronta la tempestad con desesperación; pero luego en la orilla
a la vista de los compañeros que lo han seguido, se yergue por primera vez en el relato, el
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guía, el conductor (dux), el responsable de un destino de grandeza que oculta en su pecho


la desolación y la angustia y es capaz de alentar y confortar a sus castigados seguidores. La
naturaleza del héroe virgiliano. El varon de insigne pietas irrumpe en el relato con su
propia voz lamentando, en medio de los padecimientos de un ser humano abatido por las
desgracias. Vemos al hombre en su pequeñez y precariedad, en su dolor, en todas sus
pérdidas. A continuación Virgilio ofrece la visión acrecentada de lo humano: todo será
posible en el momento de superación de lo individual y particular. La voluntad de los
dioses y la contemplación de los otros de ese pueblo que lo hacen dejar de lado sus
propios sentimientos, sus vacilaciones e incertidumbres, para reforzar la esperanza en los
vaticinios divinos.

Otro momento culminante es la respuesta de Jupiter (libro I y de la primera mitad de la obra)


porque expresa la voluntad del padre de los Dioses, de aquel que ha pronunciado el fatum, lo
dicho de una vez para siempre.

En el encuentro de Eneas y Dido, Eneas habla como dux (conductor, líder) de un pueblo
castigado y perseverante que recibe hospitalidad de un pueblo extranjero en un magnánimo
gesto de benevolencia e intenta sellar un pacto de concordia y buena voluntad; no hay
asuntos privados, se trata de un gesto publico. Todo se diluye con el furor la pasión demente
que posee a Dido, cuya potencia individual perturba primero su realidad inmediata al cesar la
construcción de su ciudad y luego la historia misma del meditarraneo al decretar la enemistad
eterna de ambos pueblos. Eneas habla tambien desde la propia humanidad, desconecedora
del futuro y agobiada. La humanidad se vuelca en sus palabras que cumplirá en la medida en
que los hados se lo permitan, pero como no le ha prometido casamiento formal tampoco le
promete quedarse allí definitivamente.

El relato esta ordenado perfectamente, no hay excesos todo se administra en su exacta


medida, cada escena o cada situación significa algo en si misma,algo en su relacion con los
relatos del libro y algo en relacion con la totalidad de la obra. En ese sentido la Eneida esta
mas cerca de la novela que de la epopeya.

La voz de Eneas (libro II y III)

La transición del primer libro al segundo esta marcada por el cambio de la voz narrativa,
debido a que Eneas dara paso al extenso relato de las desgracias troyanas en primera persona
pronominal. A lo largo de los siguientes dos libros, el narrador impersonal y omnisciente
desaparece para dejar la palabra a un yo-eneas que ofrecerá su versión de los hechos y asi
revelara sus pensamientos y emociones. En el centro de la escena esta el narrador y el
protagonista de la narración y esta condición doble permite incluir abundantes notas de
sentimiento y valoración. Los griegos son astutos y malvados, los troyanos pecan de necedad
por no interpretar los oscuros vaticinios y parecen gente sin malicia. El amor paternal se
manifiesta como una forma elevada de VIRTUS. Las vacilaciones de Eneas para cumplir el
mandato divino nos pinta un varon atrapado en su vocación de héroe y su vocación de santo.
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Otro cuadro interesante para el análisis es la escena de la huida que condensa un imaginario
completo de las relaciones sociales, familiares, religiosas, ya que Eneas carga a su padre y lleva
de la mano a su hijo mientras que atrás marcha Creusa. Hay una triada generacional masculina
en el frente de la imagen en tanto que la mujer ocupa un segundo plano. Por un lado es claro
aquí el simbolismo religioso que remite al culto de la gens osea la “familia” como nucleo de la
religiosidad arcaica. Todo paterfamilias es cabeza civil y religiosa del hogar, es Señor y
sacerdote y el hogar es el fuego central de la casa que ritualmente presiden los Lares, dioses
tutelares de la familia. El sacerdocio es hereditario. Se transmite del padre al hijo y constituye
una dignidad exclusivamente masculina. Las mujeres son miembros del culto domestico y solo
participan de este por asociación con un varon.

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