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GÉNERO Y PERIODIZACIÓN
Distintas perspectivas.
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La periodización es una herencia del positivismo: concernía a la “Historia de la Literatura”.
El texto literario era concebido como un documento, un texto de época, y la literatura se
estudiaba como parte de la historia y siguiendo una metodología documental de
“reconstrucción”. Lo histórico determinaba lo literario en una relación de causa-efecto /
texto-contexto. Se buscaba el reflejo de la época en el texto literario, se indagaban las
fuentes que lo habían originado, existían “originales y “copias”; por ejemplo, el
Romanticismo europeo era el original y el Romanticismo del Río de la Plata, su copia. La
noción de periodo (tiempo que dura un fenómeno a través de un ciclo) es naturalista o
cuasi- biologista y sostiene la existencia de una regularidad que fatalmente ha de volver a
cumplirse, la repetición de fases homogéneas, la importancia de “lo natural” sobre “lo
cultural” (que no se tomaba en consideración pues no podía predecirse).
Sobre el género.
Para Bajtín, el género es una categoría tanto socio histórica como formal. Su evolución o
transformación no es ajena a los cambios lingüísticos, sociales y culturales. El género es una
categoría históricamente abierta y de reconocimiento empírico, que participa tanto de los
cambios en los estilos discursivos cuanto de los cambios sociales. Participa dialógicamente
en la obra no como una etiqueta o un modelo fijo, sino gobernando multiplicidad de
relaciones de la obra con los códigos de la época, la lengua literaria, los lectores, las
instituciones. Según Bajtín, la existencia histórica de un género complejo, como son los
literarios, reconoce tres constituyentes fundamentales: temas y motivos; estilos de lengua;
estructuras compositivas. Estas regularidades o procesos de conformación de una
“estilística genérica” se producen en una combinatoria que no es absolutamente libre, que
responde a una tradición, que no es unilineal, que siempre está siendo activada o
dialogizada dentro del sistema literario. El escritor particular siempre utiliza el género como
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una memoria cultural, dándole una orientación semántico valorativa particular y
reacentuándolo según diversos ángulos dialógicos. Bajtín no concibe la interacción
discursiva fuera de la red de los géneros disponibles y tal vez por eso dice que el escritor
atraviesa la vida del género en un momento dado de su evolución, reacentuándolo. El
género es un modo de tomar posesión de la realidad. Los géneros tienen potencialidad
semiótica que es la que permite el desarrollo de los cambios del género (arcaísmo vivo) que
pueden ser múltiples y variados, pero que siempre recuerdan (memoria genérica), la
percepción semántico valorativa del mundo que los ha constituido histórica y socialmente.
El género es un signo que ya está codificado de cierto modo, pero que es capaz de
reproducir de manera incansable variaciones de sí mismo, desencadenando un proceso
dialógico incesante, dentro y fuera del sistema literario, en y a través de una época. El
género tiene un pragmatismo funcional: surge en ciertas condiciones de la comunicación y
por ello, los géneros pueden cambiar o surgir otros nuevos. Tiene memoria: es un arcaísmo
vivo pues cambia sin olvidar su origen. Tiene constantes que aparecen en distintos
momentos de la vida del género, por ejemplo, la defensa de tesis tiene un origen jurídico, el
policial recupera la memoria de la pesquisa. Según Gerald Genette, toda obra, en el fondo,
crea su género desde el momento en que adquiere vitalidad y autonomía; sólo las
imitaciones son puramente conformes a las leyes de un género, por eso, la ausencia de valor
propio es el resultado de esa conformidad demasiado perfecta. La obra, de este modo, se
propone como modelo de sí misma y de otras obras.
En el pensamiento actual, no existen géneros puros sino “virtualidades genéricas”. Esta
noción dinámica y no homogénea del género permite examinar sus componentes formales
y semánticos, en diferentes estadios dentro de una misma obra o periodo.
Sobre la periodización.
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determinados momentos, es el de generación –la generación del 80 en Argentina, la
generación del 98 en España, por ejemplo-.
Uno de los conceptos más aceptados y utilizados hasta la actualidad es el de periodo literario
para ordenar cronológicamente aquellas obras o autores vinculados entre sí por
determinadas preferencias de orden estético, preocupaciones temáticas y adhesión a ciertas
convenciones literarias “dominantes” en una determinada época.
Otros criterios de periodización son escuela, generación, movimiento y corriente: El concepto
escuela responde a una agrupación o asociación artística o literaria, que implica la existencia
de maestros y discípulos. Un ejemplo de escuela es el de los Petrarquistas. A partir del
Romanticismo, este concepto pierde vigencia, y en su lugar, surgen los de generación,
movimiento y corriente. La categoría generación permite delimitar a los artistas que comparten un
lapso histórico determinado en un lugar específico. Los rasgos que delimitan una
generación son: coincidencia en la fecha de nacimiento; homogeneidad de educación
recibida; experiencia generacional de un hecho histórico clave; entre otros.
El movimiento se comprende como una agrupación de escritores o artistas que comparten
valores dominantes en determinado periodo, realizan una tarea de reflexión teórica, crítica y
creativa, y que los cambios o transformaciones operados durante este periodo no sólo
atañen a la literatura sino a otras artes. Finalmente, el concepto corriente supone la existencia
de una línea de pensamiento que procede de una etapa anterior y que fluye durante el
nuevo periodo, subyacente o superpuesta. Un ejemplo sería la pervivencia de una corriente
medieval durante el Renacimiento.
Los estudios históricos actuales del occidente europeo adoptan una selección ecléctica para
la periodización. Así se puede observar que edad, época, siglo, periodos, escuelas,
generaciones y movimientos forman parte del metalenguaje crítico-literario normalmente
utilizado.
Se observa entonces que la periodización literaria occidental se inscribe en un continuum
temporal que responde a criterios históricos, políticos, generacionales y estéticos que
coinciden con circunstancias relevantes en el continente europeo. A continuación se
mencionan algunos conceptos que organizan el estudio de la literatura occidental:
Baja Edad Media es un periodo que transcurre desde que se anuncia la crisis del orden
medieval –en la segunda mitad del siglo XIII- hasta las postrimerías del siglo XV. En
algunas regiones europeas –Italia, especialmente- ya en el siglo XV se ha producido una
mutación bastante profunda que indica el cambio hacia la modernidad. No sucede así
en otros lugares donde se perpetúa el espíritu medieval hasta bien entrado el siglo XVI.
La cultura de la baja Edad Media se presenta como un constante duelo entre fuerzas
opuestas en el que adquieren particular significación el duelo entre el espíritu
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caballeresco y el espíritu burgués, y el duelo entre el sentimiento religioso y el
sentimiento profano. Estas tensiones se manifiestan en las obras de G. Boccaccio, G.
Chaucer, Juan Ruiz y López de Ayala.
Barroco: Término con el que se designa al movimiento artístico y literario que se desarrolla
en Europa (y en Hispanoamérica) en el transcurso del siglo XVII, y que coincide con
una serie de cambios políticos-sociales y culturales que influyen en la visión del mundo
y en la concepción estética de los escritores. Entre sus principales características
destacan: la pérdida de la armonía y del equilibrio clásicos y aparición de un
recargamiento ornamental desmesurado, la confluencia de contrastes entre elementos
religiosos y profanos, sublimes y grotescos, la degradación burlesca de ciertos mitos
clásicos, y una visión desengañada de la realidad, como consecuencia del desencanto
producido por la crisis de la sociedad en que están inmersos los escritores. La médula
de esta época se sitúa entre 1620 y 1680 aproximadamente. Pero en el orden de las artes
visuales no sabemos cuándo comienza ni cuándo termina, habida cuenta de que el
manierismo del siglo XVI y el rococó del XVIII tienen fuertes vinculaciones con la
estética barroca. Lo mismo ocurre en cuanto a la música, pero no en cuanto a la
literatura, pues en España, por ejemplo, a la muerte de Calderón en 1681 el estilo
barroco ya ha sido superado y sólo cabe buscarlo en Hispanoamérica, en la obra de Sor
Juana de la Cruz que muere en 1695.
Romanticismo: Movimiento literario que surge a finales del siglo XVIII en Inglaterra y
Alemania y que en la primeras décadas del siglo XIX se extiende a otros países de
Europa y América. Históricamente, las primeras expresiones del Romanticismo se
producen en Inglaterra, donde destaca un grupo de poetas (W. Blake, W. Worsworth, J.
Keats, P.B. Shelley, Byron) y el creador de un tipo peculiar de la narrativa romántica, la
novela histórica, W. Scott. El Romanticismo alemán, cuenta con un movimiento
precursor, el Sturm und Drang, tiene una primera fase de desarrollo entre 1797 y 1801.
En Francia se produce a finales del siglo XVIII una nueva sensibilidad que se distancia
del intelectualismo ilustrado. Se caracteriza por el cultivo de la imaginación, la
emotividad y sentimientos, el retorno a la naturaleza, opuesta a la civilización, como
principales rasgos. Otras particularidades son: Ruptura con el Neoclasicismo –periodo
literario del siglo XVIII-, una nueva concepción del yo, una búsqueda de “otra
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realidad” y la creación de un peculiar tipo de héroe romántico (melancólico, pesimista,
desesperado, rebelde).
Realismo: Movimiento literario que surge hacia mediados del siglo XIX en diversos países
europeos y que tiene como principio estético la referencia o vinculación con la realidad,
imitada o representada en las obras artísticas. El movimiento realista pretende apoyarse
en el concepto aristotélico de “mímesis”, entendido como copia de la realidad. Esta
representación de la realidad se ejecuta a través de la observación minuciosa,
desapasionada, impersonal y objetiva de la misma. El término Realismo alude también a
ciertas corrientes literarias del siglo XX, como el Realismo social o el Realismo mágico.
Por otra parte, cada país también realiza sus propias segmentaciones temporales para el
estudio literario. En muchos casos se toman hechos de la historia política de determinados
países. Por ejemplo: La literatura de la Revolución Mexicana, La literatura de la Violencia
en Colombia, etc.)
A continuación, señalaremos algunos conceptos que permiten periodizar la literatura de
ciertos países latinoamericanos:
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Nacional, entre 1852 y 1880. Se denomina “del 37” pues es la época de fundación del
Salón Literario al que la mayor parte de sus miembros pertenecieron. Sus principales
exponentes fueron Domingo Faustino Sarmiento, Juan María Gutiérrez, Esteban
Echeverría y Juan Bautista Alberdi.
Hay que tener en cuenta que los criterios de periodización deben ser siempre productivos
para poder leer las obras, a sus autores y las estéticas características de un tiempo/espacio
específico. Por eso, estos rótulos permiten organizar el conocimiento. No deberían, de
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ninguna manera, limitar su valor estético, encasillando su potencialidad, diálogo y
asociaciones.
Bibliografía consultada.