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ENSAYO: “ASÍ NOS VEN”

Reseña.

“Así nos ven” es una mini serie de la plataforma de streaming “Netflix” basada
en hechos reales que relata la historia de cuatro adolescentes afroamericanos
y uno de ascendencia latina, acusados - entre otros delitos - por la violación de
Trisha Meili, una norteamericana de veintinueve años de edad atacada en
Central Park, mientras se encontraba haciendo deporte en el año de 1989.

Raymond Santana, Kevin Richardson, Antron McCray, Yusef Salaam y Korey


Wise, son los cinco jóvenes sobre los que versa la historia, mismos que tras
ser acusados por el ataque a la joven corredora, fueron declarados culpables,
recibiendo condenas de prisión entre los 6 y 14 años. La serie claramente
posee un objetivo, que no es más que develar las circunstancias que rodean la
ilegal detención, retención y acusación de los jóvenes sobre la referida
violación, así como también, exponer los efectos de tal experiencia y como es
que ésta afecto a cada uno de los chicos en su desarrollo personal, académico,
laboral, social, familiar y psicológico.

Dicho lo anterior, durante el primer episodio puede observarse la vida que


cada uno de los jóvenes solía llevar antes de que sus vidas cambiaran por
completo tras la referida acusación y ser conocidos como “los cinco de Central
Park”, además, contextualiza el ambiente en el que crecieron, ubicado en
Harlem, Nueva York, y principalmente, narra los hechos ocurridos la noche del
diecinueve de abril de mil novecientos ochenta y nueve y como es que cada
uno de los chicos es detenido, interrogado y acusado del ataque a Trisha M.
Respecto a la noche en cuestión, se observa como un grupo de adolescentes
afroamericanos, que no necesariamente se conocen entre sí, se reúnen y se
dirigen hacia Central Park para “loquear”, un término utilizado para denominar
a ciertos actos vandálicos como molestar a peatones, entre otras cosas; y
donde posteriormente, es iniciada una persecución policial con el fin de detener
a quienes se encontraban haciendo tales disturbios, de dicha persecución, son
detenidos Kevin Richardson, Antron McCray y Raymond Santana, quienes
incluso son golpeados por la policía y posteriormente llevados a la comisaria.

A su vez, la misma noche se devela el hallazgo de Trisha Meili en otro sitio del
parque, en grave estado de salud y presentando fuertes lesiones en todo su
cuerpo; la teoría del caso de acuerdo a las circunstancias en las que fue
encontrada y los datos de prueba recabados, apunta a que la mujer se
encontraba corriendo, cuando de pronto fue golpeada en la nuca, arrastrada a
los arbustos y ahí fue brutalmente golpeada y violada.
Ante ello, ambas historias se entrelazan, pues los jóvenes previamente
detenidos por “loquear”, son asociados con el hallazgo de Trisha Meili como
probables testigos de lo ocurrido, por lo que Linda Fairstein, Jefa de la Sección
de Crímenes Sexuales de la Fiscalía de Manhattan, quien se hace cargo de la
investigación de Trisha, obliga a sus colaboradores a coaccionar a Kevin,
Antron y Raymond a través de interrogatorios para que digan lo que saben
sobre la violación de Trisha; y a su vez, ordena una búsqueda con el fin de
interrogar a otros sospechosos de haber estado en Central Park la noche
anterior; derivado de tal búsqueda, Yusef Salaam, es llevado a la comisaria
acompañado de su amigo, Korey Wise, bajo el engaño de que “pronto
volverían a casa”.

Estando los cinco chicos en la comisaria, Linda toma la determinación de que


éstos no son simples testigos, sino probables responsables de la violación de la
corredora, por lo que los interrogatorios ahora tienen como fin hacer que los
jóvenes se declaren responsables o participes de los hechos de los que se
busca acusarlos. Por tal motivo, se observa cómo es que dichos interrogatorios
son realizados sin la asistencia de un defensor, sin el acompañamiento de sus
padres o tutores, en condiciones completamente ilegales, donde durante por
más de 48 horas, no tuvieron permiso de ir al baño, no recibieron alimentos ni
tampoco se les permitió descansar, aunado a que fueron intimidados y
agredidos físicamente, pero sobre todo, obligados a declarar con falsedad bajo
el engaño de que no tendrían repercusión o responsabilidad alguna y
regresarían a casa sin ningún problema, por lo que accedieron.

En tales declaraciones, los chicos son obligados a inventar una historia que es
acorde a la teoría del caso de la Fiscalía, basada en la participación activa de
los cinco, por lo que unos a otros se incriminan y señalan su presencia en la
comisión del ataque a Trisha Meili.

En resumen, durante los interrogatorios los menores son engañados con el fin
de obtener la información que la Fiscalía necesita para su acusación, en el caso
de Antron, incluso su padre es intimidado para que convenza a su hijo de
declarar con falsedad, así mismo, los detectives aprovechan el hecho de que
los menores no se conocían entre sí, a excepción de Yusef y Korey, para
convencerlos de la culpabilidad de los otros y así obtener exitosamente su
declaración incriminatoria, dando como consecuencia que todos ellos firmen y
graben la declaración guiada por la Fiscalía, a excepción de Yusef, quien
gracias a la llegada de su madre, no logra firmar.

Dado que las declaraciones de los jóvenes no encajan, Korey, quien solo se
encontraba en la comisaria para acompañar a Yusef, es considerado como “uno
más”, por lo que termina firmando una declaración, la cual fue obligado a
hacer bajo las mismas circunstancias que los otros chicos, es decir, golpeado,
intimidado, en condiciones inhumanas y sin el acompañamiento de su madre ni
la asesoría de un abogado defensor, y grabando una declaración simulada en
la cual aparentemente se le informan sus derechos.

Mientras esto ocurría, se observa como los medios comienzan a asediar el caso
y la noticia poco a poco se vuelve más popular, dando como resultado que éste
se convierta en uno de los casos más polémicos de la ciudad y con mayor
seguimiento y difusión. Posteriormente, los chicos se dan cuenta que fueron
engañados y utilizados pero es demasiado tarde, pues en razón a las
declaraciones que realizan, son trasladados a un centro correccional de
menores, a excepción de Korey, quien por tener dieciséis años de edad, es
llevado a una prisión de adultos, poco tiempo después, Antron y Yusef,
afortunadamente consiguen reunir el dinero para obtener la libertad bajo
caución, por lo que durante el juicio éstos se encuentran en libertad, a
diferencia de los demás.

Lo poco que se muestra del juicio, para el presente trabajo resulta de gran
relevancia, pues la serie evidencia una serie de detalles que ponen en
manifiesto el cómo se asignó de forma arbitraria al tribunal que conocería del
juicio y cómo es que los abogados defensores que les son asignados carecen
de la experticia que requieren para garantizar el derecho de éstos a una
defensa técnica adecuada.

Los abogados defensores son, Robert Burns, especialista en divorcios y sin


experiencia previa en derecho penal, representando a Yusef; Mickey Joseph,
asesor penal de un grupo de beneficencia en representación de Antron; Colin
Moore, activista y trabajador “ad honorem” defendiendo a Korey Wise; Peter
Rivera, ex asesor del fiscal y con aspiraciones políticas, como representante de
Raymond Santana, y; Howard Diler, abogado defensor de Kevin. Se observa
como éstos centran la defensa en las declaraciones bajo coacción de los
menores y las irregularidades cometidas durante los interrogatorios con la
certeza de que la fiscalía no cuenta con pruebas de carácter físico ni genético
que puedan vincular a los chicos con el ataque a la joven corredora.

Motivo por el cual, la fiscalía decide centrar su acusación en mostrarle al


jurado, pese a la carencia de pruebas, que el hecho ocurrió y no puede quedar
impune pues la victima quedo gravemente herida.

En las audiencias de juicio, se muestra cómo es que el abogado defensor de


Raymond, no cuenta con la experticia o interés necesario para su
representación, pues los alegatos de apertura que presenta son pobres e
infundados, incluso puede verse como es que todos en la sala quedan
sorprendidos e inconformes con su actuación, sin embargo, pese a su evidente
desinterés en la defensa del acusado, éste no es relevado del cargo, ni el
acusado es advertido de la incapacidad del defensor, vulnerando gravemente
su derecho a una defensa técnica adecuada.

Pese a lo anterior, la defensa poco a poco va fortaleciéndose durante el juicio


gracias a la falta de pruebas y la carente acusación de la Fiscalía al intentar
“fallidamente” vincular el ataque de la corredora con los jóvenes, por lo que la
fiscal del caso, Elizabeth Lederer, propone un trato a la defensa, donde les
ofrece reducir la condena si éstos aceptan su culpabilidad, oferta que los chicos
rechazan dado que consideran que no tienen por qué asumir la responsabilidad
penal de una serie de delitos que no cometieron. Ante tal negativa, el juicio
continúa, reduciéndose a lo dicho en las cintas y las declaraciones escritas de
los chicos, donde éstos se inculpan unos a otros y de alguna forma u otra
reconocen su participación o presencia en el hecho, dando como resultado, que
el jurado los declare culpables.

Tras el veredicto, la serie devela como éstos enfrentan la vida en prisión y


también como es que se afrontan al mundo exterior cuando obtienen la
libertad condicional, faltando algunos años para cumplir la totalidad de su
condena. En resumen, se muestra cómo Yusef, Raymond, Antron y Kevin,
sufren los señalamientos y el estigma de “agresores sexuales”, y cómo es que
tienen que acudir cada 90 días a firmar a la corte y deben cumplir con el toque
de queda, que va de las 7:00pm a las 9:00am, aunado a las dificultades
laborales y académicas que los rodean por haber estado en prisión.

Por ejemplo, Ray, regresa con su madre a casa, donde posteriormente se


encuentra con su padre enfermo, quien fallece y al que nunca logro perdonar
por haberlos abandonado durante el juicio; Raymond, regresa a casa con su
padre, donde ahora también vive su nueva esposa y su hermano menor, se ve
cómo éste se siente desplazado en el lugar donde creció por la presencia de la
nueva esposa de su padre y toda su familia que ahora tienen el control de la
casa.

Aunado a ello, Raymond se enfrenta además a las dificultades de buscar un


empleo siendo un ex convicto, observándose como tales circunstancias lo
orillan de alguna forma a la venta de drogas, por lo que termina siendo
detenido nuevamente.

En el último capítulo, la historia hace un énfasis en Korey Wise, quien fue


declarado culpable por agresión, abuso sexual y vandalismo, (exceptuándolo
de la violación), y a quien por tener dieciséis años de edad es trasladado a una
prisión de adultos, separándolo del resto de los chicos. Aquí, se observa como
Korey tuvo que enfrentarse a un ambiente intimidante, grotesco y violento,
donde se le ve asustado y frecuentemente agredido por otros presos, además,
se muestra su paso por diferentes prisiones, donde en cada una es víctima de
otros reclusos, por lo que termina optando estar en aislamiento con el fin de
evitar ser agredido, así mismo, se ve cómo es que durante su estancia, celebra
diversas audiencias para obtener la libertad condicional, en las cuales al
principio se le nota entusiasmado, perdiendo el interés en ellas con el paso del
tiempo.

Además, se muestra su evolución física, emocional y mental con el paso de los


años, hasta que se logra verle “estable” y viviendo una vida un poco más
“normal” dentro de prisión, hasta que ocurre un hecho inesperado en el cual,
Matías Reyes, otro recluso con el que Korey se había encontrado tras su paso
en la cárcel, declara su culpabilidad por el ataque y violación a Trisha Meili en
1989, declaración, que una vez cotejada con pruebas genéticas terminan por
comprobar su responsabilidad, dando como resultado la inmediata libertad de
Korey y la subsecuente exoneración de los cinco chicos por tales delitos, sus
condenas fueron anuladas en el 2002 y en 2014 un juez les otorgó una
compensación de 41 millones siendo la más alta en la historia de la ciudad.

Violaciones procesales.

Ahora bien, de la historia se desprenden un sinfín de violaciones a los derechos


humanos, así como a los principios inherentes al proceso penal y las garantías
otorgadas a las partes de un juicio y en especial, a los acusados, violaciones
procesales, que en nuestro Sistema Penal, se encuentran previstas en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el Código Nacional de
Procedimientos Penales y en la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia
Penal para Adolescentes.

Siendo posible determinar que tales violaciones al debido proceso, pueden


presentarse en nuestro Sistema Jurídico Penal, por el marco jurídico en
comento y el contenido de tales disposiciones normativas.

Respecto a los principios que caracterizan al procedimiento penal, se evidencia


como es transgredido el principio de igualdad ante la ley, previsto en el artículo
décimo del CNPP, el cual establece que todas las personas que intervengan en
el procedimiento penal recibirán el mismo trato y tendrán las mismas
oportunidades, siendo inadmisible cualquier tipo de discriminación; que en el
caso que nos ocupa, se actualiza evidentemente en razón a su color de piel y
su condición socio-económica, teniendo como objeto menoscabar los derechos
de los menores y sus libertades personales, aunado a que se observa cómo es
que ninguna autoridad actúa en pro de garantizar la igualdad sobre la base de
la equidad en el ejercicio de sus derechos, afectando de tal manera, el
principio de igualdad entre las partes, previsto en el numeral onceavo del
mismo ordenamiento.

Otro de los principios socavados que se observa durante el proceso penal al


que se encuentran sujetos los menores, es el principio de presunción de
inocencia, previsto en el artículo 13 del Código de referencia, pues a los “Cinco
de Central Park” desde el momento de su detención y retención, se les
presume como culpables y son tratados como tales durante todas las etapas
del procedimiento antes de la emisión de la sentencia, contrario a lo que dicho
principio dispone.

Aunado a la afectación de los referidos principios, se observa además que son


también vulnerados una serie de derechos previstos de igual forma en el
Código Nacional de Procedimientos Penales, como lo es el derecho a una
defensa y asesoría jurídica adecuada e inmediata, mismo que encuentra su
fundamento en el artículo 17, el cual refiere lo siguiente: “La defensa es un
derecho fundamental e irrenunciable que asiste a todo imputado, no obstante,
deberá ejercerlo siempre con la asistencia de su Defensor o a través de éste.
El Defensor deberá ser licenciado en derecho o abogado titulado, con cédula
profesional. Se entenderá por una defensa técnica, la que debe realizar el
Defensor particular que el imputado elija libremente o el Defensor público que
le corresponda, para que le asista desde su detención y a lo largo de todo el
procedimiento, sin perjuicio de los actos de defensa material que el propio
imputado pueda llevar a cabo….”.

De lo anterior, podemos encontrar el momento de su violación en los


interrogatorios que se les realizan, pues son sin la presencia de un defensor,
-derecho irrenunciable dentro de nuestro sistema jurídico -, contrario a lo que
la Fiscalía presume en ese momento, al argumentar que los jóvenes tomaron
la determinación de renunciar al mismo, así como también, en la asignación
de abogados defensores de oficio, quienes carecen de la experticia necesaria
para llevar a cabo una representación adecuada, carencia que se evidencia
durante la celebración de la primer audiencia de Juicio Oral, en la cual el
defensor de Raymond muestra un notorio desinterés en su defensa, sin que
éste sea advertido de tal incapacidad, o que el abogado defensor sea relegado
del cargo y sustituido por otro.

Sumado a lo anterior, la garantía de ser informados de sus derechos, prevista


en el artículo 18 del CNPP no se cumple, pues todos los jóvenes son detenidos
e interrogados sin la lectura de los mismos y engañados respecto a las
consecuencias de la información que estaban por proporcionar. Así como
también, le es trasgredido el derecho al respecto a su libertad personal a Korey
Wise, previsto en el artículo siguiente, el cual establece que: “Toda persona
tiene derecho a que se respete su libertad personal, por lo que nadie podrá ser
privado de la misma, sino en virtud de mandamiento dictado por la autoridad
judicial o de conformidad con las demás causas y condiciones que autorizan la
Constitución y este Código.”, pues éste es retenido sin ningún mandamiento
judicial y en virtud de ello, es interrogado y posteriormente procesado.

Ahora bien, como imputados, el Código Nacional de Procedimientos Penales, en


el artículo 113 enlista una serie de derechos, que indudablemente no fueron
garantizados respecto a los “cinco de Central Park”, dado que no fueron
considerados ni tratados como inocentes aún sin ser “probada” su
responsabilidad, no se comunicaron con ningún familiar y defensor al momento
de su detención, no fueron informados de su derecho a guardar silencio, ni
estuvieron asistidos por un defensor al momento de rendir su declaración, ni
mucho menos, se entrevistaron previamente con alguno, no se les informó de
ninguno de sus derechos ni respecto a los hechos que se les imputaba durante
su detención, además, fueron sometidos a técnicas y métodos que atentaron
contra su dignidad y alteraron su libre voluntad, pues fueron coaccionados a
declarar lo que la Fiscalía les señaló, sumado a que fueron expuestos a los
medios de comunicación y presentados ante la comunidad como culpables, sin
olvidar que no contaron con asistencia social por ser menores de edad.

Respecto al Ministerio Público, se observan también un sinfín de negligencias,


pues incumplen con el deber de objetividad y debida diligencia al coaccionar a
los menores mediante técnicas y métodos ilegales a rendir sus declaraciones,
sin garantizar el respeto de sus derechos y sobre todo, la omisión respecto a la
obligación que tenían de solicitar el sobreseimiento del proceso al darse cuenta
al término de su investigación que no contaban con los datos de prueba
suficientes para ser llevados a juicio. Por lo que estarían violando una de las
obligaciones que tienen como Ministerio Público, prevista en la fracción I, del
artículo 131, al no vigilar que se cumplan los derechos humanos reconocidos
en la Constitución y los Tratados internacionales, entre otros.

Uno de los aspectos más relevantes y evidentes es la ilegal detención de los


jóvenes, pues ninguno de ellos fue detenido en flagrancia o cuasi flagrancia por
la comisión de los hechos que posteriormente les fueron atribuidos, prevista en
el párrafo quinto del artículo 16 Constitucional , dado que no fueron
sorprendidos cometiendo el ilícito penal ni perseguidos material e
ininterrumpidamente por la comisión de éste, así como tampoco fueron
señalados por la víctima, o algún testigo presencial de los hechos, pues éstos
fueron detenidos por hechos completamente ajenos a los que posteriormente
se les atribuyen, incluso, hasta un día después, como fue el caso de Yusef y
Korey, donde éste último ni siquiera formaba parte de una lista de
sospechosos.
Por ende, no existió verificación alguna respecto a la detención de los jóvenes,
omitiéndose la examinación de las condiciones en las que se realizaron las
detenciones inmediatamente después de que éstos fueron puestos a su
disposición, incumpliendo con lo previsto en el artículo 149 del Código Nacional
de Procedimientos Penales.

Omitiendo también el control de legalidad de la detención, con fundamento en


el artículo 308 del mismo ordenamiento, mismo que establece la inmediata
puesta a disposición del imputado detenido en flagrancia ante un juez, donde
se les tuvo que haber preguntado a los detenidos si contaban con un defensor,
asignándoseles uno en caso de ser negativa la respuesta, la Fiscalía, además
tuvo que haber justificado las razones de la detención y la legalidad en la
misma, cosa que no ocurrió según lo que se observa en la serie.

Así mismo, la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para
Adolescentes, también prevé una serie de principios generales que, tratándose
de menores de edad, deben ser garantizados dentro de un procedimiento
penal; principios que respecto al caso que nos ocupa, se afecta a: La
protección integral de los derechos de la persona adolescente, prevista en el
artículo 13, pues no les son garantizadas las oportunidades y facilidades, a fin
de asegurarles las mejores condiciones para su desarrollo físico, psicológico y
social, en condiciones de dignidad durante el procedimiento, aunado a que se
observa cómo es que ninguna autoridad sujeta al sistema se encarga de
respetar, proteger y garantizar tales derechos. Así mismo, se trasgrede el
derecho a la prohibición de tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes, pues es evidente que durante la detención y retención de los
jóvenes, reciben múltiples agresiones físicas, además de que se les tiene
interrogando en condiciones inhumanas por más de cuarenta y ocho horas, sin
el acompañamiento de sus padres o tutores, sin alimentación y sin permiso
para ir al baño o dormir.

Es menester destacar también, que en la misma ley, se encuentran previstos


una serie de derechos de las personas adolescentes sujetas al sistema, que
respecto a los cinco jóvenes, se estaría afectando la protección a su intimidad
y confidencialidad y privacidad, previstos en los artículos 35 y 36
respectivamente, al convertirse en un asunto mediático, dado que se dieron a
conocer sus nombres y vidas privadas.

Así mismo, les son trasgredidos los derechos previstos en los artículos 38, 39,
40, 41, 42, 43 y 45, los cuales corresponden a las Garantías de la detención, la
prohibición de incomunicación, la información a las personas adolescentes, la
defensa técnica especializada, la presencia y acompañamiento de la persona
responsable o persona en quien confíe, el derecho a ser escuchado y la
abstención de declarar, respectivamente.

Lo anterior, en virtud a que durante la detención y retención de los jóvenes no


les fueron garantizados tales derechos, ni su seguridad, así mismo, no tuvieron
la oportunidad de establecer una comunicación efectiva, por vía telefónica o
por cualquier otro medio disponible, inmediatamente luego de ser detenidos,
con sus familiares o defensores particulares, aunado a que ninguno de ellos fue
informado sobre las razones por las que se les detuvo y acuso, así como las
consecuencias de la atribución del hecho, y mucho menos, se les hizo saber
sus derechos y garantías, entre las cuales se encontraba el derecho a disponer
de una defensa jurídica gratuita, la que según la fiscalía, los jóvenes
renunciaron y la cual, posteriormente no fue velada por parte del Órgano
Jurisdiccional.

Sin olvidar también que fueron interrogados sin la presencia y


acompañamiento de sus padres o tutores la mayoría del tiempo que estuvieron
retenidos en la comisaría, y que, no fueron escuchados ni se les tomo en
cuenta cuando éstos manifestaban no conocer el hecho del cual se les acusaba,
ni entender lo que estaba ocurriendo, aunado a que estuvieron siendo
coaccionados a declarar incriminatoriamente y en ningún momento fueron
informados que tenían derecho a abstenerse y que su silencio no podría ser
valorado en su contra.

Bien pues, concluyó señalando que la historia devela el reflejo de un sistema


judicial que busca la atribución de la responsabilidad penal, por encima de la
legalidad y los derechos humanos, específicamente de los adolescentes, que en
razón a su desarrollo físico y psicológico no dimensionan la gravedad,
generalmente, de las consecuencias jurídicas de los hechos que realizan, o
bien, que no realizan (como lo es el caso que nos ocupa), donde se observa
que ante el desconocimiento de los derechos a los que tienen acceso, se ven
inmersos en una secuencia de irregularidades procesales que termina por
declararlos culpables por la comisión de una serie de delitos que no
cometieron. Se muestra el reflejo de un sistema judicial penal que pretende
atribuir la responsabilidad penal a como dé lugar, para no verse ante los ojos
de la sociedad como un sistema “impune” o “ineficaz”, sin importar la
afectación y violación de los derechos humanos y procesales de las personas
sujetas a proceso, incluso cuando no hay elementos de prueba suficientes que
establezcan un nexo causal entre el hecho en cuestión y los propios imputados,
como lo es en este caso, la serie además evidencia un fallo en el sistema penal
para adolescentes, que trae consigo un sinfín de consecuencias negativas,
pues pese a que se tiene como finalidad la reinserción social, se muestra cómo
es que el propio sistema se encuentra diseñado para delimitar la vida en
sociedad de los ex reclusos, pues los limita tanto académica como
laboralmente, aunado a la estigmatización social ante la que se ven impuestos,
por los hechos que se les atribuyeron injustamente como agresores sexuales.

Derivado de lo anterior, destaca la importancia acerca de la reflexión –como


abogados- que debe hacerse en cuanto a la protección de los derechos
humanos y procesales de los imputados, específicamente, tratándose de
adolescentes, así como la necesidad de apegarse a los principios de legalidad y
aquellos inherentes al sistema de justicia penal y justicia penal para
adolescentes, con la finalidad de hacer de éstos, un medio eficaz que proteja y
garantice los derechos humanos a todas las partes sujetas al proceso por igual,
teniendo como base el principio de presunción de inocencia, propiciando un
sistema judicial garantista de los derechos humanos y alejando cada vez más
aquella concepción del derecho penal del enemigo, que atiende a un concepto
de “peligrosidad” por cuestiones de condiciones específicas, que en el caso que
nos ocupa, se refieren al tono de piel y condición socio-económica.

Por último, deja entrever la importancia de fortalecer, específicamente, la


justicia penal para adolescentes, con el objeto siempre de velar por su sano
desarrollo en todos los aspectos que esto conlleva, como un medio de
prevención ante situaciones de riesgo, dejando de lado estigmas y actos
discriminatorios por razón de género, preferencia sexual, físico y condición
social.

La detención en flagrancia:
“Corresponde a uno de los
supuestos de dete .

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