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Madre Coraje y Sus Hijos PDF
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Personajes
Madre Coraje
Catalina
Eilif
Requesón
Capellán
Cocinero
Yvette
Mariscal
Cabo
Reclutador
Intendente
Tuerto
Sargento Papista
Poldi
Escribiente
Soldado joven
Soldado viejo
Soldado 1ro.
Campesina
Soldado 2do.
Campesino
Borracho
Campesino Joven
Anciana
Alférez
Soldados
Campesino Viejo
Campesino Joven
Campesina
Gente del Pueblo
Cabo. Lo que pasa aquí es que hace rato no hubo guerra. ¿De
dónde habrían de sacar entonces la moral?, me pregunto yo. La
paz no significa más que relajamiento. Sólo la guerra trae orden.
Durante la paz la humanidad se corrompe. Las gentes y las bes-
tias se despilfarran, como si no valiesen nada. Todo el mundo
traga, como le viene en gana: sobre el pan blanco una tajada así
de queso y, encima del queso, otra lonja así de tocino. Cuánta
gente y cuántas bestias tiene esa ciudad ahí enfrente lo sabrá
Diecisiete yo contaba,
cuando entró el invasor.
Pronto sus sables guardó:
me tendió su mano franca.
..........
..........
Y a la tarde se quebró,
a los ladrones los huesos.
Y a Jesús, con un chuzazo,
un costado le abrieron.
Ivette. (Aparece muy pálida). Por fin lo ha logrado usted con sus
negociados, y también la carreta seguirá siendo suya. Once balas
le han dado y nada más. Usted no merece que le demuestre al-
guna inclinación. Con todo he oído por ahí que ellos no creen
que la arquilla esté de veras en el río. Sospechan que está aquí y
que, de por sí, usted tuvo algo que ver con él. Quieren traerle
para acá, a ver si usted se delata cuando le vea. Le advierto que
(Se lo llevan).
(Desaparece en la tienda).
Y silbó el gorrión:
¿ni un año o dos?
¿Y marchas ya al paso, cuan
lento o pronto todos van,
cantando tu pequeño son:
"Ahí viene ya"?
Y todos, ahora, ¡izquierda...
izquier...!
Propones tú, dispone Aquel:
¡No se hable más!
Vi a muchos saltar los Cielos,
y astro alguno les logró aterrar.
(Con voluntad se llega al cielo,
la fe mueve
montañas, ya vamos a timonear
el barco).
Madre Coraje. (Al soldado joven). Por eso pienso que te quedes
no más ahí con la espada desnuda, siempre que tengas ánimos y
que tu furia sea grande, porque el motivo que tienes es bueno, lo
reconozco. ¡Pero si tu furia sólo es cortita, entonces es mejor
que te vayas en seguida!
Soldado joven. ¡Anda a la mierda!
(Sale).
Madre Coraje. No puedo dar nada. ¡Con los impuestos que hay,
y las aduanas, y los diezmos, y los sobornos! (Catalina articula
sonidos guturales y alza una tabla, amenazando con ella a su
madre). ¿Se te ablandó la sesera? ¡Deja esa tabla o te suelto un
bofetón, cachivache! No doy nada y no me da la gana: tengo que
pensar en mí misma. (El Capellán la alza en brazos y la sienta
en el suelo. En seguida busca y saca las camisas de la carreta y
las rasga). ¡Mis camisas! ¡De medio florín cada una! ¡Estoy
arruinada!
(Prosiguen su marcha).
(Vanse ambos).
(Sube a la carreta).
Ivette. (Al irse). ¡Pensar que algo como ese hombre haya podido
(Le sigue).
Cocinero. (Grita tras ellos). ¡Se lo tendré que decir! ¡Ella querrá
verle!
Capellán. Mejor será que no le diga nada. En todo caso, que él
estuvo aquí y que quizá vuelva mañana. Entretanto, regreso yo y
la podré enterar.
Sí, sí: hay que ser desinteresado, pues, y hay que partir con el
prójimo lo que se tiene. ¿Pero si no se tiene nada? Verdad es que
(Deja de golpear).
Arroró rorró,
¡duerma mi niña!
Llora la ajena,
y goza mi cría.
Ellos, en andrajos;
los míos en sedas:
del manto de un ángel
saqué la tela.
Ellos, ni un mendrugo;
un bizcocho, tú.
¿Te resulta duro?
Basta decir: mus.
Arrorró rorró.
Duerme. Pues yace
uno en Polonia.
¿Y el otro? ¡Quién sabe!...
Fin
de “Madre Coraje y sus hijos”