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Evacuación de niños pequeños

1939
Carta al Briyish Medical Journal. [16 de diciembre de 1939]

Señor:

La evacuación de niños pequeños, de 2 a 5 años de edad, crea grandes problemas psicológicos. Se


están elaborando planes para la evacuación, y antes de que se los complete desearíamos llamar la
atención sobre estos problemas.

Interferir la vida de un niño que da sus primeros pasos tiene peligros de los cuales existen pocos
equivalentes en el caso de los niños de mayor edad. La evacuación de los niños mayores ha sido lo
bastante exitosa como para mostrar, si es que antes no se lo sabía, que muchos niños de más de 5
años son capaces de soportar la separación de su hogar, y aun se benefician con ella. Pero de esto
no se desprende que la evacuación de niños menores sin su madre pueda alcanzar igual éxito o estar
libre de peligros.

Entre las numerosas investigaciones realizadas sobre este tema puede citarse una reciente, llevada a
cabo por uno de nosotros en la Clínica de Orientación Infantil, de Londres. Reveló que uno de los
importantes factores externos que causan la delincuencia persistente es la prolongada separación del
niño y la madre cuando aquél es pequeño. Más de la mitad de una serie estadísticamente válida de
casos estudiados habían padecido la separación de su madre y su medio familiar durante seis meses
o más en los primeros 5 años de vida. El examen de las historias individuales confirmó la inferencia
estadística de que la separación era el factor etiológico sobresaliente en estos casos. Aparte de una
patología grosera como lo es la delincuencia crónica, a menudo es dable atribuir a tales
perturbaciones del ambiente del niño pequeño los trastornos leves de conducta, la angustia y la
tendencia a contraer diversas enfermedades físicas, y la mayor parte de las madres de dichos niños
lo saben y no están dispuestas a dejar a sus pequeños, salvo por muy breves períodos.

Si bien un niño de cualquier edad puede sentirse triste o perturbado por tener que abandonar su
hogar, lo que aquí queremos señalar es que en el caso de un niño pequeño tal experiencia puede
implicar mucho más que la tristeza manifiesta. De hecho, puede equivaler a un "apagón" [blackout]
emocional y dar origen fácilmente a una grave alteración del desarrollo de la personalidad, capaz de
perdurar toda la vida. (Los huérfanos y los niños sin hogar constituyen una tragedia desde el vamos, y
en esta carta no nos ocupamos de los problemas que plantea su evacuación.)

Estas ideas son con frecuencia cuestionadas por personas que trabajan en guarderías y hogares para
niños, quienes mencionan de qué extraordinaria manera los niños pequeños se acostumbran a una
persona desconocida para ellos y parecen muy felices, en tanto que los que tienen unos años más
muestran a menudo signos de desazón. Aunque esto sea cierto, en nuestra opinión esa felicidad
puede muy bien resultar engañosa. Pese a ella, los niños con frecuencia no reconocen a su madre al
regresar al hogar. Cuando esto sucede, se comprueba que han sufrido un daño radical y que el
carácter del niño quedó seriamente distorsionado. La capacidad de experimentar y expresar tristeza
marca una etapa en el desarrollo de la personalidad de un niño y de su capacidad para las relaciones
sociales.

Si estas opiniones son correctas, de ellas se desprende que la evacuación de niños pequeños sin sus
respectivas madres puede ocasionar muy graves y generalizados trastornos psicológicos. Por
ejemplo, puede provocar un gran aumento de la delincuencia juvenil en la próxima década.

Mucho más podría decirse acerca de este problema sobre la base de hechos conocidos. Con esta
carta sólo queremos llamar la atención de las autoridades hacia la existencia del problema.

Quedamos de usted, etc.,


John Bowlby
Emanuel Miller
D. W. Winnicott
Londres

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