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INTRODUCCIÓN
Conversar con una familia con fines terapéuticos implica abrir posibilidades hacia la
reconstrucción de historias que abran posibilidades: El hablar modifica lo posible,
porque el lenguaje es acción y porque no hay acción sin lenguaje.
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respuesta del sistema. Se trata de conversaciones en las que no media una
amenaza, hay confianza, nos hacemos cargo de las inquietudes de las demás
personas, coordinamos acciones con los otros, construimos sentido respecto de la
vida de quienes conversan y acerca de sus dilemas. Para ello, narrar historias que
confieran nuevos sentidos al pasado y al presente y que puedan ofrecer una visión
de futuro, relacionarlas con otras historias (culturales, religiosas, de familia,
personales), es una alternativa plausible.
Este documento busca despertar en profesionales que trabajan con familias, ideas
e inquietudes acerca de la gran oportunidad que constituye para estas y para ellos,
el poder conversar con fines de transformar prácticas y relaciones sociales que
eventualmente se constituyen en dilemas o problemas; como también aportar
comprensiones acerca de la forma de hacerlo y del poder que ello constituye en el
trabajo que se realiza con familias.
Este desafío no es para nada un tema trivial; implica una mirada y transformación
del Agente de Intervención hacia sí mismo, en una sociedad en la que estamos
acostumbrados a que asegurados en una instancia de poder y control, nuestros
razonamientos, acciones y disposiciones, aún en contra toda lógica son válidos; y
por oposición, los de las familias que nos consultan se constituyen en erráticos,
dando como consecuencia que los primeros debemos enderezar a estos últimos.
Nada más irreal y absurdo, presuntuoso. Al desconocernos como profesionales en
constante desarrollo lo único que logramos es perturbar y estancar nuestras
posibilidades actuando desde un nivel apartado frecuentemente de nuestros propios
sentimientos, emociones, disposiciones y deseos; separar lo inseparable y
renunciar a la creación constante de caminos únicos posibilitadores de inclusión.
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Dicho esto, les invito a estudiar estos aportes y a crear sobre ellos, a partir de ellos
y más allá de ellos, un mundo en el que nuestro trabajo nos haga más felices y nos
permita disponer de esa inagotable fuente de saber que reposa en las familias y en
nosotros; beber de ella, sumergirnos en ella, alimentarnos y alimentarla.
PREGUNTAS Y AFIRMACIONES
Al igual que las afirmaciones, las preguntas generan realidades que pueden ser
validadas o invalidadas en el curso de la conversación.
Las preguntas suelen llevar una intención, pero esta no es condición de una
pregunta, ya que la alta dosis de curiosidad de quien interviene puede generar
preguntas que sencillamente animen a los participantes en la co-construcción de
sus relatos, o que abran temáticas que el Agente de Intervención ni siquiera había
contemplado; sorprendentes, quizá intimidantes, desconcertantes, pero al fin y al
cabo, toda apertura será oxigenante.
Es necesario antes de continuar con el texto, recordar que dado que pregunta o
afirmación y cambio no son separados, tampoco lineales (primero no es el uno y
luego el otro), muchas preguntas y afirmaciones podrán generar el cambio
simultáneamente dentro de la sesión, otras quedarán en la mente de algunos o de
todos los miembros de la familia –incluido el Agente de Intervención- donde darán
giros y giros para generar cambio, como se vaya acomodando el sistema. Incluso
puede darse el caso de formular una pregunta y luego de unos días, como Agente
de Intervención cuestionarse fuertemente el haberlo hecho, o que una pregunta
formulada en una sesión no haya sido aparentemente atendida, pero luego de un
tiempo cobra fuerza para generar el cambio deseado.
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Consultando autores como Michael White, es evidente que la puntuación en su
trabajo se relaciona con el uso de preguntas más que de afirmaciones, por lo que
una reflexión que surge es la de tender a la construcción de experiencias de
intervención más afines con su enfoque narrativo, si partimos de la premisa de
sostener sus postulados, dando prelación a un discurso construccionista que
reconoce la co-construcción en el lenguaje, como un proceso plural, incluyente. En
este, las preguntas se construyen en interacción.
PREGUNTAS CIRCULARES
Las preguntas circulares buscan diferencias entre los miembros del sistema a la
hora de relacionarse con el problema, conocer el efecto de la conducta de ellos
sobre el mismo y sobre cada integrante, conocer el efecto sobre el problema
dependiendo de la forma como cada miembro lo asume, hacer distinciones,
identificar cómo unos y otros asumen y viven de forma diferente emocional y
prácticamente, con respecto a la situación que les aqueja. También buscan
identificar similitudes, acuerdos, coincidencias. Cuando usamos este tipo de
preguntas, es necesario que quien orienta la conversación incluya a cada
participante o miembro de la familia, incluso cuando algunos no están presentes:
¿Qué diría tu novio si le preguntáramos acerca de tus mejores cualidades? ¿Si tu
padre estuviera vivo qué sería lo primero que le haría feliz frente a tus logros? ¿Y
para ti, qué sería? ¿Todos están de acuerdo en que ello le haría muy feliz?.
Las preguntas circulares son útiles además, para que los miembros de la familia
encuentren conexiones y se vean como haciendo parte de una estructura familiar
comunicacional en la que todos son los arquitectos: ¿Si tu hijo mayor se esforzara
para ayudar con las tareas de la niña, quién estaría más satisfecho? Algunas
preguntas aportadas por el profesor Luis Cibanal son: “¿Si su marido aumentara la
disciplina con el hijo, se conseguirían mejores o peores resultados? ¿Si usted
dedicara al día una hora más a estar con sus hijos, se sentiría más tensa o más
entretenida? … (Me sentiría más tensa)”. (Cibanal, s.f., p. 6).
De acuerdo con el autor citado (Karl Tomm), estas preguntas tienen un alto
contenido de curiosidad hacia las múltiples causas del problema, hacia sus
conexiones, así que se alejará de preguntas como: ¿Y por qué hiciste tal cosa? Que
buscan ir a la causa para proceder con el juicio. Más bien, buscan conocer el
contexto, el proceso, la relación, diferencias, complementariedades.
Hay autores que manifiestan que la neutralidad consiste, sobre todo, en no tener
ideas preconcebidas. Otros, con quienes más me identifico, expresan que pese a
cualquier esfuerzo, estas ideas están, existen, circulan y por supuesto aparecen; se
trata de advertir cada prejuicio que nos asalta y lidiar con él, viéndolo como lo que
es: como un prejuicio y no como una verdad sobre la situación por la que atraviesa
la familia. Si el prejuicio es tan fuerte que cierra la conversación reduciéndola sólo
a las ideas que le acompañan, conviene encararlo y se hace indispensable debatir
el tema con colegas y por qué no, con la propia familia. Será sorprendente la forma
como ello dará lugar al resquebrajamiento de conversaciones enquistadas o
atiborradas agrietándolas, para pasear por otras.
Una forma de alejarse de los prejuicios y de las alianzas con uno o más miembros
de la familia consiste en esforzarse por ver a las personas como lo que son, no
como el problema, el dilema, la crisis por la que están pasando, o lo que nos ha
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contado quien refirió el caso; para abandonar la práctica de centrarnos en los
problemas, puede ser útil reunirnos en Grupos de Estudio, Equipos Técnicos y otro
tipo de equipos de análisis, exigirnos hablar acerca de las posibilidades, fortalezas
y recursos, que para ello aporta enorme cantidad de opciones el “Enfoque
Apreciativo”. La invitación es, pues, trasladar la conversación hacia el recurso,
porque cuidar a la persona, consentirla, protegerla, ver sus esfuerzos, sus luchas,
es central en nuestro quehacer; por el contrario, los juicios lastiman, alejan, agrietan
la identidad e inoculan nuevas dificultades.
PREGUNTAS LINEALES
Las preguntas lineales aportan información básica de contenido, en tanto que las
circulares aportan información más de proceso (denotando la creencia en que el
lenguaje es comunicación y en que esta es no sólo digital sino también analógica,
idea que se acerca más al paradigma sistémico). Es el tipo de preguntas en donde
como yo soy el que sé, yo indago; y como usted está en posición de
inferioridad por no saber, responde; luego, yo hago un juicio y formulo un
camino a seguir. Sin embargo, son preguntas imprescindibles a la hora de
acercarse a una familia y pretender conocer el dilema que les aqueja y
eventualmente pueden ser utilizadas por el Agente de Intervención Sistémica para
romper la monotonía de la circularidad, para insertar una posición de interés en el
hecho o en el dato, y siempre que intencionalmente lo considere necesario dentro
del proceso. Habrá de tenerse cuidado en no caer en una actitud de “juego de
pimpón” que denota una actitud de sabelotodo en el Agente de Intervención, a la
vez que una actitud crítica y justiciera hacia quien o quienes responden.
PREGUNTAS REFLEXIVAS
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escucha, se pregunta acerca de los propios y su lugar en el problema; su propósito
es facilitar.
Karl Tomm (Tomm, 1.998, p. 9 parte III) ofrece aquí también una serie de preguntas
para ejemplificar lo dicho: “Si usted compartiera con él cuán preocupada estaba y
cuánto la deprimía, ¿Qué se imagina que pasaría o haría él? (No estoy segura)
Imaginémonos que haya algo acerca de lo que él está resentido, pero que no
quisiera decirle porque temiera herirla, ¿Cómo podría convencerle de que usted es
lo bastante fuerte como para aguantarlo? (Bueno, supongo que simplemente tendría
que decírselo) … Suponga que en este momento a ella le fuera imposible reconocer
o admitir ningún error por su parte, ¿Cuánto tiempo cree que pasaría antes de que
usted la pudiera perdonar por ser incapaz de hacerlo? (hummmm...)”.
En este texto concedo gran importancia a las preguntas reflexivas. Sugiero ponerlas
en práctica en todo momento y testear insistentemente cuando nos salimos de su
contenido. Nunca llegaremos a la perfección, siempre habrá mucho por aprender.
A continuación se anuncian varios tipos de preguntas reflexivas, conforme a los
aportes de Karl Tomm. (Tomm, 1.998, p. 7-17 parte II) y se hacen aportes respecto
de estas, a manera de ejemplo:
1. Orientadas al futuro: Permiten soñar, imaginar la vida, ver la meta, caminar
hacia ella: ¿Cómo imaginas tu vida cuando nazca tu bebé? ¿Qué historias acerca
del consumo de psicoactivos te gustaría que supiera tu hija? ¿Cómo disfrutarás tu
vida el día que termines tu carrera universitaria? ¿Qué podría pasar si te vuelven a
atracar un día de estos cuando vayas llegando a tu casa hacia la madrugada? ¿Qué
diría tu exnovio cuando supiera que abandonaste la pandilla y que decidiste
dedicarte a estudiar la carrera de tus sueños?
Con respecto a los aportes de Kim Berg en el contexto de la terapia breve centrada
en soluciones se menciona una enorme variedad de preguntas atribuibles al tema y
también se presentan ejercicios disponibles en internet, que facilitarían a cualquier
profesional su ejercicio de intervención con familias. Invito a consultar estas
posibilidades, agregando que evidentemente se trata de preguntas divertidas, que
permiten jugar y disfrutar mientras se trazan sueños y se camina por ellos. A manera
de motivación, transcribo tres ejemplos aportados por la autora (Ayala, p. # 1-3):
• “La varita mágica: Supongamos que yo tuviera una varita mágica agitando
aquí en mi mano, y que podría hacer que este problema desaparezca. Al regresar
a tu casa o al ir a la escuela, ¿Cómo te darías cuenta que la magia está
funcionando?
• A través de los demás: Imagínate que me encuentro con tu mamá (o
esposa, hermano, amigo, jefe, médico, etc.) algún día, quizá un par de semanas
desde hoy, y ella me dice que las cosas están mejor contigo. Yo, evidentemente,
sería todo oídos para escuchar eso. ¿Qué te imaginas que ella me diría?
• El clarividente: Imagínate que soy un clarividente. Ya sabes, una persona
que tiene el don de ver el futuro. Me gustaría tener una bola de cristal aquí, delante
de mí (el terapeuta se inclina hacia adelante fingiendo que hay una bola de cristal
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en la mesa) y al mirar seriamente en la bola, yo podría ver en el futuro cómo te va
a ti con este proyecto. Ahora, yo no pretendo ser un clarividente, ni siquiera sé si es
posible ver en el futuro, pero si yo fuera un clarividente, y yo en realidad tuviera esta
habilidad, ¿Qué es lo que tú esperarías que yo vea en mi bola de cristal? ¿Tú serías
realmente feliz? ¿Dónde estarías? ¿Con quién o quiénes te gustaría estar? ¿Qué
harías?”.
2. Colocan en la perspectiva del observador: Parten de la idea de que el
observador de un tema en específico puede dotar al profesional de capacidades
para actuar frente a él. Del mismo modo, a los miembros de la familia les permite
auto-observarse frente al dilema que aqueja a otros, sintiéndose como parte de
ellos. En este tipo de preguntas, las afirmaciones pueden ser útiles. Invitar a los
miembros de una familia a que reflexione sobre su conducta en presencia de otros
miembros, genera en estos, conocimientos, comprensión, empatía, confianza
acerca del potencial curativo del sistema: ¿Cómo crees que él se sintió cuando se
vio involucrado en este asunto? ¿Cómo crees que ella se siente con el resultado del
evento que protagonizó en el estadio? ¿Si pudieras leer la mente de tu madre, qué
cosas pasaron por ella cuando recibió la noticia de que te encontrabas aquí? La
ventaja de estas preguntas está en facilitar la observación de unos frente a las
emociones y sentimientos o narrativas de otros, y que le observen y conozcan, lo
cual no ocurre mucho y a veces no ocurre, en las familias con las que trabajamos.
3. Hacen explorar la interacción interpersonal: Sirven para identificar cómo en
las familias usualmente las personas actúan coherente, sistemática, recursivamente
en la mantención de un dilema o conducta. Permite ver que frente a este suele haber
una respuesta de conexión entre los miembros de la familia: ¿Qué hace usted
cuando él llega con tragos? ¿Cuando ella se está arreglando para salir de rumba,
cuál es su comportamiento?
4. De cambio inesperado de contexto: Recordemos que el significado cambia si
hacemos un giro de contexto, circunstancias, personas… lo cual permite que nos
veamos en circunstancias absurdas, ridículas, o sencillamente diferentes, que nos
permitan restar importancia o validez a un determinado problema o crisis: ¿Si
hubieran estado de visita donde su mejor amigo, cómo hubiera sido su respuesta?
¿Si ustedes pudieran olvidar por una tarde que tienen ese problema, cómo sería
irse juntos al cine?
5. De exploración de un contexto opuesto: Introducen aspectos opuestos o
complementarios de un tema, permitiendo desligarse momentáneamente de
patrones muy rígidos de pensamiento y de comprensión: ¿Qué es lo más divertido
cuando ustedes pelean? ¿Será posible que al perder el segundo año durante tres
veces seguidas, la niña esté intentando mantenerlos a ustedes focalizados en ella
en vez de verles pelear seguidamente? ¿Alguien te ha dicho que eres malo como
ladrón, porque siempre te pillan?
6. Con sugerencia implícita: Se trata de preguntas reflexivas que sugieren
cambios en la conducta o en la forma de percibir. Pueden incluir una lección o
instrucción. Conviene su formulación como algo extraordinario, no rutinario dentro
de la intervención, ya que de ser permanente, se convertiría en un tipo de
conversaciones intrusivas, estratégicas: “Fue como sostener una conversación con
mi abuela, llena de consejos y recriminaciones, sólo que esta vez yo pagaba por
eso". (Ayala, 2012, p. # 6). Una forma de sacar provecho de este tipo de preguntas,
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es dar a ellas el carácter reflexivo orientado a los fines que busca la familia: ¿Si ella
no viene a dormir a casa temprano, podrías esperarla con algo caliente y recibirla
con un abrazo? ¿Si le avisaras oportunamente a tu madre que estás estudiando
donde tu mejor amiga, esto podría tranquilizarla?
7. De comparación normativa: Facilitan a las familias compararse con otras
consideradas más “normales”, y alcanzar a comprenderse con menos juicios
descalificadores hacia sí mismos: La mayoría de los adolescentes, parecen estar
mejor con sus amigos y a distancia de sus padres, ¿Cómo es que ustedes se
acompañan regularmente en las cobranzas? ¿Si ustedes supieran que la mayoría
de chicos aquí llegan al 6º año sobre los 12 años, les daría gusto saber que es
excepcional que la niña a sus 10 años ya esté cursando ese año? ¿Conocen
familias en las que todos los hijos e hijas se encuentren escolarizados?
8. De normalización inclusiva: Facilitan sentimientos de pertenencia, llevando a
la familia a comprender que hay dificultades por las que muchas familias atraviesan:
¿Conoces personas que aun no dedicando la mayor parte de su tiempo a
prepararse y a estudiar, surgen y logran hacerse famosos e importantes en su arte?
¿Si les contara que un chico que vino a este programa también por tercera vez,
nunca más volvió porque decidió alejarse de este tipo de problemas, creerían que
su sobrino también puede hacerlo esta vez -que es la tercera- tal como se lo está
planteando?
9. Que clarifican distinciones: Apuntan a implicar los sistemas de creencias.
¿Crees que tu comportamiento es malo, o es pecado? ¿Si creyeras que estudiando
su deporte, tu hijo va lograr un excelente resultado, aceptarías que aplace por ahora
sus estudios? ¡Estás rompiendo con la idea tan antigua en tu familia, de que las
mujeres no sirven para estudiar!
10. Que introducen una metáfora: Se articulan, al igual que las anteriores, con
preguntas de normalización inclusiva: ¿Has visto que como la luna llena, te
mantienes iluminando tu salón de clase siempre que optas por participar?
¿Comprendes que él es como una bomba llena de agua, que entre más la aprietas
más pronto estalla y se riega? ¿Cuándo decidiste volverte la mejor en patinaje?
¿Qué fue distinto cuando tuviste en cuenta las ideas de tu vecina, frente a la otra
vez que no quisiste escucharla?
11. Introducen hipótesis: Las hipótesis son consideradas formas de explicación
nunca definitivas, orientadoras y que ayudan al sistema a tomar un camino
determinado en su proceso de intervención. No siempre es bueno tejer hipótesis,
de hecho hay quienes aconsejan alejarse de esta ruta. Una hipótesis sistémica será
aquella que se construya con la propia familia. Nunca será aconsejable hipotetizar
a sus espaldas y focalizar la intervención a partir de ello, pues actuar de esta forma
es distante del enfoque aquí propuesto. No obstante estas precisiones, el Agente o
equipo de Intervención a la familia permanentemente podrá estar formulándose
hipótesis y de estas, lo que sigue es la formulación de preguntas. Las hipótesis
pueden ser parciales y adicionalmente pueden ser temporales. Preguntas así
formuladas desde el equipo que interviene, permitirán a la familia darse cuenta de
las conexiones frente al problema, de la indefensión de algunos de sus miembros,
entre otras cosas: ¿Teniendo como punto de partida que usted llega alicorado y ella
se esconde en el vecindario, qué hacen los niños? ¿Cómo piensa que se sienten?
Cuando usted la vio a ella ensangrentada, qué fue lo que pensó? ¿Será posible que
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la violencia mostrada por usted sea en verdad un enorme miedo a contar que no
logró conseguir el dinero necesario para…?
Las hipótesis también pueden estar relacionadas con el estilo y forma de
intervención profesional y con algunos pedidos de la familia, por ejemplo. Hay casos
en que las familias solicitan tareas, o piden regaños o juicios para los participantes,
en cuya eventualidad cabrían preguntas como: ¿Si yo cediera a la solicitud de tu
mamá y te diera una reprimenda, tú creerías que estamos camino hacia el logro de
los objetivos que aquí nos hemos propuesto? ¿Si yo volviera a hacer una sugerencia
como la que hice hace un instante que parece que a ustedes les molestó, tendrían
a bien hacérmelo saber, para que yo sepa que me estoy equivocando?
12. Que interrumpen el proceso: Se orientan a interrumpir procesos que han
tomado pista a partir de los participantes de una familia en un proceso de
intervención. Una alternativa puede ser la de proponer la realización de un cambio
de sillas o tras el espejo, o ignorar una conducta como gritarse o acusarse en plena
conversación y, centrarse en conversar con otros miembros del sistema justamente
conversando con los demás acerca de quienes se han entrabado en disputa. Otra
situación es cuando el Agente de Intervención se da cuenta que alguno de los
miembros está incómodo por algo que él está haciendo o diciendo. En este caso
sería de buen recibo preguntar si se ha causado molestia y si les parece bien que
se reoriente la intervención, o bien, reorientarla, o preguntar a todos qué podría
pasar si él insistiera en seguir con el estilo que está teniendo. Es importante en
algunos casos disculparse con la familia y retomar o redireccionar la conversación.
Como quiera que este documento cuenta entre sus intereses el brindar elementos
para trabajar en intervención a las familias afianzando la capacidad para preguntar;
y que dentro de las aportaciones de autores coherentes con el enfoque de este
trabajo está la idea de co-construir con las familias, muestro a continuación una
serie de preguntas que se inscriben o se asocian, armonizando con el contenido
general. Estas son ofrecidas por Dan McGuee, Agustin del Vento, y Janet Beavin
Bavelas en su texto “Un modelo interactivo de preguntas como intervención
terapéutica”, en cuyo contenido se resalta la interacción dentro de la conversación,
y cómo esta va incitando movimientos en el Agente de Intervención, que lo llevan a
reorientar y redireccionar poniéndose en mayor sintonía con el sistema. Los citados
autores manifiestan que usualmente introducir conversaciones y reflexiones
novedosas requiere de parte del Agente de Intervención y de la familia, esfuerzos
para cotejar tanto la pregunta como la respuesta. Admiten que es forzoso, como ya
se mencionó arriba, comprender la practicidad que ofrece el ir dando pasos, esto
es, progresos parciales. Entre sus ejemplos presentados tenemos: ¿Por qué cree
usted que las cosas aún no están peor? (¿Cómo?) ¿Por qué cree usted que las
cosas aún no se han vuelto peor, digamos al extremo de la violencia? (No sé. Están
bastante mal, sabe) Hummm. Pero ¿Qué es lo que ha evitado una crisis total?
(Bueno, creo que en el fondo realmente nos queremos). Nótese que tanto consultor
como consultante requirieron esforzarse para llegar a construir una comprensión
facilitadora; y nótese también que el Consultor no se concentró en ahondar el
problema sino que este fue convertido en un faro para peregrinar por las
posibilidades. Esto implica tener la flexibilidad para moverse de un lugar a otro: “…El
terapeuta rápidamente se mostró de acuerdo y sutilmente se movió hacia la
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perspectiva de la cliente como si eso hubiera sido lo que quiso decir en primer
lugar… El cliente es el dueño de la respuesta, no el terapeuta” (McGuee D, Del
Vento, A., Beavin, J., 2.004, p. 59). Esto es, la intervención a la familia se construye
en alianza con el o los consultantes a partir de un enfoque Construccionista.
PREGUNTAS ESTRATÉGICAS
Al finalizar este documento, no puedo pasar por alto la referencia a los Lineamientos
Técnicos para la Inclusión y Atención de Familias –Modelo Solidario- documento
que en su Tabla 8: “Encuentro de evaluación: exploración de la demanda o
solicitud de ayuda”1 ofrece una buena cantidad de ejemplos de preguntas e
intervenciones, las cuales se circunscriben al contexto de un primer encuentro o
primeros encuentros de evaluación. En efecto, la mayoría de las preguntas
aportadas por los autores contienen preguntas orientadas hacia fines variados, así
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Lineamientos Técnicos para la Inclusión y Atención de Familias, ICBF-OIM, 2009. Se recomienda ir al texto y
explorar todo el contenido que rodea la Tabla, para ampliar el contexto y comprenderla de cara a este.
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que se formulan entre otras cosas para definir: La posibilidad de reconocer los
autores y la red involucrados, de definir el objeto de la demanda, sus objetivos, su
contexto, de clarificar los efectos esperados, de establecer algunos indicadores de
resultados, el rol esperado de parte del Operador o Agente de Intervención, etc.
Referencias bibliográficas
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