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IX

LAS RESOLUCIONES JUDICIALES


CAPITULO I

RESOLUCIONES JUDICIALES EN EL PROCESO CIVIL

SUMARIO

1. Idea de las resoluciones judiciales.-2. CJasificación.-3. La sentencia civil.

BmLIOGRAFÍA

CAMMEO, Ú azian; dichiarative ntll dinlto íngíesse e nord-amerícano, en "Studi


pi diritto in onore di Giuseppe Chiovenda u , 1927. CASTRO, Curso d"e procedimientos
civiles, Buenos Aires, 1927. COUTURE, Fundamentos de derecho procesal civil, Buenos
Aires, 1951. CHIOVENDA, Principios de derecho procesal civil. DE PmA, Principios de
derecho procesal civil, México, 1957; el mismo, La publicidad en d periodo de 101"-
maeión de la sentencia.. en el volumen "Derecho procesal (Temas)", México, 1951.
GóMEZ ORBANRJA y HERCE, Derecho procesal, Derecho procesal civil, Madrid, 1951.
GUASP, Derecho procesal civil, Madrid, 1956. KISCH, Elementos de derecho procesal
civil. PRIETO CASTRO, Exposición del derecho procesal civil español, Zaragoza,
1941. RABAsA (Emilio), El juicio constitucional, México, 1921. RABA"SA (Osear),
El derecho angloamericano, México) 1944. Rocco (Alfredo), La sentencia civil,
México) 1943. Rocco {Hugc}, Derecho procesal civil, México, 1939.

1. IDEA DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES

La actividad de los 6rganos jurisdiccionales en el proceso se manifiesta


en una serie de actos regulados por la ley. Las resoluciones judiciales son
la exteriorizaci6n de estos actos procesales de los jueces y tribunales,
mediante los cuales atienden a las necesidades del desarrollo del proceso
a Su decisi6n.
Estas resoluciones no tienen todas el mismo objeto ni idéntica trascen-
dencia. El estudio de este tema nos permitirá dar a cada una su peculiar
significaci6n e importancia.

2. CLASIFICACIÓN

Las resoluciones judiciales 'pueden clasificarse en dos grupos: ínter-


locutorias y de fondo. Las primeras -/J'rouidencias (que también suelen
/
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recibir denominaci6n de decretos) y autos (que también han sido cali-


ficados como sentencias interlocutorias) - que son las que dictan los
6rganos jurisdiccionales durante 'la sustanciaci6n del proceso; las segun-
das -s-sentencias-i-, las que deciden la cuesti6n de fondo que constituye
el objeto del mismo.
La distinci6n entre providencias (o decretos) y autos.: se funda en la
menor o mayor trascendencia de las cuestiones sobre que recaen, punto
acerca del cual proveen las leyes procesales detalladamente. En algunas
legislaciones existe una diferencia formal entre providencias (o derechos)
y autos, debiendo éstos contener, como las sentencias, resultados y con-
siderandos.
La ley española orgánica del Poder Judicial (de 15 de septiembre de
1870) da el nombre de acuerdos a las resoluciones que toman los tribu-
nales en pleno, cuando no están constituidos en salas de justicia, a las
de las salas de gobierno de los mismos tribunales y en las en que los [ue-
, ces y tribunales imponen correcciones disciplinarias a los funcionarios
que intervienen en la formaci6n del'proceso, cuando no se expresa en la
sentencia la falta, correcci6n y nombre del corregido.
En la .literatura procesal y en la legislación italiana las resoluciones
judiciales se clasifican en decretos, ordenanzas y sentencias. La distinci6n
entre sentencia, ordenanza y decreto es bastante confusa. Rocco 1 ha pro¡
tendido establecerla diciendo que la sentencia declara el derecho contro-
vertido; la ordenanza provee a la marcha de un proceso en curso, y (el
decreto a todas las demás funciones judiciales o administrativas.
La doctrina alemana no presenta un criterio uniforme en cuanto a la
distinci6n de las resoluciones judiciales, pues unos autores afirman que
la existente entre sentencia, ordenanza y decreto es puramente formal (la
sentencia --dicen- se pronuncia en forma solemne; la ordenanza, median-
te un acto simplemente formal, y el decreto mediante un acto no formal) ;
mientras que otros, después de clasificar las resoluciones judiciales en
sentencias y decretos, atribuyen el carácter de sentencia a la resoluci6n
recaída previo debate entre las partes, o cuando, aun no habiendo exis-
tido éste, las partes hubieren sido citadas en legal forma, y consideran
decreto a la resoluci6n recaída cuando la cuestión ha sido decidida inau-
dita altera parte.
-El Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal (art.
79) preceptúa que las resoluciones son: a) Simples determinaciones de
trámite y entonces se llamarán decretos. b) Determinaciones que se eje-
cuten provisionalmente y que se llaman autos provisionales. c) Decisiones
que tienen fuerza de definitivas y que impiden o paralizan definitivamente

1 Derecho procesal ciuil, p. 285.


RESOLUCIONES JUDICIALES EN EL PROCESO CIVIL 321

la prosecuci6n del juicio, y se llaman autos definitivos. d) Resoluciones


que preparan el conocimiento y decisi6n del negocio ordenando, admitiendo
o desechando pruebas, y' se llaman autos preparatorios. e) Decisiones que
resuelven un incidente promovido ant~ o después de dictada la sentencia,
que son las sentencias interlocutorias. f)\ Sentencias definitivas,
Las resoluciones judiciales, según e1C6digo Federal de Procedimien-
tos Civiles (art, 220) son decretos, autos y sentencias; decretos, si se re-
fieren a simples determinaciones de trámite; autos, cuando decidan cual-
quier punto dentro del negocio, y sentencias, cuando decidan el fondo
del negocio.'
La clasificación de las resoluciones judiciales formuladas por el Có-
digo Federal de Procedimientos Civiles es mucho más sencilla que la del
C6digo de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal: Esta materia
es una de las menos felizmente tratadas por el código procesal del Distrito
Federal. En vez de establecer tres clases de resoluciones --'--decretos, autos
y sentencías-i-; complica innecesariamente la c1asificaci6n subdividiendo
los autos en otras tres -provisionales, definitivos y preparatorios-- y
conserva el viejo tipo de sentencia interlocutoria '( que en realii:lad es
un auto) junto a la sentencia definitiva, 19 que en la práctica se presta
a dudas y confusiones y al consiguiente .planteamíento de problemas de
difícil soluci6n.
El texto del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal,
al separarse de la c1asificaci6n formulada por los de 1872, 1880 y 1884
(que el Código Federal de Procedimientos Civiles ha conservado) no los
ha superado en este punto.
La doctrina, siguiendo el criterio que ha servido para establecer la
c1asificaci6n de las resoluciones judiciales en el Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito Federal, ha tratado de distinguirlas, en atenci6n
a su contenido, en la forma siguiente:
Decretos. Aunque el código citado declara que son simples determi-
naciones de trámite, su texto ha sido interpretado ampliamente, entendién-
dose,que son decretos, además de las resoluciones comprendidas en la frac-
ción 1 del artículo 79, todas las que no están expresamente incluidas, en los
demás apartados del citado precepto. Se afirma, a este respecto, que
muchas resoluciones que conforme al código anterior eran calificadas como
autos, en el actual deben reputarse como decretos, ya que éstos no sola-
mente comprenden las resoluciones de escasa importancia en el proceso, y
a las que las leyes anteriores llamaban decretos, tales como las que mandan
2 El Código de Comercio caliIi~ de definitiva a la sentencia que decide el negocio
principal (art. 1322), Y de interlocutoria a la que decide un incidente, un articulo so-
bre excepciones dilatorias o una competencia (art. 13.23_).
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unir a los autos algún documento o escrito, o hacer saber un c6mputo o


informe, sino que, lejos de ello, el c6digo clasifica como decretos reso-
luciones tan importantes como las que dan entrada a la demanda en el
juicio ordinario.
Autos prov4ionales. En el derecho mexicano se ha considerado siem-
'pre que tiene fuerza definitiva una resolución cuando el daño que pueda
causar. no es reparable en la sentencia definitiva, por lo tanto, tomando
como concepto opuesto al de las resoluciones que tienen fuerza definitiva,
al de las que se ejecutan provisionalmente, entendemos que son aquellas
que' se dictan a petici6n de un litigante, sin audiencia del otro, encami-
nadas a asegurar bienes o a realizar medidas de seguridad respecto al
que no ha sido oído, que pueden modificarse antes de dictarse la senten-
cia definitiva o al pronunciarse ésta (concepto que confirma el articulo 94
del C6digo de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal); de esta natu-
raleza son: la resolución que dicta una providencia precautoria de secuestro o
de arraigo, el auto' de exequendo en el juicio ejecutivo, el mandamiento
para la fijaci6n de la cédula en el hipotecario, etc. .
Autos definitivos. Calificanse así las resoluciones que, no siendo la sen-
tencia definitiva, ponen fin al proceso, y por ello se dice que tienen fuerza
de definitivas, esto es, no cabe que sean modificadas por sentencia poste-
.rior que no habrá posibilidad de pronunciar.
El C6digo de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal dice,
como hemos visto, que son decisiones que tienen fuerza de definitivas
y que impiden o paralizan definitivamente la prosecución del juicio.
La definitividad de estas resoluciones --cuya noci6n es bastante os-
cura- se traduce, según la opini6n general, en la posibilidad de que pro-o
duzcan un gravamen imposible de reparar.
Autos preparatorios. Recaen con motivo de la actividad que corres-
ponde al juez en relación con la. preparaci6n del material de conoci-
miento, especialmente con la admisión o no de las pruebas. La precisión
del contenido de estos autos no presenta dificultad particular.
Sentencias ínter/ocutorías. Las sentencias se han clasificado tradicio-
nalmente en definitivas e interlocutorias. Las definitivas ponen fin al pro-
ceso en una instancia y las interlocutorias están destinadas a la resolu-
ci6n de cuestiones incidentales. En atención a lo dispuesto en el Código
de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, se emplean para re-
solver los incidentes promovidos antes o después de la sentencia definitiva.
Según sus efectos, las sentencias interlocutorias impiden o paralizan defi-
nitivamente la prosecuci6n del juicio, teniendo en este caso el efecto del
auto definitivo, o bien no la impiden ni paralizan (articulas 696 y 700
RESOLUCIONES JUDICIALES EN EL PROCESO CIVIL 323

del c6digo citado); v. gr., la resolución que declara procedente la falta


de personalidad en el actor, resolviendo el artículo de previo y especial
pronunciamiento en que se trata de esa excepción en el juicio ordinario'
(primer tipo' de interlocutoria); la resolución que niega una nulidad
procesal demandada por uno de los litigantes (segundo tipo).
Sentencia definitiva. El Código de Procedimientos Civiles para el Dis-
trito Federal se abstiene de formular una definición acerca de ésta que
es la más importante de las resoluciones judiciales. El Código Federal. de
Procedimientos Civiles dice que las resoluciones judiciales son sentencias
"cuando decidan el fondo del negocio".
De esta resolución trataremos, por separado, en el epígrafe siguiente,
estudiándola en sus diferentes aspectos.

3. LA SENTENCIA CIVIL

A) N oci6n. La denominación de sentencia se aplica a resoluciones


judiciales de muy distinto contenido y finalidad. El Código de Procedi-
mientes Civiles para el Distrito Federal (art. 79) distingue, como se ha
visto anteriormente, entre sentencias interlocutorias y definitivas.
La finalidad de las interlocutorias se expresa en la fracción V del
artlculo 79 del citado c6digo; la de las definitivas no la formula este
cuerpo legal. El Código Federal de Procedimientos Civiles (art. 220),
dice que sentencia es la resolución que decide el fondo del negocio.
CHIOVENDA' ha escrito sobre este tema que la sentencia con que el
juez declara proceder o no proceder el conocimiento sobre el fondo, tiene
una naturaleza profundamente distinta de la sentencia con que provee
sobre el fondo. Con aquélla, el juez pronuncia sobre la actividad propia;
en ésta, sobre la actividad ajena.
La sentencia debe ser considerada como el fin. normal del proceso.
Toda la actividad de las partes y del órgano jurisdiccional se encamina,
prácticamente, a este resultado, que constituye su meta.
La denominación de sentencia debiera reservarse para designar, úni-
camentc, a la resolución judicial en virtud de la cual el órgano juris-
diccional competente, aplicando las normas al caso concreto, decide la
cuestión planteada por las partes (o por el Ministerio Público cuando
interviene en calidad de actor).
En la realidad legal, sin embargo, la denominación de sentencia se
aplica también a resoluciones que no revisten este carácter.

8 Príncipíos, T. 1, p. 113.
INSTITUCIONES DE DERECHO PROCESAL CIVIL

El interés en la producci6n de la sentencia de fondo es común al


demandante y al demandado, ya que a ambos afecta igualmente la reso-
luci6n del caso jurídico y planteado.
E! contenido de la sentencia está integrado por un razonamiento (ele-
mento l6gico) y un mandato (acto de autoridad). El elemento l6gico
constituye la justificaci6n de la sentencia; el elemento o acto de autoridad,
como manifestaci6n de la autoridad del Estado, expresada por medio del
6rgano jurisdiccional' competente, constituye su esencia.
La sentencia tiene una .eficacía imperativa y obligatoria. La parte
vencida, una vez que la sentencia es firme, no puede dejar de cumplirla,
salvo que la parte que la ha obtenido renuncie a su ejecuci6n. Se ha lla-
mado a la sentencia, en sentido figurado, les especialis, porque su potes-
tad se refiere al caso, concreto que la motiva. La eficacia de la sentencia
se concreta en la obligaci6n que se impone a la parte vencida de compor-
tarse de acuerdo con la declaraci6n de derecho formada por el juez.
B) Formaci6n. La fonnaci6n de la sentencia es según se trate
de un 6rgano jurisdiccional unipersonal o colegiado. En el primer caso,
el juez, en vista del material elaborado en el proceso,' emite el fallo con
su 'propio y exclusivo esfuerzo, mental. En el segundo, la sentencia se
produce con el concurso de los varios jueces que' 'integran el. tribunal,
.entre los cuales, para cada pleito se nombra un ponente, procediéndose a
votaci6n de las conclusiones formuladas por éste y siendo el fallo el re-
sultado de dicha votaci6n.
En oposici6n al sistema, generalmente aceptado, que establece el se-
creto para las deliberaciones conducentes al acuerdo de la sentencia, la
Ley de Amparo (art. 186) entrega a la publicidad el proyecto de resolu-
ción, votándose éste en audiencia pública, previa discusi6n del asunto por
los ministros.•
" La Ley española de Enjuiciamiento Civil (de 3 de febrero de 1881) denomina
sentencias a las resoluciones judiciales que decidan las cuestiones de pleito en una
instancia o en un recurso extraordinario; a- las que recayendo sobre un incidente
pongan término al principio objeto del pleito, haciendo imposible su continuación, y
a las que declaren haber o-no lugar a oír a un litigante condenado en rebeldía. Las
sentencias se . llaman firmes cuando no quepa contra ellas recurso alguno ordinario ni
extraordinario, ya por su naturaleza, ya por haber sido consentidas por las partes
(hay que advertir, no obstante, que contra zas sentencias firmes, según la citada
ley; arto .1-796. cabe el recurso extraordinario de revisión, por lo que la definición legal
de sentencia firme no es literalmente exacta). Ejecutoria es, según dicha ley, el do-
.cumentc público y solemne en que se consigna una sentencia firme.
6 Contra esta errónea interpretación del principio de la publicidad en el proceso,
se ha manifestado EMIUO RABASA, en El juicio constitucíonat, 1921; DE PINA, en
Temas de derecho procesal, 1941; Y OseAR RAB~SA, en El derecho angl0!'lmericano,
·1944.
RESOLUCIONES JUDICIALES EN EL PROCESO CIVIL 3i25'

C) Estructura. Tradicionalmente se ha venido exigiendo para la re-


dacción de las sentencias (y aun pala los autos) determinados requisitos
formales, no dejando la estructura de ellas al arbitrio del juez.
Aunque el Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal
ha suprimido las antiguas fórmulas de las sentencias, no ha eliminado t<>-
talmente los requisitos formales de esta resolución.
La sentencia, de acuerdo con diferentes artículos del citado c6digo
procesal, debe llenar los requisitos externos siguientes: a) Estar redactada
como todos los documentos y resoluciones judiciales, en español (art. 56).
,b) Contener la indicación de lugar, fecha y juez o tribunal que la dicte,
loo nombres de las partes contendientes y el carácter con que litigan y el
objeto del pleito (art, 86). e) Llevar las fechas y cantidades escritas con
letra (art, 56). d) No contener raspaduras ni enmiendas, poniéndose sobre
las frases equivocadas una linea delgada que permita su lectura, salvándose
el error al final con toda precisión (art. 57). e) Estar autorizadas con la
firma entera por jueces, ~tarioS-ymal(istrados (art. 80).
- "Deacuerdo con tas prescripciones da Código Federal de Procedimien-
tos Civiles (arts. 219 Y 222), las sentencias contendrán, además de los
requisitos comunes a toda ,resolución judicial (es decir, la expresión del
tribunal que las dicta, lugar, fecha y fundamentos, firmas del juez o
magistrado y la autorización del secretario), una relación sucinta de las
cuestiones planteadas y de las pruebas rendidas, así. COmo las considera-
ciones jurídicas aplicables, tanto legales como doctrinales, comprendien-
do en ellas los motivos para hacer o no condenación en costas, y termina-
rán resolviendo, con toda precisión, los puntos sujetos a la consideración
del tribunal, y fijando, en su caso, el plazo dentro del cual deben cum-
plirse. _
El Código dé Procedimientos Civiles de 1884- conservaba todavia las
antiguas fórmulas de las sentencias, siguiendo la tradición española. Estas
fórmulas no son (aún se mantienen en la legislación procesal de muchos
países) tan absurdas como suponen sus impugnadores. No tienen, por
otra parte, su origen en el capricho, sino que son hijas de la experiencia,
que aconseja no dejar al arbitrio de los jueces la forma de sus resolu-
ciones más importantes, como no se deja al de las partes la de sus escritos
esenciales.
La supresión de las antiguas f6nnulas ha producido el resultado de
dar, frecuentemente, a las sentencias la apariencia de ensayos, adornados
con citas de autores nacionales y extranjeros, con rigurosa precisión en
la referencia de volúmenes y páginas" en que suele ser más visible el afán
de lucimiento de quienes 'las dictan, que la preocupación por el acierto en
los fallos, aunque ésta no deba considerarse nunca ausente.
326 INSTITUCIONES DE DERECHO PROCESAL CIVIL

. No seria justo dejar de reconocer, a este propósito, que la supresión


de las antiguas fórmulas de las sentencias perseguía una finalidad plau-
sible, como era la de poner término al uso incorrecto de ellas por gran
número de jueces que, carentes de la técnica más elemental, llevaban a
los resultados el contenido propio de los considerandos, y viceversa, pre>-
duciendo resoluciones verdaderamente monstruosas, aunque la solución
no pueda considerarse, sin embargo, satisfactoria, por más que de ello no
pueda culparse a quienes redactaron el proyecto del código procesal hoy
vigente en el Distrito Federal.

D) Requisitos internos. Los requisitos internos o esenciales de la sen-


tencia de fondo son los siguientes: a) Congruencia. b) Motivación. e) Ex-
haustividad.

a) Al requisito de la congruencia alude el articulo 81 del C6digo ~t


Procedimientos Civiles para el Distrito Federal cuando dispone que las-
sentencias deben ser claras, precisas y congruentes con las demandas y
las contestaciones, y con las demás pretensiones deducidas oportunamente
en el pleito."
La congruencia es un requisito impuesto, a la vez, por el derecho y
por la lógica.
Significa la congruencia la conformidad en cuanto a la extensión,
concepto y alcance entre lo resuelto por el órgano jurisdiccional y las pre-
tensiones que los litigantes han formulado en el juicio.
El requisito de la congruencia de la sentencia impone al juez la obli-
gación de tener al mismo tiempo en cuenta, en el momento de la decisión,
los dictados del derecho y los de la lógica.

b) La motivación de la sentencia "es una garantía real y eficaz para


los litigantes y una necesidad .para el pueblo, pues es uno de los medios
de evitar la arbitrariedad":

6 ...... EI requisito de la claridad consiste en que el acto decisorio no sea ccntradic-


torio en sus considerados entre si y entre éstos y su parte resolutiva, y es indis-
pensable que sea, inteligible. el juicio lógico contenido en la sentencia y que el silo-
gismo judicial se, establezca de modo que no se entienda oposición entre la conclusión
y las premisas (Anales de Jurisprudencia, T. III, p. 49). La falta de élaridad y pre-
cisión en la sentencia, tiene que señalarse concretamente para que valga como agravio,
puntualizando c}J.~eo/son los periodos oscuros (Anales de [urisprudencía, T. XVIII,
p. 811). Según Ia'elnterpretación juridica del artículo 81, s6lo puede entenderse por.
sentencia definitiva la resoluci6n que, congruente con la demanda, contestación y deni'ás
pretensiones deducidas oportunamente en el pleito, condene, absuelva o _decida los
.púntos litigiosos objeto del debate (Anales de Juri.,sprudencia~ T. X, p. 337).
1 CASTRo,-Curso de procedimientos civiles, T. I1, p. 141.
RESOLUCIONES JUDICIALES EN EL PROCESO CIVIL 3,27

El objeto de la motivaci6n es el de "mantener la confianza de los


ciudadanos en la, justicia, y, al mismo tiempo, facilitar la fiscalización por
el tribunal superior de la vía de las instancias y recursos extraordinarios".·
La motivaci6n de la sentencia constituye, prácticamente, un obstáculo
casi insuperable opuesto a la arbitrariedad judicial. '
En el derecho mexicano es innegable la necesidad legal de la moti-
vaci6n de la sentencia, que en-la práctica se cuida con celo verdadera-
mente ejemplar por los funcionarios judiciales; exigencia fundada en la ,
prescripci6n constitucional que establece que en los juicios del orden civíl
la sentencia definitiva deberá ser conforme a la letra, o a la interpreta-
ci6n jurídica de la ley, y que, a falta de ésta, se fundará en los principios
generales del derecho (art. 14 de la Constituci6n Federal).
e) El artículo 81 del Código de Procedimientos Civiles para el Dis-
trito Federal dispone que las sentencias deben condenar o absolver al
demandado' y decidir todos los, puntal litigiosos que' hayan sido objeto
del debate.
Complementario de este artículo es el 83 del mismo c6digo, según el
cual los jueces y tribunales no podrán, bajo ningún pretexto, aplazar,
dilatar ni negar la resolución de las cuestiones que hayan sido discutidas
en el pleito.
Las sentencias civiles sólo pueden decidir sobre los puntos sujetos a
debate, pero no pueden dejar de decidir sobre todos y cada uno de ellos.
E) Clasificaci6n. Las sentencias han sido objeto de diferentes clasi-
ficaciones. Todas ellas coinciden, sin embargo, en lo esencial.
La clasificaci6n más aceptada es la siguiente: según absuelvan o con-
denen al demandado, en desestimatorias y estimatorias; según recaigan
sobre un incidente o pongan término a la relaci6n procesal, en interlocu-
torias y definitivas; por el juez o tribunal que las dicta, en de primera
y segunda instancia; en atención a sus efectos sustanciales, en de con-
dena, declarativas y constitutivas; por la naturaleza de la decisi6n, en de
fondo (que resuelven la cuesti6n planteada) y de rito ¡que pone fin a
éste sin entrar en la resoluci6n de la cuesti6n planteada), en el' pr¡trie'r
caso se llama también material, y en el segundo, formal.
Considerada la demanda como un proyecto de sentencia formulado
por el actor, ésta tendrá idéntico carácter que la acci6n de condena, de-
clarativa o constitutiva, que en aquélla se ejercite.
La sentencia de condena presupone dos cosas:
a) La existencia de una voluntad de la ley que garantice un bien a '
alguien, imponiendo al demandado la obligaci6n de una prestación.

8 PRIETO CASTRO, Exposici6n del derecho procesal civil español, T. I J p. 183.


328 INSTITUCIONES DE DERECHO PROCESAL CIVlL

b) La convicción del juez .de que basándose en la sentencia pué-


dase, sin. más, inmediatamente o después de un cierto .tiempo, proceder
por los órganos del Estado a los actos posteriores necesarios para la con-
secución efectiva del bien garantizado por la ley"
Las sentencias declarativas sirven a la necesidad social de esclarecer
determinadas relaciones jurídicas, por la eficacia de esta mera declaración.
Tienen de común con las de condena, como dice KISCH,'· que se limitan a
reflejar la situación jurídica tal y como ella es.
La sentencia declarativa tiene, pues, una finalidad autónoma: la de
la declaración de la certeza de la protección jurídica.
Como es sabido, se ha formulado un concepto negativo de las acciones
declarativas, afirmando que son aquellas que no tienden a conseguir la
producción de nuevos efectos jurídicos distintos de la simple eficacia
de la cosa juzgada. CAMMED I I dice que esta noción negativa es insuficiente
y fija la noción positiva de las sentencias de este tipo, afirmando que su
fin específico, su razón de ser, consiste en que deben servir y sirven
para eliminar la incertidumbre que caiga sobre la existencia de derechos
o negocios jurídicos, mediante' el aseguramiento acabado por el juez y
mediante la eficacia de la consiguiente sentencia.
Las sentencias constitutivas. tienen como característica esencial la pro-
ducción de un estado jurídico que antes de pronunciarse no existía. Estas
sentencias, normalmente, producen sus efectos ex nune (desde la senten-
cia) y no ex tune (desde la demanda); excepcionalmente, pueden produ-
cirse y se producen sus efectos en forma retroactiva.
CARNELUTTI distingue dos clases de sentencias constitutivas: aquellas
cuyo nuevo efecto jurídico es una consecuencia de puro derecho de la
declaración y aquellas en las que éste procede excepcionalmente de la apli-
cación d~~ la equidad; ejemplo del primer caso es la separación personal
en la nulidad del matrimonio, y la resolución de un contrato por cláusula
resolutoria expresa; y del segundo, la resolución del mismo por cláu-
Sula resolutoria tácita, y la concesión de prórroga y la fijación judicial de
término par,! el cumplimiento de las obligaciones.

9 CmOVENDA, Principios de derecho procesal civil" vol. J, p. 185.


10 Elementos de derecho procesal ciiJil, p. 131.
:n. Le azioni díohlartuíue nel dirieto inglesse ti' nord-americano, en -"Studi di diriuo
"jJTOcfSSuale in onOTe di Giuseppe ChiotJendtl', p. 173. -
CAPITULO II

LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA

SUMARIO

1. Diversos efectos de la sentencia.-2. La cosa juzgada.-3. Limites obje-


tivos y subjetivos de la cosa juzgada.

BIBLlOORAFfA

ALSINA, Tratado teórico·jwóctico de derecho procesal civil y comercial. Cou-


TUitE, Fundamentos de derecho procesal, civil, Buenos Aires, 1951. CHIOVENDA,
Principios dtl derecho procesal civil. DE PINA, Principios de derecho procesal
civil, México, 1957. DE LA PLAzA, 1.4 casación civil, Madrid, 1944. GóMEZ ORDA-
NEJA, Teorías acerca dlJ la cosa juzgada, Valladolid, 1932. GUASP, Limites ttnnporales
de la cosa juzgada, sobretiro del "Anuario de Derecho Civil", Madrid, 1948. LACOSTE,
De la chose jugle en matiere civile, criminelle, dÍJciplinaire et adminístratioe, París,
1941. MAGUORE, Autoridad de la cosa juzgada, Buenos Aires, 1945. PAZ, Efectos
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-Buenos Aires, 1947. R1SPOLI, Istituzioni di diritto processuale cíuíle, 1935. Rocco
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proceso eivil, en "Revista General de Legislación y Jurisprudencia", Madrid, 1936.

1. DIVERSOS EFECTOS DE LA SENTENCIA

Los efectos de la sentencia son diversos, según su especie y la mate-


ria sobre que recaen, pero los principales son los siguientes: a) La cosa
juzgada. b) La llamada, impropiamente, actio judicati, o sea la facultad
que corresponde a la parte que ha obtenido sentencia favorable de hacerla
ejecutar judicialmente cuando el vencido no la cumple de modo voluntario.
e) Las costas procesales.

2. LA COSA JUZGADA

La cosa juzgada puede entenderse en dos sentidos: formal o procesa!,


y sustancia! o materia!. En el primero significa la imposibilidad de im-
330 IN'STITUCIONES DE DERECHO PROCESAL CIVIL

pugnación de la sentencia recaída en un proceso, bien porque no exista


recurso contra' ella, bien porque se haya dejado transcurrir e! término
señalado para interponerlo; en este sentido se considera 1 como una sim-
ple preclusión que no afecta más que al proceso en que se produce; pero
hay que tener en cuenta." que no conviene confundir la preclusión con
la cosa juzgada, aunque la preclusión sea la base práctica de 'la senten-
cia, porque la preclusión es una institución general de! proceso, que tiene
aplicación en muchos casos distintos de la cosa juzgada.
En sentido sustancial (CHIOVENDA) la cosa juzgada consiste en la
indiscutibilidad de la esencia-de la voluntad concreta de la ley afirmada
en la sentencia. La eficacia de la cosa juzgada en sentido material se
extiende a los procesos futuros; en su consecuencia, lo que se establece en
la sentencia basada en autoridad de cosa juzgada no puede ser objeto
de nuevo juicio; ésta es la verdadera cosa juzgada.
. CHIOVENDA escribe acerca de esta institución, que no tiene en sí mis-
ma nada de abscluta ni de necesaria, afirmando que del concepto del
oficio del juez sólo se deriva necesariamente que la sentencia deba poder-
se mandar a ejecución, pero sin que haya de tenerse en lo futuro como
norma inmutable del caso decidido. Esto es -dice CHIOVENDA- tan exac-
to; que conocemos derechos antignos en los cuales la sentencia es obliga-
toria para las partes mientras que existe, pero puede ser impugnada
indefinidamente. Sólo por meras razones de oportunidad y de utilidad
social sé introduce en los distintos derechos un límite de la discutibilídad
de lo decidido.
Las dudas formuladas por CHIOVENDA' con relación al carácter nece-
sario y absoluto de la cosa juzgada han sido objetadas, afirmándose que
negar dicho carácter significa alterar la naturaleza de la función juris-
diccional, porque ésta, en tal caso, se reduciría a una actividad puramen-
te consultiva, mientras que, en realidad, la autoridad judicial no debe
emitir opiniones sino pronunciar decisiones obligatorias y, en· su caso,
ejecutivas, aparte de que se frustraría e! fin de la misma actividad juris-
diccional, porque de ese modo e! procedimiento de conocimiento se re-
duciria a una pura declaración de derechos, inútil y vana, puesto que la
parte que sucumbe nunca quedaría satisfecha, con la declaración obte-
nida, sino. que repetiría indefinidamente la instancia de una nueva de-
claración:' .
En efecto, no hay que olvidar que las partes en tanto adquieren ven-
tajas por la decisión obtenida, en cuanto no puede ya obtenerse una nueva,

1. RISPOLt, Istituzioni di díríuo processuale eioííe, p. 325.


2 CHIOVEND...., Principios, T., JI, p. 4-12.
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA 33,1

y en tanto se sujetan a la misma, en cuanto saben que, cerrado el estadio


de conocimiento sólo resta proceder a la ejecución.'
La casa juzgada en el pensamiento de los procesalistas, establece la
presunción juris et de jure de que la ejecutoria, según la expresión tradi-
cionalmente consagrada, se tiene por verdad legal inalterable (es decir,
que contiene la verdadera y exacta aplicación de la norma legal a un
caso concreto) y no puede, por tanto, impugnarsc, ni modificarse, por
motivo, autoridad ni tribunal ninguno.
R.ecordando el viejo estilo, para el Código Federal de Procedimientos
Civiles (art, 354), la cosa juzgada "es la verdad legal".
Advierte, sin embargo, CHIOVENDA' que cuando se' define la cosa
juzgada como ficción de verdad, como una verdad formal, como una pre-
sunción de verdad, se dice una cosa sólo exacta en el sentido de que para
la mayor parte de las personas extrañas al pleito la sentencia del juez
aparece como cosa conforme a la verdad; pero que ésta no es más que la
justificación social de la sentencia, puesto que juridicamcnte la cosa juz-
gada no hace referencia a la afirmación de la verdad de los hechos, sino
a la existencia de una voluntad de la ley en el caso concreto.
Para afirmar la fuerza y la autoridad de la cosa juzgada y hacerla
práctica y efectiva, conceden las leyes una acción y una excepción. Com-
pete la acción a la parte que obtuvo la resolución favorable para pedir la
ejecución de la sentencia contra el vencido o para reclamar la cosa ganada
en el pleito de cualquiera en cuyo poder se halla, siempre que no haya
prescrito la acción.
La excepción que puede invocarse para estos efectos es la exceptio
rei judicatae, que tiene el carácter de perentoria y compete a aquellos
que han sido parte en un juicio anterior, consistiendo en la facultad de
alegar y probar la existencia de la cosa juzgada, es decir, la facultad
de alegar y probar la existencia de aquella causa especial de extinción
del derecho de acción y del derecho, de jurisdicción en que consiste.
La excepción de cosa juzgada -escribe Roceo--- en cuanto aparece
como una facultad que corresponde a las partes, y en especial como una
facultad que pertenece al demandado en el nuevo juicio, es cabalmente
la facultad de pedir que los órganos jurisdiccionales declaren la existen-
cia de esta causa extintiva del derecho de jurisdicción del Estado, y, por
lo tanto, que declaren la existencia de la prohibición impuesta parla ley
procesal a los mismos órganos, de la cual deriva el derecho del que invoca
en su favor la cosa juzgada, de que los órganos jurisdiccionales no juz-
guen nuevamente de re judica/ae, y la obligación de aquellos mismos

3 Rocco, Derecho procesal civil, p. 309.


4 Principios, T. 11, p. 415.
332 INSTITUCIONES DE DERECHO PROCESAL CIVIL

de no juzgar nuevamente aquellas relaciones jurídicas de derecho sus-


tancial que constituyeron el objeto de una anterior sentencia basada en
autoridad de cosa juzgada. Para Rocoo, la excepción de cosa juzgada
se presenta como órgano de la consumación procesal, es decir, como el
órgano de la extinción del derecho de acción y contradicción en juicio,
y, al mismo tiempo, como el órgano de la extinción del derecho de juris-
dicción del Estado en su función de conocimiento.
Con vistas al derecho positivo, no todas las sentencias producen la
excepción de cosa juzgada.
Según lo dispuesto en el artículo 94, del Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito Federal, las resoluciones judiciales firmes dictadas
en negocios de alimentos, ejercicio y suspensión de la patria potestad, in-
terdicción, jurisdicción voluntaria y las demás que prevengan las leyes,
pueden alterarse y modificarse cuando cambien las circunstancias que afec-
tan el ejercicio de la acción que se dedujo en el juicio correspondiente.'
Establece el Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Fe-
deral que existe la cosa juzgada desde el momento en que la sentencia cau-
sa ejecutoria,"
Esta ejecutoriedad se produce, de acuerdo con dicho código, por mi-
nisterio de la ley o por resolución judicial.

6' No existe cosa juzgada cuando se está en presencia del ejercicio de derechos

adtlcidos por terceres que no han litigado, y a quienes, por esa raz6n no puede afec-
tarles lo decidido en una sentencia dictada en juicio en que no han sido partes [Se-
manasío Judicial de la Federación, T. XXV, p. 1446; T. XXX, p. 127; T. XXVI,
p. 1978; T. XLI, p. 2993; T. LVII, p. 385J. Para que exista la cosa juzgada
es de todo punto indispensable que exista identidad, de objeto, de causa y de partes. El
alcance exacto de la cosa juzgada lo definen los puntos resolutivos de la sentencia
y no las razones en que esa misma sentencia se haya apoyado (Semanario Judicial
de la Federaci6n, T. XXXV, p. 1154).
e El Código Federal de Procedimientos Civiles preceptúa que hay cosa Juzgaeta
cuando la sentencia ha causado ejecutoria (art. 355), causándola (art. 356) las si=--
guientes: l. Las que no admiten ningún recurso. 11. Las que, admitiendo algún recurso,
no fueren recurridas o, habiéndolo ~ido, se haya declarado desierto el interpuesto o
haya desistido el recurrente de él. 111. Las consentidas expresamente por las partes, su.!
representantes legitimas o sus mandatarios con poder bastante. -
En los casos de las fracciones 1 y 11 del artículo 356, las sentencias causan eje-
cutoria por ministerio de la ley; en los casos de la fracci6n 111 se requiere declaraci6n
judicial, la que será hecha a petici6n de parte. La declaraci6n se hará por el tribunal
de apelación, en la resolución que declare desierto el recurso. Si la sentencia no fuere
recurrida, previa certificación de esta circunstancia por I l~ secretaria, la declaración
la hará el tribunal que la haya pronunciado, y, en caso rde desistimiento, será hecha
por el tribunal ante el que se haya hecho valer.
La peclaración de que una sentencia ha causado ejecutoria no admite ningún
rotuno '(arto 357).
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA 333
\
Causan ejecutoria por ministerio de la ley (art. 426 del código citado) :
a) Las sentencias pronunciadas en juicio cuyo interés no pase de cinco mil
pesos. b) Las sentencias de segunda instancia. e) Las que resuelvan una
queja. d) Las que diriman o resuelvan una competencia, e) Las demás que
se declaren irrevocables por prevenci6n expresa de la ley, así como aquellas
de las que dispone que no haya más recurso que el de responsabilidad.
Causan ejecutoria por declaraci6n judicial: a) Las sentencias consen-.
tidas expresamente por las partes o por sus mandatarios con poder o cláusula
especial. b) Las sentencias de que hecha notificaci6n en forma, no se in-
terponerectirsoen el término señalado por la ley. e) Las sentencias de que
se interpuso 'recurso, pero no se continu6 en forma y término 'legales o se
desisti6 de él la parte o su mandatario con poder o cláusula especial (art.
427 del código citado).
La cosa juzgada se ha fundaddo, bien en que es una exigencia práctica
impuesta por la necesidad de asegurar la certidumbre en el goce de las
cosas y derechos que nos pertenecen, bien en la consideraci6n de que
constituye un medio de pacificaci6n social,"
La cosa juzgada es una instituci6n de extraordinaria utilidad social,
pues sin ella, como dijo LAURENT, el clásico civilista francés, el mundo seria
un verdadero semillero de pleitos.

3. LÍMITES OBJETIVOS Y SUBJETIVOS DE LA COSA JUZGADA

Los límites objetivos de la cosa juzgada se señalan cuando se reconoce


que su existencia constituye un obstáculo al planteamiento de procesos
futuros, excluyendo la posibilidad de un nuevo juicio sobre el. tema de la
relaci6n juridica declarada en la resoluci6n pasada en autoridad de cosa
juzgada. Para que este efecto se produzca, se requiere, necesariamente,
que el objeto de la acci6n que se pretende ejercitar coincida por com-
pleto con el de la sentencia anteriormente pronunciada de la que dima-
nen los efectos de cosa juzgada.

., La parte resolutiva de la sentencia es lo que forma la cosa juzgada, según la


doctrina unánime de los autores; pero la parte considerativa es preciso tenerla en
cuenta: a) Cuando sea necesario relacionarla para determinar el alcance en .que rija
la parte decisoria y su interpretaci6n; b) Cuando se trate de una resoluci6n implícita,
caso en que tiene autoridad igual 'a una disposición expresa, pues en muchas sen-
. tencias causan los motivos necesarios para precisar y completar el sentido de la
parte decisoria (ejemplo, puntos decisorios implícitos ya expresadas que na se des-
prenden de la simple lectura de la parte decisoria); e) Deberá, además, para la casa
juzgada, excluirse la que fuere enunciativo en las puntas resolutivos. {Anales de Juris-
prudencia, T. XXXII, p. 781.)
334- INSTITUCIONES DE DERECHO PROCESAL CIVIL

La .cosa juzgada, desde el punto de vista objetivo, se limita a la acci6n


o derecho sobre el que ha versado la demanda, sin que afecte tampoco a
los hechos reconocidos en la sentencia.
Fórmase la cosa juzgada exclusivamente sobre la parte resolutiva de
la sentencia, excluyéndose los motivos de la misma, como inoperantes
para estos efectos, aunque se les reconozca importancia para la interpre-
tación del fallo.
Subjetivamente considerada, se admite corno regla general que la efi-
cacia de la cosa juzgada no se extienda "a quienes no hayan intervenido
en el, proceso. Pero esta regla general no tiene un valor absoluto, por lo
menos desde el punto de vista de las legislaciones vigentes. .'
Rocco contradice la posición de los autores que a! abordar el proble-
ma de los límites subjetivos de la cosa juzgada parten de la 'premisa de
que ésta debe tener efectos relativos, limitados a las partes, y afirmando,
en su consecuencia, que ningún efecto deberá desplegar con relación a
los llamados terceros.
El problema de los límites subjetivos de la ~osa juzgad". pou:a estos au-
tores --dice Rocco- consistirá únicamente en explicar, según un con-
cepto y unas normas que se querría que fuesen generales, por qué razón,
en una serie no despreciable de casos, que constituirían otras tantas ex-
cepciones a la regla de la eficacia inter partes, los efectos de la cosa
juzgada se extienden a una categoría de sujetos mucho más vasta que las
solas partes, hasta el grado de valer erga omnes, y no sólo irente a los lla-
mados terceros, en algunos casos, consistiendo el problema, según estos
conceptos, en conciliar las llamadas excepciones con la regla fundamental
de la eficacia inter partes. Las tentativas hechas en este sentido han fra-
casado --regún Rocco- por haberse planteado erróneamente el problema.
Pretender encontrar en algunos casos determinados y en ciertas cate-
gorías de acciones eficacia de la cosa juzgada erga omnes constituye
-para Rocco- Ul1 fundamental error. No es exacto --dice-o afirmar que
en algunas categorías de acciones y en particular en las de estado, se
pueda tener una eficacia de cosa juzgada erga omnes, porque ta! eficacia
estará siempre y en todo caso, en dicha categoría de acciones, limitada a
aquellos sujetos que habrían podido jurídicamente pretender la declara-
ción; mientras que para aquellos que en ningún caso habrían podido
encontrarse en esta posibilidad jurídica, ningún efecto podrá jamás des-
plegar la cosa juzgada, en cuanto jamás, ni en ningún caso, aun prescin-
diendo de la declaración anteriormente citada, tales sujetos habrían po-
dido pretender legitimamente la declaración de la relaci6n jurídica. Pero
también es inexacta y errónea -según Rocco- la afirmación de que la
cosa juzgada puede, en algunos casos de carácter excepcional, tener efica-
cia frente a los terceros.
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA 33:>

En realidad, para aquellos sujetos que la doctrina común considera


como terceros únicamente por el hecho de su no participación en. juicio,
no son tales, porque habrían estado siempre autorizados o legitimados
para iniciar el juicio o, por lo menos, para intervenir en el juicio incoado
por otro. Por el contrario, frente a aquellos sujetos que según un con-
cepto netamente procesal se podrían llamar terceros, en cuanto no habrían
estado nunca autorizados o legitimados para incoar el proceso o, por lo
menos, para intervenir en el promovido por otro, la cosa juzgada no
despliega ninguna eficacia, precisamente porque no es concebible un de-
recho y una obligación de no pretender la declaración de una relación
jurídica en quien, independientemente de la declaración anterior, nunca
habría estado, al menos virtualmente, autorizado para pretenderla.
Teniendo en cuenta que tanto el concepto de parte como el de ter-
cero son demasiado estrechos para resolver, desde un punto de vista
general, el problema de los límites subjetivos de la autoridad de la cosa
juzgada, éste debe ligarse al problema general de la naturaleza y fun-
damento de la autoridad de la cosa juzgada. Puesto qu~ la cosa juzgada
no es sino el fenómeno de la extinción del derecho de acción y contra-
dicción, en cuanto siendo el derecho de acción un derecho a la presta-
ción de la actividad jurisdiccional, tal prestación debe reputarse cumplida
cuando la acción se haya ejercitado, la eficacia extintiva de la autoridad
de la cosa juzgada deberá efectuarse con respecto a todos los sujetos titu-
lares del derecho de acción y de contradicción ejercitado )1 extinguido.
. El problema en cuestión -para Rocco- no es más que ~l de la indi-
vidualización y determinaci6n de los sujetos legitimados para obrar o
para contradecir en amplio sentido, y así deduce que la eficacia extintiva
de la acción producida por el fenómeno de la cosa juzgada se verifica,
pues, frente a todos los sujetos .legitimados para obrar o contradecir,
importando poco que tales sujetos hayan estado realmente presentes en el
juicio, asumiendo la figura procesal de actores o demandados, o el que
. hayan ejercitado, los primeros directamente la acción, o intervenido pos-
teriormente, coadyuvando a una u otra de las partes. Es, pues, evidente
para Rocco que los límites subjetivos de la cosa juzgada deben buscarse
propiamente dentro de la esfera de los sujetos que la ley procesal legi-
tima para obrar o para contradecir, ya en la forma de legitimación para
obrar propiamente dicha, ya en la forma de legitimación para intervenir.

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