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Artículo 78. Cuando el acto reclamado sea una norma general la sentencia deberá determinar si es
constitucional, o si debe considerarse inconstitucional. Si se declara la inconstitucionalidad de la
norma general impugnada, los efectos se extenderán a todas aquellas normas y actos cuya validez
dependa de la propia norma invalidada. Dichos efectos se traducirán en la inaplicación únicamente
respecto del quejoso. El órgano jurisdiccional de amparo podrá especificar qué medidas
adicionales a la inaplicación deberán adoptarse para restablecer al quejoso en el pleno goce del
derecho violado.
Artículo 83. Es competente la Suprema Corte de Justicia de la Nación para conocer del recurso de
revisión contra las sentencias dictadas en la audiencia constitucional, cuando habiéndose
impugnado normas generales por estimarlas inconstitucionales, o cuando en la sentencia se
establezca la interpretación directa de un precepto de la Constitución y subsista en el recurso el
problema de constitucionalidad. El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mediante
acuerdos generales, distribuirá entre las salas los asuntos de su competencia o remitirá a los
tribunales colegiados de circuito los que, conforme a los referidos acuerdos, la propia Corte
determine.
Conforme a las tesis aislada 1a. CCLXXXI/2014 (10a.), de título y subtítulo: "INTERÉS LEGÍTIMO Y
JURÍDICO. CRITERIO DE IDENTIFICACIÓN DE LAS LEYES HETEROAPLICATIVAS Y AUTOAPLICATIVAS
EN UNO U OTRO CASO." y de jurisprudencia 2a./J. 100/2008, de rubro: "AMPARO CONTRA LEYES.
PARA IMPUGNARLAS COMO SISTEMA NORMATIVO ES NECESARIO QUE CONSTITUYAN UNA
VERDADERA UNIDAD.", de la Primera y Segunda Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
respectivamente, las normas heteroaplicativas se distinguen de las autoaplicativas, porque las
primeras requieren de un acto de aplicación o alguna condición para que la hipótesis que prevén
genere una afectación a los derechos de su destinatario, mientras que las segundas, son aquellas
en las cuales el gobernado se ubica en el supuesto de la ley con su sola entrada en vigor y que,
además, sin mediar acto de aplicación o condición alguna, le producen un perjuicio en su esfera de
derechos (individualización incondicionada), bien porque su contenido lo vincula a cumplir con el
precepto, ya sea limitando, restringiendo o nulificando derechos, o bien, le generó obligaciones
de hacer o no hacer, ya sea que esas cuestiones estén incluidas en un único artículo o en varios,
siempre y cuando éstos guarden relación directa entre sí, sin importar que no exista acto de
aplicación de por medio. En ese sentido, los artículos 37, 38, 39, 40 y 45 de los Reglamentos de
Tránsito y Vialidad de los Municipios de Monterrey, San Nicolás de los Garza, Santiago, Juárez, San
Pedro Garza García, Guadalupe, Apodaca, Santa Catarina y General Escobedo, Nuevo León,
homologados en su redacción, son normas autoaplicativas, pues con su sola entrada en vigor
condicionan y obligan al poseedor de vehículos de carga pesada a su estricto acatamiento, al
limitar y restringir su libre circulación por el Municipio de Monterrey y los de su área
metropolitana señalados. En el mismo sentido, y por constituir una unidad jurídica, los diversos
numerales 43 y 44 de dichos ordenamientos tienen el mismo carácter, pues éstos son los que
contienen la mecánica que evita las restricciones y limitaciones a la circulación de esos vehículos
por las vialidades restringidas y, por ende, al constituir una unidad con los primeros, pueden
reclamarse en el amparo sin que exista un acto de aplicación de por medio.
En materia de interés legítimo debe identificarse si el derecho que se defiende tiene reflejo en el
derecho objetivo; si la intensidad de la afectación es en sentido amplio e indirecto y, finalmente, si
la calidad con que se defiende el derecho es individual o colectiva, en tanto que esta última
característica es determinante para establecer la flexibilidad en la carga de la prueba. Por
ejemplo, en las tesis aisladas 1a. CCLXXXI/2014 (10a.) y 1a. CCLXXXII/2014 (10a.), la Primera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que en materia de amparo contra leyes no
se requiere ser destinatario directo de la norma, sino un tercero, en relación con la posición
jurídica que se ocupe, siempre que se resienta una afectación relevante; de ahí que, en esos casos,
la carga de la prueba debe ser más flexible, porque no se exige acreditar un daño directo, sino
indirecto. Así, cuando se cuestiona la constitucionalidad de una norma por creerse destinatario de
ella o por considerar que redunda en la persona, en razón de sus características específicas; esto
es, cuando se acude al amparo contra leyes vía interés legítimo por una defensa individual,
pueden exigirse pruebas directas o indirectas que sean concluyentes para demostrar,
precisamente, ubicarse en alguna de esas categorías frente a la ley cuestionada. Dicho parámetro
suele flexibilizarse en materia de interés legítimo por defensa de intereses difusos o colectivos, en
tanto que la defensa de derechos bajo una posición supraindividual o transindividual, no depende
de la afectación exclusiva a una persona, sino de un beneficio que puede reflejarse a un grupo
que, por la dinámica misma de su funcionamiento, no goza siempre de una organización jerárquica
y homogénea, ni tampoco siempre es fácil su identificación, por lo cual, este esquema supone una
ponderación más flexible de las pruebas, acorde con el parámetro de razonabilidad, para que del
cúmulo de evidencias se determine si éstas son indicativas de que el grupo que acude al amparo
cuenta con interés legítimo, por encontrarse en una situación jurídicamente relevante para su
esfera de derechos. En conclusión, existen diferencias en materia probatoria entre el interés
jurídico y el interés legítimo, este último cuya ductilidad depende también de si la promoción del
amparo contra leyes de carácter autoaplicativo se hace en defensa de un interés individual o de
uno difuso o colectivo, en virtud de que en el primero se requiere demostrar con pruebas directas
o indirectas que sean concluyentes de que la afectación indirecta ocurre por ubicarse como
destinatario de la norma o que ésta redunda en la persona en razón de sus características
específicas; mientras que en el segundo bastan evidencias indicativas de que se pertenece al
grupo que defiende el interés supraindividual o transindividual, siempre que antes se tome en
cuenta el tipo de derecho que se defiende y la gradualidad o intensidad de su afectación.
Si bien existe una antinomia entre el artículo 424, última parte, del Código de Procedimientos
Penales (actualmente abrogado) y el diverso 44, penúltimo párrafo, de la Ley Orgánica del Tribunal
Superior de Justicia, ambos del Distrito Federal, por cuanto se refiere al fallo de los asuntos,
porque este último establece que las Salas Penales resolverán de manera colegiada cuando se
trate de apelaciones contra sentencias definitivas derivadas de procedimientos ordinarios
dictadas en procesos instruidos por delito grave en los que se imponga pena de prisión mayor a
cinco años y, en todos los demás casos, las resoluciones se dictarán en forma unitaria conforme
al turno correspondiente; mientras que el artículo 424, última parte, dispone que las sentencias
que se pronuncien en los recursos de apelación, deberán dictarse por los tres Magistrados que
integran la Sala, lo cierto es que debe prevalecer la ley orgánica sobre el código de
procedimientos referido, ya que al tratarse de leyes iguales en su jerarquía, que además no se
complementan, dicha antinomia debe resolverse atento al principio de especialidad de la ley, por
lo que debe prevalecer la ley orgánica por ser la norma especial que establece las atribuciones,
facultades y obligaciones de los órganos jurisdiccionales de la Ciudad de México, delimitando su
competencia y jerarquía y, particularmente, de las Salas Penales para conocer de los recursos de
apelación interpuestos por las partes contra las sentencias definitivas dictadas por los Jueces del
fuero común de esta ciudad, en los asuntos sometidos a su jurisdicción, mientras que el código
adjetivo determina la forma en que deben realizarse los actos procesales con la finalidad de la
correcta aplicación o realización del derecho penal sustantivo.
LEYES AUTOAPLICATIVAS. NORMAS QUE ACTUALIZAN ESTA CALIFICATORIA SOBRE LA BASE DEL
INTERÉS LEGÍTIMO.
Tratándose de interés legítimo, se entenderá que son normas autoaplicativas aquellas cuyos
efectos ocurran en forma incondicionada, esto es, sin necesidad de un acto de aplicación, lo que
sucede cuando se constata la afectación individual o colectiva, calificada, actual, real y
jurídicamente relevante de la parte quejosa con la mera entrada en vigor de la ley, es decir, una
afectación a la esfera jurídica del quejoso en sentido amplio, que puede ser de índole económica,
profesional, de salud pública o de cualquier otra, siempre que dicho interés esté garantizado por
un derecho objetivo y que pueda traducirse, en caso de concederse el amparo, en un beneficio
jurídico al quejoso. Conforme a esta definición de interés legítimo, los quejosos no deben ser
destinatarios directos de la ley impugnada, sino que es suficiente que sean terceros que resientan
una afectación incondicionada, pues se requiere un análisis integral de las relaciones jurídicas en
que se encuentran los particulares, siendo en el contexto de este tráfico de relaciones donde se
puede apreciar la afectación de la ley. Por tanto, las normas autoaplicativas, en el contexto del
interés legítimo, sí requieren de una afectación personal, pero no directa, sino indirecta, la cual
puede suceder en tres escenarios distintos: a) Cuando una ley establezca directamente
obligaciones de hacer o no hacer a un tercero, sin la necesidad de un acto de aplicación, que
impacte colateralmente al quejoso -no destinatario de las obligaciones- en un grado suficiente
para afirmar que genera una afectación jurídicamente relevante; b) Cuando la ley establezca
hipótesis normativas que no están llamados a actualizar los quejosos como destinatarios de la
norma, sino terceros de manera inmediata sin la necesidad de un acto de aplicación, pero que, por
su posición frente al ordenamiento jurídico, los quejosos resentirán algunos efectos de las
consecuencias asociadas a esa hipótesis normativa; y/o c) Cuando la ley regule algún ámbito
material e, independientemente de la naturaleza de las obligaciones establecidas a sus
destinatarios directos, su contenido genere de manera inmediata la afectación jurídicamente
relevante. En caso contrario, cuando se requiera un acto de aplicación para la consecución de
alguno de estos escenarios de afectación, las normas serán heteroaplicativas.
ESTIGMATIZACIÓN LEGAL. REQUISITOS PARA TENER POR ACREDITADO EL INTERÉS LEGÍTIMO EN EL
AMPARO INDIRECTO PARA COMBATIR LA PARTE VALORATIVA DE UNA LEY Y EL PLAZO PARA SU
PROMOCIÓN.
Para efectos de la procedencia del juicio de amparo contra leyes, los jueces de amparo deben
tener por acreditado inicialmente el interés legítimo de los quejosos cuando impugnen la parte
valorativa de la norma por estigmatización si se reúnen los siguientes requisitos: a) Se combata
una norma de la cual se extraiga un mensaje perceptible objetivamente -explícito e implícito- del
que se alegue exista un juicio de valor negativo o estigmatizador, mediante la indicación de los
elementos de contexto de los símbolos utilizados, la voluntad del legislador, la historia de
discriminación, etcétera, que permitan afirmar al quejoso que dicho mensaje es extraíble de la
norma, b) Se alegue que ese mensaje negativo utilice un criterio de clasificación sospechoso, en
términos del artículo 1o. constitucional, del cual el quejoso sea destinatario por pertenecer al
grupo identificado por alguno de esos elementos -origen étnico o nacional, el género, la edad, las
discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las
preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y
tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas-; y, c) Finalmente,
se debe acreditar que el quejoso guarda una relación de proximidad física o geográfica con el
ámbito espacial de validez de la norma, sobre el cual se espera la proyección del mensaje. La
comprobación del interés legítimo por esta especial afectación se demuestra, pues en caso de
obtener el amparo, los quejosos obtendrían un beneficio jurídico consistente en la supresión del
mensaje alegado de ser discriminatorio, mediante la declaratoria de inconstitucionalidad, la que
haría cesar el mensaje que les genera perjuicio. Demostrado el interés legítimo, será materia del
fondo del asunto, en caso de no existir otro motivo de improcedencia, determinar si la ley
efectivamente discrimina o no a una persona o grupo de personas. En estos casos, debe estimarse
que la afectación generada por la norma es autoaplicativa, por lo que no es requisito exigir a los
quejosos acreditar un acto de aplicación en su contra, puesto que la mera existencia de esa ley es
el acto de afectación y no puede someterse a una persona ya afectada por la existencia de una
legislación a la indignidad de serle negado el acceso a la justicia para que se pueda cuestionar la
validez de la norma. Esta peculiaridad conduce a que el plazo para la interposición de un amparo
no pueda computarse a partir de un momento concreto, pues el agravio subsiste de forma
continuada mientras persiste la proyección del mensaje tachado de discriminador. Por tanto, se
trata de una violación permanente.
Artículo 148. En los juicios de amparo en que se reclame una norma general autoaplicativa sin
señalar un acto concreto de aplicación, la suspensión se otorgará para impedir los efectos y
consecuencias de la norma en la esfera jurídica del quejoso.
En el caso en que se reclame una norma general con motivo del primer acto de su aplicación, la
suspensión, además de los efectos establecidos en el párrafo anterior, se decretará en relación
con los efectos y consecuencias subsecuentes del acto de aplicación.
Para determinar cuándo una norma general causa una afectación con su sola entrada en vigor y
cuándo se requiere de un acto de aplicación, existe la distinción entre normas heteroaplicativas y
autoaplicativas en función de las posibilidades de afectación de una norma general. Desde la
Novena Época, el criterio de clasificación de ambos tipos de normas gira alrededor del concepto
de "individualización incondicionada", con el cual se ha entendido la norma autoaplicativa como la
que trasciende directamente para afectar la esfera jurídica del quejoso, sin condicionarse a ningún
acto. Si su contenido está condicionado, se trata de una norma heteroaplicativa. Así, el criterio de
individualización incondicionada es formal, esto es, relativo o dependiente de una concepción
material de afectación que dé contenido a ambos tipos de normas, pues sin un concepto previo de
agravio que tome como base, por ejemplo, al interés jurídico, interés legítimo o interés simple,
dicho criterio clasificador no es apto por sí mismo para determinar cuándo una ley genera
perjuicios por su sola entrada en vigor o si se requiere de un acto de aplicación. Por tanto, dada su
naturaleza formal, el criterio clasificador es adaptable a distintas concepciones de agravio. Así
pues, en el contexto de aplicación de las nuevas reglas reguladoras del juicio de amparo se
preserva la clasificación de normas autoaplicativas y heteroaplicativas, para determinar la
procedencia del juicio de amparo contra leyes, ya que dada su naturaleza formal, es suficiente
desvincular el criterio rector -de individualización incondicionada- del concepto de interés jurídico
y basarlo en el de interés legítimo. Un concepto de agravio más flexible, como el de interés
legítimo, genera una reducción del espacio de las leyes heteroaplicativas y es directamente
proporcional en la ampliación del espacio de leyes autoaplicativas, ya que existen mayores
posibilidades lógicas de que una ley genere afectación por su sola entrada en vigor, dado que sólo
se requiere constatar una afectación individual o colectiva, calificada, actual, real y jurídicamente
relevante, siempre que esté tutelada por el derecho objetivo y, en caso de obtener el amparo,
pueda traducirse en un beneficio para el quejoso. No obstante, si se adopta el estándar de interés
jurídico que requiere la afectación a un derecho subjetivo y excluye el resto de afectaciones
posibles, ello lógicamente generaría una ampliación del ámbito de las leyes heteroaplicativas, pues
reduce las posibilidades de afectación directa de esas normas con su mera entrada en vigor y las
condiciona a un acto de aplicación que afecte un derecho subjetivo del quejoso. De esta forma, los
jueces de amparo deben aplicar el criterio clasificador para determinar la procedencia del juicio
constitucional, siempre y cuando hayan precisado previamente si resulta aplicable la noción de
interés legítimo o jurídico.
Derecho subjetivo : basado en que debe existir una condición para que se actualice la afectación,
como titular del derecho.
Interés legítimo: Afectación actual, real, jurídicamente relevante y tutelada por el derecho
objetivo.
INTERÉS LEGÍTIMO EN EL AMPARO CONTRA LEYES. NORMAS CUYA SOLA EXISTENCIA GENERA UNA
AFECTACIÓN AUTOAPLICATIVA QUE LO ACTUALIZA.
Clase 25/11/2019
El asunto es estudiado bajo perspectiva de genero, toda vez que culturalmente la mujer ha sido
estigmatizada como trabajadora domestica, sin recibir una justa remuneración por su trabajo, se
trata de una desigualdad material. Por tanto, el artículo 13 fracción I de la Ley del Seguro Social es
inconstitucional, toda vez que determina que las trabajadoras domesticas serán afiliadas de
manera voluntaria, debiendo ser obligatorio.
Registro: 2009197
Una persona que válidamente plantee la impugnación constitucional de una ley en sede judicial
debe hacerse tres preguntas para determinar si cuenta con interés legítimo para hacerlo: ¿Qué
puede servir de parámetro de control constitucional? ¿Quién puede acudir a combatirla en sede
de control judicial? y ¿Cuándo puede hacerlo? Las tres respuestas están en la Constitución. En
primer lugar, el artículo 133 establece que la integridad de la Constitución es norma jurídica, la
que se constituye en criterio de validez de todo acto de producción normativa, por lo que, por
regla general, cualquier fragmento constitucional puede servir de parámetro de control. En
segundo lugar, el artículo 103, fracción I, establece que puede acudir al juicio quien, al menos,
acredite interés legítimo. Finalmente, de la interpretación sistemática de los artículos 103 y 107,
se desprende que una persona puede acudir al juicio de amparo cuando su oposición a la ley
adquiera una concreción real, jurídicamente relevante y cualificada en el tiempo, lo que sucede
cuando resienta una afectación que no sea hipotética o conjetural, es decir, cuando acudan a
alegar afectaciones contemporáneas y definitivas. Las respuestas a cada una de las preguntas
identificadas -el qué, el quién y el cuándo- tienen como común denominador la preocupación
constitucional de delimitar el poder de revisión judicial de las leyes conforme al principio de
división de poderes, para que sólo sea activable cuando esta función sea necesaria para resolver
una controversia real, que involucre la suerte de un interés con relevancia jurídica de una persona,
de acuerdo a un parámetro jurídico, ya que aquellos actos o afectaciones hipotéticas o
condicionadas a un acto contingente pueden ser resueltos por los poderes políticos con
legitimidad democrática. Luego, la determinación de no reconocer interés legítimo a la parte
quejosa para impugnar una norma legal que no le afecta en el momento actual no constituye una
restricción indebida al poder de control constitucional de las leyes, sino el cumplimiento al
principio de división de poderes que ordena al poder judicial.
Cuando se afecta el interés legitimo, el poder judicial podrán intervenir, debido a que la solución a
cualquier problema hipotético no depende del poder judicial, sino que puede ser resuelto por los
otros poderes. El poder judicial, tiene intervención, cuando desde una base mínima (constitución)
se afecta un interés legitimo.
Se requiere esta afectación a esta situación para que el Poder Judicial pueda actuar y solo es
activable cuando las funciones era una completa involucran la suerte de un interés con relevancia
jurídica de una persona de acuerdo a un parámetro jurídico ya que aquellos actos u ofrece
afectaciones hipotéticas o condicionadas a un acto contingente pueden ser resueltos por los
poderes ley de políticos con legitimidad democrática luego la determinación de no reconocer el
interés legítimo la parte quejosa para impugnar una norma legal que no le afectan no constituye
una restricción indebida al poder de control constitucional de las leyes sino el cumplimiento del
principio de división de poderes que ordenar el Poder Judicial entonces aquí si quisiéramos se
seguir este método qué podríamos responder en cada una de estas preguntas de qué, quién y
cuándo.
El poder Judicial solamente puede actuar cuando exista una afectación a la constitución con base
al interés legitimo.
Los significados son transmitidos en las acciones llevadas por las personas, al ser producto de una
voluntad, de lo que no se exceptúa el Estado, como persona artificial representada en el
ordenamiento jurídico. Así, las leyes no sólo regulan conductas, sino que también transmiten
mensajes que dan coherencia a los contenidos normativos que establecen, ya que no regulan la
conducta humana en un vacío de neutralidad, sino que lo hacen para transmitir una evaluación
oficial sobre un estado de cosas, un juicio democrático sobre una cuestión de interés general. En
este sentido, las leyes no sólo contienen una parte dispositiva, sino también una valorativa. Esta
última es el producto de ciertas tesis sobre las que concurren las mayorías legislativas. Lo anterior
es especialmente relevante considerar cuando se trata de estereotipos, pues la percepción social
que hace sobrevivir un prejuicio contra un sector discriminado se sustenta en una compleja red de
leyes y normas que regulan los intercambios de las personas para promocionar el rechazo a estos
grupos, cuyo efecto es preservar un determinado mensaje oficial en la sociedad
independientemente de la eficacia de determinados contenidos dispositivos de esa legislación.
Luego, la discriminación no sólo se puede resentir cuando la norma regula directamente la
conducta de un grupo vulnerable, sino también mediante aquellas normas que promocionan y
ayudan a construir un significado social de exclusión o degradación, que si bien pueden no tener a
los miembros de cierto grupo vulnerable como destinatarios, los efectos de su aplicación mediante
la regulación de la conducta de terceros sí les genera un daño de estigmatización por
discriminación. Así, esta Primera Sala estima que junto a la afectación material o tradicional que
puede generar la parte dispositiva de una norma, puede existir una afectación inmaterial que
produce el mensaje transmitido por la norma, es decir, por su parte valorativa. En otras palabras,
el estigma por discriminación puede ser una afectación expresiva generada directamente por una
norma, la cual comúnmente se traduce en una serie de eventuales afectaciones materiales
secundarias, con motivo de la puesta en práctica del contenido prescrito por la norma, como es la
exclusión de beneficios o distribución inequitativa de cargas. Sin embargo, lo relevante es que
independientemente de las partes heteroaplicativas que contenga la norma, si existe una
afectación de estigmatización por discriminación generada directamente en su parte valorativa, se
debe reconocer interés legítimo para impugnarla, sin esperar el acto de aplicación. Cabe precisar
que este tipo de afectación no diluye el concepto de interés legítimo en interés simple, pues no
puede considerarse como un estigma la afectación ideológica que produce una ley en ciertos
miembros de la población en general, ni permite hacer pasar como interés legítimo la mera
percepción dañina subjetiva del quejoso, es decir, la disidencia u oposición a la norma. La
afectación por estigmatización es una afectación concreta y distinguible de la mera oposición o
disidencia ideológica a una ley, generable por un mensaje tachado de discriminatorio por la
utilización de una de las categorías sospechosas establecidas en el artículo 1o. constitucional, del
cual el quejoso es destinatario por ser miembro de uno de los grupos vulnerables identificados
mediante una de esas categorías. Así, la estigmatización por discriminación no sólo depende de las
impresiones subjetivas del quejoso, sino de una evaluación impersonal y objetiva del juzgador, lo
que se determina mediante la derivación de entendimientos colectivos compartidos, el contexto
social en que se desenvuelve y la historia de los símbolos utilizados.
Estigmatizar algún sector vulnerable. La discriminación que genera la norma que regula el
concepto de matrimonio. Tradicionalmente, se ha generado una cultura sobre la
concepción del matrimonio. (Unión hombre y mujer). Cuando se establece en la ley, no
genera problema, después de una valoración cultural podemos entender que tiene un
efecto estigmatizador, debido a que tiene categoría sospechosa. El artículo tiene un efecto
estigmatizador y genera una categoría sospechosa en relación al artículo 1 de la CPEUM.
Este tipo de normas, pueden tener el carácter autoaplicativo.
A partir del concepto de interés legítimo, se puede impugnar una norma cuyo efecto es
estigmatizador. No se requiere un acto de aplicación. Si el acto esta vigente, todo el
tiempo en que este vigente, se está generando una afectación a su interés del quejoso.
Argumento modus tolens y modus ponens. Se estructura a través de proposiciones y
silogismos.
LEYES AUTOAPLICATIVAS. EL PLAZO DE TREINTA DÍAS PARA PROMOVER EL AMPARO INICIA DESDE
LAS CERO HORAS DEL MISMO DÍA EN QUE ENTRAN EN VIGOR.
La anterior Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció jurisprudencia en
el sentido de que el juicio de garantías contra una ley autoaplicativa puede interponerse en dos
oportunidades: dentro de los treinta días hábiles contados desde que entra en vigor, y dentro de
los quince días a partir del siguiente en que tiene lugar el primer acto de aplicación, según se
advierte de la tesis de jurisprudencia 209, visible en la página 201, Tomo I, del Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación de 1995, con el rubro: "LEYES AUTOAPLICATIVAS. EL AMPARO
EN SU CONTRA ES IMPROCEDENTE SI LA DEMANDA SE INTERPONE EXTEMPORÁNEAMENTE EN
RELACIÓN CON EL TÉRMINO DE 30 DÍAS SIGUIENTES A SU VIGENCIA, Y NO SE DEMUESTRA LA
EXISTENCIA DE ACTOS DE APLICACIÓN.". Ahora bien, tratándose de la primera hipótesis, el
cómputo del plazo señalado inicia desde el día de su vigencia a las cero horas, porque resultaría
incongruente que si la ley de esta naturaleza causa un perjuicio desde la misma fecha en que su
observancia es obligatoria, el plazo para promover el juicio empezara a contar hasta el día
siguiente, es decir, el segundo día; de ahí que el legislador estableciera en el artículo 22, fracción I,
una regla diferente a la prevista por el artículo 21 de la ley de la materia para los casos en que
sean reclamables las leyes autoaplicativas en la vía de amparo, pues debe promoverse en el plazo
de treinta días a partir de que producen efectos jurídicos. La circunstancia de que en algunos de
los textos de las tesis emitidas por el Pleno y Sala de este Alto Tribunal se precise que una "ley sólo
puede ser impugnada de inconstitucional como tal, esto es, dentro del término de 30 días
siguientes al de su entrada en vigor, a que se refiere el artículo 22, fracción I, de la Ley de
Amparo", no significa que el cómputo se inicie al día siguiente de aquel en que comenzó su
vigencia, sino a partir del día en que entró en vigor, pues el término "siguientes", que se refiere a
los días posteriores a aquellos en que se inició la vigencia de la ley, debe entenderse que se utilizó
considerando que normalmente se precisa en los ordenamientos normativos que entrará en vigor
al día siguiente de su publicación.
La actual integración del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia, en la tesis número P.
CIX/98, publicada en la página 251, Tomo VIII, diciembre de 1998, Novena Época del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, bajo el rubro: "LEYES AUTOAPLICATIVAS. EL PLAZO DE
TREINTA DÍAS PARA PROMOVER EL AMPARO INICIA DESDE LAS CERO HORAS DEL MISMO DÍA EN
QUE ENTRAN EN VIGOR.", ha establecido que tratándose de leyes autoaplicativas el plazo de
treinta días para promover el amparo inicia desde las cero horas del mismo día que entran en
vigor; ese criterio no tiene aplicación cuando el plazo indicado inicia en día inhábil, pues en ese
caso, el día inhábil no debe contarse en el plazo concedido para la presentación de la demanda de
garantías, pues aunque la ley surte efectos incluso en día inhábil, la entrada en vigor no se
identifica con el plazo de treinta días para reclamarla en la vía de amparo, en atención a que éste
no se refiere al momento en que surte efectos una ley autoaplicativa, sino al lapso en el cual
puede impugnarse oportunamente en el juicio de amparo, de otra manera se obligaría al quejoso
a impugnar una ley autoaplicativa incluso en día inhábil.
LEYES AUTOAPLICATIVAS COMBATIDAS CON MOTIVO DE SU PRIMER ACTO DE APLICACIÓN.
CUANDO LA DEMANDA ES EXTEMPORÁNEA RESPECTO DE ÉSTE, TAMBIÉN LO ES EN RELACIÓN
CON LA LEY, AUN CUANDO NO HAYA TRANSCURRIDO EL PLAZO DE 30 DÍAS PARA SU
IMPUGNACIÓN.
Conforme a los artículos 21, 22 y 73, fracción XII, de la Ley de Amparo, una ley autoaplicativa
puede ser combatida en dos diferentes momentos: a) dentro de los 30 días a partir de su entrada
en vigor, y b) dentro de los 15 días siguientes al en que haya surtido efectos, conforme a la ley del
acto, la notificación al quejoso de la resolución o acuerdo que reclame, o al en que haya tenido
conocimiento de ellos. Ahora bien, la existencia de estos dos plazos para combatir la ley no
significa que simultáneamente puedan coexistir, pues tal circunstancia provocaría inseguridad
jurídica. Por ello, si el quejoso impugna la ley a partir de su entrada en vigor, el plazo será el de 30
días, pero si la combate con motivo de su primer acto de aplicación, el plazo será de 15 días en los
términos destacados. En ese tenor, si el quejoso combate la ley con motivo de su primer acto de
aplicación, pero la demanda la presenta fuera del plazo de 15 días aludido, el juicio de garantías
resulta improcedente por lo que hace al acto de aplicación y, consecuentemente, también lo será
por lo que respecta a la ley, sin que resulte válido pretender que en relación con esta última se
aplique el plazo de 30 días por tratarse de una ley autoaplicativa, pues aun cuando tenga este
carácter, el quejoso la combatió a través de su primer acto de aplicación.
Por legitimación procesal activa se entiende la potestad legal para acudir al órgano jurisdiccional
con la petición de que se inicie la tramitación del juicio o de una instancia. A esta legitimación se le
conoce con el nombre de ad procesum y se produce cuando el derecho que se cuestionará en el
juicio es ejercitado en el proceso por quien tiene aptitud para hacerlo valer, a diferencia de la
legitimación ad causam que implica tener la titularidad de ese derecho cuestionado en el juicio. La
legitimación en el proceso se produce cuando la acción es ejercitada en el juicio por aquel que
tiene aptitud para hacer valer el derecho que se cuestionará, bien porque se ostente como titular
de ese derecho o bien porque cuente con la representación legal de dicho titular. La legitimación
ad procesum es requisito para la procedencia del juicio, mientras que la ad causam, lo es para que
se pronuncie sentencia favorable.
Dos demandas de amparo. Se debe verificar el acto de aplicación, el juicio de amparo, se debe
promover en contra del acto de aplicación.
Siguiendo el criterio establecido en la jurisprudencia número 221, visible en las páginas 210 y 211
del Tomo I del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación, compilación 1917-1995, cuyo
rubro dice: "LEYES O REGLAMENTOS, AMPARO CONTRA, PROMOVIDO CON MOTIVO DE SU
APLICACIÓN.", debe considerarse que cuando se controvierte una ley señalando como primer acto
de aplicación en perjuicio del quejoso, otra disposición de observancia general, el juzgador de
amparo debe analizar, en principio, si el juicio es procedente en cuanto a esta última disposición,
verificando si la misma trasciende a la esfera jurídica del peticionario de garantías con su sola
vigencia o si se requiere un acto concreto de aplicación en perjuicio del mismo, para decidir sobre
la procedencia.
Una norma puede convertirse en actos de aplicación. Las leyes que entran en vigor, pero están
supeditadas a que entren en vigor otras leyes, aquella norma necesaria, es parte del acto de
aplicación.
De la interpretación armónica de los artículos 73, fracción XV y 114, fracción II, de la Ley de
Amparo, se advierte que tienen como objetivo primordial determinar la procedencia del amparo
indirecto, sólo contra una resolución definitiva, entendiéndose como aquella que sea la última, la
que ponga fin al asunto; y que para estar en tales supuestos, deben agotarse los recursos
ordinarios o medios de defensa, o bien, todas las etapas procesales, en tratándose de actos
emitidos en un procedimiento seguido en forma de juicio. Sin embargo, cuando la resolución
dictada dentro del procedimiento, aun sin ser la definitiva, constituye el primer acto de aplicación
de una ley en perjuicio del promovente y se reclama también ésta, surge una excepción al
principio de definitividad, en virtud de la indivisibilidad que opera en el juicio de garantías, que
impide el examen de la ley, apartándola del acto de aplicación que actualiza el perjuicio. En este
supuesto, el juicio de amparo procede, desde luego, contra ambos actos, siempre y cuando esté
demostrada la aplicación de la ley, de manera tal que no basta la afirmación del quejoso en ese
sentido para que el juicio resulte procedente contra todos los actos reclamados. Así, si el quejoso,
para efectos de la procedencia del juicio, adujo que la orden de verificación y el acta de visita
reclamadas constituían el primer acto de aplicación de la ley, y no fue así, es claro que no se ubica
en los supuestos de excepción al principio de definitividad y, en consecuencia, es improcedente la
acción intentada contra todos y cada uno de los actos reclamados.
Actos seguidos en forma de juicio, cuando se aplique una norma inconstitucional dentro de un
procedimiento, se debe interponer el juicio de amparo en contra del acto de aplicación del
artículo, es una excepción al principio de definitivad.
27/11/2019
Cuando decidamos agotar los recursos, debemos agotar todos ellos antes de acudir al amparo.
Aplicación presente y futura de la ley, la cual queda insubsistente con motivo de la sentencia.
Pudiera ser, que al agotar los recursos, caigamos en amparo directo, si es que el asunto atiende a
aquellos seguidos en forma de juicio.
AMPARO CONTRA LEYES. SI EL QUEJOSO OPTA POR IMPUGNAR EN LA VÍA ORDINARIA EL PRIMER
ACTO DE APLICACIÓN DE LA LEY, OPERA EL PRINCIPIO DE DEFINITIVIDAD, SIENDO IMPROCEDENTE
EL JUICIO A PESAR DE QUE PARA EL MOMENTO EN QUE LO PROMUEVA TODAVÍA NO SE HAYA
ADMITIDO O DESECHADO EL RECURSO INTERPUESTO.
El artículo 73, fracción XII, de la ley de la materia, establece que en el amparo contra leyes, el
quejoso tiene la opción de elegir la vía de impugnación con motivo del primer acto de aplicación;
en tal virtud, puede ejercitar de inmediato la acción de garantías, sin que tenga la carga de agotar
el recurso o medio de defensa ordinario establecido en la ley del acto, o bien, agotar los recursos
ordinarios, pero en este caso quedará supeditado al resultado de éstos, así como al de todas las
demás instancias procedentes, en acatamiento al principio de definitividad previsto en la fracción
XIV del citado artículo 73, que no admite la posibilidad de que coexistan el juicio constitucional y
los medios de defensa ordinarios, teniendo el afectado que esperar a que el recurso se resuelva en
definitiva, para después combatir en la vía constitucional la resolución correspondiente; pero si en
vez de esperar promueve el amparo en contra de la ley y del acto de aplicación, aquél será
improcedente en términos de las disposiciones legales invocadas, no obstante que para la fecha
de presentación de la demanda de garantías todavía no se haya admitido el medio de defensa
ordinario, en virtud de que la procedencia del juicio de amparo debe encontrarse actualizada en el
momento en que se presenta la demanda.
Del análisis de los artículos 107, fracción VII, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos y 114, fracción I, de la Ley de Amparo, así como de los criterios que este Alto Tribunal
ha emitido sobre el particular, se advierte que de ningún modo fijan límites para estimar
procedente el juicio de amparo indirecto contra leyes de naturaleza autoaplicativa o
heteroaplicativa, que por su sola entrada en vigor o con motivo del primer acto de aplicación
causen perjuicio al quejoso, específicamente con base en la excepción al principio de definitividad
que prevé el artículo 73, fracción XII, párrafo tercero, de dicha ley, en función de que no existe
obligación de agotar, antes de acudir al amparo, los recursos ordinarios establecidos por la ley del
acto cuando se reclama su inconstitucionalidad. Por otra parte, si con base en dicha excepción se
impugna una ley desde luego en amparo indirecto, con motivo de su primer acto concreto de
aplicación, aun cuando éste se haya dictado dentro de un procedimiento de naturaleza civil, no
opera la regla contenida en el artículo 158, párrafo tercero, de la Ley de la materia, porque al
acogerse el gobernado al texto de la excepción citada, queda relevado de cumplir con el aludido
principio, pudiendo acudir al amparo inmediatamente, sin que en la especie opere la causal de
improcedencia prevista en la fracción XIII del indicado artículo 73. En tales circunstancias, procede
el amparo en la vía indirecta cuando se impugna el artículo 693 del Código de Procedimientos
Civiles para el Distrito Federal, con motivo de su primer acto concreto de aplicación, sin que pueda
considerarse un uso indiscriminado de dicha instancia constitucional so pretexto de combatir la
inconstitucionalidad de una ley dentro de un procedimiento de naturaleza civil, ya que si alguna de
las partes decide impugnar esa norma en los términos referidos, lo hará con bases objetivas en
virtud de la declaratoria de inconstitucionalidad que pesa sobre esa disposición procedimental
vigente en 2004, por imponer una costa judicial de las prohibidas por el artículo 17 de la
Constitución Federal, conforme a la tesis de jurisprudencia 1a./J. 60/2005. Por ello que no se
justificaría la exigencia de agotar los recursos ordinarios procedentes, ya que en el caso la
inconstitucionalidad de la citada ley no podría abordarse por la autoridad ordinaria dentro del
procedimiento civil respectivo, en tanto que ello corresponde exclusivamente al Poder Judicial de
la Federación.
Excepción al principio de definitividad. Inconstitucionalidad del artículo 693 (exige pago de copias
para el testimonio de apelación). Cuando una norma, con motivo del primer acto de aplicación, se
podrá exceptuar el principio de definitividad.
COSTO DE LO VENDIDO. LOS ARTÍCULOS 29, FRACCIÓN II, Y DEL 45-A AL 45-I DE LA LEY DEL
IMPUESTO SOBRE LA RENTA Y TERCERO TRANSITORIO, FRACCIONES DE LA IV A LA IX, Y XI, DEL
DECRETO POR EL QUE SE REFORMÓ Y ADICIONÓ AQUÉLLA, VIGENTES A PARTIR DEL 1o. DE ENERO
DE 2005, SON DE NATURALEZA AUTOAPLICATIVA.
Hasta el 31 de diciembre de 2004 la Ley del Impuesto sobre la Renta establecía en su artículo 29,
fracción II, la deducción del costo de las mercancías desde el momento de su adquisición, sin
embargo, con el decreto de adiciones y reformas a dicha ley, publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 1o. de diciembre de 2004, se creó en su lugar un nuevo sistema de deducción
denominado costo de lo vendido o costo de ventas, que permite la deducción de las mercancías
hasta el momento de su enajenación, lo que trajo como resultado el establecimiento de nuevas
situaciones concretas de derecho que inciden de manera directa e inmediata en los sujetos
pasivos del tributo. Efectivamente, el reformado artículo 29, fracción II, establece la deducción del
costo de lo vendido, los artículos del 45-A al 45-I, adicionados mediante la Sección III, "Del costo
de lo vendido", previenen los mecanismos para su determinación, y el artículo tercero transitorio,
fracciones de la IV a la IX y XI, contiene diversas disposiciones en relación con la valuación de
inventarios existentes al 31 de diciembre de 2004, de donde deriva que tal normatividad es de
naturaleza autoaplicativa, al obligar desde su entrada en vigor, pues incide de manera
incondicional en los contribuyentes personas morales que venían deduciendo las compras de
mercancías conforme a la legislación anterior, los que, a partir del 1o. de enero de 2005 quedan
obligados a acatar indefectiblemente las nuevas disposiciones tributarias a fin de deducir el costo
de lo vendido debiendo acatar, además, la prohibición prevista en la fracción IV del mencionado
artículo tercero transitorio, en relación con los inventarios existentes al final del ejercicio de 2004,
o bien ejercer la opción de acumularlos en términos de las reglas que se establecen en sus
fracciones de la V a la IX y XI.
LEYES, AMPARO CONTRA. REGLAS PARA SU ESTUDIO CUANDO SE PROMUEVE CON MOTIVO DE UN
ACTO DE APLICACIÓN.
Conforme a lo dispuesto en la jurisprudencia número 221, visible en las páginas 210 y 211 del
Tomo I del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación, compilación 1917-1995, cuyo rubro
dice: "LEYES O REGLAMENTOS, AMPARO CONTRA, PROMOVIDO CON MOTIVO DE SU
APLICACIÓN.", cuando se promueve un juicio de amparo en contra de una ley o reglamento con
motivo de su aplicación concreta en perjuicio del quejoso, el Juez de Distrito no debe desvincular
el estudio de la disposición impugnada del que concierne a su acto de aplicación. De ahí que el
juzgador de garantías debe analizar, en principio, si el juicio de amparo resulta procedente en
cuanto al acto de aplicación impugnado, es decir, si constituye el primero que concrete en
perjuicio del peticionario de garantías la hipótesis jurídica controvertida y si en relación con él no
se actualiza una diversa causa de improcedencia; de no acontecer así, se impondrá sobreseer en el
juicio respecto del acto de aplicación y la norma impugnada. Por otra parte, de resultar
procedente el juicio en cuanto al acto de aplicación, debe analizarse la constitucionalidad de la
disposición impugnada determinando lo conducente y, únicamente en el caso de que se
determine negar el amparo por lo que corresponde a ésta, será factible abordar el estudio de los
conceptos de violación enderezados por vicios propios, en su caso, en contra del acto de
aplicación; siendo incorrecto, por ello, el estudio de estas últimas cuestiones antes de concluir
sobre la constitucionalidad de la norma reclamada.
3.- ¿Improcedencia?
28/11/2019
Competencia.
Conforme a lo dispuesto en la tesis del Pleno de este Alto Tribunal, visible en la página 34 del
Tomo IX del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, correspondiente al mes de abril de
1999, de rubro: "LEYES, AMPARO CONTRA. REGLAS PARA SU ESTUDIO CUANDO SE PROMUEVE
CON MOTIVO DE UN ACTO DE APLICACIÓN.", si el juzgador de garantías advierte que resulta
procedente el juicio de amparo respecto del acto de aplicación de una ley, enseguida debe analizar
la constitucionalidad de ésta y, únicamente en el caso de que se determine negar el amparo
respecto de la misma, será factible abordar los conceptos de violación enderezados en contra de
aquél por vicios propios. En ese tenor, antes de analizar si la autoridad responsable a la que se
atribuye el respectivo acto de aplicación cuenta en su ámbito competencial con la atribución
necesaria para emitir la determinación correspondiente, el juzgador de amparo debe pronunciarse
sobre la constitucionalidad de la ley que se concretó en perjuicio del peticionario de garantías,
pues aun cuando aquélla careciera de la potestad necesaria, lo cierto es que la hipótesis normativa
impugnada sí trascendió a la esfera jurídica de este último, lo que le confiere el derecho a obtener
una resolución sobre su constitucionalidad.
Las consecuencias de inconstitucionalidad forma, se van a limitar a las porciones normativas que
afecten al particular.
AMPARO CONTRA LEYES. SUS DIFERENCIAS CUANDO SE TRAMITA EN LAS VÍAS INDIRECTA Y
DIRECTA. (tesis examen)
Las características que distinguen a esas vías tratándose del amparo contra leyes radican,
esencialmente, en lo siguiente: a) En el amparo indirecto la ley es uno de los actos reclamados y
las autoridades legisladoras participan en el juicio como autoridades responsables, mientras que
en el amparo directo la ley no puede constituir un acto reclamado ni se emplaza como autoridades
responsables a sus autores; b) En la vía indirecta el amparo concedido contra la ley produce la
consecuencia práctica de invalidarla por cuanto hace al quejoso, por ende, no se le aplicará
mientras esté vigente; en tanto que en la vía directa el amparo se concede única y exclusivamente
en contra de la sentencia, laudo o resolución reclamada y no contra la ley, por tanto, la concesión
solamente vincula a desaplicar la ley en ese caso concreto, pero no impide que se le vuelva a
aplicar al quejoso; c) En el amparo indirecto pueden rendirse pruebas para demostrar la
inconstitucionalidad de la ley, mientras que en la vía directa no existe tal posibilidad, aun cuando
el quejoso pueda apoyarse en las pruebas ofrecidas ante la responsable para demostrar tal
inconstitucionalidad; d) En el amparo indirecto promovido sin agotar antes algún medio de
defensa ordinario, el Juez de Distrito tiene amplias facultades para determinar la improcedencia
del juicio; en cambio, en el amparo directo (y en aquellos amparos indirectos promovidos después
de haberse agotado un medio ordinario de defensa) deben respetarse los presupuestos procesales
que ya estén determinados por la autoridad responsable, tales como el interés jurídico, la
legitimación, la personalidad, etcétera; e) En el amparo indirecto los Tribunales Colegiados de
Circuito, a partir de las reformas constitucionales de 1994 y 1999, así como de la expedición de
diversos Acuerdos Generales emitidos por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
como el 5/2001, participan como órganos de segunda instancia en virtud de la delegación de
competencia que les hace este Alto Tribunal, conforme a la cual, en determinadas condiciones,
resolverán sobre el fondo del asunto y sus decisiones serán terminales; por su parte, en el amparo
directo esos órganos son de primera instancia y sus sentencias también son revisables por la
Suprema Corte, solamente en la materia de constitucionalidad de leyes o interpretación directa de
la Carta Magna; f) En el amparo indirecto sólo pueden interponer revisión, en defensa de la
constitucionalidad de la ley, los titulares de los órganos de Estado a quienes se encomiende su
promulgación, o quienes la representen, en tanto que en el amparo directo, como ya se dijo, no
participan los órganos legiferantes y, por ende, no son ellos quienes pueden interponer la revisión;
en cambio, en muchos casos, la autoridad que aplicó la ley figura como tercero perjudicado y
puede, con ese carácter, hacer valer dicho recurso; y, g) En el amparo indirecto el Juez de Distrito
resuelve sobre la suspensión de los actos reclamados, mientras que en el directo esa decisión le
corresponde a la autoridad responsable.
Conceptos de violación.
La ley no se puede desvincular de su acto de aplicación, en amparo directo, puede ser en cualquier
parte del procedimiento, si es un aspecto procesal, debe causar derechos sustantivos mas no
adjetivos.
PRINCIPIO DE MAYOR BENEFICIO EN MATERIA PENAL. ORDEN EN QUE SE DEBEN ESTUDIAR LOS
CONCEPTOS DE VIOLACIÓN EN RAZÓN DE LOS EFECTOS EN QUE SE TRADUZCA LA CONCESIÓN DEL
AMPARO. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 80 de la Ley de Amparo, el objeto de la
protección constitucional es el restituir al quejoso en el goce de la garantía violada; ahora bien, los
efectos en que se traduzca la concesión del amparo variarán de acuerdo con la naturaleza del acto
que dio origen al juicio, es decir, si es positivo o negativo. En el primer supuesto, se ordenará que
las cosas regresen al estado que guardaban antes de la violación, restituyendo al gobernado en el
goce de la garantía individual violada; mientras que en el segundo, la sentencia concesoria del
amparo tendrá como consecuencia obligar a la autoridad responsable a realizar la conducta
omitida, esto es, cumplir con sus funciones y atribuciones legales que está obligada a ejercer.
Ahora bien, tratándose de actos positivos, la consecuencia de la concesión del amparo al quejoso
será diversa dependiendo de la naturaleza de la violación que se acredite; es decir, sea por
cuestiones de procedimiento, de mera legalidad o por inconstitucionalidad de leyes, tratados o
reglamentos que se hayan aplicado al quejoso. En efecto, si del estudio realizado en la ejecutoria
de amparo directo, resulta que el Tribunal Colegiado de Circuito llega al conocimiento de que
resulta fundado el concepto de violación expresado por el quejoso, relativo a que en el juicio
seguido en su contra se violentaron las normas que rigen el procedimiento o si dicha cuestión es
hecha valer en suplencia de la queja deficiente, en las materias que así se autoriza, la concesión
del amparo será para el efecto de que la autoridad responsable ordenadora deje insubsistente el
acto reclamado y dicte otra resolución en la que se ordene reponer el procedimiento hasta el
momento en que ocurrió la violación acreditada; hecho lo anterior, deberá continuar con el
procedimiento respectivo hasta su conclusión, con el dictado de otra sentencia definitiva con
plenitud de jurisdicción, en la que se resuelva el hecho o acto sometido a su conocimiento. A
diferencia del caso anterior, el amparo que se concede por violaciones de legalidad cometidas en
la sentencia, vincula a la responsable a dejar insubsistente la sentencia reclamada y a emitir otra
en el sentido que proceda en la que purgue los vicios determinados por el órgano de control de
constitucionalidad. Sus alcances reparadores pueden ser totales o parciales, en función de los
conceptos de violación hechos valer. Finalmente, en un juicio de amparo directo se concede la
protección constitucional al quejoso, al resultar fundado el concepto de violación que expresó
respecto de la inconstitucionalidad de una ley, tratado o reglamento que se aplicó en el juicio
seguido en su contra, o habiéndose hecho valer dicha cuestión de oficio, si así procediere, la
consecuencia será que se le otorgue la protección constitucional de manera lisa y llana,
únicamente respecto del acto de aplicación, por lo que la autoridad responsable para dar
cumplimiento a esa sentencia de amparo, deberá dejar insubsistente la resolución reclamada,
debiendo emitir un nuevo acto de autoridad, pero en el cual la ley, tratado o reglamento
considerados inconstitucionales, no podrán volver a ser aplicados para fundamentarlo. Sin que sea
obstáculo lo anterior, para que en un acto futuro derivado de hechos diversos, esté en posibilidad
de aplicar nuevamente al quejoso el mismo precepto cuya inconstitucionalidad produjo la
concesión a su favor anteriormente en la vía directa; ello, en virtud de que la consecuencia de
dicha sentencia de amparo se constriñe a dejar sin efectos el acto reclamado y no a declarar la
constitucionalidad de la ley. En este contexto, resulta claro que la concesión del amparo en la vía
directa que otorga mayores beneficios jurídicos para el quejoso, será aquel en el que la
consecuencia de tal concesión sea el eliminar en su totalidad los efectos del acto reclamado, ya
que en virtud de lo anterior, se estará observando en su integridad la garantía de acceso efectivo a
la justicia, y en particular, el principio de completitud que encierra la misma, conforme el cual las
autoridades tienen la obligación de impartir justicia de forma completa, esto es, no sólo
resolviendo todas las cuestiones ante ellas planteadas, sino atendiendo a aquellas que se traducen
en un mayor espectro de protección para los quejosos.
Acorde con la jurisprudencia P./J. 4/91, del Tribunal en Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, de rubro: "MINISTERIO PÚBLICO FEDERAL. ES PARTE EN EL JUICIO DE GARANTÍAS Y PUEDE
INTERPONER LA REVISIÓN AUN EN AMPARO CONTRA LEYES, SÓLO CUANDO LA MATERIA DE LA
LEY IMPUGNADA AFECTE SUS ATRIBUCIONES.", si bien es cierto que en términos del artículo 5o.,
fracción IV, de la Ley de Amparo, el Ministerio Público de la Federación es parte en el juicio de
garantías y por ello está legitimado para interponer el recurso de revisión, también lo es que dicha
legitimación no es ilimitada o absoluta, pues aun cuando su función es velar por el orden
constitucional, dicha atribución debe ejercerla sin contravenir los principios que rigen el juicio de
amparo. En ese tenor, aunque las partes están legitimadas para interponer los recursos que
estimen pertinentes para la defensa de sus intereses, tratándose de una sentencia de amparo en
la que se declara la inconstitucionalidad de un precepto penal opera una excepción, pues la sola
afirmación genérica del Ministerio Público de la Federación, en el sentido de que está defendiendo
el orden constitucional no significa que esté legitimado para interponer el recurso de revisión en
cualquier caso, menos en el amparo contra leyes penales, toda vez que, en este caso, su
intervención sólo tendría por objeto defender o reforzar la posición de las autoridades
responsables que intervinieron en el proceso de formación de las leyes cuya constitucionalidad se
cuestiona, lo cual trastornaría el equilibrio procesal de las partes en perjuicio de la quejosa;
máxime cuando la norma impugnada no impide el desarrollo de sus atribuciones; de ahí que el
agente del Ministerio Público de la Federación carece de legitimación procesal para interponer el
recurso de revisión, cuando se trata de una sentencia en la que un juez de distrito declaró la
inconstitucionalidad de un precepto legal, aunque sea de la materia penal.
El artículo 87 de la Ley de Amparo establece que tratándose de amparo contra leyes, corresponde
a los titulares de los órganos de Estado a los que se encomienda su promulgación, o a quienes los
representen en términos de la propia ley, interponer el recurso de revisión. Por su parte, el
artículo 19 de la misma ley dispone que no procede la representación de las autoridades
responsables en el juicio de amparo, salvo el caso del presidente de la República, quien podrá ser
representado, en los términos que determine el propio Ejecutivo Federal, por conducto del
procurador general de la República, por los secretarios de Estado y jefes de departamentos
administrativos correspondientes, los cuales en este caso, así como en aquellos juicios de amparo
promovidos directamente contra ellos, podrán ser suplidos por los funcionarios a quienes el
reglamento interior de la respectiva dependencia otorgue esa atribución. De lo dispuesto en tales
preceptos de la Ley de Amparo deriva que si se interpone recurso de revisión por un funcionario
de la secretaría de Estado a cuyo titular otorgó el presidente de la República su representación,
pero basando tal funcionario la representación que ostenta del Ejecutivo Federal, no en la
suplencia por ausencia del secretario de Estado conforme al orden jerárquico establecido en el
reglamento interior de la secretaría, sino en un acuerdo delegatorio de facultades expedido por el
secretario de Estado, en el que se le dio la facultad de representar a la secretaría ante los
tribunales judiciales federales y la de promover juicio de amparo y los recursos que la ley de la
materia establece, el recurso de revisión debe desecharse por carecer tal funcionario de
legitimación para representar al presidente de la República, en virtud de que la representación de
las autoridades responsables en el juicio de amparo no está permitida por la ley de la materia y el
único legalmente facultado para interponer el recurso de revisión en su nombre, es el secretario
de Estado a quien otorgó su representación o quien, conforme al reglamento interior de la
secretaría, pueda suplirlo en su ausencia y conforme al orden jerárquico establecido.
Amparo en revisión 394/97. Páez Gas, S.A. 9 de abril de 1997. Cinco votos. Ponente: Mariano
Azuela Güitrón. Secretaria: Lourdes Ferrer Mac Gregor Poisot.
No hay legitimación para interponer el recurso, toda vez que al presidente lo representan los
secretarios de estado del rubro que se trate, o en su caso, el orden para suplir al propio secretario
de estado. Se debe de revisar que quien plantea el recurso de revisión tiene facultades o no para
interponer el recurso de revisión.
29/11/2019
La Corte delega la competencia para que los Colegiados decidan sobre los recursos de
inconformidad.
Existe el catalogo mediante los cuales los TCC pueden conocer de asuntos de inconstitucionalidad
según esta circular de la corte. Mediante dicho acuerdo, la corte filtra asuntos para conocer de
asuntos que , a su estimación, sean de especial relevancia.
Las tesis del pleno de circuito serán obligatorias siempre y cuando el asunto corresponda a esa
circunscripción.
El artículo 76 bis, fracción I, de la Ley de Amparo, obliga al órgano de control constitucional a suplir
la deficiencia de los conceptos de violación o de los agravios, cuando la jurisprudencia declara la
inconstitucionalidad de una ley, como si su contenido formara parte de los conceptos de violación
en el amparo directo, porque la jurisprudencia tiene fuerza obligatoria y debe acatarse, mientras
no se modifique o interrumpa por el órgano que goza de facultades para ello. La jurisprudencia no
implica la creación o derogación de una norma, sino que es la interpretación válida y obligatoria de
la ley, que se forma por haberse resuelto una contradicción de tesis o sustentarse el mismo
criterio en cinco ejecutorias, sin ninguna en contrario. Por ello, cuando existe, produce sus efectos
para todos los casos concretos que se adecuen al supuesto precisado en la misma.
Consecuentemente, la obligación de aplicar la jurisprudencia en materia de inconstitucionalidad
de leyes, en el juicio de amparo directo, implica que el Tribunal Colegiado debe conceder el
amparo por fundarse el acto reclamado en precepto declarado inconstitucional por la
jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y si no hace tal pronunciamiento, a
pesar del deber que tenía de suplir la deficiencia de la queja, resulta procedente el recurso de
revisión en contra de dicho fallo.
A partir del caso Radilla, se determinó la importancia del control difuso. (Control de la
convencionalidad de las autoridades). Sin embargo, el control de la convencionalidad quedó
reservado a la Corte. No puede haber control de convencionalidad cuando hay restricciones
constitucionales. Sin embargo, todas las autoridades están obligadas a respetar la
convencionalidad y constitucionalidad de las normas en materia de derechos humanos.
El juez, a partir del estudio de la norma y del análisis de constitucionalidad hace una restricción a
la norma inconstitucional emanada del legislativo.
Cualquier autoridad debe hacer este control ex oficio, pero siempre y cuando exista una categoría
sospechosa de que la norma va en contra de la CPEUM en DDHH.
02/12/2019
Control de convencionalidad que hace la CADH. La Corte forma parte del Sistema Regional de
Derechos de la OEA. La Corte Americana no tiene limites normativos.
Registro: 2015828
Página: 487
Para que las autoridades den cumplimiento a la obligación contenida en el artículo 1o. de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en caso de considerar una norma contraria
a los derechos humanos, deberán actuar en aras de proteger el derecho que se estime vulnerado
y, en todo caso, realizar un control ex officio del que puede resultar, como última opción, la
inaplicación de una norma al estimarla incompatible con los derechos humanos. No obstante, el
nuevo paradigma constitucional a que se refiere el precepto citado no destruye la presunción de
constitucionalidad de las normas que conforman el sistema jurídico mexicano, por lo cual, debe
agotarse cada uno de los pasos del control ex officio, con la finalidad de verificar si la norma es
acorde con los derechos humanos, ya sea de los reconocidos por la Constitución Federal o por los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es parte. Lo anterior implica que las
autoridades judiciales, previo a la inaplicación de la norma en estudio, deben justificar
razonadamente por qué se derrotó la presunción de su constitucionalidad.
Presunción de constitucionalidad de las normas generales por ser resultado del proceso legislativo.
Lo anterior implica que las autoridades judiciales, previo a la inaplicación de la norma en estudio.
En materia de derechos humanos puede analizarse la contradicción entre una norma general
interna y un tratado internacional a través del juicio de amparo, pues si bien es cierto que los
juzgadores federales cuentan con facultades constitucionales para realizar el control concentrado
en términos de los artículos 103, 105 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, también lo es que las tienen para efectuar el control de convencionalidad con motivo
de lo previsto en los artículos 1o. y 133, última parte, de la propia Constitución, así como de lo
resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Radilla Pacheco vs. Estados
Unidos Mexicanos, y por el Tribunal en Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el
asunto varios 912/2010, del que derivó la tesis P. LXVII/2011 (9a.), de rubro: "CONTROL DE
CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN UN MODELO DE CONTROL DIFUSO DE
CONSTITUCIONALIDAD.". Lo anterior significa que una vez que el juzgador realice el control de
convencionalidad y determine que una norma interna es contraria a determinado derecho
humano contenido en un tratado internacional e, incluso, a la interpretación efectuada al respecto
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, debe analizar el acto reclamado prescindiendo
del precepto de derecho interno y aplicando el instrumento internacional en materia de derechos
humanos. En ese sentido, es innecesario reflejar la inconvencionalidad de una norma de derecho
interno en los puntos resolutivos de la sentencia en la que se hace dicho pronunciamiento, pues
éste sólo trasciende al acto de aplicación, en tanto que el control de convencionalidad no puede
llegar más allá de la inaplicación de la norma interna en el caso específico; esto es, la inaplicación
de la norma cuya inconvencionalidad se declara sólo trasciende a una inconstitucionalidad
indirecta del acto reclamado, por lo que es innecesario llamar a juicio a las autoridades emisoras
de la norma cuya inconvencionalidad se demanda, pues no habrá una declaratoria de
inconstitucionalidad de ésta, sino sólo su inaplicación respecto del acto reclamado.
Amparo Indirecto
Declaratoria de inconstitucionalidad.
Efectos presente y futuro de la norma
Se llama al legislativo.
Controversia constitucional.
03/12/19
De los artículos 1o., 107, fracción IX, y 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos deriva que el ejercicio del control difuso de constitucionalidad a cargo de los órganos
jurisdiccionales responsables, debe considerarse incluido en el supuesto de "constitucionalidad de
normas generales", previsto para la procedencia del recurso de revisión en el citado artículo 107,
fracción IX, siempre y cuando el quejoso se duela de la omisión de dicho control difuso en su
demanda de amparo, vinculada con normas específicas de la ley secundaria; sea que ese
planteamiento se analice u omita por el tribunal de amparo. Lo anterior es así, ya que dicho
control consiste en preferir la aplicación de las normas fundamentales de derechos humanos
sobre aquellas que los contravengan, para lo cual necesariamente debe hacerse un contraste
entre las disposiciones legales y las fundamentales para determinar si las primeras se ajustan a las
segundas, mediante el seguimiento de los pasos señalados por el Tribunal en Pleno de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación en la tesis P. LXIX/2011 (9a.), publicada en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro III, Tomo 1, diciembre de 2011, página 552, de rubro:
"PASOS A SEGUIR EN EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO
EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.", es decir, primero hacer una interpretación conforme en
sentido amplio por la cual se favorezca la protección más amplia de las personas; si esto no es
posible, llevar a cabo una interpretación conforme en sentido estricto según la cual, ante varias
interpretaciones jurídicamente válidas, preferir la que más favorezca los derechos fundamentales
y, finalmente, cuando ninguna de las anteriores opciones es posible, atender directamente a la
norma fundamental, en inaplicación de la norma secundaria incompatible.
DIFERENCIAS ENTRE LAS LAGUNAS NORMATIVAS Y LAS OMISIONES LEGISLATIVAS.
Existe una laguna normativa cuando el legislador no regula un supuesto de hecho específico, de tal
forma que un caso concreto comprendido en ese supuesto no puede ser resuelto con base en
normas preexistentes del sistema jurídico. En cambio, una omisión legislativa se presenta cuando
el legislador no expide una norma o un conjunto de normas estando obligado a ello por la
Constitución. Así, mientras las lagunas deben ser colmadas por los jueces creando una norma que
sea aplicable al caso (o evitando la laguna interpretando las normas existentes de tal forma que
comprendan el supuesto que se les presenta), una omisión legislativa no puede ser reparada
unilateralmente por los tribunales, pues éstos no tienen competencia para emitir las leyes
ordenadas por la Constitución, por lo que es el órgano legislativo quien debe cumplir con su deber
de legislar.
Procedimiento analógico.
Registro: 2016424
Materia(s): Común
Página: 1100
Registro: 2015678
Materia(s): Constitucional
Página: 119
El citado derecho humano, como principio adjetivo, se configura por distintas facetas que, aunque
son interdependientes y complementarias entre sí, pueden distinguirse conceptualmente en dos
modalidades: 1) la igualdad formal o de derecho; y, 2) la igualdad sustantiva o de hecho. La
primera es una protección contra distinciones o tratos arbitrarios y se compone a su vez de la
igualdad ante la ley, como uniformidad en la aplicación de la norma jurídica por parte de todas las
autoridades, e igualdad en la norma jurídica, que va dirigida a la autoridad materialmente
legislativa y que consiste en el control del contenido de las normas a fin de evitar diferenciaciones
legislativas sin justificación constitucional o violatorias del principio de proporcionalidad en
sentido amplio. Las violaciones a esta faceta del principio de igualdad jurídica dan lugar a actos
discriminatorios directos, cuando la distinción en la aplicación o en la norma obedece
explícitamente a un factor prohibido o no justificado constitucionalmente, o a actos
discriminatorios indirectos, que se dan cuando la aplicación de la norma o su contenido es
aparentemente neutra, pero el efecto o su resultado conlleva a una diferenciación o exclusión
desproporcionada de cierto grupo social, sin que exista una justificación objetiva para ello. Por su
parte, la segunda modalidad (igualdad sustantiva o de hecho) radica en alcanzar una paridad de
oportunidades en el goce y ejercicio real y efectivo de los derechos humanos de todas las
personas, lo que conlleva que en algunos casos sea necesario remover y/o disminuir los obstáculos
sociales, políticos, culturales, económicos o de cualquier otra índole que impidan a los integrantes
de ciertos grupos sociales vulnerables gozar y ejercer tales derechos. Por ello, la violación a este
principio surge cuando existe una discriminación estructural en contra de un grupo social o sus
integrantes individualmente considerados y la autoridad no lleva a cabo las acciones necesarias
para eliminar y/o revertir tal situación; además, su violación también puede reflejarse en
omisiones, en una desproporcionada aplicación de la ley o en un efecto adverso y desproporcional
de cierto contenido normativo en contra de un grupo social relevante o de sus integrantes, con la
diferencia de que, respecto a la igualdad formal, los elementos para verificar la violación
dependerán de las características del propio grupo y la existencia acreditada de la discriminación
estructural y/o sistemática. Por lo tanto, la omisión en la realización o adopción de acciones podrá
dar lugar a que el gobernado demande su cumplimiento, por ejemplo, a través de la vía
jurisdiccional; sin embargo, la condición para que prospere tal demanda será que la persona en
cuestión pertenezca a un grupo social que sufra o haya sufrido una discriminación estructural y
sistemática, y que la autoridad se encuentre efectivamente obligada a tomar determinadas
acciones a favor del grupo y en posibilidad real de llevar a cabo las medidas tendentes a alcanzar la
igualdad de hecho, valorando a su vez el amplio margen de apreciación del legislador, si es el caso;
de ahí que tal situación deberá ser argumentada y probada por las partes o, en su caso, el juez
podrá justificarla o identificarla a partir de medidas para mejor proveer.
Razonamiento de igualdad.
Igualdad en la norma jurídica: Se impone como una obligación del legislador, para que la norma no
sea discriminatoria en cuanto su contenido.
Juicio de proporcionalidad:
1) Frente a una restricción de un derecho se deben satisfacer las siguientes condiciones para
que esa destrucción sea proporcional en sentido amplio:
1) Fin constitucionalmente valida.
2) Debe ser necesaria la medida.
3) Debe ser idónea.
4) Debe ser proporcional en sentido estricto.
Igualdad Formal.
Uniformidad: Directa – Indirecta.
La redacción de la ley debe ser neutro, toda vez que puede generar una violación formal del
legislador al incluir frases discriminatorias. En el caso del matrimonio igualitario, la redacción que
restringe a las personas del mismo sexo genera en ellos una afectación indirecta.
Igualdad Material.
La discriminación se genera en el momento en que se aplica la norma. Ejemplo del asunto de las
empleadas domésticas.
Tulmin:
a) Pretensión: Alcance.
b) Garantía: Argumento a ocupar.
c) Respaldo: Análisis de alcance de la garantía. Critica a la Garantía
d) Conclusión.
Ejemplo de Topoi es el argumento que permite el aborto antes de los 3 meses. (Desde la ciencia,
antes de los 3 meses el embrión no es persona)
04/12/2019
Acto reclamado:
Considerandos;
1.- Competencia.
2.- Oportunidad.
3.- Transcripción de la sentencia. (necesaria e innecesaria). Juez dijo que eran inoperantes los
conceptos de violación.
4.- Concepto de violación: El municipio no puede cobrar impuesto sobre el uso de una vía
federal. Invade la competencia de la federación.
Código Municipal y ley de ingresos: Permiso para romper pavimentos e instalar líneas
subterráneas. Es ilegal toda vez que es una vía de comunicación reservada a la federación.
Juez de Distrito: No hay invasión de competencia, toda vez que según dispone el 115 fracción IV
Constitucional. una situación son las vías de comunicación y otra los derechos sobre ocupación de
AR 49/2008. Administrativa.
la vía pública, canalización y uso de maquinaria.
La revisión está dirigida a establecer que el Juez de Distrito no analizó el porqué no se puede
imponer impuestos sobre el uso de una vía de carácter federal.
El quejoso establece que se trata de un asunto de invasión de competencias, por querer cobrar un
derecho en una vía general de comunicación que es una materia federal.
5.- Estudio
Acredita el interés jurídico, toda vez que la quejosa tiene concesión del gobierno federal para
explotar telecomunicaciones.