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La secreción interna del páncreas se lleva a cabo con una hormona denominada

insulina. Segregada por los islotes de Langerhans, se ocupa de regular la cantidad


de glucosa contenida en la sangre.

Asimismo, se obtiene a través de la síntesis química artificial, medicamento


utilizado para la enfermedad de diabetes.

Compuesta por 51 aminoácidos organizados en doble cadena que se vinculan por


un par de puentes, la insulina está al nivel de las células del tejido adiposo, de
las células de los músculos y de las células hepáticas, indicando por medio de sus
receptores de membrana, que se asimile la glucosa en sangre.
Sí, la insulina es MUY importante para los procesos metabólicos del organismo.
Controla los niveles de glucosa o azúcar en la sangre, a la vez que regula
procesos como la lipólisis y la glucólisis. A la glucosa que circula en la sangre se
la denomina glucemia, siendo la principal fuente de energía del cuerpo humano.

Ahora bien, cuando nos dicen que tenemos que apelar a la insulina como terapia
de reemplazo de la que nuestro cuerpo no está produciendo o no está
aprovechando como es debido, ya ahí nos suena diferente y nos provoca temor.
Sí, la insulina es importante cuando la produce nuestro organismo, pero si la
tenemos que incorporar por medio de un fármaco, ahí empezamos a asustarnos.

Y empiezan las dudas. ¿Tendré problemas en el futuro? ¿Me haré adicto a la


insulina? ¿Y qué pasa si no me dan la dosis adecuada? ¿Toda la vida voy a tener
que seguir pendiente de la insulina? Dilucidemos estos interrogantes y otros más
que habremos oído tantas veces, para que no queden dudas sobre el uso
conveniente de la insulina y de cómo hay que valerse de ella.
Muchas veces en la propia familia hemos visto un abuelo que no estaba bien de
salud aunque seguía vivo. Resulta que después de dar muchas vueltas para ir al
médico, al fin asistió a la consulta y le diagnosticaron diabetes. Junto con el
diagnóstico, vino la prescripción de inyectarse insulina. ¿Y el abuelo mejoró?

Lamentablemente al poco tiempo tuvieron que amputarle una pierna, también


perdió la vista, luego siguieron varios inconvenientes cada vez más invalidantes y
pronto murió. No hubo nada que hacer.

Esta experiencia no es ajena a muchos y realmente puede haber sido traumática


para un familiar de la persona enferma. Visto sin profundizar, pareciera que la
insulina aceleró el deceso del abuelo, no sin antes provocarle inconvenientes
devastadores.

Visto en profundidad, la realidad no fue que la insulina aceleró el deceso del


abuelo, sino que el abuelo fue a atenderse y comenzó a tratarse médicamente
cuando ya su enfermedad estaba muy avanzada. La insulina lo ayudó, pero ya no
pudo detener el deterioro importante que ya tenía su organismo.

Lo primero que tiene que analizar cualquier persona que debe empezar a tomar
insulina y no está convencido de ello, es que si no lo hace, probablemente su
enfermedad va a avanzar mucho más y en menos tiempo. Además, no sirve creer
que el destino nos puede deparar algo parecido a lo que sufrió un familiar, que
lamentablemente tuvo un desenlace terrible.
Cada paciente es único y cada enfermedad evoluciona más o menos rápido,
siempre de acuerdo a la celeridad con que se diagnostique y la eficacia del
tratamiento.

Hoy en día hay mucho más conocimiento del tema y podemos estar prevenidos de
los síntomas que pueden preanunciar la enfermedad. Cuanto antes la detectemos
y tratemos, obtendremos mejores resultados.
Resulta importante que establezcamos una buena comunicación con el médico
que nos atiende y que con él mismo evacuemos la enormidad de dudas que nos
carcomen. Podemos escribir en casa todas las preguntas que tenemos para
hacerle y repreguntarle tantas veces como lo creamos necesario, hasta poder
llegar al punto de entender claramente qué es lo que nos está pasando.

Si a pesar de las pruebas y análisis de laboratorio no nos quedan dudas de la


enfermedad y el médico nos recomienda el uso de insulina, seguramente es
porque en esa etapa la necesitamos, porque es necesario que el organismo pueda
utilizar la comida como energía y porque es la mejor forma de reducir la glucosa
en sangre.

Si tenemos diabetes tipo 1 estaremos consumiendo insulina desde chicos y de


adultos nos habremos acostumbrados a esa situación. A quienes les resulta difícil
de asumir es a las personas que ya de grandes les diagnostican diabetes tipo 2,
cuando quizás no se les había pasado por la cabeza que les pudiera suceder a
ellos.

Existe la posibilidad que se tenga que utilizar insulina en un primer momento y


adherir a determinados hábitos de vida y, si el pronóstico es bueno, discontinuar
más tarde el uso de insulina. La insulina de ninguna manera provoca adicción, no
tiene cómo hacerlo, aunque con el tiempo se puede tener que regresar a ella
porque la enfermedad, en forma más o menos lenta, sigue su curso.
La cuestión es que la persona que necesita insulina debe saber que es una terapia
de reemplazo necesaria, así como la levotiroxina lo es para el hipotiroidismo. La
insulina sintetizada va a reemplazar la falta de producción de insulina o el mal
uso que hace el organismo de ella.

¿Por qué temerle a la insulina? Si es porque nos parece que nunca vamos a poder
inyectarnos por nuestros propios medios o va a resultar doloroso, tenemos que
saber que podremos aprender, así como que las agujas son tan cortas y finas que
prácticamente no se sienten en la piel.
Si le vamos a hacer caso al médico pero no estamos convencidos de la insulina es
lo que estamos necesitando, empecemos por informarnos. Lo ideal puede ser que
nos conectemos con grupos de autoayuda de pacientes o familiares con diabetes,
los hay en hospitales y vinculados a otros centros de salud. Estos grupos suelen
funcionar como una psico-terapia grupal, donde las personas involucradas
exponen sus experiencias, sus temores y sus preguntas. Unos a otros se escuchan
y se va armando una especie de red solidaria, donde tanto hace bien hablar como
prestar oído al prójimo. Y si la experiencia de muchos es que la insulina resulta
beneficiosa es porque es así. Las personas que han experimentado una notable
mejoría en su salud luego de empezar con el tratamiento con insulina podrán dar
cuenta de ello. El grupo nos va a dar confianza en nosotros mismos, sabremos
que no estamos solos y nos animaremos a preguntar cuanto se nos ocurra, ¡hasta
cómo darnos un pinchazo sin sufrir en el intento!

Asimismo, si una persona está tratando su diabetes tipo 2 con un plan de


alimentación y ejercicios físicos regulares, pero llega un momento en que el
médico evalúa sus análisis y le manifiesta de la conveniencia de comenzar el
tratamiento con insulina, no hay que desmoronarse por ello. No quiere decir que
la persona en cuestión no haya hecho las cosas como era debido. Esto no hay que
medirlo en términos de éxito o de fracaso. Hay que saber que la diabetes es una
enfermedad que nos va a acompañar, con mayor o menor intensidad, por el resto
de nuestros días y tenemos que controlarla con los métodos que tenemos
disponibles. Con un buen control, sobre todo en lo que hace a calidad de vida y
al uso de insulina de ser necesaria, se podrá vivir bien y llevar a cabo la
multiplicidad de proyectos que tracemos hacia el futuro.
Lo que sí podemos hacer cuando estamos libres de diabetes y ni soñamos con
inyectarnos insulina, es prevenirla con todas las herramientas naturales que
dispongamos.

Sobre todo si tenemos en nuestra familia antecedentes de diabetes o exhibimos


un sobrepeso que se traduce en obesidad, tenemos que cambiar los hábitos
nocivos para prevenir la diabetes y el posible uso de la insulina sintetizada. No
esperemos a que sea demasiado tarde y actuemos. ¡A tomar conciencia ahora
mismo!

www.RevertirLaDiabetes.com

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