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EL PROCESO INICIÁTICO EN EL EPISODIO DE LA CUEVA DE MONTESINOS DEL QUIJOTE – AUGUSTIN REDONDO

El episodio de la cueva de Montesinos ha dado origen a numerosas interpretaciones. Pero Redondo quiere demostrar que
el episodio de la curva de Montesinos corresponde a un proceso iniciático característico.

Mircea Eliade considera que el pensamiento simbólico precede al lenguaje y a la razón discursiva. Los sueños, los “sueños
despiertos”, los deseos, etc., constituyen fuerzas que proyectan al ser humano hacia un mundo espiritual mucho más
completo y fecundo que el mundo cerrado del momento histórico. Los mitos y las representaciones simbólicas le ayudan
a liberarse, a completar su iniciación.

Se trata así de un conjunto de ritos y enseñanzas orales cuya finalidad es la modificación radical del estatuto religioso y
social del iniciando. El esquema iniciático supone una ruptura con la vida anterior y la muerte simbólica del iniciando
quien, gracias a una serie de pruebas y ritos de paso a los cuales tiene que someterse cuando emprende el viaje al otro
mundo, consigue un nuevo saber y una renovación fundamental de su propio ser.

Existe entre todos los procesos iniciáticos cierta homólogos estructural, pues la iniciación se compone de tres fases:

1) La preparación del novicio, con los tuyos preliminares de purificación y separación del mundo profano. El sitio de
la iniciación está apartado de los lugares de la vida corriente y varias señales indican que se trata de un espacio
“diferente” del ordinario.
2) El viaje al otro mundo, al más allá, dónde el futuro iniciado descubrirá los secretos sagrados. La entrada en el otro
mundo es siempre dificultosa, paradójica, y se acompaña de una pérdida de conocimiento que simboliza la muerte
iniciático. Durante su muerte, el iniciando, para quien el tiempo tiene ya una dimensión diferente, va a recibir
buena parte de la enseñanza que ha de transformador en otro hombre; pero para ello tiene que sufrir varias
pruebas reales o simbólicas. Entre las más empleadas figuran el ayuno y la vigilia, ya que los muertos ni comen ni
duermen.
La muerte permite que el iniciando vuelva al estado prenatal. Este regressus ad uterum tiene lugar, en muchos
casos, dentro de la tierra pues es está la matriz a partir de la cual se ha creado la Humanidad. Por eso grutas y
cuevas desempeñan un papel tan importante en el proceso iniciático.
El viaje iniciático al reino de la Muerte es con frecuencia hacia abajo, al “infierno”, hacía la residencia de los
muertos, y más directamente de los antepasados míticos. Uno de los peligros que corre el iniciando es el de
perderse en la gran noche. Por esa razón muchas veces aparece “el guía”. Gracias al guía iniciador, llega el futuro
iniciado a un centro en el que viene a alcanzar un secreto, una verdad. Poseedor privilegiado de lo que ha
conseguido en dicho centro, sale de allí con un nuevo saber que transforma su naturaleza profunda.
3) El nuevo nacimiento, la renovación, la resurrección. La verdad que ha alcanzado el iniciado le da la posibilidad de
descubrir una manera diferente, nueva, de mirar las cosas, de orientar sus actos.

Lo interesante de la construcción cervantina es que el autor le ha dado al episodio las características de un proceso
iniciático. Para el Quijote es primordial adentrarse en la caverna. Sin expresarlo a las claras está buscando algo
fundamental para él, unido al universo de lo maravilloso, de lo fantástico, algo muy diferente de lo que ve en el mundo
que le rodea. El estado de ánimo de Don Quijote se traduce por un gran deseo, un ímpetu arrebatador que le empuja a
entrar en la curva para conocer los misterios de la Naturaleza, del otro mundo.

Lo que intenta Don Quijote, sin tener clara conciencia de ello, es resolver el problema que le plantea el encanto de
Dulcinea.

La cueva, como el lugar iniciático, está en un sitio apartado y, antes de separarse del mundo profano, don Quijote, a modo
de novicio, se purifica por la oración y se prepara a la “peligrosa y nueva aventura”.

La entrada en el otro mundo también es dificultosa ya que el caballero tiene que abrirse el camino “a fuerza de brazos o
cuchilladas”, derribando y cortando las malezas que obstruyen la boca de la caverna. El paso al otro mundo es posible
gracias a la cueva y a una soga. En el texto cervantino, todo indica que nuestro héroe, después de haberse “hundido en
el abismo”, “despeñado”, “enterrado”, “sepultado”, ha de llegar al reino del más allá.

La muerte simbólica de don Quijote no solo se halla sugerida sino expresada. A poco de adentrarse en la curva, le saltea
“un sueño profundísimo” que le deja sin sentido a lo largo de su viaje al más allá.
Ese reino de la oscuridad es el de la Muerte y en él ha de encontrar don Quijote a seres difuntos o encantados y
particularmente a los paladines míticos, Montesinos y Durandarte, para él verdaderos antepasados espirituales. En tal
reino ni se come ni se duerme y es lo que experimenta el caballero. En ese mundo, el tiempo es muy diferente del tiempo
ordinario y profano, es un tiempo fuera del tiempo: por ello, nuestro héroe piensa haberse quedado tres días en la cueva,
mientras que Sancho le afirma que su estancia en ella ha durado poco más de una hora.

Don Quijote va a tener un guía: Montesinos. Este lleva al hidalgo a un centro y allí le descubre los arcanos de la historia
heroico-burlesca de los dos paladines. Lo importante para don Quijote es la consagración de sus proezas por boca de los
antepasados míticos, de los admirados maestros. Montesinos no vacila en enaltecer el valor del que “ha resucitado la
andante caballería” y en confiarle la esforzada misión de dar noticia al mundo de los misterios de la pasada vida heroica,
así como de desencantar a los paladines y a los que están con ellos.

Pero la iniciación de Don Quijote no sería completa si el hidalgo no tuviera la revelación de los secretos unidos a la
transformación de Dulcinea. Dulcinea le aparece bajo el aspecto de la campesina que había visto anteriormente y
Montesinos le asegura que es una señora principal y que está encantada. Gracias a las revelaciones de Montesinos sabe
que si dama será devuelta a su verdadero ser.

Poseedor privilegiado de los secretos que ha conseguido y han de modificar su misión del mundo profano, el hidalgo
puede regresar a su mundo. La vuelta al universo de los hombres toma la forma de la resurrección, de un nuevo
nacimiento. No solo sale físicamente el héroe de la cueva, sino que despierta del sueño estático en el cual estaba sumido
y recobra el conocimiento. Tres días dura la muerte iniciática antes del renacimiento.

En el reino subterráneo, don Quijote ha alcanzado unas verdades fundamentales que le permiten relacionar su ideal
caballeresco con la realidad. Ha descubierto los misterios de la pasada vida heroica y ha visto a los paladines míticos. Estos
han reconocido sus hazañas y le han comunicado la fuerza necesaria para proseguirlas. Ya ha desaparecido la angustia
que experimentaba y le espolea ahora una gran esperanza, pues sabe que un tiempo ha de venir en que su Dama,
desencantada, recobre su verdadero ser. Estas revelaciones iniciáticas no pueden sino ocasionar una transformación de
su estado de ánimo, llevarle a mirar las cosas de una manera diferente y conducirlo a orientar sus actos de otro modo.

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