Está en la página 1de 3

SICOANALÍTICO

Por el Dr. Santiago Ramírez

EL SICOANÁLISIS ha llegado a postular algunos conceptos básicos fuera de toda discusión, a través de su
práctica de más de cincuenta años de especular con las manifestaciones mentales del ser humano y de
corroboraciones derivadas de cotejos experimentales. Estos conceptos vienen a ser herramientas de trabajo
para apreciar el significado de cualquier expresión cultural, la picardía en este caso especial al que nos
vamos a referir.

1.—Hay un siquismo inconsciente. Antes del advenimiento del sicoanálisis, la sicologia actuaba
fundamentalmente con entidades llamadas conscientes, es más, se identificaba plenamente la siquis con la
conciencia. Datos dimanados de muchas experiencias han confirmado la presencia de contenidos
inconscientes, capaces de influir en la conducta del ser humano en sus manifestaciones. Es decir, no
solamente hay partes de nuestro siquismo inconsciente, sino que además influyen poderosamente en las
expresiones de la conducta.

2.-En el determinismo de las pautas de conducta, la vida infantil es singularmente importante.

El ser humano, a diferencia de sus parientes de otras especies, atraviesa por un período de dependencia
particularmente prolongado. Sus menesteres básicos se hallan a merced de la conducta que para con ellos
tenga el ambiente que los rodea. Desde el momento del nacer hasta aquel en que el sujeto es capaz de
satisfacer por sí mismo sus necesidades, pasa mucho tiempo, tiempo lleno de significados y constelaciones.
El niño aprende a confrontar que en ocasiones sus deseos entran en conflicto con las pautas, modos de ser e
ideales que los adultos tienen para con él. Por un lado, se siente urgido a la realización de determinadas
acciones, por otro, impulsado en igual proporción a complacer a los objetos que entran en relación con ellas.
La conducta adulta es el resultado transaccional de estas dos fuerzas; algunas veces actúan en el mismo
sentido, otras en sentido divergente y hasta opuesto.

Con el transcurso del tiempo, las pautas que fueron externas se interiorizan. se transforman en
inconscientes y siguen actuando. La frustración, la hostilidad, la necesidad de recibir afecto han sido evitadas
en el campo

219

consciente, pero siguen operando en el interior del sujeto y están prontas a expresarse tan luego lo
permitan las circunstancias, dando cuenta de su vigor y dinamismo.

3.-El ser humano no es una entidad independiente en el tiempo, sino anclada al pasado e influida por él. La
forma en que el pretérito actúa y determina el presente de un sujeto o una cultura reconoce una serie de
características de ese pretérito. La actitud que la cultura pudo tener con respecto a este pasado histórico
pudo ser de rebeldía a él, de sometimiento, de necesidad, de modificación y reparación o, por el contrario,
de reivindicación. La fórmula con la cual un grupo cultural supera sus conflictos con el pasado y sus objetos,
es el resultado de una ecuación estrictamente específica. Ante todo, sicoanalista investigador de la cultura
se encuentran planteadas consecuencias en que están presentes inhibiciones, síntomas, conflictos,
ansiedades, sentimientos de culpa, etcétera; el papel del analista es detectar los términos que han traído
como conclusión el resultado de referencia.

Cuando una persona se expresa o una cultura se patentiza encontramos habitualmente dos tipos de
comunicación. Uno, sujeto a las leyes del pensamiento lógico, de la síntesis, de la ordenación, del rigorismo
al que llamamos aspecto manifiesto de la comunicación. El otro, obediente de las leyes de tipo analógico,
mágico, en las que predomina la falta de síntesis, la ausencia de causalidad, la ordenación por asonancia o
consonancia; es
al que llamamos aspecto latente de la comunicación.

Existen muchos hechos en los cuales tiende a prevalecer una forma de comunicación sobre la otra: el sueño,
el acto fallido, la expresión sicopatológica y el chiste; en ellos predominan aspectos latentes de la
comunicación. Si el sueño en la acepción freudiana era el camino real al inconsciente, el chiste, la lírica, el
equívoco, también son vías de importancia para descubrir los contenidos latentes de un determinado
mensaje cultural.

En su vida consciente, el mexicano habitualmente es parco, discreto, balanceado; el medio tono es su


métrica y fórmula expresiva. La agresión, el temor, los deseos inconscientes tan sólo emergen cuando las
barreras defensivas se debilitan por el alcohol, el tóxico o en forma transitoria a través de esa irrupción ante
la cual el sujeto y los que lo rodean se recrean: el chiste, la frase de doble sentido, "el albur".

Revisando el contenido fundamental en la picardía recopilada por Jiménez, descubrimos la abundancia de


temática sexual con ciertas características particulares. Parece como que en todo diálogo intimo o entre
quie

220

nes no tienen las barreras de la educación, inevitablemente estuviese presente el desafío y el duelo, así
como el temor de un ataque homosexual. "Cuando se te acabe el perfume regálame el frasquito"; "A ese
culantro le falta una regadita"; "Ese jilguero quiere su platanito", son unos cuantos ejemplos de frases de
reto, y El ánima de Sayula no es sino el recelo ex presado en verso, de ser zaherido; temor que se dramatiza
en los letreros camioneros o de excusado. En una forma o en otra el contenido latente de las picardías indica
preocupación constante de ser vejado, inseguridad de conservar las características valiosas de la
masculinidad; reactivamente alarde compulsivo a través del cual se trata de obtener todo aquello que define
al hombre. El "machismo" que se describe en las canciones, en los corridos y en los aspectos líricos de la
música mexicana, aquí se ve magnificado, siniestramente engrandecido, proyectado en la pantalla de lo que
hace reír y temer al mexicano. La necesidad de poseer una masculinidad importante a través de la cual se
pueda "chingar” sin ser "chingado", invade toda la atmósfera de la picaresca, todas sus ramificaciones. En
otra ocasión hemos señalado que en el inconsciente del mexicano se equipara Jo indígena con lo femenino,
y lo hispánico con lo masculino. Esta ecuación invade todas las formas de expresión cultural de la vida
cotidiana. Ante el temor de parecernos a la mujer, con respecto a la cual estuvimos cercanos en nuestra
infancia, hacemos alarde del masculino distante, prototipo del padre mexicano. Queremos ser padre,
masculinizarnos, apropiarnos, como en la fiesta totémica, de sus características: "Ser padre de más de
cuatro" o "Ponerle a alguien las peras a seis o a veinticinco", o "Calzar del quince", "Dar veinte y raya" o "Ser
buenos hasta el ochenta".

Existe un sentimiento interior de debilidad, de pobreza; la manera de protegernos de él es hacer alarde y


jactancia de nuestra miseria, atacar para no ser atacados, frecuentemente con alusiones sexuales:

"Con una copa se entona don José Boquitas de la Corona."

*Siéntese usted, le suplico, donde descansa el perico."

"Con esa mano, doña Manuela, hágame un desprecio, aunque me duela."

En esas frases hay un alarde masculino, "macho”, pero abajo de él, a poco rastrearlo, se percibe depresión,
debilidad, ausencia. El tono es un intento desesperado, como en los letreros en camiones, de adquirir valor y
fuerza. Somos tímidos, recelosos de no haber incorporado suficiente padre; sin embargo, expresamos:

221

"Tan cuchillero y atrevido es mi querido manis, que le dicen el temido por el interior del país."
O bien "A que no me pasas... a tu hermana"; "La vida es un camote, agarre su derecha"; "Pásame por la
izquierda, nomás tócame el pito"; "Señorita: pida su parada, el chofer se la dará con gusto".

Por otra parte, la imagen de la mujer es devaluada en los diálogos; en los "parecidos”, es la hendida, la
ultrajada, la "chingada”. El mexicano se mofa de ella: la asimila a las jaulas, a los relojes de pared, a los
gusanos de seda. En su picaresca expone temor de entablar relación; parece que no existe sino la posibilidad
de herir o ser herido, de "pendejear” o ser "pendejo". Lo tonto, lo siniestro, lo indio son femeninos,
inquietan, pue den ser conquistados, al menor descuido, abruptamente, ladinamente, por los vivos, por los
muertos, en la bola, en el cementerio, a todo paso. La amenaza está a la vuelta de la esquina; siempre se
está "al cuarto" o "dándole a uno las doce".

Es interesante comparar un contenido y una comunicación típicamente manifiestas como las que representa
Agustín Yáñez en Al filo del agua con la comunicación latente e inconsciente mostrada en la obra de
Jiménez. La descripción gris, seca, enlutada, reverente, reprimida en la problemática de Yáñez contrasta con
la expresión procaz, roja, explosiva, profanadora, plena de alarde, que nos muestra Jiménez.

Son las dos formas antagónicas y extremas de dar cauce a dos tipos de identidad en el mexicano. Tanto más
intensa en su distancia y antagonismo tanto más severa la falta de integración. Esta ambivalencia nuestra
manifestada en el diálogo, en la novela, en la lírica, nos hacen objeto apasionado de investigación y cotejo.
Frecuentemente sólo se expresa y analiza el lado negro y enlutado del antagonismo. El gran mérito de
Jiménez enorme aportación para el sicólogo es que nos muestra crudamente esa antípoda de la identidad en
forma sistemática, valerosa y realista. En el afán por encontrarnos hay un mexicano en busca de filiación, de
identidad, lleno de contradicciones y afirmaciones, motivo de orgullo y de desprecio, de ternura y de
hostilidad; la antítesis es nuestro signo. El mexicano, dice Octavio Paz: "Cruza la historia como un cometa de
jade que de vez en cuando relampaguea. En su excéntrica carrera, ¿qué persigue? Va tras su catástrofe:
quiere volver a ser sol. volver al centro de vida de donde día --¿en la conquista o en la independencia? - fue
desprendido. Nuestra soledad tiene las mismas raíces que el sentimiento religioso. Es una orfandad, una
oscura conciencia de que hemos sido arrancados del todo y una

222

ardiente búsqueda: una fuga y un regreso, tentativa por restablecer los lazos que nos unían a la creación. "
En renglones anteriores dijimos que esta obra presenta enorme aportación al sicólogo porque muestra en
forma sistemática, valerosa y realista ese aspecto del mexicano que vemos cotidianamente, a cada
momento, que tal vez por verlo constantemente ha sido pasado por alto por los investigadores; aspecto que
URGE (así, con mayúsculas) estudiar para corregir los males, donde los haya, y exaltar los valores positivos
-no todo ha de ser malo- donde también los haya. Tal aspecto del mexicano, en apariencia fácil de conocer,
es sumamente complejo y requiere prolongados estudios que hasta la fecha se han ejecutado en forma
superficial solamente, quizá por falta de textos de consulta. En lo sucesivo será imposible iniciar o
profundizar el estudio de nuestro pueblo sin tener en la biblioteca propia, sobre la mesa de trabajo, a la
mano, la Picardía mexicana, libro que no puede leerse una sola vez ni dos so pena de no comprenderlo,
como no se puede comprender, ni menos estudiar, al mexicano por su trato durante pocos días, pocas
semanas o pocos años.

223

También podría gustarte