Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Proyecta una figu -ra de conjunto muy senciJla, que de hecho reaparece en todos los
periodos de profundas mutaciones. Está, por otro lado, la vida salvaje, acaso algo
anómica, en todo caso desordenada. Empero, en ocasiones es preciso "filosofar
martillo en mano". Literalmente, se ha abstraído de una realidad social que ya no la
reconoce como tal.
Esa lógica del "deber ser" apuntala el resentimiento y la hostilidad del policía, el juez
y el cura que llevan dentro todos aquellos que quieren o dicen querer hacer felices a
los demás, en su lugar y a veces incluso contra su voluntad. De allí ese mecanismo de
proyección, tan usual, que consiste en ver este mundo más miserable de lo que es,
para poder hacerse cargo de él, para poder salvarlo. Lukacs, en su época, a los
periodistas. No cabe duda que la expresión puede aplicarse al conjunto de la elite
moderna.
En efecto, hace unos quince años, cuando todavía no e staba a la moda, propuse la
metáfora de la " tribu" para dar cuenta de la metamorfosis del vínculo social, para
atraer la atención hacia la saturación de la identidad y d e su expresión, el
individualismo. Algunos intelectuales -en ocasiones los mismos que lo criticaron-
aceptan otorgarle la debida importancia. La realidad del tribalismo está allí,
cegadora, por fortuna y por desgracia. Sí, el tribalismo, en todos los ámbitos, será el
valor dominante durante las décadas por venir.
Induce otra manera de relacionarse con la alteridad, con ese otro que es el prójimo,
con ese otro que es la naturaleza. El "niño viejo" posee una tolerancia y una
generosidad indiscutibles, cuya fuerza proviene de aquella memoria inmemorial de
la humanidad que "sabe", gracias a su saber incorporado, que más allá o más acá de
las convicciones, de los proyectos de todo tipo, de las finalidades más o menos
impuestas, está la vida, con su inagotable riqueza, la vida sin finalidad ni uso, la vida
a secas. En suma, la esencia del judeocristianismo radica en la formidable tensión
hacia la "Ciudad de Dios", trátese del Paraíso en un sentido estricto o de la sociedad
perfecta. Dicha tensión religiosa o político-moralista exigía un adulto fuerte y
racional como actor.
Por ende, su actor es un "niño eterno" que, mediante sus actos, sus maneras de ser,
su música, la puesta en escena de su cuerpo, reafirma ante todo su fidelidad a lo que
es. Sería un error pensar que esa fidelidad equivale a la aceptación de un statu quo
político, económico o social. En mi propio trabajo, he establecido un vínculo
estructural entre Dioniso, el tribalismo y el nomadismo. Tal e s, también, el sentido
del tribalismo.
para recordamos, con gran pertinencia, que un lugar en el que el hecho de no morir
de hambre ha sido obtenido a cambio de morir de aburrimiento no amerita el
nombre de "ciudad" . En contraposición a la anemia existencial provocada por la
excesiva racionalización de lo social, las tribus urbanas subrayan la urgencia de una
socialidad empática, donde las emociones y los estados afectivos elementales sean
compartidos. Cabe recordar que el "trato comercial", fundamento de todo estar-
juntos, no es un mero intercambio de bienes, sino también un "intercambio de
ideas", un "trato amoroso". Recurriendo a términos más antropológicos, podríamos
decir que por momentos se observa un desplazamiento fundamental, cuando se
pasa de la polis a la thiasis, de un orden político a un orden fusional.
EL IDEAL COMUNITARIO
El asunto resulta aún más gracioso por el hecho de que la misma clase intelectual,
arrastrada por la tendencia de su época, funciona de manera inconsciente según un
tribalismo a prueba de todo. El mundo universitario nos brinda a este respecto un
ejemplo consumado, pues se halla constituido por un conjunto de clanes, cuyos
miembros se reconocen por su agrupamiento en tomo a un héroe epónimo. En
todos los casos anteriores, resultan claramente perceptibles el papel del amiguismo
y la importancia de las redes de influencia. Obedecen a un proceso endogámico que
justifica a menudo la relación entre mediocracia y mediocridad, relación cuya
importancia aún no ha sido cabalmente ponderada.
Y qué decir del mundo político y sindical, con sus corrientes y subcorrientes, sus
tendencias y demás clubes de pensamiento, que traducen en los hechos la
fragmentación de esas organizaciones homogéneas otrora fundamento de la
modernidad. Nuevamente, la fuerza de las cosas conduce al triunfo del tribalismo. El
proceso tribal ha contaminado ya las instituciones sociales en su conjunto. Las
preferencias sexuales, las solidaridades escolares, las relaciones amistosas, las
aficiones políticas o religiosas van a ser factores determinantes en la instauración de
redes de influencia, amiguismos y demás formas de ayuda mutua ya mencionadas,
que constituyen el tejido social.