Está en la página 1de 15

Capítulo 9

La psicología del mexicano


enel ámbito de las
relaciones amorosas

Rozzana Sánchez Aragón.


Luz María Cruz Martinez

Las costumbres, tradiciones, creencias, roles y relaciones tienen como 'escenario la interacción
social. Ésta implica ciertos patrones de conducta y pensamiento que los individuos han aprendido
de estructuras establecidas, como: la familia, los amigos, la comunidad, las instituciones, etc.,
todas ellas creadas y sustentadas en una cultura y expresadas en sus construcciones objetivas y
subjetivas. Para poder hablar de cómo es que la cultura influye en el comportamiento social de un
individuo es necesario recordar el concepto de cultura y sus características.

CULTURA
La cultura, concepto difícil de definir, puede verse de acuerdo con su origen latino como cultivar.
Para Tylor (1874; citado en Díaz-Guerrero, 2003): “Es el complejo conjunto que incluye
conocimientos, creencias, arte, principios morales, costumbres y todas aquellas habilidades y
hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad."
Más tarde, y después del análisis exhaustivo realizado por Kroeber y Kluckhohn (1952), concluyen:
La cultura consiste en patrones, explícitos e implícitos y del comportamiento adquirido y
trasmitido por símbolos, que constituyen el logro distintivo de los grupos humanos, incluyendo su
incorporación en artefactos; la médula esencial de la cultura consiste en ideas tradicionales
(derivadas y seleccionadas históricamente) y especialmente de los valores que representan: los
sistenas culturales pueden, por una parte, ser considerados como producto de la acción y por la
otra como elementos condicionantes de acciones futuras.

Al reconocerse la importancia de la cultura en el pensamiento, emoción y comportamiento


humanos, la psicología buscó maneras de aunarse al esfuerzo y lograr un conocimiento más
amplio del individuo tomando en cuenta su contexto sociocultural.
De ahí que la psicología transcultural en el mundo y la etnopsicología en México surgieran en
forma casi inevitable, dando cabida a conceptos como cultura objetiva, cultura subjetiva, cultura
colectivista, indiyidualista, complejidad cultural, flexibilidad cultural, axiomas sociales, y más
cercanamente a nosotros, las premisas histórico-socioculturales.
Así, la cultura objetiva se refiere a la forma de vestir, las construcciones, los alimentos y formas
externas que caracterizan a un grupo de otro; mientras que la subjetiva incluye las creencias,
percepciones, categorizaciones, valores y actitudes de cada grupo sobre su medioambiente
(Triandis, 1994). A su vez, se desarrollan dos formas genéricas de percibir e interactuar con el
medio sociocultural; por una parte el colectivismo y por otra el individualismo, conforman las
características que identifican una sociedad, y se refieren a la valoración del grupo versus la
autonomía de cada miembro del grupo cultural. Un síndrome cultural adicional presentado por
Triandis (1994) es el de la complejidad cultural, el cual tiene que ver con el grado de complejidad e
innovación de un grupo social, y la flexibilidad, con el grado de permisividad que se da a los
miembros de una cultura respecto de su comportamiento, es decir, la forma como se da la
normatividad.
Integrando estos aspectos a la noción de cultura y tomando en cuenta las influencias que la
ecología (es decir, la flora y fauna, el clima, la posición geográfica) tiene sobre la cultura (tomando
sus características anteriores), y ésta a su vez sobre el proceso de socialización (en donde se
establecen y/o troquelan las creencias, costumbres, etc.), se determina la personalidad del
individuo, cuyos efectos conductuales refuerzan o cuestionan la misma cultura, al mismo grupo e
instituciones (Triandis, 1994) (fig. 9.1).

Figura 9.1. Elementos de la conducta social.

LA ETNOPSICOLOGÍA MEXICANA

Con base en las nociones generales sobre la cultura, el planteamiento que hace la distinción entre
lo etic (universal a las culturas) y lo emic (las particularidades de cada grupo sociocultural), así
como las aportaciones de Ezequiel A. Chávez, Samuel Ramos y Octavio Paz, Díaz-Guerrero no se
rehusó al descubrimiento y reconocimiento de una disciplina encargada del estudio de dichas
especificidades culturales: la etnopsicología.
Con esta visión de la psicología autóctona, se generaron el surgimiento y el auge de investigación
generada en México sobre la psicología del mexicano. Como parte de este encuentro con la
psicología del mexicano, Díaz-Guerrero identificó el papel que desempeñan las creencias sobre los
cómo, cuándo y con quién comportarse socialmente, es decir, las --inicialmente llamadas– normas
culturales. Más tarde tomaron el nombre de premisas histórico-socioculturales (PHSC) pues
representan las guías básicas de la interacción social (como ya se mencionó) y por tanto
determinan los roles que desempeñan los miembros de una sociedad. Estas unidades esenciales
de la realidad interpersonal, como las define Díaz-Guerrero, van a poseer las cualidades de ser
comprensibles, válidas y particulares al grupo de referencia; de tal suerte que pueden moldear el
comportamiento interpersonal del mexicano.
Por otra parte, las PHSC pueden verse reforzadas para cada uno de los individuos cuando generan
un beneficio emocional, económico o social para los individuos. Por otro lado, su influencia se
puede ver frenada por deficiencias genéticas, de aprendizaje o desarrollo que impidan su
asimilación. El papel de las PHSC -como ya se expuso—tendrá efectos en la personalidad del
individuo, creando disposiciones psicológicas muy particulares que harán de su portador un ente
característico y propio a su grupo de referencia.

TIPOS DE MEXICANO

El planteamiento que Díaz-Guerrero hace de la psicología del mexicano tiene en sus bases la
noción de que existen ciertos tipos de mexicano. Este estudio tiene su origen en un ensayo
publicado en la Revista Educación en 1979, donde a partir de comparaciones entre mexicanos y
personas de otras naciones se logró caracterizar a los primeros. Por ejemplo, con base en estas
investigaciones se consideró el sentimiento de inferioridad como básico en el mexicano, sin
embargo, más tarde fue reconceptualizado como el valor supremo que le atribuye éste al grupo
(familia, grupo social) y no a sí mismo. Así pues, existe el planteamiento de ocho tipos de mexicano
existentes en nuestra cultura, aunado a sus posibles mezclas, producen cuatro que se consideran
las más representati-
vas de la población (cuadro 9.1).

Cuadro 9.1. Tipos de mexicano.

Pasivo obediente-afiliativo

 Este mexicano parece ser el más común y típico de la cultura mexicana (en especial en las
zonaş urbanas y las provincias del sur y centro de pais).
 Es más fácil encontrarlos en las clases bajas, en las mujeres, y se presenta más cuando las
personas son menores.
 Se caracterizan por ser individuos obedientes, afectuosos, ordenados, limpios,
disciplinados y poco autoafirmativos; tranquilos y con una percepción lenta del paso del
tiempo.
 Estas características tienen que ver básicamente con las formas de educación de la cultura
mexicana; reflejan la forma apropiada de relacionarse con el grupo, pues éste provee
seguridad emocional.
 Tienden a ser personas conformistas y complacientes, para ser agradables y aceptados por
el grupo.

Rebelde activamente autoafirmativo

 Este tipo de mexicano es descrito como el más común en las clases media y alta de la
sociedad, además se observa mucho en los adolescentes.
 Sus características principales son ser muy independiente, suelen ser individuos que
discuten y arguyen las órdenes que se les dan, además son dominantes.
 Tienden a enojarse fácilmente y buscan salirse con la suya; tienen cualidades que pueden
ser muy negativas, como ser vengativos, peleoneros, irritables y conflictivos.
 Gustan del liderazgo y su autonomía.

Control interno activo

 Este tipo parece incluir en sí mismo las características más notables del mexicano.
 Posee abundantes recursos internos (parece tener una libertad interna que le permite
adaptarse a lo mejor de la cultura, sin embargo, no es un tipo común).
 Se presenta más en hombres o miembros de familias adineradas y de la ciudad.
 Son personas capaces, afectuosas, ordenadas, obedientes, educadas, brillantes en
vocabulario, velocidad y comprensión de lectura, cordiales, responsables, evitan las
exageraciones y los negativismos en su pensamiento.
 No suelen ser irritables, conflictivas o toscas. Les disgusta lastimar a los demás.

Control externo pasivo


 Este tipo es exactamente el opuesto al anterior, y tiene en sí mismo condensados los
peores
 aspectos de la cultura mexicana.
 Ya desde los 12 años estos niños son descontrolados, agresivos, impulsivos y pesimistas.
 Mismas características que los hacen ser individuos especialmente rebeldes y
desobedientes;
 además, en su mayoría son más irritables y con mayor propensión al enojo que los tipos
de mexicanos antes mencionados. Son personas ingobernables y poco aliñadas, por una
importante falta de interés en su fisico.
 Se podrían describir por medio de una comparación como veletas controladas por el
ambiente, ya que sus conductas, pensamientos, afectos y decisiones se ven
constantemente alteradas por los eventos que suceden a su alrededor; además, una de
sus características es que constituyen un campo férti! para la corrupción.

Estos tipos, entonces, conforman un eje cardinal en la psicología del mexicano que Díaz-Guerrero
concibe y reconoce como determinantes de su pensamiento, afectos y conductas, al crear su
realidad interpersonal e interactuar con su familia, amigos y pareja.
De tal suerte que sus planteamientos no sólo tienen implicaciones en cómo es visto el mexicano o
cómo es distinto (o no) a otros grupos culturales, sino también en su autoconcepto, la forma como
establece relaciones con otros, la forma en la que siente y se reconforta y la forma como sufre
también sus relaciones amorosas.

LAS RELACIONES CERCANAS DEL MEXICANO

Las relaciones cercanas y románticas representan escenarios en los que el indivduo tiene
oportunidad de expresar su cultura, sus creencias y sus emociones (Kelley y Thibaut, 1978). De tal
forma que esta conjunción de elementos en la persona creará ciertas disposiciones que le servirán
para percibir, interpretar, organizar la información que recibe y reaccionar ante los otros
significativos. Una relación es cercana cuando hay alta interdependencia de actividades entre dos
personas, que se manifiesta en: tener encuentros frecuentes, intensos, en diversos tipos de
actividades y que éstos se mantengan a través de un tiempo relativamente largo (Berscheid,
Snyder y Omoto, 1987). Al escudriñar otras definiciones, encontramos que para Tesser (1988) la
cercanía es el grado en el cual el individuo se ve a sí mismo perteneciendo al otro. Aron, Aron,
Tudor y Nelson (1991) conciben ésta como una interconexión o confusión entre yos, donde la
inclusión del otro en uno mismo es fundamental. De entre los tipos de relaciones consideradas
como cercanas se tienen las de amistad, parentesco familiai, de pareja, etcétera.

Dentro de las características primordiales de una relación cercana están:


 El involucramiento emocional o interdependencia (Kelley y Thibaut, 1978).
 La autodivulgación (Altman y Taylor, 1973), que permitirá compartir creencias, pensamientos,
sueños (Perlman y Fehr, 1987).
 Calidez, privacidad, sinceridad, honestidad, cuidado, protección y atención que se procura al
otro (Rubenstein y Shaver, 1982).

De entre las propuestas de medición de la cercanía, la brindada por Aron et al. (1991; Aron, Aron y
Smollan, 1992) y validada después en México (Sánchez Aragón, 1995), representa una forma
adecuada tanto en su aplicación como en su entendimiento y calificación. Consiste en un único
reactivo pictórico que a partir de una serie de diagramas de Venn (cada uno representando
diferentes grados de traslape de dos círculos), el sujeto debe seleccionar de entre siete opciones
aquel que represente mejor su relación con otro significativo (sea familiar, amigo o pareja
romántica). Dichos diagramas fueron diseñados de modo que: a) el área total de cada figura sea
constante y b) el grado de traslape progrese linealmente creando un séptimo paso (fig. 9.2).

Figura 9.2. Escala de inclusión del otro en el yo (EIÖY}.


Algunos de los resultados que obtuvieron Aron et al. (1992) resaltan el hecho de que cuando se les
preguntó a los sujetos sobre el significado del reactivo, ellos se lo atribuyeron a:
 Sentimiento de cercanía (cuidado, confianza, cariño o amor mutuo, disfrutar la compañía del
otro, etc.).
 Conducta cercana (interacción conductual –incluyendo tiempo empleado juntos--, actividades
conjuntas, compartir recursos materiales, etc.).
 Conexión (interconexión de sí mismos, interdependencia, integración de vidas --excepto por
una integración puramente material-, etc.):
 Similitudes (valores comunes, intereses, etc.).
 Identidad-independencia, que se refiere a la pérdida de límites del yo, dependencia, etc., y los
opuestos a éstos.

No obstante en México (Sánchez Aragón, 1995), al reproducir este estudio, los hallazgos indicaron
que existen cuatro categorías que definen la EIOY:
 Sentimiento de cercanía: compuesto por el amor entre los miembros de la pareja.
 Conducta cercana: tiene que ver con compartir cosas y comunicarse.
 Conexión: se refiere a la unión o relación establecida entre los miembros de la pareja, su
integración e interrelación.
• Similitud: semejanza en intereses, valores, expectativas, etc., entre los miembros de una
relación.

Es del todo evidente que dentro de los hallazgos que llaman la atención está la ausencia en la
muestra mexicana de la categoría identidad-independencia, lo cual confirma algunos de los
estudios realizados por Triandis (1994) y Díaz-Guerrero (1994), quienes han establecido una clara
diferenciación entre las culturas colectivistas e individualistas. Al respecto de esta dicotomía entre
culturas, en México la categoría de conducta cercana (que se caracteriza por compartir y
comunicarse) aparece por su frecuencia como la segunda en importancia (la primera fue
conexión), mientras que para Estados Unidos la categoría de independencia-identidad (que tiene
que ver con la pérdida de límites del yo, independencia, etc.) es la que ocupa el segundo lugar.
Estos resultados se contextualizan en el marco de dos culturas que otorgan una importancia
diferente al valor del individuo en contraposición con la comunidad. De esta manera, los estudios
transculturales y etnopsicológicos señalan que las culturas colectivistas, como es el caso de la
cultura mexicana, se caracterizan por su necesidad de cooperar para sobrevivir, por lo que están
en función de su grupo de pertenencia y por ello se comportan de acuerdo con sus normas y
costumbres; valoran más la experiencia que la acción y a los amigos que a sí mismos, incluso
cuando hay inconsistencia entre lo que su ambiente les demanda y lo que se hace; la mayoría de
los mexicanos se automodifican en vez de hacerlo con el ambiente, y cuan-do tienen que
enfrentarse a situaciones suelen pedir ayuda a los demás y no hacerlo por sí mismos. Además, en
la cultura colectivista la gente muestra más obediencia afiliativa y enfatiza la obediencia, el deber,
la limpieza y el orden. Pero esta forma de entender y vivir la cercanía con otros significativos en los
mexica-nos (ya sean hermanos, padres e hijos, amigos o pareja) se ve completada por su estilo de
expresar el amor. De entre muchas, surge una aproximación cuya originalidad ha sido campo fértil
de estudio 'y consideración empírica: los colores del amor, de Lee (1976), es una propuesta que
analiza la experiencia romántica implícita en la relación íntima adul-ta, corta o duradera, feliz o
infeliz. Para este teórico, el amor se puede dividir en distintas especies, y no por eso deja de ser
amor; estas especies son como los colores, hay diferentes, se tiene un favorito, pero eso no
significa que sea mejor o peor que los demás. Estos estilos son el resultado de análisis sistemáticos
de las experiencias de amor de más de 200 hombres y mujeres de 16 a 70 años, a los cuales se les
pedía respondieran a un reporte detalla-do de sus experiencias durante la infancia, así como
también la relación de amor con sus padres. A pesar de que cada una de las historias de amor de
los sujetos era única en sus detalles, cuando se codificaron y analizaron los datos de todas,
surgieron ciertas similitudes entre ellas. A partir de estas concordancias, los seis más comunes son
ampliamente definidos y evaluados (fig. 9.3).

Dentro de las consideraciones a esta tipología, Lee establece que los tipos de amor son como los
estilos de vida de la gente, pues pueden cambiar. Este enfoque no desacredita las experiencias
pasadas, sino las reevalúa desde una perspectiva diferente, reconociéndolas como válidas, y esto
ayuda al individuo a clarificar el estilo de amor que se requiere en la relación que hoy tiene. Esta
teoría promueve una perspectiva abierta de las relaciones de pareja en donde cada persona
reconoce en sf misma diferentes formas de expresión de amor hacia una o más personas. Los
estilos de amor básicos son:
I. El amante erótico. Se enfoca en la belleza relativa del objeto de amor y surge del llamado "amor
a primera vista". El síntoma primario para este estilo es la atracción inmediata y poderosa hacia el
otro, seguida de un periodo de miedo, anticipación y tensión; después surge un periodo de
conocimiento, disfrute y éxtasis, y al final declina hacia el desencantamiento_ La motivación
principal es el plano sexual, el cual se extingue muy rápido. Los amantes eróticos experimentan
síntomas fisiológicos como excitación, shock, reacciones químicas, transpiración, presión
estomacal, incremento de la respiración y del pulso cardiaco, etc., al primer acercamiento hacia la
otra persona.
2. El estilo lúdico. Es una forma libre cuya premisa es que el amor es como un juego, en el cual las
personas evitan tomar sus emociones muy en serio pues eso implicaría volverse dependientes de
sus parejas, o permitir que cualquiera de ellas le demande mucho o se involucre demasiado.
Cuando la pareja deja de ser interesante para el amante lúdico, el juego se termina, sin
reclamaciones ni culpas, y entonces comienza una nueva búsqueda de alguien ameno. Las
principales estrategias de este tipo de amante son la coquetería y la galantería, asimismo, la falta
de honestidad y engaño le dan un toque de suspenso y excitación especial al juego.
3. El estilo maniaco. Refleja a una persona infeliz en la vida, con sentimientos de soledad y una
tendencia a ponerse ansiosa al enamorarse y que espera que el amor sea dificil y doloroso. No
están seguras sobre el tipo de personas que les atraen y siempre buscan combinaciones
contradictorias, esto favorece la presencia de preocupación excesiva por la otra persona, hasta el
punto de sentir necesidad de ésta, al grado de que no podría vivir sin ella. Surge el fuerte deseo
(plagado de ansiedad) por imaginar un futuro juntos. Anhela e insiste en tener contacto con su
objeto amoroso, y cuando no lo tiene se molesta y esto provoca una intensificación emocional que
da pauta para que se convierta en alguien sumamente posesivo, que vigila demasiado a su pareja.

4. El amante amistoso. Es aquel que poco a poco desarrolla un vínculo caracterizado por la amistad
y el afecto; por ello, el éxtasis de lo erótico es una ilusión, el sufrimiento del maniaco una tortura
autoimpuesta y el juego del lúdico una broma a la seriedad del amor. La persona trata a su pareja
como a un amigo con quien se comparten actividades, lo que les permite familiarizarse con la
personalidad del otro. Se crea tal lazo entre la pareja y la actividad, que si por alguna razón la
persona no está, se percibe incapacidad para realizar las actividades compartidas.
5. El estilo pragmático. Parte de la idea de que puede controlar su vida y alcanzar metas por sus
propios esfuerzos a través de una atinada selección. Ésta consiste en la búsqueda de una pareja
compatible, un tipo de persona que le sea adecuada y cumpla con los requisitos en términos de
raza, trabajo, educación, etc. Los lugares en donde suele buscar son aquellos que le son más
familiares, como su trabajo o espacios que frecuenta, de manera que esté seguro que va a
encontrar alguien similar, sin correr riesgos futuros. La compatibilidad sexual desempeña un papel
muy importante, pero si ésta no fuera perfecta, existe la posibilidad de realizar un esfuerzo mutuo
para lograrlo. Este amante no encuentra impedimentos para lograr el acuerdo, y si es necesario,
acudiría a solicitar ayuda de un especialista para resolver cualquier diferencia.
6. El amante ágape. Es considerado el estilo menos egoísta, cuyo interés en el otro radica en el
deber u obligación por cuidarle, no importa si se le quiere cuidar o si se lo merece o no, lo que
importa es la expresión de altruismo y compasión. El verdadero ágape ofrece el tipo de amor que
el amado necesita, no importando los beneficios o dificultades involucradas, lo que habla de un
idealismo cuya preocupación universal es la humanidad, no sólo aquellos por quienes se siente un
apego especial. La razón y la obligación siempre prevalecen ante el deseo y la emoción, lo que le
da al amante ágape control y sabiduría sobre sus sentimientos.
Resulta claro que la vivencia amorosa en general y cada estilo de amor (Lee, 1976) tiene una
conexión directa con todos los aspectos del individuo: su sentir, su pensar y sus referentes
conductuales. En cuanto a la aplicabilidad de esta taxonomía del amor en el contexto de la cultura
mexicana, Ojeda García (2006) diseña y valida una prueba para evaluar estos estilos, encontrando
delimitados a los seis tipos de amantes.
Considerando la aportación de Lee (1976) y retomando la aportación de Díaz-Guerrero en sus
PHSC, es posible observar cierta analogía. Por su parte, cada uno de estos estilos del amor posee
un perfil característico en donde se refleja su filosofía de vida, los elementos fundamentales que
los hacen sentir amor y las reacciones surgen con el fin de expresarlo; en cuanto a las PHSC, éstas
manifiestan las ideas más arraigadas en • el ser humano —a partir de su cultura— del cómo,
cuándo, con quién y por qué relacionarse. En el contexto de las relaciones de pareja, estas
preguntas encuentran respuestas a través de las PHSC de la pareja mexicana planteadas por Díaz
Loving y Sánchez Ara- gón (1998) . Dimensiones como el conflicto-separación ("mientras más
conflictos haya entre una pareja se tiene menos deseo de estar con ella"), pasión ("la pasión
produce deseo sexual"), amor de compañía ("duele olvidar a. quien se amó"), compromiso
mantenimiento ("si se vive con la pareja se deben cumplir ciertas responsabilidades"), romance-
tristeza ("ante la separación de la pareja, en general se siente tristeza y depresión"), amor trágico
("el amor se escribe con llanto"), la relación de pareja en la cultura ("la mujer como la escopeta,
siempre cargada y detrás de la puerta"), desamor-alejamiento ("cuando las parejas se alejan es
porque ya no se aman"), atracción ("cuando alguien es atractivo siempre se desea conocerle"),
dan fe de los aspectos que hombres y mujeres consideran como el sostén de sus creencias, de su
concepción de relación entre un hombre y una mujer.

MÉTODO
Objetivos
Con base en las directrices derivadas de la psicología del mexicano y el interés por aplicarlas en el
ámbito de las relaciones amorosas, esta investigación se propuso:
1. Diseñar y validar una escala de tipos de mexicano, así como identificar su prevalencia en
general.
2. Conocer la estabilidad de las PHSC e indagar su relación con los tipos de mexicano.
3. Explorar la relación entre los tipos de mexicano y la cercanía hacia la pareja amorosa.
4. Examinar el grado de asociación entre los estilos del amor y las PHSC de la pareja mexicana.

MUESTRA
La muestra con que se trabajó en los primeros tres objetivos específicos fue de tipo no
probabilistica accidental por cuota (Hernández Sampieri, 2002), y quedó comprendida en 326
sujetos, de los cuales 163 son hombres y 163 mujeres. Sus edades fluctuaron de los 17 a 73 años,
con una media de 32.23 y una moda de 22 años. El estado civil al que pertenecían los sujetos de la
muestra era en su mayoría solteros (182) con 56 0, seguido de los casados (91) con 28 %, unión
libre (33) con 14.2 %, divorciados (11) con 3.4 0, y el resto viudos (6) con 1.8 %. La escolaridad de
los miembros de la muestra era en su mayoría de nivel profesional (59.7 /) , seguido por el nivel de
preparatoria (18.5 %), secundaria (9.2 %), primaria (5.5 %) y con educación de posgrado (4.9 %).
Los requisitos para incluir a los sujetos fueron: ser de nacionalidad mexicana, estar dentro de una
relación de pareja de tipo heterosexual (sin importar el tipo) y que ésta tuviera una duración
mínima de seis meses. Así, de acuerdo con el tiempo en la relación se reportaron relaciones desde
seis meses y hasta 35 años, con una media de duración de seis años tres meses y una moda de dos
años.
Para trabajar el último objetivo se estudió una muestra no probabilística por cuota (Pick y López,
1991) comprendida por 294 sujetos voluntarios adultos mexicanos, de los cuales 149 eran
hombres y 145 mujeres, con edades que oscilaron entre 15 y 71 años con una media de 33.46.
Todos los sujetos tenían en ese momento una relación de pareja, y el tiempo que llevaban en su
relación de pareja fue de 9.54 años en promedio. En cuanto a la escolaridad de los sujetos, se
observó que fluctuaba entre primaria y posgrado con una media de preparatoria.

Instrumentos
Escala del tipo de mexicano. Se desarrolló una escala con formato de diferencial semántico en la
que los participantes respondían: ¿Qué tanto considero tener una u otra característica?, tomando
como base cinco puntos de respuesta que iba de nada a mucho. Así, esta prueba se constituyó de
79 pares de adjetivos, derivados de las descripciones de Díaz-Guerrero (1994b) acerca de cada tipo
de mexicano.
PHSC del tipo de mexicano. Se lograron integrar 12 PHSC que reflejaran cada uno de los tipos de
mexicano (tres por cada uno de los tipos principales), de acuerdo con la propuesta de Díaz-
Guerrero. De éstas, tres se retomaron del inventario de PHSC (Díaz-Guerrero, 1994b) y las otras
nueve fueron construidas respetando la forma original y tipo de respuesta usado por el autor.
Escala de inclusión del otro en el yo. La escala de inclusión del otro en el yo de Aron et al. (1992),
como ya se mencionó, consiste en un único reactivo pictórico en formato tipo Likert, que evalúa a
través de siete opciones de respuesta la percepción de cercanía en las relaciones personales, en
especial en las relaciones amorosas.
Inventario de estilos de amor en adultos. Esta prueba valora seis formas de expresar y vivir el amor
con la pareja por medio de 30 reactivos en formato tipo Likert de cinco opciones de respuesta que
indican acuerdo, tomando como base teórica la teoría de Lee (1976). En cuanto a su consistencia
interna y validez, cabe mencionar que ha mostrado fortaleza tanto en su versión original como en
la corta (Ojeda García, 1998, 2006; Sánchez Aragón, 2000), evidenciada en coeficientes alfa de

Cronbach superiores a 0.80.


Inventario de PHSC de la pareja mexicana. Esta medida consiste en 112 afirmaciones en formato
Likert con cinco opciones de respuesta que indican grados de acuerdo. Estos reactivos se
encuentran distribuidos en nueve dimensiones de la siguiente manera: el factor conflicto-
separación posee 29 reactives que se refieren al papel que tiene el conflicto en el proceso de
separación entre los miembros de la pareja; el factor pasión, con 19 reactivos, versa sobre la
respuesta fisiológica, la emoción e implicaciones de esto en la experiencia pasional de la pareja. El
factor amor de compañía (14 reactivas) habla sobre -el compañerismo, el cariño y paciencia que
caracteriza una relación a largo plazo; mientras que el factor compromiso-mantenimiento (13
reactivos) hace referencia a las responsabilidades, estabilidad y atención que implica la vida
cotidiana de la pareja. Por su parte, el factor romance-tristeza (11 reactives) habla acerca del amor
y las consecuencias emocionales negativas de perder ese amor; el factor amor trágico (nueve
reactivos) tiene que ver con la percepción de amor para toda la vida y del fatalismo que implica la
posibilidad de separación o pérdida de la pareja; el factor sobre relación de pareja en la cultura
(siete reactivos) aborda aquellos aspectos que la cultura aporta al entendimiento tradicional de las
relaciones de este tipo plasmadas en dichos mexicanos. El factor desamor-alejamiento (siete
reactives) toca la falta de amor entre la pareja y su impacto en la disolución de dicho vínculo, y por
último, el factor atracción (cinco reactives), cuya esencia está puesta en lo que se hace y desea
cuando se conoce a alguien atractivo. En cuanto a su confiabilidad, la prueba alfa de Cronbach
revela coeficientes de entre 0.62 y 0.90.
Resultados
Validación de la escala de tipos de mexicano y prevalencia en hombres y mujeres. Para cumplir
con este propósito, al inicio se llevaron a cabo análisis de discriminación de reactivos y análisis
factorial de componentes principales. Este último análisis arrojó 11 factores que explicaban un
total de 57.51 % de la varianza, que agrupan las 52 características más representativas de los tipos
de mexicano. Después se corrieron análisis de confiabilidad alfa de Cronbach, obteniéndose
coeficientes de entre 0.52 y 0.85 (tabla 9.1).

Al observar estos datos se determinó que las características positivas y negativas se agrupaban de
manera diferencial, por lo cual de alguna manera teórica se podrían obtener por alguna
agrupación conceptual dichos factores para obtener las cuatro tipologías de mexicano. Sin
embargo, se procedió a realizar un análisis factorial de segundo orden con el fin de explorar la
posibilidad de obtener los cuatro tipos de personalidad del mexicano. En cuanto a los resultados
obtenidos, se identificaron tres factores que explicaban 6019 % de la variar= total (tabla 9.2).
Este análisis arrojó que los factores 1, 4, 6, 7, 8, 9 y 10 se unieron conformando un tipo positivo;
por otro lado, se unen los factores 2, 3 y 11, logrando un tipo negativo, y se deja solo al factor 5.
Por ello:
1. Al primer factor se le denominó tipo de mexicano control interno. activo (CIA), o en palabras de
Maslow (1954), autorrealizado (cc = 0.90), y queda conformado por características como:
disciplinado, limpio, ordenado, organizado, responsable, optimista, cauteloso, perceptivo,
planificador, reflexivo, sensitivo, autónomo, autosuficiente, independiente, libre, aceptado,
adaptado, decidido, seguro, sociable, asertivo, audaz, cortés, educado, protector, emprendedor,
estudioso, exitoso, inteligente, agradable y aventurero.
2. El segundo se designó como el tipo de mexicano control externo pasivo (CEP) (a = 0.84), que es
una persona: enojona, impaciente; impulsiva, peleonera, vengativa, tosca, voluble, convenenciera,
corrupta, machista, mentirosa, oportunista, amenazadora y hostil.
3. El tercero fue nombrado tipo de mexicano pasivo obediente (PO) (a = 0.72), es el mexicano
manipulable, gobernable, dominado, abnegado y pasivo.
En cuanto a la magnitud de los tipos de mexicano obtenidos, se encontró que el más común es el
control interno activo, seguido por el control externo pasivo y, por último, el pasivo obediente
(tabla 9.3).

Consistencia interna de las PIISC y relación con los tipos de mexicano. Más adelante se indagó la
consistencia interna de las PHSC; se encontró un coeficiente de 0.70 y quedaron incluidas las
siguientes:

Las mujeres dóciles son las mejores.


Es mucho mejor ser un hombre que una mujer.
Un hijo siempre debe obedecer a sus padres.
Nunca se debe dudar de la palabra de una madre.
Es mejor mandar que obedecer.
Es válido romper todas las reglas, si así se conseguirá lo que se desea.
No importa estar solo al final, si se ha triunfado.
Es mejor estar siempre en situaciones y con personas que ya se conocen.
Ya obtenidos los tipos de mexicano y las PHSC más consistentes, se realizaron algunos análisis de
correlación producto-momento de Pearson entre ambas variables (tabla 9.4).
Tabla 9.4. Correlación tipos de mexicano y PHSC.
Los resultados muestran que la medida en que la persona se ve más como un tipo CIA
(organizados, educados, sensibles y decididos), tiende a no creer en que es mejor estar en
ambientes conocidos que desconocidos. Por su parte, en la medida que la persona se identifica
más con características como ser enojona, impulsiva, machista y corrupta, tiende más a creer en
que romper las reglas es válide, las mujeres sumisas son las mejores y se vale todo por triunfar.
Por último, en la medida que la persona se ve más dominada, abnegada y manipulable, más creerá
en que personas (en especial mujeres) como ella (dóciles) son mejores.

Correlaciones de los tipos de mexicano y la cercanía percibida con la pareja. Al examinar el grado
de asociación entre los tipos de mexicano y la cercanía percibida con la pareja, se realizó un
análisis de correlación producto-momento de Pearson, en el cual se observa que en la medida que
la persona posee características positivas, como ser disciplinado, responsable, perceptivo,
autónomo, seguro, sociable, cortés, emprendedor y aventurero, tenderá a experimentar mayor
cercanía (tabla 9.5).

Asociación entre los estilos del amor y las PHSC de la pareja mexicana. Para conocer la relación
entre estilos de amor y PHSC de la pareja se realizó otro análisis de correlación producto-momento
de Pearson en el cual se observa que en la medida que la persona usa un estilo erótico (donde la
atracción sexual predomina), tiende a creer que la atracción es la pauta de conocimiento sobre
alguien con quien se puede experimentar pasión en forma intensa, también profesa que ni el amor
a largo plazo ni el amor trágico (matizado de llanto y sufrimiento) son formas de vivir el amor. Por
otro lado, a más uso del estilo lúdico, mayor propensión a creer que tanto la pasión como la
atracción forman el motor para vivir sus relaciones múltiples. En la medida que el amante emplea
un estilo maniaco, tenderá a creer que el amor "debe escribirse con llanto" y dolor, y que si se
conoce a alguien atractivo se busca cercanía. En el caso del estilo amistoso, a mayor usanza de
éste, el amante creerá más en que las relaciones a largo plazo y sosegadas son las formas idóneas
de vivir el amor, asimismo, que la atracción por alguien determina los primeros acercamientos de
orden romántico. Por su parte, a más practicidad en la forma de expresar el amor, mayor creencia
en que la atracción es fundamental en los primeros encuentros para lograr un amor añejo y
apacible, a la vez que menos adverso y sombrío. Por último, en la medida que el amante usa más
el estilo agápico, tenderá más a ver su relación con potencial a sufrir y mantener esta condición a
través del tiempo (tabla 9.6) .

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
El objetivo principal de esta investigación fue reconocer la trascendencia y aplicabilidad de la
psicología del mexicano con sus tipos y PHSC en el estudio de las relaciones amorosas. So pretexto
de ello, se buscó conocer la relación entre los tipos de mexicano planteados por Díaz-Guerrero con
las PHSC y la cercanía percibida en una relación de pareja. Para cumplir con este planteamiento,
fue necesaria la creación de una prueba que midiera dicha tipología de la personalidad, pues
representa un icono en la etnopsicología y en la psicología en general.
Como se pudo constatar, la prueba obtenida para medir los tipos de mexicano de Díaz-Guerrero
mostró ser válida y confiable. Se lograron identificar tres de ellos: el control interno activo, el
control externo pasivo y el pasivo obediente. El primero de éstos muestra a un mexicano que
reúne muchas características positivas del ser humano, lo que nos permite —hasta cierto punto—
igualarlo al autorrealizado de Maslow (1954). Este mexicano combina, en forma excepcional,
organización, disciplina y responsabilidad con la sensibilidad; la autonomía, la seguridad y lo
asertivo con la cortesía, y lo planificador y reflexivo con lo aventurero. En palabras de Díaz-
Guerrero: "Este tipo de personalidad posee los aspectos más positivos de la cultura mexicana,
pues evita las exageraciones y los aspectos negativos de la misma..."
Por su parte, el segundo factor pone en evidencia la persona que por sus impulsos y el mal manejo
de sus emociones fácilmente se enoja, es voluble, se pelea, busca vengarse, es corrupta,
convenenciera, mentirosa, oportunista, amenazadora y hostil. Al parecer este tipo de mexicano
conjuga incluso lo negativo del rebelde activo autoafirmativo pero sin sus habilidades
intelectuales, lo cual los hace ser "las ovejas negras de nuestra cultura" (Díaz-Guerrero, 1994b). El
tercer factor es el obediente y pasivo pero no afiliativo, de tal suerte que sólo es un seguidor, una
personalidad btanda y apocada que es manipulable, gobernable, dominado, abnegado y pasivo.
En términos de su prevalencia, los datos indicaron que se dan en el orden en que han sido
mencionados, lo cual no concuerda con lo mencionado por Díaz-Guerrero, quien afama que el
pasivo obediente afiliativo es el más frecuente, seguido del rebelde activo. ¿Será asunto de la
deseabilidad social, del nivel de escolaridad o de la forma como fueron evaluados los tipos? Habrá
que explorar más a fondo, porque lo que sí es claro es que el tipo perfecto y su contraparte el
imperfecto son los de promedio más alto.
Otro objetivo fue explorar las relaciones entre los tipos obtenidos con las PHSC y después con la
cercanía. Al respecto de lo primero, el tipo CIA por definición es seguro y aventurero, de modo que
se entiende que no sea necesario en su vida tener certezas o conocimiento previo de las cosas, su
sensibilidad le facilitará la exploración y planificación de su vida. En el caso del CEP, también se
observó consistencia con lo planteado por Díaz-Guerrero; estas personas se caracterizan por la
rebeldía necia que busca romper reglas, que busca a personas que le sirvan y se sirve de la
corrupción para triunfar. Por último, los PO se ven como el ejemplo, como lo bueno y bondadoso,
como lo altruista y sacrificado, que les permite sentirse mejores.
En cuanto a las correlaciones de los tipos con la cercanía, sólo se observó que en la medida que la
persona es más CIA (disciplinado, responsable, perceptivo, autónomo, seguro, sociable, cortés,
emprendedor y aventurero), tenderá a experimentar mayor cercanía, esto es obvio, y de acuerdo
con Rubenstein y Shaver (1982), para que las personas puedan estrechar lazos emocionales sólidos
son ineludibles aspectos como calidez, sinceridad, honestidad, cuidado, protección y atención.
Asimismo, autores en el área de las relaciones personales (Díaz Loving y Sánchez Aragón, 2002)
han establecido que para que una persona establezca vínculos de intimidad, cercanía y amor, y
pueda interactuar en formas positivas con su pareja, es necesario poseer un perfil de personalidad
positivo, como feminidad y masculinidad positiva, alta autoestima, alta autorrealización y baja
defensividad.
Por último, se procedió a examinar las relaciones entre los estilos de amor de Lee (1976) y las
PHSC de la pareja mexicana planteadas por Díaz Loving et al. (1998), como un prueba del papel
que tienen las creencias que la cultura impone a sus miembros en su realidad interpersonal, como
mencionaba el doctor Díaz-Guerrero. De hecho, ambas aproximaciones (la teoría de los colores del
amor y las PHSC) se refieren a la ideología que hombres y mujeres poseen sobre las relaciones de
pareja y cómo la ejecutan. Teniendo esto en mente, y analizando los datos aportados por personas
con pareja, se encontró que el erótico tiende a creer en el poder de la atracción y la pasión, pero
no en que el amor deba vivirse a largo plazo y en forma dolorosa. Esto es congruente con la
filosofía del amante de este tipo, pues ellos están enamorados de su objeto y sólo buscan el
placer, dure lo que dure (Lee, 1976). El estilo lúdico mostró una inclinación a creer en la atracción
y en la pasión como herramientas necesarias en su labor de coquetear y seducir a la o las personas
que sea posible, y con ello cubrir sus necesidades de tener relaciones simultáneas y/o múltiples.
Asimismo, este amante se divierte, compite, tiene mucha labia que le es útil en-el proceso de
cortejar y convencer, usa el sarcasmo y oculta su calidez (Guerrero, Andersen y Af fi, 2001) .
Los datos también señalan que quien usa el estilo maniaco tenderá a creer en el amor trágico y en
la atracción; esto es congruente, ya que estos amantes tienen la percepción de que su niñez no fue
muy feliz y que la relación con sus padres fue problemática, por lo cual no están contentos con la
vida, se sienten en cierta forma solos y tienen pocos amigos, lo que quizá predisponga a las
personas a ponerse ansiosas al enamorarse y esperen que el amor sea dificil y doloroso (Lee, 1976)
. En el caso del estilo amistoso, sus creencias van dirigidas al amor de compañía y la atracción; en
este punto vale la pena abordar la forma corno la sociocultura mexicana socializa a mujeres y
hombres, inculcando un fuerte valor hacia la estructuración de la familia, vista como el vehículo de
trasmisión de la cultura (Sánchez Aragón, 2003).
En cuanto al amor pragmático, su exponente cree en la atracción, en el amor a largo plazo y en
que debe vivirse feliz, sin sufrimiento o angustia. Esta forma de conceptuar las relaciones es sin
duda el rasgo característico del amante práctico, pues busca optimizar sus recursos, tanto internos
como de su factible pareja, al vivir la vida de forma cada vez mejor, perfeccionando y prolongando
su bienestar (Lee, 1976; Ojeda García, 2006). Por(limo, en la medida que el individuo use más el
estilo agápico, tenderá más a ver su relación con potencial a sufrir y mantener esta condición a
través del tiempo, esto —al igual que el caso anterior— refleja el credo de este amante observado
por Lee, pues el sacrificio y la dedicación es su fuente de estixnulación en el amor.
Derivado de estos datos surgen respuestas, pergttambién se visualiza la complejidad del
fenómeno estudiado: el ser humano como parte de una cultura que le dicta las formas de ser,
experimentar, disfrutar y sufrir el amor con alguien en quien se ha depositado la ilusión de la
atracción, el deseo del enamoramiento, la insaciabilidad de la obsesión y la reciprocidad del amor
desesperado; un ser humano con personalidad única, con expectativas, emociones y formas de
interactuar salpicadas por lo biológico y definidas por lo social que exigen ser auscultadas en
movimiento, en el momento histórico que les corresponde.
Sin más por ahora, sólo nos queda reiterar la importancia que tienen las aportaciones del doctor
Díaz-Guerrero y desde iya! nuestra psicología del mexicano en la indagación profunda del ser
humano; del mexicano y sus emociones, sus pensamientos, sus conductas y su particular forma de
enfrentar la vida diaria.

También podría gustarte