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Autores:
- Ángel Nahudk Haya Peña. Administrador de Empresas, Politólogo, Especialista en Gobierno y
Políticas Públicas. Director Ejecutivo (Chief Excutive Officer - CEO).
- David Andrés Santos Ruiz. Politólogo, Especialista en Gobierno, Maestrando en Gobierno y
Políticas Públicas. Director de Proyectos (Chief Project Officer - CPO).
Colaboración técnica:
- Santiago Madroñero Ballesteros. Médico General.
Asistimos a lo que podría ser una crisis sistémica sin precedentes por lo menos en
las últimas tres generaciones por cuenta de los impactos del COVID-19, pero
también estamos ante la oportunidad de mejorar nuestro sistema de relaciones
políticas, sociales y económicas, nuestra relación con el ambiente y nuestra
relación con nuestro propio cuerpo y mente.
Para el caso colombiano, enfrentamos una pandemia que hasta el momento deja
un saldo de 46 personas fallecidas en el territorio nacional, 1.579 personas
diagnosticadas con la enfermedad y 88 personas recuperadas. Sin duda, hay un
enorme subregistro de casos -no sabemos cuántas personas en realidad están
infectadas-, lo que ha llevado al gobierno nacional a ampliar el plazo de
cuarentena obligatoria, que originalmente estaba previsto hasta el 13 de abril, al
27 de abril, es decir, dos semanas más. Y no sabemos si ese plazo se seguirá
ampliando o si continuaremos con un “aislamiento preventivo inteligente” como lo
han hecho algunos países europeos. Todo dependerá de las cifras que se tengan
al finalizar este nuevo periodo de cuarentena, y muy probablemente de las
condiciones políticas que se generen tras una posible decisión.
Con las cifras que se han expuesto previamente y con la advertencia de que existe
subregistro, queda claro que el gobierno colombiano pudo aprovechar el tiempo
que tardó en llegar el virus a nuestro país para tomar medidas de mitigación que
hasta ahora han funcionado -en el sentido de que nuestra realidad al parecer es
distinta a la de los países anteriormente citados, particularmente los europeos y
Estados Unidos-, aunque desde la perspectiva de algunos críticos, dichas medidas
se tomaron un poco tarde, asunto en el que coincidimos, pues se pudo evitar que
el virus llegara al país mediante controles más drásticos, particularmente en los
aeropuertos, evitando con esto una situación que experimentamos hoy: la pérdida
del nexo epidemiológico, lo que implica que se reconoce la circulación local del
virus y que cualquier persona podría tenerlo o contagiarse sin necesariamente
exponerse a personas que hayan llegado del exterior del país.
Vale aclarar que, en un contexto ideal, tendría que hacerse una cuarentena severa
con subvenciones a las familias y empresas pequeñas y medianas, experiencias
anteriores, explica Richard Baldwin (2020), muestran que cuarentenas más
severas fueron las que sufrieron recesiones menos persistentes, porque la crisis
se vuelve aguda, pero no crónica. Sin embargo, esas no son las condiciones con
las que se cuenta.
Hemos sido testigos durante los últimos dos meses del colapso de los sistemas de
salud de naciones más avanzadas tecnológicamente y con muchos más recursos
económicos que la nuestra, así como de los efectos económicos y sociales que ha
generado esta pandemia en dichos países. Colombia entraría en una crisis
gravísima si un escenario como ese se presentara. Por lo tanto, es algo que
debemos evitar a toda costa.
De ahí la importancia de tener una hoja de ruta que posibilite una gestión pública
que incida de manera favorable en esta compleja dinámica. Esta hoja de ruta,
reiteramos, debe ser un modelo de gestión intersistémico que además opere como
enfoque y perspectiva de la gestión local.
Objetivos institucionales
Objetivos fiscales
Mejorar la efectividad del gasto público orientado a la prevención, atención,
mitigación y superación de los impactos del COVID 19.
Incorporación de la pandemia en los procesos de planeación y presupuesto
para el periodo 2020 - 2023.
Gestionar recursos alternativos para fortalecer la capacidad administrativa y
la presencia institucional.
Reprogramar la inversión a corto y mediano plazo, de acuerdo con las
prioridades establecidas por el Plan de Manejo de la Pandemia y los ajustes
que se realicen al Plan de Desarrollo 2020 - 2023.
Objetivos socioeconómicos
Objetivos políticos
Generar dispositivos y estrategias de comunicación pública para la
participación ciudadana en la gestión de la pandemia -corto plazo-.
Promover e implementar instrumentos de consulta y diálogo ciudadano para
los procesos de gestión pública -largo plazo-.
Fortalecer los procesos de gobernanza democrática a partir de la
participación en la toma de decisiones de los diversos actores que
conforman el entramado social, político y económico del municipio.
Objetivos ambientales
Además de ello, dicha labor de fortalecimiento del tejido social debería implicar, en
clave de gobernanza democrática, la generación de dispositivos y estrategias de
comunicación pública para la participación ciudadana en la gestión de la
pandemia, así como promover e implementar instrumentos de consulta y diálogo
ciudadano para los procesos de gestión pública prospectiva. Hay muchas
situaciones en el marco de la pandemia o no, así como alternativas de acción
sociogubernamental, que difícilmente son visibles si no se reconoce la voz de la
ciudadanía.
c. Componente de diagnóstico y planeación estratégica
Con el tema ambiental y social además hay una característica particular, aquí no
solo se trata de Identificar los impactos ambientales y sociales negativos, sino
también los positivos, con la intención de promover acciones para su potenciación
social y cultural, así como la sostenibilidad de dichos impactos.
Parte de dicho proceso implica definir un plan de gestión intersistémico, con una
clara orientación al mejoramiento de la efectividad del gasto público destinado a la
prevención, atención, mitigación y superación de los impactos del COVID-19.
Una de las mayores preocupaciones de los municipios tiene relación con los
recursos disponibles para afrontar los efectos de la pandemia, especialmente
porque para la mayoría de los municipios, el inicio de la cuarentena coincidió con
la fecha del primer pago con descuento del impuesto predial, una de las
principales fuentes de los ya de por sí precarios fiscos municipales. De manera
que el aseguramiento de recursos se erige como uno de los principales objetivos
de estas administraciones.
Además, si bien el mundo está atento a todo lo que sucede con el COVID-19, es
necesario gestionar recursos alternativos para fortalecer la capacidad
administrativa y la presencia institucional, y para ello se debe identificar otras
fuentes de financiamiento, acompañamiento o asistencia con recursos no
financieros.
En este sentido, esta coyuntura se erige como una valiosa oportunidad para que
las y los gobernantes realmente construyan lo público con la ciudadanía y que
avancemos todos y todas como sociedad hacia una sustantiva democratización de
la gestión pública y un crecimiento cualitativo como sociedad.