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PRÁCTICAS DEPORTIVAS
SEGÚN EL GÉNERO
Etnografía
ð
ð
Realizado por:
2.
DESCRIPCIÓN
ETNOGRÁFICA
4
A.
ZONA
DE
MUSCULACIÓN
4
B.
ZONA
DE
ESTIRAMIENTO
Y
ABDOMINALES
9
C.
ZONA
CARDIOVASCULAR
10
D.
CLASES
DE
ZUMBA,
PILATES,
SPINNING
Y
NATACIÓN
12
5.
BIBLIOGRAFÍA
22
2
ESTUDIO
DE
CASO:
PROYECTO
DE
INVESTIGACIÓN
3
2. DESCRIPCIÓN
ETNOGRÁFICA
El
tiempo
empleado
para
la
realización
de
la
observación
ha
sido
en
total
8
días,
4
días
en
cada
gimnasio.
En
el
gimnasio
de
Palestra
se
realizó
la
observación
los
días
30
y
31
de
marzo,
1
y
2
de
abril.
Y
en
el
gimnasio
Alta-‐fit
se
realizó
la
observación
los
días
24,
25,
26
y
27
de
marzo.
La
investigación
se
realizó
por
parejas
con
el
objetivo
de
tener
una
visión
panorámica
y
más
exhaustiva
de
las
diferentes
prácticas
realizadas
en
los
gimnasios
mencionados.
Acudimos
en
horario
de
tarde
debido
a
la
incompatibilidad
de
horarios
y
porque
el
número
de
usuarios
aumenta
considerablemente.
Se
ha
dividido
la
investigación
en
diferentes
escenarios
dentro
del
propio
gimnasio
para
mejorar
la
comprensión
del
funcionamiento
respecto
a
las
diferentes
prácticas
deportivas
según
el
género:
A
la
hora
de
analizar
las
diferentes
prácticas
entre
los
distintos
géneros
observamos
que
en
las
zonas
de
máquinas,
en
la
parte
de
musculación,
la
presencia
de
varones
es
mucho
mayor
que
la
presencia
de
mujeres.
En
el
gimnasio
de
Palestra,
estos
varones
en
su
mayoría
eran
jóvenes
de
edad
comprendida
entre
18
y
40
años.
Vestían
con
camisetas
de
tirantes
4
ajustados
y
pantalones
cortos,
incluso
algunos
carecían
de
camiseta.
La
percepción
en
la
observación
sobre
las
actitudes
de
estos
varones
fue
de
una
competición
sobre
quién
levantaba
más
peso.
Los
varones
de
mayor
edad
vestían
con
camisetas
grandes
y
pantalones
cortos.
Realizaban
sus
ejercicios
solitariamente
aunque
de
vez
en
cuando
intercambiaban
palabras
con
otros
usuarios.
En
cuanto
a
las
mujeres,
en
los
cuatro
días
de
observación
la
presencia
era
mínima.
Se
trataba
de
mujeres
que
iban
solas.
Una
de
ellas,
era
una
mujer
joven
de
edad
comprendida
entre
20
y
25
años
aparentemente.
Su
vestimenta
consistía
en
leggins
y
camiseta
de
tirantes.
Durante
la
observación
no
interactuó
con
nadie.
Otra
de
las
mujeres
presente
en
esta
zona
del
gimnasio,
era
una
mujer
de
edad
comprendida
entre
35
y
45
años
que
vestía
con
leggins
y
un
top.
Durante
la
observación
los
varones
interactuaban
con
ella.
La
última
mujer
era
de
origen
extranjero,
tenía
unos
40
años
más
o
menos.
Su
vestimenta
consistía
en
ropa
ajustada:
leggins
y
top
del
mismo
color,
rosa
y
blanco.
En
cuanto
a
las
máquinas
utilizadas
por
ambos
géneros,
los
varones
jóvenes
utilizaban
más
las
máquinas
de
musculación
de
brazos,
mientras
que
los
varones
de
40
años
o
más,
utilizaban
más
las
máquinas
de
piernas.
Sin
embargo,
las
mujeres
utilizaban
más
las
máquinas
de
musculación
de
piernas
y
culo.
Exceptuando
una
de
ellas,
que
utilizaba
todas
las
máquinas.
Por
lo
tanto,
en
su
mayoría
los
varones
se
centraban
más
en
la
realización
de
ejercicios
para
fortalecer
los
brazos,
mientras
que
las
mujeres
se
centraban
más
en
la
realización
de
ejercicios
para
fortalecer
las
piernas.
En
cuanto
al
gimnasio
Alta-‐fit,
los
usuarios
que
frecuentaban
la
zona
de
musculación
eran
en
su
mayoría
varones
y
alguna
que
otra
mujer.
Las
mujeres
que
se
acercaban
a
la
zona
de
musculación
no
se
sentían
cómodas,
por
lo
que
siempre
iban
acompañadas
de
algún
otro
usuario
del
gimnasio,
en
cambio
los
varones
solían
hablar
entre
ellos
de
manera
grupal
y
ayudarse
a
realizar
las
actividades
que
requieren
las
máquinas.
Aquí
hay
que
destacar
una
variable
sociocultural,
ya
que
estamos
hablando
de
un
gimnasio
situado
en
el
barrio
madrileño
de
Carabanchel,
y
los
usuarios
del
mismo
tenían
una
actitud
ligeramente
más
agresiva
y
competitiva
tanto
en
varones
como
en
mujeres
que
en
el
anterior
gimnasio.
De
hecho,
uno
de
los
días
en
los
que
hicimos
la
observación
participante,
una
de
las
componentes
del
grupo
estuvo
toda
la
tarde
en
la
zona
de
5
musculación.
Pues
bien,
a
ésta
le
llegaron
a
preguntar
hasta
cinco
veces
si
le
faltaba
mucho
tiempo
para
terminar
con
la
máquina
de
musculación
que
estaba
utilizando
en
ese
momento,
y
no
cuando
estaba
descansando
entre
serie
y
serie,
sino
en
la
realización
física
del
ejercicio
interrumpiéndola
constantemente.
Es
importante
señalar
que
este
comportamiento
tan
impaciente
solo
lo
realizaban
los
varones;
las
mujeres
esperaban
pacientemente
a
que
acabase
la
otra
persona,
sentada
o
bebiendo
agua.
Los
varones
preguntaban
por
la
finalización
de
la
maquina
en
su
mayoría
a
mujeres,
y
nuestra
compañera
concluyó
que
la
realización
de
esta
práctica
por
parte
de
varones
hacia
mujeres
se
hacía
porque
los
varones
tenían
la
impresión
de
que
las
mujeres
estaban
“moneando”
con
la
máquina,
o
que
simplemente
él
se
sentía
prioritario
ya
que
iba
a
levantar
más
peso
o
iba
a
estar
más
tiempo
haciendo
el
ejercicio
que
la
mujer.
Contrastamos
esta
hipótesis
más
tarde
cuando
vimos
que
otro
varón
lo
hacia
con
otra
mujer
distinta.
Al
contestarle
la
mujer
que
aún
le
faltaban
dos
series,
el
varón
en
cuestión
se
acerco
a
un
amigo
que
estaba
descansando,
y
entre
risas,
éste
le
comentó
que
para
qué
hacia
la
chica
tanta
serie,
si
con
el
poco
peso
que
levantaba
era
como
si
no
estuviese
haciendo
nada.
Según
Lee,
Fredenburg,
Belcher
y
Cleveland
(1999)
las
mujeres
son
mucho
más
sedentarias
que
los
varones
porque
buscan
un
objetivo
más
a
largo
plazo
que
la
realización
inmediata
mediante
la
competición.
Los
varones
obtendrían
un
refuerzo
inmediato,
por
que
cual
mantendrían
y
reforzarían
esta
conducta.
Así
pues,
la
competición
es
un
elemento
“clave”
para
disfrutar
en
la
realización
del
deporte.
6
distintos
gimnasios.
Todos
tenían
que
demostrar
algo
a
sus
compañeros
varones
con
frases
como:
“Tronco,
¿has
visto
lo
que
acabo
de
hacer?
Eso
no
lo
haces
tú
ni
en
sueños”.
También
se
observaba
cómo
un
usuario
miraba
a
otro
mientras
el
segundo
levantaba
un
número
de
pesas.
Y
cuando
éste
se
asentaba
en
las
pesas
del
usuario
anterior,
intentaba
levantar
el
mismo
o
más
número
de
pesas.
Si
el
resultado
era
un
fracaso,
el
usuario
respondía
con
palabras
como
“joder”,
o
suspiros.
En
el
gimnasio
de
Palestra,
había
un
espejo
que
ocupaba
la
mayor
parte
de
la
pared
de
la
zona
de
máquinas
para
musculación.
Los
varones
jóvenes
descritos
anteriormente,
utilizaban
estos
espejos
para
observarse
mientras
realizaban
ejercicios
de
levantamiento
de
pesas.
Las
dos
mujeres
de
edad
comprendida
entre
35
y
45
años,
utilizaban
el
espejo
disimuladamente
para
mirarse
el
trasero
y
peinarse.
La
otra
mujer
de
edad
comprendida
entre
18
y
25
años
no
utilizó
el
espejo
en
el
tiempo
de
la
observación.
En
el
segundo
escenario
de
observación,
el
gimnasio
Alta-‐fit,
en
esta
zona
hay
un
enorme
espejo
cuyo
uso
se
supone
que
es
facilitar
a
los/as
usuarios/as
la
observación
de
la
realización
correcta
o
no
de
un
ejercicio.
Es
decir,
un
identificador
de
errores
de
postura,
técnica
y
forma
de
la
realización
de
un
ejercicio
específico.
Sin
embargo,
los
usuarios
de
los
gimnasios
analizados
no
utilizaban
los
espejos
con
estos
fines,
sobre
todo
los
varones.
Éstos
se
quedaban
mirando
fijamente
sus
músculos
hinchados
o
sus
imperfecciones
y
cuando
concluían
con
algún
ejercicio
se
peinaban,
se
arreglaban
y
se
colocaban
la
ropa.
Nos
dimos
cuenta
en
nuestra
inserción
al
mundo
del
gimnasio,
que
la
vestimenta
era
algo
muy
importante,
según
el
modo
en
el
que
vistas
se
te
clasifica
en
un
grupo
u
en
otro.
En
el
gimnasio
Alta-‐fit,
la
vestimenta
de
las
mujeres
se
componía
de
camiseta
básica
y
leggins
en
su
mayoría,
y
los
varones
vestían
con
camisetas
de
tirantes
y
pantalones
anchos
de
chándal,
pero
hay
ciertas
particularidades
en
los
dos
géneros.
Las
chicas
que
llevábamos
puestas
mallas
largas
o
piratas,
una
camiseta
cuatro
tallas
mas
grande
que
la
que
nos
correspondería,
el
pelo
cogido
con
una
coleta,
una
toalla
simple,
y
unas
deportivas
simples
sin
colores
llamativos,
se
podría
decir
lo
que
coloquialmente
se
entiende
por
“ír
a
la
nuestra“,
y
teníamos
algún
interés
fijado
de
tipo
ejercicio
físico
pero
sin
que
ello
significase
llamar
la
atención.
En
nuestro
caso,
esto
era
muy
importante
por
la
realización
de
la
observación
participante.
Pero
pudimos
establecer
un
patrón
de
vestimenta
muy
significativo.
Las
chicas
que
iban
conjuntadas
de
pies
a
cabeza
(literalmente),
que
llevaban
7
ropa
ajustada
e
iban
perfectamente
peinadas
tenían
otros
gestos
y
aspectos
sutiles
(y
en
algunos
casos,
no
tan
sutiles)
que
acompañaban
a
su
práctica
deportiva
e
incluso
algunas
llevaban
maquillaje.
Lo
mismo
pasaba
con
los
varones,
los
que
vestían
de
una
manera
más
sutil
con
pantalones
cortos
anchos
y
una
camiseta
que
se
adecuaba
a
su
talla,
se
encargaban
de
hacer
su
ejercicio
físico
y
punto.
Las
personas
del
primer
grupo
en
ambos
géneros,
interactuaban
más
entre
ellos
(con
alguna
excepción).
Y
las
personas
del
segundo
grupo,
interactuaban
más
con
las
personas
de
su
mismo
género
y
“edad”.
En
general,
el
ambiente
era
agradable.
A
pesar
de
que
se
respiraba
la
competitividad
en
la
mayoría
de
los
varones
y
la
interacción
entre
algunos
estos
y
algunas
mujeres
era
como
si
se
tratase
de
un
bar.
8
B. ZONA
DE
ESTIRAMIENTO
Y
ABDOMINALES
La
zona
de
estiramiento
del
gimnasio
Alta-‐fit
se
componía
de
4
espalderas,
colchonetas
apiladas
para
su
uso
y
pelotas
de
Pilates.
Normalmente
se
utiliza
esta
zona
antes
y
después
de
realizar
el
resto
de
ejercicios
del
gimnasio
para
evitar
desgarros
musculares
(tirones
coloquialmente).
Los
usuarios
que
frecuentaban
más
esta
zona
eran
mujeres,
que
regularmente
trabajan
más
la
flexibilidad
que
los
varones,
y
dedicaban
mucho
más
tiempo
a
estirar
para
luego
poner
a
prueba
su
resistencia
en
las
cintas
de
correr
y
las
elípticas.
De
hecho,
los
varones
no
solían
estirar
ya
que
los
ejercicios
que
realizaban
de
manera
más
habitual
son
los
de
musculación
de
brazos
como
se
ha
mencionado
anteriormente,
y
los
pocos
que
utilizaban
esta
zona,
la
dedicaban
a
ejercicios
que
requieren
más
esfuerzo
como
sentadillas,
abdominales,
y
flexiones.
Esta
zona
también
estaba
situada
al
lado
de
la
zona
de
máquinas
enfocada
al
trabajo
de
piernas
y
abdominales.
En
este
sector
abundaban
claramente
las
mujeres
ya
que
se
dedican
más
al
trabajo
de
piernas
que
al
de
brazos.
Su
vestimenta
era
normal,
poco
provocativa
para
pasar
desapercibidas,
con
leggins
y
camiseta
de
algodón
ancha,
y
todas
iban
acompañadas
de
una
botella
de
agua
y
un
pequeña
toalla.
Los
varones
también
accedían
a
estas
máquinas
pero
de
manera
más
discontinua,
ya
que
enfocaban
su
esfuerzo
a
trabajar
la
espalda
y
los
brazos.
En
relación
al
carácter,
el
de
los
varones
era
mucho
más
agresivo
a
la
hora
de
preguntar
cuanto
tiempo
estarías
utilizando
el
aparato.
En
cambio,
las
mujeres
eran
más
tímidas
y
esperaban
una
“fila”
para
poder
utilizar
las
máquinas.
Con
respecto
a
la
ejecución
de
los
ejercicios,
las
mujeres
hacían
bastante
menos
repeticiones
y
descansos
más
largos
entre
los
ejercicios
ejecutados
que
los
varones,
los
cuales
aprovechaban
el
máximo
tiempo
posible
en
todas
las
máquinas
para
no
tener
que
esperar
la
fila.
La
edad
media
en
esta
área
era
de
unos
18
a
30
años,
es
decir,
estaba
compuesta
en
su
mayoría
por
gente
joven.
La
zona
de
estiramiento
en
el
gimnasio
de
Palestra
estaba
situado
de
la
misma
manera
y,
contenía
los
mismos
equipamientos
y
materiales:
espalderas,
pelotas
de
Pilates,
9
mancuerdas,
esterillas,
para
la
realización
de
ejercicios
para
fortalecer
los
abdominales,
etc.
Esta
zona
era
utilizada
por
la
mayoría
de
los
usuarios
del
gimnasio.
Pero
cabe
destacar
que
la
presencia
de
mujeres
era
mayor
que
la
de
los
varones
en
la
zona
de
estiramiento
y
utilización
de
materiales.
Estas
mujeres
utilizaban
la
zona
para
realizar
ejercicios
de
fortalecer
glúteos
y
adquirir
flexibilidad.
Es
destacable
que
durante
la
observación
no
vimos
ningún
varón
coger
unas
mancuerdas.
Éstos
preferirían
las
pesas
más
grandes.
Las
mancuerdas
eran
utilizadas
por
las
mujeres.
Podríamos
afirmar
que
las
mancuerdas,
al
ser
pesas
más
pequeñas
y
de
menos
kilos,
socialmente
se
atribuyan
como
materiales
para
mujeres
y
por
ello
los
varones,
en
su
proceso
de
exposición
de
masculinización,
no
podrían
hacer
uso
de
estas
mancuerdas,
ya
que
parecerían
feminizados
entre
sus
compañeros.
Por
otra
parte,
los
equipamientos
para
la
realización
de
ejercicios
para
fortalecer
los
abdominales
eran
utilizados
en
su
mayoría
por
los
varones.
Nuestra
explicación
a
la
escasa
presencia
de
las
mujeres
en
estas
máquinas
es
debido
a
la
posición,
pues
al
levantar
las
piernas
para
colocarlas
sobre
un
soporte
de
tal
manera
que
quede
en
90
grados,
el
trasero
queda
apuntando
a
las
personas
que
están
utilizando
las
elípticas,
y
resulta
un
poco
incómodo.
Otra
explicación
puede
ser
la
timidez
de
las
mujeres
de
no
realizar
los
ejercicios
de
abdominales
bien,
y
debido
a
su
situación
en
el
gimnasio,
queda
muy
expuesto
a
la
vista
de
muchas
personas.
C. ZONA CARDIOVASCULAR
En
la
parte
del
gimnasio
de
Alta-‐fit
donde
se
encuentran
las
cintas
para
correr
hay
más
mujeres
usuarias
de
estos
equipamientos
que
varones.
Esto
coincide
con
nuestra
anterior
observación
de
que
los
varones
realizan
más
ejercicio
para
potenciar
la
zona
superior
de
su
cuerpo
y
las
mujeres
trabajan
más
la
parte
inferior
de
éste.
Cabe
destacar
que
muy
pocas
mujeres
de
las
presentes
estaban
corriendo
de
manera
continua;
la
mayoría
o
andaba
rápido
o
corría
pero
al
poco
tiempo
se
paraba
andando
y
volvía
a
iniciar
su
ejercicio.
Los
varones
empleaban
mucho
menos
tiempo
pero
su
resistencia
era
mayor,
ya
que
no
se
detenían
durante
el
ejercicio.
Por
lo
tanto,
podemos
concluir
que
las
mujeres
dedican
más
tiempo
al
entrenamiento
de
resistencia
cardiovascular
que
los
varones.
10
Sin
embargo,
en
el
gimnasio
de
Palestra
esto
no
ocurría
de
la
misma
manera.
Las
cintas
para
correr
eran
utilizadas
por
casi
todo
el
mundo.
Se
podría
dividir
a
los
usuarios
de
este
equipamiento
es
dos:
por
un
lado,
encontraríamos
a
aquellos
que
realizan
su
uso
con
el
objetivo
de
calentar
los
músculos
para
la
realización
de
otras
actividades,
y
por
otro
lado,
encontraríamos
a
aquellos
que
utilizan
estos
equipamientos
(cardiovasculares)
como
sesión
diaria.
No
se
podrían
realizar
una
división
por
edades
porque
los
perfiles
de
los
usuarios
de
estos
equipamientos
son
heterogéneos.
Si
cabe
destacar
que
la
mayoría
de
las
mujeres
que
utilizan
estos
equipamientos
suelen
realizar
su
uso
acompañadas
de
otra
mujer,
y
que
durante
el
entrenamiento
la
mayoría
del
tiempo
lo
dedican
a
andar
y
conversar.
Tras
estas
observaciones,
podríamos
concluir
que
los
usuarios
de
estos
equipamientos
se
dividen
en
dos:
aquellas/os
quienes
los
utilizan
con
el
fin
de
calentar
los
músculos
y
aquellas/os
quienes
los
utilizan
como
parte
de
la
sesión
diaria.
Y
dentro
del
segundo
grupo,
las
mujeres
los
utilizan
más
como
un
equipamiento
social
donde
intercambiar
palabras.
En
cuanto
a
las
máquinas
de
elíptica,
se
repetía
el
mismo
patrón
que
en
las
máquinas
de
correr
en
el
gimnasio
Alta-‐fit,
pero
con
la
particularidad
de
que
en
éste
había
un
número
mayor
de
varones
que
en
las
cintas
para
correr,
pero
aun
así
el
número
de
varones
no
superaba
al
número
de
mujeres.
En
el
gimnasio
de
Palestra
ocurre
lo
mismo
con
las
cintas
para
correr.
El
perfil
de
sus
usuarios
era
heterogéneo
aunque
prevalecía
el
perfil
de
mujer
y
varón
mayores
de
40
años,
pues
el
uso
de
las
máquinas
elípticas
se
hacia
por
parte
de
la
mayoría
de
los
usuarios/as
del
gimnasio
pero
las
personas
que
le
dedicaban
más
tiempo
eran
aquellas
de
mayor
edad
y
mayor
peso.
Cabe
destacar
también
que
durante
la
observación
nos
dimos
cuenta
de
que
muchas
personas
que
asistían
a
las
clases
impartidas
en
el
gimnasio
no
utilizaban
la
sala,
solo
asistían
a
estas.
No
podemos
obviar
el
hecho
de
que
las
mujeres
desde
pequeñas
observan
como
su
rendimiento
y
capacidad
física
es
superada
por
la
de
los
varones,
ya
sea
en
una
pelea
en
el
colegio
o
en
una
clase
de
Educación
Física.
A
los
niños
se
les
potencia
más
en
este
tipo
de
actividades,
y
es
algo
que
tenemos
integrado
en
nuestro
ADN
cultural.
Quizá
sea
este
el
motivo
por
el
que
las
mujeres
tienden
más
a
realizar
ejercidos
físicos
como
correr
que
los
varones.
11
Esto
también
pone
en
relieve
la
importancia
de
la
posible
gestión
mental
para
controlar
el
esfuerzo,
el
rendimiento,
y
el
cansancio
a
la
hora
de
lograr
nuestro
máximo
rendimiento.
Según
Jens
Jakob
Aderson
(2014),
las
mujeres
logran
una
mayor
eficiencia
a
la
hora
de
correr
debido
a
que
los
varones
solo
piensan
el
idealizar
lo
buenos
que
son
y
no
consiguen
ver
sus
limitaciones,
esto
hace
posible
que
las
mujeres
repartan
mejor
sus
fuerzas
ante
un
ejercicio
de
resistencia
corriendo.
Por
último
llegamos
a
la
zona
de
las
clases.
Aquí,
durante
los
cuatro
días,
accedimos
a
cuatro
tipos
de
clase
distintas
para
poder
probar
la
hipótesis
de
que
las
mujeres
acceden
más
a
las
clases
que
a
otros
ejercicios
del
gimnasio.
Vamos
a
analizar
según
la
clase
y
en
los
dos
gimnasios
para
cada
una.
La
primera
clase
a
analizar
es
Zumba.
Esta
clase
consiste
en
un
entrenamiento
de
aerobic
de
una
hora
sin
descanso,
en
la
que
se
combina
diferentes
tipos
de
música
y
estilos
de
baile
(suele
predominar
la
música
latina).
Este
entrenamiento
está
enfocado
al
ejercicio
abdominal
y
de
piernas.
En
esta
clase,
la
mayoría
de
asistentes
eran
mujeres
en
ambos
gimnasios
y
puede
ser
debido
al
tipo
de
ejercicio
propuesto,
ya
que
se
trata
de
una
modalidad
de
baile.
Por
ello,
los
varones
parece
ser
que
no
se
sienten
cómodos
con
esta
actividad,
ya
que
el
baile
está
atribuido
socialmente
a
la
mujer.
En
nuestras
observaciones,
vimos
que
solamente
había
dos
varones
en
el
gimnasio
Alta-‐fit
y
que
eran
de
otra
nacionalidad,
por
lo
que
probablemente
por
cultura
u
otras
razones
si
les
gusta
este
tipo
de
clases.
En
cuanto
al
gimnasio
Palestra,
vimos
a
tres
varones
de
edad
superior
a
50
años.
Estos
últimos
eran
varones
que
disfrutaban
con
la
clase,
aunque
no
interactuaban
mucho
con
sus
compañeras.
La
profesora
de
esta
actividad
del
gimnasio
de
Palestra
era
una
mujer
joven
de
unos
treinta
y
pocos
años,
atractiva,
que
vestía
con
leggins
ajustados
a
juego
con
el
top.
Los
varones
que
no
entraban
a
clase,
pasaban
por
el
pasillo
y
observaban
desde
fuera
disimuladamente
ya
que,
en
lugar
de
pared
había
una
cristalera
y
todo
era
más
visible.
En
el
gimnasio
de
Alta-‐fit
la
vestimenta
de
estas
mujeres
era
bastante
más
“provocativa”,
ya
que
para
esta
actividad
se
utiliza
ropa
más
ceñida
debido
a
su
comodidad
para
la
actividad.
Durante
la
ejecución
de
la
clase,
se
realiza
solamente
un
descanso
que
muchas
12
mujeres
utilizan
para
abandonar
la
clase
debido
al
agotamiento,
sin
embargo
si
continúan
las
más
jóvenes.
Sin
embargo,
en
Palestra
las
mujeres
usuarias
de
esta
clase
eran
en
su
mayoría
mujeres
mayores
de
30
años,
aunque
había
tres
chicas
por
debajo
de
esa
edad.
En
cuanto
a
la
vestimenta,
todas
iban
con
leggins
y
camisetas
cortas
de
las
tallas
correspondientes
o
más
grandes.
La
segunda
clase
que
observamos
fue
la
clase
de
Spinning,
pues
nos
pareció
una
clase
más
unisex.
Esta
clase
consiste
en
un
entrenamiento
de
una
hora
sobre
una
bicicleta
estática
en
la
que
un/a
profesor/a
marca
las
pautas
sobre
las
marchas
que
se
debe
poner.
Además,
el/la
profesor/a
no
solo
tiene
en
el
mando
sino
que
también
cumple
el
rol
de
motivador
y
animador
de
sus
alumnos.
En
el
gimnasio
Alta-‐fit,
la
sala
donde
se
realizaba
la
clase
era
muy
grande,
con
numerosas
bicicletas
puestas
en
6
filas,
las
paredes
acristaladas,
una
gran
pantalla
que
simulaba
rutas
como
si
estuvieras
montando
en
bicicleta
y
música
con
mucho
ritmo
para
motivar
a
los
usuarios.
Esta
clase
era
bastante
equitativa
respecto
al
género
ya
que
había
igual
número
de
varones
que
de
mujeres.
En
la
ejecución
de
las
ordenes
que
el
monitor
daba,
los
varones
tenían
mayor
resistencia
y
acataban
las
ordenes
a
raja
tabla,
mientras
que
las
mujeres
se
agotaban
antes.
Las
chicas
que
iban
juntas
o
se
animaban
las
unas
a
las
otras
o
no
prestaban
apenas
atención
a
la
clase
y
se
dedicaban
a
hablar
entre
ellas
e
incluso
dejaban
antes
la
clase.
En
el
gimnasio
de
Palestra,
la
actitud
de
sus
usuarios/as
era
diferente.
Los/as
usuarios/as
intercambiaban
palabras
al
principio
de
la
clase
mientras
esperaban
la
llegada
del
profesor/a,
pero
una
vez
comenzada
la
clase
nadie
hablaba,
solo
el/la
profesor/a.
La
explicación
que
le
dimos
a
esto
fue
que
debido
a
la
dureza
de
la
clase
no
quedaba
aliento
para
hablar
y
además,
el
profesor
ejercía
un
buen
papel
como
motivador.
En
cuanto
a
los/as
usuarios/as
de
esta
clase,
no
había
ni
mujeres
ni
varones
jóvenes
de
edad
menor
que
30
años.
Según
iba
aumentado
la
edad,
el
número
de
personas
iba
aumentado
hasta
llegar
a
50
años,
más
o
menos.
13
La
siguiente
clase
a
la
que
asistimos
fue
Pilates.
Este
tipo
de
actividad
está
enfocado
al
fortalecimiento
de
abdominales
y
piernas,
a
través
de
ejercicios
en
los
que
se
pone
a
prueba
la
resistencia
del
alumnado.
En
el
gimnasio
Alta-‐fit
decidimos
ir
por
la
mañana
para
ver
si
cambiaba
el
tipo
de
asistentes
y,
efectivamente,
así
fue.
Sus
asistentes
en
su
mayoría
eran
mujeres
y
muy
pocos
varones,
la
edad
media
de
los
usuarios
rondaba
entre
los
40-‐65
años,
probablemente
personas
jubiladas
que
las
mañanas
las
utilizan
para
este
tipo
de
prácticas.
Al
ser
una
clase
donde
había
gente
más
mayor,
la
monitora
enfocó
la
clase
de
manera
distinta
para
que
no
sea
un
ejercicio
muy
agresivo
sino
más
bien
relajante.
Observamos
que
las
mujeres
son
mucho
más
elásticas
que
los
varones
y
en
esta
actividad
tienen
bastante
más
resistencia
en
la
realización
de
los
ejercicios.
Con
respecto
a
la
vestimenta,
las
mujeres
visten
completamente
distinto
a
las
usuarias
de
por
la
tarde;
pantalones
anchos
y
camisetas
anchas
para
que
no
se
marque
su
figura,
y
los
varones
con
pantalón
corto
ajustado
y
camiseta
ancha.
En
el
gimnasio
de
Palestra
había
dos
varones
de
treinta
y
pocos
años,
y
el
resto
de
los
asistentes
eran
mujeres
de
todas
las
edades.
En
cuanto
a
la
vestimenta,
consistía
en
camisetas
cortas
un
poco
grandes
y
leggins
o
pantalones
cortos,
en
resumen,
ropa
cómoda.
La
realización
del
ejercicio
fue
más
intensa
que
en
el
gimnasio
anterior
ya
que,
consistió
en
ejercicios
basados
en
la
flexibilidad
y
resistencia.
Las
mujeres
más
mayores
eran
las
más
flexibles
y
quienes
mayor
resistencia
tenían.
Los
dos
varones
asistentes
poseían
menor
flexibilidad
pero
mayor
resistencia.
Y
las
mujeres
jóvenes
mostraban
una
resistencia
y
flexibilidad
menor.
Y
por
último,
decidimos
entrar
en
la
piscina
interior
para
realizar
ejercicios
de
natación
en
el
gimnasio
Alta-‐fit,
y
en
el
gimnasio
Palestra
asistimos
a
una
clase
de
natación.
En
el
gimnasio
de
Alta-‐fit
existen
varias
clases
pero
están
o
bien
compuestas
por
niños
o
bien
por
personas
de
edad
avanzada
que
lo
utilizan
de
manera
terapéutica.
La
zona
donde
nos
encontrábamos
nosotras
era
de
estilo
libre
donde
podía
asistir
cualquiera.
Las
mujeres
más
jóvenes
llevaban
bikini
deportivo
gafas
y
gorro
mientras
que
las
mujeres
más
mayores
utilizaban
un
bañador
de
una
pieza.
Por
otro
lado,
los
varones
usaban
bañadores
ceñidos
para
realizar
bien
la
actividad.
14
Los
varones
nadaban
de
manera
mucho
más
agresiva
y
más
rápida
sobretodo
cuando
realizaban
mariposa,
espalda,
y
crol,
y
no
prestaban
mucha
atención
a
la
realización
del
ejercicio.
Dos
chicos
incluso
se
pusieron
a
competir
y
a
hacer
carreras
a
ver
quien
era
más
rápido;
de
hecho,
se
apostaron
una
cena.
En
cambio,
las
mujeres
se
dedicaban
más
a
la
realización
de
lo
denominado
nado
a
braza.
Nadaban
de
una
manera
más
relajada
y
mucho
más
despacio,
y
también
estaban
más
centradas
en
realizar
todo
de
manera
correcta,
mucho
más
estilizado.
En
la
clase
que
asistimos
en
el
gimnasio
de
Palestra,
observamos
que
solo
había
un
varón
joven
de
treinta
y
pocos
años,
y
el
resto
del
alumnado
eran
mujeres
de
40
años
o
más.
La
vestimenta
del
varón
consistía
en
un
bañador
tipo
bóxer
ajustado,
unas
gafas
y
un
gorro.
Y
el
de
las
mujeres
bañadores
de
una
pieza,
gafas
y
gorro.
15
3. SOCIOLOGÍA
DEL
GÉNERO
Tradicionalmente
se
ha
asociado
el
deporte
a
la
masculinidad,
ya
que
está
ligado
a
una
serie
de
asunciones
en
torno
a
lo
que
son
“trabajo”
y
“esparcimiento”,
que
mujeres
y
hombres
viven
de
distinta
manera.
Las
actividades
“reproductivas”
son
aun
ejercidas
en
su
mayoría
por
mujeres
y
no
se
reconocen
social
y
económicamente
como
“trabajo”,
y
sin
embargo,
las
actividades
“productivas”
efectuadas
fuera
del
hogar
y
reconocidas
como
“trabajo”
implican
el
derecho
a
tener
tiempo
libre
para
consagrar
actividades
de
esparcimiento
(Sever,
2005).
Afortunadamente,
tras
realizar
la
observación
participante
en
dos
gimnasios
de
Madrid
durante
varios
días,
no
podemos
afirmar
que
hubiera
un
mayor
número
de
varones
que
de
mujeres,
y
por
tanto,
no
podemos
afirmar
que
las
mujeres
no
tienen
tiempo
libre
que
emplear,
en
este
caso,
en
realizar
distintas
actividades
deportivas
en
el
gimnasio.
Pero
si
podemos
ver
diferencias
en
las
prácticas
deportivas
según
el
género.
Mujeres
y
hombres
participan
de
forma
distinta
en
actividades
físicas
y
deportivas,
y
sus
actitudes
pueden
ser
muy
variadas.
Los
varones
ven
el
deporte
como
algo
competitivo,
como
una
forma
de
demostrar
su
masculinidad
y
sus
capacidades
físicas,
por
lo
que
intentan
realizar
los
ejercicios
de
la
forma
más
difícil
y
rápida
posible.
Además,
estos
se
centran
en
ejercitar
la
zona
superior
del
cuerpo,
ya
sea
brazos,
espalda
o
abdominales,
y
frecuentan
más
las
zonas
de
musculación.
Por
el
contrario,
para
las
mujeres
el
deporte
no
es
una
competición,
sino
algo
tranquilo
con
resultados
a
largo
plazo.
No
realizan
los
ejercicios
de
forma
rápida
y
“bruta”
sino
de
una
forma
calmada
y
suave,
y
suelen
centrarse
en
ejercicios
cardiovasculares,
y
al
contrario
que
los
varones,
centran
sus
ejercicios
en
piernas,
abdomen
y
glúteos.
Además,
eran
principalmente
ellas
las
que
ocupaban
las
clases
de
Zumba
y
Pilates.
16
Debemos
tener
en
cuenta
también
las
diferentes
actitudes
según
el
género
a
la
hora
de
la
utilización
de
las
máquinas.
Como
veíamos
en
el
punto
2,
los
varones
presentaban
gran
impaciencia
a
la
hora
de
esperar
a
utilizar
las
máquinas,
y
una
vez
las
conseguían,
las
utilizaban
de
forma
rápida
y
de
la
manera
mas
“difícil”
que
podían.
En
cambio,
las
mujeres
presentaban
una
actitud
respetuosa
ante
las
personas
que
utilizaba
la
máquina
que
ellas
querían
en
ese
momento,
y
una
vez
utilizaban
la
máquina,
realizaban
los
ejercicios
de
manera
tranquila
y
sin
grandes
esfuerzos.
Como
vimos
en
el
texto
de
Deborah
Tannen
“Tu
no
me
entiendes”,
existen
dos
mundos:
un
mundo
de
vínculos
y
un
mundo
de
estatutos.
La
clave
del
primero
es
la
intimidad,
donde
las
personas
minimizan
diferencias,
buscan
el
consenso
e
intentan
evitar
mostrar
su
superioridad.
En
el
segundo,
el
mundo
de
estatutos,
la
clave
es
la
independencia.
Las
personas
de
este
mundo
se
rigen
por
unas
órdenes
de
quien
se
encuentra
en
la
parte
superior
del
estatuto.
Tannen
explicaba
la
existencia
de
una
asimetría
entre
hombres
y
mujeres
en
cuanto
a
comportamientos
e
interpretaciones,
y
esta
asimetría
tiene
que
ver
con
la
desigualdad
de
las
personas
en
la
jerarquía
social.
La
asimetría
es
el
elemento
esencial
del
estatuto
y
por
el
contrario,
la
simetría
es
el
elemento
esencial
de
la
unión.
Tras
varias
observaciones,
Tannen
explicaba
que
los
hombres
se
encuentran
en
una
jerarquía
social
en
la
que
luchan
por
el
poder
o
la
superioridad
-‐mundo
de
estatutos-‐,
y
esto
lo
hemos
visto
en
la
observación
participante,
cuando
veíamos
a
diferentes
varones
competir
por
ver
quien
levantaba
más
pesas
entre
amigos
e
intentar
quedar
siempre
por
encima
del
otro,
o
levantar
más
pesas
que
el
hombre
que
acababa
de
dejar
la
maquina
libre.
En
cambio,
las
mujeres
se
encuentran
en
una
jerarquía
social,
en
la
que
buscan
lazos
afectivos
o
amistosos
–mundo
de
vínculos-‐.
Esto
se
ha
visto
en
diferentes
actividades,
cuando
las
mujeres
estaban
mas
pendientes
de
hablar
entre
ellas
que
de
hacer
ejercicio,
como
veíamos
en
el
caso
de
las
clases
de
Spinning.
Por
tanto,
vemos
que
en
las
prácticas
deportivas
hay
estereotipos
de
género
que
afectan
tanto
a
hombres
como
a
mujeres
y
que
el
deporte
es
una
institución
crucial
en
la
construcción
de
las
masculinidades
y
feminidades.
En
el
caso
de
las
masculinidades,
desde
la
temprana
socialización
infantil,
pasando
por
los
lazos
compartidos
y
la
formación
identitaria
creada
por
adolescentes
varones,
junto
con
los
patrones
de
uso
del
tiempo
libre
de
los
17
hombres,
el
deporte
ha
sido
de
gran
importancia
para
definir
y
diferenciar
el
significado
de
la
práctica
de
la
masculinidad
(Ordoñez,
2011).
Como
veíamos
con
Antonio
Agustín
García
García,
culturalmente
lo
masculino
podría
considerarse
lo
contrario
a
lo
femenino.
Mientras
que
lo
masculino
se
suele
identificar
con
la
fuerza,
la
agresividad,
la
actividad,
la
competitividad
o
el
control,
lo
femenino
alude
a
lo
frágil,
la
calma,
lo
modesto,
la
timidez,
etc.,
y
esto
se
ha
visto
en
la
observación
participante.
Las
mujeres
presentaban
unas
cualidades
físicas
ligadas
a
una
motricidad
fina,
a
la
buena
coordinación
que
mostraban
en
las
clases
de
Zumba,
y
a
la
flexibilidad
y
el
equilibrio
de
las
clases
de
Pilates,
mientras
que
los
varones
presentaban
una
motricidad
gruesa,
realizaban
ejercicios
de
fuerza
como
el
levantamiento
de
pesas,
y
presentaban
una
gran
masa
muscular
que
ejercitaban
lo
máximo
posible
y
un
comportamiento
agonístico
o
competitivo
entre
ellos.
Y
por
último,
ligado
al
tema
de
las
coreografías
de
género
que
vimos
a
principio
del
curso,
se
pudo
observar
también
lo
que
coloquialmente
llamaríamos
“postureo
de
gimnasio”,
que
podríamos
definir
como
un
conjunto
de
formas
de
comportamiento,
de
pose
y
actitudes
que,
en
este
caso,
están
mas
ligadas
a
la
imagen
y
la
apariencia
que
damos
a
los
demás
que
en
realizar
simple
y
correctamente
las
prácticas
deportivas
por
las
que
supuestamente
acudimos
al
gimnasio.
Muchos
usuarios,
sobre
todo
jóvenes,
visten
ajustados,
algunos
varones
sin
camiseta,
y
muchas
mujeres
van
con
leggins
y
top
a
juego,
e
incluso
maquilladas.
Parece
ser
que
los
gimnasios
no
son
solo
templos
del
deporte
sino
un
lugar
donde
hacer
culto
al
cuerpo
y
hacerse
ver
por
los
demás.
Esto
lo
hemos
visto
en
varios
casos
de
usuarios
que
se
miraban
continuamente
al
espejo,
ya
sea
marcando
músculo,
colocándose
la
ropa
o
mirándose
a
ver
si
se
veían
bien
con
el
objetivo
de
captar
alguna
que
otra
mirada.
18
4. CONCLUSIONES:
BENEFICIOS
DEL
PROYECTO.
El
hábito
deportivo
y
físico
ha
existido
desde
la
consolidación
de
las
sociedades
actuales
tal
y
como
se
conocen,
como
una
práctica
que
aporta
impactos
positivos
a
nuestra
salud.
De
ahí
la
creación
de
los
gimnasios,
como
establecimientos
dedicados
al
buen
estado
físico
del
cuerpo,
y
que
además
nos
proporciona
un
lugar
para
poder
practicar
deportes
o
hacer
ejercicio.
Los
gimnasios
te
proporcionarían
el
plus
de
sesiones
especializadas,
las
cuales
has
pagado,
y
a
las
que
por
lo
tanto
debes
de
ir.
Hasta
aquí
todo
es
lógico,
pero
esto
no
es
algo
que
hayamos
observado
en
nuestro
trabajo
de
campo.
En
cambio,
los
varones
se
dedican
más
a
trabajar
la
zona
del
torso,
de
la
espalda
y
los
brazos,
las
piernas
apenas
las
trabajan;
como
mucho
corren
en
la
cinta
pero
durante
menos
tiempo
que
las
mujeres.
Pero
tras
haber
analizado
todas
las
observaciones
de
ambos
grupos
de
manera
exhaustiva,
se
ha
llegado
a
la
conclusión
de
que
la
mayoría
de
varones
y
mujeres
suelen
repetir
los
mismos
patrones
dentro
de
los
gimnasios.
Por
lo
tanto,
los
gimnasios,
además
de
ser
lugares
de
culto
al
cuerpo
también
son
(en
algunos
casos)
lugares
donde
se
pueden
ver
prácticas
de
desigualdades
estéticas
socialmente
atribuidas.
Por
ejemplo,
en
el
trabajo
de
campo
vimos
que
muy
pocas
mujeres
realizaban
ejercicios
de
pesas
para
fortalecer
la
parte
superior
del
cuerpo.
En
cambio,
en
el
caso
de
los
varones,
la
mayoría
dedicaban
gran
parte
del
tiempo
a
esta
zona
del
cuerpo.
19
Es
innegable
que,
hoy
en
día,
una
mujer
que
tenga
muy
desarrollada
y
marcada
la
parte
abdominal,
pectoral
y
de
las
extremidades,
no
es
considerada
como
femenina.
Del
mismo
modo
pasa
en
los
varones
pero
del
modo
contrario,
un
varón
que
no
este
musculado
por
la
parte
superior
del
cuerpo
no
es
considerado
como
un
varón
varonil
o
atractivo,
de
hecho,
es
preferible
que
esté
musculado
por
esa
zona
antes
que
por
las
extremidades
inferiores.
También
se
ha
llegado
a
la
conclusión
de
que
tanto
varones
como
mujeres
se
comportan
y
realizan
actividades
distintas
dentro
de
los
gimnasios
dependiendo
de
su
edad.
Las
mujeres
y
los
varones
de
edad
más
adulta
se
visten
de
manera
recada
y
realizan
actividades
menos
“fuertes”,
en
cambio,
los
chicos
y
chicas
más
jóvenes
se
visten
de
manera
más
“provocativa”,
realizan
un
deporte
mucho
más
agresivo
y
le
dedican
bastantes
más
horas.
20
realización
de
actividades
que
ejercitan
sus
músculos.
Ya
que,
realizar
otros
ejercicios
que
socialmente
se
consideran
de
mujeres
podrían
poner
en
peligro
su
“masculinidad”
porque
se
consideran
prácticas
deportivas
“femenizadas”.
Esto
se
daba
en
los
varones
jóvenes
menores
de
40
años.
A
medida
que
aumentaba
la
edad,
la
necesidad
de
exponer
la
masculinidad
parece
que
iba
disminuyendo,
según
lo
observado.
Por
lo
tanto,
hemos
podido
observar
que
hay
diferencias
de
género
en
las
prácticas
deportivas
realizadas
en
los
gimnasios,
habiendo
diferencias
tanto
en
las
actividades
físicas,
ya
sea
en
la
parte
del
cuerpo
que
se
quiere
trabajar
o
en
el
tipo
de
actividad
que
se
desea
realizar,
como
en
las
actitudes
que
tomamos
dependiendo
del
género
ante
el
deporte
y
las
relaciones
de
género
en
este
contexto.
La
realización
de
este
trabajo
ha
sido
beneficioso
para
todo
el
grupo,
no
solo
por
haber
realizado
la
observación
participante
–lo
cual
ha
resultado
ser
muy
interesante
y
productivo-‐
sino
también
por
haber
trabajado
en
analizar
los
distintos
comportamientos
según
el
género
en
un
ámbito
concreto
pero
muy
cotidiano,
el
gimnasio.
21
5. BIBLIOGRAFÍA
Ajustada
al
modelo
Harvard
y
siguiendo
las
indicaciones
de
citación
propuestas
por
la
revista
de
la
Facultad,
‘Política
y
Sociedad’
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