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consecuencias psicológicas
El apego es el vínculo temprano que se establece entre el bebé y
sus cuidadores principales.
¿Qué es el apego?
El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de
vida entre el hijo y la madre (o más bien la persona encargada principalmente de su
cuidado). Su función es asegurar el cuidado del recién nacido. El apego cumple un rol
clave en el desarrollo psicológico del niño y en la formación de su personalidad.
El establecimiento del apego desde la infancia más temprana permite que se den dos
fenómenos que harán del niño un ser más o menos dependiente y temeroso; nos
referimos al sistema exploratorio y al sistema afiliativo.
Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en la manera en que el niño
se comporta, lo cual repercutirá en su forma de relacionarse, en las reacciones que
obtenga de los demás y en última instancia en su forma de interpretar el mundo.
Según los estudios realizados en 1979 por John Bowlby, principal autor de esta
teoría, el apego es una relación afectiva que se establece desde el nacimiento hasta la
muerte, y por lo tanto perdura a lo largo de la vida.
1. Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su
cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. El comportamiento de
los niños con apego seguro es activo, e interactúan de manera confiada con el entorno.
Hay buena sintonía emocional entre el niño y la figura de apego.
Las personas que han tenido un apego seguro en la infancia suelen interactuar con sus
iguales de forma saludable en la edad adulta. No les supone un esfuerzo unirse
íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. La dependencia es
recíproca y no les preocupa estar solos.
Los adultos con este tipo de apego sentirán temor a que su pareja no les ame o les desee
realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas,
ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Así, podemos
decir que en la edad adulta este estilo se relaciona con la dependencia emocional.
3. Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus
cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Estos pequeños aprenden a vivir sintiéndose
poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los
demás y evitan las relaciones de intimidad.
4. Apego desorganizado
Este tipo es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta
comportamientos contradictorios e inadecuados. Tienen tendencia a las conductas
explosivas y a la destrucción de juguetes, así como grandes dificultades para entenderse
con sus cuidadores.
Buscan evitar la intimidad, pero no han encontrado una forma de gestionar las emociones
que esto les provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter
negativo que impide la expresión de las emociones positivas.
Los adultos que han tenido este tipo de apego de pequeños suelen ser personas con alta
carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechacen las
relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo.
De este modo, haber tenido un apego ansioso no cataloga a esa persona como insegura
de por vida. Las relaciones de amistad, laborales y de pareja también influyen en el
tipo de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras de apego.