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Los 4 tipos de apego emocional y sus

consecuencias psicológicas
El apego es el vínculo temprano que se establece entre el bebé y
sus cuidadores principales.

Hablar del apego traslada el pensamiento de manera directa a la familia. El entorno


familiar es el primer lugar de socialización del individuo: en ella se establecen relaciones
de vinculación afectiva con los diferentes miembros que influyen de manera relevante en
el comportamiento posterior del niño.

Las características personales y el modo de actuar y el de relacionarse están


estrechamente relacionados con el tipo de apego que se ha producido en la infancia entre
los padres y el infante. También lo están el modo de gestionar y expresar emociones y la
futura elección de pareja.

A continuación vamos a mostrar qué es el apego, qué tipos hay, qué implicaciones


tienen en la vida posterior del niño, cuáles son los comportamientos mayormente
asociados a cada estilo de apego y de qué modo influyen en las relaciones íntimas.

¿Qué es el apego?
El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de
vida entre el hijo y la madre (o más bien la persona encargada principalmente de su
cuidado). Su función es asegurar el cuidado del recién nacido. El apego cumple un rol
clave en el desarrollo psicológico del niño y en la formación de su personalidad.

El establecimiento del apego desde la infancia más temprana permite que se den dos
fenómenos que harán del niño un ser más o menos dependiente y temeroso; nos
referimos al sistema exploratorio y al sistema afiliativo.

El sistema exploratorio permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de


sus sentidos: tocan, miran e intentan introducirse en la boca todo lo que encuentran.
Además, no tienen miedo de pasar tiempo con otras personas; esto es debido al sistema
afiliativo.

El apego se compone, según López (2009), de tres componentes: la construcción mental


que permite establecer la relación de pertenencia e incondicionalidad, la unión afectiva
que proporciona sentimientos de alegría y bienestar, y el sistema de conductas de apego
focalizado en mantener un contacto privilegiado.
¿Cómo se establece el apego?
De este modo, desde el nacimiento, el bebé observa, toca y es reactivo a todo le dice la
figura principal de apego, que por lo general suele ser la madre. Sobre los 6 meses de
vida se establece un vínculo de apego con la persona con quien tiene más contacto y
aparece el miedo ante los desconocidos.

El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de


amenaza. En concreto, un apego satisfactorio permite al pequeño explorar y conocer el
mundo bajo la tranquilidad de saber que la persona con quien se ha vinculado va a estar
allí para protegerlo.  

Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en la manera en que el niño
se comporta, lo cual repercutirá en su forma de relacionarse, en las reacciones que
obtenga de los demás y en última instancia en su forma de interpretar el mundo.

Según los estudios realizados en 1979 por John Bowlby, principal autor de esta
teoría, el apego es una relación afectiva que se establece desde el nacimiento hasta la
muerte, y por lo tanto perdura a lo largo de la vida.

Los 4 tipos de apego


En la literatura sobre la crianza de los niños se encuentran gran cantidad de estudios que
analizan el apego y la influencia que tiene en la edad adulta. Por ello sabemos y es
importante destacar que según el tipo de apego el impacto en el comportamiento
adulto será distinto.

1. Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su
cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. El comportamiento de
los niños con apego seguro es activo, e interactúan de manera confiada con el entorno.
Hay buena sintonía emocional entre el niño y la figura de apego.

Las personas que han tenido un apego seguro en la infancia suelen interactuar con sus
iguales de forma saludable en la edad adulta. No les supone un esfuerzo unirse
íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. La dependencia es
recíproca y no les preocupa estar solos.

2. Apego ansioso y ambivalente


En estos casos el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de
inseguridad. Es por ello que los pequeños con apego ansioso-ambivalente necesitan la
aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les
abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse
demasiado de la figura de apego.

Los adultos con este tipo de apego sentirán temor a que su pareja no les ame o les desee
realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas,
ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Así, podemos
decir que en la edad adulta este estilo se relaciona con la dependencia emocional.

3. Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus
cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Estos pequeños aprenden a vivir sintiéndose
poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los
demás y evitan las relaciones de intimidad.

En el apego evitativo en la edad adulta, tal y como ocurre en la infancia, se producen


sentimientos de rechazo a la intimidad y de dificultades de relación. Las parejas de
estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.

4. Apego desorganizado
Este tipo es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta
comportamientos contradictorios e inadecuados. Tienen tendencia a las conductas
explosivas y a la destrucción de juguetes, así como grandes dificultades para entenderse
con sus cuidadores.

Buscan evitar la intimidad, pero no han encontrado una forma de gestionar las emociones
que esto les provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter
negativo que impide la expresión de las emociones positivas.

Los adultos que han tenido este tipo de apego de pequeños suelen ser personas con alta
carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechacen las
relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo.

La importancia de ser flexibles en las relaciones


Todo esto es necesario interpretarlo desde un prisma integrador; esto implica que todas
las interrelaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan el
comportamiento del momento actual, y que el apego no es inmutable ni se mantiene en la
misma medida en todas las personas a medida que el desarrollo progresa.

De este modo, haber tenido un apego ansioso no cataloga a esa persona como insegura
de por vida. Las relaciones de amistad, laborales y de pareja también influyen en el
tipo de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras de apego.

Además, el comportamiento de todo individuo en una relación se ve mediado por la


conducta del otro. Así, una persona con un estilo de apego evitativo en la infancia puede,
por así decirlo, “aprender” a querer gracias a las conductas de apego seguro que le
proporcionan su pareja u otras personas queridas, como puede ser un grupo de
amigos íntimos psicológicamente saludables

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