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Página
Moderadora de Traducción

Alysse Volkov

Traductoras
Fiioreee Carolina Shaw Alysse Volkov

Apolineah17 Sara Herondale Camila Cullen

Ivy Walker Lolabayona MaryLuna

Dafne Vanessa VR NnancyC

Lizi_0696 Kariza203 Aria

Florbarbero JackieC

Moderadora de Corrección

Carolina Shaw

Correctoras

Alysse Volkov Alessa Masllentyle Carolina Shaw

3
hello_nat *Andreina F* ConyML

Página
Jaky Skylove♡ Paltonika Esperanza.nino

AriannysG Pily Dafne

Andrea95 GypsyPochi

Recopilación y Lectura Final

Alessa Masllentyle Alysse Volkov *Andreina F* Carolina Shaw

Diseño

Carolina Shaw
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17

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Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Epílogo
Próximo Libro
Sobre la Autora
Después de conocer la verdad detrás de la trágica muerte de su
padre, Lauren juró nunca volver a estar cerca de otro Volkov, pero a veces
los asuntos del corazón son demasiado fuertes para resistir…

Como un Capitán en los Volkov Bratva, Mishca había comprometido


su lealtad hacia los Vory v Zakone, pero pronto se encuentra en
desacuerdo con la vida que siempre conoció…

Cuando Mishca y Lauren luchan por salvar su relación, nuevos


obstáculos se presentan, obligando a la pareja a tomar decisiones
drásticas que pueden o apartarlos o acercarlos aun más…

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Traducido por Fiioreee & A. Volkov
Corregido por hello_nat

N
aomi Le Feuvre aceptó la mano del ayudante mientras salía
del coche con chofer, sosteniendo un proyecto de ley en la
mano mientras ella paseaba, comprobando su reflejo en los
cristales tintados.
Tenía el pelo rubio teñido cortado justo por debajo de la nuca, las
hebras de luz cayendo en ondas suaves. El golpe de sus tacones resonó en
el empedrado y el hecho de que ella podría caminar en una superficie tan
desigual fue una hazaña por sí sola.
Se hizo un camino para la entrada, decenas de personas
desplazándose fuera de su camino mientras pasaba, pero a pesar de la
importancia de cada persona en la asistencia, Naomi fue un invitado
especial de la huésped.

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La mansión fue sólo una de las muchas propiedades que poseía la

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familia Besnik. Esta noche, las partes de la finca se cierran, tripulada por
hombres vestidos de camareros, con sus armas escondidas bajo sus
chaquetas.
Una vez dentro, Naomi entregó su abrigo a un asistente, sonriendo
mientras él tanteaba un poco.
Eran todos iguales.
Siguiendo algunas de las camareras mientras llevaban las bandejas
de aperitivos y copas de champán, Naomi hizo su camino hacia el centro
de la fiesta, sus ojos inmediatamente atraídos por el caso que fue
iluminado por un foco de luz en el techo.
Sus vellos se erizaron a través de su carne, su respiración dificultosa
ya que de inmediato comenzó a caminar hacia ella. No había nada que le
afectara tanto como una exquisita joya.
Djegia Flaka —La Llama Ardiente. Uno de los diamantes de fuego
más raros del mundo, encontrado en una cueva inexplorada en Sudáfrica.
Naomi sólo había oído rumores cuando el diamante apareció por primera
vez, advertencias sobre el baño de sangre que siguió.
El periódico indicó que los tres nativos muertos fueron asesinados
por niños soldados, pero la desagradable verdad había salido a la luz
cuando el diamante apareció en el Mercado Negro, los albaneses lo
obtuvieron de forma rápida.
Por primera vez desde que adquirió el diamante, Jetmir Besnik —el
dueño de dicho diamante— lo ponía en exhibición para el pequeño grupo
de hombres y mujeres que fueron invitados a la mansión.
Ese era el problema con los hombres —y el problema de Naomi y
aunque ella se negó a reconocerlo. Su necesidad de reconocimiento los
llevó a tomar riesgos innecesarios.
Vio a un hombre joven, de no más de dieciocho años, caminando
hacia ella desde el otro lado de la habitación, con dos copas de champán.
Con una mirada, podrías decir su posición en la mafia albanesa. Su traje
era mal ajustado y era una mezcla de poliéster espantosa.
Podría no haber recurrido a ella, pero tenía sus usos.
—Es una pieza exquisita, ¿no es así? —preguntó Naomi a su amante
albanés, aceptando el vaso que le ofrecía, cuidado de sólo dejar que las
yemas de sus dedos rozan los suyos, no quería arriesgarse a que nadie los
vea juntos.
Era un truco que había aprendido mientras perfeccionaba su
talento, aprendiendo el arte de la persuasión con algunas acciones
sencillas que hacían a los hombres, y así la gente en general, cumplir sus
órdenes sin que ella nunca tuviera que decir una palabra. Y si eso no

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funcionaba... no habría conseguido el mejor cuerpo que el dinero podía

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comprar por nada.
Él era joven, sólo un soldado de los albaneses, pero sirvió a su
propósito bastante bien. De hecho, el joven era cómo ella los prefiere, por
lo que era un juego de niños para envolverlos alrededor de su dedo. Sin
embargo, sólo había uno en los años de su estar en el negocio de la joyería
que se negó a romper... el único que alguna vez había llegado demasiado a
darse cuenta de que ella significaba muy poco para él.
Y ese hecho le molestaba más.
Durante semanas, ella lo había estudiado, esperando el día en que
pudiera hacer su movimiento. No tenía ni la notoriedad ni nada de especial
que pudiera dar valor a sí mismo, pero saber es poder y todo lo que podía
llevar a cabo sobre él, ella con mucho lo gusto tomaría, pero fue años
antes de que aprendiera cualquier cosa y aun así, tuvo cuidado,
manteniéndola separada de su vida con la Vors.
Había subestimado a ese ruso.
Al final, sin embargo, no se había alejado con las manos vacías.
Centrándose nuevamente en el presente, le sonrió tímidamente al
albanés. —¿Estás de guardia esta noche, Sebastián?
No había equipo de alta tecnología protegiendo el DjegiaFlaka,
porque no había nadie lo suficientemente valiente para tratar de robar a
los albaneses, especialmente a la familia en particular a la que el diamante
perteneció.
De la poca información que pudo reunir sin llamar la atención sobre
sí misma, sólo habría una persona cerca al DjegiaFlaka en todo momento.
Los Besniks no querían quitarse de la experiencia de tener la vista
bloqueada por hombres con armas de fuego.
—Lo estoy.
—Entonces tal vez me quede más tarde para hacerte compañía.
Él sonrió, aclarándose la garganta mientras sus mejillas se
enrojecían de vergüenza.
Las puertas dobles que conducían al salón de baile se abrieron por
las camareras que estaban allí, dando paso a un hombre que silenció a la
habitación con solamente su presencia.
Él era de una altura decente, si Naomi tuviera que juzgar, y tenía
una bastante impresionante línea de la mandíbula que se mantuvo bien
afeitada. Fue una buena cosa ya que cualquier barba que él pensaba
hacerse, hacía que la horrible cicatriz en su cara destacara más. Esto
disecaba su ojo izquierdo, la piel arrugada aunque era unos pocos años

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mayor. El ojo, en sí, era de color blanco lechoso, contrastando el color

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marrón oscuro del otro.
En realidad, nadie sabía cómo obtuvo la cicatriz y él se negó a hablar
de ello, pero para Naomi, sólo lo añadió a su nombre.
Jetmir el Bárbaro.
Algunos hombres sentían la necesidad de un apodo ridículo añadido
a su nombre, distinguiéndose de otros que realizan la misma función, pero
Jetmir era un hombre que había ganado su título y con mucho gusto daba
una demostración en caso de impugnación.
Esta noche iba vestido con un traje marrón oscuro, uno que era más
caro que los que sus hombres llevaban, pero al igual habló de su papel de
liderazgo en la organización.
Lanzando el pelo hacia atrás por encima del hombro, Naomi volvió
en su dirección, con una amplia sonrisa mientras se movía hacia él,
llamando la atención de él a ella. La sonrisa de Jetmir igualó la suya, a
pesar de él que era más auténtico.
—Hola cariño —Naomi le saludó con un beso en la mejilla,
deslizando su brazo alrededor de él mientras la conducía fuera del
diamante y en torno a los invitados.
Ella no pudo evitar echar un vistazo nostálgico hacia atrás en lo que
espera adquirir a finales de la noche.
Mantuvo una mano en la parte baja de su espalda, mirándola con el
ojo bueno. Cuando hablaba, uno de los lados de su boca —el mismo lado
que el de la cicatriz— se quedaba flojo, los músculos de su rostro
arruinados también.
—¿Estás divirtiéndote?
—Por supuesto.
—Permíteme presentarte a algunos de mis compañeros.
Durante la hora siguiente, Naomi desempeñó el papel de brazo
dulce, hablando sólo cuando se le hablaba, sonriendo a todo el mundo, y
prácticamente adulando a Jetmir mientras otros miraban.
Seis meses. Ese es el tiempo que le tomó a trabajar su camino hasta
la escalera de la mafia albanesa hasta que ella había aterrizado finalmente
en la cama de Jetmir y él no había sospechado nada, pero en su camino a
la cima, había sido testigo de la brutalidad de Jetmir y sabía que después
que el trabajo se llevara a cabo, ella tendría que desaparecer.
No era tan tonta como para quedarse y enfrentarse a su ira.
Mientras el evento llegaba a su fin, el corazón de Naomi latía apenas

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un poco más rápido, sabiendo que se encontraba un paso más cerca de

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conseguir el diamante. Seguía voluntariamente a Jetmir fuera del salón de
baile, guiñándole un ojo a Sebastian en su salida.
Desde el tirón insistente que Jetmir tenía en su brazo, Naomi sabía
lo que esperaba al llegar a su dormitorio.
—Te veías hermosa esta noche —comentó mientras cerraba la
puerta detrás de ellos, ya aflojándose la corbata.
—Oh —Naomi arrulló, jugando con los tirantes de su vestido—. Si no
te conociera mejor, pensaría que eras dulce conmigo.
Él se rió entre dientes, su sonrisa contándole todo lo que precisaba
saber. Sin esperar a que él le pida, se desvistió, yendo hacia él para quitar
su ropa también.
Esto no había sido parte de su plan, pero tenía que hacer el papel
para que no sospechara nada. Ya había sido bastante difícil envenenar su
copa con todos sus hombres cerniéndose y su insistente necesidad de ver
la comida.
Ella le dio un ligero empujón, subiendo encima de él, besando su
cuello, luego su pecho y lentamente su cuerpo. Sus manos se dirigieron
inmediatamente a su pelo, tirando tan fuerte como sus dedos trazaron el
borde de sus boxers. Justo cuando tiraba hacia abajo, su abrazo se aflojó.
Esperando unos momentos, Naomi miró a su cara, asegurándose de
que él estaba dormido antes de sonreír. Feliz de que no había tenido
necesidad de actuar, rápidamente se vistió y se deslizó fuera de la
habitación.
Su ropa y el resto de sus pertenencias ya habían sido enviadas hacia
afuera, pequeñas cantidades a la vez. La última parte fue escondida en su
coche.
Así como había pensado, Sebastian era el único hombre en la
habitación.
Pasándose rápidamente una mano por el cabello, Naomi salió de
entre las sombras, llamando su atención sobre ella.
—Te he estado buscando por todos lados —dijo Naomi, manoseando
el cierre frontal de su vestido.
Se aclaró la garganta, dando un paso fuera de la caja y caminando
hacia ella, con los ojos de inmediato a la deriva hacia abajo, donde estaban
expuestos sus pechos.
Ella le hizo una seña para que se acercara con un movimiento de su
dedo y él era el más sabio de la Taser sostenido detrás de ella. Mientras él

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se inclinaba para besarla, ella lo golpeó, sorprendiéndolo con suficiente
voltaje para empujar a un hombre de ciento cincuenta kilos.

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Ella lo cogió mientras su cuerpo se agarró, ayudándolo a bajar a la
tierra.
Ahora, no había nada que le impidiera tomar lo único que buscaba.
Ella era la mejor en lo que hacía y no tenía miedo de las consecuencias de
sus acciones.
Su arrogancia le permitía ese lujo.
Pasó por encima del cuerpo de Sebastián, sabiendo que sólo tenía
unos pocos minutos para el final. Puede ser que ellos no hayan creído en
la seguridad, pero uno de los hombres de los albaneses podría bajar a
recuperarla y su oportunidad se perdería.
Mirando a escondidas alrededor de la esquina, comprobó una vez
más para asegurarse de que estaba verdaderamente sola antes de
apresurarse hacia la vitrina, deslizando un par de guantes para quitar el
cristal.
Y allí estaba.
Naomi sonrió con satisfacción mientras miraba hacia abajo a su
nuevo poder, el punteo de la piedra de su lecho de terciopelo. La poca luz
que había en la sala se reflejaba en el diamante, un arco iris de colores que
salpicaba contra el suelo.
Como no quería empujar su suerte, Naomi lo envolvió en un trapo,
metiéndolo en su escote mientras paseaba fuera de la mansión.
Ahora que su trabajo fue hecho, estaría en el primer vuelo fuera del
país, haciendo su camino a Sudáfrica, donde ella sabía que otra anotación
le esperaba. No tenía remordimientos por los hombres que había utilizado
para ganar su última posesión, se compadeció de ellos.
Con ellos, no se había esforzado en absoluto antes de que se
derrumbaran en sus manos.

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ebajo de la mansión se hallaba un pasaje subterráneo que
conducía a una estrecha abertura de un lugar que la Mafia
Albanesa consideraba cariñosamente las catacumbas. Como
más túneles que llevaba el nombre, el húmedo espacio subterráneo se
situaba lleno con los restos de cuerpos humanos, sus huesos —
especialmente los cráneos— utilizados como ornamentos de decoración.
Excepto que este lugar era cualquier cosa menos un lugar de
prácticas religiosas.
Podría haber sido medieval en el diseño, pero Jetmir Besnik lo
preferiría de esta manera. Sus actos macabros tenían una sensación más
teatral.
Fue en este decrépito lugar de desesperación que Sebastián —el otro
amante de Naomi—, se arrodilló en el suelo, afiladas rocas picando en sus
rodillas. Su cuerpo temblaba con escalofríos, su ropa rasgada hace rato,
su sangre oscureciendo la tela.
Un ojo hinchado cerrado, el otro había sido tan brutalmente

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golpeado que los vasos sanguíneos en su interior estallaron, tornando el
blanco sorprendentemente en rojo. Él ya se había cagado, el miedo

Página
paralizándolo cuando se enfrentó a los hombres que pronto tomarían su
vida.
Jetmir no sabía lo que estaba más preocupado: el hecho de que la
zuskë1, le había robado, o que este gomar2 le había irrespetado. De
cualquier manera, las reglas estaban en su lugar por una razón, y
cualquiera que las rompiera pagaría el precio.
Agarrando la lata de gasolina él mismo, Jetmir vierte el contenido en
toda la cabeza de Sebastian, haciendo de oídos sordos a sus gritos de
misericordia. Incluso había comenzado a susurrar una canción alegre, una
que incluso hizo que sus colegas se miraran con recelo entre sí.

1 Puta.
2 Imbécil.
Jetmir no se molestó en decir nada más, estaba debajo de él. No
tenía que anunciar que esto era una lección para los hombres que lo
rodeaban.
Todos lo sabían.
Encendiendo una cerilla, Jetmir la lanzó hacia el hombre empapado,
viendo en sombría satisfacción cuando empezaron a brotar las llamas, sus
gritos crecieron más fuertes mientras se retorcía impotente en el suelo, su
piel derritiéndose lentamente.
El hedor de la carne quemada llenó la caverna y cuando Sebastian
dejó de moverse, Jetmir aplaudió sus manos juntas, girándose para hacer
frente a los hombres que estaba a su espalda, el hombre ardiendo detrás
de él con un telón de fondo horripilante.
—Encuéntrala.
Eran las dos únicas palabras que necesitaba decir.
La suerte de Naomi Le Feuvre quedó sellada.

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Traducido por Apolineah17
Corregido por Jaky Skylove♡

E
ra una tarde fresca de lunes, el sol brillaba, los pétalos
acorazados de las nuevas flores comenzaban a florecer. Pero
mientras Lauren Thompson se sentaba en la sala de
interrogatorios enfrentando una acusación por asesinato, era difícil ver
alguna belleza en el mundo, sobre todo la que había encontrado dentro de
sí misma. Meses atrás, se había parado al otro lado del cristal, mirando al
hombre que ayudó a asesinar a su padre.
Ahora, lo único que podía ver era su propio reflejo.
Largo cabello castaño recogido en una coleta, ojos del color de la
miel caliente, enrojecidos y cansados. En general, se veía enfermiza como
si hubiera ido al infierno y regresado. De alguna manera… lo había hecho.
No muchos se enfrentaban a la Mafia Rusa y vivían para contarlo.
Aunque para ser completamente honesta, no sabía por qué Mikhail

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—el Pakhan del Volkov Bratva3— la dejó salir de esa habitación. Claro, le

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dio una advertencia y conocía las consecuencias de lo que sucedería si
alguna vez hablaba, pero en realidad, Lauren aún era un cabo suelo.
De eso se trataba el asesinato de Viktor. Él no fue asesinado solo
porque ordenó un golpe que el Pakhan4 no autorizó. Fue asesinado a
causa de los problemas que trajo a su propia organización. Viktor no sabía
que al matar al padre de Lauren, comenzaría un efecto dominó que tendría
lugar quince años después, sin embargo, dejó que la codicia y el poder lo
cegaran, junto con el atractivo de una hermosa mujer.
Lauren no sabía qué fue de Anya y francamente, no le importaba.
Anya jugó su parte en la destrucción de no una, sino dos familias y
merecía cualquier cosa que el destino le deparara.

3 Mafia Rusa.
4 Jefe o Padrino, en este caso se refiere al jefe de la Mafia Rusa.
Al principio se sintió en conflicto, sintiendo culpa por la muerte de
Viktor y por lo que Alex —la hermana de Mishca— debió haber pasado,
pero esa culpa pronto se convirtió en resentimiento y cuanto más tiempo
hervía en su interior, menos mal se sentía por todo ello.
El único Volkov que la hizo sentir algo además de odio ardiente fue
Mishca. Con él, sentía… ira… traición… vergüenza inequívoca… pero una
parte de ella, la parte que se negaba a irse, guardaba el amor que se
construyó desde el momento en que tropezaron en la cafetería.
—¿Señorita Thompson?
Lauren fue sacada de sus pensamientos por dos detectives
ingresando a la pequeña habitación. Los miró con cautela, buscando
indicios de la razón por la cual se encontraban ahí. Fue criada por un
detective de homicidios después de todo y conocía qué buscar.
—Llámenme Lauren.
El más bajo de los dos, con entradas en el cabello y ojos pequeños y
brillantes, sonrió agradecido, como si hubiese asumido que no cooperaría.
Tomó asiento en la mesa, su compañero se paró cerca de la puerta con los
brazos cruzados sobre su pecho.
—Soy el detective Stifler —dijo el bajito—. Él es el detective Baker.
Solo tenemos un par de preguntas para ti.
Lauren asintió, imitando su pose relajada porque sabía que ellos
solo la interrogarían sobre el asesinato de Viktor, a pesar de todo lo que
Viktor hizo, ella no era quien lo había matado. —Está bien.
—Dime, ¿cuál era tu relación con Viktor Volkov?
Lauren lo miró a los ojos, sin mostrar miedo. —Nosotros no
teníamos una relación. Viktor era el tío de mi novio —ex novio.

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—¿No es verdad que viniste hace un par de meses, alegando que

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Viktor Volkov estaba presuntamente involucrado con… —Hojeó la carpeta
sobre la mesa, leyendo una hoja de papel en el interior que Lauren podría
asegurar ya había memorizado—, el asesinato del doctor Cameron
Thompson? Ese es tu padre, ¿verdad?
—Sí, ese es mi padre, pero no acusé a Viktor de ello, Anatoly
Stonosky lo hizo.
Con la policía, sobre todo durante los interrogatorios, era importante
ser literal, garantizando que las palabas no pudieran ser torcidas y
cambiadas para adaptarse a un significado diferente.
—Pero diste una declaración diciendo que escuchaste la voz de
Viktor Volkov la noche del asesinato. ¿No es cierto?
—Sí.
—¿Y te enteraste de que fue él quien mató a tu padre?
—Supongo.
—¿Supones?
Lauren se encogió de hombros. —Tenía cinco años, estuve encerrada
en un armario por no sé cuánto tiempo. Mi declaración no es muy fiable.
Esa fue otra razón por la que optó no esperar a que el sistema de
justicia hiciera algo al respecto. No existía evidencia física que conectara a
Viktor con el crimen, ni testigos. Así que tal vez, no importaba que
intentara negarlo antes, deseaba a Viktor muerto.
—¿Y alguna vez viste a Viktor posterior a ese día?
Ahora se aventuraban a un terreno peligroso. —Sí.
—¿Cuándo fue eso exactamente?
—A finales de febrero, tal vez en marzo.
—¿Puedes ser un poco más específica?
—No realmente —dijo con sinceridad.
—¿Y dónde te encontrabas la noche del veinticinco de abril?
—No lo sé.
—¿No lo sabes? —preguntó el detective Baker uniéndose al
interrogatorio, sonando terriblemente incrédulo. Supuso que era el policía
malo—. ¿Cómo puedes no saberlo?
—Teniendo en cuenta que es mayo, ¿no le parece que si tuviera lista
una coartada, eso podría parecer sospechoso?
—¿Tienes una coartada para esa noche? —reiteró.

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—¿Necesito una coartada, detective?

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Baker parecía molesto con su juego de palabras, pero Lauren
mostraba completa veracidad. Realmente no sabía dónde estuvo esa
noche, y no importaría mucho porque Amber se había ido del apartamento
esas últimas dos semanas. Lo que significaba, que Lauren no tenía a nadie
para corroborar su declaración.
—No pensé que necesitara una —prosiguió antes de que el oficial
pudiera responder—. ¿Estoy bajo arresto?
—No. Solo tratamos de obtener algunas respuestas. —El detective
Stifler procuró mostrar una sonrisa encantadora, pero Lauren leyó a través
de su expresión. Él se inclinó, lo suficientemente cerca para que fuera
capaz de escucharlo.
—Déjame que te cuente lo que sé, Lauren. Sé que te involucraste con
un mafioso conocido. Es posible que no hayas sabido lo que era en ese
entonces, pero no hay ninguna razón para que lo protejas ahora.
Descubriste que su familia está detrás de la muerte de tu padre, puedo
entender por qué estarías un poco enojada y querrías tomar la justicia por
tus propias manos. Un jurado entendería eso, y si cooperas con nosotros,
intercedería por ti con el fiscal de distrito.
Lauren abrió la boca, lista para decirle que quería un abogado
cuando la puerta se abrió y una mujer en un caro traje de color beige
entró, sus tacones resonando en el suelo.
—Este interrogatorio ha terminado —dijo con voz firme,
transmitiendo como si estuviera acostumbrada a que sus órdenes fueran
acatadas—. Lauren, no digas una palabra más. Detectives, tengo
fotografías de la cámara de vigilancia y una declaración formal por parte
del conductor del taxi que recogió a Lauren en su camino a casa la noche
en cuestión.
Dejó caer un paquete sobre la mesa, levantando la nariz hacia ellos
con aire de suficiencia. Lauren se quedó sin habla, al igual que los
detectives, pero no sabía de quién era la abogada o quién la había
contratado.
—Vámonos, Lauren.
Sin cuestionarla, se puso de pie, los detectives siguieron su ejemplo
aunque se veían menos que satisfechos. ¿Qué más podían decir? Hasta
que repasaran lo que fuera que la abogada tenía en ese archivo, no podían
retenerla más.
Ross y Susan la esperaban cerca de las máquinas expendedoras,
ambos parecían sorprendidos por su más bien rápida salida, así como de
la abogada que la guiaba hacia fuera de la comisaría. Ross, un detective de
homicidios de Michigan, sabía cómo funcionaban los interrogatorios, había

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llevado a cabo cientos durante su larga carrera. Le advirtió
específicamente no contestar ninguna pregunta, pero finalmente cedió en

Página
el camino.
Miró a la abogada sospechosamente mientras él y Susan las seguían
afuera. Lauren no había pensado ni por un segundo que Ross o Susan la
hubieran llamado —aunque Susan podía permitirse ese lujo— pero parecía
demasiado conveniente que viniera exactamente en este momento y con
una coartada.
¿Cómo demonios la había obtenido tan rápido?
Lauren sintió como todos los policías de la comisaria miraban en su
dirección mientras caminaba detrás de su abogada, como si todos la
juzgaran. Era irracional, ya que no todos podían saber por qué se hallaba
allí, pero con un caso de alto perfil como éste, cualquier cosa era posible.
Fuera del recinto, el sol brillaba, las patrullas se situaban
estacionadas a lo largo de cada centímetro de la calle, y Mishca Volkov
casualmente estaba parado al pie de las escaleras.
Lauren se detuvo ahí mismo, a unos pocos metros por encima de él
en el escalón superior. Todo volvió inundándolo de nuevo, como si hubiera
sido ayer cuando todo cambió entre ellos, en vez de hace casi cuatro
meses.
El mismo cabello ondulado y despeinado, la misma pose destacada
relajada, pero con algo diferente en sus ojos. Seguían siendo de ese azul
interminable, sin embargo ahora contenían un conocimiento inquietante
con el que estaba muy familiarizada.
Lucía como si no hubiese dormido en días y se despreció a sí misma
por preocuparse. Ignorándolo completamente, continuó bajando las
escaleras de concreto, hacia la vieja camioneta de Ross.
Ross hizo un sonido grosero por debajo de su respiración, cojeando
por las escaleras en sus muletas. No había aprecio entre ellos, y no era
porque el tío de Mishca decidió enviar a sus esbirros a atacarlos a mitad
de la noche. Era porque Mishca pertenecía a la Mafia Rusa.
En la superficie, Mishca pasaba por alguien que acataba la ley,
pagaba impuestos ciudadanos como el resto del país, pero a un hombre
como Ross, lo que Mishca era en el interior le desagradaba.
Criminal. Mafioso. Asesino.
Lauren no lo creyó al principio, sin embargo era difícil negarlo
cuando fue testigo de eso de primera mano.
Ross lo miró al pasar a su lado, con Susan siguiéndolo de cerca,
aunque su expresión era mucho menos amenazadora. Su madre casi

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parecía… triste. No como la última vez que los dos cruzaron sus caminos.
En aquel entonces, Lauren no entendió la extraña reacción de su madre,

Página
ahora era claro que tenían más de una historia que no conocía.
La abogada habló en voz baja al oído de Mishca y después de su
asentimiento, se fue, sin decirle otra palabra a Lauren. Mishca no fue
hacia ella, no se acercó, se quedó allí, permitiéndole tomar la decisión.
Lauren no pensó en las consecuencias de sus acciones, simplemente
mantuvo su cabeza en alto y se acercó a él. De cerca, el efecto fue peor
porque ahora podía olerlo. Mishca abrumaba en todas las formas posibles.
Pero eso no era de lo que se trataba hoy. No podía dejarse atrapar.
—¿Me tienes vigilada? —preguntó Lauren. Su primer pensamiento
fue preguntarle por qué contrató a la abogada, sin embargo, eso era
bastante obvio considerando de dónde había salido, lo que no sabía era de
dónde la abogada obtuvo la información.
—No con esas palabras.
Clásica evasión de Mishca. —Tomaré eso como un sí. ¿Viniste aquí
para asegurarte de que no fuera a hablar?
Mishca parecía frustrado, como si no dijera lo que pensaba que
diría. ¿Qué esperaba? No era como si se separaron en buenos términos. De
hecho, era mejor si no hablaban de ello en absoluto.
—¿Eso es lo que piensas ahora? —preguntó mirándola—. ¿Es eso lo
que piensas de mí?
—Eso es quien eres —respondió con la misma ferocidad—. Nunca
me mostraste el monstruo que se escondía debajo de la hermosa
superficie.
—Te mostré lo que importaba.
Al igual que lo habían hecho muchas veces antes, inconscientemente
se acercaron hasta que estuvieron a un simple susurro de distancia. Era
casi demasiado fácil perderse en sus ojos, en la forma en que sus labios
temblaban cuando sonreiría, o en como siempre tenía el hábito de besar
sus nudillos cuando se miraban entre sí.
Incluso ahora, podía sentir el fantasma de sus labios presionando
contra su piel y tuvo que abstenerse de llegar a ellos.
—Me voy, Mish.
Sus ojos se suavizaron cuando usó ese apodo. Lauren prácticamente
podía leer sus pensamientos y sabía, a pesar de lo mucho que doliera, que
tenía que dejarlo ir.
—Lauren, sobre lo que dije… no quise decir…
—No tienes que explicarlo.

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Se pasó una mano por el cabello de la manera en que lo hacía

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cuando se encontraba agitado. —Quiero, quiero arreglar esto.
Lauren cerró los ojos, deseando haber podido ignorar la esperanza
en su rostro cuando dijo eso.
Era duro, mirar al chico que fue gran parte de su vida por meses,
alguien a quien aprendió a amar y a cuidar, pero había demasiado entre
ellos y Lauren no creía que nada de eso pudiera solucionarse.
—No puedo.
Lauren se apartó de Mishca, viendo caer la máscara sobre su rostro.
Esta era la despedida.
Volviéndose de espaldas, se dirigió nuevamente hacia el auto donde
Ross y Susan aguardaban. Con cada paso, una estúpida parte de ella
deseaba que la llamara otra vez.
Traducido por Ivy Walker & Dafne

Corregido por GypsyPochi

D
ías. Semanas. Todo pasó en un borrón de tiempo de
inactividad y disfrutando el verano lejos de Nueva York. Por
suerte para Lauren, Diego entendió lo suficiente para no
despedirla ya que estaría fuera por un largo tiempo, pero
después del semestre que había tenido, pensó que merecía un poco de
tiempo libre.
Sí, y él no sabía ni la mitad de ello.
La mayoría de los días eran más fáciles de manejar, aquellos en los
que bloqueaba todo lo que fuera que le recordaba a su tiempo con Mishca.

20
No era fácil, no cuando cada pequeña cosa traía un recuerdo de él.

Página
El dulce aroma del café, canciones reproduciéndose en la radio, ese
tono particular de azul que veía cuando miraba al cielo, pero cada vez que
sus pensamientos volvían hacia él, de inmediato pensaba en otra cosa,
aunque fuera uno de los temas más mundanos.
Pensó que la distancia podría ayudar al dolor que sentía en su
corazón, disminuir el daño, pero la distancia sólo parecía amplificar el
problema.
En su tocador, Lauren tocó la caja de joyería intrincada que Susan
le había dado hace poco, aunque no sabía que Lauren sólo la usaría para
una pieza de joyería. Fue tallado a mano en una madera africana especial,
una pieza que Susan había recogido en la ciudad hace años.
Pasando sus dedos sobre ella, Lauren accionó el picaporte,
levantando la parte superior para mirar a la única cosa que no había visto
desde que se fue de Nueva York. Era una pulsera hecha de eslabones de
oro, y colgando de uno de los delicados nudos estaba un minúsculo huevo,
diseñado para parecerse a los huevos Fabergé elaborados para la realeza
hace siglos atrás. Lo que había pensado en un principio que eran gemas
cuando en realidad eran diamantes, más de una docena de incrustaciones
en toda la pulsera.
En un capricho, había buscado en Tiffany´s, recordando el paquete
azul mate en el que había llegado. Conociendo a Mishca, asumió que
costaba unos pocos cientos de dólares, él no era tímido en gastar dinero,
pero luego de encontrarlo en línea, casi se quedó boquiabierta por el
precio. La pulsera en sí valía un poco más de mil dólares, pero dijo en sí
que costaba más de veinte mil dólares. A partir de ese momento, no se
sintió bien llevarlo, no sólo por el precio, sino porque se sentía como que
un pedazo de ella siempre estaría conectada a él por el tiempo que lo
llevara.
No obstante, incluso después de habérselo quitado, aún lo sintió en
cada parte de ella. Esa fue la parte difícil. Podía separarse de los reflejos
físicos de su relación, pero no existía nada que pudiera hacer al respecto
sobre los recuerdos.
Algunas noches permaneció despierta recordando la forma en que
toda su cara se iluminaba cuando le sonreía, y en la oscuridad de su
dormitorio sin nadie alrededor, sonreía nuevamente como si todavía
pudiera verla.
Honestamente, no sabía que haría una vez que regresara.
Conseguiría esperar no toparse con él en una ciudad tan grande, pero
teniendo en cuenta que encontró la aguja en el pajar una vez, dudaba que
tuviera tanta suerte.

21
Una mejor pregunta era, ¿qué harían ellos cuando regresara?
No tenía ninguna ilusión de que estaba libre de la Volkov Bratva, no

Página
cuando creían que tenía pruebas que potencialmente lograrían ser
utilizadas en su contra. Fue un movimiento audaz pretender que su padre
llevó un registro de su trabajo con los rusos, que en última instancia valió
la pena, pero era gracias a eso que constantemente se preocupaba.
Lauren aún recordaba las últimas palabras de Mikhail.
Un golpe en la puerta hizo a Lauren alejarse de sus pensamientos, la
vista de su madre, Susan, de pie en la puerta la hizo que forzara una
sonrisa que no sentía realmente. Colocó el brazalete en la caja, sellándola.
Susan había perdido algo de peso durante el mes,
comprensiblemente con todo el estrés por el cual pasó, pero no se veía mal
en ella. También se había cortado el pelo hasta los hombros, capas
elegantes a través de él. La hacía parecer más joven que sus cuarenta y
dos años.
—¿Ross viene a cenar esta noche? —preguntó Lauren sonriendo
ampliamente cuando vio el rubor de Susan.
Si fue su experiencia cercana a la muerte o que estaba cansado de
esperar, Ross finalmente le confesó sus sentimientos a Susan. Les tomó
semanas para finalmente decirle a Lauren sobre su nueva relación, pero
simplemente rodó los ojos ante su repentina epifanía, secretamente
contenta de que se tenían el uno al otro. Lo había dicho hace años.
—Sí, estará asando carne.
Susan vaciló en la puerta, con una mano en el pomo y la otra
sosteniendo una pequeña hoja de papel blanco con los bordes dentados.
Parecía casi nerviosa en su acercamiento e hizo que Lauren se preguntara
lo que sostenía.
En el momento en que se subieron al coche de camino a Michigan,
nadie había hablado sobre la presencia de Mishca en la estación de policía
o alguien de su familia, pero la breve presencia de los Volkov en su vida
seguía como una sombra sobre ellos.
—La última vez que estuviste aquí, tomé esto del diario de tu padre
antes de que te fueras. Tienes que entender. —Explicó mientras se lo
entregaba—. Trataba de protegerte de la verdad y leer esto habría dado
lugar a preguntas que no podía responder.
Lauren cogió el papel, alisándolo, sonriendo genuinamente ante el
garabato desordenado familiar que era la letra de su padre, pero esa
sonrisa pronto comenzó a desvanecerse a medida que leía las palabras.
14 de noviembre 1997
Lauren, rezo para que nunca encuentres esta carta, pero si estás
leyendo esto, entonces tengo que asumir que sabes la verdad. Hay tantas

22
cosas que me gustaría poder explicarte, pero mi tiempo se ha acabado.
Lamento que nunca llegaré a verte crecer y lograr tus sueños, a enseñarte a

Página
montar en la bicicleta de princesas que siempre habías querido. Por eso,
estoy profundamente arrepentido. No puedo poner excusas por las
elecciones que hice que me llevaron a este punto de mi vida, y sólo puedo
imaginar cómo te sientes en este momento, pero por favor quiero que sepas
que hice todo lo posible para protegerte a ti y a tu madre. Sólo puedo esperar
que encuentres la paz con todo lo que has aprendido. Hasta el final de mi
tiempo en este mundo y el siguiente, velaré por ti. Te quiero, Lauren, más de
lo que puedo expresar en esta carta.
Papá
Lauren apartó la mirada del papel rasgado, la entrada que faltaba en
el diario de su padre. Recordaba vagamente el primer día que encontró el
diario y había hojeado las páginas, pero con todo lo que sucedía a su
alrededor, se había olvidado de él.
—¿Por qué me muestras esto? —preguntó Lauren casi con rabia. El
entumecimiento bendito en el que había estado durante el verano ya
disminuía lentamente, el dolor volviendo con fuerza agonizante.
Susan se sentó en el borde de su cama, abriendo los dedos donde
una banda familiar de oro en una delicada cadena se situaba en la palma
de su mano. Tenía su pareja, uno que Susan llevó durante tanto tiempo
como Lauren podía recordar, pero no últimamente. Con su nueva relación
con Ross, Lauren no la culpaba por su eliminación, pero no podía dejar de
preguntarse por qué Susan le mostraba el anillo.
—Le eché la culpa durante tanto tiempo —dijo con nostalgia, la
mirada fija en el anillo, frotando su dedo sobre la inscripción en el
interior—. Sólo sabía que lo que esos rusos sostenían por encima de él, era
lo que lo mantuvo allí durante tanto tiempo.
—¿No lo crees ahora?
—No quería creerlo, no después del asesinato, pero siempre he
sabido que tu padre se preocupaba por él.
Lauren no tuvo que preguntar a quién se refería.
—Incluso cuando no era su intención, hablaba tan bien de Mishca
que estaba bajo la ilusión de que no terminaría mal para tu padre.
Después... después de esa noche, le eché la culpa a los dos. Tu padre,
porque eligió quedarse, y Mishca porque era la razón. ¿Cómo iba a decirte
que una vez había odiado al chico del que habías caído tan profundamente
enamorada? —Susan sonrió suavemente, tocándole la rodilla de cuando
pensaba apartar la mirada—. No podías ocultarlo incluso si intentabas.
—Es por eso que estabas tan enojada en acción de gracias, ¿no es
así?

23
A veces, Lauren no podía creer lo ciega que había sido. Todos los
signos de lo que era Mishca estaban allí para que los viera, sin embargo,

Página
todavía se sentía sorprendida cuando Ross le reveló la verdad.
Cuando Susan fue a Nueva York para Acción de Gracias, Lauren
debería haber sospechado algo entonces. Era su comportamiento torpe
alrededor del otro que era una pista, y luego existía el hecho de que Susan
había llamado a Mishca por su nombre antes de que Lauren incluso los
hubiera presentado.
—Sí. Era la primera vez que veía un Volkov desde el día que me
enteré lo que tu padre realmente hacia cuando salía de la ciudad. Trajo
todo de vuelta.
—¿Y ahora? Actúas como si no los culparas más.
Lo que Lauren no decía era que gran parte de su enojo provenía de
la pérdida que Susan había sufrido también.
—No puedo culpar a tu padre —dijo Susan, pero fue lo que dijo a
continuación que hizo que Lauren se pusiera rígida—. No es culpa de
Mishca tampoco.
—Sí, lo es —dijo Lauren asintiendo, mirando hacia abajo a una
muesca en el suelo—. Él es parte de eso.
Suspirando, Susan cruzó las manos. —No quiero que lo culpes
porque crees que quiero que lo hagas.
—No lo hago.
—Crees que Mishca es responsable.
—Bueno, por supuesto. ¿Por qué no? —preguntó Lauren, sus cejas
juntándose en confusión.
—Porque era sólo un niño —respondió Susan razonablemente—. Me
tomó mucho tiempo para llegar a un acuerdo con ese hecho. No quiero que
alberges esa misma ira. Si quieres estar enojada con alguien, enójate con
Viktor.
—¿Por qué estás abogando por Mish? Ni siquiera te agrada.
—No estoy de acuerdo con su estilo de vida, pero eso no quiere decir
que no me agrada.
Soltando un suspiro, Lauren se levantó, acercándose a la ventana,
mirando las flores de cerezo moverse afuera en el viento.
—¿Qué importa ahora de todos modos? —preguntó.
Pensó en lo que Mishca le había dicho en la habitación del hotel, lo
enojado que se encontraba cuando se enteró de la verdad detrás de las
mentiras que su familia guardaba, y cómo sus revelaciones habían
afectado a su hermana. Todavía podía ver el fuego en sus ojos cuando

24
pensaba en ese día.

Página
—Lauren, has estado en esta habitación durante casi un mes y
medio. La única vez que sales es para comer. Importa porque Ross y yo
estamos viendo cómo te alejas de a poco cada día.
—No sé qué decir a eso. ¿Cómo debo actuar? En primer lugar, me
entero que mi novio está en la mafia, no sólo es un chico de los recados,
sino un miembro de alto rango, y luego me entero que su tío es el que
facilitó el asesinato de mi padre. Estoy un poco orgullosa de que lo esté
llevando tan bien.
—Si pensara que es sólo acerca de tu padre, no tocaría el tema.
—¿Qué quieres que diga, mamá? —le preguntó mirando a Susan,
molesta consigo misma, porque se sentía como que lo único que sabía
hacer era llorar—. Incluso sin todo lo que pasó. Nunca podríamos estar
juntos.
—Regresa y siéntate —Susan dijo palmeando el lugar junto a ella—.
Quiero contarte una historia.
—Este era el anillo de tu padre —dijo Susan nostálgicamente,
ofreciéndolo para que Lauren lo tomara—. Antes de la boda, hizo que
grabaran nuestros anillos con una frase. “Hasta el final”. Fue la promesa
de Cameron. Sin importar cuál fuese la situación en la que nos
encontráramos, prometimos estar juntos…
—Hasta el final —terminó Lauren por ella.
Pareciendo satisfecha, a pesar de que Lauren no entendía que
intentaba de decirle, Susan se paró, apretando el collar en la mano de
Lauren, y moviéndose hacia la puerta.
Lauren cerró la mano, mirando a Susan. —¿Qué estás queriendo
decirme?
—No podemos evitar de quien nos enamoramos, y a veces puede
parecer como que son la peor opción posible, pero ni yo puedo negar lo que
vi entre tú y Mishca.
—Pero él me mintió, sobre todo —susurró ella lo bastante alto como
para que ella la oyera.
—Entonces enójate con él por lo que hizo, no por lo que no estaba
bajo su control.
Lauren no tuvo la oportunidad de responder a eso cuando la puerta
principal se abrió de golpe, con Ross anunciando su llegada llamándolas.
Susan bajó primero, habiéndole prometido a Lauren bajar en un minuto.
Necesitaba un momento para pensar.
Lauren podía lidiar con la ira, era lo más fácil de sentir, pero el resto

25
era a lo que no podía darle sentido. Parecía como si Susan quisiese que
perdonara a Mishca, pero había tanto que se había dicho y hecho que ella

Página
no podía simplemente dejarlo ir de repente.
Alejándolo de su mente por el momento, Lauren bajó las escaleras,
viendo los nuevos materiales de construcción cerca de la puerta del
sótano. Ross no había conseguido el barco del que habían hablado, en
lugar de eso optó por construir uno desde cero.
Ella realmente debía hablar con él sobre dejar de ver Crime TV con
Susan.
La puerta trasera estaba abierta, el olor del carbón quemándose
llegaba manejaba ocupaba casi todo el lugar, arrojando un ondulante
humo al aire.
Sostenía un tenedor en una mano, volteando los filetes mientras
echaba la cerveza para arriba, tomando unos tragos largos antes de
secarse la frente con el antebrazo. Él había dejado las muletas, aunque un
pie todavía estaba en un aparato ortopédico. Incluso había empezado a
dejarse crecer el pelo, finalmente abandonando el corte estricto que había
estado usando desde su tiempo en el ejército.
Mirando por encima de su hombro, Ross le brindó su sonrisa
torcida. —¿Regresando a la tierra de los vivos?
Riendo, Lauren agarró una de las sillas, moviéndola a la sombra. —
Tú eres alguien para hablar. Si no empiezas a construir este barco, no te
veo.
—Touché.
Mientras Ross cocinaba los filetes, Susan hizo la ensalada de patatas
en la cocina, ambos manteniendo a Lauren lejos de cualquiera comida.
Hablaron, obviando cualquier tema difícil —el tema difícil.
Cuando la comida estuvo lista, pusieron los platos en la mesa. Dado
que el sol se estaba poniendo, la temperatura había disminuido lo
suficiente para que se sentaran fuera. Después de decir el Agradecimiento,
Susan miró a Lauren.
—¿Has pensado en lo que harás una vez que vuelvas?
Lauren miró rápidamente a Ross antes de contestar—: Lo mismo que
hacía cuando fui por primera vez allí. Concentrarme en los estudios y el
trabajo.
Ross asintió. —Bien. Hablé con Rodriguez. Prometió estar ahí si
alguna vez necesitas algo. Mishca no te molestará.
En voz baja, Lauren dijo—: Mishca.
Ross gruñó, centrándose únicamente en su plato mientras empujaba
la comida en círculos. No era ningún secreto que no había amor entre él y

26
Mishca, especialmente con los hechos ocurridos hacía unos meses.

Página
Y esa era otra cosa en la que Lauren pensaba constantemente.
Incluso si ella pensaba en intentar algo con Mishca —no es que ella fuera
a hacerlo— había tantos obstáculos que se interponían entre ellos. Sus
familias nunca los aceptarían juntos.
—Cualquiera sea su nombre.
Por alguna razón, a pesar de que sólo había expresado sus dudas
con Susan, Lauren intercedió por él. —Él no es el único por quien estoy
preocupada.
Entrecerrando sus ojos sobre ella, Ross tenía esa mirada
escudriñadora en su cara. —Ni siquiera lo pienses. Él no es quien creías
que era.
—Thomas…
—No, Susan, ella necesita entenderlo. Este no es uno de esos libros
románticos donde todo sale bien al final. —Él dejó caer su tenedor en el
plato, reclinándose para mirar a Lauren—. Pensé que si te daba espacio,
ayudaría, pero has estado encerrada lejos en esa habitación y solo puedo
imaginar qué clase de ideas se te han ocurrido. Conozco a esta clase de
hombres, ya he lidiado con ellos antes. Son asesinos con cero
remordimientos.
—La hora que pasé hablando con Mikhail fue suficiente para
convencerme del tipo de hombres que son —dijo Lauren amargamente,
callándolos.
Lauren miraba la mesa, las lágrimas de frustración borroneando su
visión. Ross se acercó, poniendo su mano sobre la de ella.
—Yo sólo quiero lo mejor para ti —dijo él gentilmente—. Incluso si tú
todavía no puedes verlo.
Levantándose de la mesa, Lauren tiró de su mano. —Iré a revisar mi
fecha de registro.
No la detuvieron a pesar de que apenas había tocado su comida.
Incluso mientras se alejaba, escuchó a Susan susurrando bajo.

K
A las seis de la mañana, mientras la casa aún dormía, Lauren se
vistió silenciosamente, agarrando las llaves para el pequeño Kia5 de afuera.

27
Susan y Ross le habían regalado juntos el auto, dándole un medio de
transporte para moverse, y para cuando quisiese volver a casa.

Página
Ella se dirigió a la ciudad, deteniéndose en una florería local a cargo
de una pareja de ancianos. Después de algunas bromas, le armaron un
arreglo de tulipanes blancos y una variedad de otras flores, que
transmitían exactamente cómo Lauren estaba sintiéndose. Cuando ella se
iba, ambos le dieron unas sonrisas simpáticas.
Para el momento en que llegó al cementerio, aún permanecía oscuro,
con un banco de niebla que hacía difícil distinguir las lápidas, pero Lauren
conocía la ruta como la palma de su mano.
Dos pasillos abajo, cuatro hileras arriba, el segundo a la izquierda.
Su padre no tenía una lápida, en su lugar tenía una piedra en
vertical, con una fijada en la tierra. Lauren sabía lo que decía, había leído

5 Kia: Modelo de auto.


las palabras muchas veces a lo largo de los años, pero cada vez que se
daba cuenta de lo definitivo que eran esas palabras, las lágrimas se
formaban en sus ojos. Nunca se volvía más fácil, Aunque había dolor
residual, todavía había un nivel de confort que le traía el estar allí.
Apoyando momentáneamente las flores en la tierra, se tomó el
tiempo de sacar a los anteriores, ya que parecía que estuvieron allí por un
par de semanas, y apartó unas cuantas hojas perdidas. Colocando su
propio arreglo, las desparramó, girándolas en todas direcciones hasta que
estuvo satisfecha.
Pero no importaba el tiempo que trató de mantener a raya, sabía que
tendría que enfrentarse a él.
El césped estaba un poco húmedo, mojándole las rodillas de sus
vaqueros cuando metió sus piernas debajo de ella. Finalmente, cuando ya
no podía esperar más, leyó las palabras.
CAMERON ISAAC THOMPSON
Junio 1, 1962 - Noviembre 15, 1997
ESPOSO Y PADRE AMOROSO
Aun así, el entumecimiento al que se acostumbró volvía a agrietarse,
la fisura creciendo tan grande que tomó todo en ella no romperse.
La culpa era demasiada.
Se sentía mal, estar allí, sabiendo que ella había convivido con los
mismos hombres que le robaron la vida. Venir aquí no había sido solo por
razones sentimentales, sino porque quería un recordatorio de por qué
debía mantenerse alejada de Mishca, lo que la llevaría a su vida, pero no
importaba lo mucho que lo intentara, encontraba una excusa. ¿La más

28
grande de todas?
En el momento de la muerte de su padre, Mishca solo tenía nueve

Página
años de edad, un auténtico niño.
Lo único que sabía con certeza era que él conocía que su padre
había muerto, pero parecía tan sorprendido ese día cuando le dijo a
Mikhail que creía que no lo sabía; y no había duda de que Mikhail no lo
había hecho.
Si quería culpar a Mishca, ¿por qué no culparse a sí misma?
Mientras que él había estado cientos de kilómetros de distancia, ella
estuvo en el armario a sólo metros. Ella podría haber hecho algo, lo que
fuese para detener a Viktor y su hombre.
Las palabras de Susan volvieron a ella en ese momento.
No fue culpa de nadie más que de la persona que le quitó la vida.
Ella deseó poder creer eso.
—Desearía que hubiésemos tenido más tiempo —susurró Lauren,
tocando los lados de la piedra—. No… no te culpo. Solo quiero saber por
qué. ¿Por qué trabajarías para personas como ellos?
Sin importar cuánto tiempo se sentase allí, ella sabía que nunca
obtendría una respuesta, pero de todas formas se sentía bien hacer la
pregunta.
—Me mudé a Nueva York —dijo ella repentinamente—. Supongo que
ya lo sabías, pero siento como si aún no hubiese avanzado. ¿Qué dirías si
supieras que todavía no me declaré?
Ella se rió, trazando las letras de su nombre. —Lo hice bastante bien
con mi trabajo de voluntaria en el hospital.
Una brisa repentina sopló, agitando el cabello de Lauren. Fue solo
por un segundo, justo lo suficiente como para hacerla sonreír.
En ese momento, ella supo cómo seguir adelante.

29
Página
Traducido por Dafne

Corregido por *Andreina F*

U
n par de días más tarde, Lauren guardaba sus últimas cosas
en el auto cuando sintió una sensación de déjàvu. Después
de todo este tiempo, empezaba a ponerse ridículo.
—Si prometo llamar cada vez que haga una parada, ¿pararás de
llorar? —preguntó Lauren procurando no sonreír.
Susan y Ross se situaban parados al lado del auto, la primera
sorbiendo mientras Ross mantenía una confortante mano alrededor de sus
hombros. Lauren pensó que Susan comenzaría a llorar en cualquier
momento.
—Cada hora —corrigió Susan viéndose demasiado seria.

30
—De acuerdo, dejémoslo en cada vez que ella se detenga —intervino
Ross, besando la frente de Susan.

Página
Cerrando el maletero, Lauren abrazó a Susan primero, aceptando los
berridos y los besos, hasta que finalmente la dejó ir. Ross fue el siguiente,
sus brazos como bandas a su alrededor.
—Lo siento por lo que dije —susurró él en su oído—. Solo quiero que
estés a salvo.
Asintió contra su pecho. Sabía que él tenía buenas intenciones,
incluso si no se hallaba lista para oírlo… justo como él había dicho.
—¿Todavía tienes esa arma que te di?
—Ross.
Elevó sus manos inocentemente. —Sólo me aseguro de que estás
protegida.
La cosa graciosa era que la pistola todavía se encontraba escondida
en su escritorio. Saludando, se subió al auto. Mientras arrancaba el motor,
y la vista de Susan y Ross se desvanecía en el espejo retrovisor mientras se
alejaba, no tenía idea de qué esperar al llegar a casa, pero estaba lista para
todo.

k
Varias horas más tarde, Lauren se bajó del auto, mirando el familiar
edificio de arenisca justo fuera de la ciudad. Casi un año atrás, se había
trasladado aquí para escapar de su pequeña ciudad, mudándose con
Amber que era más una mejor amiga que una compañera de piso.
No podía esperar…
—¡Tú, maldito idiota!
Se dio la vuelta ante el sonido de la voz enojada de Amber,
divisándola bajando las escaleras a toda velocidad en dirección a ella, pero
no se hallaba sola. Rob corría detrás de ella viéndose avergonzado. Por un
momento, Lauren se quedó quieta en una aturdida confusión,
preguntándose por qué Amber estaría enojada con ella, pero no era el
blanco de la ira de Amber.
Estacionándose, Lauren no había notado el brillante y negro BMW
de Rob estacionado a unas cuadras, pero ahora que lo hacía, podía ver a
Piper en el asiento del pasajero, con unas gafas de sol de gran tamaño
protegiendo sus ojos, pero a juzgar por la mueca en sus labios, parecía

31
petulante.

Página
Amber alcanzó el lado del pasajero, tirando de la manija de la puerta
mientras Piper se tambaleaba hacia atrás, tratando de apartarse lo más
lejos posible en el espacio confinado. Renunciando a sus bolsos —y con la
esperanza de detener Amber de hacer cualquier cosa que podría
lamentar— Lauren se apresuró.
Rob tuvo el descaro de verse aliviado mientras trataba sin éxito de
calmar a Amber. —Lauren, por favor. ¿Puedes hablar con ella?
—Realmente no sé qué ocurre —dijo Lauren mirando a los dos.
Entonces, repentinamente, Amber respiró profundamente, dejando ir
la manija de la puerta y elevando sus manos. —Te explicaré. Robin decidió
que como no tengo un verdadero “trabajo” —Hizo unas comillas en el aire
cuando dijo la última palabra—, él necesitaba llevar a mi prima, la perra
conspiradora —Esto fue gritado al auto—, a la fiesta de la oficina en su
bufete de abogados. Luego, como yo me hallaba fuera de la ciudad
visitando a mi padre enfermo, la trajo a mi apartamento ¡y la jodió en mi
cama!
Y ahí se fue la calma antes de la tormenta. Llevando su brazo hacia
atrás, Amber le pegó en sus partes bajas, logrando que él cayera de
rodillas. Decidiendo que era un buen momento para intervenir, Lauren
agarró la parte trasera de la camisa de Amber, empujándola lejos. Amber
no se resistió mucho, aunque le lanzó insultos mientras tropezaba para
atrás, hacia su edificio.
Rob finalmente se puso en pie, subió a su coche y condujo lejos, a
no menos de noventa kilómetros por hora.
—Estoy bien —dijo Amber una y otra vez mientras subían las
escaleras hacia su apartamento.
Pero no era cierto y Lauren lo sabía. Amber era una chica hermosa,
con el cabello rubio y castaño muy rizado, y que ahora iba más allá de sus
hombros desde la última vez que Lauren la había visto. También tenía
unos ojos marrones muy expresivos que constantemente se llenaban de
lágrimas.
Amber entró en el apartamento primero, fácilmente caminando por
encima de todos las pequeñas pelusas blancas que parecían cubrir la
mayor parte del suelo. En realidad, se hallaba por todos lados. En la
mesada, sobre todo el sofá, algunas flotando a través de la ventana
abierta, donde una de las pinturas de Amber se hallaba colocada sobre un
caballete a la espera de que se secase.
—¿Qué hiciste? —preguntó Lauren mirando alrededor con
preocupación.

32
—Asesiné a un colchón.
Efectivamente, dentro de la habitación de Amber, su alguna vez

Página
colchón tamaño matrimonial se encontraba rasgado a jirones, grandes
surcos en el centro del mismo, los resortes sobresaliendo.
—Oh —dijo Amber chasqueando sus dedos—. Deberíamos ir a la
caza de un colchón en algún momento de hoy ahora que estás de vuelta.
Hablando de tu regreso, ¿él lo sabe?
“Él” significaba Mishca, Mishca Volkov. No había palabras para
describir adecuadamente como se sentía sobre él, era demasiado
complicado.
—No, aún no he hablado con él. —No es como si planeara hablarle
en absoluto.
Amber pestañeó, escuchando lo que Lauren no decía. Como buena
amiga que era, no la cuestionó.
—El colchón primero, luego las margaritas.

k
Cuatro horas después, Amber tenía un nuevo juego de cama, e iban
bien encaminadas en el objetivo de estar más allá de la ebriedad, al menos
Amber lo hacía. Lauren todavía iba en medio de su segunda margarita
mientras Amber levantaba su mano para otro té helado Long Island.
—Piper, ¿de todas las personas? —dijo Amber en lo que agarraba la
piña de la otra bebida que aún debía terminar, mordisqueando un pedazo
de ella—. A pesar de todo, no tendría que estar sorprendida. Tiene la
costumbre de ir tras los novios de otra gente.
—No dejes que eso te desanime. No valen la pena.
Amber asintió, pero Lauren dudó que le creyera. El dolor era
demasiado reciente como para dejarlo ir tan fácilmente.
—Basta de hablar de mí y mi patética prima. ¿Qué pasa contigo y
Mishca?
—Nosotros… bueno, simplemente no funcionó.
Lauren no quería decirle nada más que eso, no porque no quisiese,
porque sería genial hablar finalmente con alguien sobre esto, sino porque
no quería involucrar a Amber en ello, no cuando ella ya se sentía bastante
preocupada por su propia seguridad.

33
—Bueno, si alguna vez quieres hablar de ello, soy una gran oyente.
No había nadie más con quien preferiría hablar.

K Página

Se sentía considerablemente más fresco cuando salieron del bar, por


lo que Lauren buscó la cremallera de su chaqueta, buscando a tientas el
cierre varias veces antes de subirlo.
—¿A dónde vamos a partir de aquí? —preguntó Amber en una voz
caprichosa, girando en círculos, casi cayéndose de la acera.
Lauren soltó una risita, apresurándose para ponerse al día con ella.
—¿Qué tal Florida? Nunca estuve allí.
—¿En serio? Deberías venir conmigo a Cali por un par de semanas.
—Lanzó su brazo alrededor de los hombros de Lauren, haciendo un gesto a
todo lo que les rodeaba—. Eso sería divertido, ¿no? Te mostraré la costa,
surfearemos, y conoceremos a todos los surfistas calientes de por ahí.
—Suena bien. —Pero no se sentía como para conocer otros chicos.
Tal vez era porque su ruptura con Mishca se encontraba tan fresca que
aún no se sentía lista para seguir adelante.
Lauren jugueteó en su bolso, buscando su teléfono —había sentido
la vibración contra su cuerpo— rezagándose. Seguía buscando cuando
tropezó contra Amber, quien se había detenido abruptamente. Levantando
la mirada, no tuvo que preguntar para saber porqué Amber ya no
caminaba.
Rob y Pipersalían de un restaurante —uno al que Lauren había
querido ir desde que se mudó a Nueva York— de la mano, actuando cada
parte de la pareja sofisticada que fingían ser. A regañadientes, Lauren casi
podía comprender la visión torcida de Rob de qué tipo de chica era con la
que debería estar.
Piper era todo lo que Amber no era, y eso parecía funcionar para él,
no es que su opinión realmente le importara a Lauren. Ella elegiría a
Amber sobre Piper cualquier día.
—Simplemente vamos —dijo Lauren para que Amber fuese la única
que la escuchara.
—Estoy bien —murmuró Amber sosteniendo su cabeza arriba, la
tristeza brillando en sus ojos.

34
Pareció que sus movimientos atrajeron la atención de Piper. Se
apretó más contra Rob, aferrándose a él como si pensase que Amber fuese

Página
a atacarla en cualquier momento.
Rob se inclinó, susurrándole algo en el oído a Piper que hizo que se
riera suavemente. Amber trataba de poner buena cara, pero Lauren podía
ver las lágrimas formándose en sus ojos y tuvo suficiente.
—Tiempo de continuar —dijo ella en una voz recubierta con acero—.
Estoy segura de que tienes algo mejor que hacer.
Piper trató de mirar por encima de su nariz a Lauren —un acto que
era difícil de hacer ya que Lauren era unos centímetros más alta—
mientras se alejaba de Rob. En su mente, asumió que Lauren era la más
pasiva, lo que la convertiría en el blanco más fácil, pero no podía saber que
en el lapso de unos pocos meses, Lauren ya no era la misma chica.
—¿A quién crees que le estás hablando? —preguntó Piper, realmente
acercándose a la cara de Lauren como si quisiera pelear.
Era por la multitud de personas que esperaban en la fila detrás de
ellos, asumió Lauren.
—Obtuviste lo que querías, ¿no? —Mierda, ahora sonaba como él—.
¿Por qué no te vas?
—¿O. Qué?
—¿De verdad quieres que te responda eso? —La desafió Lauren—.
¿Crees que porque tienes su atención durante unos minutos va a durar?
Por favor. Tú eres la bella joya cuyo brillo desaparecerá en unas semanas
como máximo. Sé consciente de ti misma, Piper. Estoy segura de que tu
boca no es tan grande a pesar de lo que puedes hacer con ella.
Su cara se moteó de rojo mientras los transeúntes a su alrededor
estallaban en risas. Incluso se las arregló para conseguir una sonrisa de
Amber. Lauren nunca en su vida había sido tan audaz, pero odiaba ver a
su amiga herida, y el alcohol puede hacer que cualquier persona sea lo
suficientemente valiente para decir lo que piensa.
Piper levantó la mano, como si quisiera golpear realmente Lauren,
pero Amber se había cansado de su mierda. En un abrir y cerrar de ojos,
Amber cerró el puño, golpeando a Piper en la cara.
Amber gritó de dolor, sosteniendo su mano. Piper gritó, tropezando
con sus talones mientras se tocaba la cara, sollozando de forma
espectacular. Lauren no dudaba de que el golpe le hubiera dolido, pero se
hallaba segura de que Piper hacía una escena.
—¡Llama a la policía! —gritó Piper, acercándose a Rob, pero él se
encontraba demasiado ocupado tratando de hablarle a Amber como para
darse cuenta.
—Vamos.

35
Lauren agarró el brazo de Amber, arrastrándola lejos en caso de que

Página
alguien realmente estuviese llamando a la policía.
—¡Amber! ¿Podemos hablar de esto? —habló Rob detrás de ella, sus
manos elevadas en el aire.
—¡Jódete!
Simplemente su suerte, no parecía haber ningún taxi en los
alrededores. ¿Su siguiente opción? Encontrar un lugar lo suficientemente
concurrido como para que se mezclasen sin ser notadas por un tiempo.
La música palpitaba a través de las paredes de un edificio al otro
lado de la calle, decenas de personas de pie fuera de el. Perfecto. Lauren
las cruzó a toda prisa, mirando hacia atrás para asegurarse de que ya no
eran objeto de atención.
Todavía no se hallaban incluso en la acera cuando el gorila
desenganchó la cuerda, haciendo un movimiento para que entraran. El
primer par de clientes en la línea se quejó, pero Lauren se sentía
demasiado agradecida como para que le preocupase.
Sin embargo, al pasar la cuerda, se sintió extraña, como si este fuese
el último lugar donde tuviese que estar.

K
Tan pronto como estuvieron en el interior del club, Lauren entendió
el sentido de premonición que la llenaba. Sólo había estado en este club en
particular un puñado de veces, pero el interior era uno que nunca
olvidaría.
Los mismos muebles lisos de color blanco. Los estantes tenían
iluminación LED, lo que hacía que las botellas de alcohol que descansaban
sobre ellos brillaran de azul.
Parecía que había encontrado su camino hacia el club de Mishca.
El Club 221 era un lugar exclusivo y ahora que lo pensaba, no había
ninguna razón para que los gorilas les permitieran entrar, ninguna de las
dos se hallaba vestida para una noche en la ciudad... a menos que la
reconocieran. No podía dejar de preguntarse si el portero ya utilizó su
walkie-talkie para alertar al dueño
Mirando a su alrededor, rápidamente buscó por él entre la multitud,
pero con tanta gente, no podría detectarlo en cualquier lugar.
Yendo detrás de Amber —que parecía ajena a su entorno— se

36
dirigieron derecho a la barra, y cuando pasó a Lauren un trago, felizmente
lo tomó de una, con ganas de opacar la aprehensión que florecía en su

Página
pecho.
Siendo realistas, podía salir de allí, convencer a Amber de esperar
unos minutos antes de salir otra vez, pero una persistente voz en la parte
posterior de su cabeza le recordó por qué se encontraba en el bar, en la
visión directa de la oficina de arriba.
Traducido por Dafne

Corregido por *Andreina F*

E
n una oficina de la esquina, por encima de la pista de baile en
expansión del Club 221, Mishca Volkov se sentó en su
escritorio, con una foto enmarcada en sus grandes manos,
trazando brevemente con su pulgar a la sonriente chica.
Durante meses lo había dejado en el cajón de su escritorio, pero
incluso sin verlo, prácticamente podía sentirlo escondido, y peor que eso,
no podía sacarla de su mente.
Nacido y criado en una vida llena de secretos y de muerte, apenas
había vivido para nada más en sus veinticinco años... no hasta hace un
año cuando conoció a una chica que pudo interrumpir el delicado
equilibrio entre su vida personal y sus obligaciones con la Bratva.
Intentó durante meses sacarla de su cabeza, haciendo cualquier
cosa para conseguir un indulto. Hubo algunas chicas, pero a partir del
tercer intento de procurar traer una a casa y sentir absolutamente nada,

37
se volvió hacia la única cosa que se llevó los recuerdos. En su oficina,
Mishca bebía libremente hasta las primeras horas de la mañana, pero sólo

Página
en los días en que no era necesario para el Vory v Zakone. Su mandato
exigía que no bebiesen hasta el punto de exceso, pero Mishca a menudo se
tambaleaba al borde del abismo.
No sabía cómo manejar la situación, las emociones que ella
provocaba en su interior. Nada de lo que él hiciera las apagaría. La única
vez que tenía un poco de paz era cuando bebía.
Un golpe duro sacó a Mishca de sus pensamientos. Suspirando, dejó
caer la foto en el cajón, cerrándolo de golpe con el pie. Ladrando un—;
Entre. —Vio que la puerta se abría, revelando a Jonathan.
Su compañero era una de las pocas personas fuera de la familia que
sabía lo que era Mishca realmente, pero también era alguien en quien
Mishca confiaría con su vida.
Actualmente, se veía preocupado, frotándose las manos, y sus ojos
pasaron de la cara de Mishca a la media botella vacía de vodka, que no
hacía nada para levantar el estado de ánimo cada vez más oscuro de
Mishca.
—Oye, Jefe. —Aunque Jonathan tenía una participación en el club, y
no era uno de los generales de brigade, insistía en llamar a Mishca por el
mismo título que sus hombres—. Sé que estás ocupado. —Lanzó otra
mirada mordaz a la botella, luego al cajón donde la foto se situaba
escondida.
Frunciendo el ceño, Mishca se giró en su silla, bloqueando la vista.
—Manos a la obra.
—Correcto. —Jonathan chasqueó sus dedos, cambiando de peso
sobre sus pies—. Hay un dicho al que soy bastante aficionado: “No
dispares al mensajero”. ¿Alguna vez lo has escuchado?
Mishca empezaba a perder rápidamente su poca paciencia. —
¡Escúpelo!
—Tu hermana está en la planta baja bailando en el bar. —Jonathan
se encogió cuando lo dijo, esperando que la cuidadosa compostura de
Mishca cambiara a desquiciada. No sería la primera vez que se hubiese
quebrado desde que él y Lauren habían terminado las cosas, un tema que
nunca trajo a colación.
En un abrir y cerrar de ojos, Mishca tenía la botella de vodka en la
mano, lanzándola a través del cuarto para que terminara haciéndose
añicos contra la pared. En medio del vuelo de la botella, Jonathan se fue.
Tan pronto como Mishca pusiese sus manos en ella, estrangularía a
su pequeño cuello escuálido.

38
Desde la revelación de Lauren ese día, las cosas se habían torcido
lentamente en una espiral cuesta abajo para la familia Volkov, al menos

Página
para los hijos Volkov. Mikhail había vuelto su atención a la Vory v Zakone,
poniendo a sus hombres a trabajar para expandir sus negocios. Con Viktor
muerto tenían que hacerse cargo de sus obligaciones. Mishca no era lo
suficientemente hipócrita como para juzgarla por la bebida —hubo
muchas noches en las que se encontró en el fondo de una botella—, pero
podía limitar su ingesta cuando él se encontraba cerca. No la traía a su
club, no solo porque sólo tenía diecisiete años, sino debido a los hombres
que utilizaban este lugar como su lugar de caza. A pesar de que una pelea
en el bar sonaba un poco atractivo en el momento, tenía todo lo que podía
soportar de la policía últimamente. Incluso en la muerte, Viktor se las
arregló para llevar un maldito grupo de problemas sobre ellos.
Mishca entendía la decisión de Mikhail de hacer pública la muerte
de Viktor, aunque algunos miembros de la Bratva expresaron su
desaprobación. Era un riesgo calculado, cuyo fin era resolver el problema
con la policía de Nueva York, así como el departamento de policía de
Michigan. El testimonio grabado de Anatoly había sido destruido, no había
evidencia física, y Mishca sabía —y se aseguró de anunciarlo en la última
reunión— que Lauren no hablaba una palabra de eso.
Ese problema había sido arreglado.
Ahora, si tan sólo pudiera solucionar el problema de 120 libras que
tenía en la planta baja...

k
La conmoción al otro lado del bar hizo que Lauren se girara, casi
escupiendo su bebida cuando vio lo que pasaba.
Varios muchachos universitarios tiraban tragos hacia atrás,
gritándose el uno al otro a pesar de que eran sólo unos centímetros de
distancia, pero la chica pequeña en el centro de su grupo fue lo que captó
la atención de Lauren.
Iba vestida con un vestido rosa de lentejuelas de oro, con los pies
desnudos, aunque unas tobilleras de plata adornaban sus tobillos. Su
cabello rubio brillaba bajo las brillantes luces del club, unos caprichosos
mechones se pegaban a su piel húmeda. Parecía mucho mayor que sus
diecisiete años, usando suficiente maquillaje como para que casi no se
pareciese a sí misma.
La chica era Aleksandria Volkov, la hermana menor de Mishca.

39
En algún momento, Lauren podría haberlas considerado amigas,
pero dudaba que Alex quisiese tener nada que ver con ella ahora, no

Página
después del día en que reveló la verdad sobre Viktor, que era el padre
biológico de Alex. Técnicamente, eso hacía a Alex prima de Mishca, pero
Lauren dudaba que ninguno de los dos quisiese un recordatorio de eso.
Era la dolorosa imagen de su madre, Anya, más aun en este
momento que cualquier otro.
Dos de los chicos agarraron las manos extendidas de Alex, alzándola
en brazos y subiéndola a la barra. Saludos sonaron cuando Alex tomó otro
trago de un golpe, meneando las caderas mientras bailaba con un ritmo
que sólo ella podía oír. En ese momento, Lauren supo que debía intervenir,
sin importar cuánto la odiaría Alex después.
—Ya regreso —le dijo a Amber, quien le dio un borracho pulgar hacia
arriba.
Lauren maniobró su camino a través de la multitud, manteniendo
sus ojos en Alex en caso de que alguien intentase moverla. Le tomó más
tiempo de lo que esperó, pero cuando se encontraba justo detrás de la
manada de buitres, se abrió paso a codazos hacia el frente, sin
preocuparse de sus miradas hostiles.
—¡Alex! —trató de llamarla Lauren, pero su voz fue ahogada por la
música y el griterío.
Estirándose, agarró la mano de Alex, tratando de hacerla bajar.
Alguien más también intentaba alcanzarla, pero Lauren se hallaba
demasiado preocupada en asegurarse de que Alex no estrellara su cara
contra el suelo como para mirar.
Entre los dos, ayudaron a una Alex excesivamente intoxicada a bajar
de la barra antes de que se tropezara y se golpeara la cabeza o algo así.
Lauren se hallaba dispuesta a agradecerle al chico —o decirle que se
largara si era un pervertido— hasta que levantó la vista y lo miró a los
ojos.
Mishca.
Fue como la primera vez de nuevo, este sorprendente momento de
ver a alguien tan atractivo, pero ahora era diferente porque ella lo conocía.
Justo ante la vista de él, el dolor en su pecho se hizo más grande.
Parecía tan aturdido como ella se sentía, ambos suspendidos en el
momento, demasiado perdidos en ellos como para notar la mirada
borracha que Alex le lanzó a Lauren, como si fuese la pesadilla de su
existencia.
Se tambaleó hacia ella, tropezando con sus talones mientras trataba
de agarrar a Lauren, pero Mishca la cogió por la cintura, lanzando airadas

40
palabras en ruso que lograron que ella se alejara a empujones de él,
volviendo esa mirada hostil hacia Lauren.

Página
—¡Arruinaste mi vida! —gritó ella lo suficientemente fuerte como
para ser oído por encima de la música.
Lauren se estremeció. Sin importar sus problemas con Mishca,
nunca había querido lastimar a Alex en el proceso. Se encontraba muy
familiarizada con lo que un secreto podía hacer, y sin darse cuenta, le
había hecho a Alex lo que Viktor le había hecho a ella.
—Lo siento —dijo Lauren pareciendo sorprender a Mishca, aunque
Alex se hallaba demasiado borracha como para entender lo que Lauren
decía.
Mirando hacia atrás a Mishca, tuvo que dejar de engañarse a sí
misma en la creencia de que cualquier cosa podría funcionar entre ellos.
No porque no quisiera, sino porque parecía que las circunstancias no eran
las adecuadas para que funcionase.
Dando un paso hacia atrás, Lauren dijo—: Adiós, Mish.
Y sin una sola mirada hacia atrás, se encontró con Amber en el
colmado club y la llevó afuera hacia un taxi en el que se fueron a casa.

k
A pesar de que intentó liberarse, Mishca mantuvo un firme control
sobre los bíceps de Alex mientras la arrastraba por las escaleras en la
parte trasera del club, llevándola a su despacho y cerrando la puerta
detrás de ellos. Con poca delicadeza, Mishca tiró a Alex sobre su culo en
una de las butacas, su ira aumentando, mientras ella trataba de enderezar
la excusa patética de un vestido que llevaba.
Se acercó al mini-bar, sacó una botella de agua de su interior,
desenroscó la tapa y se la dio, con cuidado de no derramarla. —Bebe.
Miró la botella y luego a él antes de arrojar un brazo, golpeando la
botella contra el suelo, salpicando el agua sobre el frente de su camisa.
Ese rápido vistazo se convirtió rápidamente en una sonrisa de satisfacción
mientras ella prácticamente lo desafió a hacer algo al respecto.
—No me presiones, Aleksandria —dijo Mishca sin molestarse en
limpiarse las gotas que todavía le corrían por encima—. Mi paciencia se
está agotando.
—Me importa una mierda —le espetó a su vez—. ¿Qué hacía ella
aquí?

41
—No importa. ¿En qué pensabas? ¿Has olvidado que eres menor de
edad?

Página
Rodando los ojos, ella buscó su whisky especial de cien años de
edad, tirando de la parte superior de él. —¿Y?
—Aleksandria, no estoy de humor para esto esta noche.
—¿Crees que porque sigues llamándome por mi nombre competo,
vas hacer que me comporte? No eres mi padre, Mish. De hecho, le pusiste
una bala al corazón al que sí lo era. —No pudo culparla por el siguiente
trago que tomó. Haciendo una mueca, levantó la botella en un brindis—.
Todo gracias a esa perra por la que suspiras.
Mishca estuvo en su cara en un segundo, sacándole la botella. —No
la llames así.
Alex entrecerró sus ojos, empujándolo hacia atrás, nada de lo que él
hiciera la asustaría. —Justo como pensaba. Lauren esto. Lauren lo otro.
¡Arruina mi puta vida y tú aún te pones de su lado!
—¿Qué quieres de mí? —Demandó Mishca, corriendo sus manos a
través de su cabello—. Yo prácticamente la obligué a alejarse por ti.
—Oh, correcto, idiota, trata de hacerme sentir culpable. Tú y Mikhail
son tan idénticos.
—No me compares a nuestr…
—Bueno, no es mi padre —dijo ella sarcásticamente, dejándose caer
despreocupadamente—. ¿No es eso lo que tu preciosa novia simplemente
tuvo que decirles a todos? Ahora, ni siquiera puedo ver a mi madre.
—Ella podría haber muerto —trató de hacerle entender Mishca—. No
tenía opción. No puedes culparla por lo que Viktor provocó. —Incluso
aunque él había hecho justo eso.
Alex se rió con amargura, aplaudiendo. —¿Pero está bien culparme a
mí? Mikhail ni siquiera me mira más. Seguro, deposita dinero en mi
cuenta, pero eso es todo lo que soy ahora, ¿una obligación?
Mishca suspiró, su furia agotándose cuando oyó la tristeza en la voz
de Alex. Esto era mucho más duro de lo que creía. Ella no compartía la
amargura de Mishca hacia Mikhail. Así que, mientras que él lo vería como
una bendición si Mikhail no le hacía caso, no era fácil para una chica de
diecisiete años de edad.
Ni siquiera habían estado alrededor para celebrar el cumpleaños de
Alex: Mikhail estaba en un viaje de negocios, a Anya no se lo permitían, y
Mishca dudaba que hubiera sido tan cuidadoso si lo fuese.
—No, Alex. Dale tiempo, entrará en razón. Si realmente lo quieres,

42
concertaré una reunión para que puedas ver a Anya.

Página
Ella se sorbió la nariz, sus ojos bajos, como si no quisiera que la
viera llorar. Alargó la mano hacia ella, llevándola a sus brazos, apoyando
la barbilla en la cima de su cabeza, como lo había hecho tantas veces
cuando era un niño.
Parecía que había pasado tanto tiempo y le gustaría poder volver a
cuando las cosas eran más simples entre ellos.
—¿Por qué estás levantándome el ánimo de todas formas? —
preguntó Alex después de unos instantes, mirándolo por debajo de sus
pestañas mojadas.
—No lo estoy.
—¿O tal vez es porque quieres que yo esté bien contigo
persiguiéndola?
No podía mentirle si lo intentaba. Mientras que él quería que se
sintiera mejor, tampoco quería que hubiese problemas entre ella y Lauren
si alguna vez ella volvía… y lo haría si podía hacer algo al respecto.
Pero teniendo en cuenta la cólera que crecía rápidamente en el
rostro de Alex, se necesitarían más de una conversación de dos minutos
para que lo aceptara.
—¡Vete a la mierda tú también, Mishca!
Salió como un tornado de su despacho y cerró la puerta con tanta
fuerza que se encontraba seguro de que se pudo oír por sobre la música
palpitante. Todo a su alrededor se iba a la mierda, y no había nada que él
pudiera hacer para arreglarlo. Todavía no, al menos.
A pesar de que pensó en ir tras ella y pedir disculpas de nuevo, un
impulso más fuerte para ir a ver a Lauren lo atravesó.
Diez minutos.
Eso era todo lo que necesitaba.
Ella no se veía enojada cuando lo vio, sorprendida sí, pero no
enojada. Si no lo estaba, entonces tal vez podrían solucionarlo.
Pero sus últimas palabras antes de desaparecer lo hicieron
preguntarse sobre qué exactamente se disculpaba.

43
Página
Traducido por Lizi_0696

Corregido por GypsyPochi

—R
ecuérdame nunca escuchar tus sugerencias. —Se
quejó Amber a la mañana siguiente, enterrada bajo
una montaña de cobijas en el sofá, con una
almohada apretada contra su cabeza.
—O escuchar tus propias sugerencias —le respondió Lauren con
una sonrisa irónica, tratando de hablar en voz baja sabiendo que su amiga
tenía una terrible resaca.
Ella protestó débilmente, pero no discutió. Lauren dejó la botella de
Tylenol y el jugo de naranja sobre la mesa, riendo suavemente de como
Amber se asomaba para coger la botella de píldoras y tomar dos.
—¿A dónde vas? —preguntó Amber acomodándose.
—Tengo una cita con mi tutor para cambiar mi especialidad.
—Oh, ¿finalmente te decidiste?

44
—Sip. Pre-med.
—Bueno, mierda eso es impresionante.

Página
Ni siquiera le había dicho a Susan todavía, pero mientras Amber
decía esas palabras, se sentía bien. Un paso adelante.
—¿Necesitas algo antes de que me vaya? No estoy segura cuando
regresaré, tengo que trabajar después de la cita.
—No te preocupes por mí, he tenido peores resacas, créeme.
Unos minutos más tarde Lauren estaba en la acera, mirando su
coche. Realmente no tenía sentido conducir la corta distancia hasta la
escuela cuando ella, la había caminado todo el año pasado.
Era realmente estúpida, la ansiedad que sentía mientras caminaba.
El hecho de que se encontrara con Mishca la noche anterior no significaba
que él la acechara en cada movimiento. Vivía en Manhattan después de
todo, y no había ninguna razón para que él estuviera en este lado de la
ciudad... sobre todo no en su antiguo lugar.
Al llegar a la esquina de la calle por donde ella solía pasar para
entrar a la cafetería, donde se veía con Mishca, siguió hacia adelante, pero
aun así, se dio la vuelta en el último momento, viendo en el interior de los
grandes ventanales la mesa en donde ellos se sentaban.
Que hoy estaba vacío.
Lógicamente, Sabía que así seria, pero una parte de ella aún
esperaba verlo... mientras que otra parte esperaba que nunca volviera a
verlo en su vida.
Ella no podía hacerse a la idea.
Diez minutos más tarde, esperaba en la sala de espera a que su
consejero la llamara. Un recepcionista que se veía amigable, estaba detrás
de un mostrador blanco, escribiendo en la computadora y había un par de
personas sentadas cerca. Además de ellos, la oficina estaba algo vacía.
Certificados y recuerdos escolares colgados en las paredes, sin embargo,
todavía se sentía un poco vano.
—¿Lauren?
Miró a la mujer de mediana edad que llevaba gafas de concha de
tortuga y un traje de raya diplomática. Su canoso pelo rubio recogido en lo
que parecía un riguroso moño, pero tenía una sonrisa amistosa. Lauren la
siguió a una oficina más pequeña, sentándose en una de las sillas de
cuero. Una carpeta de manila con su nombre, reposaba en el escritorio
frente a ella.
Maggie Douglas, era el nombre de su tutor, quien se sentó y pulso
unos pocos botones en el teléfono para que dejara de sonar.

45
—Si entendí correctamente, ¿quieres cambiar tu especialidad?

Página
Lauren asintió y cruzó las manos sobre el regazo, frotando su pulgar
por la parte de atrás de sus nudillos.
—¿Puedo preguntar qué te hizo elegir Pre-Med? —Ella abrió la
carpeta, mirando por encima de algunos de los documentos en su interior.
Uno tenía las notas de Lauren del año pasado, así como sus créditos
transferidos. Otra fue una carta del hospital donde Lauren trabajó como
voluntaria en el verano después de su último año en la escuela
secundaria.
Antes de dejar Michigan, ella había parado porque no se sentía
realmente segura sobre que quería hacer con ello, pero ella le comento su
decisión, a uno de los médicos con que había trabajado allí, él se ofreció a
escribir una carta de recomendación —pensó que debería mantenerla en el
archivo, ya que realmente no hacia diferencia en la NYU
—Mi padre era un médico —Mientras lo hacía, disfrutaba de ayudar
a la gente, pero no era la única razón por la que ella había elegido este
camino—. Es lo que él hubiera querido que hiciera.
Maggie sonrió amablemente, como si hubiera oído eso antes. —Pero
¿estás segura de que esto es lo que quieres? Sé de muchos estudiantes
cuyos padres querían que fueran en cierta dirección, pero no era lo que
ellos realmente querían.
—Más que nada.
Asintiendo, Maggie hizo la entrada en la computadora, luego
procedió a revisar el trabajo del curso, que Lauren tendría que completar
para graduarse a tiempo. Algunas veces Lauren abría mucho los ojos,
pero, sobre todo ella estaba más decidida que nerviosa.
Aunque el tiempo había terminado, fue un proceso bastante rápido y
Lauren tenía un nuevo horario para el próximo semestre.
Al salir de nuevo de la escuela, se detuvo en la intersección,
observando el hombre al otro lado de la calle. Tenía un aspecto muy
distintivo y no sirvió de nada que su prominencia se destacara en el mar
de los hombres más pequeños a su alrededor.
Él no parecía darse cuenta de que Lauren lo había visto y ella no dio
lugar para que él se alertara de este hecho.
Ella continuó, decidió que pasaría por la cafetería de todos modos.
De vez en cuando, miraba detrás suyo para ver si aún estaba allí… pero
ahí estaba.
Vlad era el guardaespaldas de Mishca... o alguna otra cosa para el
Bratva, aunque ella no supiera que era. Si bien era reservado, en las pocas
veces que él le había hablado le pareció lo suficientemente amable, si decía

46
un máximo de diez palabras en esos encuentros eran nada a juzgar, pero
Lauren no tenía idea de por qué estaba en este lado de la ciudad ahora.

Página
Al principio, había pensado que Mishca estaría en algún lugar
cercano, ya que nunca los había visto el uno sin el otro —a menos Mishca
estuviera con ella—, y por un momento se asustó de pensar que él iba a
verla, pero ella no lo vio.
Dentro de la cafetería, Lauren esperó poco tiempo en la fila y en la
caja registradora, Lauren ordenó su habitual, mientras que Vlad ordenó
un café negro medio. Ella no sabía cómo tomaba él el suyo, así que sólo
tomó un par de paquetes de azúcar y crema.
Al volver a la calle, se dirigió hacia él, sonriendo cuando se dio
cuenta de que él fingía no darse cuenta de ella. Cuando ella estaba al
alcance del oído, le sonrió.
—Me alegro de verte de nuevo, Vlad —Ella tendió el vaso hacia él,
asintiendo con la cabeza cuando él lo tomó vacilante—. ¿Qué puedo hacer
por ti?
Él se encogió de hombros con buen humor. —Necesito hablar
contigo.
Hizo un gesto hacia el parque donde un buen número de personas
estaban ocupándose de sus negocios. Tal vez eligió este lugar porque sabía
que ella no iría sola con él a ningún lugar.
Sentados en el banco, ella trató de pasarle el azúcar, pero él se negó,
tomando un largo trago de su café.
—Tú no necesitas hacer esto —dijo Vlad mirando a la taza.
—Pensé que podrías quererlo, desde que me has estado siguiendo
para... —Se interrumpió, esperando que él llenara los espacios en blanco,
pero Vlad era demasiado experto para caer en eso—. Estoy asumiendo
porque estás aquí, que todo el mundo sabe que estoy de vuelta. —Y por
todos quería decir Mikhail.
—Sabíamos eso tan pronto llegaste a la interestatal.
Ella hizo una mueca, mirando a otro lado. Eso fue seriamente
espeluznante, pero tuvo que dejar de subestimar el alcance del Bratva.
—¿Entonces por qué estás aquí? ¿Te... te envió Mishca? —Dirigió su
mirada alrededor, tratando de encontrar su coche en cualquier lugar en
los alrededores, pero no hubo suerte.
Él asintió con la cabeza. —Mikhail querrá verte.
Eso hizo que se le helara la sangre. —¿Por qué?
—Tú hablaste de un diario, él lo quiere. —Había estado esperando

47
esto—. ¿Dónde exactamente?

Página
Vlad la miró de frente, su mirada firme. —Donde quiera que estés, él
puede encontrarte —Él no le dio tiempo a preocuparse al respecto,
diciendo—: Te sugiero que te encuentre en algún lugar público de ser esta
noche, sí así te hace más cómoda... piensa si él quisiera, aun podría
matarte.
—Correcto —dijo secamente—. ¿Se supone que me sienta mejor? —
Él se encogió de hombros otra vez—. Sólo la verdad.
—¿Es de eso de lo que se trata la reunión?
—Nyet. El capitán no lo permitiría si así fuera.
—Es bueno saberlo. —¿Acaso Mishca siquiera tiene ese poder?—.
¿Eso era todo lo que necesitabas de mí?
Él asintió con la cabeza, poniéndose de pie y lanzando su taza en la
basura. Se enderezó, alisando la parte frontal de la chaqueta de su traje.
Mientras Mishca llevaba tres piezas del traje, Vlad tenía una camisa de
color negro debajo de su chaqueta.
—Ten cuidado, Lauren.
—¿Vlad? —Miró hacia atrás, expectante—. ¿Cómo está? —Ella no
tuvo que repetir a quién se refería. Él parecía estar pensando su
respuesta.
—Perdido.

k
Antes de que Lauren se dirigiera al trabajo, pasó por su
departamento, para recoger el diario. Cuando se fue —esta vez llevando su
auto—, se sintió triste por el hecho de que nunca lo podría ver de nuevo.
Dentro de él estaban los pensamientos privados de su padre y pensar en
alguien más leyéndolos le molestaba, pero no tenía elección.
—Me alegro de verte otra vez —dijo Diego mientras le despeinaba el
cabello como siempre lo hacía cuando ella llegaba.
Había unas pocas personas nuevas, un chico llamado Johnny y una
chica con una manga de tatuajes en la parte superior de su brazo derecho.
Tara estaba en la parte de atrás, ensayando uno de los nuevos postres
cuando Lauren entró. Abandonando el postre, se apresuró a abrazar a

48
Lauren como si hubiera estado ausente durante años. A veces, se sentía
como eso.

Página
—He oído lo que pasó. ¿Cómo te va?
—Estoy bien. —En cualquier otro momento, esas palabras hubieran
salido de manera uniforme, pero esta noche, con lo que podría estar
enfrentando, eran inestables y sin aliento.
—Si necesitas algo, cualquier cosa, házmelo saber.
Ella sonrió agradecida, dándole un último apretón antes de
retroceder. —¿Cómo está Timmy? —Eso hizo que Tara sonriera,
levantando el mal humor repentino.
—Travieso como siempre.
Hablaron más mientras Lauren se envolvía el delantal a la cintura.
Con su bloc de notas, metió el diario en uno de los bolsillos delanteros.
Pasaron las horas con poca fanfarria, la multitud de la mañana se
desvanecía a ojos de los clientes nocturnos. Su mente había estado
demasiado preocupada con el trabajo, para recordar que se suponía que
Mikhail estaba por llegar. No fue hasta que ella volvió a salir de entregar
una orden que supo que era el momento.
Los invitados fueron menguando rápidamente, platos a medio
terminar dejados sobre las mesas y el dinero casualmente arrojado. Ella
miró a Diego, preguntándose qué estaba pasando, pero él parecía tan
confundido como ella se sentía. Las campanas repicaron en la entrada
cuando nuevo cliente entró.
Tara que estaba en la parte delantera pregunto—: ¿Cómo puedo
ayudarte?
—Mesa para uno, por favor.
Lauren se congeló ante la voz. ¿Cómo se las había arreglado para
vaciar un restaurante entero en menos de diez minutos? Eso la frustraba.
Ellos no podrían haber sabido la verdad detrás del hombre, pero estaba
claro que había algo peligroso en él. Así es como era Mikhail Volkov.
Él medía por lo menos 1.82 centímetros y tenía la cabeza llena de
canoso cabello oscuro que el normalmente mantenía mojado alrededor de
la cara, con ojos grises como el acero que eran tan fríos como
amenazadores. En las pocas ocasiones en que Lauren había estado cerca
de él, había pensado que era un poco extraño y amenazador, la única
diferencia era que ella ya sabía por qué.
Él era el Pakhan, jefe del Volkov Bratva, una extensión de la Vory v
Zakone. Como el jefe, dirigía un ejército de hombres y le gustaba creer que
él tenía más poder que el propio Dios—.

49
Manteniendo la cabeza en alto, ella se negó a mostrar miedo
mientras cruzaba la habitación. Para ellos, el miedo era un signo de

Página
debilidad y ella ya no era débil.
—Puedo atenderlos —dijo Lauren alegremente a Tara, haciendo un
gesto hacia Mikhail y los tres hombres que lo acompañaban para que la
siguieran.
Ella les sentó en una de las cabinas vacías en su sección, consciente
del hecho de que los otros trabajadores los estaban viendo.
—Por favor —dijo Mikhail después de que estuvo sentado—.
Acompáñame a tomar una copa.
—No puedo. Estoy trabajando.
—Estoy seguro de que podrás estar libre por un momento. Esta más
bien vacío, ¿no?
No sonaba como si tuviera muchas opciones y ella pensó que sería
mejor no desafiarlo por el momento, cuando ella aun no sabía cuál era su
plan, así que hizo lo que le dijo.
—Por lo menos déjeme traerle su bebida. ¿Vodka?
Él asintió con la cabeza.
Dándole la espalda, caminó la corta distancia hasta la barra,
manteniendo sus ojos fijos sobre Diego.
—¿Estás bien? —le preguntó en voz baja, mirando brevemente
detrás de ella—. Puedo pedirles que se vayan.
—No —dijo Lauren algo demasiado rápido, tratando de esbozar una
débil sonrisa cuando la miró suspicazmente—. Puedo manejarlo. Yo sin
embargo preciso un vodka en las rocas y, uh, ¿puedo tomar mi descanso?
—Claro, pero sólo di la palabra y yo... bueno, llamaré a alguien.
Mientras Diego se tomaba su tiempo arreglando la bebida, Lauren
pensó en cómo manejaría esto. Ross habría querido que ella llamara a
Rodríguez en vez de enfrentarse a ellos, pero ella pensaba que eso sólo lo
haría más complicado.
Tenía que confiar en que lo que le había dicho Vlad era verdad.
De vuelta en la mesa, ella dejó la copa delante de Mikhail y tomó
asiento, se centró en el rostro, negándose a romper el contacto visual. Los
hombres como él valoraban la fuerza, y aunque por dentro estaba
aterrorizada, tenía que mantener las apariencias.
—¿Tienes algo para mí, cierto? —preguntó Mikhail sin preámbulos.
Lauren parpadeó, no del todo confundida por su pregunta.

50
—El diario del buen doctor —explicó pacientemente.
Debajo de la mesa, jugueteaba con el mantel, sabiendo que tendría

Página
que confesar. Al final, si es que siquiera se molestó en leerlo, se daría
cuenta de que casi no había, en su caso, entradas sobre el Volkov Bratva,
y que las que estuvieran allí serían tan oscuras, que uno no pensaría que
no tuvieran nada que ver con el sindicato del crimen.
—No hay necesidad —dijo ella tratando de mantener firme la voz—.
Nada en él muestra ninguna conexión entre mi padre y tu... bueno tú.
Pasó la punta de su dedo alrededor del borde del vaso, todavía
estudiándola. —De todos modos, me gustaría tenerlo. Y… —prosiguió al
tiempo que ella abría la boca para interrumpirlo—, si te parece bien, te lo
devolveré.
Ahora Lauren tenía el ceño fruncido. —¿Me lo devolvería? ¿Por qué?
—Mi hijo valora tu felicidad. —Mikhail la miró extrañamente
divertido por ese hecho.
—Sin embargo ¿Qué importancia tiene eso para usted?
Él se rio entre dientes. —Me temo que lo mejor para mí sería honrar
sus deseos.
Así que era verdad. No sabía lo que había sucedido entre Mikhail y
Mishca en el tiempo que ella se había ido, pero parecía que había un ligero
cambio de poder.
Metiendo la mano en el delantal, ella sintió el cuero gastado,
cerrando los ojos por un momento mientras saboreaba esa sensación. A
pesar de lo que dijo, ella no creía que se lo devolvería.
Lo deslizó hacia él, sin apartar los ojos hasta que desapareció en las
manos de uno de los hombres de Mikhail.
—Nuestro negocio está hecho.
¿Eso fue todo? Parecía más bien decepcionante ahora que Lauren
pensaba en ello, pero no estaba lista aun para que él se fuera.
Mikhail se levantó para irse, pero Lauren lo alcanzó, deteniéndolo a
medio pararse. Sus hombres se movieron para agarrarla, pero Mikhail alzó
la mano para detenerlos.
Lauren retiró la mano.
—¿Qué puedo hacer por ti, pequeña Lauren?
Sólo había dos personas que conocían a su padre lo suficientemente
bien como para explicar sus acciones. Susan y Mikhail, pero solo uno de
ellos podría explicar por qué su padre eligió una vida con la mafia Rusa.

51
—Yo… yo necesito saber por qué lo hizo. ¿Por qué trabajó para
usted?

Página
Mikhail se sentó de nuevo, tomando su vodka de un solo trago. —Te
diré, pero no estoy seguro de que sea lo que quieres.
A los veintidós años de edad, Cameron Thompson salió del taxi
amarillo, sus ojos muy abiertos e inseguros mientras miraba alrededor del
exiguo barrio al que había llegado en un acto de desesperación. Hace dos
meses, había sido aceptado en Stamford, la única universidad a la que
había querido asistir desde que era un niño.
Si bien en la escuela, Cameron se había asegurado de ser aplicado el
mismo, manteniendo sus notas de manera que fuera capaz de asistir a la
universidad de su elección... por lo menos hasta el último año. Su madre se
había vuelto a enfermar, un tumor cerebral mortal había causado su
hospitalización la mayoría del tiempo. Mientras que su escuela secundaria
había sido más considerada acerca de su situación, su GPA6 había caído,
haciendo que la beca por la que había trabajado tan duro fuera revocada.
Así que en vez de un viaje completo, sólo le dieron una beca parcial que
apenas cubriría su costosa matrícula.
Trabajó sin descanso durante todos los días, ahorrando todo el dinero
que pudo para el siguiente año, pero aun así fue poco.
Cameron estaba a punto de perder la esperanza hasta que un buen
amigo suyo sugirió una fuente de ingresos alternativa. Billy sabía de un
hombre que hacia préstamos, que rara vez se preocupaba sobre quien
acudía a él, siempre y cuando estuvieran dispuestos a pagar.
Esta era su última oportunidad.
Levantando su cuello, Cameron cruzó la calle, para encontrar el
prestamista exactamente donde Billy dijo que estaría.
Cameron no podía recordar el nombre del hombre, sólo una inicial. D.
Era corpulento, vestido con una chaqueta de cuero negro, pantalones negros
y una camisa blanca con el cuello abierto y un mullido pelo oscuro
asomándose.
Estaba de pie, con otros dos chicos, ambos mucho más joven que él. D
se fijó en Cameron inmediatamente, tocando uno de los chicos. Todos los
miraron, evaluándolo.
—¿Qué puedo hacer por ti, chico?
—Necesito un favor —ese era el código, que Billy le había dicho.
Todos se rieron, pero D fue el que respondió. —¿Te conozco?
—Soy amigo de Billy.
—¿Ah, sí? Billy, el del cabello rizado. Yo lo conozco, pero a ti no te

52
conozco.

Página
Tenía un acento distinto, uno que Cameron nunca había oído antes y
él podría haber hecho caso a la advertencia en la voz de D, pero él no estaba
dispuesto a renunciar todavía.
—Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa —dijo Cameron—. Por favor.
D estuvo en silencio durante tanto tiempo que Cameron sólo sabía que
él iba a mandarlo lejos, pero se sorprendió cuando D asintió.
—¿Qué necesitas?
—Cuarenta.
D no negociaba con pequeñas cantidades. Cuando alguien se
acercaba a él en busca de un préstamo, se hacía en miles, ni un centavo
menos.

6 GPA: Promedio de notas.


—Para la escuela —Cameron empezó a explicar como si eso pudiera
ayudar en su caso—. La escuela de medicina. Estoy tratando de ser médico.
Cuando solo consiguió una mirada divertida de D, Cameron
finalmente dejó de hablar, cambiando de pie.
Chasqueando sus dedos, D hizo un gesto a uno de los chicos,
esperando a que este le entregara una pequeña libreta de notas y un
bolígrafo.
—Ven a esta dirección mañana al mediodía. No llegues tarde.
Esto lo dijo con una mirada de suficiencia, con un dedo grueso señaló
la cara de Cameron antes de que le entregara un trozo de papel.
Apretándolo en la mano, Cameron no se molestó en dar un agradecimiento.
Ya le habían dado permiso para irse.
Al día siguiente, Cameron llegó a un restaurante local en la playa de
Brighton diez minutos antes. Era un lugar bastante deteriorado, lleno de
hombres con vestidos en diferentes estados.
Uno de los chicos de la noche anterior reconoció a Cameron,
haciéndole señas hacia donde él se encontraba cerca de la barra.
—D te está esperando en la parte de atrás —explicó antes de empujar
a Cameron a través de la puerta, cerrándola detrás de él.
El espeso humo hacía difícil ver, pero Cameron siguió su camino,
tratando de ignorar las miradas de los hombres que veían cada uno de sus
pasos.
D estaba sentado en una mesa redonda en la parte de atrás, varios
hombres lo rodeaban, pero todos parecían estar en ángulo alrededor de un
solo hombre.

53
Incluso Cameron se dio cuenta de que había algo diferente en él. No

Página
estaba vestido tan profusamente como los otros, y a diferencia de los vasos
vacíos delante de los otros, el vaso de él estaba lleno.
Cameron no estaba seguro de qué hacer cuando dos hombres se
quedaron de pie, negándose a dejarlo pasar. Miró a D, pero él se inclinaba
hacia el hombre en el centro, hablando rápidamente en otro idioma.
Asintiendo con la cabeza, el hombre hizo un gesto para que le
permitieran pasar a Cameron. Él tentativamente se adelantó.
—Por favor, siéntese.
Cameron asumió el puesto vacante, cruzando las manos sobre el
regazo. El sudor formándose en su nuca, sus nervios para conseguir lo
mejor de él, se convirtieron en el tema de atención de todos.
—Mi socio me ha dicho que está en una situación difícil, ¿no?
Cuando el hombre hablo, todo el mundo se detuvo a escuchar. Sonó
insoportablemente ruidoso cuando Cameron se aclaró la garganta.
—Sí, señor.
—Y ¿tú quieres este dinero para ser un médico?
Cameron asintió.
Sorprendiendo a todos, el hombre metió la mano en el bolsillo del
abrigo, sacando un sobre abultado, golpeándolo contra la mesa.
—¿Cómo esperas pagarme?
—Tengo un trabajo —tomó la palabra—. Puedo conseguirle el dinero.
—Tú trabajas en un supermercado para pagar por el cuidado de tu
madre. ¿Cuánto tiempo llevaría eso, joven Cameron Thompson?
Cameron se quedó atónito, sin palabras. Ni siquiera le había dado su
nombre a nadie, sin embargo, sabían toda esta información sobre él. Él
debería haber sabido entonces que él estaba muy por encima de su cabeza.
—Voy a hacer cualquier cosa —declaró en su lugar.
D sonrió, sacudiendo la cabeza como si él ya supiera lo que el hombre
iba a hacer, pero él frunció el ceño cuando el hombre deslizó el sobre encima
de la mesa.
—No te preocupes por el dinero —dijo el hombre, sorprendiendo a
todos—. Un día, tu deuda será pagada, y ese día, tú me responderás.
¿Estás de acuerdo con mis términos?
Cameron se quedó mirando el sobre, vacilando. Por lo que sabía, el
hombre podría pedirle que matara a alguien. ¿Estaba realmente dispuesto a
correr ese riesgo?

54
Cuando Cameron abandonó esa habitación, con el sobre escondido
seguramente en el bolsillo de atrás, que seguramente más tarde lo haría

Página
arrepentirse por haber negocios con los rusos en esa habitación.
Cuando terminó, Lauren no podía mirarlo. Era una situación
imposible de entender. El deseo de su padre para ir a la escuela por
cualquier medio necesario era admirable, pero ¿cómo iba a pensar que esa
era una buena opción?
—Podría haber dicho que no —dijo Lauren en voz baja.
—Y podría haber rechazado el dinero —replicó Mikhail—. Yo soy un
hombre de negocios. No me importan los sentimientos. En ese momento,
era lo que él necesitaba y sirvió a su propósito.
Roja, la ira caliente llenó a Lauren y estaba a punto de decir algo de
lo que ella sabía que se arrepentiría.
—Te advertí que no sería lo que querías oír, tu insististe, pero… —
levantó la mano cuando ella estaba a punto de interrumpirlo—, eso no
significa que no me siento mal por lo que le pasó. Él era un buen hombre
en un mundo de ladrones. Conocía los riesgos. Entiende que Viktor pagó
por lo que hizo y déjalo así.

55
Página
Traducido por Fiioreee
Corregido por JakySkylove♡

L
a misma habitación de hotel. El mismo día de la semana. Sin
embargo, a pesar de la familiaridad, una diferencia
considerable cargaba el aire alrededor. Mishca pudo verlo en
sus rostros cuando entró, inspeccionando su entorno.
Lo que pasó con Viktor —al menos los motivos detrás de su
ejecución—, eran desconocidos para los demás miembros, pero desde que
su asesinato fue difundido, su muerte era un hecho bien conocido, y la
forma en que se encontró su cuerpo era un claro indicador para cualquiera
en esa sala de que se había llevado a cabo el golpe.
La mayoría de los miembros eran respetuosos, sin atreverse a mirar
siquiera, como si pensaran en cuestionar a Mishca, pero otros eran más
audaces. Mirándolo descaradamente en busca de una explicación. ¿Cuál
era la probabilidad de que la muerte de Viktor pasara tan solo unos meses
después de que trajo a Lauren, sobre todo con su actitud hacia ella?
Haciendo caso omiso de las miradas, Mishca se sentó a la derecha
de la silla de Mikhail, desabrochándose la chaqueta para sacar su

56
Blackberry, esperando una llamada o un texto perdido, y encontrando
nada. No era que esperara algo diferente, dadas las circunstancias, pero

Página
después de verla el otro día... lo esperaba.
Lógicamente, sabía que debía mantener su teléfono en vibrador y si
recibía cualquier notificación sería capaz de sentirlo, pero todavía revisaba
su teléfono cada pocos minutos.
La esperanza era una perra.
Al momento de empezar la reunión, Mishca ya se sentía listo para
irse.
—Viktor ya no está con nosotros —dijo Mikhail fríamente, dando
golpecitos con el dedo sobre la mesa.
Mishca notó que era el dedo con el cráneo a través de los nudillos.
—Debido a esto, tendremos que dividir sus funciones entre nosotros.
Mishca y yo —continuó Mikhail sin molestarse en reconocerlo—, nos
hicimos cargo de los negocios de las armas. Él mismo las ha probado y los
compradores están satisfechos, pero todavía quedaba The Gilded Room.
Ese establecimiento en particular era uno que Mishca especialmente
no deseaba, pero tampoco quería que nadie en esa sala lo tuviera. Se
hallaba demasiado cerca de su territorio para su gusto, y a veces los
problemas dentro de The Gilded Room desbordaban en su trabajo, y no
podía permitir eso.
Ronald, un hombre particularmente desagradable con una tendencia
a violar y golpear prostitutas, habló ofreciéndose a tomar la posición.
Con el ceño fruncido, Mishca dijo—: Tengo un hombre para el
trabajo.
Mikhail le hizo un gesto mientras Ronald fruncía el ceño. —Habla.
—Luka Sergeyev.
Arqueó una ceja.
—Ha hecho un buen trabajo en el último año —se apresuró a decir
Mishca.
No era ningún secreto que Luka podría ser un poco... inestable, pero
Mishca nunca tuvo razones para dudar de su lealtad, ni una sola vez
desde que llegó a trabajar para él hace varios años.
—Dos semanas e infórmame.
Con eso listo, el encuentro siguió como de costumbre, con todos
dejando sus sobres en el centro de la mesa. Diez minutos más tarde, la
habitación quedó vacía de nuevo, a excepción de Mishca y su padre.
Decir que las cosas se encontraban tensas entre ellos sería un
eufemismo. Mantuvieron pretensiones, sí, pero Mishca evitaba a su padre

57
siempre que fuera posible. La única vez que se vieron fue para la reunión

Página
mensual cuando Mishca se vio obligado a estar en su presencia.
—Hablé con la hija del doctor hace algún tiempo.
Con cada palabra que Mikhail pronunciaba, la mano de Mishca se
apretaba más alrededor de la copa que sostenía en su mano. Para cuando
terminó de hablar, el cristal se hizo añicos.
Mikhail lo miró con calma.
—Pensé que fui claro antes, pero tal vez necesitas que te lo recuerde.
Mantente alejado de Lauren.
Las cejas de Mikhail se alzaron, evidentemente divertido. —¿Piensas
que puedes darme ordenes?
—Claro que sí. Ella es mía. No te le acerques.
—No debes permitir que las emociones influyan en tu juicio, hijo. Es
impropio.
Mishca rodó los ojos, ignorándolo. —¿Conseguiste lo que querías de
Lauren?
Metiendo la mano en su abrigo, Mikhail sacó un diario y se lo arrojó.
—Le di mi palabra de que le devolvería esto si no contenía información útil.
—¿No la tiene? —preguntó Mishca confundido. Recordó a Lauren
diciéndoles específicamente que el diario contenía información sobre ellos.
—Parece que la chica es más inteligente de lo que pensábamos.
Lo era. —¿Qué esperas que haga con esto?
—Devolverlo, por supuesto. Creo que va a ayudar a reparar el daño
entre ustedes, ya que estoy seguro de que no vas a entrar en razón y la
buscarás de todos modos.
Sin responder, Mishca se puso de pie, abrochándose la chaqueta. —
Necesito algo de ti.
—Habla.
—La dirección de Anya.
—¿Y por qué iba a dártela?
—Porque Aleksandria la pidió. Alex no es más que una niña. No
tiene que sufrir por las indiscreciones de su madre.
Fue el mejor argumento que se le pudo ocurrir. También le daría
una idea de cómo Mikhail se sentía por Alex. No habían hablado desde ese
día, y pudo ver que eso afectaba a Alex cuando trató de negarlo.
—¿Cómo está?

58
—Enojada, herida. Cree que tú la desprecias.

Página
—Falso, sólo que por ahora no sé qué decirle.
Eso quiere decir que Mikhail no podía verla sin ver la traición. Si
Alex no fuera su hermana, podría haber entendido la razón de Mikhail,
pero no iba a permitir que el egoísmo de su padre afectara a su hermana
más de lo que ya lo hacía.
—Dame la dirección.
Aceptó. —Ten cuidado con lo que deseas, Mishca. La felicidad tiene
un precio.
Mishca se marchó sin decir nada, negándose a jugar los juegos
mentales de su padre. Simplemente le gustaba probar y tomar cualquier
cosa que a él le importara. Era lo que mejor hacía.
—¿A dónde? —preguntó Vlad, cuando subió al Mercedes.
—Sólo maneja por el momento.
No había ningún otro sitio donde quisiera estar sino junto a Lauren,
y ya que no podía tener eso —aún no—, necesitaba algo para ocupar su
tiempo.
Mishca miraba por la ventana, viendo pasar a la gente vivir sus
vidas, cuando notó a una muchacha de cabello rizado familiar saliendo de
una pastelería. Entrecerró los ojos, sólo para confirmar quién era, antes de
decirle a Vlad que se detuviera.
Amber caminaba rápido y casi lo pasó por alto hasta que gritó su
nombre.
Se volvió hacia atrás, buscando a través de un mar de rostros hasta
aterrizaren Mishca. Pasó de la calma a la confusión y a pronunciar
indignación. Amber dejó de caminar, en lugar de eso giró sobre sus talones
y se dirigió directamente a él.
—¿Qué quieres?
—Tengo que hablar con ella —declaró, sin saber qué otra cosa hacer.
En este punto se sentía desesperado.
—¿Y por qué, exactamente, iba a ayudarte?
—Porque he cometido un error y tengo que arreglarlo.
No tenía idea si Lauren le había dicho a Amber sobre las razones
detrás de su ruptura. Si lo hubiera hecho, Amber definitivamente no le
estaría dando ninguna respuesta.
—Obtuviste un regalo de promoción —dijo—. No sé lo que pasó entre
ustedes dos, lo único que sé es que si eres medianamente tan miserable
como te ves, entonces quizás te arrepientas de lo que hiciste. —Sostuvo su

59
dedo hacia arriba—. Una oportunidad. Estaremos aquí para el cumpleaños
de Lauren. Ven.

Página
—Gracias.
—No lo voy a hacer por ti. Lauren se ve peor que tú.
Traducido por florbarbero
Corregido por Paltonika

E
ra una noche particularmente bochornosa, pero Lauren
difícilmente podía centrarse en eso cuando se sentó en la
parte trasera de la cabina con Amber, mientras sostenía un
pañuelo azul oscuro, haciendo señas a Lauren para que le diera la
espalda.
—Es una sorpresa —explicó con una alegre sonrisa, casi saltando en
su asiento mientras señalaba con impaciencia a Lauren para que girara la
cabeza.
—Levántate… no te levantes todavía —exclamó Amber, riendo
cuando ambas estuvieron a punto de caer al suelo.
—Apestas en esto, ya sabes —dijo Lauren secamente, dejando que
Amber la guiara.
—No, simplemente no eres buena siguiendo las direcciones.
Después de tropezar un par de veces más, por fin entraron a lo que
olía como una panadería, el aroma de los pastelitos haciendo agua su

60
boca. Desatando el nudo en la nuca de Lauren, Amber finalmente le quitó
la bufanda.

Página
—¡SORPRESA! —gritaron Tristan, Matt y ella—. ¡Feliz cumpleaños!
Había una pancarta pendiendo sobre ellos con su nombre en el
centro. Una docena o más de pastelitos se alineaban en la mesa, detrás de
la cuál permanecían parados Tristan y Matt, con veintiún velas repartidas
entre ellos.
—Chicos, esto es demasiado.
Además de sus padres, nunca tuvo a nadie que celebrara su
cumpleaños. Le encantaba todo, y aún más importante, amaba a cada uno
de ellos por hacerlo.
—Sólo se cumplen veintiún años una vez —dijo Matt sacando su
silla—. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que…
—Con una botella de Tequila Premium. Cariño, te emborracharás
esta noche —intervino Tristán con una sonrisa victoriosa, sosteniendo la
botella gigante en una de sus manos tatuadas.
Amber le hizo un vaso de chupito personalizado, con su nombre y
fecha de nacimiento en él. Tristan vertió el primero.
—¿Sólo lo tomo de una vez? —le preguntó Lauren.
—A menos que quieras tomar chupitos del cuerpo —respondió
levantándose la camisa, dejando al descubierto los tatuajes que tenía
escondidos debajo. No solo tenía los brazos y las manos tatuadas como un
esqueleto, también el pecho, y sin duda, el resto del cuerpo también—.
Estoy para eso.
Sin picar la carnada, Lauren levantó el vaso y sonrió a sus amigos.
—Salud.
Tiró del vaso hacia atrás, cubriendo su boca mientras el impulso de
escupir la abrumaba. Matt la vitoreaba desde el fondo, y Amber hacía su
danza feliz.
—¿Bueno? —preguntó Tristán.
—Claro —dijo con voz ronca.
—Es el primero de los veintiuno.
Iba a morir.

61
A pesar de la proclamación de él, Lauren realmente no tomó veintiún
chupitos, deteniéndose en algún lugar entre cinco y seis. Se encontraba

Página
demasiado ocupada escuchando las últimas hazañas de Tristan como para
beber más.
—Luego se inclinó hacia atrás, asustándome como la mierda. ¿Han
visto la mierda demoníaca que están pasando en el cine últimamente? No
podía arriesgarme a que mordiera mi polla.
—Sólo eres el motivo por el que los chicos tienen mala fama —dijo
Matt mordiendo un pastelito.
—Mentira. Si no fuera por idiotas como yo, nunca conseguirías
follar.
Lauren se había acostumbrado a sus bromas. De hecho, le gustaba
escucharlos ir y venir. Eran como polos opuestos, pero funcionaba para
ellos.
Una fuerte ráfaga de viento sopló a través de la pequeña tienda
cuando se abrió la puerta, la campana resonando con la entrada del recién
llegado. Ya que se suponía que sólo serían ellos cuatro, Lauren se
preguntó quién podría ser, al menos, hasta que vio las caras de sus
amigos.
Tal vez fue algo en su subconsciente, además de sus expresiones, lo
que le dijo que era Mishca. Se tomó un momento, necesitaba ese tiempo
para prepararse.
Mishca no se parecía a nadie que conociera, no sólo por la vida que
llevaba, sino además, por la reacción que le provocaba cuando se
encontraba cerca. Esta noche, iba vestido con su atuendo de trabajo, cuál
era el trabajo, era un tema de debate, pero notaba algo cansado en él que
la preocupaba.
No, no tenía que preocuparse. No le importaba.
—¿Mish?
—No quiero interrumpir, pero esperaba poder hablar contigo un
momento, en privado.
Parpadeó sorprendida, mirando a Amber por un segundo, y luego
centrándose de nuevo en él. —Yo… sí, dame un segundo.
Asintió, visiblemente relajado cuando vio que estuvo de acuerdo.
—Bueno, eso fue malditamente incómodo —murmuró Tristan
cuando Mishca salió—. ¿Qué pasó contigo y el ruso?
—Mishca —dijo con aire ausente, sabiendo que no importa cuántas
veces se lo dijera, siempre iba a llamarlo “el ruso”—. ¿Cómo siquiera sabía
que nos encontrábamos aquí? —preguntó Lauren en voz alta, sin esperar
realmente que ninguno respondiera, sólo haciendo tiempo.

62
—Eso es culpa mía —dijo Amber con aire de culpabilidad—. Me dijo

Página
que quería hablar y yo... supongo que sentí pena por él. Espero no
haberme sobrepasado.
—No, no, está bien. Simplemente no lo esperaba, eso es todo.
—¿Quieres mi opinión?
—Sí.
—Al menos deberías hablar con él, incluso si no va a funcionar entre
ustedes, por lo menos tienes que darle un cierre.
Cierto, correcto. Haría esto para darle un cierre, no porque realmente
pensara que podía haber una oportunidad con él. Excusándose, Lauren se
dirigió hacia la oscuridad, tirando de su chaqueta mientras caminaba.
Vlad se hallaba a una corta distancia por la calle, de pie junto al
auto. Lauren lo saludó mientras daba un paso debajo de la farola donde
Mishca esperaba.
Cruzando los brazos sobre su pecho, le preguntó—: ¿Qué estás
haciendo aquí?
—¿Quería hablar? —respondió, aunque salió más como una
pregunta—. No contestas mis llamadas y tuve que mendigar para
conseguir que Amber me dijera que estarías aquí esta noche. Sólo quiero
una oportunidad para explicar —dijo mirándola fijamente. Parecía tan
inseguro de sí mismo, cambiando su peso de un pie a otro.
Era casi entrañable.
Cada parte de ella gritó para que estuvieran juntos otra vez, pero se
encontró diciendo—: No lo sé.
—Una conversación, eso es todo lo que quiero, y si no quieres volver
a verme después de eso, voy a... voy a dejarte.
Oyó las palabras, pero no coincidían con la expresión en su rostro.
Tenía esa mirada decidida que no podía ocultar.
Lauren no podía decirle que no.
—Tal vez el jueves. No tengo clases ese día —ofreció.
Mishca asintió con gratitud, tomándola de la mano, llevándosela a
los labios y dejando un beso sobre sus nudillos. —Gracias.
A pesar de que no quería hacerlo, la soltó, dando un paso atrás para
darle espacio—. Te dejaré volver a tu fiesta.
En el último segundo, se inclinó, presionando un beso justo debajo
de su oreja, como un recordatorio de lo que tuvieron. Poco después se fue,

63
pero ella no se movió hasta que el auto se perdió de vista. En ese

Página
momento, no sentía ira o traición, sólo una sensación de plenitud.
Traducido por Lizi_0696
Corregido por ConyML

E
n un principio, cada decisión estúpida parecía una buena
idea, por lo menos hasta que te enfrentabas a la realidad de la
misma. Cuando Lauren entró al club en el centro de
Manhattan, no podía recordar por qué encontrarse con Mishca a solas era
una buena idea.
No era miedo de él lo que la hacía vacilar sobre verlo, era más el
miedo a lo que discutirían. Tenían tanto entre ellos, demasiado, cosas que
nunca olvidaría... aunque a veces quisiera.
En el interior del club, un equipo de limpieza, todos ellos con
uniformes azules, limpiaban todas las superficies visibles del interior. Eran
al menos una docena de hombres y mujeres en el suelo, y con la velocidad
con la que parecían estar trabajando, probablemente lo habrán terminado
en un par de horas.
Vlad se hallaba de pie en la base de la escalera que conducía a la
oficina privada de Mishca. Lauren trató de no sonreír mientras él
observaba a los trabajadores que se movían vacilantes a su alrededor,

64
dándole miradas de reojo.

Página
—¿Está arriba? —dijo Lauren después de estrechar la mano de Vlad,
ya que él no era mucho de abrazos
Asintiendo, dio un paso a un lado, abriendo la pesada puerta negra
detrás de él.
Subió las escaleras lentamente, tratando de ignorar el rápido latido
de su corazón cuando tocó en la puerta de cristal, esperando a que él
dijera un “entre” antes de empujarla para abrirla. Mishca se encontraba
sentado detrás de su escritorio, un vaso y una botella de vodka caro
descansaban frente a él, Jonathan se hallaba sentado en uno de los
sillones frente al escritorio de madera de cerezo.
Lauren había visto a Jonathan en una sola ocasión, y le había
parecido bastante agradable, pero hoy parecía estresado, incluso más que
Mishca.
Vio primero a Lauren y, en cualquier otro momento, podría haber
sido cómico ver el evidente alivio en su rostro. Levantándose bruscamente,
llamó la atención de Mishca hacia Lauren y él, pero ella no se atrevía a
mirarlo todavía.
—Me alegro de verte de nuevo, Lauren—dijo Jonathan sacudiéndole
la mano y besando sus dos mejillas. Jonathan tenía cabello castaño
perfectamente arreglado, con cálidos ojos marrones. Obviamente, hacía
ejercicio, pero al lado de Mishca, parecía un niño.
—Jonathan.
—Voy a dejar que ustedes dos hablen... —Hizo su salida de forma
rápida, y sin él en la habitación, Lauren no podía evitar mirar a Mishca
por más tiempo.
Fue como un puñetazo en el estómago.
Esa noche en el club, realmente no debió haberlo visto. Para ser
honestos, parecía una mierda.
Tenía el cabello un poco más largo, con los ojos inyectados en sangre
—sin duda, gracias en gran parte a la botella de alcohol en su escritorio—
y en lugar de su traje estándar de tres piezas, llevaba puesta una camiseta
blanca, vaqueros oscuros gastados y botas de aspecto pesado. Le recordó a
la primera vez que se conocieron, un día que parecía como si fuera ayer.
Al moverse en la habitación, el cambio en su comportamiento era
tan sutil que si no lo hubiera estado esperando, podría no haberlo notado.
Una especie de... desesperación llenaba sus ojos, algo que no entendía.
Se puso de pie, siempre tan caballeroso, haciendo un gesto para que
tomara asiento en uno de los cálidos sillones de cuero marrón, mientras él
tomaba la silla que Jonathan acababa de dejar libre.

65
Cuando ambos se sentaron, la temperatura en la habitación parecía

Página
aumentar a medida que se enfrentaban entre sí. Cuando él se reclinó en
su asiento, tamborileando con los dedos sobre el brazo de la silla, ella
cruzó las manos sobre el regazo. Él se pasó una mano por el cabello, y ella
golpeó el pie en el suelo.
Pero ninguno se sentía dispuesto a romper el silencio.
Con una sonrisa medida, él dijo—: Te ves bien.
Echó un vistazo a su atuendo: camiseta, vaqueros, y botas. —
Gracias. Te ves... bueno, siempre te ves de esa manera —admitió a
regañadientes, mirando a otro lado cuando su sonrisa se hizo más amplia.
—Me alegro de que hayas venido. Pensé que no podrías.
Se encogió de hombros. —No todos los días dos miembros de la
familia del hombre que mató a mi padre solicitan una reunión conmigo.
¿Cómo podía decir que no? —Las palabras salieron carentes de cualquier
emoción real, pero casi se sintió culpable cuando él se estremeció
ligeramente, moviéndose en su silla.
Aclarándose la garganta, Mishca dijo—: Mi padre me dijo que habló
contigo, pero no sobre qué.
—Me dijo la verdad sobre... —Agitó la mano—, bueno, todo, al menos
su parte en todo. —Aunque trató, no pudo evitar la amargura en su voz.
Con Mishca, no sabía qué sentir en un momento dado. Un minuto le
gustaba, al siguiente lo odiaba. Quería que se sintiera culpable por su
padre, pero odiaba que fuera ella la que le hacía sentirse de esa manera.
Era agotador.
—¿Cuándo, exactamente, ibas a decirme que conocías a mi padre?
Se pasó una mano por la cara. —Te lo habría dicho, eventualmente,
cuando estuviese seguro de que podrías manejar la situación.
—No existía ninguna razón por la que no habrías sido capaz de
hacerlo—dijo Lauren—, dijiste que no sabías nada sobre su muerte,
hubiera asumido que eras uno de sus pacientes, lo que resultó ser cierto.
—No podía decir lo que pensaba en ese momento.
—Yo puedo. Te sentías preocupado por la protección de tu padre y tu
organización.
—Nyet. Cuando me enteré acerca de la conexión entre los dos, no
existía ninguna razón para sospechar que tuvimos algo que ver con su
muerte.
—Claro, que tu médico fuera asesinado, ¿no encendió ninguna
campana de advertencia?
—Nunca quise hacerte daño, Lauren. Tienes que creer eso.

66
—¿No? —Recordó sus palabras en la habitación del hotel, cómo le

Página
habló cruelmente—. Me culpaste. Creo que dejaste ese punto muy claro
cuando hablé con Mikhail.
—Nunca te culpé por nada de esto. Me culpaba a mí mismo. Era una
situación imposible que incluso yo no entendía completamente. Trataba de
protegerte. Nunca dejaría que nada te sucediera.
Protegerla. ¿Protegerla? Se aferró a los brazos de la silla, sintiendo
crecer esa ira con la que se encontraba familiarizada, acostumbrada a que
se hiciera cargo de ella.

k
—Ah, claro, ¿y se supone que debo creerlo? ¿Se te olvidó que tu
padre envió a dos grandes matones imbéciles a matarme, y que yo tenía
que hablar a mi manera en una reunión con él? Así que… —enfatizó
cuando pensaba interrumpirla—, confesé la verdad, porque así lo exigía, ¡y
tú tienes el descaro de enojarte conmigo porque he herido a tu hermana!
Mishca se sentía enojado.
Enojado de que su padre le diera la espalda a pesar de haberse
comprometido a manejar la situación, pero más enojado consigo mismo
por lastimar a Lauren cuando muy probablemente ya se recuperaba de la
información que había aprendido de su padre.
No sabía qué decir para hacer aquello mejor para ella, pero tenía que
hacer algo.
—Lauren…
—¿Crees que quería hacer eso? —preguntó Lauren como si no
hubiera dicho nada, mirándolo—. Por lo que sé, la familia no significa lo
mismo en el Bratva.
Tenía razón... de nuevo, pero lo que no entendía era que, debido a su
estilo de vida, Alex no pudo tener una infancia convencional, ninguno de
ellos la tuvo. Siendo realistas, Mikhail no sabía cómo ser un padre, su
único sentimiento familiar era hacia sus compañeros Vors, y Anya era
demasiado narcisista para preocuparse por nadie más que sí misma.
Mishca era todo para Alex, la vio crecer y la vio llorar, incluso si era
por alguien como Anya, lo hacía enojar, pero nunca tuvo la intención de
expresar ese enojo con Lauren en el proceso.
—Lo siento —dijo cuando se detuvo para tomar un respiro.

67
Esas dos simples palabras parecían sacar toda la ira fuera de ella.

Página
—Está bien. —Pero no sonó como si le creyera.
—¿Qué podría haber dicho? —preguntó Mishca desesperadamente—
. Hace unos meses me preguntaste si sabía de él, sí, mentí y dije que no,
pero no podía decir la verdad. Eso sólo conduciría a más preguntas que no
podía contestar, no porque no quisiera, sino porque no sabía.
Sacudió la cabeza, las lágrimas picaban en sus ojos, pero no les
permitió salir.
—Te pedí que confiaras en mí. Que me dejaras ayudarte.
—¿Cómo demonios se supone que debía hacerlo cuando tú eras
parte de esto? No sólo eso, ¡acababa de descubrir que eras parte de la
jodida mafia! ¿Puedes comprender cómo era eso? Esta fue una mala idea.
Agarrando su bolso, Lauren se levantó y se fue corriendo hacia la
puerta, abriéndola, pero Mishca se levantó rápidamente después de ella,
negándose a dejar que terminara de esa manera. Un fuerte brazo pasó
junto a ella, cerrando la puerta de nuevo. Se dio la vuelta, dispuesta a
decirle una parte de lo que pensaba, por lo menos hasta que vio la
expresión de su cara.
—No huyas de mí otra vez —dijo en voz baja—. No voy a dejar que
salgas corriendo de nuevo.
Su mano se acercó y le acunó la mejilla, inclinando su rostro para
que lo mirara. Sus palabras no fueron convincentes, sin importar lo que
dijera.
Tenía que hacer su punto antes de que ella saliera de esa oficina,
porque si no lo hacía, dudaba que la viera de nuevo.
Inclinándose, llenó su espacio, aspirando el aroma floral que se
aferraba a ella. Sus frentes se tocaron, las manos de Lauren fueron a la
parte delantera de su camisa, apretando el material con las manos
temblorosas.
—Deja de castigarme —susurró él—. Por favor.
No esperó una respuesta. Estudió su rostro y presionó sus labios
contra los suyos, silenciando cualquier protesta que pensara darle. Lauren
no lo escuchaba, o por lo menos trataba de hablar a su manera para salir
de ahí, pero no iba a dejarla. Si tenía que llevarlo hasta el final de los
tiempos para arreglar lo que pasaba entre ellos, lucharía o incendiaría la
ciudad intentándolo.
Por unos instantes, ella no respondió, permaneciendo pasiva debajo
de él, pero al final, fue como si todo su cuerpo se derritiera mientras

68
suspiraba, devolviéndole el beso, envolviendo sus brazos alrededor de su
cuello.

Página
Su corazón cantaba. Era todo lo que necesitaba, ese hueco vacío en
su corazón finalmente desapareciendo. Ella lo era todo para él y no podía
dejarla ir.
Cuando las palabras le fallaron, le mostró su corazón a través de su
beso. Una promesa de que a pesar de que pudiera tener dudas, no se
encontraba dispuesto a darse por vencido.
Una oportunidad era todo lo que necesitaba para probárselo.
Para no estar lejos de ella por un instante, la atrajo de nuevo a la
sala, prácticamente cargándola sobre su escritorio, sentándola encima de
él. Nada le importaba más en este momento.
Nada le importaba más que ella.
—Vaya, eso fue rápido.
Lauren se tambaleó hacia atrás, lejos de él, mirando hacia la puerta,
donde Jonathan se quedó observándolos con una sonrisa irónica.
—¡Fuera!
Jonathan levantó las manos, volviendo a salir. Sabiendo que el
momento había terminado oficialmente, Mishca suspiró, mirando a
Lauren.
Se veía tan afectada como se sentía él, con las mejillas encendidas y
sus manos temblando mientras se metía un mechón de cabello detrás de
la oreja.
—Me tengo que ir.
—Lauren, espera.
—Yo... yo te llamo, Mish.
Se apresuró a salir antes de que pudiera decir nada más. Sintió la
tentación de romper algo, sobre todo la cara de Jonathan, pero no tenía
sentido.
Por lo menos dijo que iba a llamar. Eso era todo lo que podía
esperar, y si no lo hacía, llegaría a ella.

k
Mientras subía a la cama esa noche, Lauren no tenía la energía para
sentirse culpable por lo que sentía por Mishca. De hecho, se sentía

69
cansada de luchar contra ella misma al respecto.

Página
k
—Eres terrible con las mujeres —comentó Vlad mientras entraba en
la oficina de Mishca, mirando a su jefe mover carpetas furiosamente
alrededor de su escritorio.
Lauren se había ido hacia pocas horas y Mishca fue enterrándose así
mismo en su trabajo, necesitando una distracción.
—¿Sí? —preguntó Mishca sarcásticamente, tirando hacia abajo la
pila de registros financieros que estaba revisando—. Nunca te he visto con
una mujer.
—Porque sé muy poco acerca de ellas, pero sé que las acusaciones
no ayudarán. Tú mismo has cavado un agujero más profundo.
—Entonces, ¿qué hago? —Aceptaría toda la ayuda que pudiera
conseguir.
—Mostrar remordimiento.

70
Página
Traducido por JackieC
Corregido por *Andreina F*

D
os semanas de cero contacto, cero contacto que terminaría
hoy. Mishca decidió darle su espacio, pero ahora había
terminado con la espera. Si ella no iba a él, él iría a ella, y
esta vez, no habría razón para alejarse.
Pero primero, tenía una promesa que mantener.
Después de obtener la dirección a través de su padre, Mishca se
duchó y vistió, con Alex esperándolo en su sala de estar. Ella eligió
quedarse en Nueva York, en su apartamento, en lugar de ir a Francia.
Además de tener su ropa por todo el apartamento, no le importaba su
presencia. De todos modos, la mayoría de las noches estuvo fuera hasta
altas horas de la mañana. Rara vez se vieron.
Cuando salió de su habitación, no podía dejar de pensar en que
parecía una niña. Trataba de hacer todo lo posible por parecer tranquila,
pero comprobaba constantemente su reloj, suspirando mientras él se
tomaba su tiempo.

71
Mishca tenía miedo de lo que pasaría cuando la llevara a ver a Anya.
Nunca quiso manchar la imagen de su madre en sus ojos, pero sabía cómo

Página
iba a reaccionar Anya.
Conocía a mujeres como ella.
—¿Listo? De todas formas, ¿qué demonios te tomó tanto tiempo?—
murmuró Alex mientras le seguía por el apartamento, hasta su auto.
No hablaron de esa noche en el club, pero se dio cuenta de quese
abstuvo de beber demasiado a su alrededor y no volvió a ir a su club desde
entonces.
Mishca le dio el día libre a Vlad, sin saber qué esperar después de la
visita de Alex. Si las cosas iban mal, sabía que Alex no querría una
audiencia que la viera llorar, aunque fuera alguien tan cercano como lo era
Vlad.
Apagó la radio, mirando brevemente a su hermana antes de
enfrentarse a la carretera.
—Aleksandria, sólo quiero que sepas que pase lo que pase, todavía
me tienes.
Resoplando, volteó los ojos.—Sabes, eres la única persona que me
llama así. Te hace sonar viejo. Además, mamá sólo te odia a ti y a
esa...Lauren.
—Te lo he dicho antes, Lauren no tiene nada que ver con esto.
—Yyyy…Imagine Dragons está sonando.
Subió a la música, casi a todo volumen, cantando incluso más alto.
Mishca comprendió que su ira hacia Lauren era producto de la
frustración por toda la situación, y no podía culparla por ello. Sólo tenía
diecisiete años y no entendía la naturaleza delicada de la Bratva. Mientras
que fue criada en este estilo de vida, se la mantuvo protegida de los
extremos de la misma.
Era algo que Mishca y Mikhail acordaron.
Condujeron en silencio, cada uno perdido en sus propios
pensamientos a medida que se acercaban a la persona a la que Alex
amaba incondicionalmente, y la mujer que Mishca siempre había
despreciado.
Siempre tenía cuidado de ocultar sus sentimientos de Alex. No era
su culpa que su madre haya sido olvidada hace mucho tiempo, era un
recuerdo lejano para él solo. Realmente atesoraba eso, algo puro que podía
mirar hacia atrás cuando lo necesitaba.
También tenía a Lauren... si lo aceptaba.
Ahora más que nunca, pensó en su madre y sus razones para
haberse quedado con Mikhail todos esos años aunque secretamente

72
aborreciera todo acerca de la Bratva.

Página
Deseó haber sido mayor cuando la perdió, para poder entender cómo
era mejor que su propio padre.
Llegando a su destino, Mishca aparcó el auto, sacando su teléfono
para contestar sus asuntos de negocios mientras esperaba.
—¿Cuánto tiempo tengo? —preguntó Alex, sosteniendo la manija de
la puerta.
—Tómate todo el tiempo que quieras.
Le sonrió, una sonrisa de verdad que no había visto en mucho
tiempo. Inclinándose, lo besó en la mejilla.—Gracias, Mish.
k
Alex echó una última mirada hacia atrás al auto antes de ir a través
del estacionamiento de los edificios, haciendo su camino hasta el
apartamento de Anya. Cuando llegó al piso correcto, le sorprendió que
estuviera vacío, ninguno de los soldados de Mikhail custodiaban la puerta
del apartamento. Pero por lo que sabía, Mishca podría haberles dicho que
se fueran.
Este era el momento que estuvo esperando desde el día en que se la
llevaron. Nadie le diría nada acerca de Anya, no es que tuviera mucha
gente para preguntarles.
En su mano, llevaba una cesta con las cosas favoritas de Anya: una
botella de vino de la vendimia y quesos, así como varios perfumes.
Levantando una mano, llamó tentativamente, oyendo el suave
chasquido de tacones. La sonrisa de Alex creció, nerviosa se alisó el
cabello, la felicidad florecía en su pecho con la anticipación por ver a su
madre.
Anya abrió la puerta en una ráfaga de movimiento, con la falda de su
vestido ondeando. Al principio se veía esperanzada, pero al darse cuenta
de que era ella en su puerta, su rostro se transformó rápidamente a la
molestia.—¿Qué quieres?
Alex quedó momentáneamente desconcertada por lo enfadada que
sonaba. Pensó que su madre estaría feliz de verla, pero era como si fuera
la última persona que esperaba ver.

73
—Vine a visitarte—llamó Alex, mientras Anya desaparecía por el

Página
pasillo sin invitarla a pasar.
Como había dejado la puerta abierta, Alex supuso que era una
invitación.
El apartamento era grande, aunque carecía de la elegancia que se
podrían encontrar en las paredes y muebles de la mansión.
Paredes blancas, unos minúsculos muebles y una cocina que
parecía que hubiera sido renovada por última vez en los años treinta.
Haciendo una mueca, se sentía culpable de que la única cosa que pensó
en traer era una pequeña canasta de regalo cuando claramente necesitaba
más. Tal vez podría pedirle a Mishca que la trajera otro día, entonces le
traería todo lo que pudiera desear.
—Así que ¿por qué estás aquí en realidad?—preguntó Anya
encendiendo un cigarro.
No hubiera sabido siquiera que fumaba. —Te lo dije. Quería ver
cómo estabas. Mishca...
—¡Bah! No digas su nombre en mi presencia. Todo es su culpa, estoy
en este miserable hueco del infierno, por él y esa perra americana.
Alex frunció el ceño ante la vehemencia que escuchó en la voz de
Anya, no por Lauren —no podría importarle menos— sino por la forma en
que hablaba de Mishca. No era su culpa en lo absoluto.
Decidida a cambiar de tema, Alex le entregó la canasta.—No sabía
qué traerte, así que traje un poco de todo. Si hay algo que quieras, puedo
conseguirlo para ti.
Suspirando, Anya la aceptó, mirando con desprecio cuando dejó caer
las cosas en la isla, sin importarle las botellas que se hallaban dentro.
—Supongo que debo agradecerte ¿no? —Alex se sentía demasiado
estupefacta para acordar siquiera. Acababa de notar que el disgusto
también era dirigido a ella, pero no se encontraba dispuesta a renunciar
todavía.
—¿Cómo estás?
—¿Cómo crees, chica estúpida? No puedes ver este apartamento
deplorable en el que estoy siendo forzada a vivir, Dios, incluso los perros
viven mejor.
—¿Hay...?
—¡Deja de lloriquear!
La garganta de Alex se apretó mientras las lágrimas amenazaban
con caer. Nunca en su vida la había tratado tan fríamente. Por lo menos
por lo que podía recordar, pero Alex tenía un punto débil desde lo que a

74
Anya le interesaba.

Página
—Si realmente quieres hacer algo por mí, deshazte de esa chica.
—Deshazte...quieres que la mate. —Podría haberla odiado, pero no
deseaba que Lauren muriera.
—Es lo menos que puedes hacer después de lo que has hecho.
—No puedo hacer eso. —No pensaba que tuviera algo en sí misma
como para matar a alguien—. Eso lastimaría a Mishca. Es mi hermano...
Llevando su mano hacia atrás, Anya le dio una bofetada con la
palma abierta en la cara.
—¿Y yo qué? ¿Dónde está tu lealtad? No es tu hermano. No debe
significar nada para ti.
No existían lágrimas suficientes que pudieran expresar el dolor que
sentía, ni podía pensar en nada que decir. Sólo podía permanecer allí de
pie, sosteniendo su mejilla con la mano, mirando a su madre.
—Debería haberme deshecho de ti—escupió Anya con rabia,
ignorando la mirada de dolor en el rostro de Alex—. ¡Tú me has arruinado!
Girando sobre sus talones, salió del apartamento de su madre,
llevándose sus insultos con ella. Cuando la puerta se cerró de golpe, y Alex
quedó sola una vez más, se agachó, contenta por la luz tenue, de manera
que cualquiera que caminara por allí no la notaría.
Fue en este lugar frío y sucio que se permitió llorar por todo lo que
había perdido.
Cuando no pudo llorar más, se limpió las lágrimas, tomando su
polvo compacto de su bolso para ocultar cualquier rastro de su debilidad.
Regresó lentamente hacia el auto, remarcando cómo de corto y
amargo fue el encuentro con su madre. También necesitaba tiempo para
lograr componerse, sabiendo que si no lo hacía, Mishca podría darse
cuenta de que estuvo llorando, y no quería pensar en lo que haría si la veía
así.
De nuevo en el auto, se abrochó el cinturón de seguridad, sin decir
una palabra, pegando una alegre sonrisa en su rostro cuando sintió a
Mishca mirando su perfil.
—¿Cómo te fue?
Lo miró, notando por primera vez las diferencias en sus apariencias.
En su vida, nunca se sintió tan distanciada de él.
Él era quien la había llevado al parque cuando su madre no podía
hacerlo, vendó sus cortes y heridas, ofreciendo palabras de sabiduría en

75
cada pequeña cosa que preguntara.

Página
—Bien.
No le importaba que no fuera su hermano.
En su corazón, siempre lo sería.
Traducido por Lizi_0696
Corregido por *Andreina F*

L
auren suspiró de alivio cuando llegó a casa, agotada por la
noche en el trabajo. Deseaba simplemente tomar una ducha e
ir a dormir, pero con un examen al día siguiente, tenía que
permanecer despierta por unas horas más para estudiar.
Se permitió a sí misma entrar en el edificio. Subió las escaleras,
quedándose corta cuando vio a Mishca sentado frente a su puerta, con la
chaqueta recostada en su regazo. Llevaba la corbata un poco suelta, el
botón superior de su camisa deshecho. Tenía los ojos enrojecidos, pero
simplemente parecía más cansado que borracho.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Dio una media sonrisa, señalando con el pulgar hacia la puerta. —
Amber pensó que sería mejor que esperara aquí. No estaba segura de sí me
querías aquí o no.
—¿Cuánto tiempo has estado aquí? —le pregunto sacando las llaves
del bolso.

76
Echando un vistazo a su reloj, se encogió de hombros mientras

Página
decía—: Un par de horas.
Lauren reprimió una sonrisa, consciente de que Amber nunca le
envió un mensaje haciéndole saber que se hallaba aquí. Tal vez esta era su
manera de castigarlo.
Cambiando en sus pies, le preguntó—: ¿Te gustaría entrar, o estás
aquí por algo más?
Se puso de pie, moviéndose hacia un lado para darle paso. —He
venido a verte.
Asintiendo, Lauren abrió la puerta, dejándolo pasar antes de
cerrarla con llave detrás de ellos. El apartamento se encontraba en
silencio, con la única luz viniendo por debajo de la puerta de Amber. Sin
molestarse en encender una luz, Lauren se abrió camino a su habitación.
—Déjame tomar una ducha rápida y luego podremos... hablar.
Cuando asintió, lo dejó en su habitación, llevando un cambio de
ropa al baño. En los quince minutos que pasó en la ducha, pensó en lo
que iba a decir y lo que él posiblemente traería a colación.
No podía pensar en qué más tenían que hablar, pero no se atrevía a
darle muchas vueltas, no cuando anhelaba verlo desde ese día en su club.
Esa explosiva conversación que no le trajo ningún cierre, sino que
simplemente la hacía quererlo más.
Se puso de pie delante del espejo, cepillándose el cabello mojado,
tirándolo hacia arriba en un moño mientras observaba su reflejo. Era hora
de tomar una decisión de una vez por todas o nunca sería capaz de seguir
adelante con su vida.
Al apagar la luz del baño, Lauren se quedó mirando a la puerta de
su habitación, jugando con el dobladillo de su camiseta vieja. Pensó en la
última vez que él estuvo en su habitación, una noche para recordar. La
había abrazado, permitiéndole expresar su dolor por su padre, un hombre
que conocía en secreto.
Decidiendo no volver a ese lugar, tomó una respiración profunda,
empujando la puerta, presionando su espalda contra ella, y sintiendo la
fría madera a través de su ropa.
Mishca se hallaba sentado en el borde de su cama, con su chaqueta
colocada sobre el respaldo de la silla en su escritorio. Miraba por la
ventana abierta, parecía mirar el golpeteo de la lluvia contra esta. Cuando
sus ojos la encontraron, la recorrieron, demorándose en sus piernas
desnudas por una fracción más de lo necesario antes de pasar a la cara.
Al menos no era el único afectado.
Empujándose lejos de la puerta, cruzó la habitación, sentándose en

77
el lado opuesto en la parte superior de la cama, cruzando las piernas.
Sólo el sonido de la lluvia cayendo llenó la habitación, el ruido una

Página
vez pacífico, pero ahora se acababa de agregar a la tensión en la sala. Era
difícil estar en la misma habitación que él, al igual que su presencia le
quitaba el aliento.
—Pensé que había terminado. —Mishca comenzó a mirar hacia abajo
a sus manos—. Cuando te fuiste ese día, pensé que te olvidaría y seguiría
adelante como lo he hecho en el pasado.
Eso... dolió, pero no podía culparlo por sentirse de esa manera. Ella
pensó lo mismo.
—Pero no importó cuánto lo intentara, eras la única cosa en mi
mente. —Se volvió hacia ella, con sus ojos suaves y sinceros—. Las
palabras no pueden expresar cuánto lo siento por lo que te dije ese día. No
creo que, en todo este tiempo, realmente me haya disculpado.
Se encogió de hombros, pues no quería que supiera lo mucho que
significaba para ella. —Entiendo cómo te sentías.
—Pero aun eso no me da el derecho a hacerte daño, especialmente
no con todo lo que se te hizo.
—Nunca quise hacerle daño a Alex en el proceso—dijo Lauren en voz
baja—. No pensaba en ella.
Asintió, pero eso parecía estar en lo más lejano de su mente en este
momento. —Eso todavía no es excusa para mis acciones.
—¿Cómo sabías que me llevaban para ser interrogada? —preguntó
Lauren de repente, recordando el costoso abogado.
Mishca parpadeó.
Por supuesto, se olvidó de que su familia tenía conexiones en el
Departamento de Policía de Nueva York.
—Sin embargo, no tenías que hacer eso.
—Lo hice. Con un... acuerdo en su lugar, sabía que con el tiempo
iban a verte como una sospechosa. Necesitaba estar seguro de que estarías
protegida.
No sabía cómo sentirse acerca de eso. ¿Se suponía que le tenía que
dar las gracias? —Entonces, no fue un robo—afirmó, aunque sonaba más
como una pregunta.
—No puedo responder eso, Lauren.
Esa fue toda la respuesta que realmente necesitaba. —No lo
entiendo. ¿Por qué tendría... que ser silenciado por eso?
Mishca suspiró, dándose vuelta para quedar de frente a ella. —

78
Tienes que entender que hay reglas en mi mundo. Las normas vigentes
para prevenir la misma cosa que te trajo a esa habitación. Para mi padre,

Página
era algo de respeto. Eran hermanos, y no por sangre, sino por código. Él
rompió eso.
—¿Y para ti?
Esta vez la encontró con la mirada fija en su cara, negándose a
mirar a otro lado. —Doc no era sólo un médico para mí. Era como el p…
Cortó de inmediato, dándose cuenta demasiado tarde de lo que
estuvo a punto de decir. Lauren sonrió, no del todo forzado, asintiendo con
la cabeza.
—Puedes decirlo.
—Era como un padre para mí cuando mi propio padre estaba
demasiado ocupado en un mundo en el que yo no tenía parte. Era
honorable, más que cualquier otro hombre que haya conocido. —Mishca se
pasó una mano por el cabello, parecía ansioso—. Tienes que entender que
no todos somos monstruos. Hay muchos, sí, pero me gusta creer que no
soy uno de ellos. Nunca consentiría alejar a un padre de su familia,
especialmente, no de ti.
Un nudo se formó en su garganta, las lágrimas picaban en sus ojos.
No habló por miedo a venirse abajo.
—Sé que soy culpable por la relación, pero te lo ruego, por favor,
perdóname por lo que mi familia ha hecho contigo.
Eso fue todo lo que necesitó para que las lágrimas cayeran. Alargó la
mano hacia él, prácticamente sentándose sobre su regazo mientras
envolvía sus brazos alrededor de su cuello. Cuando sintió sus brazos a su
alrededor, cerró los ojos.
—No te culpo, Mish. Ya no es así.
Se quedaron así durante algún tiempo, perdidos en su abrazo, pero
Lauren pronto se retiró, sin salir de su lugar en el regazo de él.
—¿Qué significa eso? No creo que vinieras aquí a pedir disculpas.
—Quiso decir lo que dije. No voy a renunciar.
Esta vez, ella se arrastró fuera de su regazo. —Mish…
—Lauren.
No dudó de la primera vez que lo dijo, pero ella realmente no lo
dudaba. Tenía esa mirada en sus ojos, aquella en la cual no se daba por
vencido sin pelear.
—No podemos.
—¿Por qué no? ¿No es lo que quieres?

79
—No he dicho eso. Antes de que todo... bueno antes de que todo
explotara, estábamos contentos, pero no sé si podemos hacer que funcione

Página
ahora.
—Una vez más, ¿por qué no?
Fue una pregunta tan simple, pero la respuesta fue mucho más
complicada. —Debido a que nuestras familias nunca lo aceptarían. Tu
padre…
—Ya no es un problema.
Lo dijo con tanta convicción que le creyó, pero no era el único
problema. —Y Alex me odia.
—Va a entrar en razón.
—Y Ross es un detective—argumentó con calma.
—Retirado.
—¿Has estado vigilándome?
Afirmó con una sonrisa.
Poniendo los ojos en blanco, le preguntó—: ¿Por qué no te
preocupas? Nosotros…
Mishca la agarró, jalándola hasta que pudo engranar sus labios con
los de ella, fácilmente haciéndola olvidar su argumento por el momento. Se
hallaba tan acostumbrada a que fuera un caballero todo el tiempo que le
sorprendía la pasión cruda que sentía en él mientras fácilmente la
persuadía para aceptar lo que le daba.
En el momento en que se apartó, mirándola, se aferró a él.
—Eres todo lo que me importa. Si te tengo a ti, eso es todo lo que
necesito.—Ella trató de apartarse, pero rápidamente mantuvo sus ojos
azules fijos en los suyos—. Lo único que quiero saber es si tú también
sientes esto.
—Pero, ¿sería suficiente? —preguntó, sus miedos finalmente
derramándose fuera de ella—. Somos tan diferentes, sólo conozco piezas
del mundo en el que estás involucrado. Es sólo que... no sé.
—Intenta. Por mí, por favor. —Acunó su mejilla, forzando su
atención hacia él—. Haría cualquier cosa para demostrarte que esto… —
Hizo un gesto a sí mismo y a una de las estrellas—, no es todo lo que soy.
Podía verlo en sus ojos, el pensamiento en la punta de su lengua. Él
renunciaría a todo si se lo pedía, pero ¿cómo iba a exigírselo? Si fuera a
aceptarlo, tenía que trabajar para hacer que su relación funcionara, sabía
que tenía que aceptar cada parte de él, sin excluir las partes con las que
no estaba de acuerdo.
—Tú—dijo antes de que pudiera decir las palabras—. Te quiero sólo

80
a ti, Mish.

Página
Esa fue toda la confirmación que necesitaba. En lugar de jalarla
hacia él, se acercó a ella. A medida que se cernía sobre ella, cayó hacia
atrás contra las almohadas, conteniendo la respiración mientras bajaba
para otro beso. Este fue el momento más controlado mientras tomaba su
tiempo explorando su boca, mordiendo suavemente su labio inferior.
Sus manos encontraron la parte delantera de su camisa, sintiendo
los músculos de su abdomen por debajo de la fricción del material. Sin
pensarlo, soltó la corbata, dejándola caer sobre el borde de la cama. Las
manos de él se deslizaron bajo la camisa de ella, sus dedos deslizándose
sobre su piel caliente, abarcando desde su estómago hasta la curva de la
cadera, donde apretó posesivamente, jalándola hacia él.
Lauren quería recordar por qué esto era una mala idea, pero él
abrumó todos sus sentidos, dejándola dolorida por su toque.
Se contentaron con eso, pero algo se rompió dentro de los dos, por lo
que se desesperaron por mantener la ropa del otro fuera. Era bastante fácil
deslizar la camisa de Lauren por su cabeza, pero tuvieron que reducir la
velocidad al desabotonar la camisa de Mishca, ambos trabajando
torpemente en los botones.
Nunca en su vida había odiado más los botones.
—Oye, L, Mishca se encontraba… ¡oh, lo siento!
Lauren se detuvo rápidamente, empujando a Mishca a un lado
mientras Amber cerraba rápidamente la puerta tras ella, su risa suave
llegando a través de la misma. Cubriendo su rostro con sus manos por la
vergüenza, sólo podía imaginar la sonrisa en el rostro de Amber.
—¡Me alegra que hayan decidido hacer las paces! —gritó Amber, sus
pasos haciendo eco en el piso hasta que desapareció al otro lado de la
vivienda.
Mishca se reía con su espalda hacia el techo. En el poco tiempo que
estuvo aquí, ya se veía mejor, más animado.
Gimiendo, Lauren lo miró. —¿Tal vez más tarde?
—Te tomo la palabra.
Se aclaró la garganta con torpeza, y relajadamente dio la vuelta así
que se encontraba frente a él. —Si vamos a hacer esto, tengo que saber
algunas cosas.
Rondaba por su mente, saber en qué consistía específicamente su
trabajo en el Bratva. Estaría mintiendo si dijera que no quería saber los
detalles. Todo lo que leyó en línea parecía aterrador, pero nunca vio a
Mishca actuando como lo que había investigado. De hecho, nunca había
conocido a ninguno de los hombres que tenía a cargo, a pesar de que sabía

81
que tenía que tener soldados.

Página
Frotándose la mandíbula, dijo—: Voy a responder a lo que pueda.
—¿Qué haces... exactamente?
Sonriendo, respondió—: Soy dueño de un club.
—Y…
—Eso es todo.
Ella sonrió. —Pero eres un Capitán, ¿no? —Golpeó una de las
estrellas en su pecho—. ¿No deberías tener secuaces que estén sacándole
dinero a los dueños de otros negocios?
—Y te quejas de que Susan ve demasiada televisión.
Se rió. —Creo que es una pregunta válida.
—En pocas palabras, hago un poco de todo.
—¿Alguna vez has matado a alguien?
—Recomendable negación —dijo, y ella no pidió por la respuesta. No
creía que quisiera saber la respuesta realmente.
Cambiando de tema. —Desde que eres un Capitán, ¿has tenido que
gobernar gente?
—No con esas palabras. Sí, hay hombres que siguen mis órdenes.
—¿Cuántos?
—Muchos.
—Y todos ellos, ¿sólo te siguen? —preguntó, chasqueando los dedos
mientras decía—: Sólo de esa manera.
—Algunos sí, otros simplemente siguen las estrellas.
El significado de las estrellas de ocho puntas iguales en el pecho. Se
hallaban tatuadas con tinta negra desteñida. Ni siquiera podía recordar
qué respuesta le dio cuando le preguntó sobre ellas.
—¿Qué…
—Tenemos un montón de tiempo para preguntas, moya globushka—
Cariño mío.
La ternura la hizo sonreír. Lo extrañaba más de lo que sabía.
Se acomodó más cerca de él, apoyando la cabeza sobre su pecho,
cerrando los ojos. —Me alegro de que hayas vuelto, Mish.

82
Página
Traducido por Apolineah17
Corregido por Esperanza.nino

Y
simplemente así, a excepción de Amber y Rob, las cosas
volvieron a la forma en que fueron una vez. Mishca venía para
las cenas de los viernes por la noche cuando no se encontraba
ocupado con sus obligaciones.
Con Amber asomando la cabeza, Lauren cerró su computadora
portátil, levantando la mirada con aire de culpabilidad, aunque trataba por
la vida de parecer inocente. Lamentablemente, no tuvo oportunidad de
silenciarla, así que Amber escuchó los últimos segundos de la película que
veía.
Luciendo divertida, Amber preguntó—: ¿Debería regresar más tarde?
Aclarándose la garganta, tratando de alejar el rubor manchando sus
mejillas, Lauren dijo—: Nop, ¿qué pasa? ¿Necesitabas algo?
—Iba a ir de compras, pensé que podrías querer venir… a menos
que, por supuesto, estés esperando estar sola.
—Está bien, cállate —dijo Lauren sobre su risa—. Trataba de

83
conseguir algunos consejos.

Página
—¿Consejos?
—Bueno… sí.
—¿En serio?
Resoplando, Lauren rápidamente explicó su dilema. —Quiero
sorprender a Mish con un fin de semana para nosotros y estoy bastante
segura de que vamos a… bueno, ya sabes.
Mordiéndose el labio, Amber intentó reprimir una sonrisa. —No, creo
que no sé.
Tratando de reprimir su vergüenza, susurró—: Tener sexo.
—¿Por qué estás tan roja? Me sorprende que no lo hayan hecho
hasta ahora.
Lauren se encogió de hombros, apartando la mirada. La oportunidad
llegó en varias ocasiones, pero parecía que Mishca había estado esperando
algo, y después de todo lo que pasó después, dudaba que el sexo fuera una
prioridad en sus mentes.
—Sí, bueno, ya que es mi primera vez, quiero que sea especial, pero
también quiero que sea buena para él.—Se apresuró a añadir—. ¿Te
acuerdas de esa vez cuando Tristan se quejaba de esa chica siendo un
culo perezoso?
A veces Tristan tenía una habilidad especial para hablarles de sus
proezas sexuales, sin importarle si las hacía sentir incómodas o no… o
incluso si conocían a la chica, como aquella vez que les habló acerca de la
chica de la clase de arte de Amber.
—Tristan sólo estaba siendo un idiota. Nunca tomes consejos
sexuales de él.
—Entonces enséñame, oh grandísima.
—Está lista en diez minutos.

k
Lauren quería comprobar el saldo de su cuenta primero antes de que
se dirigieran a las tiendas, queriendo asegurarse de que su sueldo había
llegado. Cuando metió su tarjeta de crédito y tecleó su clave,
definitivamente no esperaba la cantidad mostrada.

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Parpadeó una vez, luego parpadeó de nuevo, queriendo asegurarse
de que leía la pantalla correctamente. Incluso se salió, volviendo a

Página
introducir su información sólo para estar segura, pero sus ojos no la
engañaban.
Mientras se preguntaba de dónde podría haber venido el dinero, tuvo
una ligera sospecha.
Marcó a Susan. Escuchando el timbre, Lauren trató de decidir cómo
lidiaría con esto, sabiendo que no sería fácil para ninguna de ellas.
Cuando Susan finalmente contestó, Lauren preguntó—: Mamá,
¿robaste un banco?
—Creo que no —dijo Susan confundida—. ¿De qué estás hablando?
—Revisé mi cuenta bancaria hoy y hay más dinero en mi cuenta
que… bueno, nunca.
Susan se quedó callada por un largo tiempo y Lauren asumió que lo
sabía con seguridad ahora.
—Tu padre creó un fideicomiso para ti, su porción de su seguro de
vida. Una vez que cumplieras veintiún años, se haría efectivo.
—Pero, ¿por qué es tanto…? —Entonces se acordó del pago de
Mikhail, el dinero por el silencio de Susan.
Ahora deseaba que nunca se hubiera molestado en preguntar.
Qué más podía decir cuando tenía casi medio millón de dólares en
su cuenta.
—Cariño, ¿quieres hablar? Sé que esto puede ser un poco difícil para
ti…
—No es gran cosa. Puedo manejarlo.
Pero comenzaba a tener un ligero ataque de pánico. Si su sueldo no
hubiera estado en su cuenta, habría cancelado toda esta salida. No se
sentía bien gastar ese dinero, sabiendo por qué se encontraba allí, pero no
tenía idea de lo que haría con él.
—¿Cómo va la escuela? —dijo Susan en un intento de cambiar de
tema.
—Cansada. Odio absolutamente la economía.
—Estoy segura de que lo estás haciendo muy bien.
—Por supuesto que lo estás, mamá —dijo Lauren riendo—. De todos
modos, estoy fuera, de compras con Amber. Te llamo después.
—Sé cuidadosa mientras estás afuera, ¿de acuerdo? Te amo.
—También te amo, adiós.

85
Pensó brevemente en llamar a Mishca, queriendo contarle al

Página
respecto, pero lo pensó mejor en el último minuto.
Cuando Lauren se dio la vuelta, Amber terminaba de hablar con un
chico bastante atractivo que parecía un poco artístico. Tenía cabello
oscuro, no tan oscuro como el de Mishca, y ojos azules que tenían el
mismo tono acuático que los de Mishca, pero les hacía falta un distintivo
plateado…
Lo hacía de nuevo. Ahora, veía similitudes entre Mishca y hombres
al azar, pero ellos siempre carecían de algo en comparación a él.
No queriendo interrumpir, y alegre de que Amber estuviera hablando
con alguien, miró por las vitrinas a los maniquíes que posaban en colorida
ropa interior. Todos tenían poses dramáticas, la ropa interior sólo
sumándose a lo absurdo de todo eso.
—¿Ves algo que te guste? —preguntó Amber caminando a su lado,
con una gran sonrisa en su rostro.
—¿Amigo tuyo?
—Su nombre es Justin. Modeló en una de mis clases antes, bastante
buen tipo.
Lauren esperó impacientemente a que continuara, agitando su mano
violentamente cuando Amber se limitó a sonreír.
—Quería que nos viéramos y bebiéramos la siguiente semana. Y dije
que sí.
—¡Genial! Estás de regreso en el juego.
—Sí, y por lo menos sé que va a apreciar mi arte… no, me prometí
que no hablaría ni siquiera pensaría en Rob. Volviendo a mi pregunta, ¿ves
algo que te llame?
—Ese —respondió, señalando a uno de los maniquíes en el otro
extremo, usando el atuendo más modesto de todos ellos.
—No puedes usar eso. Es tu primera vez, se supone que sea
memorable. Vamos, déjame enseñarte cómo se hace.
Amber la arrastró dentro, señalando inmediatamente cosas
pequeñas y con volantes que pensaba que estaban para morirse.
—¿Qué hay de este?
Amber levantó la entrepierna de una prenda hecha de encaje a la
que Lauren negó con la cabeza antes de que la hubiera sacado de la mesa.
—¿Por qué no algo simple? ¿Algo blanco? ¿Algodón?
Amber lució demasiado alarmada por eso, Lauren se rió. —No estás

86
en prisión, L. ¿Qué hay de estas? —La arrastró a otra mesa llena de ropa
interior de encaje en diferentes colores.

Página
Esas no se veían tan mal.
—Si escojo estas, ¿es todo lo que necesito?
—Cariño, acabamos de empezar.
Dos horas y cuatro tiendas después, finalmente llegaron a casa.
Lauren lanzó las bolsas sobre el sofá, colapsando al lado de ellas mientras
descansaba sus pies adoloridos. Había olvidado lo que era ir de compras
en Nueva York.
—¿Tienes todo? ¿Recuerdas todo lo que te dije?
—Sip. No morder a menos que él esté en ese tipo de cosas, no cera
de vela porque nunca termina bien y finalmente, no nalgadas, a menos
que, por supuesto…
—Esté en ese tipo de cosas —terminó Amber—. Sin embargo, no creo
que Mish lo estaría. Parece demasiado… dominante para ser sumiso.
Lauren se rió y estuvo de acuerdo.
Todo se encontraba listo para su fin de semana especial con él y
apenas podía contener la emoción. Ahora, todo lo que tenía que hacer era
conseguir que él estuviera de acuerdo.

87
Página
Traducido por Aria
Corregido por *Andreina F*

C
uando Lauren tuvo todo listo, y sus ropas empacadas, llamó a
un taxi, dirigiéndose a casa de Mishca para sorprenderle.
Había prestado especial atención a su horario, notando un
patrón. Durante la semana, era constantemente todo negocios, el tiempo lo
pasaba entre Bratva y su club, y los fines de semana, sólo el club.
Desde que Jonathan era el jefe de operaciones, se encargaba de todo
lo que hacía Mishca. Sólo hacía falta una sola llamada por teléfono para
hacer que se encargara de todo durante el fin de semana.
Mishca abrió la puerta, su expresión solemne cambiando a una
sonrisa cuando alcanzó a Lauren.
—Moya globushka—Cariño mío.
—Cuarenta y ocho horas —dijo Lauren sin preámbulos, sosteniendo
un sobre sellado con su nombre en él, su maleta descansando junto a sus
pies.
Mientras lo sacudía frente a su rostro, se lo quitó de las manos,

88
preparándose para abrirlo cuando ella puso sus manos sobre las suyas,

Página
deteniendo sus movimientos.
—Todavía no, primero tienes que estar de acuerdo.
—¿Con qué exactamente tengo que estar de acuerdo? —preguntó
mientras la conducía dentro de su apartamento.
—Tiempo a solas conmigo durante cuarenta y ocho horas sin
teléfonos —subrayó cuando vibró su teléfono—. Jonathan ya ha acordado
supervisarlo todo y estoy segura de que tus, uh, compañeros pueden
manejar un par de días sin ti.
Al menos eso era lo que esperaba.
Sus cejas se juntaron mientras miraba del sobre a ella, haciéndola
temer que fuera a declinar.
—Seguiríamos estando en la ciudad. —Se apresuró a decir—. Y si lo
necesitas, siempre puedes llamar a Vlad o a quien sea.
Silencio… luego sonrió, asintiendo una vez.
—¿Qué necesito?

k
Con solo dos maletas entre ellos dos, se registraron, Lauren
entregando su tarjeta de crédito para que fuera archivada. Decidió ignorar
el ceño fruncido que él le lanzó.
La suite era todo lo que esperaba que sería. La habitación en
realidad se parecía más a un apartamento de lujo que a una habitación de
hotel con su diseño impecable y fantástica vista de la ciudad.
—¿Has pagado esto? —preguntó Mishca mirando alrededor, sus ojos
preocupados.
Oh, no. Reconoció esa mirada.
—Lo he hecho, y no quiero que vayas ahí abajo y lo pagues a
espaldas de mí tampoco.
Sonriendo desvergonzadamente, llevó sus maletas al dormitorio
mientras ella echaba un vistazo a la suite. Tenía dos dormitorios, ambos
con camas de tamaño queen y lujosos cuartos de baño adjuntos.
Uno de ellos, tenía un sauna a un lado, con una nota descansando

89
en la mesa que explicaba cómo usar adecuadamente los utensilios que
tenía dentro. También había un set de puertas francesas, que se abrían a

Página
un balcón, varias plantas altas en jarrones daban privacidad mientras
también eran lo suficientemente densas para permitir que la luz pasara a
través de ellas.
—Así que —empezó Lauren mientras se le unía en el dormitorio
dándole la espalda—, tengo reservas para el restaurante de abajo para
cenar y…
Su voz se fue desvaneciendo cuando se dio cuenta de que se hallaba
al teléfono. No interrumpió, dejándole que terminara la conversación.
Cuando acabó, y se volvió para enfrentarla mientras presionaba el
botón de terminar, rápidamente se explicó—: Detalles de último momento,
prometido.
Incluso le entregó el teléfono. Puede que ella no se diera cuenta en el
momento, pero ese teléfono contenía más información sobre Bratva que
cualquier otra pieza de tecnología que poseía. Si alguna vez caía en las
manos equivocadas, serían capaces de derribarle con relativa facilidad.
—Hablabas de la cena, ¿no?

k
Lauren esperaba por Mishca en la sala de estar. Miraba hacia el
cielo nocturno cuando una araña cayó del techo. Gritó, más por sorpresa
que por miedo. Mishca vino corriendo del baño, deteniéndose de golpe
delante de ella mientras notaba qué era lo que miraba. Con una sonrisa,
cogió la delicada criatura y la dejó fuera.
Se encontraba preparada para agradecerle, pero se distrajo de
inmediato por la vista de él con la pequeña toalla que apenas le llegaba a
medio muslo. De hecho, si no la estuviera sosteniendo de la forma
correcta, podría haber visto más de lo que pretendía.
Existían algunas cosas a las que nunca se acostumbraría y el cuerpo
desnudo de Mishca era una de ellas.
Su pecho era esbelto y tonificado, las estrellas idénticas justo debajo
de su clavícula y las hombreras en sus hombros eran un recordatorio
constante de su puesto, pero en ese momento, eso no podía importarle
menos.
Aclarándose la garganta intencionadamente —notando esa sonrisa
suya creciendo después de haberla atrapado mirando otra vez— Lauren

90
preguntó—: ¿Qué hacías ahí?
Su piel se hallaba ligeramente húmeda, pero no lo suficiente para

Página
indicar que había estado en la ducha.
—Me secaba.
Asintió, aunque apenas oyó una palabra de lo que dijo, demasiado
ocupada viendo una gota de agua descendiendo por su abdomen.
Nunca. Se. Vuelve. Viejo.

k
Alrededor del borde de la copa, Lauren sonrió, mirando a Mishca
entrecerrar los ojos al barman. Ese músculo en su mandíbula trabajando
sin descanso, y no pudo evitar sentir una emoción por lo que pasaba.
Cuando finalmente se volvió a ella, su mirada desvaneció su diversión.
Se decidieron por conseguir bebidas antes de cenar, queriendo salir
de la habitación un poco.
—¿Qué?
—No creo que te haya visto celoso antes. Es un poco agradable.
Murmuró algo parecido a las líneas de “No estoy celoso”, pero
cuando el barman volvió con la bebida de Lauren, Mishca deslizó su mano
bajo la caída de su cabello, su pulgar acariciando su nuca, un agarre
innegablemente posesivo.
—Dime otra vez cómo no estás verde por la envidia, Mish.
Se salvó de responder por la llegada de la recepcionista del
restaurante, conduciéndoles a una de las pocas mesas vacías en el centro
de la habitación.
Les sonrió con gracia y dijo—: Su camarero estará con ustedes ahora
mismo.
Lauren ojeó el menú, decidiéndose por la lubina rayada, pero fue
momentáneamente distraída por el repentino arranque de Mishca.
—Ahora sólo me están jodiendo.
No tuvo que reflexionar mucho qué quería decir porque su camarero
se acercaba rápidamente, y juzgando por la forma en que se esforzó por
detenerse brevemente en sus otras mesas —todas ocupadas con mujeres
preciosas, algunas con sus acompañantes masculinos—, era un poco

91
ligón.

Página
Riendo suavemente, Lauren negó con la cabeza.
—Juro que no he planeado esto.
—Vybudetemenya v mogilu—Serás mi muerte.
—Dah —dijo con confianza, amando la forma en que se iluminaron
sus ojos.
—¿Dónde has aprendido todo esto?
—Compré una edición de bolsillo del diccionario ruso. A veces puedo
adivinar lo que estás intentando decir, otras veces, como ahora, solo
asumo que has dicho algo dulce.
Se rió, atrayendo la atención de las parejas junto a su mesa.
—Es bueno saberlo.
Indiferente a su entorno, agarró el brazo de su silla, atrayéndola más
cerca hasta que estuvo al alcance de su mano. Su mano cayó a su regazo,
sus dedos curvándose alrededor de su muslo.
—Nunca voy a dejarte superar la vergüenza de esto —le susurró ella
justo cuando el camarero llegaba a su mesa.

k
La cena resultó ser algo tranquila después de la muestra de celos de
Mishca. Lauren se hallaba tumbada sobre su estómago, cambiando los
canales, deteniéndose cuando llegó a una película que vio por primera vez
hace como un mes.
—Usé esta para investigar —dijo mientras hundía su cuchara en el
crème brûlée que Mishca envió a la habitación para ella.
Mishca veía la película en silencio, justo cuando se reproducía la
escena del pequeño diario ardiendo en el cubo. Lo sintió mirándola,
intentando descifrar cómo se sentía por ello. Cuando no pensaba en ello,
no dolía tanto.
Todavía echaba de menos leer sus pensamientos, amando la forma
en que su padre veía el mundo, pero era el sacrificio que tuvo que hacer.
—Tengo algo para ti —dijo él abruptamente, saltando fuera de la
cama para buscar en su maleta.
Lo que sea que tenía, lo mantuvo escondido detrás de su espalda

92
mientras volvía.

Página
—Por un beso.
Riendo, se puso de rodillas, presionando sus labios contra los suyos
suavemente, esperando a que él fuera al tema antes de retirarse.
—Enséñamelo.
Con una carcajada, presentó su regalo.
Al principio no se lo creyó, pensando que era una réplica, hasta que
lo abrió y leyó la primera página. Se sentía peligrosamente cerca de llorar,
la imagen de Mishca vacilante.
—Pensé que disfrutarías esto —susurró—. No quería hacerte llorar.
—No, esta es la mejor cosa que podrías haberme dado.
¿Cómo pudo aguantar tanto tiempo sin él?
k
Mishca se sentía tranquilo, sus pensamientos pacíficos por una vez.
Este era el mayor tiempo que había pasado sin responder a una llamada.
Había días en los que iba del club a su padre, luego hacía sus rondas
alrededor de la ciudad para comprobar a sus hombres. Técnicamente,
estas serían las primeras vacaciones que se tomaba en años.
Vlad, como su segundo al mando, se hallaba a cargo mientras él no
estuviera, otra de las pruebas de Mishca para prepararle para un papel
más importante en Bratva. Mientras que no tenía ninguna duda de que el
viejo podía manejarlo, era la forma en que Mishca lo prefería.
En momentos tranquilos como estos, Mishca se preguntaba lo
diferente que sería su vida si hubiera optado por la vida. Puede que
estuviera mal visto, pero era factible. Mientras Catja, la madre de Mishca,
estuvo viva, sabía que nunca seguiría los pasos de su padre, no queriendo
añadir al dolor que ella ya sufría, pero con su muerte vino el agujero vacío
en su vida. Pensó llenarlo con el Bratva, encontrar una familia no habría
sido tan sangriento, pero se supone que eran más cercanos.
Mishca no se dio cuenta de lo vacía que se encontraba su vida hasta
que Lauren entró en ella. Le asombró lo rápido que se enamoró de ella y
pronto se encontró viviendo los momentos en los que ella sonreía, cómo
esa simple acción podía iluminar su rostro. Y cuando era él quien ponía
esa expresión ahí, se sentía completo.

93
Era la razón por la que se contuvo con ella durante tanto tiempo.

Página
Aquella noche en la mansión, cuando habría aceptado encantada
más de lo que hicieron en su cama, no pudo hacerlo. Existían demasiados
secretos, secretos que finalmente les destrozarían.
Y ese miedo era lo que le impedía decir tres pequeñas palabras.
Era un hombre racional y no pretendería que no se sentía
aterrorizado por decirle cómo se sentía y queella no se sintiera de la misma
forma. Los hombres enamorados estaban ciegos a las emociones a su
alrededor, así que mientras podría haber sentido fuertemente hacia ella,
ella podría no compartir la misma emoción.
Incluso ahora, después de todo por lo que tuvieron que pasar,
todavía no había sido capaz de decirlo, no era que no hubiera estado en su
mente. Necesitaba decirlo, no solo para que ella no tuviera dudas sobre la
forma en la que se sentía, sino como un recordatorio para sí mismo de que
no siempre perdería todo lo que amaba.
Lauren se movió en sus brazos, descansando más cómodamente en
su costado. Una cosa que siempre le gustó de cuando dormían juntos era
la forma en que encajaban. Sin importar cómo giraban por la noche, cada
uno siempre se ajustaba a la posición del otro.
Mishca abrió la boca, las palabras a punto en la punta de su lengua,
sin embargo, dudó en decirlas. ¿Podía vivir sin ella una segunda vez?
—Ya tebyalyublya—Te amo —susurró, las palabras suaves en la
habitación silenciosa.
Eran tanto una declaración como lo eran una promesa. Esta vez, no
la entregaría sin una lucha, incluso si ella misma pensaba en irse.
Más segundos de silencio, reafirmando su pensamiento de que
podría haber estado durmiendo. Lo diría otra vez por la mañana cuando
ambos estuvieran dormidos, y en inglés para que estuviera seguro de que
le entendía.
Era sólo cuestión de tiempo.
Mishca cerró los ojos, dejando que sus pensamientos vagaran a
otras cosas, al menos hasta que sintió los labios de Lauren curvados
contra su cuello.
—Ya tebyalyublyuslishkom—También te amo.
Era su turno de sonreír. Su pronunciación sólo era un toque mala,
haciéndole saber que lo había practicado para decirlo correctamente.
Se sintió completo por una vez en su vida y mataría a cualquiera que
intentase arrebatarle esto.

94
Página
Traducido por Camila Cullen & NnancyC
Corregido por Dafne

L
auren pasó sus dedos por el cabello de él, disfrutando la
sensación de las sedosas hebras. La palma de la mano de
Mishca descansaba en la curva de su cadera. En el silencio de
la habitación, las vibraciones de su celular eran ruidosas.
Pero ninguno les dedicó algún pensamiento.
Toda la mañana, holgazanearon en la cama, únicamente disfrutando
juntos de la paz y la tranquilidad. Incluso notó la diferencia en él cuando
sólo eran ellos dos.
Aquí, dejaba bajar su guardia, dejándola ver el hombre debajo de la
superficie.
—Odiarías Rusia —decía Mishca, acariciando perezosamente su
cabello, dejando caer las hebras entre sus dedos—. El frío te sería
insoportable.
Y ambos sabían cuánto odiaba el frío. —Tal vez podemos planear un
viaje a España o al Caribe. Siempre he querido ir allí.

95
—Puedo llevarte mañana si quieres —comentó amablemente.

Página
Lauren nunca habló realmente de dinero con Mishca desde que
volvieron. Nunca se preocupó por preguntarle cuánto dinero tenía, no es
que le importara, pero también quería hacer cosas con él en lugar de que él
siempre pagara todos los gastos.
Sabía que nunca serían iguales, al menos que ganara la lotería o
algo, pero mientras no fuera una mujer “mantenida” se sentía bien con
eso.
—¿Qué tal tomar un descanso el próximo semestre? —Eso le daría
suficiente tiempo para ahorrar para el viaje.
—Me encargaré.
Echó un vistazo al reloj de la mesita de noche. —¿Qué quieres hacer
hoy?
—Quedarme aquí.
—¿Quieres decir en la habitación? —preguntó ella, examinando su
rostro.
—Eres todo lo que necesito.
Y él era todo lo que necesitaba.

k
Mishca salió temprano, prometiendo estar de vuelta pronto, pero ya
había pasado más de una hora. Su primer pensamiento fue enojarse,
pensando que debía estar contactándose con Vlad o uno de los otros, pero
entendió que podía haber sucedido una emergencia.
Sola, se desvistió mientras se dirigía al sauna, regando agua sobre
las rocas calientes y haciendo que el vapor llenara la habitación. Tenía
imitaciones de velas de té ubicadas en intervalos a lo largo de los bancos,
haciendo brillar la habitación.
Doblando sus piernas debajo de ella, cerró sus ojos, la relajación
regresando. En el corto tiempo que estuvieron juntos, se sentía más cerca
de él que en todo el tiempo que pasaron juntos antes.
Quizás era porque ya no existían más secretos entre ellos y ahora se
sentía como si pudieran ser honestos el uno con el otro.
Claro que él no le había dicho todo, notando la manera en la que

96
escogió cuidadosamente sus palabras, pero compartía más cada día y
apreciaba su esfuerzo.

Página
Más importante, quería llevar su relación al siguiente nivel. Nunca la
presionó para hacer algo más de lo que ella estuviese dispuesta a dar, pero
ahora sí quería más, sólo que no sabía cómo lograrlo.
Pero esa era la razón por la que lo trajo aquí, para experimentar con
él a solas, sin preocuparse de que alguien pudiera interrumpir.
Un borrón se movió fuera de la puerta del sauna, una sombra
distintiva. —¿Cuánto tiempo llevas ahí?
Sonrió, contenta de oír su voz. —No mucho. ¿Dónde has estado?
—¿Puedo entrar?
Se sentó derecha en el banco, su pregunta olvidada. Sosteniendo
fuertemente la toalla contra sus pechos, miró el cristal glaseado, donde
sus manos se presionaban contra la puerta mientras esperaba su
respuesta.
Era ahora o nunca.
—Sí.
Lo miró lo mejor que pudo mientras él se desnudaba, agarrando una
de las toallas del mostrador. Cuando abrió la puerta, el vapor salió como
una nube y el aire frío voló apenas a través de ella antes de que la cerraray
estuvieran encerrados juntos.
Incluso mientras la estudiaba, ella siguió examinándolo como si
fuera la primera vez en todos los aspectos. Recordaba lo que le explicó
sobre sus tatuajes, pero aprendió su verdadero significado después.
Estrellas de ocho puntas gemelas se hallaban tatuadas en ambos
lados de su pecho, justo debajo de su clavícula: una señal de su puesto.
Como Capitán, fue recompensado con esas estrellas, la única cosa que no
sabía, era qué tuvo que hacer para obtenerlas.
En ambos hombros tenía hombreras, similares a las que se
encontraban en los uniformes de las Fuerzas Armadas de Rusia.
Significaban lo mismo que sus estrellas.
En su brazo izquierdo tenía un sol creciente, una marca de libertad,
y ese era el único tatuaje del que no dudaba que tuviera otro significado.
Le dijo que era por su madre y tal vez era un signo de que ella se
encontraba libre de su padre. Nunca preguntó.
Por encima, escrito a lo largo de su antebrazo, tenía una línea de
escritura. A frontepraecipitium a tergo lupi, frase en latín que significaba
“Un precipicio en frente, lobos detrás.” El lema del apellido de su familia.
Todos sus tatuajes sólo aumentaban su físico, resaltando su

97
masculinidad. Mishca sólo practicaba artes marciales en el gimnasio, pero

Página
debía hacerlo frecuentemente para estar en la forma en la que se
encontraba.
La toalla que llevaba cayó hacía su cintura, revelando la puntiaguda
V, con un oscuro rastro de vello que desaparecía bajo el material.
En pocas palabras, era increíble.
Sólo podía preguntarse lo que él veía cuando la miraba.
Mishca no se sentó en el banco junto a ella, sino que en su lugar
escogió sentarse frente a ella, estirando sus piernas ante él como si no
tuviera nada por lo que preocuparse en el mundo, pero la toalla escondía
la mayoría de la vista.
La intensidad de su mirada la hizo sentir viva, haciendo que su
corazón martilleara en su pecho. No podía apartar la vista.
No era solo lujuria lo que se calentaba a su alrededor —ni siquiera
las rocas— era algo más, algo más grande que no podía descubrir cómo se
llamaba. Por un poco más de un año, se las arreglaron para detenerse
antes de ir todo el camino y las razones eran desconocidas para ella, pero
dudaba de que hubiera algo deteniéndolos ahora.
Lauren se dio cuenta de que aún aferraba su toalla —los ojos de él
enfocados en eso— y mientras aflojaba sus dedos, la toalla cayó. Esperaba
que no le negara lo que quería otra vez, no creía que pudiera soportarlo.
Pero antes de ir a ese punto, primero quería hacer algo por él.
Parándose, dejó caer la toalla, casi sonriendo cuando su lengua salió
para humedecerse el labio inferior. Se sentía hipnotizada por la cautivada
mirada en sus ojos mientras la observaba, pero no podía permitirse ser
distraída por eso.
Cuando se hallaba lo suficientemente cerca para tocarlo, empezó con
sus hombros, deslizando sus dedos a lo largo de su piel, haciendo lo
mismo que él siempre le hacía. Podía entender por qué lo hacía, sintiendo
el cambio venciéndolo, los músculos contrayéndose bajo de su toque.
Se dejó llevar hacia abajo, lentamente arrodillándose, causando que
Mishca soplara una exhalación mientras la miraba con curiosidad,
esperando a ver a donde llevaba esto, pero no tuvo que preguntarse más
cuando sus manos se detuvieron en su toalla. Encontró sus ojos
brevemente, sólo para asegurarse de que estaba bien antes de tirar
flojamente, abriendo la toalla.
Ya se encontraba duro, sin ninguna duda por el show que había
montado, y con esa imagen, encontró sus ojos y dijo—: Quiero intentarlo.
Si la baja maldición que masculló en ruso era una señal, sabía

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exactamente lo que decía, y por la mirada de anticipación brillando en sus
ojos, concordaba con la idea.

Página
—Yo no… Quiero saber lo que te gusta —dijo sin aliento mientras se
enderezaba.
Después de pasar sus manos por su cabello, empujando las hebras
mojadas fuera de su rostro, le agarró la mano, acercándola unos pocos
centímetros más.
Dio un único asentimiento definitivo, reconociendo lo que dijo, luego
fácilmente envolvió sus dedos alrededor de la base de su pene. Recordaba
mucho de la última vez que estuvieron juntos, cómo sostenerlo solo un
poco más apretado de lo que habría hecho normalmente. Él siseó,
haciéndola relajar su agarre, pero rápidamente le hizo saber que lo había
estado haciendo bien.
Pensó en las películas que estuvo viendo en preparación de esto,
pero ahora, cada cosa que pensó que debía recordar, se le había olvidado.
Mirando hacia abajo a eso, trató de no desanimarse, sabiendo que
no podía ser tan difícil como pensaba que sería. Lo fundamental era
suficiente, pero no quería decepcionarlo.
Sin perder otro segundo —o sus nervios tomarían lo mejor de ella—
tentativamente se inclinó y lo tomó en su boca, sólo la cabeza, suficiente
para obtener una reacción de él, una que envió un escalofrío por su
columna vertebral.
Se hallaba en el borde, sus muslos tensos, sus manos descansando
a ambos lados de ellos, sus nudillos blancos por la fuerza. Cuando tomó
un poco más, maldijo de nuevo, esta vez en inglés, una larga e
interminable palabra que la dejó saber que disfrutaba de esto tanto como
ella.
Empezando un ritmo lento, actuó cuidadosamente, sin atreverse a
tomar demasiado en caso de que se atragantara. Sus manos pasaron de su
posición en el banco a su cabello, sus dedos deslizándose a través de las
hebras antes de cerrar el puño.
Se perdió a sí misma en ello, disfrutando el hecho de que estuviera
complaciéndolo, más que feliz con sus reacciones. Cuanto más tomaba,
más se apretaban sus manos antes de relajarse cuando ella ahuecaba su
trasero. Cuando lentamente, aunque un poco torpemente, movió su puño
en el mismo movimiento que su boca, gimió un duro y roto sonido que la
encendió más de lo que creía posible.
Y mientras experimentaba, independientemente, Mishca era
bastante cuidadoso con ella. Incluso en esto, cuando se encontraba
normal, se mantenía en completo control.
Ella quería romper eso. Quería verlo desatado.

99
Inspirada, Lauren hizo todo lo que pudo pensar para provocar una
reacción ilícita más grande y buena… y eso fue lo que obtuvo. Cuando

Página
intentó probarlo, arremolinando su lengua alrededor del suave fondo, dijo
su nombre casi como una oración, y el poder que ella ejercía en ese
momento fue emocionante.
Parecía como si no pudiese soportarlo mucho más.
Tiró de su cabello, no lo suficiente como para lastimarla, pero si para
llamar su atención, y la elevó y colocó sobre su regazo en un rápido
movimiento.
Sus labios golpearon los de ella, robando su respiración mientras
sus manos iban hacia su trasero, apretándolo posesivamente. Si tenía
alguna duda de que disfrutó de lo que le hizo, estas se desvanecieron.
Ese control que pensó que tenía, también tomó eso, pero amaba ese
lado de él.
—¿Lauren?
Era suficiente, solo su nombre dicho con ese grave tono, la dejó
saber que estaba a punto de pasar, pero aún notaba una pregunta en su
voz, como si necesitara la confirmación de ella antes de empezar.
—Sí.
Tirando de ella, la llevó a la recámara sin romper su agarre. Ahora,
Lauren podía ver lo que estuvo haciendo más temprano.
Había un carrito cerca de los pies de la cama, lleno de bandejas
cubiertas de plata. Se preguntó que podría haber en ellas, pero se sentía
demasiado cautivada por Mishca como para importarle.
La dejó caer sobre la cama, rápidamente siguiéndola mientras
empezaba a besar su camino hacia abajo por su cuerpo en un ritmo casi
febril.
Succionó un tenso pezón en su boca, deslizando su lengua a su
alrededor, persuadiéndola para que soltara un gemido mientras se estiraba
hacia él, necesitando sentirlo.
Para el momento en que llegó a sus extendidas piernas, jadeaba y él
redujo la velocidad, su atención volviéndose más reverente mientras se
aproximaba al lugar donde lo quería desesperadamente.
Ahora, era ella la que se retorcía bajo su arremetida, tratando de
tenerlo donde lo quería, y él la esquivaba resueltamente, mordisqueando
sus partes internas en su lugar. Pero cuando pensó que la torturaría más,
la sorprendió insertándose inmediatamente, su lengua ahondando en sus
pliegues con desenmascarada hambre.
—Oh, Dios, Mish.
Las palabras escaparon de ella sin que tuviera intención de decirlas,

100
pero él sólo tomó eso como un aliento. Sus manos fueron a apoyarse en
sus muslos, manteniéndolos abiertos mientras la forzaba a aceptar lo que

Página
le hacía.
Se echó hacia atrás, sólo el tiempo suficiente para decir—: Mantén
las piernas abiertas. —Antes de que se instalara de nuevo, esta vez,
agregando las manos a la mezcla. Con cuidado, metió un dedo dentro de
ella, moviéndolo de izquierda a derecha antes de agregar otro, estirándola.
Los sonidos saliendo de ella eran bochornosamente fuertes, sus
gemidos haciendo eco en la habitación.
Justo cuando estaba segura de que acabaría de ese modo, retiró sus
dedos y salió por completo de la cama, dejándola esperando. Como
cualquier chica, llegó a pensar en cómo perdería su virginidad, con quién
sería, pero nunca pensó que sería con alguien como Mishca.
Era un miedo raro el que sintió mientras él rasgaba el envoltorio del
condón, haciendo un espectáculo el ponérselo, un acto que la tenía
apretando los muslos, queriendo aliviar la presión. Lo quería más de lo que
jamás quiso a alguien en su vida.
Cuando se acercó de nuevo, ya no vio la desesperación en los ojos de
él, la que vio cuando se hallaban en el sauna. Ahora, volvía a estar en
control. Agarrándole los tobillos, la acercó hacia él hasta que estuvo en el
borde de la cama.
Sus manos se deslizaron hacia arriba por sus pantorrillas, pasando
por la parte posterior de sus rodillas, extendiéndole las piernas mientras
avanzaba. La miró fijamente a la cara en lugar de a su cuerpo, como si sus
reacciones a lo que le hacía fueran más importantes, pero su toque le
servía de guía.
Cuando se hallaba posicionada como quería, se cernió sobre ella con
los brazos estirados, su dura longitud presionada contra ella.
Pensó en bajar la mirada, queriendo verlo posicionarse, pero acunó
su cara, obligando a que su atención regresara a él.
—Mírame —susurró, su voz áspera y grave.
Lo sintió en lugar de verlo moverse, y sus manos se desviaron al
centro de su cuerpo hasta que se tomó con el puño a sí mismo, lentamente
frotando arriba y abajo hasta acomodarse en su entrada.
—Seré cuidadoso —prometió.
Con los movimientos más pequeños de sus caderas, estaba dentro
de ella. Únicamente la cabeza, pero suficiente para que chillara de
sorpresa, aunque no pudo concentrarse demasiado en eso porque sentía
sus manos en todos los sitios a la vez.
Primero fue sólo el suave roce de su pulgar sobre su mejilla, luego le

101
cubrió los senos, sus susurros jadeantes al oído haciéndola arquearse
contra él, deslizándolo más profundo.

Página
Se encontraba muy ocupada concentrándose en lo que le hacía como
para comprender lo que le murmuraba al oído, sus palabras como caricias
físicas. No era tímido sobre su apreciación al cuerpo de ella, pero aunque
no pareciera posible, sus palabras la hicieron arder más de deseo entre
sus piernas aunque él ya se hallaba dentro de ella.
—¿Más? —preguntó con una sonrisa divertida aunque lucía un poco
forzada.
Las palabras le fallaron. La única cosa que pudo hacer fue asentir.
Él le agarró una pierna, elevándola para envolverla alrededor de su
cintura. La nueva posición le permitió mejor profundidad, pero también
trajo dolor. Las manos de ella volaron a sus caderas, forzándolo a
detenerse mientras temblaba debajo de él.
—Lo sé —dijo, capturando sus muñecas con una mano, subiéndolas
por sobre su cabeza, presionándolas contra la cama.
Ella no sabía si podría aguantar mucho más. Se sentía… muy
grande, como si no fuera a encajar completamente dentro de ella.
—Mish… —Pensó decirle que se detuviera, el dolor era casi
insoportable, pero él retrocedía y luego entraba de nuevo, y aunque aún no
se sentía asombroso, notaba una ligera sensación de algo.
—¿Confías en mí? —preguntó, con sus ojos azules estoicos.
—Sí —contestó, sin ninguna duda en su mente.
Presionó un beso en la curva de su cuello, luego mordió suavemente
en el tendón que se encontraba allí, sus caderas moviéndose en serio
ahora.
—Dilo otra vez.
—Sí.
Tan rápido como el dolor comenzó, empezó a reducirse, reemplazado
con una sensación indescriptible que la tenía liberando sus manos,
agarrándolo, atrayéndolo más cerca.
Envolvió las piernas alrededor de su cintura mientras él la inclinaba
hacia arriba, alineándolos. Jadeando el nombre de él, sintió sus manos
flexionarse en sus muslos en respuesta a ella.
Si existía un término medio entre suave y rudo, Mishca era el mejor
en ello. Después de entrar y salir de ella, dándole la oportunidad de
acostumbrarse a su tamaño, deslizó un brazo por debajo, tirándola hacia
arriba y prácticamente sosteniendo su peso mientras la presionaba contra

102
el cabecero.
Envolvió los brazos alrededor de su cuello, regresando lo mejor que

Página
pudo lo que él le daba.
Las palabras le fallaron a ambos y las oportunidades para
revelaciones les eludieron, pero en este momento, se transmitieron sus
sentimientos, su pasión por el otro.
El sonido de sus respiraciones jadeantes era fuerte en el cuarto y sin
importar cómo Lauren envolvía las piernas en torno a su cintura, no podía
acercarse lo suficiente a él.
Cuando estuvo tan hondo como pudo llegar, gruñó, dejando caer su
cabeza en la curva de su cuello. Prácticamente podía sentirlo en él, el
dominio de sí mismo que tenía mientras esperaba a que su cuerpo se
acostumbrara a su tamaño.
Dejando besos tan suaves como una pluma a lo largo de su cuello,
finalmente él tomó su boca, la suavidad, poco a poco, volviéndose algo
muy diferente, no que estuviera sólo pensando en sí mismo. Sin
interrumpir el beso, movió una mano entre ellos, usando el pulgar para
frotarla íntimamente, relajando el duro agarre que ella tenía en él con sus
muslos.
Mishca no se detuvo, ni siquiera cuando hizo retroceder sus caderas,
lentamente hundiéndose dentro de ella otra vez. No se detuvo ni siquiera
cuando ella jadeó contra su boca, sus labios curvándose con satisfacción
ante la reacción.
Al principio, no entendía cómo alguien podía disfrutar del sexo, pero
ahora, mientras él se movía expertamente en su interior, lo entendió a la
perfección.
—Por favor…
Esa súplica fue suficiente para que entendiera lo que necesitaba y
gustosamente se lo dio, maldiciendo en ruso mientras ella se apretaba a su
alrededor. Él podía sentirlo, esa sensación de hormigueo moviéndose
sigilosamente por su cuerpo mientras trataba de aguantar, pero cuando
ella pronunció su nombre, en voz baja, casi como una plegaria, estuvo
acabado.
Mishca se estremeció mientras se corría, logrando seguir
sosteniendo su propio peso con sus brazos. Bajó la mirada hacia ella con
tanto amor y adoración brillando en sus ojos que ella no pudo evitar
devolverle la sonrisa, aunque se sentía avergonzada de que sus piernas
todavía estuvieran temblando.
—Dame un minuto, amor. —Le besó la frente, retirándose con
delicadeza mientras se metía en el baño para eliminar el condón.
El agua fluyó por un rato antes de que Mishca regresara,

103
sosteniendo una toalla húmeda en la mano. Los ojos de Lauren se
ampliaron y sacudió la cabeza rotundamente.

Página
—Puedo encargarme.
—No seas tímida ahora —dijo cayendo sobre la cama, arrastrando la
sábana hacia abajo para exponer su mitad inferior.
—No, en verdad yo…
La interrumpió con un beso, silenciándola más allá de la discusión
que pensaba darle. Tan preocupada por la forma en que sus labios se
movían sobre los de ella como para prestar atención a lo que hacía entre
sus piernas. Cuando terminó —haciendo un último viaje al baño— regresó,
presionándola a su pecho y apagando las luces.
Mantuvo una mano en la parte baja de su vientre, desplegando sus
dedos en forma de abanico para cubrirla más. Su toque era caliente,
abrasador, y a ella le encantó cada minuto de ello.
—¿Fue lo que esperabas? —preguntó en voz baja.
Bostezó, sorprendida por cuán cansada se sentía. —Mejor.

k
Más tarde, mucho después de que Lauren se hubiera quedado
dormida, Mishca se hallaba parado en el balcón, casi ajeno a la fría
temperatura gracias, en parte, al vaso de whiskey que bebía. Por una vez,
su mente se encontraba en calma, sus pensamientos no estaban
constantemente enfocados en el trabajo que tenía que hacer para la
Bratva.
Se deleitó en el tiempo ininterrumpido que pasó con Lauren. Lo hizo
sentirse completo, como si fuera más que su posición en la organización…
como si fuera más que su apellido. Era un sentimiento que no tenía desde
su madre.
Mirando el cielo iluminado por la estrellas, estrechó los ojos ante la
fina línea de luz que vio al otro lado del cielo, apenas sobresaliendo, pero lo
suficiente como para que reconociera qué era. Con una sonrisa, entró de
nuevo a la habitación y se acercó sobre la cama donde Lauren seguía
dormida tranquilamente.
La sábana se hallaba envuelta alrededor de ella, protegiendo su
desnudez, pero no haciendo nada para ocultar el contorno de su cuerpo
por debajo. Parecía tan tranquila mientras dormía, pero sabía que le

104
encantaría lo que estaba a punto de mostrarle, incluso si significaba que
tuviera que despertarla para ello.

Página
—¿Lauren?
Le tocó con suavidad la curva de su cadera mientras llamaba su
nombre, incapaz de resistir la tentación de curvar la mano alrededor de su
costado, observando con satisfacción cómo suspiraba, arqueándose hacia
su toque.
Pero, aun así no se movió.
Riendo entre dientes, deslizó un brazo por debajo de sus rodillas y
otro bajo sus hombros, fácilmente levantándola en brazos. Ella jadeó,
inmediatamente aferrándose a él, envolviendo las piernas alrededor de su
cintura.
—Mish, ¿qué estás haciendo? —susurró somnolientamente,
enterrando la cara en la curva de su cuello.
—Quiero mostrarte algo.
Abriendo las puertas francesas, salió al balcón, riendo cuando
Lauren lo insultó y lo agarró más fuerte como si así pudiera escapar del
frío.
—Tienes que darte la vuelta para verlo —explicó mientras la bajaba,
sosteniendo la mayor parte de su peso aunque sus pies descalzos se
apoyaron en los suyos así no estarían en el concreto helado.
Manteniendo un brazo envuelto en su cintura, usó el otro para
apuntar arriba y mucho más allá del agua, justo donde una franja de luz
verde se cernía en el cielo y si uno miraba lo suficiente atentamente,
también se veían distintos tonos de azul.
Ella miró en la misma dirección. Él pudo notar el momento en que lo
vio, su grito ahogado de sorpresa haciéndole sonreír.
—Siempre estoy durmiendo en este momento —le dijo, sonriéndole—
. ¿Hay algo de lo que te olvides?
No cuando se trataba de ella. Si le tomara el resto de su vida
hacerlo, le daría todo lo que alguna vez le pidió, no debido a la culpa, sino
debido a que se lo merecía y quería que fuera feliz con él.
Se dio vuelta en sus brazos, sus ojos cálidos y conscientes. —
Gracias, Mish.
Inclinándose, presionó un beso rápido en su frente. —Diya vas v
mire—Para ti, el mundo.

105
Página
—¿Tienes todo? —preguntó Mishca, al día siguiente, mientras se
colocaba en el hombro los bolsos.
Lauren repasó la habitación una vez más, revisando el baño y la
mesita de noche por los cargadores de sus teléfonos. Mishca bajó antes
que ella, para ir a darle sus tickets al valet.
En la recepción, recuperó su tarjeta del recepcionista. Sonriendo,
Lauren le dijo—: Que tenga un estupendo día.
Mientras se alejaba, el oficinista la llamó. —Por favor, dígale al Sr.
Volkov que su factura será enviada a su correo electrónico.
Maldita sea, Mishca.
Traducido por JackieC
Corregido por Alessa Masllentyle

M
ishca estaba en un inusitado buen estado de ánimo
mientras permanecía de pie en una bodega rodeado de
grandes cajas de madera, pero no era el hombre frente a él
vestido de cuero que lo mantenía en calma en medio de un negocio de
armas.
Desde que Viktor había suministrado la mayor parte de las armas a
su clientela, Mishca y Mikhail habían dividido la lista. Mishca tenía unos
pocos clubes de motocicletas, así como hombres de negocios en busca de
armamento de grado militar. Los de Mikhail eran similares, aunque
incluían hombres de la escena pública, más dispuestos a trabajar con
alguien de la edad de Mikhail.
Estaba feliz de que por fin tenía algo que esperar después de
terminar con todo. Nunca podría haberlo imaginado, tener a alguien que lo
conocía por dentro y por fuera, no sólo aquellas partes que había elegido

106
mostrar.
El hosco motociclista, junto a un número selecto de su club, hojeaba
las armas automáticas que Mishca había traído, probándolos en muñecos

Página
que los hombres de Mishca habían establecido en la parte posterior.
Habían estado haciendo negocios juntos durante los últimos seis
meses, y después de un duro comienzo, mayormente por la sorpresa del
presidente ante la edad de Mishca, lo cual nunca se ponía viejo, las cosas
habían sido estables desde entonces. Habían sucedido unas pocas
negociaciones sobre el precio cuando Mishca se acercó con el nuevo
acuerdo, y si él hubiera estado en su posición, podría haber tratado de
sacar provecho sobre alguien tan joven como él, pero Mishca no era como
cualquier tipo de veinticinco años de edad.
—Cincuenta mil por los fusiles AK, diez por las armas pequeñas de
mano —dijo el Pres, sosteniendo una bolsa de lona llena de bultos de
efectivo.
Asintiendo con aire ausente, Mishca dio luz verde para que Sergei
recoja el dinero, distraído por el repiqueteo de su teléfono celular.

k
Desde el hotel, Mishca había querido que Lauren estuviera más
cerca, para su gozo. Sus cosas repartidas entre la casa colonial y el
apartamento de Mishca en la ciudad. Siendo realistas, no tenía nada de
qué quejarse.
Ella…
—Bueno… supongo que algunas cosas nunca cambian.
Lauren bajó la camisa que estaba sosteniendo, volviéndose hacia la
chica que estaba en la puerta del armario. En un vestido azul ceñido, era
hermosa, con el cabello rubio ondulado que era más oscuro en las raíces.
—¿Estás aquí por Mishca? —preguntó, sin saber qué más decir, su
mirada se centró en la llave de oro que colgaba de una cadena en su mano.
—Saliste con eso por su dueño, ¿verdad?
Lauren frunció el ceño, mirando sus dedos bien arreglados
atravesando su cabello rubio. —No está aquí. ¿Qué tal si vas y luego lo
llamas?
—Es lindo que pienses que puedes decirme qué hacer. —Tenía las
uñas como garras, pintadas de un color marrón oscuro que era sólo

107
ligeramente más claro que el color que llevaba en los labios—. ¿Cómo te
llamas, querida? Siempre amó niñas con nombres comunes.

Página
Tenía un acento, uno más fuerte que la versión de Alex. Tal vez era
francesa. Lauren no dudaba que Mishca tuviera relaciones con la chica, no
cuando actuaba como si fuera de su propiedad. Aunque Lauren nunca
había oído hablar de ella… ni siquiera sabía cómo se llamaba.
—No creo que mi nombre importe. ¿Quién eres tú?
La puerta principal se abrió y cerró, haciendo llegar el sonido hasta
el armario, pero Lauren se quedó donde estaba, negándose a apartar los
ojos de ella. Secretamente contenta de que Mishca había regresado
temprano.
—¿Lauren?
—Estoy aquí.
Apareció en la puerta algunos momentos después, su mirada
extraviada entre las dos, toda su actitud cambió cuando se centró en la
chica.
—Naomi.
Movió sus dedos en él y sin mediar palabra, cerró la distancia entre
ellos y procedió a meter su lengua hasta su garganta. Mishca no reaccionó
al principio, pero un instante después, con firmeza la apartó.
—Ne nachinayte eto der'mo—No empieces con esta mierda.
Al menos, se limpió la boca con el dorso de su brazo. No podía creer
el descaro de esta chica.
—¿Podrías disculparnos? —preguntó Mishca mirando directamente
a Lauren.
Un poco dolida, no, muy herida, preguntó—: ¿Quieres que me
vaya?
Él negó con la cabeza, frunciendo el ceño. —Por supuesto que no,
Naomi se va, ahora.

k
Hacía siglos que Mishca había visto por última vez a Naomi Le
Feuvre, pero hasta ese momento parecía demasiado corto. Una vez, le
había dado la bienvenida con gusto como una distracción de la traición de

108
su padre, hace mucho tiempo, pero después de que se hubiera ido, había
logrado entender que era una adición tóxica para su estilo de vida poco

Página
saludable ya. Estaría condenado si entrara ahora tratando de destruir lo
que había construido.
—¿Qué quieres, Naomi?
Pasó sus uñas por el centro de su pecho, escavando un poco con
una sonrisa serena. —Vine por ti. Vamos, Mishca. ¿No me has extrañado
para nada?
—No. —Eso borró la sonrisa de su cara.
—Espero que no sea a causa de esa pequeña idiota ingenua con la
que estás jugando a la casita, ¿verdad? —No esperó una respuesta, leyó su
expresión—. Es ella. No puedes sentir algo por ella.
—No importa, no te concierne. Vete, Naomi, antes de que me olvide
que estoy enojado contigo.
—Esto no ha terminado entre nosotros —murmuró con voz sedosa,
presionando los pechos contra el suyo. Ella agarró sus manos, lo que lo
obligó a colocarlas a su alrededor hasta que fueron presionadas contra la
parte baja de su espalda—. ¿O has olvidado?
—Tiendo a no olvidar mis errores para no repetirlos.
—¿Puede darte todo lo que necesitas, Mishca... o te contienes con
ella?, ¿cuánto tiempo pasará antes de que le muestres accidentalmente la
bestia dentro de ti?
Mishca apretó los dientes, listo para empujarla lejos cuando la
puerta a su espalda cedió. Maldijo en voz baja, dejando caer las manos y
volviéndose hacia Lauren.
No había acusación en sus ojos. —Mish.
—¿Mish?, ¿realmente le permites que te llame así? El Mishca que
recuerdo odiaba los apodos.
Se preparó para responder a su comentario malintencionado, pero
Lauren se le adelantó.
—La gente cambia.
Ya sea si estuviera cansada de los juegos, o sólo quería dejar las
cosas para otro día, Naomi se dio la vuelta.
—Te veré pronto, Mishca.
Cuando estuvo fuera de la vista, Mishca inmediatamente se dirigió a
Lauren. —Puedo explicarlo.
—Por favor.

109
—Primero, nunca le dejes entrar a este apartamento de nuevo.
—Oh, no la dejé entrar —dijo cuando estaban de vuelta dentro de su
dormitorio—. Tiene la llave.

Página
Mierda. Necesitaba cambiar las cerraduras inmediatamente.
—Asumo que ambos debían ser cercanos para que tenga una llave.
Se frotó la parte posterior de su cuello, la torpeza llenándolo. —
Vivimos juntos en un punto, pero no era como lo que tenemos. Creo que
los dos estábamos juntos sólo por el sexo.
Y por lo que Mishca podía hacer por ella, pero no lo sabía en ese
momento.
—¿Cuánto tiempo hace de esto?
—Desde el momento en que tenía dieciocho años hasta que cumplí
los veintiuno.
—Eso es mucho tiempo para ser sólo amigos con beneficios, ¿no te
parece?
Se encogió de hombros, un poco avergonzado de su pasado. —Era en
lo que estaba metido en ese momento. —Mishca acababa de notar que
tenía puesta su chaqueta—. ¿Te vas?
—Tengo escuela mañana, Mish. No me puedo perder otro día de
clase.
—¿Te importa si me quedo esta noche contigo?
—Por supuesto que no, pero no tienes que hacerlo. No me estoy
volviendo loca o algo sobre Naomi.
Pero no creía eso. Agarró las llaves y la siguió fuera de su
apartamento, tomando su coche de vuelta a su casa. Lauren fue
sorprendentemente silenciosa en el camino, por lo que se preocupaba más
acerca de lo que pensaba.
Dentro de su apartamento, se desnudó, subiendo a su cama
mientras ella hacía lo mismo. Se mantuvo de espaldas a él, no es que eso
lo disuadiera.
La atrajo, relajándose cuando se acomodó contra él con un suspiro
de satisfacción.
—No hay nada por lo que debas preocuparte. —Prometió—. Ella está
en mi pasado.
—Lo sé.
Más tarde, cuando se quedaba dormido, se preguntó por qué Naomi
había regresado, a sabiendas de que no le importaba lo suficiente acerca

110
de él o de su relación, o la falta de ella.
Ahora, no estaba allí por los celos mezquinos. Podía verlo en toda su

Página
cara cuando entró, y por eso haría todo en su poder para joder la cabeza
de Lauren.
Tendría que averiguar por qué estaba allí y pronto. Cuanto más
rápido lo consiguiera, más rápido podía obligarla a irse, poniendo sobre su
cabeza la única cosa con la cual podía ejercer algún tipo de influencia.
Traducido por MaryLuna
Corregido por AriannysG

M
ishca se frotó los ojos con cansancio cuando despertó, el
zumbido insistente de su teléfono haciendo chirriar sus
nervios. Contestó sin comprobar el identificador de
llamadas y esperó a que Lauren se instalara en sus brazos antes de
colocar el Blackberry en su oreja.
—¿Sí?
—Los albaneses están en la ciudad.
Su mano se tensó sobre la cadera de Lauren y esperó calmar el
constante dolor de cabeza que tenía con una venganza.
Mientras que los irlandeses —Declan en particular— eran una
molestia, los albaneses era un tipo diferente de problema, uno que surgió
años atrás.
—¿El Pakhan?
Vlad soltó un gruñido. —Por lo que entiendo, están aquí por ti.

111
—¿Dónde?
—The Den.

Página
—Dame veinte minutos.
Colgando, Mishca se levantó de la cama, buscando en el suelo por
sus pantalones vaqueros y poniéndoselos de un tirón.
—¿Trabajo?
Lauren se encontraba de costado, abrazando la almohada que
acababa de dejar. Ojalá pudiera quedarse aquí con ella, olvidarse de Naomi
y ahora la repentina llegada de los albaneses a Nueva York. Tuvo una
ligera sospecha de que ambos se conectaban de alguna manera, pero no
podía entender por qué.
—Sí, pero no me iré por mucho.
Se inclinó, besando su frente, viendo la sonrisa iluminar su rostro.
—Vuelve pronto.

k
Primero, una parada rápida en su apartamento para cambiarse de
ropa y prepararse, luego Mishca se fue a Brighton Beach, donde tendría la
reunión con algunos de los miembros.
The Den era uno de los muchos restaurantes de cocina rusa en
Brighton Beach aunque no se encontraba cerca del muelle, pero a pesar de
los negocios turbios de su dueño, era un lugar libre de cualquier actividad
delictiva a excepción de la reunión de negocios ocasional.
Mikhail fue dueño de los restaurantes por dos décadas e invirtió sus
ingresos en ellos, haciendo un destino de calidad. Las paredes hechas de
piedra blanca, azulejos de mosaico recubriendo el suelo, con lámparas de
araña color champán cálido. Había un escenario en la parte posterior de la
zona del comedor donde los artistas cantaban en su lengua materna, una
experiencia incomparable con cualquiera de su competencia.
Cuando no manejaba negocios, Mikhail se encontraba en la cocina,
supervisando a los chefs mientras preparaban las selecciones del día. Fue
aquí donde Mishca encontró a su padre, llevando un delantal blanco
manchado atado a la cintura, una gran cuchara de plata en la mano
mientras saboreaba lo que parecía ser remolacha.
Mishca apenas entraba a la cocina en el momento que Mikhail
gritó—: He oído que los albaneses están en la ciudad.

112
En realidad no debería haber estado sorprendido de que su padre
oyera, prácticamente nada pasaba en esta ciudad sin que él no supiera.

Página
—Es por eso que estoy aquí.
Los territorios estaban en su lugar por una razón, principalmente
para asegurar que siempre que una organización vecina se entrometiera,
anunciaban su presencia. Antes de que Mishca siquiera se hubiera unido
a las filas, fue la práctica común de disparar primero y preguntar después.
Luego de unos pocos horribles, sangrientos accidentes, los Bratva dejaron
en claro a todo aquel que consideraba estar cerca de ellos que era
necesaria una invitación. Para los albaneses, no obstante, la disposición
era completamente diferente. Nunca se les permitió en el territorio de los
rusos. Nunca.
—¿Qué has hecho ahora? —preguntó Mikhail secándose las manos
limpias.
—Nada que yo sepa. Trato de alejarme de ellos después del incidente.
No tuvo que explicar, Mikhail sabía exactamente de lo que hablaba.
—¿Y asumo que no me necesitan?
—Puedo manejarlo.
Mikhail lo estudió, finalmente asintiendo.
—Así será. Confío en que tendrás esto resuelto rápidamente. Voy a
entretener a los invitados de esta noche.
—¿El senador Torres? —Mishca sonrió mientras su padre le devolvió
la mirada. Él no fue el único que escuchó cosas.
Mishca dejó las cocinas, volviendo al comedor, buscando un puesto
alejado de las ventanas delanteras. Ahora, sólo necesitaba esperar a que se
presentaran.
No vino desprevenido, sin embargo, Mishca llamó a algunos de sus
hombres a reunirse con él aquí, sólo para asegurar el cumplimiento de
todos. Vlad ya se encontraba estacionado en las inmediaciones, así como
Donald y Raj quienes trabajaban a menudo de seguridad en su club.
Luego estaba el otro.
Caminó por las puertas de entrada, gritándole a un hombre que por
error tropezó con él en su camino. Tenía un rizado cabello rubio y ojos
azules, pero su mirada más bien agradable contrastaba con el psicópata
que realmente era.
Luka Sergeyev era otro de los ejecutores de Mishca, un hecho que
muchos otros no entendían. Pensaban que, a causa de su edad, no se
merecía el puesto, pero eso no le importaba a Mishca, él también fue
pasado por alto debido a su edad, y le importaba aún menos a Luka.

113
Tenía cero respeto por la autoridad además de Mikhail, y cuando
estaba en el estado de ánimo, también por Mishca. Mientras que otros

Página
llevaban trajes, Luka sólo llevaba pantalones vaqueros y camisetas.
Frecuentemente aparecía tarde a las reuniones, sin otra razón más que la
de enojar a Mishca, apenas hablaba, y tenía un retorcido sentido del
humor. Esto no quiere decir que no respetaba a Mishca y el trabajo que
hacía, sólo no era tan tradicional al respecto.
Tampoco ayudaba que podría ser un poco... impredecible. Los
hombres en el Bratva procedían de diversos ámbitos de vida, pero Luka
vino de varios orígenes diferentes, los que Mishca verdaderamente no
conoce ya que Luka se negaba a hablar de ello. Lo único que Mishca sabía
a ciencia cierta era que los padres de Luka habían sido albaneses.
Mishca ni siquiera sabía el verdadero nombre de Luka.
Se dejó caer en la silla junto a Mishca, tomando una gran mordida
de la manzana verde en su mano.
—¿Qué está haciendo, jefe?
Vlad rodó los ojos, la única cosa que cualquiera hacía cuando Luka
se encontraba cerca.
Echando un vistazo a su reloj, Mishca notó la hora.
—Me sorprende que estés a tiempo —dijo Mishca deshaciendo sus
mancuernas para rodar sus mangas.
Luka se encogió de hombros, hablando con la boca llena.
—Natasha estaba ocupada.
Frotándose el puente de la nariz entre los dedos pulgar e índice,
Mishca no se molestó en responder, porque no quería tratar de abordar el
tema de Luka con una de las chicas de The Gilded Room.
En su lugar, esperó en silencio, tratando de prepararse para los
hombres que sabía que llegaban.
Había algo que Mishca sabía de los albaneses. Eran volátiles.
La organización vivía como un todo, por su propio conjunto de reglas
que dictaban cómo manejar su negocio, y si incluso pensaban que faltaban
al respeto, los albaneses, a saber lo que Mishca conocía, se asegurarían de
enviar un mensaje en represalia.
Que acabaría finalmente en algo sangriento.
Sólo una vez Mishca tuvo la desgracia de encontrarse con los
albaneses, un incidente que estaba grabado para siempre en su memoria a
causa de las consecuencias de ese mismo día.
Apenas un sólo error, uno que nadie podría haber predicho, a

114
excepción de unos pocos individuos selectos, salvó a los albaneses de una
guerra que habría terminado en cientos de muertes, con más de un par de
transeúntes inocentes.

Página
Hasta hoy, la tregua entre las dos familias era inestable en lo mejor y
eventos como estos, incluso uno que Mishca no podía controlar, podrían
inclinar la balanza en la dirección equivocada.
La familia Besnik era una de las pocas familias del crimen albanés
que se encontraban en Londres en lugar de Albania. Mishca no tuvo la
desgracia de conocer a todas las personas relacionadas con ellos, pero
conoció a los hermanos antes.
Jetmir y Brahim Besnik.
Brahim era el más joven de los dos y se veía con cara de niño que
carecía de vello facial real, a pesar de que tenía dos años más que Mishca.
Jetmir era el mayor, y de lejos, uno de los hombres más poderosos que
Mishca conocía.
Se podría decir que el compañero mayor tenía un odio innato por
Mishca, ya que él, como tantos otros, asume incorrectamente que Mishca
acaba de tener su posición como Capitán Bratva, una posición similar en
cuanto a la que Jetmir mantenía.
Otra cosa que odiaba era tener que hacer frente a Mishca al igual
que cuando eran varios años más jóvenes. En su territorio, nunca habría
permitido que tales actos tuvieran lugar. A sus ojos, Mishca seguía siendo
sólo un niño.
El timbre sonó en la entrada, y entraron hombres que Mishca
esperaba nunca volver a ver. Reconoció a Jetmir y Brahim
inmediatamente, siempre unidos entre ellos. Por esa razón, no podría
nunca ser verdaderamente una tregua, no cuando los dos pensaban
constantemente en matar al otro, y lo último que Mishca oyó fue que
alguien recogía a los albaneses uno a uno. No hay duda que estarían
culpándolos a ellos también... Mishca era más responsable de eso de lo
que quería admitir.
Mishca se puso de pie mientras los hombres entraron, obligándose a
permanecer imperturbable ante su aparición en su ciudad. No era la
misma persona que había sido hace cuatro años, ni siquiera un poco.
—Caballeros, ¿qué les trae a Nueva York?
A pesar de su sucursal local, los albaneses raramente frecuentaban
Manhattan y debido a un "malentendido" que se empeñó en anunciar su
presencia al llegar al territorio de Mishca.
Mishca les dio la oportunidad de sentarse, ponerse cómodos, e
incluso fue tan lejos como para servir las bebidas como si fueran secuaces
en lugar de enemigos.

115
—Un viaje espontáneo —respondió Jetmir con su fuerte acento—.
Parece un conocimiento mutuo de los nuestros que ha llegado a la ciudad.

Página
—Miró a Mishca expectante, pero Mishca sabía que no debía responder a
eso. Su mejor opción era interpretar el papel—. No hablo en acertijos —
continuó Jetmir—. Naomi Le Feuvre está aquí y la quiero.
—¿Para qué?
—No tenemos negocios contigo, ruso —dijo Jetmir, el ser interrogado
provocó un destello de enojo en sus ojos—. No es asunto tuyo.
—No estarías aquí si no lo fuera.
Debido a un año de decisiones precipitadas, uno que no entendía el
verdadero significado hasta mucho más tarde, Mishca ahora se encontraba
en medio de una pelea que no tenía nada que ver con él. Era su
responsabilidad corregir la situación y sólo si actuaban en contra de
Bratva en conjunto, Mikhail intervendría.
—Dime, ¿qué ha hecho Naomi?
Jetmir chasqueó los dedos, uno de sus hombres sacó una fotografía,
entregándosela a Mishca. Era de un diamante color naranja, los diamantes
de fuego pensó que ellos los llamaban.
—Me lo robó. Lo quiero de vuelta o puedes dármela como colateral.
—¿Qué te hace estar tan seguro de que ella lo tiene?
Jetmir sonrió, diciéndole a Mishca todo lo que necesitaba saber.
Alguien murió, dolorosamente, renunciando a Naomi.
—Si lo tiene, voy a obligarla a entregármelo y te lo daré. Una vez
entregado, no la tocas, ¿entendido?
Se burló. —¿Crees que me ordenas, muchacho?
Jetmir estaba demasiado centrado en Mishca para notar que Luka
se encontraba pesadamente de pie, listo para zambullirse sobre la mesa
por la garganta del hombre. Jetmir estaba siendo intencionalmente
irrespetuoso y Luka se había cansado de ello.
Sin embargo, cuando Mishca levantó la mano, Luka se detuvo. A
pesar de su predilección por la erupción de ira, no se ponía a trabajar a
menos que Mishca lo ordenara.
Al menos la mayoría del tiempo. Afortunadamente, este era uno de
ellos.
—Ten cuidado. No queremos que se repita la última vez que nos
cruzamos —dijo Mishca sombríamente, sonriendo al ver la mano en puño
de Jetmir, resistiendo el impulso de tocar la cicatriz de su cara—. Te
llamaré en una semana para organizar la reunión. Puedes retirarte.
Sorprendiendo incluso a Mishca, Jetmir y su tripulación salieron sin

116
decir nada más, aunque Mishca sabía que esto no era el final de la misma.
Luka se sentó con una sonrisa de satisfacción, frotando su nuca.

Página
—¿Estás listo?
Suspirando con agitación, Mishca tragó de un sólo trago el vodka en
frente de él, agarrando el de Luka también.
—¿Listo para qué?
—Dibujaste la línea, Cap. Jetmir no tiene más remedio sino tomar
represalias o perder la cara —dijo Luka frotándose las manos, con un
brillo maníaco entrando en sus ojos a pesar de sus palabras siniestras—.
Está a punto de ponerse interesante.
Traducido por Apolineah17 & NnancyC
Corregido por AriannysG

H
abía varios vecindarios en los que la mayoría de la gente
temía poner un pie, donde había una política de mirar-en-
otra-dirección. Debido a esto, nadie les prestó mucha
atención a los enormes hombres sentados en la escalera de la entrada
frente a una casa de piedra rojiza bastante deteriorada y en el momento
que el auto de seis cifras se detuvo frente a la acera, con una rápida
mirada, también se descartó.
Los hombres se pusieron firmes cuando Jetmir bajó del auto, su
reputación lo precedía. Ninguno prestó mucha atención cuando la versión
más joven y pequeña de él lo siguió. Para los albaneses, el poder no era
concedido a aquellos que cargaban un famoso apellido, sino a los que
sabían llevarlo.
Sangre, tanto de inocentes como culpables, manchaba las manos de
Jetmir, no es que les diera un segundo pensamiento a sus víctimas. Los
culpables merecían su destino y los inocentes… lugar equivocado,
momento equivocado.

117
Brahim, por otro lado, nunca había matado a un hombre en sus
veintiocho años de edad, aunque la oportunidad se presentó muchas

Página
veces.
Nadie podía incluso decirles, no si querían vivir, excepto a sus
espaldas, susurrar que los hermanos tenían una naturaleza común.
Jetmir era el tirano y vivía para darle una lección a cualquiera que
pensara en desafiarlo. Una docena o más de hombres perdieron la vida por
las cosas más simples.
Brahim era completamente otra historia. Tanto como Jetmir era
temido, Brahim era rechazado. La mayoría eran cuidadosos de nunca
expresar sus pensamientos en voz alta, demasiado temerosos de que sus
palabras pudieran llegar a oídos de Jetmir.
Lo poco que Brahim logró en su vida de criminal era menospreciado
o pasado por alto debido a la notoriedad de Jetmir, y esto sólo hacía a
Brahim querer probarse más a sí mismo, con resultados desastrosos en la
mayoría de las ocasiones.
Dentro de la casa de piedra rojiza, los hombres se encontraban
sentados alrededor de una mesa de póquer, con montones de dinero y
fichas en el centro. Unas pocas mujeres caminaban alrededor, sus ojos
vidriosos mientras pasaban de un hombre a otro. El lugar en sí mismo era
un poco mejor que un agujero en la pared.
Jetmir se sentía disgustado. Estaba acostumbrado a cierto estilo de
vida y esto no lo era, pero sólo era por una semana, dos cabezas y estaría
de vuelta en su casa en Albania.
Maldita Naomi.
Debería haber sabido que correría con sus rusos cuando estuviera
en problemas. Durante su tiempo juntos, a menudo hablaba
despectivamente de él, pero Jetmir no se perdía la mirada en su rostro… ni
la forma en que orgullosamente mostraba las estrellas en su espalda.
Pero ella aprendería.
—¿Quién está a cargo aquí? —preguntó Jetmir con una voz
estruendosa, el sonido se hizo incluso más fuerte por el silencio que
impregnaba el aire.
Nadie habló, todos se miraban entre sí como pensando que tampoco
sabían la respuesta a esa pregunta. Perdiendo la paciencia, Jetmir blandió
su arma.
—Treinta segundos o todo el mundo muere.
Inmediatamente, todos apuntaron hacia un hombre encorvado en un
rincón, como si la posición fuera ayudarlo a desaparecer.

118
Jetmir no toleraba a los hombres sin agallas.

Página
—Háblame de tus negocios —dijo Jetmir tirando de una silla para
quedar de frente al hombre, descansando su pie sobre su rodilla mientras
lo observaba.
El soldado se aclaró la garganta, tratando de parecer en control
entretanto hablaba con su comandante.
—No soy capaz de hacer mucho —intentó con el acercamiento
honesto—, los rusos no nos permiten acercarnos a sus territorios.
—Sí. —Estuvo de acuerdo Jetmir con un asentimiento—. Puedo ver
por qué eso sería problemático para ti.
Le dio una sonrisa de alivio, esa expresión se quedó congelada en su
rostro todo el tiempo mientras Jetmir metía una bala en su cráneo.
—No permitan que ningún ruso, italiano o alguien más los controle.
Si lo quieren, lo toman. Las consecuencias son pura mierda. ¿Mëkuptoni?
—¿Entienden?
Asintieron rápidamente, con demasiado miedo para hacer cualquier
otra cosa, algo más que sucumbir al destino de su una vez líder.
Jetmir dejó caer su arma sobre la mesa, frente a todos.
—Tengo un trabajo para ustedes.

k
En el momento que Mishca escuchó que tocaban la puerta, esperaba
ver a Lauren entrar, pero cuando Naomi entró con un despreocupado
saludo, su buen humor se fue a la mierda en un nanosegundo.
En realidad no tenía tiempo para lo que fuera que ella estuviera
tratando de sacar, especialmente no con Luka en la habitación con él. No
era que fuera a hacer algo malo, pero Luka era un experto en hacer una
situación incómoda incluso peor.
Después de su encuentro con los albaneses, sabía la verdadera
razón por la que regresó a Nueva York, y mientras fue honesta sobre estar
aquí por él, sabía que se trataba más de cuánto necesitaba su protección.
Cuando alcanzó su rostro, alejó su mano con una palmada,

119
frunciendo el ceño.
—¿Qué quieres, Naomi?

Página
Sin inmutarse por su temperamento, se dejó caer sobre su escritorio
cruzando las piernas, por lo que el dobladillo de su falda se subió,
revelando la parte superior de sus sedosas y largas piernas. Luka estaba
silbando la obertura mil ochocientos doce… como era normal.
—Te extrañé.
—El sentimiento no es mutuo. Vete.
—Oh, Mishca. ¿Es ese la manera de tratar a una dama?
—Por supuesto que no, pero tú no eres una dama. Dime, ¿alguna
vez ibas a decirme que robaste el Djegia Flaka a los albaneses? Quieren tu
sangre.
—No hice tal cosa —respondió frívolamente—. Simplemente
asumieron que fui yo porque ya no quería vivir con ese bruto de Jetmir. —
Hizo un mohín, tocándole el hombro—. Me pegaba. Recuerdo una vez en
que le habrías dado una lección.
Eso era muy cierto, pero ya no más, no con todo el drama que venía
junto con Naomi. Ya se arriesgaba demasiado por ella, todo porque sentía
un atisbo de algo. No era amor, no era casi nada parecido, pero significó
algo para él una vez y no quería verla ser asesinada.
No de la manera en que los albaneses lo harían.
—Tú —dijo Naomi apuntando hacia su sicario—, Luka, ¿no?,
¿puedes darnos diez minutos a solas?
—No. Di tu parte y vete. —No quería estar a solas con ella ni por un
momento, sabiendo lo que trataría de hacer.
—Si quieres que se quede, que así sea.
Se movió encima de su escritorio, abriendo las piernas, ofreciéndole
una vista de lo que se estaba perdiendo. Esperaba que mirara, aunque
fuera sólo un vistazo, para demostrar que todavía tenía cierto poder sobre
él.
Cuando no lo hizo, suspiró, pero se negó a darse por vencida.
Sacando una llave de plástico de hotel de su escote, la metió en el bolsillo
delantero de su camisa.
—Si me quieres —susurró junto a su oído—, todo lo que tienes que
hacer es pedirlo.
—¿En serio?
Todos en la habitación levantaron la mirada hacia Lauren que
permanecía de pie mirándolos, la ira rápidamente reemplazando el dolor

120
en su expresión. Sin querer, Mishca saltó fuera de su silla, pareciendo más
culpable de lo que pretendía. No pensó en considerar si ella creía o no que
fuera culpable de algo en primer lugar.

Página
Pareciendo satisfecha, Naomi se levantó cautelosamente, haciendo
un espectáculo al arreglar su falda.
—Sabes dónde estaré —dijo agitando la mano, soplándole un beso.
Lauren la observó todo el tiempo que le tomó salir de su oficina. Sin
decir una palabra, se acercó al escritorio, rebuscando en los cajones,
probablemente en busca de la carpeta que dejó en su apartamento.
—Lauren. —Ni siquiera reconoció que él había hablado, al menos
hasta que la tocó—. ¡Suéltame!
—No era lo que parecía.
Riendo con los dientes apretados, lo miró de arriba abajo.
—¿Y a cuántas chicas les has dicho eso?
—No a tantas como podrías pensar —intervino Luka felizmente,
luciendo demasiado divertido.
—Luka. —Su nombre era suficiente para una advertencia—. Nunca
haría nada para lastimarte.
—Creo que lo oí decir eso una o dos veces —añadió Luka.
—¡Otvyazhis!—¡Vete a la mierda! —le gritó Mishca, sintiendo el
violento impulso de dispararle.
—Necesito tus llaves. Tengo tarea y realmente no tengo tiempo para
esto.
—No te vas a ir.
No quería que cocinara su enojo hacia él, eso sólo le haría más difícil
arreglar las cosas después.
—Ah, ¿en serio? —preguntó sarcásticamente—. Obsérvame.
—¿Quieres estar enojada conmigo? Bien, ponyatnyy—entendible.
Pero vas a estar molesta aquí.
—¿Y crees que puedes decirme qué hacer?
Él arqueó una ceja como diciendo: “¿por qué no?”
El teléfono de Luka sonó. Fuertemente. Se disculpó, y esta vez,
Mishca volvió a mirarlo. Las únicas veces que Luka se ponía serio era
cuando Mikhail estaba involucrado… o si tenía que matar a alguien.
Después de responder y escuchar lo que Mikhail tenía que decir,
Luka miró a Mishca.
—Pakhan te quiere.

121
No tenía tiempo para esto, no cuando había tanto en juego.
—Dile que estaré allí cuando pueda —le dijo Mishca en ruso.

Página
—No hay razón para tratar de mantenerme aquí —dijo Lauren
cuando la miró de nuevo—. Al final vas a tener que ir con tu padre.
Entrecerrando los ojos sobre ella, podría haber querido no admitirlo,
pero le gustaba el desafío que veía en sus ojos, como si en cualquier
momento fuera a desafiarlo.
—Sólo sé que voy a arrastrar tu culo.
—No te sentías demasiado preocupado por mi culo cuando mirabas
debajo de la falda de Naomi.
Eso alejó algo de la frustración porque a pesar de sus mejores
esfuerzos, el dolor que ella sentía se filtró en su voz.
—No lo hice. Lo juro por mis estrellas.
Ella sabía que nunca haría esa proclamación tan fácilmente.
—¿Qué tal si agarro mi libro después, cuando no estés tan ocupado?
Eso era todo lo que iba a obtener de ella. Besando su mejilla,
permitió que se fuera, arrebatándole finalmente el teléfono a un sonriente
Luka.

k
Cuando Lauren entró y vio a Mishca con Naomi, estaba a punto de
estallar. Tampoco ayudaba que su examen no hubiera ido bien, en parte
su culpa ya que no había estudiado para ese examen. Sólo quería un poco
de paz. ¿Eso era demasiado pedir?
—Esperaba que te hubieras ido para ahora, ¿parece que me
equivocaba?
—Apuesto a que no fue la primera vez.
Si pensaba que Lauren se echaba atrás, se encontraba enormemente
confundida. Se rehusaba a soportar la mierda de esta chica.
—Se cansará de ti, lo sabes. Lo he visto suceder con incontables
chicas antes de ti.
—¿Eso fue antes o después de que te dejara?

122
Naomi se rió a la ligera, aplaudiendo.
—¿Eso es lo que piensas? Mishca no me dejó, yo lo dejé. Me aburrí y

Página
necesitaba un cambio.
—Y, sin embargo, aquí estás, yendo tras él cuando no te quiere.
—Siempre me querrá, esa era la clase de relación que teníamos. El
amor es lindo, pero es para niños. ¿Para qué necesito amor cuando hay
lujuria? Eso es lo que Mishca necesita, no una niñita bonita que se le meta
en la cabeza.
Lauren apoyó las manos en las caderas. No quería creer las palabras
de Naomi, pero no pudo evitar pensar que quizá necesitaba hacer más.
Dudaba que tuviera la cantidad de experiencia que Naomi tenía, pero… no,
no importaba.
Mishca la amaba y no dudaría de eso.
—Si has terminado, me iré ahora —dijo Lauren sacudiendo el pulgar
sobre su hombro, apuntando a la escalera.
—Tengo una última pregunta para ti —dijo Naomi—. ¿Sabes lo que
éstas significan?
Ella se giró, levantándose la blusa para mostrarle la longitud
bronceada de su espalda, pero los ojos de Lauren se centraron en las
estrellas idénticas en cada lado de la columna de la chica, que eran
demasiado conocidas.
—No —mintió Lauren, tragando saliva—, pero estoy segura que vas a
decirme.
—¿Sabes lo que significan éstas? —preguntó Naomi mostrándole a
Lauren las estrellas gemelas en su espalda que eran demasiado conocidas.
—No —dijo Lauren cerrando su libro—, pero estoy segura de que vas
a decirme.
—Parece que hay muchas cosas que Mishca nunca mencionó. Éstas,
mi querida, son un mensaje para todo el mundo de que soy suya. En el
mundo en que vivimos, éstas son por las que las personas matarían para
poseer. Pero aún no te he dicho lo mejor —susurró Naomi, curvando un
dedo debajo de la barbilla de Lauren para obligarla a levantar la mirada.
Apartando su mano, Lauren se enfrentó con el único individuo en
toda la ciudad que podía meterse debajo de su piel sin incluso intentarlo.
Lógicamente, sabía que Naomi lo hacía a propósito sólo para conseguir que
pierda los estribos, pero no pudo evitarlo.
—Puedes fingir que eres mucho mejor que yo, pero recuerda esto, la
próxima vez que te metas en su cama, recuerda que me tuvo doblada

123
sobre ella mientras me tatuaba estas estrellas en la espalda. No creo que
tenga que explicar lo que sucedió después, ya lo entiendes.

Página
Lauren no era lo suficiente ingenua para pensar que Mishca había
sido virgen cuando se conocieron, asumió que montones de mujeres
pasaron tiempo con él, y se sentía bien con eso, pero ahora que tenía la
idea bastante desagradable de Naomi y él juntos, no creyó que alguna vez
sería capaz de dormir allí de nuevo.
—Lauren, qué estás… mierda.
Naomi se rió cruelmente cuando Lauren lució asqueada ante la vista
de Mishca. Él todavía llamaba su nombre cuando bajó corriendo las
escaleras.

k
Golpes fuertes en la puerta tenía las cabezas de todos levantándose
súbitamente, mirándose los unos a los otros, pero Lauren tenía una muy
buena idea de quien estaba al otro lado. Él había prometido que si alguna
vez se iba, la arrastraría de regreso.
Casi sonrió.
Matt se puso de pie y atendió la puerta, no dándole la oportunidad
de advertirle quién estaría allí. Lo único que pudo ver eran los ojos furiosos
de Mishca mientras entraba al apartamento, el músculo en su mandíbula
funcionando.
—Amber, caballeros. —El saludo fue apenas eso, su atención
únicamente concentrada en Lauren—. Necesito un minuto de tu tiempo.
No le dio la posibilidad de contestar, siguió caminando hasta su
dormitorio. Amber le dio pulgares arriba, pareciendo muy animada sobre
este giro de los eventos; Tristan movió las cejas, y Matt en realidad hizo
una “O” con una mano, usando sus índices como una representación
grosera de lo que él pensó que estaba a punto de venir.
—Amigo —dijo Tristan con una risa suave—, estás a punto de
conseguir una D.
—Vete de aquí —le siseó Lauren, empujándolo cuando pasó a su
lado.
Si hubiera preguntado si Mishca se sentía furioso o no, una mirada
a su cara le habría dicho que se había puesto más furioso en el corto lapso
de tiempo desde la puerta principal a su cuarto. Cerró la puerta,
intentando simular desinterés mientras enfrentaba a más de un metro

124
ochenta de irritación.
Caminó airadamente hacia ella, indiferente del pequeño sonido que

Página
hizo cuando la alzó, colocándola sobre el escritorio, los papeles crujiendo
debajo de ella. Sus manos se curvaron alrededor del borde, pero no se
detuvo allí, manteniendo un brazo alrededor de su cintura mientras la
jalaba hacia adelante, para que quedaran alineados.
Su corazón latió más rápido.
—Ni sé ni me interesa lo que te dijo porque ella no importa, pero
tienes que dejar de huir de mí. Habla conmigo, me habría encargado.
—Lo lamento, Mishca. —Tuvo la audacia de fulminarla con la mirada
por usar su nombre completo—. No puedo recordar por qué no sentí ganas
de hablar contigo cuando… oh, cierto… tu ex folla-amiga me cuenta los
detalles de cómo se lo hiciste en la cama que yo duermo la mayoría de las
noches. —Le señaló el pecho—. ¿Y las estrellas a juego? Lindo.
Empujó una mano por su cabello, intentando forcejear por controlar
su temperamento aunque no estaba dirigido a ella.
—Le gusta comenzar problemas. ¿Y por eso te sentías tan
disgustada?, ¿por las estrellas?
—Es más que eso —dijo exasperada—. Te acepté a ti y a la mafia, no
sabía que ella era parte del paquete.
—No lo es.
—Quizás deberías decirle eso… ¿o debería hacerlo yo? —Tenía
intención de eso también. Se sentía cansada del comportamiento de Naomi
y la forma en que se colgaba de Mishca como si Lauren no importara.
Se le quedó mirando, una pequeña sonrisa en su cara antes de que
tuviera su cara en sus manos, besándola enérgicamente. Le devolvió el
beso con cada gramo de frustración que tenía, deseando que él supiera
exactamente cómo se sentía.
Se convirtió en algo más mientras ella comenzaba a tirar de su ropa.
Él se echó hacia atrás, mirándola con lujuria en los ojos. Le agarró los dos
brazos, clavándolos detrás de ella con una mano mientras le bajaba las
bragas por sus piernas, dejándolas caer al suelo, luego le subió la falda,
dejándola arrugada alrededor de su vientre.
Desde su noche juntos en el hotel, el sexo entre ellos siempre había
sido innegablemente romántico. Ahora, obtenía un lado de Mishca que
nunca vio antes, pero que no iba a decir que no le gustaba.
De hecho, pensó que le gustaba más este lado de él.
Siempre era cuidadoso, asegurándose de que estuviera con él en
cada paso del camino.

125
Esto era sobre posesión.

Página
Y aunque nunca lo admitiría en voz alta, Naomi había tenido razón
sobre Mishca limitándose con ella, pero ya no le permitiría hacer eso.
Quería todo de él, lo bueno y lo malo.
Su mano estaba entre sus piernas, un sonido de orgullo masculino
ante lo mojada que estaba por él rugiendo en su pecho. Ardía de deseo por
él en una forma que no tenía completo sentido para ella, pero estaba
enteramente bien con eso.
No se molestó en intentar salir de toda su ropa, sólo desabrochando
sus pantalones y liberando su polla, la longitud dura apoyada contra el
muslo de ella.
Con la mano en la parte baja de su espalda, la sostuvo firme
mientras se posicionaba a sí mismo en su entrada, abriéndole más las
piernas mientras se deslizaba dentro, su mirada inmediatamente
levantándose a su cara para ver su reacción.
No había nada más hermoso para él que ella en ese momento.
Su boca se encontraba ligeramente abierta mientras jadeaba, sus
ojos enfocados en lo que le hacía. Enredó los dedos en su cabello, tirando
los pequeños mechones hasta que su cabeza cayó hacia atrás, un gemido
escapando de ella.
Podía sentir sus latidos pulsando mientras trazaba con la lengua
sobre la suave columna de su cuello, mordiendo lo suficiente duro para
hacerla apretarse alrededor de él, su nombre cayendo de sus labios.
Agarrándole la cadera con una fuerza violenta, Mishca la mantuvo estable
mientras embestía.
Era casi demasiado, como si todo lo que sentía por ella estuviera
tratando de reventar fuera de él de una vez.
Se retiró, sin querer presionarla demasiado lejos, demasiado rápido,
pero no le permitió apartarse, haciéndole volver de un tirón por su corbata,
besándole como si fuera la última vez, los talones de sus pies hundiéndose
en su espalda para mantenerlo en su lugar.
Rompiendo el beso, la forzó a mirarlo, queriendo ver en sus ojos
cómo se corría. Pudo notar que estaba cerca, la forma que se volvía menos
cohibida de cómo lo miraba.
Agarrándole las manos, las colocó en sus senos, manteniendo las
suyas allí también mientras apretaba con vacilación, mostrándole qué
quería que se hiciera.
—Mantenlas ahí —dijo cuando ella pensó que las dejaría caer a sus
costados.
Sus pupilas se encontraban dilatadas, su cuerpo entero

126
retorciéndose mientras se acercaba al lugar que él desesperadamente
intentaba llevarla. Antes, Mishca podría ser considerado egoísta con
algunas de sus amantes, usándolas como un medio para un fin, pero lo

Página
hizo un objetivo el llevar a Lauren allí.
—Joder, Lauren, acaba.
Eso fue todo lo que necesitó.
Puso las manos sobre su boca, ahogando los gritos mientras se
corría en sus brazos. Si fuera posible, se apretó más, casi impidiéndole ir
más profundo. Esa sensación, además de la sensación de hormigueo que
se abrió paso por su columna le hizo imposible durar por más tiempo.
Dos embistes después, gruñía en la curva de su cuello. Ambos
respiraban profundamente, todavía aferrándose entre sí mientras volvían
abajo.
La sintió reír en voz baja.
—Creo que hiciste tu punto.
Mishca se rió, haciéndola estremecer en respuesta, sintiéndolo
todavía dentro de ella. Cuando se retiró, casi maldijo, dándose cuenta
demasiado tarde que no se molestó en usar protección en absoluto.
—Estoy tomando la píldora —dijo como si pudiera leer sus
pensamientos—. ¿Crees que nos escucharon?
—¡Demonios, sí! —gritó Tristan desde el otro lado de la puerta.
—¿Dios, has estado parado ahí todo el tiempo?, ¡vete a la mierda! —
gritó Lauren. La risa de Tristan murió cuando se arrastró lejos—. No creo
que alguna vez haré que olviden esto.
—No te preocupes.
Se enderezó la ropa, sonrojándose de forma bonita mientras él se
metió a sí mismo de vuelta en sus pantalones.
—Aún no he hecho mi punto —dijo cuando tenía su atención de
nuevo—. Naomi estuvo conmigo durante muchos años, sí, pero nunca he
sentido por ella ni un ápice de lo que siento por ti. Cuando te digo que te
amo, no son sólo palabras, son mi promesa a ti. No permitas que la
amargura de Naomi le reste valor a lo que tenemos.
Su sonrisa en respuesta fue todo lo que necesitó para saber que todo
estaría bien.

127
Página
Traducido por Kariza203 & SOS por Lizi_0696
Corregido por Andrea95

L
auren se encontraba en la oficina de Mishca, sentada en su
escritorio mientras miraba los planos para el nuevo club que
abriría. Nunca había estado aquí mientras él trabajaba,
dejándolo trabajar en paz, pero esta noche había sido invitada, con ganas
de tener algo hermoso a la vista, había dicho él.
Pensó que tal podría haber sido debido a su explosión de la semana
pasada. Si trataba de probar que Naomi no significaba nada para él, hacía
un buen trabajo. Desde ese día, el había hecho un punto pasando todo su
tiempo libre con ella, incluso llevándola consigo cuando vino a trabajar a
Brighton Beach por negocios Bratva, aunque realmente no entró con él,
quedándose de pie en el muelle mirando el agua.
Naomi no había hecho sus visitas no planeadas tampoco. De hecho,
Mishca no la había mencionado ni una vez. Tampoco significaba que
había terminado de causar problemas, o estaba, en la opinión de Lauren,
intentando pensar qué hacer ahora.

128
Más temprano, Mishca le había mostrado el botón que volvía el
vidrio esmerilado en claro, dándole una vista del club entero. Al salir de su
libro en el escritorio, saltó abajo, para ir a mirar al exterior.

Página
—Esta es una muy bonita vista —dijo Lauren ausente, yendo hacia
el cristal para ver la pista de baile.
Ladeó la cabeza a un lado, mirando al extraño grupo de hombres
que hacían furtivamente su paso por el club. No podía decir lo que le hizo
fijar su mirada en ellos de tanta gente, pero su mirada cayó ahí.
Podría haber sido su atuendo, demasiado formal para el lugar. Había
tres de ellos, todos vestidos de negro, pero uno caminaba un poco más
adelante que los demás. Él, a diferencia de los otros, llevaba un largo
abrigo negro.
—¿Mish?
Cuando cruzo la habitación para estar a su lado, un brazo
deslizándose alrededor de su cintura empujándola contra él, los señaló.
Es una idea errónea esa de que el tiempo se ralentiza cuando pasa
algo traumático, porque eso no era lo que esto era.
Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos.
Mishca se inclinó hacia adelante, entrecerrando los ojos tratando de
ver a los hombres, pero al mismo tiempo el líder de los hombres buscó algo
en su abrigo.
Lauren sólo vio el mango de algo negro antes de que Mishca la
empujara al suelo, cubriendo su cuerpo con el de él mientras disparos
sonaron. El cristal se rompió, arrojándoles una lluvia de fragmentos.
El sonido de disparos era ensordecedor, pero aun más fuertes eran
los gritos de la gente por debajo de ellos.
Más disparos.
Más gritos.
Lauren estaba temblando debajo de él, cubriendo sus oídos para
bloquear todo, sin embargo, sólo lo amortiguó. No había escape del caos.
Luego todo se detuvo, al menos las balas se detuvieron.
La gente aun seguía gritando por sus vidas y cuando Mishca se
levantó un poco para darle espacio para respirar, inmediatamente se
miraron.
Se agachó para ayudarla a levantarse, con cuidado de no cortarse
con el vidrio roto.
—¿Estás bien? —le susurro al oído, el caos por debajo de ellos
haciendo difícil escuchar.

129
—Estoy bien.
Al menos pensaba eso. Hubo daño mínimo a su persona, además de
un par de roturas en las palmas, y sus oídos zumbando por los disparos.

Página
Mishca tomó el radio de su cinturón, presionando el botón de lado.
—Comprobando.
Una serie de respuestas sonaban y con la última, Mishca les dijo a
todos hacer control de daños. Agarrando su mano la condujo fuera de la
oficina.
El daño era más serio de lo que Lauren se había dado cuenta
cuando se encontraba arriba. Por lo que podía ver desde su posición cerca
del bar, casi todas las botellas de alcohol estaban rotas, los líquidos
goteando sobre el piso. La mayor parte de las superficies de vidrio se
hicieron pedazos, cubriendo el suelo con ellos.
Trató de estar fuera del camino mientras Mishca le gritaba a sus
hombres en un fluido ruso, las palabras volando lejos de su cabeza. No
podría haber sido sólo un arma de fuego, había demasiados agujeros de
bala en la pared para eso.
Su corazón corría, la adrenalina flotando a través de sus venas
poniéndola nerviosa. Vio un par de paramédicos corriendo con una
camilla, acercándose a una mujer sosteniendo su brazo, sangre
escurriendo de entre sus dedos. Se apoyaba contra un hombre de
aproximadamente la misma edad que parecía más en pánico que ella.
Así era como Lauren se sentía. Debería haber estado aterrada,
probablemente hiperventilando en una esquina, pero además del torrente
de emociones que pasaron por ella, no se sentía diferente.
Odiaba pensar que se comenzaba a acostumbrar a este tipo de
violencia.
La policía llegó momentos después, asegurando la escena,
bloqueando las salidas con cinta amarilla de “precaución”. Había por lo
menos seis de ellos, dos tratando de mantener a la gente calmada, los
otros tomando testimonios.
Cuando Mishca se fijó en ellos, volvió a mirar a Lauren, pareciendo
pesarle la decisión de venir con ella. Cepilló mechones de su cabello que se
le pegaron a la frente, quitándose la chaqueta para envolverla sobre sus
brazos. Debe haber pensado que tenía frío.
—¿Hay algo que quieras decirme? —preguntó Lauren
cautelosamente. Hablar con la policía estaba estrictamente prohibido,
incluso ella sabía eso, y no quería hacer nada mal.
—Diles lo que viste. Esto no tiene nada que ver conmigo.
Pero no creía eso. Cuando lo dijo sus ojos se posaron a la izquierda,

130
un movimiento que se pudo haber perdido si no estuviera buscando por él.
Eso significaba, que tenía que saber quiénes eran esos hombres, y si no, al
menos, por qué vinieron.

Página
No tenía tiempo para preguntarle sobre eso, el Detective Rodriguez
acababa de entrar.
Rodriguez era uno de los detectives que trabajaba con Ross meses
antes cuando había sido un consultor. Había sido amable, con la piel de
bronce y ojos oscuros, pero Lauren sabía que una vez que la viera, le diría
a Ross.
Hablaba con una mujer más bajita de largo cabello rubio cuando la
vio de pie ahí junto a Mishca. Sus cejas se unieron como diciendo en
silencio su nombre, inmediatamente desviado.
Pudo ver la sospecha en sus ojos mientras cruzaba la habitación, el
cristal crujiendo bajo sus zapatos de vestir. No se detuvo hasta sostener el
brazo de Lauren, guiándola lejos. Fue voluntariamente con él, pero eso no
le pareció importar al gigante que ahora bloqueaba su camino.
Miraba hacia Rodriguez, doblando sus grandes brazos a través de su
masivo pecho.
—Está bien, Igor. Déjalos.
A la orden de Mishca, dio un paso a un costado, jadeando mientras
regresaban a donde estaba.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —siseó Rodriguez,
mirándola, luego a Mishca y a ella otra vez.
—Es difícil de explicar.
—Inténtalo.
—Las parejas se pelean y se reconcilian —dijo fácilmente, sabiendo
que era lo mejor que podía hacer.
—Esto no es como funciona. Con ellos, no hay salida. —Agarró sus
muñecas dándoles vuelta—. A menos que les dejes marcarte.
No podía saber que las estrellas eran un tema delicado para ella,
pero la mención de ellas hizo que jalara sus brazos hacia atrás.
—Detective, ¿puedo ayudarlo? —preguntó Mishca apareciendo a su
lado.
Su voz era grave, amenazante y se encontraba de pie con su cuerpo
casi en un ángulo frente a ella, sus hombres prestaron mucha atención a
lo que iba a hacer a continuación. Los oficiales deben haber sido
advertidos sobre el historial de Mishca porque no perdieron tiempo
centrando sus miradas en Rodriguez y Mishca, sus manos cernidas sobre
sus cinturones.
Rodriguez se irguió, con la barbilla en alto mientras bajaba su nariz

131
hacia Mishca.
—Necesito tomar la declaración de Lauren, si no le importa.

Página
—No, en absoluto. Puedo asistir desde que ella y yo estábamos
juntos en ese momento.
Rodriguez rechinaba los dientes, pero no tenía más remedio que
cumplir, porque no quería hacer una escena. Sacó su bloc de notas,
tomando todo lo que Lauren le ofreció, y aunque odiaba admitirlo, la
opinión de Mishca de los disparos era mejor ya que Lauren estaba debajo
de él.
Cuando habían terminado, cerrando su libreta, miró a Lauren.
—Sigo pensando que deberías venir a la estación… si recuerdas
cualquier cosa.
Retiro una de sus tarjetas de visita y se la tendió.
Desapareció de nuevo en la multitud, dejando a Lauren con un muy
irritado Mishca.
—Estoy bien, Mish —le prometió cuando se giró para ver sus
muñecas—. No me agarro tan fuerte.
—Todavía. —Llevó sus manos hasta su cara, presionando un beso
suave en ambas.
A pesar de la locura a su alrededor, hizo un esfuerzo por hacerla
sentir bien.
—Enserio, estoy bien. ¿Necesito quedarme por cualquier cosa?
Se imaginó que querría que se fuera ya que no había necesidad para
quedarse, pero le sorprendió cuando negó con la cabeza.
—Quédate, no quiero que te vayas sola y necesito a Vlad aquí por el
momento.
—¿Pero no estaré en el medio? Estoy como nada más aquí parada.
Se fue apagando cuando se dio cuenta de que Mishca ya no
escuchaba, su atención se fue a la entrada de su club donde pudo ver un
Explorer negro siendo estacionado con luces azules intermitentes.
Dos formas vagas bajaron de la camioneta, exhibiendo sus
credenciales antes de meterse debajo de la cinta amarilla y caminar
dentro.
Uno de ellos era mujer, el otro era un hombre. Este último llevaba
un traje negro tradicional y corbata, su camisa inmaculada. Tenía los ojos
como un halcón, enfocándose primero en Vlad y sus hombres, luego en
Mishca y Lauren.

132
Su compañera, sin embargo, sólo tenía ojos para Mishca.
Era alta, de hecho era aún más alta por los tacones que llevaba. Su

Página
cabello era largo, en cascada por su espalda, sujeto por un pasador.
También tenía la sonrisa de una mujer que fue usada para una posición
de poder.
Hubo una diferencia entre ella, el hombre y los detectives ya
presentes. Ella mantuvo la cabeza alta, cortando a través de la multitud
con gran facilidad.
Mishca maldijo entre dientes, toda su actitud cambiante mientras
daba un paso adelante, con ganas de cortarle el paso antes de que pudiera
acercarse demasiado y notara a Lauren con él. A juzgar por la expresión de
su rostro, ya conocía bastante bien a la mujer.
—Agente especial Tabitha Green, siempre es un placer.
A pesar de la sonrisa bastante contenida en su rostro, Mishca no
podría haber sonado más condescendiente si lo intentara.
La agente sonrió, poniendo una mano en su cadera mientras se
detuvo algunos metros de distancia, la insignia de oro en su cintura
brillando en la luz baja.
—Volkov.
—Dudo que este fuera el acto de un terrorista, ¿a qué debo el honor
de contar con el FBI en mi club?
Ella sonrió, todos sus dientes blancos.
—Sólo lo mejor para mi capitán favorito. Pensé que podría prestar mi
experiencia por si pudiera ser un nuevo sindicato en la ciudad tratando de
enviar un mensaje, en caso de que un nuevo sindicato en la ciudad
estuviese tratando de enviar un mensaje.
Lauren no podía ver la cara de Mishca desde que se alejó, y desde
que bajó la voz, no podía entender lo que estaba diciendo tampoco.
Lo que sea que dijo, la hizo reír.
—Tonterías. Ahora, ¿qué tal si me das tu declaración y voy a
corroborarlo con mis otros testigos?
¿Cómo podía tener testigos si acababa de llegar? se preguntó Lauren
aun mirándola.
—Bien —dijo Mishca alzando la voz—. Podemos evitar pasar por ahí.
Trataba deliberadamente de mantener su atención fuera de Lauren,
pero debería haber sabido que, al hacerlo, le resultaría sospechoso.
Sin embargo antes de que pudiera decirle algo a Lauren, ella le dio la
espalda y comenzó a caminar hacia la parte trasera del club. Había dicho
todo lo que vio y decirle a otra persona, especialmente un agente del FBI,

133
podría no ayudar.
Con la misma rapidez que los agentes habían llegado, más personas

Página
entraban en el club. Esto se supone que era una escena del crimen y la
cinta tenía la intención de mantener alejado a todo el mundo para evitar
cualquier contaminación adicional de la escena, pero aunque lo
intentaron, y no lo hicieron, la policía no pudo contener a su último
invitado.
Mikhail había llegado.
Fue la primera vez desde su encuentro en el restaurante de Diego de
que Lauren había visto al jefe de la mafia rusa, pero hoy en día, no tenía
su usual fácil, aunque un poco arrogante, sonrisa.
Se veía molesto.
Todavía hablaba cordialmente a todos los funcionarios, incluso los
hombres y las mujeres que estaban cavando balas de las paredes y
fotografiándolas. Si no hubiera aparecido, Lauren podría haber creído que
se trataba de un incidente al azar, pero llamar a su padre, Mishca tenía
que saber quién lo había hecho.
Sonrió cuando notó a Lauren distanciándose por sí misma. Sin decir
una palabra a ninguno de sus hombres, se acercó a ella, con las manos
entrelazadas detrás de la espalda, su expresión enojada esfumándose.
—Este no es un lugar para ti. Mi chofer te llevará a casa —ofreció
Mikhail, señalando a uno de los tres hombres con los que llegó.
Incluso si el hombre no le hubiese dado una mirada depredadora y
socarrona cuando lo miró, aun así no hubiese conseguido estar en un
coche con él.
—Mishca quiere que me quede.
—Hmm… ¿y es eso lo que quieres?
Parpadeó, sorprendida de que siquiera se preocupara, sí lo hiciera.
—Sí, sólo voy a esperarlo.
Mishca miró, entrecerrando los ojos cuando se fijó en ella con
Mikhail. Habló rápidamente con la agente Green, rodando sus ojos cuando
trató de continuar con su pseudo-interrogatorio. Se dirigió a Vlad, un
mensaje secreto al ejecutor que sólo ellos conocían.
—Adelante —dijo Mikhail cuando Mishca miró a Lauren primero—.
Puedo esperar.
En lugar de salir por el frente, Mishca la llevó a la puerta de atrás
con una mano en la parte baja de su espalda. Arrojándole las llaves a Vlad
para que inmediatamente fuera a arrancar el coche.
—Te llamaré tan pronto como pueda.

134
No estaba dispuesta a despedirse de él, no cuando tenía preguntas,
pero sabía que podía preguntar después.

Página
—¿Me lo prometes?
Sonrió gentilmente, mirándola a los ojos.
—Te lo prometo.

k
—¿Pondrás un puesto de vigilancia por él, no es así? —preguntó
Lauren mientras se deslizaba a través del asiento para salir del coche.
—Por supuesto.
Vlad no arrancó hasta que estuvo a salvo dentro de su edificio.
Frotándose la frente, Lauren sintió un dolor de cabeza cuando llegó. Esto
fue... todo fue una locura.
—¿Qué diablos pasó? —preguntó Amber cuando Lauren tenía sólo
un pie en la puerta. Como era viernes por la noche, Tristan y Matt habían
terminado, ambos sostenían los platos de comida.
—¿Qué quieres decir?
—Ya está en las noticias —dijo Amber señalando a la televisión,
donde un presentador de noticias reportaba el tiroteo en el club.
—Ni idea —respondió Lauren honestamente—. Me encontraba en la
oficina de Mishca en ese momento.
Tristan y Matt se miraron, era por eso que eran famosos cuando
ambos pensaban lo mismo.
Lauren no pudo evitar preguntar—: ¿Qué?
—¿Qué dijiste que hace el ruso? —preguntó Tristan mientras
tomaba un gran bocado de hamburguesa.
Sus cejas se juntaron mientras lo contemplaba. La pregunta era
bastante inocente, pero fue la manera en que preguntó, lo que la hizo
sospechar.
—Es dueño del club. Pensé que te había dicho eso.
—Cierto. Cierto. Pero también has dicho que es dueño de un
penthouse en Manhattan, y que tiene qué… ¿cómo tres coches?
—¿En su club le va bien?

135
Pero eso ni siquiera sonaba convincente para ella.
—¿Está en la mafia? —preguntó Matt empujando sus gafas en su
nariz.

Página
La pregunta fue formulada de manera tan abrupta que Lauren se
encontraba demasiado sorprendida para pensar en una respuesta
inmediata, dándoles su respuesta por defecto.
Tristan sonrió, señalando a Matt. —Me debes cincuenta dólares.
—¡Ni siquiera le diste oportunidad de responder! —replicó Matt.
—Cierren la boca, los dos. ¿Sin embargo, en serio te encuentras
bien? —preguntó Amber y había verdadera preocupación en sus ojos.
—Estoy bien.
Lauren se preguntó cuántas veces había dicho esto desde que estaba
con Mishca, incluso si esto fuera una mentira.
Traducido por Lolabadoya, Sara Herondale & Lizi_0696
Corregido por Andrea95

L
auren corría en el momento en que dejó la clase. Trabajo.
Escuela. Estudio. Más trabajo. Tiempo con Mishca. Más
escuela. Cómo iba a ser capaz de terminar este semestre, el
año pasado la había sobrepasado.
—¿Por qué no te tomas un día libre? —sugirió Mishca, su voz sonó
rota en el teléfono—. Te lo mereces.
—Tal vez, ¿cómo están yendo las renovaciones?
Suspiró.
—Tuve un presupuesto hoy, y va a tomar al menos tres semanas
para reparar el daño y aun más reabastecer.
Frunció el ceño, sus pensamientos se volvieron a los peores, por
mucho que intentó descifrar por qué sonaba como si estuviese de mal
humor. Entendió que era estresante tratar de reparar el club,
especialmente cuando fue agujereado con balas, pensó que había una cosa

136
más aparte de eso. No habían hablado acerca de la balacera y con las
nuevas protecciones, asumió que había sido un evento cualquiera.
Desde que Naomi había llegado a sus vidas, sintió como si estuviese

Página
viviendo un lado de Mishca que no había visto antes. Estaba irritable y
siempre parecía nervioso, pero con ella había algo completamente diferente
acerca de la manera en la que actuaba.
—¿Que está mal? —le preguntó, entrando en uno de los comederos
locales cerca del campus; sosteniendo su teléfono en medio de su oreja y
su hombro, mientras se acomodaba las bolsas.
Encontró una cabina semi-privada con un vinilo agrietado a cada
lado, la vista de este le dio nostalgia por el restaurante favorito en
Michigan de Ross y de ella.
—Trabajo —respondió simplemente, después le dio órdenes a
alguien en el fondo.
—Si quieres puedo pasar por allí más tarde para mantener tu mente
fuera de ello por un momento.
Casi pudo oír la sonrisa en su voz.
—Voy a enviar a Vlad.
—Sabes que puedo conducir hasta allí.
—Él conduce más rápido y es menos propenso a la ira por el tráfico.
—Eso sólo paso una vez.
Dos semanas antes, Mishca había dejado a Lauren llevarlos, pero
sólo había conducido al trabajo un par de veces, no estaba preparada para
el gran caos que era el tráfico de Nueva York. Dos horas, gritando furiosa y
un divertido Mishca después, él juró que si pudiera no la dejaría conducir
de nuevo.
—Así que tú dices…
—Sí, sí, como sea, tengo que estudiar. Llámame cuando termines.
—Ya tebya lyublya.
Sonriendo, Lauren le dijo—: Yo también te amo.
Colgando Lauren sacó sus libros y se dejó absorber en su texto de
biología.

137
Lauren le dio un mordisco a su pastel, mirando las últimas notas

Página
para su examen que iba a tomar en unos días. Los siguientes veinte
minutos, se había quedado diligente, forzándose a sí misma a no mirar
hacia arriba cuando la campana sonaba al entrar un cliente.
No sabía qué le hacía mirar hacia arriba esta vez, pero el quinto
hombre que entró después del otro era una buena señal, más importante,
esos cinco caminaban directamente hacia ella.
Lauren sólo había pasado poco tiempo cerca de los Volkov Bratva,
pero podía decir cuál de esos hombres era el que estaba a cargo.
Los dos de enfrente.
Uno era más pequeño, con cabello café y rizado, ojos amables. Tenía
las manos metidas en los bolsillos, su mirada enfocada hacia abajo. A
diferencia del otro hombre con el que caminaba, él no parecía amenazante.
El otro, se comportaba de manera diferente, como si supiera que
estaba a cargo. Este era alto con un corte de pelo recortado y era de
contextura robusta, pero la única cosa que sobresalía acerca de él era la
cicatriz en el lado derecho de su rostro. Sin embargo la había obtenido y
ésta afectó su ojo también. El lado derecho era de un color café oscuro,
pero este era de un blanco lechoso, no pudo saber si afectaba su vista
desde que sus ojos se enfocaban en ella.
Sin decir una palabra, ambos se sentaron enfrente de ella, el hombre
con la cicatriz señaló a los hombres que le seguían que se sentaran en las
mesas del lado.
El mesero vino desde atrás, mirando del hombre a Lauren. La
pregunta era clara en sus ojos.
El de la cicatriz dijo—: Un café negro.
El mesero miró a Lauren.
—Estoy bien, gracias.
Cuando se apresuró a llenar la nueva orden, Lauren los miró a
ambos.
—¿Puedo ayudarles en algo?
—Lauren Thompson. He estado buscando en todos lados por ti. Soy
Jetmir, este es Brahim y sus socios —dijo apuntándose a sí mismo y luego
a los otros—. Sí, puedes ayudarme. —Parpadeó, removiéndose en su
asiento mientras deslizó su bolso en su regazo y su mano dentro de este
para agarrar su teléfono—. Parece —continuó Jetmir—, que un conocido
nuestro tiene algo que necesito.
—No estoy segura de qué puedo hacer para ayudarles.

138
A pesar de lo poco que sabía acerca de Volkov Bratva, sabía que
Jetmir no era una parte de ello. Carecía de los tatuajes distintivos que

Página
estaba acostumbrada, y su acento era notoriamente diferente.
—¿Cuánto te ha dicho Mishca desde que la encantadora Naomi vino
a la ciudad? Muy poco, me imagino por la expresión de tu cara.
Se negó a morder el anzuelo, Lauren dijo—: Todavía no veo como
puedo ayudarle.
—Parece —dijo Jetmir con una sonrisa mientras su mirada se dirigió
al borde de la ventana—, que ya sabes.
Lauren siguió su mirada al miembro más nuevo de su pequeña
fiesta. Mientras que la expresión gris del rostro de Jetmir obtuvo unas
pocas miradas de los otros clientes en el café. El nuevo tenía a todos
estirando el cuello para verlo mejor.
En muchos sentidos, le recordaba a Mishca, con los mismos ojos
azules y el mismo porte arrogante. Parecía que ella era sólo una parte de
una guerra de testosterona porque el nuevo apenas se molestó con dar
una mirada en su dirección, mientras se sentaba a su lado en la cabina.
Con su presencia, fue rápidamente olvidada.
Cruzó las manos sobre la mesa, los tatuajes que tenía sobresalieron.
Uno, Lauren reconoció como el símbolo de la anarquía, tatuado como un
anillo en su dedo del medio. No pudo estar segura si estaba debajo de
Mishca, pero asumió que era parte de Bratva por la manera en que este se
le quedaba mirando inexpresivo a Jetmir.
—Esperaba que apareciera —dijo Jetmir casualmente—, no que
enviara a su fiel perrito faldero.
—Pasó a estar en la colonia —dijo agarrando el salero de su lugar en
la bandeja. Comenzó a desenroscar la tapa y la colocó sobre la mesa, por
razones que sólo él conoce empezó a rociar la sal en la mesa.
Su acento era mucho más áspero que el de Mishca, pero no menos
difícil de entender. Tenía un aspecto bastante arrogante, una mandíbula
pronunciada, bien afeitada y un pelo rubio rizado alborotado como si se
pasara los dedos por este constantemente, pero también tenía una cicatriz
que anulaba todo lo que se podría considerar como rasgos “agraciados”.
Una era justo debajo de la mandíbula, y otra partía su ceja derecha,
cuando movió su mano pudo ver donde las quemaduras habían deformado
la piel de su mano y muñeca.
—Tu tiempo se está acabando —dijo Jetmir siniestramente,
golpeando la mica de su costoso reloj.
El nuevo le sonrió, encogiéndose de hombros.

139
—Estamos trabajando en ello. No hay necesidad de amenazas. —
Entonces su rostro se tornó serio; todo el rastro de humor que había

Página
despareció—. Ya sabes cómo respondo a ellas.
Levantó la barbilla lo suficiente, sosteniendo el signo de la paz antes
de que cruzara los dedos presionándolos contra su cuello. Lo que fuese
que esto significara había ofendido a Brahim. Saltó fuera de su silla,
lanzándose encima de la mesa, pero Jetmir lo agarró del cuello de la
camisa, lo que lo obligó a bajar, a la vez el muchacho se echó a reír como
si fuese la cosa más divertida del mundo.
Apretando los dientes. Jetmir hizo un gesto a Lauren. —Tal vez se
necesitan más incentivos.
—Dame una razón.
Ellos miraron afuera por unos segundos hasta que la esquina de la
boca de Jetmir se levantó.
—Hablaremos pronto.
Jetmir y los otros se pararon, sin dar una sola mirada hacia atrás.
Había un silencio de muerte en el café, pero Lauren no se podía concentrar
mucho en ello, porque el nuevo la jalaba del brazo, tirando hacia arriba.
—Tenemos que irnos.
Agarró su bolso del asiento, lanzando sus libros en el interior y luego
lo cerró. Arrojó un billete de veinte dólares en la mesa, tirando de Lauren
fuera con poco cuidado a los espectadores.
—No quiero ser grosera, pero no te conozco tampoco.
—Luka.
Fue la única respuesta que recibió antes de que la estuviera
empujando a un coche, subiendo detrás de ella. Luka dio una orden en
ruso, cuando se fueron.
—Uh… ¿trabajas para Mishca?, ¿o es usted…? —No sabía si
siquiera se le permitía preguntar, pero no podía decir si siquiera iba a
responder.
—Sí, somos familia.
—Oh, está bien. —Supuso que era la respuesta a la pregunta.
Todo se encontraba tranquilo en el coche, Lauren perdida en sus
propios pensamientos, pero Luka no se encontraba listo para hacerlo más
fácil para ella. Mientras que el silencio de Mishca era reconfortante, Luka
era inquietante. Desde la puerta del coche, sacó una pera, a continuación,
una navaja de bolsillo.
Cortó un pedazo, y cuando se lo llevó a la boca, vaciló, extendiéndolo

140
a Lauren. Sorprendida, negó con la cabeza.
—Es posible que quieras llamar al jefe.

Página
Sin quitarle los ojos de encima Lauren llamó a Mishca. Respondió
después del segundo timbre.
—Moya globushka, ¿qué puedo hacer por ti?
—Estoy con Luka. Está siendo...
—¿Qué?, ¿qué pasó?
Se sentía inquieta por la reacción de Mishca; por la ira que escuchó
en su voz.
—Bueno, no sé de dónde vino, pero apareció después de que
aquellos hombres me hablaron, Jetmir o algo así Mish, ¿qué diablos está
pasando?
—Dale a Luka el teléfono.
Se lo entregó, deseando poder entender lo que decían, Luka hablaba
muy rápido.
—Sí, sí, mantener las manos quietas, entendido jefe.
Lauren podía oír como Mishca gritaba enojado cuando Luka le pasó
el teléfono.
—¿Cómo…?
Mishca la cortó de nuevo.
—Te va a traer a mí, y entonces hablaremos.
Lo dejó ir por el momento, luego respondió—: Está bien.
Quince minutos después de que había colgado, quince minutos de
viaje con Luka, en ese momento, no se había movido ni un milímetro, ni
había dicho ninguna palabra.
—He oído mucho acerca de ti —dijo en voz baja mientras la
estudiaba como un científico en una investigación—. Nuestro capitán no
confía en nadie y… sin embargo, aquí estás.
¿Cómo se suponía que iba a responder a eso?
—No he oído hablar mucho de ti.
Luka reaccionó encogiéndose de hombros.
—Soy su pequeño secreto. Sólo hago mi trabajo y generalmente
contesto el teléfono para hacer el trabajo sucio.
Lauren hizo un gesto con las cejas, luego pensó que podría ser
divertido.
—Es bueno saberlo.

141
A medida que el espectáculo familiar del edificio de apartamentos de
Mishca apareció a la vista, Lauren suspiró de alivio, lista para verle y

Página
obtener una explicación de lo que pasaba. Sin embargo, continuaron
avanzando.
Mirándola, Luka dijo—: El jefe te quiere en la casa de seguridad.
—¿Es la casa de seguridad?, ¿es realmente necesario?
Luka flexionó los dedos, tratando de alcanzar el cuchillo de la punta.
—No me es permitido contestar eso.
Por supuesto que había dicho eso, hablaba demasiado y se preguntó
acerca del enfrentamiento que estaba a punto de suceder.
—¿Quiénes son esos hombres que están parados allí atrás?
—Empresarios albaneses —respondió sin problemas… y un poco
demasiado rápido.
—¿Hombres de negocios como tú?
Se encogió de hombros.
—¿Y esto tiene algo que ver con Mishca o todos ustedes? —cuestionó
tratando de entender—. ¿Es por eso que vino a mí?
Lauren sabía que debería estar asustada, sobre todo porque había
sido tan fácil para él encontrarla, y con ese conocimiento vino la idea de
que cualquier persona en la compleja red de crimen del bajo mundo podría
de hecho hacer eso mismo, pero no sentía miedo, no por sí misma al
menos.
—Lo sabrás muy pronto.
Tomaron el puente fuera de la ciudad, y los rascacielos imponentes
se desvanecieron en un hermoso paisaje, los colores del otoño que se
muestran con orgullo en las hojas se aferraban a los árboles y cubrían el
suelo. Sólo un poco más tarde llegaron a su destino.
Con sólo un vistazo, Lauren pensó que entendía todo sobre el
cambio Bratva.
En la ciudad, además de Vlad, y ahora Luka, Lauren muy raramente
veía mucha seguridad alrededor de Mishca, pero fuera de la propiedad, por
lo menos una docena de hombres o más se encontraban alrededor de la
puerta de hierro, todos sosteniendo rifles de asalto.
Pararon primero en la cabina telefónica, permitiéndole al hombre
verificar el perímetro del carro antes de dejarlos entrar. Lauren miró
detrás, observando la puerta cerrada atrás de ellos. No se sentía mucho
como en casa, pero si más como en una prisión.
La casa en sí era una versión pequeña de la mansión, con lo que

142
parecía un diminuto ejercito de dotación. El coche apenas había girado en
una señal de alto cuando Luka abría la puerta, esperando afuera, para

Página
ofrecerle una mano.
Mientras pasaba, unos pocos guardias asintieron en su dirección, el
resto sólo la miró fijamente. No tuvo tiempo para observar su entorno
mientras se precipitó adentro y bajó las escaleras hacia un sótano que era
tan grande como el apartamento de Lauren con Amber.
Mishca le daba la espalda mientras entraba, ladrando instrucciones
en ruso a los hombres en frente de él. A juzgar por la furia que escuchó en
su voz, no estaba feliz.
—Mish…
La cortó bruscamente, volteando su cara hacia ella, el alivio en sus
ojos la hacía pensar que lo que sea que sucedía con esos Albaneses era
mucho más serio de lo que pensó. Corrió hacia él, disfrutando la sensación
de sus brazos cerrados alrededor de ella, sus labios en su sien.
—Lo lamento —susurró mientras retrocedía—. ¿Estás bien?
—Estoy bien, sólo dime que está pasando.
—Después. No puedo explicarlo todo ahora. Hasta que arregle todo,
te vas a quedar aquí. Si necesitas algo, Vlad estará acá.
—Espera, Mish. No me puedo quedar aquí. Tengo la escuela… y el
trabajo.
Agitó la mano.
—Yo me encargo.
—No, no puedes sólo decirme que hacer. Esto no es…
—¡Lauren!
Se sobresaltó, sus ojos se ampliaron mientras enfrentaba la rabia.
—Esto no es negociable. Haces lo que digo sin excusas, ¿ponyal?
Regresaré después. Luka te mostrará tu habitación.
Chasqueando sus dedos, la pasó rozando, seguido rápidamente por
los otros en la habitación, dejando a Lauren de pie atónita con Luka.
Viéndose incómodo, Luka rebotó en los talones de su pie, silbando una
alegre melodía.

143
Mishca estaba en problemas.
Lo sabía antes de dejar a Lauren horas más temprano, pero estaba

Página
seguro cuando entró a la habitación. Ella no apartó su mirada del libro
que leía cuando entró, pero vio sus dedos un poco apretados sobre la
portada. Podría culpar al estrés, entre el constante ir y venir con los
Albaneses y los intentos de obtener respuestas de Naomi, pero no había
excusas por la manera en que trató antes a Lauren.
Después de entregar una amenaza no tan sutil a Jetmir, más tarde
de su pequeña demostración con Lauren, Mishca había pensado una
disculpa que podría ayudar a suavizar las cosas, pero mirándola ahora,
cuando se rehusaba incluso a reconocer su presencia, sabía que no sería
suficiente.
No pensó haberla visto así de enojada con él, no de esa manera y
casi deseó que le gritara, le pegara, cualquier cosa pero no ignorarlo.
Suspirando, dio vuelta a la cerradura de la puerta, dejando caer su bolso
delante de él mientras cruzaba la habitación, subiéndose a su lado en la
cama. Sin embargo, no lo miraba.
Hizo un intento de alcanzarla, pero lo apartó lejos, volteándose a su
lado, mientras traía el libro más cerca de su cara.
—Lauren, lo siento. —Sonrió, el único reconocimiento que le dio a
sus palabras—. Exageré antes. Yo, bueno, no puedo decir que no va a
pasar de nuevo, estaría mintiéndote.
—Y todos sabemos que el gran Capitán Bratva, nunca miente —
murmuró secamente.
—Nunca intencionalmente.
—Sabes, ni siquiera sabía que había una mafia Albanesa.
Ahora él era el único suspirando, recostado contra la montaña de
almohadas en la cama. —¿Quién te dijo?
Cerró el libro, lanzándolo al pie de la cama. —Nadie me lo dijo. Yo
supuse. Luka dijo que ellos eran hombres de negocios Albaneses, parecía
bastante razonable.
Se puso contra las almohadas, mirándola por el rabillo del ojo.
—Sí, los hombres que se reunieron eran de la mafia Albanesa. Y ese
pene que medía cosas, estaba dirigido a ti. —Se río entre dientes, tosiendo
cuando ella lo miró.
—No creo que te haya oído decir eso… —Le pegó en el brazo,
haciéndolo reír fuerte—. Lo digo en serio, Mish.
—Y estoy tomándolo seriamente. —Rodando los ojos, le lanzó el lápiz
a la cabeza, fallando por pocos centímetros.

144
—¿Y qué demonios fue eso de antes? —Eso lo puso serio mientras
alcanzaba su mano. Ella se dio cuenta de que cuando intentaba expresarle

Página
algo, frecuentemente tocaba sus manos, llevándolas a sus labios.
—Me disculpo, a veces hablo antes de pensar. ¿Puedes perdonarme?
—Cuando la miró con sus grandes ojos azules, lo perdonó
instantáneamente, pero no tenía por qué saberlo. Suspirando
dramáticamente cogió su libro—. Nunca lo haces fácil para mí, ¿cierto?
Gritó cuando él se dio la vuelta, tirando de su pierna mientras
rodaba de nuevo a su posición original, con ella encima de él. Mantuvo sus
manos sobre sus muslos mientras ella usaba su pecho para empujarse
hacia arriba, sus pulgares acariciando la piel. Era difícil estar enojada con
él, especialmente cuando se humillaba, pero eso no significaba que
aceptaría sus verdades a medias.
—No puedes sólo esperar que haga lo que dices sin ningún tipo de
explicación.
—No puedo mantenerte a salvo si no estás conmigo.
—No me estás escuchando, Mish. ¿Qué necesitas para mantenerme
a salvo? Estoy muy segura que no eres el único mafioso en la ciudad, pero
eso no parecía hacer la diferencia. ¿Qué pasa con los que te tienen
preocupado? —Su mirada se había desviado hacia abajo, su mente ya
estaba distraída por el hecho de que ella no llevaba pantalones—. ¿Mish?
—dijo usando su dedo para levantar su cabeza. Riendo en voz baja cuando
se resistió—. ¿Vas a decirme?
Suspiró derrotado y dando la vuelta la miró fijamente durante varios
segundos antes de asentir.
—Hay un diamante que quieren, lo mantienen en su familia, creo.
Piensan que Naomi lo robó.
—¿Y lo hizo? —Aunque negó con la cabeza, Lauren podría ver que no
estaba muy convencido de ello.
—Fueron los que dispararon en tu club. —No era una pregunta. Eso
explicaba por qué había estado actuando de manera extraña después,
negándose a hablar de ello—. ¿Qué vas a hacer al respecto?
—Entregar a Naomi o amenazar con matarla si no me da el
diamante.
—Un poco morboso, pero te voy a dejar lidiar con eso.
—Así que, ¿te vas a quedar aquí por mí?, ¿por favor?
—Está bien. Una semana, Mish. Me quedaré por una semana. —La
atrajo para darle un beso, dándole gracias en silencio por cumplir sus
deseos. Tenía que decirle que no siempre sería tan fácil conseguir su
cooperación, pero por el momento, no le importaba. Él sonrió contra sus

145
labios—. Nadie está en este piso —susurró, besando la curva de su
garganta. Riendo, Lauren inclinó la cabeza hacia atrás, dándole mejor

Página
acceso.
—¿Así como no había nadie en el piso en la mansión? —Se rió con
ella, pero su risa pronto se detuvo cuando se perdieron a sí mismos en el
otro.

k
Mishca se había ido a la mañana siguiente, pero la ausencia a su
lado no fue lo que la despertó.
Era el sonido de los gritos furiosos de una chica.
Deslizándose de la cama, Lauren se apresuró hacia la puerta,
dejándola abierta para que pudiera ver hacia el pasillo. Lo que vio ahí la
tenía balanceando la puerta, con su boca abierta en shock. Luka
marchaba por el pasillo, una chica tirada encima de su hombro, su brazo
alrededor de sus muslos para evitar que se cayera mientras se agitaba. No
parecía perturbado cuando lo golpeó en la espalda, o por el hecho de que
lo golpeó más de una vez con el pie en el estómago.
—¡Bájame!
Lauren parpadeó de nuevo, al reconocer la voz de Alex. Lo más
sorprendente, es que a Luka parecía no importarle que estuviera
maltratando a la hermana del jefe. Al pasar a su lado, Luka la saludó con
dos dedos, sonriendo descaradamente mientras caminaba por el pasillo.
Alex levantó la vista en el último minuto, viendo a Lauren todavía de pie
observándolos.
Lauren esperaba que empezara a gritar insultos, dar la vuelta hacia
donde estaba, o algo similar, pero Alex sólo se quedó mirando con
expresión ilegible hasta que ambos desaparecieron en la esquina.
En vez de enfrentarlo, cerró la puerta silenciosamente, y fue a tomar
una ducha antes de buscar el desayuno. Algunas de las ropas que había
dejado donde Mishca fueron colgadas de forma ordenada en el armario, su
ropa interior en uno de los cajones de la cómoda. Después de vestirse
rápidamente, miró su teléfono por algún mensaje de Mishca. Cero.
Dejándolo así por el momento, se aventuró hacia el resto de la casa,
mirando a su alrededor mientras caminaba.
No era tan grande como la mansión, pero todavía tenía una
sensación hogareña que en la mansión estaba ausente. Decorada en tonos

146
frescos de azules y grises, al igual que el apartamento de Mishca en la
ciudad. Tendría que preguntarle acerca de eso cuando volviera, ¿cuántas
residencias tenía actualmente?

Página
Encontrar la cocina no tomó nada de tiempo, sobre todo con los
útiles guardias alrededor. Cada vez que dobló una esquina, había otro,
mirándola intensamente como si pensaran que al mirar hacia otro lado,
ella desaparecería.
Todos los electrodomésticos eran imágenes de arte, una isla
zambullía la cocina en la mitad. Un plato de fruta ubicado en el centro y
en la estufa, múltiples botes burbujeaban. Olía bien aunque no podía
saber qué era lo que se cocinaba.
—Hola, chica.
Un hombre acababa de entrar en la cocina, con la pistola a la vista
en su cintura, contra su pecho tenía una camiseta blanca con manchas de
sudor. No era particularmente imponente, pero era la forma en que la
miraba que la hizo sentir mal vestida, a pesar de estar usando jeans y una
camisa de gran tamaño. No se resguardaba lejos como los demás hicieron,
en cambio, señaló algo interesante para moverse en su espacio. Pero no
tenía ninguna razón para temerle, no cuando él trabajaba para Mishca.
—¿Tú eres una chica de Mishca?
Una de las cosas que Lauren encontró extrañas, fue que no lo llamó
Mishca Cap, el capitán o jefe como algunos de los otros hicieron. ¿Trataba
de hacer una falta de respeto a propósito, o tenía el mismo rango?
Su camisa era casi transparente, pero no podía ver ninguna señal de
las estrellas en el pecho o en los brazos. Tenía algunos tatuajes, uno de un
conejo en un sombrero, una web con un rastreo de araña, y una daga
sangrienta. Lauren no tenía idea de lo que significaban.
Bloqueó su camino, sonriendo cuando trató de moverse alrededor
otra vez, sin saber qué más hacer, ya que había perdido el apetito. Tenía
los dientes amarillentos y terriblemente torcidos.
—Disculpe —dijo Lauren cortésmente, aunque había una nota fuerte
en su tono.
Cuando trató de pasar por delante de él de nuevo, la agarró del
brazo fuertemente, obligándola a detenerse, lastimándola más cuando
trató de sacudirse para liberarse. Hablaba despacio, pero en ruso, así que
no tenía idea de lo que decía. Lauren estaba lista para darle un rodillazo
en las pelotas cuando fueron interrumpidos.
—Ostavlyat’ —Vete.
La chica tenía el pelo oscuro y los ojos aún más oscuros hechos con
delineador negro y sombras ahumadas. Se puso frente a frente con
Lauren, pero tenía curvas que ella sólo podía soñar. Y lo más importante,

147
no se acobardó de la cara del hombre, a pesar de la advertencia que
enviaba con sus ojos. Empujó a Lauren lejos, murmurando más palabras
que no podía entender y se retiró de la cocina. Lo miró irse, suspirando

Página
cuando finalmente estaba fuera de la vista.
—Gracias —dijo Lauren agradecida, frotando su brazo.
—Me disculpo por su comportamiento. A veces se olvidan de su
lugar. Soy Natasha, por cierto.
—Lauren —respondió dando la mano.
Natasha sonrió amablemente.
—Sé quién eres. Mishca me envió para darte compañía. Supongo que
no le gusta dejarte sola con los matones.
—Así que eso explica el problema de ese chico. ¿Dijiste que Mishca
te envió?
—Sí. Soy una de las chicas de Luka.
—¿Las chicas? —Lauren balbuceaba. Si bien no podría haber
pensado que era un chico con ese tipo de relaciones, desde los diez
minutos en su presencia, no pensó que tuviera varias mujeres.
Natasha se rió sinceramente, viendo la sorpresa de Lauren.
—Trabajo en The Gilded Room. —Cuando Lauren se le quedó
mirando fijamente, le explicó—: Es un burdel.
—Oh, yo… Mishca no te hace trabajar allí, ¿verdad? —¿Podría
decirle si lo hizo?
Había muchas cosas del pasado que estaba dispuesta a buscar, pero
ésta… ésta no era una de ellas.
—No hay necesidad de una conciencia culpable. Ya no nos vemos
forzados a hacer algo que no queremos.
¿Así que eso quería decir que le gustaba tener relaciones sexuales
por dinero? Lauren no miró debajo de la chica a causa de eso, sólo la hacía
más curiosa.
Si tenía alguna duda, Natasha se veía bien cuidada, mejor que ella
en este momento.
—¿Qué tal si arreglo la crema de avena y luego hablamos un poco
más?
Por el momento Lauren salió de la cocina para ir a su dormitorio, no
queriendo arriesgarse a otro encuentro con Lyov, había aprendido que
Mishca era muy desconfiado con otros hombres cerca, cuando se
encontraba allí.
Había elegido a Luka para que fuera con él, dejando a Vlad para

148
cuidar de ella, un hecho que encontró sorprendente. Antes, nunca había
los había visto separados, pero ahora que se hallaba aquí, había enviado a
su mejor guardián para cuidar de ella. No podía dejar de preguntarse si

Página
Vlad resentía o no la nueva posición.
Y si se preocupaba porque ella y Alex estuvieran bajo el mismo
techo.
Lauren no sabía cómo reaccionaría Alex con ella ahora que Mishca
no se encontraba aquí para ser un freno, y por esa razón, había estado
distante durante los días que pasó en la casa de Mishca.
No había venido ni una vez, aunque finalmente habló con él. Hizo las
preguntas de rutina, pero cuando le preguntó cómo era tratada, vaciló. Su
mente se dirigió inmediatamente a Lyov y su comportamiento
innecesariamente acaparador.
A pesar de las advertencias de Natasha, y las pocas que Vlad emitió
cuando lo sorprendió en eso, Lyov continuó acosándola, obligándola a
permanecer encerrada en su cuarto la totalidad de su estancia. Tampoco
ayudó que descubriera que la había estado llamando y Natasha
casualmente se lo preguntara a uno de los guardias.
Shlyukha —Puta.
En lo que a ella se refería, su opinión y la de Natasha no tenían
importancia, por lo que lo puso fuera de sí.
No fue tan malo, estar sola, ya que era capaz de ponerse al corriente
de todas las películas en Netflix, Natasha ocasionalmente pasaba por allí,
pero no le dijo a Mishca nada de esto.
Por lo que le había dicho tenía mucho que tratar y no quería
agregarle esto. Tal vez después de que todo esto terminara iba a hablarle al
respecto.

k
A pesar de su proximidad con respecto al otro, Lauren no había visto
a Alex ya que Luka se la había llevado, no es que hubiese tenido mucha
oportunidad. También estaba segura de lo que iba a decir el día en que
finalmente se vieran.
Una parte de ella quería decir: “mira lo que tu familia me hizo,” pero
otra gran parte, entendía que alguien tan joven como Alex no entendiera
por qué Lauren hizo lo que hizo, no cuando esto había causado que se
acabara su familia.

149
Fue en este día que, en lugar de esperar un encuentro casual,
Lauren fue en busca de ella. Alex no estaba en la sala a la que Luka la
había arrastrado, ni estaba en cualquier lugar que Lauren pudiera verla, al

Página
menos hasta que se aventuró a salir, y por casualidad, miró hacia el techo.
¿Cómo diablos llegó ahí arriba?
Estaba recostada sobre su espalda, un cigarrillo colgándole de una
mano. Parecía relajada a pesar de la inclinación, moviendo el pie hacia
atrás y adelante a un ritmo que sólo ella podía oír.
—¡Alex! —gritó Lauren.
Se sentó, mirándola, protegiéndose los ojos del sol. Alex podría haber
respondido, diciendo algo, pero no lo hizo. Lauren esperó allí, tratando de
ver lo que iba a hacer a continuación, pero cuando Alex no se molestó
siquiera en reconocer su presencia, se aventuró de nuevo en la casa.
No podía obligar a Alex a hablar con ella, al igual que Mishca no la
había forzado. Era lo que quería y hasta que estuviera lista, Lauren no
podía obligar a Alex.
Con suerte Mishca volvería pronto y no tendría que estar aquí
mucho más tiempo, ya que extrañaba a sus amigos. Ahora, le gustaba
pensar que prefería su limitada exposición a la Bratva.
—¿Qué es lo que quieres?
Alex la esperaba frente a la puerta de su habitación, con los brazos
cruzados sobre su pecho mientras mantenía sus verdes y fríos ojos en ella.
Le recordaba como Mishca miraba a la gente cuando se enojaba.
—Sólo quería decir que lo siento, por todo. No es una excusa, pero
no pensaba en cómo te iba a afectar. Estaba tratando de hacerle daño a
Viktor y Mikhail, pero no a ti.
Lauren no esperaba una respuesta, y la que llegó no era
definitivamente lo que esperaba.
—Parecías buena al principio, hiciste que mi hermano estuviera feliz
—dijo Alex, mirando a la pared—. Luego, tiraste de la alfombra debajo de
Mikhail.
—Yo…
—No, todavía no lo has hecho. Tengo todo el derecho a estar
jodidamente cabreada porque ya no puedo ver a mi madre, no es que a ella
le importe de todos modos, pero a pesar de todo esto, ¿con lo mierda que
he sido para ti, y lo que Viktor le hizo a tu familia, tú me estas pidiendo
disculpas?, ¿qué está mal contigo? —Alex hizo una pausa como si
realmente quisiera una respuesta, pero tan pronto como Lauren abrió la

150
boca para responder, continuó—: Y Dios, Mishca ha estado abatido como
un cachorro perdido durante meses, entonces tú te presentas y bam, se
evita el lento descenso hacia el alcoholismo. Tienes como una magia… —

Página
Hizo un gesto a la mitad inferior de Lauren con un gesto de la mano.
Espontáneamente, Lauren se rió.
—Lo dudo.
—Mira, tenemos una cosa en común. Nuestro amor por Mish. Tú
eres lo que lo hace feliz y lo acepto. Quiero eso para él. No puedo decir que
no te voy a llamar puta si estoy borracha, pero no voy a darte un mal rato.
¿Bueno?
—Bueno.
Alex frunció el ceño, quitándose de la pared.
—No eres una de esas personas que abraza mucho, ¿verdad? Porque
no creo estar lista para tanto tacto.
k
Mishca ya tenía una ventaja cuando regresó a la mansión. Aunque
se había previsto en un principio que necesitaría una semana para
manejar su problema creciente con los albaneses, había vuelto temprano,
no había sido su elección.
A pesar de que Mikhail estuvo acuerdo en que él debía manejar el
tema, los albaneses fueron ahora invadiendo su territorio, así que no se
sentía bien con el Pakhan —Jefe. No sólo habían disparado al club de
Mishca, enviando una nueva oleada de federales, ahora habían robado un
cargamento de armas y munición de uno de los contactos de Mikhail, una
infracción que debía ser tratada bastante pronto.
Mishca estaba exhausto, apenas había dormido en los tres días que
había estado alejado de Lauren, pero también había tenido una sensación
molesta en el estómago, que le hizo hacer un viaje espontáneo a la casa
para ver cómo estaba.
No era que ella se hubiese quejado, de hecho, sus textos eran todos
relativamente normales, pero era lo que no estaba allí lo que le
preocupaba. Las noticias de Vlad habían sido contradictorias a lo que le
había dicho.
Al entrar en la casa, con Luka tras él, Mishca encuestó a los

151
guardias que se encontraban cerca de la estación de la puerta principal.
Ellos se establecieron aquí por su padre, y si bien por lo general tenían

Página
dejar caer su mirada de la suya en señal de respeto, esta vez le pareció ver
algo más allí antes de que le devolvieran la mirada.
Sin cuestionarlo, sabiendo que ellos mentirían para proteger a uno
de los suyos, se trasladó más allá de ellos hacia las voces que oía en el
comedor.
Lyov estaba sentado en la mesa, un plato de comida situado en
frente de él. Desde que se creía a cargo de los hombres de aquí, todos le
flanqueaban como perros a un hueso mientras hablaba en voz baja, sus
palabras no lo suficientemente fuertes como para que Mishca las
distinguiera, sin embargo, incluso el sonido de su risa ralló en sus nervios.
Cuando por fin se dieron cuenta de Mishca y la presencia de Luka,
se quedaron en silencio, tratando de escapar, pero Mishca levantó la mano
con un sólo comando.
—Quédense.
Incluso si no estuviera allí, ya sea él o Mikhail, había dos asientos
que estaban fuera del alcance de todos. Eran símbolos. Y el hecho de que
Lyov estuviera descaradamente irrespetando a Mishca fue la última
presión sobre los nervios de Mishca.
Mishca sacó la silla al lado de Lyov, dejándose caer con poco
cuidado, él se consideraba el ejecutor. Era difícil no darse cuenta de la
creciente tensión en la sala, pero nadie dijo nada, o intentó huir, sólo el
intercambio de miradas nerviosas.
Sin mirar atrás, Mishca le dijo a Luka—: Trae a Lauren por mí.
Para una habitación llena de asesinos y ladrones, apenas podían
ocultar sus pensamientos bien... o su culpabilidad. Mishca todavía no
había dicho nada a nadie, y desde hace mucho tiempo Lyov había
abandonado su comida, sentándose con la espalda recta en la silla, con las
manos sobre la mesa.
No se encontraban lejos de la habitación donde Lauren dormía y
pronto, oyó sus pies resonando en el pasillo, pero Mishca fue practicado
con paciencia, una extraña habilidad para buscar las expresiones para
una confirmación.
Fuera de la periférica, vio a Luka y Lauren entrar en la habitación,
Vlad venía detrás de ellos para bloquear la puerta en caso de que alguien
tratara de salir. Cuando la atención se desvió a ellos, Mishca sostuvo la
hoja del cuchillo de nueve pulgadas que guardaba en el bolsillo del
chaleco. Mantuvo su arma fuera de la vista, el roce de la punta de la
cuchilla contra la pernera del pantalón.
El asiento de al lado fue sacado y Mishca podía oler la fragancia

152
tenue del perfume de Lauren mientras se sentaba. Se aligeró la neblina
roja que estaba debajo, pero sólo lo suficiente para que pusiera fin a esta

Página
manifestación particular.
Entonces, vio lo que buscaba.
Lyov intentó mirar hacia abajo rápidamente, ocultando su expresión
mientras cogía el tenedor, empujando la comida alrededor de su plato,
pero Mishca no se lo perdió.
Era un tic de su boca, la ligera curvatura burlona de sus labios que
le dijo a Mishca todo lo que necesitaba saber.
Suspirando, mirando a Lauren, vio la confusión en su rostro
mientras lo miraba. En una ocasión le había dicho que esta vida estaba
llena de violencia y que iba a hacer todo lo posible para mantenerla alejada
de ella, pero tenía que entender que a veces era necesario. ¿Y ahora?
Ahora era una de esas veces.
—Perdóname —le susurró a ella y antes de que pudiera ver la
confusión profundizar en su rostro, levantó el cuchillo en la mano y lo
empujó hacia abajo en la mano de Lyov, girando sin piedad hasta que el
hombre gritó.
Se puso de pie, golpeando su silla hacia atrás, palmeó la parte de
atrás de la cabeza del ejecutor, empujándola hacia abajo en el plato de
comida, sin importarle que los dientes del tenedor lo estuvieran
apuñalando en la cara.
—Voy a explicar esto de una vez —dijo Mishca sobre sus gritos,
hablando tan rápido en ruso que Lauren no lo entendería—. Si me entero
de que alguno de ustedes la trata con menos del respeto que se merece, no
permitiré que su muerte sea sin dolor. Escucha mi puta advertencia.
Soltó la cabeza del ejecutor para que pudiera llegar por vía aérea,
agarrando su espada de un tirón hacia fuera, el metal sale con un chorro
de sangre.
—Salgan.
Los hombres se dispersaron como ratones, todos excepto Lyov. Sabía
que no había sido despedido todavía, pero tenía la suficiente iniciativa
para ahogar sus gritos.
Poniendo sus manos sobre la mesa, sin soltar el cuchillo
ensangrentado, Mishca dijo—: Discúlpate. —Esta vez en inglés.
Murmuró algo ininteligible, pero rápidamente tomó la palabra
cuando Mishca levantó la mano.
—No quería ser irrespetuoso contigo. —Logró decir entre dientes, con
eso sería suficiente.

153
Mishca lo apuñaló en el otro lado. Si fuera su orgullo el que
intentara mantener, habría agujeros acribillados por todo su cuerpo antes

Página
de que saliera esa mesa.
—¡Lo siento! —gritó, luchando más allá del dolor para hablar con
claridad.
Satisfecho por el momento, Mishca tiró el cuchillo libre y envió fuera
al hombre, ordenó a Luka ir tras él. La manifestación podría haber sido
más, pero su castigo fue sólo el comienzo.
Con la sala vacía de nuevo, Mishca finalmente, verdaderamente,
miró a Lauren, la escaneó rápidamente para asegurarse de que se
encontraba bien, ya no confiaba en lo que ella le había dicho. No sabía a
ciencia cierta si era el miedo que mantenía a Lauren contándole el
problema con (nombre), pero necesitaba que supiera que podía contarle
todo.
Permanecía sorprendentemente silenciosa y más
sorprendentemente, no lo miraba como si nunca lo hubiese visto antes, un
hecho que fue agradecido por él en el momento ya que no tenía idea de
cuándo iba a cambiar.
Se sentó frente a ella esta vez, dejando caer el cuchillo sobre la mesa
para limpiar su mano con una de las servilletas de lino que descansan allí,
la sangre manchándola. Sus ojos se dirigieron a él.
—¿Vlad te lo dijo? —preguntó.
—Si alguien te molesta, alguien, me lo dices.
—¿Es esto lo que harás? —No parecía molesta, sólo curiosa.
—Depende de la ofensiva —respondió de manera uniforme. Lo cual,
para ambos, quiere decir: ¿si le hicieron algo a ella?
—¿Por qué me querías aquí?
—Así tú entenderías —dijo inclinándose hacia delante para
descansar los codos en la mesa—. Siempre me ha preocupado que te fuera
a asustar, y ellos tomaron la precaución como un signo de debilidad. Tenía
que demostrarles lo equivocados que estaban, y tenía que mostrarles que
nunca permitiría que nadie te haga daño.
Esto no había sido un castigo, sino una declaración.
—Tengo un profesor que está siendo un dolor en el trasero en cuanto
a la tarea, ¿eso cuenta como un pedido especial?

154
Página
Traducido por JackieC & Lizi_0696 & Nnancyc
Corregido por Alysse Volkov

L
auren le envió a Mishca un mensaje rápido, haciéndole saber
que iba a estar pasando por el club a recoger un libro de texto
que dejó allí. Desde que por lo general, se hallaba en su oficina
supervisando las reparaciones, se imaginó que podría volver de nuevo con
él después que terminara con todo.
No lo había visto mucho desde la semana que pasó en su casa, y
sabía que lo que sucedía con Naomi lo estresaba, incluso cuando no lo
demostrara.
Sin embargo, sorprendentemente su coche no estaba afuera en el
estacionamiento de atrás, pero había un guardia en la puerta trasera,
tratando de alcanzar la manija mientras Lauren se acercaba.
—¿Esta Mishca aquí?
—Va volver pronto.
El hombre poseía una mirada extraña cuando dijo eso, pero Lauren

155
no tenía tiempo para cuestionarlo. Se acercó a la oficina, a hurgar en
busca de su libro. Lo encontró en el cajón de su escritorio. Agarrándolo,
algo cayó al fondo.

Página
Era un iPhone blanco y dorado, muy similar el de Naomi. Sin
embargo, tenía que ser una coincidencia, no existía ninguna razón para
que tuviera su teléfono a menos que... a menos que estuvieran juntos
ahora mismo.
Un ruido seco sonó abajo. Suponiendo que era el guardia, Lauren lo
ignoró, tomando su teléfono para llamar Mishca.
Cuando no respondió, le dejó un mensaje de voz. —Mish, cuando
oigas esto, llámame. Estoy en el club y...
—Mira a quien tenemos aquí.
Lauren dejó caer el teléfono, volviéndose hacia el hombre que había
entrado en el restaurante con Jetmir. Vestía de negro, con botas de negras
pesadas y un pasamontañas. Excepto, que no era realmente necesario.
Recordaba su voz.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Tenía la esperanza de encontrar al ladrón. Aquí es donde rastreé
su teléfono.
Se encontraba en lo correcto. Era el teléfono de Naomi. —¿Qué
quieres con ella? —Tenía que hacerse la tonta, y no dar nada por sentado.
—Deja que yo me preocupe por eso.
Enderezó sus hombros y dijo—: Ella no está aquí. —Podría haber
despreciado a Naomi con cada fibra de su ser, pero no iba a ayudar a
cualquiera de ellos a encontrarla. Miró sobre su hombro, esperando que
Pete apareciera en cualquier momento.
—El guardia no te ayudará.
Fue entonces cuando Lauren se dio cuenta de la pistola en la mano
enguantada. Lo que escuchó no era un ruido aleatorio, fue un disparo.
Sus ojos se dirigieron de él a su teléfono en el suelo, que tenia la
pantalla encendida, con el nombre de Mishca en la misma.
—No, no. —Con el arma apuntándole, pisoteó el teléfono, rompiendo
el cristal de la pantalla.
—Él sabe dónde estoy —dijo Lauren audazmente, dando un paso
atrás—, va a estar aquí en cualquier momento.
—No importa. Aún así hay un montón de tiempo para hacer lo que
quiero.

156
La agarró con su mano libre, arrojándola al suelo. La oficina todavía
no se había renovado desde el tiroteo y todavía permanecían pedazos de
vidrio en el piso. Se puso encima pero tomó un gran fragmento de vidrio

Página
firmemente en una mano, y lo hirió con él.
Aulló de dolor, una línea de sangre apareció en su rostro. Él gruñó
palabras que no entendía, arrebatándole su única arma, un dolor agudo
en la palma de su mano, tomó vida. Llevo ambas rodillas contra el pecho,
utilizó ambos pies de darle una patada, haciéndole perder el equilibrio, y
que el arma se le cayera de las manos.
Lauren salió a gatas de él, arrastrándose hacia el arma, la
adrenalina haciéndole dar movimientos espasmódicos.
Una palma caliente la agarró de la pantorrilla mientras empezaba
arrastrarla de vuelta, sus dedos estaban a escasos centímetros de la
pistola. Luchó con todo lo que tenía, pero era mucho más fuerte y más
grande que ella, y su fuerza se desvanecía.
—No, no, no —decía la palabra una y otra vez, haciéndolo reír más
fuerte a medida que fácilmente la dominaba.
—Nadie puede ayudarte ahora ¿no? —se burló cuando arrancó la
ropa interior por sus piernas, tan lejos como pudiera alejarla de ellos.
No podía ver. No podía pensar. Casi no podía respirar.
Pero cuanto más se burlaba de ella, más oía la voz de Viktor cuando
decía esa maldita frase, Ivan mientras despiadadamente hablaba de la
muerte de su padre.
Todo vino a su mente.
Una oleada de fuerza la llenó, lo suficiente para sacudirse y morderle
la oreja. No se rindió hasta que probó la sangre, se tiro hacia atrás de la
carne desgarrada, escupiendo, mientras él, caída de espaldas, llevando su
mano a la oreja herida.
Luchando para retroceder, finalmente agarró el arma y lo apuntó.
Le temblaban las manos, lágrimas furiosas quemaban en sus ojos,
pero se negó a apartar la mirada.
—No me vas a disparar, estúpida puta.
Podría haber parado allí, podría haber agarrado el teléfono de Naomi
y llamar a la policía, porque después de todo, ahora tenía el arma.
Entonces, recordó que no trataba con hombres ordinarios. Personas
como él compraban a la policía para permanecer fuera de la cárcel,
contrataban seis abogados corruptos para desestimar el caso, gente como
él nunca se detendrían.
Gente como Mikhail.

157
Gente como Viktor.
Gente como Mishca.

Página
Apretó el gatillo.
Había estado apuntándole a la cabeza, pero se las arregló para
atraparlo en el cuello, el impulso del arma la hizo retroceder unos pasos.
La sangre salpicó por todas partes, en la ropa y la piel de Lauren, y cuando
el líquido caliente golpeó sus muslos desnudos, pensó en lo que había
estado planeando hacer con ella.
Volvió a disparar.
Y otra vez.
Y de nuevo hasta que la pistola hizo clic. Cuanto más tiempo que
apretaba el gatillo, más sollozaba.
Seguía sollozando como una gallina cuando pasos rápidos vinieron
desde las escaleras, Mishca apareció primero en la puerta, con los ojos
muy abiertos por el horror cuando tomó en la escena frente a él.
Si no hubiera utilizado todas las balas para dispararle al Albanes, le
dispararía a Mishca también.

k
El miedo era una emoción tan fea, que Mishca raramente sentía. No
tenía necesidad, pero cuando escuchó el correo de voz que Lauren le dejó,
y la inconfundible voz masculina en el fondo, la emoción oscura que lo
inundó sintió algo parecido a eso.
Abandonó su tarea, rompiendo varias leyes de tránsito mientras
corría a su club, pero todavía no llegaría a tiempo.
—Otstupit—Retrocede —dijo Mishca para que sólo ellos oyeran
aunque dudaba Lauren pudiera oír algo en ese momento.
Tenía la pistola apuntándole, aunque no tenía miedo. Había oído el
chasquido de la glock y temblaba tanto que apenas podía apuntar
correctamente. Estaba cubierta de sangre y sus jeans estaban en los
tobillos, líquido rojo pegajoso recubriendo sus muslos.
Su corazón latía más rápido.
Mishca tenía que mantener la calma, para ella.

158
La llamó por su nombre, a la espera de una reacción, cualquier cosa
que le hiciera saber que no se encontraba completamente desprotegida,

Página
pero no respondió, su boca se movía silenciosamente. Las lágrimas de sus
ojos, corrían por sus mejillas. Se le rompió el corazón.
Con calma, Mishca levantó las manos, con las palmas hacia fuera,
tratando de conseguir que se centrara sólo en él. Su expresión le trajo una
punzada en el pecho. No era el miedo, lo cual hubiera esperado, pero se
veía tan rota, recordándole por qué esta vida era demasiado para alguien
como ella.
Tomó con cuidado un paso para acercársele, tocando la parte
superior de la pistola, bajándola antes de sacársela, poniéndola en la
cintura de sus pantalones.
—Lauren, ¿estás herida? —preguntó.
Le tomó un momento para que respondiera, pero cuando lo hizo,
negó con la cabeza.
—¿Él, te...? —La palabra se le quedo atrapada en su garganta
mientras sus ojos se posaron en sus piernas desnudas de nuevo.
Fue entonces, cuando lo sintió. El rápido revoloteo de su corazón, la
forma en que su boca se secó. Estaba aterrorizado de su respuesta y más
miedo por ella.
Entendió su pregunta sin que tuviera que terminarla, el alivio lo
inundó cuando negó con la cabeza otra vez.
Se agachó, subiendo sus pantalones vaqueros. No había nada que
pudiera hacer al respecto con la sangre, por ahora. Recogiéndola, Mishca
la llevó por las escaleras, Luka en la retaguardia. Fue un movimiento
estratégico, no sólo para que se movieran más rápido, sino también para
protegerla de ver el otro cuerpo en la planta baja.
Por una vez en su vida, Luka no tenía nada inteligente que decir
cuando subieron al coche y se dirigieron hacia la casa de seguridad. No
existía manera de que Mishca la llevara a su apartamento sin plantear
preguntas.
Era como si se hubiera perdido mentalmente. Tenía la cabeza
apoyada en su regazo, sus dedos a la deriva por el cabello. No habló
durante todo el viaje y si no fuera porque la comprobaba constantemente
pensaría que se había desmayado.
En la casa, Mishca la llevo directamente a su cuarto de baño.
Se metió en la ducha, tratando de conseguir la temperatura
adecuada. Lauren hizo un ruido que le hizo dar vueltas por preocupación.
Desgarraba su ropa, sin importarle el daño que se hacía a sí misma en el
proceso.

159
—¡Lauren, detente!
Cogió sus manos, pero le dio una bofetada para alejarlo, logrando

Página
dar un tirón a su camisa. Lloraba, murmurando algo que sonaba como—:
Bájate.
No era la ropa lo que trataba de bajar, sino la sangre que recubría
su piel. Sin saber qué más hacer, Mishca pasó un brazo alrededor de su
cintura, tirando de ella en la ducha con él. Sus propias ropas se
empaparon en cuestión de segundos, pero se hallaba demasiado
preocupado para pensar acerca de eso.
Mishca tomo sus muñecas con una mano para mantenerla inmóvil,
usando la otra para frotar en su piel, duchándola. —Está bien —le
susurraba al oído—. Se acabó.
—Estaba buscando mi libro y yo pensé que estabas ahí... Traté de
llamar pero no me respondiste... —Lo observaba, pero no creo que en
realidad lo viera.
—Yo no... Él iba a... Tuve que dispararle.
—No fue tu culpa —prometió, aún sosteniéndola mientras el agua
caía sobre ellos. Fue su culpa por haberla puesto en peligro—. Lo siento.
Pero eso nunca sería suficiente. Se quedó en silencio de nuevo,
ayudándole a quitarse los pantalones y la ropa interior. Tuvo cuidado con
ella, lavándola de forma exhaustiva sin hacerlo sexual. No necesitaba eso
ahora mismo.
Sin más, le secó, le puso una de sus camisas, dejándola sobre la
cama mientras iba en busca de un botiquín de primeros auxilios.
Encontrándolo debajo del fregadero, lo llevó a la habitación.
Limpió cuidadosamente la mano con un antiséptico vendándolo todo
lo mejor que pudo. Abriendo las mantas, la ayudó a subir, yendo a
cambiar su ropa antes de subir a su lado poniéndola a su costado. Apoyó
la barbilla en la parte superior de su cabello mojado, frotando círculos
suaves en la espalda.
Por experiencia, sabía que no había nada que pudiera decir para
hacerla sentir mejor. Lo único que podía hacer en ese momento era
mantener la calma y esperar a que estuviera dispuesta a hablar de ello
cuando estuviera lista.
Pasaron varios minutos mientras escuchaba su respiración
equilibrarse. Ojalá pudiera leer sus pensamientos, preguntándose si su
presencia la ayudaba. Deseó poder realizar una serie de cosas para hacer
esto mejor para ella.
Mishca no pudo evitar la punzada de ansiedad que sentía ante la
idea de perderla de nuevo. Por mucho que le doliera admitirlo, esta no
sería la última vez que algo así ocurriera, esa sería una linda ilusión, y la

160
amaba demasiado como para mentir acerca de los peligros a los que se
enfrentaría al estar con él.

Página
Había sido egoísta, sólo cuidando de que ella finalmente estuviera
con él, en lugar de hacer caso a las advertencias de su padre. Pensó
tontamente que podía protegerla de cualquier cosa, pero ¿cómo iba a
protegerla de sí mismo?
Cuando por fin la sintió estar inconsciente, silenciosamente se
deslizó fuera de la cama, metiendo las sábanas a su alrededor. Tenía un
trabajo que hacer.
Agarrando una bolsa de basura de la cocina, la llenó con su ropa y
comenzó a colocar las de ella allí también. Cuando quitó sus pantalones
vaqueros, lo siguiente que salió fue un destello dorado del bolsillo. Bajando
la mirada, vio el anillo de bodas de oro en una delicada cadena.
Las cejas se le juntaron, recogiéndolo, dándole vueltas entre las
manos. Él sabía a quién pertenecía, con sólo un vistazo.
Mientras observaba como Doc suturaba las heridas de bala de la
brigada, Mishca vio el curioso anillo en su dedo. Sabía lo que era, por
supuesto, pero no entendía por qué el Doc lo llevaba. Su madre había usado
uno, pero nunca había visto a Mikhail con uno, ni siquiera cuando estaban
en la intimidad de su hogar.
Una vez terminó, Doc le dio una palmada en el hombro al hombre,
dándole instrucciones sobre cómo cuidar adecuadamente a la herida.
A solas con él, Mishca le preguntó—: ¿Por qué llevas eso?
Doc bajó la mirada, donde Mishca gesticulaba, sosteniendo su mano
para deslizar el anillo. Estaba acostumbrado a las preguntas de Mishca,
atribuyéndolo a su educación no convencional. A pesar de sólo tener nueve,
Mishca era alto para su edad, y se comportaba como si fuera mucho más
viejo.
Le mostro el anillo, le dio vuelta de modo que él pudiera ver el grabado
en el interior. —Es un símbolo de mi amor por mi esposa.
—Mi padre no usa uno —dijo Mishca razonando—, pero amaba a mi
madre.
La forma en que sus ojos se movieron hacia el suelo por un momento
le dijo a Doc que no necesariamente creía eso. Suspirando, trató de
describirlo de la mejor manera que sabía.
—Lo llevo por mi familia, para demostrar a otros que yo los valoro.
Mishca negó con la cabeza, girando el anillo una y otra vez en sus
manos. —Las familias son una debilidad. Estás dejando que tus enemigos
sepan cómo hacerte daño.
A Doc le gustaba pensar que no tenía enemigos, aunque con la forma

161
en que su vida iba ahora, no estaba tan seguro. —Un día, tu vas a
enamorarte de una joven que te hará querer darle el mundo. Tu no va a

Página
preocuparte por el peligro de que su vida pueda correr, porque tú sabes que
vas a protegerla de cualquier cosa.
—Esto —dijo deslizando el anillo en su dedo—, es mi manera de
decirle a mis enemigos que sí, que tengo una familia, pero voy a morir antes
de permitir que cualquiera pueda perjudicarlos.
Mishca frunció el ceño. —Orgullo, ¿no es eso?
—No cuando es verdad.
Mishca lo había jodido. A diferencia de él, Cameron Thompson hizo
lo que le había dicho hace muchos años. Había dado su vida por Lauren y
lo único que estaba haciendo Mishca era poner sacrificio en peligro.
Durante un tiempo, se apoyó en el mostrador del baño, mirándolo,
pero cuanto más tiempo lo miraba, más resuelto estaba sobre la decisión
que estaba a punto de tomar.
Ya era hora de acabar con esto, de una vez por todas.
Colocó el anillo en la mesilla de noche, besando la parte superior de
la cabeza de Lauren cuando salió. Luka estaba en el pasillo, volteando la
parte superior de su encendedor.
—¿Necesitas algo, jefe?
—Lo que ella necesite, consíguelo. Si se despierta, llámame de
inmediato.
Asintiendo, Luka tuvo que calcular el brillo en sus ojos. —¿Estás
seguro de que no me quieres contigo?
—Puedo manejarlo.

k
—¿Cómo está? —preguntó Vlad mientras se colocaba un par de
guantes de látex, y le lanzaba a Mishca otro par.
—No lo sé —respondió Mishca honestamente—. No ha dicho mucho.
Una vez que hayamos terminado aquí, vamos a encontrarnos con Jetmir.
Vlad le lanzó una mirada de curiosidad, pero no lo cuestionó.
Le tomó un par de horas y un par de llamadas deshacerse de
cualquier evidencia que conectaran a Lauren con nada en el club. Una vez

162
que el trabajo estuvo ya hecho —y doblemente verificado por Mishca—, él
envió sus hombres a casa.

Página
—Vámonos.
Mishca y Vlad condujeron por un camino a las afueras de la ciudad,
a un cementerio que fue cerrado al público en la noche. Jetmir los estaba
esperando, sus hombres tenían armas de fuego en las manos.
Levantó una ceja cuando Mishca salió del coche, su otra ceja se unió
a la primera cuando Mishca fue al maletero para abrirlo.
Hizo un gesto hacia el cuerpo. —Tú enviaste a tu perro a mi puerta.
Apretando los dientes, Jetmir flexionó sus manos. —¿Y esto es qué?
¿Un desafío?
—No, esto termina. Tú quieres lo que es de tu propiedad, yo te
quiero fuera de Nueva York. Dame tres días para obtener ya sea el
diamante para ti, o entregarte a Naomi yo mismo.
Jetmir río fríamente, sacudiendo la cabeza. —Esa fue mi sugerencia
desde el principio. ¿Por qué aceptarla ahora?
Porque entonces, Mishca no estaba dispuesto a entregar a Naomi sin
saber lo que los albaneses habían planeado para ella. Podría haber sido
una puta intrigante, pero nadie merecía ese destino. ¿Pero ahora que
Lauren se vio envuelta en esto? Felizmente la entregaría sin un solo
lamento.
—Mi razonamiento no es de tu incumbencia. ¿Estás de acuerdo con
esto? No envíes a tus hombres con mensajes y no te acerques a alguien
que me importe. ¿Entendido?
Jetmir parecía que quería discutir, pero tuvo el buen sentido de
asentir, extendiendo su mano. Podría haber sido implacable en su
búsqueda de lo que había perdido, pero no era lo suficientemente ciego
para ver que este ruso era un hombre de palabra.
—El mismo lugar. —Jetmir ladró una orden a sus hombres y se
acercó, a retirar el cuerpo del maletero.
Mishca no se quejó, incluso si pensaban usarlo como chantaje, no
había nada en el cuerpo que lo conectara con él o con Lauren.
Ahora que había terminado con él, Mishca tenía una parada más
que hacer.

163
Página
Al entrar en la habitación del hotel, Naomi lo alcanzó, deslizando los
brazos alrededor de sus hombros, apretando sus pechos contra él, sus
labios a la parte inferior de su mandíbula.
—Me alegro de que hayas venido —susurró.
Mishca tiró sus brazos hacia abajo, manteniendo su distancia,
haciendo aparecer una mueca en sus labios.
Dio un paso por delante de ella, sentándose en el sillón de la
ventana. Sin embargo, antes de que se sentara, hizo una demostración de
la retirada de la pistola de la cintura de sus pantalones, descansando
sobre su rodilla.
Una esquina de la boca de Naomi le levantó mientras desataba las
cintas de su vestido, dejando que las dos partes se abrieran para revelar
una piel pálida, complementado con encaje azul.
—¿Es esto lo que quieres jugar? —preguntó dulcemente mientras se
deshizo del vestido, dejándose caer de rodillas para arrastrarse hacia él, el
balanceo de sus caderas era casi hipnotizante.
Un hombre más débil podría haber sido tentado por su actuación,
pero Mishca no era un hombre común y corriente.
Cuando se encontraba de rodillas entre sus piernas, sus manos
deslizándose por sus muslos internos, las manos de Mishca llegaron a ella,
sus dedos cerrándose alrededor sus delicadas muñecas, apretando lo
suficiente para que supiera que hablaba en serio. Ahogó un grito de alegría
encantada por un momento —habían momentos durante su larga historia
de que las cosas se habían puesto difíciles entre ellos—, pero se dio cuenta
con la suficiente rapidez que esto no era nada de eso.
La dejó ir, sólo el tiempo suficiente para colocar la pistola en la mesa
junto a él, arrastrándola hasta sus pies mientras se levantaba.
—Elije con cuidado lo que dirás a continuación —dijo lentamente,
sin una pizca de humor en su voz—. ¿Dónde. Está. El. Diamante?
Se liberó de agarre —solo porque él la dejó—, ahora lo miraba
mientras se frotaba las muñecas. —Te lo dije. Yo no lo tengo.
—Naomi…
—¡No utilices ese tono conmigo! —dijo con sorna—. ¿Es así como
haces tu camino con ella? ¿Te hace su oferta como una puta bien
entrenada? ¿O eres tú el que llora? —preguntó, toda su actitud cambiante
mientras tocaba un botón en la parte frontal de su chaqueta—. ¿Tienes
que ocultar tu verdadera naturaleza? ¿Huiría ella del hombre real que está
al acecho detrás de la superficie?

164
Naomi chasqueó la lengua. —No hay que olvidar, que los buenos
nunca duran mucho en esta vida, Mishca. Estoy segura de que puedes
recordar eso.

Página
Sonrió tímidamente, sabiendo que había golpeado la marca cuando
casi imperceptiblemente se estremeció, pero también sabía que cometió un
grave error cuando sus ojos chisporroteaban como fuego azul.
Mishca sintió un frio sobre él, la misma frialdad de la que había
aprendido a deshacerse para no perderse a sí mismo a esta vida por
completo. Pero en este momento, se olvidó totalmente de su famoso auto-
control.
Agarrándola por el cabello, la tiró en el sillón, la fuerza del
movimiento envió el sillón sobre sus patas traseras. Cuando ella intento
levantarse, él cogió su arma, empujando el cañón de la misma contra su
garganta, manteniéndola en su sitio.
Se aclaró la garganta, con una sonrisa forzada. —Ese es el Mishca
del que me acuerdo.
—Dime dónde está el diamante.
—Yo no…
—No me mientas —advirtió mientras ladeaba el arma—, o voy a
pintar estas paredes con tu cerebro.
Sonriendo, dijo ella—: Pareces lo contrario de cuando yo llevaba tus
estrellas.
—Y quemaré esas malditas estrellas que llevas si lo necesito.
Permaneció obstinadamente en silencio, temiendo lo que iba a hacer.
Que así sea.
Si no podía entregar el diamante, podría tener su cuerpo. Moviendo
su dedo al gatillo, lo que sea que ella viera en su rostro la hizo romperse.
—Te lo llevaré —se apresuró a decir, sus ojos ahora siguiendo el
movimiento de su dedo cuando lo sacó de la activación—. Mañana. Lo
tengo guardado en una caja de seguridad.
Bajando la pistola, se agachó hasta que estuvo altura de sus ojos. —
Dos de la tarde, mañana. La Fuente. Tú lo traes, entonces te vas y nunca
dejaras ver tu rostro de nuevo.
Guardando su arma, le dio la espalda mientras se dirigía hacia la
puerta.
—¿Todo esto por ella? ¿Por qué es tan especial?
Escuchó la amargura en su voz, pero debajo había una tristeza que
no había esperado. Nunca pensó mucho en cómo trataba a las mujeres
que iban y venían en su vida, sólo creía que ya que existía un

165
entendimiento mutuo en cuanto a lo que se esperaba, no habría un
problema, pero mientras lo veía ahora, las líneas estaban borrosas.
—Porque la amo —respondió con sinceridad.

Página
Y esta vez, fue ella la que dio un respingo.

k
Lauren mantuvo los ojos cerrados aunque sentía Mishca moviéndose
a su lado. Tuvo cuidado, moviéndose en silencio, tratando de no
molestarla. Había querido dormir, pero cada vez que estuvo a punto de
quedarse dormida, imágenes del albanes le hacían tener miedo a sucumbir
a su inconsciente, sin saber qué iba a encontrar en sus sueños.
Era más fácil fingir que dormía, porque contaba en su cabeza. La
única forma en que pudo evitar volver a ese lugar oscuro era contar sin
rumbo, pensando en números aleatorios en varias combinaciones.
Podía escucharlo al lado de ella, el sonido de algo cayendo sobre la
cómoda llegando a sus oídos. Él presionó un beso tierno en su frente, el
acto quitando algo de la ansiedad.
No tenía idea de qué sentir.
La culpa mezclada con el alivio. La ira y la tristeza. El miedo y la
justificación.
Poniéndose de pie, caminó de puntillas por el piso frío, abriendo la
puerta para espiar. Luka estaba recostado en el piso con los pies contra la
pared, mirando el techo como si ello contuviera todas las respuestas en el
mundo.
—¿Qué estás haciendo?
No sabía porque se había levantado, solo quería moverse por ahí,
pero ahora se sentía obligada a contestarle.
—Me duele el hombro. ¿Hay alguna aspirina? —De hecho su hombro
dolía, probablemente debido al retroceso del arma después de dispararla la
primera vez. Tenía más poder de lo que esperó.
—Podría llamar al Doc para ti, traerlo para que lo revise. El Cap
podría querer que haga eso, ser responsable y todo.
—¿El Doc?
—Mierda, olvidé que eres nueva. Tenemos un médico de guardia.
Viene cuando sea que lo necesitemos.

166
Él no sabía y las palabras para explicárselo se atraparon en su
garganta. El único pensamiento que pasaba repetidamente por su mente

Página
era que había otro doctor.
No sabía qué había pensado. No era como si no fueran a necesitar
un médico sólo porque a ella… pero no podían reemplazarlo, ¿cierto?
—¿Qué piensas? —Luka la miraba como si ella pudiera estar
teniendo un ataque de pánico.
Se sintió así. —Sí —dijo sin pensarlo.
No sabía qué diría cuando el médico llegara, pero necesitaba verlo
por sí misma.

k
Fue la forma en que se transportaba a sí mismo que trajo la primera
lanza de dolor, luego hubo el aroma más ligero de cera de abeja y goma
que se adhería a sus manos cuando le apartó el cabello para mirarle el
hombro. Incluso en la forma en que sus ojos podían estar preocupados un
momento, pero imparciales al siguiente.
Solo por un instante, Lauren no vio al hombre extraño parado al
lado de ella. No, vio a Cameron Thompson, al menos cómo lo recordaba.
Esa sonrisa fácil suya, los conocidos ojos dorados con líneas de risa
desplegándose a cada lado.
Podía casi imaginar que era él quien la atendía, pero demasiado
pronto, esa ilusión se hizo añicos, dejando solo la realidad de la situación
en la que se encontró a sí misma y el vacío que sintió al ver al reemplazo
de su padre.
—Eres… —Necesitó aclararse la garganta—. ¿Doc, cierto?
—Sí, así es como me dicen.
—¿Cuál es tu verdadero nombre?
Pareció desconcertado por su pregunta, mirando a Luka por una
respuesta aunque ella dudaba que fuera capaz de darle una. Si él supiera
sobre su relación con los Volkov, nunca habría traído al hombre aquí.
Mishca no lo habría permitido.
No pudo evitar preguntarse qué más no sabía, cuanto más de sus
secretos la herirían. Pensó que lo peor que podría haberles sucedido era su

167
tío, pero se dio cuenta que eso era solo golpear la superficie.
—Derek Myers, señora.

Página
Asintió. —Luka, ¿podrías traerme un vaso con agua?
Se marchó del cuarto.
—¿Tiene familia, Sr. Meyers?
Sus manos quedaron inmóviles en su hombro donde estaban
presionando con mucho cuidado contra su piel. Se dio cuenta cómo podría
haber soñado esa pregunta viniendo de ella.
Para él, ella era solo otro de ellos.
—Lo lamento —dijo con rapidez—. No tiene que contestar eso si no
quiere.
Lo que sea que podría haber oído en su voz lo tuvo respondiendo. —
Tengo esposa y dos hijos.
Cerró los ojos con fuerza, luchando con el dolor en su pecho. Era
como una herida en carne viva e infectándose, que se rehusaba a curarse.
—Lo lamento tanto.
—¿Cómo dice?
Sacudió la cabeza, cayendo en silencio, dejándole continuar su
trabajo en paz. Cuando Mishca regresara, haría cualquier cosa que
pudiera para ayudar.

k
La luz brillando desde abajo de la puerta de su dormitorio tenía el
corazón de Mishca saltándose un latido, su humor sombrío mejorando.
Brevemente se preguntó por qué Luka no le había llamado hasta que vio al
sicario saliendo de la cocina con un vaso de agua.
—¿Está despierta?
Asintió. —Le dolía el hombro así que llamé a Doc.
—Mierda. —La maldición de Mishca ahogó las siguientes palabras de
Luka, pero no le importó.
Mishca no podía culparlo por esto. No conocía la historia de ellos,
pero con cada paso que dio más cerca del dormitorio, un presentimiento
ominoso le llenó.
Doc envolvía gaza alrededor del hombro de Lauren cuando entró,

168
seguido por cinta adhesiva médica. Los ojos de Lauren se encontraron con
él de inmediato, pero ella no dijo nada, sus ojos lo dijeron todo.

Página
—Deberías estar bien —decía el Doc, inconsciente de la presencia de
Mishca—. Tómalo con calma por un tiempo para que no distiendas más el
músculo. Dile a Luka que me llame en un par de días y vendré a revisarlo.
Asintió en silencio.
Palmeándole la rodilla, volvió a guardar sus suministros,
dirigiéndose afuera, hablándole a Mishca antes de irse. Mishca cerró la
puerta detrás de él, permaneciendo en el lugar, sin saber qué hacer.
Anticipaba lo que ella haría ahora. ¿Le gritaría? ¿Lucharía con él?
Cualquiera sería entendible, pero no hizo nada.
—¿Cómo te sientes?
—¿Cuánto? —preguntó en voz baja.
Parpadeó, sorprendido, pero confundido por su pregunta. —¿Qué?
—¿Cuánto le debe a tu familia? ¿No es por eso que trabaja para ti?
Frotando una mano por su cara, Mishca suspiró yendo a sentarse en
una de las sillas al otro lado de ella, sabiendo que probablemente no le
quería cerca en el momento.
—Lauren…
—Respóndeme.
—Quinientos mil.
—¿Y cuando su deuda sea pagada, puede volver a su familia, y
ninguno de ustedes lo molestará de nuevo?
—No con todas esas palabras.
—Entonces explícamelo, claramente, para que pueda entender.
—No es solo por el dinero —dijo, las palabras parecían arrancadas
de él.
—Pero nunca contestaste la pregunta. ¿Si pagara su deuda, es libre
de estar con su familia.
—En una forma, sí.
—La pagaré.
—Lauren…
—Tengo el dinero, solo dime qué hacer. ¿Lo necesitas en efectivo,
billetes pequeños? ¿Un cheque?
—No puedo permitirte que pagues su deuda.
—¿Por qué no? —preguntó mirándole.

169
Dios, era como si su dolor estuviera manifestándose dentro de él,
haciendo su corazón doler. —No tienes esa clase de dinero.

Página
—En realidad, la tengo. Cuando tu padre pagó por el silencio de mi
madre, mi papá ya había creado un fondo para mí que provino de su
seguro de vida. Puedo pagarlo, solo dime.
—Lauren, has atravesado un gran asunto esta noche y no quiero
que…
—¡No! —Su repentino grito le hizo quedarse callado—. ¿Siquiera
sabes su nombre? ¿Sobre su familia? No puedo dejarles experimentar lo
que hicimos.
Se encontraba al borde de derrumbarse y la vista de eso lo
destrozaba. Así es como siempre sería. Algo siempre le recordaría a
Cameron y no había nada que él pudiera hacer al respecto, pero podía
salvarla de más dolor.
Cometió un error persiguiéndola, ciegamente creyendo que todo
estaría bien. Si su felicidad y paz significaban que tenía que vivir sin ella,
la apartaría por su propio bien.
—Su deuda nunca puede ser verdaderamente saldada —dijo Mishca
con calma, apagando sus emociones que lo asediaban cuando ella estaba
cerca—. Pidió medio millón a la Bratva, eso es sin incluir el interés o lo que
sea que Mikhail ha adquirido.
—Dame un número.
—Setecientos, tal vez más. No sé con certeza.
—Averígualo.
—No va a hacer ninguna diferencia.
Salió de la cama, cuidando su hombro, acercándose para pararse en
frente de él, tan cerca que podía prácticamente sentir la ira saliendo de
ella. —Llama a tu padre, averigua la cantidad que tomará para liberar las
ataduras del médico y lo pagaré. Te daré lo que quieras.
—¿Y si Mikhail no está de acuerdo?
—¡Entonces encuentra un modo de que lo esté! —le gritó, su voz
rompiéndose—. ¿Cómo pudiste hacer esto? ¿Una familia no fue suficiente?
¿Tienes que destruir otra?
Se estremeció por sus palabras, pero la tormenta todavía bramaba
dentro de ella, pero él continuó. Esto era por su bien.
—La opción es de ellos. Nadie los obliga a tomar el dinero, ni hay
ningún secreto acerca de la manera que hacemos negocios. No pongas la
culpa a mis pies.

170
Eso tuvo el efecto deseado.
No le atacó como esperaba, solo se le quedó mirando con aquellos

Página
ojos asombrosos suyos. Tomó todo en él para no desviar la mirada.
—No es Cameron —susurró—. Sé que una disculpa nunca será
suficiente, pero no dejaré de decirlo hasta que me creas. Incluso si eso
significa que no puedo tenerte. —La última parte se deslizó antes de que
pudiera detenerla.
—Mish, maté a alguien. —Y podía ver algo consumiéndola, aunque
intentó permanecer serena—. No sé qué hacer. Ni siquiera sé quién soy
ahora, pero no puedo solo sentarme y ver que esto suceda justo en frente
de mí.
—No tienes nada que ver en el asunto. Sólo porque dormimos juntos
no te da el derecho a cuestionarme.
En ese momento, se sintió igual que su padre, pero si iba a hacer
esto, tenía que hacerlo del modo correcto.
—Ven.
No discutió con él. Ni siquiera pensó que quedara alguna lucha en
ella. Únicamente captó un vistazo fugaz de su rostro mientras subía de
vuelta en la cama, permitiéndole cubrirla con las mantas.
Dolía. Físicamente le hería decir las siguientes palabras—: Esto fue
un error, traerte aquí, perseguirte desde el comienzo. Una vez que supe
quién eras, debí haberte dejado ir, ahorrarte todo este sufrimiento, pero
aun así te quería. —Le acunó el rostro en sus manos, memorizando sus
rasgos, sabiendo que esta sería la última oportunidad que le quedaba.
—Tengo que dejarte ir.
Se alejó, pasándose los dedos por su pelo mientras apartaba la
mirada de ella, dejándola en la cama. —Haré que Luka te lleve a casa en la
mañana. No te preocupes por los albaneses, me encargaré de eso. Cuidaré
de todo. Sólo… sé feliz.
No dijo otra palabra durante el tiempo entero que él estuvo en el
cuarto, dándole la espalda. La distancia entre ellos nunca se sintió tan
inmensa.
No miró atrás cuando se marchó, no podía soportar la idea de cómo
ella podría haber lucido yaciendo allí, llorando en silencio ante sus
palabras desalmadas.
Era lo correcto a hacer, terminar las cosas, dejarla disfrutar la vida
que Cameron le había dejado. Incluso si eso significaba que él perdiera su
corazón en el proceso.

171
Página
Traducido SOS por Lizi_0696
Corregido por Alysse Volkov

N
aomi se secó una lágrima perdida de su ojo cuando vio a uno
de los hombres a los que debió estar evitando a toda costa.
Pero nunca había jugado de acuerdo a las reglas y
después de su breve encuentro con Mishca la noche anterior, necesitaba
reprimir esa sensación de tristeza que la atormentaba desde su rechazo.
La tristeza, una… lamentable emoción, era una debilidad para ella,
que estaba en el camino de lo único que quedaba en su mente.
Venganza.
Y sólo había una manera de que pudiera conseguir lo que quería.
No, no podía quedarse con el diamante —valoraba su vida demasiado—,
pero estaría condenada si era la única que perdería todo.
Su plan era a toda prueba. Mientras pasaba la mayor parte de su
tiempo con Jetmir, supo lo suficiente sobre el Besnik más joven, como
para tenerlo en sus manos.

172
Era hora de empezar.
La sala de juego de lujo era propiedad de una pareja de inmigrantes

Página
albaneses. Fue una vez un restaurante, pero cuando el dinero fue
desapareciendo para ellos, y no pudieron continuar los pagos a la mafia,
se vieron obligados a renunciar a la propiedad.
El guardia no se molestó en preguntar por su nombre, juzgándola
por su atuendo. Llamó dos veces a la puerta gigante, una señal para que el
guardia en el otro lado abriera.
Naomi se concentró en Brahim, a sabiendas de que caería en la
trampa en cualquier lugar.
Hora del show.
—Martini, por favor —le dijo el camarero, tomando audazmente el
asiento junto a Brahim.
Levantó la vista sorprendido, parpadeando dos veces para
asegurarse de que realmente la estaba viendo. Comenzó metiendo la mano
en su abrigo, pero le puso su mano sobre la suya.
—No hay necesidad de armas, Brahim cariño. Vengo en paz. —
Naomi aceptó su copa con una sonrisa, cruzando las piernas mientras
retiraba la aceituna desde el cristal, golpeándola en el borde antes de
llevársela a la boca—. A menos que quieras ese tipo de cosas, por
supuesto.
—¿Qué quieres?
—Devolver lo que es legítimamente tuyo —dijo con una sonrisa,
sacudiendo su cabello sobre su hombro—. Djegia Flaka.
—Debería llamar a mi hermano —dijo Brahim echando mano a su
teléfono.
Naomi apretó ligeramente, frotando sus dedos sobre la palma de su
mano. —O podrías manejar esto a tu manera. Jetmir me contó que lo que
quieres es hacerte un nombre por ti mismo en medio de tus —agitó la
mano a los hombres a su alrededor—, pares. ¿Por qué no conseguir el
diamante? Nadie podía dudar de ti entonces.
—¿De qué estás hablando?
—Vine a Nueva York, no porque quería escapar de tu hermano, sino
porque me vi obligada. Mishca me obligó a robar el diamante y traerlo a él
o me mataría.
—¿Cómo sé que esto es cierto?
—Brahim, ¿alguna vez te he mentido?

173
En realidad parecía considerar esto. Realmente era tan crédulo como
decían.

Página
—Dime dónde está, ahora.
Vio la luz en sus ojos, la necesidad de ser más de lo que era. Jaque
mate.
—Mishca ya lo tiene. Tu sabes que nunca va a renunciar a ello, o
incluso admitir que lo tiene. La única manera que puedes quitárselo es
teniendo la ventaja.
Brahim golpeó la barra superior con el puño, sus siguiendo la copa
mientras ella se la llevaba a los labios.
—No tenemos nada sobre el ruso. ¿Te estás ofreciendo a ti misma?
—No, no. Nunca iría por eso... —se interrumpió de manera
significativa, a la espera para el momento en que vio la derrota en sus ojos
antes de continuar—. Pero si tomas a la chica, él te daría todo lo que
pidieras.
—Ella es de menor importancia. —Brahim contaba con un
movimiento de cabeza—. Ambos dijeron que sí.
—¿De verdad crees Mishca les habría confesado a ti, o incluso a tu
hermano? Quería mantenerte alejado de ella, para seguir echándome la
culpa a mí. Está mintiéndoles a todos ustedes.
—Ya me lo imaginaba.
Naomi tuvo que contener el impulso de poner los ojos en blanco.
Dudaba que Brahim pensara en algo remotamente inteligente.
Sacando un trozo de papel, rápidamente garabateó una dirección en
él. —Ella va a estar aquí esta noche. Va a estar sola ya que Mishca está
esperando para recibirme.
Saliendo de un salto, Naomi se alisó la parte delantera de su
vestido. —Si tú tienes cualquier hombre en el que puedas confiar, para
hacer el trabajo. ¿Imagínate lo que van a decir de ti? Ya no será Jetmir ser
el líder de la familia, tendrás tu propia notoriedad.
Lo dejó allí, observando cómo se alejaba.
En el exterior, Naomi señalo un taxi, poniéndose un par de gafas de
sol opacas. Su trabajo estaba hecho. Con la sospecha fuera de ella, por el
momento, podría tener una ventaja de estar fuera del país y estar fuera de
la red dentro de veinticuatro horas.
Sonrió para sus adentros.
No sólo iba a tener su venganza de Mishca, sino que armaría un
caos que nunca podría ser apagado.

174
k
Página
Brahim le dio la vuelta al papel en sus manos, memorizando la
dirección antes de tirarlo a la basura en de la salida. Podría no haber
confiado en Naomi, pero tuvo que admitir que su plan era ingenioso.
Los rusos nunca lo esperarían y finalmente obtendría el respeto que
tan justamente merecía, pero había una cosa que tenía que hacer. Debía
decirle a Jetmir.
Quería compartir esto con él, siempre y cuando supiera que era su
idea.
Él y su mano derecha, Marco, condujeron a la casa de piedra rojiza
donde se encontraba Jetmir. Brahim apenas podía contener su emoción
mientras se apresuraba adentro, casi tropezando con sus propios pies en
su prisa. Ignoró la risa resonando detrás de él, sabiendo que no se reirían
por mucho tiempo.
Brahim no estaba bajo la impresión de que cualquiera de los
hombres de Jetmir, lo respetaban. No se le recordaba por el trabajo que
había realizado, pero si por los errores que había cometido en los últimos
años.
Fuera de trece misiones, sólo en tres de ellas habían cometido un
error, pero las tres eran de mucho más valor.
La primera, destinada a interceptar un cargamento de armas de
Sicilia a Londres, pero durante el robo, las comunicaciones estaban
revueltas, dejando la única oportunidad sobreviviente restante para
escapar con las armas y las descripciones detalladas de Brahim y sus
hombres.
Brahim no creía haber visto a Jetmir tan enojado en la vida.
La próxima vez que fue un intento de asesinato contra un traficante
de armas rival, dando como resultado uno de los mayores baños de sangre
que Albania había visto en su vida. Brahim aún no entendía como lo había
jodido.
Encontró a Jetmir en un cuarto trasero, una prostituta sentada en
su regazo, le susurraba al oído.
Brahim se aclaró la garganta, mirando a su hermano, hablándole
para que solo le oyera. —¿Puedo hablar contigo? Es urgente.
Brahim siempre tuvo una extraña habilidad para leer las
expresiones faciales, aunque fuera por un segundo. También había una
cosa de la que deseaba que no se diera cuenta. A pesar de que fue muy

175
útil para la discusión de acuerdos comerciales, fue una carga cuando vio
la resignación en los ojos de su hermano.

Página
Siempre había querido que su hermano estuviera orgulloso de él, ya
que nadie más parecía pensar bien de él. Incluso su padre bajaba la nariz
en favor de Jetmir.
Mirándolo fijamente por un rato, Jetmir finalmente empujó a la
chica fuera de él, poniéndose de pie.
Brahim siguió Jetmir hacia el pasillo, haciendo caso omiso de las
putas con poca ropa que pasaban junto a él, mirando a escondidas a
Jetmir. Mientras que era una amenaza para algunos, Jetmir era un
mujeriego, incluso con su cicatriz.
—¿Qué es esto, Brahim?
—Los rusos han estado jugando con nosotros, han tenido el
diamante todo el tiempo. Si atacamos ahora, nosotros…
—¿Cómo sabes eso?
No quiso dar su fuente, sabiendo lo Jetmir pensaría si se lo decía. —
Es una corazonada, pero sé…
—¡Déjalo!
Brahim se burló, tratando con otra táctica. —Pero…
—Dije, déjalo —espetó Jetmir, sin molestarse en bajar la voz,
silenciando la charla en las otras habitaciones, haciendo que Brahim se
tragara su vergüenza—. Tenemos un acuerdo, los rusos y yo, van a
entregar lo prometido.
—¿Qué acuerdo? —preguntó Brahim frunciendo el ceño—. No
recuerdo que hablaras con ellos.
—Lo manejé solo.
Brahim sintió la traición de sus palabras. Su hermano le había
hecho una promesa, nunca lo dejaría fuera de los negocios, sabiendo que
Brahim quería aprender de él para que cuando llegara el momento en que
pudiera dirigir la empresa familiar.
—Ellos están jugando contigo, hermano. Yo…
—Brahim.
Odiaba ese tono condescendiente cuando Jetmir hablaba con él
como si fuera un niño. Eso rallaba sobre cada nervio que tenía.
—Esto ya no es objeto de debate. Haz lo que te he dicho. —Jetmir
colocó la mano su hombro, tratando de disminuir el escozor de sus duras
palabras—. Habrá otras oportunidades, dale tiempo.
Jetmir no haciendo caso de él, volvió a la habitación de enseguida.
Brahim esperaba que derribara la idea desde el principio, pero después de

176
revelar todo lo que Naomi le había dicho, Jetmir seria todo por su idea.
Ahora, aquí se ponía de pie como un idiota, rechazado por el único

Página
hombre que estos hombres respetaban.

k
—Ella se niega a irse hasta que te vea.
—¿Qué?
Mishca estaba en su tercer vaso de vodka, aunque los efectos ya se
le estaban notando. No se atrevía incluso a apagar las emociones lo
suficiente como para concentrarse en otra cosa. Estaba tan fuera de él, ni
siquiera había reconocido a Alex quien había estado allí durante varios
minutos estudiándolo.
—Deberías ir a hablar con ella. Dudo que deseas Luka trate con ella.
Mishca se arrastró fuera de la silla, parándose en la puerta para
mirar a su hermana.
—No me mires así —dijo rodando los ojos—. Sería inútil tratar de
mantenerlos a ustedes dos separados. El verdadero amor y bla, bla, bla.
—Terminamos las cosas.
Se echó a reír. De hecho, se rió de él, palmeándolo en el hombro. —
Incluso yo no creía que fuera a durar.
Levantando la copa, se preparó para inclinar el resto de su bebida en
su boca, pero Alex se la arrebató, sonriendo mientras se lo bebía de un
solo trago.
—Para la suerte.
Estaba demasiado cansado para atrapar su señuelo.
Tardó treinta y siete pasos para llegar de su oficina al dormitorio. En
esos treinta y siete pasos, pensó en todos los escenarios posibles de lo que
Lauren le diría una vez que estuviera en su presencia, y cada uno podría
quebrarlo.
Luka salió disparado de la sala, riendo en serio mientras se
agachaba, un zapato voló pasando de él y golpeando la pared.
—Me gusta ella —dijo Luka rozando a Mishca mientras desaparecía
por el pasillo.

177
Mishca vaciló mientras se asomaba por la esquina, tratando de
discernir si era seguro para él.
Lauren estaba sentada, sin mirarlo mientras rebotaba su pierna,

Página
una señal de que ella se encontraba agitada.
—¿Luka te molestaba? —preguntó Mishca, metiendo las manos en
los bolsillos y recostándose contra la pared.
Sonrió, la acción de un rayo de sus ojos, momentáneamente
eclipsando la oscuridad que todavía estaba allí.
—Es una locura.
Algo que muchos sabían. —Pensé que te habrías ido para ahora.
Eso desvaneció la felicidad en su rostro. —Pensé en lo que dijiste
anoche y he decidido que respetuosamente estoy en desacuerdo. No vamos
a terminar las cosas sólo por un partido de meadas entre tú y tu rival.
Qué. Mierda.
Era como si estuviera hablando con alguien totalmente diferente.
¿Acaso no recuerda lo que pasó la otra noche?
—No va a ser sólo los albaneses —dijo Mishca deliberadamente.
—Pero yo tengo a ti.
—No siempre estaré aquí.
—Entonces Vlad o Luka estarán allí. De todos modos, ellos me
siguen a todos lados lo suficiente.
—Siempre va a haber algo que te recordará a tu padre.
Ella suspiró, cruzando la habitación hasta que estuvo frente a él.
Levantando la mirada, le tocó el pecho, sobre su corazón.
—Entonces voy a tratar con eso.
—No.
—Ahora, ¿quién es el que está corriendo? —preguntó en voz baja,
negándose a dar marcha atrás.
—¿Qué es lo que no estás comprendiendo? —preguntó Mishca
golpeando la pared—. Tú podrías morir.
—Ese es un riesgo que estoy dispuesta a correr.
—Yo no.
—¿Y tú crees que va a hacer una diferencia ahora? Puedo no tener
tus marcas, pero todo el mundo sabe que soy tuya. Tú no puedes borrar
eso. —Lo empujó, haciéndole dar un paso atrás—. Tus enemigos, sean
quienes sean, no se van a fijar en que ya no estemos juntos. Aun me van
a usar para llegar a ti.

178
Aunque odiaba admitirlo —y no había pensado en eso—, tenía razón.
En su presencia, se olvidó de su posición, y con arrogancia le había

Página
paseado por ahí sin un solo pensamiento de las consecuencias.
Pero aun no estaba dispuesto a ceder.
—Todavía puedo mantenerte a salvo sin…
—Está bien, está bien. —Levantó las manos—. Entonces, soy libre
para ver a quien quiera, ¿no? Johnny me invito a salir hace algunas
semanas, tal vez lo llame...
El brazo de Mishca salió disparado tan rápido, que Lauren saltó.
Pensó que podía pasar por delante de él con ese comentario de despedida,
pero Mishca le impidió ir a ninguna parte.
Lo sorprendió que la pared no se hubiese caído.
—Nyet.
—No puedes tener las dos cosas, Mish.
—¿Quién diablos es Johnny?
Sonrió, sabiendo que lo tenía exactamente donde lo quería.
—Esto es lo que quiero, Mish. No sé cómo más decirte eso. Es hora
de que dejes de correr de esto. ¿No es eso lo que me dijiste?
—No estoy huyendo de nada.
—Demuéstralo.
Inclinando su rostro, le dio un beso en los labios con fuerza,
concediéndole lo que estaba pidiendo.
Sabía que había sido un error desde el primer día que puso los ojos
en ella. Mishca no podía dejarla ir, incluso si quisiera.
—Vy budete menya v mogilu—Tú serás mi muerte.
Sonriendo, dijo—: ¿Me estabas diciendo lo grande que soy?
Retrocediendo, dejó escapar un suspiro, riendo ante el hecho de que
había sido sacado de la negociación... de nuevo. —Por supuesto. —
Besándola otra vez, le dijo—: Tú deberías ponerte en marcha. Mi negocio
con los albaneses debe a acabar pronto.
—Ten cuidado, Mish.
—Te doy mi palabra.
Dejó caer el brazo, permitiéndole pasarlo. —Todavía quiero saber
quién es Johnny.

179
Página
Traducido por Carolina Shaw & SOS por Dafne
Corregido por Pily

S
e sintió extraña estar de vuelta en casa, como si no hubieran
pasado los eventos en los últimos días. Dejando caer la bolsa
en el suelo, Lauren se derrumbó en el sofá, suspirando en lo
aliviada que se sentía en un acto tan mundano.
Solo había estado sentada durante un par de segundos antes de que
sonara el timbre, probablemente Luka trayéndole todo lo que pudo haber
olvidado en su coche.
Al abrir la puerta, Lauren tragó saliva, deseando por enésima vez
haber aprendido la lección de las últimas veces que había abierto la puerta
sin comprobar para ver quién estaba del otro lado.
Trató de empujar la puerta para cerrarla, pero uno de los hombres
tiró de su brazo, capturándola antes de que la pudiera cerrar. En lugar de
intentar buscar su teléfono —sabiendo de que no sería capaz de pedir
ayuda antes de que logren llegar a ella—, Lauren alcanzó un jarrón,
agarrando el cuello de este y dejándolo caer sobre la cabeza del hombre
más cercano a ella, pero había demasiados de ellos para poder luchar

180
eficazmente.
Salió por el pasillo, una estampida de pies resonando detrás de ella.

Página
Solo alcanzando la ventana de su dormitorio, la abrió, hasta la mitad,
antes de que alguien agarrara su cola de caballo, tirándola de vuelta a la
habitación.
Una bolsa fue arrojada sobre su cabeza, sus muñecas y tobillos
atados con lazos. Sin importar sus luchas, fueron capaces de retenerla, y
llevarla por las escaleras a una furgoneta sin marca esperando en la acera.
Su corazón se aceleraba, pero Lauren intentó mantener la calma.
Sus restricciones estaban demasiado apretadas para que se liberara, y la
bota presionando contra su espalda le impedía moverse desde su posición
en el suelo de la furgoneta.
Sintió como si viajaron durante horas a pesar de solo fue algo más
de treinta minutos. Se abrió la puerta corrediza y los hombres rodeándola,
la sacaron, zarandeando la furgoneta. Alguien la agarró, lanzándola por
encima del hombro, la grava crujiendo bajo sus botas a medida que la
llevaban a un edificio.
Subieron un tramo de escaleras, la madera crujiendo bajo sus pies.
Después de aproximadamente un minuto, se dejó caer en una silla, con los
brazos sueltos momentáneamente antes de que fueran atados a la espalda,
con las piernas a la silla.
Entonces, los pasos se alejaron.
Se dejó ir en sus pensamientos, el silencio a su alrededor causando
más miedo que la realidad de que había sido secuestrada. Ni siquiera
podía decir quién lo había hecho ya que no reconoció a ninguno de los
hombres.
No sabía cuánto tiempo se sentó allí antes que oyera a alguien
acercarse y la bolsa fuera arrebatada de la cabeza, provocando que hiciera
una mueca de dolor ante la luz brillante de las ventanas a su alrededor.
Estaba en un edificio, grandes agujeros en el techo vertiendo luz sobre los
pisos de madera. No podía ver mucho, solo lo que estaba directamente en
frente de ella, ya que varios hombres se movían en ese momento cerca a la
escalera.
Uno de ellos establecía un trípode a unos metros de donde se
encontraba, otro jugaba con una cámara de vídeo. Solo había creído
reconocer a uno y solo después de que se volvió hacia ella pudo reconocer
quién era.
Brahim Besnik, el hermano de Jetmir.
Cuando se percató de la atención de Lauren en él, sonrió
ampliamente, sus ojos brillando de emoción mientras daba un paso hacia
ella, tan cerca que podía sentir su aliento en su rostro mientras se

181
inclinaba hacia delante.
—Es bueno ver que estás despierta.

Página
No podía decir demasiado con la mordaza en su boca. Riendo
cuando se dio cuenta de ello, le dio un tirón de su boca.
No perdiendo el tiempo, Lauren preguntó—: ¿Qué quieres de mí?
—¿Tú? No quiero nada de ti, no obstante necesito algo de ese ruso
tuyo.
—El diamante —dijo Lauren—. Él no lo tiene.
—¿Y tú qué sabes de esto? Nunca compartiría eso contigo, incluso si
lo hiciera, sería para evitar una situación como esta.
—Él…
—Cierra la boca. Ahora bien, esto puede ser fácil para ti, o… —se
acercó repentinamente, envolviendo su mano alrededor de su cuello,
apretando lo suficiente para cortar su aire—, puedo hacer de éste uno de
los peores días de tu vida.
Cuando finalmente la soltó, ella tosió, respirando profundamente.
Una vez más, le preguntó—: ¿Qué quieres?
—¿Qué tal una demostración? Leerás a partir de ahí —señaló a uno
de los hombres que sostenía unos carteles grandes—, y grabaremos un
vídeo precioso para el Capitán Bratva.
Miró de él a los demás hombres que esperaban pacientemente, sus
sonrisas haciendo que miedo fluyera a través de ella.
Sin lugar a dudas, sabía que esto ya era el peor día de su vida.

k
Mishca había esperado en el punto más de una hora, pero Naomi
nunca apareció. Trató de llamarla, pero el teléfono desechable que había
estado usando estaba desconectado.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Vlad, mientras volvían al auto.
—Organizar una reunión con los albaneses, decirles lo que sé. No
puedo arriesgarme protegiendo Naomi nunca más.
Eso sería más difícil de lo que sonaba. Su palabra era su vínculo, y
ahora que no tenía ni el diamante, ni Naomi para entregar a Jetmir,
asumiría que estaba escondiéndola, no importa lo que les haya dicho.

182
Buscando su teléfono, llamó a Lauren, para decirle que necesitaba
volver a la casa segura, pero se fue al buzón de voz.

Página
No esperaba su próxima llamada.
—No he sido capaz de mantener mi parte del trato —dijo Mishca a
Mikhail, aprisionando su orgullo en pedir ayuda a su padre—. ¿Qué tengo
que hacer?
—No vamos a hacer negocios por teléfono. Nos encontraremos en tu
club.
—Nos vemos entonces.
Mishca había hecho un hábito de nunca involucrar a su padre en
sus negocios, no solo porque no quería que sus hombres tuvieran una
impresión equivocada de él, sino porque en ocasiones se sentía como si
viviera bajo la sombra de su padre, y ese, era un lugar en el que no quería
estar.
k
Trató con su teléfono otra vez, pero cuando no obtuvo respuesta,
maldijo, volviendo a marcar antes de que pudiera aplastar el dispositivo
electrónico.
Fue una sensación al principio, algo que se sentía equivocado. Desde
el momento en que sintió la ansiedad cerniéndose en su pecho, cuando
había llamado a Lauren, solo para escuchar su voz, pero con cada llamada
sin respuesta, la ansiedad crecía.
Cuando llegó a su correo de voz nuevamente, Mishca terminó la
llamada, mirando alrededor de la habitación por las llaves, hasta que
finalmente su teléfono sonó.
Sin mirar el identificador de llamadas, contestó—: ¿Lauren?
—Mishca, es Amber.
El miedo en su voz hizo que se pusiera de pie más derecho.
—¿Amber? ¿Qué pasa?
—Necesito que vengas al apartamento. Lauren se ha ido.

183
Página
Amber se paseaba en el vestíbulo cuando Mishca, Vlad, y Luka
llegaron. Apenas dio a sus hombres una mirada, centrándose únicamente
en Mishca.
—No sabía qué hacer —dijo rápidamente, con los ojos enrojecidos
por llorar—. Volví y el apartamento se veía así.
Había porcelana rota en el piso, cuadros esparcidos alrededor de la
habitación, y cuando Mishca entró más en el apartamento, vio la puerta
del cuarto de Lauren.
Estaba abierta, pero el marco estaba astillado, una gran huella de
zapato en la propia puerta.
—¿Has llamado a la policía? —preguntó Mishca.
No tenía tiempo para lidiar con la policía local, si lo hizo, sabiendo
que sería primera persona a la que irían después de la terrible experiencia
con ellos.
—No —respondió Amber, disparando una mirada a Vlad—. Lauren
me ha hablado de ti.
Mishca arqueó una ceja, no molestándose en cuestionar eso en estos
momentos.
—¿Ves eso? —preguntó Luka en ruso, agachándose en la puerta de
Lauren, y recogiendo la colilla de un cigarrillo.
—¿Qué es lo que quieres hacer con ella? —preguntó Vlad inclinando
su cabeza en dirección a Amber.
—¿Hay algún lugar al que puedes ir? —Mishca se volvió a Amber,
tratando difícilmente de no entrar en pánico.
Ella asintió.
—Quédate ahí y espera mi llamada. —Para Vlad y Luka, Mishca
dijo—: Vamos.
Estaban de nuevo en la puerta tan rápido como entraron, Mishca ya
sacaba su teléfono para llamar a uno de sus contactos.
—¿Mishca?
Miró otra vez en donde estaba parada Amber mirándolo fijamente,
su actitud yendo de preocupación a grave.
—La animé a volver a ti, no dejes que se lastime a causa de ello.

184
k
Página
Con una sola llamada, cada miembro de la Bratva que respondía a
Mishca estaba esperándolo dentro de su club, e incluso algunos que
trabajaban para Mikhail. Él no estaba allí todavía, pero su presencia no
era necesaria. Desde donde quiera que estuviese, Mikhail había hecho
llamadas también, y tenía hombres rastreando las calles en busca de
Lauren.
—¡Alguien tuvo que haber visto algo! —les gritó Mishca—.
Encuéntrenlos.
Solo uno tuvo la audacia de toser. Si Mishca no hubiese estado tan
tenso, tal vez no lo hubiese oído, pero una vez que lo hizo, se dio la vuelta,
encontrando la fuente del ruido.
Lyov.
Su mano seguía vendada del último asalto de Mishca, pero parecía
que aún no había aprendido la lección.
—Estás destituido.
Eso captó la atención de todos. Había solo unos pocos en
la Bratva que podían ordenar que uno de ellos fuera destituido.
Mishca era uno de ellos.
Haber “destituido” a Lyov no era tan malo como parecía, era peor.
Mishca observó cómo varios de sus hombres arrastraban a Lyov lejos a
pesar de sus protestas.
En las horas siguientes, cada tatuaje que él había dedicado a Vory v
Zakone sería tachado con una “X”, y luego quemado, dejando los tatuajes
ilegibles.
—¡No tienes el consentimiento para hacer esto! —le gruñó Lyov,
mientras era llevado lejos.
Eso era bastante cierto —Lyov no estaba bajo las órdenes de
Mishca—, pero lidiaría con las consecuencias de sus actos después.
Veinte minutos pasaron y aún nada. Después de los primeros diez,
Mishca había amenazado con matar a todos en la habitación si seguían
solo estando parados allí —aunque sabía que había muchos más afuera
comprobando los alrededores. Vlad tuvo que obligarlo a encerrarse en su

185
oficina antes de que amenazara a alguien más.
A través del caos, Vlad era la voz de la razón.

Página
—¿Quién crees que podría haber hecho esto?
Una amarga risa se escapó de Mishca mientras enterraba su cara en
sus manos.
—La lista es interminable.
Tenía más enemigos de los que debería tener un hombre, y
probablemente más sobre los que todavía no sabía, pero solo pudo pensar
en dos que fuesen lo suficientemente audaces como para ir contra él.
Los irlandeses y los albaneses.
—¿Dónde está Declan?
—La última vez que escuché sobre él, estaba fuera del continente.
Lo que en realidad no significaba nada.
—Verifiquen si…
—¿Jefe?
—¡Qué! —le espetó Mishca a la interrupción de Luka.
—Hay algo que debería ver.
El tono de Luka hizo que Mishca apartara la vista de su teléfono,
mirando a donde estaba parado con un chico joven. El chico estaba
nervioso, constantemente mirando a escondidas hacia Luka como si
pensase que le podría hacer daño. En su mano sostenía una cámara de
vídeo.
Tratando de controlar su temperamento para no asustar al chico
dijo—: ¿Qué pasa?
El chico miró de Luka a Mishca, sus ojos moviéndose a las estrellas
en su pecho. Eso lo llevó al límite. La gente no miraba inmediatamente
buscando estrellas a menos que supiesen quienes eran.
—¿Quién eres tú?
—Él me dijo que le diera esto —dijo el chico extendiendo su brazo,
ofreciendo la cámara para que Mishca la tomara.
Si no fuese por el acento, tal vez habría creído que este era uno de
las respuestas de su padre al estar defendiendo con capa y espada, pero
sabía sin lugar a dudas que este era otro mensaje de arte de los albaneses.
—Sáquenlo de aquí —dijo Mishca en ruso—, y regresen en seguida.
Mientras Luka se apresuraba a cumplir su voluntad, Mishca giró la
voluminosa cámara en sus manos, tratando de discernir cualquier cosa
sobre el estado de la misma, Era bastante nueva, con solo unos pocos
arañazos.

186
Al presionar el botón en la parte superior, pasó de la cámara a la
galería, localizando el único archivo dentro de ella. Luka y Vlad caminaron

Página
a su lado mientras iniciaba el vídeo.
La pantalla estaba negra antes de que la secuencia realmente
comenzara, mostrando a un edificio en ruinas mientras se enfocaba hasta
que se concentró en Lauren.
Las piernas de Mishca cayeron debajo de la mesa mientras sus
dedos se apretaron alrededor de la cámara.
Estaba atada a una silla, sus ojos inyectados en sangre, sus mejillas
surcadas por lágrimas. Amordazada con un paño negro, lucía aterrorizada.
Un hombre corpulento apareció desde detrás de la cámara,
acercándose para sacar de un tirón la tela de su boca. Ella hizo una
mueca y la mirada de dolor que cruzó su cara le dio ganas de lanzar la
cámara al otro lado del cuarto.
El hombre ni se molestó en usar una máscara, sabiendo que Mishca
no iría a la policía con esto… y porque los albaneses estaban lo
suficientemente locos como para que les importara.
—¡Léelo!
—Sab-bemos que tienes el d-diamante —empezó temblorosamente,
su voz quebrándose al final.
Otra lágrima cayó mientras observaba algo pasar detrás de la
cámara.
—Encuéntranos en el Boneyard en una hora o —su aliento se atascó
mientras leía la siguiente línea mirando directamente hacia él—, ella
muere.
Tan pronto como el vídeo terminó, Mishca arrojó la cámara contra la
pared, mirando los fragmentos mientras se ponía de pie. Ni Vlad ni Luka
sabían qué decir, pero ambos tenían expresiones similares.
Vlad salió de la habitación, yendo hacia abajo para alertar a los
demás sobre lo que había sucedido. Mishca estaba esforzándose al
máximo, su mente trabajando frenéticamente mientras trataba de pensar
en su siguiente movimiento.
—Este fue él —murmuró oscuramente, pensando en Jetmir—.
Brahim no sería tan estúpido como para actuar en contra de mí sin su
autoridad.
—Jefe…
—¿Por quién mierda me toman? ¿Eh? —Mishca no estaba realmente
hablándole a Luka a pesar de que este seguía en la habitación. No pensaba
que el capitán de la Bratva siquiera se hubiera dado cuenta que estaba

187
hablando en voz alta.
Mishca asaltó a uno de los cuadros en la pared, tirándolo hacia

Página
abajo mientras marcaba la combinación de la caja fuerte escondida detrás
de este. En ella había montones de dinero en efectivo y algunas armas de
fuego, Mishca sacó una. Sacó una revista también, comprobándola antes
de golpearla de regreso a su lugar, cargando una bala en la recámara.
Luka se quedó mirándolo, observando el brillo maníaco en sus ojos,
tan diferentes de los suyos. Mientras que las razones de Luka eran él
mismo, Mishca estaba más preocupado sobre salvar la vida de otra
persona que en su propia seguridad.
También sabía que ese tipo de reacción haría que lo matasen. Hizo lo
único que sabía.
Le palmeó la parte trasera de su cabeza, añadiendo un poco más de
fuerza de la necesaria. Bien podría hacer que valiese la pena.
Mishca estaba tan sorprendido por el golpe que por un segundo solo
se quedó mirando fijamente a Luka. No podía contar el número de veces
que le había hecho lo mismo, así que no estaba particularmente enojado
por eso.
—Calma, hermano —dijo Luka.
—Ella es… lo es todo para mí.
Incluso si nunca había experimentado el amor que Mishca tenía por
Lauren, podía entender el miedo que sentía.
Luka palmeó el bolsillo de sus pantalones.
—Y los mataremos a todos para tenerla de regreso.

k
Retrocediendo un poco, Luka pateó la puerta de los albaneses,
sacándola de sus bisagras.
Los cinco hombres sentados frente a la televisión levantaron la
mirada sorprendidos, sus manos automáticamente alcanzando las pistolas
en sus cinturones, pero con la suya ya en su mano, Mishca apuntó y
disparó, matando a dos en segundos, con Luka ocupándose de los otros.
Jetmir estaba en el cuarto de atrás, con una mujer de rodillas

188
delante de él, pero cuando escuchó los disparos, rápidamente la empujó
lejos, subiéndose los pantalones mientras agarraba su pistola de la mesa
de noche.

Página
Luka pateó la puerta para abrirla, destrozando el marco. La mujer
gritó, levantando sus manos, como si eso la ayudara, pero con un
movimiento de cabeza, Luka la envió fuera de la habitación.
—¡Cómo te atreves!
Mishca irrumpió en la habitación siguiente, sus ojos fríos y furiosos.
—Siéntate.
—Tú…
Tomando impulso, golpeó a Jetmir en la cara con la culata de su
pistola, barriendo su pierna para tirarlo de regreso a la cama.
—¡Dije que te sentaras, maldita sea!
La nariz de Jetmir estaba sangrando, pero como él nunca había sido
golpeado, simplemente barrió un poco la sangre lejos y fulminó con la
mirada a Mishca.
—Eres atrevido, ruso.
—¿Dónde está ella? —demandó sin preámbulos.
—Si te refieres a tu zorra, no la he visto.
Incluso Vlad hizo una mueca mientras Mishca golpeaba al albanés
en la mandíbula, pero no era suficiente para él. Lo golpeó de nuevo,
conectando con el lado izquierdo de su cara y sintió la satisfactoria rotura
del hueso.
Jetmir aulló de dolor, maldiciendo a Mishca, aunque su voz pronto
se acalló cuando se le hizo difícil hablar, lo que irritó inmediatamente a
Mishca.
Mirando a Vlad, Mishca dijo—: Tráiganlo.
Vlad siguió sus órdenes y mientras se dirigían a la casa, un hombre
apareció en el marco de la puerta, uno que Mishca había visto
recientemente.
Los vieron al mismo tiempo, pero antes de que su cerebro pudiera
siquiera formar otro pensamiento, Luka lo tacleó, riendo mientras el
hombre trataba de luchar en respuesta. Hoy no era el día en que Mishca
se preocuparía por su salud.
Jetmir fue atado y arrojado en el maletero del auto, y Vlad se quedó
afuera con él. El otro hombre, uno de los lugartenientes de Jetmir fue
llevado a la habitación del fondo.

189
Agarrando el cuchillo del cinturón de Luka, Mishca lo calvó en la
parte más blanda del muslo del hombre, dejándolo incrustado allí hasta
que se calmó.

Página
—Afortunadamente eso detendrá cualquier mentira en la que puedas
pensar, ¿no? —Mishca se señaló a sí mismo—. Sabes quién soy y sabes
que vi tu cara en esa cinta. O mueres sangrientamente u obtienes un
balazo a tu cabeza.
—U vas net shary—¡No tienes los huevos! —escupió enfadado, con
lágrimas en sus ojos.
Sin ninguna palabra, Luka sacó el cuchillo de la pierna, indiferente
ante el grito de dolor. En un rápido movimiento, cortó a través del frente
de la remera del hombre, desnudando su pecho y los tatuajes que lo
decoraban.
Mishca se quedó apartado, observando con casual indiferencia
mientras Luka se arrodillaba ante el hombre.
—Sabes de mí, ¿no? —preguntó Luka—. No, mírame. —Le dio un
golpecito a su frente con la punta de su cuchillo, llevando la atención del
hombre hacia allí.
Cuando sus ojos se agrandaron ligeramente, Luka sonrió.
—Y sabes de lo que soy capaz. Responde sus preguntas.
Mishca no perdió tiempo.
—¿Dónde está ella?
Él permaneció obstinadamente en silencio y Mishca estaba
poniéndose cada segundo más nervioso. Antes de que pudiera arremeter
contra el hombre, y efectivamente arruinar cualquier oportunidad que
tenía de conseguir la información, Luka atrapó su brazo, deteniéndolo.
—Dame cinco minutos.
Cuatro minutos y medio después, Luka salió, sus manos y sus
pantalones cubiertos de sangre, aunque sin embargo no lucía alterado en
lo más mínimo. Sacando un paquete de cigarrillos de su bolsillo, Luka
agarró uno y lo encendió, la sangre en sus manos manchándolo.
—Tengo una dirección.

190
Página
Traducido por florbarbero & Vanessa Farrow
Corregido por Pily

B
rahim se encontraba al otro lado de la habitación, mordiendo
una manzana, riendo con los dos hombres que aún
quedaban. Lauren no tenía idea desde cuándo acechaba su
regreso, pero no tenía tiempo que perder.
Intentó en vano liberar sus manos de la abrazadera plástica que
ataba sus muñecas, aunque hasta el momento, el plástico endurecido solo
había lastimado sus muñecas, cortando su piel, pero se hallaba demasiado
determinada como para centrarse en el dolor.
Movió sus brazos tanto como era posible, mientras luchaba por
liberarse, hasta que la cuerda quedó atrapada en una ranura en la parte
posterior de la silla. Se quedó inmóvil por un milisegundo, ralentizando su
velocidad, tratando de determinar si se hallaba lo suficientemente
profundo como para ser efectivo. Cuando el nudo no cedió, poco a poco
comenzó a trabajar él, asegurándose de agarrarlo, y rezando para que
cuando se rompiera, no tocara el suelo.

191
Podía sentir el nudo apretado aflojarse. Tardó más de lo que le
hubiera gustado, trabajando a un ritmo extremadamente lento.

Página
Finalmente, se rompió.
Levantó la mirada, asegurándose de que ni Brahim o los otros
hubieran notado sus movimientos. No tenía idea de cuál sería su siguiente
movimiento —no había ningún arma visible—, pero sabía que si él seguía
adelante con su amenaza, no moriría, no así.
Al otro lado de la habitación, había un agujero en el suelo podrido, y
si no recordaba mal, estaban solo en un primer piso. Tal vez si medía el
tiempo correctamente, podía lanzarse hacia él, saltando y lograría salir del
edificio antes de que pudieran llegar a las escaleras.
Entonces Brahim se volvió para mirarla.
Lauren trató de no parecer culpable mientras caminaba hacia ella,
tirando un trozo de su manzana mientras se acercaba. Su corazón
palpitaba, y rezó para que no rodeara la silla y se diera cuenta de lo que
había hecho.
—Me dijeron que no podría hacerlo —dijo Brahim—. Se burlaban de
mí, pero voy a mostrarles.
Cuando no intentaba ser amenazante, le recordaba a un niño. Podía
ver las similitudes entre él y su hermano, pero mientras que Jetmir
exudaba una especie de furia maníaca, Brahim parecía dócil, dejando de
lado lo del secuestro.
Llamando su atención antes de que pudiera hacer otro movimiento,
Lauren preguntó—: ¿Quién se burlaba de ti?
Frunció el ceño, frotándose la mandíbula.
—Todo el mundo. Admito que no soy tan grande como mi hermano,
pero, ¿qué posibilidades tenía? Siempre estuve a su sombra, pero ya no.
Brahim observó su reloj de nuevo y la miró.
—Esperaba tener el diamante ya. ¿Tal vez no significas tanto para el
ruso como creía originalmente?
Formuló la pregunta, como si estuviera cuestionándose lo que había
hecho.
Brahim no parecía notar lo que ella significaba para Mishca. A pesar
de las amonestaciones, las palabras duras, y las sonrisas burlonas,
Lauren sabía que significaba mucho más para él de lo que nadie creía.
—Mishca no lo tiene —dijo solemnemente—. Si alguien lo tiene, es
Naomi.
—No —dijo sacudiendo la cabeza con dureza—. No, ella me dijo que

192
él lo tenía.
Hija de puta.

Página
—No lo tiene, pero si me dejas ir, voy a hacer todo lo posible para
conseguirlo de regreso para tu familia. Mishca me va a escuchar. Si no me
haces daño, Mishca te dejará ir. Por favor.
Parecía vacilar, pero uno de sus hombres le gritó algo haciéndole
apretar la mandíbula.
—Estás mintiendo.
—No, yo…
—¡Cállate! —Sacó su arma, apuntándola—. Si no recibo una llamada
en los próximos cinco minutos, estás muerta. Con diamante o sin
diamante.
Se alejó entonces, dejando a Lauren contemplando sus palabras. Sin
embargo, daba igual.
Mintió cuando dijo que si no la lastimaba, Mishca lo dejaría pasar.
Ya sea que escapara —o muriera intentándolo—, él era un hombre
muerto.

k
Vlad agarró la parte posterior de la camisa de Mishca, deteniéndolo
cuando saltaba del auto. Era la primera vez que lo hacía y en su actual
estado de ánimo, Mishca se encontraba demasiado enojado para distinguir
entre amigo y enemigo.
Con la velocidad del rayo, tenía el cañón de su pistola apoyado
contra la frente de Vlad.
—Retrocede.
Dudaba de que fuera la primera vez que Vlad tenía una pistola
apuntándole a la cara, pero el hecho de que ni siquiera parpadeó seguía
siendo inquietante.
—Estás demasiado emocional, vámonos —dijo con calma, sin
molestarse en alejar el arma de su cara.
—¡Nyet!
Los otros diez hombres con ellos los miraban, sabiendo que cuando
Mishca daba tan duramente un “no”, no se podía discutir con él, pero Vlad
no era como ellos.

193
—Vas a cometer un error. Morirás. ¿Quieres que ella vea eso?

Página
En ese momento, Mishca alejó su pistola.
—Izvineniya—Disculpas.
Vlad asintió, pero Mishca no lo hizo.
—Me tengo que ir.
Podría hacerlo con o sin ellos, pero de cualquier manera, entraría en
ese edificio.
Con el ceño fruncido, Vlad lo miró fijamente —observando su
determinación—, y asintió.
—Trata de no hacer que nos maten, ¿sí?
Asintiendo, Mishca se bajó del coche y volvió a inspeccionar el
seguro de su arma y comprobó que hubiera una bala cargada en la
recámara.
No tenía ni idea real de cuántos hombres Brahim tenía, teniendo en
cuenta que no muchos albaneses eran tan leales a él como lo fueron para
Jetmir, pero trajo suficientes hombres como para tomar a cualquier
cantidad.
—Ostat’sya zdes’—Quédense aquí —les ordenó a algunos de ellos,
abriendo el camino a un edificio con el qué se hallaba demasiado
familiarizado.
Era uno que marcó un evento en particular en su vida, que volvió su
mundo al revés, y explicaba muchos de los problemas mentales de su
madre.
Incluso después de su iniciación en la Bratva, no había aprendido
todo.
Tan pronto como entraron, esperaron.
Era un edificio antiguo, en las afueras de la ciudad con muy poca
accesibilidad. Mishca se encontraba muy familiarizado con la historia de
este lugar.
Había basura y escombros por toda la planta baja, y una vieja
escalera en el lado opuesto de ellos.
Mishca levantó la mano, deteniendo a Vlad y Luka. Señaló hacia el
techo, escuchando los pasos por encima de ellos. No parecían muchos,
pero no podía estar seguro.
Dando una mirada mordaz a Luka, no tuvo que explicar lo que
vendría después. Agarrando una pequeña roca cerca de sus pies, Mishca
se aferró a ella, y ellos silenciosamente se movieron fuera de la vista de
cualquier persona que bajara por las escaleras. Cuando se hallaban

194
ocultos de forma segura, la arrojó.
Rebotó un par de veces antes de detenerse, y toda conversación por

Página
encima de ellos paró.
—Vayan a ver —dijo Brahim.
Dos pares de pisadas sonaron entonces, bajando los escalones, uno
deteniéndose a mitad de camino. El primer hombre apareció en la parte
inferior, sosteniendo su pistola en frente de él, pero su primer error fue
ubicarse de espaldas a ellos.
Sin siquiera hacer rechinar las tablas, Luka agarró al hombre antes
de que pudiera hacer un sonido, colocando una mano en la parte superior
de la cabeza del hombre, y otra debajo de la mandíbula, y lo retorció,
rompiéndole efectivamente el cuello.
Vlad ayudó a trasladar el cuerpo fuera del camino.
Luka, profundizó su voz para imitar al hombre, diciendo hacia las
escaleras en perfecto albanes—: Kalon brez pas Brezi—Bajen a ver.
El hombre dudó, pero finalmente bajó las escaleras. También fue
eliminado en cuestión de segundos.
Mishca intentaba ser paciente, tratando de mantener la cabeza fría
mientras subía la escalera, sin saber lo que sucedía en el piso de arriba,
pero cuando oyó el grito de dolor de Lauren, mandó a la mierda toda razón
y se precipitó por las escaleras.
Al primer hombre que encontró, le disparó dos veces en el pecho.
Maldiciendo, Vlad intentó ponerse al día, corriendo por delante para
recibir el golpe si alguien lograba disparar de regreso. Prometió proteger a
Mishca con su vida, incluso cuando él arrojaba la suya insensatamente.
Para el momento en que estuvieron en el corto pasillo y entraron en
el amplio espacio donde Mishca divisó a Brahim, otros tres hombres
habían muerto.
Brahim giró lentamente mientras Mishca levantaba su arma para
acabar con él, pero inmediatamente dejó caer el brazo cuando vio lo que
Brahim sostenía.
Sostenía a Lauren contra su pecho, con el brazo a su alrededor, y su
arma a pocos centímetros de su cabeza.
—Si disparas, ella muere.
No tuvo que decir una palabra. Vlad y Luka bajaron sus armas, a
pesar de que tuvo que darle a Luka una mirada dura cuando no sacó su
dedo fuera del gatillo.
—¿Cómo me encontraste?
—Baja el arma y no te voy a matar —dijo Mishca con los dientes

195
apretados, aunque todos en la sala sabían que eso era mentira.
Brahim le dio a Lauren una mirada deliberada, que Mishca no

Página
entendió, se encontraba ansioso por matarlo, pero no podía hacerlo de
manera segura y sin dañar a Lauren en el proceso.
—Dame el diamante y puedes tener a la chica.
Había una especie de desesperación en la voz de Brahim, que le dijo
a Mishca todo lo que necesitaba saber.
En primer lugar, no se trataba de Mishca. Ahora se daba cuenta de
que Jetmir no sabía lo qué Brahim había hecho, y este era su intento de
reconocimiento entre las filas de su organización, pero alguien debería
haberle advertido sobre las consecuencias de sus acciones. No sabía cómo,
pero esto no iba a terminar bien para ninguno de ellos.
En segundo lugar, Naomi tenía algo que ver con esto. No había
ninguna razón para que el albanés pensara que tenía algo que ver con su
piedra preciosa, sin embargo, ¿había salido de su camino para secuestrar
a Lauren y exigirlo?
Cuando la encontrara, no importa cuánto tiempo le llevara, ella
pagaría por su parte en esto.
—Esto no es una negociación —dijo Mishca alzando la voz—. Se
acaba ahora.
—¡No haga exigencias! —espetó Brahim, llevando la mano arriba
para envolverla alrededor de la garganta de Lauren.
Detrás de él, Mishca creyó ver un atisbo de algo a través del camino
en la otra ventana, pero estaba demasiado distraído por Brahim para
conseguir un buen vistazo.
Cuando puso la pistola contra la sien de Lauren, los ojos de Mishca
finalmente se desplazaron a los de ella. Lo que vio allí le quitó toda la
bravuconería.
Miedo. Era una emoción tan fea en ella, que lo carcomía. En ese
momento, solo mirándola fijamente a los ojos, se arrepintió de todo. Podría
haber luchado más para que se fuera, o por lo menos, decirle la verdad
desde el principio así ella estaría preparada y más dispuesta a escucharlo.
—Nichego ne sluchitsya s vami—Nada va a pasarte —prometió en
ruso.
Quería tranquilizarla, tranquilizarse a sí mismo porque él la metió en
esto, tendría que sacarla.
—Llévame a cambio —dijo Mishca sin dejar de mirar a Lauren a
pesar de que las palabras iban dirigidas a Brahim—. Hasta que recuperes
tu propiedad, puedes retenerme. Estoy seguro de que tu hermano estará

196
de acuerdo con esto después de lo que le hice.
—¿Jetmir? —Ahora Brahim estaba furioso—. ¿Qué le hiciste?

Página
—Ne v etom delo—No es el punto. ¿Tenemos un trato?
—No…
Pero nunca llegó a terminar ese pensamiento, porque en cuanto
quitó la pistola de la cabeza de Lauren, apuntando ahora a Mishca, el
vidrio detrás de él se hizo añicos.
Lauren gritó, luchando por alejarse mientras un proyectil salió de la
parte frontal de la cabeza de Brahim, su cuerpo se aflojó y cayó al suelo,
un charco de sangre manchando rápidamente el suelo.
Mishca miró de nuevo a Vlad y Luka, pero ambos parecían
confundidos también, ya mirando la ventana abierta en busca de
respuestas.
Dejándolo por el momento, Mishca agarró a Lauren, tirándola en sus
brazos mientras la sujetaba con toda la fuerza que pudo reunir. Todo su
cuerpo se encontraba retorcido por temblores, pero no lloraba, por lo que
no sabía si estar agradecido o preocupado.
Habían pasado tantas cosas durante las últimas semanas que se
sentía preocupado porque ella estaba llegando a acostumbrarse a su estilo
de vida violento, y eso era lo último que quería.
Por encima del hombro, vio el cuerpo de Brahim y no tenía que
preocuparse por si todavía respiraba. Por experiencia, Mishca sabía que
había más o menos un agujero del tamaño de una moneda de diez
centavos en la parte posterior de su cabeza, mientras que no quería ni
contemplar cómo se veía el frente... si todavía tenía uno.
Finalmente retrocedió, acunando el rostro de Lauren mientras le
besaba la frente.
—Lo siento —susurró una y otra vez, sabiendo que probablemente
no ayudaría, pero sintió la necesidad de decirlo de todos modos.
Tenía los ojos vidriosos y la sangre del disparo, pero no estaba
llorando. Solo parecía aliviada.
—Deja que te lleve a casa.
Asintió, pero antes de que pudiera llamar a Luka y Vlad, pisadas
fuertes en el pozo de la escalera lo detuvieron.
Eran deliberados, destinados a llamar la atención de todo el que
llegaba, y mientras Mishca miraba de la ventana, al cadáver, y de vuelta al
pasillo, se puso rígido.
Sabía quién venía.

197
Doce pasos más trajeron al extraño a la entrada.

Página
Era marcadamente masculino, con un rifle de francotirador en su
espalda, con cuchillos atados a sus muslos, ataviados con equipo táctico
completo que era tan oscuro como el alma del hombre. Su cara se
encontraba oculta por una máscara negra, el diseño bastante sencillo con
solo los ojos recortados y un espacio para la nariz y la boca.
No era solo un hombre con un arma, Mishca lo sabía, sino un
mercenario brutal, uno que vivía y respiraba su ocupación, todo para
alimentar su venganza, y uno que era tan misterioso como él era
legendario.
Durante los últimos años, después de usar múltiples contactos en
todo el mundo, y abusando de todos los recursos que tenía, Mishca había
rastreado este individuo en particular, uno que sabía que se había
convertido en un arma letal.
Especialmente conociendo disparos como el que tomó la vida del
albanés muerto en el suelo.
El mercenario se detuvo, con la cabeza inclinada hacia un lado,
mientras los medía con desinterés casual, despreocupado con los cañones
apuntándole.
No es que lo tuviera que estar. Sin lugar a dudas, era el mejor
tirador allí.
Conociendo las habilidades del hombre y la falta de salidas, Mishca
prefirió tirar a Lauren detrás de él, asegurándose de que cada parte de ella
se encontraba protegida por él.
Trataba de ver más allá de él, pero no se lo permitió, porque en este
momento, no tenía ninguna explicación que pudiera darle, no una lo
suficientemente corta como mínimo.
Sintiendo el dilema de Mishca, el mercenario inclinó la cabeza en la
otra dirección, suspirando pesadamente detrás de su máscara.
No podía ver la cara detrás de la máscara, pero apostaría su vida, a
que el mercenario se divertía con sus acciones.
Encontrando la voz, Mishca preguntó—: ¿Dónde están mis hombres?
—Vivos.
Ya, a pesar del peligro que representaba, Mishca sintió que su
temperamento se encendía, de una manera que solo este hombre podía
lograr.
—¿Por qué estás aquí?
—Te hice una promesa —dijo el mercenario en un tono plano, sus

198
palabras distorsionadas—. Cuando mueras, será por mi mano.
Luka, sentía un particular desdén por los mercenarios y la

Página
autoridad, no apreció las palabras del mercenario, pero Mishca no podía
permitir que sacara su arma, no contra el hombre delante de ellos.
—Ostavit 'yego—Deja eso —dijo con dureza—. Él no está aquí para
matarme.
Las manos de Lauren se apretaron en la parte de atrás de su
camisa, su miedo por él haciéndole esto mucho más difícil.
—¿No? —El mercenario preguntó mirando a su alrededor, sacando
una pistola de la parte de atrás de sus pantalones—. En cierta forma se
siente de esa manera.
—No juegas con tus objetivos —respondió Mishca uniformemente
aunque nunca había estado seguro de ello.
Siempre lo había supuesto —por la precisión con la que todas las
marcas fueron hechas sin dejar ninguna evidencia atrás—, que cuando el
mercenario hiciera un trabajo, lo completaría de forma rápida y eficiente.
—No estés tan seguro de eso, ruso —dijo el mercenario con un toque
de diversión en su voz.
Mishca lo miró fijamente, tratando de ver a través de la malla negra
que protegía los ojos del hombre, aunque era imposible desde esa
distancia. Sabía muy bien que ojos se escondían detrás de la máscara.
—No mientras ella esté aquí para ver —respondió Mishca señalando
a Lauren—. Sobre todo en este lugar.
Eso pareció quebrar la voluntad del mercenario. Ya no tenía que
parecer casual, pero su cuerpo se tensó, los dedos apretándose alrededor
de la pistola que sostenía.
Mishca nunca había vuelto aquí desde ese día, pero aún podía
recordar las cosas como si hubieran ocurrido apenas unas horas antes.
Donde había un agujero en el piso era donde él mismo encontró el
mercenario.
Una vez sobre la que odiaba pensar.
Parecía muchos años de ira desatándose en el mercenario, su
atención se centraba ahora exclusivamente en Mishca. Sin esperar una
orden de Mishca —aunque una que no iba a venir—, Luka se giró hacia él,
pero sin esfuerzo el mercenario se salió del camino, la palma de su mano
balanceándose al mismo tiempo, aterrizando un golpe bien encajado a su
yugular, enviando a Luka al suelo asibilando por aire.
Vlad, sabiamente, se quedó dónde estaba. Después de todo, conocía

199
el hombre detrás de la máscara.
Mishca alcanzó detrás de él, tratando de llevar a Lauren adelante y

Página
lejos de él, no queriendo que saliera herida accidentalmente si algo le
pasaba, pero se le aferró, negándose a dejarlo ir.
No se dio cuenta de que se enfrentaban ahora a la única persona
que más odiaba a Mishca en todo el mundo.
De cerca, el mercenario era solo un centímetro más alto, pero su
presencia lo hizo parecer más grande, aunque a veces podía parecer más
pequeño también, una buena característica a tener en su línea de negocio.
—Ten cuidado —dijo con furia apenas contenida. No se molestó en
apuntarlo con el arma, porque conocía veintitrés maneras de matar a
Mishca sin tratar, y esas eran solo las que podía pensar en el momento.
Había hombres que se encogían en la presencia de Mishca, pero éste
no, no temía a nada.
No podía saber con seguridad, pero pensó en la mirada del
mercenario deslizándose más allá de él donde Lauren se hallaba de pie a
su espalda, apretando su brazo.
Puede haber pensado que conocía el plan del mercenario, pero
nunca podía estar seguro.
—Sería justo, ¿no? ¿Si mato tu amor? —dijo el mercenario aunque
no había ninguna amenaza real en su tono.
Ahora, solo por decirlo rápidamente, sonaba aburrido.
—Excepto que solo mato esos que se equivocaron conmigo.
—Yo no —dijo Mishca, recordando cuando le había dicho algo
similar hace tantos años.
—Culpable por asociación.
Sintió a Lauren tensarse detrás de él y casi maldijo. Tenía que
terminar con esto.
—No tenemos tiempo para esto —dijo—. ¿Te das cuenta de lo que
hiciste? Los albaneses van a querer sangre para esto.
El mercenario se encogió de hombros.
—Problema personal.
—¿Y crees que no se enterarán de que eras tú? —replicó Mishca,
tratando de hacerlo entrar en razón—. Alguien, en algún lugar ha visto tu
cara.
Riendo, el mercenario levantó su máscara, sobre la gorrita que
usaba para cubrir su cabello, dejando al descubierto su rostro por primera

200
vez.
El jadeo de Lauren fue audible en el decrépito edificio.

Página
El mercenario miró a Mishca, una furia ardiendo en el conjunto
idéntico de ojos azules que compartían, muy diferente del espíritu
quebrantado que Mishca había visto antes.
—No soy el chico que solías conocer —dijo el mercenario haciéndose
eco de los pensamientos de Mishca—. Si alguien me puede identificar,
bueno. Estoy contando con ello.
—Klaus…
Era la primera vez que decía su nombre en lo que parecía años y
tuvo el efecto deseado ya que perdió su sonrisa maníaca.
—Nunca digas mi nombre.
—¿Y cómo van a diferenciar entre nosotros? —preguntó Mishca
solemnemente. Nadie había sido capaz de ver la diferencia hasta que
mirabas de verdad.
—Siempre podría matarte y luego continuar mi misión.
—No me vas a matar —repitió Mishca.
—¿Por qué no? —preguntó Klaus con genuina confusión en su
rostro como si eso siempre hubiera sido una parte de su plan.
—Porque a pesar de tu odio hacia mí, hermano, sería como matarte
a ti mismo.
Mishca había pensado que había hecho su punto y finalmente
conseguido la ventaja, pero estaba equivocado.
—Tal vez, pero tú no eres yo —dijo Klaus con calma.
Mishca no había notado la cuchilla oculta en su palma.

201
Página
Traducido por Alysse Volkov
Corregido por Pily

A
l entrar en el edificio que estaba programado para
demolición en solo unos meses, lo primero que Jetmir notó
fue el olor.
No había nada absolutamente similar al olor de la muerte, pero era
uno al que se había acostumbrado en sus treinta y pico de años. Sin
embargo, hoy, ese olor acre hizo que su mandíbula se apretara con ira.
Había tomado un par de días —más tiempo de lo que hubiera
querido—, para rastrear a su hermano, pero ahora que se encontraba
aquí, no estaba preparado para lo que encontró.
Los rusos lo habían abandonado en un campo lejos de la ciudad.
Tomó horas antes de que pudiera ponerse en contacto con alguno de sus
hombres, e incluso más escuchar sobre el plan idiota de Brahim.
Debería haberlo escuchado, sabiendo que Brahim podría haber
retrocedido si lo hubiera tratado como cualquiera de los otros miembros en
lugar de un hermano pequeño.

202
Brahim estaba debajo de un agujero en el techo, el diverso clima
tomando cada daño sobre su cuerpo.

Página
Jetmir no tuvo la oportunidad de prepararse para la forma en que
iba a encontrar a su hermano, en cambio, dio una palmada en su cara, su
hermano muerto, ojos ciegos siguiéndolo mientras se acercaba.
Su piel tenía una palidez antinatural —la piel alrededor de la boca
ennegrecida—, su carne mejor conservada debido al clima frío. Incluso en
la muerte, parecía como un niño, demasiado joven para haber llegado
antes que él a la tumba.
Por una vez en su vida, Jetmir sintió remordimientos. Su trabajo era
protegerlo, abrigarlo hasta que Brahim estuviera listo para tener un papel
en su sindicato.
Le había fallado.
Jetmir bajó la mirada hacia el cuerpo de su hermano, ignorando el
olor, haciendo caso omiso de todo lo que pueda llamar su atención.
Necesitaba aprender esto de memoria, por lo que al salir, recordaría este
momento.
Agachándose, tocó los párpados de su hermano, cerrándolos
suavemente. Al menos de esta manera, lo imaginaba estar en paz.
—¿Qué has hecho, pedazo de mierda estúpida? —preguntó Jetmir,
aunque ya sabía la respuesta.
Con el rabillo del ojo, pudo ver a sus hombres dando la vuelta,
ofreciéndole la privacidad que ansiaba desesperadamente.
Susurrando una oración suave, Jetmir se levantó, dando la espalda
al cuerpo tan rápidamente como había llegado.
A su salida, Jetmir les dijo—: Encárguense de esto.
Necesitaba ocuparse de algo.

k
Poniendo un cigarrillo en sus labios, Jetmir encendió el final de
este, observando al hombre enfermizo, mientras preparaba el cuerpo de
Brahim. No tenía el tiempo para pasar por la molestia de llevar a su
hermano al extranjero, por lo que eligió en su lugar cremarlo.
Mientras el hombre tiró de la palanca, se abrieron las puertas como
las puertas del infierno, el fuego lamiendo en los bordes de la incineradora
de acero.

203
La cinta transportadora hizo temblar a la vida como el cuerpo
encima de esta rodándolo dentro. Sería la última vez que Jetmir podría los

Página
ojos en su hermano.
Cuando el trabajo ya estaba hecho y el cremador fue compensado
por sus servicios, Jetmir tomó un jet privado de regreso a Albania, a la
casa que compartía con su madre.
Era conocido como el recinto, en parte debido al hecho de que este
parecía una fortaleza armada, con suficiente seguridad para servir a un
pequeño ejército.
Durante la larga hora de viaje que tardó en llegar después de que su
avión aterrizó, pensó en lo que le diría a su madre. Recordándola durante
la época del régimen de su padre, ella era conocida por su fortaleza en
lugar de la tragedia, pero con el paso del tiempo y una mente fallando, no
era la mujer que solía ser. Además, nunca había perdido un hijo, y con su
frágil corazón, temía lo que le haría la muerte de Brahim.
Las puertas del recinto se abrieron, permitiendo que el auto de
Jetmir ruede dentro, cerrándose tras él.
Al salir del coche, se dio cuenta de la última adición a los autos
fuera de la mansión, sabiendo que su invitado especial ya se había metido
dentro.
Y por primera vez desde que encontró el cuerpo de su hermano,
sonrió.
Uno de los soldados afuera abrió la puerta, dando un paso hacia
atrás para que pudiera salir con la urna de plata en sus manos.
Nadie hablaba, solo inclinaron su cabeza en respeto mientras
pasaba.
—Mi hijo está en casa —llamó Mirela Besnik mientras bajaba los
escalones de piedra caliza, su cara brillando con alegría.
Se detuvo en seco cuando vio lo que Jetmir sostenía. Prácticamente
podía ver las ruedas girando en su cabeza y sabía el momento exacto en
que ella determinó lo que estaba en el interior, después de cambiar su
mirada fija detrás de él y no ver a su hijo menor salir.
Cuando un sollozo ahogado se le escapó, suspiró sin poder hacer
nada.
—Mamá, yo…
Ella le dio una bofetada, arrebatándole la urna de las manos
mientras regresó hecha una tormenta a la mansión.
No había nada que pudiera hacer por el momento, no cuando
estaba demasiado molesta con él para escuchar lo que tenía que decir. En

204
cambio, la siguió en silencio, y cuando subía las escaleras a su habitación,
se quedó en la sala, chasqueando los dedos de uno de los hombres en su
interior para que le trajera un vaso de coñac.

Página
Una media docena de cajas se encontraban ubicadas cerca de la
chimenea, unas estaban llenas de fusiles de asalto de uso militar y
munición, una compra espontánea que había hecho meses antes de
decidirse a realizar un seguimiento de Naomi.
Bastian, un soldado leal suyo, se presentó a Jetmir con un archivo,
que tenía todo lo que había solicitado antes de que él llegara.
—Vamos.
Bastian lo siguió afuera, donde todos sus hombres estaban
reunidos, esperando sus órdenes.
Cuando Jetmir tenía su atención, sacó la primera imagen de la
carpeta.
—Si no lo conocían, este es Mishca Volkov —dijo, su voz resonando
en el silencio del patio—. Él mató a mi hermano y quiero su cabeza.
Tiró la foto al suelo, sacando la siguiente.
—Pero él no se merece una muerte rápida. Antes de morir, voy a
obligarlo a ver como ustedes —dijo señalando a cada uno de ellos a su
vez—, tienen su oportunidad con su preciosa puta.
Esto obtuvo una sonrisa de la mitad de ellos.
La imagen de Lauren cayó, uniéndose a la Mishca en el suelo.
Arrojó la carpeta abierta, más fotos grises se derramaban, tantas
caras diferentes entre ellas.
Podría haber parecido calmado para ellos, pero los pensamientos de
Jetmir eran caóticos, mientras trataba de concentrarse en la tarea en
cuestión.
—Quiero que todos estén muertos, ¿entienden?
Una vez que tuvo su aceptación, se retiró al interior de vuelta, esta
vez sin detenerse en el estudio, pero dirigiéndose hasta donde su invitado
estaba esperando.
No había habido una guerra de mafias en décadas, por lo menos no
una que atrajera la atención de los medios de comunicación, pero Jetmir
sabía que la sangre inocente mancharía las calles de Nueva York, junto
con la sangre de sus enemigos.
Él no valoraba la vida humana, especialmente de aquellos que se le
oponían. Si los Volkovs pensaron que habían sufrido antes, no tenían idea
de lo que tenía planeado para ellos.

205
Sin molestarse en llamar, abrió la puerta de una de sus habitaciones
de huéspedes.

Página
Se volvió hacia él, con los brazos cruzados sobre el pecho
petulantemente, molesta por su falta de prisa por verla. Extendiendo su
mano, Jetmir cerró los dedos alrededor de la mano de la mujer que lo
ayudaría exactamente a su venganza sobre el hombre que se había llevado
a su hermano.
Anya Volkov sonrió, sus ojos iluminados con un hambre terrible,
provocado por el odio y la codicia. Ella no sabía que no era más que un
peón en el gran esquema de las cosas, pero hasta que ya no fuera útil,
haría un valioso aliado. Nadie estaba a salvo.
La guerra se estaba acercando.
Tres meses pasan sin incidentes, haciendo a Mishca y Lauren creer
que pueden finalmente dejan el pasado atrás para construir una vida
juntos.
...pero los enemigos tanto antiguos como nuevos están al acecho en
las sombras, esperando la oportunidad para atacar.
Cuando una peligrosa amenaza se presenta, Lauren se ve obligada a
recurrir a la única persona que prefiere ver a Mishca muerto que teniendo
un felices para siempre

206
...ella ahora tiene que entrar en un papel que exige el pago con
sangre.

Página
Se forman alianzas, un lado luchando por la supervivencia, y el otro
por la retribución.
En nadie se puede confiar.
Nadie está a salvo.
La guerra se acerca.
...y no todos van a vivir para ver el final de la misma.

Léelo próximamente en...


C
on una Licenciatura en Escritura Creativa, London Miller ha
tocado la pluma al papel, creando fascinantes mundos
ficticios donde los chicos malos algunas veces son los chicos
buenos. Y las mujeres que los aman. Su novela debut, In The Beginning, es
la primea en la Serie Volkov Bratva.
Actualmente reside en el Sur de Georgia donde bebe mucho café y
pasa noches escribiendo.
Para saber más de London Miller y sus proyectos, por favor visítala a
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O puedes escribirle a su correo dando tus comentarios sobre sus libros a
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