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SÁQUELE JUGO AL FRUTO

Mateo 3:7-8
El fruto es algo tan importante en la vida de un cristiano, que Jesús lo puso como la señal más visible para
identificar a una persona que le pertenece a Dios. Jesús les advirtió a Sus discípulos que no se dejaran engañar, y se
guardaran de quienes vienen vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Él dijo que la señal para
reconocerlos sería el fruto. Mateo 7 15-21. Lamentablemente, hay ministerios que les dan más importancia a los
dones de las personas que al fruto. Es decir que, a esos ministerios, les interesa más la habilidad que tienen sus
líderes para realizar ciertas tareas, que la madurez de su carácter. Sin embargo, en el Reino de Dios, dones y
carácter tienen que estar balaceados. Por ejemplo, de nada sirve que alguien sea excelente músico, si maltrata a su
esposa o a sus hijos; o que otro predique muy bien, si es un avaro, para quien el dinero es su dios.
Sacando lo mejor del fruto
Todo fruto da lo que tiene dentro, sólo cuando es puesto bajo presión, cuando es "exprimido' o "presionado"; es
decir, cuando enfrentamos situaciones difíciles. Tomemos por ejemplo una naranja: podemos mirarla por fuera y
saber que está madura, pero para saber exactamente lo que tiene dentro tiene que ser exprimida. Lo mismo
sucede con nosotros. Nuestro fruto —bueno o malo—, sale a relucir cuando somos sometidos a presión por medio
de las circunstancias adversas. ¿Qué sale de nuestra boca cuando alguien nos ofende? ¿Qué sentimientos guarda
nuestro corazón: ira o mansedumbre? No podemos hacer las obras de Dios a nuestra manera, porque eso se llama
rebelión, y su fruto es la maldad. Más aún, debemos saber que toda obra hecha para el Señor, fuera de tiempo
indicado, con la intención o la actitud incorrecta, no contiene la vida de Dios y es contada como rebeldía.
Los frutos del Espíritu. Gálatas 5. 22-24. Frutos del Espíritu para relacionarnos con Dios:
Amor: Es la palabra ágape, que alude al amor incondicional de Dios —desinteresado y abnegado—, que tiene la
capacidad de dar y mantenerse dando sin esperar nada a cambio.
Gozo: Es la condición espiritual que disfruta el creyente, la cual le da fortaleza y ánimo, y no depende de las
circunstancias exteriores.
Paz: Es la palabra Shalom, que también' significa: seguridad, fortaleza, salud, tranquilidad y prosperidad. Shalom, es
un estado de bienestar en todas las áreas.
Frutos del Espíritu para relacionarnos con los demás:
Paciencia: Es permanecer firme, animado y constante durante las pruebas de larga duración, sin llegar a la
desesperación. La paciencia implica saber lidiar con las faltas y debilidades de otros.
Benignidad: Esta palabra viene del griego chrestates, que significa ser útil y servicial, y nos lleva a amar incluso a
quienes son difíciles de tratar.
Bondad: Es el deseo y la capacidad de ser bueno y de hacer bien a los demás. Combina justicia y amor con un
carácter amable, buscando siempre hacer el bien. Es una virtud dispuesta a la acción.
Frutos del Espíritu para relacionarnos con nosotros mismos:
Fidelidad: Es la virtud que hace a una persona confiable, alguien de quien se puede depender, con quien se puede
contar, que hace su trabajo de continuo, sin desmayar. Es ser fiel a quien nos delega una obra.
Mansedumbre: Es el balance con que se mantienen bajo control las pasiones y las emociones. Es la disposición de
espíritu con la que se aceptan los tratos de Dios, sin discutirlos ni resistirlos, sino más bien, dejándonos formar por
Él. Es permanecer en total dependencia de Dios.
Templanza o dominio propio: Es la habilidad dada por el Espíritu Santo para ser disciplinados y tener control sobre
las circunstancias externas y sobre nosotros mismos.
El amor y el dominio propio son los frutos más importantes y los que primero debemos desarrollar, ya que son los
que sostienen al resto de los frutos espirituales. Cuando se desarrolla el amor, es fácil desarrollar el resto. Por
tanto, si tenemos amor, abundaremos en los demás frutos del Espíritu. Todos podemos desarrollar cada uno de
esos frutos a su máximo nivel, según nuestra capacidad y el propósito de Dios para nuestras vidas. Dios espera que
demos frutos en cada área: espiritual, personal, familiar, y ministerial. Jesús dijo que por el fruto conoceremos a las
personas. ¡Él anda buscando frutos de arrepentimiento! (Mateo 3:8; Lucas 3:8). La mejor manera de producir esos
frutos, es reconociendo, aceptando y sometiéndonos al Señorío de Cristo, a fin de reflejar Su presencia en nosotros.
SIEMBRA Y COSECHA. Mateo 8:4
La bondad de Dios debe movernos a llevar ofrenda para Su casa.
APLICACIÓN • El líder presentará el plan de salvación. • Guiará al grupo a arrepentirse por no producir frutos
para el Reino. • Llevará al grupo a comprometerse a producir frutos para el Reino.

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