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Un llamado a la madurez
Ese estilo de vida desenfrenado, que no asume responsabilidades y que solo «vive
el momento» puede lucir más atractivo, pero a la larga solo atrofian tu capacidad
de experimentar un gozo pleno.
La fuente de la madurez
Es por eso que el primer paso a la madurez, en cualquier etapa de la vida, es rendir
nuestras vidas al señorío de Cristo. Todo lo demás fluye de ahí. En la medida en la
que nosotras permanezcamos en Su Palabra y mientras más le amemos de todo
nuestro corazón, obtendremos la clave para cultivar la madurez: la obediencia.
No es tan difícil como parece, suena pesado, pero nuestro amor por Cristo hace que
la carga sea ligera. Así que, antes de salir corriendo a «arreglar» tu problema de
inmadurez, considera si en realidad has rendido cada área de tu vida a Cristo.
Arrepiéntete de todo trazo de rebeldía y corre a la Palabra de Dios. Llénate de Su
verdad y deja que tus afectos sean despertados por ella. Ama a Dios por encima de
todo y que ese amor sea lo que te impulse a vivir en obediencia hasta en los detalles
más desapercibidos de tu vida.
Los frutos de la madurez
Camina a la madurez