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LA INCINERACIÓN DE RESIDUOS.

Desde el punto de vista lingüístico y etimológico la palabra incineración significa «reducir una cosa
a cenizas» (Incinerare, del latín). Siguiendo con esta lógica, en el proceso de incineración, todo
aquello que no se ha transformado en cenizas, que es la parte inorgánica, se ha convertido en gas.
De esta definición se infiere también que un gas, en caso de ser combustible se oxida pero nunca se
incinera.
Desde el punto de vista técnico, la incineración es el proceso por el que se someten los materiales
sólidos y líquidos, sean residuales o no, a un régimen de temperaturas medias (850-1200 °C), por
efecto de las reacciones de oxidación exotérmica de los propios residuos y, si es preciso, de
combustible aportado, en presencia de exceso de oxígeno suficiente para que casi toda (>99,99 %)
la fracción orgánica presente pase a la forma gaseosa, los compuestos oxidables a esa temperatura
se hayan combinado con el oxígeno, y la fracción inorgánica se haya reducido a escorias (vidrio,
piedras, metales) y cenizas».
La primera función de la incineración consiste en transformar, por medio de una reacción química
de oxidación lo más completa posible, a alta temperatura, los desechos heterogéneos en unos
residuos lo más inerte posibles, generando la mínima polución posible.
Desde el punto de vista físico y químico, los procesos de conversión energéticos se basan en la
degradación de las moléculas orgánicas por la acción del calor.
La más conocida de todas ellas es la oxidación térmica. Se trata de una oxidación (con gran exceso
de aire) a alta temperatura. Si el combustible es sólido o líquido se denomina incineración. El
último objetivo del proceso es conseguir la destrucción térmica de los compuestos orgánicos.
Hay una variante, donde primero se realiza una oxidación con el aire estequiométrico y una segunda
etapa con exceso de aire. Esta variante se halla muy cerca de la pirolisis puesto que la materia, o
parte importante de ella es sometida a calentamiento sin presencia de oxígeno, puesto que la mayor
parte de él se ha consumido.
La combustión se define como una oxidación rápida de la materia combustible con desprendimiento
de calor. Así pues se precisa, en primera instancia, que el residuo a oxidar tenga, al menos, uno de
los tres únicos elementos susceptibles de combinarse con el oxígeno con liberación de calor: C
(carbono), H (hidrógeno) y S (azufre).
Los combustibles sólidos y líquidos deben pasar por una fase previa de gasificación para que se
desprendan los volátiles. Las reacciones de combustión siempre tienen lugar en fase gaseosa
(reacciones homogéneas). Existen reacciones heterogéneas (sólido-gas) que tienen una cinética mas
complicada y, desde el punto de vista ambiental, son mucho más conflictivas.
Otro factor indispensable es la mezcla íntima y adecuada del combustible (se entiende los volátiles
y vapores generados) y el comburente, que suele ser aire.
Seguidamente, cuando la mezcla es la correcta se debe producir la ignición. A partir de este
momento el calor generado permite mantener un nivel de temperatura que asegura la continuidad de
la reacción.
Las reacciones de combustión pueden llevarse a cabo con el aire justo: reacción estequiométrica.
Con exceso de aire, en este caso hay oxígeno en los gases producto de la combustión. O con defecto
de aire, ahora en los gases de combustión se detecta la presencia de inquemados. La figura 1
muestra la parrilla de un horno de incineración donde intervienen diversos fenómenos (oxidación
térmica, gasificación y pirolisis) de manera simultánea.
La figura 1 muestra un esquema de lo que realmente acontece en la superficie de la parrilla. En
primer lugar una etapa de secado, puesto que los combustibles, en particular los residuos, suelen

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entrar en el horno con una humedad importante. A continuación tiene lugar una etapa de pirolisis y
gasificación. Ello es debido a que el aire primario que penetra por la parte inferior de la parrilla no
es suficiente para provocar la combustión de la fracción orgánica a CO2 y H2O, en realidad salen
muchos otros gases, la mayoría combustibles. Finalmente en la última etapa de la parrilla se efectúa
la combustión propiamente dicha.
En realidad esto no acontece por partes sino de manera simultánea. De ahí la complejidad de la
incineración.

Fig.1. Parrilla de un horno de incineración.

El proceso de incineración sobre la parrilla


La situación de la carga y la entrada de aire juegan un papel fundamental en el desarrollo del
proceso de incineración.
Así, el aire primario hace funciones de gasificación y la temperatura generada piroliza parte de la
materia orgánica presente.
Como esquematiza la figura 2 en todo el espesor del lecho de residuos depositado sobre la parrilla
acontecen un sin fin de reacciones. La más significativa es la de generación de CO.

Fig. 2. Esquema de le lecho de residuos sobre la parrila

La combustión, u oxidación de la materia orgánica, propiamente dicha tiene lugar en la superficie


gracias al aire secundario. En el procedimiento de combustión de los RSU por el sistema de parrilla
convencional, el aire primario entra por la parte inferior de la parrilla y oxida el combustible según:
C + O2 → CO2. Un poco más arriba los gases entran en la zona de reducción, donde el CO2 se
reduce a monóxido según:

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C + CO2 → 2CO. Simultáneamente, el calor generado por la combustión va transformando el sólido
en volátiles. El combustible, teóricamente, gasificado y destilado penetra en la zona real de
incineración que, en contacto con el aire secundario se oxida a anhídrido carbónico de acuerdo con
la reacción general:

La adición de aire en la incineración


En la figura 2 se observa que una parte del aire, el llamado aire primario se aporta, en el caso de los
hornos de parrillas, por la parte inferior de la carga, mientras que por la parte superior, se adiciona
otro aire, el llamado aire secundario. La simplificación haría pensar que ambos se podrían unir y
llevar a cabo una sola etapa de inyección de aire.
La composición de los gases generados en la lámina inmediatamente situada por encima del nivel
de carga de la parrilla, depende de la profundidad de la misma. Esto es, no se puede llenar la parrilla
con residuo hasta formar un determinado espesor como se verá el grueso de la lámina es un
parámetro crítico.
Si el grueso del lecho es significativo, un espesor correcto sería de 10 a 15 cm, es importante el
oxigeno del aire no logra alcanzar la masa, al menos en cantidad suficiente y se forma mucho CO.
Por otra parte un espesor mayor hace las veces de un potente aislante a la transmisión del calor que
en esta etapa debe proceder de la radiación de las llamas y de las paredes.
Un espesor grueso del lecho implica mucha pérdida de carga e insuficiencia de oxígeno. Así se
volverá a formar CO a expensas del CO2 generado. O sea la inyección de aire primario tiene su
límite.
Un grueso importante enfría la carga, además la generación de CO es un proceso endotérmico y
todavía enfría más. Esta dinámica llevaría a apagar la llama y a detener el proceso.
Así pues aun que se respete el espesor mínimo de capa de residuos sobre la parrilla, será preciso una
adición posterior de aire, el llamado aire secundario sobre los gases de combustión para garantizar
una presencia efectiva de oxígeno.
Estas reflexiones sirven para demostrar que no es conveniente introducir mucho aire primario. De
hecho algunas tecnologías de parrillas usan el aire primario, o mejor dicho la velocidad de entrada
del aire primario como vector dinámico para remover la carga dentro del propio lecho y de esta
manera favorecer que todas las partes del combustible se hallen expuestas a la radiación térmica;;
Sin embargo hay otros parámetros que deben tenerse en cuenta:
• Una gran cantidad de aire primario supone la creación de un volumen importante de gases y, como
consecuencia una velocidad de gases alta con el consiguiente arrastre de material particulado, y de
todo tipo, fuera del horno.
• Una mayor aportación de aire no reduce la cantidad de CO generado. La reacción química antes
expuesta se desplaza hacia la izquierda a alta temperatura.

Incineración de residuos en masa


Toda la problemática antes expuesta se debe a que la mayor parte de los residuos, en particular los
RSU son tratados en masa, esto es son incinerados sin:
o Clasificación previa, con lo que las oscilaciones del PCI son muy importantes.
o Trituración previa, con lo que el tamaño de los componentes es notable y las condiciones de
combustión empeoran notablemente.

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Este sistema es sin duda el más extendido y empleado para la conversión energética de los
combustibles alternativos o residuales. No obstante existen otros sistemas que también son
empleados.
El sistema más convencional es la incineración sobre parrilla que consiste en someter los residuos a
una combustión de tipo adiabático en el seno de un lecho colocado sobre una parrilla. El conjunto
constituye un horno y el resto de la instalación que lo acompaña, esquematizado en la figura 3, es lo
que recibe el nombre de incineradora y, básicamente, consta de:
o Una tolva provista de un sistema de alimentación que garantiza una entrada continua y lo más
homogénea posible de los residuos. A partir de cierto tamaño, las plantas tienen un foso de gran
tamaño que hace las veces de pulmón y homogeneizador de los residuos que ingresan.
o Un dispositivo de alimentación de los residuos al horno. Habitualmente suele ser un empujador,
cuya frecuencia de empuje y velocidad es variable.
o Una parrilla de barrotes o rodillos, horizontal o inclinada, de la cual, todos o una parte de los
elementos constituyentes están animados de un movimiento que permite el desplazamiento del
lecho desde arriba hacia abajo así como el removido de los residuos y su contacto con los gases.
Dentro del horno, los residuos se desplazan sobre la parrilla, mientras tienen lugar los siguientes
procesos:
- Temperatura entre 100 y 250 ºC.
Se produce el secado de los residuos debido a la acción del aire de combustión (calentado o
no en función del contenido de humedad de los residuos. Por lo general el aire primario está
precalentado).
- Temperaturas entre 250 y 600°C.
Empieza la combustión de los destilados volátiles por efecto de la radiación del calor
procedente del refractario y de la masa de gases en combustión. Además de la combustión se
desprenden diferentes tipos de gases procedentes de la descomposición térmica y
carbonización de los residuos.
- Temperaturas entre 600 y 800°C.
Combustión generalizada en toda la masa del combustible. Descomposición térmica de los
carbonatos y craqueo de gases producidos con posterior combustión.
- Temperaturas entre 800 y 1200 ºC.
Combustión de los productos de carbonización y formación de escorias.
Finalmente la escoria se enfría parcialmente con el aire insuflado en la zona final de la parrilla.
Una cámara de post combustión, donde se añade aire y los gases de combustión permanecen un
tiempo de residencia que garantice su correcta destrucción. La cámara de post combustión es
necesaria, prácticamente, en todas las incineradoras de residuos peligrosos donde se queman
residuos sólidos, porque la cámara de combustión primaria: horno, fijo o múltiple, no proporciona
suficiente tiempo de residencia ni temperatura para destruir los componentes orgánicos del residuo.
Cuando la incineradora sólo quema líquidos, la configuración de la incineradora es algo diferente,
no obstante las partes esenciales: horno, cámara de oxidación (inyección de aire secundario) y
cámara de post combustión deben permanecer.
• Una caldera de recuperación donde los gases ceden su calor sensible y se produce vapor de agua.
El vapor se expansiona en una turbina que se halla conectada a un alternador que genera energía
eléctrica.
• Un sistema de tratamiento de gases. Con una instalación de recogida de las cenizas volantes.

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• Un sistema de extracción y enfriamiento de las escorias de la parrilla.

Figura 3. Incineradora para RSU

Las tecnologías de incineración de Residuos Sólidos Urbanos han alcanzado una madurez
tecnológica tal que es posible diseñar, construir y operar plantas con un alto grado de fiabilidad,
disponibilidad y calidad medioambiental. Los objetivos que se esperan de una planta diseñada
conforme a las técnicas actuales son los siguientes:
• Reducción del volumen de los residuos, que puede alcanzar hasta un 95 % si se reutilizan las
escorias, valorización perfectamente posible tomando las debidas precauciones, en obras
públicas y otras aplicaciones industriales.
• Protección del medio ambiente, debido a la fiabilidad y disponibilidad operativa que
proporcionan las instalaciones de depuración de gases y la calidad de incineración de los hornos
actuales apoyados por equipos de control electrónico de la combustión.
• Alta disponibilidad y fiabilidad definidas como baja incidencia de las averías en el tiempo total
anual de operación y mantenimiento riguroso de las condiciones de trabajo especificadas.
• Aprovechamiento de la energía química contenida en los residuos para la generación de
electricidad. y/o energía térmica, creándose un subproducto económicamente interesante para la
gestión de la planta incineradora y que tiene además algunas ventajas ambientales.
• Limitada ocupación de espacio.
• Pequeña demanda de utilización de vertederos, que sólo son estrictamente necesarios para
depositar los residuos de la depuración de los gases de combustión: cenizas volantes.
• Recuperación de la chatarra metálica.
Actualmente las plantas de incineración reciben residuos municipales sin tratar y residuos
asimilables a urbanos, como los que, eufemísticamente se denominan comerciales. (En Francia
muchas incineradoras tratan simultáneamente RSU y fangos de EDAR).

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