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2020: el año 0 de una nueva sociedad

La humanidad se encuentra en un punto de inflexión, exacerbado por la pandemia COVID-19. Esta


experiencia colectiva debe servir para provocar una reflexión global sobre nuestro futuro y conducirnos
hacia una sociedad del conocimiento, manteniendo siempre una perspectiva empática sobre las
necesidades de todos.

“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Esta anónima frase, atribuida, entre
otros, a Napoleón Bonaparte, nos enseña que para prepararnos para el futuro es indispensable también
mirar a nuestro pasado y tener presente las lecciones aprendidas.

La actual crisis sanitaria generada por la pandemia COVID-19, producida por el virus SARS-CoV-2, no es
la primera ni, desafortunadamente, será la última a la que se enfrente la humanidad. Las enfermedades,
de hecho, han sido potentes palancas de cambio histórico, al tener capacidad de cambiar una sociedad,
sobre todo cuando se combinaron con otros elementos perturbadores. Unos pocos ejemplos bastan
para ilustrar estos procesos: la epidemia durante la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta en el
siglo V antes de la era común; la peste del siglo XIV de la era común, que cambió la estructura
socioeconómica de Europa; o la viruela y otras enfermedades en la expansión europea en América y
otros continentes. Para los implicados, tanto estructuras políticas como individuos, el cambio fue
dramático y dejó múltiples damnificados, pero también abrió nuevas oportunidades. Una plaga es una
tragedia humana, pero también proporciona la posibilidad de reflexionar sobre sus orígenes, sus
implicaciones y la necesidad de medidas correctoras. Más allá, incluso permite plantearse realizar
cambios de mayor calado, repitiendo las perennes preguntas: ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos?

La sociedad que viene

La humanidad se encuentra, posiblemente, en su mejor momento. Nunca tantos seres humanos fueron
tan felices y saludables. Sin embargo, numerosos problemas siguen presentes y la sociedad global ya se
encontraba en un profundo cambio acelerado y desigual antes de la aparición de la pandemia COVID-19.
La implantación de nuevas tecnologías y los desafíos que nos plantean, como es el caso de la inteligencia
artificial o la computación cuántica, la manipulación genética, o la posibilidad de crear una nueva
especie no completamente orgánica, de ciborgs, junto con los problemas generados por tecnologías
obsoletas, la existencia de armas nucleares, o las actuales necesidades energéticas, en donde destaca el
cambio climático y sus destructivas consecuencias, ya eran suficientes desafíos para la humanidad.

El mañana ya está aquí en forma de tsunami

Ahora, una nueva pandemia pasa a primer plano y relega al resto de las dificultades a un indefinido
“mañana”. Pero en muchas ocasiones olvidamos que el mañana ya está aquí, y que, aunque lo
ignoremos, sus consecuencias están ya pasando sobre nosotros como un tsunami. El confinamiento de
más de un tercio de la humanidad está forzando a replantearse las relaciones sociales y la manera en la
que trabajamos. Afortunadamente internet, un bien global, ha respondido adecuadamente a las
exigencias de tráfico y las redes sociales están contribuyendo al mantenimiento de los necesarios nexos
sociales. A corto plazo podríamos ver cambios significativos: la manera en la que nos saludamos,
evitando el contacto directo; la universalización del teletrabajo, mostrado ahora como factible a gran
escala; o el acceso a productos culturales en línea. De hecho, conocidas pinacotecas han creado
recorridos virtuales, y grandes orquestas u óperas y compañías de teatro han democratizado el acceso a
algunos productos que antes, en ocasiones, solo eran accesibles para determinadas minorías. En cuanto
a las relaciones sociales, la solidaridad se ha vuelto a poner de manifiesto, específicamente los lazos
intergeneracionales. A medio y largo plazo se abren múltiples incógnitas. Así, el teletrabajo podría
cambiar el concepto de ciudad, promoviendo una mayor descentralización y evitando la necesidad de
grandes redes urbanas, descongestionando el tráfico y reduciendo la contaminación. Las relaciones
internacionales deberán ser reexaminadas y la Unión Europea deberá redefinirse: ¿espacio económico o
verdaderamente ciudadano? En cualquier caso, también puede tener un impacto en nuestro modelo
social y político, y en el papel de cada ciudadano. Ahora tenemos, más que nunca, la oportunidad de
cuestionarnos sobre quiénes somos y qué tipo de sociedad queremos.

Las grandes preguntas y la Generación 2020/COVID

Cada sociedad es una red de interrelaciones extraordinariamente compleja. El siglo XXI se está
caracterizando por una globalización prácticamente completa y por un acceso a la información casi sin
restricciones, junto con la presencia de fake news y de influencers, que en muchas ocasiones se
convierten en virales y sepultan las fuentes fidedignas bajo capas de trivialidades, mentiras y
tergiversaciones. Pero si se preguntase a la inmensa mayoría qué es lo que espera, su respuesta incluiría
térmicos como “felicidad”, “libertad”, “bienestar”, “salud”, “seguridad”. Posiblemente la prioridad
dependería del momento en el que se formulase la cuestión. El virus SARS-CoV-2 seguramente está
contribuyendo a alterar ese orden. En nuestras manos está articular una respuesta adecuada. La
pandemia actual (y otras que pudieran golpearnos en el futuro) ya es una experiencia traumática para
miles de millones de seres humanos. Junto con las dos guerras mundiales es posiblemente el evento que
más haya marcado a una población global. En este caso, combatimos no contra nosotros mismos, sino
contra un enemigo invisible. Todos vamos a pagar un alto precio, económico pero sobre todo humano.
Es por tanto una experiencia que nos une a todos. Para la población más joven las consecuencias
pueden ser aún más significativas. De hecho, al igual que la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico
marcó a la sociedad española e impulsó a la Generación del 98, la actual crisis pudiera propiciar la
aparición de la Generación 2020 o Generación COVID: los adolescentes y postadolescentes actuales que
encuentren en este trance, junto con el cambio climático, su leitmotiv. Eventualmente reclamarán
respuestas y responsabilidades.

¿Una nueva ciudadanía, un nuevo liderazgo social?

La crisis económica de 2008 indujo la aparición de varios movimientos ciudadanos tales como el 15 M en
España u Occupy Wall Street en Estados Unidos. Más recientemente han surgido o se han visto
reforzados grupos populistas o extremistas en muchas partes del mundo. La pandemia COVID-19
posiblemente tendrá consecuencias análogas, tanto por su dimensión social como por la más que
posible gran crisis económica. Pero además producirá un cuestionamiento de los actuales líderes
políticos en todo el mundo. Estamos, pues, en un punto de inflexión y la balanza se puede decantar
hacia cualquier lado. A nosotros nos corresponde proporcionar el empuje adecuado. Los problemas de
una sociedad moderna no se encuentran ni en la política ni en la clase política, sino en su manera de
llevarla a cabo y en el número y rol de agentes que participan en ella. La crisis del coronavirus también
entrañará una pérdida de confianza, añadida a la anterior en los responsables de los distintos gobiernos.
¿Implicará por tanto un cambio de unos por otros, independientemente de su signo? No debiera ser así.
Estamos ante un cambio de paradigma social, tenemos ante nosotros la posibilidad de protagonizar una
revolución pacífica, civilizada, que debiera empezar en la educación, algo que los ilustrados ya sabían en
el siglo XVIII. Una formación para la ciudadanía, no para preparar elementos de la fuerza laboral. Un
movimiento en el que los científicos e intelectuales, junto con otros líderes sociales, cobren verdadero
protagonismo. Una corriente articulada por la racionalidad, pero que no olvide las necesidades de cada
uno de sus miembros, construida sobre un conocimiento verdaderamente holístico, no sobre
tecnicismos de hiperespecialistas, por muy necesarios que sean. Tenemos, pues, la oportunidad de crear
un mejor mundo, un mundo racional, un mundo para las personas. El planeta está en cuarentena, el
COVID-19 ha dejado estupefactos a líderes y ciudadanos, evidenciando la sorprendente debilidad de las
entidades de gobierno y sector salud, nacionales y supranacionales y la nula articulación y coordinación
entre países, pues cuando nos adentramos en cualquiera de ellos la imagen es tan escalofriante como la
de aquellos cadáveres regados en las calles de un país vecino; en esta visión completa no hay mayor
diferencia, considerando la escala y “nivel de desarrollo”, con respecto al promedio europeo y los
sucesos en el hemisferio norte de nuestro continente. Este escenario me provoca algunas preguntas: ¿El
COVID-19 dará lugar a un antes y un después al término de esta pandemia?, ¿podremos decir que los
humanos seremos distintos, habremos cambiado en algo luego de esta global experiencia sanitaria?,
¿hasta qué grado el coronavirus habrá afectado nuestra estructura humana, me refiero a nuestro nivel
de consciencia sobre la existencia del otro, y el convencimiento que su tranquilidad, su felicidad,
consolida la mía, la nuestra?, ¿estaremos en la capacidad política y humana de implementar las
lecciones aprendidas de esta desgarradora experiencia que ha expuesto la “ignorancia y estupidez” de la
clase política? En tanto no exista una vacuna que de término a esta pandemia, la cuarentena global
obliga al cierre de fronteras, nos lleva al escenario teórico de la economía: la autarquía, donde un país,
una región o finalmente un territorio se autoabastece, no intercambia con otros, produce lo que
necesita, no por un radicalismo político sino por el pánico a la expansión del contagio, el comercio
internacional se contrae, ¿broma?, como dato, el 14 de enero pasado el metal cobre se cotizaba en el
mercado internacional en US$ 2.862, hoy día está en US$ 2.164, es decir su precio cayó en 24.4%, China
es el principal comprador de este metal en el mundo (donde nace esta pandemia y actualmente con sus
fronteras cerradas) y para nosotros es nuestro principal producto de exportación; otro dato, para el
incrédulo, durante todo el 2019 arribaron al Santuario Histórico de Machu Picchu 1’215,621 turistas
extranjeros, generando una dinámica económica a nivel nacional cuantificable en US$ 20,838 millones o
el equivalente al 9.8% del Producto Bruto Interno del país, según el Consejo Mundial del Viaje y el
Turismo (WTTC), hoy día varios de los países de procedencia de estos turistas tienen sus fronteras
cerradas, es decir, para el 2020 dejaríamos de contar con este aporte en el PBI, sumado al cobre, entre
otros productos y servicios de exportación, además de la paralización interna consecuencia de la
cuarentena, la caída del PBI nacional para el 2020 está más que garantizada, el detalle está en cuánto
caeremos, en menos 2% ó en menos 3% y algo más? Es más que evidente, el cierre de fronteras, la
cuarentena, las prohibiciones o restricciones para la libre circulación del ciudadano (toque de queda),
alteran de manera sustantiva el normal funcionamiento de los mercados, hábitat en cuyas estructuras
se genera la dinámica económica desde siempre, hasta en sus conceptos más primitivos (en el orden
político, económico e institucional que hoy opera el planeta, es imposible prescindir de ese espacio); por
la magnitud de este problema sanitario es de esperar que al día siguiente de la culminación de la
cuarentena las restricciones continuarán por varios meses y no solo en Perú, también en nuestros
vecinos y compradores de nuestras exportaciones de bienes y servicios, ergo, estamos en problemas. Y
los problemas rayan el umbral económico hacia el espectro social donde la gravedad es mayor en tanto
pone en riesgo la salud y vida del ciudadano; ¿evidencias? esta dramática realidad está bien resumida en
el título de un documento “Barreras para una atención eficaz en los hospitales de referencia del
Ministerio de Salud del Perú: atendiendo pacientes en el siglo XXI con recursos del siglo XX”, que entre
sus conclusiones menciona la carencia de equipamiento, insumos y medicamentos afectando la equidad
en la atención y capacidad para la resolución de patologías de gravedad, ejemplo una pandemia; al
respecto algunos datos, según estadística del MINSA al 2017 teníamos algo más de 24 mil médicos (un
médico por cada 1,300 habitantes, sin considerar los niveles de concentración en Lima y la costa), y otro
más, durante el 2019 el sector salud ejecutó un presupuesto apenas equivalente al 2.38% del PBI,
definitivamente más que insuficiente. En todo este embrollo preocupan las opiniones del gobierno
nacional cuando se expresa sobre la sólida economía del país resumiendo nuestra buena estabilidad
macroeconómica en los US$ 69 mil millones en la Reserva Internacional Neta o en el 26.7% de deuda
pública respecto al PBI. Entonces, si disque “estamos tan bien” ¿quién nos explica los datos del párrafo
anterior? Este comentario miope resume que la clase política y la alta burocracia no terminan de leer y
menos entender las lecciones que ya nos viene dejando esta pandemia, para mañana necesitamos un
país con una estructura en servicios públicos integrales realmente humana, al servicio del ciudadano.
Hay que revisar las prioridades políticas, hacerlas empáticas con el ciudadano de a pie, con todos
aquellos que todavía no acceden ni disfrutan de los derechos humanos de calidad y sostenibles. Es
urgente la definición de políticas y estrategias de muy corto y corto plazo para que en cada familia
vuelva la tranquilidad económica y social y en aquellos que nunca la tuvieron entonces la tengan.
Reactivemos la economía centrando los recursos principalmente en la modernización de todos los
servicios públicos, en especial el sistema de salud, en toda su estructura, desde la infraestructura,
procedimientos, equipamiento, insumos, suministros y también importante, mejorando aún más la
calidad y cantidad del recurso humano médico equitativamente distribuido en todo el territorio del país;
acompañado del uso intenso de la tecnología de la información y comunicación además de incrementar
nuestra endeble capacidad de innovación (estamos en el puesto 89 sobre 140 países) al servicio de cada
ciudadano. Modernicemos el Servicio Militar ampliándolo a obligatorio, con un fuerte componente en
salud pública, el enemigo es otro, está en el cambio climático y sus consecuencias en los desastres
naturales donde una pandemia puede ser una de las consecuencias. Recuperemos esos miles de
millones en impuestos dejados de cobrar por lobbies y deficiencias en el sistema tributario, mano dura a
aquellos que se quieren seguir llevando esos otros miles de millones en la corrupción, todos pagamos
estas facturas y encima sin poder trabajar, sin libertad, desde el pánico, con el riesgo a la salud y la vida.
Debemos replantear nuestra razón de ser como país, como nación, en un mundo hiperglobalizado,
altamente complejo, de lo contrario, mejor “que caiga el meteorito”. Aparte de disminuir
significativamente el turismo internacional, los servicios y el consumo de productos no esenciales en
todo el orbe, de una u otra forma, la pandemia del Covid-19 pone de manifiesto la desigualdad de clases
existente en la sociedad contemporánea. Lo que resalta a primera vista es que no todas las personas
podrán acogerse a la cuarentena social recomendada por los gobiernos y la Organización Mundial de
Salud, entre ellos, los indigentes, los trabajadores independientes y los pequeños empresarios; en
general, quienes no disponen de un mínimo aceptable de recursos económicos con los cuales sobrevivir
holgadamente día a día. De esta manera, extremando esta conclusión, se estarán beneficiando, en un
primer lugar, las grandes corporaciones y, en un segundo lugar, se prescinde de un porcentaje de la
población que, bajo la lógica capitalista, no genera dividendos y representa, según sus cálculos, una
carga onerosa para el Estado. Todo esto demuestra asimismo que el nivel material de existencia
humana, la esperanza de vida de la población en general y la bonanza económica infinitos son meras
ilusiones creadas por el capitalismo globalizado, dando paso a unas mayores e injustas condiciones de
desigualdad socioeconómica, aumentando de modo exagerado y dramático la tradicional brecha que
separa a ricos y pobres. Al referirse a este tema de actualidad, son varios los analistas a nivel
internacional que coinciden en afirmar que, más allá del ámbito sanitario, esto sería el preámbulo de la
descomposición irreversible que sufriría el sistema capitalista. Otros hablan de la puesta en marcha de
un proceso malthusiano de reingeniería social a fin de adecuar a los seres humanos a las nuevas
exigencias e intereses del capital corporativo-financiero  transnacional, lo cual incluye un
despoblamiento programado (afectando especialmente a aquellas naciones que son considerados
inútiles u hostiles al régimen de explotación capitalista) y el establecimiento de un Estado militar-
policíaco a escala planetaria, encargado de velar por la uniformidad del pensamiento y de mantener a la
humanidad bajo una misma disciplina. El horror al contacto humano (entendido como distanciamiento
social) cumpliría con este propósito inicial, convenciendo a una mayoría de la necesidad de establecer
oficialmente estados de excepción en las naciones afectadas, lo que, al mismo tiempo, contribuiría a
modificar los estándares de consumo habituales. Sin embargo, lejos de este efecto, entre mucha gente,
el Covid 19 suscitó la necesidad -extrema, en alguna porción- de transformar de modo radical las bases
que sostienen la economía y el tipo de sociedad imperantes; lo cual implica poner en marcha un
conjunto de acciones que culmine en el desarrollo de una revolución social, política y económica de
largo alcance. Como lo refleja François Chesnais, “que el capitalismo encuentre límites que no puede
franquear no significa en modo alguno el fin de la dominación política y social de la burguesía, menos
aún su muerte, pero abre la perspectiva de que arrastre a la humanidad a la barbarie. El reto está en
que quienes son explotados por la burguesía o no están atados a ella encuentren los medios para
separarse de su mortífero recorrido”. Esto se ha repetido innumerables veces en el transcurso de la
historia. No obstante, en medio de la situación mundial actual existen las condiciones propicias para
revisar y revertir por completo el dominio capitalista. El mismo hecho que a los dueños del capital solo
les interese pensar en la disminución de sus ganancias antes que en la vida de millones de seres
humanos sería suficiente motivo para emprender esta tarea impostergable. Para lograrla, se requiere
confrontar, de manera racional, el resurgimiento de las absurdas supersticiones apocalípticas de la
Europa medieval, así como la excusa política de atribuirle el origen de esta pandemia a un vasto plan de
dominación diseñado por el gobierno de China -enfrentado al de Estados Unidos por la competencia
comercial- lo mismo que a los migrantes que, desde las últimas décadas, han traspasado,
principalmente, las barreras fronterizas de Europa y de Estados Unidos, lo que ahora justificaría la
necesidad de implementar una cuarentena social absoluta que impida por completo su acceso a estos
territorios. Como se puede deducir, el Covid 19 cumple un doble propósito político y económico que, en
todo caso, afecta a los países periféricos del sistema capitalista global, desacelerando sus economías y
exponiendo su autodeterminación a las conveniencias de quienes controlan dicho sistema, gracias a la
posesión de las vacunas y demás insumos utilizados para la contención y erradicación de este flagelo. La
deshumanización humana (más allá del simple juego de palabras) representa una seria amenaza para
todos. El hecho que ella esté destacándose en medio del horror desatado por el Covid 19 exige librar
una batalla quizá más exigente que las protagonizadas por pueblos y grupos sociales en lucha por su
emancipación y el reconocimiento de sus derechos. Demanda una nueva conciencia ciudadana, unas
nuevas relaciones de producción, y una nueva práctica social y política, cuyos ejes principales sean la
dignidad, la libertad y el interés colectivos, en plena armonía con el resto de la humanidad y con la
naturaleza. Este sería el mejor colofón a lo que enfrentamos y pone en serio riesgo nuestra existencia.

Y, repentinamente, llegó el apocalipsis. En la recta final de una temporada que amenaza con haber
finalizado antes de tiempo, ¡justo cuando estábamos terminando de construir o empezar a vender la
siguiente! No estábamos preparados para esto, ¿cómo podríamos? Aún nos movemos entre una
sensación de irrealidad y la asfixiante presión de una cuenta de resultados con forma de pesadilla.

El impacto directo en la difusión cultural es enorme, total.

De un día para otro, todo el mundo ha dejado de ingresar para pasar a hacer devoluciones masivas. El
impacto es enorme en toda la economía y en toda la sociedad. No es fácil detenerse un momento,
analizar la situación con cierta perspectiva y empezar a pensar en cómo ha cambiado el mundo el Covid-
19. Pero lo ha hecho, nada será igual.

El sector cultural en crisis

Las dos reacciones más inmediatas a la crisis del sector han sido, por un lado, ERTEs masivos como
consecuencia directa; y por otro, iniciativas de urgencia y voluntaristas promovidas desde la
responsabilidad social sectorial que, digitalmente, buscan ayudar y cubrir el rol de poner en contacto,
relacionar, entretener, enseñar o emocionar a una sociedad necesitada. La primera respuesta evidencia
la fragilidad de un sector que apenas llega a industria. La segunda deja muestra del potencial
imaginativo de muchos creadores, pero también, de la escasa disponibilidad actual de contenidos de la
relevancia en la que tenemos acostumbrada a la audiencia, y que sean adecuados al medio digital. ¿Y
ahora? Han pasado ya dos semanas y sabemos que nos quedan algunas más para adelante… ¿qué nos
espera? ¿Cuántas semanas durará el confinamiento? ¡Muy importante! ¿Cómo se gestionará y
comunicará una finalización del estado de alarma que parece será gradual? ¿Cómo afectará el miedo al
contagio a la recuperación de la actividad cultural en vivo? ¿Cuándo volveremos a la normalidad? “Nos
enfrentamos a una situación que producirá cambios disruptivos” No hay respuestas. Hay que moverse entre
escenarios probables y, en los peores, la normalidad para el consumo cultural no llega nunca o lo hace
demasiado tarde para garantizar la sostenibilidad del ecosistema. Habíamos asumido que nuestros
serían tiempo de incertidumbres, pero esto no es incertidumbre, esto es lo siguiente. Nos enfrentamos
a una situación que producirá cambios disruptivos.

El papel de la tecnología

Estos días la tecnología se ha hecho imprescindible, ha hecho evidente su inmenso potencial para
mejorar nuestras vidas. Es fácil pensar que saldrá reforzada de esta crisis, y que lo hará desde diversas
perspectivas. Los datos y la inteligencia artificial nos pueden ayudar a predecir y gestionar la amenaza
latente de un virus en contención, y no serán pocas ni banales las reflexiones al respecto de los límites
de la privacidad. La revolución robótica acelerará para ser inocua a pandemias, la reorganización social
pendiente ante la pérdida de puestos de trabajo se hará más urgente. Las telecomunicaciones han
hecho evidente que sí es posible organizar trabajo y equipos con una mayor y mejor conciliación y,
esperamos, división de las responsabilidades extra laborales. Las herramientas digitales cambiarán
también la forma en que enseñamos y aprendemos, que ya será siempre semi presencial. El comercio
será electrónico, también el de proximidad, la tienda o el restaurante presenciales serán uno de los
puntos de venta y contacto con el cliente, pero no el único. El dinero en efectivo puede ser ya un objeto
del pasado. “… el sofá se consolida como el mayor competidor para la cultura en vivo del futuro inmediato” Algunos
de los cambios de patrones de comportamiento forzados de estos días dejarán una profunda huella, el
ocio digital a demanda y en casa se ha universalizado, el sofá se consolida como el mayor competidor
para la cultura en vivo del futuro inmediato… por citar algunos de los cambios en nuestra forma de vivir
propiciados por la tecnología y la digitalización que han llegado para quedarse. Por su parte, la
globalización se verá frenada, las guerras comerciales han recibido una inyección de vitaminas, la
movilidad transcontinental será sospechosa, las fronteras serán más altas en un mundo donde los
estados, que parecían en retirada, emergen como la única organización con capacidad de respuesta real.
Esperamos que emerjan estados más sociales y no estados más autoritarios.

La cultura va al volante

Curiosamente, mientras la globalización se verá frenada, la digitalización que hasta ahora parecía su
hermana, se acelerará. La dirección de esta nueva digitalización acelerada no está definida, más aún, si
lo estuviera, ahora sería cuestionada. La cultura, como portadora de conocimiento, debate y
construcción de valores, determinará esta dirección en gran medida, determinará si nos encaminamos
hacia un mundo de desunión o uno de solidaridad global. La cultura va al volante. Pero va la cultura real,
no la deseada. Los creadores y las creadoras, el tejido productivo, el conjunto del sector profesional,
sumado a las redes comunitarias y los ámbitos de relación humana y de cultura no legitimada, son los
recipientes y los ingredientes con los que se cocinará esta nueva cosmogonía, y los actores de estos
ecosistemas culturales están en una posición de privilegio para participar en el debate, en la definición
de esta nueva era digital. Con los contenidos culturales podemos contribuir al debate exponiendo unos
u otros valores, más o menos complejos, diversos, críticos, empáticos, o más o menos enriquecedores
en la medida que despiertan más o menos emociones. A partir de esta idea, con el peligro de que
parezca un wishful thinking más (hasta el final no perderemos la esperanza en una reordenación de la
escala de valores en la sociedad alineada con nuestra propia) o un juicio interesado, podemos
argumentar que también la cultura saldrá reforzada.

Un mundo cada vez más digital

Ahora bien, la digitalización ya ha dejado patente que la era más gloriosa para la cultura no
necesariamente debe serlo para todos sus profesionales. La digitalización llegaba a las costas como una
fuerte marea, y que esta era observada desde lejos y con cierta displicencia por la cultura en vivo. Pues
ahora, el apocalipsis coronavírico actuará como un terremoto que convierte la onda de la digitalización
en tsunami, aumentando sus amenazas y obligando a una adaptación aún más rápida. En el nuevo
mundo los proyectos deberán concebir como digitales desde el inicio. No se trata de tener una web y
publicar algún tuit en redes. Es más bien revisar cuál es la razón de ser del proyecto, cuál es el negocio
en el caso de organizaciones mercantiles. Si, fundamentalmente, consiste en reunir a personas de
mediana de edad avanzada en recintos cerrados, tendremos más dificultades de las que teníamos hasta
ahora. Le tenemos que dar la vuelta, volver a la esencia, y hacerlo desde una hoja en blanco, sin
encasillar el proyecto en espacios o formatos previos, contando con todas las opciones digitales
conocidas y por inventar, con los usuarios al centro y empatizando con ellos. “Nuevas vías de monetización
que vayan más allá de la clásica, pagar por uso” Estos nuevos proyectos deben contar con nuevas vías de
monetización que no sólo deben cubrir posibles costes extras, también deberán compensar una
reducción de las vías de financiación clásicas. Nuevas vías de monetización que vayan más allá de la
clásica, pagar por uso. Fortalecer la relación con otras marcas relevantes para nuestras comunidades,
modelos de suscripción, explotación de los contenidos a través de múltiples canales, serialización,
publicidad, micromecenaje… Y pensando en una audiencia global, en el nuevo paradigma un proyecto
puede ser útil y relevante para personas en Badalona y en Singapur. No obstante esta audiencia de 7 mil
millones de personas viene acompañada también de una competencia global. Toparemos con una
industria del entretenimiento poderosísima y experta en contar historias en formato audiovisual que se
ha adaptado perfectamente al disfrute individual en casa y que, si la dejamos, en 50 años explicará que
la crisis del coronavirus fue creada por los servicios de ‘inteligencia chinos y salvada por el esfuerzo
heroico del príncipe de Bel Air “(…) para explicar las emociones que sentimos en el sur de Europa en este
momento, necesitaremos nuestros dramaturgos” En este sentido, la proximidad se reivindicará, nos
diferencia en un mundo global y uniforme, a la vez que nos hace más necesarios para el público
cercano. Para representar un Hamlet o para construir un contenido relevante a partir de la obra de
Shakespeare encontraremos alguna compañía cercana y la Royal Shakespeare Company, o a Al Pacino o
Laurence Olivier resucitados en imagen con CGI. Pero, para explicar las emociones que sentimos en el
sur de Europa en este momento, necesitaremos nuestros dramaturgos.

El sector cultural en un nuevo mundo

Las administraciones públicas estarán al lado de la cultura, pero su capacidad es limitada y las
prioridades a atender serán de nivel de presupuesto de reconstrucción y la parte de presupuesto de
cultura vinculada a la educación y los espacios y proyectos de cultura no legitimada serán de vital
importancia. Específicamente pensando en el sector profesional, más allá de las subvenciones, las
administraciones podrían implementar una fiscalidad específica (nunca como hasta ahora una
reducción del IVA al producto cultural había tenido tanto sentido); leyes laborales adaptadas a la
particular realidad de esta frágil economía (sería también un gran momento para aprobar
definitivamente un buen un estatuto del artista que contribuya a garantizar una mayor cobertura social
al tejido de los creadores y me atrevo a defender que, también , en el resto de profesionales de la
cultura, a menudo olvidados); una ley que sea eficaz en promover, sobre todo, el micromecenazgo; o
una reforma del IRPF que (además de ser efectiva en la redistribución de la riqueza) permita a los
declarantes dedicar o incrementar una parte de sus impuestos a bienes culturales. Todos estos
esfuerzos públicos serán insuficientes, y es lógico pensar que aquellos conciudadanos que valoran,
utilizan y necesitan más de las artes en vivo tengan que hacer un mayor aporte a su sostenimiento. En
parte vía consumo, en parte vía militancia y mayor compromiso cuando sea posible, con la base de una
(esperada) buena ley de mecenazgo y estrategias de fidelización que sitúen a los (micro) mecenas en la
cúspide y contribuyan poco a poco a crear cultura de micromecenazgo. “(…) hay un recurso que será más
necesario que nunca: los datos convertidos en conocimiento“ Sea para la redefinición del proyecto de una
organización, sea para analizar la evolución de los modelo de negocio clásico o nuevo, sea para la
elaboración de óptimas estrategias de fidelización y captación de mecenas, sea para evaluar nuevas
fuentes de ingresos laterales, para medir el impacto de la crisis, hacer seguimiento de la recuperación o
para evaluar si las políticas y ayudas públicas están siendo efectivas hay un recurso que será más
necesario que nunca: los datos convertidos en conocimiento. En resumen, vienen tiempos complicados,
especialmente complicados para la cultura en vivo. Me temo que no resistirán todos los proyectos hace
unas semanas existentes, muchos de los que sobrevivan lo harán con grandes cambios y adaptación a
un nuevo mundo. Todo ello, ni suena fácil, ni es fácil de hacer, ni depende sólo de los directamente
implicados. No es fácil innovar sin recursos, sin práctica y en medio de una tremenda crisis. Pero lo
haremos, no hay más remedio.

Este 1º de mayo los trabajadores y trabajadoras no llenaremos las calles de nuestras ciudades.
Celebraremos esta fecha en una situación sin precedentes en la historia reciente, un contexto de crisis
sanitaria, económica y social que está poniendo a prueba la capacidad de respuesta no sólo de los
gobiernos, las instituciones y la ciudadanía sino, también, de nuestro modelo económico. En la reacción
conjunta de todas las partes, se han revelado las fortalezas y debilidades de cada una de ellas. En este
sentido, hay que aplaudir el ejemplar comportamiento de los ciudadanos y ciudadanas, asumiendo
medidas muy duras destinadas a reducir el impacto de la pandemia provocada por la COVID-19.
Aplaudimos, también, la profesionalidad de todos los hombres y mujeres que han estado en sus puestos
de trabajo desarrollando tareas esenciales para el interés general, tanto desde el ámbito público como
desde el privado, atendiendo las necesidades de la sociedad en momentos muy complicados y de gran
dificultad. Sin embargo, no podemos aplaudir -más bien todo lo contrario- la capacidad de respuesta de
nuestro modelo económico que, en muchos aspectos, ha mostrado su instinto ratuno, abandonando el
barco al primer síntoma de hundimiento. "Es el mercado, amigos", que diría aquel.

Este 1º de mayo seremos aún más reivindicativos, si cabe, que en años anteriores y aunque no se
escuche nuestra voz en las calles, sí se escuchará en las redes sociales y en los medios de comunicación
-radio, televisión, prensa escrita- porque, en esta ocasión, se ha visto claramente cuál ha sido el
elemento disonante en esa capacidad de respuesta conjunta: un modelo económico ultracapitalista y
globalizado que ha demostrado su debilidad ante un desafío mundial como el que sufrimos. Una vez
más, aunque de forma asimétrica, han sido los Estados, con los servicios públicos más o menos eficaces
tras años de desmantelamiento, los que han hecho frente a la crisis. Sí, el Estado, el gran enemigo del
Mercado.

Antecedentes: la Gran Recesión

En el año 2008 el mundo conoció un crack económico, bautizado como la Gran Recesión, que hizo que
se tambalearan los cimientos de la economía de mercado al tiempo que destruía el concepto de Estado
de bienestar tal y como lo conocíamos en Europa. Entonces se pensó que aquella crisis supondría el final
del modelo económico imperante hasta la fecha, habiéndose demostrado no sólo su ineficacia –pues
era un perfecto generador de burbujas: financieras, inmobiliarias, hipotecarias, etc– sino su pernicioso
efecto sobre la economía real y social, engullidas por la vertiente más agresiva del libre mercado: la
economía especulativa, de casino, basada en el elemento financiero y bursátil, y no en la riqueza
generada por los sectores productivos. Lo cierto es que no fue el final del capitalismo, no hubo tal
cambio de paradigma, sino todo lo contrario: el modelo neoliberal se asentó y fortaleció aún más, el
Estado de bienestar quedó en pura anécdota y los trabajadores y trabajadoras de las sociedades
modernas vieron cómo sus empleos quedaban precarizados, sus salarios reducidos y los servicios
públicos descapitalizados (menos recursos económicos y humanos).

¿Y después del Covid-19, qué?

No podemos consentir, bajo ningún concepto, que esta crisis, sobre la que ahora se afirma, con
rotundidad, que ha evidenciado la fragilidad de nuestro modelo económico, cuya incapacidad para
proteger a la sociedad ha sido dramática, vuelva a fortalecer este sistema fallido cuando se nos pase el
susto, el disgusto, el trauma, el estado de shock masivo. Este modelo económico de la preponderancia
del mercado, la precarización del empleo, los salarios a la baja, la precarización de los servicios públicos,
la demolición del Estado de bienestar, la economía especulativa, la globalización, la insostenibilidad
medioambiental, la destrucción de recursos naturales, la fragmentación social y la pérdida de valores en
favor de un único referente en todos los ámbitos de la vida, la competitividad, no puede salir indemne,
otra vez, de esta batalla que estamos librando hoy. Este Primero de Mayo de 2020 tiene que ser un
punto de partida, el inicio de algo nuevo, una nueva etapa para el cambio. Ya no vale resetear el modelo
de libre mercado para que autocorrija sus errores de funcionamiento, eso no va a suceder, ya lo vimos
con la crisis de 2008. Este Primero de Mayo es un "Año Cero", un punto y aparte, una reentrada –tras la
pesadilla– en el devenir de nuestra propia historia, de la Historia de la Humanidad.

Empleos que el Sistema despreciaba

En el libro "El club de lucha" –del escritor Chuck Palahniuk–, llevado a la gran pantalla en 1999 por David
Fincher, el alter ego del protagonista toma del pescuezo a un pez gordo que podría representar a la élite
del sistema capitalista, de la sociedad de consumo, para susurrarle a la cara: "Puteáis a la gente de quien
dependéis: preparamos vuestras comidas, recogemos vuestras basuras, conectamos vuestras llamadas,
conducimos vuestras ambulancias, y os protegemos mientras dormís, así que no te metas con nosotros".
Pues bien, parece que esta crisis que vivimos nos ha revelado muchas cosas: una de ellas que los
representantes de las élites del libre mercado no han servido para mucho y que los trabajadores y
trabajadoras de aquellos empleos que el Sistema despreciaba se han revelado estratégicos para la
supervivencia de la sociedad en un momento de extrema dureza. Que esto sirva como punto de partida
para cambiar las cosas. No podemos volver a dejar que nos engañen: necesitamos un nuevo modelo
económico y social que proteja a las personas, que haga del trabajo el elemento central de la economía
y que refuerce el Estado de bienestar como instrumento esencial de una sociedad moderna, avanzada,
solidaria y con valores. Cualquier otra opción volverá a ser una trampa, un timo, un engaño masivo. Hay
que construir sobre lo destruido, sobre las cenizas de lo viejo, de lo caduco. La destrucción ha llegado de
manera sobrevenida, en forma de pandemia; la reconstrucción la tendremos que hacer nosotros, los
trabajadores y trabajadoras del mundo moderno. No volvamos a permitir que nos arrebaten el futuro.

Año 0 d.C. o después del Covid-19. Querido mundo:

“Ustedes creen que un golpe en artes marciales se avanza simplemente. Y no es así. Para avanzar en
el golpe tengo que retroceder. De manera que no puede haber centro para mi si estoy en los bordes
físicos porque no puedo ni avanzar ni retroceder…] […Si quiero avanzar tengo que retroceder…” (Silo,
1975)

En la antesala de toda esta pandemia covid-19, en esos años 2002 y sobre todo 2003, vivía en uno de los
cuartos para estudiantes “extranjeros” en la universidad de Nan Kai, en Tian Jin, en el noreste de China;
sería mi segundo y tercer año en esa universidad. Los días transcurrían sin novedad hasta aquella tarde
en la que se mencionó la palabra “SARS” y los profesores en clase nos indicaron, primero, que se
suspendían las salidas por paseo y concluyeron diciendo que había una emergencia nacional y que todos
se tendrían que quedar en la ciudad en donde estaban, esto es, desde ya ninguna persona china podría
moverse del lugar donde se encontraba, ni siquiera para regresar a casa… en el caso de los extranjeros
teníamos unos días si queríamos salir del país… si no, nos tendríamos que acoplar y cerrar filas con
todos los demás… Rápidamente el gobierno de Japón envió aviones especiales para recoger a todos sus
estudiantes que se encontraban en el país, casi todos los compañeros de Corea del sur, Estados Unidos y
Europa compraron boletos de regreso a casa y… en uno o dos días parecía que solo quedábamos
quienes veníamos de Latinoamérica, África, Corea del norte y medio oriente… de una clase de 45
quedamos 5 estudiantes… Los estudiantes chinos fueron recluidos en sus habitaciones y se les hacía
llegar la comida a través de los barrotes de las ventanas; todos estábamos apanicados y no
comprendíamos a ciencia cierta por qué o qué era lo que ocurría realmente, yo trataba de localizar a mis
amigas chinas y no podía ni acercarme a su edificio, aunque sí podía salir de mi dormitorio y caminar por
dentro de los jardines de la universidad. Eso, se volvió muy valioso.

 Al poco tiempo tanto a estudiantes, trabajadores y profesores se nos hizo llegar una serie de
botellas con algún liquido obscuro “X”, producto de la medicina tradicional china, con instrucciones
para que fuese bebido a ciertos intervalos… ¿Qué era? no lo sé, su sabor era amargo, pero era
tomable y decían que era para que no nos enfermáramos así que… me lo tomé todo… y seguí las
indicaciones al pie de la letra…

 Al paso de unos días una amistad de Japón, ya desde su casa, me hizo llegar una gran cantidad de
mascarillas de la mejor calidad y me mandaban mensajes de esos donde depositas todos tus deseos
de salud y bienestar…

 Sorprendente del pueblo chino es su digamos “solidaridad” cuando se les pide trabajar en conjunto,
por supuesto la contraparte es que al que no lo hace lo borran del mapa, todos se mueven al
unísono sin preguntar porque, solo esperan la indicación de que tanto o que tan alto… Así se salió
del “SARS” en aquella ocasión…

 En general los demás humanos en este planeta tierra casi pasaron inadvertidos del suceso o fue una
simple noticia en la televisión, aquella situación de riesgo que padeció China de una casi escalada
nacional e… incluso tal vez mundial….
 Y así nos llegaba como una pequeña queja del planeta y se nos llamaba la atención frente a
nuestros ponderantes… fue como una pequeña gripita que nos gritó cambia de actitud, ponte un
suéter, come diferente… el planeta es tu casa…atiéndela…

Pero creo que necesitamos más que una gripita para poner ATENCIÓN…

Las primeras semanas de este enero de 2020 recorrí buena parte de la región de Europa mediterránea
por primera vez, lo planeé desde un año antes, ahorré desde un año antes y empecé a pagar desde un
año antes; mi experiencia fue como poner una celda solar en el desierto a plena luz del día…recargué
pilas todo lo que pude. En todos los lugares experimenté encantada ese momento de renacimiento, esa
falta de aire y gran palpitar cuando vi  por vez primera Venecia y caminé por Florencia, me maravilló
tanto respeto, energía y fuerza de los visitantes a Asís, Padua y Zaragoza en España, disfruté como loca
tocar la historia que se respira en cada bocanada de aire en Roma y estar en El Vaticano percibiendo lo
que significa ese pequeño espacio para gran parte de los seres humanos y solo pude imaginar esa
energía sumada con la del muro de los lamentos y la Meca, eso me hizo estremecer; abracé la
surrealidad en plena vigilia, toda esa magia que nos derrama a brazos abiertos Barcelona, Toledo, Lisboa
y Sintra; todo el recorrido fue una gran confluencia multicultural y una gran lluvia de ideas que para mí
representa un momento de mucha claridad… El recorrido fue de constante y continua comunión con esa
fuerza interna que los seres humanos llevamos dentro; ahora hoy día consciente, sí, de que ya se
gestaba este virus y de que China llevaba por lo menos un mes tratando de detener el contagio a nivel
nacional…Consciente de aquellos que murieron o fueron detenidos por tratar de levantar la voz y gritar
que todo lo que le pase al ser humano le atañe al ser humano. Si tuviera que escribirle una carta a esta
pequeña gran roca azul que ha logrado permitirnos jugar y experimentar la psique humana, le diría:

Querido mundo, con esta cachetada de guante blanco que nos ofreces, recuerdo que mi realidad
depende del estímulo que me ofreces, mundo y comprendo que la respuesta está dada por nuestra
mano, por nuestra falta de respeto hacia todo tipo de vida y me pregunto ¿Por qué hay animales
hacinados en minúsculas jaulas sin aseo? ¿Tal vez pensando que, al fin y al cabo, en unas horas, días o
semanas serán carne muerta? ¿Tal vez pensando en sacar el máximo beneficio monetario? Falta amor,
de que otra forma permanecemos impávidos al contaminar los mares y los ríos con petróleo y provocar
la muerte de mucha vida marina ¿Por qué permitir todo tipo de desperdicios químicos, aguas negras y
basura? ¿Por qué negarnos a nosotros mismos? ¿Cómo resarcir tanto daño? Tanto daño generado hacia
nosotros mismos… A veces siento que somos como una gran garrapata en tu superficie. A veces me
siento como un coronavirus en tu organismo. Y ansío que logremos, en conjunto, transmutarnos y pasar
de garrapata a un bello lunar. Mundo, nos mandaste un paso hacia atrás y el vértigo nos despertó del
ensueño con lágrimas ¿Cuál será nuestra respuesta conjunta? ¿Hacia dónde se inclinará la balanza? Por
lo pronto mi respuesta está en poner toda mi atención, en no permitir que mi umbral de dolor se eleve y
nuble mi mirada, preferible sentir a no sentir; mi respuesta está en no permitir que las cifras de
infectados se queden en eso… números, en tener presente las palabras de Silo cuando lo cuestionaron
sobre si “…todo lo hecho había valido la pena…”

Tener presente esa respuesta…

“si esto que estamos haciendo le ayuda, incluso… tan solo a una persona… entonces… entonces habrá
valido la pena…” que aumente el afecto y que baje el antagonismo social, que vayamos más al interior y
que nos catapulte hacia la intersubjetividad. Y… “aprendamos a ver procesos y a confiar, ellos son
sabios…”

La revolución se está dando entre las personas, en el trato directo” (Simoné Casu)

¿Qué es el cambio social y cultural?


Entendemos por cambio cultural o por cambio social la transformación que afecta a la cultura y a las
instituciones sociales con el paso del tiempo. Ya hemos dicho que las culturas y los grupos sociales
cambian. Este cambio ha sido muy grande a partir de la industrialización.

TRANSFORMACIONES SOCIALES EN LA EDAD MODERNA: LA VIDA URBANA Y LOS NUEVOS GRUPOS


SOCIALES

El paso de la Edad Media hacia la Edad Moderna no fue un paso sencillo. No fue cambio provocado por
una revolución, o por motivado por los cambios bruscos producidos en la sociedad, ni tampoco por la
monarquía o en los estamentos eclesiásticos que dominaban en la Edad Media y que querían seguir
ejerciendo tal poder. Al contrario, el paso hacia esta Edad Moderna es una transformación lenta y
paulatina, que se venía fraguando desde los últimos siglos de la Alta Edad Media. El paso de la Edad
Media hacia una Edad Moderna supuso el cambio de una sociedad oscura, en el que el poder absoluto
era infligido por monarcas, nobles y sacerdotes, una sociedad teocrática en la que todo giraba alrededor
de Dios, y un sistema económico basado en el feudalismo, hacia una nueva era, en la que aparecieron
nuevas ideas, como el humanismo, la burguesía, los estados y naciones, las ciudades, y se desarrollaron
enormemente las artes y nuevas corrientes de pensamiento. Por ejemplo, durante este período fue
cuando se hicieron los viajes a conocer nuevos mundos, como el viaje de Colón en 1492 que le llevó a
descubrir América, aunque esa no fuera su idea inicial. Durante esta época se produjeron lentos pero
profundos cambios económicos y en el comercio, principalmente el paso de un sistema feudal a uno
basado en el capitalismo mercantilista, por supuesto, esto también produjo importantes cambio a nivel
social, tal y como vemos a continuación.

 El aumento demográfico (crecimiento de la población) impulsó el desarrollo de las ciudades y


movimientos de población (campesinos que migran a la ciudad), dando lugar a nuevos grupos sociales.
 En las ciudades, la alta burguesía comercial y financiera se vuelve un grupo social con gran
poder económico, y –además- empiezan a participar en cargos del estado. Este grupo social crece cada
más, facilitado por el crecimiento de las ciudades y el aumento del comercio.
 En las ciudades viven también otros grupos sociales urbanos de condición social y económica
intermedia (media burguesía: artesanos y pequeños comerciantes) o baja (trabajadores urbanos,
mendigos).
 En el ámbito rural, se mantiene en muchos lugares la explotación del campesinado por los nobles
(relaciones de servidumbre), pero al mismo tiempo se van introduciendo cambios en la sociedad rural
que tienen que ver con la intervención de burgueses en la economía rural (por. ej. el trabajo a
domicilio).
 Si bien es cierto que monarcas, alto clero o nobles mantuvieron posiciones dominantes, su poder
económico se vio incluso superado en ocasiones por la alta burguesía. Asimismo, aunque la Iglesia
mantenía su poder, la tendencia al alza de las herejías se haría aún más fuerte durante esta época.
 Aunque sigue siendo una época de poder patriarcal en el que la mujer se ve relegada a un papel
subordinado al hombre, también se promueven las primeras asociaciones en las que el género femenino
tenían igual de importancia que los hombres, como la Confederación Iroquesa, formada por hombres y
mujeres por igual.
 Por último, se produjeron cambios profundos en las ideas y concepciones de los hombres acerca
de las cosas. Es la época del desarrollo del humanismo, que rechaza las ideas teológicas, abraza el
pensamiento crítico y defiende el individualismo del hombre.

DEFINICIÓN DECAMBIO SOCIAL

Si importante es conocer el significado del término cambio social, también lo es tener claro el origen
etimológico de las dos palabras que le dan forma:

 Cambio, en primer lugar, deriva del latín. En concreto, procede de “cambium” y puede traducirse
como “dar una cosa por otra”.
 Social, en segundo lugar, también emana del latín. En su caso, procede de “socialis” que significa
“perteneciente o relativo a la comunidad de personas”. Una palabra esa que es fruto de la unión de
dos componentes latinos: el sustantivo “socius”, que es equivalente a “compañero”, y el sufijo “-al”,
que se usa para indicar “relativo a”.

Se denomina cambio social a una modificación importante en la estructura de una sociedad. Estos
cambios pueden producirse en los valores, las tradiciones, las normas o las manifestaciones materiales
de la comunidad en cuestión.

La política, la sociología, la economía y la historia son ciencias que estudian los cambios sociales. Las
alteraciones de la sociedad pueden producirse de diversas maneras. Hay cambios que son progresivos y
que se constituyen como el resultado de una evolución histórica, mientras que otros son abruptos y se
generan a partir de una revolución u otro fenómeno. Es importante mencionar que los cambios sociales
pueden surgir en el seno de la comunidad o ser impulsados por las clases gobernantes. Los procesos
son dinámicos y pueden adquirir distintas direcciones con el tiempo. Un ejemplo de cambio social es lo
que ha ocurrido en muchos países occidentales respecto a la homosexualidad. Durante muchos años los
gays y las lesbianas debían ocultar su elección sexual para no sufrir discriminación. Con el tiempo gran
parte de la sociedad empezó a comprender que todos los adultos son libres de decidir cómo desarrollar
su vida íntima. La aceptación de las parejas homosexuales derivó luego en la posibilidad de formalizar
estos vínculos ante el Estado mediante casamientos y uniones civiles. De esta forma el cambo social se
institucionalizó. Los cambios sociales pueden clasificarse de muy diversas maneras, de las que son
ejemplo las siguientes:

 Si se tiene en cuenta el tiempo, nos encontramos con cambios producidos en un corto periodo de
tiempo o que tienen lugar en un largo periodo de tiempo.

 Según el ritmo en el que hayan tenido lugar pueden ser graduales o revolucionarios.

 En el caso de que se tengan en cuenta lo que son las consecuencias que han traído consigo, nos
topamos con cambios destructores o renovadores.

 Partiendo de lo que son las causas que originan el cambio, se puede hablar de cambios sociales
desconocidas o bien racionalmente establecidas.

 Según lo que es el origen del cambio, por otro lado, los cambios pueden ser exógenos o endógenos.

 Si se tiene en cuenta la naturaleza del mismo, nos topamos con los cambios sociales coyunturales y
con los estructurales.

La conciencia ecológica es otro ejemplo de cambio social. Cada vez más personas comprenden la
importancia de cuidar el medio ambiente para evitar que el ser humano siga perdiendo recursos
naturales y destruyendo el planeta. Antes, en cambio, quienes tomaban decisiones en base a criterios
medioambientales eran una minoría.

Los 5 Tipos de Cambio Social Más Relevantes

Los tipos de cambio social son pugna, evolución, revolución, cambio coyuntural y derivada. En
sociología, el cambio social se define como la alteración del orden dentro de una estructura social
caracterizada por diversas transformaciones. Tales transformaciones ocurren en los símbolos culturales,
patrones de comportamiento, normas, economía, política y sistemas de valores.

La Revolución Industrial supuso un importante cambio en la sociedad


La mayoría de las sociedades procuran el mantenimiento de su equilibrio y su orden. A pesar de ello, los
cambios en sus estructuras son inevitables. Estos cambios, desde una óptica general, son positivos.
Existen cambios sociales que son progresivos y se conforman como resultado de la evolución histórica.
En cambio, otros son abruptos y obedecen a situaciones particulares. Los más significativos a largo plazo
en la historia de la humanidad han sido la Revolución industrial, la abolición de la esclavitud y el
movimiento feminista. La evolución de las sociedades, desde los cambios a gran escala hasta las
pequeñas alteraciones, ha sido llevada a cabo a través de los diversos tipos de cambio social.

Los 5 tipos principales de cambio social

1- Pugna Es un cambio que surge a raíz de la imposición por parte de un sector de la sociedad sobre
otro, generando un conflicto que puede apreciarse en lo económico, político y social. Un ejemplo de
pugna lo constituye la discusión sobre un proyecto de ley propuesto por una fracción política de un
Parlamento, el cual es rechazado por la fracción opositora.
2- Evolución Este tipo de cambio es común en las sociedades flexibles, tolerantes y abiertas. Se
observa en aquellas sociedades en las cuales el poder social es aplicado teniendo en cuenta los
deseos y sentir de todos sus sectores. Consiste en la progresiva actualización, ocurrida por el
transcurrir del tiempo y cuyo resultado no produce perturbación en el grupo social en el cual
ocurre. Los cambios evolutivos ocurren en largos períodos, de manera lenta y gradual. Sus más
representativas manifestaciones son los sistemas educativos y los avances tecnológicos.
3- Revolución Es un cambio abrupto, de alto grado y altamente notable, que supone la ruptura del
orden institucional existente, el cual es sustituido por otro orden distinto. Su ocurrencia puede
alterar de modo muy significativo todo el régimen social, la conducta personal y el estilo de vida del
grupo al cual afecte. Los cambios revolucionarios ocurren en doble perspectiva. Por una parte,
destruyen el status quo; y por la otra, imponen otro nuevo. Son comunes en el terreno de lo
político; por ejemplo, el cambio de régimen oligárquico a democrático. Desde otro punto de vista,
los cambios revolucionarios pueden ser procedimientos estratégicos tendentes a producir
transformaciones en el sistema económico. Tal es el caso de las transformaciones en los sistemas
distributivos y productivos, que buscan modernizar los sistemas actuales y generar otros de mayor
equidad y bienestar social.
4- Cambio coyuntural Es una transformación que fomenta la redimensión del sistema productivo, con
la intención de obtener avances económicos que no han sido logrados bajo el antiguo esquema. Los
cambios coyunturales acarrean el surgimiento de nuevas empresas, la generación de puestos de
empleo y el mejoramiento de las remuneraciones salariales.
5- Derivada Este tipo de cambio es tan lento que resulta imperceptible para las sociedades que lo
experimentan. Ocurre tras la acumulación de pequeñas transformaciones que en su conjunto
representan un importante e innovador proceso. Un ejemplo de este tipo de cambio es el resultado
obtenido en el ámbito social con relación a la insistente campaña mundial de fomento a la adopción
de mascotas en lugar de su compra. 

10 ejemplos de cómo ha cambiado el mundo en los últimos años

El mundo está en constante evolución, para mejor o para peor. Estos son algunas ejemplos que ilustran
el cambio que hemos sufrido en las últimas dos décadas. Adaptarse o morir. Esta máxima es la que se ha
aplicado a lo largo de todas las épocas, incluida la nuestra, en la que los cambios se aplican a una
velocidad nunca vista antes, como ilustran los ejemplos que citamos a continuación. Son sólo una
muestra de cómo ha cambiado el mundo últimamente. Las dos últimas décadas son probablemente las
dos que más modificaciones en nuestra forma de vivir y pensar han introducido en la historia de la
humanidad. Sin duda el gran responsable es Internet, pero no es el único. La técnica progresa y la
humanidad la utiliza para fines positivos y a veces negativos.

1- La población mundial ha aumentado drásticamente / El mundo es un lugar mal distribuido.


Mientras algunas zonas sufren una despoblación aguda, otras tienen problemas para proporcionar
recursos a todos sus habitantes. Independientemente de este problema, la población mundial no
para de crecer, y cada vez más rápido. El desarrollo económicos de países como China, India o Brasil
han impulsado las cifras de población a los 7.600 millones, 1.800 millones más que en el año 1998.

2- Cada vez más gente vive en ciudades / Por el mismo motivo por el que la población mundial ha
crecido, lo ha hecho el porcentaje de personas que viven en entornos urbanos. Ahora mismo es del
55% del total, una cifra impensable hace sólo unos años. El desarrollo económico y las
oportunidades que aparecen en las ciudades son el principal motivo para emigrar del campo a la
ciudad. En países como China esto ha propiciado que cada vez aparezcan más áreas metropolitanas
muy por encima de los 10 millones de habitantes.

3- Los rascacielos cada vez son más y más altos / Hace 20 años, las Torres Petrobas de Malasia eran
los dos rascacielos más altos del mundo. A día de hoy han sido superados y son ya el número 15 en
este particular listado. La mayoría de los nuevos rascacielos han sido construidos en el sudeste
asiático, particularmente en China. Sin embargo, la torre más alta del mundo es el Burj Khalifa de
Dubái, con 828 metros de altura.

4- Internet ha llegado para quedarse / Internet es sin duda el cambio más señalado que hemos
sufrido en los últimos 20 años. Aunque llegó un poco antes de 1998, la forma en la que ha
evolucionado lo convierte en algo completamente distinto. Decir que ha transformado el mundo
puede parecer un tópico, pero es verdad. Sin internet nuestra forma de relacionarnos sería distinta,
y la economía también. Imaginen un sólo día sin internet a nivel mundial para darse cuenta de lo
importante que es para nuestra vida cotidiana. Como curiosidad, en 1998 fue precisamente cuando
nació Google.

5- Las redes sociales son omnipresentes / ¿Recuerdas AOL o MSN Messenger? Ya cayeron en el olvido
y fueron canceladas, sustituidas por otras aplicaciones y redes sociales más modernas. Hoy en día
cuesta trabajo encontrar a una sola persona que no utilice WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram,
WeChat o cualquier otra variante de la misma idea. Las redes sociales han alcanzado ya a la mayoría
de la población mundial, y todo ello gracias a los móviles.

6- Todo el mundo tiene al menos un teléfono móvil / Vivas donde vivas, es casi seguro que tienes
teléfono móvil. Distintos modelos, distintas capacidades pero al menos un teléfono con la
posibilidad de hacer llamadas. Además, cada vez más personas en el mundo tienen acceso a un
smartphone. Según Statista, hay más de 5.000 millones de teléfonos móviles en todo el mundo,
especialmente en países desarrollados, pero también en otros. Esto no sólo ha cambiado nuestra
forma de comunicarnos sino que ha disparado los beneficios de todas las empresas del sector.

7- Ya nadie cree en los bancos / La crisis mundial de 2008 ha disparado la desconfianza de los
ciudadanos hacia los bancos y las instituciones financieras, señaladas como culpables de la recesión
debido a sus excesos. No obstante, siguen siendo necesarios. Las generaciones más jóvenes son
especialmente escépticas acerca del rol de estas grandes corporaciones en el futuro.
Actualmente menos del 8% de los estadounidenses dicen confiar en los bancos.

8- Los coches autónomos están a la vuelta de la esquina / Pese a los incidentes con coches
autónomos, como el atropello mortal del experimento de Uber, estos vehículos con autopiloto
llegarán tarde o temprano a nuestras carreteras. Lo que hace poco tiempo podría ser considerado
como una utopía es una posibilidad que ya se da por hecha de cada el futuro. Aún falta mucho para
que estos coches inteligentes puedan ser comercializados, pero muchas compañías ya tienen en
marcha sus propios planes.

9- El cambio climático es ya evidente / Ya casi nadie discute el cambio climático. Los signos son ya
muy evidentes y pasan por la subida del nivel del mar o un clima cada vez más extremo, con
huracanes más virulentos, sequías pronunciadas por todo el planeta e inundaciones constantes. El
año 2017 fue el más caluroso jamás registrado. Algunas islas del Pacífico se enfrentan ya a la subida
del nivel del mar como una amenaza existencial para su forma de vida. Y todo parece indicar que la
cosa irá a peor, a mucho peor.

10- Varios problemas sociales están en el centro del debate público / La desigualdad de género,
económica o racial son ya problemas que están en boca de todos en muchos países. Estas luchas
sociales han centrado el debate en los últimos meses y todo parece indicar que seguirán
haciéndolo. En algunos países incluso se abren a debates alternativos, como el control de armas en
EEUU. El caso es que gran parte de la población parece haberse dado cuenta de que el activismo
social es una forma de cambiar las cosas, y lo ponen en práctica.

Coronavirus: aspectos en los que cambiará radicalmente nuestras vidas

https://www.bbc.com/mundo/noticias-52512680

Un regreso a la normalidad como era la vida a principios de 2020 todavía está muy lejos. Incluso
cuando se alivien las restricciones impuestas para hacer frente a la pandemia de covid-19, el coronavirus
seguirá afectando nuestras vidas de muchas maneras. ¿Qué volverá a ser como era antes y qué podría
cambiar para siempre? Coronavirus: ¿cuándo terminará el brote y volverá todo a la normalidad?

1- seremos dependientes de la tecnología por un largo tiempo? Desde los clientes de Zoom hasta los
grupos de WhatsApp, para muchos de nosotros las plataformas digitales se han convertido en la
única forma en la que podemos trabajar, ponernos en forma, educarnos y entretenernos. También
estamos más relajados con respecto a las horas que nosotros y nuestros hijos pasamos frente a las
pantallas. Se trata de un gran cambio cultural que solo sucedió en pocas semanas y parece poco
probable que desaparezca de la noche a la mañana. Ahora sabemos que, en términos generales, la
infraestructura tecnológica puede hacerle frente al reto: han habido algunas interrupciones pero los
proveedores de banda ancha y las redes de telefonía móvil han sabido manejar el gran aumento en
el tráfico. Y en el futuro, con líneas entre el hogar y el trabajo más borrosas que nunca,
necesitaremos pensar cuidadosamente sobre qué plataformas usaremos y qué decimos sobre
ellas. Aun así, la videoconferencia es, por el momento, la norma. Por qué Zoom se ha vuelto tan
popular para realizar videollamadas durante la pandemia de coronavirus (y otras 3 aplicaciones
gratuitas) ¿Recuerdas ese meme: "Esta reunión podría haber sido un correo electrónico"? Quizás
finalmente esté cerca.
2- dejaremos de comprar ropa? El comercio minorista ya lo estaba pasando mal. Y las cuarentenas, y
sus consecuencias, acelerarán los enormes cambios estructurales que ya estaban en curso. Ahora se
trata de la supervivencia del más apto. Las empresas que gozan de buena salud financiera y son
capaces de dar a los clientes lo que quieren, prosperarán. Sin embargo, los jugadores más débiles,
que ya están lidiando con la caída de las ventas, el aumento de los costos y la intensa competencia,
se quedarán en el camino durante los próximos 18 meses. "Esto se va a parecer mucho a una
economía de guerra": la advertencia sobre cómo la crisis del coronavirus aumentará el desempleo
y la pobreza en América Latina Pero hay una pregunta más inmediata: ¿cuántos comercios volverán
a abrir? Algunas empresas pequeñas pueden quedarse sin efectivo y terminar cerrando. Otros
minoristas más grandes también estarán en problemas. Muchos otros analizarán la rentabilidad de
sus tiendas y otros considerarán devolver las llaves de los inmuebles que ocupan. Después del
cierre, habrá un rebote inmediato de las ventas y es probable que las tiendas bajen los precios.
Pero ese rebote puede ser de corta duración si las personas están desempleadas y no pueden
gastar. La moda depende en gran medida de los compradores con dinero extra y muchos de
nosotros hemos soportado las últimas semanas comprando casi nada de ropa, ¡y sobrevivimos! Será
interesante ver si los compradores reconsiderarán sus hábitos y prioridades.
3- habrá desaparecido la hora punta? Covid-19 es el mayor shock para las empresas en el último
siglo. Las medidas de emergencia impuestas a empresas reacias formarán parte del análisis futuro,
obligando a hacer preguntas como "¿necesitamos un gran espacio de oficinas en la ciudad con
personal que dependa de un abarrotado transporte público?" "Como caminar sobre la cuerda
floja": la compleja decisión de los países sobre cuándo levantar la cuarentena y volver a la
normalidad El trabajo en la casa podría hacer que la hora pico o punta pase a la historia, lo que
podría afectar los valores de las propiedades en las "ciudades de cercanías". El personal también
exigirá más de los empleadores en términos de flexibilidad, instalaciones y seguridad en el trabajo.
Las empresas pueden comenzar a acumular efectivo para sobrevivir a otra crisis. Así como los
bancos se volvieron menos rentables después del colapso financiero de 2007-08, debido a que se
vieron obligados a tener más capital base antes de prestar, las empresas posteriores a covid-19
podrían estar menos inclinadas a invertir. Eso ahogará el crecimiento. La transformación digital de
los negocios será más rápida, con más automatización e inteligencia artificial para aprobar
préstamos, perfilar clientes, controlar el stock y mejorar la entrega. Las cadenas de suministro serán
más cortas, más resistentes y posiblemente más locales, pero eso tiene ventajas y desventajas. El
nacionalismo económico -cuando los gobiernos intentan proteger sus economías recortando las
importaciones e inversiones de otras naciones, es popular en este momento -pero algunos
advierten que da como resultado un enfoque egoísta y dañino. Yuval Noah Harari: "Esto no es la
peste negra. No es como si la gente muriera y no tuviéramos ni idea de qué les mata" Finalmente,
instituciones globales como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del
Comercio, la Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea pueden verse enfrentadas al
desafío de mejorar su rendimiento o desaparecer. Todos esperamos volver a los negocios como
siempre. Pero no va a suceder.
4- Menos vuelos pueden hacer subir los precios? Algunas aerolíneas podrían no sobrevivir esta crisis.
Otras podrían desaparecer poco después. Y aquellas que logren superarla saldrán debilitadas.
Habrá, por lo menos a mediano plazo, menos vuelos. Esa tendencia estará impulsada por las
personas y los negocios que tendrán menos dinero y por el auge de las videoconferencias. Y,
después de la pandemia, volar también generará más nerviosismo, al menos inicialmente. Las
cámaras de imagen térmica, que toman tu temperatura cuando pasas por los controles, podrían
volverse de uso corriente en aeropuertos y hasta en estaciones de tren para asegurar a pasajeros y
personal de planta. Un mercado de aviación más pequeño significa que los precios subirían.
Después de estar semanas encerrados en casa, muchos de nosotros estaremos ansiosos de viajar,
pero los viajes internacionales por avión, tren o barco probablemente tendrán que cambiar. Por
ejemplo, EasyJet dice estar planeando en un principio no ocupar los asientos intermedios para que
los pasajeros no estén tan cerca el uno del otro -y los billetes para un avión con muchos puestos
vacíos serán más costosos. El número de personas en los trenes, metros y tranvías probablemente
será menor que los niveles previos a la crisis, ya que algunas continuarán trabajando desde casa. El
traslado diario hasta y del trabajo no es lo más recomendable para mantener el distanciamiento
social y los gerentes ferroviarios están buscando cómo organizar las cosas cuando el gobierno relaje
las restricciones. Los modos independientes y ecológicos de transporte, como la bicicleta y las
patinetas motorizadas, se volverán más populares, aunque algunas personas optarán por ir en
automóvil.
5- clases virtuales para largo rato? El día escolar normal tiene su propio ritmo establecido por las
lecciones, campanas y recreos. Ahora, más de 90% de los niños del planeta no están en la clase,
según la UNESCO. Esa interrupción tendrá secuelas durante años. La enseñanza se ha trasladado
online, con clases virtuales a una escala jamás vista, pero eso ha resaltado la preocupación de que la
pobreza digital está marginando a algunos niños: aun en economías desarrolladas, como Reino
Unido, hay una minoría significativa que no tienen acceso inmediato a un dispositivo propio que
puedan usar para sus deberes escolares. OFCOM (la autoridad reguladora de comunicaciones de
Reino Unido) estima que el 59% de niños entre 12 y 15 años tienen su propia tableta y el 83% tiene
su propio teléfono inteligente. No obstante, algunos adolescentes desposeídos en Inglaterra
disponen de laptops prestadas para ayudarles con el estudio en casa, gracias a la asistencia del
Departamento de Educación. Esta solución temporal, sin embargo, podría terminar siendo
implementada a largo plazo, en lo que sería uno de los legados de esta pandemia. Las universidades
británicas enfrentan otros desafíos. Están conectadas globalmente y han tenido éxito publicitando
en el mundo el valor de un título británico: solo de China Continental todos los años llegaban
120.000 estudiantes a Reino Unido. Esa cifra, sin embargo, caerá, como también los números de
otros países. El deseo de estudiar lejos de la familia no será tan fuerte como antes. Investigaciones
realizadas por el sindicato de universidades y colegios de Reino Unido (UCU) señalan que la
combinación de la inmediata caída en la asistencia de estudiantes internacionales este año y la
decisión de estudiantes británicos de posponer o ni siquiera inscribirse en la universidad podría
costarle a las instituciones unos US$3.130 millones y resultar en la pérdida de 30.000 empleos.
6- demanda de combustibles fósiles o energía verde? Aire limpio y carreteras tranquilas: en la más
lúgubre de las circunstancias, el confinamiento impuesto por el coronavirus nos da un sentido de
cómo se vería un mundo más verde. Los niveles de dióxido de carbono, que están vinculados a una
amplia gama de condiciones respiratorias, cayeron en China y en Europa a medida que el tráfico
vehicular disminuyó. Y el auge de las reuniones online ha demostrado lo que se puede lograr sin
tener que viajar y eso, a su vez, ha contenido mucho las emisiones de carbono. La gran pregunta es
qué sucederá a continuación. Un posible escenario es que el mundo regrese al consumo
desenfrenado de combustibles fósiles, como ocurrió después de la crisis bancaria, desatando una
demanda acumulada de petróleo y carbón. Los gobiernos conocen muy bien esta respuesta como
un método para revivir sus decaídas economías. Otra opción es efectuar una recuperación más
sostenible, con políticas que fomenten un futuro bajo en carbón. Esto implicaría impulsos
determinados hacia la energía renovable, el transporte público y eficiencia energética en los
hogares.

Coronavirus: 3 maneras en que la pandemia de covid-19 puede cambiar nuestras vidas de forma
permanente

El coronavirus está haciendo que cambie la manera en la que nos comunicamos. La sensación de que la
vida va a cambiar por bastante tiempo empieza a asentarse entre nosotros. Para aplanar la curva del
brote de covid-19 numerosos países han adoptado medidas radicales de distanciamiento social. Se insta
u obliga a las personas a autoaislarse en casa. En muchos países las escuelas están cerradas. Lo mismo
ocurre con teatros, cines, bares y restaurantes. Se recomienda no viajar, ya sea por ocio o por trabajo.
Las fronteras se cierran. La mayoría de las personas asumen que todas estas medidas para combatir el
virus son temporales y que en algún momento -en dos, seis o quizá doce meses- la vida volverá a la
normalidad. Hasta cierto punto, eso puede ser verdad. Pero muchos cambios puede que sean
permanentes. Los sistemas sociales, ya sean economías completas u organizaciones individuales, son
muy difíciles de cambiar. Con el tiempo, las empresas se convierten en estructuras complejas y
burocráticas, con tantas rutinas arraigadas que son casi imposibles de modificar.

¿Desaparecerán las oficinas físicas gradualmente? Las economías también siguen una trayectoria
determinada y generalmente se resisten a los cambios radicales. En su lugar, siguen un camino que a
menudo está marcado por un pequeño acontecimiento o accidente histórico. Pero en tiempos de una
crisis profunda, se abre una ventana de oportunidad al cambio. A veces, esta ventana de oportunidad se
maneja a propósito para cambiar el curso de acción. Por ejemplo, tras el desastre de Fukushima de
2011, la canciller alemana, Angela Merkel, decidió, sin pensárselo demasiado, que Alemana dejara de
apoyarse en la energía nuclear. En otros casos, los cambios revolucionarios ocurren casi por accidente,
como fue el caso de la caída del Muro de Berlín.
Cuando ocurrió el desastre nuclear de Fukushima en Japón, Alemania obtenía poco menos de un cuarto
de su electricidad de la energía nuclear. La investigación en ciencias sociales ha observado desde hace
tiempo que el cambio sociopolítico a menudo sucede en explosiones repentinas: un sistema social
permanece estable por un largo período de tiempo hasta que una sacudida externa lo altera y pone en
marcha una nueva trayectoria. El coronavirus puede ser esa sacudida externa que redefina en su
esencia algunas áreas de cómo vivimos nuestra vida. En lugar de simplemente recuperarnos y volver a
como estábamos antes del coronavirus, algunos cambios pueden ser para siempre. En tres áreas de
nuestra vida económica, los cambios producidos por el coronavirus pueden ser más duraderos de lo que
se piensa.

1. Viajes de negocios

Los viajes de negocios a menudo se consideran esenciales para el éxito de las organizaciones y la eficacia
de su gestión. No hay duda de que los encuentros cara a cara ayudan a construir relaciones y confianza,
que son cruciales para que un proyecto tenga éxito. Pero ahora que las empresas y otras organizaciones
se ven forzadas a reducir radicalmente o detener los viajes de negocios, quizá se den cuenta de que no
son tan esenciales después de todo, siempre que encuentren alternativas que funcionen. El número de
vuelos ha descendido drásticamente por la crisis del coronavirus. Ahora que los empleados se apoyan
en llamadas a través de Skype o Zoom en lugar de volar por todo el planeta para conocerse en persona,
quizá se den cuenta de que las videoconferencias son una buena alternativa: más flexible, más amigable
con su vida familiar y más sostenible para el medio ambiente. Los jefes, mientras tanto, ven la
posibilidad de reducir gastos drásticamente. Así que, en el futuro, quizá veamos una cantidad de viajes
de negocios significativamente más baja.

2. Trabajo remoto

Los diversos arreglos para trabajar de forma flexible están cada vez más extendidos. Pero un trabajo
prolongado desde casa se considera nocivo para los individuos porque tienden a trabajar más horas.
También tiene sus inconvenientes para las compañías, porque eleva los costos de coordinación y se
pierden algunas ventajas cruciales de estar físicamente presentes, como la construcción de relaciones y
de un espíritu de equipo. Por estas razones, antes de la crisis sanitaria había señales de que el espacio
clásico de la oficina física vivía una suerte de renacimiento: algunos de los pioneros del trabajo remoto
llamaron a sus empleados de vuelta a la oficina. Ahora que el trabajo remoto es una necesidad, tanto los
jefes como los empleados tendrán que desarrollar capacidades y averiguar cómo hacerlo de forma
efectiva. La pandemia de covid-19 ha propiciado un aumento del trabajo desde casa. Los individuos
serán forzados a crear nuevas rutinas, y las empresas tendrán que encontrar la forma de crear espacios
online para que los colegas interactúen fuera de las reuniones formales. Las buenas relaciones en el
lugar de trabajo son fundamentales para la innovación y la resistencia de una organización. Queda por
ver qué puede actuar como una "máquina de café virtual", el lugar donde los colegas se encuentran,
cotillean e innovan. El coronavirus quizá nos fuerce colectivamente a mejorar en el trabajo remoto, lo
que puede emerger como una alternativa viable a trabajar en oficinas en el centro de la ciudad.

3. Alteración de la industria

Muchos sectores industriales ya estaban en un proceso de cambio significativo antes de la llegada del
coronavirus. Las medidas adoptadas para luchar contra el brote acelerarán estos cambios sísmicos.
Hasta las iglesias se están teniendo que adaptar a la nueva vida en tiempos de coronavirus. Los servicios
de streaming, por ejemplo, amenazan el modelo de negocio establecido de la creación y distribución de
contenido, y Amazon se está convirtiendo en un super agitador de una gran variedad de industrias. La
economía del "quédate en casa" que requiere el coronavirus acelerará de forma dramática el cambio de
lo viejo a lo nuevo, lo que hará que las preguntas en torno a la concentración del mercado y la posible
necesidad de regulación sean todavía más importantes. El cambio llegará tanto del lado de la oferta
como del de la demanda. Un creciente número de personas empezarán a usar estos servicios, los
disfrutarán y se convertirán en fieles clientes. Y la oferta también cambiará. Los tradicionales serán
debilitados y quizá se queden sin negocio, y los agitadores continuarán invirtiendo desde una posición
reforzada. En otros sectores el cambio será igualmente dramático y posiblemente para bien. Por
ejemplo, la educación superior ha sido lenta en la transición hacia la enseñanza online, pero ahora que
el sector se ve forzado a ofrecer módulos en línea, las universidades probablemente no volverán al
status quo previo.

Hay grandes oportunidades en la educación online, en términos de nuevos mercados para estudiantes
y una oferta más barata. El cambio ocurre en ráfagas y el coronavirus puede constituir una sacudida
externa crucial que transforme partes de nuestras vidas. Aunque creamos que los cambios actuales a
nuestra vida son temporales, es posible que sean permanentes.

Después del coronavirus: ¿cómo cambiará nuestra vida? Diez pensadores aventuran una sociedad
post pandemia más solidaria y una refundación de la política

¿Qué, cómo y cuánto cambiarán nuestras vidas a consecuencia de la epidemia? Diez pensadores –
historiadores, escritores, sociólogos, filósofos…– hablan de cómo nos puede transformar esta pandemia,
de a qué valores daremos prioridad en el futuro, de cómo evolucionará la economía, o de qué forma
cambiarán las relaciones entre las personas y las sociedades. En un momento extremadamente
complejo, las opiniones son también muy diversas: las hay pesimistas y las hay esperanzadoras, pero
entre ellas predomina que nuestra sociedad será más solidaria, o debería serlo, y que la política se
renovará de verdad. O debería hacerlo. Una impresión, sin embargo, es generalizada: estamos en
términos históricos, en un punto de inflexión, en una curva cerrada al final de una larga recta.

El escritor Fernando Aramburu define de forma gráfica ese cambio. “Ahora mismo ya se percibe la poca
importancia que empieza a tener lo que ayer nos deslumbraba”, señala. O el analista político Michel
Wieviorka, que alude a “la metamorfosis acelerada que nos impone el virus”. La cuestión, pues, es hacia
dónde nos llevará ese giro. La filósofa Victoria Camps señala un posible camino que tal vez ya se percibe,
porque, asegura, estamos descubriendo cosas como el valor del conocimiento científico o el de un buen
sistema sanitario y que, a nivel individual, el teletrabajo en el mundo del empleo, y la lectura o escuchar
música, en el ocio, son opciones que pasan a un primer plano. “Cambiar de prioridades es posible-
señala-. Sólo hay que querer hacerlo”.

La crisis puede desembocar en una sociedad más cohesionada y con más apoyo mutuo, pero no todos
confían en ello

Tal vez el destino para estos cambios más repetido entre los consultados es un mundo más solidario,
aunque no todos confíen en que se convierta en una realidad. Para Wieviorka, “la epidemia es también
una fuente de actividades ciudadanas o asociativas renovadas, de solidaridad, a la escala de un
inmueble, de un barrio o de una ciudad, o a un nivel mucho más amplio”. El mismo nivel que reivindica
el escritor Agustín Fernández Mallo al señalar que, en un momento de repliegue de los estados sobre sí
mismos, “si perdiéramos la conciencia universalista que nos ha caracterizado, sería un error, una
pérdida de las ideas que heredamos de la Ilustración”. Wieviorka reanuda su reflexión, al explicar que
“se impone pensar en global, pero la epidemia podría pesar sobre la globalización en sí misma, no
necesariamente para ponerle fin o limitarla, sino para transformarla e incitar a los actores políticos a
frenar su carácter fuertemente neoliberal”. Solidaridad también con aparentes contradicciones: en un
mundo individualista y ahora más aún por la obligación de confinamiento y de mantener las distancias,
el historiador Timothy Snyder cree que “si demostramos una gran solidaridad en tiempos de extrema
separación, no solo seremos supervivientes de la pandemia sino, es de esperar, que contribuyamos a
una política más amable de la que soportamos ahora”.

Keith Lowe duda que la sociedad actual haya aprendido las lecciones de 1945

¿Confianza en una renovación política futura? No todos son optimistas. El historiador Keith Lowe a pesar
de querer serlo no tiene mucha fe en un cambio de este tipo. Hay una serie de lecciones que Europa
aprendió en 1945, tras la guerra, que no cree que ahora se tengan en cuenta. “Sospecho que no somos
tan sabios como nuestros abuelos. Contaremos los muertos y lamentaremos la devastación de nuestras
economías. Pero entonces volveremos a la austeridad, la desigualdad de riqueza y el infinito
resentimiento hacia nuestros vecinos. Como siempre”. Tampoco es especialmente optimista Adela
Cortina, porque “el futuro se prepara cultivando el presente y las actitudes en plena crisis siguen siendo
las mismas”. Sin embargo, la filósofa valenciana reivindica que ese cambio de actitud es imprescindible:
“Deberíamos estar aprendiendo de esta experiencia, inédita para muchos de nosotros, que la
vulnerabilidad y la fragilidad nos constituyen, que somos radicalmente interdependientes”.

La actual crisis sanitaria nos revela, por nuestra fragilidad, como radicalmente interdependientes

En un momento en que, desde el punto de vista del pico de la enfermedad se empieza a intuir un cierto
horizonte de mejora, la preocupación crece en torno al futuro de la economía, pero el italiano Emanuele
Felice matiza que “esta crisis ya nos está enseñando algo: hay cosas más importantes que la economía”.
Felice añade que aunque al principio de la epidemia hubo quienes dieron prioridad a que no se
detuviera el sistema económico tuvieron que cambiar de opinión. “Se puede afirmar un principio que
marcaría un punto de inflexión en comparación con las últimas décadas: podemos poner el sistema
económico al servicio de los derechos humanos fundamentales, como la salud de los ciudadanos o la
educación, al servicio del medio ambiente; en lugar de que sea al revés”. Una afirmación relevante, si se
tiene en cuenta que proviene de un historiador económico.

Thimothy Snyder, historiador “Una política más amable que de la que soportamos ahora”

“La vida moderna, con su individualismo y complejidad, con nuestros deseos personales y nuestra red
infinita de relaciones, ya giraba en torno a la separación y la solidaridad. La enfermedad trae la paradoja
a casa. ¿Podemos cuidar de nosotros cuidando de los demás? Muchos de nosotros sobreviviremos.
Como lamentaremos y cómo celebraremos después dependerá de lo que hagamos en los próximos
meses. Si demostramos gran solidaridad en tiempos de separación extrema, no sólo seremos
supervivientes, sino, uno puede esperar, contribuyentes a una política más amable que la que
soportamos ahora.”

Keith Lowe, historiador “No somos tan sabios como nuestros abuelos”

“Como optimista que soy, espero que aprendamos de esta crisis. Tal vez nuestros políticos dejarán de
pelearse y empezarán a cantar desde los balcones. Tal vez aprenderemos a valorar adecuadamente a los
trabajadores clave: los que ponen la comida en las estanterías, los que cuidan por los mayores y los
enfermos. Ese es el tipo de lección que Europa aprendió en 1945, después de una crisis mayor que esta.
Pero sospecho que no somos tan sabios como nuestros abuelos. Contaremos los muertos y
lamentaremos la devastación de nuestras economías. Pero regresaremos a la austeridad, a la
desigualdad de ingresos y al eterno resentimiento respecto a nuestros vecinos. Igual que antes.”

Agustín Fernández Mallo “Cuidado con la pérdida de las ideas de la Ilustración”

“Creo que, en primer lugar, al ver la importancia de la Red y sus subredes sociales y diferentes canales
de información, saldrán reforzadas las bondades de la conectividad telemática entre las personas, en
detrimento de los hasta ahora posibles perjuicios ocasionados por la globalización. Los apocalípticos de
la tecnología global no tendrán en este caso muchos argumentos.” “Por otra parte, supongo que
aparecerá durante un tiempo el miedo al viaje de ocio, y que se reforzarán los lazos comunitarios tanto
entre los barrios de las diferentes ciudades como en la macro escala mundial. Si nos quedásemos sólo
en la idea del refuerzo de lo local y perdiéramos la conciencia universalista que nos ha caracterizado,
sería un error, una pérdida de las ideas que heredamos de la Ilustración. La Unión Europea tiene aquí
quizá su última oportunidad para revalidarse como imaginario de cohesión de sus diferentes naciones.
Esperemos que no lo desaproveche”.

Emanuele Felice, historiador económico “La lección es que hay cosas más importantes que la
economía”

“Algunas epidemias han tenido consecuencias decisivas para la historia humana. La mayoría de los
estudiosos creen que las plagas del siglo segundo y tercero fueron la principal causa del declive de la
civilización romana. Más de mil años después, la gran plaga del siglo XIV marcó, para gran parte de
Europa occidental, el abandono definitivo del feudalismo, a diferencia de Europa oriental: pequeñas
diferencias, un desarrollo ligeramente mayor de las ciudades del Oeste, llevaron a una clara divergencia
en términos de desarrollo. “¿Hoy en día? Es difícil hacer predicciones. Pero quizás algo esta crisis ya nos
está enseñando. Hay cosas más importantes que la economía. En todo el mundo, quienes argumentaron
que el sistema económico no debería detenerse tuvieron que retroceder. De este modo, se puede
afirmar un principio que marcaría un punto de inflexión en comparación con las últimas décadas:
podemos poner el sistema económico al servicio de los derechos humanos fundamentales, como la
salud de los ciudadanos o la educación, al servicio del medio ambiente; en lugar de dejar que sea al
revés”.

Victòria Camps, filósofa “Cambiar de prioridades es posible. Solo hay que querer”

“La pregunta que me hago es: ¿qué echamos de menos desde que estamos confinados? Echamos de
menos la libertad de movimiento. Pero ¿para hacer qué? Detengámonos a pensar si todo lo que
hacíamos rutinariamente, por convención, porque había que hacerlo, merecía la pena. Estamos
descubriendo el valor del conocimiento científico, el de un sistema sanitario público sólido y bien dotado
de recursos, el de una auténtica política que nos lleve a cooperar y no a pelearnos. Descubrimos que el
teletrabajo puede ser muy eficiente, que leer o escuchar música es una opción nada desechable.
Cambiar de prioridades es posible. Sólo hay que querer hacerlo”.

Adela Cortina, filósofa “No sobreviven los más fuertes, sino los que se apoyan”

“Cambiará bien poco, me temo, porque el futuro se prepara cultivando el presente y las actitudes en
plena crisis siguen siendo las mismas. El personal sanitario se desvive por salvar vidas, la ciudadanía
cuida de sí misma y de los suyos, hay admirables muestras de solidaridad y repulsivos ejemplos de
bajeza. Por su parte, los políticos continúan buscando votos, y los pobres y los inmigrantes siguen sin
existir, no digamos ya las gentes de países más desfavorecidos.” “El presente no augura un futuro
mucho mejor. Y, sin embargo, deberíamos estar aprendiendo de esta experiencia, inédita para muchos
de nosotros, que la vulnerabilidad y la fragilidad nos constituyen, personal y socialmente, que somos
radicalmente interdependientes. Como bien decían los viejos anarquistas, en la lucha por la vida no
sobreviven los más fuertes, los supremacistas, los que provocan el conflicto y la polarización, sino los
que refuerzan ese valor sagrado que es el apoyo mutuo.”

Michel Wieviorka, sociólogo “El futuro existe, no podemos abandonarnos al presentismo”

“Se impone pensar en clave global, incluso para cuestiones o problemas menores y localizados. Pero la
epidemia puede suponer un peso sobre globalización en sí misma, no necesariamente para ponerle fin,
o reducirla, sino para transformarla, y tal vez en particular para incitar a diversos actores políticos a
dejar de aceptar su faceta neoliberal”. “Es de esperar que habrá más peso para la razón, seriamente
perjudicada por las fake news y la posverdad: ¿Quién, al margen de las sectas religiosas, rechazaría la
perspectiva de una vacuna contra los virus de la familia del Codiv 19? Por otra parte, la irrupción de lo
imprevisto, con sus enormes consecuencias, es un fenómeno histórico que nos recuerda que las grandes
rupturas son aún posibles: el futuro existe, no podemos seguir viviendo solo en el presente, no podemos
abandonarnos al presentismo”.

Saskia Sassen, socióloga “Esto es diferente”

“La primera reacción es, como decimos en inglés: “What the Hell is this...”. Hay una especie de
transversalidad que entra en juego con este virus global, marcado por una invisibilidad que no nos es
familiar. Los que viajamos muchos nos sentimos cómodos más o menos en cualquier región del mundo.
Pero esto es diferente: una mezcla de invisibilidad que logra paralizar ciudad tras ciudad, nunca
mostrando su cara. El desafío es que este “invasor” por así decirlo, navega en nuestro planeta de una
manera que no nos es familiar y esto es difícil de manejar para nosotros. Todo lo que quiere es una
pequeña extracción de nuestros pulmones, solo un poco.”

Fernando Aramburu, escritor “Habrá un antes y un después económico y social”

“Me abstendré de aventurar profecías. Creo que, efectivamente, habrá un antes y un después
económico y social de la actual pandemia si esta se prolonga en el tiempo. Mi gran temor es que si dura
mucho se rompa el pacto social y afloren comportamientos dictados por el afán crudo de supervivencia.
Espero que no lleguemos a tales extremos. No descarto que la catástrofe le arree una sacudida brutal al
canon cultural. Ahora mismo ya se percibe la poca importancia que empieza a tener lo que ayer todavía
nos deslumbraba”. “La pandemia tendrá sus ganadores, ya que todo fenómeno colectivo está asociado
con la posibilidad de hacer negocio, sea este sucio o limpio. Enterrados los muertos, neutralizado el
virus, el olvido empezará sin demora su implacable tarea y es posible que durante un tiempo cobre auge
el género de la comedia”.

Moisés Naím, analista político “Habrá ajustes en la estructura de la organizaciones”

“Depende de cuánto dure la pandemia. Si se consiguen una vacuna y una cura en los próximos meses es
probable que en pocos años ya no haya mayores transformaciones en nuestras vidas como resultado de
esta crisis. Pero un cambio que va a perdurar es el número de personas que trabajan desde sus hogares.
Muchos de estos arreglos laborales, que ahora son transitorios, se harán permanentes y, a su vez,
motivarán ajustes en las estructuras de las organizaciones y su manera de trabajar”.

https://www.lavanguardia.com/cultura/20200404/48280565051/coronavirus-epidemia-cambio-
pensadores-futuro.html

10 cosas que la pandemia ha cambiado para siempre

Expertos dicen que el trabajo a distancia y las mascarillas no desaparecerán, pero los cines tal vez sí. La
pandemia de coronavirus es una emergencia de salud pública y una crisis económica sin precedentes en
la interferencia con la vida cotidiana. Eso también la convierte en algo distinto, dice Jeffrey Cole,
profesor de investigación en University of Southern California: “Sin recibir preparación ni dar permiso,
estamos participando en el mayor experimento de ciencias sociales de todos los tiempos”. Los efectos
de los cierres de emergencia, los despidos y las medidas públicas masivas para contener la COVID-19
persistirán mucho tiempo después de que desaparezca toda amenaza del virus, afirma Cole, quien dirige
el Center for the Digital Future en la Facultad de Comunicaciones Annenberg de USC. “En el futuro,
hablaremos sobre 'AC', antes del coronavirus, y después”. En colaboración con el Interactive Advertising
Bureau, un grupo de empresas de medios, comercialización y tecnología participantes, el mes pasado el
centro lanzó el Coronavirus Disruption Project (Proyecto de interrupción del coronavirus), en el que
realizó una encuesta con una muestra representativa de mil habitantes del país sobre cómo están
viviendo y enfrentando los cambios vertiginosos que provocó la pandemia. Los resultados sugieren que
muchas de las formas en las que nos estamos adaptando a la vida con el coronavirus —algunas digitales
y otras físicas— repercutirán mucho después de que la vida vuelva a la “normalidad” con una vacuna o
un tratamiento. De los resultados de la encuesta y análisis de expertos se derivan estas diez áreas en las
que probablemente veamos los efectos permanentes del brote en nuestra vida personal, profesional y
cultural.

El trabajo a distancia

El brote introdujo súbitamente a decenas de millones de trabajadores al trabajo a distancia, y los datos
del Coronavirus Disruption Project sugieren que a muchos de ellos les agrada. El 42% de los encuestados
dijeron que la experiencia los ha hecho querer trabajar más desde casa. El 61% de los trabajadores a
distancia dijeron que disfrutan de vestirse y arreglarse de forma más informal, tener mayor flexibilidad y
no tener que viajar al trabajo, y el 78% dijeron que son tanto o más eficaces cuando trabajan desde
casa. “Creo que habrá un lado positivo” en este cambio que los trabajadores querrán preservar, dice
Debra Dinnocenzo, presidenta de VirtualWorks, una firma consultora que asesora a las empresas en la
transición al trabajo a distancia. “Los trabajadores y las familias van a pasar más tiempo juntos”, señala.
“Creo que insistirán en que quieren más tiempo para trabajar en casa y no volver a hacer esos viajes
diarios agobiantes que estaban haciendo antes”. En muchos casos, los jefes estarán de acuerdo. Casi
tres cuartos de los funcionarios de finanzas corporativas encuestados a fines de marzo por Gartner, una
empresa de consultoría e investigación empresarial, dijeron que sus empresas planean asignar al menos
el 5% de los trabajadores de planta a trabajar a distancia de forma permanente como parte de sus
gestiones para reducir costos después de la COVID-19.

Las consultas médicas

Una encuesta que realizó el año pasado el National Poll on Healthy Aging (copatrocinada por AARP, en
inglés) de University of Michigan descubrió que solo el 4% de las personas mayores de 50 años habían
tenido una consulta médica virtual en el año anterior. Más de la mitad incluso no sabía si su médico
ofrecía consultas por video. Tanto los pacientes como los profesionales estaban interesados en la
telemedicina, pero sin apuro, afirma Preeti Malani, especialista en enfermedades infecciosas en la
universidad y directora de la encuesta. Eso ha cambiado a “la velocidad de la luz”, indica. Los médicos y
los pacientes que anteriormente podrían haber considerado la telesalud solo en circunstancias
limitadas, como una enfermedad durante un viaje o una charla de rutina después de una operación,
ahora ven que se puede brindar una mayor variedad de servicios de manera virtual. Además de evitar
las molestias como el estacionamiento y el tiempo de espera, las consultas por video hacen que para los
familiares sea más fácil observar y participar, una gran ventaja para los cuidadores. “Hubo mucho
interés en tratar de hacer progresar la telesalud, pensarlo realmente en detalle y tratar de promoverla”,
dice Malani. “Era una aspiración que parecía estar a uno o dos años de distancia y que nunca habría
reemplazado las cosas que acabó reemplazando. Pero la necesidad la impulsó a avanzar con rapidez”.

La compra de alimentos

No debe sorprendernos que las compras en internet y la entrega a domicilio de alimentos hayan
aumentado ante los cierres de emergencia por el coronavirus. En una encuesta que realizó RBC Capital
Markets en marzo del 2020 con más de 1,500 consumidores, se descubrió que el 55% habían comprado
alimentos en internet, en comparación con el 36% en una encuesta similar a fines del 2018. La cantidad
de consumidores que lo hacía semanalmente casi se duplicó. Además, las descargas de aplicaciones para
usar servicios de entrega a domicilio como Instacart, Walmart Grocery y Peapod se duplicaron,
triplicaron e incluso cuadruplicaron en tan solo un mes. RBC, que ha investigado las intenciones de los
consumidores en las compras de alimentos en internet regularmente desde el 2015, profundizó en la
posibilidad de que los cambios sean duraderos. Más de la mitad de quienes compraron alimentos en
internet dijeron que la crisis de COVID-19 los hizo más propensos a seguir haciéndolo de forma
permanente. Entre los que compraron solo en tiendas, el 41% dijeron que pensaban probar el servicio
de entrega a domicilio en los próximos seis meses. Según RBC, los resultados indican “un punto de
inflexión” en la demanda de los consumidores, “un cambio más sustentable y permanente” en la forma
en que compramos alimentos.

Mantenernos en contacto

Reunirnos con amigos por Zoom para tomar un trago. Reunirnos para mirar películas por Facebook Live.
Visitas virtuales con seres queridos. Una de las conclusiones principales del Coronavirus Disruption
Project es que, si bien la pandemia ha trasladado nuestra vida social a internet, los encuestados
reportan que la relación con sus familiares, amigos y compañeros de trabajo no se vio afectada. Esto no
significa que no volveremos a salir a tomar un trago con amigos (aunque ir a bares se clasificó en último
lugar entre las quince cosas que los encuestados extrañaban, según el Center for the Digital Future). Sin
embargo, “toda la noción de cómo interactuamos, nuestra socialización, realmente se ha modificado de
una manera bastante profunda”, explica Cole, especialmente para las tantas personas mayores que
están adoptando nuevas herramientas de video para mantenerse en contacto. “Aunque nos burlamos y
aunque cansa un poco hacerlo varias horas seguidas, creo que el zoom y la videoconferencia fomentan
un sentimiento de conexión entre las personas”, señala. “Las llamadas telefónicas comunes ahora
parecen un poco superficiales. Nos estamos acostumbrando a vernos la cara”.

El uso de mascarillas

El uso de mascarillas para frenar el contagio ha sido algo común durante mucho tiempo en numerosos
países asiáticos y algunas comunidades asiático-estadounidenses. Con la COVID-19, el uso se ha
arraigado entre comunidades más extensas de EE.UU., a instancias (y, en algunas áreas, ante el
mandato) de las autoridades federales, estatales y locales. Robert Kahn, profesor de derecho de
University of St. Thomas en St. Paul, Minnesota, anticipa que eso no cambiará. “Este es el tipo de evento
que causará un cambio radical en el uso de mascarillas”, señala Kahn, quien ha estudiado las actitudes y
los estigmas relacionados con cubrirse la cara en público. Si bien “nunca será un fenómeno
mayoritario”, predice que la práctica se convertirá en rutina en algunos lugares y situaciones: en áreas
urbanas de mayor densidad, por ejemplo, o cuando las personas resfriadas o engripadas necesitan salir.
“Las mascarillas no son dispositivos de protección personal sino de protección social”, dice Kahn. “Todos
conocemos a alguien que está inmunodeprimido o que tiene algunos de los factores de riesgo de la
COVID-19, y creo que eso nos hace sentir que parar salir debemos usar una mascarilla, al menos para
una cantidad suficiente de la población que, cuando tome la decisión, no se sienta como un bicho raro”.

Las salidas al cine

Según Cole, desde hace décadas el negocio del cine está en un declive que se aceleró en los últimos
años debido al crecimiento de los gigantes de la transmisión, como Netflix y Amazon Prime y períodos
cada vez más cortos desde los estrenos en la pantalla grande hasta su transmisión en pantallas más
chicas. Pronostica que después de la pandemia “las películas serán una de las cosas que más tarden en
regresar” y los cines cerrarán en masa. Entre las 15 actividades que el Center for the Digital Future les
preguntó a los encuestados si extrañaban en el confinamiento, ir al cine ocupó el anteúltimo lugar. “La
transmisión ha llenado ese vacío”, señala Cole. “Siempre habrá películas que querremos ver en el cine,
pero para casi todos nosotros eso sucede de tres a cinco veces por año. Todo el futuro del cine y su
distribución ahora se tendrá que repensar. Pero lo que no se cuestiona es que los cines solo van a
decaer”. Un aspecto positivo del negocio podrían ser pequeños cines independientes, según la crítica de
cine del Washington Post Ann Hornaday, quien ha reportado sobre las estrategias de cierre de los cines.
Muchos han pasado ágilmente a transmitir películas independientes y organizar eventos virtuales, y así
consolidan a sus comunidades de cinéfilos y probablemente lo sigan haciendo incluso cuando vuelvan a
abrir. Según Hornaday, “el éxito de los cines depende de cuánto conocen a su público. Esa relación dará
frutos de muchas maneras diferentes”.

Los viajes en avión

Las tarifas, las opciones de rutas, la elección de aerolíneas y otros aspectos de los viajes por avión
pueden fluctuar enormemente a medida que la industria se adapte a la nueva normalidad que
tengamos después de la pandemia, según los expertos. Pero los pasajeros pueden esperar con
seguridad tener una experiencia diferente en el aeropuerto y en el avión durante los próximos años.
“Vamos a ver que la higiene es más importante”, señala Gary Leff, autor del influyente blog de viajes
aéreos View from the Wing. “Durante los climas económicos difíciles, sabemos que las aerolíneas no
realizan una limpieza profunda de sus aviones durante 18 meses para ahorrar dinero. Ahora, sin
importar lo difícil de la situación, las aerolíneas tendrán que convencer a los pasajeros de que en estos
espacios reducidos en tubos de metal no hay riesgos”. Los aeropuertos también tendrán que mejorar
sus procedimientos de limpieza, desinfectar los espacios públicos con más frecuencia y disponer
suficiente espacio como para que se pueda respetar el distanciamiento en las líneas. Según Leff, se
seguirán usando mascarillas en las cabinas, y en varias aerolíneas de Estados Unidos ahora son
obligatorias para los tripulantes y los pasajeros. Además, “Para el personal de seguridad del aeropuerto
será difícil dejar de permitir que pasen botellas más grandes de desinfectante para manos por el puesto
de control”.

Los viajes en transporte público

La pandemia ha puesto los sistemas de transporte público en la posición poco envidiable de


desaconsejar su uso a menos que sea absolutamente necesario. Volver a usarlos con regularidad será
difícil e implicará cambios en la forma en la que operan las agencias de tránsito, en particular cuando se
trata de convencer a los pasajeros de que regresen a los espacios reducidos de autobuses y vagones del
metro, según David Zipper, un investigador invitado al Taubman Center for State and Local Government
de la Harvard Kennedy School. “Ahora hay muchas tecnologías que ya se están desarrollando para
mejorar la seguridad, incluso medidas como el uso de la luz ultravioleta, la reconfiguración de los
autobuses para disponer más espacio entre los pasajeros y la verificación de la temperatura de los que
abordan”, señala. “Muchos pasajeros podrían apreciar el saber que se ha evaluado a la persona que está
parada o sentada a su lado”. Muchos sistemas redujeron el servicio cuando disminuyó la cantidad de
pasajeros. Según Zipper, “lo peor que podría suceder” sería que esas reducciones sean permanentes,
como hicieron las agencias de tránsito que limitaron su presupuesto durante la Gran Recesión. “Una vez
que sucede eso, los pasajeros cambian de planes”, señala. “Y por lo común no regresan”.

La protección de la privacidad

Ante la ausencia de una vacuna, el uso de aplicaciones de teléfono inteligente y tecnología Bluetooth
para rastrear contactos, es decir, la capacidad de rastrear con quién se ha encontrado y posiblemente
expuesto una persona infectada, ocupa un lugar destacado entre las estrategias de contención del virus
y facilitar el distanciamiento social. Se considera tan importante que los archirrivales Apple y Google
están trabajando juntos para crear y distribuir rápidamente herramientas de rastreo de contactos. Los
gigantes tecnológicos sostienen que su tecnología protegerá la información personal que los usuarios
deben compartir para que funcione el rastreo de contactos, como sus antecedentes médicos y la
identidad de las personas con quienes han tenido contacto. Cole no está convencido. “No hay manera
de superar esto sin perder la privacidad”, afirma. Agrega que a la mayoría de nosotros probablemente
no nos importe. “La salud es lo más importante”, señala. “Si realmente rastreamos los contactos, quiere
decir que vamos a tener que decirle a alguien —el Gobierno, Google— dónde estamos y reportar con
quién estamos. Cuando se trata de nuestra salud o la salud de nuestra familia, no parece importarnos
tanto”.
El lavado de manos

Gracias al coronavirus, ahora todos sabemos cómo lavarnos bien las manos (y cuánto tiempo lleva
cantar la canción de cumpleaños dos veces). Y no lo olvidaremos fácilmente, según los nuevos datos de
Bradley Corporation, un fabricante de artefactos y accesorios para baños comerciales que hace
encuestas anuales sobre los hábitos del lavado de manos. Bradley hizo su última encuesta a principios
de abril para medir el efecto del coronavirus en la higiene de las manos, y confirmó que nos estamos
lavando las manos con mayor frecuencia y durante más tiempo. El 78% de los encuestados informan
que se enjabonaron al menos seis veces al día, más del doble de la cantidad previa a la pandemia. El
77% cumplen con la regla de los veinte segundos, cuando antes la mayoría se lavaba durante cinco a
quince segundos. El 88% dicen que es probable que mantengan estos hábitos una vez que termine la
pandemia. Ahora que según la encuesta de Bradley más de un tercio de la población se clasifica a sí
misma como “germofóbica”, anticipamos que el desinfectante para manos a base de alcohol seguirá
siendo popular. Fior Markets, una empresa de inteligencia empresarial, proyecta que el mercado de
desinfectantes crecerá un 7.5% por año hasta el 2027, y grandes productores, como Unilever,
aumentarán su capacidad de fabricación para responder a la demanda causada por el coronavirus.

Cinco formas en las que el coronavirus cambiará el mundo

Desde la manera de saludar hasta cómo estudiar cambiarán por un buen tiempo debido a la pandemia.
Según los expertos, estas son las más radicales. Filósofos e historiadores coinciden en que el coronavirus
dejará cambios en la vida de las personas. Argumentan que las decisiones que en tiempos normales
toman años de debate, durante las crisis tardan solo horas. “Todas las emergencias aceleran procesos
que ya venían en marcha”, explica Yuval Noah Harari, autor del best seller Sapiens: de animales a dioses.
El politólogo Robert Kaplan coincide al decir que las “crisis, como las guerras, ponen la historia a
avanzar más rápido”. Ambos creen que la curva de contagio no solo se aplanará, sino que el virus se
volverá endémico y la humanidad sobrevivirá. Pero cuando la amenaza termine la sociedad no será
igual. Al menos en estos cinco aspectos la vida cotidiana se verá alterada.

1. El efectivo

En medio de la cuarentena muchos han dejado de usar los billetes y las monedas sin darse cuenta.
Esto obedece a que hoy las personas usan más los canales digitales y hacen la mayoría de transacciones
por aplicaciones por internet o mediante tarjetas. Pero también se debe al miedo, pues el virus
sobrevive en las superficies por mucho tiempo y algunos incluyen el papel moneda. De esta manera, el
uso del efectivo ha disminuido a la mitad. Antes de la pandemia, las predicciones mostraban que para
2028 menos de uno en diez pagos se haría en efectivo, pero el virus hará que esa fecha se acerque.
Coronavirus: ¿podría esta pandemia de covid-19 hacernos más fuertes como especie a largo plazo? En
países como Colombia buena parte de la población no está bancarizada, y aunque lo esté algunos por
costumbre prefieren la manera tradicional de pagar. Según Andrés Vásquez, de Nequi (una app de
Bancolombia), esa presión por el efectivo seguirá porque “la economía informal no quiere pasar el
dinero a los bancos por temores infundados”. Sin embargo, cree que la pandemia generará cambios de
comportamiento porque muchas personas encontrarán otras maneras de hacer las cosas. De hecho ya
se ha visto un cambio: “En Nequi teníamos una rata de 100.000 clientes mensuales y en marzo
aumentó a 220.000, el doble de lo que vinculábamos”.

2. La intimidad
Algunos filósofos han dicho que hoy la población del mundo está dispuesta a entregar su privacidad a
cambio de seguridad. Ya lo vieron en China, donde el Gobierno aprovechó los celulares de los
ciudadanos para controlar cualquier movimiento durante su larga cuarentena. Otros han seguido el
ejemplo no solo con celulares sino también con manillas digitales para monitorear sus pasos y su estado
de salud, su temperatura y cambios fisiológicos. En Colombia está disponible CoronApp para
monitorear el estado de salud de los ciudadanos. De esta manera, podrán controlar a quienes podrían
requerir aislamiento, reactivar la economía con la población sana y evitar que la pandemia siga
progresando. Apple y Google se unieron para hacer un tamizaje digital de pacientes que incluye datos
como los síntomas, los viajes recientes y las enfermedades del usuario. Microsoft y otras firmas de
tecnología recogen información similar en unión con gobiernos y hospitales. “Hay casos en que no usar
la información privada es difícil de defender, y este es uno de ellos”, dice Michelle Mello, una profesora
de Derecho de la Universidad de Stanford. Nos creíamos invencibles": Francisco de Roux Para Roberto
Baquero, presidente del Colegio Colombiano de Medicina, vigilar los movimientos podría crear una
intrusión en la intimidad, pero admite que hacerlo es importante en estos momentos. Hay un
componente personal muy grande de responsabilidad para ayudar a disminuir la expansión de la
epidemia”. El temor es que esta información sea mal usada. En Corea ya se observa que los datos de
los infectados salen a la luz en Facebook y estas personas son ridiculizadas o acusadas por tener el virus.

3. El trabajo en casa

El coronavirus forzó a muchos a trabajar desde el hogar. Microsoft registró un incremento de 2,7 mil
millones de minutos en reuniones en un solo día, más de 200 por ciento de la cifra normal. La demanda
por su suite Teams subió en el mundo de 32 millones de usuarios activos a 44 millones. Algo similar ha
sucedido con Zoom, una aplicación para conectarse virtualmente que ha tenido descargas récord en
tiempos de coronavirus. Eso no será algo temporal. Según Víctor Solano, experto en tecnología, eso está
enseñando a muchos que el modelo del teletrabajo es posible en ciertos casos y sectores económicos.
“Muchas empresas evaluarán el costo-beneficio de este modelo y para muchas será mejor este o
algún modelo mixto”, dice. Los bancos abrirán sus puertas hasta la 1:00 pm durante Aislamiento
Preventivo Obligatorio El teletrabajo tiene ventajas como mayor productividad por la ausencia de
desplazamientos, menores costos en oficinas y el fin del fenómeno de calentar la silla. Para algunos ha
sido un modelo ideal, aunque otros que tienen hijos sienten que las jornadas en casa son extenuantes.
Algunos de ellos querrán regresar a la normalidad, pues la verdad es que en medio de una economía de
pandemia “se trabaja con más presión y en espacios compartidos con hijos y parejas”, señala Solano.
Otros no querrán volver a su oficina.

4. El colegio

La Universidad de los Andes fue de las primeras en llevar las clases presenciales a una plataforma virtual.
A muchos no les gustó el cambio, pero el rector de la institución, Alejandro Gaviria, dijo que “la vida
tiene que continuar”. También anunció que abandonaría la calificación por escala numérica. Los
colegios cerraron y aquellos que pudieron seguir sus clases a distancia lo hicieron. Según Enrique Dans,
investigador en sistemas de tecnología, estos cambios pueden ser malos para algunos, en especial si las
herramientas no permiten una interacción flexible entre alumnos y profesores o si la expectativa es la
clase cara a cara. “Pero si al usar tecnologías más avanzadas como Zoom, GoToMeeting, Webex, Google
Classroom o similares, pueden llegar a superar la clase presencial”. 2020, el año en que todo cambió
Para él la crisis pondrá a prueba otros programas virtuales que usan las universidades para cursos on-
line. “El formato de foro, con conferencias vía video interactivo, es muy bueno”, dice, pues el alumno
participa cuando quiera y usa el tiempo necesario para organizar sus ideas. “El resultado son
discusiones más profundas y mayores oportunidades de aprender”. Para otros, el virus llega en medio
de una crisis educativa que podría servir para reducir costos y democratizarla más. Lo cierto es que,
como dice Dans, “la educación cambiará después de este virus y es esencial que las instituciones
aceleren la velocidad de ese cambio”.

5. La vida social

Con el coronavirus la gente cambió, en primer lugar, la manera de saludarse. En lugar de dar la mano,
inventó otras estrategias como tocarse con los codos o hacer una señal con las manos, como en India.
Además, ya quedó establecido que debe haber una distancia de al menos dos metros entre dos
individuos, un reto para pueblos acostumbrados a la cercanía. En China los restaurantes solo permiten
un comensal por mesa o los ubican en cubículos separados por un vidrio. Un estudio de Sheryl
Hamilton, de Carleton University, en Ottawa, argumenta que la sociedad está desarrollando una cultura
de pandemia, una obsesión por la limpieza, la desinfección y la fobia a encontrarse con otros, que
cambió el comportamiento en público. “Vivimos preocupados por las superficies que tocamos, pues
podrían contener el microbio”, dice la experta. Las personalidades contagiadas por el coronavirus El
psicólogo Miguel de Zubiría asegura que las consecuencias psicológicas son y serán críticas. “Elevará los
ya altos índices de soledad y en personas con trastornos depresivos, ansiosos o suicidas los
incrementará porque las interacciones son fuente vital”. La pandemia cambiará también los funerales.
Esto ha sido la prueba más dura porque hoy los entierros se realizan de manera virtual, y los pocos que
pueden asistir deben permanecer varios metros separados, lo cual resulta difícil para los deudos, pues
necesitan más que nunca del contacto de sus allegados.

Nada volverá a ser lo mismo: cómo un virus nos cambió para siempre

Paulina Sepúlveda

No está muy claro cómo será el comportamiento del virus las próximas semanas. Lo que sí se sabe, que
para detenerlo se necesita cambiar radicalmente nuestra forma de vivir, y eso está dado principalmente
por una condición: el aislamiento social. El resultado es un profundo cambio en las rutinas. Nada es (ni
será) como antes. Las noticias de una rara enfermedad que sorprendía a médicos chinos durante enero,
en plena época de vacaciones para Chile, resultaron preocupantes. Sin embargo, la distancia jugó a
favor. Existía una sensación de protección. No era el primer virus. Tampoco, el más peligroso. El nuevo
coronavirus, era menos mortal que otros brotes a gran escala como el síndrome respiratorio agudo
severo (Sars), el síndrome respiratorio del Medio Oriente (Mers) o el temido ébola. Se pensaba, que
igual que los demás se mantendría a miles de kilómetros. Estábamos protegidos. Era una engañosa
percepción. La sorprendente rapidez con que se propaga Covid-19, al poco tiempo mostró un alza
preocupante de países con contagios. No era solo en China. En febrero comenzó su agresivo avance en
Italia. El 20 de febrero un hombre de 38 años ingresó a un hospital en la ciudad de Codogno en
Lombardía. Era el primer paciente con Covid-19. En menos de un mes Italia pasó a tener el mayor
número de casos y muertes fuera de China. A la fecha ya van más de 80 mil casos y 10 mil fallecidos. En
Italia, luego del primer caso registrado en febrero, el avance del virus ha sido muy agresivo. A la fecha ya
van 80.589 casos y 8.215 fallecidos. El escenario cambió el martes 3 de marzo. El anuncio del primer
caso hizo latente la pandemia. En tres semanas hay más de 2.738 contagiados y 12 fallecidos

Impacto familiar

No está claro cómo se comportará el Covid-19 las próximas semanas. Lo que sí se sabe que para
detenerlo se necesita cambiar radicalmente nuestra forma de vivir, principalmente con el aislamiento
social. El resultado es un profundo vuelco en las rutinas. Nada es como antes. ¿Qué cosas cambiarán?
En Italia, se habla que es la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Socialmente se discuten las
razones que llevaron a tal número de muertos. Dos antecedentes son relevantes en el caso italiano de
por qué todo partió en Lombardia, una zona rica, “la alta contaminación atmosférica y la privatización
del sistema de salud”. Los italianos, ya hablan de ‘cambiar’, la sociedad. Y no es solo en Italia. En
EE.UU., con el mayor número de casos (86.012), se vislumbra una crisis social por desempleo. Escenario
que graficó la portada del viernes 27 de marzo uno de los principales medios de ese país, el New York
Time, con la imagen de los subsidios de desempleo en los últimos 20 años y los impresionantes 3,3
millones de la última semana. El virus ha detenido todo. El trabajo ya no es el mismo. Tampoco la vida.
Restaurantes, cafeterías, bares, discotecas, gimnasios, hoteles, teatros, cines, galerías de arte, centros
comerciales, ferias libres, museos, músicos, artistas, el deporte, las aerolíneas, el transporte público,
escuelas, universidades y jardines infantiles, por nombrar algunos, han cerrado y han debido buscar otro
modo de funcionar. ¿Volveremos a la normalidad? Lo más probable es que las cosas no sean iguales.
Sobre todo en los países latinoamericanos “que no habían experimentado situaciones de este tipo, de
estados de emergencia". En Europa hay una cultura de ‘emergencias’. Se remonta a gran parte del siglo
XX, por el fenómeno de la guerra, explica, "hay generaciones que han vivido lo que era el
desabastecimiento, la carestía y estar en situaciones límites”. El evento nos marcará como generación.
Es un antes y un después. “Esto está obligando a cambiar la organización de la vida cotidiana. El hecho
de estar encerrados, la cuarentena, el no poder salir libremente, eso va a generar un efecto en la
población. Es relevante cómo la dinámica familiar se ha visto profundamente afectada con la
cuarentena, primero voluntaria, y desde el viernes 27 de marzo, obligatoria para una proporción
importante de los núcleos familiares. “Para una proporción, no menor, se ha hecho necesario gestionar
la actividad doméstica cotidiana, espacio femenino en los hogares biparentales. El teletrabajo es una
experiencia nueva para muchos. Pensar que en esas condiciones la vida es ‘más fácil’, es una ilusión,
dice el sociólogo. Junto a las tareas domésticas, se agregó la educación de los hijos que están en
escolaridad, "muchas veces en espacios reducidos”.

Una sobrecarga principalmente femenina. Debido a la saturación de sistemas sanitarios y cierre de


escuelas, las tareas de cuidados recaen mayoritariamente en las mujeres, alerta la oficina de ONU
Mujeres para las Américas y el Caribe: “Ellas son quienes, por lo general, tienen la responsabilidad
de atender a familiares enfermos, personas mayores y niñas y niños”.

Una familia trabaja en su comedor. Durante la pandemia, dicen los expertos, se ha hecho necesario
gestionar la actividad doméstica cotidiana, con sobrecarga en especial para las mujeres. El contexto
afectará emocionalmente a las familias. “Algunos núcleos afianzarán sus lazos amorosos y cercanía con
los hijos, perdiendo sí, momentos de intimidad. Otros, en cambio, profundizarán sus conflictos de
pareja; estos serán más intensos por las exigencias nuevas y el hacinamiento mayor o menor en el que
viven la cuarentena. Es predecible que se incremente la violencia intrafamiliar y de pareja. Una vez
pasada la crisis es posible que se constate un incremento de las separaciones de parejas y sus efectos
en los núcleos familiares, “acentuando la tendencia histórica que se consta desde los años 90 en
adelante. Asimismo, es esperable un alza en la tasa de natalidad por sobre la tendencia histórica que ha
prevalecido durante el mismo período. Aumentarán los nacimientos.

Cambios sociales

Replantear cómo organizar la vida y cómo plantear el futuro, serán otros efectos. “Ya no es tan fácil
plantear un proyecto de futuro. La actual contingencia, tal como fue el estallido social, es el anuncio de
una nueva etapa. Las sociedades modernas están experimentando constantemente contingencias y
desafíos. "Van por el lado de mayor cantidad de riesgos, crisis de distinto tipo, no solo crisis políticas,
sino que también crisis relacionadas con el deterioro del ambiente, en este caso con pandemias o con el
aumento de epidemias”. “La epidemia ha permitido que el gobierno retome el control de la agenda
pública; que el parlamento trate y apruebe proyectos que en otro caso llevarían a un debate mucho más
profundo, por ejemplo, el teletrabajo o los dictámenes recientes de la Dirección del Trabajo. Se intenta
además, optar a quienes son disidentes de las políticas gubernamentales e “invisibilizar a los
movimientos sociales que se expresan a través de las redes sociales”. En la medida que ello se logra,
"reaparece con fuerza lo que era la ‘normalidad´ de la política. Actores que estaban ampliamente
cuestionados, según las encuestas de opinión y las expresiones de las movilizaciones, con una bajísima
aceptación recuperan su sitial como si nada hubiese pasado. Hoy el coronavirus pone a la sociedad en
crisis. En un futuro cercano, será la crisis del agua: “Esto nos va a obligar a replantear muchas cosas,
sería bueno que esto también nos lleve a replantear un rediseño de las instituciones, de la normativa y
al mismo tiempo del modelo de desarrollo”.

Transformaciones laborales

Se incrementará la desigualdad en la sociedad. Los efectos económicos en el empleo e ingresos de


trabajadores, asalariados, trabajadores independientes, pequeños comerciantes, micro empresarios, se
expresarán en empobrecimiento y endeudamiento. "Son sectores que no tienen capacidad de ahorro y
para lograr acceso a bienes y servicios superiores a sus ingresos, se han endeudado históricamente. Los
grandes propietarios del patrimonio privado, empresarios, sus ejecutivos, a medianos plazos
recuperaran el valor de sus de sus patrimonios y sociedades, como lo han demostrado las crisis
anteriores”. “Hemos atravesado por un modelo de desarrollo que genera exclusión. Si bien tiene una
serie de logros desde el punto de vista de la producción y reproducción material, “también genera
exclusiones y sensaciones de injusticias”. Lo que se vive, es la reafirmación de la demanda de octubre,
que parecía tan difusa. Ahora la demanda tiene concreción. "Para algunas personas es un privilegio estar
en la casa. Pero para otras puede ser un problema, tanto por razones de convivencia, como también por
razones de otra índole, como por ejemplo, el no contar con la alimentación para los niños que es
otorgada por la Junaeb. Si es no es diferencia o discriminación, entonces ¿qué cosa podríamos entender
por diferenciación social?”. Al terminar la crisis el empleo debiera reactivarse con buenas ofertas de
trabajo, de acuerdo a los aprendizajes y cambios que se realicen en las empresas, tal como ocurre
después de una catástrofe o emergencia. “Si a eso sumamos la práctica del teletrabajo, donde muchas
empresas debieron y se están adaptando rápidamente a este modelo con muy buenos resultados,
también abrirán nuevas oportunidades”. Los cambios más importantes se notarán en la forma y
perfiles a contratar. Serán más flexibles, horizontales y también se eliminarán roles innecesarios. Esta
crisis, con la antesala del estallido social, nos lleva a repensar nuestras formas de vida, el rol del Estado,
el modelo económico, político, social, de comunidad y de género que nos rige, “ambas crisis sociales han
tenido la particularidad de una voz popular que no busca ‘salvarse sola’, sino que exige poner el
bienestar de las personas, la dignidad y la vida por delante. En ese sentido, se comienza a hacer cada vez
más patente la desigualdad e injusticia en materia de tareas domésticas y de cuidados de niños, niñas,
adultos mayores y personas enfermas, en materia económica y de acceso a derechos básicos, la salud
mental, la vivienda, el consumo”. Uno de los grandes aprendizajes, es el valor de la vida en comunidad.
“Las crisis siempre se debate hacia donde se encauzan y la fuerza social, el impulso colectivo parecen
empujar hacia un modelo en comunidad, de corresponsabilidad y derechos en todos los ámbitos de la
vida, entre géneros, entre Estado y sociedad, entre empresas y trabajadores. Eso es una oportunidad
sustantiva para pensar que una nueva sociedad podemos estar gestando”. Esta pandemia nos ha
remecido de miedo y dolor. También trae con el poder reinventarnos y crear un antes y un después
significativo, “en donde hasta estemos orgullosos de que ya no seamos los mismos como humanidad”.
Para ello, “es fundamental ser conscientes de que podemos elegir que nuestra vida no sea la misma
cuando la emergencia termine, y que vale la pena definir cómo la queremos crear, para conservar lo
valioso que nos ha aportado esta nueva forma de hacer y transformar aquello que ya no da para más”.

Propuestas realistas para que la época del coronavirus sea la del cambio

Hans-Jürgen Burchardt
El coronavirus ha desnudado las desigualdades del capitalismo y ha mostrado más claramente el
sufrimiento de los países de América Latina. Esta crisis puede abrir el camino hacia una redefinición del
orden mundial que establezca criterios de justicia, igualdad y transformación social y ecológica. Para
eso, habrá que dar una dura batalla. Las imágenes de los muertos en las calles de la ciudad de
Guayaquil, en Ecuador, o en los abarrotados estadios-hospitales en Brasil, serán recordadas por mucho
tiempo. Pronto se leerá: «El virus fue mortal. Era rápido como un rayo, invisible e imparable.
Particularmente insidioso, pérfido: se alimentaba de los viejos y los débiles». Así, o similares, serán las
narraciones que un día describan la crisis en la época del coronavirus. Se hablará de «época», porque
una cosa está clara: para cuando hayamos enterrado a nuestros muertos y hayamos hecho nuestros
duelos, ya todo habrá cambiado. Es por eso que vale la pena ir pensando, desde ahora, en lo que
estamos viviendo. La política también mata. Desde el decenio de 1980, la política ha avanzado decidida
y convincentemente, sin límites ni sensibilidad. Desde entonces, tanto en América Latina como a escala
internacional, se ha volcado hacia la optimización de las condiciones de los mercados financieros, de las
grandes fortunas y de las empresas. Abrió la puerta a la globalización económica y obstaculizó su
regulación social y ecológica. En todo el mundo se descuidaron las políticas de protección social y se
destruyó el medio ambiente. Con el desarrollo del neoliberalismo, muchos fueron lanzados a la pobreza.
Hoy en día, miles de millones de personas en todo el mundo viven en la miseria. Este ha sido un
escenario particularmente obsceno porque se ha producido, además, bajo la bandera de la prosperidad,
la libertad y la democracia. No solo mata el altamente infeccioso coronavirus. También son letales las
profundas trincheras de la desigualdad social, la miseria material de gran parte de la población y la
completa ausencia o fragmentación de los servicios sociales. Todas estas son cuestiones que la política
ha ignorado, tolerado o, incluso, promovido. Al igual que en Estados Unidos o en Europa, en América
Latina las vidas se pierden no solo por la agresividad de un virus, sino por la fractura social, la sobrecarga
laboral y la ausencia de financiación de los servicios de cuidado y de salud. En América Latina –como en
la mayoría de las demás regiones del Sur global–, el distanciamiento social es una terapia de lujo que
solo una minoría puede permitirse. Más de la mitad de la población económicamente activa de la región
trabaja en la economía informal. La subsistencia de familias enteras depende de su desempeño en calles
y mercados. Por lo tanto, la cuarentena y la interrupción del trabajo significan hambre, inanición o
incluso la muerte. Esto alimenta la escalada social, la violencia y los conflictos políticos. Además, el virus
no distingue fronteras ni estratos sociales. Las clases medias y altas también sufren recortes y sienten,
por primera vez, lo dependientes que son sus privilegios de sus mal pagados empleados. Por eso la
cuarentena no puede ser la única respuesta para el contexto latinoamericano. La crisis del coronavirus,
que pone en cuarentena a un tercio de la población mundial, está llevando a muchas familias a los
límites de su resiliencia. La cuarentena, sin embargo, también abre espacios para pensar en nuestro
mundo después del coronavirus. Seguimos sin estar preparados. Nos encontramos inseguros y
asustados. Pero quizás podamos, al menos, ganar algo nuevo durante la desaceleración forzada, sobre
todo desde los lugares donde no hay una lucha diaria por la supervivencia: una reflexión sobre el futuro.

Fortalecer la democracia. En la actualidad, muchos países se encuentran en circunstancias


excepcionales y requieren medidas de ese mismo tipo. Los Estados del mundo parecen estar
respondiendo al llamado del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, y están
declarando la «guerra al coronavirus». Sin embargo, muchas medidas, como las operaciones militares,
los toques de queda y las prohibiciones de reunión, traen consigo recuerdos desagradables de tiempos
que creíamos que habían pasado. Los Estados de América Latina saben muy bien cómo se manejan las
guerras, especialmente las domésticas. La «coronacrisis» legitima la concentración del poder en el
Ejecutivo y vuelve seductoras las medidas autoritarias y represivas. ¿Cuánto se socava la democracia en
esta lucha contra el coronavirus? Una acción decisiva es tan indispensable como mantener la máxima
transparencia en la información sobre las medidas y su aplicación. Los derechos democráticos no deben
ser restringidos en tiempos de crisis. Se debe prestar especial atención a la participación social y política
y a las minorías.

Desmantelando la carrera armamentista. La lucha contra el virus como «enemigo invisible» ha estado,
con demasiada frecuencia, plagada de metáforas bélicas por parte de los gobernantes de Estados
Unidos, Europa, China e incluso por los líderes de América Latina. Pero el coronavirus no conoce
fronteras nacionales y no puede ser derribado con disparos. Quien quiera derrotarlo debe ajustar sus
estrategias: un primer paso sería la suspensión inmediata de todas las acciones bélicas, seguida del cese
de todas las acciones militares amenazantes, como las de Estados Unidos hacia Venezuela. Otra medida
debería reorientar de forma inmediata los fondos de los gastos militares hacia la financiación de la salud
pública mundial. Actualmente, los gastos para armamentos ascienden a 1,8 billones de dólares. Con
fondos de esta magnitud no solo se logrará combatir el coronavirus, sino también establecer una
atención médica básica en muchos países del Sur global. Esta propuesta tiene implicancias concretas
para América Latina, en tanto el gasto militar de la región en 2018 aumentó en 3% en comparación con
el año anterior. Con un gasto de alrededor de 1,5% del PIB, Brasil es actualmente el país que más está
invirtiendo en armamento. Quien decide sobre los armamentos es exclusivamente el Estado. Europa y la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) deberían ser los abanderados y frenar la actual
carrera armamentista.

Reforzar la cooperación global. La pandemia transfronteriza exige una respuesta mundial coordinada. El
aterrorizante número de muertos en Estados Unidos da un nuevo y brutal significado al postulado de
«América primero». Nos recuerda que los esfuerzos nacionales aislados no han podido prevenir ni evitar
la propagación del virus. Por el contrario, estas posturas están exacerbando sus consecuencias. Una
respuesta internacional concertada habría frenado y contenido la difusión del virus. Pero la cooperación
multilateral ha perdido influencia en estos últimos años. La pandemia es, por lo tanto, una advertencia
para fortalecer y ampliar nuevamente el multilateralismo. En la lucha contra la pandemia, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) ha demostrado –a pesar de todas las criticas recientes– la
eficacia de la cooperación multilateral. El Fondo Monetario Internacional (FMI), en cambio, hace alarde
de su desprecio por la humanidad cuando se niega a ayudar a un país como Venezuela, que ha sido
asolado por una catástrofe social. Las lecciones son simples: más recursos y más democratización para la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y para las organizaciones regionales e internacionales,
suspensión inmediata de todas las sanciones contra países como Irán, Cuba o Venezuela por motivos
humanitarios. Se necesita rápidamente condonar la deuda de los países vulnerables, a través del FMI y
el Club de París. También con este fin resulta necesario el establecimiento de un amplio fondo de ayuda
internacional para el Sur global. La propuesta de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y
Desarrollo de un Plan Marshall global de 2,5 billones de dólares es un paso en la dirección correcta.
Todo sistema sanitario débil crea residuos locales para el virus, a través de los cuales nuevas olas
pandémicas se propagarán globalmente a mediano plazo.

Transformar la arquitectura financiera mundial. En la última crisis financiera, los responsables (los
grandes bancos y otros actores globales) solo fueron rescatados gracias a una drástica intervención
estatal. Esta experiencia no ha frenado a estos sectores en su insaciable búsqueda de ganancias: el
número de multimillonarios en todo el mundo casi se ha duplicado desde 2008. Incluso ahora se ha
intentado sacar provecho de la crisis del coronavirus, como lo ha demostrado la especulación contra el
euro. Los instrumentos económicos solo pueden, en escasa medida, alinear los mercados financieros
con la financiación de los servicios públicos o con las inversiones ecológicas. Por lo tanto, debemos
erradicar las ideas neoliberales de austeridad e implementar préstamos públicos masivos, que deben ser
garantizados internacionalmente por el FMI y los bancos regionales como el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID). Al mismo tiempo, necesitamos una regulación democrática de los mercados financieros
mediante controles más estrictos de los créditos y las transferencias de capital. Las ganancias de los
activos y del capital deben ser gravadas más fuertemente. Según Oxfam, alrededor de 2.150
multimillonarios tienen ahora más riquezas que 60% de la población mundial. Es hora de asumir la
responsabilidad de estos superricos y aumentar sus tasas tributarias. Desde el punto de vista técnico, su
implementación no es tan difícil. De hecho, cada país de América Latina puede hacerlo por sí mismo. Lo
relevante de la cooperación internacional es que puede drenar a los paraísos fiscales y evitar la fuga de
capitales. El debilitamiento de la Bolsa de Valores de Londres está abriendo excelentes oportunidades
en esta dirección.
Configurar la economía con criterios sociales y ecológicos. Hoy en día, es en Estados Unidos y Europa
donde se están elaborando los mayores paquetes de apoyo económico después de la Segunda Guerra
Mundial. También en algunos países latinoamericanos como México se pretende contener los efectos
económicos de la crisis mediante programas de ayuda gubernamentales. Este apoyo es esencial para
amortiguar los efectos de la crisis. El tiempo del coronavirus debe convertirse en el tiempo de un nuevo
New Deal mundial, que no solo incluya a todos, sino que comprometa a todos (incluidas las empresas y
los ricos) y en el que el Estado democrático no solo despeje el camino, sino que marque el ritmo y
establezca los objetivos. Es sorprendente lo poco imaginativos que han sido hasta ahora los programas
de muchos gobiernos. Sus enfoques principales han sido la estabilización y el mantenimiento sistémico.
Pero especialmente ahora hay oportunidades extraordinarias para comprometer más fuertemente toda
la economía con formas de producción ecológicamente compatibles, para reducir el transporte privado
en favor de la movilidad pública, para ampliar las fuentes de energía sostenible, etc. También hay que
velar por que se preste un apoyo especial a la economía local, a las pequeñas y medianas empresas y a
las economías regionales y por qué se acorten las cadenas de suministro y producción, en particular en
lo que respecta a los criterios de sostenibilidad. Este es el momento en que América Latina puede
realinear su matriz productiva, reflexionar sobre el potencial del mercado interno y reducir la
dependencia de las exportaciones de materias primas, las remesas y el turismo. Sin renunciar
drásticamente al comercio mundial, que a través de una ponderada e inteligente regulación puede
generar efectos de bienestar para todos, los gobiernos deberían considerar hasta qué punto una re-
regionalización de ciertas relaciones económicas no solo sería buena para el clima. La noticia de que
ciertos países alcanzarán inesperadamente sus objetivos climáticos debido a la «coronacrisis» solo
parece cínica a primera vista. Lo que hay que proyectar ahora es un cambio social que sea tanto
ecológico como socialmente decente, como sugieren los enfoques de la llamada «transición justa».

El bien común como primer mandamiento. Si no es solo el coronavirus lo que mata, sino también el
descuido de nuestros bienes comunes, debemos finalmente dedicar suficientes recursos a nuestros
servicios públicos. Aquí, las actividades reproductivas del cuidado deben ser revalorizadas. 18 millones
de personas en América Latina (7% de la fuerza de trabajo) se desempeñan en el servicio doméstico.
Más de 90% de ellas son mujeres y casi 80% están empleadas sin contrato de trabajo, sin seguridad
social y con salarios bajos. Los indígenas y los negros están sobrerrepresentados en este grupo. Solo la
crisis del coronavirus les ha atribuido a estas actividades la importancia que siempre han tenido para
todos nosotros: son «sistémicamente relevantes». La OMS estima que habría que cubrir alrededor de
seis millones de puestos de trabajo a escala mundial en el sector del cuidado para poder cumplir la meta
para 2030 de garantizar el objetivo 3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) vinculado a la salud
y el bienestar. Grandes zonas de América Latina, también experimentan el grave impacto de esta
escasez.

La deuda de los sistemas de salud. Lo más imperioso en esta coyuntura es poner aceleradamente los
fracturados y disfuncionales sistemas de salud en condiciones de poder hacer frente a la avalancha de
enfermos de Covid-19. Sin embargo, para el escenario latinoamericano, esto sería una tarea titánica,
pues apenas hay servicios públicos eficientes. Esto claramente demuestra otras de las limitaciones de
los gobiernos progresistas de América Latina de los dos últimos decenios. Aun cuando han sacado a
muchas personas de la pobreza, no han utilizado los enormes ingresos del boom de las materias primas
para construir sistemas de salud pública robustos y consolidar las garantías de derechos sociales. La
situación actual de Venezuela es particularmente trágica a este respecto, pero los países con sistemas
de atención de salud de amplia cobertura, como Cuba y Uruguay, también están siendo sometidos a una
enorme prueba de estrés debido al alto nivel de envejecimiento de sus sociedades.

Seguridad social. En los países con una atención sanitaria deficiente y una elevada proporción de
economía informal, solo quedaría la alternativa de una ayuda inmediata y directa para la seguridad
básica de la población pobre. La experiencia de los gobiernos progresistas que implementaron políticas
de transferencias de ingresos (como el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff) ha
demostrado que esas medidas pueden ser muy eficaces y tienen bajos costos (en promedio, menos de
1% del PIB nacional). La creatividad para trazar estrategias de garantías de seguridad básica ha quedado
demostrada por el presidente de El Salvador, quien no solo ordenó una cuarentena de un mes en un
plan de emergencia, sino que al mismo tiempo decretó una amplia equiparación de cargas (como la
suspensión de pagos de alquileres, préstamos, electricidad, etc.), lo que garantiza una red de protección
básica para los más pobres. También el gobierno argentino sostiene una amplia política social de
emergencia, Esta política contrasta con la adoptada por Chile, que implementó un paquete económico
que supuso un notable 4,7% del PIB, pero que ofrece pocas medidas para los vulnerables. En aquellos
países donde no se han implementado estrategias de seguridad básica adecuadas –o donde no ha
existido la voluntad política–, los resultados pueden no ser los más deseados. El costo de la sangre será
imperdonablemente alto, como muestran las dramáticas imágenes de Guayaquil. Después de la crisis
del coronavirus, el objetivo debe ser construir una estructura pública lo más universal posible, mediante
una inversión masiva en infraestructura de salud, cuidado, educación, protección social, servicios
básicos, transporte y fortalecimiento de las zonas rurales. Esto solo puede lograrse a través del espíritu
colectivo. Aquí es donde las elites económicas de América Latina tienen un primer deber. En algunos
países, su concentración de riqueza corresponde a 60% del PIB nacional. Apenas se pagan impuestos por
estas enormes fortunas. En la región, los ingresos estatales en concepto de impuesto al patrimonio
corresponden a menos de 2% del PIB. En comparación, en la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) se sitúan en torno de 8%. Los gobiernos progresistas de los dos últimos
decenios no han logrado establecer un sistema fiscal justo en ninguno de los países de la región. El
tiempo del coronavirus es un momento para tomar decisiones aquí y ahora. La pandemia ha privado a
las elites de su exit option más importante: pueden todavía enviar su dinero a Estados Unidos, pero no
pueden acompañarlo. Este es un buen momento para ganarse al 10% más rico de la región, para lograr
un equilibrio en la carga pública, algo de lo que ellos también pueden beneficiarse. Los virus como el del
Covid-19 no pueden ser detenidos por los seguros privados o los muros de las comunidades cerradas. Lo
que necesitamos en el futuro es un buen cuidado para todos y con todos. Pero no nos engañemos:
¡después de la crisis, será el antes de la crisis! Las ondas de choque con las que el coronavirus hace
explotar esta América Latina fracturada no garantizan ningún cambio. Las crisis son procesos en los que
las constelaciones sociales, económicas, culturales y políticas se sacuden, se rompen y se crean nuevas
constelaciones. Pero las existentes pueden fortalecerse de la misma manera. Todos estamos pagando
las facturas de la crisis. ¿Todos? Si después de la crisis volvemos a caer en los viejos patrones, los
mercados financieros y los bancos pronto volverán a dominar y las políticas de austeridad se harán
presentes y conducirán a recortes sociales que se cobrarán la vida de más personas de las que ya se ha
llevado el Covid-19. Nuestros servicios sociales se agotarán aún más y ofrecerán cada vez menos
protección. Si la próxima pandemia –o el cambio climático, que tampoco conoce fronteras– llega y ataca
a estos últimos restos de la humanidad, es poco probable que nuestros hijos se salven una vez más.
Todos decidimos hoy qué historia hay que contar. La época del coronavirus debe ser la del cambio.

Miedo y psicosis: cómo el coronavirus cambió la vida cotidiana en el mundo

Funcionarios de salud de preparan para trasladar infectados con coronavirus en un hospital de la ciudad
china de Wuhan. El nuevo coronavirus originado en China a fines del año pasado no detiene su avance y
alarma a todo el mundo. Con contagios en más de 60 países, el Covid-19 dejó 3162 muertos y más de
92.800 infectados, la mayoría en el país asiático. La imparable expansión de la epidemia generó psicosis
y miedo, y cambió hábitos en muchos países de todos los continentes.

ITALIA
Un turista con barbijo, ante la emblemática Fontana di Trevi, en Roma. Desolada, fantasmagórica, irreal.
Así luce Roma en estos días del avance del coronavirus. Aunque la emergencia -que causó hasta ahora más de
2500 contagios y 79 muertos en Italia, según los últimos datos de Protección Civil-, afecta principalmente al norte
del país, también está haciendo estragos en la capital, a más de 500 kilómetros de las dos zonas rojas creadas en
las regiones del Lombardia y Véneto. Con solo dar una vuelta, es evidente que el Covid-19 cambió por completo
la fisonomía de Roma, donde repentinamente no solo han desaparecido los ejércitos de turistas que suelen
invadirla -truene, llueva o el termómetro marque 30 grados-, sino también los romanos. "Es un desastre, parece
que de repente la ciudad hubiera sido puesta bajo estado de sitio", dice a LA NACIÓN Gianni, empleado de una
pizzeria a una cuadra de Piazza Navona que no duda en afirmar que lo que hay en Roma es una "cuarentena
psicológica". En la piazza Navona, al igual que la de Campo dei Fiori, la de España o la del Popolo, al mediodía no
hay nadie sentado en las mesitas de bares que suelen rebosar de gente. En la Fontana de Trevi, donde
normalmente hay que esperar varios minutos para poder tirar la monedita y sacarse una selfie, solo hay cuatro
gatos. Lo más impactante es ir hasta el Coliseo, el monumento más emblemático, y ver que no hay fila para
entrar.

FRANCIA

El Museo del Louvre, cerrado a raíz de la epidemia. Confirmados 212 casos ayer, es decir 21 más que el
día anterior, y cuatro muertos: aunque todavía sigue siendo menos letal que la gripe, la epidemia de
coronavirus provocó en Francia una auténtica psicosis, a pesar del esfuerzo de autoridades y
especialistas para tranquilizar a la población. Un centenar de personas siguen hospitalizadas, la mayoría
aislada a fin de no contaminar al resto de la población, mientras una decena de pacientes está en
servicio de reanimación o terapia intensiva, indicó el ministro del Interior, Olivier Véran. Desde el
viernes, el país se encuentra en el nivel 2 de alerta sanitaria, decretado cuando un virus afecta a grupos
de personas (clusters), como se produjo en el norte de Italia y ya comenzó a registrarse en este país
desde el jueves pasado. "Es necesario entonces aislar esos casos y tomar decisiones fuertes, para
retardar o evitar la propagación", explicó Veran. Una de esas decisiones fue la prohibición de reuniones
públicas de más de 5000 personas y la anulación -cada vez que sea posible- de eventos deportivos o
culturales. Por su parte, el presidente Emmanuel Macron prohibió ayer totalmente la exportación de
máscaras quirúrgicas y dio orden de recurrir a las reservas estratégicas de esas máscaras que se habían
creado para la epidemia de la gripe H1N1. Unos 15 millones de unidades llegaron ayer a las farmacias
para el personal médico y paramédico. Otros 15 millones destinados al público en general serán
distribuidos la semana próxima, con instrucciones de utilizarlas únicamente en caso necesario. También
se amplió el número de unidades hospitalarias especializadas, que ahora llega a 108 en todo el país.

CHINA

Calles desiertas en la ciudad china de Wuhan, epicentro del brote. El país donde se desató la epidemia
del Covid-19 a mediados de diciembre, y que tiene de lejos el mayor número de casos y de muertes, fue
también el primero en padecer un drástico cambio en su vida cotidiana. La ciudad de Wuhan,
epicentro del brote, fue sometida a una rigurosa cuarentena que luego se amplió al resto de la provincia
de Hubei y a otras regiones cercanas y que afecta desde entonces a más de 60 millones de personas. El
resto del país debió adaptarse a la nueva realidad. Se cancelaron eventos y festividades públicas y se
impusieron restricciones de diversa severidad a la circulación, que hicieron ver incluso a la milenaria y
populosa Pekín como una ciudad fantasma. Las aerolíneas extranjeras dejaron de operar a China y las
multinacionales suspendieron o limitaron sus actividades, entre otras medidas que afectaron la
economía de la segunda potencia mundial. Varias empresas locales reconvirtieron su producción y
pasaron a fabricar millones de barbijos y otros elementos vitales para la seguridad sanitaria.
ESTADOS UNIDOS

Funcionarios del condado de King, en Seattle, inspeccionan los 18 módulos de aislamiento para
pacientes con coronavirus. La alarma por el coronavirus crece hora tras hora también en Estados
Unidos, donde el número de muertos subió a nueve, con al menos 118 casos registrados en todo el país,
de los cuales 48 son norteamericanos que volvieron del exterior. Los estados afectados son 14, pero las
muertes ocurrieron todas en el estado de Washington (noroeste), donde se formó el primer foco en
territorio estadounidense y donde hay 18 personas que resultaron positivas al test y son vigiladas bajo
estricto control. La mayor parte de los casos está ligado a un hogar para ancianos de Kirkland, una
localidad cercana a Seattle. Y justamente la costa oeste es la más afectada en Estados Unidos, con otros
20 pacientes en aislamiento en California, que tiene muchísimos vuelos directos hacia China desde Los
Ángeles, San Francisco y Seattle, ahora en gran parte suspendidos. La inquietud por el brote también
crece en Nueva York, donde fue localizado un segundo caso de infección de coronavirus que concierne a
un hombre de 50 años que trabaja en Manhattan y que recientemente se trasladó a Miami, donde, a su
vez, se registraron por lo menos dos casos. A medida que el virus se expande, se refuerza la polémica
acerca de la respuesta dada a la emergencia por el gobierno de Donald Trump, que solo en los últimos
días constituyó una "task force" encabezada por el vicepresidente Mike Pence. La Casa Blanca es
acusada de haber minimizado el peligro y de no haber puesto oportunamente en el terreno una
coordinación de las acciones a emprender en todo el país.

BRASIL

Un maniquí con la camiseta de Brasil recuerda el uso del barbijo en el aeropuerto de Guarulhos, en Río
de Janeiro. La explosión de casos sospechosos de haber contraído el nuevo coronavirus en los últimos
días -488 personas hasta el martes- no alteró la hoja de ruta de las autoridades brasileñas, que
continúan bajando un mensaje de tranquilidad. Con dos casos confirmados de contagio, ambos en San
Pablo e importados desde norte de Italia, el ministerio de Salud refuerza que por el momento no hay
ningún indicio de que el virus esté circulando en el país. En zonas "calientes" como aeropuertos y
fronteras, se fortalecieron las medidas preventivas y todos los empleados de esos lugares fueron
orientados a principios de mes a utilizar guantes y barbijos. El gobierno concentra sus esfuerzos en una
campaña informativa para prevenir contagios y también decidió anticipar la campaña de vacunación
contra la gripe, para evitar que síntomas parecidos a los del Covid-19 puedan sobrecargar el sistema de
salud. La llegada del virus a Brasil, primer país de América Latina en confirmar un caso, convirtió a la
enfermedad en tema de conversación cotidiana de los brasileños. Algunas farmacias han alentado a la
población a comprar remedios preventivamente, antes de que puedan incrementar de precio ante una
eventual proliferación de casos, y muchas tiendas que no ofrecían alcohol en gel comenzaron a
colocarlo sobre el mostrador. En las calles por el momento rige la calma.

CHILE

Medidas de prevención en el aeropuerto de Santiago de Chile. Unos 600 casos sospechosos bajo
observación; 240 descartados por resfríos comunes y varias falsas alarmas. Pese a que en Chile la
llegada del coronavirus se consideraba como una cuestión inminente, apenas se confirmó ayer el primer
caso de Covid-19 -el de un médico de 33 años que viajó un mes por el Sudeste Asiático- la sociedad
reaccionó con relativo nerviosismo. Inmediatamente, en varias farmacias del sector del centro de
Santiago y la comuna de Providencia se agotaron los barbijos y de las estanterías desaparecieron
desinfectantes a base de alcohol. Y si bien el viernes pasado el Ministerio de Salud decretó la alerta
sanitaria nacional y realizó un llamado para "evitar una psicosis", el bombardeo mediático y la reacción
en las redes sociales tampoco colaboraron a mantener un clima de tranquilidad. Tras el anuncio de las
autoridades, la televisión chilena transmitió de forma ininterrumpida y durante largas horas las
novedades de la llegada del virus al país, con un desfile de diversos médicos e infectólogos entregando
recomendaciones para evitar el contagio del virus.

VENEZUELA

Un empleado de migraciones de Venezuela controla la documentación en la frontera con Colombia.


Nicolás Maduro no solo ha nombrado una Comisión Presidencial para prepararse contra el coronavirus,
sino que incluso inventó una nueva forma de saludo para evitar estrechar las manos: el "caderú"
(caderazo). El "presidente pueblo" acusó al "Imperio del Norte" (por Estados Unidos) de crear esta
"arma de guerra biológica" para atacar a China y a los pueblos del mundo. Más allá de la propaganda, las
condiciones del país petrolero son las peores posibles. "Vamos a tener el coronavirus en Venezuela,
pase lo que pase", advirtió el infectólogo Julio Castro, uno de los más prestigiosos del país. Una
afirmación que solo escucharla da escalofríos en un país donde ni los médicos disponen de guantes y
mascarillas en los hospitales. Donde el gobierno esconde los boletines epidemiológicos y donde los
reactivos solo aparecen por temporadas. Hasta el agua falla en el 30% de los centros médicos. Las
condiciones de Venezuela desataron el miedo en su país vecino, Colombia, con quien comparte más de
2000 kilómetros de frontera, por las que todos los días circulan miles y miles de personas, entre ellas
3000 emigrantes con nuevos destinos. El rumor que se extendió durante la semana pasada en las
ciudades de frontera provocó que en unas pocas horas se agotaran todas las existencias de mascarillas
en las cientos de farmacias, que abastecen a ambos países. También desaparecieron los geles
antibacteriales y no solo en la frontera, ya que el acaparamiento se extendió como una nube por todo el
país. Los frascos de gel aparecen hoy sobre escritorios y en miles de bolsos.

ECUADOR

Controles de temperatura en Tulcán, Ecuador Fuente: Reuters

Las autoridades sanitarias de Ecuador confirmaron siete casos del nuevo coronavirus. El último está
relacionado además con el primer caso, el de la mujer de 70 años que vivía en Torrejón (Madrid) y viajó
de la capital española hasta Guayaquil. Ahora permanece en una unidad de cuidados intensivos. Este
caso, sumado a que es el país con más casos en América Latina, desató cierta paranoia en la sociedad
andina, pese a los llamados a la calma del gobierno. En Guayaquil el uso de barbijos se expandió, así
como su compra masiva en Quito, donde se han agotado además de alcohol, cloro y desinfectantes. El
gobierno espera que las farmacias y supermercados vuelvan a estar abastecidos desde este
miércoles. Las cajas de barbijos se han llegado a cotizar a 50 dólares. El gobierno dio marcha atrás a la
orden de suspensión de eventos públicos y de realizar los partidos a puertas cerradas. Ahora le toca a las
autoridades locales decidir sobre cada uno, aunque el esperado concierto de Alejandro Sanz en Quito
está confirmado. Uno de los efectos colaterales más extravagantes es el derrumbe de ventas en las
"chifas" (restaurantes chinos) , tanto en la costa como en el interior del país.
COLOMBIA

Los trabajadores sanitarios colombianos se protegen con barbijos en la frontera con Venezuela Fuente:
AFP

El gobierno de Bogotá decidió elevar el nivel de riesgo de moderado a alto, precisamente cuando un


nuevo ministro, Fernando Ruiz, se incorpora a Salud y Protección Social, la cartera más exigente del
momento. Precisamente el Ministerio negó que estén obligando a los viajeros a firmar una declaración
juramentada de no sufrir el nuevo coronavirus. Pese a no haberse todavía declarado el primer caso de
contagio en el país, en las últimas horas sí ha conocido que el ciclista Fernando Gaviria habría contraído
Covid-19 durante la cuarentena con su equipo en los Emiratos Árabes Unidos. Varios casos ya se
descartaron en el interior del país, el último en Cali.

https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/miedo-psicosis-como-coronavirus-cambio-vida-cotidiana-
nid2339609

https://www.lanacion.com.ar/tema/coronavirus--el-mes-que-nos-cambio-la-vida-tid67779

¿Por qué no lo vimos venir? La cadena de errores que nos cambió la vida para siempre

¿Pudimos evitar la pandemia? Hablamos con científicos, políticos, gestores sanitarios y expertos
internacionales sobre qué hicimos mal. En China, en España y en el resto del mundo

Día 30 de enero. La mujer de Carlos Martín, un gestor de empresas residente en Shanghái, lleva una
semana diciendo que se quiere marchar a España. "Ella, que es china, veía la cosa muy mal aquí.
Acababan de cerrar toda la provincia de Hubei y los chinos estaban realmente tensos". Carlos se lo
piensa. "Ese día leo en el periódico que el embajador español sigue de vacaciones, luego me llama un
amigo y me dice que acaba de aterrizar en Barajas. Me cuenta que le han hecho controles de
temperatura al salir de China, que nadie se quitó la mascarilla en 13 horas de vuelo pero que al llegar a
España… ni cuarentena, ni controles, ni protección… Nada. Cada uno por su lado. Nada más colgar, le
mandé un mensaje a una persona de la embajada diciéndole que tenían que hacer algo, que tenían que
tomar nota… Me di cuenta de que no se lo tomaban en serio".

Seguimos en el 30 de enero. Las autoridades italianas confirman dos casos de coronavirus, dos turistas
chinos a quienes encuentran en estado grave en un hotel de Via Nazionale, en el corazón de Roma. Lo
anuncia el propio primer ministro, Giuseppe Conte, en rueda de prensa. Pero nadie se lo toma
demasiado en serio. Simone Aleandri, director de cine romano, intercambia chistes por WhatsApp con
sus amigos al respecto. Le llega por varios grupos un vídeo en el que se ve cómo se llevan a los dos
turistas chinos en una ambulancia. "Eccola là... lo sapevo... siamo fatti", se escucha con la tradicional
socarronería romana. "No tenía ninguna gracia pero hacíamos bromas. Lo veíamos todo muy lejano. Me
acuerdo que estaba montando un documental en mi estudio y me iban llegando memes sin parar. Luego
salían científicos y virólogos por la tele diciendo que no había que alarmarse. No hacía falta. En mi
entorno nadie lo estaba".

Seguimos sin salir del 30 de enero. La Unión Europea convoca una reunión urgente del Comité de
Seguridad Sanitaria para analizar la decisión de la OMS, que acaba de declarar el coronavirus una
"emergencia de salud pública internacional". La mañana siguiente, día 31, los países que acuden no se
muestran muy preocupados, le quitan hierro y aseguran que no es necesario tomar "contramedidas
médicas" de prevención. Los técnicos de Bruselas interrogan a los participantes sobre si disponen de
suficientes equipos de protección individual (EPI). Solo cuatro gobiernos admiten problemas en caso de
emergencia. España no está entre ellos. Al día siguiente, el uno de febrero, el paciente cero
italiano, Mattia Y. M., se infecta cenando con un amigo procedente de China. Las autoridades italianas
sitúan ahí el inicio de la epidemia de Lombardía y Véneto.

En los días sucesivos, la preocupación de Carlos, en Shanghái, no para de aumentar. "Veo que en España
dicen que no hacen falta mascarillas y no me lo puedo creer. Leo lo que ocurre en Italia y no me lo
puedo creer. Veo que sale un tal Simón en la tele diciendo que no pasa nada cuando aquí los chinos
están haciendo de todo lo posible para controlarlo, poniendo en riesgo su economía entera que tanto
les ha costado levantar. Veo al personal sanitario en España atendiendo sin una mascarilla quirúrgica
siquiera cuando aquí en Shaghái, que no hay apenas casos, los médicos, militares, policías, etcétera, van
totalmente protegidos, con gafas, con máscaras de cara entera, con trajes…".

En Roma, Simone empieza a inquietarse pero sigue pensando que el virus está aún muy lejos. "Ya estaba
el problema de Codogno y de Vò, pero en Roma la vida seguía como siempre. En toda una semana, vi
una sola mascarilla por la calle. No había angustia. Recuerdo salir a comprar libros de segunda mano con
un amigo, tomar un vino, hablar con gente… Una tarde evité una cafetería donde hay muchos
estudiantes para no estar rodeado de tanta gente y esos días me empecé a lavar algo más las manos…
Pero eso es todo lo que hice. Salía en la tele Zingaretti (presidente del Partido Democrático Italiano)
promocionando el 'aperitivo antipánico' en Milán para demostrar que no pasaba nada. Salió
contagiado, por cierto".

La última tarde que Simone cogió la moto, había muy poco tráfico en el Lungotevere. "Cuando llegué al
estudio de grabación me di dos besos con el técnico, como siempre, pero nos quedamos un momento
mirándonos con la duda. Ahí ya la atmósfera empezaba a ser más tensa. Me acuerdo que mi mujer
quería ir a Bérgamo a ver a una amiga suya que es médico y le dije que mejor lo dejase para más
adelante, por si acaso". Dos días después estaba con una mascarilla, haciendo cola frente a una máquina
de tabaco, a dos metros de distancia del siguiente. "Muchos políticos seguían diciendo que era una
barbaridad cerrar el país, que no había motivos. Y alrededor de esos días es cuando empecé a ver que
en España y en el resto de países estaba pasando lo mismo. Llamé a un amigo de Madrid para advertirle.
He pensado mucho en ello: por algún motivo psicológico, hasta que no lo tienes encima no te das
cuenta. ¿Cómo es posible que haya sucedido lo mismo una y otra vez en todos los países?".

¿Por qué no lo vimos venir? ¿Qué falló? ¿Cómo es posible que de Milán a Nueva York pasando por
Madrid o París hayamos cometido uno por uno los mismos errores? Preguntamos a epidemiólogos,
médicos, políticos y expertos de varios países. Con una lupa más grande para el caso español, claro.
¿Conclusiones? Cuanto más se pone el foco en un país, más se ven las negligencias de las autoridades.
Pero si se abre el foco a lo global, el asunto se complica. ¿Se puede frenar una pandemia de origen
desconocido sin matar moscas a cañonazos los primeros días? Este es el relato de una historia con
muchos errores y pocas soluciones sencillas. Contada en formato de historia oral.

Primer error: la chispa prende la pradera

 Mónica Müller, médica argentina, autora del ensayo 'Pandemia: virus y miedo': Taiwán advirtió
tempranamente al gobierno chino sobre los primeros casos de neumonía atípica provocada por el
nuevo coronavirus. Dicen ahora que esa alarma fue silenciada. Si eso es cierto, claramente ese fue
el primer gravísimo error. Si se hubieran controlado y aislado esos primeros casos, seguramente
hubiera ocurrido lo que pasó con los brotes de SARS y de MERS, que se abortaron rápidamente y
no se diseminaron sobre el resto del mundo. Luego, en muchos países se demoró la decisión de
cerrar las fronteras y de cancelar los vuelos, lo que permitió una rápida expansión de la
enfermedad.

 Laura Spinney, periodista británica, autora de 'El jinete pálido. 1918: la epidemia que cambió el
mundo': Creo que nadie pensó entonces [cuando el virus brotó en China] que esto acabaría
convirtiéndose en una pandemia. Claramente muchos países tardaron demasiado en actuar, incluso
después de que quedara claro que tenía el potencial de globalizarse. Pero en un mundo en
creciente aislamiento, la OMS no tiene los recursos suficientes para coordinar una respuesta global
efectiva.

 Estanislao Nistal Villán, virólogo y profesor de microbiología del CEU: Hablamos mucho de que los
estados nación están en crisis y deberían reforzarse, pero a la hora de la verdad… la OMS no ha
tenido la suficiente capacidad o liderazgo para liderar la situación. Al final, el estado/nación sigue
siendo el referente, garante y último responsable en caso de catástrofe, con sus claroscuros. La
propia OMS está muy condicionada por los gobiernos de los estados poderosos Con una respuesta
global habría sido mucho más fácil pararlo. Una organización supranacional sanitaria independiente
debe de hacer algo más que advertir de que hay un problema con precaución para no ofender a
nadie.

Segundo error: incapaces de colaborar

 José María Lasalle, ensayista y político: Ha fallado la cooperación. Somos víctimas de una pandemia
global que carece de una gobernanza también global. El caso europeo es paradigmático. Tenemos
un Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades que supervisa el Sistema de Alerta y
Respuesta Rápidas, y la Unión Europea no es competente en materia de salud, a pesar de que la
libre circulación de personas ha hecho posible que en plena irrupción de la enfermedad existieran
250 vuelos diarios entre Italia y España.

 Miguel Sebastián, economista, profesor y exministro de Industria: Se reaccionó tarde porque la


'medicina' era el confinamiento, y los gobiernos se resistieron a aplicarla. Tampoco ayudó la
minimización de la crisis de la OMS y algunos científicos. La OMS tendrá que explicar esto, además
del cachondeo de las mascarillas, el ahora no hay que ponerlas, ahora sí hay que ponerlas.

 Mónica Müller: Esta pandemia había sido anticipada con claridad pero parecía que nadie
escuchaba. La OMS venía alertando desde hacía varios años obre la aparición inminente de un
nuevo virus capaz de infectar a grandes sectores de población en todo el mundo.

 José María Lasalle: Se minusvaloró porque no hay un soporte de evidencias y certezas que permita
de antemano tomar decisiones ajustadas a la gravedad de la situación real. Las certezas que
tenemos hoy no son las que teníamos hace un mes o hace tres meses. Basta ver las cifras que
ofrece China y las que damos en Europa o EEUU para comprender que no se nos previno
adecuadamente de lo que podía suceder.

Tercer error: Occidente, sin experiencia

 Miguel Sebastián: Si China, un país con 1400 millones de personas, confina a toda la población por
2000 casos en una ciudad, tenía que ser algo gordo necesariamente. ¿Qué hicimos en España
cuando China construyó un hospital en diez días? Chistes sobre encargar a los chinos las obras de la
'Sagrada Familia'.

 Estanislao Nistal Villán: Es lógico que Asia reaccionase mejor. Habían sufrido antes varios brotes
pandémicos. El SARS 2003, el H5N1, la gripe aviar, la gripe del 2009… En China, Singapur y Japón se
vivieron de manera muy intensa. Sus sistemas de salud están preparados para reaccionar
rápidamente. También conocen las consecuencias económicas. Supieron retomar la normalidad,
pero dejaron protocolos establecidos: llegada de médicos de otros lados, movilización de la facción
sanitaria del ejército, una fuerza mucho más importante que en España en investigación y control
sanitario. Aquí nada de eso ocurrió.
Estados Unidos, de los países menos preparados contra el coronavirus

FAREED ZAKARIA. NUEVA YORK

Esta crisis parece estar sacando lo peor de Trump. Y ya ni siquiera nos hace gracia sus bravuconadas,
sino que nos da miedo

 Miguel Sebastián: En enero, los estudiantes chinos y coreanos de mi facultad ya iban con
mascarillas a clase. ¿Seguro que las mascarillas no valían de nada salvo para los infectados?

 Estanislao Nistal Villán: Otro factor de peso es la concienciación de la sociedad. Los estudiantes


asiáticos en Europa llevan mascarillas en otoño… No es porque crean que el aire tenga mucha
polución. En España ir a trabajar enfermo está bien visto. Allí es una barbaridad.

 Miguel Sebastián: En China tardaron un par de semanas en darse cuenta de lo que se les venía
encima. Pero lo peor fue el contagio a otros países de este "no darse cuenta". El coronavirus llegó
luego a Italia, y en España lo seguimos viendo como un problema extranjero. Decíamos: "Italia, país
de riesgo". ¡Si los que íbamos para país de riesgo éramos nosotros! 250.000 italianos visitaron España
en enero y otros 250.000 en febrero. Era absurdo pensar que el coronavirus no llegaría a España.
Imposible.

Cuarto error: España, a sus cosas

 Miguel Ángel Díaz Ortiz, socio director de DISTINTIA, consultora especializada en el sector médico:
¿Qué hicieron las instituciones públicas y privadas, la sociedad española en su conjunto? Mirar a
otro lado, considerarse inmunes y confiar en que la divina providencia nos salvaría de la pandemia,
aunque ya daba muestras de su apetito de expansión. El ejército es una de las pocas estructuras de
la Administración con capacidad estratégica, organizativa y logística. ¿Por qué no se ha utilizado
para transportar productos sanitarios y de protección con un puente aéreo de China a España?

 Miquel Porta, catedrático de Epidemiología de la UAB; investigador del IMIM y en la NYU: Una cosa
es reclamar demagógicamente una respuesta inmediata a un problema tan complejo y masivo, y
otra pretender que no es posible hacerlo mejor: se podía haber respondido antes y mejor si
hubiésemos tenido una mejor infraestructura de salud pública, que no es lo mismo que un mejor
sistema asistencial (aunque este también tenga que mejorar). La infraestructura de salud
pública empieza con un buen sistema de vigilancia epidemiológica y de respuesta rápida. En parte
ya existe, pero es demasiado débil. En nuestras ciudades y comunidades autónomas, centenares de
epidemiólogos están constantemente vigilando y controlando brotes epidémicos de menor
impacto. Trabajando silenciosamente.

 José María Lasalle: A nivel social, ha fallado la incapacidad preventiva española de asumir la
disciplina y la responsabilidad como pautas de conducta que no deben subordinarse a un estado de
alarma para que se respeten masivamente.

 Miguel Sebastián: España también reaccionó tarde porque arrastraba el caso de 2009, cuando
compró 37 millones de vacunas de la gripe A, y luego no fue para tanto. Demasiado dinero gastado
[266 millones de euros] en plena crisis. Algunos de los que gestionaron aquello repiten ahora en el
Gobierno. Debieron pensar: No vamos a ponernos nerviosos como en 2009. Pasamos de la
sobrerreacción a la infrarreacción.

 Estanislao Nistal Villán: Es divertido ver discutir ahora a los políticos. Por mucho que digan, ninguno
hubiese hecho algo parecido a lo que hicieron los asiáticos. Aquí nadie se lo tomó en serio y nadie
se habría adelantado. De hecho, la oposición criticó el alarmismo días antes de empezar a criticar lo
contrario. Nadie se preocupó de pedir mascarillas, equipos… Cuando te encuentras el problema,
reaccionas mirando a tus vecinos. Pero es también un peligro mirar, por ejemplo, a Alemania, con
un sistema de salud más potente que el nuestro: más camas, más capacidad de contratar personal y
de absorber los golpes que nosotros. Ellos se pueden permitir cierta relajación. Pero los países
latinos son muy frágiles estructuralmente. No puedes afrontar el gasto de un sistema de salud
robusto de la noche a la mañana.

Quinto error. Un sistema impreparado

 Miquel Porta: No es cierto que nadie lo viera venir, había múltiples avisos racionales, razonados y
razonables; había informes muy documentados. Pero me parece simplista y erróneo denunciar
ahora que no hubo una respuesta inmediata a un problema tan complejo, masivo y con tantas
implicaciones culturales y económicas. Durante esta pandemia muchos hemos desconectado de la
política o el periodismo simplón y demagógico. Nuestra respuesta al coronavirus tuvo que ganarse
primero un amplio apoyo social, que en Europa no se logra con procedimientos autoritarios.

 José María Lasalle: A nivel institucional, ha faltado una cultura sanitaria genéricamente basada en la
coordinación sistémica. No se puede centralizar en el Estado una toma de decisiones en materia
sanitaria si no se tiene capacidad para asumirla ni cultura de gestión que permita una coordinación
eficaz. Un Estado no se improvisa sanitariamente si el sujeto que toma las decisiones es la
comunidad autónoma y, dentro de ella, los hospitales de forma casi aislada.

 Miquel Porta: Lo que lleva mucho tiempo fallando es la infraestructura de salud pública. Barack
Obama lo explicó hace cinco años en un discurso espectacular sobre control de pandemias. Breve,
articulado, muy potente política y culturalmente. Hay que verlo. Los epidemiólogos llevamos
muchos años pidiendo que se refuerce esa infraestructura. Pero instituciones muy poderosas han
logrado que no se haga. Y los ciudadanos no lo han reclamado con suficiente insistencia. Los
poderes financieros deben reconocer ya que lo inteligente y eficiente desde todos los puntos de
vista, empezando por sus parámetros financieros, es invertir más y mejor en infraestructuras de
salud pública.

Sexto error. El de todas las pandemias

 Mónica Müller: Para decir que un sistema falló, primero había que creer que ese sistema era
infalible. Y aunque la industria farmacéutica nos ha convencido de que sus logros nos protegen
contra todos los males biológicos, lo cierto es que está muy lejos de constituir una protección sin
fisuras. Desde los primeros días de nuestra existencia hemos estado expuestos a los gérmenes, y la
ciencia solo puede correr detrás de ellos, nunca delante. Todos los años se producen entre 250.000
y 650.000 muertes en el mundo a causa de las gripes comunes, lo que da una idea precisa de
nuestras precarias barreras defensivas contra los virus.

 Esa vulnerabilidad natural se agudiza frente a los microbios nuevos, contra los que no tenemos
inmunidad y sobre los que los investigadores poseen escasa o ninguna información.

 La densidad y velocidad de conexión entre continentes diluyó las fronteras. Hoy somos para los
virus una aldea habitada por ocho mil millones de tentadoras víctimas. Un germen que infectó a una
persona en Asia solo necesita un cómodo viaje de doce horas para contagiar a una persona en
Europa (sin contar a los 200 pasajeros que contagió durante el vuelo y que a su vez multiplicarán los
casos una vez en tierra). La cantidad de contagios será variable según el virus. Se calcula que cada
paciente de gripe común contagiará a entre 1 y 1.3 personas, y cada enfermo de SARS producirá
entre 2.5 y 3 nuevos casos, lo que da una multiplicación geométrica de alcances pavorosos.
 El nuevo coronavirus SARS Cov-2 tiene además la particularidad de que puede tardar hasta doce
días en producir los primeros síntomas, lo que lo hace mucho más evasivo ante los controles. La
suma de estos factores explica por qué fue prácticamente imposible contener su avance sobre
distintos países y continentes.

 Laura Spinney: Siempre ha habido pandemias. Todavía no hemos descubierto el modo de frenarlas,
tampoco podemos predecir cuándo ocurrirán o cómo de graves serán. Esto no significa que
estemos indefensos. Podemos hacer más por reforzar nuestros sistemas de salud, por ejemplo, o
por controlar los puntos de contacto entre animales y humanos donde brotan los nuevos virus.
Deberíamos ser capaces, por tanto, de reducir la frecuencia y el impacto de las pandemias. La OMS
y otras organizaciones llevan años aconsejando tomar este tipo de medidas. Quizás ahora les
escuchemos…

 Mónica Müller: La experiencia de pandemias anteriores sí ha sido útil. En muchos países —no en
todos— se han aplicado medidas de aislamiento personal y geográfico que en otras ocasiones no se
tomaron, y se crearon rápidamente test de diagnóstico para aislar a los enfermos. Si a pesar del
acatamiento a todas esas medidas los contagios siguieron circulando, no es debido a fallas en los
sistemas de control, sino a algunos rasgos inesperados de comportamiento de este virus, como el
largo tiempo de incubación, la gran cantidad de casos asintomáticos y la versatilidad de los
síntomas. Lo verdaderamente sorprendente es que alguien se haya sorprendido por la aparición de
este nuevo virus. Sería un milagro que la acción de los humanos como predadores, explotadores y
contaminadores no produjera periódicos desequilibrios fatales entre las especies. Hay que recordar
que los últimos brotes y epidemias graves fueron producidos por virus animales que saltaron la
barrera de las especies y se hicieron infectivos para los humanos: HIV, zika, ébola, SARS, MERS,
encefalopatía espongiforme bovina (EET), gripe aviar, gripe porcina y SARS CoV-2. Algo estamos
haciendo muy mal para provocar la repetición de esa promiscuidad viral.

¿Cómo superar los cambios frente al estado de emergencia generado por el COVID19?

El coronavirus Covid-19 es la pandemia que no solo está atacando la salud de millones de personas a
nivel mundial, también el ámbito social, económico y emocional se están viendo afectados. ¿Cómo?
Conversamos con nuestro psicólogo clínico Juan Sánchez quien nos comenta y brinda pautas para
superar el impacto generado en las personas.

La pérdida de la rutina habitual, la reducción del contacto social y físico con nuestros familiares y
amigos, y en algunos casos la paralización del trabajo puede traer consecuencias negativas a nuestra
salud mental, las más frecuentes son la ansiedad, depresión y soledad; pero también positivas como la
solidaridad y el agradecimiento.

“Cada persona ha reaccionado y reaccionará de una manera diferente. Algunos mostraron cólera,
frustración y miedo de manera individual; mientras que otros de manera grupal a través de las redes
sociales. Como psicólogo, es importante analizar los comportamientos de las personas en un
determinado contexto. Por ello, en esta etapa, observaremos en los medios de comunicación que
algunas conductas son adecuadas como el compartir agua y alimentos con el personal de las fuerzas
armadas, el agradecer y publicar muestras de gratitud al personal de salud; pero también observaremos
conductas desadaptadas como el no acatar el estado de emergencia o aquellos que se dedican a
robar”, señala Juan.

Cambios psicosociales:

Los seres humanos somos cultura, interacción e intercambio. La limitación de estas actividades


sociales nos produce malestar que según cada persona se va a manifestar de diferentes formas. El
aislamiento social nos obliga a permanecer en casa la cual podríamos sacarle muchas ventajas como lo
comenta Juan a continuación:

“El organizarse en base al tiempo que disponga cada persona resultará favorable, se debe considerar el
realizar ejercicios, aprendizaje de algunas habilidades, descanso y desconectarse de las redes y/o medios
de información. Este tiempo es oportunidad para pasar más tiempo en familia y compartir momentos de
ocio, haciendo cosas juntos como jugar a juegos de mesa, escuchar música, bailar o ver la televisión
juntos. En el caso del adulto mayor el acompañamiento y espacio de diálogo será importante. Además
hay que entender que el nivel de estrés puede incrementarse conforme transcurra el tiempo
de aislamiento”.

Aprovechar este tiempo en casa también puede hacernos sentir productivos si arreglamos aquello que
estaba malogrado, remodelamos los ambientes o aprendemos nuevas cosas de manera online y
gratuitas, por ejemplo aprender a cocinar, hablar otro idioma, cursos educativos, etc.

Pautas emocionales de autocuidado:

o Mantén una actitud optimista y objetiva. Sé fuerte y capaz.


o Evita hablar permanentemente del tema.
o Apóyate en tu familia y amigos. Realiza llamadas o videollamadas si te encuentras lejos, así se
mantendrán en contacto.
o Ayuda a tu familia y amigos a mantener la calma y a tener un pensamiento adaptativo a cada
situación.
o Acude a fuentes oficiales y busca información contrastada por expertos. No contribuyas a dar
difusión sobre noticias falsas.
o Genera una rutina diaria y aprovecha para hacer aquellas cosas que te gustan, pero que
habitualmente, por falta de tiempo, no puedes realizar (leer libros, ver películas o series, etc.).

Cambios económicos:

Las diferentes situaciones complicadas que pueden surgir a lo largo de la vida, provocan en nosotros
diferentes emociones y reacciones psicológicas.  Ante una situación de crisis no solo se ve afectado un
país sino también la sociedad. ¿Qué podemos hacer? Pues Juan indica que es buen momento de
trabajar en familia y conseguir ahorrar sobre todo en aquellos “gustitos” que podríamos
darnos,” empezar a valorar lo que tenemos nos ayudará a entender que podemos vivir sin ello”.

Es importante aquí la resiliencia para sobrellevar una crisis económica. Las personas más resilientes
tienen una mayor capacidad para afrontar la crisis en el sentido de ser más resolutivos, buscar
soluciones ante los posibles problemas, etc.

Pautas para sobrellevar una crisis económica:

 Debemos prepararnos para tiempos más difíciles. Ahorrar para un fondo de emergencia es algo
que debemos hacer no solo en tiempos de recesión, si no siempre.
 Lleva un control de todos los gastos y prioriza los de primera necesidad.
 Evitar endeudamiento con los bancos y préstamos.
 Es importante olvidarnos de los pensamientos negativos.
 Persiste y no te dejes vencer por la crisis por muy mal que parezcan las cosas. Sonríe, el humor es
un arma de defensa muy bueno para liberar tensiones.

Es momento de tomar decisiones para nuestro actuar diario como nos señala Juan:

 Respetar conductas de auto cuidado en nosotros, la familia y nuestro entorno.


 Promover espacios de escucha y de apoyo motivacional entre los miembros resulta importante
para reflexionar acerca de cómo veníamos actuando en la sociedad.
 Resulta necesario desarrollar el pensamiento crítico y reflexivo acerca de la situación, por
ejemplo “A pesar de esto, yo…”  “Gracias a esto, yo…”

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