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ANALISIS PELICULA “LOS SUEÑOS”

ESTUDIANTE: ANGIE ESTEFANIA RODRIGUEZ MENDEZ

PROFESOR (A): ALEJANDRA MONROY

MATERIA: APRECIACION FILMICA

JORNADA: DIURNA

INSTITUCION UNIVERSITARIA UNILATINA

BOGOTA D.C. 01 DE OCTUBRE DE 2015


ANALISIS PELICULA “LOS SUEÑOS”

ESTUDIANTE: ANGIE ESTEFANIA RODRIGUEZ MENDEZ

TRABAJO PRESENTADO COMO

REQUISITO PARA EL AREA DE

APRECIACION FILMICA

INSTITUCION UNIVERSITARIA UNILATINA

BOGOTA D.C. 01 DE OCTUBRE DE 2015


ANALISIS PELICULA “LOS SUEÑOS”

Sueños es una producción de 1990 la cual trata de mostrar al ser humano en toda
su dimensión antropológica y social e intenta mostrar las congojas del ser humano
en su intento de evolucionar o involucionar a mi forma de ver, también muestra la
penumbra de una sociedad estigmatizada por tecnología y consumismo,
ennegrecida por el poder absoluto de las armas y de la vanidad humana, Akira
Kurosawa nos restriega su crítica al mundo colapsado y en decadencia en el que
habitamos, pero también nos da la solución, volver al estado primitivo, sin
tecnologías, sin dependencia de otros, sin guerras. Akira Kurosawa intenta
mostrar a un ser humano concientizado con su interior, intenta mostrarle al ser
humano los errores que está cometiendo en el pasar de su vida terrenal, también
aborda temas como la metáfora que es la vida desde el punto de vista espiritual y
filosófico y algunas veces hasta surrealista, aborda el tema de la infancia desde su
perspectiva más primitiva esto combinado con sonidos y visiones trascendentales
interiores en el ser humano, abarca el arte y la muerte como caminos en la
salvación del hombre, como renovación de su alma y mas allá se interesa por los
desastres universales creados por el ser humano y los desarrollados por la
naturaleza a causa del mal trato que le da el homo sapiens (hombre).
Sueños consta de ocho historias independientes entre sí y narradas también de
forma independiente. Es posible entrever un orden cronológico en la ubicación de
las ocho historias, este hecho es el que nos permite establecer un paralelismo
entre la historia del mundo contemporáneo y el contenido del filme.
Para muchos se trata de la obra más metafórica de Kurosawa, hasta el punto de
tratarla como indescifrable y considerar que se trata de una serie de historias
inconexas que responden al capricho de su director. En este sentido debemos
aceptar que la obra significo una realización estética para Kurosawa, y en su
estructura podemos entrever la influencia del aikú, poesía de tres o cuatro líneas
japonesa, que convoca a la meditación, la abstracción y la reflexión, y es en ese
orden que quizás también deba contemplarse Sueños, primero como un mándala
que no se trata de comprender, luego permitiendo que llegue la nada y nos libere
de conceptos concretos, la abstracción, después de la cual poco a poco
sentiremos la comprensión. Y es que si bien la obra tiene un fuerte contenido
político y de crítica, este debe dilucidarse entre los pliegues de las metáforas de
Kurosawa, y para esto es conveniente contar con una noción clara de los
acontecimientos políticos y sociales que convirtieron al mundo en lo que es hoy.
Antes de pasar al análisis de cada uno de los sueños valga aclarar que la
traducción literal del japonés no es sueños, de hecho si uno es observador notara
que todas las historias tienen los mismos kanji de titulo, se trata de un término que
fue traducido como sueños, pero cuyo verdadero concepto es el de visión o
alucinación que se tiene en un estado entre la vigilia y el sueño, es por eso que en
la mayor parte de las historias los personajes pasan por un acontecimiento
generador que tiene que ver con esto, la fiebre, el delirium tremens, la muerte, etc.

Llueve y hace sol

En esta primera historia asistimos al encuentro del Japon con una realidad que le
es desconocida, un encuentro que requiere de un sacrificio.
Lo que vemos al empezar, es una casa tradicional japonesa, de la cual sale un
niño vestido a la usanza tradicional (una metáfora del Japón feudal y tradicional),
la madre lo conmina a no salir, es una ocasión excepcional, llueve ya hace sol, se
trata del encuentro de dos entes opuestos, en el que uno de los entes opaca al
otro, la lluvia al sol, símbolo del Japón, la ocasión excepcional climática, nos
refiere al encuentro entre oriente y occidente, el fin del aislamiento cultural
japonés.
La madre del niño le advierte que en días como esos, se casan los zorros, y no les
gusta que nadie los vea, debemos entender que un “zorro” en la mitología china y
japonesa es una especie de ente elemental, que habita las montañas y los
bosques, con la capacidad de cambiar de forma y conocedores de la magia, en
algunas versiones son portadores de la desgracia.
Pues bien, nuestro personaje ve lo que está prohibido, Japón tiene contacto con
algo, que Akira representa como algo hermoso, es cosa de ver la danza de los
zorros, pero que está prohibido por las estructuras tradicionales de autoridad (la
madre), cuando el niño regresa a su casa, ya los zorros han dado cuenta de su
transgresión, y debe quitarse la vida, pues es un encuentro que implica un
sacrificio, la única salida es buscar a los zorros, que “ viven detrás del arco iris” y
pedir su perdón.
La última escena, es este niño (Japón) que camina en un paisaje de ensueño que
le disminuye, rumbo al arco iris, a lo desconocido, a lo inmenso de un mundo
desconocido, donde deberá hacer valer su derecho a vivir.

El huerto de los melocotones

En esta historia también prima la estética tradicional japonesa en los vestuarios y


los escenarios, sin embargo de alguna forma sabemos que se trata una fecha más
cercana a nosotros que el anterior sueño.
Kurosawa sitúa la historia en una festividad japonesa, el día de las niñas, en el
cual las niñas se reúnen a tomar el té como personas mayores, todos los
miembros de la casa les sirven, eso explica el niño sirviendo a su hermana, y las
niñas se muestran entre ellas los arreglos de sus colecciones de muñeca para ese
día, estas no son muñecas comunes, son ceremoniales y se les da regalos,
representan a la familia celeste.
En esta historia, nuestro protagonista, (otro niño) sirve a su hermana y sus
amigas, de repente ve a una niña que no estaba antes, su hermana dice que tiene
fiebre y por eso alucina (es importante esta puerta de entrada al delirio), el niño
vuelve a ver a la niña y la persigue hasta el huerto de melocotones que fue
cortado.
La niña representa el espíritu tradicional japonés, que conduce a la niña hasta el
huerto de melocotones, de profundo significado para Japón, pues existen
innumerables poemas largos y aikús que hablan de la belleza del melocotón.
Cuando el niño llega al huerto desaparece la niña, y el huerto escalonado es
tomado por una serie de personajes que representan las distintas muñecas
tradicionales de ese día, el niño se encuentra con la tradición, y esta le reclama, el
corte de los arboles de melocotón, símbolo de las raíces japonesas.
En esta parte se da una conversación algo confusa, en la cual el niño pasa de ser
acusado, a víctima de su padres (las autoridades tradicionales), que cortaron el
huerto, o sea estamos frente a el reclamo de lo tradicional ante la inminente
transformación de la identidad, nos refiere al Japón que vive humillado a principios
de siglo, invadido poco a poco por la cultura occidental, que sin embargo, como en
el sueño, va a ver un nuevo florecimiento, las figuras de la tradición le conceden
un nuevo milagro al niño, el florecimiento de los melocotoneros nuevamente.

La tormenta

La tormenta nos ubica en el periodo de la Segunda Guerra Mundial, un


destacamento de cuatro hombres atraviesa las montañas en busca de su
campamento para perecer por el frío.
Las primeras escenas de esta historia son largas, nos muestran el agotamiento de
los hombres, y el desgaste por una situación insostenible, una clara metáfora
sobre la guerra, que servirá para el discurso antibelicista de la próxima historia.
Los hombres comienzan a dormir sobre la nieve, producto del esfuerzo
sobrehumano, pese al cual avanzan solo unos pocos metros, la tormenta los
envuelve, esto último es una metáfora casi explicita de la guerra, el caos que
envuelve el planeta durante los años de la guerra.
Por fin aparece frente al superior una doncella que lo incita a dormir, y lo cobija
con mantas sobre la nieve, el espectro al principio es una mujer hermosa, cuando
el hombre cae se convierte en un monstruo que busca su muerte, de alguna forma
Kurosawa se refiere al peligro de la inmovilidad, desde una perspectiva filosófica
típicamente oriental, el hombre se despierta en la nieve, a punto de morir,
despierta a sus compañeros, se detiene la tormenta y descubren como el
campamento estaba solo a unos pasos.
Es evidente que el destacamento es Japón en esta historia, un Japón agotado que
llega hasta el final, que no se rinde, aunque termine deshecho, como fue lo que
aconteció al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
El túnel

El túnel es casi la continuación de la tormenta, un oficial japonés regresa a su


hogar una vez finalizada la guerra, la fotografía y el manejo de la luz nos introduce
en un clima más bien opresivo, y sin embargo nuestro protagonista viaja alegre,
pues regresa a su hogar. El oficial debe atravesar un túnel, antes de entrar se
suma a su andar un perro, que lo acompañara durante todo su trayecto hasta salir
al otro lado, aquí el sincretismo cultural de Kurosawa es evidente, el perro es el
Cancerbero, que custodia la entrada al infierno y que acompaña a nuestro oficial
por su largo trayecto por los infiernos.
Cuando el oficial está del otro lado del túnel escucha unos pasos, detrás de él
viene un soldado muerto que estuvo bajo sus órdenes, el oficial le explica que está
muerto, finalmente, asiendo parodia de la tan popular disciplina japonesa, le debe
ordenar que se retire, el espanto llega cuando del túnel no sale uno, si no un
batallón de soldados muertos, reclamando el espacio que les fue robado en el
mundo, aquí no hay metáforas, nos habla de la pesadilla de la guerra, y se le hace
un reclamo a los líderes políticos del planeta, ¿para qué tantas muertes?, “para
que al final los llamen héroes”, dice el oficial mientras gime, y hace a los
espectadores una advertencia para no olvidar, el costo que la guerra tuvo para
Japón.
Al final el batallón regresa por el túnel, Cancerbero regresa ladrando al oficial,
exultándolo a nunca regresar al infierno.
Cuervos

Cuervos es quizás el “sueño” más difícil de encajar dentro de nuestra


interpretación, la consideración que prima aquí, es que Kurosawa era un fanático
de la obra de Van Gogh, de alguna forma aquí habla de sí mismo, pero habla,
además, de Japón después de la guerra, cuando se da una absoluta invasión
cultural desde occidente, que termina por concretar la incipiente industrialización
del Japón, y que finalmente lleva a la consolidación de la potencia.
Por eso, es que no es raro que para esto, se refiera al proceso de industrialización
europeo a finales del siglo XIX, a través de la figura de Vincent Van Gogh, como
montando un paralelismo entre ambos procesos, procesos donde muere una
forma de vida tradicional y nace la industrialización y los incipientes movimientos a
la globalización.
De alguna forma Kurosawa compara la sociedad japonesa con la figura de Van
Gogh, una obsesión por producir cosas nuevas “soy como una maquina cuando
trabajo”, decía Van Gogh, y una propensión al suicidio producto de las nuevas
pautas para la vida.
El personaje principal (tal vez Kurosawa mismo) realiza un viaje a través de las
pinturas de Vincent Van Gogh, como tratando de entender, y de explicar, como
haciendo alusión a la realidad misma, incomprensible, donde los enemigos de
antaño son los socios comerciales del presente, donde la identidad no está
necesariamente en las formas tradicionales, y aquí es donde hay un reto, en el
hecho que la identidad se vuelve una creación constante, el apropiarse de nuevos
referentes, hace la cultura viva, y eso es lo que plantea Kurosawa, al poner un
japonés recorriendo los pasillos vacíos del Krollër Meuller Museun de Holanda,
ese japonés se está buscando, y se descubre al final, entre las alas oscuras de los
cuervos que lo inundan todo cuando Van Gogh se suicida al otro lado de una
colina, que algo ha muerto en el ser japonés, pero también alguien observa desde
el otro lado, dispuesto a afrontar los retos que se despliegan como las alas de los
cuervos.

Fujiyama en rojo

Directamente relacionado con el siguiente “sueño”, Fujiyama en rojo es la


introducción al Demonio lastimero, que de otra forma seria inentendible, aquí se
aborda un miedo muy bien interiorizado por la sociedad japonesa, miedo
relacionado al hecho de ser la única sociedad pos nuclear del planeta.
Kurosawa expone una de las más profundas heridas sociales del Japón, el miedo
a lo nuclear y sus manejos, el protagonista aparece de repente en un caos de
personas que huyen atemorizadas, observa la causa del temor, el Monte Fuji,
montaña sagrada del Japón y símbolo por excelencia de sus tradiciones está
explotando, otra vez lo tradicional cobra su factura, como en El huerto de los
melocotones, solo que la causa de la explosión del Fujiyama son más humanas,
las explosiones son producto de un accidente en las plantas nucleares de Japón,
se confronta tradición con desarrollo, el final es la hecatombe, “nos dijeron que
eran seguras” gime una mujer mientras trata de esconder a su hijo de las
radiaciones, ella, su hijo, el protagonista y un hombre de negocios japonés son los
únicos sobrevivientes, este ultimo directo responsable en la creación de las
plantas, esto evidencia una crítica de Kurosawa a la nueva clase poderosa del
Japón, al final el hombre de negocios se lanza por un acantilado y el protagonista
trata inútilmente, caricaturescamente, de apartar la radiación de la madre y su hijo,
el final de esta fábula moral y ecológica, es la radiación envolviéndolo todo, una
metáfora del temor humano, de las creaciones que se vuelven contra sus
creadores aniquilándolos.
El demonio lastimero

El protagonista, el viajero japonés, aparece en un panorama desolador, el mundo


del futuro después de la catástrofe, aquí está reflejado el trauma japonés de la
guerra nuclear, Kurosawa mezcla otra vez una figura de la tradición japonesa, los
demonios, almas en pena, con los miedos y pesadillas del presente, los demonios
de la historia son los humanos mutados a causa de la radiación, que
paradójicamente se resisten al caos y construyen una absurda jerarquización con
base al número de cuernos.
Un demonio de un cuerno es el guía del protagonista por la tierra del Apocalipsis.
Kurosawa retrato de una forma cruda, los miedos de la actual sociedad
tecnológica y consumista del Japón, los absurdos del demonio que una vez en
vida boto leche a los ríos para mantener los precios altos, y que ahora lamenta no
tener que comer.
El mensaje es claro, una advertencia sobre el peligro nuclear, desde la sociedad
con más propiedad para referirlo, al final nos deja con la idea, que el horror de las
catástrofes nucleares solo acaba con la muerte, eso es lo que cantan los gritos de
los demonios por el dolor diario de sus cuernos.
La aldea de los molinos de agua

Para muchos, se trata de la despedida póstuma de Kurosawa, pues muchos


consideran que el anciano de la historia es el mismo Kurosawa.
Aquí el protagonista, el viajero, que valga aclarar es el mismo en los últimos cuatro
“sueños”, llega a una especie de aldea, con varios molinos de agua en la rivera del
río que la atraviesa.
Notamos como la aldea no responde a un referente necesariamente de la tradición
japonesa, es una aldea rústica, mas no se ubica en el pasado, es un poblado que
nació como negación de los últimos “sueños”, Kurosawa dice, “esta es la
alternativa”, nos plantea una visión de mundo donde prima lo sencillo y lo
necesario, “para que queremos luz eléctrica”, el viajero responde: “es que la noche
es tan oscura”, y el anciano repone: “se supone que la noche sea así”.
En esta visión de Kurosawa la muerte no es pena, y todo se mira con alegría, en
esta aldea, los molinos giran constantemente por la acción del agua, más no
mueven maquinaria alguna, existen por existir.
CONCLUSION
En definitiva, la película Sueños de Akira Kurosawa, presenta una descripción
particular de la identidad japonesa y mas generalmente de la identidad del ser
humano en la actualidad, que es víctima del consumismo, de las guerras, del
capitalismo exacerbado, del poder absoluto de las maquinas y de los riesgos
nucleares a los que estamos expuestos casi a diario, también muestra la carrera
armamentista de los países mas industrializados y como estos dominan a los
menos poderosos, en el caso de Colombia esta película nos muestra el grado de
sincretismo en el que estamos , pues estamos felices por una supuesta paz que
es utópica a mi forma de ver, pues mientras exista el poder de las armas y del
dinero siempre estaremos esclavizados al más poderoso o al que oferte mejor,
pues es una explotación del hombre por el hombre como dijo alguna vez Carlos
Marx, también podemos observar a través de la película cómo Japón y el mundo
se han ido transformando a partir de determinados acontecimientos históricos.
La narrativa de la película, si bien en algunos casos es bastante autorreferencial,
en general toma formas de la tradición japonesa para confrontarlas con formas
simbólicas más características de occidente, y a partir de esto construir un
discurso sobre el ser histórico y político japonés del siglo veinte.
La película maneja además un claro discurso nacionalista, pese a las criticas
implícitas a las estructuras de poder japonesas, sin embargo, y esto es lo que
hace que muchos críticos japoneses no la vean con buenos ojos, la película
finalmente convoca a sensaciones, miedos y preocupaciones de tipo universal, y
es ahí donde reside la fuerza de sus argumentos.
Kurosawa finalmente lo que hace es dirigir la cámara hacia sí mismo, y el
resultado de tal experimento, puede ser además de revelador, inquietante, es
entonces, cuando nos percatamos que la película es como una caja con las
paredes de espejo, y comprendes a Kurosawa cuando dice:
“Cuando yo era niño,
la gente compraba sapos
y los colocaba en una caja con paredes de espejos,
el sapo al verse reflejado se quedaba inmóvil,
yo me siento como uno de esos sapos”.

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