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El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 1

El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 2


2. INDICE:

 Introducción…………………………………………………………………………………
 Cuerpo del trabajo………………………………………………………………………….
 Antecedente e influencias……………………………………………………………
 ¿Qué es el liberalismo?......................................................................................
 Historia del Liberalismo Económico………………………………………………...
 Liberalismo Económico en el siglo XIX…………………………………………….
 Liberalismo y Socialismo…………………………………………………………….
 Liberalismo y Proletariado…………………………………………………………...
 Liberalismo y Capitalismo……………………………………………………………
 Las dos caras del Liberalismo Económico…………………………………………
 Principales precursores del Liberalismo Económico……………………………...
 Características………………………………………………………………………..
 Principios Económicos……………………………………………………………….
 Contra el Liberalismo del siglo XIX…………………………………………………
 Escuelas Liberalistas…………………………………………………………………
 Neoliberalismo………………………………………………………………………..
 Liberalismo Moderno………………………………………………………………...
 ¿Socialismo o liberalismo? ¿Qué modelo económico queremos?....................

El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 3


3. INTRODUCCIÓN:

El aumento de producción y la aparición de la burguesía industrial llevó a un gran aumento de los


mercados mundiales. El liberalismo, con su idea de no intervención estatal, ganó el apoyo de los
comerciantes, inversionistas y, claro está, de los propios dueños de las industrias.

Los gobiernos se vieron obligados a promulgar leyes económicas liberales, eliminando aranceles
y permitiendo que las mercancías circularan libremente.

Hasta el final del siglo XIX, el liberalismo económico fue el sistema que se impuso a todos los
demás y sus primeros resultados convencieron a muchos. Sin embargo, para finales de siglo, el
descenso de la economía empezó a mostrar algunas de sus debilidades.

La más visible fue la creación de desigualdades en la sociedad. Autores como Charles Dickens
mostraron algunos de los efectos de la total desregulación, con capas de la población sumidas
en la pobreza o con niños teniendo que trabajar desde muy corta edad.

Estas situaciones llevaron a los gobernantes, empezando por los conservadores, a introducir
algunos límites a las actividades económicas. Algunos teóricos del llamado Nuevo Liberalismo,
empezaron a reclamar algunas regulaciones que corrigiera los efectos negativos.

Al principio, la burguesía y el proletariado no estuvieron enfrentados. La existencia de un


El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 4
enemigo común, la nobleza, hizo que se aliaran en su contra.

Esto cambió cuando el liberalismo económico se impuso como doctrina dominante. La falta de
derecho de los obreros hizo que aparecieran movimientos socialistas que buscaban mayor
igualdad social.

De esta forma, el liberalismo y el socialismo y comunismo, se convirtieron en ideologías


enemigas. El siglo XX fue el escenario de la lucha entre esas doctrinas.

4. CUERPO DEL TRABAJO:


No vamos a enredarnos en las consecuencias hipotéticas de lo que hubiera sido España de
triunfar sin oposición el liberalismo, eso vamos a dejárselo a los visionarios de la historia ficción,
lo que sí interesa es constatar que el liberalismo no triunfó en España y ni que decir tiene que es
algo que aplaudimos.

Es a la hora de entrar a identificar los obstáculos con los que se encontró el liberalismo con lo
que habría que lidiar. Los primeros que, sin dudarlo, se oponen frontalmente al liberalismo son
los carlistas: la resistencia carlista al liberalismo tuvo mucho de instintiva defensa del orden
tradicional, pero por encima del instinto de los voluntarios del pueblo planeaba -y esto no hay
que olvidarlo- la dirección de lo que, permítaseme denominarle, era la "intelligentsia" del
carlismo: la facción de los "apostólicos". Esta facción carlista estaba formada en su gran parte
por el clero que había identificado el "liberalismo" como lo que era: el correlato político,
económico y social de la herejía protestante. Teniendo en cuenta esto entenderemos mejor que
el carlismo no fue, como quieren sus detractores, una fuerza ciega, la refractaria caverna
reaccionaria -durante mucho tiempo hemos estado contemplando nuestra historia nacional con
los tópicos propagandísticos del enemigo liberal del siglo XIX, heredados por la izquierda
internacionalista y apátrida.

Pero no sólo fue el carlismo el gran obstáculo con el que chocó el liberalismo decimonónico. El
liberalismo entendió que había que ganarse a la Iglesia católica (siempre hubo liberales, desde la
Cortes de Cádiz, que así habían pensado; lo mismo que liberales exasperados que, atiborrados
de anticlericalismo, habían pensado lo contrario). Los "moderados" (la derecha liberal) fue la que
actuó conXIXmás
El siglo astucia: frenó
y la reacción contralos excesos
Escuelas y desórdenes de los liberales más exaltados y
Liberales 5
anticlericales y, una vez que al clero le despojaron (desamortizando sus bienes) de las fuentes
que le permitían tradicionalmente la independencia económica, lo vinieron a reducir al papel de
burócrata del culto, un "estamento" ahora asalariado, a sueldo del estado liberal; y no fue poco
triunfo liberal el de firmar un Concordato con la Santa Sede en 1851, pero en modo alguno fue
bueno ni para la Iglesia ni para España. Una nada despreciable parte de nuestro clero quedó
subordinada al patronazgo estatal y fue convertido en "deudo" de los nuevos ricos que, a cambio
de una chocolatada, arrendaban un puesto en el cielo tras haber saqueado a la Iglesia.

Hubo mucha claudicación, mucha componenda en un amplio sector del clero que no estuvo a la
altura de las circunstancias, salvando egregias excepciones rurales más o menos combativas
(como el Cura Santa Cruz) o más o menos intelectuales (Sardá y Salvany: "El liberalismo es
pecado") pero, a la postre, la conducta práctica del clero en general se percibe como una
connivencia con el liberalismo y suena a: "Como los carlistas no han ganado, más vale que nos
arreglemos con los moderados". Y así nos fue a todos... El clero, con sus nuevas amistades, lo
que logró fue enajenarse las simpatías del pueblo empobrecido que, mal guiado por la didáctica
masonizante, se quedó con la impresión de que la Iglesia se había convertido en aliada de la
burguesía incipiente y egoísta, liberal.

Por eso, en el correr del siglo XIX, una cada vez más importante masa popular, depauperada por
las consecuencias de la política económica liberal, se aleja cada vez más de la Iglesia y adopta
posiciones revolucionarias. Así, en el verano de 1861, estalla la sublevación de Loja (la
Revolución del Pan y el Queso), pero con antelación -también en el verano, era el de 1857- unos
pocos más de cien jornaleros se alzan en el campo andaluz, tomando Utrera y El Arahal, al grito
de "Mueran los ricos". Estos alzamientos llevan todavía el sello de la reacción popular contra una
situación de hambre y carestía, propiciada por la profunda injusticia social que instala el
liberalismo extranjerizante. Se produjeron intermitentes alzamientos campesinos en Andalucía,
en Castilla y en Aragón... Pero, ¿quiénes son ahora los que lideran estos conatos tumultuarios
de diversa consideración? Los demócratas y los republicanos, sin que podamos descartar que
en sus lóbregos y sórdidos antros la masonería estuviera maniobrando. Más tarde, andando el
tiempo, el anarquismo bakuninista aterriza en España, en el contexto de la Revolución de 1868.
Con anterioridad Pi y Margall había traducido a Proudhon y el federalismo se había nutrido de
estas dos canteras. El anarquismo adopta el ateísmo y transmite un inconfundible mensaje
anticlerical, pero es imposible desvincular el anarquismo primitivo con un soterráneo fondo
cristiano, hasta en sus formas de propagación recuerda el cristianismo primitivo. El hecho es que
el anarquismo capta las simpatías y logra las adhesiones de una parte importante del pueblo
pobre y el agitador anarquista releva a los curas de antaño que arengaban contra el liberalismo
desde sus púlpitos. Cuenta el Barón de Laveleye (1854-1938) que, cuando vino el belga a
Barcelona, los anarquistas celebraban sus reuniones en iglesias abandonadas de la Ciudad
Condal: "desde el púlpito los oradores atacaban a todo...", denunciaban las maldades del mundo
capitalista y de la clase burguesa egoísta y anunciaban un mundo nuevo, una versión
secularizada de la "parusía". Sin el sustrato católico -de mentalidad católica- hubiera sido difícil
que las masas se convirtieran a la nueva religión sin Dios del anarquismo; si el anarquismo no
hubiera tenido ese asombroso parecido con el cristianismo, en su rechazo del liberalismo,
tampoco hubiera granjeado grandes éxitos en la "catequización" de las masas campesinas y
El sigloespañolas.
obreras XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 6

Si consideramos estos fenómenos arriba someramente planteados con la debida atención


debiéramos extraer algunas conclusiones:

1. España es constitutivamente antiliberal, refractaria al liberalismo económico, político y social.

2. Lo fue en su contra-revolución, con los carlistas.

3. Lo siguió siendo en su "revolución anarquista".

4. El fundamento de ese antiliberalismo es el sustrato católico, operante expresamente en el


carlismo y operante, aunque severamente amputado en el orden trascendente, en su
anarquismo posterior.

4.1 Antecedentes e Influencias:

- Crisis del 29 y New Deal

Tras la Crisis de 1929, EEUU debió encontrar rápidamente una solución, la que llegó con
las asunción a la presidencia de F.D. Roosevelt y la implementación del ‘New Deal’.

Tras la Crisis de 1929, muchos países se volcaron hacia regímenes totalitarios para salir
de la catastrófica situación financiera en la que se encontraban. Sin embargo, en
Estados Unidos decidieron apostar por un cambio en la política de la nación y las
elecciones de noviembre de 1932 las ganó el demócrata F.D. Roosevelt. El Partido
Demócrata era conocido por realizar una política económica intervencionista, por lo que
el nuevo presidente tenía como objetivo frenar las consecuencias negativas (paro,
bajada del consumo) que se habían producido tras el “crack” bursátil tres años atrás.

El New Deal reactivó la economía de EEUU tras la Crisis del 29'. A la izquierda vemos el
cartel del WPA, que señala las empresas adheridas al Programa de Recuperación
Eocnómica.

Roosevelt se rodeó de lo que llamaron “brain trust”, es decir, un equipo de políticos


liberales y reformadores que tenían como inspiración las teorías del economista inglés
John Maynard Keynes. Para el nuevo equipo, la Crisis del 29 es el resultado de un
excedente de producción y de una insuficiencia del consumo. Por tanto, abogan por una
“nueva distribución de las rentas”, llamada “New Deal”, que reduzca la capacidad de
producción mientras aumenta el poder adquisitivo. Hay tres medidas principales que se
engloban dentro de este cambio de rumbo.

Primero, están las medidas financieras. Con el fin de detener la cadena de quiebras
bancarias, autorizan a la Reserva Federal a conceder a los bancos créditos sobre títulos
y efectos descontables. En otras palabras, aprueban el uso de la inflación, que es
legalizada en abril de 1933.
El sigloTambién
XIX y la reacción
tiene un contra Escuelas
apartado social: Liberales
la lucha contra el paro. En mayo de 1933, se autoriza 7
el pago de subvenciones federales a los distintos Estados para que estos distribuyan
ayudas a los parados. Combinado con esta política, se empezaron a realizar grandes
obras públicas en las regiones más atrasadas del país. No fueron construcciones
aleatorias, sino orientadas a ofrecer posibilidades de empleo futuro, como por ejemplo
en Tennessee, donde se crearon presas hidroeléctricas y sistemas de riego.

En septiembre del 35 se aprobó el “Social Security Act”, una ley que ideaba ayudas para
los jubilados y los parados. Todas estas medidas fueron financiadas mediante impuestos
a las bebidas y a las rentas no distribuidas de las empresas. En la parte negativa, se
generó un déficit presupuestario que acabó desapareciendo con la recuperación del
país.

Por último, se matizó la política de producción y de las rentas. Tras una serie de trabas
impuestas por la Corte Suprema (dominada por el Partido Republicano), Roosevelt
vuelve a ganar en las urnas en 1936 y decide crear tres leyes nuevas: la segunda AAA
(ley de agricultura), el National Labor Relations act (fijaba el poder sindical) y el Fair
Labor Standard act (marco general de los contratos laborales y 40 horas de trabajo). Con
esta nueva legislación se obligaba a reducir la producción agrícola e industrial, mientras
que se fijaban nuevas rentas más solventes.

Las consecuencias del New Deal se han percibido hasta nuestros días. Las empresas
estadounidenses han tenido firmes estructuras sólidas durante décadas. Se
incrementaron las competencias del Estado federal frente a los distintos Estados, al
margen del aumento de la libertad de empresa. El sindicalismo y los trabajadores
consiguieron más poder con la creación de una segunda central sindical (Committee for
Industrial Organization). Además, el número de desempleados descendió de 14 millones
a 7.5 millones entre 1933 y 1937.

En definitiva, para 1940, la situación se había revertido casi totalmente y, aunque se


estaba lejos de recuperar la prosperidad total, lo cierto es que Roosevelt salvó el
capitalismo americano mediante un estricto control estatal. Los Estados Unidos aplicaron
una política mucho más conservadora y no fue hasta el desenlace de la Segunda Guerra
Mundial cuando consiguieron un nuevo impulso que les devolvería el bienestar y les
otorgaría la hegemonía política mundial durante la segunda mitad del siglo XX.

- Los Totalitarismos

La Segunda Internacional duró desde 1889 hasta la primera guerra mundial. A


lo largo de estos veinticinco años el socialismo se fue desarrollando en Europa al
amparo de la libertad que los regímenes democráticos concedieron a las asociaciones
políticas y sindicales. Con el aumento del número de sus afiliados, los partidos y
sindicatos de inspiración socialista experimentaron también una acusada tendencia al
realismo, al centrismo o a posiciones más conservadoras y menos radicalmente
revolucionarias. Fueron aceptando el sistema político y económico liberal e incluso
pactaron alianzas electorales con partidos de inspiración burguesa, alejados de las tesis
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de Marx. Mantuvieron, eso sí, una oposición decidida a toda lucha que no fuera la de
clases. Así fueron expresándose en sus sucesivos Congresos hasta 1912.

Con todo, cuando estalló la primera guerra mundial (1914) las mayorías dentro
de cada partido socialista apoyaron la entrada en la guerra de sus propios países. Junto
a la tendencia conservadora ya apuntada, esta contradicción práctica acabó por minar su
prestigio.

Avanzada ya la guerra, en 1917, Lenin encabeza la «revolución de octubre»,


que acaba con el régimen zarista e impone la dictadura del proletariado, ejercida a
través del partido comunista. Aunque el régimen derrocado era feudal y estaba basado
en una economía primordialmente agraria, la revolución comunista se considera como
un cumplimiento de las profecías de Marx: la clase obrera acabaría derrocando al
capitalismo. Para exportar la experiencia rusa —presunta aplicación de las tesis de Marx
— se crea la Tercera Internacional, comunista, en la que se invita a ingresar a los
partidos socialistas que quieran abandonar las ambigüedades socialdemócratas de la
Segunda Internacional y abrazar decididamente las tesis marxistas. A partir de 1925
Stalin se hace con el poder en Rusia.

En la misma década de los veinte, dentro del mundo occidental, surgen tendencias
totalitarias, que atribuyen todo el poder al Estado. En Italia (1922) Mussolini, a través del
fascismo, y Hitler en Alemania (1930), por medio del nacionalsocialismo, ocupan el
poder político y acaban con la democracia. El gran argumento que manejan es la
eficacia con la que han remontado la crisis económica entregando todo el poder al
Estado.

La crisis del capitalismo, simbolizada en la caída de la Bolsa de Nueva York el


«Jueves negro» (24 de octubre de 1929) afianza la idea de que el liberalismo económico
y el político han dejado de ser útiles y deben ser sustituidos por una política y una
economía que concedan más atribuciones a los Estados.

- Crack del 29

El crack del 29 fue una crisis financiera que tuvo lugar en octubre de 1929 y fue
la caída más devastadora de la bolsa en Estados Unidos.

Tuvo terribles consecuencias sociales no solo sobre los norteamericanos, si no


sobre todo el mundo. Tal fue su repercusión, que provocó un duro periodo de crisis
económica conocido como la Gran Depresión. En este artículo vamos a hacer un análisis
del origen y expansión de la crisis. También puedes ver un documental sobre el crack
del 29.

Origen y desarrollo del crack del 29

En los felices años veinte, la economía estaba asentada en la especulación. Ya


El sigloen
XIXelyaño 1929 la contra
la reacción situación llegó aLiberales
Escuelas ser insostenible y el llamado octubre negro marcó un 9
antes y un después al producirse un monstruoso desplome de la bolsa. El crack supuso
el inicio de una larga etapa de depresión económica en Estados Unidos, que alcanzó su
peor momento en el año 1933.

Entre 1926 y 1929 se produjo un desfase cada vez más pronunciado entre la
economía real y la actividad bursátil, esta fue la principal causa que provocó el desplome
de la economía estadounidense.

El desarrollo de la crisis tuvo la siguiente evolución:

Todo comenzó con el cierre de los mercados europeos y el descenso de los


precios agrarios. El Gobierno y los bancos trataron de contrarrestarlo ofreciendo un
importante volumen de créditos. Estas medidas dieron lugar a una gran abundancia de
capitales a corto plazo y a la especulación, especialmente entre 1926 y 1929. Para
mayor desgracia, las autoridades monetarias no actuaron a tiempo para poner freno a la
especulación.

Al comenzar octubre de 1929 se produjeron tendencias al alza de la inversión. El


24 de octubre se desató el pánico, la venta de acciones se disparó y el 29 de octubre
volvió a ocurrir lo mismo. El problema era que la demanda de acciones era
prácticamente nula.
Una de las primeras consecuencias del desplome de la bolsa fue el hundimiento
del sistema financiero. Entre 1929 y 1932, hasta 5.096 bancos se declararon en
suspensión de pagos. El derrumbe de la banca arrastró a la quiebra a muchas empresas
de tipo comercial e industrial, al tiempo que se acumulaban los stocks de mercancías, lo
que conllevaba una importante reducción de los precios. Esta caída de los precios afectó
especialmente al sector agrario, los precios agrícolas cayeron por encima del coste de la
vida, lo que llevó a la ruina de la población dedicada a la agricultura.

El descenso de la actividad económica provocó un aumento desbocado del


desempleo. Los prósperos años veinte dieron lugar a unos años treinta marcados por el
empobrecimiento de la sociedad estadounidense.

La crisis llega a Europa

Las terribles consecuencias del crack del 29 fueron más allá de las fronteras
estadounidenses y tuvo durísimas repercusiones en el continente europeo. Las quiebras
bancarias causaron que muchos depositantes optasen por el oro y el dinero en efectivo
frente a los depósitos bancarios, con lo que la inversión quedó paralizada.

Por otra parte, el descenso de los precios dejó con escaso poder de decisión a
los vendedores, mientras que los compradores continuaban a la expectativa. A todo ello,
hay que añadir que el aumento del paro provocó una disminución del consumo, con lo
que las empresas paralizaron la inversión para renovar sus infraestructuras. Ante la
El siglograve
XIX y situación
la reaccióneconómica
contra Escuelas
que seLiberales
vivía en Estados Unidos, el comercio internacional 10
disminuyó notablemente, sobre todo cuando los estadounidenses optaron por repatriar
sus inversiones en el extranjero.

Ya en 1931, la crisis había hecho mella en una debilitada Europa y las


repatriaciones de capital estadounidense habían provocado quiebras en los bancos
austriacos y alemanes, al tiempo que se producían fuertes tensiones en la bolsa de
Londres. El hundimiento de la economía norteamericana hizo que disminuyeran
considerablemente las exportaciones a Estados Unidos y en consecuencia el desempleo
también aumentó en Europa.

Inicialmente se llevaron a cabo políticas deflacionistas que buscaban un nuevo


equilibrio de los precios y dar salida a los stocks acumulados. Estas políticas trataban de
alcanzar el equilibrio entre los gastos e ingresos del estado, dotar al país de una moneda
fuerte y dejar que la ley de la oferta y la demanda ajustara los precios sin que fuese
necesario que el estado interviniese.

Otras medidas que se desarrollaron fueron las políticas proteccionistas, que


alcanzaron su apogeo en los años treinta. En ausencia de organismos que regulasen el
comercio internacional, fue fácil imponer medidas que compartimentasen el mercado.
Las grandes potencias de la época se replegaron sobre sí mismos, sobre sus colonias y
sobre sus áreas de influencia económica, como fue el caso del Reino Unido. Por otra
parte, los británicos optaron por devaluar la libra esterlina en 1931, abandonar el patrón
oro y gravar en 1932 las importaciones a través de la Import Duties Act. Ya en 1935, los
británicos lograron alcanzar los niveles salariales y de producción del 1929.

Sin embargo, potencias industriales como Alemania, desprovistas de un imperio


colonial, sufrieron con mayor rigor los efectos de la crisis y terminaron por vivir en la
autarquía. La economía alemana se militarizó, se produjo un importante rearme y la
situación fue el caldo de cultivo ideal para el florecimiento de ideologías como el
nazismo, que aupó a Hitler al poder en 1933.

En Estados Unidos, las medidas tomadas por el presidente Hoover agravaron la


recesión económica, sin embargo, la llegada del presidente Roosevelt supuso un soplo
de aire fresco. Roosevelt, a través del New Deal trató de recuperar las rentas de la
población agrícola y en el plano industrial fijó un salario mínimo, redujo la jornada laboral
semanal y la realización de un programa de obras públicas. Sin embargo, el New Deal
de Roosevelt no estuvo exento de polémicas, pues en 1937 la inversión privada todavía
era un 30% inferior a la de 1929. Las élites económicas consideraron que esta política
económica era demasiado socializante, si bien sus mejoras en el plano social y laboral
fue un éxito para los trabajadores estadounidenses.

Francia, en la línea de actuación por el gobierno estadounidense, llevó a cabo


un programa de recuperación del poder adquisitivo de la población: se llevaron a cabo
medidas para incrementar los salarios y reducciones de la jornada laboral semanal para
reducir el nivel de desempleo. Al igual que el New Deal, la política económica del Frente
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Popular del socialista Léon Blum dejó grandes conquistas en lo social, aunque efectos
mucho más modestos en lo económico.

- La Segunda Guerra Mundial

Enfrentó a las dos potencias totalitarias europeas, Alemania e Italia, más Japón,
con los países democráticos (Francia, Inglaterra y Estados Unidos sobre todo), a los que
se añadió la Rusia comunista. Tras la derrota de las potencias totalitarias y el
descubrimiento de los crímenes que se realizaron amparándose en su ideología, se
gesta un panorama nuevo. En el mundo occidental se imponen la democracia en política
y el capitalismo en economía. Con todo, al contarse entre los países vencedores la
Rusia soviética, cuyos ideales, inspirados en el marxismo-leninismo, son opuestos a los
de Occidente, surge la llamada «guerra fría» entre ambos bloques.

En los años siguientes a la Guerra Mundial se produjeron dos fenómenos:

⦁ La reconstrucción económica de Occidente, lo que se empieza a llamar ya «pri mer


mundo», mientras que en los países dominados por el comunismo («segundo mundo»)
el desarrollo es mucho más lento y la forma política es el dominio del partido único.

⦁ El proceso de descolonización, o la independencia de los países que antes estaban


sometidos a potencias colonizadoras, Inglaterra y Francia principalmente. En 1948 se
logra la independencia de la India y se crea el Estado de Israel. Indochina y Egipto se
suman a los países descolonizados en la década siguiente. En 1955 la Conferencia de
Bandung reúne a 29 países afro-asiáticos que condenan el colonialismo y el racismo.
Nace aquí la expresión «tercer mundo» y también el concepto «países no alineados». Y
a partir de 1960 (independencia del Congo Belga) el mapa político de África y Asia se
transforma radicalmente. Buena parte de estos pueblos y otros más, situados
mayoritariamente en el hemisferio Sur del planeta formarán el «tercer mundo».

Pero la independencia política no va acompañada por la económica. Las dos


superpotencias (los EE.UU. y la URSS) encabezan bloques distintos y enfrentados entre
sí, formados por países del «tercer mundo» que se han visto colocados en una de las
dos órbitas.

En los años sesenta y setenta se emprenden programas de desarrollo que, en


gran parte, no consiguen su objetivo. A partir de 1973 surge la «crisis del petróleo», que
ralentiza la economía occidental. A comienzos de los años ochenta aparece el problema
de la Deuda Externa que los países empobrecidos no pueden pagar. Y se acentúa el
enfrentamiento entre los dos bloques —con la consecuencia del abismo cada vez mayor
entre el Norte y el Sur— hasta que el hundimiento del marxismo en Europa (1989)
cambia de nuevo el escenario político.

- Guerra Fría

La Guerra Fría fue un conflicto entre dos diferentes órdenes económicos. Por un lado se
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encontraba Estados Unidos de como liberal gracias al FMI (Fondo Monetario
Internacional) y al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio).
Mientras que del otro extremo se encontraba la URSS socialista que se organizó con el
CAEM (Consejo de Ayuda Mutua Económica) y los acuerdos bilaterales establecidos
con otras economías planificadas. Acercándose los 80s, el lado socialista estaba perdido
ya que el capitalismo iba tomando su lugar en el mundo.

La Guerra Fría no debe reducirse a una disputa entre sistemas productivos, sus
dimensiones económicas permanecen, en general, subestimadas en la historiografía.
Cuando se trata de economía política internacional es más fácil para los historiadores
generalizar. La guerra fría se presta a un análisis de paradigmas económicos.

Para los países capitalistas, significó un periodo de grandes transformaciones que


llevaron a la necesidad de nuevas demandas políticas y culturales por parte de los
sujetos sociales, pero, paralelamente constituyó un periodo de crecimiento económico y
bienestar social, especialmente representado por Estados Unidos, durante lo que
podemos conocer como “los años dorados del capitalismo”.

División por bloques en la Guerra Fría


Estados Unidos actuaba como liberal. Los años setentas puso fin a dos décadas de
rápido crecimiento económico en los países capitalistas avanzados participantes de la
OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), marcando así el
descenso relativo en el poder económico de Estados Unidos.

Después de ello, el orden económico liberal se enfrentó a muchos retos. Las recesiones
agudas coincidieron con una inflación persistente, para disgusto de los economistas
seguidores del keynesianismo, que durante mucho tiempo sostuvieron que el capitalismo
podía manejarse para evitar recesiones prolongadas. Unos de los principales
adversarios y críticos del capitalismo en este país eran La OPEP (Organización de
Países Exportadores de Petróleo) y los proponentes del Tercer Mundo de un Nuevo
Orden Económico Internacional anti liberal (NOEI). Los revolucionarios de derecha
fueron los más provechosos en el tema. Hacia el final de la década, una revolución del
mercado libre se estaba agitando en el mundo liberal. Se empezaba a conocer más la
economía liberal, debido a que la sociedad observaba cambios más dinámicos.

Durante la posguerra, la Unión Soviética, restauró y expandió su economía, pues,


mantenían un control estrictamente centralizado. Así ayudó a la restauración de los
países del bloque del este, mientras los convertía en Estados Satélite y los unía con una
alianza militar cuando se fundó el Pacto de Varsovia1 en 1955 y el COMECON (Consejo
de ayuda Militar Económica); suministró ayuda a la victoria del Partido Comunista de
China. Los Aliados de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial (Reino
El sigloUnido
XIX y la reacción Unidos),
y Estados contra Escuelas Liberalesen sus enemigos para la Guerra Fría, por lo
se convirtieron 13
que se enfrentaron de una manera indirecta, usando la mayor parte de sus fuerzas.

Consecuencias económicas

Existen ciertos riesgos al tratar de ubicar los cambios del capitalismo durante la guerra
fría en los años de 1970. Analizando los temas de riesgo que se dieron durante la guerra
fría y el efecto que tuvo sobre la Economía Política Internacional, podemos saber que se
da el re-descubrimiento del libre mercado, el crecimiento del capitalismo post-industrial,
el resurgimiento de la globalización, etc. Esto ha provocado una disputa ideológica entre
historiadores. Si tomamos un contexto histórico diferente, tenemos que analizarlo desde
sus principios relacionados a los años setentas; en los que cambiaría la Economía
Política Internacional y no en sí la Guerra Fría; más bien estaríamos hablando de la
confusión económica de principios del siglo veintiuno involucrando diferentes
implicaciones como lo fueron las hipotecas de alto riesgo, la crisis financiera global, la
crisis del euro, entre otras.

Rivalidad de ideas económicas

La geopolítica de la Guerra Fría se vio definida por las malas relaciones y rivalidad entre
la Unión Soviética y los Estados Unidos. Alejando así los países socialistas de los
liberales. En ambos lados, tanto en el este como el oeste, se observaron tasas de
crecimiento magníficas durante los años de 1950 y 1960.

Siendo los rendimientos del gran crecimiento provenientes de la adición de nuevos


factores de producción como lo fueron el trabajo, capital y tierra; diferente a lo que el
crecimiento intensivo incluye, haciendo los factores existentes más productivos. En 1945
ambos lados quedaron con muchos trabajadores agrícolas que tuvieron que emigrar a
las ciudades en busca del empleo industrial. El rápido crecimiento económico de la era
de posguerra fluyó, en parte, por la gran transición del atasco. Sin embargo, las
marcadas diferencias entre los mundos capitalista y socialista todavía estaban
presentes, disminuyendo poco a poco a medida que avanzaba la Guerra Fría.

Por los años treinta, las empresas comerciales de Occidente eran mayormente
consideradas privadas, y la Unión Soviética perseguía estrategias de acumulación
forzada que construían industrias pesadas (carbón, acero, electricidad, etc.) a través de
métodos violentos y coercitivos. Sin embargo, después de 1945, los sectores públicos se
expandieron en Occidente, y la Unión Soviética comenzó a reorientar sus planes
económicos hacia las necesidades de los consumidores.

En comparación con la década de 1930, cuando la Unión Soviética logró una autonomía
sustancial del mundo capitalista, las relaciones fronterizas económicas desarrolladas en
la Guerra Fría, durante los años setentas, se fueron agudizando. Sin embargo, la
El sigloagitación
XIX y la reacción contra
económica deEscuelas
la décadaLiberales
se originó en Occidente, y los propagandistas 14
soviéticos no perdieron la oportunidad de señalar que las crisis recurrentes del
capitalismo habían regresado. Sin embargo, la despreocupación no impidió el derrame.
En la década de 1980, la Unión Soviética tuvo una implosión, Europa del este desertó y
China abrió, el sistema socialista se desintegró, llevando la Guerra Fría a un final
efectivo.

Existe un enfoque que presenta la crisis del socialismo como endógeno al sistema
socialista. Desde este punto de vista, las explicaciones para el fracaso no necesitan
buscar más allá de las ineficiencias y limitaciones inherentes a la economía de comando
socialista. Otro enfoque, que atrajo menos partidarios, propone en cambio que el
sistema socialista permaneció estable, pero fue víctima de desarrollos exógenos en la
economía mundial capitalista. La mayoría de los estudiosos se ubican en algún lugar
entre estas dos posiciones y enfatizan tanto las fallas endógenas del sistema socialista
como su incapacidad para adaptarse a las cambiantes condiciones internacionales.

Plan Marshall

Se trató de un programa de recuperación europea formado en abril de 1948 hasta


diciembre de 1951. Fue creado y patrocinado por Estados Unidos diseñado para que 17
países de occidente y del sur de Europa retomarán sus economías, así creando
entornos donde instituciones democráticas pudieran estar estables. Estados Unidos
temiendo la pobreza, desempleo y dislocación después de la Segunda Guerra Mundial
ideó este programa. Este se dio a conocer el 5 de junio de 1947, en un discurso en la
Universidad de Harvard, cuando el secretario de Estado, George C. Marshall, propuso la
idea de un programa de autoayuda europeo financiado por Estados Unidos.

Sobre la base de un plan unificado para la reconstrucción económica de Europa


occidental presentada por un comité representando a 16 países, el Congreso de Estados
Unidos autorizó el establecimiento del Programa de Recuperación Europea, que fue
firmado por el presidente Harry S. Truman. La ayuda fue originalmente ofrecido a casi
todos los países europeos, entre los menores de la ocupación militar por la Unión
Soviética. Los soviéticos se retiraron desde el principio de la participación en el plan, sin
embargo, y pronto fueron seguidos por las otras naciones del este de Europa bajo su
influencia. Esto dejó a los siguientes países para participar en el plan: Austria, Bélgica,
Dinamarca, Francia, Grecia, Islandia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos,
Noruega, Portugal, Suecia, Suiza, Turquía, el Reino Unido y el oeste de Alemania.

Bajo la dirección de Paul G. Hoffman salió la Administración de Cooperación Económica


(ACE), una oficina especialmente creada para el plan, distribuyendo en los próximos
cuatro años unos $13 mil millones de dólares en ayuda económica, ayudando a
restaurar la producción industrial y agrícola, establecer la estabilidad financiera, y
expandir el comercio. Subvenciones directas representaron la gran mayoría de la ayuda
mientras que el resto fue en forma de préstamos. Fue así como se creo se creó el
El sigloComité
XIX y lade
reacción contraEconómica
Cooperación Escuelas Liberales
Europea para sugerir un programa de recuperación 15
de cuatro años. Esta organización fue reemplazado más tarde por la permanente
OECE2 (Organización Europea para la Cooperación Económica), a la que Alemania
Occidental fue finalmente admitido.

El Plan Marshall fue muy exitoso. Los países de Europa occidental involucrados
experimentaron un aumento en su producto nacional bruto de 15 a 25 por ciento durante
este período. El plan ha contribuido en gran medida a la rápida renovación de las
industrias química, ingeniería y acero de Europa Occidental.

Durante cuatro décadas, el gobierno de los Estados Unidos libró la Guerra Fría. Esto
provocó cambios masivos en la asignación de recursos, con efectos en muchas
dimensiones del desempeño económico de la nación. La economía de la Guerra Fría
derivó de la asignación de recursos por parte del gobierno, pero, en el contexto de las
instituciones políticas estadounidenses, las acciones del gobierno no pueden entenderse
completamente si no es por las preferencias del público y la política que conectaba a los
gobernantes y los gobernados.

Los asuntos militares estadounidenses posteriores a la Segunda Guerra Mundial y la


preparación para la participación real en la guerra dieron lugar a procesos políticos
característicos.
La Segunda Guerra Mundial arrojó una sombra enorme a lo largo de los años que
siguieron en los Estados Unidos, además de las inmensas consecuencias económicas,
los legados institucionales y constitucionales de la guerra se vislumbraron muy grandes.
Los efectos ideológicos también fueron tremendos.

Gasto militar
Culminando un período de recesión, el gasto militar real alcanzó su bajo presupuesto en
la posguerra en 1947, con $10 mil millones en dólares corrientes, equivalentes a
aproximadamente el 4.3 por ciento del PNB (Producto Nacional Bruto), pero, en 1947 las
relaciones con la Unión Soviética se deterioraron, especialmente a los ojos del
presidente y los funcionarios del Departamento de Estado y el Departamento de
Defensa.

Winston Churchill había advertido que una cortina de hierro estaba descendiendo entre
la Europa controlada por los soviéticos y Occidente.3 Para la gente del Main Street, sin
embargo, otras preocupaciones tenían prioridad. Aunque las encuestas mostraban una
creciente conciencia de la agresividad soviética, la mayoría de los estadounidenses aún
no estaban preparados para emprender el peligroso y costoso trabajo de oponerse a
Rusia.

Los eventos llegaron al rescate de la administración cuando los comunistas tomaron el


gobierno checoslovaco a principios de 1948; además, el teniente general Lucius Clay,
El siglogobernador
XIX y la reacción
militarcontra
de laEscuelas
zona deLiberales
Estados Unidos en Alemania, ayudó a crear una 16
advertencia de guerra enviando un telegrama, que posteriormente se publicó,
advirtiendo que la guerra entre los Estados Unidos y la Unión Soviética podría ocurrir
"con dramática brusquedad".

En marzo, el presidente Truman solicitó una asignación de defensa suplementaria de


más de $ 3 mil millones, que el Congreso aprobó rápidamente. Con la esperanza de una
respuesta de la ciudadanía en torno a la manifestación mientras buscaba la reelección,
Truman pronunció un importante discurso que destacó el peligro de la guerra con los
soviéticos, denunció su "acción despiadada" y su "diseño claro" para dominar Europa.

Con estos eventos, la Guerra Fría definitivamente había comenzado. El Congreso


aprobó el presupuesto de defensa para el año fiscal de 1949, que fueron
aproximadamente un 20 por ciento más altas que las del año fiscal de 1948.

La crisis de Berlín que comenzó a mediados de 1948, la conquista comunista de China,


la prueba nuclear soviética y la formación de la OTAN (Organización del Tratado del
Atlántico Norte) en 1949 y el estallido de la Guerra de Corea a mediados de 1950
garantizaron que la súper-rivalidad y el enfrentamiento que se conoció como la Guerra
Fría (un estado de emergencia nacional crónica y una preparación militar sostenida que
no tenía precedente en la historia estadounidense) seguiría siendo la realidad
predominante de los asuntos exteriores y de defensa de EE. UU. durante las próximas
cuatro décadas, terminando únicamente con la ruptura del Bloque Este y luego de la
Unión Soviética en 1990 y 1991, respectivamente.

Vestigios de la artillería empleada en la Guerra de Vietnam

La desaceleración subsiguiente duró solo dos años, dejando los desembolsos anuales
de defensa durante la próxima década casi tres veces más que lo que habían sido a
fines de la década de 1940. Durante el período de 1947-50, el gasto militar real anual
nunca superó los $ 60 mil millones; después de 1952, nunca cayó por debajo de $ 143
mil millones, y por lo general era sustancialmente más alto. Samuel Huntington,
estudioso destacado de la política de defensa de Estados Unidos, especuló que "sin la
guerra, el aumento probablemente habría sido aproximadamente del tamaño de 1948-
1949", es decir, 20 por ciento, en lugar de casi 200 por ciento.

Después de 1965, el surgimiento de la Guerra de Vietnam llevó las compras de defensa


reales a un pico en 1968. La consiguiente desaceleración es la más difícil de interpretar
hasta la fecha; después de mantenerse firme en 1972, el monto de los gastos militares
continuó descendiendo hasta tocar fondo en 1976. En enero de 1973, con solo 30,000
militares estadounidenses restantes en Vietnam, el gobierno de Nixon dio por terminado
el proyecto, y el Acuerdo de Paz de París preveía la retirada de todas las fuerzas de
Estados Unidos restantes en Vietnam.

El sigloDe
XIX1948
y la reacción contra
a 1989, el PNBEscuelas Liberales
real aumentó a una tasa promedio de 3.1 por ciento por año. 17
Las tasas de crecimiento promedio de las partes componentes del PNB real fueron las
siguientes: gasto privado real: 3.0% por año; gasto real no militar del gobierno: 4.5% por
año; y gasto militar real: 1.9% por año.

Política Económica
Desde 1948 hasta finales de los 60’s, la ideología dominante de la Guerra Fría y un
consenso bipartidista sobre defensa y política exterior, centrado en la contención global
del comunismo y la disuasión de un ataque soviético contra Europa occidental o Estados
Unidos, respaldaron la inédita asignación de recursos al establecimiento militar "en
tiempo de paz".

La hostilidad retórica del presidente Reagan hacia el "imperio del mal" de la Unión
Soviética y la posición generalmente dura de su administración, especialmente durante
su primer mandato, dio un brillo renovado a la deslucida ideología de la Guerra Fría.

Los costos de oportunidad restringieron constantemente las actividades militares a lo


largo de la Guerra Fría. En la crisis de 1948, e inmediatamente después, Truman se
resistió a las recomendaciones de un enorme aumento en el gasto militar facilitado por el
aumento de los impuestos o la imposición de controles económicos porque estaba
convencido de que estos cursos eran notables desde el punto de vista político o factible.
Se decía que Nixon se dio cuenta de que por razones económicas la guerra
simplemente estaba costando demasiado, y por el bien de la paz y la tranquilidad
domésticas, tuvo que recortar el compromiso estadounidense con Vietnam "; la
reducción fue forzada. La administración de Nixon se dedicó a reducir la participación
estadounidense en los combates, terminar el reclutamiento y eventualmente retirar todos
los EE. UU. fuerzas de Vietnam, por lo que fue recompensado con una aplastante
reelección en 1972.

La era de la Guerra Fría fue testigo de una nueva relación de la actividad militar con la
economía política de los Estados Unidos. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la
asignación de recursos a fines militares se mantuvo en niveles simbólicos, por lo general
no más del 1 por ciento del PNB (Producto Nacional Bruto), excepto durante la guerra
real, que ocurrió con frecuencia. El tiempo de guerra y el tiempo de paz fueron distintos,
y durante el tiempo de paz, es decir, casi todo el tiempo, el costo de oportunidad social
de armas de fuego era casi nulo. El antiguo régimen terminó en 1940.

La aceleración masiva de principios de la década de 1940 llevó la porción militar del PIB
(Producto Interno Bruto) a más del 41 por ciento en su pico en 1943-1944. A pesar de
una enorme desaceleración después de la caída, en 1947, en la depresión de la
posguerra, el sector militar aún representó el 4.3 por ciento del PNB, tres veces la cuota
de 1939.

El sigloElXIX y lanivel
alto reacción
básicocontra Escuelas
de gastos Liberalesdurante la Guerra Fría resultó de la ideología
de defensa 18
dominante del anticomunismo global, que convocó diversas doctrinas de política exterior
(por ejemplo, la Doctrina Truman, represalias masivas, la Doctrina Reagan) y
compromisos militares (por ejemplo, la OTAN), tratados bilaterales de defensa, asesores
militares de los Estados Unidos en América Latina. La “ideology alone”, sin embargo, fue
un apoyo insuficiente, y las crisis episódicas desempeñaron un papel esencial en el
mantenimiento del apoyo público a los grandes gastos militares. La élite nacional de
seguridad advirtió sobre un "vacío" tras otro, la mayoría de los cuales se volvieron
exagerados o inexistentes. Dado el secreto en el que se guardaba mucha información
relacionada con la defensa, era inevitable que la élite nacional de seguridad utilizara su
acceso exclusivo a la información para promover sus propios intereses, que a veces
entraban en conflicto con las preferencias del público. Hubo límites, sin embargo, y en
las luchas políticas, los intereses militares a veces se pierden. Las autoridades no
siempre podían inducir al error a la ciudadanía, especialmente cuando estaban
involucradas muchas muertes y el aumento de los impuestos, incluida la inflación no
anticipada. Pero las limitaciones impuestas a los responsables de las políticas, sujetas al
desplazamiento informativo e ideológico y receptivas a la crisis percibida, eran en sí
mismas elásticas y manipulables.

4.1 ¿Qué es el liberalismo?


El liberalismo económico es la doctrina económica desarrollada durante la revolución —desde
finales del siglo XVII hasta el inicio de la Revolución francesa, formulada de forma completa en
primer lugar por Adam Smith y que reclama la mínima interferencia del Estado en la economía
del siglo XIX.

Habitualmente se resume en la expresión francesa laissez faire, laissez passer («dejen hacer,
dejen pasar»), que, no obstante, es el lema de la fisiocracia, una teoría económica precedente.
Incluye un espectro de diferentes políticas económicas, tales como la libertad de circulación de
mercancías, pero siempre se basa en un fuerte apoyo a la economía de mercado y la propiedad
privada.

El liberalismo es una doctrina política que defiende la libertad individual, preconiza el Estado
limitado (restringe la intervención del Estado en la vida social, económica y cultural), promueve la
iniciativa privada, propugna por la igualdad ante la ley y aboga por la paz.

Asimismo, se identifica como una actitud que proponga la libertad y la tolerancia en las
relaciones humanas, fundamentada en el libre albedrío y en el principio de no agresión (vid.
Escuela de Salamanca). Promueve, en suma, las libertades civiles y económicas y se opone al
absolutismo, al despotismo ilustrado, al conservadurismo, los sistemas autoritarios, dictatoriales
y totalitarios. Constituye la corriente en la que se fundamentan tanto el Estado de derecho como
la democracia representativa y la división de poderes.

- Laissez faire
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 19
La frase laissez faire, laissez passer es una expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen
pasar»; una práctica caracterizada por una abstención de dirección o interferencia especialmente
con la libertad individual de elección y acción; una doctrina que se opone a la injerencia
gubernamental en asuntos económicos, permitiendo así la asignación más eficiente de recursos
en una economía, y las únicas regulaciones gubernamentales que existan serán para proteger
los derechos individuales de la persona, derechos de propiedad y nada más, lográndose así una
absoluta libertad en la economía: un completo, puro, incontrolado, no regulado libre mercado
(libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libertad de contratos, libre mercado laboral, cero
aranceles y subsidios, abolición de los privilegios especiales, no hay límites mínimos y máximos
a los precios de los bienes y servicios ya que son establecidos por la oferta y la demanda y la
apertura de las rutas comerciales mundiales al libre intercambio internacional y la competencia
entre los ciudadanos de todos los países que tratan directamente uno con otro, etc.), forma parte
de la creencia de que los gobiernos no deben interferir en la vida de las personas.

La única función del gobierno, en tal sociedad, es la tarea de proteger los derechos naturales del
hombre, es decir, la tarea de protegerlo de la fuerza física. El gobierno actúa como agente del
derecho del hombre a la autodefensa y puede utilizar la fuerza sólo en represalia y sólo contra
quienes inicien su uso; Por lo que el gobierno es el medio para poner bajo control objetivo el uso
represivo de la fuerza.

La expresión laissez faire también se usa para referirse al capitalismo en estado puro, o
«capitalismo laissez-faire». El capitalismo en estado puro llega a existir cuando el Estado está
separado por medios constitucionales de la economía y el mercado, de la misma manera en la
que en la actualidad se da la separación entre el Estado y la iglesia. Cabe destacar que el
sistema nunca ha sido experimentado, ya que, hasta la actualidad todos los países han tenido
economías mixtas. No obstante, la filosofía del laissez-faire ha sido defendida también por
corrientes anticapitalistas como el socialismo ricardiano, el mutualismo y el libertarismo de
izquierda promercado en general.

De forma completa, la frase es: Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même; «Dejen
hacer, dejen pasar, el mundo va solo» y fue usada por primera vez por Vincent de Gournay,
fisiócrata del siglo XVIII, contra el intervencionismo del gobierno en la economía.

Desde el ámbito jurídico del positivismo formal, esta frase se presenta como una aparente
despolitización del Estado, para asegurar la libertad económica, política y social.

- Historia:

En la segunda mitad del siglo XVIII, al calor de la Revolución Industrial inglesa, Adam Smith
desempeñó un papel muy importante en la popularización de las teorías económicas del laissez-
faire, siendo considerado el padre de las teorías de libre mercado o librecambismo. Aunque
existieron precursores de estas teorías por ejemplo en la Persia medieval como Al Ghazali y Al
Tusi. Adam Smith comprendía este término como la «no intervención» del Estado en una vida
económica, principalmente en el campo de la producción. También decía que el Estado era un
mal administrador (porque no estaba interesado en una buena administración, debido a que no
El siglo
utiliza XIX ypropios).
fondos la reacción
La contra EscuelasdeLiberales
idea principal estas teorías era la no injerencia de los estados en 20
asuntos económicos. Según Adam Smith, había una mano invisible que guiaba a la economía de
mercado por la cual la suma de los egoísmos responsables repercutiría en beneficio de toda la
sociedad y el desarrollo de la economía. Las regulaciones estatales, desde este punto de vista,
resultaban poco deseables.

El laissez-faire, un producto de la Ilustración, fue «concebido como la forma de liberar el


potencial humano mediante la restauración de un sistema natural, un sistema que no está
obstaculizado por las restricciones del gobierno». En una línea similar, Adam Smith veía la
economía como un sistema natural y el mercado como una parte orgánica de ese sistema. Smith
vio el laissez-faire como un programa moral, y el mercado su instrumento para asegurar a los
hombres los derechos de la ley natural. Por extensión, los mercados libres se convierten en un
reflejo del sistema natural de la libertad. «Para Smith, el laissez-faire fue un programa para la
abolición de las leyes que limitan el mercado, un programa para la restauración del orden y para
la activación del crecimiento potencial».

En la Francia del siglo XVIII la expresión laissez faire era la fórmula mediante la cual los
revolucionarios comprimían su programa. Su objetivo era el establecimiento de una economía de
mercado sin obstáculos. Con el afán de alcanzar dicho fin abogaban por la abolición de todas las
leyes que prevenían que gente más eficiente superara a competidores menos preparados.

Hoy día se utiliza como sinónimo de una versión radical del liberalismo económico, pero sin las
regulaciones pro mercado promovidas por los liberales.
Fundamentos

Siendo un sistema de pensamiento, el laissez-faire descansa en los siguientes axiomas:

1. El individuo es la unidad básica en la sociedad.


2. El individuo tiene un derecho natural a la libertad.
3. El orden físico de la naturaleza es un sistema armonioso y autorregulado.
4. Las corporaciones son criaturas del Estado y por lo tanto deben ser observadas de cerca
por la ciudadanía debido a su propensión a interrumpir el orden espontáneo de Smith.

Estos axiomas constituyen los elementos básicos del pensamiento del laissez-faire, aunque otro
elemento básico ya menudo desatendido es que los mercados deben ser competitivos, una regla
que los primeros defensores del laissez-faire siempre han enfatizado. Para maximizar la libertad
y permitir que los mercados se autorregulen, los primeros defensores del laissez-faire
propusieron un impuesto único, un impuesto sobre la renta de la tierra para reemplazar todos los
impuestos que dañan el bienestar penalizando la producción.

4.2 Historia del liberalismo económico

- Adam Smith

El país que sobresalió en su economía fue Francia, quien contaba con muchas fuentes
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 21
económicas y pudo salir en un periodo corto de tiempo de esta crisis. Smith era escocés y
se formó en las universidades de Universidad de Glasgow y la de Universidad de Glasgow
Oxford. En la primera fue profesor de Lógica y de Filosofía Moral. En el año 1776 publicó
su obra principal: La riqueza de las naciones. Smith abordó a la economía desde la
filosofía. Era un ferviente defensor de las leyes de la naturaleza, del orden natural, y
cuestionaba las imperfecciones de las instituciones humanas. Para él la conducta humana
obedece de manera natural a las siguientes motivaciones: el egoísmo, la conmiseración,
el derecho de ser libre, el sentido de la propiedad, el hábito del trabajo y la tendencia al
intercambio. Si al hombre se lo deja en libertad, no sólo conseguirá su propio beneficio,
sino también impulsará el bien común. Así Smith justificaba su reivindicación de dejar en
libertad las relaciones de intercambio entre los hombres. El libre juego de las motivaciones
nombradas conduce a un equilibrio natural. Cada individuo al buscar su provecho
individual «es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en su
propósito», el bienestar general. Dice al respecto: «nunca he sabido que hiciesen mucho
bien aquellos afectos a trabajar por el bien público». Todo esto da pie a uno de los
fundamentos del pensamiento liberal acerca de la libre interacción entre oferentes y
demandantes en los mercados, sin ningún tipo de intervenciones estatales sobre ellos. A
Smith también le preocupó el origen del valor de las mercancías y sobre la base de ideas
dejadas por William Petty (1623-1687) y Richard Cantillon (1680-1734) elaboró la Teoría
del valor-trabajo, la cual considera que el origen del valor de intercambio (valor de cambio)
de las mercancías está en el trabajo del hombre. Divide al valor en dos: el "valor de uso"
que es la utilidad que posee un objeto determinado, mientras que el "valor de cambio" es
la capacidad de un objeto para ser intercambiado por otros y está determinado por el
tiempo de trabajo humano incorporado en su producción. Por otra parte, le inquietaba que
mientras los seres humanos se reproducían, la tierra no lo hacía, lo cual provocaría en
algún momento del tiempo una situación de escasez de alimentos. Para esto proponía que
los salarios en la economía debían ser de subsistencia, o sea, lo necesario para la
subsistencia del trabajador y su familia. Consideraba que si el ingreso de las familias fuese
mayor al de subsistencia, el crecimiento poblacional se aceleraría. Algo que observaba en
su época era que se había pasado de la producción artesanal, en la cual un mismo
artesano realizaba todas las operaciones, a una división del trabajo, en la cual cada
operario realizaba una sola operación, como por ejemplo, hacer puntas de alfileres. Esto
permitía que quien lo hiciera se especializara en dicha operación, mejorando los tiempos
de producción y la calidad de lo elaborado. Cualquier productor que buscara su beneficio
individual se vería obligado a dividir el trabajo de su empresa y de esta manera estaría
maximizando la producción de toda la economía. Eran las motivaciones de la conducta
humana las que garantizarían el crecimiento permanente del todavía entonces incipiente
capitalismo británico. Decía: «En un sistema de laissez-faire, el aceite del interés personal
mantiene funcionando milagrosamente los engranajes económicos. No es necesario un
planificador [...]. El mercado resuelve todos nuestros problemas». Así se afirma que Smith
era un optimista acerca del futuro de las economías, ya que su crecimiento permanente
estaba garantizado por las motivaciones de la conducta humana y la división del trabajo.

- Escuela clásica
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 22
La escuela clásica es considerada por muchos como la primera escuela moderna de
economía. Existe un consenso generalizado que indica que la economía moderna surge
con la publicación en 1776 de la “Riqueza de las Naciones” porque ofrece un análisis
sistemático y diferencial del estado de la problemática económica de su época. Una
característica interesante de esta Escuela es el matiz moral, que indicaba que el egoísmo
de los agentes sociales proveía a la economía en su conjunto de efectos positivos.

Los economistas clásicos intentaron y en parte lograron explicar el crecimiento y el


desarrollo económico. Crearon sus “dinámicas de crecimiento” en una época en la que el
capitalismo se encontraba en pleno auge tras salir de una sociedad feudal y en la que la
Revolución Industrial provocaba enormes cambios sociales. Estos cambios también dieron
lugar a la cuestión de si se podría organizar una sociedad alrededor de un sistema en el
que cada individuo buscara simplemente su propia ganancia (económica).

Algunos postulados de esta escuela son: el estado no debe intervenir en el funcionamiento


de los mercados, ya que los agentes económicos en su acción individual, como por medio
de una “mano invisible”, son dirigidos al equilibrio y a la eficiencia. Este es el laissez faire.
En consecuencia, las políticas fiscales, monetarias y los subsidios obstaculizan el
funcionamiento del mercado.

La producción ofrecida por las empresas viene determinada por el nivel de pleno empleo
(a través de la función de producción). Por tanto, la oferta domina sobre la demanda. La
curva de oferta es vertical y es la que determina el nivel de producción y por lo tanto de
equilibrio; variaciones en la demanda tan sólo producen variaciones en los precios.

Fue desplazado en gran parte por escuelas marginalistas de pensamiento (tal como la
escuela austriaca), que desde su perspectiva el valor deriva de la utilidad marginal que los
consumidores encuentran en un bien antes que en el costo de los insumos que componen
el producto.

- La riqueza de las naciones

La obra publicada en 1776 por Adam Smith, “La riqueza de las naciones”, está
considerada como el inicio del liberalismo económico. Su influencia es tal que establece
el momento en el que se empezó a hablar de economistas clásicos.

Smith, como otros economistas antes que él, tenía como objetivo estudiar la
mejor manera de que la sociedad se enriqueciera y, con ella, el Estado. Sin embargo, a
diferencia de otras corrientes, llegó a la conclusión de que era el individuo el que debía
tener todo el control sobre las relaciones económicas.

Para él, el enriquecimiento estatal era posterior al individual, tal y como dejó
dicho: “Cuando uno trabaja para sí mismo sirve a la sociedad con más eficacia que si
trabaja para el interés social”.

El siglo XIX y laAdam Smith


reacción consideraba
contra inútil, e incluso perniciosa, la intervención de los
Escuelas Liberales 23
poderes del Estado en el ámbito de la economía. Aspectos como la oferta o la demanda
eran los que debían regular las actividades mercantiles, sin normas superiores.

Para explicarlo, introdujo la metáfora de la mano invisible. Según él, los


egoísmos individuales en busca de la máxima ganancia posible son conducidos por la
mano invisible del mercado a favorecer a la sociedad al completo.

- ESCUELA MARXISTA

El marxismo es el conjunto de doctrinas políticas y filosóficas derivadas de la


obra de Karl Marx, filósofo y periodista revolucionario alemán, quien contribuyó en
campos como la sociología, la economía y la historia, y de su amigo Friedrich Engels,
quien le ayudó en muchos de sus avances en sus teorías.

Para distinguir la doctrina inicial de las corrientes derivadas, al marxismo


propuesto por Marx y Engels se ha denominado históricamente como socialismo
científico

Marx se propone encontrar las leyes objetivas que rigen las relaciones sociales
de producción en el sistema capitalista, desenmascarando su carácter contradictorio. El
marxismo propone que cada individuo reciba íntegramente el fruto de su trabajo. Para
ello es necesario suprimir la propiedad privada de los medios de producción y destruir la
estructura capitalista de la clase dominante y afirma que la clase obrera debe destruir
todas las formas de explotación legalizadas por el estado burgués, aclarando que el
individuo “no puede emanciparse más que en su clase y por su clase”. Marx conserva de
la filosofía de Hegel el “método dialéctico”, que establece que la realidad es cambiante.
A partir de Hegel, Marx desarrolla su teoría del “materialismo dialéctico”, según la cual
“la conciencia del hombre no origina su forma social de vida, sino por el contrario, esta
forma social de vida es la que condiciona y determina su conciencia”.

Esto lo conducirá a subrayar el hecho de que el capitalismo es un modo de


producción histórico, cuyas contradicciones necesariamente darán lugar al nacimiento de
un nuevo modo de producción: el socialismo.

El problema de la miseria más terrible entre 1795y 1834.

El avance de la revolución industrial era tal, que las fuerzas de las maquinas
desplazaban trabajo humano y las mujeres y los niños debían emplearse en las fábricas.

Esto condujo al desmembramiento del núcleo familiar.

La elevada mecanización de trabajo afectaba la vida física y espiritual del


obrero.

Esto es el contexto histórico en el que surge la obra de Marx.

Según Marx toda sociedad que tenga una organización social de clases,
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 24
generara un conflicto entre estas, impulsando las sociedades a los cambios y a las
revoluciones, la revolución burguesa en Francia y el levantamiento de los esclavos en
Roma y de los campesinos en el feudalismo.

En cuanto a la religión Marx opina lo mismo que Feuerbach, la religión es un


invento humano que busca propuestas mitológicas a las preguntas que el hombre ce
hace según ala naturaleza, para las cuales no tienen explicación científica, decía que la
religión es el opio del pueblo porque adormece al hombre y no lo deja reivindicar lo
propio, cuando el valor que el trabajador produce es apropiado por los propietarios de los
medios de producción. A eso denomino Marx ALINEACIÓN.

Su periodo abarco entre los años 1795-1834.

Mercancías: el hombre toma los elementos de la naturaleza transformándolos y


formando mercancías, sin importar su valor de uso, se expresa en forma de dinero.

Teoría del valor: Marx determina que la magnitud del valor de una mercancía
no es más que la cantidad de trabajo socialmente necesario para su producción, dado el
estado del arte y la técnica. El trabajo que hace cada persona de denomina concreto.

Plusvalía: el obrero al vender su fuerza de trabajo busca obtener un ingreso que


es el salario y el capitalista que le compre su fuerza de trabajo, busca apropiarse del
trabajo en exceso generado por el trabajador.
Teoría de la renta: la parte de la plusvalía que toma forma de renta depende de
tres factores que son: Renta diferencial tipo uno, Renta diferencial tipo dos y Renta
absoluta. Al igual que Smith y Ricardo, para Marx la tasa de ganancia es el promedio de
ganancia por unidad del capital invertido que percibe cualquier capitalista en la
economía.

Ciclo y crisis del capitalismo: --despegue o recuperación-- intensificación


capitalista—auge –- recesión—crisis.

APORTES TEORICOS:

1°- Teoría del valor. Esta escuela desarrolló toda una teoría del valor que es
bastante abstracta. Dentro de ella hay si un aspecto que tiene gran interés humano:
considera que, en el sistema de producción industrializado, llamado capitalismo, hasta el
hombre llega a ser una mercancía. El marxismo critica entonces que el obrero se haya
convertido en una mercancía y que el proletariado no sea dueño ni siquiera, de su
trabajo, porque ha debido arrendarlo por el tiempo y por el precio fijado por el
empresario.

Esto además tiene otros agravantes entre ellos el fenómeno llamado “plusvalía”,
que es el mayor valor que le saca un empresario a un producto gracias a un trabajo
hecho gratuitamente. Este es un vicio del sistema capitalista, la raíz del cual está la
propiedad privada, en los medios de producción y cambio. A este problema se le da una
El siglosolución
XIX y la reacción contra Escuelas
filosófico-económico que Liberales
incide: en la desaparición de la propiedad privada, en 25
la expropiación de los medios de producción y cambio teniendo como meta la
socialización.

2°- Plus-valía. Esta tiene otros agravantes, como por ejemplo “supongamos que
lo que mantiene vivo al obrero tenga un valor de 5 horas diarias. Solo el valor de esas
cinco horas, y no más. Es lo que el empresario paga al obrero, tanto porque ese es el
verdadero valor (valor trabajado) de la mercancía que el obrero vende, como porque el
trabajo como todas las mercancías, están sometido, sin defensa alguna a la ley de la
oferta y la demanda, o sea que l obrero tiene que vender su trabajo al precio que quieran
pagarle. Pero al obrero que le pagan solo 5 horas diarias, tiene trabajar la jornada
ordinaria entera de 8 horas y por ende, produce el valor de 8 horas de trabajo para el
empresario, el empresario se beneficia con las tres horas de diferencia lo que constituye
el lucro y las utilidades en que se funda la empresa capitalista.

3°- Concentración de capitales. La concentración de capitales en manos de un


número cada vez menor de empresarios, conduce a los monopolios, los que contratan
sin competencia a obreros que ganan menos y por lo mismo producen mayor plusvalía.

d) Aspectos políticos: - Para estudiar el estado, la escuela marxista recurre a la


historia y afirma que este fenómeno viene de la antigüedad clásica, coincidiendo en esto
con muchos sociólogos.
El origen del estado, está en la propiedad privada, naciendo así un organismo
necesario para proteger los intereses y derechos de los propietarios; pero en la realidad
el estado ha garantizado solo los derechos de una minoría, o sea, que ha sido
instrumento que ha servido a la clase dominante para mantener su sistema.

Esta escuela asocia el tipo de estado al tipo de sistema económico y por eso
habla de sistema esclavista, de estado feudal, de estado burgués.

El hecho de que el estado esté por encima de la sociedad como ha sucedido


muchas veces produce injusticias y descontento.

El estado ha ido evolucionando: ha habido épocas en que ha sido muy furte,


como durante el renacimiento, en que aparece absolutista; otras en que ha sido muy
débil como en período feudal y en el del liberalismo y otras en donde se ha endurecido al
máximo como en el fascismo.

Esta escuela considera, como solución humana indispensable la existencia del


estado por lo menos en una etapa de transición, en lo que difiere con los anarquistas.
Sostiene que hay que aprovechar todo el mecanismo del estado, el socialismo debe
sostener al estado, pero no como el fin de la opresión o beneficio propio, sino para dirigir
la socialización o sociedad sin clases. El estado dirigido por el proletariado.

4.3 LIBERALISMO ECONÓMICO EN EL SIGLO XIX


El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 26
La doctrina económica liberal se había desarrollado a finales del siglo XVIII, el crecimiento de los
mercados mundiales de bienes y de factores de producción hizo que las ideas del liberalismo
ganasen apoyo entre los industriales, los comerciantes y los inversionistas, los gobiernos
influidos por estos grupos fueron adoptando medidas económicas liberales, se permitió la libre
circulación de productos, capital y trabajadores, permitiendo sus movimientos dentro y fuera de
Europa.

Fue la burguesía, concentrada en las ciudades, la principal protagonista de ese proceso


histórico. Sin embargo, el hecho que, a pesar de ello, siguiera excluida de cualquier
responsabilidad del gobierno, provocó la aparición en su seno de un movimiento crítico contra la
constitución feudal de la sociedad y del estado absoluto.

Se desarrolló principalmente porque los empresarios no querían la intervención del gobierno en


las decisiones económicas que ellos realizaban.

4.3 LIBERALISMO y SOCIALISMO

Ante el proceso de industrialización y el cúmulo de cambios que se producen, surgen


ideologías y sistemas que justifican o critican el nuevo estado de cosas.

El Liberalismo fue el creador del Nuevo Régimen (liberalismo político) y de la doctrina


económica que hizo avanzar a la industrialización: liberalismo económico o capitalismo. En
definitiva, hay un valor supremo —la libertad— al que se somete todo. Este valor se plasma en
unas estructuras políticas —el Estado liberal— y económicas: el mercado y la empresa libres,
bases de la industria y el comercio capitalistas.

Los teóricos son bien conocidos: Hobbes (1588-1672), Locke (1632-1704), Montesquieu
(1689-1755) y Rousseau (1712-1778) para la política, Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo
(1772-1823) para la economía.

A la afirmación de la libertad como valor supremo es preciso añadirle dos concreciones


más. No sólo la aplicaron a la creación de empresas y al comercio, sino también al mercado de
trabajo, a la determinación del salario. Éste debía ser regulado libremente por la ley oferta-
demanda. Se esperaba que una «mano invisible» lograse así la justicia, olvidando que la
libertad, cuando no hay igualdad o semejanza entre los que contratan es «la tiranía de los
privilegiados».

Y, de hecho, no había igualdad. Un ejemplo claro es la reiterada negativa de los gobiernos


liberales a conceder la libertad de asociación a los obreros, reivindicada por estos desde los
comienzos del movimiento obrero. En España no se llegó a ella hasta la víspera de RN, 1887.

Las teorías, y sobre todo la realidad del liberalismo en todos los terrenos, fueron discutidas
por pensadores a los que genéricamente llamamos socialistas.

- El socialismo pre marxista, fue la primera reacción contra el nuevo orden de cosas.
Roberto Owen (1771-1858) en Inglaterra y EE.UU., Saint-Simon (1760-1825), Fourier
El siglo(1772-1837) y Cabet
XIX y la reacción (1788-1856)
contra en Francia son los padres del socialismo al que Marx
Escuelas Liberales 27
denominó peyorativamente «utópico». Tan cierto como la utopía de algunas de sus
ideas es que son los primeros en descubrir la injusticia del sistema capitalista y en
plantear una alternativa, en la que, junto a análisis parciales y soluciones imposibles a
corto plazo, algunas merecieron más atención de la que cosecharon: la reforma moral,
por ejemplo, y su intuición de lo que serían las futuras cooperativas, fusión de capital y
trabajo. Son también enormemente críticos con la teoría política liberal y denuncian con
realismo las libertades meramente formales o la ineficacia de las reformas políticas que
no solucionan la miseria de los trabajadores. En todos ellos y en Proudhom (1809-1865)
se detecta una desconfianza innata en la política. Tras ellos, en torno a la revolución de
1830 en Francia, surgen pensadores que insisten más que los utópicos en la reforma
política: L. Blanc (1811- 1882) es su principal figura.
- Corresponde a Karl Marx (1818-1883) haber concebido una ideología que permitió a la
clase proletaria analizar la situación desde una perspectiva propia, de clase, y, a la vez,
descubrir que el cambio deseado sólo sería posible ocupando el poder político. Con la
colaboración de F. Engels (1820-1895) elaboró una teoría económica y, aunque más
sucintamente, también política. Su crítica al capitalismo la realiza desde un doble punto
de vista. Moralmente le acusa de injusto e inhumano por haber producido una sociedad
donde una minoría —la clase dominante— posee el poder económico y político,
mientras que la mayoría —la clase dominada— no posee más que la fuerza de su
trabajo. Pronostica además la inviabilidad y ausencia de futuro del capitalismo por tres
razones: engendra necesariamente crisis por estar presidido por el lucro egoísta; es ana-
crónico, por querer mantener un sistema arcaico —la propiedad privada de los bienes de
producción— y caerá arrastrado por la fuerza del proletariado, que saltará ante las
presiones a las que se ve sometido. Puesto que la clave del capitalismo es la propiedad
de los bienes de producción, el propósito de Marx es desprivatizarla. Desaparecida la
propiedad, desaparecerán también las clases sociales, los trabajadores percibirán el
fruto íntegro de su trabajo y el Estado perderá buena parte de su razón de ser.

Junto a esta ideología, Marx propició la divulgación de sus ideas a través de la AIT, la
Asociación Internacional de Trabajadores, que más tarde se conocería como Primera
Internacional, fundada en Londres en 1866. Convencido de que la revolución era
imposible entonces, decidió prepararla, dando una ideología y alentando a obreros de
diversos países que, a través de sindicatos y partidos, hiciesen posible un día la
posesión del poder político por la clase trabajadora, para, desde ahí, acabar con la
propiedad privada y el poder económico de la clase dominante. Es claro que, actuando
así, Marx ofrecía a los proletarios la posibilidad de pasar a ser actores y no sólo
espectadores pasivos de la historia. Y que en esto está la raíz de su influjo.

Es también cierto que Marx no vio su esfuerzo coronado con el éxito. En 1872 se separó
de él M. Bakunin (1814-1876), que dio origen al anarquismo, cuyo fin era acabar no sólo
con la propiedad privada de los bienes de producción, sino también con la forma de
Estado. Esta escisión acabó con la Primera Internacional. En 1883 murió Marx sin ver
realizados sus sueños ni unido al movimiento obrero. Sólo a los seis años de su muerte,
El sigloen
XIX1889, un grupo
y la reacción de seguidores
contra suyos daba vida —ya sin los anarquistas— a la
Escuelas Liberales 28
Segunda Internacional.

- Clases de Socialismo:

El socialismo utópico

Con la revolución industrial, iniciada en la Inglaterra de fines del siglo XVIII, el poder de
la burguesía fue en aumento y el capialismo contemporáneo se consolidó. Este
capitalismo basado en la propiedad privada de los medios de producción tenía como
doctrina al liberalismo económico. Según éste, como vimos, el estado no debía intervenir
en las cuestiones sociales y económicas. Esto ocasionó la desprotección obrera y un
indisimulable fortalecimiento de los grupos patronales.

Ese cuadro de situación explica la aparición durante la primera mitald del siglo XIX de la
ideología socialista como oposición a las desmesuradas y falta de equidad del sistema
capitalista.

Este primer socialismo, de carácter predominantemente moral, evidencia en su


teorización, las influencias cristianas y románticas europeas de la época y propone a
modo d esolución a la problemática social una solución mística de la vida y ls relaciones
laborales-empresariales. Sólo recordaremos a tres grandes representantes de esa
corriente: Saint Simon (1760-1825), Ricardo Owen (1771-1858) y Louis Blanc (1811-
1882). El primero abogó por una sociedad basada en un fuerte desarrollo industrial y
gobernada por un conjunto de sabios, banqueros y empresarios que respetando normas
morales básicas favorecieses a lsa clases más humildes. El segundo, abogó por la
organización obrera. Dueño de un establecimiento fabril, Owen puso en práctic asus
ideas en su propia fábrica: limitó el trabajo de los niños y las mujeres, disminuyó las
horas de labor, suprimió el trabajo nocturno, estableció la instrucción escolar. El
reformador inglés trató de aplicar sus ideas en Estados Unidos mediante colonias
socialistas, pero no tuvo éxito.

Louis Blanc propuso un sistema económico en el que una parte de la industria estuviese
en manos del estado y otra en poder de los trabajadores.

El socialismo científico

Carlos Mark, fundador de esta ideología, nació en Alemania en 1818 y murió en


Inglaterra en 1883. Su acción se centró en el periodismo y el estudio d ela filosofía
alemana. En París Marx conoce a Engels, otro joven alemán que viviendo en
Manchester había escrito “La situación de las clases trabajadoras en Inglaterra”. Allí, se
inicia una intensa amistad y el alejamiento de ambos de la idea de los socialistas
utópicos y la preparación de lo que se llamaría por oposición “socialismo científico”. En
febrero de 1848, Marx y Engels publicaron “El Manifiesto Comunista”. Posteriormente
Marx publicaría “El Capital”, considerada su obra más importante y la base, junto con el
Manifiesto, del pensamiento marxistas. Marx sostiene que en las relaciones de trabajo el
obrero sólo recibe una pequeña porción de lo que él produce, pues se encuentra
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 29
sometido a su patrón, quien se apodera del fruto de su trabajo. Esa ganancia patronal
constituye la “plusvalía”, es decir el valor que genera la riqueza capitalista.

El marxismo propone que cada individuo reciba íntegramente el fruto de su trabajo. Para
ello es necesario suprimir la propiedad privada de los medios de producción y destruir la
estructura capitalista de la clase dominante y afirma que la clase obrera debe destruir
todas las formas de explotación legalizadas por el estado burgués, aclarando que el
individuo “no puede emanciparse más que en su clase y por su clase”. Marx conserva de
la filosofía de Hegel el “método dialéctico”, que establece que la realidad es cambiante.
A partir de Hegel, Marx desarrolla su terotía del “materialismo dialéctico”, según la cual
“la conciencia de los hombre no origina su forma social de vida, sino por el contrario,
esta forma social de vida es la que condiciona y determina su conciencia”.

Los socialistas o socialdemócratas (por aquel entonces, los dos términos eran
sinónimos) eran miembros de partidos centralizados o de base nacional organizados de
forma precaria bajo el estandarte de la Segunda Internacional Socialista que defendían
una forma de marxismo popularizada por Engels, August Bebel y Karl Kautsky. De
acuerdo con Marx, los socialistas sostenían que las relaciones capitalistas irían
eliminando a los pequeños productores hasta que sólo quedasen dos clases antagónicas
enfrentadas, los capitalistas y los obreros. Con el tiempo, una grave crisis económica
dejaría paso al socialismo y a la propiedad colectiva de los medios de producción.
Mientras tanto, los partidos socialistas, aliados con los sindicatos, lucharían por
conseguir un programa mínimo de reivindicaciones laborales. Esto quedó plasmado en
el manifiesto de la Segunda Internacional Socialista y en el programa del más importante
partido socialista de la época, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, fundado en
1875). Dicho programa, aprobado en Erfurt en 1890 y redactado por Karl Kautsky y
Eduard Bernstein, proporcionaba un resumen de las teorías marxistas de cambio
histórico y explotación económica, indicaba el objetivo final (el comunismo), y establecía
una lista de exigencias mínimas que podrían aplicarse dentro del sistema capitalista.
Estas exigencias incluían importantes reformas políticas, como el sufragio universal y la
igualdad de derechos de la mujer, un sistema de protección social (seguridad social,
pensiones y asistencia médica universal), la regulación del mercado de trabajo con el fin
de introducir la jornada de ocho horas reclamada de forma tradicional por anarquistas y
sindicalistas y la plena legalización y reconocimiento de las asociaciones y sindicatos de
trabajadores.

Los socialistas creían que todas sus demandas podían realizarse en los países
democráticos de forma pacífica, que la violencia revolucionaria podía quizás ser
necesaria cuando prevaleciese el despotismo (como en el caso de Rusia) y descartaban
su participación en los gobiernos burgueses. La mayoría pensaba que su misión era ir
fortaleciendo el movimiento hasta que el futuro derrumbamiento del capitalismo
permitiera el establecimiento del socialismo. Algunos —como por ejemplo Rosa
Luxemburg— impacientes por esta actitud contemporizadora, abogaron por el recurso de
la huelga general de las masas como arma revolucionaria si la situación así lo requería.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 30
El SPD proporcionó a los demás partidos socialistas el principal modelo organizativo e
ideológico, aunque su influencia fue menor en la Europa meridional. En Gran Bretaña los
poderosos sindicatos intentaron que los liberales asumieran sus demandas antes que
formar un partido obrero independiente. Hubo, pues, que esperar hasta 1900 para que
se creara el Partido Laborista, que no adoptó un programa socialista dirigido hacia la
propiedad colectiva hasta 1918.

Principios:

El individuo no existe independientemente de los demás, la sociedad es un cuerpo social


del que el individuo toma su experiencia y su aprendizaje. El individuo se debe a la
sociedad

La producción de riqueza es social, por lo tanto debe destinarse al bienestar social y no


concentrarse en unos cuantos individuos

La libre competencia dinamiza el mercado, pero a la larga crea diferencias sociales, la


competencia puede sustituirse por la cooperación

El estado debe intervenir en la economía, dirigirla o regularla para evitar que la libre
competencia polarice la sociedad en pocos ricos y muchos pobres
Como garante de bienestar social, el estado puede expropiar los medios de producción
que considere de utilidad pública

4.4 EL LIBERALISMO Y EL PROLETARIADO

El proletariado se define como la clase social que carece de todo tipo de propiedad y que para
sobrevivir necesita vender su fuerza de trabajo por un salario. Forman parte del proletariado,
sean o no conscientes de ello, los asalariados, los parados, los precarios, los jubilados y los
familiares que dependen de ellos. En España forman parte del proletariado los seis millones de
parados y los dieciséis millones de asalariados que temen engrosar las filas del paro, amén de
una cifra indefinida de marginados, que no aparecen en las estadísticas porque han sido
excluidos del sistema.

Capitalistas serían todos los propietarios de medios de producción, o altos gerentes con poder
de decisión (aunque fueran asalariados) de grandes empresas privadas o estatales. Constituyen
menos del uno por ciento de la población, pero su influencia política es absoluta, y determinan
las líneas económicas que se aplican y afectan a la vida cotidiana de la totalidad de la población.
Su lema sería: “Todos los gobiernos al servicio del capital; cada gobierno contra su pueblo”.

Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este


artículo o sección.

En un primer momento, burguesía y proletariado se aliaron en contra de la casta aristocrática,


descendiente
El siglo XIX yde la clase feudal
la reacción contra del Medievo,
Escuelas que poseía el poder en las sociedades europeas
Liberales 31
del Antiguo Régimen. Sin embargo, con el advenimiento de los sistemas liberales a lo largo del
siglo XIX, el conflicto entre los intereses de proletarios y burgueses se hizo evidente. El
liberalismo implantó la igualdad política, pero, en sus primeras formulaciones, ignoró las
desigualdades económicas y sociales.

Los intereses del proletariado se expresaron en el desarrollo del movimiento obrero y en las
diversas teorías sociales (socialismo utópico, anarquismo, marxismo), que aspiraban a
transformar la sociedad o a sustituirla por otra nueva en la que desaparecieran las desigualdades
económicas.

Consideran Marx y Engels que el conflicto entre burguesía y proletariado es el último en la lucha
de clases porque los proletarios no tienen propiedad privada, de manera que están obligados a
abolirla para dar por terminado todo antagonismo: Los proletarios no pueden conquistar las
fuerzas productivas sociales sino aboliendo el modo de apropiación en vigor; y, por tanto, todo
modo de apropiación existente hasta nuestros días. Los proletarios no tienen nada que
salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando
la propiedad privada existente.
4.5 LIBERALISMO Y CAPITALISMO

Según se realice desde una perspectiva marxista o liberal, el estudio del capitalismo conduce a
juicios radicalmente contradictorios. Analizando desde las posiciones ideológicas del liberalismo,
el capitalismo se manifiesta como el único sistema económico capaz de asegurar a cada hombre
el libre ejercicio de sus facultades. La laboriosidad y el ahorro actúan en él, como instrumento de
prestigio social y de afirmación de las capacidades individuales. La libre iniciativa conduce a la
optimización de las capacidades de producción disponibles y asegura, por consiguiente, el
crecimiento económico y el bienestar social.

La teoría marxista, por el contrario, cree descubrir en el capitalismo una contradicción esencial
entre el carácter social del trabajo y la apropiación privada de la nueva riqueza generada,
contradicción que se expresaría en un antagonismo irreductible entre las clases básicas de la
sociedad capitalista: el proletariado y la burguesía. Del mismo modo, la igualdad política formal
proclamada por el liberalismo se reduciría a la nada como consecuencia de la desigualdad
económica, y el aparato estatal serviría fundamentalmente para la exclusión de las masas
trabajadoras de la vida política.

Para que el liberalismo impere, se requiere que el capitalismo exista.

Porque si no existe, si el capital no es privado, sino colectivo, y los trabajadores son esclavos
(recuerden que esclavo es el trabajador que no puede elegir a su empleador, como ocurría en la
URSS, y ocurre en Cuba) no funcionarán los mercados, y la mano invisible sufrirá un ataque de
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales
parálisis. 32

Pero, por lo dicho, el capitalismo es una condición necesaria para que el liberalismo pueda
encarnarse en la realidad, no es al mismo tiempo una condición suficiente. De hecho, el
capitalismo precedió al liberalismo en cosa de seis siglos. El capitalismo nació allá por el siglo XI,
cuando, tras dos siglos de oscuridad, en que casi todas las ciudades desaparecieron, advino un
primer renacimiento de la economía y la cultura y la vida urbana.

Fue precisamente en las ciudades libres de la Edad Media que nació el capitalismo, y generó su
propio derecho, como segregación espontánea de la actividad mercantil ( otro orden
espontáneo!) del cual casi todas las instituciones del moderno derecho comercial proceden.

Pero este florecer de la actividad económica, sin el cual las catedrales románicas y góticas
serían inexplicables, no desarrolló una doctrina liberal que le proporcionase sustentación en el
mundo de las ideas, porque toda la actividad intelectual estaba entonces centrada en la Iglesia, y
ésta, terrateniente, tenía puesta su atención en el mundo rural, donde reinaba el feudalismo,
cuyo tránsito hacia el capitalismo insumiría aún varias centurias. Fue sólo en el segundo
renacimiento , en los siglos XVI y XVII, que se desarrolló una teoría económica del capitalismo,
pero no fue el liberalismo sino su misma antítesis.

Dio en llamarse a esta nueva escuela mercantilismo. Sus principales fuentes literarias son dos:
los dictámenes que los asesores del rey o de sus ministros dirigían a sus superiores, y, en
segundo lugar, los memoriales que ciertos empresarios, y las gremiales de empresarios,
escribían a las mismas autoridades.

Como podría sospecharse, esta escuela pugnó por una política comercial netamente
proteccionista, por la regulación de las industrias, con limitaciones para la entrada de nuevas
empresas a los mercados, por el control de los salarios para evitar subas que pusieran en peligro
la competitividad de las industrias nacionales, y por y el desaliento de la exportación de materias
primas. Algo, en términos generales muy parecido a la orientación de CEPAL, sobre todo bajo
Prebisch.

Un mal siglo El liberalismo surgió combatiendo al mercantilismo. En el primer libro sistemático de


economía, y primera exposición comprensiva del liberalismo, La Riqueza de las Naciones de
Adam Smith, la crítica a aquella escuela se cuenta entre los temas más importantes. De modo
que el capitalismo no nació liberal, ni mucho menos, y el reino del liberalismo en su ámbito, que
lució definitivo en cierto tiempo, terminó demostrándose inestable.

El siglo XX ha sido un mal siglo para el liberalismo, con la expansión del colectivismo
bolchevique, del fascismo y el nazismo, del neo mercantilismo cepalino, y de diversos otros tipos
de dirigismo. Ha sido un buen siglo para los liberales, en cambio, porque los avances del
enemigo les han obligado a combatir; es decir, a sacudir la complacencia que el éxito siempre
induce; a pensar, por tanto, y a debatir.

Lo que hace esperar -como lo auguran las dos últimas décadas de la presente centuria- que el
El siglo
XXI será XIX y la reacción
un gran contra
siglo liberal. Escuelasradica
La cuestión Liberales
en no aflojar el esfuerzo. 33

4.6 LAS DOS CARAS DEL LIBERALISMO ECONÓMICO

El liberalismo, más que una ideología, es un temple, una disposición de ánimo para aceptar la
validez de todas las preguntas. Octavio Paz pedía que del liberalismo y el socialismo surgiera
una nueva doctrina. Aguilar Rivera, Beck, Bravo Regidor, Silva-Herzog y Bartra levantan un
mapa donde abundan los recovecos de las dudas y escasean las planicies de las certezas. Al
final, una tarea: devolverle al liberalismo su talante combativo a partir del reconocimiento de sus
insuficiencias.

¿Es el Partido Republicano de Estados Unidos un partido liberal? Solo un economista podría
responder afirmativamente. Mientras que en temas sociales o políticos no cabe duda que el
partido más apegado a la tradición liberal en Estados Unidos es el Partido Demócrata, en
materia económica daría la impresión de que el monopolio sobre la defensa de las libertades
económicas siempre está, del otro lado de la mesa, con los republicanos. No es un fenómeno
únicamente estadounidense: en muchas partes del mundo el liberalismo económico pareciera
estar políticamente divorciado del liberalismo político y social. ¿Es esto una contradicción en la
tradición liberal? Creo que no, simplemente es reflejo de que en materia económica, como en
otras materias, el liberalismo siempre tiene “dos caras”.

Estas dos caras del liberalismo, en materia económica, suelen articularse alrededor de
respuestas diferentes a preguntas como las siguientes: ¿Es la intervención estatal una forma de
limitar las libertades públicas, en particular las libertades económicas? ¿Puede el Estado ser un
instrumento para afianzar esas libertades? ¿Cuál debe ser la relación entre libertad y desarrollo
económico?

Algunos economistas han respondido estas preguntas calificando cualquier intervención del
Estado en materia económica como una amenaza a las libertades personales y como el origen
de los problemas económicos. Son los llamados economistas de “agua dulce”,2 algunos de sus
predecesores y, en su versión más radical, la llamada “escuela austriaca”. Entre los triunfos de
esta escuela de pensamiento está que en cierta medida han logrado ganar la “marca” de
liberales. Los críticos pertenecientes a esta escuela suelen ser despojados del calificativo de
liberales para adoptar categorías como keynesianos, heterodoxos, etc.

Entre esos críticos siempre ha habido los que consideran que la libertad económica y el poder
del Estado no están necesariamente enfrentados. Por lo menos no de forma inevitable y
prácticamente por definición. En cualquier caso, lo que resulta indispensable reconocer es que el
origen de esta otra tradición en materia económica se puede encontrar en el mismo texto de
Adam Smith que dio origen a la ortodoxia liberal. Como bien ha señalado Robert Heilbroner,
Smith no está en contra de los gobiernos per se, sino en contra de la interferencia del gobierno
en el funcionamiento de los mercados.3 Si revisamos las partes I, II y III del libro quinto de La
riqueza de las naciones encontramos, de hecho, que Smith considera que el Estado debe
encargarse de mantener la ley, el orden y proveer la defensa nacional. Pero, asimismo,
considera que hay obras públicas que el gobierno debe proveer no como forma de entrometerse
enElelsiglo
funcionamiento de los
XIX y la reacción mercados
contra sinoLiberales
Escuelas para reducir los obstáculos que pueden enfrentar la 34
movilidad de bienes y factores de la producción. Es decir, desde Smith hay un reconocimiento al
papel que el Estado puede tener para ampliar libertades económicas, si bien el énfasis de la obra
de Smith está en aquella parte de su libro que da origen a la escuela que hoy llamamos liberal a
secas.

Aun así, no olvidemos que Adam Smith escribió entre 1763 y 1776 y, por tanto, ese Estado al
que crítica con sobrada razón no es un Estado representativo. De hecho, el periodo durante el
cual escribió Smith fue precisamente la etapa en que las colonias británicas en Norteamérica se
separaron del imperio, entre otras razones, por no aceptar la intervención de la Corona en su
organización económica. Con respecto a Estados liberales y relativamente representativos,
susceptibles de ser considerados instrumentos de la sociedad, la crítica de Smith probablemente
habría sido menor. Además, Adam Smith escribió durante una época en la que el crecimiento
económico y los problemas sociales que este trajo consigo no tenían el carácter que adquirieron
en el siglo xix. Fue justamente en dicho siglo y en Estados Unidos donde esa tradición liberal –
llamémosla heterodoxa– tuvo su propio despegue, de la mano del ascenso industrial de la Unión
Americana.

Durante los primeros años de vida constitucional en Estados Unidos Hamilton se encargó de
representar esa tradición en la que el Estado, de hecho, puede intervenir para ampliar las
libertades económicas. Cuando Jefferson y Madison insistieron en que los límites
constitucionales al gobierno federal debían interpretarse de forma estricta, Hamilton replicó que
la Constitución debía interpretarse de forma más flexible, dado que incluía el mandato de
aprobar y aplicar todas las leyes que se consideraran necesarias para el perfeccionamiento de la
Unión. Estas diferencias sobre cómo interpretar la Constitución tenían implicaciones económicas:
Hamilton consideraba que el gobierno federal tenía el derecho de crear un banco nacional,
Jefferson creía que no. Y si bien es cierto que el argumento de Jefferson no era en defensa del
libre mercado, está claro que Hamilton estaba convencido de que la extensión de la actividad del
Estado en la economía no era perjudicial per se, sino al contrario.

Unos cuantos años más tarde fueron el propio Madison y su sucesor Monroe quienes retomaron
la defensa de la intervención del Estado en materia económica de su viejo rival Hamilton. Entre
otros proyectos, estos presidentes impulsaron la construcción de una red de canales que
permitieron la integración del mercado nacional. Sobre el sistema de canales del estado de Ohio,
que complementó la construcción del Canal de Erie, Harry Scheiber escribió hace mucho tiempo
un estudio muy interesante que muestra cómo existen casos específicos en los que la dicotomía
entre libertad económica y poder del Estado es falsa. La construcción de esos canales habría
sido imposible sin la capacidad del gobierno de Ohio para hacerse de los recursos necesarios y
el resultado fue una expansión de libertades económicas concretas para una población amplia.5

Sin estas intervenciones estatales, el despegue económico de Estados Unidos sería imposible
de explicar. ¿Se redujeron libertades en este proceso? Algunas sí. El problema es que, como
apuntó Karl Polanyi hace setenta años, la libertad económica en una sociedad posrevolución
industrial no puede ser considerada un valor absoluto; se trata, más bien, de un valor relativo. En
una sociedad compleja, para usar el lenguaje de Polanyi, restringir ciertas libertades (por
ejemplo, regular
El siglo XIX y la la emisióncontra
reacción de gases) termina
Escuelas siendo la única forma de ampliar otras libertades
Liberales 35
(por ejemplo, la libertad de respirar aire limpio). Esta postura no es ajena a la tradición liberal, ha
sido parte de ella literalmente por siglos. Es tan solo otra cara del liberalismo, en la que este deja
de ser una receta económica universal y se convierte en una herramienta para evaluar la
siempre existente intervención estatal en términos de las libertades que restringe
contraponiéndolas a las libertades que amplía. Y es esta cara del liberalismo económico la que
resuelve la aparente contradicción –y es compatible– con el liberalismo político y social.

4.8 PRINCIPALES PRECURSORES DEL LIBERALISMO ECONÓMICO.

- Josiak Jucker: Quien, a groso modo, defendía el intercambio de bienes entre


naciones, sin diferenciación o rivalidad alguna. Propulsaba la exportación de productos
terminados en lugar de materia prima, con el fin de promover la producción nacional.

- John Law: Economista escocés, creador del papel moneda en Europa. Como
economista percibía el dinero como medio de intercambio comercial y advertía que la
mejor manera de un país aumentar sus riquezas era a través de la exportación en lugar
de la importación. Consideraba además que la propiedad privada adquiere seguridad
jurídica a través del trabajo.

Aún más que William Potter, John Law aseguró a la nación que la aumentada oferta de
dinero y crédito bancario no aumentaría los precios, especialmente bajo la inteligente
tutela de Law. Por el contrario, Law se anticipó a Irving Fisher y los monetaristas
asegurando que su inflación de papel moneda llevaría a una “estabilidad del valor”,
supuestamente una estabilidad del precio de la mano de obra o del poder adquisitivo
del dinero.

Law también se anticipó a Adam Smith en la última parte del siglo XVIII en su falaz
justificación de la banca de reserva fraccionaria, que ofrecería una “carretera aérea”
gratuita, al generar una oferta de dinero sin gastar recursos en la minería del oro o la
plata. De la misma manera, por supuesto, cualquier gasto de recursos puede
considerarse un “malgasto” si ofertamos nuestras propias suposiciones que no tiene la
gente en el mercado libre. Así que, como ha apuntado el Profesor Walter Block, si no
hubiera delitos, todo gasto en cerrojos, vallas, guardias, sistemas de alarma, etc.,
podrían denunciarse como “recursos malgastados” por observadores externos que
critiquen estos gastos. Igualmente, si no existiera la inflación gubernamental, el gasto
del mercado en oro o plata podría ser considerado “malgasto” por los observadores.

Si los aumentos domésticos de precios constituyen el talón de Aquiles de la inflación


monetaria, otra preocupación ha sido la salida de oro y plata del país, en resumen, una
“balanza comercial” o “de pagos” desfavorable. Pero John Law también despreciaba
estos problemas. Por el contrario, declaraba que un aumento en la oferta monetaria
expandiría el empleo y la producción y “por tanto” aumentaría las exportaciones,
causando así una balanza de pagos favorable, con oro y plata afluyendo al país.
Obsérvese que no hay ningún análisis de por qué un aumento en la oferta monetaria
debería
El siglo XIX aumentar
y la reacción la Escuelas
contra producción o el empleo, no digamos que arrastre las
Liberales 36
exportaciones con él, en esta expansión aparentemente universal.

Es interesante que uno de los puntos de discusión de Law acerca de la necesidad de


más dinero estuviera, como en el caso del interés bajo, basada en una
sorprendentemente errónea interpretación de las razones de la prosperidad de los
holandeses, a quienes envidiaban todas las naciones en el siglo XVII. Hemos visto que
todos veían que los holandeses tenían intereses bajos, llevando a los mercantilistas
ingleses a poner el carro delante de los bueyes y atribuir la prosperidad holandesa a
los bajos tipos de interés en lugar de darse cuenta de que el fuerte ahorro y los
mayores niveles de vida habían producido estos bajos tipos de interés. De ahí que los
mercantilistas sugirieran que Inglaterra forzara el tipo máximo de usura aún más a la
baja.

Igualmente, John Law veía que la próspera Holanda disfrutaba de abundante dinero
metálico y propuso proporcionar en su lugar papel moneda. Tampoco tenía en cuenta
que era la propiedad y la alta producción y la exportación holandesa las que atraían
mucha moneda al país. El exceso exportador y la moneda abundante eran reflejos de
la prosperidad holandesa, no su causa.

- Francisco Melon: Según este economista, el enriquecimiento de una nación lo


constituyen los metales preciosos y por lo tanto, las monedas deben emitirse conforme
a las necesidades de circulación de la moneda. Además, sostiene que la libertad es
totalmente indispensable para el crecimiento del comercio y que la materia no debe
exportarse, deben exportase los productos terminados.

4.7 PRINCIPALES AUTORES DEL LIBERALISMO ECONÓMICO

- François Quesnay, economista francés, fue uno de los primeros liberales, según él, la
agricultura era la única actividad realmente productiva y esta debía ejercerse con total
libertad (de precios, de empresa, de cultivo, etc.). También se encuentra Vincent de
Gournay, economista francés, quien señalaba que las actividades comerciales e
industriales debían desarrollarse en libertad.

En 1758 publicó el Tableau économique, que contenía los principios de las ideas de los
fisiócratas (es también llamado el padre del fisiocratismo). Este es quizá el primer trabajo
que intenta describir el funcionamiento de la economía de forma analítica y puede
considerarse la primera contribución importante al pensamiento económico.

Las publicaciones en las que Quesnay expuso su sistema fueron: dos artículos, sobre
"Fermiers" (granjeros) y sobre "Grains" (granos) en la L'Encyclopédie de Diderot y
D'Alembert (1756, 1757). un tratado sobre las leyes naturales en la Physiocratie de
Dupont de Nemours (1768); Maximes générales de gouvernement economique d'un
royaume agricole (máximas generales del gobierno económico de un reino agrícola)
(1767) y la publicada simultáneamente, Tableau économique avec son explication, ou
extrait des économies royales de Maximilien de Bethune, duc de Sully (con el famoso
El siglolema
XIX y Pauvres
la reacción contra Escuelas
paysans, Liberales pauvre royaume, pauvre roi: campesinos
pauvre royaume; 37
pobres, reino pobre; reino pobre, rey pobre)); Dialogue sur le commerce et les travaux
des artisans, y otras piezas menores.

Sus escritos económicos se recogen en el segundo volumen de los Principaux


économistes, publicados por Guillaumin con prefacio y notas de Eugène Daire; también
sus OEuvres économiques et philosophiques estaban introducidas por August Oncken
(1888); una reimpresión en facsímil de la Tableau économique a partir del original sería
publicada por la British Economic Association (1895). El resto de sus escritos fueron el
artículo Évidence en la Encyclopédie y Recherches sur l'évidence des vérites
geometriques, con un Projet de nouveaux éléments de géometrie, 1773. El Elogio de
Quesnay fue pronunciado en la Academia francesa de ciencias por Grandjean de
Fouchy.

- Adam Smith, economista inglés, quien en su obra “La riqueza de las Naciones” de 1776,
desarrolló la idea de “mano invisible” que consiste en que los individuos, al buscar su
propio beneficio empujan a la economía a un equilibrio óptimo que promueve el
bienestar social sin que sea necesaria la intervención del Estado. En otras palabras, es
el mecanismo del libre mercado el que actúa como una mano invisible llevando a una
asignación óptima de los recursos.

Su obra principal fue “Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las


naciones”, conocida popularmente como “La riqueza de las naciones”.
En este libro estableció algunas de las bases de la doctrina liberal. Para empezar, afirmó
que los mercados regulados por los estados eran menos eficientes que los basados en
la competencia privada. Estaba a favor, por lo tanto, de eliminar aranceles, la mayoría de
los impuestos y otros tipos de regulaciones.

Smith estudió la distribución de la riqueza, señalando que, a mayor comercio, más


aumentan las rentas de los ciudadanos.

Una de sus aportaciones más conocidas es el concepto “mano invisible”. Fue la manera
de llamar a la fuerza por la que la búsqueda de la riqueza de manera individual acababa
repercutiendo en una sociedad más rica.

- John Maynard Keynes, a pesar de no formar parte de los teóricos del liberalismo
económico más ortodoxos, la obra de Keynes tuvo una gran importancia en el siglo XX.
Partiendo de la misma doctrina, concluyó que el sistema capitalista no era capaz de
ofrecer una situación de pleno empleo.

Sus trabajos sirvieron para superar la Gran Depresión. Para ello, el Estado estimuló la
economía inyectando dinero público para estimular la demanda interna.

En su obra principal, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes escribió
sus opiniones en lo referente al empleo, teoría monetaria, y el ciclo de comercio, entre
otros temas. Su obra dedicada al empleo se oponía a todo lo que los economistas
El sigloclásicos habían enseñado.
XIX y la reacción Keynes
contra Escuelas decía que la causa real del desempleo era el
Liberales 38
insuficiente gasto en inversión. Creía que la cantidad de trabajo entregada es diferente
cuando el decremento en los salarios reales (el producto marginal del trabajo) se debe al
decremento del salario monetario, que en el caso cuando se debe a un incremento del
nivel de precios, asumiendo que el salario monetario se mantenga constante.

Se puede sintetizar su aporte en el concepto de que cuando la demanda deviene


transitoriamente más pequeña, ello puede tener como consecuencia, en determinados
contextos institucionales, el que la oferta también se contraiga; con lo que resultaría un
nuevo equilibrio del mercado, pero habiendo perdido el mercado mismo cierta magnitud
entre ambos momentos.

En su teoría, el desencadenante de esos movimientos en la demanda y la oferta es el


mercado de capital. La demanda de capital transitoriamente deviene menor, a partir de lo
cual la oferta de capital le sigue mímicamente a la baja, en vez de mantenerse
transitoriamente o aumentar transitoriamente.

Al resolverse ambos movimientos, el de la demanda de capital y el de la oferta de


capital, ambos a la baja, el mercado como un todo vuelve a un nuevo equilibrio. Pero en
éste, la cantidad de capital aplicado será menor que antes, por lo cual la nueva
proporción resultante entre los demás factores de producción —trabajo y recursos— y el
capital últimamente en el mercado, se alterará. Al reducirse o retenerse parte del capital
o ahorro de antaño, una parte de los otros dos factores resultará excedente y no podrá
más que quedar fuera del mercado; se realiza como un creciente stock involuntario de
estos otros dos factores. Todo esto sucede en el contexto de cierta inflexibilidad en la
información que se disemina y comunica, a partir de un marco institucional dado; que
queda más o menos anacrónico o extemporáneo a los giros en el mercado de capital,
que desencadenan luego el desempleo o la formación involuntaria de stocks de factores.

En su Teoría del dinero, Keynes dijo que los ahorros e inversión estaban determinados
en forma independiente. La cantidad destinada a ahorro tenía poco que ver con las
variaciones en las tasas de interés, que a su vez tenían poco que ver con cuanto se
destinaba a inversión. Keynes pensó que los cambios en la cantidad destinada a ahorro
dependían en la predisposición para consumir que resultaba de cambios incrementales,
marginales, al ingreso. Por tanto, la cantidad destinada a inversión estaba determinada
por la relación entre la tasa esperada de retorno sobre la inversión y la tasa de interés.

- Ludwig von Mises, quien argumentaba que las intervenciones del Estado llevan a un
resultado que no es natural para una sociedad y por ello, acaba siendo perjudicial para
la sociedad e introduce el caos.

Mises fue, con su renovación del liberalismo clásico a través de la Escuela Austríaca de
Economía, uno de los principales mentores espirituales del liberalismo libertario y su
obra La acción humana (1949) ejerció gran influencia en intelectuales de raigambre
austríaca como Friedrich Hayek, Murray Rothbard, Hans Sennholz, George Reisman,
El sigloRalph
XIX y laRaico, Leonard
reacción contraLiggio, Tibor
Escuelas Machan, Peter Boettke, Roger Garrison, Manuel
Liberales 39
Ayau y Joseph Keckeissen. Pero también fue vital para economistas no pertenecientes a
su escuela (la mayoría de ellos Premios Nobel) y pensadores de muy diferentes áreas:
Max Weber, Joseph Schumpeter, Oskar Lange, Henry Simons, Lionel Robbins, Maurice
Allais, Milton Friedman, John Hicks y la lista sigue hasta el actual economista
experimental Vernon Smith entre tantos otros. Von Mises murió en 1973 en el hospital
St. Vincent de Nueva York.

- Friedrich Hayek, es otro autor influyente del liberalismo económico, fue discípulo de
Ludgwig Von Mises en la escuela austriaca. Fue un duro crítico de la economía
planificada y el socialismo. Argumentaba que los ciclos económicos son consecuencia
de la intervención de los bancos centrales, mediante sus políticas monetarias.

Su filosofía conjuga el liberalismo económico con la libertad individual. Esto lo distingue


del posterior neoliberalismo que prefería gobiernos fuertes en lo político.

Esa defensa del individualismo lo llevó a enfrentarse a todo tipo de intervencionismo,


empezando por el de las sociedades comunistas. Su influencia fue fundamental para la
Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan, así como para las políticas
desarrolladas en algunos países europeos.

Teorías sobre el ciclo económico


Las contribuciones de Hayek sobre los ciclos económicos se consideran su contribución
más importante a la economía, y las hizo durante su juventud. Tomó las bases de su
teoría de la obra Teoría del dinero y el crédito de Mises e hizo su propia interpretación
del ciclo económico, que fue conocida como Teoría Austriaca del ciclo económico.
Podemos considerar como obras más importantes de esta etapa Precios y producción
de 1931, que era un compendio de las conferencias que había hecho en la London
School of Economics, Beneficios, interés e inversión de 1939 y Teoría pura del capital de
1941. Jeffrey Sachs concluye que la afirmación de Hayek de que los altos impuestos y
un gran estado de bienestar son contrarios a un desarrollo económico dinámico, tesís
central de su libro Camino de servidumbre, era empíricamente insostenible. Dando como
ejemplo pesar de los altos impuestos y el gasto social, los países escandinavos
obtuvieron mejores resultados en la mayoría de los indicadores, incluido el ingreso per
cápita, que aquellos estados con impuestos y gastos sociales relativamente bajos como
Somalia o Haití.4

Hayek decía que el origen del ciclo económico a partir del crédito concedido por el banco
central y los tipos de interés artificialmente bajos. La expansión del crédito debido a los
bajos intereses hace que los empresarios inviertan en proyectos muy arriesgados y en
los que nunca hubieran invertido con unos tipos más altos, y provocan una mala
coordinación entre producción y consumo e inflación. Primero hay una gran expansión,
pero después una gran recesión hasta que vuelve a ajustarse la economía.[cita
requerida] El proceso sería el siguiente: el alza de precios resultante de una expansión
El sigloconduce a la caídacontra
XIX y la reacción de losEscuelas
salariosLiberales
reales, que induce a la substitución de máquinas por 40
mano de obra y una reducción general de los períodos de producción, y en
consecuencia los tipos de interés suben, cae la inversión y la economía sufre un
descalabro; a la inversa, en una depresión el alza de los salarios reales reactiva la
inversión y la mano de obra es reemplazada por maquinaria y los períodos de
producción se alargan. Según este argumento, un nivel de consumo al alza a partir de un
cierto punto reduce la inversión más que aumentarla, y viceversa por lo que hace a un
nivel de consumo a la baja.

Imposibilidad del socialismo por falta de precios de mercado

El formulador de la idea de que el socialismo no es posible por la inexistencia de precios


de mercado fue Mises en un artículo5 de 1920, que después amplió en 1922 con el libro
“El socialismo, un análisis económico y sociológico”, libro que causó una fuerte
impresión en un Hayek todavía estudiante. Hayek, desde un principio, puso mucho
interés en este tema y desarrolló los argumentos de Mises en diversos artículos durante
los años 30. Estos artículos se reunieron en un libro publicado en 1935 y titulado
“Planificación económica colectivista: estudios críticos sobre las posibilidades del
socialismo”. También podemos destacar “El uso del conocimiento en la sociedad” de
1945 e “Individualismo y orden económico”, que recoge ensayos publicados en 1948.

Los argumentos de sus teorías son que los objetivos del socialismo son sustituir el libre
mercado por una economía planificada. Este tipo de economía necesita una institución
que elabore un plan central que determine todo lo que se debe producir, institución a la
que Hayek llamó Junta Central de Planificación. Esta junta debería tener amplios
poderes para intervenir en asuntos económicos, pero el problema sería que cuando esta
junta se pusiera a elaborar el plan de producción se encontraría que no tiene ninguna
guía o referencia que le indicara qué posibilidades de producción son económicamente
factibles, ya que no existirían precios de mercado y sin estos precios no hay guía ni
manera de saber lo que se debe producir. Aunque posteriormente este argumento tuvo
que refinarse ante la solución de Lange-Lerner que proponía un procedimiento iterativo
de dos reglas, por el cual una economía planificada podía alcanzar la misma solución
que el libre mercado, a partir de la intervención de una Junta central de planificación.

Según Hayek, los precios de mercado son los transmisores de cantidad de


informaciones económicas dispersas y servirían para compartir y sincronizar muchos
conocimientos personales; por lo tanto, intentar manipular el mercado conlleva un
problema de falta de información. Un intercambio y uso eficiente de los recursos sólo se
conseguiría a través del mecanismo de precios.

Milton Friedman se describió a sí mismo como "un gran admirador de Hayek, pero no por
sus finanzas". "Creo que 'Los precios y la producción' es un libro muy defectuoso y
'Teoría pura del capital' estaba plagado de contradicciones".6.

De acuerdo con David Held, Hayek argumentó para restringir las actividades del
gobierno al mínimo de un estado "ultraliberal" "La Constitución de la libertad", que era
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 41
una petición de un Estado mínimo. El economista John Kenneth Galbraith ve esto como
un anacrónico retroceso de Hayek al mundo de las ideas del liberalismo del laissez-faire
del siglo XIX.7

- David Ricardo, sus estudios se centraron en cómo se establece el valor de los salarios,
las rentas o la propiedad. Su obra más importante se tituló “Principios de economía
política y tributación”.

En ella planteó temas como la valoración de la sociedad, el por qué aumenta el alquiler
de la tierra y las ventajas del libre comercio.

Se le considera como uno de los padres de la macroeconomía debido a su análisis de la


relación entre los salarios y los beneficios. De igual forma, fue el pionero de la ley de
rendimientos decrecientes.

Su aportación, especialmente su creencia de que los trabajadores difícilmente


superarían sueldos de subsistencias, le han colocado entre los llamados “pesimistas”.
De hecho, el propio Karl Marx recogió parte de su influencia.

- Carlos Mark, fundador del socialismo científico, su acción se centró en el periodismo y el


estudio de la filosofía alemana. En París Marx conoce a Engels, otro joven alemán que
viviendo en Manchester había escrito “La situación de las clases trabajadoras en
Inglaterra”. Allí, se inicia una intensa amistad y el alejamiento de ambos de la idea de los
socialistas utópicos y la preparación de lo que se llamaría por oposición “socialismo
científico”. En febrero de 1848, Marx y Engels publicaron “El Manifiesto Comunista”.
Posteriormente Marx publicaría “El Capital”, considerada su obra más importante y la
base, junto con el Manifiesto, del pensamiento marxistas. Marx sostiene que en las
relaciones de trabajo el obrero sólo recibe una pequeña porción de lo que él produce,
pues se encuentra sometido a su patrón, quien se apodera del fruto de su trabajo. Esa
ganancia patronal constituye la “plusvalía”, es decir el valor que genera la riqueza
capitalista.
largo de toda su obra.

Ideas Principales o Contribuciones a la Economía

Desde un punto de vista crítico, analizó con rigor el modo de producción capitalista y la
sociedad burguesa creada por él, describiendo la plusvalía, la ley específica que mueve
dicho sistema. Señaló que el capitalismo al igual que los modos de producción que lo
precedieron, como el feudalismo o el esclavismo era un sistema que, debido a sus
propias contradicciones antagónicas, irresolubles, llevarla a frenar y revertir el desarrollo
de la humanidad, a menos que fuese sustituido por un nuevo modo de producción, de
economía planificada y sin clases: la sociedad comunista. Este proceso de
transformación, en la concepción de Marx, sólo podía ser llevado adelante por los
trabajadores mediante una revolución de alcance mundial. Estas ideas, planteadas a
partir del Manifiesta comunista de 1848, fueron desarrolladas por Marx a lo largo del
El sigloresto
XIX y de
la reacción
su vida,contra Escuelas Liberales
y constituyeron la base del llamado “socialismo científico” y el 42
fundamento teórico e ideológico de los partidos y movimientos políticos marxistas que se
constituyeron desde la segunda mitad del siglo XIX. Al mismo tiempo, hallaron fuertes
cuestionamientos de parte de los defensores del capitalismo y de parte de distintas
corrientes socialistas y anarquistas, al punto de que la teoría elaborada por Marx, hasta
la actualidad, constituye una de las concepciones sociales, políticas y económicas sobre
las que más se ha polemizado.

“Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero
oculto hasta él, bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita en primer lugar,
comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte,
religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales,
y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de
una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas,
las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los
hombres y con arreglo a la cual deben; por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta
entonces se había venido haciendo.”

4.8 CARACTERÍSTICAS:

El liberalismo económico parte de una idea muy concreta sobre la naturaleza humana. Para los
seguidores de esta doctrina, el individuo busca, principalmente, su propio bienestar. Según los
liberales, el ser humano es eminentemente egoísta. siendo muy secundario el bienestar de los
demás.

Se trata de una filosofía muy individualista, aunque según sus teorías la búsqueda de la riqueza
individual debería redundar en el bien común.

- Nacimiento y posicionamiento de la burguesía por encima de aristocracia.

- El apoderamiento de las tierras por parte de las fábricas.

- El abandono del trabajo del campo.

- La sustitución de los gremios de artesanos por los nuevos sindicatos de obreros.

- Surgimiento del capitalismo.

- Aparición de las nuevas escuelas económicas.

- Derogación del intervencionismo del estado y sus condiciones, abriendo camino a la


iniciativa individual.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 43
- Autorregulación del mercado

Uno de sus principales puntos doctrinales es que el mercado es capaz de funcionar sin
ningún tipo de interferencia externa.

Así, la ley de la oferta y la demanda es uno de los aspectos más valorados para
establecer el coste de los productos. Igualmente, algunos teóricos señalaban que el
valor venía dado por la conjunción del coste de trabajo y de la valoración del
consumidor.

Al no necesitar regulación, el liberalismo deja fuera de la ecuación al Estado. Este tan


solo tendría su lugar en la construcción de infraestructuras o en la seguridad nacional.

- Competencia

La competencia, ya sea entre los individuos o entre las empresas, es uno de los ejes en
el que se mueve la economía según esta teoría. Debe establecerse sin ningún tipo de
distorsión normativa, de manera libre y total.

El resultado debía ser el beneficio del consumidor. En teoría, los precios bajarían y la
calidad aumentaría, ya que las empresas lucharían por conseguir vender más.
En cuanto al individuo, esa competencia se trasladaría a los trabajadores. Solo los más
aptos serían capaces de conseguir los mejores empleos.

- Propiedad Privada

La propiedad privada de los medios de producción es una de las características más


importantes del liberalismo. El Estado no debe poseer ninguna empresa a su nombre.

Tampoco puede ser el dueño de las materias primas que haya en el territorio. Todo esto
tiene que ser puesto en manos de empresas privadas.

4.9 PRINCIPIOS ECONÓMICOS

1. La concepción de la riqueza: Los principios económicos que propugna aparecen en la


Riqueza de las naciones, obra de Adam Smith publicada en 1776. Este economista
consideraba que la riqueza consistía en el ahorro, el capital y el trabajo, y no en la
acumulación de metales preciosos como pretendían los mercantilistas.
2. El libre comercio y la libre competencia: El liberalismo considera que las leyes del
mercado son como la mano invisible que equilibra la producción, la comercialización y la
regulación de precios, sujetos a la oferta y la demanda. La máxima de la escuela
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 44
fisiócrata: “Dejar hacer, dejar pasar: el mundo marcha por sí solo” expresa la naturaleza
de la economía liberal.
3. La no intervención estatal: En lugar de fortalecer la economía, la intromisión estatal
supone una barrera, por lo que el Estado debe abstenerse en los asuntos económicos
de iniciativa privada y limitarse a velar por la seguridad de los ciudadanos, defender los
derechos individuales y asumir las obras de beneficencia.
4. El libre cambio en el comercio internacional: Las relaciones internacionales deben estar
libres de barreras que dificulten el libre comercio, proponían los economistas liberales,
por lo que las trabas aduaneras tenían que eliminarse.
5. La sociedad está constituida por individuos libres e iguales ante ley
6. Los individuos realizan actividades económicas para satisfacer sus necesidades
7. La libre competencia hace que los individuos se perfeccionen y que mejoren
constantemente, propiciando que los ganadores serán los jefes y los perdedores
empleados
8. La economía es un espacio reservado para los individuos libres, por ello estos tienen
derecho a instalar sus empresas, porque son más eficientes y producirán mejor
9. Como el estado no es un individuo libre, no puede participar en la economía, además de
que distorsiona la libre competencia y la hace ineficiente

4.10 CONTRA EL LIBERALISMO DEL SIGLO XIX:


El historiador marxista británico Eric J. Hobsbawm (1917-2012) sostenía que "La península
ibérica tiene problemas insolubles, circunstancia común, e incluso normal, en el "tercer mundo",
aunque extremadamente rara en Europa". Lo de "problemas insolubles" lo dice él; España no
tiene más problemas que cualquier otro país europeo desde que la pseudo-reforma protestante y
el liberalismo existen y su grado de solución es tanto como el de cualquiera (sería hora de dejar
atrás ese paralizante fatalismo). Para fundamentar su dictamen Hobsbawm recurría a los
estudios de su compatriota Raymond Carr los cuales concluían que, en el curso del siglo XIX, en
España había fracasado el liberalismo (desarrollo económico capitalista, sistema político
parlamentario burgués y desarrollo cultural e intelectual occidental); si en España -parece
decirnos Hobsbawm- hubiera triunfado el liberalismo, todo sería mejor e incluso nos ahorraría tal
vez llamarnos eso de "tercer mundo".

No vamos a enredarnos en las consecuencias hipotéticas de lo que hubiera sido España de


triunfar sin oposición el liberalismo, eso vamos a dejárselo a los visionarios de la historia ficción,
lo que sí interesa es constatar que el liberalismo no triunfó en España y ni que decir tiene que es
algo que aplaudimos. Es a la hora de entrar a identificar los obstáculos con los que se encontró
el liberalismo con lo que habría que lidiar. Los primeros que, sin dudarlo, se oponen frontalmente
al liberalismo son los carlistas: la resistencia carlista al liberalismo tuvo mucho de instintiva
defensa del orden tradicional, pero por encima del instinto de los voluntarios del pueblo planeaba
-y esto no hay que olvidarlo- la dirección de lo que, permítaseme denominarle, era la
"intelligentsia" del carlismo: la facción de los "apostólicos". Esta facción carlista estaba formada
en su gran parte por el clero que había identificado el "liberalismo" como lo que era: el correlato
político,
El sigloeconómico y social
XIX y la reacción de laEscuelas
contra herejía Liberales
protestante. Teniendo en cuenta esto entenderemos 45
mejor que el carlismo no fue, como quieren sus detractores, una fuerza ciega, la refractaria
caverna reaccionaria -durante mucho tiempo hemos estado contemplando nuestra historia
nacional con los tópicos propagandísticos del enemigo liberal del siglo XIX, heredados por la
izquierda internacionalista y apátrida.

Pero no sólo fue el carlismo el gran obstáculo con el que chocó el liberalismo decimonónico. El
liberalismo entendió que había que ganarse a la Iglesia católica (siempre hubo liberales, desde la
Cortes de Cádiz, que así habían pensado; lo mismo que liberales exasperados que, atiborrados
de anticlericalismo, habían pensado lo contrario). Los "moderados" (la derecha liberal) fue la que
actuó con más astucia: frenó los excesos y desórdenes de los liberales más exaltados y
anticlericales y, una vez que al clero le despojaron (desamortizando sus bienes) de las fuentes
que le permitían tradicionalmente la independencia económica, lo vinieron a reducir al papel de
burócrata del culto, un "estamento" ahora asalariado, a sueldo del estado liberal; y no fue poco
triunfo liberal el de firmar un Concordato con la Santa Sede en 1851, pero en modo alguno fue
bueno ni para la Iglesia ni para España. Una nada despreciable parte de nuestro clero quedó
subordinada al patronazgo estatal y fue convertido en "deudo" de los nuevos ricos que, a cambio
de una chocolatada, arrendaban un puesto en el cielo tras haber saqueado a la Iglesia. Hubo
mucha claudicación, mucha componenda en un amplio sector del clero que no estuvo a la altura
de las circunstancias, salvando egregias excepciones rurales más o menos combativas (como el
Cura Santa Cruz) o más o menos intelectuales (Sardá y Salvany: "El liberalismo es pecado")
pero, a la postre, la conducta práctica del clero en general se percibe como una connivencia con
el liberalismo y suena a: "Como los carlistas no han ganado, más vale que nos arreglemos con
los moderados". Y así nos fue a todos... El clero, con sus nuevas amistades, lo que logró fue
enajenarse las simpatías del pueblo empobrecido que, mal guiado por la didáctica masonizante,
se quedó con la impresión de que la Iglesia se había convertido en aliada de la burguesía
incipiente y egoísta, liberal.

Por eso, en el correr del siglo XIX, una cada vez más importante masa popular, depauperada por
las consecuencias de la política económica liberal, se aleja cada vez más de la Iglesia y adopta
posiciones revolucionarias. Así, en el verano de 1861, estalla la sublevación de Loja (la
Revolución del Pan y el Queso), pero con antelación -también en el verano, era el de 1857- unos
pocos más de cien jornaleros se alzan en el campo andaluz, tomando Utrera y El Arahal, al grito
de "Mueran los ricos". Estos alzamientos llevan todavía el sello de la reacción popular contra una
situación de hambre y carestía, propiciada por la profunda injusticia social que instala el
liberalismo extranjerizante. Se produjeron intermitentes alzamientos campesinos en Andalucía,
en Castilla y en Aragón.Pero, ¿quiénes son ahora los que lideran estos conatos tumultuarios de
diversa consideración? Los demócratas y los republicanos, sin que podamos descartar que en
sus lóbregos y sórdidos antros la masonería estuviera maniobrando. Más tarde, andando el
tiempo, el anarquismo bakuninista aterriza en España, en el contexto de la Revolución de 1868.
Con anterioridad Pi y Margall había traducido a Proudhon y el federalismo se había nutrido de
estas dos canteras. El anarquismo adopta el ateísmo y transmite un inconfundible mensaje
anticlerical, pero es imposible desvincular el anarquismo primitivo con un soterráneo fondo
cristiano, hasta en sus formas de propagación recuerda el cristianismo primitivo. El hecho es que
elElanarquismo
siglo XIX y lacapta las simpatías
reacción y lograLiberales
contra Escuelas las adhesiones de una parte importante del pueblo 46
pobre y el agitador anarquista releva a los curas de antaño que arengaban contra el liberalismo
desde sus púlpitos. Cuenta el Barón de Laveleye (1854-1938) que, cuando vino el belga a
Barcelona, los anarquistas celebraban sus reuniones en iglesias abandonadas de la Ciudad
Condal: "desde el púlpito los oradores atacaban a todo...", denunciaban las maldades del mundo
capitalista y de la clase burguesa egoísta y anunciaban un mundo nuevo, una versión
secularizada de la "parusía". Sin el sustrato católico -de mentalidad católica- hubiera sido difícil
que las masas se convirtieran a la nueva religión sin Dios del anarquismo; si el anarquismo no
hubiera tenido ese asombroso parecido con el cristianismo, en su rechazo del liberalismo,
tampoco hubiera granjeado grandes éxitos en la "catequización" de las masas campesinas y
obreras españolas.

Si consideramos estos fenómenos arriba someramente planteados con la debida atención


debiéramos extraer algunas conclusiones:

1. España es constitutivamente antiliberal, refractaria al liberalismo económico, político y social.

2. Lo fue en su contra-revolución, con los carlistas.

3. Lo siguió siendo en su "revolución anarquista".


4. El fundamento de ese antiliberalismo es el sustrato católico, operante expresamente en el
carlismo y operante, aunque severamente amputado en el orden trascendente, en su
anarquismo posterior.

Socialismo y liberalismo

Generalmente se reconoce que el liberalismo y el socialismo provienen de tradiciones culturales


y políticas divergentes, como concebidos para ocupar polos opuestos en el panorama político.
Uno tiene sus raíces en el individualismo, otro en el organicismo; el primero defiende la
propiedad privada, el segundo la propiedad colectiva; aquél resalta la competencia, éste la
cooperación.

El liberalismo, sobre todo el económico, enfatiza la ausencia de restricciones y la libertad de


mercado; el socialismo, en especial su versión más difundida: el marxismo, destaca la
planificación y el trabajo colectivo. El primero es considerado como la ideología de la burguesía;
el segundo, la doctrina del proletariado.

La oposición entre ambos se configuró a través del conflicto entre opciones aparentemente
irreconciliables. No se puede negar que los partidos liberales y los partidos socialistas, en la
mayoría de los casos, fueron antagónicos. La historia de los siglos XIX y XX está plagada de
choques entre ellos, tanto en el terreno de las ideas como en el de la práctica.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 47
Se trataba de descalificar las propuestas del contrario para hacer sobresalir las propias. Así,
entre los socialistas las tesis liberales fueron asumidas como un engaño dirigido a esconder la
realidad de la explotación de la gran masa de los trabajadores y, consecuentemente, el dominio
de unos cuantos, bajo el velo de la libre competencia y la defensa de la propiedad privada.
Luego, entonces, se planteaba la cooperación social y la propiedad colectiva.

En correspondencia, entre los liberales las mociones socialistas fueron asumidas como una
argucia que tras la promesa de una sociedad mejor, ocultaba la intención de ahogar la
individualidad en pos de una supuesta igualdad. Por ende, lo que se deseaba era la garantía de
los derechos civiles y la expansión de la libertad económica.

Desde un inicio los socialistas se volcaron contra un sistema injusto basado en la competencia.
De allí su empeño en la búsqueda de la igualdad social. Rousseau afirmó que “sin igualdad no
puede haber libertad”. De la obra de este gigante de la Ilustración fue de donde nacieron las
divisas de libertad, igualdad y fraternidad que inmortalizó la Revolución francesa.

Por su parte, los liberales previeron y se opusieron al vacío de alternativas que inevitablemente
trajera consigo la tiranía animada por el igualitarismo. Por ello, se comprometieron a alcanzar la
más amplia libertad personal.

Ahora bien, aunque la distancia entre el liberalismo y el socialismo (tomado así, en bloque) salta
a la vista, en un análisis más particularizado debemos considerar que dentro de cada uno, a su
vez, existen diferentes versiones: no hay un solo liberalismo ni un único socialismo, sino varios
que conforman o integran las partes de un todo.

Y esa separación, ciertamente se aprecia con meridiana claridad al confrontar interpretaciones


radicales, es decir, de una parte el socialismo revolucionario encarnado por el marxismo; y, de
otra, el liberalismo conservador representado por el neo-liberalismo.

Por otra parte, la lucha política e ideológica en muchas ocasiones no sólo se presentó en bandos
opuestos, sino incluso dentro del mismo bando. En el socialismo, por ejemplo, hubo un litigio por
no dejar fuera asuntos como la libertad y el derecho de propiedad.

De manera similar, en el liberalismo hubo controversia por no hacer a un lado los problemas
sociales. En tal virtud, y frente a estas nuevas vertientes surgieron, al mismo tiempo, cierto tipo
de socialismos que ya no fueron indiferentes a las propuestas liberales, y cierta gama de
liberalismos que dejaron de ser insensibles a los reclamos socialistas.

Así pues, aun cuando surgieron estas mezclas, que vinieron a enriquecer el marco de referencia
de las doctrinas políticas y sociales, la hegemonía que ejercieron en sus respectivas áreas el
marxismo y el liberalismo manchesteriano no pudo ser contrastada durante mucho tiempo.

Es innegable que el liberalismo favoreció a la burguesía y al capitalismo; pero refería una


exigencia histórica para derribar los obstáculos impuestos por el mundo medieval; más no estaba
dicho que el liberalismo tuviese que detenerse allí. El hecho de que haya asumido en un primer
momento la yforma
El siglo XIX de liberalismo
la reacción burgués,Liberales
contra Escuelas no obsta para que sea el portavoz de un principio 48
social general mucho más amplio, cuya realización será el socialismo.

Por lo que respecta al liberalismo como movimiento histórico universal, el socialismo es el


heredero legítimo, no sólo desde el punto de vista cronológico, sino de su contenido social,
siendo el socialismo una forma más avanzada de democracia.

La concepción en conjunto de los socialistas es uno de los elementos más valiosos para el
mejoramiento humano que existe en la actualidad; es un sistema superior de organización social;
la culminación histórica del ideal democrático bajo la forma de una democracia ya no sólo formal
sino también sustancial, no política sino además económica.

En los Estados Unidos de América, donde se llevan mejor las estadísticas que en cualquier otro
país emergente o subdesarrollado, los analistas políticos dicen: que la concentración de la
riqueza es factor clave en provocar la crisis actual, como fue en el caso de la gran depresión, al
subrayar que en 1928 el uno por ciento más rico del país recibía el 23.9 por ciento del ingreso
total nacional.

Para 2007, después de décadas donde se distribuyó más la riqueza, se ha regresado justo a
1928: en 2007, el uno por ciento más rico recibía 23.5 por ciento del ingreso total. Hay que tener
presente, que una sociedad cimentada en la diferencia entre ricos y pobres, opresores y
oprimidos, no puede garantizar la concordia.
4.11 ESCUELAS LIBERALISTAS:

 La Escuela de Mánchester, –también manchesterismo, liberalismo manchesteriano o


capitalismo manchesteriano– fue una escuela económica y un movimiento social y
político librecambista y antiimperialista con origen en la ciudad británica de Mánchester.
Ligada a la Cámara de Comercio de Mánchester sobre todo durante el período 1825-
1845, y encabezada por Richard Cobden y John Bright.

Inspirada en la situación económica de la muy industrializada ciudad de Mánchester,


surge como una doctrina económica liberal que promueve un libre cambio sin
condiciones y una libertad económica ilimitada. Propone el egoismo como única fuerza
motriz de la economía y de la sociedad.

Agrupó a un conjunto de economistas, comerciantes e industriales locales partidarios del


libre cambio radical y que rechazaban todo tipo de restricción al principio del laissez-faire
y a la voluntariedad de la acción humana, tanto en el aspecto económico como en el
social. Desencadenó una lucha contra las teorías mercantilistas argumentando que se
debía dejar el mundo económico en manos de sus propias leyes naturales.

Fundamentos

El manchesterismo se fundó sobre los escritos de David Hume, Adam Smith y Jean-
Baptiste Say. Los miembros de la escuela de Mánchester no eran teóricos. Los
El sigloargumentos que esgrimieron
XIX y la reacción en contra
contra Escuelas del imperialismo —y en general en favor del
Liberales 49
liberalismo— los obtuvieron todos de la economía clásica, en particular de Smith y del
utilitarismo de Jeremy Bentham. Sin embargo los free traders manchesterianos tenían
aportaciones originales ya que eran más antimperialistas que los utilitaristas y más
cosmopolitas que los economistas clásicos.

Si bien defendieron los principios de la libertad individual contra toda interferencia


gubernamental, no por ello dejaron de lado las consideraciones humanitarias, pues
aceptaron las regulaciones británicas que se iban promulgando para limitar y controlar el
trabajo infantil en las fábricas. De hecho el movimiento no solo surgió en apoyo a los
industriales sino también en relación a los obreros de las fábricas de la ciudad de
Mánchester, empobrecidos por el mercantilismo económico y sus leyes, pues los
productores y propietarios de tierras ingleses asignaban precios arbitrarios a sus
productos al carecer de competencia y además obligaban por medio del sistema legal a
sus trabajadores a comprar sólo en sus almacenes.

Origen

La Escuela de Mánchester surge de la mano de la Liga de Mánchester, en octubre de


1838, convocada por siete relevantes personalidades de la industria, el comercio, las
armas e intelectualidad británicas. Resolvieron, en una reunión mantenida en el recinto
de la Cámara de Comercio de Mánchester, integrar un movimiento por la derogación de
las barreras que impedían introducir libremente grano en Gran Bretaña.
Richard Cobden y John Bright, empresarios cuáqueros, llegaron a la conclusión de que
las ventajas inmediatas y fáciles pero no sostenibles, resultado del cercenamiento de la
competencia, se habían convertido en el reemplazo de la seguridad a largo plazo y del
derecho a disponer en el futuro de los propios bienes y en definitiva la libertad total.

La idea de formar la Liga, según el testimonio de unos de sus oradores, Sr. Brotherton,
surgió en las reuniones que realizaban los humildes tejedores de Mánchester, rebelados
contra un sistema que les obligaba a vestirse y alimentarse exclusivamente de la mano
de sus propios patrones, lo que veían como una grave restricción a su libertad de
elección. Los ingleses sufrían las leyes mercantilistas del maíz, que aplicaban aranceles
estrictos sobre la importación de grano. Al aumentar los precios de la comida, las leyes
beneficiaban a los hacendados que apoyaban al gobierno a expensas de los
consumidores, especialmente los pobres, ya que al reducir la competencia
incrementaban los precios en favor de los propietarios, enriqueciéndolos más a medida
que la población aumentaba.

Liga contra las leyes del maíz

La Anti-Corn Law League (Liga Contra la ley de Maíz) fue una organización británica
fundada en 1839 consagrada a combatir las leyes del Maíz de Inglaterra, que son las
regulaciones que controlan la importación y exportación de semillas en ese país.

Este rechazo a la participación del Estado en la dirección de la economía se organizó en


El sigloesta
XIX yinstitución,
la reacciónprincipal
contra Escuelas Liberales
instrumento político del liberalismo manchesteriano, la cual se 50
opuso abiertamente al proteccionismo agrario.

Antimperialismo y antimilitarismo

El librecambismo manchesteriano estuvo fuertemente ligado al pacifismo internacional y


se opuso al intervencionismo y la política colonialista del Imperio Británico. Los
manchesterianos apoyaban la expansión del comercio mundial pero rechazaban los
métodos victorianos, las campañas militares y la anexión de territorios; en cambio
favorecían las relaciones consensuadas y pacíficas entre los pueblos. Su influencia
abarca desde sectores liberales radicales hasta anarquistas y el movimiento pacifista.

Según Richard Cobden el comercio libre sería la base de unas relaciones


internacionales pacíficas; dicho comercio debía basarse en el principio competitivo de
que cada mercancía fuera suministrada a los mercados por el productor más eficiente.1
Cobden considera que el libre comercio era un principio al servicio de otro moralmente
mayor: la promoción de la paz en la tierra y el bienestar entre los hombres.

Nombre

En marzo de 1848 Benjamin Disraeli (un tory) fue el primero en usar el término «Escuela
de Mánchester». De acuerdo al historiador Ralph Raico, y según indica el liberal alemán
Julius Faucher en 1870, el término «Manchesterianismo» fue inventado por Ferdinand
Lassalle, el fundador del socialismo alemán, a manera de término abusivo. Otros
nombres usados para referirse a la escuela de Mánchester son «liberalismo
manchesteriano» o «capitalismo manchesteriano».

Escuela de Salamanca:

La expresión Escuela de Salamanca se utiliza de manera genérica para designar el


renacimiento del pensamiento en diversas áreas que llevó a cabo un importante grupo
de profesores universitarios españoles y portugueses, pero especialmente los teólogos,
a raíz de la labor intelectual y pedagógica de Francisco de Vitoria en la Universidad de
Salamanca. No cabe duda de que el influjo de la Escuela se debió sentir en otras
naciones, puesto que muchos de los componentes de la Escuela dieron clases en
universidades de fuera de España.

Se inscribe dentro del contexto más amplio del Siglo de Oro español, en el que no
solamente hubo una eclosión de las artes, también en Salamanca, donde floreció la
escuela literaria salmantina, sino también de las ciencias, que se manifiesta
especialmente en esta Escuela.

El sigloAdemás de que, por


XIX y la reacción la evolución
contra Escuelas política
Liberalesposterior, en España no interesaba seguir por 51
los caminos marcados por los profesores de Salamanca, su reconocimiento internacional
ha sido muy tardío, pues las naciones protestantes (que son mayoría entre las que han
escrito la ciencia a partir del siglo XVIII) no debían sentirse cómodas reconociendo la
modernidad de unos teólogos que fueron punteros en el Concilio de Trento. Sin
embargo, poco a poco su labor se va rescatando del olvido y, por ejemplo, en los años
50 del siglo XX, Joseph Alois Schumpeter reivindicó la aportación de los salmantinos al
origen de la ciencia económica (en la corriente de pensamiento económico español que
se conoce con el nombre de arbitrismo).

Desde comienzos del siglo XVI las concepciones tradicionales del ser humano y su
relación con Dios y con el mundo se habían visto sacudidas por la aparición del
humanismo, por la reforma protestante y por los nuevos descubrimientos geográficos y
sus consecuencias. El advenimiento de la Edad Moderna supuso un cambio importante
en el concepto del hombre en sociedad. La Escuela de Salamanca abordó estos
problemas desde nuevos puntos de vista.

Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Alcalá, Martín de Azpilcueta (o


Azpilicueta), Tomás de Mercado o Francisco Suárez, todos ellos iusnaturalistas y
moralistas, son los fundadores de una escuela de teólogos y juristas que realizó la tarea
de reconciliar la doctrina tomista con el nuevo orden social y económico.1 Los temas de
estudio se centraron principalmente en el hombre y sus problemas prácticos (morales,
económicos, jurídicos...), aunque no se trata ni mucho menos de una doctrina única
aceptada por todos, como lo prueban los desacuerdos o, incluso, las agrias polémicas
entre ellos, que demuestran la vitalidad intelectual de la Escuela.

Por la amplitud de temas tratados se ha planteado la conveniencia de distinguir dos


escuelas, la de los salmanticenses y la de los conimbricenses (de la Universidad de
Coimbra). La primera comenzaría con Francisco de Vitoria (h. 1483-1546), y llega a su
máximo esplendor con Domingo de Soto (1494-1560), todos ellos de la orden de los
dominicos. La escuela de los conimbricenses estaría formada por los jesuitas que, desde
finales del siglo XVI tomaron el relevo intelectual de los dominicos. Entre los jesuitas
encontramos nombres de la talla de Luis de Molina (1535-1600) y Francisco Suárez
(1548-1617).

Teología

En el Renacimiento la teología estaba en decadencia frente al pujante humanismo, con


la escolástica convertida en una metodología vacía y rutinaria. La universidad de
Salamanca representó, a partir de Francisco de Vitoria, un auge de la teología
especialmente como renacimiento del tomismo, que influyó en la vida cultural en general
y en otras universidades europeas. El aporte fundamental de la Escuela de Salamanca a
la teología quizá sea el acercamiento a los problemas de la sociedad, que antes habían
sido ignorados, además del estudio de cuestiones hasta entonces inéditas. Por ello a
veces se utilizaba el término teología positivanota 1 para destacar su carácter práctico
frente a la teología escolástica.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 52
Moral

En una época en la que la religión (catolicismo, protestantismo, islamismo...) impregnaba


todo, analizar la moralidad de los actos era el estudio más práctico y útil que se podía
hacer para servir a la sociedad. Por eso las aportaciones originales en derecho y
economía de la Escuela de Salamanca no fueron en su origen otra cosa que análisis
concretos de los desafíos y problemas morales ocasionados a la sociedad por las
nuevas situaciones.

Con el paso de los años se fue obteniendo una serie de respuestas ante dilemas
morales concretos. Pero como una casuística nunca podía ser completa, también se
buscó una regla o principio más general. A partir de aquí comenzó a desarrollarse el
probabilismo, donde el criterio último ya no era la verdad, sino la seguridad de no elegir
mal. Desarrollado principalmente por Bartolomé de Medina y continuado por Gabriel
Vázquez y Francisco Suárez, el probabilismo llegó a convertirse en la escuela moral más
importante de los siglos siguientes.

Existencia del mal en el mundo

Una idea revolucionaria entre las desarrolladas por los salmantinos es que se puede
hacer el mal aunque se conozca a Dios, y se puede hacer el bien aunque se le
desconozca. Es decir, la moral no depende de la divinidad. Esto resultaba especialmente
importante para el trato con los paganos, ya que el hecho de que no fuesen cristianos no
presuponía que no fuesen buenos.

Vitoria proporcionó una imagen nueva de la divinidad para intentar explicar la presencia
del mal en el mundo. La existencia de éste hacía difícil creer que Dios pudiese ser
infinitamente bueno e infinitamente poderoso a la vez.

Vitoria explicó esta paradoja apelando al libre albedrío humano. Puesto que la libertad es
concedida por el mismo Dios a cada hombre, no es necesario que el hombre actúe
eligiendo siempre el bien. La consecuencia es que el hombre puede provocar
voluntariamente el mal.

Polémica De auxiliis

Esta polémica se desató, a finales del siglo XVI, entre jesuitas y dominicos sobre la
gracia y la predestinación, es decir, cómo se puede conciliar el libre albedrío con la
omnipotencia de Dios. En 1582 el jesuita Prudencio de Montemayor y el agustino fray
Luis de León hablaron sobre la libertad humana en un acto público. El dominico Domingo
Báñez consideró que le daban un excesivo peso y que emplearon unos términos que
sonaban heréticos, por lo que les acusó ante el Santo Oficio de pelagianismo. Esta
doctrina ensalzaba el libre albedrío humano en detrimento del pecado original y de la
gracia otorgada por Dios. El resultado de esta escaramuza fue que Prudencio de
Montemayor terminó apartado de la enseñanza y a Fray Luis se le prohibió defender
El siglotales
XIX yideas.
la reacción contra Escuelas Liberales 53

Báñez fue acusado ante el Santo Oficio por fray Luis de León de cometer el error de
Lutero. Según esta doctrina, que está en la base del protestantismo, el hombre está
corrompido como consecuencia del pecado original y no puede salvarse por sus propios
méritos, sólo si Dios le concede la gracia. Báñez resultó exculpado.

Sin embargo, esto no acabó con la polémica, que continuó Luis de Molina con su
Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis (1588), apoyándose en el jesuita portugués
Pedro de Fonseca, que se consideró la mejor expresión de la posición de los jesuitas. La
polémica continuó durante años e incluyó un intento de los dominicos para que el Papa
Clemente VIII condenase la Concordia de Molina. Finalmente Paulo V en 1607 reconoció
la libertad de jesuitas y dominicos para defender sus ideas, prohibiendo que ninguna de
ellas fuese calificada de herejía.

Derecho y justicia

La doctrina jurídica de la Escuela de Salamanca significó el fin de los conceptos


medievales del derecho, con la primera gran reivindicación de la libertad, inusitada para
la Europa de la época. Los derechos naturales del hombre pasaron a ser, de una u otra
forma, el centro de atención, tanto los relativos al cuerpo (derecho a la vida, a la
propiedad) como al espíritu (derecho a la libertad de pensamiento, a la dignidad).
Derecho natural y derechos humanos

La Escuela de Salamanca reformuló el concepto de Derecho natural. Éste surge de la


misma naturaleza, y todo aquello que exista según el orden natural comparte ese
derecho. La conclusión obvia es que, puesto que todos los hombres comparten la misma
naturaleza también comparten los mismos derechos como el de igualdad o de libertad.
Puesto que el hombre no vive aislado sino en sociedad, la ley natural no se limita al
individuo. Así, por ejemplo, la justicia es un ejemplo de ley natural que se realiza dentro
de la sociedad. Para Gabriel Vázquez (1549-1604) actuar con justicia es un deber
dictado por la ley natural.

Así, frente a la concepción predominante en España y Europa de los indios de América


como infantiles o incapaces, una gran novedad fue el reconocimiento de sus derechos,
como el derecho a la propiedad de sus tierras o a rechazar la conversión por la fuerza.

Soberanía

La Escuela de Salamanca distinguió dos potestades, el ámbito natural o civil y el ámbito


sobrenatural, que en la Edad Media no se diferenciaban. Una consecuencia directa de la
separación de potestades es que el rey o emperador no tiene jurisdicción sobre las
almas, ni el Papa poder temporal. Incluso propusieron que el poder del gobernante tiene
sus limitaciones. Así, según Luis de Molina una nación es análoga a una sociedad
mercantil en la que los gobernantes serían los administradores, pero donde el poder
El sigloreside
XIX y la
enreacción contra
el conjunto Escuelas
de los Liberalesconsiderados individualmente, cuando la idea
administrados 54
anterior era que el poder de la sociedad sobre el individuo es mayor que el de éste sobre
sí mismo, ya que el poder del gobernante era una emanación del poder divino, cosa que
los salmantinos rechazan.

Así por ejemplo, la corona inglesa mantenía la teoría del poder real por designio divino
(el único receptor legítimo de la emanación de poder de Dios es el rey), de manera los
súbditos sólo podían acatar sus órdenes para no contravenir dicho designio. Frente a
esto, diversos integrantes de la Escuela sostuvieron que el pueblo es el receptor de la
soberanía, el cual la transmite al príncipe gobernante según diversas condiciones. El
más destacado en este sentido posiblemente fue Francisco Suárez, cuya obra Defensio
Fidei Catholicae adversus Anglicanae sectae errores (1613) fue la mejor defensa de la
época de la soberanía del pueblo. Los hombres nacen libres por su propia naturaleza y
no siervos de otro hombre, y pueden desobedecer e incluso deponer a un gobernante
injusto. Al igual que Molina, afirma que el poder político no pertenece a ninguna persona
en concreto, pero se diferencia de él por el matiz de que considera que el receptor es el
pueblo como un todo, no como un conjunto de soberanos individuales.

Para Suárez el poder político de la sociedad es contractual en su origen porque la


comunidad se forma por el consenso de voluntades libres. La consecuencia de esta
teoría contractualista es que la forma de gobierno natural es la democracia, mientras que
la oligarquía o la monarquía surgen como instituciones secundarias, que son justas si las
ha elegido el pueblo.

Derecho de gentes y derecho internacional

Francisco de Vitoria fue quizá el primero en desarrollar una teoría sobre el ius gentium
('derecho de gentes') que sin lugar a dudas puede calificarse de moderna. Extrapoló sus
ideas de un poder soberano legítimo sobre la sociedad al ámbito internacional,
concluyendo que éste ámbito también debe regirse por unas normas justas y
respetuosas con los derechos de todos. El bien común del orbe es de categoría superior
al bien de cada estado. Esto significó que las relaciones entre estados debían pasar de
estar justificadas por la fuerza a estar justificadas por el derecho y la justicia. Algunos
historiadores han contradicho la versión tradicional de los orígenes del derecho
internacional, que destaca la influencia de De jure belli ac pacis de Hugo Grocio, y
proponen a Vitoria y, más tarde, a Suárez como precursores y, potencialmente,
fundadores del campo.2 Otros, como Koskenniemi, han argüido que ninguno de estos
pensadores humanistas ni escolásticos fundaron el derecho internacional en el sentido
moderno poniendo, en cambio, los orígenes en la época posterior a 1870.3

El ius gentium se fue diversificando. Francisco Suárez, que ya trabajaba con categorías
bien perfiladas, distinguía entre ius inter gentes e ius intra gentes. Mientras que el ius
inter gentes, que correspondería al derecho internacional moderno, era común a la
mayoría de países (por ser un derecho positivo, no natural, no tiene porqué ser
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 55
obligatorio a todos los pueblos), el ius intra gentes o derecho civil es específico de cada
nación.

Justificación de las guerras

Puesto que la guerra es uno de los peores males que puede sufrir el hombre, los
integrantes de la Escuela razonaron que no se puede recurrir a ella bajo cualquier
condición, sino sólo para evitar un mal mayor. Incluso es preferible un acuerdo regular,
aun siendo la parte poderosa, antes que comenzar una guerra. Ejemplos de guerra justa
son:

En defensa propia, siempre que tenga posibilidades de éxito. Si de antemano está


condenada al fracaso, dicha guerra sería un derramamiento inútil de sangre.

Guerra preventiva contra un tirano que está a punto de atacar.

Guerra de castigo contra un enemigo culpable.

Pero una guerra no sólo es lícita o ilícita por el motivo desencadenante, debe cumplir
toda una serie de requisitos adicionales:

Es necesario que la respuesta sea proporcional al mal, si se utiliza más violencia de la


estrictamente necesaria sería una guerra injusta.
El gobernante es el que debe declarar la guerra, pero su decisión no es causa suficiente
para comenzarla. Si la población se opone es ilícita. Por supuesto, si el gobernante
quiere emprender una guerra injusta, antes que eso es preferible deponerlo y juzgarlo.

Una vez la guerra ha comenzado no se puede hacer todo en ella, como atacar inocentes
o matar rehenes, hay límites morales a la actuación.

Es obligatorio apurar todas las opciones de diálogo y negociaciones antes de emprender


una guerra, sólo es lícita la guerra como último recurso.

Son injustas las guerras expansionistas, de pillaje, para convertir a infieles o paganos,
por la gloria, etc.

Conquista de América

En esta época de comienzo del colonialismo de la época Moderna, España fue la única
nación europea en la que un nutrido grupo de intelectuales se planteó la legitimidad de
una conquista en lugar de intentar justificarla por motivos tradicionales. Fue la conocida
como polémica de los justos títulos, uno de cuyos episodios fue la Junta de Valladolid
(1550-1551), famoso debate entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas
en el que participaron también varios discípulos de Vitoria, ya muerto: Domingo de Soto
y Melchor Cano (ambos de la Universidad de Salamanca) y Bartolomé de Carranza (de
la de Valladolid), todos ellos (al igual que Sepúlveda y Las Casas) dominicos.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 56
Francisco de Vitoria había comenzado su análisis de la conquista desechando los títulos
ilegítimos. Fue el primero que se atrevió a negar que la bulas de Alejandro VI (conocidas
en conjunto como las Bulas de donación) fuesen un título válido de dominio de las tierras
descubiertas. Tampoco eran aceptables el primado universal del emperador, la autoridad
del Papa (que carece de poder temporal) ni un sometimiento o conversión obligatorios
de los indios. No se les podía considerar pecadores o poco inteligentes, sino que eran
libres por naturaleza y dueños legítimos de sus propiedades. Cuando los españoles
llegaron a América no portaban ningún título legítimo para ocupar aquellas tierras que ya
tenían dueño.

Vitoria también analizó si existían motivos que justificarían algún tipo de dominio sobre
las tierras descubiertas. Encontró hasta ocho títulos legítimos de dominio. El primero que
señala, quizá el fundamental, está relacionado con la comunicación entre los hombres,
que constituyen en conjunto una sociedad universal. El ius peregrinandi et degendi es el
derecho de todo ser humano a viajar y comerciar por todos los rincones de la tierra,
independientemente de quién sea el gobernante o cuál sea la religión de cada territorio.
Por ello, si los indios no permitían el libre tránsito, los agredidos tenían derecho a
defenderse, y a quedarse con los territorios que obtuvieran en esa guerra.

El segundo título hace referencia a otro derecho cuya obstaculización también era una
causa de guerra justa. Los indios podían rechazar voluntariamente la conversión, pero
no impedir el derecho de los españoles a predicar, en cuyo caso la situación sería
análoga a la del primer título. Sin embargo Vitoria hace notar que aunque esto sea causa
de guerra justa, no necesariamente es conveniente que así ocurra por las muertes que
podría causar.

Los siguientes títulos, de mucha menor importancia, son:

Si los soberanos paganos fuerzan a los conversos a volver a la idolatría.

Si hay un número suficiente de cristianos conversos pueden recibir del Papa un


gobernante cristiano.

Si hay tiranía o daño hecho a inocentes (sacrificios).

Por causa de socios y amigos atacados, como los tlaxcaltecas, aliados de los españoles
pero sojuzgados, con otros muchos pueblos, por los aztecas.

El último título legítimo, aunque calificado por el propio Vitoria de dudoso, es la carencia
de leyes justas, magistrados, técnicas agrícolas, etc. En todo caso, siempre sería con
caridad cristiana y para utilidad de los indios.

Estos títulos legítimos e ilegítimos no agradaron al rey Carlos I ya que significaba que
España no tenía un derecho especial, por lo que intentó sin éxito que los teólogos
dejasen de expresar sus opiniones sobre estos temas.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 57
Otras cuestiones

Jerónimo Castillo de Bobadilla escribió un tratado sobre administración y justicia: Política


para corregidores y señores de vassallos, en tiempos de paz y de guerra y para juezes
eclesiásticos y seglares, juezes de comisión, regidores, abogados y otros oficiales
públicos, dentro de la idea liberal de la Escuela.

Economía

Quizá el aspecto que ha hecho recientemente más famosa esta Escuela es por sus
investigaciones sobre la economía. El espaldarazo final a la denominación Escuela de
Salamanca de economistas vino dado por Joseph Schumpeter en su Historia del análisis
económico (1954), aunque muchos historiadores económicos ya emplearon el apelativo
antes que él. Schumpeter estudió la doctrina escolástica en general y la española en
particular, y elogió el alto nivel de la ciencia económica en la España del siglo XVI.
Según el citado economista, esta escuela fue el grupo que más se merece el título de
fundador de la ciencia económica. La Escuela de Salamanca no llegó a elaborar una
doctrina económica completa, pero estableció las primeras teorías económicas
modernas para afrontar los nuevos problemas que habían surgido. Desgraciadamente,
no hubo continuación desde finales del siglo XVII, y muchas de sus aportaciones
acabaron olvidadas para ser redescubiertas décadas después.
Aunque no se ha encontrado una influencia directa, la Escuela de Salamanca se ha
comparado muchas veces con la Escuela austríaca.

Antecedentes

En 1517 Francisco de Vitoria, por aquel entonces en la Sorbona, fue consultado por
comerciantes españoles afincados en Amberes sobre la legitimidad moral de comerciar
para incrementar la riqueza personal. Desde un punto de vista actual se puede decir que
era una consulta sobre la legalidad del espíritu emprendedor. Desde entonces y durante
años posteriores, Vitoria y otros teólogos prestaron atención a los asuntos económicos.
Se alejaron de posiciones ya obsoletas e intentaron sustituirlas por nuevos principios
extraídos de la ley natural.

El orden natural se basa en la libre circulación de personas, bienes e ideas, de manera


que los hombres pueden conocerse entre sí e incrementar sus sentimientos de
hermandad. Esto implicaba que los comerciantes no sólo no eran moralmente
reprobables, sino que llevaban a cabo un servicio importante para el bienestar general.

Con el florecimiento de las órdenes mendicantes en el siglo XIII comenzó un movimiento


que, cada vez con más fuerza, insistía en la pobreza y la hermandad de los hombres,
deplorando la acumulación de riquezas en la Iglesia. Las órdenes mendicantes
consideraban la posesión de bienes y la propiedad privada como, al menos, moralmente
objetables. Frente a ellos los dominicos en general, y Tomás de Aquino en particular,
El siglohabían
XIX y ladefendido
reacción que
contra Escuelas Liberales
la propiedad privada es, en sí, una institución humana moralmente 58
neutra (incluso siendo los dominicos una orden mendicante).

Los integrantes de la Escuela de Salamanca coincidieron en que la propiedad privada


tiene el efecto beneficioso de estimular la actividad económica, y con ello el bienestar
general. Diego de Covarrubias (1512-1577) consideraba que los propietarios tenían no
sólo derecho de propiedad sobre el bien sino que también, lo que es ya un rasgo
moderno, tenían derecho exclusivo a los beneficios que pudieran derivarse del bien,
aunque éstos pudiesen beneficiar a la comunidad. De todas maneras precisó que en
momentos de gran necesidad todas las cosas son comunes.

Luis de Molina (1535-1601) la consideró una institución de efectos prácticos positivos ya


que, por ejemplo, los bienes eran mejor cuidados por un dueño que si eran de propiedad
comunal.

Dinero, valor y precio

Los desarrolladores más completos y metódicos de una teoría del valor fueron Martín de
Azpilicueta (1493-1586), Luis de Alcalá (1490-1549) y Luis de Molina (1535-1600).
Interesado por el efecto de los metales preciosos que llegaban de América, Martín de
Azpilcueta constató el hecho de que en los países en los que éstos eran escasos, los
precios de los bienes son inferiores a los de países con abundancia de estos metales. El
metal precioso, como una mercancía más, tiene menos valor adquisitivo cuanto más
abundante sea. Desarrolló así una teoría del valor-escasez precursora de la teoría
cuantitativa del dinero en su obra Manual de confesores y penitentes (1556) y sus
apéndices Comentario resolutorio de usuras y Comentario resolutorio de cambios,
adelantándose, y de forma más completa, a las Respuestas a las paradojas de Monsieur
de Malestroit (1588) de Jean Bodin.

La teoría del valor predominante hasta aquel momento era una teoría medieval del coste
de producción como precio justo. El franciscano Luis de Alcalá, Diego de Covarrubias y
Luis de Molina desarrollaron una teoría subjetiva del valor y del precio que consiste en
que, puesto que la utilidad de un bien varía de persona a persona, su precio justo será el
que se alcance de mutuo acuerdo en un comercio libre (sin monopolio, engaños o la
intervención del gobierno). Expresándolo en términos actuales, los integrantes de la
escuela defendieron el libre mercado, donde el precio justo venía dado por la oferta y la
demanda.

Interés

La usura (tal como se denominaba en aquella época a cualquier préstamo con interés)
siempre había sido muy mal vista por la Iglesia. El Segundo concilio de Letrán (1139)
condenó que el pago de una deuda fuese mayor que el capital prestado; el Concilio de
Viena (1307) prohibió explícitamente la usura y calificó de herética cualquier legislación
que la tolerase; los primeros escolásticos reprobaban el cobro de interés.
El sigloEn
XIXlay la reacción medieval
economía contra Escuelas Liberales eran consecuencia de la necesidad (mala
los préstamos 59
cosecha, incendio en el taller) y, en dichas condiciones, no podía menos que ser
moralmente reprobable el cobrar un interés por ello. En el Renacimiento la mayor
movilidad de las gentes propició un aumento del comercio y la aparición de condiciones
apropiadas para que los emprendedores iniciasen negocios nuevos y lucrativos. Puesto
que el préstamo ya no era para el autoconsumo sino para la producción, no podía
contemplarse bajo el mismo prisma.

La Escuela de Salamanca encontraba diversas razones que justificaban el cobro de un


interés. En primer lugar, en las condiciones antedichas, la persona que recibía el
préstamo obtenía un beneficio a costa del dinero obtenido. Por otro lado el interés se
podía considerar como una prima por el riesgo del prestatario a perder su dinero.
También estaba la cuestión del coste de oportunidad, ya que el prestatario perdía la
posibilidad de utilizar el dinero en otra cosa. Por último, y una de las aportaciones más
originales, estaba la consideración del dinero como una mercancía por la cual se puede
recibir un beneficio (que sería el interés).

Martín de Azpilcueta consideró también la influencia del tiempo. A igualdad de


condiciones es preferible recibir una cantidad ahora a recibirla en el futuro. Para que ésta
sea más atractiva es necesario que sea mayor. En este caso el interés supone el pago
del tiempo.
También trataron este tema Bartolomé de Medina y Mancio de Corpus Christi (conocido
como el maestro Mancio) en su Tratado sobre la usura y los cambios.

Escuela Austríaca:

La Escuela Austríaca se originó en Viena en 1871 con la publicación de Principios de


Economía de Carl Menger. Se trata de una posición heterodoxa basada principalmente
en el individualismo metodológico y en el subjetivismo. Sus recomendaciones de política
económica suelen ser anti-intervencionista y suelen promover el liberalismo económico.

Aunque se suele fechar su origen en 1871 por la publicación de Principios de Economía


de Carl Menger, la Escuela Austríaca muchas veces se considera la continuación de
otras tendencias como la Escuela de Salamanca o de economistas como Jean-Baptiste
Say o Frédéric Bastiat. En los años 1970 experimentó un resurgimiento al concederse el
Premio Nobel de Economía al economista austríaco F.A. Hayek.

La base de la Escuela Austríaca es el individualismo metodológico, es decir, que todos


los fenómenos sociales son explicables por las acciones de los individuos. Siguiendo
dicho método, rechazan la matematización de la economía y el empirismo, optando por
realizar deducciones a partir de axiomas autoevidentes o hechos irrefutables. A este
método, desarrollado por Ludwig von Mises en La Acción Humana, se lo denomina
praxeología. También rechazan la división entre macroeconomía y microeconomía, ya
que consideran que la segunda debe explicar la primera.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 60
Las conclusiones de la Escuela Austríaca suelen llevar a defender políticas económicas
liberales no intervencionistas. Concluyen que el mercado produce y distribuye mejor los
recursos que el Estado.

Principales aportaciones de la Escuela Austríaca

Carl Menger, fundador de la escuela, fue uno de los autores que desarrolló la revolución
marginalista. Menger explicó que el valor de un bien dependía de la utilidad que le
asignará cada agente. Dicha utilidad es subjetiva y dependerá de la intensidad de las
necesidades que desee satisfacer cada individuo. Con el desarrollo de la teoría del valor
subjetivo se acaba con las distintas teorías del valor objetivo, especialmente con el valor
trabajo, base del sistema marxista y procedente de economistas clásicos como David
Ricardo.

Otra aportación, fruto del constante criticismo hacia otras escuelas de pensamiento, es el
teorema de la imposibilidad del socialismo. Desarrollado principalmente por Mises y
Hayek, el teorema dice que el socialismo es inviable teóricamente debido a los
problemas de información que presenta. Según estos autores, los precios recogen una
gran cantidad de información individual, subjetiva y tácita sobre las valoraciones de cada
individuo que permite guiar la asignación de recursos. Al no existir precios de mercado ni
beneficios, los planificadores socialistas no podrán obtener esta información y asignarán
recursos de forma inevitablemente ineficiente.
Una de las aportaciones más importantes de la Escuela Austríaca es su explicación del
ciclo económico. Según la teoría austríaca del ciclo económico, los ciclos se inician por
una expansión artificial del crédito no respaldada por ahorro previo. Esto es lo que ocurre
cuando los bancos centrales bajan tipos de interés o imprimen moneda. Los tipos de
interés bajos hacen que se produzca un exceso de inversión en actividades que con
tipos de interés a niveles normales no hubiesen resultado viables. Esto genera un falso
auge económico, una burbuja, que se pincha cuando se corta el crédito barato. Los
recursos (capital y trabajo) destinados a la burbuja deben reasginarse a proyectos
realmente productivos. Pero como los bienes de capital son heterogéneos y no pueden
reasignarse de un sector a otro con facilidad, el ajuste generará pérdidas de valor y, por
lo tanto, una depresión.

Principales exponentes de la Escuela Austríaca

Estos son los autores clave en el desarrollo de la Escuela Austriaca:

La cara más reconocida de la Escuela Austríaca es , gracias a su Premio Nobel en 1974.


Otros autores clave en su desarrollo son los siguientes:

 Carl Menger (1840-1921). Fundador de la Escuela y teórico del marginalismo.


 Friedrich Hayek (1899-1992). La cara más reconocida de la Escuela Austríaca. Premio
Nobel en 1974.
 Eugen von Böhm-Barwerk (1951-1914). Teórico sobre el capital y el interés.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 61
 Ludwig von Mises (1884-1973). Creador de la praxeología y crítico del socialismo.
 Murray Rothbard (1926-1995). Defensor del anarcocapitalismo y fructífero escritor.
 Jesús Huerta de Soto (1956- ). Teórico del ciclo económico, defensor del patrón oro y
máximo representante del anarcocapitalismo en la actualidad

4.12 Neoliberalismo

En general, en la actualidad no se habla de neoliberalismo, ya que los descendientes ideológicos


de Adam Smith han vuelto a adoptar la denominación de libérales, sin aditamentos. Este ultimo
termino había caído en un progresivo desprestigio entré economistas políticos, escritores y en
medios influyentes de la opinión pública, debido a la creciente ineficacia que fue demostrando el
sistema del laissez faire, desde fines del Siglo XIX hasta su gran derrumbe, como consecuencia
de la Gran Depresión de los años '30. La realidad económica de la época con la aparición de
grandes monopolios y trusts que dominaban la oferta, hizo comprender a la mayoría de los
economistas que el modelo competencia era sólo una hipótesis de escuela. Habían comenzado
a dejar de identificar competencia con laissez faire.

En los EE.UU., la iniciación del institucionalismo, en los primeros años de la década de 1920
influyo y atrajo a numerosos economistas adscriptos al marginalismo que fueron descartando
paulatinamente sus viejos dogmas. En Inglaterra, la publicación en The Eçonomic Journal, en
1926, de un influyente artículo del economista dé la Universidad de Sambridge, de origen
Italiano, Pieró Sraffa, quien afirmaba que la realidad de los mercados de ese momento, distaba
mucho de ser de competencia perfecta y que había que distinguir, en el plano práctico, muchas
formas de mercado, marca el inicio de una revisión profunda de la teoría predominante hasta el
momento. Al artículo de este economista, le siguieron los libros, publicados por Joan Robinson y
Edoard Chamberlin, quienes calificaron a la realidad de los mercados de competencia imperfecta
y de competencia monopolística respectivamente. En la misma época, el pensamiento el
pensamiento de John M. Keynes, antes y después de la publicación de su Teoría General... se
había divulgado por los principales países del mundo. y sus premisas, junto con la de los
institucionalistas, habían sido aplicadas por el: presidente Roosevelt en el New Deal. Las teorías
keynesianas no sólo influyeron en el período de entre guerra, sino que lo hicieron después de la
Segunda Guerra Mundial, y aun hoy, pese al éxito de la reacción liberal de los años '60,
conservan su vigor. Todas las precisiones teóricas que descalificaban al Laissez Faire como un
sistema apto para aplicar en la vida económica, parecieron confirmarse con la Gran Depresión.

Teoría y realidad eran las dos caras de una misma moneda que demostraba él fracaso del
liberalismo económico, al menos, como ideología eficaz para mantener la creencia en el sistema
capitalista. Ese lugar vacante lo vino a ocupar el keynesianismo, con sus propuestas que, en la
realidad, operaron como un salvavidas del sistema.

Los economistas liberales de la época de entre guerras, tanto en los USA como de Europa,
reformaron sus teorías frente al nuevo panorama vigente. Ya no era posible preconizar un
retornó a Laissez faire absoluto, resguardado de toda intervención estatal. En 1938 los
neoliberales de Europa occidental, se reunieron en lo que se denominó el coloquio de Wafter
Lippmann pory la
El siglo XIX el reacción
escrito liberal
contraque critico Liberales
Escuelas a las grandes sociedades anónimas, identificándolas 62
como monopolios que obstaculizaban el mecanismo de precios en un mercado libre. A este
coloquio asistieron los economistas liberales más destacados de Europa, entre los que se puede
mencionar a R Aron, L. Rouçier y J. Rueff de Francia, J.B. Condilifte de Gran Bretafla y L. yon
Mises, E. von Hayek y W. Ropke de la escuela de Viena. En este coloquio se reafirmaron las
posiciones antidirigistasde los neoliberales y se sostuvo la necesidad de una vuelta a la
economía de mercado, aunque, con esta denominación genérica no precisaron a cuál de las
estas formas de economía de mercado se referían. En el coloquio Lippmann no se produjeron
definiciones que permitan hablar de un neoliberalismo muy diferente al decimonónico del Laissez
Fairg. Solamente, en lo qué se refiere a este principio, no afirmaron que se debía adoptar en
forma absoluta, y en lo que se vincula con el estado, no descartaron en forma total su
intervención. Walter Lipmann ha sido el neoliberal que con más énfasis solicito medidas contra
las grandes sociedades anónimas para impedir que los monopolios dominaran los mercados y
en contra de los acuerdos que anulan la competencia. Se pronunció, también, en contra de la
autofinanciación de las poderosas sociedades anónimas con el fin de establecer la competencia
en el mercado de capitales

En el neoliberalismo han existido opiniones muy contradictorias. Desde Ludwing von Mises, cuya
preocupación fundamental era el restablecimiento del mercado sin el cual no puede haber
equilibrio ni cálculo económico; Wilhelm Ropke, para quien la intervención del Estado solo debe
ser admitida para garantizar la existencia de un mundo de Pequeñas empresas y de
competencia y que, al mismo tiempo, se opone a toda forma de redistribución de ingresos y de
política ocupacional; Friedrich von Hayek,quien en los años '40 no se mostró partidario de una
economía dirigida propiciando una "estructuración racional de la competencia", sin definir con
mucha precisión el concepto (este autor en los años '60 adhirió al monetarismo y denunció la
acción de los sindicatos como perjudicial para la actividad económica); Jacques Rueff, que
admite la intervención del Estado en tiempos de guerra para repartir artículos de consumo y
materias primas y, en alguna medida, acepta que se intervenga, no sobre la formación de los
precios, pero sí sobre la oferta y la demanda; hasta James E. Meade y Roy F. Harrod, que
introdujeron en el pensamiento liberal importantes conceptos keynesianos como el de preconizar
la intervención del Estado para evitar las oscilaciones que llevan al sistema capitalista de la
prosperidad a la depresión.

Los neoliberales más ortodoxos con el liberalismo económico tradicional fundaron en 1950 la
llamada sociedad Mont-Pélérin, cuyo principal inspirador ha sido F. von Hayçk, y donde proviene
la denominación de la economía Social de mercado utilizada para identificar a las propuestas de
los liberales de la actualidad.

En épocas recientes ha sido formulada la teoría monetarista que ha adquirido una gran influencia
en el pensamiento liberal, y de cuyas premisas se hicieron eco algunos gobiernos como el de
Ronal Reagan en los Estados Unidos y otros que configuraron dictaduras en países
latinoamericanos (Argentina, Chile y Uruguay). Las gravitaciones qué estas teorías han teñido
sobre hombres de Estado y sobre la marcha de las actividad económica en el mundo en general
en donde se observa una creciente oligopolización en los sectores productivos principales,
convierte en poco menos que imposible utilizar con propiedad el término neoliberalismo, si es
que con XIX
El siglo él se
y lapretende
reaccióndesignar a una teoría
contra Escuelas económica eficaz para limitar el poder que los
Liberales 63
monopolios y para asegurar que los precios se formen en un mercado libre de interferencias
privadas o estatales.

4.13 El liberalismo moderno


En el siglo XVII, durante la Guerra Civil inglesa, algunos miembros del Parlamento empezaron a
debatir ideas liberales como la ampliación del sufragio, el sistema legislativo, las
responsabilidades del gobierno y la libertad de pensamiento y opinión. Las polémicas de la
época engendraron uno de los clásicos de las doctrinas liberales: Areopagitica (1644), un tratado
del poeta y prosista John Milton en el que éste defendía la libertad de pensamiento y de
expresión. Uno de los mayores oponentes al pensamiento liberal, el filósofo Thomas Hobbes,
contribuyó sin embargo al desarrollo del liberalismo a pesar de que apoyaba una intervención
absoluta y sin restricciones del Estado en los asuntos de la vida pública. Hobbes pensaba que la
verdadera prueba para los gobernantes debía ser por su efectividad y no por su apoyo doctrinal
a la religión o a la tradición. Su pragmático punto de vista sobre el gobierno, que defendía la
igualdad de los ciudadanos, allanó el camino hacia la crítica libre al poder y hacia el derecho a la
revolución, conceptos que el propio Hobbes repudiaba con virulencia.

John Locke
Uno de los primeros y más influyentes pensadores liberales fue el filósofo inglés John
Locke. En sus escritos políticos defendía la soberanía popular, el derecho a la rebelión
contra la tiranía y la tolerancia hacia las minorías religiosas. Según el pensamiento de
Locke y de sus seguidores, el Estado no existe para la salvación espiritual de los seres
humanos sino para servir a los ciudadanos y garantizar sus vidas, su libertad y sus
propiedades bajo una constitución.
Gran parte de las ideas de Locke se ven reflejadas en la obra del pensador político y
escritor inglés Thomas Paine, según el cual la autoridad de una generación no puede
transmitirse a sus herederos, que si bien el Estado puede ser necesario eso no lo hace
menos malo, y que la única religión que se puede pedir a las personas libres es la
creencia en un orden divino. Thomas Jefferson también se adhirió a las ideas de Locke
en la Declaración de Independencia y en otros discursos en defensa de la revolución, en
los que atacaba al gobierno paternalista y defendía la libre expresión de las ideas.
En Francia la filosofía de Locke fue rescatada y enriquecida por la Ilustración francesa y
de forma más destacable por el escritor y filósofo Voltaire, el cual insistía en que el
Estado era superior a la Iglesia y pedía la tolerancia para todas las religiones, la
abolición de la censura, un castigo más humano hacia los criminales y una organización
política sólida que se guiara sólo por leyes dirigidas contra las fuerzas opuestas al
progreso social y a las libertades individuales. Para Voltaire, al igual que para el filósofo
y dramaturgo francés Denis Diderot, el Estado es un mecanismo para la creación de
felicidad y un instrumento activo diseñado para controlar a una nobleza y una Iglesia
muy poderosas. Ambos consideraban ambas instituciones como las dedicadas con
mayor intemperancia al mantenimiento de las antiguas formas de poder. En España y
Latinoamérica, a comienzos del siglo XIX se generalizó entre los pensadores y políticos
ilustrados una poderosa corriente de opinión liberal. La propia palabra ‘liberal’ aplicada a
cuestiones políticas y de partido se utilizó por vez primera en las sesiones de las Cortes
El siglodeXIXCádiz
y la reacción contra
y sirvió para Escuelas Liberales
caracterizar a uno de los grupos allí presentes. Entre los primeros 64
y más destacados pensadores y políticos liberales españoles se hallaban el jurista
Agustín de Argüelles, el conde de Toreno y Álvaro Flórez Estrada, entre otros. En
Latinoamérica, las nuevas ideas de los ilustrados de los siglos XVII y XIX ejercieron
notable influencia y tanto los escritores franceses, como los ingleses y los padres de la
independencia en Estados Unidos, además de los liberales españoles, fueron conocidos,
estudiados y leídos con gran fruición, generando una profunda influencia en su proceso
de emancipación e independencia respecto de España.

El utilitarismo
En Gran Bretaña el liberalismo fue elaborado por la escuela utilitarista, principalmente
por el jurista Jeremy Bentham y por su discípulo, el economista John Stuart Mill. Los
utilitaristas reducían todas las experiencias humanas a placer y dolor, y sostenían que la
única función del Estado consistía en incrementar el bienestar y reducir el sufrimiento
pues si bien las leyes son un mal, son necesarias para evitar males mayores. El
liberalismo utilitarista tuvo un efecto benéfico en la reforma del código penal británico.
Bentham demostró que el duro código del siglo XVIII era antieconómico y que la
indulgencia no sólo era inteligente sino también digna. Mill defendió el derecho del
individuo a actuar en plena libertad, aunque sea en su propio detrimento. Su obra Sobre
la libertad (1859) es una de las reivindicaciones más elocuentes y ricas de la libertad de
expresión.
El liberalismo en transición
A mediados del siglo XIX, el desarrollo del constitucionalismo, la extensión del sufragio,
la tolerancia frente a actitudes políticas diferentes, la disminución de la arbitrariedad
gubernativa y las políticas tendentes a promover la felicidad hicieron que el pensamiento
liberal ganara poderosos defensores en todo el mundo. A pesar de su tendencia crítica
hacia Estados Unidos, para muchos viajeros europeos era un modelo de liberalismo por
el respeto a la pluralidad cultural, su énfasis en la igualdad de todos los ciudadanos y por
su amplio sentido del sufragio. A pesar de todo, en ese momento el liberalismo llegó a
una crisis respecto a la democracia y al desarrollo económico. Esta crisis sería
importante para su posterior desarrollo. Por un lado, algunos demócratas como el
escritor y filósofo francés Jean-Jacques Rousseau no eran liberales. Rousseau se
oponía a la red de grupos privados voluntaristas que muchos liberales consideraban
esenciales para el movimiento. Por otro lado, la mayor parte de los primeros liberales no
eran demócratas. Ni Locke ni Voltaire creyeron en el sufragio universal y la mayor parte
de los liberales del siglo XIX temían la participación de las masas en la política pues
opinaban que las llamadas clases más desfavorecidas no estaban interesadas en los
valores fundamentales del liberalismo, es decir que eran indiferentes a la libertad y
hostiles a la expresión del pluralismo social. Muchos liberales se ocuparon de preservar
los valores individuales que se identificaban con una ordenación política y social
aristocrática. Su lugar como críticos de la sociedad y como reformadores pronto sería
retomada por grupos más radicales como los socialistas.

4.14 ¿Socialismo
El siglo o liberalismo?
XIX y la reacción contra¿Qué modelo
Escuelas económico queremos?
Liberales 65

Ramón Tamames, catedrático de Estructura Económica, analiza en su reciente libro El último


siglo económico. Capitalismo, el gato de siete vidas la gran transformación que ha vivido uno de
los sistemas económicos con más peso en los últimos tiempos.

En ese recorrido comparativo entre la teoría que prima la libertad individual como generadora de
riqueza (liberalismo) y la que resalta la importancia de una contribución global que redunde en el
bienestar general (socialdemocracia), Tamames incide en que “el mercado no lo resuelve todo.
Si no, no habría partidos socialdemócratas. Debe haber unos correctores que eviten una
desigualdad excesiva y una sociedad excluyente”.

Esa filosofía es la que ha hecho triunfar durante tanto tiempo a los partidos de izquierda o centro-
izquierda. En opinión del economista Daniel Lacalle, los partidos socialdemócratas occidentales
han ganado durante décadas en Europa gracias a su acercamiento a la economía de mercado: a
su incentivo a la propiedad y a la iniciativa privada y a su visión de la economía como una familia
que ahorra, crece, aporta valor añadido y obtiene ingresos para proteger y ayudar a sus mayores
y a sus hijos. Así se desarrollaron en países como la España de Felipe González, que adoptó
medidas para favorecer la libertad y el crecimiento económico, la apertura al exterior y avanzó en
políticas sociales sin tenerlas como excusa para crear un Estado clientelar.

Cuando había un mayor grado de consenso en este tipo de políticas, la socialdemocracia viró
inexplicablemente hacia un creciente intervencionismo y enfrentamiento con la propiedad
privada. Se ha acercado más al populismo, que “jamás ha ganado elecciones y que no tiene
como objetivo el progreso, sino el control”, estima Lacalle. “Cuanto más se ha acercado el
socialismo al populismo, más cercana ha estado su desaparición, o ha ocurrido, como en
Francia”, añade este economista.

“Cuanto más se ha acercado el socialismo al populismo, más cercana ha estado su


desaparición, o ha ocurrido, como en Francia”

La caída de la socialdemocracia dio aire al liberalismo de Hayek, Reagan, Thatcher y otros


líderes mundiales. Se enfocaron en la defensa de un Estado del Bienestar adecuado, con una
fiscalidad no confiscatoria y con el crecimiento y el empleo como objetivos claros para sostener
todo ese sistema. Traída esa filosofía al momento actual, Lacalle habla de Estados Unidos y de
su desacuerdo con la recesión en el país norteamericano que algunos expertos auguran para
2020 por el supuesto final del efecto de la bajada de impuestos.

“Las bajadas de impuestos no pierden efecto”, sostiene Lacalle. “Las empresas de allí tienen 2,3
trillones de dólares en otros países y no invertían en el país porque los impuestos eran
demasiado altos. Reducirlos ha sido una cuestión de justicia, y se ha traducido en un incremento
de los ingresos, del crecimiento económico, de las inversiones y en una repatriación de
capitales”, añade.

Para Lacalle, la renovación sana de la socialdemocracia pasa por la de aquellos países que han
reconocido el fracaso de las economías planificadas y emprenden medidas más liberalizadoras,
El siglo
como ha XIX y la el
hecho reacción contra
presidente deEscuelas
Francia,Liberales
Emmanuel Macron, y en parte hizo Barack Obama. 66
Para nada transcurre por lo que él considera la falacia del efecto multiplicador del gasto público
sobre el crecimiento, que en su opinión parte de algunos presupuestos erróneos y nocivos: “La
idea de que el sector público tiene mayor y mejor información que las empresas sobre lo que la
economía necesita consumir o en lo que debe invertir, y el hecho de que el que decide gastar
más o menos no sufre las consecuencias de lo que hace. Gasto tu dinero y, si sale mal, le echo
la culpa a los mercados. Aumentar el gasto y los desequilibrios es la política más antisocial. Es
pasarle los gastos a tus hijos o a tus nietos”.

“Aumentar el gasto y los desequilibrios es la política más antisocial. Es pasarle los gastos a tus
hijos o a tus nietos”

Lo que está claro es que la situación ha cambiado mucho. Así lo admite Tamames en su libro,
refiriéndose a la evolución del capitalismo. En su opinión, hoy en día nos encontramos con lo que
el economista Paul Samuelson llamó la economía mixta. Los presupuestos de Estados como
Francia o Suecia emplean el 50% en gasto público, o lo rebasan. Las huelgas ya no se dan
contra el empresario, sino contra el regulador, el Estado, que es el que controla los aeropuertos
o los taxis en países como el nuestro.

Ese aumento del gasto público por encima del 50% del presupuesto se destina al Estado del
Bienestar, que cambia los precios y los márgenes. El llamado gasto social supera el 60% en
España. El Estado del Bienestar y la economía mixta marcan el presente y futuro de sociedades
como la española, en opinión de Tamames, junto a un gasto emergente: el medio ambiente.
Tendrá un peso cada vez mayor en busca del cambio de modelo energético que propugnan los
acuerdos de París de 2015, e impactará en las cuentas sobre todo por su nueva regulación,
afirma el profesor.

En este contexto, ¿cómo puede moverse una economía moderna? Tamames destaca
precisamente la evolución de un país como Suecia. “Ya ha pasado la época en que personajes
como Ingmar Bergman o Greta Garbo tenían que irse de allí porque no podían pagar los
impuestos. Ahora es una economía más dinámica, menos socialista y con menos
reglamentación”.

El profesor estima que los principios por los que se rige la economía en Europa son
prácticamente los mismos, aunque con diferente gradación. Por lo que se refiere a España,
afirma que se podría obtener una mayor recaudación sin subir impuestos. “Si tuviéramos al fisco
más activo, nuestros ingresos serían mucho más fuertes. Se calcula en 60.000 millones lo que
estamos dejando de ingresar por culpa del fraude. Si llegáramos a esa cifra, nos situaríamos en
el 44% de presión fiscal, muy cerca de los países nórdicos. Actualmente estamos en el 38%”,
afirma.

Nuestra economía sumergida, según sus datos, está por encima del 20%. La de ellos se ubica
en el 10-15%. Junto a este debate, otros expertos indican que tener una mayor libertad
económica a la hora de crear empresas nos asemejaría más a los países nórdicos. Tamames no
cree que en España haya una dificultad excesiva para emprender. “Quien quiere, lo hace”,
afirma.
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 67
La realidad es que no estamos entre los mejores países para hacer negocios, según los rankings
internacionales. Para Tamames, otra cosa son los problemas que surgen “cuando la compañía
crece y se sindicaliza”. El profesor también cree que el Tribunal Constitucional debería haber
hecho mucho más por salvaguardar la unidad de mercado, una traba para las empresas que se
ha denunciado en innumerables ocasiones: “Algunas comunidades autónomas dicen que es un
modo de que el Gobierno central recupere competencias, como si fuera una opresión total. El
propio lendakari del Gobierno Vasco, Íñigo Urkullu, ha dicho que ya tienen suficiente. Su región
ya es un Estado dentro del Estado, con su hacienda confederal, muchos recursos y un cupo muy
favorable”.

Por lo que se refiere a la inversión pública, Tamames cree que es muy importante “si se hace
bien. El profesor Barea, ya fallecido, decía que se perdía un tercio de ella en el camino por las
comisiones, los intermediarios y la corrupción, pero hoy en día está por los suelos. La
recuperación no se ha notado en ella. No alcanzamos el 2% del PIB, cuando en teoría debería
ser un 5%: unos 60.000 millones, y estamos muy lejos”. La situación le parece especialmente
penosa en cuestiones como el AVE, que no llega a Galicia, Asturias o el País Vasco. “Una red
sin terminar, es una frustración.

Lo mismo ocurre con otras inversiones públicas”, estima. Lacalle, por el contrario, lamenta que
haya una obsesión por el gasto por encima de los servicios y la calidad. Recuerda que gastamos
más que en el año 2007, y que “la perversión del lenguaje hace que hablemos de austeridad
cuando lo que hay es una moderación en el crecimiento del gasto. Se nos dice que si gastamos
más, habrá que pagar más impuestos. ¿Por qué no gastamos menos? Se nos dice que
recaudamos un 11% menos que la media de la Unión Europea, pero no se recuerda que
tenemos más del doble de paro”.

Por lo que se refiere al plano contrario, el bajar los impuestos, Tamames cree que no siempre es
positivo: “Si queremos tener un mayor gasto público y dedicarlo a reformas, a mayor igualdad de
oportunidades, hay que gastar más, invertir más y subir los impuestos. Pero es muy importante
medir la calidad del gasto. El profesor del Valle hizo un estudio muy bueno hace tiempo para
Funcas. Concluía que el gasto público era un 40% más costoso que el privado teniendo en
cuenta los mismos ítems. Nos fijamos mucho en los ingresos, pero el gasto ha de rendir bien. En
este sentido, no hemos hecho un esfuerzo suficiente con la educación y la sanidad pública”.

La fórmula de bajar impuestos puede servir a Estados Unidos porque el 60% del comercio
mundial se desarrolla en dólares. “Ese es un activo impresionante mientras perdure. Pueden
endeudarse, consumir mucho, invertir poco… El euro no se ha desarrollado lo suficiente”, apunta
Tamames. Como se decía con anterioridad, Lacalle cree que siempre es bueno bajar impuestos,
y que se podría hacer con rapidez.

Como se ve, las posturas son distintas según la óptica ideológica desde la que se orienten. En
cualquier caso, hay algo en lo que coinciden Tamames y Lacalle, y es en que el Gobierno tiene
que cumplir cuestiones como las de los objetivos de déficit público impuestos por la Unión
Europea, que España ha de tener por debajo del 3% para este año. Un incremento del gasto no
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 68
lo facilitaría, pero no parece que el Gobierno pueda sacar el Presupuesto adelante por la
oposición de PP y Ciudadanos.

Tampoco se pueden romper las reglas, recuerda Tamames, en alusión a lo que Pablo
Echenique, miembro de Podemos, señalaba hace un tiempo en torno al interés de eliminar el
veto del Senado. El nuevo Gobierno trata de sobrevivir con sus inquietantes aliados hasta las
elecciones de 2020. La historia y la evolución en Europa muestran que su porvenir depende más
bien de acercarse en sus postulados al libre mercado y separarse de los populismos. Eso es lo
que han hecho otros partidos socialdemócratas, y parece que a ellos y a sus compatriotas les ha
ido mejor que a los que han tirado por el camino contrario.

En cualquier caso, Tamames es optimista con el futuro de nuestro país. Desmiente los lugares
comunes pesimistas que a veces ve en algunos medios, y que por ejemplo dicen que las
empresas españolas no invierten en tecnología. A este respecto, recuerda el ejemplo de
compañías como Telefónica, Iberdrola, Ferrovial o ACS, que compiten por todo el mundo y son
una muestra de que España tiene mucho que aportar. Para ayudar a que así sea, vendría bien
que contáramos con un modelo económico que favoreciera la vida de las empresas, el
crecimiento económico y del empleo, y que con ello se contribuyera a mantener nuestro
envidiado Estado del Bienestar.

*El Perú en el siglo XXI, después de la independencia le debia a medio mundo


Justo días antes del 28 de julio, día de la independencia, Cinthia pregunta en Yahoo
Respuestas si Chile financia la independencia del Perú y en efecto así fue, pero nada
fue gratis, el Perú pagó con creces su deuda a todos los que nos independizaron.

Inglaterra financió la guerra por la independencia no solo del Perú sino de toda la
América Española. San Martín (masón de la Gran Reunión Américana formada en
Inglaterra) entre 1815 y 1820 ocupa Chile y juntos forman una expedición para
acabar con las fuerzas españolas en el Perú.

Inglaterra hizo un negocio "redondo", cambió su estrategia de ocupar territorios y


perder soldados, por los "empréstitos", de forma tal que proveia armas y dinero a las
causas libertadoras tanto de Bolivar como de San Martín, como "préstamos". Luego
aconsejaba que una vez liberados los territorios se otorgaran a un protectorado
europeo (¿británico?) para que no existiera la "anarquía" dada la inexperiencia en el
gobierno de los independentistas. Luego debían pagar la deuda contraida.

El final todos lo saben, en 1821 cercaron a la capital del Virreynato del Perú, por el
sur: argentinos, chilenos y altoperuanos y por el norte gran colombianos
(venezolanos y colombianos), liberando pueblos que en su mayoría simpatizaban con
la Corona española, los que no, obviamente se unieron a los ejércitos libertadores.
Luego, San Martín se retiró y el dictador Bolivar, creó Bolivia en 1825 y Ecuador en
1830, y fracasó su intento de crear una gran nación siendo él una especie de
"emperador".
El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 69
El Perú después de su independencia (1821) quedó completamente endeudado. Los
"libertadores" le exigian al Perú les devuelvan lo que había costado la expedición y
los "vencidos" se les reconociera lo siguiente (Capitulación de Ayacucho):

– Todo individuo del ejército español podrá libremente regresar a su país, y será de
cuenta del Estado del Perú costearle el pasaje, guardándole entretanto la debida
consideración y socorriéndole a lo menos con la mitad de la paga que corresponda
mensualmente a su empleo…

– El Estado del Perú reconocerá la deuda contraída hasta hoy por la hacienda del
gobierno español en el territorio…

– Los heridos se auxiliarán por cuenta del erario del Perú hasta que, completamente
restablecidos, dispongan de su persona…

– El Estado del Perú respetará igualmente las propiedades de los individuos


españoles…

En virtud del tratado del 26 de abril de 1823 con Chile, el Perú reconoció como
deuda suya el préstamo que había sido contratado (Inglaterra moviendo los hilos
detrás) que ascendía a 1 millón 500 mil pesos, pero con intereses llegaba a 3
millones de pesos. Se reconoció también una deuda con la Gran Colombia por 5
millones de pesos, aparte del millón que le fue obsequiado a Bolívar por el Congreso
Peruano de 1825. Solo Argentina no pidió reconocer deuda alguna.

Para hacer frente a estas deudas y otros gastos el Perú "independiente" en crisis, se
endeudó más: recurrió a dos préstamos de capitales ingleses. El primer empréstito se
firmó el 11 de octubre 1822, por 1 millón 200 mil libras esterlinas. Se da como
garantías las entradas de la Casa de la Moneda, las aduanas y demás rentas. El
segundo préstamo fue negociado por el inglés John Parish Robertson, el 21 de enero
de 1825; por un monto de 616 000 libras.

Con estos resultados, es evidente que para el Perú la independencia resultó


desastrosa, perdiendo territorios y saliendo sumamente endeudado, debido a que no
fue gestada desde adentro por indígenas, mestizos y criollos, sino por extranjeros
financiados por Inglaterra.

El siglo XIX y la reacción contra Escuelas Liberales 70

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