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4.4. IDEAS FUNDAMENTALES DE LA ILUSTRACIÓN.

EL DESPOTISMO
ILUSTRADO: CARLOS III.

La Ilustración es la corriente de pensamiento que se difundió por Europa en el


siglo XVIII. Las ideas fundamentales que la caracterizan fueron:
-Empleo de la razón y la crítica como método de análisis y mejora.
-Fomento de la economía nacional para promover el aumento de bienestar general.
-Desarrollo del conocimiento científico y la educación como base del progreso técnico y
económico. La creación literaria y artística debía estar subordinada a un fin educativo.
-La difusión al mayor número de personas del progreso y la felicidad.
Para conseguir la expansión de estas ideas se utilizaron canales como las
Academias, las Sociedades Económicas de Amigos del País o los Consulados.
La Ilustración constituyó en España la base intelectual de las reformas llevadas a
cabo por los primeros Borbones, especialmente Carlos III. Este rey, vino a la corte de
España desde Nápoles tras la muerte de su hermano Fernando VI. Su reinado supone la
instauración del Despotismo Ilustrado en España, política absolutista encaminada a producir
riqueza y bienestar inspirándose en los pensadores ilustrados. Fue un movimiento racional y
antitradicionalista pero antidemocrático e inmovilista (“todo para el pueblo pero sin el pueblo”).
No pretendía cambiar la estructura jerárquica de la sociedad ni alterar el sistema absolutista: las
reformas que afectan al sistema se hacen desde arriba y desde dentro, procurando no afectar las
propias bases de ese sistema para no caer en la revolución. El reformismo vino de la mano de
asesores italianos como Grimaldi y Esquilache en un primer momento y luego de españoles
como Campomanes, Floridablanca o Jovellanos.
Durante la época de los asesores italianos se tomaron medidas que fueron atacadas por
los grupos tradicionalistas amenazados, que aprovecharon el malestar para llevar al pueblo al
motín. El Motín de Esquilache en 1766, tuvo como pretexto una serie de medidas que afectaban
a la vestimenta para controlar la delincuencia. Este motín no consiguió parar las reformas, que
continuaron, aunque con mayor prudencia.
En cualquier caso, se mantuvieron los derechos señoriales y privilegios de la nobleza.
A pesar de esto, la política de regalismo hacia la Iglesia, el control de sus cargos y de la
Inquisición, puso en contra del rey a esta institución. La expulsión de los Jesuitas en 1767 fue
un acto de control (encuadrada también en la reforma educativa) aunque la Iglesia tradicional no
vio esta acción con malos ojos. En cuanto a las reformas económico-sociales, la agricultura, por
influencia del pensamiento fisiocrático, se consideró el primer motor y se constató la necesidad
de una reforma agraria (Jovellanos y su Informe sobre la ley agraria). Se aumentó la producción,
se especializaron las zonas de cultivo (p.ej. Valencia y el arroz), se liberaron los mercados de
trabas y se intentó crear un sector de pequeños propietarios. Pero, por la contradicción propia al
despotismo, no se tocó la estructura de la propiedad de la tierra, a pesar de arremeter contra los
mayorazgos y las manos muertas. En lo referente a la industria se aplicaron reformas para crear
un mercado interno y se trajeron nuevas técnicas (sociedades de Amigos del País). Se
colonizaron nuevas tierras, se crearon numerosas obras públicas (sistema radial de carreteras) y
en el campo de las finanzas, el endeudamiento público llevó a la creación de vales reales
gestionados por el Banco de San Carlos, creado en 1788 y germen del Banco de España.
También se imprimieron los primeros billetes.

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