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Mateo 5,1-12 Las bienaventuranzas (cfr.

Gaudete et exultate)

Introducción

La palabra «feliz» o «bienaventurado», pasa a ser sinónimo de «santo», porque expresa


que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la
verdadera dicha.

Son camino a la santidad: “Son como el carnet de identidad del cristiano. Así, si alguno
de nosotros se plantea la pregunta: «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen
cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice
Jesús en el sermón de las bienaventuranzas[66].

El papa, en el comentario a las bienaventuranzas hace mucho hincapié en la


misericordia

En el capítulo 25 del evangelio de Mateo (vv. 31-46), Jesús vuelve a detenerse en una
de estas bienaventuranzas, la que declara felices a los misericordiosos. Si buscamos esa
santidad que agrada a los ojos de Dios, en este texto hallamos precisamente un
protocolo sobre el cual seremos juzgados: «Porque tuve hambre y me disteis de comer,
tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me
vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (25,35-36).

Y cita Juan Pablo II: «si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo,
tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo
ha querido identificarse»[79].

El texto de Mateo 25,35-36 «no es una simple invitación a la caridad: es una página de


cristología, que ilumina el misterio de Cristo»[80]. En este llamado a reconocerlo en los
pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones
más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse.

Es exigente

El Señor nos dejó bien claro que la santidad no puede entenderse ni vivirse al margen de
estas exigencias suyas, porque la misericordia es «el corazón palpitante del Evangelio».

Luego de hacernos tomar conciencia de la importancia que tiene en nuestra vida la


misericordia, nos advierte de algunos errores

1. Separar estas exigencias de mi relación personal con Dios:

Convierte el cristianismo en una ONG (los grandes santos nos enseñan a vivir la
misericordia, pero sobre todo viendo en el prójimo al mismo Jesús, hay una
identificación y estos amores se complementan, se intensifican mutuamente)

2. Dudar del compromiso social por los demás, considerándolo algo superficial,
mundano, populista.
No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo,
donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del
consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se
acaba miserablemente.

Ya, casi al final, nos decía el papa: “Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su
vida, quien realmente anhele santificarse, está llamado a obsesionarse, desgastarse y
cansarse intentando vivir las obras de misericordia. 

SVM

Pidamos a la virgen nos alcance la gracia de hacer carne en nuestras vidas estas
enseñanzas de Jesús

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