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Ensayo sobre “Los patitos feos.

La resiliencia: una infancia infeliz no

determina la vida” de Boris Cyrulnik.

No todos podemos gozar de infancias llenas de risas, amor, compañía,

millones de niños atraviesan inicios de vida terribles donde hay miseria,

maltrato, abandono, mientras algunos duermen cobijados en su cama y se

arrullan con el cuento leído por sus padres, otros están durmiendo en la calle,

con hambre y son el blanco de muchos maltratos, pero no por ellos significa,

que los primeros serán adultos felices y plenos; y los segundos están

condenados a la infelicidad o al fracaso, nos hallamos ante una visión optimista

del desarrollo humano que trata de demostrar que ninguna herida es

irreversible, el libro de “Los patitos feos” enfatiza mucho en el concepto de

“resiliencia”, mencionando a este meramente como una “resistencia al

sufrimiento”, aunque también se podría definir como aquella resistencia del ser

humano al sufrimiento caracterizada de igual manera por un exceso de

atención a los demás y un temor a recibir el amor que promueven. La

resiliencia es un término recogido por los diccionarios que alude a la propiedad

de la materia que se resiste a romperse por el choque o percusión, lo que

aplicado al ámbito humano viene a equivaler como resistencia al sufrimiento

caracterizándose igualmente por un exceso de atención a los demás y al

mismo tiempo por el temor a recibir el amor que suscitan. Los Patitos feos

pretende reflejar que ninguna herida del pasado es irreversible ejemplo un niño

que en su infancia ha sufrido algún tipo de maltrato, puede llegar a superar ese

trauma y no tiene por qué convertirse en un adulto fracasado o como mucha

gente piensa en un adulto maltratador; puesto que como afirma su autor “una
infancia infeliz no determina la vida”. Es aquí donde aparece el concepto de

resiliencia, es un término que se toma de la resistencia de los materiales que

se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original. Por

ejemplo, un arco que se dobla para lanzar una flecha, o los juncos bajo la

fuerza del viento. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que

tiene una resiliencia adecuada y puede sobreponerse a contratiempos o incluso

resultar fortalecido, se centra en las capacidades, valores y atributos positivos

de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías, es superar algo y

salir fortalecido y mejor que antes, es decir, la resiliencia se define

frecuentemente como la capacidad de los seres humanos para adaptarse

positivamente a situaciones adversas. Aunque también la resiliencia es un

proceso comunitario y cultural, y no solo aislado hacia una sola persona.

El autor, Boris Cyrulnik, interesado en esta visión, y de su propia experiencia,

nos cuenta que a los seis años consigue escapar de un campo de

concentración alemán en el que tiene que observar aterrorizado como el resto

de su familia, rusos judíos emigrantes, la guerra contra los niños. Tras pasar

una infancia por diversos orfanatos y centros de acogida llega no obstante a

lograr convertirse en un prestigioso médico neurólogo, psiquiatra y

psicoanalista, erigiéndose en uno de los fundadores de la etología humana, y

ha publicado numerosos tratados.

El núcleo central de su obra se basa sobre el concepto de metamorfosis

aplicado al desenvolvimiento humano, indispensable según el autor para

entender cualquier teoría relativa al trauma. El autor primeramente nos explica

la importancia que tiene la familia sobre el temperamento y carácter a futuro de

un niño, que nos permite sobrellevar los problemas y buscar siempre salir
adelante, pues la vida consiste en eso, en caerse y volverse a levantar,

tropezar, pero no “encariñarse” con la piedra.

Básicamente se menciona la gran relevancia que tiene el vínculo madre-hijo

desde los primeros años de vida para formular la personalidad y el modo de

aprendizaje de ese niño, aunque también se menciona que los tipos de

vínculos pueden modificarse apenas exista una serie de acontecimientos que

cambie un solo punto del sistema, como por ejemplo los niños con madres

deprimidas.

La metamorfosis, aplicándolo al desenvolvimiento humano, considerando que

es posible cambiarse a sí mismo y al mundo a través de la palabra, menciona

que actuar sin comprender no permite la resiliencia y que uno tiende a actuar a

la defensiva como recurriendo a mecanismos de autoprotección tales como la

negación, el aislamiento, la huida, la intelectualización o la creatividad con el fin

de adaptarse de nuevo al entorno que lo rodea de manera adecuada pero

también todos estos rasgos pueden verse reforzados por la influencia positiva

dentro de la familia y de otros factores externos.

El odio, la venganza o la generosidad son aquellas estrategias resilientes que

mitigan un daño temprano, y eso lo podemos ver en la actualidad en una

persona que ha sufrido la pérdida de un ser querido; esta persona tiene dos

opciones, o recurre al odio hacia quien haya sido un presunto culpable de la

muerte de su familiar o por el contrario, saca fuerzas por el amor que le tenía a

esa persona y procura hacer el bien por ella, ser generoso para poder así

continuar con una misión que la otra persona tenía.


En su libro Boris Cyrulnik ha intentado mostrar el concepto de “resiliencia”

mediante diversos ejemplos, que ha podido extraer de la observación de

pacientes de su clínica:

Un ejemplo de ello, es el caso de Michel, un niño al que su padre maltrataba en

el sótano de su casa, un día Michel consiguió escapar de allí, pero al salir a la

calle no sentía ni tenía nada, pronto se dio cuenta de que todo el mundo no era

como su padre, la gente era feliz y una mujer que vendía frutas se encargó del

niño y gracias al apoyo, cuidado y cariño de esta mujer, y además de otras

personas que lo ayudaron , Michel poco a poco fue superando su trauma de la

infancia y alcanzar la “resiliencia”. Con historias como estas, el autor pretende

hacer ver a las personas que cualquier niño con la ayuda, el cariño y al apoyo

necesarios pueden superar cualquier trauma. En esta fase de superación es

muy importante el ambiente en el que te encuentres, ya que en ese caso si

Michel no hubiera tenido el apoyo de esa mujer difícilmente habría conseguido

superarlo, a la cual le llamaremos la “persona significativa”.

El autor insiste mucho en la importancia del ambiente en el que se rodea el

niño, en la ausencia o no del padre o de la madre, en las condiciones

económicas, la religión, el cariño que ha recibido, todos estos son factores que

pueden ayudar o no a que un niño que en su infancia ha sido maltratado

consiga superarlo y seguir con su vida adelante.

Otro ejemplo que refleja muy bien la importancia del ambiente, las creencias y

la religión es el expuesto en el libro a cerca de los grupos de refugiados. Los

adolescentes camboyanos expulsados por mal de Pott que fueron internados

en los campos de Tailandia han generado resilientes, y compara con otros


campos de refugiados donde ha habido gran cantidad de resilientes, estas

diferencias se pueden explicar por la importancia de la religión y la cultura, que

fueron un factor esencial para unir al grupo de niños, otro ejemplo, que aparece

es el de del niño que no tenía familia y sobrevivía en la calle con lo poco que le

daban; y para tratar de olvidar su pasado intentaba alcanzar la indiferencia, un

día, una maestra se dio cuenta del nivel intelectual de él, y posteriormente fue

acogido por una familia y empezó a ir a la escuela, aunque cada vez que

alguien hablaba de la familia se callaba y guardaba silencio, un día en casa de

un amigo, y aunque éste vivía en una casa lujosa, tenía unos padres

amables…él se sentía bien consigo mismo porque a pesar de su pasado había

conseguido ser uno de los primeros de la clase y sabía jugar muy bien al fútbol,

en cambio su amigo que lo tenía todo nunca llegó a ese nivel.

El autor divide el libro en dos grandes capítulos “la oruga” y “la mariposa” y se

centra en el concepto de metamorfosis, ya que a través de él explica como el

niño va avanzando poco a poco hasta que consigue superar los traumas del

pasado y crear nuevos lazos sociales para alcanzar la resiliencia así también

muchos niños que en su infancia han sido maltratados por diversas causas, ya

sea porque desde muy pequeños se han quedado huérfanos, han sido víctimas

de guerras o maltratados por sus padres, gracias a un ambiente estable y a los

lazos sociales que han conseguido entablar con otras personas o simplemente

gracias a ellos mismos han alcanzado la resiliencia y aunque no hayan

conseguido olvidar ese pasado doloroso y cruel, han podido seguir adelante y

sacar algo positivo de todo eso.

Hay que estimar que lo que forja a un niño es la “burbuja afectiva” que lo rodea

cada día y que la resiliencia es un aspecto importante para poder pelear frente
a las circunstancias y no dejarse arrastrar por los obstáculos que la vida nos

presente.

Se puede ver un mensaje de esperanza para aquellos niños que han pasado

por situaciones difíciles y que tienen laceraciones personales que no les

permiten ser felices, y también aparecen métodos de defensa específicos que

pueden ayudar a inhibir agresiones por parte de los adultos, lo cual es

favorecedor para que un pequeño pueda minimizar lo más posible los conflictos

que se suscitan en su vida e impulsarse para salir adelante.

Correlacionando el texto, puedo mencionar una película que me ha marcado

después de verla. “La vida es Bella”, aquella película que sin duda me dejó una

gran enseñanza; de cómo un padre es capaz de utilizar la resiliencia para

sobrellevar los problemas que resultan de ser parte de la comunidad judía junto

a su familia y la gran fortaleza que tuvo para lograr que su hijo no viviera esos

horrores de la vida que les suceden a diario y encontrarles sentido a sus vidas

en medio de la guerra.

Desde que un niño puede componer el relato de sus sentimientos para

transformarlos, si bien hacen falta años para conseguir resultados; y para ello

hay que emplear un tiempo verbal en pasado, dado que la identidad humana es

esencialmente narrativa considerando que actuar sin comprender no permite la

resiliencia. Existirían mecanismos de defensa como la negación, aislamiento,

huida hacia delante, intelectualización o creatividad que permiten de nuevo

adaptarse adecuadamente al entorno, pero estrategias resilientes que mitigan

el daño temprano hallamos el odio, la venganza o la generosidad que

constituyen una forma de liberación del mismo. Asimismo, se indica que,


aunque se maneja un concepto optimista de la resiliencia, no existe

reversibilidad posible después de un trauma decisivo, hay que estimar además

que lo que forja a un niño es la burbuja afectiva que le rodea cada día y que la

resiliencia es como navegar en un rio, debiendo el resiliente pelear para no

dejarse arrastrar.

Convertirse en una persona resiliente se produce por tanto cuando la huella

atribuida a situaciones traumáticas se desdibuja y se cambia con trazos de

esperanza, la firmeza del argumento se basa en que para que se produzca el

trauma es condición necesaria la repetición.

En la mutación se deja ver un mensaje de esperanza para los niños que han

pasado por experiencias negativas y laceraciones personales, observándose

además estructuras de defensa específicos que son capaces de retirar la

agresividad de los adultos, si bien es importante la edad a la hora de evaluar el

efecto traumatizador de una agresión, describiéndose tramos en donde por

ejemplo de los 2 a los 5 años los mayores perjuicios vienen ocasionados por la

separación o pérdida de sus padres, por el concepto de vínculo afectivo.

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes,

aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener

un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo

largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus

padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que

otras han encontrado el camino por sí solas, esto nos indica que todos

podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros

hábitos y creencias.
Que caracteriza a las personas resilientes de las demás:

Ellas son conscientes de sus potencialidades y limitaciones, estas personas

saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus

limitaciones y defectos de esta manera pueden trazarse metas más objetivas

que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los

recursos de los que disponen para conseguirlas. Son creativas, es decir,

transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil, de lo malo se las

ingenia para transformarlo en algo productivo. Confían en sus capacidades, y

no pierden de vista sus objetivos sintiéndose seguras de lo que pueden lograr.

Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. Ellos son

capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen y asumen las

crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer.

Practican la conciencia plena, es decir, tienen una gran capacidad de

aceptación, disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad

para asombrarse ante la vida. Ven la vida con objetividad, saben cuáles son

sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero

eso no implica que no sean optimistas. Se rodean de personas que tienen

una actitud positiva, cultivar sus amistades, y se rodean de personas que

mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que son

negativos. Son flexibles ante los cambios, no se cierran al cambio y siempre

están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente

a sus planes iniciales o a una única solución. Afrontan la adversidad con

humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus

desdichas siendo la risa su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse

optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las
situaciones. Buscan la ayuda de los demás para ello, son conscientes de la

importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo

necesitan.

Si queremos que nuestros hijos afronten las dificultades de la vida con fortaleza

es importante educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello es

fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos.

No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello

tenemos que confiar en que ellos pueden. Por supuesto, tampoco se trata de

exponerles a peligros o ambientes agresivos “para que se hagan más fuertes”,

Se debe aportar seguridad y protección y preguntarles a los niños cuando

tienen un contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es

¿qué puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha

ocurrido?, de esta manera lograremos que ellos tomen conciencia de lo que

pueden aprender de aquello y ser valientes ante la adversidad, también existen

acciones que promueven los estados de resiliencia en los niños tales como: el

amor incondicional de los padres, que ellos expresen sus sentimientos,

moldear conductas y que comuniquen valores y reglas, elogiar sus logros, y

estimular la comunicación.

Como conclusión podemos decir que las personas resilientes, tienen

honestidad consigo mismos, es decir, son capaces de aceptar los sentimientos

que las afectan, se dan la oportunidad de expresarlos cuando es necesario y

suprimirlos cuando así lo consideren oportuno, porque entienden que el

equilibrio entre todos estos sentimientos es lo que forma una mente sana y

feliz, no lo encubre o las hacen a un lado, más bien aprenden de ello, haciendo

que crezcan como personas, procuran rodearse de personas cercanas,


amigos, familiares, hijos, pareja, gracias a la empatía que ellas demuestran por

cada una de las personas importantes; las personas resilientes son:

conscientes de sus limitaciones, creativas, confían en sus capacidades, y

asumen las dificultades como una oportunidad para aprender, ven a la vida con

objetividad, son flexibles ante los cambios y afrontan la adversidad con humor.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos en función de las nuevas

circunstancias y de nuestras necesidades de esta manera, las personas

resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha

tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para

crecer y desarrollar al máximo su potencial. Para las personas resilientes no

existe una vida dura, sino momentos difíciles, de hecho, estas personas a

menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es

posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con

una sonrisa en los labios, debemos entender que la resiliencia no es una

cualidad innata, la resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo

de la vida. Habrá personas que son resilientes porque han tenido una persona

significativa que les ha ayudado, es decir un modelo de resiliencia a seguir;

mientras que otras han encontrado el camino por sí solas, las personas

resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar

contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del

fracaso y no se han dado por vencidas, y al encontrarse al borde del abismo,

han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para

enfrentar los diferentes retos de la vida.

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