Está en la página 1de 8

INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR

Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28

EL TONO NARRATIVO

 Las palabras dan emociones, pero, en cualquier vuelo literario, las emociones nacen
desde la voz del narrador. Pueden ser voces iró nicas, cínicas, desafiantes, persuasivas,
desconfiadas, enamoradizas, vengativas, melancó licas, etc.

 La voz del escritor sobrevuela el texto desde el momento en que elegimos narrar un
relato desde ahí, desde nuestro particular punto de vista, pero lo que cuenta el
narrador, "có mo lo dice" (tono del discurso), es tan importante -o má s- que "lo que
dice" (argumento).

 Una frase literaria, dicha en tono satírico, no significa lo mismo que expresada en tono
frío o distante. Es como un chiste: será má s o menos gracioso no solo por la anécdota
en sí, sino má s bien por có mo la transmite la persona que la cuenta.

Por lo tanto:

Observació n:

No es el mismo discurso afirmar que lloverá ,


dudar si lloverá o no lloverá o amenazar a alguien
con que le lloverá encima.

 La entonació n crea un efecto de empatía en el lector, porque, segú n el tono con que se
cuente la trama argumental, esta puede expresar diferentes sentimientos.

 El tono de un relato es la actitud emocional que el narrador mantiene hacia el


argumento y hacia los protagonistas.

El tono del relato, en definitiva, puede modificar la historia y forma parte del punto de vista
desde dó nde quiere narrar el escritor. Cuando este comienza un cuento, opta por una
narració n concreta, elige desde qué narrador va a contarla (primera, segunda o tercera
persona), pero también desde qué sentimiento (tono) lo enuncia.
INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR
Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28
LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS
Autor: JULIO RAMÓN RIBEYRO
A las seis de la mañ ana la ciudad se levanta de alarma y
puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. muchos se
Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y han
crea como una atmó sfera encantada. Las levantado.
personas que recorren la ciudad a esta hora Unos portan
parece que está n hechas de otras sustancias, latas, otros
que pertenecen a un orden de vida fantasmal. cajas de
Las beatas se arrastran penosamente hasta cartó n, a
desaparecer en los pó rticos de las iglesias. Los veces solo
noctá mbulos, macerados por la noche, regresan basta un
a sus casas envueltos en sus bufandas y en perió dico
su melancolía. Los viejo. Sin conocerse forman una especie de
basureros inician por la avenida Pardo su paseo organizació n clandestina que tiene repartida
siniestro, armados de escobas y de carretas. A toda la ciudad. Los hay que merodean por los
esta hora se ve también obreros caminando edificios pú blicos, otros han elegido los
hacia el tranvía, policías bostezando contra los parques o los muladares. Hasta los perros han
á rboles, canillitas morados de frío, sirvientas adquirido sus há bitos, sus itinerarios,
sacando los cubos de basura, a esta hora, por sabiamente aleccionados por la miseria.
ú ltimo, como a una especie de misteriosa
consigna, aparecen los gallinazos sin plumas. Efraín y Enrique, después de un breve descanso,
empiezan su trabajo. Cada uno escoge una acera
A esta hora el viejo don Santos se pone la pierna de la calle. Los cubos de basura está n alineados
de palo y sentá ndose en el colchó n comienza a delante de las puertas. Hay que vaciarlos
berrear: íntegramente y luego comenzar la exploració n.
-¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡Ya es hora! Un cubo de basura es siempre una caja de
sorpresas. Se encuentran latas de sardinas,
Los dos muchachos corren a la acequia del zapatos viejos, pedazos de pan, pericotes
corraló n frotá ndose los ojos legañ osos. Con la muertos, algodones inmundos. A ellos solo les
tranquilidad de la noche el agua se ha interesa los restos de comida. En el fondo del
remansado y en su fondo transparente se ven chiquero, Pascual recibe cualquier cosa y tiene
crecer yerbas y deslizarse á giles infusorios. predilecció n por las verduras ligeramente
Luego de enjuagarse la cara, coge cada cual su descompuestas. La pequeñ a lata de cada uno se
lata y se lanzan a la calle. Don Santos, mientras va llenando de tomates podridos, pedazos de
tanto, se aproxima al chiquero y con su larga sebo, extrañ as salsas que no figuran en ningú n
vara golpea el lomo de su cerdo que se revuelca manual de cocina. No es raro, sin embargo,
entre los desperdicios. hacer un hallazgo valioso.

-¡Todavía te falta un poco, marrano! Pero Un día Efraín encontró unos tirantes con los que
aguarda no má s que ya llegará tu turno. fabricó una honda. Otra vez una pera casi buena
Efraín y enrique se demoran en el camino, que devoró en el acto. Enrique, en cambio, tiene
trepá ndose a los á rboles para arrancar moras o suerte para las cajitas de remedios, los pomos
recogiendo piedras de aquellas filudas que brillantes, las escobillas de dientes usadas y
cortan el aire y hieren por la espalda. Siendo otras cosas semejantes que colecciona con
aú n la hora celeste llegan a su dominio, una avidez.
larga calle ornada de casas elegantes que
desemboca en el malecó n. Después de una rigurosa selecció n regresan la
basura al cubo y se lanzan sobre el pró ximo. No
Ellos no son los ú nicos. En otros corralones, en conviene demorarse mucho porque el enemigo
otros suburbios alguien ha dado la voz de siempre está al acecho. A veces son
INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR
Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28
sorprendidos por las sirvientas y tienen que los gallinazos y los perros se desplazaban como
huir dejando regado su botín. Pero, con má s hormigas. Desde lejos los muchachos arrojaron
frecuencia, es el carro de la Baja Policía el que piedras para espantar a sus enemigos. Un perro
aparece y entonces la jornada está perdida. se retiró aullando. Cuando estuvieron cerca
sintieron un olor nauseabundo que penetró
Cuando el sol asoma sobre las lomas, la hora hasta sus pulmones. Los pies se les hundían en
celeste llega a su fin. La niebla se ha disuelto, las un alto de plumas, de excrementos, de materias
beatas está n sumidas en éxtasis, los descompuestas o quemadas. Enterrando las
noctá mbulos duermen, los canillitas han manos comenzaron la exploració n. A veces, bajo
repartido los diarios, los obreros trepan a los un perió dico amarillento, descubrían una
andamios. La luz desvanece el mundo má gico carroñ a devorada a medias. En los acantilados
del alba. Los gallinazos sin plumas han pró ximos los gallinazos espiaban impacientes y
regresado a su nido. algunos se acercaban saltando de piedra en
Don Santos los esperaba con el café preparado. piedra, como si quisieran acorralarlos. Efraín
-A ver, ¿qué cosa me han traído? gritaba para intimidarlos y sus gritos resonaban
Husmeaba entre las latas y si la provisió n estaba en el desfiladero y hacían desprenderse
buena hacía siempre el mismo comentario: guijarros que rodaban hasta el mar. Después de
-Pascual tendrá banquete hoy día. Pero la una hora de trabajo regresaron al corraló n con
mayoría de veces estallaba: los cubos llenos.
-¡Idiotas! ¿Qué han hecho todo el día? ¡Se han
puesto a jugar seguramente! ¡Pascual se morirá -¡Bravo! –exclamó don Santos-. Habrá que
de hambre! repetir esto dos o tres veces por semana.
Desde entonces los miércoles y los domingos,
Ellos huían hacia el emparrado, con las orejas Efraín y Enrique hacían el trote hasta el
ardiendo de los pescozones, mientras el viejo se muladar. Pronto formaron parte de la extrañ a
arrastraba hasta el chiquero. Desde el fondo de fauna de esos lugares y los gallinazos,
su reducto el cerdo empezaba a gruñ ir. Don acostumbrados a su presencia, laboraban a su
Santos le aventaba la comida. lado, graznando, aleteando, escarbando con sus
-¡Mi pobre Pascual! Hoy día te quedará s con picos amarillos, como ayudá ndolos a descubrir
hambre por culpa de estos zamarros. Ellos no te la pista de la preciosa suciedad.
engríen como yo.
¡Habrá que zurrarlos para que aprendan! Fue al regresar de una de esas excursiones que
Efraín sintió un dolor en la planta del pie. Un
Al comenzar el invierno el cerdo estaba vidrio le había causado una pequeñ a herida. Al
convertido en una especie de monstruo día siguiente tenía el pie hinchado, no obstante
insaciable. Todo le parecía poco y don Santos se lo cual prosiguió su trabajo. Cuando regresaron
vengaba en sus nietos del hambre del animal. no podía casi caminar, pero don Santos no se
Los obligaba a levantarse má s temprano, a percató de ello pues tenía visita. Acompañ ado
invadir los terrenos ajenos en busca de má s de un hombre gordo que tenía las manos
desperdicios. Por ú ltimo los forzó a que se manchadas de sangre, observaba el chiquero.
dirigieran hasta el muladar que estaba al borde
del mar. -Dentro de veinte o treinta días vendré por acá –
-Allí encontrará n má s cosas. Será má s fácil decía el hombre-. Para esa fecha creo que podrá
ademá s porque todo está junto. estar a punto. Cuando partió , don Santos echaba
fuego por los ojos.
Un domingo, Efraín y Enrique llegaron al -¡A trabajar! ¡A trabajar! ¡De ahora en adelante
barranco. Los carros de la Baja Policía, habrá que aumentar la ració n de Pacual! El
siguiendo una huella de tierra, descargaban la negocio anda sobre rieles.
basura sobre una pendiente de piedras. Visto
desde el malecó n, el muladar formaba una
especie de acantilado oscuro y humeante donde
INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR
Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28
A la mañ ana siguiente, sin embargo, cuando don -No come casi nada..., mira lo flaco que está.
Santos despertó a sus nietos, Efraín no se pudo Ademá s, desde que Efraín está enfermo, me
levantar. ayudará . Conoce bien el muladar y tiene buena
-Tiene una herida en el pie –explicó Enrique-. nariz para la basura.
Ayer se cortó con un vidrio.
Don Santos reflexionó , mirando el cielo donde
Don Santos examinó el pie de su nieto. La se condensaba la garú a. Sin decir nada soltó la
infecció n había comenzado. vara, cogió los cubos y se fue rengueando hasta
-¡Esas son patrañ as! Que se lave el pie en la el chiquero.
acequia y que se envuelva con un trapo.
-¡Pero si le duele! –intervino Enrique-. No puede Enrique sonrió de alegría y con su amigo
caminar bien. aferrado al corazó n corrió donde su hermano.
Don Santos meditó un momento. Desde el -¡Pascual, Pascual... Pascualito! –cantaba el
chiquero llegaban los gruñ idos de Pascual. abuelo.
- ¿Y a mí? –preguntó dá ndose un palmazo
en al pierna de palo-. ¿Acaso no me duele la -Tú te llamará s Pedro –dijo Enrique acariciando
pierna? Y yo tengo setenta añ os y yo trabajo... la cabeza de su perro e ingresó donde Efraín. Su
¡Hay que dejarse de mañ as! alegría se esfumó : Efraín inundado de sudor se
Efraín salió a la calle con su lata, apoyado en el revolcaba de dolor sobre el colchó n. Tenía el pie
hombro de su hermano. Media hora después hinchado, como si fuera de jebe y estuviera
regresaron con los cubos casi vacíos. lleno de aire. Los dedos habían perdido casi su
-¡No podía má s! –dijo Enrique al abuelo-. Efraín forma.
está medio cojo. Don Santos observó a sus
nietos como si meditara una sentencia. -Te he traído este regalo, mira –dijo mostrando
-Bien, bien –dijo rascá ndose la barba rala y al perro-. Se llama Pedro, es para ti, para que te
cogiendo a Efraín del pescuezo lo arreó hacia el acompañ e... Cuando yo me vaya al muladar te lo
cuarto-. ¡Los enfermos a la cama! ¡A pudrirse dejaré y los dos jugará n todo el día. Le
sobre el colchó n! Y tú hará s la tarea de tu enseñ ará s a que te traiga piedras en la boca.
hermano. -¿Y el abuelo? –preguntó Efraín extendiendo su
¡Vete ahora mismo al muladar! mano hacia el animal.
-El abuelo no dice nada –suspiró Enrique.
Cerca del mediodía Enrique regresó con los Ambos miraron hacia la puerta. La garú a había
cubos repletos. Lo seguía un extrañ o visitante: empezado a caer. La voz del abuelo llegaba:
un perro escuá lido y medio sarnoso. -¡Pascual, Pascual... Pascualito!

-Lo encontré en el muladar –explicó Enrique- y Esa misma noche salió luna llena. Ambos nietos
me ha venido siguiendo. Don Santos cogió la se inquietaron porque en esta época el abuelo
vara. se ponía intratable. Desde el atardecer lo vieron
-¡Una boca má s en el corraló n! rondando por el corraló n, hablando solo, dando
Enrique levantó al perro contra su pecho y huyó de varillazos al emparrado. Por momentos se
hacia la puerta. aproximaba al cuarto, echaba una mirada a su
-¡No le hagas nada, abuelito! Le daré yo de mi interior y al ver a sus nietos silenciosos, lanzaba
comida. un salivazo cargado de rencor. Pedro le tenía
Don Santos se acercó , hundiendo su pierna de miedo y cada vez que lo veía se acurrucaba y
palo en el lodo. quedaba inmó vil como una piedra.
-¡Nada de perros aquí! ¡Ya tengo bastante con -¡Mugre, nada má s que mugre! –repitió toda la
ustedes! Enrique abrió la puerta de la calle. noche el abuelo, mirando la luna.
-Si se va, me voy yo también.
A la mañ ana siguiente Enrique amaneció
El abuelo se detuvo. Enrique aprovechó para resfriado. El viejo que lo sintió estornudar en la
insistir: madrugada no dijo nada. En el fondo, sin
INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR
Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28
embargo, presentía una catá strofe. Si Enrique se Desde entonces empezaron unos días
enfermaba, ¿quién se ocuparía de Pascual? La angustiosos, interminables. Los tres pasaban el
voracidad del cerdo crecía con su gordura. día encerrados en el cuarto, sin hablar,
Gruñ ía por las tardes con el hocico enterrado en sufriendo una especie de reclusió n forzosa.
el fango. Del corraló n de Nemesio, que vivía a Efraín se revolcaba sin tregua, Enrique tosía.
una cuadra, se habían venido a quejar. Pedro se levantaba y después de hacer un
recorrido por el corraló n, regresaba con una
Al segundo día sucedió lo inevitable: Enrique no piedra en la boca, que depositaba en las manos
se pudo levantar. Había tosido toda la noche y la de sus amos. Don Santos, a medio acostar,
mañ ana lo sorprendió temblando, quemado por jugaba con su pierna de palo y les lanzaba
la fiebre. miradas feroces. A mediodía se arrastraba hasta
la esquina del terreno donde crecían verduras y
-¿Tú también? –preguntó el abuelo. preparaba su almuerzo que devoraba en
Enrique señ aló su pecho, que roncaba. El abuelo secreto. A veces aventaba a la cama de sus
salió furioso del cuarto. Cinco minutos después nietos alguna lechuga o una zanahoria cruda,
regresó . con el propó sito de excitar su apetito creyendo
así hacer má s refinado su castigo.
-¡Está muy mal engañ arme de esa manera! – Efraín ya no tenía fuerzas ni para quejarse.
plañ ía-. Abusan de mí porque no puedo Solamente Enrique sentía crecer en su corazó n
caminar. Saben que soy viejo, que soy cojo. ¡De un miedo extrañ o y al mirar los ojos del abuelo
otra manera los mandaría al diablo y me creía desconocerlos, como si ellos hubieran
ocuparía yo solo de Pascual! perdido su expresió n humana. Por las noches,
Efraín se despertó quejá ndose y Enrique cuando la luna se levantaba, cogía a Pedro entre
comenzó a toser. sus brazos y lo aplastaba tiernamente hasta
hacerlo gemir. A esa hora el cerdo comenzaba a
¡Pero no importa! Yo me encargaré de él. gruñ ir y el abuelo se quejaba como si lo
¡Ustedes son basura, nada má s que basura! estuvieran ahorcando. A veces se ceñ ía la pierna
¡Unos pobres gallinazos sin plumas! Ya verá n de palo y salía al corraló n. A la luz de la luna
có mo les saco ventaja. El abuelo está fuerte Enrique lo veía ir diez veces del chiquero a la
todavía. huerta, levantando los puñ os, atropellando lo
¡Pero eso sí, hoy no habrá comida para ustedes! que encontraba en su camino. Por ú ltimo
¡No habrá comida hasta que no puedan reingresaba al cuarto y quedaba mirá ndolos
levantarse y trabajar! fijamente, como si quisiera hacerlos
responsables del hambre de Pascual.
A través del umbral lo vieron levantar las latas
en vilo y volcarse a la calle. Media hora después La ú ltima noche de luna llena nadie pudo
regresó aplastado. Sin la ligereza de sus nietos dormir. Pascual lanzaba verdaderos rugidos.
el carro de la Baja Policía lo había ganado. Los Enrique había oído decir que los cerdos, cuando
perros, ademá s habían querido morderlo. tenían hambre, se volvían locos como los
¡Pedazos de mugre! ¡Ya saben, se quedará n sin hombres. El abuelo permaneció en vela, sin
comida hasta que no trabajen! apagar siquiera el farol. Esta vez no salió al
Al día siguiente trató de repetir la operació n, corraló n ni maldijo entre dientes. Hundido en
pero tuvo que renunciar. Su pierna de palo su colchó n miraba fijamente la puerta. Parecía
había perdido la costumbre de las pistas de amasar dentro de sí una có lera muy vieja, jugar
asfalto, de las duras aceras y cada paso que daba con ella, aprestarse a dispararla. Cuando el cielo
era como un lanzazo en la ingle. A la hora comenzó a desteñ irse sobre las lomas abrió la
celeste del tercer día quedó desplomado en su boca, mantuvo su oscura oquedad vuelta hacia
colchó n, sin otro á nimo que para el insulto. sus nietos y lanzó un rugido.
Si se muere de hambre –gritaba- será por culpa
de ustedes!
INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR
Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28
¡Arriba, arriba, arriba! –los golpes comenzaron Don Santos le volvió la espalda y quedó inmó vil.
a llover- ¡A levantarse haraganes!¿Hasta cuá ndo Enrique soltó los cubos intrigado hasta el
vamos a estar así? ¡Esto se acabó ! ¡De pie!... cuarto. Efraín, apenas lo vio, comenzó a gemir:
Efraín se echó a llorar. Enrique se levantó , -Pedro... Pedro...
aplastá ndose contra la pared. Los ojos del
abuelo parecían fascinarlo hasta volverlo -¿Qué pasa?
insensible a los golpes. Veía la vara alzarse y -Pedro ha mordido al abuelo... el abuelo cogió la
abatirse sobre su cabeza, como si fuera una vara vara... después lo sentí aullar. Enrique salió del
de cartó n. Al fin pudo reaccionar. cuarto.
-¡Pedro, ven aquí! ¿Dó nde está s, Pedro?
¡A Efraín no! ¡É l no tiene la culpa! ¡Déjame a mí Nadie le respondió . El abuelo seguía inmó vil,
solo, yo saldré, yo iré al muladar! El abuelo se con la mirada en la pared. Enrique tuvo un mal
contuvo jadeante. Tardó mucho en recuperar el presentimiento. De un salto se acercó al viejo.
aliento.
Ahora mismo... al muladar... lleva dos cubos, -¿Dó nde está Pedro?
cuatro cubos... Su mirada descendió al chiquero. Pascual
Enrique se apartó , cogió los cubos y se alejó a la devoraba algo en medio del lodo. Aú n quedaban
carrera. La fatiga del hambre y de la las piernas y el rabo del perro.
convalecencia lo hacían trastabillar. Cuando
abrió la puerta del corraló n, Pedro quiso -¡No! -gritó Enrique tapá ndose los ojos-. ¡No, no!
seguirlo. Tú no. Quédate aquí cuidando a Efraín. -y a través de las lá grimas buscó la mirada del
abuelo. Este le rehuyó , girando torpemente
Y se lanzó a la calle respirando a pleno pulmó n sobre su pierna de palo. Enrique comenzó a
el aire de la mañ ana. En el camino comió yerbas, danzar en torno suyo prendiéndose de su
estuvo a punto de mascar la tierra. Todo lo veía camisa, gritando, pataleando, tratando de mirar
a través de una niebla má gica. La debilidad lo sus ojos, de encontrar una respuesta.
hacía ligero, etéreo: volaba casi como un pá jaro. -¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué?
En el muladar se sintió un gallinazo má s entre
los gallinazos. Cuando los cubos estuvieron -El abuelo no respondía. Por ú ltimo, impaciente,
rebosantes emprendió el regreso. Las beatas, dio un manotó n a su nieto que lo hizo rodar por
los noctámbulos, los canillitas descalzos, todas tierra. Desde allí Enrique observó al viejo que,
las secreciones del alba comenzaban a erguido como un gigante, miraba
dispersarse por la ciudad. Enrique, devuelto a obstinadamente el festín de Pascual. Estirando
su mundo, caminaba feliz entre ellos, en su la mano encontró la vara que tenía el extremo
mundo de perros y fantasmas, tocado por la manchado de sangre. Con ella se levantó de
hora celeste. puntillas y se acercó al viejo.
-¡Voltea! –gritó -. ¡Voltea!
Al entrar al corraló n sintió un aire opresor, Cuando don Santos se volvió , divisó la vara que
resistente, que lo obligó a detenerse. Era como cortaba el aire y se estrellaba contra su pó mulo.
si allí en el dintel, terminara un mundo y -¡Toma! –chilló Enrique y levantó nuevamente
comenzara otro fabricado de barro, de rugidos, la mano. Pero sú bitamente se detuvo, temeroso
de absurdas penitencias. Lo sorprendente era, de lo que estaba haciendo y, lanzando la vara a
sin embargo, que esta vez reinaba en el corraló n su alrededor, miró al abuelo casi arrepentido. El
una calma cargada de malos presagios, como si viejo, cogiéndose el rostro, retrocedió un paso,
toda la violencia estuviera en equilibrio, a punto su pierna de palo tocó tierra hú meda, resbaló , y
de desplomarse. El abuelo, parado al borde del dando una alarido se precipitó de espaldas al
chiquero, miraba hacia el fondo. Parecía un chiquero.
á rbol creciendo desde su pierna de palo.
Enrique hizo ruido, pero el abuelo no se movió . -Enrique retrocedió unos pasos. Primero aguzó
-¡Aquí está n los cubos! el oído, pero no se escuchaba ningú n ruido.
Poco a poco se fue aproximando. El abuelo, con
INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR
Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28
la pata de palo quebrada, estaba de espaldas en ¡Debemos irnos de acá !
el fango. Tenía la boca abierta y sus ojos -¿Adó nde? –preguntó Efraín.
buscaban a Pascual, que se había refugiado en -¡Adó nde sea, al muladar, donde podamos
un á ngulo y husmeaba sospechosamente el comer algo, donde los gallinazos!
lodo. -¡No me puedo parar!
Enrique se fue retirando, con el mismo sigilo
con que se había aproximado. Probablemente el Enrique cogió a su hermano con ambas manos y
abuelo alcanzó a divisarlo pues mientras corría lo estrechó contra su pecho. Abrazados hasta
hace el cuarto le pareció que lo llamaba por su formar una sola persona cruzaron lentamente el
nombre, con un tono de ternura que él nunca corraló n. Cuando abrieron el portó n de la calle
había escuchado. se dieron cuenta que la hora celeste había
terminado y que la ciudad, despierta y viva,
-¡A mí, Enrique, a mí!... abría ante ellos su gigantesca mandíbula.
-¡Pronto! –exclamó Enrique, precipitá ndose
sobre su hermano- ¡Pronto, Efraín! ¡El viejo se Desde el chiquero llegaba el rumor de una
ha caído al chiquero! batalla.

ACTIVIDADES DOMICILIARIA
I. ANÁLISIS DE LOS ELEMENTOS ¿Es realmente el cerdo quién le interesa? ¿Por
qué?
a) PERSONAJES
* Efraín y Enrique ______________________________________________________
1. ¿Quiénes son los personajes que deambulan
______________________________________________________
al amanecer?¿En qué se parecen?
______________________________________________________ ______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________ 5. La apariencia de don Santos es grotesca.
Describe su aspecto físico y comenta qué
______________________________________________________ relació n tiene con su manera de comportarse.
2. ¿Por qué se compara a los niñ os con unos ______________________________________________________
gallinazos sin plumas? ______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________
* Pascual
6. El cerdo, pese a ser un animal, tiene en el
cuento un papel muy importante. Explica su
3. ¿Có mo reaccionaron ante la desaparició n de relevancia en la historia leída.
Pedro? ¿Có mo explicas su comportamiento?
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________ 7. Se describe al cerdo como un animal de
grandes dimensiones. ¿Qué efecto buscó el
* Don Santos narrador al presentarlo así?
4. Don Santos es el explotador, sacrifica la
salud de sus nietos por dar de comer al cerdo.
INSTITUCIÓN EDUCATIVA PARTICULAR
Lalito
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
INICIAL – PRIMARIA – SECUNDARIA
EL TONO NARRATIVO
____________________________________________________________________________________________________
TEMA 28
______________________________________________________ 12. En general los temas son de corte social.
Debajo de cada subtema, explica có mo se
______________________________________________________
manifiesta este, dentro de la historia leída.
______________________________________________________ Sigue el ejemplo:
Desamparo:
* Pedro
8. Es la víctima, devorado por Pascual, no “Los niñ os, a pesar de tener un abuelo que
puede rebelarse contra su destino. ¿Con qué debería velar por ellos y enviarlos al colegio,
personaje (s) del mismo cuento lo podemos viven en total abandono, en condiciones
comparar y por qué? infrahumanas y sin derecho a reclamo alguno”.
______________________________________________________
______________________________________________________ Explotació n:
______________________________________________________ ______________________________________________________
______________________________________________________
9. Reflexiona segú n el sentido de la narració n:
si Pedro hubiera acompañ ado a Enrique al ______________________________________________________
muladar, ¿qué habría pasado en la casa?¿Có mo
habría calmado don Santos el hambre de
Pascual? Soledad:
______________________________________________________ ______________________________________________________
______________________________________________________ ______________________________________________________
______________________________________________________ ______________________________________________________
b) AMBIENTE
10. Aunque no es un ser vivo, la ciudad es el d) Perspectiva, punto de vista y estilo
escenario, ambiente, espacio que participa
activamente dentro de la historia. A 13. ¿Cuá l es el punto de vista del narrador?
continuació n, transcribe la oració n del primer ¿Está dentro de la historia o no? ¿Es un
pá rrafo que presenta a la ciudad como un personaje má s? Demuéstralo.
personaje má s. ______________________________________________________

______________________________________________________ ______________________________________________________

______________________________________________________ ______________________________________________________

______________________________________________________ ______________________________________________________

11. La ciudad absorbe todo lo que tiene y lo ACTIVIDAD DOMICILIARIA


que deambula por ella: trabajadores, Opina acerca de los niños que trabajan.
noctá mbulos, canillitas, etc. ¿Con cuá l de los ¿Está bien o está mal? Sustenta tu opinión
protagonistas de esta historia puedes con ideas claras.
compararla y por qué?
______________________________________________________
______________________________________________________
______________________________________________________

c) TRAMA

También podría gustarte