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MARROQUIN MARCO
MOROCHO ANA
MORALES SANTIAGO
PAVON JOEL
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INDICE
Portada………………………………………………………………………………….. 1
INDICE…………………………………………………………………………………. 2
Índice de Tablas………………………………………………………………………… 4
Índice de Gráficos………………………………………………………………………. 5
Objetivos………………………………………………………………………………... 6
Objetivo General…………………………………………………………………6
Objetivos Específicos…………………………………………………………….6
Introducción………………………………………………………………………………7
Edad Moderna…………………………………………………………………………….8
Paracelso………………………………………………………………….9
Sus obras…………………………………………………………11
Paracelso y la medicina………………………………………….12
Paracelso y la enfermedad……………………………………….13
Paracelso y el medicamento……………………………………..14
Principales autores………………………………………………………21
Academias……………………………………………………………….23
Descubrimientos científicos……………………………………………..25
Las boticas……………………………………………………….26
2
Medicamentos……………………………………………………26
Generalidades…………………………………………………………..37
Grandes Descubrimientos………………………………………………37
Los dispensarios………………………………………………………..39
Las jeringas……………………………………………………………..43
Personajes destacados…………………………………………………..45
CONCLUSIONES……………………………………………………………………..48
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………49
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ÍNDICE DE TABLAS
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INDICE DE GRAFICOS
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OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL:
Detallar la historia y evolución de la práctica farmacéutica entre los periodos históricos:
Barroco, de la Ilustración, Romanticismo y Positivismo.
OBJETIVOS ESPECIFICOS:
Comprender los significativos aportes de varios autores entre los siglos XVII y XX.
Distinguir la evolución entre las diversas prescripciones y fórmulas farmacéuticas
usadas entre los siglos XVII y XX.
Considerar el conocimiento histórico para la formación profesional de los
estudiantes de química farmacéutica.
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INTRODUCCION
La Edad Moderna es el tercer período histórico en que comúnmente se divide la Historia
Universal, comprendido entre los siglos XV y XVIII, luego de la Edad Media, y antes de la
llamada Época Contemporánea.
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EDAD MODERNA:
En la Edad Moderna se encontraron los dos "mundos" que habían permanecido casi
absolutamente aislados desde la Prehistoria: el Nuevo Mundo (América) y el Viejo
Mundo (Eurasia y África). Cuando se consolidó la exploración europea de Australia se
habla de Novísimo Mundo.
Según se iba produciendo el avance turco sobre la capital del Imperio bizantino, sus
habitantes huyeron hacia Italia llevando consigo la cultura griega clásica que con ellos
había sobrevivido desde hacía 1.000 años. La caída de Constantinopla en 1453 en manos de
los turcos supuso el fin de la Edad Media y el nacimiento de una nueva era: el
Renacimiento.
El Renacimiento, el regreso del mundo clásico griego nació en Italia, pasó a Alemania y
después se extendió a todo el mundo cristiano europeo.
En el siglo XV, el alemán J. Gutenberg grabó por separado las letras del alfabeto para
combinarlas formando palabras, de manera que podían ser utilizadas repetidamente en la
composición de nuevos textos, es decir, inventó la imprenta.
La plana de escritura formada por caracteres móviles hechos por fundición, que podía ser
reproducida una y mil veces sobre papel de hilo, abrió a la gente el mundo de la cultura. Por
este sistema pronto se editaron libros de temas médicos-farmacéuticos: obras de Mesué,
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Nicolas, Dioscórides (de cuyas obras apareció en el XV primero una edición en griego y
después otra en latín), la "Materia Médica" de Platerius, obras de Arnaldo. En 1475
apareció la primera obra médica editada en España "Epidemia y peste " de Velasco de
Taranta.
El hombre de ciencia del siglo XV tomó conciencia de su derecho a pensar por sí mismo, y
a elaborar sus propias teorías basándose en aquello que él había experimentado libremente.
Por fin, pudieron aparecer opiniones científicas individuales.
1.1. PARACELSO
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Como médico, preparaba él mismo sus medicamentos; toda su vida se rodeó de gente
sencilla, vistió como ella, habló como ella y olió como ella. Es decir, hizo lo contrario que
los médicos de su época. Sin embargo, entre el pueblo, que le achacaba curaciones casi
milagrosas, su fama fue enorme. Esta magnífica reputación le siguió toda su vida.
Hacia 1526 se instaló en Estrasburgo. Allí vivía cuando fue llamado para tratar de una
grave dolencia al humanista J. Foebenius, un hombre rico e influyente, el editor más
famoso de Basilea. Foebenius, que era amigo personal de Erasmo, había sido desahuciado
por sus médicos, que querían cortarle una pierna. Paracelso, gritando improperios contra
estos médicos, le curó sin tener que llegar a esos drásticos extremos. En agradecimiento,
este hombre le ayudó consiguiendo para él una plaza de médico municipal y una cátedra en
la Facultad de Medicina de Basilea (1527). Sin embargo, este nombramiento resultó muy
conflictivo para Paracelso, pues se hizo con el apoyo de los reformadores eclesiásticos,
pero sin la aprobación de las autoridades académicas, quienes desde el primer momento
estuvieron en su contra.
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Toda esta oposición frontal de sus colegas no pudo con él, que apoyado por los ciudadanos
de Basilea siguió impartiendo sus clases en alemán y admitiendo en ellas a quien quería.
Hasta que en 1528 curó a un clérigo aquejado de gota, y cuando quiso cobrar sus
honorarios, éste se negó a pagárselos. Paracelso recurrió a los Tribunales reclamando la
deuda, pero perdió el pleito. Entonces, sintiéndose injustamente tratado por la Ley, se
enfrentó a los jueces, empleando contra ellos un lenguaje un tanto grosero. Esta vez fueron
las autoridades judiciales las que se pusieron en su contra.
En la última etapa de su vida se hizo predicador laico y viajó por el Tirol, Baviera y
Bohemia, falleciendo en 1.541 en el hospital de Salzburgo, debido a un cáncer de hígado.
a. Sus obras.
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Homeópata convencido, para la elección de medicamentos se dejó influir por la
Teoría de las Signaturas; así, por ejemplo, la pulmonaria tenía que curar
enfermedades del pulmón, o el aceite de cráneo humano tenía que combatir la
epilepsia. Nunca usó aquellas inmensas fórmulas de polifarmacia, que todavía
seguían usando sus colegas, sino que él prefirió usar los elementos simples, de los
que quiso aislar su "quinta esencia" -era un magnífico químico- pensando que así se
llegaba a extraer el principio activo emanado directamente de Dios, que era quien
informaba a la sustancia en cuestión de sus propiedades y la daba un conocimiento
exacto de su función curativa. Administró a sus enfermos aquellos medicamentos
que la experiencia le había enseñado que eran útiles frente a la enfermedad que
padecían.
Fue un partidario absoluto de los medicamentos químicos, que hasta entonces casi
no se habían usado. Estableció las bases de la Iatroquímica. Practicó una medicina
integral, en la que no admitía la separación entre médico-cirujano-farmacéutico,
exigiendo en consecuencia a quien se dedicara a ello un conocimiento personal
absoluto de todo lo necesario para curar la enfermedad, y aceptó, como principal
arma para luchar contra la enfermedad, al medicamento, que el médico debía saber
buscar, preparar y usar. Fue ante todo un terapeuta, que dedicó al estudio del
medicamento sus mejores obras.
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Si él no actúa, aparece la putrefacción. La enfermedad representa un estado mórbido
del Archeus, que se produce como consecuencia de un trastorno de la química del
cuerpo.
En todos estos conceptos juegan un papel fundamental los procesos químicos, que
son los que fallan, por lo que tienen que ser corregidos mediante remedios químicos.
b. Paracelso y la medicina.
C. Alquimia- En la que Paracelso creyó, no como camino para obtener oro a partir
de la transmutación de metales, sino para obtener los secretos de la Naturaleza, la
verdadera maestra, la que elaboraba los mejores medicamentos. Es decir, creyó en
una alquimia cuyo cometido fundamental era la obtención de medicamentos.
D. Virtud- La base ética fundamental de todo hombre de ciencia -el amor al prójimo
y a la profesión- y una estructura científica basada en la progresión: ver-conocer-
entender-saber y, por lo tanto, poder hacer.
c. Paracelso y la enfermedad
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Paracelso creyó que la variación de los humores expuesta por Galeno era la
consecuencia de la enfermedad, no su causa, y encaminó su lucha no contra los
síntomas de esta variación sino contra la propia causa de la enfermedad.
5. Ens Dei (ente divino): o acción de Dios, ser omnipotente que nos puede
mandar una enfermedad como castigo o como prueba.
d. Paracelso y el medicamento.
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Estos "productos químicos" obtenidos a fuerza de mezclar y separar, a menudo con
la ayuda del fuego, pero sin que apenas existieran reacciones químicas tal como hoy
las conocemos, eran considerados por él los auténticos principios activos separados
de sus impurezas:
Fue el primero que obtuvo el láudano a partir del opio, y así lo llamó.
También combatió a los farmacéuticos, a los que dijo que si a él le trataban como a
un enemigo era porque no llenaba sus bolsas, al no prescribir nunca a sus enfermos
sus carísimas preparaciones. Les acusó de fraude, al sustituir en sus preparaciones
los componentes más caros por otros más baratos, pero cobrando siempre los más
caros y pidió continuamente inspecciones efectivas de las boticas.
Sin embargo, Paracelso, como ser humano demostró estar lleno de nobleza y
bondad hacia los que él consideró que realmente debía ayudar, y que entregó su vida
a esta gente sencilla con la que quiso vivir, atacando sistemáticamente a aquéllos
que se creían superiores a ella; " […] tu comes igual que un labrador, y traes al
nacer lo que trae un mendigo […]" les espetaba. Toda su vida consideró que el fin
de la medicina era el amor al prójimo y que servir al pueblo era el cometido del
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médico, inculcando en sus alumnos que lo primero para un médico debían ser
siempre sus enfermos y que, para poder dedicarse a curar a éstos, la base de sus
conocimientos la encontrarían siempre allí donde Dios la había puesto: en la
Naturaleza.
Si se puede considerar que la farmacia nace como profesión con los árabes y es bautizada
como tal por Federico lI, es durante este siglo cuando va a alcanzar su mayoría de edad.
Del techo cuelgan en un semicírculo las balanzas; también cuelgan distintos animales:
caimanes, tortugas, escorpiones... usados en la preparación de medicamentos, sacos donde
se guardan las drogas y manojos de hierbas medicinales.
Aparece representado un mortero llamado germánico, el cual es más ancho por arriba que
en su base, más alto que ancho y con un asa a cada lado. Y se ve al farmacéutico trabajando
con ese mortero.
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tierra sellada se usó contra la peste. La Panacea Amualdiana hecha a base de cinabrio se
usó contra la lepra.
En las farmacias alemanas se empezaron a emplear como medicamento las aguas minero-
medicinales. Aparecieron dos nuevos medicamentos importantes: el láudano de Paracelso y
los emplastos del médico italiano Juan de Vigó. También se empezaron a usar ciertos
productos del reino animal, como, por ejemplo: los testículos del ciervo, la pata de la gran
bestia (pezuña izquierda de atrás del alce), la piedra de Bezoar, aceite obtenido por
maceración de escorpiones puesta al sol cierto tiempo, compuestos de víboras, emplastos de
lombrices; otros productos como piedras preciosas: esmeraldas, zafiros, granates, jacintos;
perlas.
Los bezoares eran concreciones formadas en los estómagos de diversos animales: los de
machos cabríos de Persia y de la India llegaron a ser muy valiosas y engarzadas en oro y
piedras preciosas ocuparon un sitio de honor en las vitrinas de la gente rica. Durante toda la
Edad Media se creyó que estas piedras tenían el poder de ser antídotos, y su presencia
protegía a sus dueños de la acción de los venenos.
Pero quizás el mayor intrusismo lo realizaron los religiosos que por el procedimiento de dar
propiedades divinas a sus medicamentos, vendieron mucho. La Tintura del Cura Juan
Gramann hecha a base de plomo alcanzó una enorme popularidad; las aguas y aceites
olorosos que desde principios de siglo vendieron los dominicos de Santa María Novella
(Florencia) también.
Llegados a este punto he de señalar que los farmacéuticos del siglo XVI a la hora de
preparar los complicadísimos medicamentos que los médicos prescribían se encontraron
con el gran problema de tener que sustituir un componente del que muchas veces no
disponían por otro que tuviera una acción semejante, y que estas sustituciones dependieron
muchas veces del criterio del atribulado boticario y muchas más veces del poder adquisitivo
de éste, lo que dio origen a no pocas reclamaciones e incluso escandalosas protestas por
parte de los médicos.
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En Francia se llegó a dar una lista oficial de sucedáneos de drogas. En este país estaba
permitido a las mujeres ser boticarias.
En España, por una orden del emperador Carlos V (1523), se prohíbe el acceso al examen
de boticario a drogueros, especieros, y parteros y se ordena que sean examinados los
médicos, cirujanos y estudiantes de farmacia que lo deseen, siempre que reúnan los
siguientes requisitos, saber; ser hombre mayor de 25 años, saber latín, y tener como mínimo
cuatro años de practica en una botica ya autorizada.
En Alemania, por esta época, se dejan de vender cera y velas en las boticas, pero se sigue
vendiendo azúcar, conservas, bizcochos, frutas confitadas, turrones, mazapanes, dátiles,
mostaza, bujías de incienso y bujías ordinarias, así como tinta, papel, lacre, vino y licores- a
la vez que se advierte de que no se venda solimán ni ningún otro veneno sin receta del
médico. La ley alemana prohíbe que las mujeres sean boticarias e incluso que estén
dispensando medicamentos en una oficina de farmacia.
En cuanto a la literatura farmacéutica del siglo XVI, quizás lo más importante fue el
incremento del número de Farmacopeas editadas en toda Europa: en España(1511, 1535,
546, 1553, 1587). En la edición de 1553 apareció versificado en castellano los simples de
Mesué. En Alemania (Nuremberg, 1546), en Copenhague, en Múnich, en Basilea...; hacia
la mitad del siglo apareció la segunda edición del Recetario Florentino. Estas farmacopeas
estaban escritas con el fin de definir las fórmulas que eran consideradas definitivas por las
autoridades competentes bajo la supervisión de los médicos que eran quienes las redactaban
y facilitar así el trabajo del boticario que las iba a preparar y que estaba obligado a
seguirlas.
A través de ellas los médicos siguieron controlando el trabajo de los farmacéuticos, quienes
siguieron supeditados a las normas dictadas por ellos para la fabricación de medicamentos.
Pero a través a de ellas se concretaron las concentraciones de principios activos presentes
en los medicamentos que los médicos administraban a sus pacientes. Hasta el siglo XVIII
no aparecieron farmacopeas escritas por farmacéuticos.
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Durante este siglo aparecieron numerosas obras escritas por farmacéuticos para otros
farmacéuticos: el "Dispensarium ad aromáticus" de Nicole Prévost (Lyon, 1478 y 1488)
describía los elementos simples y 575 compuestos, y contenía un vocabulario farmacéutico.
Saladin di Asculi escribió un "Compendium Aromatarum" (Bolonia, 1488) que llegó a ser
considerado un vademecum indispensable y en ella abordaba todos los aspectos posibles de
nuestra profesión. A éste le siguió Quiricus de Augustus con su "Luz de los Boticarios"
(Turin, 1492), y a éste Jacobus Manlüs de Bosco con su "Luminaria Mayor" editada en
Venecia. Esta línea de trabajo fue seguida por otros muchos boticarios como Paulus
Suardes en Italia, Pedro Mateo en España o Michel Dusseau en Francia. La "Institutionum
pharmaceuticarum" de Jean Renou (Paris, 1608), fue editada también en Alemania y Suiza
y en ella se aprecia claramente la influencia de la obra de Asculi.
Si bien todas las materias médicas recibieron durante este siglo un significativo
empujón, la botánica se vio especialmente enriquecida gracias a las numerosas
plantas que fueron traídas de América.
La llegada a este nuevo mundo supuso para los botánicos europeos la posibilidad de
descubrir muchísimas plantas hasta entonces desconocidas, de estudiarlas y de
coleccionarlas. Entre ellos se impuso el reto de encontrar un equivalente para cada
una de las más de 600 plantas comentadas por Dioscórides en su "De materia
médica” y de situarlas dentro del esquema galénico de la patología humoral.
Políticos, conquistadores, geógrafos, religiosos... todos se convirtieron en botánicos
apasionados, deslumbrados ante la flora americana, y aunque la botánica como
ciencia no adelantó apenas -faltaban todavía 200 años para que naciera Linneo- y se
siguió clasificando las plantas según la taxonomía de Aristóteles y Teofrasto en
hierbas, arbustos y árboles, se trajeron a Europa numerosas especies que hasta
entonces eran desconocidas. Cristóbal Colón habló de la patata, el tabaco, el cacao.
Hernán Cortés habló de cultivos mexicanos: vainilla, maíz, Gonzalo Fernández de
Oviedo y Valdés, gobernador de Cartagena de Indias, escribió una "Historia General
de las Indias" en la que describió entre otras muchas cosas la flora colombiana. El
jesuita Juan de Acosta vivió seis años entre Perú y Méjico, al cabo de los cuales
escribió una "Historia natural y moral de las Indias". Francisco Hernández fue
médico personal de Felipe II, y de este rey español recibió el encargo de viajar a
Nueva España y reunir toda la información posible " […] de los médicos, cirujanos
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y herboristas nativos y españoles […]" y de efectuar " […] una relación de todas las
hierbas, árboles, plantas y semillas con cualidades medicinales […]". Partió hacia
allí en enero de 1570 y después de pasar casi siete años recopilando datos, escribió
su obra, la más científica de todas estas citadas; en ella describió más de 3.000
plantas que había visto, acompañando sus descripciones de numerosos dibujos en
colores, clasificando cada una de ellas en función de su efecto fisiológico, dándola
la cualidad que según el esquema galénico la debía corresponder: caliente, caliente y
húmeda; fría, fría y seca; etc... e incluso es posible que hiciera con muchas de ellas
ensayos farmacológicos en el Hospital Real de las Indias de la ciudad de Méjico.
Esta obra nunca fue editada y casi se destruyó durante un incendio del Escorial
donde estaba depositada. Fue rescatada por un napolitano, Antonio Rechi quien hizo
un extracto de ella y lo publicó bajo el título de "Nova plantarum".
Durante este siglo se hicieron por toda Europa los primeros herbarios y los primeros
Jardines Botánicos dedicados a cultivar las plantas traídas del continente americano
con el fin de aclimatarlas y de estudiarlas. Estos Jardines Botánicos eran particulares
y se consideraban un signo de distinción. El primero de España fue plantado en
Aranjuez, por orden de Felipe II, pero pronto fue destinado a jardines de recreo. El
Jardín Botánico instalado en las Islas Canarias fue el mayor centro de aclimatación,
y el punto desde el que se repartían las especies traídas del Nuevo Mundo por todo
el Imperio Español. Hoy día sigue existiendo.
Sin embargo, durante los primeros años del Renacimiento, la obra de Dioscórides
"De materia Medica" siguió siendo la más apreciada, siendo reiteradamente editada
en varios idiomas, previamente revisadas, con ilustraciones y comentarios por
distintos autores como Pietro Andres Mattioli (París, 1516), Amatus Lusitanus
(Venecia,1553 y Lyon, 1558), o Valerius Cordus (Frankfurt, 1549, Paris 1551 y
Estrasburgo, 1561).
Los países del oeste de Europa, hartos del monopolio ejercido por el poderoso
Ducado de Venecia sobre el comercio de todo tipo de materias -incluidas las
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especias y las drogas medicamentosas-, entre esta ciudad-estado y el Próximo y
Extremo Oriente, vieron en las riquezas del continente americano la solución a este
problema. Españoles, portugueses, británicos, franceses y holandeses se lanzaron a
competir por los nuevos territorios, con sus fuentes de materias primas todavía
intocadas.
La extensa obra del portugués García da Orta "Coloquios dos simples e drogos de
cousas medicinais da India" sobre la botánica y la medicina de las Indias, fue escrita
aprovechando los muchos años que pasó allí desterrado por la Inquisición. Esta obra
fue ampliada por el español Nicolás Monardes. Sevillano quien cursó Medicina en
la Universidad de Alcalá; de vuelta a su Sevilla natal, se dedicó al estudio de las
drogas que llegaban del continente americano, y formó con ellas un museo
farmacológico que tuvo un gran éxito. Sus obras se titularon "Historia medicinal de
las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales" y "Segunda parte del libro de
las cosas" publicadas en Sevilla en 1565 y 1571 respectivamente. En 1574 se hizo
una edición de los dos volúmenes juntos que muy pronto fue traducida al latín,
italiano, francés e inglés y fue reeditada más de 50 veces. Monardes introdujo en
Sevilla la zarzaparrilla procedente de Nueva España.
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Sin la menor duda, la droga más importante que se importó del Nuevo Mundo fue la
quina traída por los jesuitas desde Perú, y de la que se conocen sus propiedades
antipalúdicas desde el siglo XVII.
A. Principales autores:
Rogelio Bacon: este monje franciscano vivió entre 1214 y 1294. Pero como fue el
primero en recomendar la experimentación personal como fuente de conocimiento,
en ver en el experimento el único camino para demostrar la evidencia de los hechos,
y en intuir la relación entre el mundo matemático y el de las ciencias naturales, es
decir en adelantarse 300 años largos a decir lo mismo que los pensadores del siglo
que nos ocupa, me veo en la obligación moral de referirme en primer lugar a él.
Incluso usó la expresión "ciencia experimental", aunque en un sentido muy amplio.
Algunas de estas ideas le valieron la persecución y la cárcel.
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estudio de la Naturaleza y sus fenómenos. Para conseguirlo, propuso el siguiente
esquema:
Fue el primero que se dio cuenta de que para avanzar en el conocimiento de este
lenguaje matemático era imprescindible la investigación.
Galileo fue castigado por un tribunal de la Inquisición por afirmar que era la Tierra
la que giraba alrededor del sol y no al revés como afirmaba la iglesia para la que
resultaba inconcebible que la Tierra, a la que creía el centro del universo, resultara
un simple planeta, uno más de los que giraban alrededor de un astro mucho mayor.
Obligado a retractarse públicamente, lo hizo para salvar su vida; sin embargo,
completamente seguro del resultado de su trabajo, cuentan las crónicas que
inmediatamente después de presentar su retracto, Galileo dijo en voz muy baja: "Y,
sin embargo, se mueve".
Este físico y matemático inglés quiso suprimir las hipótesis como base de su sistema
cognoscitivo y las sustituyó por el método de elevar a la categoría de Leyes de la
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Naturaleza el resultado de los cálculos realizados a partir de observaciones
particulares y después comprobar experimentalmente las consecuencias de estas
leves.
B. Academias
El clima de tolerancia y libertad de pensamiento que se vivió durante este siglo entre
los hombres de ciencia permitió el nacimiento de las Academias científicas. Estas
eran asociaciones de hombres de ciencia cuyo fin específico se concretaba en
compartir entre todos ellos los descubrimientos de cada uno de sus miembros.
También los descubrimientos de sus miembros se divulgaban entre los demás socios
por medio de una revista científica que ellos mismos editaban. La primera
Academia de índole estrictamente científica que se fundó fue en Nápoles, en 1560.
Su finalidad era el fomento de las ciencias naturales, pero enseguida tuvo que
disolverse al ser perseguida por la Inquisición romana. La misma suerte siguió la
Accademia dei Lincei, fundada en Roma en 1603 por el príncipe de Chesi, quien la
dotó de un museo de Historia Natural y de un jardín botánico; a ella perteneció
Galileo. Esta Academia pudo renacer después de un tiempo, y hoy día aún existe. La
Academia del Cimento o de Experiencia fue fundada por discípulos y admiradores
de Galileo en Florencia. (1657), bajo la protección del cardenal Leopoldo de
Medicis; esta Academia desapareció a la muerte de su protector.
En Gran Bretaña, fue Francisco Bacon el primero en lanzar la idea de las ventajas
que supondría la fundación de asociaciones de este tipo: en su escrito "Nova
Atlántida" se refirió a las ventajas que supondría para el avance científico el que
cada trabajo individual fuera comentado y compartido por la totalidad de la
comunidad científica y a la conveniencia de reunirse todos aquellos que
persiguieran el adelanto científico en locales en donde existiesen condiciones para
hacer experimentos. En 1645 empezaron a reunirse en Londres un grupo de
filósofos para discutir sus ideas; por causas políticas celebraban sus reuniones a
puerta cerrada en el Colegio de Gresham. Mas adelante, aprovechando la
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Restauración de Carlos II, esta asociación se transformó en la Real Sociedad de
Londres para el fomento del conocimiento natural. Su órgano literario
"Transacciones Filosóficas" fue aprovechado por los hombres de ciencia para dar a
conocer a través de esta revista sus experimentos según los iban realizando en sus
laboratorios privados.
Francia, desde la primera parte del siglo, algunos científicos se empezaron a reunir
privadamente en casa del sacerdote Merssene, con el fin de dar a conocer entre ellos
sus investigaciones. A partir de esta iniciativa, las academias se convirtieron pronto
en importantes instituciones oficiales, en su mayoría creadas bajo la tutela del
cardenal Richelieu. En 1666, se creó la Academia de las Ciencias, que estaba dotada
de laboratorios donde los socios podían realizar sus experimentos; de esta manera
los demás socios teman un conocimiento práctico de ellos, y no sólo teórico como
en el caso de la sociedad londinense.
En Alemania, solo se fundó una Academia y fue de índole muy diferente a las
anteriores, pues la "Academia Imperial de los Curiosos de la Naturaleza de
Alemania" fue creada para mantener correspondencia entre sus afiliados, siendo los
trabajos de estos publicados individualmente; hasta 1670, en que fueron publicadas
sus primeras memorias, no tuvo sede social.
Además de las revistas publicadas por estas academias, aparecieron otras de carácter
general como el "Journal des Savants" en Francia (1665), o el "Giornale d'Italia" en
1668.
C. DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS
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Galileo también desempeñó un papel importante en el descubrimiento del
termómetro, pues, aunque él nunca nos habló directamente de este aparato, sus
discípulos se refieren numerosas veces al "(…) termoscopio ideado por Galileo
(…)" y lo describen como un tubo estrecho y abierto por un extremo, rematado con
una bola de vidrio por el otro y lleno de aire y que se introducía por el lado del
extremo abierto en una vasija que contenía un líquido de manera que éste subía
dentro del tubo y luego, sometiendo el sistema al frío o al calor, se podía medir lo
que descendía o ascendía el nivel del líquido dentro del tubo. Pero al ser un sistema
abierto, las mediciones no eran exactas, ya que influía sobre ellas la presión
atmosférica. Primeramente, el tubo no tuvo ninguna graduación; con el tiempo se le
dio una graduación arbitraria.
El médico italiano Sanctorius ideó varios termoscopios con los que media la
temperatura de las manos, el aliento y la boca de sus enfermos. A lo largo de este
siglo, estos aparatos se perfeccionaron mucho: se llenaron de alcohol, se fue
cerrando el extremo abierto, hasta que Carlos Rinaldini, miembro de la Accademia
dei Cimento, propuso adoptar dos temperaturas fijas para graduarlo y eligió el punto
de fusión del hielo y el punto de ebullición del agua, que ya Hooke había
demostrado que eran constantes. Entre ambos puntos se hicieron unas graduaciones
arbitrarias, hasta que en el siglo XVIII se hicieron ya escalas científicas. También en
este siglo XVII, Torricelli y Pascal idearon el barómetro, aunque su nombre se debe
a Mariotte.
a) Las boticas
b) Medicamentos.
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La quina fue dada por los indígenas del Perú a los jesuitas, quienes la llevaron
primeramente a Italia; después llegó a España, donde fue muy bien recibida e,
inmediatamente, incorporada a las farmacopeas, se cree que fue difundida por la
condesa de Chinchón, Virreina del Perú, de ahí que fuera conocida con el nombre de
"polvos de la condesa". El que fuera un medicamento traído por los jesuitas retardó
su uso en la Europa protestante. Se dice que fue aceptada en ese mundo cuando un
médico inglés, Talbot, curó con ella de un ataque de malaria al rey inglés Carlos II.
La quina acabó definitivamente con la creencia de que Galeno había investigado y
descubierto toda la ciencia médica, al tratarse de un medicamento del que no había
hablado nunca y, sin embargo, ser muy activo farmacológicamente frente a una
enfermedad existente en Europa.
La Ipecacuana era usada por los indígenas del Brasil. El primer europeo que la
mencionó fue el jesuita Manuel Tristao. Con ella fue tratado de una disentería el
Delfín de Francia, hijo del rey Luís XIV, y futuro rey de este país. La droga le curó
y así quedó definitivamente aceptada en Europa.
Bálsamo de Perú y Tolú, raíz de colombo, liquen de Islandia, jalape, coca, te, café,
chocolate y tabaco para fumar son productos que ya eran conocidos pero que su uso
no se generalizó hasta este siglo. El uso de la digital también es de este siglo.
El tabaco se generalizó entre los españoles que fueron a América, pero su difusión
por Europa se debe a británicos y holandeses; esta difusión fue muy rápida y entre
todas las clases sociales; el uso que se le dio fue como medicamento, así que se
vendía en las farmacias. Sin embargo, su uso fue combatido por el rey Jacobo I y el
papa Urbano VIII, quienes, por supuesto, no consiguieron su erradicación.
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elixir de Garus estaba hecho a base de tinturas de aloe, mirra, vainilla y canela y
paradójicamente cuando fue atacado por la Academia francesa alcanzó una gran
difusión hasta el punto de que, a la muerte de su inventor, su viuda gozó de un
permiso especial del rey para poder seguir preparándolo. El remedio provenzal
contra las fiebres tercianas de efecto termostático; el agua de Rabel y el agua de
Alibar.
Esta fue una época en que el intrusismo religioso en nuestra profesión fue total: los
monjes fabricaban medicamentos como el elixir de quina de Fray Cavalieri, o los
cosméticos de fray Paladini, ambos muy usados; se puede decir que no hubo
monasterio, convento u hospital religioso que no contara con su farmacia, y que
estas fueron regentadas por religiosos que no estaban obligados a seguir el plan de
estudios obligatorio para los farmacéuticos seglares.
Y también, sobre todo en Francia, fue la época de los clisteres o lavativas, que se
llegaron a considerar fundamentales para conservar la belleza de fuera... y la salud
de dentro: las damas francesas de alta alcurnia se llegaban a poner hasta tres al día,
generalmente de esencia de rosas y agua de azahar, y se sabe que el rey Luís XIII
llegó a ponerse 312 lavativas en un año. Los clisteres eran generalmente preparados
por los farmacéuticos: un dibujo de su jeringuilla llegó a estar incluido en el
emblema de algunas corporaciones de farmacéuticos franceses. Y para más datos
diré que la gente rica tenía su propia jeringuilla, mientras que los menos adinerados
alquilaban la suya a la farmacia.
La facultad de Medicina de París, que también los preparaba, llegó a comparar los
clisteres como método curativo a la sangría y a las purgas. Se preparaban clisteres
purgantes, astringentes, anodinos, alterantes, carminativos... Sobre cómo eran
administrados por los farmacéuticos se han hecho muchas caricaturas, algunas
francamente sangrantes, pero, en general, y, aunque eran preparados en las boticas,
a la hora de la verdad no eran administradas por los boticarios sino por sus
ayudantes o por criados.
En España, en 1650, Felipe IV dictó una orden para que en todo su reino la farmacia
fuera considerada un Arte Científico, en todo igual a la Medicina, eximiéndose por
ello a los boticarios de pagar toda contribución gremial de oficios mecánicos o de
comercio. Poco tiempo después los boticarios fundan un Colegio de Boticarios de
San José, cuya finalidad es ante todo religiosa, aunque como corporación veló por
los intereses de sus afiliados. También, en este siglo, el Protomedicato ordena que
en los virreinatos americanos solo puedan preparar medicamentos aquellos que sean
de origen español.
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En Portugal, todavía a lo largo de este siglo, los medicamentos podrán ser
preparados por médicos, cirujanos y boticarios.
En Inglaterra, los médicos podían ejercer como boticarios y fue una práctica común
que tuvieran un ayudante encargado de preparar los medicamentos que ellos
recetaban, a la vez que se ocupaba de realizar operaciones de cirugía menor. A
principios de este siglo se creó la Sociedad de Apotecarios de Londres, que
agrupaba a boticarios y especieros y, más tarde, apareció la "Society of the Art and
Mystery of the aphotecaires of the city of London", a la que pertenecieron sólo
boticarios y cuyos miembros fueron los autorizados para preparar, vender, aplicar y
administrar medicamentos en Londres y en siete millas a la redonda. Esta sociedad,
que en un primer momento fue mal acogida por especieros, químicos -por quitarles
ventas- y médicos -porque sus miembros también ejercían la medicina- creó un
jardín para el estudio y cultivo de plantas medicinales.
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A la vista de los frecuentes casos de envenenamiento, en Italia, Francia y Alemania
se dictaron una serie de leyes destinadas a controlar la venta de sustancias
venenosas por parte de los boticarios.
Durante siglos, la Triaca se preparó en Venecia, desde donde era vendida al resto de
los países que la empleaban, hasta que, en el siglo XVII, cuando, dados los precios
que llegó a tener la Triaca veneciana, los colegios farmacéuticos decidieron hacerla
ellos mismos: su preparación constituía todo un ceremonial: primeramente, se
exponía ante el público sus componentes ricamente adornados y luego era preparada
ante las autoridades médico-farmacéuticas del lugar. El colegio oficial de
Farmacéuticos donde se había elaborado era el que luego la vendía a sus miembros.
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unicornio era el diente del narval; también fue usado como símbolo de algunas
corporaciones farmacéuticas.
Un detalle sobre Ambrosio Paré: este cirujano francés que gozó de la amistad y la
total confianza de su rey, durante sus operaciones anestesiaba a sus enfermos
mediante la aplicación de una fuerte presión en las carótidas.
Otra costumbre de este siglo tan lleno de supersticiones fue el uso de una colección
de sustancias de lo más pintoresco como, por ejemplo:
La munia era una sustancia dura, negra y de aspecto resinoso, obtenida en los
primeros tiempos de su uso de preparados resinoso-aromáticos que habían sido
exudados por cadáveres embalsamados, sobre todo en el antiguo Egipto; más tarde,
debido a su escasez y gran demanda, se hizo munia con trozos de cadáveres de
personas contemporáneas que fueron embalsamadas en el momento de su muerte:
evisceradas y rellenas con mirra, acíbar, pez, y betún, envueltas en arpilleras
empapadas en trementina y puestas a desecar con calor fuerte hasta que perdían toda
su humedad. Era usada contra la gangrena, tisis y se recetó hasta el siglo XIX.
El llamado "mal del rey", en contra de lo que pueda parecer no era una enfermedad,
sino un "remedio": la enfermedad era la escrofulariosis y el remedio, que no se sabe
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cómo nació, consistía en la costumbre de pedir al rey ayuda contra ella. Shakespeare
en su obra “Macbeth” nos describe la ceremonia: el rey se sentaba en la sala de
banquetes rodeado de médicos-cirujanos y personajes de la corte, y ponía sus manos
sobre la cara del enfermo mientras un capellán decía: "el rey pone sus manos sobre
ellos y los cura". Esta ceremonia también se hizo en Francia.
En Brasil se autorizó la primera botica en 1640. Hasta esa fecha, los medicamentos
fueron vendidos en las casas particulares de boticarios y herboristas, que en muchos
casos ejercían también como médicos.
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Por ejemplo, en Massachussets, antes de 1692, se habla de un grupo de personas de
lo más heterogéneo que ejercen la medicina y la farmacia conjuntamente, en el que
se incluyen cirujanos, barberos, sacerdotes, maestros de escuela y hasta un
carnicero.
Por último, quiero destacar el papel que desempeñaron durante este siglo las
misiones religiosas, especialmente las de los jesuitas: éstos construyeron en sus
reducciones hospitales en los que se montaron boticas dotadas de simples, traídos
desde Europa, con los que se preparaban los distintos medicamentos que se
necesitaban, o, incluso, estos ya preparados, si su elaboración era especialmente
compleja.
En otros casos las farmacopeas eran únicas para todo un país, como la Farmacopea
de Madrid, publicada en 1739 y de obligado cumplimiento para todos los boticarios
españoles. La finalidad de estas farmacopeas publicadas bajo el control
gubernamental era la intervención en la profesión farmacéutica por parte de las
autoridades, garantizando la estandarización en los medicamentos y que los
farmacéuticos dispensaran los medicamentos prescritos. En general, eran redactadas
por médicos pertenecientes al Collegium local; solamente la farmacopea de Lieja de
1714 fue redactada por cuatro médicos y dos boticarios. Habrá que esperar hasta
1799, a que aparezca la primera farmacopea redactada solo por farmacéuticos. Estas
farmacopeas constaban de cuatro partes:
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La primera parte titulada "De medicamentis simplicibus" consistente en una lista de
simples de origen vegetal, divididos en categorías como raíces, cortezas, hierbas,
hojas, flores, frutos, semillas, gomas, resinas, bálsamos, lágrimas y hongos. A
continuación, solía aparecer otra bajo el epígrafe "Animalia, Eorum Partes, et
Excrementa" seguida de la lista titulada "Mineralia, Metalla, Lapides et Salía
Terrae". Los simples de origen marino estaban descritos bajo el título "Marina".
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siempre por lo mismo, optó por convertirse al catolicismo y así pudo volver a su
país natal, donde fue aceptado como miembro de la Academia de Medicina. Sus
obras más importantes fueron "Pharmacopea royale galenique et chimique"
y""Tratado de la Triaca".
Francisco de Boé, más conocido como Silvio, autor de una "Opera Medica" en la
que describió un gran número de medicamentos químicos. Seguidor de Paracelso,
pensaba que todo lo que se forma dentro del organismo es el resultado de una serie
de fermentaciones producidas a partir de los alimentos ingeridos: estas
fermentaciones estaban influidas por la temperatura del organismo y por su espíritu
vital y determinaban el equilibrio acido-base del cuerpo humano.
Fue el primero que distinguió entre sangre arterial y venosa y consideró que el color
de la sangre arterial se debía al aire obtenido en la respiración.
Angel Sala, italiano que estudió y ejerció la medicina en Alemania. Buen químico,
consideraba que el espíritu vitriólico (ácido sulfúrico) no era otra cosa que vapor
sulfúrico al que se le había quitado algo de aire y observó que distintos espíritus
vitriólicos preparados por distintos caminos eran semejantes entre sí y por lo tanto
de la misma naturaleza.
En toda la literatura de este siglo se pueden apreciar las dos corrientes que
existieron: la renovadora, partidaria de las teorías de Paracelso y de los
medicamentos químicos, que se extendió desde Alemania a Italia, a Inglaterra y al
resto de los países protestantes, y la conservadora, apegada a la vieja medicina
galénica, practicada en España y en Francia en donde se erigió como su gran
defensora la Facultad de Medicina de París.
Estas dos corrientes no tuvieron una coexistencia pacífica, dado que los seguidores
de una y de otra se enfrentaron repetidamente, en muchos casos con verdadera saña,
hasta que la evidencia de los hechos consiguió imponerse y los partidarios de la
vieja medicina galénica acabaron aceptando su error.
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4. LA FARMACIA EN LA “ILUSTRACIÓN” (1740 – 1800)
Las farmacias iban depurando sus fórmulas magistrales, ya que algunas de estas
fórmulas tenían más perjuicios que beneficios, otras eran simplemente muy caras de
producir o se habían encontrado alternativas más baratas.
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C. Generalidades:
Este antecedente fue el inicio para que las farmacias eliminaran de sus farmacopeas las
prescripciones no técnicas, es decir, las que solo habían sido fundamentadas en la
superstición y en la credulidad popular.
D. Grandes descubrimientos:
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En el ámbito legal, Inglaterra fue el primer país que autorizó la venta exclusiva de
un medicamento, creando así las patentes farmacéuticas (Klitzke, 1959) y Francia
impuso la norma que exigía revelar la composición de los fármacos y un control
sanitario antes de ponerlos a la venta.
En 1737 Felipe V aprueba los estatutos del Real Colegio de Boticarios de Madrid.
(Real Academia Nacional de Farmacia, 2013).
En una cédula fechada el 13 de abril de 1780, el rey Carlos III termina con el
predominio médico sobre la profesión farmacéutica al separar definitivamente las
competencias de ambos y crear el Tribunal del Proto-Farmaceuticato como órgano
encargado del control de la profesión. (Gallego y Méndez, 2007).
F. Los dispensarios:
Los Dispensarios más famosos fueron: la "Pharmacopoeia Bateana" escrita por George
Bate, la "Pharmacopoeia extemporánea" escrita por Thomas Fuller y la "Pharmacopoeia
officinalis and extemporánea, or a compleat English dispensatory" de John Quincy. A
partir de la obra de Quincy, William Lewis publicó la más popular de todas ellas: el
"New Dispensatory" apareció en 1753.
5. ROMANTICISMO (1800-1848)
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Se desarrolló fundamentalmente en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose
desde Inglaterra a Alemania. Después a Francia, Italia, Argentina, España, México, etc.
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Pasteur da un nuevo concepto de enfermedad: la microbiología médica. Se desarrolla la higiene
pública y medicina social. Nace así la farmacología experimental, la química moderna que
desarrolla el estudio de los gases.
A. Comienzo de la industrialización.
Con las nuevas ordenanzas, solo los farmacéuticos podrán extender medicamentos simples y
compuestos. Se precisará receta médica para los medicamentos que se indique. Se prohíbe la
venta de remedios secretos.
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6. POSITIVISMO (1848-1914)
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FigN°01: Edward Jenner. Tratado histórico y practico de la vacuna
Jenner decidió probar ese conocimiento empírico y tuvo la idea de inocular a una
persona sana con la viruela de las vacas para conferirle inmunidad frente a la terrible
enfermedad.
El 14 de mayo de 1796 extrajo pus de una pústula de la mano de Sarah Nelmes, una
ordeñadora que había contraído la viruela de su vaca lechera, y lo inoculó a un
saludable niño de 8 años llamado James Phipps.
B. Las Jeringas
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FigN°02: Alexander Wood y su jeringa
En 1844 el médico irlandés Francis Rynd diseñó una aguja hueca para inyectar
líquidos bajo la piel de los pacientes. Una década más tarde en 1849 el escocés
Alexander Wood ideó la aguja hipodérmica, buscando una manera de aliviar los
dolores que provocaba la neuralgia a su esposa. Descubrió que pinchando
morfina en el nervio que provocaba el dolor este se mitigaba con más rapidez y
eficacia. [ CITATION Jua03 \l 12298 ]
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FigN°03: Charles Gabriel Pravaz y su jeringa
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la fabricación llegamos al nacimiento de la jeringa hipodérmica como es conocida
hoy en día.[ CITATION Oro19 \l 12298 ]
C. Personajes detacados
Uno de los personajes más destacados de esta época fue John Newport Langley,
fisiólogo y farmacólogo británico. Nació en Newbury el 10 de noviembre de 1852 y
murió el 5 de noviembre de 1925. Realizó importantes contribuciones sobre las
funciones nerviosas de fármacos y venenos, trabajó sobre la acción de la pilocarpina y
la acción bloqueadora de la nicotina sobre las sinapsis, y la inervación de las glándulas
salivales. Además, se le atribuye el concepto de «sistema nervioso autónomo» y la
designación del parasimpático.[ CITATION Roc08 \l 12298 ]
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Paul Ehrlic
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fruto de 606 experimentos), la que él mismo llamó bala
mágica o salvarsán (arsfenamina), una preparación de arsénico orgánico
empleada en el tratamiento de la sífilis y de la fiebre recurrente, y
del neosalvarsán (neoarsfenamina). El neosalvarsán fue conocido durante
mucho tiempo como «Ehrlich 914» por tratarse del 914º compuesto preparado
por Ehrlich y su ayudante para combatir esas enfermedades.
Ehrlich llamaba «balas mágicas» a estos preparados, ya que eran los primeros
compuestos sintetizados que se usaban en la curación de las enfermedades
infecciosas causadas por protozoos y bacterias.[ CITATION Roc08 \l 12298 ]
CONCLUSIONES:
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BIBLIOGRAFIA:
Orozco, F. A., & Mandoki Weitzne, J. (25 de Noviembre de 2019). Desarrollo histórico de
los conceptos básicos de la farmacología. Obtenido de StuDocu:
https://www.studocu.com/es/document/universidad-autonoma-de-santo-
domingo/farmacologia/apuntes/farmaco-historia/3922047/view
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