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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS QUIMICAS


QUIMICA FARMACEUTICA
HISTORIA DE LA FARMACIA

MARROQUIN MARCO

MOSCOSO ANA LUCIA

MOROCHO ANA

MORALES SANTIAGO

PAVON JOEL

“EDAD MODERNA Y SIGLO XIX”

1
INDICE
Portada………………………………………………………………………………….. 1

INDICE…………………………………………………………………………………. 2

Índice de Tablas………………………………………………………………………… 4

Índice de Gráficos………………………………………………………………………. 5

Objetivos………………………………………………………………………………... 6

Objetivo General…………………………………………………………………6

Objetivos Específicos…………………………………………………………….6

Introducción………………………………………………………………………………7

Edad Moderna…………………………………………………………………………….8

SIGLO XV: LA REVOLUCIÓN FARMACEUTICA DEL RENACIMIENTO…8

Paracelso………………………………………………………………….9

Sus obras…………………………………………………………11

Paracelso y la medicina………………………………………….12

Paracelso y la enfermedad……………………………………….13

Paracelso y el medicamento……………………………………..14

SIGLO XIV: LA FARMACIA……………………………………………….…15

La botica del siglo XVI………………………………………………….19

Las drogas medicinales y el Nuevo Mundo……………………………..20

SIGLO CVII: LA FARMACIA…………………………………………………21

Principales autores………………………………………………………21

Academias……………………………………………………………….23

Descubrimientos científicos……………………………………………..25

LA PROFESIÓN EN EL SIGLO XVII…………………………………26

Las boticas……………………………………………………….26

2
Medicamentos……………………………………………………26

La lucha en Francia: Paracelsianos frente a Galenistas. El triunfo de


los medicamentos químicos…………………………………….27

Usos y costumbres de la profesión en este siglo……………………….29

EL SIGLO XVII EN AMERICA………………………………………32

Literatura Farmacéutica del siglo XVII………………………………..33

LA FARMACIA EN LA “ILUSTRACION” (1740-1800) …………………...36

Definición de Ilustración ………………………………………………36

Profesión del Farmacéutico…………………………………………….36

Instrumentos útiles de la época…………………………………………36

Generalidades…………………………………………………………..37

Grandes Descubrimientos………………………………………………37

Plantas usadas en esta época……………………………………………38

Los dispensarios………………………………………………………..39

Reconocidos científicos de la época……………………………………39

ROMANTICISMO (1800-1848) ………………………………………………40

Comienzo de la industrialización ………………………………………41

POSITIVISMO (1848-1914) …………………………………………………..42

Experimentos con la vaca………………………………………………42

Las jeringas……………………………………………………………..43

Personajes destacados…………………………………………………..45

CONCLUSIONES……………………………………………………………………..48

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………49

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ÍNDICE DE TABLAS

Tabla N°1: Plantas usadas en esta época……………………………………………………

Tabla N°2: Reconocidos científicos de la época……………………………………………

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INDICE DE GRAFICOS

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OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL:
Detallar la historia y evolución de la práctica farmacéutica entre los periodos históricos:
Barroco, de la Ilustración, Romanticismo y Positivismo.

OBJETIVOS ESPECIFICOS:
 Comprender los significativos aportes de varios autores entre los siglos XVII y XX.
 Distinguir la evolución entre las diversas prescripciones y fórmulas farmacéuticas
usadas entre los siglos XVII y XX.
 Considerar el conocimiento histórico para la formación profesional de los
estudiantes de química farmacéutica.

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INTRODUCCION
La Edad Moderna es el tercer período histórico en que comúnmente se divide la Historia
Universal, comprendido entre los siglos XV y XVIII, luego de la Edad Media, y antes de la
llamada Época Contemporánea.

La Edad Moderna es considerada una era de afianzamiento de los ideales del progreso,


la comunicación y la razón, que serán considerados desde entonces los valores de
la modernidad y seguirán más o menos vigentes hasta hoy en día. Esto, contrapuesto a las
consideraciones de oscurantismo y aislamiento de la Edad Media, asemeja la Edad
Moderna con la Antigüedad o Época Clásica, en la que florecieron la filosofía y las Bellas
Artes.

Sus principales protagonistas fueron las naciones occidentales de Europa y América


(posteriormente), por lo que se ha acusado esta división de la Historia Universal de
eurocéntrica o al menos restringida a la Civilización Occidental. Sin embargo, en ella
tienen lugar la llamada “Era de los descubrimientos” de América y Australia, y además el
surgimiento de la primera economía mundial, por lo que su importancia y su impacto
fueron universales.

En la edad moderna se dan diversos descubrimientos como: nuevas rutas comerciales, la


iglesia pierde el monopolio, las creencias pasan del Teocentrismo al Antropocentrismo, se
establecieron las bases de la química, se dio paso a una mayor investigación de la botánica,
entre otros estudios e investigaciones que permitieron el ser la era del desarrollo.

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EDAD MODERNA:

La Edad Moderna es el tercero de los periodos históricos en los que se divide


convencionalmente la historia universal, comprendido entre el siglo XV y el XVIII.
Cronológicamente alberga un periodo cuyo inicio puede fijarse en la caída de
Constantinopla (1453) o en el descubrimiento de América (1492), y cuyo final puede
situarse en la Revolución francesa (1789) o en el fin de la década previa, tras
la independencia de los Estados Unidos (1776). En esta convención, la Edad Moderna se
corresponde al período en que se destacan los valores de la modernidad (el progreso,
la comunicación, la razón) frente al período anterior, la Edad Media, que es generalmente
identificado como una edad aislada e intelectualmente oscura.

En la Edad Moderna se encontraron los dos "mundos" que habían permanecido casi
absolutamente aislados desde la Prehistoria: el Nuevo Mundo (América) y el Viejo
Mundo (Eurasia y África). Cuando se consolidó la exploración europea de Australia se
habla de Novísimo Mundo.

1. SIGLO XV: LA REVOLUCION FARMACEUTICA DEL RENACIMIENTO:

Según se iba produciendo el avance turco sobre la capital del Imperio bizantino, sus
habitantes huyeron hacia Italia llevando consigo la cultura griega clásica que con ellos
había sobrevivido desde hacía 1.000 años. La caída de Constantinopla en 1453 en manos de
los turcos supuso el fin de la Edad Media y el nacimiento de una nueva era: el
Renacimiento.

Esta reincorporación del mundo helénico a la Europa Occidental, de su lengua y, sobre


todo, de una de sus características: el concepto de individualismo trajo consigo
importantísimas consecuencias. La primera de ellas fue la aparición de la conciencia del
propio yo, que conllevó la rebelión del individuo contra la autoridad, las dudas ante todo
aquello que se tenía por cierto pero que nunca había sido demostrado que lo fuese.

El Renacimiento, el regreso del mundo clásico griego nació en Italia, pasó a Alemania y
después se extendió a todo el mundo cristiano europeo.

En el siglo XV, el alemán J. Gutenberg grabó por separado las letras del alfabeto para
combinarlas formando palabras, de manera que podían ser utilizadas repetidamente en la
composición de nuevos textos, es decir, inventó la imprenta.

La plana de escritura formada por caracteres móviles hechos por fundición, que podía ser
reproducida una y mil veces sobre papel de hilo, abrió a la gente el mundo de la cultura. Por
este sistema pronto se editaron libros de temas médicos-farmacéuticos: obras de Mesué,

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Nicolas, Dioscórides (de cuyas obras apareció en el XV primero una edición en griego y
después otra en latín), la "Materia Médica" de Platerius, obras de Arnaldo. En 1475
apareció la primera obra médica editada en España "Epidemia y peste " de Velasco de
Taranta.

A la vez se produjo el perfeccionamiento en la obtención de vidrio lo que supuso la


posibilidad de construir lentes muchísimo mejores; por primera vez pudo ser observado el
firmamento con mayor profundidad: es el siglo de Copérnico; paralelamente, se tradujeron
correctamente las obras de Ptolomeo. En esta época se comprobó por primera vez la
redondez de la tierra.

El conocimiento de las estrellas trajo consigo la mejora en los sistemas de navegación


marítima. El siglo XV estuvo lleno de descubrimientos geográficos: los navegantes
españoles y portugueses se adentraron en el Océano Atlántico. En 1492 se produjo el
encuentro entre Europa y América.

El hombre de ciencia del siglo XV tomó conciencia de su derecho a pensar por sí mismo, y
a elaborar sus propias teorías basándose en aquello que él había experimentado libremente.
Por fin, pudieron aparecer opiniones científicas individuales.

1.1. PARACELSO

El principal autor de la revolución médico-farmacéutica renacentista fue


Paracelso.Theophrastus Philippus Aureolus Bombastus von Hohenheim nació en
Einsiedeln (Suiza), hacia 1493. Hijo de médico rural, su padre le llevó a ver enfermos con
él desde que era un niño, a la vez que fue su primer maestro enseñándole botánica y
medicina. Más adelante recibió una educación humanística en centros religiosos; estudió
latín, filosofía, y sobre todo religión, cuya práctica no abandonó jamás. Siendo aún un niño,
su familia se trasladó a vivir a Villach (Austria) y allí observó la forma de trabajar en las
minas de hierro y aprendió los principios de la metalurgia y de la química; después
aumentó estos conocimientos en las minas de plata que poseía Fugger en el Tirol.

Estudió medicina en varias universidades italianas, donde se dio cuenta de la diferencia


existente entre un aprendizaje basado en la práctica -el primero que tuvo él cuando visitaba
enfermos con su padre-, y el teórico que impartían en la facultad y que en el fondo no le
interesó nada. Se doctoró en Medicina en la Universidad de Ferrara.

Entonces decidió aprender "verdadera medicina" viajando por Europa y, probablemente,


por Oriente Medio, conviviendo en estos viajes con toda clase de gentes y observando su
forma de vida, sus enfermedades, sus tratamientos y su evolución frente a éstos. Durante
sus viajes se puso en contacto con las gentes que practicaban lo que para él era la verdadera
medicina: los médicos del pueblo, los cirujanos barberos y los curanderos. Ellos fueron sus
verdaderos maestros, aunque él consideró que el mejor Maestro posible era la Naturaleza.

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Como médico, preparaba él mismo sus medicamentos; toda su vida se rodeó de gente
sencilla, vistió como ella, habló como ella y olió como ella. Es decir, hizo lo contrario que
los médicos de su época. Sin embargo, entre el pueblo, que le achacaba curaciones casi
milagrosas, su fama fue enorme. Esta magnífica reputación le siguió toda su vida.

Hacia 1526 se instaló en Estrasburgo. Allí vivía cuando fue llamado para tratar de una
grave dolencia al humanista J. Foebenius, un hombre rico e influyente, el editor más
famoso de Basilea. Foebenius, que era amigo personal de Erasmo, había sido desahuciado
por sus médicos, que querían cortarle una pierna. Paracelso, gritando improperios contra
estos médicos, le curó sin tener que llegar a esos drásticos extremos. En agradecimiento,
este hombre le ayudó consiguiendo para él una plaza de médico municipal y una cátedra en
la Facultad de Medicina de Basilea (1527). Sin embargo, este nombramiento resultó muy
conflictivo para Paracelso, pues se hizo con el apoyo de los reformadores eclesiásticos,
pero sin la aprobación de las autoridades académicas, quienes desde el primer momento
estuvieron en su contra.

Sus clases se hicieron famosas: las impartía en alemán y no en latín, en la plaza de la


ciudad y en ellas admitía a todo tipo de estudiantes, incluidos cirujanos barberos. Daba sus
clases de una manera desordenada y sin citar nunca autores clásicos, por los que sentía
auténtica aversión. A sus alumnos les advierte que él "no sigue a los clásicos; solo cree en
lo que ha descubierto con sus propias fuerzas y ha comprobado con la práctica y la
experiencia”. Sin embargo, sus clases estaban cada vez más concurridas. Desde sus clases
descalificó sin piedad a los antiguos cánones, y, en general, a todos los textos médicos
vigentes en aquella época, así como a la ciencia y la medicina tradicional, por las que solo
sentía un provocativo desprecio. El día de San Juan de 1527 hizo un auto público de fe y
arrojó a la hoguera los textos médicos clásicos (incluido el Canon de Avicena) que entonces
eran considerados imprescindibles para el ejercicio de la medicina. Esta manera de
enfrentarse a las normas establecidas le trajo numerosos problemas.

Sus colegas se burlaron de él y le apodaron "Cacophrastus". Paracelso les ignoró, y siguió


una y otra vez rompiendo lanzas a favor de su medicina basada en el repudio de las teorías
antiguas y su fe en la experimentación personal. Públicamente le llamaron "el Lutero de la
Medicina". Él les respondió diciéndoles que las suelas de sus zapatos y el polvo de su
cogote tenían más ciencia que todos ellos juntos. Completamente indignados por sus
métodos, sus colegas presionaron sobre las autoridades para que Paracelso fuera expulsado
de la Universidad. Incluso rehusaron dar el título de doctor en medicina a sus alumnos.
Paracelso les insultó llamándoles "doctores de Réquiem, tapaderas de vergüenza,
sacamuelas, embusteros, sofistas, piojosos, matadores de vacas y médicos de perros" y
añadió que " San Juan del Apocalipsis no ha visto monstruos tan horrendos como
vosotros”.

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Toda esta oposición frontal de sus colegas no pudo con él, que apoyado por los ciudadanos
de Basilea siguió impartiendo sus clases en alemán y admitiendo en ellas a quien quería.
Hasta que en 1528 curó a un clérigo aquejado de gota, y cuando quiso cobrar sus
honorarios, éste se negó a pagárselos. Paracelso recurrió a los Tribunales reclamando la
deuda, pero perdió el pleito. Entonces, sintiéndose injustamente tratado por la Ley, se
enfrentó a los jueces, empleando contra ellos un lenguaje un tanto grosero. Esta vez fueron
las autoridades judiciales las que se pusieron en su contra.

Paracelso, para evitar ir a prisión, huyó de Basilea, estableciéndose en Nuremberg,


Baratzhausen y San GaIl En estos lugares ejerció la medicina sencillamente, siguió
dictando sus clases en posadas o en tabernas, donde las escuchan gentes de todas clases
sociales, a la vez que escribió sus obras. Y bebió mucho.

En la última etapa de su vida se hizo predicador laico y viajó por el Tirol, Baviera y
Bohemia, falleciendo en 1.541 en el hospital de Salzburgo, debido a un cáncer de hígado.

a. Sus obras.

Escribió muchas obras: algunas fueron publicadas mientras él vivió, como la


“Grosse Wundartzney” (“Gran Cirugía”), que ejerció una gran influencia; otras
obras vieron la luz después de su muerte como "Opus Paramirum" escrita en San
Gall; y su principal obra médica "Das Busch Paragranum", escrita entre 1,529 y
1.530, donde están definidas las cuatro columnas que sostuvieron su medicina:
Elosotia, astronomía, alquimia y virtud; otras obras importantes fueron los escritos
sobre la sífilis y el Archidoxis, su manual de química.
Un siglo después de su muerte ya se habían publicado cientos de textos
paracelsianos, casi todos ellos referidos a remedios químicos, de manera que a
finales del siglo XVI existió una literatura completamente nueva sobre materia
médica.

Con su inteligencia clarividente abrió nuevos caminos a la ya moribunda "medicina


oficial" de su tiempo, intuyó una nueva concepción de la causa de la enfermedad,
situándola en algo "externo" al cuerpo, principalmente en el reino mineral y en el
aire atmosférico, y dirigiendo la terapia contra el agente que la había producido,
saliendo así por fin de la teoría del desequilibrio de los humores como causa
fundamental de las enfermedades.

Como médico ideó un tratamiento práctico para la curación de heridas y úlceras


crónicas, tan extendidas en aquella época; estudió las enfermedades de los mineros;
identificó la tuberculosis y la silicosis como enfermedades profesionales y fue el
primero en reconocer la forma congénita de la sífilis.

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Homeópata convencido, para la elección de medicamentos se dejó influir por la
Teoría de las Signaturas; así, por ejemplo, la pulmonaria tenía que curar
enfermedades del pulmón, o el aceite de cráneo humano tenía que combatir la
epilepsia. Nunca usó aquellas inmensas fórmulas de polifarmacia, que todavía
seguían usando sus colegas, sino que él prefirió usar los elementos simples, de los
que quiso aislar su "quinta esencia" -era un magnífico químico- pensando que así se
llegaba a extraer el principio activo emanado directamente de Dios, que era quien
informaba a la sustancia en cuestión de sus propiedades y la daba un conocimiento
exacto de su función curativa. Administró a sus enfermos aquellos medicamentos
que la experiencia le había enseñado que eran útiles frente a la enfermedad que
padecían.

Fue un partidario absoluto de los medicamentos químicos, que hasta entonces casi
no se habían usado. Estableció las bases de la Iatroquímica. Practicó una medicina
integral, en la que no admitía la separación entre médico-cirujano-farmacéutico,
exigiendo en consecuencia a quien se dedicara a ello un conocimiento personal
absoluto de todo lo necesario para curar la enfermedad, y aceptó, como principal
arma para luchar contra la enfermedad, al medicamento, que el médico debía saber
buscar, preparar y usar. Fue ante todo un terapeuta, que dedicó al estudio del
medicamento sus mejores obras.

Como filósofo, fue un seguidor del Neoplatonismo, de Hipócrates, de Lullio, de


Vilanova. Quiso saber de qué materia estaba formado el mundo que rodeaba a sus
enfermos y admitió los cuatro elementos como representantes de una forma de ser,
de una determinada característica. Junto tierra, fuego, agua y aire, admitió tres
substancias químicas fundamentales: azufre, mercurio y sal, siguiendo las ideas de
Geber, como representación de formas de comportamiento:

"[…] Azufre, que representa la combustión que da a las substancias naturales su


fuerza de crecimiento y de unidad; Mercurio, que significa posibilidad de mutación;
Sal, que representa la conservación: lo resistente al fuego, lo que queda de sólido
tras la combustión […]”.

Para Paracelso todo lo existente en el mundo era un compuesto de estos principios,


una transformación de lo que ya había habido; una configuración sucesiva de lo que
la mente divina había predestinado. Y admite un ente especial: el Archeus, suerte de
agente dinámico ordenador que regirá la combustión, separación, cohesión, o
adhesión de los cuatro principios y de las tres substancias; a este Archeus se debe el
que los elementos se unan para formar las plantas, los animales, a la vez que el
Archeus ordenará las funciones orgánicas de todo ser vivo. Gracias a él, la materia
prima se perfecciona, llega a la organización máxima y constituye la materia última.

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Si él no actúa, aparece la putrefacción. La enfermedad representa un estado mórbido
del Archeus, que se produce como consecuencia de un trastorno de la química del
cuerpo.

En todos estos conceptos juegan un papel fundamental los procesos químicos, que
son los que fallan, por lo que tienen que ser corregidos mediante remedios químicos.

b. Paracelso y la medicina.

Como expuso en su "Paragranum", la medicina de Paracelso estaba sostenida sobre


cuatro columnas:

A. Filosofía- Conocimiento científico total de la naturaleza visible e invisible, de la


que el hombre es el eje principal: "(…) es médico quien sabe de lo invisible, de lo
que no tiene nombre ni materia y, sin embargo, tiene su acción […] ".

B. Astronomía- Puesto que el hombre como microcosmos siente la acción del


Cosmos y con ello de todo lo que este contiene, influido por los astros, el hombre
tiene a la vez en sí parte de ellos. Los astros pueden influir sobre el hombre como
ser material, pero como también es un ser espiritual, el hombre puede resistir esa
acción. La sabiduría humana tiene debajo de sí todos los astros, el firmamento y el
cielo entero.

C. Alquimia- En la que Paracelso creyó, no como camino para obtener oro a partir
de la transmutación de metales, sino para obtener los secretos de la Naturaleza, la
verdadera maestra, la que elaboraba los mejores medicamentos. Es decir, creyó en
una alquimia cuyo cometido fundamental era la obtención de medicamentos.

Apasionado por el increíble laboratorio que para él era la Naturaleza, Paracelso


buscó el por qué una vaca comía hierba y producía leche, el porqué de la tierra
nacían las uvas; el porqué de los procesos patológicos. Buscó la piedra filosofal,
como remedio que curara todas las enfermedades: el elixir filosofal; así fue el
primero en intuir dos ciencias fundamentales para la medicina y la farmacia: la
bioquímica y la quimioterapia. Paracelso desarrolló técnicas de destilación
apropiadas para las substancias volátiles, que le permitieron obtener alcoholes,
licores, esencias y aceites. También descubrió ácidos minerales fuertes como el
vitriolo (ácido sulfúrico) y el agua fuerte (ácido nítrico).

D. Virtud- La base ética fundamental de todo hombre de ciencia -el amor al prójimo
y a la profesión- y una estructura científica basada en la progresión: ver-conocer-
entender-saber y, por lo tanto, poder hacer.

c. Paracelso y la enfermedad

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Paracelso creyó que la variación de los humores expuesta por Galeno era la
consecuencia de la enfermedad, no su causa, y encaminó su lucha no contra los
síntomas de esta variación sino contra la propia causa de la enfermedad.

Así aceptó 5 causas de enfermedad o ENS, que al entrar en nosotros producen la


enfermedad:

1. Ens astrale (ente astral): a este ente pueden deberse enfermedades por


cambios meteorológicos, o por influencia de los astros, ya que el hombre
depende del Cosmos.

2. Ens veneni (ente veneno): enfermedades producidas por alteraciones


bioquímicas; este ente puede ser cualquier sustancia que penetre en nuestro
organismo: un medicamento, un alimento, un veneno... que resultará
perjudicial para el organismo si su Archeus no actúa correctamente,
separando lo nocivo de lo útil.

3. Ens naturali (ente natural): o predisposición del organismo hacia tal


enfermedad.

4. Ens espirituati (ente espiritual): o influencia que sobre el ser ejerce su medio


de vida, convivencias familiares, sociales...

5. Ens Dei (ente divino): o acción de Dios, ser omnipotente que nos puede
mandar una enfermedad como castigo o como prueba.

d. Paracelso y el medicamento.

El médico se ha de lanzar a buscar estas semillas de la enfermedad y el


medicamento que actúe contra ellas. Y, como Paracelso, creía que el origen de la
enfermedad era químico, buscó en la alquimia los medios para combatirla. Así nació
el concepto de Arcano: ente inmortal existente en todo lo que cura, es decir algo
inmaterial que tiene en sí poder de generar, transformar, cambiar y renovar los
cuerpos, produciendo o protegiéndolos de la enfermedad y así influyendo
directamente sobre la vida. Para Paracelso el mundo estaba lleno de arcanos que
Dios, Sumo Boticario, había creado y puesto en él, para que el hombre los buscara y
los estudiara hasta ser capaz de conocerlos y aplicarlos.

Buscó también el "remedio específico" de cada enfermedad -que él estaba seguro de


que existía en la Naturaleza- y usando sus conocimientos químicos adquiridos en las
minas, se dedicó afanosamente a descubrirlo. Para ello trató químicamente drogas y
minerales, e incluso modificó los medicamentos ya conocidos desde la antigüedad,
y así extrajo sus quintaesencias con las que preparó extractos y tinturas, base de
todos sus medicamentos.

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Estos "productos químicos" obtenidos a fuerza de mezclar y separar, a menudo con
la ayuda del fuego, pero sin que apenas existieran reacciones químicas tal como hoy
las conocemos, eran considerados por él los auténticos principios activos separados
de sus impurezas:

 Fue el primero que obtuvo el láudano a partir del opio, y así lo llamó.

 Empleó el alcohol para obtener las quintaesencias.

 Usó muchísimo el mercurio, bien como metal, bien como sal.

 Usó el sulfato básico de Hg., después llamado "Turbit Mineral", contra la


sífilis, en lugar de usar el guayaco, como prescribían los demás médicos a
los que el llamó " […] médicos de madera […]". Obtuvo el sublimado
corrosivo de Hg. y el calomel: cloruro de mercurio.

 Obtuvo y usó el antimonio y al oxícloruro de antimonio le llamó "mercurius


vitea".

 Mencionó el Zinc, al que llamó el metal bastardo. También conoció el uso


del plomo, del arsénico, del hierro, del cobre, del cobalto y del bismuto.

 Inventó preparados como el "elixir de la propiedad", el "específico anodino"


y el "espíritu vitrioli antiepilectidis" o Licor de Hoffman que junto al
láudano han pasado a la posteridad.

Si es cierto que Paracelso durante toda su vida se enfrentó a los médicos de su


época, fue por el ejercicio que éstos hicieron de su profesión; y aunque les combatió
usando su peor lenguaje y les llegó a decir que sólo eran dignos de que algún perro
levantase contra ellos su pata trasera, tuvo que sufrir ataques mucho más
despiadados de ellos.

También combatió a los farmacéuticos, a los que dijo que si a él le trataban como a
un enemigo era porque no llenaba sus bolsas, al no prescribir nunca a sus enfermos
sus carísimas preparaciones. Les acusó de fraude, al sustituir en sus preparaciones
los componentes más caros por otros más baratos, pero cobrando siempre los más
caros y pidió continuamente inspecciones efectivas de las boticas.

Sin embargo, Paracelso, como ser humano demostró estar lleno de nobleza y
bondad hacia los que él consideró que realmente debía ayudar, y que entregó su vida
a esta gente sencilla con la que quiso vivir, atacando sistemáticamente a aquéllos
que se creían superiores a ella; " […] tu comes igual que un labrador, y traes al
nacer lo que trae un mendigo […]" les espetaba. Toda su vida consideró que el fin
de la medicina era el amor al prójimo y que servir al pueblo era el cometido del

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médico, inculcando en sus alumnos que lo primero para un médico debían ser
siempre sus enfermos y que, para poder dedicarse a curar a éstos, la base de sus
conocimientos la encontrarían siempre allí donde Dios la había puesto: en la
Naturaleza.

2. SIGLO XIV: LA FARMACIA

Si se puede considerar que la farmacia nace como profesión con los árabes y es bautizada
como tal por Federico lI, es durante este siglo cuando va a alcanzar su mayoría de edad.

El farmacéutico del siglo XVI es ya un hombre de ciencia, que ejerce su profesión


basándola en unos conocimientos adquiridos durante largos años de estudio y de práctica;
que escribe numerosos libros profesionales -en este siglo aparecerán numerosas obras de
farmacéuticos destinadas a otros farmacéuticos- y que participa activamente en la vida
sanitaria de su comunidad, donde está muy bien considerado. Por otra parte, las autoridades
comprenden que la farmacia es algo más que un ejercicio comercial, y exigen a los
candidatos demostrar su aptitud para poder ejercer la profesión aprobando un duro examen
de conocimientos. El examen de aptitud se vuelve obligatorio. Las oficinas de farmacia son
muy semejantes a las de siglos anteriores. Aparecen numerosas referencias escritas a
normas sobre su instalación: debían estar protegidas de los vientos, debían tener una cueva,
incluso algunos autores nos las describen como casas de varios pisos: una azotea, la
vivienda del boticario, la farmacia y su laboratorio, y la cueva.

Su interior lo conocemos a través de grabados de la época: concretamente existe un grabado


de 1548 en la que se muestra una botica germánica: en las paredes hay estanterías con
recipientes de madera en los que el nombre del medicamento que contiene no aparece
escrito, ya que era considerado un secreto, sino que aparece representado por un signo
convencional.

Del techo cuelgan en un semicírculo las balanzas; también cuelgan distintos animales:
caimanes, tortugas, escorpiones... usados en la preparación de medicamentos, sacos donde
se guardan las drogas y manojos de hierbas medicinales.

Aparece un recipiente donde se recogía la sangre de la sangría.

Aparece representado un mortero llamado germánico, el cual es más ancho por arriba que
en su base, más alto que ancho y con un asa a cada lado. Y se ve al farmacéutico trabajando
con ese mortero.

En este siglo va a aumentar considerablemente el número de los medicamentos usados al


incorporarse a las farmacopeas los que se traigan de América (zarzaparrilla, guayaco, raíz
china, palo santo...) y los químicos introducidos por Paracelso (S, Hg, Sb, Fe, y Cu). La

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tierra sellada se usó contra la peste. La Panacea Amualdiana hecha a base de cinabrio se
usó contra la lepra.

En las farmacias alemanas se empezaron a emplear como medicamento las aguas minero-
medicinales. Aparecieron dos nuevos medicamentos importantes: el láudano de Paracelso y
los emplastos del médico italiano Juan de Vigó. También se empezaron a usar ciertos
productos del reino animal, como, por ejemplo: los testículos del ciervo, la pata de la gran
bestia (pezuña izquierda de atrás del alce), la piedra de Bezoar, aceite obtenido por
maceración de escorpiones puesta al sol cierto tiempo, compuestos de víboras, emplastos de
lombrices; otros productos como piedras preciosas: esmeraldas, zafiros, granates, jacintos;
perlas.

Los bezoares eran concreciones formadas en los estómagos de diversos animales: los de
machos cabríos de Persia y de la India llegaron a ser muy valiosas y engarzadas en oro y
piedras preciosas ocuparon un sitio de honor en las vitrinas de la gente rica. Durante toda la
Edad Media se creyó que estas piedras tenían el poder de ser antídotos, y su presencia
protegía a sus dueños de la acción de los venenos.

Aparecieron multitud de medicamentos "secretos" que llegaron a tener gran fama: el


electuario, del sacerdote español Francisco Delgado, hecho con tinturas de guayaco y que
se usaba contra la sífilis, las píldoras de Barbarroja, que eran británicas y se usaban también
para tratar la sífilis, azote de este siglo, y los preparados medicamentosos del intrusista
italiano Leonardo Fioravanti, que a pesar de no ser médico, aunque hizo de tal, ni cirujano,
aunque operó, ni farmacéutico, inventó gran cantidad de aquéllos como el popularísimo
bálsamo de Fioravanti, hecho a base de resinas, nuez moscada y almizcle, y del que su
autor aseguraba que era un gran antídoto contra todo veneno, y recomendaba a los
enfermos que se untasen todo el cuerpo con él. Otros "medicamentos" suyos muy
conocidos en esta época fueron las Píldoras Divinas, el Licor Magno, el Ungüento
Angélico...

Pero quizás el mayor intrusismo lo realizaron los religiosos que por el procedimiento de dar
propiedades divinas a sus medicamentos, vendieron mucho. La Tintura del Cura Juan
Gramann hecha a base de plomo alcanzó una enorme popularidad; las aguas y aceites
olorosos que desde principios de siglo vendieron los dominicos de Santa María Novella
(Florencia) también.

Llegados a este punto he de señalar que los farmacéuticos del siglo XVI a la hora de
preparar los complicadísimos medicamentos que los médicos prescribían se encontraron
con el gran problema de tener que sustituir un componente del que muchas veces no
disponían por otro que tuviera una acción semejante, y que estas sustituciones dependieron
muchas veces del criterio del atribulado boticario y muchas más veces del poder adquisitivo
de éste, lo que dio origen a no pocas reclamaciones e incluso escandalosas protestas por
parte de los médicos.
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En Francia se llegó a dar una lista oficial de sucedáneos de drogas. En este país estaba
permitido a las mujeres ser boticarias.

En España, por una orden del emperador Carlos V (1523), se prohíbe el acceso al examen
de boticario a drogueros, especieros, y parteros y se ordena que sean examinados los
médicos, cirujanos y estudiantes de farmacia que lo deseen, siempre que reúnan los
siguientes requisitos, saber; ser hombre mayor de 25 años, saber latín, y tener como mínimo
cuatro años de practica en una botica ya autorizada.

En Alemania, por esta época, se dejan de vender cera y velas en las boticas, pero se sigue
vendiendo azúcar, conservas, bizcochos, frutas confitadas, turrones, mazapanes, dátiles,
mostaza, bujías de incienso y bujías ordinarias, así como tinta, papel, lacre, vino y licores- a
la vez que se advierte de que no se venda solimán ni ningún otro veneno sin receta del
médico. La ley alemana prohíbe que las mujeres sean boticarias e incluso que estén
dispensando medicamentos en una oficina de farmacia.

En Suiza, la ley obliga al farmacéutico a acompañar al médico en sus visitas profesionales


para que aprenda medicina por si alguna vez es necesario. Esto pasa también en algunos
lugares de Francia.

En la Universidad de Coímbra (Portugal) se incorpora el estudio de los medicamentos


como enseñanza obligatoria para los futuros boticarios, que han de asistir a estas clases dos
veces a la semana durante un año.

En Venecia los Justicias dictan disposiciones para establecimientos de farmacia. En el


Continente Americano todavía no existe la profesión farmacéutica.

En cuanto a la literatura farmacéutica del siglo XVI, quizás lo más importante fue el
incremento del número de Farmacopeas editadas en toda Europa: en España(1511, 1535,
546, 1553, 1587). En la edición de 1553 apareció versificado en castellano los simples de
Mesué. En Alemania (Nuremberg, 1546), en Copenhague, en Múnich, en Basilea...; hacia
la mitad del siglo apareció la segunda edición del Recetario Florentino. Estas farmacopeas
estaban escritas con el fin de definir las fórmulas que eran consideradas definitivas por las
autoridades competentes bajo la supervisión de los médicos que eran quienes las redactaban
y facilitar así el trabajo del boticario que las iba a preparar y que estaba obligado a
seguirlas.

A través de ellas los médicos siguieron controlando el trabajo de los farmacéuticos, quienes
siguieron supeditados a las normas dictadas por ellos para la fabricación de medicamentos.
Pero a través a de ellas se concretaron las concentraciones de principios activos presentes
en los medicamentos que los médicos administraban a sus pacientes. Hasta el siglo XVIII
no aparecieron farmacopeas escritas por farmacéuticos.

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Durante este siglo aparecieron numerosas obras escritas por farmacéuticos para otros
farmacéuticos: el "Dispensarium ad aromáticus" de Nicole Prévost (Lyon, 1478 y 1488)
describía los elementos simples y 575 compuestos, y contenía un vocabulario farmacéutico.
Saladin di Asculi escribió un "Compendium Aromatarum" (Bolonia, 1488) que llegó a ser
considerado un vademecum indispensable y en ella abordaba todos los aspectos posibles de
nuestra profesión. A éste le siguió Quiricus de Augustus con su "Luz de los Boticarios"
(Turin, 1492), y a éste Jacobus Manlüs de Bosco con su "Luminaria Mayor" editada en
Venecia. Esta línea de trabajo fue seguida por otros muchos boticarios como Paulus
Suardes en Italia, Pedro Mateo en España o Michel Dusseau en Francia. La "Institutionum
pharmaceuticarum" de Jean Renou (Paris, 1608), fue editada también en Alemania y Suiza
y en ella se aprecia claramente la influencia de la obra de Asculi.

En cuanto a la conservación de medicamentos, dado el precio que estos alcanzaron esta


adquirió una gran importancia de manera que se convirtieron en obligatorias ciertas
medidas: la triaca debía ser conservada en recipientes de oro, de zinc o de plomo; las
especies aromáticas debían ser conservadas en cajas de oro o de platino; las grasas, los
aceites y los ungüentos para los ojos en recipientes de porcelana o de cristal.

a. La Botánica del siglo XVI

Si bien todas las materias médicas recibieron durante este siglo un significativo
empujón, la botánica se vio especialmente enriquecida gracias a las numerosas
plantas que fueron traídas de América.

La llegada a este nuevo mundo supuso para los botánicos europeos la posibilidad de
descubrir muchísimas plantas hasta entonces desconocidas, de estudiarlas y de
coleccionarlas. Entre ellos se impuso el reto de encontrar un equivalente para cada
una de las más de 600 plantas comentadas por Dioscórides en su "De materia
médica” y de situarlas dentro del esquema galénico de la patología humoral.
Políticos, conquistadores, geógrafos, religiosos... todos se convirtieron en botánicos
apasionados, deslumbrados ante la flora americana, y aunque la botánica como
ciencia no adelantó apenas -faltaban todavía 200 años para que naciera Linneo- y se
siguió clasificando las plantas según la taxonomía de Aristóteles y Teofrasto en
hierbas, arbustos y árboles, se trajeron a Europa numerosas especies que hasta
entonces eran desconocidas. Cristóbal Colón habló de la patata, el tabaco, el cacao.
Hernán Cortés habló de cultivos mexicanos: vainilla, maíz, Gonzalo Fernández de
Oviedo y Valdés, gobernador de Cartagena de Indias, escribió una "Historia General
de las Indias" en la que describió entre otras muchas cosas la flora colombiana. El
jesuita Juan de Acosta vivió seis años entre Perú y Méjico, al cabo de los cuales
escribió una "Historia natural y moral de las Indias". Francisco Hernández fue
médico personal de Felipe II, y de este rey español recibió el encargo de viajar a
Nueva España y reunir toda la información posible " […] de los médicos, cirujanos

19
y herboristas nativos y españoles […]" y de efectuar " […] una relación de todas las
hierbas, árboles, plantas y semillas con cualidades medicinales […]". Partió hacia
allí en enero de 1570 y después de pasar casi siete años recopilando datos, escribió
su obra, la más científica de todas estas citadas; en ella describió más de 3.000
plantas que había visto, acompañando sus descripciones de numerosos dibujos en
colores, clasificando cada una de ellas en función de su efecto fisiológico, dándola
la cualidad que según el esquema galénico la debía corresponder: caliente, caliente y
húmeda; fría, fría y seca; etc... e incluso es posible que hiciera con muchas de ellas
ensayos farmacológicos en el Hospital Real de las Indias de la ciudad de Méjico.
Esta obra nunca fue editada y casi se destruyó durante un incendio del Escorial
donde estaba depositada. Fue rescatada por un napolitano, Antonio Rechi quien hizo
un extracto de ella y lo publicó bajo el título de "Nova plantarum".

Durante este siglo se hicieron por toda Europa los primeros herbarios y los primeros
Jardines Botánicos dedicados a cultivar las plantas traídas del continente americano
con el fin de aclimatarlas y de estudiarlas. Estos Jardines Botánicos eran particulares
y se consideraban un signo de distinción. El primero de España fue plantado en
Aranjuez, por orden de Felipe II, pero pronto fue destinado a jardines de recreo. El
Jardín Botánico instalado en las Islas Canarias fue el mayor centro de aclimatación,
y el punto desde el que se repartían las especies traídas del Nuevo Mundo por todo
el Imperio Español. Hoy día sigue existiendo.

Los primeros herbarios impresos están fechados en 1477. En 1483 aparecieron


simultáneamente varios herbarios ilustrados, con el fin de ayudar a los estudiosos a
diferenciar las plantas en ellos descritas. Escritos en italiano por autores
renacentistas, pronto fueron traducidos al holandés, alemán y latín. También
tuvieron otra intención, como queda plasmada en el prólogo de la edición inglesa
del "Gran Herbario", impreso en Londres en 1526, donde se especifica que ha sido
editado con el fin de "[…] enseñar como puede sanarse el hombre con hierbas de
jardín y plantas de los campos, así como con las costosas recetas preparadas por los
boticarios […]".

Sin embargo, durante los primeros años del Renacimiento, la obra de Dioscórides
"De materia Medica" siguió siendo la más apreciada, siendo reiteradamente editada
en varios idiomas, previamente revisadas, con ilustraciones y comentarios por
distintos autores como Pietro Andres Mattioli (París, 1516), Amatus Lusitanus
(Venecia,1553 y Lyon, 1558), o Valerius Cordus (Frankfurt, 1549, Paris 1551 y
Estrasburgo, 1561).

b. Las drogas medicinales y el Nuevo Mundo

Los países del oeste de Europa, hartos del monopolio ejercido por el poderoso
Ducado de Venecia sobre el comercio de todo tipo de materias -incluidas las
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especias y las drogas medicamentosas-, entre esta ciudad-estado y el Próximo y
Extremo Oriente, vieron en las riquezas del continente americano la solución a este
problema. Españoles, portugueses, británicos, franceses y holandeses se lanzaron a
competir por los nuevos territorios, con sus fuentes de materias primas todavía
intocadas.

Además de Francisco Hernández, fueron muchos los que se dedicaron al estudio de


las plantas medicinales: en 1585 el capitán británico Richard Hakluyt elaboró una
lista de treinta y un tipos de personas que necesitaba para formar una expedición al
continente americano, y en segundo lugar puso "[…] los hombres expertos en toda
clase de fármacos […]". El médico azteca Martín de la Cruz recopiló un herbario en
su lengua autóctona. En 1552, otro azteca, al que se describe como "[…] un indio de
Sotximilco […]" lo tradujo al latín. Se llamaba Juan Badianus. El Manuscrito
Badianus, que se conserva en la biblioteca del Vaticano, fue impreso por vez
primera en inglés en el año 1935.

La extensa obra del portugués García da Orta "Coloquios dos simples e drogos de
cousas medicinais da India" sobre la botánica y la medicina de las Indias, fue escrita
aprovechando los muchos años que pasó allí desterrado por la Inquisición. Esta obra
fue ampliada por el español Nicolás Monardes. Sevillano quien cursó Medicina en
la Universidad de Alcalá; de vuelta a su Sevilla natal, se dedicó al estudio de las
drogas que llegaban del continente americano, y formó con ellas un museo
farmacológico que tuvo un gran éxito. Sus obras se titularon "Historia medicinal de
las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales" y "Segunda parte del libro de
las cosas" publicadas en Sevilla en 1565 y 1571 respectivamente. En 1574 se hizo
una edición de los dos volúmenes juntos que muy pronto fue traducida al latín,
italiano, francés e inglés y fue reeditada más de 50 veces. Monardes introdujo en
Sevilla la zarzaparrilla procedente de Nueva España.

Del continente americano se trajeron el alcanfor, el jengibre y el ruibarbo, que ya


eran conocidos; pero también el guayaco, descubierto por españoles en las Indias
Occidentales; la jalapa y el mechoacan, descubiertos en Méjico también por
españoles; la capilaria, descubierta por portugueses en Brasil, el bálsamo de Tolú y
el bálsamo de Perú introducidos por Monardes; la gaultheria, descubierta por
británicos en el estrecho de Magallanes; el sasafrás descubierto por españoles y
franceses en la zona sudeste de los Estados Unidos. Su llegada a Europa desató la
codicia de muchos, produciendo una auténtica "fiebre del sasafrás" y no pocos
beneficios a los que se dedicaron al comercio de su corteza y su madera. Las hojas
de coca no fueron usadas como medicamento hasta el siglo XIX, cuando fue posible
extraer la cocaína de ellas.

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Sin la menor duda, la droga más importante que se importó del Nuevo Mundo fue la
quina traída por los jesuitas desde Perú, y de la que se conocen sus propiedades
antipalúdicas desde el siglo XVII.

3. SIGLO XVII: LA FARMACIA

Este siglo se va a caracterizar por el triunfo de la experimentación: los científicos van a


extraer sus teorías de lo observado durante sus experiencias prácticas; esto los va a llevar a
estudiar los diferentes temas en sus fuentes naturales, no a través de trabajos escritos por
otros autores, a la vez que definitivamente van a dejar de lado la antigua ciencia y su
dogmatismo.

A. Principales autores:

Rogelio Bacon: este monje franciscano vivió entre 1214 y 1294. Pero como fue el
primero en recomendar la experimentación personal como fuente de conocimiento,
en ver en el experimento el único camino para demostrar la evidencia de los hechos,
y en intuir la relación entre el mundo matemático y el de las ciencias naturales, es
decir en adelantarse 300 años largos a decir lo mismo que los pensadores del siglo
que nos ocupa, me veo en la obligación moral de referirme en primer lugar a él.
Incluso usó la expresión "ciencia experimental", aunque en un sentido muy amplio.
Algunas de estas ideas le valieron la persecución y la cárcel.

Francisco Bacon, Barón de Verulamio y Canciller de Inglaterra. (1561-1626).

Su principal contribución al pensamiento moderno consistió en impulsar los


métodos de la ciencia experimental en su país, divulgando su método inductivo.
Para ello:

1. Demostró que la forma como hasta entonces se habían obtenido los


conocimientos estaba llena de errores.
2. Combatió la tendencia a generalizar sin datos suficientes.
3. Propuso un nuevo sistema de trabajo basado en la inducción: un científico
ante una investigación de un tema ha de: 1°. realizar numerosos
experimentos, 2°. extraer las consecuencias de éstos; 3°. enunciar principios
generales de acuerdo con estas consecuencias que aclaren el porqué del
fenómeno estudiado. Sus métodos de trabajo encontraron poca influencia
fuera de Gran Bretaña.

Galileo Galilei. (1564 - 1642).

Este físico, astrónomo y matemático italiano fue el propulsor de la moderna ciencia


física. Galileo partió de la siguiente idea: aplicó el razonamiento científico al

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estudio de la Naturaleza y sus fenómenos. Para conseguirlo, propuso el siguiente
esquema:

1. Partir de la observación de hechos aislados.


2. A partir de ellos, enunciar una hipótesis que los explique.
3. Comprobar experimentalmente esa hipótesis.
4. Convertir las consecuencias extraídas en ley. "El gran libro de la Naturaleza
está escrito en lenguaje matemático".

Fue el primero que se dio cuenta de que para avanzar en el conocimiento de este
lenguaje matemático era imprescindible la investigación.

Galileo fue castigado por un tribunal de la Inquisición por afirmar que era la Tierra
la que giraba alrededor del sol y no al revés como afirmaba la iglesia para la que
resultaba inconcebible que la Tierra, a la que creía el centro del universo, resultara
un simple planeta, uno más de los que giraban alrededor de un astro mucho mayor.
Obligado a retractarse públicamente, lo hizo para salvar su vida; sin embargo,
completamente seguro del resultado de su trabajo, cuentan las crónicas que
inmediatamente después de presentar su retracto, Galileo dijo en voz muy baja: "Y,
sin embargo, se mueve".

René Descartes (1596 - 1650).

Este filósofo francés fue realmente el iniciador de la filosofía moderna, libre de


ideas ocultas y cuya base es el conocimiento humano y la experimentación. En su
obra "Reglas para la dirección de la mente" escrita en París, hacia 1628, expuso su
interés por desarrollar un método que explicase el avance científico y pudiera ser
utilizado en el estudio de cualquier materia científica y lo encontró en lo que él
mismo llamó "duda metódica", cuyas reglas básicas eran no aceptar como verdadero
nada más que aquello que fuera evidente y simple y descomponer cualquier
dificultad en tantas partes como fuera posible. Es decir, viviseccionar las ideas hasta
llegar a lo que Descartes llamó la verdad evidente cuyas principales características
eran "claridad y distinciori; a estas ideas las llamó "simples". Pero como las ciencias
más importantes en aquel momento eran las matemáticas, Descartes, impresionado
por el rigor y la capacidad sintetizadora de ellas, las tomó como modelo de manera
que lo que realmente intentó fue encontrar una idea simple a partir de la cual se
pudieran deducir las demás ideas en una cadena deductiva. al modo de una
demostración de geometría. Es decir, el "pienso, luego existo" cartesiano.

Isaac Newton (1642 - 1727).

Este físico y matemático inglés quiso suprimir las hipótesis como base de su sistema
cognoscitivo y las sustituyó por el método de elevar a la categoría de Leyes de la

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Naturaleza el resultado de los cálculos realizados a partir de observaciones
particulares y después comprobar experimentalmente las consecuencias de estas
leves.

Por este camino descubrió la ley de la gravitación universal. Aunque la fuerza de


gravedad ya había sido intuida anteriormente por otros científicos, fue Newton
quien desarrolló su fórmula matemática, quien comprobó que la fuerza de caída de
los cuerpos variaba con la altura, y quien demostró que esta caída de los cuerpos era
la manifestación de una fuerza que llenaba el Universo. Como consecuencia enunció
la ley de la gravitación universal, indicando que cada partícula del universo atrae a
todas las demás con una fuerza que varía directamente con el producto de sus masas
e inversamente al cuadrado de sus distancias. A Newton le debemos también el
cálculo infinitesimal, el binomio y las comprobaciones de que la luz blanca es la
suma de los 7 colores básicos.

B. Academias

El clima de tolerancia y libertad de pensamiento que se vivió durante este siglo entre
los hombres de ciencia permitió el nacimiento de las Academias científicas. Estas
eran asociaciones de hombres de ciencia cuyo fin específico se concretaba en
compartir entre todos ellos los descubrimientos de cada uno de sus miembros.
También los descubrimientos de sus miembros se divulgaban entre los demás socios
por medio de una revista científica que ellos mismos editaban. La primera
Academia de índole estrictamente científica que se fundó fue en Nápoles, en 1560.
Su finalidad era el fomento de las ciencias naturales, pero enseguida tuvo que
disolverse al ser perseguida por la Inquisición romana. La misma suerte siguió la
Accademia dei Lincei, fundada en Roma en 1603 por el príncipe de Chesi, quien la
dotó de un museo de Historia Natural y de un jardín botánico; a ella perteneció
Galileo. Esta Academia pudo renacer después de un tiempo, y hoy día aún existe. La
Academia del Cimento o de Experiencia fue fundada por discípulos y admiradores
de Galileo en Florencia. (1657), bajo la protección del cardenal Leopoldo de
Medicis; esta Academia desapareció a la muerte de su protector.

En Gran Bretaña, fue Francisco Bacon el primero en lanzar la idea de las ventajas
que supondría la fundación de asociaciones de este tipo: en su escrito "Nova
Atlántida" se refirió a las ventajas que supondría para el avance científico el que
cada trabajo individual fuera comentado y compartido por la totalidad de la
comunidad científica y a la conveniencia de reunirse todos aquellos que
persiguieran el adelanto científico en locales en donde existiesen condiciones para
hacer experimentos. En 1645 empezaron a reunirse en Londres un grupo de
filósofos para discutir sus ideas; por causas políticas celebraban sus reuniones a
puerta cerrada en el Colegio de Gresham. Mas adelante, aprovechando la

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Restauración de Carlos II, esta asociación se transformó en la Real Sociedad de
Londres para el fomento del conocimiento natural. Su órgano literario
"Transacciones Filosóficas" fue aprovechado por los hombres de ciencia para dar a
conocer a través de esta revista sus experimentos según los iban realizando en sus
laboratorios privados.

Francia, desde la primera parte del siglo, algunos científicos se empezaron a reunir
privadamente en casa del sacerdote Merssene, con el fin de dar a conocer entre ellos
sus investigaciones. A partir de esta iniciativa, las academias se convirtieron pronto
en importantes instituciones oficiales, en su mayoría creadas bajo la tutela del
cardenal Richelieu. En 1666, se creó la Academia de las Ciencias, que estaba dotada
de laboratorios donde los socios podían realizar sus experimentos; de esta manera
los demás socios teman un conocimiento práctico de ellos, y no sólo teórico como
en el caso de la sociedad londinense.

En Alemania, solo se fundó una Academia y fue de índole muy diferente a las
anteriores, pues la "Academia Imperial de los Curiosos de la Naturaleza de
Alemania" fue creada para mantener correspondencia entre sus afiliados, siendo los
trabajos de estos publicados individualmente; hasta 1670, en que fueron publicadas
sus primeras memorias, no tuvo sede social.

En España, aparecieron dos academias: el "Colegio de San Telmo" y la "Real


Sociedad de Medicina de Sevilla", fundada por seis médicos y un farmacéutico que
en 1697 se empezaron a reunir en tertulias científico-literarias, si bien, no
consiguieron que se aprobaran sus estatutos hasta 1700, por lo que la labor de esta
Academia se sitúa en el siglo XVIII.

Además de las revistas publicadas por estas academias, aparecieron otras de carácter
general como el "Journal des Savants" en Francia (1665), o el "Giornale d'Italia" en
1668.

C. DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS

A lo largo del XVII, se van a producir numerosos descubrimientos científicos que


van a facilitar el trabajo de los investigadores; dos de ellos resultaron fundamentales
para el mundo de la ciencia y ambos se los debemos al mismo genio; me refiero al
microscopio, al termómetro y a Galileo.

Galileo inventó el péndulo y la balanza hidrostática y sacó partido al telescopio


inventado por Drebbed, enfocándolo hacia los astros... y hacia los objetos más
pequeños que encontró; así construyó un precursor del microscopio al que llamó
"occhialino"; el nombre de "microscopio" se debe a Juan Faber que fue miembro de
la Accademia dei Lincei. El nombre de "telescopio" se debe al príncipe de Chesi.

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Galileo también desempeñó un papel importante en el descubrimiento del
termómetro, pues, aunque él nunca nos habló directamente de este aparato, sus
discípulos se refieren numerosas veces al "(…) termoscopio ideado por Galileo
(…)" y lo describen como un tubo estrecho y abierto por un extremo, rematado con
una bola de vidrio por el otro y lleno de aire y que se introducía por el lado del
extremo abierto en una vasija que contenía un líquido de manera que éste subía
dentro del tubo y luego, sometiendo el sistema al frío o al calor, se podía medir lo
que descendía o ascendía el nivel del líquido dentro del tubo. Pero al ser un sistema
abierto, las mediciones no eran exactas, ya que influía sobre ellas la presión
atmosférica. Primeramente, el tubo no tuvo ninguna graduación; con el tiempo se le
dio una graduación arbitraria.

El médico italiano Sanctorius ideó varios termoscopios con los que media la
temperatura de las manos, el aliento y la boca de sus enfermos. A lo largo de este
siglo, estos aparatos se perfeccionaron mucho: se llenaron de alcohol, se fue
cerrando el extremo abierto, hasta que Carlos Rinaldini, miembro de la Accademia
dei Cimento, propuso adoptar dos temperaturas fijas para graduarlo y eligió el punto
de fusión del hielo y el punto de ebullición del agua, que ya Hooke había
demostrado que eran constantes. Entre ambos puntos se hicieron unas graduaciones
arbitrarias, hasta que en el siglo XVIII se hicieron ya escalas científicas. También en
este siglo XVII, Torricelli y Pascal idearon el barómetro, aunque su nombre se debe
a Mariotte.

D. LA PROFESION EN EL SIGLO XVII

a) Las boticas

El interior de las boticas lo conocemos por distintos grabados de la época y en ellos


se aprecia la existencia de cosas colgadas del techo, como las que se veían en las
boticas del XVI; una separación entre la zona destinada a atender al público y la
destinada a la preparación de medicamentos; la presencia, además del boticario, de
varios ayudantes que eran estudiantes de farmacia y la aparición de los distintos
aparatos, como el termógrafo de Galileo, según éstos se fueron incorporando al
trabajo farmacéutico. En estos grabados aparece un motivo religioso, generalmente
una imagen del Niño Jesús o del Espíritu Santo.

b) Medicamentos.

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La quina fue dada por los indígenas del Perú a los jesuitas, quienes la llevaron
primeramente a Italia; después llegó a España, donde fue muy bien recibida e,
inmediatamente, incorporada a las farmacopeas, se cree que fue difundida por la
condesa de Chinchón, Virreina del Perú, de ahí que fuera conocida con el nombre de
"polvos de la condesa". El que fuera un medicamento traído por los jesuitas retardó
su uso en la Europa protestante. Se dice que fue aceptada en ese mundo cuando un
médico inglés, Talbot, curó con ella de un ataque de malaria al rey inglés Carlos II.
La quina acabó definitivamente con la creencia de que Galeno había investigado y
descubierto toda la ciencia médica, al tratarse de un medicamento del que no había
hablado nunca y, sin embargo, ser muy activo farmacológicamente frente a una
enfermedad existente en Europa.

La Ipecacuana era usada por los indígenas del Brasil. El primer europeo que la
mencionó fue el jesuita Manuel Tristao. Con ella fue tratado de una disentería el
Delfín de Francia, hijo del rey Luís XIV, y futuro rey de este país. La droga le curó
y así quedó definitivamente aceptada en Europa.

Bálsamo de Perú y Tolú, raíz de colombo, liquen de Islandia, jalape, coca, te, café,
chocolate y tabaco para fumar son productos que ya eran conocidos pero que su uso
no se generalizó hasta este siglo. El uso de la digital también es de este siglo.

El tabaco se generalizó entre los españoles que fueron a América, pero su difusión
por Europa se debe a británicos y holandeses; esta difusión fue muy rápida y entre
todas las clases sociales; el uso que se le dio fue como medicamento, así que se
vendía en las farmacias. Sin embargo, su uso fue combatido por el rey Jacobo I y el
papa Urbano VIII, quienes, por supuesto, no consiguieron su erradicación.

c) La lucha en Francia: Paracelsianos frente a Galenistas. El triunfo de los


medicamentos químicos.

Este siglo fue el del triunfo definitivo de la Iatroquímica: los medicamentos


químicos de Paracelso fueron ganando adeptos progresivamente en Alemania, en
Inglaterra y en el resto de Europa, salvo en España y en Francia, cuyas instituciones
médicas, profundamente conservadoras, seguían instaladas en el más estricto
galenismo negándose a cualquier innovación, aunque no sin ciertos problemas. En
Francia, este enfrentamiento resultó especialmente conflictivo al darse la
circunstancia agravante de que la mayoría de los médicos paracelsianos fueran
hugonotes y, por lo tanto, considerados, por sus ideas religiosas, como enemigos del
poder establecido. A finales del siglo XVI y principios del XVII la confrontación
saltó a la prensa y a los tribunales: los enfrentamientos verbales entre el claustro de
la Facultad de Medicina de Montpelier, paracelsiano, y el de la Universidad de
París, profundamente conservador y galenista, fueron especialmente feroces; los
enfrentamientos escritos entre ambos claustros se tradujeron del latín al francés, al
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alemán y al inglés, y alcanzaron una gran difusión. El odio llegó a ser tal, que la
Academia de Paris durante mucho tiempo se negó a aceptar el ingreso de ningún
médico seguidor de las doctrinas de Paracelso, e, incluso, expulsó de su seno a
aquellos médicos que las practicaran. La "guerra" llegó hasta los farmacéuticos
cuando el rector de la facultad de Medicina de París, Guy Patin, acérrimo enemigo
de los medicamentos químicos, intentó que se pusieran de su parte, y que ni los
preparasen ni los vendiesen en sus boticas, y, como no lo consiguió, se enfrentó a
ellos y les acusó de utilizar en sus en sus preparados medicamentosos sustancias
químicas y nuevos fármacos vegetales (concretamente la quina, de la que se declaró
su completo enemigo) importados desde América, en contra de la orden dada por la
Facultad de Medicina de París. Los boticarios, que tenían el criterio de poder usar
toda aquella sustancia medicamentosa que consideraran útil, no aceptaron su
intromisión.

En respuesta a la postura de los farmacéuticos, en 1625 se publicó "Le medecin


charitable" escrito por el medico Philibert Guibert, en el que se daban formulas muy
asequibles en cuanto a su elaboración y su costo, para que cualquier persona se
pudiera preparar sus propias medicinas en su casa a base de hierbas compradas en
herboristerías. Este tratado de remedios caseros alcanzó gran popularidad y
numerosas ediciones, hasta el punto de que Patin afirmó en 1649 que él había
arruinado a todos los boticarios de Paris. Sin embargo, los boticarios consiguieron
resistir de manera que finalmente el profesorado medico acabo reconociendo la
mayor eficacia de los medicamentos de botica frente a los cocimientos caseros. Este
cambio también fue favorecido por el hecho de que Luís XIV fuese curado con vino
emético, y esta indudable y real cura obligó a los médicos franceses a cambiar su
postura hacia los medicamentos químicos.

Como medicamentos químicos se usaron: tartrato de sodio y potasio o medicamento


laxativo secreto; sulfato sódico y sulfato amónico o glaubero; sulfato potásico
impuro o sal policresta y sulfato potásico fundido o sal prunella; nitrato de plata en
barras; quermés mineral o polvos de los cartujos y píldoras perpetuas de antimonio;
muchas de estas recetas se transmitieron por herencia de padres a hijos
farmacéuticos.

En este siglo se logró aislar la lactosa y se obtuvo el ácido fórmico, tratando


hormigas con aceite.

Entre los preparados galénicos sobresalen el electuario lenitivo de sen, la pócima de


sen compuesta o bebida vienesa; el láudano de Sydenham; las píldoras escocesas y
un sin fin de medicamentos "secretos" como el agua de la vida, de la que se
desconoce su composición; el orvilano, mezcla de distintas plantas y de la que se
decía que curaba la viruela, la peste y la gota. Moliere la dedicó unos versos. El

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elixir de Garus estaba hecho a base de tinturas de aloe, mirra, vainilla y canela y
paradójicamente cuando fue atacado por la Academia francesa alcanzó una gran
difusión hasta el punto de que, a la muerte de su inventor, su viuda gozó de un
permiso especial del rey para poder seguir preparándolo. El remedio provenzal
contra las fiebres tercianas de efecto termostático; el agua de Rabel y el agua de
Alibar.

Esta fue una época en que el intrusismo religioso en nuestra profesión fue total: los
monjes fabricaban medicamentos como el elixir de quina de Fray Cavalieri, o los
cosméticos de fray Paladini, ambos muy usados; se puede decir que no hubo
monasterio, convento u hospital religioso que no contara con su farmacia, y que
estas fueron regentadas por religiosos que no estaban obligados a seguir el plan de
estudios obligatorio para los farmacéuticos seglares.

Y también, sobre todo en Francia, fue la época de los clisteres o lavativas, que se
llegaron a considerar fundamentales para conservar la belleza de fuera... y la salud
de dentro: las damas francesas de alta alcurnia se llegaban a poner hasta tres al día,
generalmente de esencia de rosas y agua de azahar, y se sabe que el rey Luís XIII
llegó a ponerse 312 lavativas en un año. Los clisteres eran generalmente preparados
por los farmacéuticos: un dibujo de su jeringuilla llegó a estar incluido en el
emblema de algunas corporaciones de farmacéuticos franceses. Y para más datos
diré que la gente rica tenía su propia jeringuilla, mientras que los menos adinerados
alquilaban la suya a la farmacia.

La facultad de Medicina de París, que también los preparaba, llegó a comparar los
clisteres como método curativo a la sangría y a las purgas. Se preparaban clisteres
purgantes, astringentes, anodinos, alterantes, carminativos... Sobre cómo eran
administrados por los farmacéuticos se han hecho muchas caricaturas, algunas
francamente sangrantes, pero, en general, y, aunque eran preparados en las boticas,
a la hora de la verdad no eran administradas por los boticarios sino por sus
ayudantes o por criados.

E. Usos y costumbres de la profesión en este siglo.

En España, en 1650, Felipe IV dictó una orden para que en todo su reino la farmacia
fuera considerada un Arte Científico, en todo igual a la Medicina, eximiéndose por
ello a los boticarios de pagar toda contribución gremial de oficios mecánicos o de
comercio. Poco tiempo después los boticarios fundan un Colegio de Boticarios de
San José, cuya finalidad es ante todo religiosa, aunque como corporación veló por
los intereses de sus afiliados. También, en este siglo, el Protomedicato ordena que
en los virreinatos americanos solo puedan preparar medicamentos aquellos que sean
de origen español.

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En Portugal, todavía a lo largo de este siglo, los medicamentos podrán ser
preparados por médicos, cirujanos y boticarios.

En Inglaterra, los médicos podían ejercer como boticarios y fue una práctica común
que tuvieran un ayudante encargado de preparar los medicamentos que ellos
recetaban, a la vez que se ocupaba de realizar operaciones de cirugía menor. A
principios de este siglo se creó la Sociedad de Apotecarios de Londres, que
agrupaba a boticarios y especieros y, más tarde, apareció la "Society of the Art and
Mystery of the aphotecaires of the city of London", a la que pertenecieron sólo
boticarios y cuyos miembros fueron los autorizados para preparar, vender, aplicar y
administrar medicamentos en Londres y en siete millas a la redonda. Esta sociedad,
que en un primer momento fue mal acogida por especieros, químicos -por quitarles
ventas- y médicos -porque sus miembros también ejercían la medicina- creó un
jardín para el estudio y cultivo de plantas medicinales.

En Alemania el desarrollo de la profesión durante este siglo estuvo bajo el control


estatal: hacia 1600, unas doscientas ciudades alemanas poseían ordenanzas
regulando la práctica de las oficinas de farmacia en la línea marcada por las
directrices dadas en las Constituciones de Federico II.

El ejercicio de la profesión durante este siglo se vio sospechosamente relacionado


con una "costumbre" muy extendida entre todas las capas sociales: me refiero a la
costumbre de envenenar.

La costumbre de administrar sustancias venenosas a diestro y siniestro estuvo


particularmente extendida en Italia (alguien que había sido "italianizado" quería
decir alguien que había sido envenenado) y en Francia. Como su Finalidad solía ser
acelerar una herencia que no llegaba, al veneno se le llamó "polvos de sucesión". La
italiana Teofonia de Adamo se hizo famosa por preparar un líquido sin olor ni sabor
a base de arsénico, de excelente aceptación entre las señoras a quienes estorbaban
sus maridos, a las que se lo vendía como producto de belleza bajo el nombre de
"Maná de San Nicolás de Bari" acompañado de una imagen de este santo. En
Francia sobresalió la marquesa de Briuvilliers quien, muy profesional, probaba la
eficacia de sus venenos en asilos y hospitales por el procedimiento de repartir
comida que los contenía entre los allí acogidos, antes de administrarlo a su padre, a
sus hermanos, a algún criado y a su amante. Después de un sonado proceso, en el
que se vio envuelto un boticario llamado Glaser, fue condenada. Y como
consecuencia de este sonado proceso, una orden religiosa llamada "Los Penitentes
de Nuestra Señora" denunció, sin dar nombres, el hecho de que frecuentemente se
confesaran personas de haber envenenado o intentado envenenar a alguien, e,
incluso, una vez apareció en un confesionario una nota en la que se denunciaba el
hecho de que se estaba intentando envenenar a Luís XIV.

30
A la vista de los frecuentes casos de envenenamiento, en Italia, Francia y Alemania
se dictaron una serie de leyes destinadas a controlar la venta de sustancias
venenosas por parte de los boticarios.

Viendo el panorama, se entenderá perfectamente la enorme difusión que tuvieron a


lo largo de este siglo tres remedios tenidos por absolutamente infalibles contra todo
tipo de venenos: me refiero a la Triaca, el Unicornio y la Piedra Bezoar.

La Triaca, atribuida a Andrómaco, medico de Nerón, quien la compuso por primera


vez a partir de una fórmula de polifarmacia creada por el griego Eudemas a la que él
añadió la carne de víbora, ha sido, por su fórmula enormemente complicada, el
símbolo de la polifarmacia. Su composición varió mucho con las épocas, aunque
siempre tuvo entre sus componentes la carne de víbora añadida por Andrómaco,
reputada como el más infalible contraveneno. Tenía que ser víbora hembra, pero sin
huevos, y en sus cualidades influía la edad, el tamaño y el color; otros componentes,
casi todos de procedencia oriental, eran el regaliz, la salvia, la goma arábiga, el
azafrán, la mirra, ect ...y su importancia, enorme: fue descrita en todas las
farmacopeas hasta este siglo. Modernamente, se han hecho estudios farmacológicos
sobre sus efectos, llegándose a la conclusión de que la única acción que tenía era la
de ser ligeramente antiséptica sobre el aparato digestivo, acción conferida por las
sustancias balsámicas que entraban en su composición, pero no era activa contra la
peste, la rabia o la sífilis como se creía. Sin embargo, la fe que tenían en ella era tan
grande, que si una Triaca no curaba las enfermedades como se esperaba de ella, es
que estaba mal hecha.

Durante siglos, la Triaca se preparó en Venecia, desde donde era vendida al resto de
los países que la empleaban, hasta que, en el siglo XVII, cuando, dados los precios
que llegó a tener la Triaca veneciana, los colegios farmacéuticos decidieron hacerla
ellos mismos: su preparación constituía todo un ceremonial: primeramente, se
exponía ante el público sus componentes ricamente adornados y luego era preparada
ante las autoridades médico-farmacéuticas del lugar. El colegio oficial de
Farmacéuticos donde se había elaborado era el que luego la vendía a sus miembros.

Se conocía como "unicornio" el cuerno procedente de distintos animales reales o


imaginarios como ciertas especies de cabras, de caballos fantásticos, o de
rinocerontes, sin especificar exactamente de cual se trataba y era considerado
efectivo frente a la epilepsia, las convulsiones, o la locura y, sobre todo, como
antídoto contra las bebidas venenosas, hasta el punto de que se llegó a creer que un
veneno bebido en una copa de unicornio no hacía efecto, razón por la cual la gente
importante, es decir, susceptible de ser envenenada con mayor probabilidad, se
proveía de ellas aunque tuviera que pagarlas a precios fabulosos. Hoy se sabe que el

31
unicornio era el diente del narval; también fue usado como símbolo de algunas
corporaciones farmacéuticas.

La piedra bezoar de origen arábigo, de la que ya se ocuparon Rasis, Avicena y


Averroes, también tenía una acción farmacológica y otra como antídoto; su
naturaleza era desconocida: unos opinaban que era de origen mineral y otros que era
una sustancia animal formada dentro de una cabra, o más concretamente que se
trataba de las lágrimas solidificadas de una cabra que había sido mordida por una
serpiente. Hoy día se sabe que eran cálculos formados en el aparato digestivo de
ciertos rumiantes. Su fama decayó mucho cuando Ambrosio Paré, cirujano (no era
médico) de Carlos IX de Francia, hizo el siguiente experimento: el rey tenía uno al
que daba un gran valor y Paré, que no creía para nada en las cualidades de esa
piedra, le propuso ensayarla en un condenado a muerte; había por aquellos días un
cocinero de palacio condenado a muerte por el robo de algunos objetos de plata, a
quien propusieron el experimento. El pobre hombre aceptó, y se bebió su veneno en
una copa en la que se había introducido, sujeto por una cadena de oro, el bezoar del
rey.... y murió, claro. Después de recuperar su bezoar, se dice que el rey lo echó al
fuego.

Un detalle sobre Ambrosio Paré: este cirujano francés que gozó de la amistad y la
total confianza de su rey, durante sus operaciones anestesiaba a sus enfermos
mediante la aplicación de una fuerte presión en las carótidas.

Otra costumbre de este siglo tan lleno de supersticiones fue el uso de una colección
de sustancias de lo más pintoresco como, por ejemplo:

El ungüento armorum, de los tiempos de Paracelso, servia para curar heridas


siempre que no afectasen órganos vitales. Se lavaba la herida con agua y se
vendaba; a continuación, se aplicaba el ungüento sobre el instrumento causante de la
herida día tras día hasta que la herida era curada por los efluvios emanados desde el
arma hasta ella.

La munia era una sustancia dura, negra y de aspecto resinoso, obtenida en los
primeros tiempos de su uso de preparados resinoso-aromáticos que habían sido
exudados por cadáveres embalsamados, sobre todo en el antiguo Egipto; más tarde,
debido a su escasez y gran demanda, se hizo munia con trozos de cadáveres de
personas contemporáneas que fueron embalsamadas en el momento de su muerte:
evisceradas y rellenas con mirra, acíbar, pez, y betún, envueltas en arpilleras
empapadas en trementina y puestas a desecar con calor fuerte hasta que perdían toda
su humedad. Era usada contra la gangrena, tisis y se recetó hasta el siglo XIX.

El llamado "mal del rey", en contra de lo que pueda parecer no era una enfermedad,
sino un "remedio": la enfermedad era la escrofulariosis y el remedio, que no se sabe

32
cómo nació, consistía en la costumbre de pedir al rey ayuda contra ella. Shakespeare
en su obra “Macbeth” nos describe la ceremonia: el rey se sentaba en la sala de
banquetes rodeado de médicos-cirujanos y personajes de la corte, y ponía sus manos
sobre la cara del enfermo mientras un capellán decía: "el rey pone sus manos sobre
ellos y los cura". Esta ceremonia también se hizo en Francia.

F. EL SIGLO XVII EN AMERICA

Es lógico pensar que en los primeros tiempos de la presencia europea en América no


apareciera su medicina, ya que los europeos que fueron allí en primer término eran
marinos y soldados y que, lógicamente, la medicina europea debía haber llegado a
América con los colonos que fundaron las primeras ciudades, al establecerse en
ellas médicos, cirujanos y boticarios emigrados desde Europa. Sin embargo, esto no
fue así, ya que durante casi todo el siglo XVII hubo escasez de toda clase de
profesionales sanitarios y la razón parece deberse a que fueron en un numero escaso
y porque los que fueron no se dedicaron a su profesión sino a explotar las enormes
riquezas de su suelo. Hasta el siglo XVII no se conocen boticas establecidas en
suelo americano: en 1616 un boticario y un médico asociados establecieron en
Guatemala la primera botica americana.

Anteriormente, en 1605, un médico establecido en Buenos Aires actuaba también


como boticario, preparando sus medicamentos en su propia casa. En esta misma
ciudad se dio la primera regulación sobre medicamentos en 1632, en la que se
indicaba que debería hacerse su venta por peso y medida, pero de esta misma
regulación se desprende que los productos medicinales se vendían en las tiendas de
coloniales y en las pulperías. En 1667, aparece indicado en las actas del Cabildo de
Buenos Aires, que no se había establecido ningún médico, cirujano ni boticario, ni
en aquella ciudad, ni en quinientas leguas a la redonda.

Los colonos que se establecieron en México y en Perú, países considerados más


ricos, y, por lo tanto, más importantes para la corona castellana, estuvieron
atendidos por médicos y farmacéuticos castellanos enviados allí con este fin por el
Protomedicato, ya desde el siglo XVI.

En Brasil se autorizó la primera botica en 1640. Hasta esa fecha, los medicamentos
fueron vendidos en las casas particulares de boticarios y herboristas, que en muchos
casos ejercían también como médicos.

En Canadá, en 1606, se estableció el primer boticario, el francés Herbert, quien


simultaneó la venta de medicamentos con el cultivo de una enorme hacienda.

En las zonas de influencia inglesa no existieron boticarios, sino que los


medicamentos generalmente eran suministrados por los mismos que los recetaban.

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Por ejemplo, en Massachussets, antes de 1692, se habla de un grupo de personas de
lo más heterogéneo que ejercen la medicina y la farmacia conjuntamente, en el que
se incluyen cirujanos, barberos, sacerdotes, maestros de escuela y hasta un
carnicero.

Por último, quiero destacar el papel que desempeñaron durante este siglo las
misiones religiosas, especialmente las de los jesuitas: éstos construyeron en sus
reducciones hospitales en los que se montaron boticas dotadas de simples, traídos
desde Europa, con los que se preparaban los distintos medicamentos que se
necesitaban, o, incluso, estos ya preparados, si su elaboración era especialmente
compleja.

G. Literatura Farmacéutica del siglo XVII

A lo largo de este siglo se publicaron numerosas farmacopeas, bien revisiones de


ediciones publicadas en siglos anteriores, como la del “Dispensatorium de
Nuremberg”, de la “Farmacopea Augustana de Augsburgo” (1601), del “Códice
Farmacéutico de Venecia”; de la “Farmacopea de Ámsterdam”, de la de Londres (en
cuya redacción intervino el francés Teodoro Turquet) y de la de París (en cuya
redacción participó Francisco de Boé), bien de nueva publicación, siendo muy
variable la extensión territorial que cubría cada una de estas ediciones. Numerosas
ciudades europeas prepararon editaron su farmacopea en abierta rivalidad entre
ellas, como es el caso de los Países Bajos, donde entre 1638 y 1699 aparecieron
publicadas farmacopeas en Bruselas, Utrech, La Haya, Amberes, Gante, Lovaina y
Brujas, que solo se consideraban válidas para cada una de estas ciudades. En la
ciudad de Valencia (España) se editaron dos farmacopeas llamadas "Oficina
Medicamentorum", en 1603 y en 1698.

En 1698 apareció el “Dispensatorium Brandenburgicum” válido para todo un


principado alemán.

En otros casos las farmacopeas eran únicas para todo un país, como la Farmacopea
de Madrid, publicada en 1739 y de obligado cumplimiento para todos los boticarios
españoles. La finalidad de estas farmacopeas publicadas bajo el control
gubernamental era la intervención en la profesión farmacéutica por parte de las
autoridades, garantizando la estandarización en los medicamentos y que los
farmacéuticos dispensaran los medicamentos prescritos. En general, eran redactadas
por médicos pertenecientes al Collegium local; solamente la farmacopea de Lieja de
1714 fue redactada por cuatro médicos y dos boticarios. Habrá que esperar hasta
1799, a que aparezca la primera farmacopea redactada solo por farmacéuticos. Estas
farmacopeas constaban de cuatro partes:

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La primera parte titulada "De medicamentis simplicibus" consistente en una lista de
simples de origen vegetal, divididos en categorías como raíces, cortezas, hierbas,
hojas, flores, frutos, semillas, gomas, resinas, bálsamos, lágrimas y hongos. A
continuación, solía aparecer otra bajo el epígrafe "Animalia, Eorum Partes, et
Excrementa" seguida de la lista titulada "Mineralia, Metalla, Lapides et Salía
Terrae". Los simples de origen marino estaban descritos bajo el título "Marina".

La segunda titulada "Composita Galenica" donde se describían las aguas destiladas


simples, las aguas destiladas compuestas, licores, vinagres destilados, tinturas,
elixires, decocciones, jarabes compuestos purgantes, mieles, conservas, electuarios,
confecciones laxantes, antídotos y opiáceos, polvos purgantes, polvos aromáticos,
píldoras, extractos, trociscos, aceites exprimidos, aceites destilados, bálsamos,
ungüentos, emplastos y ceras.

La tercera parte contenía las composiciones químicas: la descripción de un gran


número de estos compuestos fue el reflejo de la importancia alcanzada en este siglo
por ellos. La mayor parte de estos medicamentos estaban elaborados a base de
mercurio, antimonio o azufre.

La cuarta y última parte describía las complicadas fórmulas de polifarmacia, por


ejemplo, la Triaca descrita en la Farmacopea de Lieja de 1741 requería sesenta y
dos ingredientes.

Además de esta descripción de substancias, las farmacopeas orientaban a los


farmacéuticos sobre lo que se esperaba de ellos que supieran, lo que se esperaba de
ellos que hicieran y sobre el equipamiento y suministros que debían poseer en sus
establecimientos.

Como autores importantes de este siglo debemos considerar a:

Teodoro Turquet de Mayerna: suizo de nacimiento, pasó la mayor parte de su


juventud en Paris, donde ejerció como médico y farmacéutico. Enfrentado a los
miembros de la Facultad de Medicina de París por haber escrito una obra "Apología
del Antimonio" en la que defendía los preparados antimoniales, tuvo que huir a
Inglaterra donde llegó a ser médico personal de la casa real y a intervenir en la
redacción de la farmacopea de ese país. Como químico trató el hierro con ácido
sulfúrico y se dio cuenta de que el gas que se desprendía en la reacción era
inflamable, aunque nunca supo que ese gas era hidrógeno.

Moisés Charás, médico y farmacéutico francés, profesor del Jardín de Plantas de


París, también tuvo serios problemas con sus colegas de la facultad de Medicina de
París -era protestante- que le obligaron a huir, primero a Inglaterra y, después, a
Holanda y a España. Denunciado a la Inquisición de este país y harto de huir

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siempre por lo mismo, optó por convertirse al catolicismo y así pudo volver a su
país natal, donde fue aceptado como miembro de la Academia de Medicina. Sus
obras más importantes fueron "Pharmacopea royale galenique et chimique"
y""Tratado de la Triaca".

Juan Scodero, médico alemán, escribió una "Farmacopea médico-química".


Aficionado a la medicina astrológica, en esta obra, junto a descripciones de
medicamentos químicos, hay clasificaciones astrológicas de plantas.

Francisco de Boé, más conocido como Silvio, autor de una "Opera Medica" en la
que describió un gran número de medicamentos químicos. Seguidor de Paracelso,
pensaba que todo lo que se forma dentro del organismo es el resultado de una serie
de fermentaciones producidas a partir de los alimentos ingeridos: estas
fermentaciones estaban influidas por la temperatura del organismo y por su espíritu
vital y determinaban el equilibrio acido-base del cuerpo humano.

La buena salud se establecía cuando la acidez y la alcalinidad se encontraban en las


debidas cantidades y en las debidas proporciones. La enfermedad suponía una
acrinomia (el exceso de una o de la otra) y el tratamiento consistía en reestablecer el
equilibrio por medio de fármacos químicos que poseyeran la naturaleza contraria al
sentido en que se hubiera desequilibrado el organismo enfermo. Esto es exactamente
el fundamento de la Iatroquímica.

Fue el primero que distinguió entre sangre arterial y venosa y consideró que el color
de la sangre arterial se debía al aire obtenido en la respiración.

Angel Sala, italiano que estudió y ejerció la medicina en Alemania. Buen químico,
consideraba que el espíritu vitriólico (ácido sulfúrico) no era otra cosa que vapor
sulfúrico al que se le había quitado algo de aire y observó que distintos espíritus
vitriólicos preparados por distintos caminos eran semejantes entre sí y por lo tanto
de la misma naturaleza.

En toda la literatura de este siglo se pueden apreciar las dos corrientes que
existieron: la renovadora, partidaria de las teorías de Paracelso y de los
medicamentos químicos, que se extendió desde Alemania a Italia, a Inglaterra y al
resto de los países protestantes, y la conservadora, apegada a la vieja medicina
galénica, practicada en España y en Francia en donde se erigió como su gran
defensora la Facultad de Medicina de París.

Estas dos corrientes no tuvieron una coexistencia pacífica, dado que los seguidores
de una y de otra se enfrentaron repetidamente, en muchos casos con verdadera saña,
hasta que la evidencia de los hechos consiguió imponerse y los partidarios de la
vieja medicina galénica acabaron aceptando su error.

36
4. LA FARMACIA EN LA “ILUSTRACIÓN” (1740 – 1800)

Definición de Ilustración: La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual,


visionado en Europa, desde mediados del siglo XVIII hasta inicios del siglo XIX. Fue
especialmente notorio en las potencias europeas de la época (Francia, Inglaterra,
Alemania). Su principal objetivo trataba en tener la finalidad de “disipar las tinieblas de la
ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón”. Por este y
otros motivos, se conoce al siglo XVIII como “Siglo de las Luces” (Sesboüé y Theobald,
1997).

A. Profesión del Farmacéutico:

Debido a los continuos avances científicos y tecnológicos de la época, la química se iba


haciendo una ciencia cada vez más globalizada y estaba empezando a reemplazar
métodos antiguos y obsoletos y a potenciar teorías que tenían cada vez más aceptación.

Las farmacias iban depurando sus fórmulas magistrales, ya que algunas de estas
fórmulas tenían más perjuicios que beneficios, otras eran simplemente muy caras de
producir o se habían encontrado alternativas más baratas.

El boticario de la época era un profesional respetado, era adinerado y sus negocios


siempre terminaban en las manos de sus hijos o parientes cercanos, debido a la gran
cantidad de literatura y tradición oral que se manejaba.

B. Instrumentos útiles de la época:

Un invento de la época fue el pildorero, el cual


consistía en un peine de madera que indicaba
dónde cortar la pasta de las píldoras preparadas
anteriormente.

Los albarelos (de origen árabe) empezaron a ser


obligatoriamente utilizados en las boticas,
especialmente en las que se encontraban dentro de los hospitales o en las farmacias
reales; se conservaban en armarios y en su
interior contenían mayormente sólidos como
polvos o hierbas, o cremas y ungüentos, pero
muy rara vez líquidos. (Encyclopædia
Britannica, 2012).

El termómetro de mercurio fue creado por


Gabriel Farenheit en 1714, pero quién lo
clasificó en la escala centígrada fue Jean-Pierre
Christin en 1744. (Casati, 1992).

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C. Generalidades:

Las farmacopeas se beneficiaron del sistema de clasificación propuesto por Carlos


Linneo a mediados de siglo, esto permitió que las materias primas sean mejor
organizadas para una eficiente preparación de los medicamentos.

En 1745, William Heberden publicó "Antitheriaka: an Essay on Mithridatium and


Theriac" donde se exponía su punto de vista sobre la dudosa efectividad del mitridato y
la triaca como antídotos, y al ser Heberden un médico muy respetado, se empezó a
quitar estos compuestos de las farmacopeas.

Este antecedente fue el inicio para que las farmacias eliminaran de sus farmacopeas las
prescripciones no técnicas, es decir, las que solo habían sido fundamentadas en la
superstición y en la credulidad popular.

D. Grandes descubrimientos:

En este siglo se hicieron grandes estudios sobre: Sales de mercurio y antimonio,


carbonato básico de magnesio, subnitrato de bismuto, sulfuro de mercurio, cloruro
bárico, ácido bórico, formol, mentol.

Van Sweiten mejoró el tratamiento contra la sífilis con preparados mercuriales

Se popularizaron las primeras sustancias orgánicas, y se descubrió el NO 2, el primer


anestésico del mundo.

Edward Jenner denominado el “padre de la inmunología moderna” creó la vacuna


contra la viruela (la primera vacuna de la historia), al observar que las personas que
ordeñaban las vacas generalmente tenían heridas abiertas que entraban en contacto con
pústulas de vacas infectadas. Esto lo llevó a inocular al niño James Phipps, y con este
ensayo se ganó reconocimiento en toda Europa (De Arana, 1994).

E. Plantas usadas en esta época:

Nombre común Nombre científico Uso

Aceite de ricino Ricinus communis Purgante

Cólchico Colchicum autumnale Diurético

Cicuta Conium maculatum Narcótico

Estramonio Datura stramonium Sedante

Belladona Atropa belladona Anticolinérgico

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En el ámbito legal, Inglaterra fue el primer país que autorizó la venta exclusiva de
un medicamento, creando así las patentes farmacéuticas (Klitzke, 1959) y Francia
impuso la norma que exigía revelar la composición de los fármacos y un control
sanitario antes de ponerlos a la venta.

En España, El protomedicato o consejo de médicos reales decidía: quién podía abrir


un establecimiento de farmacia, cuántas farmacias se podían establecer en una
ciudad, dónde se debían establecer, qué había que estudiar para ser farmacéutico, los
años de prácticas necesarios, qué clase de medicamentos se podían preparar, qué
normas de preparación se debían seguir, y que es lo que se podía vender en las
oficinas de farmacia y a qué precio.

En 1737 Felipe V aprueba los estatutos del Real Colegio de Boticarios de Madrid.
(Real Academia Nacional de Farmacia, 2013).

En una cédula fechada el 13 de abril de 1780, el rey Carlos III termina con el
predominio médico sobre la profesión farmacéutica al separar definitivamente las
competencias de ambos y crear el Tribunal del Proto-Farmaceuticato como órgano
encargado del control de la profesión. (Gallego y Méndez, 2007).

La Sociedad de Farmacéuticos de París usa por primera vez el símbolo de la copa de


Higia y la serpiente en 1796 (Dilleman, 1976).

F. Los dispensarios:

Los Dispensarios más famosos fueron: la "Pharmacopoeia Bateana" escrita por George
Bate, la "Pharmacopoeia extemporánea" escrita por Thomas Fuller y la "Pharmacopoeia
officinalis and extemporánea, or a compleat English dispensatory" de John Quincy. A
partir de la obra de Quincy, William Lewis publicó la más popular de todas ellas: el
"New Dispensatory" apareció en 1753.

“La farmacia es el arte de preparar y componer sustancias naturales y artificiales con


fines medicinales, de una forma que resulte adecuada a sus propiedades respectivas y a
la intención de curar […]", la definió Lewis. La dividió en dos clases: galénica y
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química, y distinguió entre componentes teóricos y componentes prácticos. (Henry,
1830).

G. Reconocidos científicos de la época:

Científico Aportes notables

Joaquim Becher Teoría del Flogisto

Georg Stahl Teoría del Flogisto, Teoría vitalista

Friedrich Hoffmann Gotas de Hoffmann

Sigismund Marggraf Química analítica (precipitación del


hierro), aislamiento del zinc,
descubrimiento de azúcar en la remolacha

Torbern Olof Bergman Descubrimiento de H2CO3, C2H2O4, H2S;


uso del soplete, relación entre cristales y
minerales

Carl Willeim Scheele Descubrimiento de O2, N2, Ba, Cl2, Mo,


Mn, ácido cítrico, ácido úrico, ácido
tartárico, el glicerol, la albúmina vegetal,
el cianuro de hidrógeno

Henry Cavendish Descubrimiento del H2 y la composición


del agua H2O

Joseph Priestley Aisló el O2, Descubrió el NH3, NO2,


observó la fotosíntesis sin trabajar sobre
ello.

Antoine Lavoisier Ley de la conservación de la masa,


combustión, descubrió el ácido acético,
elaboro la nomenclatura química.

5. ROMANTICISMO (1800-1848)

Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto


de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su
rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de
sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo es que se presenta de manera
distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación
se desarrollan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.

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Se desarrolló fundamentalmente en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose
desde Inglaterra a Alemania. Después a Francia, Italia, Argentina, España, México, etc.

Con la llegada del S.XIX, los avances de la profesión farmacéutica son imparables y la


historia de la Farmacia se consolida. La tecnología permite la fabricación de nuevos
equipos de laboratorio (pipetas automáticas, centrifugadoras, molinos, etc) y la preparación
de nuevas formas farmacéuticas, como los comprimidos, cápsulas, inyectables y
supositorios. Aparecen los primeros medicamentos industriales. No dejan de publicarse
obras sobre temas de farmacia y la enseñanza se imparte en facultades de farmacia
independientes.
Las farmacias se modernizan y van perdiendo elementos que hasta entonces formaban parte
de su idiosincrasia, como los albarelos, ahora sustituidos por tarros de porcelana. Nuevos y
más precisos instrumentos ocupan el laboratorio. Adoptan como símbolo una esfera de
cristal llena de un líquido, normalmente rojo o verde, que colocaban en los escaparates para
identificar el local como farmacia.

Siguen apareciendo nuevos fármacos como la morfina, aislada por el farmacéutico


Serturner o la cafeína, por los farmacéuticos Pelletir y Caventou, que también aislaron la
quinina y la estricnina entre otros. Muchos ilustres compañeros aportaron su granito de
arena: Parmentier difunde con éxito la patata en Francia para combatir la hambruna,
Buchner descubre la parafina, Courtois el yodo, Soubeiran el cloroformo, Serullas el
yodoformo, Balard el bromo, Stromeyer el cadmio, Oersted el aluminio, Döbereiner el
acetaldeído, Walker las cerillas de fricción, Guibourt la cumarina, Ambrosioni el azúcar en
la sangre de los diabéticos, Bussy el magnesio y el berilio, Klaus el rutenio etc.

41
Pasteur da un nuevo concepto de enfermedad: la microbiología médica. Se desarrolla la higiene
pública y medicina social. Nace así la farmacología experimental, la química moderna que
desarrolla el estudio de los gases.

A. Comienzo de la industrialización.

En el planteamiento científico terapéutico se produce un cambio sustancial. Se conoce la causa


de algunas enfermedades, lo que conduce a terapéutica etimológica, no sintomática.

Se incrementa la utilización de hidrología y balneoterapia. Se moderniza la dietética y se acepta


la gimnasia médica. Los avances de laboratorio propician el nacimiento de la Farmacología
experimental. Los avances científicos y tecnológicos darán lugar a la industrialización
farmacéutica.

Se realiza una nueva instrucción de visitadores.

Con las nuevas ordenanzas, solo los farmacéuticos podrán extender medicamentos simples y
compuestos. Se precisará receta médica para los medicamentos que se indique. Se prohíbe la
venta de remedios secretos.

Durante este periodo el farmacéutico tiene un laboratorio químico-farmacéutico donde puede


preparar nuevos medicamentos, no es tan solo una rebotica.

42
6. POSITIVISMO (1848-1914)

Se continúa desarrollando la medicina experimental, se da la introducción de los alcaloides,


anestésicos, analgésicos y antisépticos, identifican agentes patógenos causantes de
enfermedades y su erradicación mediante vacunas.

La primera vacuna de la historia fue descubierta por el médico rural inglés Edgard


Jenner en 1796 y servía para combatir la viruela, pero no fue hasta 1881 que se le dio el
nombre de vacuna como tal, cuando Louis Pasteur desarrolla un experimento con una
vacuna antiantráxica en carneros y vacas. Al comunicar los resultados, Pasteur introdujo el
término de vacuna, que procede del latín vacca (vaca), a fin de homenajear a su predecesor,
Jenner.

A. Experimentos con la vacuna

43
FigN°01: Edward Jenner. Tratado histórico y practico de la vacuna

Jenner decidió probar ese conocimiento empírico y tuvo la idea de inocular a una
persona sana con la viruela de las vacas para conferirle inmunidad frente a la terrible
enfermedad.

El 14 de mayo de 1796 extrajo pus de una pústula de la mano de Sarah Nelmes, una
ordeñadora que había contraído la viruela de su vaca lechera, y lo inoculó a un
saludable niño de 8 años llamado James Phipps.  

El pequeño desarrolló una leve enfermedad entre el 7º y el 9º día. Se formó una


vesícula en los puntos de inoculación, que desapareció sin la menor complicación.
El 1 de julio, inoculó al niño con la temida viruela, pero no enfermó.

Jenner envió un informe a la Royal Society de Londres, que lo rechazó. En 1798


publicó a sus expensas el libro “Investigación acerca de las causas y efectos de la
viruela vacuna” y comenzó una campaña en pro de su “vacuna”, que fue muy
discutida.

Los científicos de la época, e incluso la Asociación Médica de Londres, se


opusieron al tratamiento de Jenner y, en muchas ocasiones realizaron críticas
violentas e injuriosas. Incluso desde los púlpitos se predicaba que la vacuna era una
acción anticristiana.

B. Las Jeringas

44
FigN°02: Alexander Wood y su jeringa

En 1844 el médico irlandés Francis Rynd diseñó una aguja hueca para inyectar
líquidos bajo la piel de los pacientes. Una década más tarde en 1849 el escocés
Alexander Wood ideó la aguja hipodérmica, buscando una manera de aliviar los
dolores que provocaba la neuralgia a su esposa. Descubrió que pinchando
morfina en el nervio que provocaba el dolor este se mitigaba con más rapidez y
eficacia. [ CITATION Jua03 \l 12298 ]

En 1851, el cirujano Charles Gabriel Pravaz de Lyon, Francia, diseñó una jeringa


hipodérmica similar, precursora de las actuales. La dosificación se conseguía dando
vueltas al eje de un pistón. Pronto se popularizó el uso de la “Jeringa Pravaz” en
diversas cirugías (la primera vez que la utilizó fue para la inyección intravenosa de
anticoagulantes para el tratamiento del aneurisma). A través de su extremidad
superior un orificio da paso al vástago del pistón y la graduación se halla inscrita
sobre el vástago. En otros modelos el pistón es de amianto, de goma vulcanizada.
En su cuerpo va la división en centímetros cúbicos y décimo en un cilindro de
cristal esmerilado, que ajusta a la cavidad del cuerpo terminando éste en un tubo que
en la jeringa pequeña se adapta al diámetro exterior del pabellón de las agujas y en
las de mayor tamaño se emplea una pieza metálica que se llama raccord. Un tipo de
jeringa especial es el de Barthelemy, jeringa de muy pequeño tamaño y división
centesimal usada para inyectar medicamentos de pequeñas dosis (insulina y
tuberculina).

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FigN°03: Charles Gabriel Pravaz y su jeringa

El inglés Williams Fergusson simplificó la jeringa y el fabricante Luer la


industrializó. Muchas dificultades que habían enfrentado quienes experimentaban
con transfusiones de sangre desaparecieron con la invención de la jeringa
hipodérmica, con su afilada aguja hueca. El invento propició el uso indiscriminado
de la morfina como un remedio contra todo tipo de dolores. La trágica muerte de la
Sra. Wood como consecuencia de su adicción debió haber sido una advertencia para
los médicos, pero no sucedió así. Sin ninguna base científica, afirmaban que si
administraban la morfina por vía oral, se originaban trastornos porque no sabían con
exactitud qué dosis dar. En cambio, si lo hacían a través de la fina agujita del Dr.
Wood, sabían exactamente cuánta inyectar, los resultados eran más rápidos y no
producía hábito.

En el año de 1856, el doctor Baker, de Nueva York, en una visita a Edimburgo,


conoció la jeringa Ferguson. Con este modelo, la compañía George Tiemann, de
Nueva York, produjo la primera jeringa hipodérmica hecha en los Estados Unidos, y
fue entonces cuando el uso de jeringas y agujas especialmente construidas se hizo
más común. Los primeros libros sobre medicamentos hipodérmicos muestran
jeringas hechas por George Tiemann de Nueva York, Autenriewth de Cincinnati y
Gemrig & Son y Letz & Sons de Filadelfia. Estas jeringas fueron hechas de diversos
materiales, tales como vidrio, hule consistente, plata esterlina, celuloide y plata
alemana. Los pistons fueron hechos generalmente de cuero. Con estos desarrollos en

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la fabricación llegamos al nacimiento de la jeringa hipodérmica como es conocida
hoy en día.[ CITATION Oro19 \l 12298 ]

C. Personajes detacados

En el siglo XIX ya se sabía que la estimulación eléctrica de diferentes nervios producía


gran variedad de efectos fisiológicos, hechos que resultaban difíciles de comprender.
Las administraciones de algunos principios activos producían respuestas similares a las
observadas con estimulación eléctrica y esto interesó profundamente a la comunidad
científica de la época. Los principios activos recién aislado, además de los posibles usos
terapéuticos, comenzaron a ser utilizados como herramientas de experimentación por
algunos fisiólogos. Posteriormente aparecieron los primeros farmacólogos, quienes
tuvieron como paradigma el estudio de interacciones entre organismos vivos y
principios activos.
John Newport Langley

FigN°0: John Newport

Uno de los personajes más destacados de esta época fue John Newport Langley,
fisiólogo y farmacólogo británico. Nació en Newbury el 10 de noviembre de 1852 y
murió el 5 de noviembre de 1925. Realizó importantes contribuciones sobre las
funciones nerviosas de fármacos y venenos, trabajó sobre la acción de la pilocarpina y
la acción bloqueadora de la nicotina sobre las sinapsis, y la inervación de las glándulas
salivales. Además, se le atribuye el concepto de «sistema nervioso autónomo» y la
designación del parasimpático.[ CITATION Roc08 \l 12298 ]

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Paul Ehrlic

FigN°05: Paul Ehrlich

Paul Ehrlich fue un eminente médico y bacteriólogo alemán, ganador del premio Nobel


de Medicina en 1908; en su laboratorio descubrió la arsfenamina (conocida entonces
con el nombre de Salvarsan), el primer tratamiento medicinal eficaz contra la sífilis,
iniciando y dando nombre al concepto de quimioterapia. Ehrlich popularizó en
medicina el concepto de bala mágica, como un producto específico capaz de eliminar
por completo un determinado organismo patógeno sin efectos secundarios relevantes.

Aportes más significativos:

 Inmunología: Su principal contribución a la medicina fue la teoría de la


inmunidad de cadena lateral, que establecía la base química para la especificidad
de la respuesta inmunológica y que explica cómo los receptores de la parte
externa de las células se combinan con toxinas para producir cuerpos inmunes
capaces de combatir la enfermedad. Su teoría era que las células tienen en su
superficie moléculas receptoras específicas (cadenas laterales) que sólo se unen
a determinados grupos químicos de las moléculas de toxina; si las células
sobreviven a esta unión, se produce un excedente de cadenas laterales, algunas
de las cuales son liberadas a la sangre en forma de antitoxinas circulantes (lo
que hoy se denomina anticuerpos).

 Quimioterapia: También hizo importantes aportaciones en el campo de


la quimioterapia, que incluyen el descubrimiento -en 1901- del 606 (por ser

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fruto de 606 experimentos), la que él mismo llamó bala
mágica o salvarsán (arsfenamina), una preparación de arsénico orgánico
empleada en el tratamiento de la sífilis y de la fiebre recurrente, y
del neosalvarsán (neoarsfenamina). El neosalvarsán fue conocido durante
mucho tiempo como «Ehrlich 914» por tratarse del 914º compuesto preparado
por Ehrlich y su ayudante para combatir esas enfermedades.

Ehrlich llamaba «balas mágicas» a estos preparados, ya que eran los primeros
compuestos sintetizados que se usaban en la curación de las enfermedades
infecciosas causadas por protozoos y bacterias.[ CITATION Roc08 \l 12298 ]

CONCLUSIONES:

 Se pudo aprender a detalle la historia y evolución de la profesión farmacéutica entre


los periodos históricos: Barroco, de la Ilustración, Romanticismo y Positivismo.

 Se utilizó la bibliografía para comprender los aportes de varios científicos en las


ciencias farmacéuticas entre los siglos XVII y XX.

 Se pudo distinguir el cambio y la evolución, a lo largo del tiempo, en las


prescripciones, farmacopeas, y remedios utilizados por médicos, boticarios y
farmacéuticos entre los siglos XVII y XX.

 Se consideró el conocimiento y la evidencia histórica para contribuir a la formación


profesional de los estudiantes de química farmacéutica.

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BIBLIOGRAFIA:

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Madrid. España.

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