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Xiomara Caro
Foto por: Alina Luciano
/CLARIDAD
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Acepta que no se sentía cómoda con protestar para expresar su incomodidad sobre
algún asunto. Su experiencia en ese sentido se había limitado a la marcha silente
por la salida de la Marina de Vieques a la que había acompañado a sus padres a la
edad de 16 años y haber sentido entonces decepción cuando se percató de que ese
reclamo popular de todos los sectores sociales y políticos de los puertorriqueños no
se respetó de inmediato. Ello la llevó a concluir que los reclamos de los
puertorriqueños no se tomaban en cuanta a nivel político.
Ya graduada de relaciones públicas, Xiomara regresó a Puerto Rico. Se opuso a la
huelga estudiantil del Comité Unitario contra el Alza (CUCA) en el año 2005 y
explica que se debió a que no entendía los reclamos estudiantiles de entonces en
contra del alza en la matrícula que imponía la Junta de Síndicos de la UPR con la
certificación 70. Sin embargo, esa fue la primera parte de la ahora Certificación
146 de esa misma Junta que pretende imponer la cuota de $800 y contra la que ella
actualmente lucha. Admite que “la pasada huelga me radicalizó”. También los
sucesos que vio en el Capitolio en los que la Policía se amotinó en contra de los
estudiantes que fueron allí a protestar. “Eso me despertó la conciencia”, admitió.
Así las cosas, y luego de haber trabajado en un conocido banco como oficial de
relaciones con la comunidad, en una agencia de publicidad “donde después de
ocho meses de bregar con shampoo y jugos me fui”, y haber trabajado en una
organización sin fines de lucro que intentó lograr un consenso social en favor de
una educación pública de calidad mundial, Xiomara regresó a sus estudios
universitarios en el 2008, en la Escuela de Derecho de la UPR. El primer año
estudió de noche mientras trabajaba de día. Su interés se volcó en el derecho a la
educación consagrado en la Constitución, que argumenta que “el gobierno no lo
ejerce”.
Xiomara enfrenta en estos días una disyuntiva. Si no toma los exámenes de fin de
curso se expone a perder la exención de matrícula. Ella sabe lo que significa esa
decisión en el proceso huelgario en el que está la UPR y del que ella es una de sus
portavoces. No descarta que la administración universitaria quiera imponerle algún
tipo de sanción. En ese dilema se debate esta estudiante que hasta el pasado año no
se imaginó que sería una de las voces del movimiento estudiantil actual. Como
ella, tantos otros y otras han preferido no hacer como el avestruz y en su lugar
sacar la cara en defensa de la educación pública superior que resulta ser parte de
una lucha mucho mayor en defensa del país.