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¿Qué educar?

Desde la perspectiva de Tomás de Aquino en el contexto de la


cibercultura

What to educate? From Thomas Aquinas's perspective in the context of


cyber culture

Fray Rodrigo García Jara O.P.1


Edgar Pineda2
Resumen
Se ofrece una reflexión sobre la educación en el siglo XXI, desde la perspectiva de
Tomás de Aquino, propiciando una actualización de las cuestiones decisivas de la
práctica pedagógica desde una perspectiva realista, humana, ética, basadas en el
ideario educativo y pedagógico de Tomás de Aquino en el contexto de la
cibercultura. Para esto, se exponen las implicaciones antropológicas,
epistemológicas y axiológicas del pensamiento de Tomás de Aquino con el fin de
aplicarlas a la práctica educativa desde el Realismo Pedagógico. Para tal fin, se
optó por realizar un diseño cualitativo de corte hermenéutico donde se triangulan
los textos de Santo Tomás frente a textos clásicos de la cibercultura y la
convergencia cibercultural; esto, con el fin de proponer algunas líneas de acción
para estimular la reflexión del diseño curricular, desde el concepto de persona,
verdad y virtud propios de Santo Tomás y ampliamente emergentes en la llamada
Sociedad Digital.

Palabras clave: Educación, Virtudes, Tomás de Aquino, Realismo Pedagógico

Abstract

This article offers a reflection on education in the 21st century from the perspective
of Thomas Aquinas; it is intended with this reflection article to promote an update
of the decisive issues of pedagogical practice from a human prospective and more
ethical realism based on the educational and pedagogical idea of Thomas Aquinas
1
Doctorando en Educación, Magister en Teología. Vicerrector Académico de la Universidad Santo Tomás
sede Villavicencio frayrodrigogarcia@usantotomas.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7096-7119
2
Doctor en Ciencias Sociales (Humanidades y Sociedad Digital), Doctor en Educación. Docente Unidad de
Humanidades de la Universidad Santo Tomás de Villavicencio. edgarpineda@usantotomas.edu.co
https://orcid.org/0000-0001-6738-0237
in the context of cyber culture. For this, the anthropological, epistemological and
axiological implications of Thomas Aquinas's thinking are exposed in order to apply
them to educational practice from useful Pedagogical Realism in cyber culture.

Keywords: Education, Virtues, Thomas Aquinas, Pedagogical Realism

Introducción

Tomás de Aquino no elaboró un tratado sistemático sobre la educación, sin


embargo, el carácter pedagógico de sus textos reafirma el papel activo que la
persona posee en el proceso de aprendizaje. Para Tomás de Aquino, lo esencial
radica en la formación integral, la formación de la libertad y las virtudes como
fundamentos de cualquier proyecto educativo. En este orden de ideas siguiendo a
Martínez (2003),

“Para Santo Tomás, educar es, en cierta medida, ayudar a ser (…) En
Santo Tomás encontramos una pedagogía perenne al estar fundamentada
sobre roca, esto es sobre saber acerca del hombre, de su fin, de sus
necesidades. Y si es perenne, también puede iluminar hoy el quehacer
educativo” (p.p. 5, 11)

Así, para Tomás de Aquino, educar es enseñar para el ser y el conocimiento y


para la búsqueda de la verdad y el bien, la educación es virtuosa (verdad y bien) y
emancipadora en cuanto permite interactuar con el otro, haciendo debate de las
diferencias con el fin de descubrir la verdad. Tomás de Aquino exhorta que el
respeto a la dignidad de la persona es el rasgo esencial del acto educativo; por tal
razón, resulta perenne discutir sobre la pregunta ¿Qué educar? en la actual
sociedad digital o cibercultura (Lévy, 2007), donde nuevamente las intenciones
morales, las mentalidades políticas y los horizontes culturales se constituyen en
preocupaciones del quehacer educativo, la educación y sus actores y
temporalidades han comprendido que estamos en una sociedad que rebasa los
límites de los físico y lo material y que la presencia de la persona desde su
dignidad, su virtud y su bondad es preocupación latente para convivir y pervivir en
una sociedad con ocupaciones concretas y exterioristas.

En este sentido, se observa como la llamada cibercultura con sus vertiginosos


cambios a nivel social, económico, ambiental y cultural provee la necesidad de
asumir nuevos retos que generan mayor preparación y responsabilidad por parte
de la educación. Esta situación genera interrogantes en los que hoy se llaman
educadores, tales como: ¿Cuál es el papel de la educación en la sociedad
contemporánea? ¿El papel de la educación es preparar para una sociedad digital?
¿Qué se educa, qué es educable y qué es educación en la cibercultura? ¿Cuál es
el papel de la moral y las emociones en la educación actual? ¿Qué es eso de
formación integral? Entonces, para alcanzar estos interrogantes y aproximarse a
posibles respuestas depende de comprender la tesis de Aquino, en el cual, la
persona es el centro de la acción educativa, entendiendo que la persona es un ser
concreto, educable, que busca la verdad y el amor; entonces es hora de pensar o
repensar el papel de la educación en el proceso de autorrealización y plenitud en
el contexto de la cibercultura.

El diseño metodológico que adopto la investigación tuvo que ver con un análisis y
triangulación de fuentes primarias en los temas de cibercultura constatados con
textos propios de Tomás de Aquino, en este orden de ideas, se trabajaron los
textos de Tomas de Aquino, la Suma Contra Gentiles (1259-1265), Suma
Teológica (1268-1272), Comentario a la Política de Aristóteles (1269- 1272) y los
Comentarios a la Ética de Aristóteles (1271-1272), en cuanto al núcleo temático de
la cibercultura se trabajaron los textos, Cibercultura de Pierre Lévy (2007),
Comunicar y educar en el mundo que viene de Roberto Aparici y David García
(2018) y Convergencia Cibercultural de Peter Jenkins (2008).

1. Descubrir y conocer, conceptos claves para entender la educativo en


Tomás de Aquino

Antes de iniciar una discusión epistemológica sobre la pregunta ¿Qué es conocer


en Santo Tomás de Aquino?, es importante retomar la pregunta ¿Quién es una
persona para Tomás de Aquino?, ya que la clave para entender esta episteme
tomista es abordarla desde una perspectiva antropológica. Así, para Tomás de
Aquino la naturaleza de ser persona, tiende al bien ya que esta proviene de Dios
mismo; de esta manera, su naturaleza es de conservación y cuidado, de prudencia
y de búsqueda. Por tal razón, para Tomás de Aquino persona es sustancia
individual de naturaleza racional; “sustancia individual de naturaleza racional”
(Tomas de Aquino, 1998, ST. Prima pars, qu.34, ar.3, ra.1.), de aquí, que sí
hablamos de persona solamente se incluye a los seres humanos.

Entonces, ¿Qué es sustancia individual y naturaleza racional en Tomás de


Aquino?, la primera indica que el ser humano es persona en cuanto es un sujeto
completo y acabado que posee integridad por su ser que lo hace individual y
único. Ahora, naturaleza racional es vista como la relación que existe entre el
intelecto y la voluntad, que las conecta y las convierte (intelecto y voluntad) en una
sola naturaleza racional (Martínez, 2003).

De esta manera, podemos comprender que, para Tomás, la persona es un


individuo racional que se caracteriza por su singularidad que a su vez le permite
comprender y discernir sobre las diferencias entre los individuos y sus propias
singularidades que hacen parte de un todo, que podría llamarse sociedad. En este
sentido, una persona (ser humano) está llamada a ser virtuosa (buena y justa),
este estado de plenitud y contemplación se logra a través del esfuerzo personal y
la práctica reflexiva en su cotidianeidad, que a esta altura ya se configura como
trascendencia (fin). Ahora, la realización de estos fines en la persona implica la
educación como cultivo del conocer y el entender desde el descubrimiento.

En consecuencia, para Tomás de Aquino, el conocimiento se centra en el realismo


gnoseológico; es decir, presupone la existencia de un mundo real, que hace parte
(no depende) del conocimiento. En este sentido, para santo Tomás conocer es
una facultad que poseemos al ser personas (naturaleza racional) y entender es un
proceso dado por la acción humana que parte de los sentidos externos (oído,
vista, gusto, tacto, olfato) e internos (sentido común, imaginación, estimativa y
memoria), privilegia la experiencia (el saber individual) y es propositivo, es decir,
implica una formación y una transformación (Basso, 2012). Ahora, para Tomás de
Aquino, el conocimiento no es siempre acción, en muchos casos es inteligible y
hace parte del intelecto; para esto, es necesario potencial el intelecto y esto, es
posible desde la educación.

Como se ve, hablar de conocer y descubrir en Tomás de Aquino, es hablar de ser


y conocer, de facultad y proceso, de materia y forma. Así, conocer incluye
reflexión y descubrimiento desde su juicio y desde la experiencia. De esta forma,
el conocimiento es algo que se crea al interior de la persona, el cual puede
enseñarse, pero con un previo desarrollo autónomo, partiendo de la premisa de
que todas las personan llevan en sí mismo nociones generales que son comunes.
Entonces, para santo Tomás el conocimiento como el aprendizaje es un proceso
vital y activo. De esta manera, el conocer permite descubrir la naturaleza con
realismo, obedeciendo a la realidad

Si entendemos el entender, podremos decir si es o no ajustado a lo real, y


cómo. No se trata, pues, de un realismo dogmático y acrítico, pues hay toda
una crítica del conocimiento para demostrar esa tesis realista por la que se
ha optado. Se pone como tesis y se arguye a favor de ella, y la
argumentación recoge el dinamismo propio del conocer. Pero tampoco es
un criticismo trascendental, pues Tomás se da cuenta de que si parte del
lado del sujeto nunca podrá acceder al del objeto; si se toma como punto de
partida lo epistemológico jamás se puede inferir lo ontológico (Bouchet,
1989 p 11).

Por tal razón, desde Tomas de Aquino, el conocimiento lo podemos asumir desde
dos niveles cognoscitivos, el empírico y el intelectual que se configuran como un
camino inductivo que pasa del conocimiento de lo singular a lo universal buscando
el principio que dé cuenta del hecho particular. En este orden de ideas, el conocer
en santo Tomas es un proceso de abstracción por el cual diferencia lo inteligle de
lo sensible de las cosas; es decir lo intelectual y lo sensible, para el segundo se
gesta un conocimiento sensible donde se anteponen los sentidos externos, es
descubrir la realidad tal y como se presenta; para el primero, el conocimiento
intelectual es abstracto, universal, es la realidad asumida y comprendida.

De esta manera, conocer y descubrir se asumen como contemplar y actuar y no


como géneros divididos sino complementarios donde la vida contemplativa y la
vida activa se reconfiguran en una vida mixta, donde lo que se contempla
(descubrir) genera una acción (conocimiento). Lo anterior, se puede interpretar
desde la orilla de la educación como aprendizaje y enseñanza, donde la
educación, como la vida activa, es contemplativa e incesante al mismo tiempo.
Asimismo, descubrir y conocer determina el quehacer del maestro, donde este
contempla y, posteriormente actúa con base en la verdad previamente
contemplada y la comunica, este último acto (pedagógico) supera el
transmicionismo, no es pasar la verdad, es comunicar, dialogar dicha verdad para
enriquecerla y perfeccionarla y de esta manera, permitir que el estudiante a su vez
la contemple (conocer) y posteriormente la actúe (aprendizaje).

Con todo esto, podemos ahora, cuestionar ¿Qué se descubre y qué se conoce? Y
en Tomás de Aquino al igual que en Aristóteles, la respuesta está en la naturaleza
de la realidad, esto es, se piensa los primeros principios desde el descubrimiento o
la invención, es un proceso inductivo que lleva a que descubra las cosas desde
cómo me son naturalmente entendidas, entonces se empieza a entender a través
de la inventio, es decir por el entendimiento donde se pone en juego los principios
conocidos frente a la realidad expuestas, posteriormente se extraen unas
reflexiones , las cuales se comparan sistemáticamente con la naturaleza y a
realidad, generando de esta forma, conclusiones de dichos principios,
conclusiones que se nutren de realidad al ser comparada con signos y
sensibilidades de carácter externo, tras esto, se forman imágenes pertinentes de
lo que se descubre y conoce.

Es decir, descubrir y conocer en Tomás de Aquino, es apropiarse de la realidad,


es un realismo donde se entiende y conoce desde los aspectos sensibles hacia los
procesos inteligibles; es decir, de los primeros principios a las conclusiones
(Martínez, 2003). Ahora, este proceso inductivo quita de tajo la pasividad del
conocimiento, para Tomás se parte del conocimiento preexistente, de los pre-
saberes de la persona, que se nutren, refutan y/o consolidad desde la imitación de
la misma realidad (naturaleza) que hace pasar de un estado de potencia activa, el
cual es entendido como un proceso de descubrimiento natural, a un estado de
ciencia, conocido como un proceso de conocimiento, de aprehendimiento de la
naturaleza. Precisamente, es en este punto donde Santo Tomás enfatiza en la
educación como ese vehículo por el cual se logra ese tránsito entre descubrir y
conocer (Martínez, 2003).

En este punto, comprendiendo que para Tomas de Aquino se educa es a la


persona y en sí a sus facultades incorpóreas y corpóreas (Grafico 1), podemos
preguntarnos por ¿Qué educar, ante esto, se reafirma que se educa a la persona
desde su naturaleza racional y en esa línea? se educa el entendimiento y la
voluntad como categorías de la vida intelectiva. Ahora, educar el entendimiento
presupone educar en y para un fin (un bien conveniente), aquí más que educar es
comprender que el entendimiento surge de la experiencia sensible que es
resultante de la experiencia mediada por los sentidos (internos y externos).

teórico
entendimiento
incorporeas vida intelectiva práctico
voluntad

sentidos externos

Facultades sentidos internos


vida sensitiva
apetito sensible

facultad
corporeas locomotriz

generativa

vida vegetativa aumentativa

nutrtiva

Ilustración 1 Facultades Humanas según Tomas de Aquino, Fuente: Propia.


Entonces, educar la voluntad es la respuesta concreta al cuestionamiento sobre
¿Qué educar? (Grafico 2). Es así como al entendimiento se le es atribuible el
conocer, tanto la realidad interior como la exterior, es a su vez, introspección y
descubrimiento, siendo su fin último lo verdadero, la búsqueda de la verdad. En
este sentido, el conocimiento permite a la persona ejercer conciencia propia sobre
lo qué es y de lo qué sabe, esta toma de consciencia incluye conocer sobre sus
capacidades y la responsabilidad que posee ante la realidad al conocerlas, ese
paso es conocido como educación. En esta misma línea, a la voluntad se le puede
atribuir como fin en sí misma, el amor, y por tal razón, su fin es perseguir el bien y
la verdad, proceso de búsqueda que consolidad la cualidad central de la
emancipación. Entonces, la voluntad se puede entender como el impulso propio
(lo que mueve) del espíritu. Siguiendo a Santo Tomas “La voluntad presupone la
inteligencia” (Tomás de Aquino, 1988), es decir, si la persona en su naturaleza
racional conoce no solo la verdad, sino también el bien, puesto que, si no pudiera
conocer las cosas buenas en cuanto tales, la voluntad no podría quererlas.

realización

felicidad
Entendimiento Tejne
¿Qué educar?

plenitud

Naturaleza
contemplación
racional

Bien
Voluntad Praxis
Verdad

Ilustración 2. ¿Qué educar? según Tomás de Aquino. Fuente: Propia

Entonces, la voluntad no podría querer las cosas buenas, porque la voluntad solo
puede propender a lo que la inteligencia le propone como bueno o conveniente.
Aquí, es claro como la voluntad depende del entendimiento y por consiguiente se
deben educar ambas, pero al ser la voluntad aquello que mueve, es en ella donde
se debe priorizar, al mover, al permitir la acción se educa en el bien y la verdad; es
decir, en términos de Tomas de Aquino, educar en la virtud moral.

De esta forma, la voluntad es permeable por el entendimiento, pero solo la


voluntad puede mover a las otras potencias de la naturaleza racional. En este
sentido, el acto de entender es causado por la voluntad, es decir conocer es
querer y se quiere lo que se conoce; por consiguiente, lo que se quiere conocer
esta en el intelecto, es decir lo bueno y lo justo y es allí donde se debe encaminar
la voluntad a través de la educación

El conocimiento se realiza en cuanto que las cosas conocidas están en el


que las conoce. (…) En cambio, el acto de la facultad apetitiva consiste en
que el afecto se inclina hacia una cosa exterior (…) es propio de una y otra
potencia que algo (en este caso, el alma humana) tenga en sí lo que existe
fuera de ello (en el conocer), y que ello mismo tienda hacia la realidad
exterior (en el querer y amar) (Tomas de Aquino, 1988 S.TH I, q59, a. 3, ad
2).

Por eso, para Tomás de Aquino, educación es e-duce, es decir, saca de dentro,
conduce del ser hacia el mismo ser, que se complementa con la inspectio, con la
mirada atenta a lo que se educa y al que se educa. Entonces, la educación es la
potencia que permite que el descubrir (contemplación) logre el paso al
conocimiento (acción). En palabras de Aristóteles pasar de la Tejne a la praxis
consiste en que la persona comprenda la ciencia, la sabiduría y la virtud en sí
mismo y posteriormente la haga inteligible, la haga suya a través de la
comunicación, del actuar de la vida virtuosa, buena y justa (Reyes, 2016).

Por tal razón, el intelecto y sobretodo la voluntad es el objeto de la educación, una


formación en la voluntad le permite a la persona no solo actuar sino saber actuar,
lo jalona hacia el bien, a la perfección de su ser, su saber y su querer. Por ende,
educar la voluntad es educar para la trascendencia. Ahora, es importante señalar
que no se debe descuidar la educación del intelecto por la educación de la
voluntad, ya lo hemos dicho, la persona es persona en cuanto su integralidad, su
unicidad, por tal razón la educación debe abordar este carácter holístico de la
persona.

Entonces, esta educación de la integralidad incluye la educación del ser en su


hacer (Yo), el ser en su obrar (alteridad) y el ser en su ejercicio de comprender
(cognición) y el ser en cuanto comunicación (Trascendencia). El qué educar, es
perfección, es la búsqueda del camino de la virtud, del bien obrar en consecuencia
de su libertad y voluntad. Ahora bien, este estado de virtud, como se ha visto
anteriormente, no es un proceso desconectado de la realidad, del otro y de lo otro.
Siguiendo a Reyes (2016)

El obrar humano es virtuoso cuando construye relaciones justas en su


sociedad. Tales relaciones justas, en el bienestar de todos, hacen posible la
aspiración humana a la felicidad. Así, podemos indicar que la educación es
también una actividad que procura la plenitud humana en la vivencia
personal y comunitaria de la felicidad (p. 61).

Es precisamente en este momento, donde el pensamiento de Tomás de Aquino


intuye que la educación debe propender por el conocimiento y no hacia el pensar.
Para santo Tomás, la realidad está ahí para ser conocida, no solamente desde lo
sensible sino desde lo racional; de esta manera, el objeto es trascendente a
medida que lo descubro y no porque lo pienso. Entonces, el pensar, categoría
posterior a santo Tomás, busca que el objeto sea previamente analizado
(pensado) y después sea confrontado con la experiencia para sintetizar el
pensamiento previo. Lo anterior, limita el entendimiento al priorizar lo que se
conoce (se piensa) a lo que no se conoce, desviste la realidad de descubrimiento
y asombro, despoja al conocer del ser, ya que solo es lo que pienso, el objeto que
no pienso no es.

Entonces, se evidencia como la diferencia entre pensar y conocer se configura


como el borde, la frontera que separa el realismo del idealismo crítico. Para esto,
el pensar no exige objeto dado por la sensibilidad, el conocer si lo exige. Por tal
razón, par Tomás de Aquino se educa la concepción unitaria de inteligencia
(entendimiento y voluntad), cuya finalidad es la realidad y cuyo objeto es lo
inteligible que está oculto en las cosas físicas, no se configura una dualidad, sino
que se emprende un camino de validez, de búsqueda de la verdad en la realidad
presentada, es un ejercicio educativo libre que busca entender la trascendencia
del objeto y de sí mismo.

Aquello que me mueve a descubrir la verdad, es la voluntad; pero esta no es


acción ciega y desmedida, sino que esta es un camino para hacerse con la
realidad, un camino para hacerse libre. Ya que, quien conoce, conoce realidades;
quien logra conocer la realidad, puede y, quien puede lograr ser libre, al final, el
que se educa es libre, el que es libre es feliz.

2. Descubrir la verdad como propósito de la educación

Lo anterior, nos deja claro la conexión existente entre el conocer, el ser y la


verdad. De esta manera, la intención del ser humano no está en el saber sino en
la verdad, ya que esta logra perfeccionar el conocer, la persona se hace virtuosa
en la búsqueda de la verdad, a la cual se llega a través del amor y la disciplina.
Este camino de descubrir la verdad se sintetiza en las concepciones sobre
educabilidad, enseñabilidad y estudio que posee Tomás de Aquino en su ideario
educativo. Pero sobretodo, en el asumir que cuándo se habla de educar, se habla
de un acto para la vida, que se desarrolla a través del proceso de formación en
valores como en virtudes, con capacidades enfocadas al ser y al convivir
(Rodríguez, 2005).

En otras palabras, educar es descubrir la verdad, es alcanzar la plenitud y la virtud


en el intelecto, en lo social, lo emocional, lo cultural y lo moral, educar es
formación integral. De esta forma, para Tomás de Aquino, las virtudes son
cualidades varias y, siguiendo a Martínez (2003), las podemos clasifican en:

 Virtudes morales que se empecinan en descubrir lo bueno


 Virtudes intelectuales que buscan la verdad
 Virtudes intelectuales prácticas que a través de la estética y la
responsabilidad piensan un acto prudencial
De esta manera, descubrir la verdad es educar en lo bueno, lo verdadero y lo
justo. Así, para Tomás de Aquino, la condición de educabilidad de la persona
radica en la posibilidad de ser buena y virtuosa, una persona multidimensional que
constantemente se relaciona con el otro y con lo otro, entonces, la persona está
en una condición de ser inacabada que busca construirse y deconstruirse desde
sus constantes significaciones desde lo individual y desde lo colectivo. De esta
manera, la educabilidad está en revestir de vultuosidad las dimensiones humanas,
en el caso de santo Tomás, se habla de la dimensión vegetativa-orgánica, la
dimensión animal-sensitiva y la dimensión racional-intelectiva, entonces, es
educable desde el pensamiento de Tomás de Aquino, el cuerpo, la voluntad y el
raciocinio.

En este sentido, enseñabilidad para santo Tomás, implica superar los postulados
empíricos del aprendizaje memorístico y repetitivo y se centra en la educación
virtuosa como principio activo de la enseñanza que garantiza la categoría
ontológica, nutricional e instructiva del proceso de aprendizaje. Entonces, la
educación virtuosa logra contextuar la búsqueda de la verdad, permite saber cómo
hacer las cosas aprendidas (Razonamiento técnico- Tejne) y, sobre todo, logrará
que eso que se sabe se haga de manera reflexiva (práctica – praxis), asimismo, la
educación virtuosa permite que las acciones materiales, la creación, la
materialización de las ideas, se haga de forma tal, que dicha acción esté acorde
con los principios y fines de bien, verdad y justicia. (Actuar, poiesis) y, de esta
manera, lograr que el saber en su conjunto esté encaminado en un horizonte de
reflexión (prudencia – phronesis).

Ahora, este proceso de descubrir la verdad a través de la educación no se da solo


o por acción del maestro exclusivamente, se necesita de la participación activa del
estudiante, esto es entendido como estudio o disciplina por santo Tomás, el
estudio permite que el estudiante descubra su propia verdad (conocimiento), la
constate con la realidad y con los otros y lo otro (alteridad), lo haga y lo haga bien,
que ponga en práctica virtuosa la verdad, la justicia, el bien y el amor (Cognición)
y sobretodo que desde esa comunicación de su ser y conocer cambie su Yo y su
entorno, es decir, se transforme.

En este sentido, el acto educativo como búsqueda de la verdad permite entrever al


aprendizaje y la enseñanza como condición de vida y realización personal que
supone la afirmación de la razón con autosuficiencia en búsqueda de una vida
contemplativa y proactiva encaminada a la verdad, la justicia como bien común.
Entonces, la búsqueda de la verdad es la razón última del qué educar en Tomás
de Aquino, esta finalidad se alcanza a través de una pedagogía realista (Realismo
Pedagógico), que tenga primacía de la persona y de su desarrollo humano e
integral, que conlleve un amor por el otro (alteridad) y por lo otro (comprensión y
conocimiento) y que permita la libertad y madurez (emancipación) de la persona,
al entender que es la principal responsable de su formación (Rodríguez, 2005).

El fundamento último de esta pedagogía tomista no es otro que el concepto de


persona que tenía el Aquinate, pues de la perfección racional de una persona
fluye una acción educativa dirigida a otra persona, amada por lo que es y
puede llegar a ser. La educación se nos revela de este modo como una
actividad inmersa en la vida personal (Martínez, 2003 p. 20).

Por tal razón, educar es descubrir la verdad, se orienta a la formación de todas las
facultades humanas, entiéndase las incorpóreas y las corpóreas y entre ellas la
vida intelectiva desde el entendimiento y la voluntad, la vida sensitiva y la vida
vegetativa, estas dos últimas pertenecientes a las corpóreas. Todas, en su bien
último, en la búsqueda del acabamiento y plenitud de la persona, es decir en la
acción prudencial

Educar en la prudencia es lograr en el hombre el status virtutis del que habla


santo Tomás, en la medida en que únicamente a través del desarrollo y
perfeccionamiento de ella pueda lograrse que las semillas de la virtud morales,
connaturales a nuestro ser, germinen y den fruto cada vez más granado y
abundante (Millán, 1989 p. 86).
Finalmente, desde Tomás de Aquino, se entiende que la búsqueda de la verdad
es realizable a través de la educación, una educación que permita formular juicios
y aprehensiones que sean verdaderos y que dicho estado se logre conseguir por
sí mismo a través de un proceso inductivo de dos vías; la primera, que este
estudiante llegue a las conclusiones desde sus conocimientos previos
(aprendizaje) y, la segunda, fortaleciendo su entendimiento a través de conexiones
entre los principios y la conclusión (enseñanza). La educación en santo Tomás es
más que instrucción es búsqueda de la virtud, es adquisición de acciones, motivos
y modos de sentir en la verdad, es vivir y evidenciar la verdad, la justicia, lo
bondadoso, para santo Tomás no basta con comprenderlas es necesario vivirlas.

3. Propósito de la educación en Santo Tomás

El propósito de la educación en Tomás de Aquino es la formación integral de la


persona; para esto, se apoya en que el proceso educativo debe ser verdadero,
virtuoso, prudente, comunicativo y transformador. Lo anterior, permite el desarrollo
armónico y coherente del ser humano desde las perspectivas ética, espiritual,
cognitiva, afectiva, comunicativa, estética, corporal, política y ecológica. Sin
embargo, esta formación no debe estar repartida en compartimientos separados
(asignaturas, módulos, materias, cátedras, etc.) sino que deben estar perennes en
la práctica pedagógica de los maestros.

Para tal fin, la práctica del docente desde el realismo pedagógico se centra en
primera medida a la sensibilidad, al desarrollo socio-afectivo; es decir, mi
asignatura no es trascedente sino permite que a través de ella me haga más
digno, más humano. Dicha pedagogía de lo sensible y para lo sensible, implica
una educación verdaderamente humana, separada del pragmatismo y del
utilitarismo y centrada en la alteridad, la caridad y la compasión. Seguido, se
prioriza el desarrollo de la inteligencia, es decir, la capacidad de resolver
problemas, crear productos para un contexto específico, es dar respuesta
coherente y acertada, allí se prioriza la capacidad de respuesta no la cantidad de
información que posea un estudiante. Ahora, no basta con la inteligencia, se debe
dar cuenta del desarrollo de la razón, esta vista como la capacidad de reflexionar
sobre mi propia inteligencia, toma de decisiones, es decir ser prudente. En esta
etapa no se entiende prudente como aquel que deja de hacer cosas sino como
aquel que las hace con un horizonte de eticidad y moral, siempre con el fin de
perseguir la verdad y la justicia.

Por último, está el desarrollo de la libertad, entendida como la felicidad, la plenitud.


Este estado se encuentra en la acción prudencial como acción y transformación,
es decir, cómo se puede lograr una verdadera transformación del Yo y de la
sociedad a través de lo aprendido y aprehendido en el aula de clase. Este es el
verdadero reto, la educación para la libertad no es educar para el anarquismo sino
educar para la sociedad, para la cooperación y para la comunidad. Y este es el
verdadero propósito de la educación desde la perspectiva del realismo
pedagógico. Pero, ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo hacerlo más real y menos utópico?
Ante este cuestionamiento, es perenne señalar los principios de educación en
santo Tomás.

I. Principio de Virtud: orientado hacia el “estado perfecto del hombre en


cuanto hombre, como fin de la educación” (Martínez, 2004 p. 85). Y, en
efecto, “por la virtud se llega a ser un hombre bueno, justo, prudente”
(Martínez, 2004 p. 82).
II. Principio del Amor: Según Tomás de Aquino, se une la inteligencia y el
amor para poder educar en la verdad, porque ella (verdad) nos hace
libres. El amor es una emoción que da objetividad al intelecto.
III. Principio de Libertad y Madurez: Implica una actitud de crecimiento y
mejora intrapersonal, este camino requiere caminar con el
acompañamiento de un maestro.
IV. Principio de la Primacía de la persona: Consiste en enfocar el
aprendizaje a potenciar, energía y capacidades del individuo, con el fin
de que este encuentre su plenitud.
V. Principio de Verdad: “El maestro conduce y guía al discípulo por el
camino que lleva a la verdad” (Millán, 1989 p. 135).
VI. Principio de La Palabra Humana: “No solo se educa la palabra interna
del educando, sino que se educa desde la palabra externa del maestro
(…) no es necesario ni siquiera recurrir a la voz, pues una mirada o el
propio ejemplo, si surgen del corazón, consiguen mucho más que largos
discursos” (Martínez, 2003, p. 31).
VII. Principio de Prudencia: Entendida esta como la praxis de la decisión
real y concreta donde el criterio lo presupone la persona prudente, la
cual logra valorar cada alternativa de solución desde sus propios
principios, los cuales responden a los reclamos de los bienes materiales
y a las obligaciones de los bienes espirituales, buscando que con su
actuar logre contribuir al perfeccionamiento propio y común (Restrepo,
2017).

4. Realismo pedagógico

Es difícil poder sintetizar el ideario educativo de Tomás de Aquino en una sola


tendencia o metodología, esto con el riesgo que corren los ismos como
determinantes de teorías personales. En este caso, para santo Tomas de Aquino
la educación sobrepasa este tipo de reduccionismo y se centra en la formación
integral. Para santo Tomás, la persona no es un ser intemporal, es un ser anclado
en la vida y en las cosas de la vida, la persona es un realismo, es un ser
educable. Por tal razón, hablar de realismo educativo o si se quiere realismo
pedagógico en santo Tomás es hablar de la experiencia humana, no es hablar de
una corriente y mucho menos de una teoría educativa, no responde a cómo hacer
educación sino para qué educar.

En ese sentido, el Realismo Pedagógica en Tomás de Aquino, da primacía a la


formación del carácter, de los hábitos y de la personalidad, esto debido a que los
fines de la educación no pueden ser otros que los fines de la existencia humana,
la educación desde el Realismo pedagógico Tomista posee un sentido
eminentemente trascedente; así, para la educación como para la persona, el fin es
la virtud, la felicidad, el bien y la justicia. En este orden de ideas, el Realismo
pedagógico Tomista parte del concepto y respeto de la persona, es personalista;
es virtuosa, ya que busca y persigue que el estudiante no solo obre bien, sino que
este obrar este alineado con la virtud en un estado de prudencia.

De allí, podemos afirmar que el Realismo pedagógico tomista, es una invitación a


la educación por la prudencia, ya que esta es la que permite que la voluntad
pueda acceder rectamente a los medios y las mediaciones que le permitan
conocer intelectualmente y de por sí, obrar prudencialmente. De esta forma, este
estado de prudencia es considerado como el estado perfecto de la persona, ya
que permite autogobernarse en su libre albedrio, en un actuar justo y bueno. Es
aquí, donde el Realismo pedagógico tomista se reviste como metodología
pedagógica, ya que permite que el estudiante viva la realidad y viva la verdad, a
través de la obediencia, la autodisciplina, el autoconocimiento y la deliberación.

Lo anterior, en términos pedagógicos es una metodología que vela por el


conocimiento y dominio de las facultades intrapersonales en primera instancia, lo
interpersonal en segundo momento; finalmente, la solución de problemas y la
comunicación asertiva. Es decir, una educación holística o en palabras de santo
Tomás, una educación integral. De esta forma, cuando el estudiante logre
conocerse a sí mismo (intrapersonal), aprenda el valor de la alteridad y del
reconocimiento del otro y de lo otro (interpersonal), pueda abordar la realidad tal y
como se le presenta, descubriendo la verdad, la justicia y la bondad (Solución de
problemas) y, por último, la sepa comunicar, mover, dialogar y enseñar
(comunicación asertiva), el estudiante actuará prudencialmente y por ende será
feliz.

Lo anterior, desde el Realismo Pedagógico Tomista, se logra abordar desde el


entendimiento de la práctica pedagógica en relación con la ética, la lógica y las
artes. En palabras de Aristóteles, en la Tejne, Praxis y poeiesis, donde la
educación se concibe como un espacio y no como un concepto, espacio donde se
vivencia la libertad, la moral, el cuerpo, el conocimiento, es una educación real no
abstracta. De este modo la practica pedagógica busca conocer el ser y no pensar
el deber ser; la práctica supone para el Realismo Pedagógico Tomista praxis—
quehacer—, la cual, superando la concepción de trabajo mecánico propio de la
tecné, se introduce en un registro más amplio, esto es, la Phronesis, acción que
implica interactividad, experiencia, compromiso y valores en la acción política de la
polis (Pineda y Orozco, 2016a), ahora esta interactividad es regida por el interés
de libertad, verdad y justicia.

Se trata de ejercer una verdadera praxis capaz de otorgar los medios


necesarios para que los individuos se eleven a la categoría de sujetos
históricos. Esto significa que el maestro no puede continuar ejerciendo su
praxis como un técnico o administrador de currículo. Su labor debe estar
encaminada a la emancipación, lo que exige la implementación de prácticas
pedagógicas capaces de distinguir de manera inteligible las
intencionalidades, las estrategias, los medios, los contextos y,
especialmente, los aspectos constitutivos de los sujetos de la formación
(Pineda y Orozco, 2016a p. 13)

De esta forma, para el Realismo Pedagógico Tomista, conocimiento y acción


serán entendidos como unidad, por lo que el conocimiento se hace tal desde la
autoformación, desde la educación de la voluntad y en las virtudes. En
consecuencia, el Realismo Pedagógico Tomista “genera una apuesta permanente
por la lectura de la realidad a través de un paradigma cualitativo” (Pineda y
Orozco, 2016bb, p. 144) de la comprensión de la naturaleza y la sociedad a través
de una hermenéutica de conjunto, como factor de “intervención en la construcción
de proyecto de vida y de dimensiones humanas por parte de los actores
educativos” (Pineda y Orozco, 2016b, p. 144). En este espacio educativo es que
se ubica el Realismo pedagógico Tomista, que “busca ofrecer esa visión de
conjunto de la realidad a través de la construcción discursiva de la práctica de sus
actores” (Pineda y Orozco, 2016b, p. 144). Lo anterior, puede entenderse como
una pedagogía del actuar consciente en búsqueda de la verdad y la justicia.

5. El Realismo Pedagógico Tomista en el contexto de la cibercultura

Ahora, situando la pregunta ¿Qué es Educar? desde Tomás de Aquino en el


contexto de la cibercultura, tendríamos que completar el interrogante hacia ¿En
qué consiste la tarea de educar en una sociedad digital e hipermediatizada? Y de
allí, cuestionarnos sobre ¿Para qué educar en la cibercultura? Y ¿Quiénes educan
en la cibercultura? Ante esto, Tomas de Aquino nos invitaría a recurrir al método
de análisis de las cuatro causas (material, formal, eciente y nal), ante esto estaría
actualizando las premisas de Lévy, en cuanto es pertinente en la cibercultura
separarse del determinismo tecnológico, aquí lo importante no es preguntarse por
el cómo educar sino el para qué educar. En este sentido, Tomás de Aquino llama
la atención en centrar la discusión en el sentido de la actividad educativa, desde e
Realismo Pedagógico Tomista nos cuestionaríamos sobre el tipo de educación
que se necesita en una era caracterizada por altos flujos de información,
interactividad y la despersonalización.

Precisamente, para Lévy (2007) las reflexiones sobre el papel de la educación en


el contexto de la cibercultura deben estar centrados en los cambios que
experimenta la relación entre conocimiento y persona. Ante esto Tomás de Aquino
reflexiono sobre que la educación no puede reducirse a la mera instrucción, no es
pertinente enfocar la educación solo al intelecto. En este orden de ideas, mirar la
educación en la cibercultura desde el prisma de los conocimientos, la
competitividad, la productividad y el rendimiento económico, despoja al acto
educativo de la responsabilidad de coadyuvar con el desarrollo de proyectos de
vida en los estudiantes. Por tal razón, siguiendo a Lévy y Tomás de Aquino, la
educación en la cibercultura debe partir de la educación por la voluntad para saber
y conocer, para afrontar lo complejo de la realidad y para sortear las
incertidumbres.

Entonces, la preocupación de Lévy (2007) sobre la velocidad que en la


cibercultura tiene la renovación del saber y del saber hacer, donde los
conocimientos adquiridos son obsoletos cada vez más rápido. Ante esto, se debe
enfocar a que el objetivo de la educación debe ser, ante todo, la conducción y la
promoción de la persona aun estado perfecto que, según Tomás de Aquino, es el
de la virtud. Es decir, la educación en la cibercultura no debe estar centrada en la
acumulación de conocimientos sino en las capacidades agentivas para que las
personas asuman la construcción de su propio destino, de formarse a sí mismo
como personas. Para esto, la persona debe comprender que un estado de virtud
no es un proceso inmediato, sino que se trata de una empresa que abarca toda la
vida, de lento tránsito, de disciplina y de enfocarse en el llegar a ser, la educación
entonces no es substancial sino accidental, no se basta con el ser, sino que
propende el ser bien.

Una persona virtuosa en el arte de tocar el violín o cualquier otro


instrumento musical, en sus inicios debió esforzarse para lograr algunas
notas quizá con torpeza, pero con el tiempo y un trabajo constante
(disciplina) adquirió la virtud de ejecutar o componer una pieza musical con
facilidad y con gusto, de tal suerte que se convirtió para ella en algo
connatural y graticante. De la misma manera, mediante un trabajo
disciplinado y constante, un ser humano puede adquirir cualquier virtud
tanto en el orden intelectual como en el moral (Corchuelo, 2012, p. 82).

Por otra parte, en las reflexiones de Lévy (2007) sobre el papel de la educación en
a cibercultura, persistía la preocupación concerniente a las nuevas naturalezas del
trabajo, donde cada vez será más importante aprender a transmitir y producir
conocimientos, que solamente poseerlos. Ante esto, Aparici y García (2018),
enfatizan que en la sociedad digital la educación no se debe limitar a re-transmitir
sino a retroalimentar las praxis, el aula de clase es solo una interfaz más, que solo
cobra sentido cuando permite la participación e intervención del estudiante,
generando una cultura de la participación de co-creación bidireccional de
aprendizajes y saberes. Entonces, estas premisas de la cibercultura reafirman las
posturas de Tomás de Aquino en cuanto afirma que la educación es el camino
para el crecimiento de la persona, la educación permite el reconocimiento
intersubjetivo que permita el favorecimiento y promoción integral de la persona. Es
decir, la educación en la cibercultura posee la capacidad de humanización de los
actos, reconociendo en ellos las capacidades colectivas que permitan materializar
la llamada inteligencia colectiva.
En este sentido, Jenkins (2008) señala que la educación debe separarse de los
intereses del mercado en la cultura de la convergencia, en la que se entiende la
educación como la producción de saberes rentables, para concentrarse en los
saberes indispensables, es decir aquellos que las personas y las colectividades
requieren para darle sentido a sus proyectos de vida. Así, se revalida la tesis de
Tomás de Aquino en la cual el propósito de la educación es el perfeccionamiento
de la persona, la cual se puede desarrollar de manera armonía y equilibrada en
todas sus potencias físicas, artísticas, intelectuales, morales y espirituales de su
naturaleza humana desde la formación integral.

Educar es ayudar a alguien para que se desarrolle de la mejor manera


posible en los di- versos aspectos que tiene la naturaleza humana (…).
Educar significa comunicar conocimiento, despertar habilidades y promover
actitudes (…). Información y formación constituyen un binomio clave en
toda educación. La primera abre la puerta, y la segunda nos instala en el
proceso educativo. Son dos etapas sucesivas y complementarias. No hay
educación completa si falta alguna de ellas. Recibir información es
acumular una serie de datos, observaciones y manifestaciones específicas.
La formación va más allá: ofrece unos criterios para regir el
comportamiento, de acuerdo con una cierta orientación; pretende sacar el
mejor partido posible de los conocimientos recibidos, favoreciendo la
construcción de un hombre más maduro, más sólido, más humano y más
espiritual, más dueño de sí mismo (Rojas, 1999, p. 21).

Entonces, podemos decir que un Realismo Pedagógico Tomista permite


consolidar el papel cultural de la educación, ya que propende por el mejoramiento
continuo de todas las dimensiones de la vida humana; por tal razón, su papel en el
contexto de la cibercultural es permitir la comprensión de una realidad holística y
globalizada, donde cobra relevancia el vivir juntos, el trascender y avanzar desde
la solidaridad, el amor y la filiación a una colectividad, Por tanto, el papel de la
educación en la cibercultura no se limita a la alfabetización digital y mucho menos
al uso y manejo de herramientas digitales (importante pero no determinante), sino
en el reconocimiento de la situación multicultural donde es importante crear
condiciones de vida basadas en la solidaridad y el reconocimiento de identidades
culturales.

Entonces, la mirada de la educación en la cibercultura se centra en ir mas allá de


los medio o lenguajes y ubicarse en el papel que esta tiene en la configuración
cultural, de entender las nuevas formas de vida, las prácticas sociales, las
emociones vinculadas a las praxis de las personas. El llamado es a no invisibilizar
a la persona por el objeto tecnológico. Ante esto, Tomas de Aquino, lo manifestó
muchos años atrás, diciendo que la mera instrucción del intelecto es insuficiente,
que la educación debe preocuparse por el cultivo de las facultades y dimensiones
humanas.

En Santo Tomás, podemos colegir, una educación en la virtud tendría que


permitir el desenvolvimiento de todas las posibilidades de acción virtuosa.
Tendría que ser fundamentalmente un proceso de actualización de las
virtudes en cada ser humano, desarrollando entonces lo moral-práctico, lo
intelectual-teórico y lo espiritual-teológico. Tal sería la educación que
convendría al alma humana, a la persona y sus posibilidades de
crecimiento y perfeccionamiento (Reyes, 2015. p. 64).

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