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Abstract
This article offers a reflection on education in the 21st century from the perspective
of Thomas Aquinas; it is intended with this reflection article to promote an update
of the decisive issues of pedagogical practice from a human prospective and more
ethical realism based on the educational and pedagogical idea of Thomas Aquinas
1
Doctorando en Educación, Magister en Teología. Vicerrector Académico de la Universidad Santo Tomás
sede Villavicencio frayrodrigogarcia@usantotomas.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7096-7119
2
Doctor en Ciencias Sociales (Humanidades y Sociedad Digital), Doctor en Educación. Docente Unidad de
Humanidades de la Universidad Santo Tomás de Villavicencio. edgarpineda@usantotomas.edu.co
https://orcid.org/0000-0001-6738-0237
in the context of cyber culture. For this, the anthropological, epistemological and
axiological implications of Thomas Aquinas's thinking are exposed in order to apply
them to educational practice from useful Pedagogical Realism in cyber culture.
Introducción
“Para Santo Tomás, educar es, en cierta medida, ayudar a ser (…) En
Santo Tomás encontramos una pedagogía perenne al estar fundamentada
sobre roca, esto es sobre saber acerca del hombre, de su fin, de sus
necesidades. Y si es perenne, también puede iluminar hoy el quehacer
educativo” (p.p. 5, 11)
El diseño metodológico que adopto la investigación tuvo que ver con un análisis y
triangulación de fuentes primarias en los temas de cibercultura constatados con
textos propios de Tomás de Aquino, en este orden de ideas, se trabajaron los
textos de Tomas de Aquino, la Suma Contra Gentiles (1259-1265), Suma
Teológica (1268-1272), Comentario a la Política de Aristóteles (1269- 1272) y los
Comentarios a la Ética de Aristóteles (1271-1272), en cuanto al núcleo temático de
la cibercultura se trabajaron los textos, Cibercultura de Pierre Lévy (2007),
Comunicar y educar en el mundo que viene de Roberto Aparici y David García
(2018) y Convergencia Cibercultural de Peter Jenkins (2008).
Por tal razón, desde Tomas de Aquino, el conocimiento lo podemos asumir desde
dos niveles cognoscitivos, el empírico y el intelectual que se configuran como un
camino inductivo que pasa del conocimiento de lo singular a lo universal buscando
el principio que dé cuenta del hecho particular. En este orden de ideas, el conocer
en santo Tomas es un proceso de abstracción por el cual diferencia lo inteligle de
lo sensible de las cosas; es decir lo intelectual y lo sensible, para el segundo se
gesta un conocimiento sensible donde se anteponen los sentidos externos, es
descubrir la realidad tal y como se presenta; para el primero, el conocimiento
intelectual es abstracto, universal, es la realidad asumida y comprendida.
Con todo esto, podemos ahora, cuestionar ¿Qué se descubre y qué se conoce? Y
en Tomás de Aquino al igual que en Aristóteles, la respuesta está en la naturaleza
de la realidad, esto es, se piensa los primeros principios desde el descubrimiento o
la invención, es un proceso inductivo que lleva a que descubra las cosas desde
cómo me son naturalmente entendidas, entonces se empieza a entender a través
de la inventio, es decir por el entendimiento donde se pone en juego los principios
conocidos frente a la realidad expuestas, posteriormente se extraen unas
reflexiones , las cuales se comparan sistemáticamente con la naturaleza y a
realidad, generando de esta forma, conclusiones de dichos principios,
conclusiones que se nutren de realidad al ser comparada con signos y
sensibilidades de carácter externo, tras esto, se forman imágenes pertinentes de
lo que se descubre y conoce.
teórico
entendimiento
incorporeas vida intelectiva práctico
voluntad
sentidos externos
facultad
corporeas locomotriz
generativa
nutrtiva
realización
felicidad
Entendimiento Tejne
¿Qué educar?
plenitud
Naturaleza
contemplación
racional
Bien
Voluntad Praxis
Verdad
Entonces, la voluntad no podría querer las cosas buenas, porque la voluntad solo
puede propender a lo que la inteligencia le propone como bueno o conveniente.
Aquí, es claro como la voluntad depende del entendimiento y por consiguiente se
deben educar ambas, pero al ser la voluntad aquello que mueve, es en ella donde
se debe priorizar, al mover, al permitir la acción se educa en el bien y la verdad; es
decir, en términos de Tomas de Aquino, educar en la virtud moral.
Por eso, para Tomás de Aquino, educación es e-duce, es decir, saca de dentro,
conduce del ser hacia el mismo ser, que se complementa con la inspectio, con la
mirada atenta a lo que se educa y al que se educa. Entonces, la educación es la
potencia que permite que el descubrir (contemplación) logre el paso al
conocimiento (acción). En palabras de Aristóteles pasar de la Tejne a la praxis
consiste en que la persona comprenda la ciencia, la sabiduría y la virtud en sí
mismo y posteriormente la haga inteligible, la haga suya a través de la
comunicación, del actuar de la vida virtuosa, buena y justa (Reyes, 2016).
En este sentido, enseñabilidad para santo Tomás, implica superar los postulados
empíricos del aprendizaje memorístico y repetitivo y se centra en la educación
virtuosa como principio activo de la enseñanza que garantiza la categoría
ontológica, nutricional e instructiva del proceso de aprendizaje. Entonces, la
educación virtuosa logra contextuar la búsqueda de la verdad, permite saber cómo
hacer las cosas aprendidas (Razonamiento técnico- Tejne) y, sobre todo, logrará
que eso que se sabe se haga de manera reflexiva (práctica – praxis), asimismo, la
educación virtuosa permite que las acciones materiales, la creación, la
materialización de las ideas, se haga de forma tal, que dicha acción esté acorde
con los principios y fines de bien, verdad y justicia. (Actuar, poiesis) y, de esta
manera, lograr que el saber en su conjunto esté encaminado en un horizonte de
reflexión (prudencia – phronesis).
Por tal razón, educar es descubrir la verdad, se orienta a la formación de todas las
facultades humanas, entiéndase las incorpóreas y las corpóreas y entre ellas la
vida intelectiva desde el entendimiento y la voluntad, la vida sensitiva y la vida
vegetativa, estas dos últimas pertenecientes a las corpóreas. Todas, en su bien
último, en la búsqueda del acabamiento y plenitud de la persona, es decir en la
acción prudencial
Para tal fin, la práctica del docente desde el realismo pedagógico se centra en
primera medida a la sensibilidad, al desarrollo socio-afectivo; es decir, mi
asignatura no es trascedente sino permite que a través de ella me haga más
digno, más humano. Dicha pedagogía de lo sensible y para lo sensible, implica
una educación verdaderamente humana, separada del pragmatismo y del
utilitarismo y centrada en la alteridad, la caridad y la compasión. Seguido, se
prioriza el desarrollo de la inteligencia, es decir, la capacidad de resolver
problemas, crear productos para un contexto específico, es dar respuesta
coherente y acertada, allí se prioriza la capacidad de respuesta no la cantidad de
información que posea un estudiante. Ahora, no basta con la inteligencia, se debe
dar cuenta del desarrollo de la razón, esta vista como la capacidad de reflexionar
sobre mi propia inteligencia, toma de decisiones, es decir ser prudente. En esta
etapa no se entiende prudente como aquel que deja de hacer cosas sino como
aquel que las hace con un horizonte de eticidad y moral, siempre con el fin de
perseguir la verdad y la justicia.
4. Realismo pedagógico
Por otra parte, en las reflexiones de Lévy (2007) sobre el papel de la educación en
a cibercultura, persistía la preocupación concerniente a las nuevas naturalezas del
trabajo, donde cada vez será más importante aprender a transmitir y producir
conocimientos, que solamente poseerlos. Ante esto, Aparici y García (2018),
enfatizan que en la sociedad digital la educación no se debe limitar a re-transmitir
sino a retroalimentar las praxis, el aula de clase es solo una interfaz más, que solo
cobra sentido cuando permite la participación e intervención del estudiante,
generando una cultura de la participación de co-creación bidireccional de
aprendizajes y saberes. Entonces, estas premisas de la cibercultura reafirman las
posturas de Tomás de Aquino en cuanto afirma que la educación es el camino
para el crecimiento de la persona, la educación permite el reconocimiento
intersubjetivo que permita el favorecimiento y promoción integral de la persona. Es
decir, la educación en la cibercultura posee la capacidad de humanización de los
actos, reconociendo en ellos las capacidades colectivas que permitan materializar
la llamada inteligencia colectiva.
En este sentido, Jenkins (2008) señala que la educación debe separarse de los
intereses del mercado en la cultura de la convergencia, en la que se entiende la
educación como la producción de saberes rentables, para concentrarse en los
saberes indispensables, es decir aquellos que las personas y las colectividades
requieren para darle sentido a sus proyectos de vida. Así, se revalida la tesis de
Tomás de Aquino en la cual el propósito de la educación es el perfeccionamiento
de la persona, la cual se puede desarrollar de manera armonía y equilibrada en
todas sus potencias físicas, artísticas, intelectuales, morales y espirituales de su
naturaleza humana desde la formación integral.
Bibliografía
Pineda Martínez, E., & Orozco Pineda, P. (2016a). El currículo praxeológico como
interés de conocimiento emancipatorio. Praxis Pedagógica, 16(18), 11-25.
doi:http://dx.doi.org/10.26620/uniminuto.praxis.16.18.2016.11-25