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Número primo
En matemáticas, un número primo es un número natural que tiene exactamente dos divisores naturales distintos: él
mismo y el 1.
Euclides demostró alrededor del año 300 a. C. que existen infinitos números primos. Se contraponen así a los
números compuestos, que son aquellos que tienen algún divisor natural aparte de él mismo y del 1. El número 1, por
convenio, no se considera ni primo ni compuesto.
Los números primos del conjunto de los naturales menores que cien son los siguientes: 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23,
29, 31, 37, 41, 43, 47, 53, 59, 61, 67, 71, 73, 79, 83, 89 y 97.[1]
La propiedad de ser primo se denomina primalidad, y el término primo se puede emplear como adjetivo. A veces se
habla de número primo impar para referirse a cualquier número primo mayor que 2, ya que éste es el único número
primo par. A veces se denota el conjunto de todos los números primos por .
El estudio de los números primos es una parte importante de la teoría de números, la rama de las matemáticas que
comprende el estudio de los números naturales. Los números primos están presentes en algunas conjeturas
centenarias tales como la hipótesis de Riemann y la conjetura de Goldbach. La distribución de los números primos es
un tema recurrente de investigación en la teoría de números: si se consideran números individuales, los primos
parecen estar distribuidos aleatoriamente, pero la distribución «global» de los números primos sigue leyes bien
definidas.
Numerosas tablillas de arcilla seca atribuidas a las civilizaciones que se fueron sucediendo en Mesopotamia a lo
largo del II milenio a.C. muestran la resolución de problemas aritméticos y atestiguan los conocimientos de la época.
Los cálculos requerían conocer los inversos de los naturales, que también se han hallado en tablillas.[4] En el sistema
sexagesimal que empleaban los babilonios para escribir los números, los inversos de los divisores de potencias de 60
(números regulares) se calculan fácilmente, por ejemplo, dividir entre 24 equivale a multiplicar por 150 (2·60+30) y
correr la coma sexagesimal dos lugares. El conocimiento matemático de los babilonios necesitaba una sólida
comprensión de la multiplicación, la división y la factorización de los naturales.
En las matemáticas egipcias, el cálculo de fracciones requería conocimientos sobre las operaciones, la división de
naturales y la factorización. Los egipcios sólo operaban con las llamadas fracciones egipcias, suma de fracciones
unitarias, es decir, aquellas cuyo numerador es 1, como , por lo que las fracciones de numerador
distinto de 1 se escribían como suma de inversos de naturales, a ser posible sin repetición en lugar de
.[5] Es por ello que, en cierta manera, tenían que conocer o intuir los números primos.[6]
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Antigua Grecia
La primera prueba indiscutible del conocimiento de los números primos se remonta a alrededor del año 300 a. C. y
se encuentra en los Elementos de Euclides (tomos VII a IX). Euclides define los números primos, demuestra que hay
infinitos de ellos, define el máximo común divisor y el mínimo común múltiplo y proporciona un método para
determinarlos que hoy en día se conoce como el algoritmo de Euclides. Los Elementos contienen asimismo el
teorema fundamental de la aritmética y la manera de construir un número perfecto a partir de un número primo de
Mersenne.
La criba de Eratóstenes, atribuida a Eratóstenes de Cirene, es un método sencillo que permite encontrar números
primos. Hoy en día, empero, los mayores números primos que se encuentran con la ayuda de ordenadores emplean
otros algoritmos más rápidos y complejos.
Matemáticas modernas
Después de las matemáticas griegas, hubo pocos avances en
el estudio de los números primos hasta el siglo XVII. En
1640 Pierre de Fermat estableció (aunque sin demostración)
el pequeño teorema de Fermat, posteriormente demostrado
por Leibniz y Euler. Es posible que mucho antes se
conociera un caso especial de dicho teorema en China.
Pierre de Fermat.
En el trabajo de Euler en teoría de números se encuentran muchos resultados que conciernen los números primos.
Demostró la divergencia de la serie , y en 1747 demostró que todos los números perfectos
pares son de la forma 2p-1(2p - 1), donde el segundo factor es un número primo de Mersenne. Se cree que no existen
números perfectos impares, pero todavía es una cuestión abierta.
A comienzos del siglo XIX, Legendre y Gauss conjeturaron de forma independiente que, cuando n tiende a infinito,
el número de primos menores o iguales que n es asintótico a , donde ln(n) es el logaritmo natural de n. Las
ideas que Bernhard Riemann plasmó en un trabajo de 1859 sobre la función zeta, describieron el camino que
conduciría a la demostración del teorema de los números primos. Hadamard y De la Vallée-Poussin, cada uno por
separado, dieron forma a este esquema y consiguieron demostrar el teorema en 1896.
Actualmente no se comprueba la primalidad de un número por divisiones sucesivas, al menos no si el número es
relativamente grande.
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Durante el siglo XIX se desarrollaron algoritmos para saber si un número es primo o no factorizando completamente
el número siguiente (p+1) o el anterior (p-1). Dentro del primer caso se encuentra el test de Lucas-Lehmer,
desarrollado a partir de 1856. Dentro del segundo caso se encuentra el test de Pépin para los números de Fermat
(1877). El caso general de test de primalidad cuando el número inmediatamente anterior se encuentra completamente
factorizado se denomina test de Lucas.
Posteriormente se encontraron algoritmos de primalidad con sólo obtener una factorización parcial de p+1 o p-1.
Ejemplos de de estos algoritmos son el test de Proth (desarrollado alrededor de 1878) y el test de Pocklington (1914).
En estos algoritmos se requiere que el producto de los factores primos conocidos de p-1 sea mayor que la raíz
cuadrada de p. Más recientemente, en 1975, Brillhart, Lehmer y Selfridge desarrollaron el test BLS de primalidad
que sólo requiere que dicho producto sea mayor que la raíz cúbica de p. El mejor método conocido de esta clase es el
test de Konyagin y Pomerance del año 1997 que requiere que dicho producto sea mayor que p3/10.[7] [8]
A partir de la década de 1970 varios investigadores descubrieron algoritmos para determinar si cualquier número es
primo o no con complejidad subexponencial, lo que permite realizar tests en números de miles de dígitos, aunque
son mucho más lentos que los métodos anteriores. Ejemplos de estos algoritmos son el test APRT-CL (desarrollado
en 1979 por Adleman, Pomerance y Rumely, con mejoras introducidas por Cohen y Lenstra en 1984), donde se usan
los factores de pm-1, donde el exponente m depende del tamaño del número cuya primalidad se desea verificar, el
test de primalidad por curvas elípticas (desarrollado en 1986 por S. Goldwasser, J. Kilian y mejorado por A. O. L.
Atkin), que entrega un certificado consistente en una serie de números que permite después confirmar rápidamente si
el número es primo o no. El desarrollo más reciente es el test de primalidad AKS (2002) que si bien su complejidad
es polinómica, para los números que puede manejar la tecnología actual es el más lento de los tres.
Durante mucho tiempo, se pensaba que la aplicación de los números primos era muy limitada fuera de la matemática
pura.[9] [10] Esto cambió en los años 1970 con el desarrollo de la criptografía de clave pública, en la que los números
primos formaban la base de los primeros algoritmos tales como el algoritmo RSA.
Desde 1951, el mayor número primo conocido siempre ha sido descubierto con la ayuda de ordenadores. La
búsqueda de números primos cada vez mayores ha suscitado interés incluso fuera de la comunidad matemática. En
los últimos años han ganado popularidad proyectos de computación distribuida tales como el GIMPS, mientras los
matemáticos siguen investigando las propiedades de los números primos.
A partir de esta unicidad en la factorización en factores primos se desarrollan otros conceptos muy utilizados en
matemáticas, tales como el mínimo común múltiplo, el máximo común divisor y la coprimalidad de dos o más
números. Así,
• El mínimo común múltiplo de dos o más números es el número natural más pequeño que es múltiplo de todos
ellos. Para calcularlo, se descomponen los números en factores primos y se toman los factores comunes y no
comunes con su máximo exponente. Por ejemplo, el mínimo común múltiplo de 10=2·5 y 12=22·3 es 60=22·3·5.
• El máximo común divisor de dos o más números es el mayor número natural que divide a todos ellos. Es igual al
producto de los factores comunes con su mínimo exponente. En el ejemplo anterior, el máximo común divisor de
10 y 12 es 2.
• Finalmente, dos o más números son coprimos, o primos entre sí, si no tienen ningún factor primo común; es decir,
si su máximo común divisor es 1. Un número primo es, así, coprimo con cualquier número natural que no sea
múltiplo de él mismo.
Otras propiedades
• En su representación decimal, todos los números primos salvo el 2 y el 5 acaban en 1, 3, 7 ó 9. En general, en
cualquier sistema de numeración, todos los números primos salvo un número finito acaban en una cifra que es
coprima con la base.
• De lo anterior se deduce que todos los números primos salvo el 2 son de la forma 4n + 1 o bien 4n - 1.
Igualmente, todos los números primos salvo el 2 y el 3 son de la forma 6n + 1 o 6n - 1.
• Lema de Euclides: Si p es un número primo y divisor del producto de números enteros ab, entonces p es divisor
de a o de b.
• Pequeño teorema de Fermat: Si p es primo y a es algún número natural diferente de 1, entonces ap - a es divisible
por p.
• Si p es primo distinto de 2 y 5, siempre es un número periódico en su representación decimal, de periodo p − 1
o un divisor de p − 1. Esto se puede deducir directamente a partir del pequeño teorema de Fermat. expresado en
base q (en lugar de en base 10) tiene propiedades similares, siempre que p no sea un factor primo de q.
• Teorema de Wilson: Un número natural n > 1 es primo si y solo si el factorial (n - 1)! + 1 es divisible por n.
Asimismo, un número natural n > 4 es compuesto si y sólo si (n - 1)! es divisible por n.
• La característica de todo cuerpo es, o bien cero, o bien un número primo.
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• Teoremas de Sylow: Si G es un grupo y pn es la mayor potencia del número primo p que divide el orden de G,
entonces G tiene un subgrupo de orden pn.
• Teorema de Cauchy: Si G es un grupo finito y p es un número primo que divide al orden de G, entonces G
contiene un elemento de orden p.
• La constante de Copeland-Erdős 0,235711131719232931374143…, obtenida por concatenación de los números
primos en el sistema decimal, es un número irracional.
• El valor de la función zeta de Riemann en cada punto del plano complejo se da como una continuación
meromorfa de una función definida por un producto sobre el conjunto de todos los primos para Re(s) > 1:
En la región donde es convergente, este producto indexado por los números primos se puede calcular,
obteniéndose diversos valores, algunos de ellos importantes en teoría de números. Los dos primeros son:
primos).
se tiene que
con lo que se ha reconducido el problema de calcular f(n) al de calcular f sobre las potencias de los números primos
que dividen n, valores que son generalmente más fáciles de obtener mediante una fórmula general. Por ejemplo, para
conocer el valor de la función φ sobre n=450=2·32·52 basta con calcular
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Existen infinitos números primos. Euclides realizó la primera demostración alrededor del año 300 a. C. en el libro IX
de su obra Elementos[16] Una adaptación común de esta demostración original sigue así: Se toma un conjunto
arbitrario pero finito de números primos p1, p2, p3, ···, pn, y se considera el producto de todos ellos más uno,
. Este número es obviamente mayor que 1 y distinto de todos los primos pi de la
lista. El número q puede ser primo o compuesto. Si es primo tendremos un número primo que no está en el conjunto
original. Si, por el contrario, es compuesto, entonces existirá algún factor p que divida a q. Suponiendo que p es
alguno de los pi, se deduce entonces que p divide a la diferencia , pero ningún
número primo divide a 1, es decir, se ha llegado a un absurdo por suponer que p está en el conjunto original. La
consecuencia es que el conjunto que se escogió no es exhaustivo, ya que existen números primos que no pertenecen
a él, y esto es independiente del conjunto finito que se tome.
Por tanto, el conjunto de los números primos es infinito.
Si se toma como conjunto el de los n primeros números primos, entonces
, donde pn# es lo que se llama primorial de pn. Un número primo
de la forma pn# +1 se denomina número primo de Euclides en honor al matemático griego. También se puede
elaborar una demostración similar a la de Euclides tomando el producto de un número dado de números primos
menos uno, el lugar del producto de esos números primos más uno. En ese sentido, se denomina número primo
primorial a un número primo de la forma pn# ± 1.
No todos los números de la forma pn# +1 son primos. En este caso, como se sigue de la demostración anterior, todos
los factores primos deberán ser mayores que n. Por ejemplo: 2·3·5·7·11·13+1=30031=59·509
Otros matemáticos han demostrado la infinitud de los números primos con diversos métodos procedentes de áreas de
las matemáticas tales como al álgebra conmutativa y la topología.[17] Algunas de estas demostraciones se basan en el
uso de sucesiones infinitas con la propiedad de que cada uno de sus términos es coprimo con todos los demás, por lo
que se crea una biyección entre los términos de la sucesión y un subconjunto (infinito) del conjunto de los primos.
Una sucesión que cumple dicha propiedad es la sucesión de Euclides-Mullin, que deriva de la demostración euclídea
de la infinitud de los números primos, ya que cada uno de sus términos se define como el factor primo más pequeño
de uno más el producto de todos los términos anteriores. La sucesión de Sylvester se define de forma similar, puesto
que cada uno de sus términos es igual a uno más el producto de todos los anteriores. Aunque los términos de esta
última sucesión no son necesariamente todos primos, cada uno de ellos es coprimo con todos los demás, por lo que
se puede escoger cualquiera de sus factores primos, por ejemplo, el menor de ellos, y el conjunto resultante será un
conjunto infinito cuyos términos son todos primos.
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[18]
donde la expresión O(1) indica que ese término está acotado entre -C y C para n mayor que n0, donde los valores de
C y n0 no están especificados.[19]
Otro resultado es el teorema de Dirichlet, que dice así:
En toda progresión aritmética an = a + n·q, donde los enteros positivos a, q ≥ 1 son primos entre sí, existen infinitos términos que son
primos.
Si n es un número natural mayor que 3, entonces siempre existe un número primo p tal que n < p < 2n- 2.
Una manera más débil pero elegante de formularlo es que, si n es un número natural mayor que 1, entonces siempre
existe un número primo p tal que n < p < 2n. Esto supone que, en una progresión geométrica de primer término
entero mayor que 3 y razón igual a 2, entre cada término de la progresión y el siguiente, se tiene al menos un número
primo.
168 23 10 5,952
103
.[20]
El empeño de demostrar esta conjetura abarcó todo el siglo XIX. Los primeros resultados fueron obtenidos entre
1848 y 1859 por Chebyshov, quien demostró utilizando métodos puramente aritméticos la existencia de dos
constantes A y B tales que
para n suficientemente grande. Consiguió demostrar que, si existía el límite del cociente de aquellas expresiones, éste
debía ser 1.
Hadamard y De la Vallée-Poussin elaboraron una demostración en 1896, independientemente el uno del otro, usando
métodos similares, basados en el uso de la función zeta de Riemann, que había sido introducida por Bernhard
Riemann en 1859. Hubo que esperar hasta 1949 para encontrar una demostración que usara sólo métodos
elementales (es decir, sin usar el análisis complejo). Esta demostración fue ideada por Selberg y Erdős. Actualmente,
se conoce el teorema como teorema de los números primos.
El mismo Gauss introdujo una estimación más precisa, utilizando la función logaritmo integral:
En 1899 De la Vallée-Poussin demostró que el error que se comete aproximando de esta forma es
para una constante positiva a y para cada entero m. Este resultado fue ligeramente mejorado a lo largo de los años.
Por otra parte, en 1901 Von Koch mostró que si la hipótesis de Riemann era cierta, se tenía la siguiente estimación,
más precisa:[21]
Una forma equivalente al teorema de los números primos es que pn, el n-ésimo número primo, queda bien
aproximado por nln(n). En efecto, pn es estrictamente mayor que este valor.
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Conclusión
El modelado de la distribución de los números primos es un tema de
investigación recurrente entre los teóricos de números. La primalidad
de un número concreto es (hasta ahora) impredecible a pesar de que
existen leyes, como el teorema de los números primos y el postulado
de Bertrand, que gobiernan su distribución a gran escala. Leonhard
Euler comentó:
De esta forma, para determinar la primalidad de n, el mayor factor primo que se necesita no es mayor que √n,
dejando el número de candidatos a factor primo en cerca de
.
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Esta expresión crece cada vez más lentamente en función de n, pero, como los n grandes son de interés, el número de
candidatos también se hace grande: por ejemplo, para n = 1020 se tienen 450 millones de candidatos.
Asimismo, existen otros muchos tests de primalidad determinísticos que se basan en propiedades que caracterizan a
los números primos, pero su utilidad computacional depende mucho del test usado. Por ejemplo, se podría emplear el
teorema de Wilson para calcular la primalidad de un número, pero tiene el inconveniente de requerir el cálculo de un
factorial, una operación computacionalmente prohibitiva cuando se manejan números grandes. Aquí entre en juego
el tiempo de ejecución del algoritmo empleado, que se expresa en la notación de Landau. Para poder determinar la
primalidad de números cada vez más grandes (de miles de cifras) se buscan aquellos algoritmos cuyo tiempo de
ejecución crezca lo más lentamente posible, a ser posible, que se pueda expresar como un polinomio. Si bien el test
de primalidad AKS cumple con esta condición, para el rango de números que se usa en la práctica este algoritmo es
extremadamente lento.
Por otra parte, a menudo basta con tener una respuesta más rápida con una alta probabilidad (aunque no segura) de
ser cierta. Se puede comprobar rápidamente la primalidad de un número relativamente grande mediante tests de
primalidad probabilísticos. Estos tests suelen tomar un número aleatorio llamado "testigo" e introducirlo en una
fórmula junto con el número potencialmente primo n. Después de varias iteraciones, se resuelve que n es
"definitivamente compuesto" o bien "probablemente primo". Estos últimos números pueden ser primos o bien
pseudoprimos (números compuestos que pasan el test de primalidad). Algunos de estos tests no son perfectos: puede
haber números compuestos que el test considere "probablemente primos" independientemente del testigo utilizado.
Esos números reciben el nombre de pseudoprimos absolutos para ese test. Por ejemplo, los números de Carmichael
son números compuestos, pero el test de Fermat los evalúa como probablemente primos. Sin embargo, los tests
probabilísticos más utilizados, como el test de Miller-Rabin o el obsoleto test de Solovay-Strassen, superado por el
anterior, no tienen este inconveniente, aun siendo igualmente tests probabilísticos.
Algunos tests probabilísticos podrían pasar a ser determinísticos y algunos tests pueden mejorar su tiempo de
ejecución si se verifican algunas hipótesis matemáticas. Por ejemplo, si se verifica la hipótesis generalizada de
Riemann, se puede emplear una versión determinística del test de Miller-Rabin, y el test de primalidad por curvas
elípticas podría mejorar notablemente su tiempo de ejecución si se verificaran algunas hipótesis de teoría analítica de
números.
Algoritmos de factorización
Un algoritmo de factorización es un algoritmo que separa uno a uno los factores primos de un número. Los
algoritmos de factorización pueden funcionar también a modo de tests de primalidad, pero en general tienen un
tiempo de ejecución menos ventajoso. Por ejemplo, se puede modificar el algoritmo de división por tentativa de
forma que no se detenga cuando se obtenga una división exacta, sino que siga realizando nuevas divisiones, y no
sobre el número original, sino sobre el cociente obtenido. Después de la división por tentativa, los métodos más
antiguos que se conocen son el método de Fermat, que se basa en las diferencias entre cuadrados y que es
especialmente eficaz cuando n es el producto de dos números primos próximos entre sí, y el método de Euler, que se
basa en la representación de n como suma de dos cuadrados de dos formas distintas.
Más recientemente, se han elaborado algoritmos basados en una gran variedad de técnicas, como las fracciones
continuas o las curvas elípticas, aunque algunos son mejoras de métodos anteriores (la criba cuadrática, por ejemplo,
se basa en una mejora del método de Fermat y posee complejidad computacional subexponencial sobre el número de
cifras de n). Otros, como el método rho de Pollard, son probabilísticos, y no garantizan hallar los divisores de un
número compuesto.
Hoy por hoy, el algoritmo determinístico más rápido de uso general es el general number field sieve, que también
posee complejidad computacional subexponencial sobre el número de cifras de n.[26] Se ha propuesto un algoritmo
cuyo tiempo de ejecución es polinómico sobre el número de cifras de n (el algoritmo de Shor), pero requiere ser
ejecutado en un ordenador cuántico, ya que su simulación en un ordenador normal requiere un tiempo exponencial.
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No se conocen algoritmos para factorizar en una computadora tradicional en tiempo polinómico y tampoco se
demostró que esto sea imposible.
A lo largo de la historia, se han buscado numerosas fórmulas para generar los números primos. El nivel más alto de
exigencia para una fórmula así sería que asociara a cada número natural n el n-ésimo número primo. De forma más
indulgente, se puede pedir una función f que asocie a cada número natural n un número primo de tal forma que cada
uno de los valores tomados sólo aparezca una vez.
Además, se desea que la función se pueda calcular en la práctica.[27] Por ejemplo, el teorema de Wilson asegura que
p es un número primo si y sólo si (p-1)!≡-1 (mod p). Otro ejemplo: la función f(n) = 2 + ( 2(n!) mod (n+1)) genera
todos los números primos, sólo los números primos, y sólo el valor 2 se toma más de una vez. Sin embargo, ambas
fórmulas se basan en el cálculo de un factorial, lo que las hace computacionalmente inviables.
En la búsqueda de estas funciones, se han investigado notablemente las funciones polinómicas. Cabe subrayar que
ningún polinomio, aun en varias variables, toma sólo valores primos.[28] Por ejemplo, el polinomio en una variable
f(n) = n² − n + 41 devuelve valores primos para n = 0,…, 40, 43, pero f(41) y f(42) son compuestos. Si el término
constante vale cero, entonces el polinomio es múltiplo de n, por lo que el polinomio es compuesto para valores
compuestos de n. En caso contrario, si c es el término constante, entonces f(cn) es múltiplo de c, por lo que si el
polinomio no es constante, necesariamente deberá incluir valores compuestos.
Sin embargo, hay polinomios en varias variables cuyos valores positivos (cuando las variables recorren los números
naturales) son precisamente los números primos. Un ejemplo es este polinomio descubierto por Jones, Sato, Wada y
Wiens en 1976:[28]
Al igual que ocurre con las fórmulas con factoriales, este polinomio no es práctico de calcular, ya que, aunque los
valores positivos que toma son todos primos, prácticamente no devuelve otra cosa que valores negativos cuando se
hacen variar las variables a a z de 0 a infinito.
Otro enfoque al problema de encontrar una función que sólo genere números primos viene dado a partir del teorema
de Mills, que indica que existe una constante θ tal que
es siempre un número primo, donde es la función piso.[29] Todavía no se conoce ninguna fórmula para calcular
la constante de Mills, y las aproximaciones que se emplean en la actualidad se basa en la sucesión de los así
llamados números primos de Mills (los números primos generados mediante esta fórmula), que no pueden ser
obtenidos rigurosamente, sino sólo de manera probabilística, suponiendo cierta la hipótesis de Riemann.
Los números primos primoriales, directamente relacionados con la demostración euclidiana de la infinitud de los
números primos, son los de la forma p = n# ± 1 para algún número natural n, donde n# es igual al producto
2 · 3 · 5 · 7 · 11 · … de todos los primos ≤ n. Asimismo, un número primo se dice primo factorial si es de la forma
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Los números de Mersenne son los de forma Mp = 2p – 1, donde p es primo.[33] Los mayores números primos
conocidos son generalmente de esta forma, ya que existe un test de primalidad muy eficaz, el test de Lucas-Lehmer,
para determinar si un número de Mersenne es primo o no.
Actualmente, el mayor número primo que se conoce es M43.112.609 = 243.112.609 - 1, que tiene 12.978.189 cifras en el
sistema decimal. Se trata cronológicamente del 45º número primo de Mersenne conocido y su descubrimiento se
anunció el 23 de agosto de 2008 gracias al proyecto de computación distribuida «Great Internet Mersenne Prime
Search» (GIMPS). Desde entonces, se han descubierto otros dos números primos de Mersenne, pero son menores
que el 45º.[34] [35]
infinitas cadenas de Cunningham de longitud n,[36] aunque hasta la fecha nadie ha proporcionado prueba de que
dicha afirmación sea cierta.
• Número primo de Wagstaff: p lo es si , donde q es otro número primo.[37] [38]
También se les da nombres especiales a algunas clases de primos que dependen de la base de numeración empleada
o de la forma de escribir los dígitos, y no de una fórmula matemática. Es el caso de los números somirp (primos al
revés), que son aquellos números primos tales que el número obtenido al invertir el orden de sus cifras también es
primo. También es el caso de los números primos repunit, que son aquellos números primos que son concatenación
de unos. Si, en lugar de considerarse el sistema de numeración decimal se considera el binario, se obtiene otro
conjunto distinto de números primos repunit que, además, coincide con el de los números primos de Mersenne.
Finalmente, los números primos triádicos son aquellos números que son primos, capicúas y simétricos respecto de
una recta horizontal.
El que se le dé un nombre a una clase de números primos con una definición precisa no significa que se conozca
algún número primo que sea de esa clase. Por ejemplo, no se conoce hasta el momento ningún número primo de
Wall-Sun-Sun, pero su relevancia radica en que en 1992, antes de la demostración de Wiles del último teorema de
Fermat, se descubrió que la falsedad del teorema para un número primo p dado implicaba que p era un número primo
de Wall-Sun-Sun. Esto hizo que, durante un tiempo, la búsqueda de números primos de esta clase fuera también la
búsqueda de un contraejemplo del último teorema de Fermat.[39]
Conjeturas
Existen numerosas preguntas abiertas acerca de los números primos. Muchas de ellas son problemas bien antiguos, y
una de las más significativas es la hipótesis de Riemann, varias veces mencionada en este artículo como una
conjetura que, de ser cierta, permitiría conocer numerosos resultados relevantes en diversos campos de las
matemáticas.
Hipótesis de Riemann
Véase también: Hipótesis de Riemann
Para entender la hipótesis de Riemann, una conjetura enunciada en 1859 pero que, hasta la fecha, sigue sin
resolverse, es necesario entender la función zeta de Riemann. Sea un número complejo con parte real mayor que
1. Entonces,
La segunda igualdad es una consecuencia del teorema fundamental de la aritmética, y muestra que la función zeta
está íntimamente relacionada con los números primos.
Existen dos tipos de ceros de la función zeta, es decir, valores s para los cuales ζ(s) = 0: los triviales, que son s=-2,
s=-4, s=-6, etc. (los enteros pares negativos) y los no triviales, que son aquellos ceros que no se encuentran en el eje
real. Lo que indica la hipótesis de Riemann es que la parte real de todos los ceros no triviales es igual a 1/2.
La veracidad de la hipótesis implica una profunda conexión con los números primos, en esencia, en el caso de
verificarse, dice que los números primos están distribuidos de la forma más regular posible. Desde un punto de vista
«físico», dice grosso modo que las irregularidades en la distribución de los números primos sólo proceden de ruido
aleatorio. Desde un punto de vista matemático, dice que la distribución asintótica de los números primos (según el
teorema de los números primos, la proporción de primos menores que n es ) también es cierta para intervalos
mucho menores, con un error de aproximadamente la raíz cuadrada de n (para intervalos próximos a n). Está
ampliamente extendido en la comunidad matemática que la hipótesis sea cierta. En concreto, la presunción más
simple es que los números primos no deberían tener irregularidades significativas en su distribución sin una buena
razón.[40]
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Otras conjeturas
Ideales primos
En teoría de anillos, un ideal I es un subconjunto de un anillo A tal que
• si i, j ∈ I, entonces la suma i + j pertenece a I
• y si x ∈ A, i ∈ I, entonces los productos a × i, i × a pertenecen a I.
Un ideal primo se define entonces como un ideal que cumple también que:
• para cualquier par de elementos a, b del anillo A tales que su producto a × b pertenece a I, entonces, al menos uno
de los dos elementos, a o b, está en I.
• I no es el anillo A entero.
Los ideales primos son una herramienta relevante en álgebra conmutativa, teoría algebraica de números y geometría
algebraica. Los ideales primos del anillo de enteros son los ideales (0), (2), (3), (5), (7), (11), …
Un problema central en teoría algebraica de números es la manera en que se factorizan los ideales primos cuando se
ven sometidos a una extensión de cuerpos. En el ejemplo de los enteros gaussianos, (2) se ramifica en potencia de un
primo (ya que y generan el mismo ideal primo), los ideales primos de la forma son inertes
(mantienen su primalidad) y los de la forma pasan a ser producto de dos ideales primos distintos.
Número primo 17
Nudos primos
En teoría de nudos, un nudo primo es un nudo no trivial que no se puede descomponer en dos nudos más pequeños.
De forma más precisa, se trata de un nudo que no se puede escribir como suma conexa de dos nudos no triviales.
En 1949 Horst Schubert demostró un teorema de factorización análogo al teorema fundamental de la aritmética, que
asegura que cada nudo se puede obtener de forma única como suma conexa de nudos primos.[45] Por este motivo, los
nudos primos desempeñan un papel central en la teoría de nudos: una clasificación de los nudos ha sido desde finales
del siglo XIX el tema central de la teoría.
Aplicaciones en la computación
El algoritmo RSA se basa en la obtención de la clave pública mediante la multiplicación de dos números grandes
(mayores que 10100) que sean primos. La seguridad de este algoritmo radica en que no se conocen maneras rápidas
de factorizar un número grande en sus factores primos utilizando computadoras tradicionales.
Véase también
• Portal:Matemática. Contenido relacionado con Matemática.
• Criptografía
• Matemática
• Espiral de Ulam
• Test de primalidad
• Tabla de factores primos
Complejos
Reales
Racionales
Enteros
Naturales
Uno
Primos
Compuestos
Cero
Negativos
Fraccionarios
Fracción propia
Fracción impropia
Irracionales
Algebraicos irracionales
Trascendentes
Imaginarios
Número primo 19
Referencias
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simplemente de un convenio útil, adoptado para que sólo haya una manera de factorizar cualquier número en sus factores primos»
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[18] Véase, por ejemplo, An Introduction to the Theory of Numbers, p. 24. (en inglés)
[19] En general, en la notación de Landau, indica que está dominada asintóticamente por , es decir,
. Para más información, lea notación de Landau.
[20] Con esta expresión se quiere decir que el límite de la razón entre las dos expresiones tiende a 1 cuando n tiende a infinito.
[21] von Koch, Helge (1901). « Sur la distribution des nombres premiers (http:/ / www. springerlink. com/ content/ 077g4j008x57p021/ )».
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[22] Nótese que esto no tiene por qué ser verdad en general, por ejemplo, si n es impar, se tiene que n!+(n+1) es divisible entre 2.
[23] (sucesión A001223 (http:/ / en. wikipedia. org/ wiki/ Oeis:a001223) en OEIS)
[24] Julian Havil, Gamma: Exploring Euler's Constant (tapa dura). Princeton: Princeton University Press (2003): 163 (en inglés)
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Número primo 20
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[42] Por ejemplo, véase Guy, Richard K. (1981), Unsolved Problems in Number Theory, Springer-Verlag, problema A3, pp. 7–8.
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Enlaces externos
• The Prime Pages (http://www.utm.edu/research/primes)
• Sobre el artículo de Manindra Agrawal et al. PRIMES IS IN P, en donde afirman: "We present a deterministic
polynomial-time algorithm that determines whether an input number n is prime or composite" mathmistakes
(http://members.cox.net/mathmistakes/primes.htm)
• Algoritmos eficientes para calcular números primos, por Steve Litt (http://www.troubleshooters.com/codecorn/
primenumbers/primenumbers.htm)
• ¿Es este número primo? (http://www.mste.uiuc.edu/html.f/resource/prime.html)
Fuentes y contribuyentes del artículo 21
Licencia
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