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Universidad Nacional del Litoral 1

Filosofía Antigua - 2006


Fabián Mié

G.E.R. Lloyd, Magic, Reason and Experience, Studies in the Origins and Development of
Greek Science, London/Indianapolis, 1999 (1979), cap. 3: “The Development of
Empirical Research”.

OBSERVACIÓN E INVESTIGACIÓN
Uso de investigación empírica en ciencia griega temprana: en Sobre la enfermedad sagrada,
descripción detallada y consideración de la posibilidad de hacer un examen post mortem al cerebro
de una cabra para echar luz y averiguar las causas de la epilepsia, pero a la vez chequea poco sus
datos1. Disparidad de opiniones (Cornford-Popper: irrelevancia de la observación para las teorías
presocráticas; Burnet-Kirk: es importante destacar que los griegos tuvieron una alta estima por la
observación y la experiencia, y la practicaron en cierta medida).
L: Dos puntos conceptuales preliminares:
(a) Distinción observación / investigación deliberada: observaciones agudas del mundo natural y del
comportamiento humano se reportan acerca de sociedades primitivas.  Complejos sistemas
clasificatorios, incorporados en el lenguaje natural. No son producto de investigaciones deliberadas:
presuponen una motivación especial un deseo de ampliar el conocimiento, confirmar suposiciones o
poner a prueba hipótesis a través de nuevos datos (126 s.).
(b) Relación observación-teoría: visión positivista objetable: observaciones de ‘hechos puros’;
objeción: (según Mary Hesse): los enunciados observacionales usan predicados que se hallan más o
menos bien engarzados en una red de asunciones teóricas. No hay enunciados observaciones que
hasta cierto punto no estén cargados de teoría ( theory-laden). De tal manera, no es posible, en
última instancia y en sentido estricto, decir que nuestras descripciones científicas de ciertos
fenómenos, e.g. epilepsia, trueno, etc., tienen la misma base observaciones que la que estaba
disponible para los griegos.
Dos cuestiones: (i) qué dicen los griegos acerca del rol de la observación y la investigación; (ii)
práctica científica, en lo que se destacarán los aspectos estrictos y más débiles de sus labores
observacionales (127-129).

EL DEBATE EPISTEMOLÓGICO
En griego no hay un término equivalente a nuestro término ‘observación’: vocabulario rico:
ver, mirar, notar, atender a, etc. (dicotomía razón-percepción en noeîn); téresis sólo aparece en el
período helenístico con un significado equiparable a observación. Pero en los siglos IV y V a C. hay
reflexiones abundantes y variadas sobre percepción, observación, cosas que aparecen
(phainómena), y sobre pruebas (peîra) y la experiencia (empeiría).
* aísthesis: más que percepción sensible, incluye conciencia y autoconciencia.
* phainómena: las cosas que aparecen, ilusión (parece ser, uso phaínesthai en infinitivo, en
contraposición al uso en participio para significar parece y es). En Arist. se refiere no sólo a lo que
aparece a los sentidos, sino también a lo que se cree regularmente, éndoxa (opiniones recibidas)
( nadie comete una mala acción voluntariamente porque eso se halla en contradicción con los
phainómena: no lo que se observa, sino lo que se cree comúnmente que es el caso: EN 1145b27 s.).

1
En virtud de la enorme cantidad de citas y en particular de referencias a fuentes que contiene el texto, no las incluiré en
este resumen, a excepción de algunas muy pocas, seleccionadas por distintas razones. Se remite para ello a las páginas
del volumen de Lloyd referidas aquí.
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Usos peyorativos de estos términos en contextos donde se efectúa una reflexión


epistemológica acerca de la relación entre sentidos y razón. Variedad de puntos de vista acerca de
esta relación en el período presocrático:
* e.g. Heráclito: condena la erudición, pero proclama que se investigó a sí mismo (fr. 101),
no condena sin más los sentidos, sino que parece sostener una tesis según la cual si se usan con
cuidado ofrecen información fidedigna y son, por ende, aceptables (fr. 107: ojos y oídos son malos
testigos para los hombres, si éstos tienen almas que no saben entender su lenguaje).
* Parménides, Meliso y Platón: en la Vía de la Verdad, la diosa instruye a Parménides para
no tomar el hábito, innato a la experiencia, de prestar atención a los datos de los sentidos (fr. 7).
Meliso desarrolla un arg. de reductio atacando los sentidos por la información contraria a la razón
que ellos transmitirían, pues ponen de manifiesto que las cosas cambian, y el cambio es imposible
ya que implica el no-ser.
* En los diálogos platónicos del período medio: condena a los sentidos (modificada en los
tardíos). Fedón: Sócrates asocia los sentidos con el cuerpo y con el mundo de los particulares
sensibles, en contraste con la razón, vinculada a las formas separadas ( Phd. 79a ss.). Sólo cuando
el alma se separa tanto como sea posible del cuerpo se aprehende la verdad (64c, 66d-67b, 81b); el
alma se libera de las pasiones del cuerpo para conocer las Ideas. Resp. VII: comentarios sobre el rol
de la percepción en ciertos ámbitos de la ciencia, aparentemente condena los métodos
observacionales en astronomía 529cd): las cosas más exactas y bellas que pueden percibirse no se
parecen a la verdad, que sólo se alcanza por la razón y el pensamiento (cf. n. 27, p. 131 s.). Los
diagramas geométricos pueden estar muy bellamente construidos, pero no es sensato examinarlos
seriamente como si uno pudiera encontrar en ellos la verdad acerca de iguales, dobles o alguna
razón (529c3 ss.) (131 s.).
* La otra parte del debate acerca de la confiabilidad de los sentidos: Jenófanes fr. 31. los
dioses no revelaron todos a los hombres desde el comienzo, pero por medio de la investigación
(zetoûntes) los hombres pueden acrecentar su conocimiento en el tiempo. Alcmeón: si bien los
hombres no son capaces de alcanzar todo el conocimiento acerca de cosas invisibles y mortales, y
tienen un conocimiento poco claro, en contraposición al de los dioses, al menos ellos pueden hacer
inferencias (tekmaíresthai) y conjeturas. Empédocles: fr. 2: hay que considerar cómo es cada cosa
por medio de todos los sentidos, sin sobrevalorar uno en desmedro del otro. Demócrito (fr. 11)
distingue dos tipos de conocimiento: uno bastardo, vinculado a lo que nos ofrecen regularmente los
sentidos, el otro, legítimo y separado de los sentidos, que nos da una información sobre objetos
(átomos y vacío) inaccesibles a los sentidos. Los objetos de los sentido existen por convención
(nómoi), no en realidad (eteei) (cf. Lloyd 134, n. 45). Posición de los médicos hipocráticos: VM cap.
22 es un eco del dictum anaxogóreo: ópsis adélon tà phainómena (los fenómenos son los ojos de las
cosas invisibles).
* Importancia de la investigación y la experiencia en medicina es un tópico recurrente (citas
p. 135, n. 48). VM: hay métodos testeados y probados de descubrimiento en medicina. Cap. 2:
siguiendo el método que ha sido practicado con éxito durante largo tiempo y tomando los
descubrimientos alcanzados como puntos de partida para nuevas investigaciones se alcanzarán
nuevos descubrimientos. Cap. 1: medicina se distingue de otras investigaciones, e.g. física y
cosmología por el hecho de que la primera no necesita hipótesis o postulados, mientras que las
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segundas no exponen criterios de verdad claros y manifiestos a los que pueda atenerse su expositor
y la audiencia.  Teorías físicas deben ser verificables: al prescribir el tratamiento, el médico no
dispone de otra medida más que de la que ofrecen las sensaciones ( aísthesis) del cuerpo [criterio de
verificación del tratamiento] (VM 9).
* Tesis contrapuesta a la crítica eleática a los sentidos: conocimiento es percepción en el
Tht. platónico, enraizada en la teoría relativista de Protágoras ( homo mensura: el hombre es la
medida de todas las cosas, de las que son y de las que no son) ( Tht. 151e, 152a). Esto muestra que
la tesis [sensista] de la identificación del conocimiento con la percepción fue discutida en el período
clásico.
* Aristóteles: percepción y experiencia adquieren un rol más positivo en la adquisición de
conocimiento que el que obtienen en Platón. Sin embargo, el conocimiento sigue siendo de las
formas, pero desacuerdo acerca de cómo se adquiere tal conocimiento. Platón: ideas trascendentes,
existen independientemente de los particulares; Aristóteles: formas no existen separadas de los
particulares cuya estructura ellas constituyen.
Distingue entre método de prueba o justificación y método de descubrimiento: en este
último, el punto de partida no es lo más cognoscible por sí, sino lo más cognoscible para nosotros, lo
que está más próximo y es más accesible a la percepción y es particular (opuesto a universal) ( APo.
71b33 ss.; Top. 105a13 ss.; Ph. 189a4 ss.; Metaph. 1018b30 ss.; APr. 68b35 ss.).
A través de la inducción Arist. rehabilita el conocimiento sensible en el proceso de
adquisición de conocimiento universal: inducir es un proceso que efectúan sólo animales como el
hombre que poseen percepción, memoria, experiencia y pueden a partir de ésta adquirir arte y
comprensión (understanding) o conocimiento estricto.
Por otro lado, Arist. distingue entre apelaciones a los argumentos teóricos y apelaciones a
los fenómenos, los hechos, los datos (érga, hypárchonta). Estos últimos exceden lo meramente
observable, e incluyen cosas que varían según los contextos. Arist. es capaz de criticar, por ejemplo,
a los pitagóricos (Cael. 293a25 ss., con referencia a la teoría de la contra-Tierra) porque no intentan
buscar causas y argumentos que estén de acuerdo con los fenómenos ( tà phainómena), sino que
procuran forzar a estos últimos a adecuarse a sus opiniones previas. Arist. puede especificar el
criterio que en este último contexto considera adecuado diciendo que los argumentos deben
adecuarse a lo que resulta accesible sensiblemente (katà tèn aísthesin, 297b32 ss.). En estos casos,
Arist. minosvalora argumentos puramente teóricos para dar prioridad a datos observacionales acerca
de distintos fenómenos.
En el estudio de los animales ( GA 760b27 ss.; PA 640a14 ss., etc.), tenemos que
preocuparnos primero por observar los fenómenos (no meramente los datos surgidos de la
observación) concernientes a cada tipo de animal, posteriormente proceder a establecer sus causas.
GA 760b27 ss., tras la consideración de la reproducción de las abejas, establece generalmente: esto
es lo que parece suceder con relación a la generación de las abejas; a juzgar a partir de la teoría
(lógos) y de lo que se cree que son los hechos (tà symbaínein dokoûnta). Pero los hechos (tà
symbaínonta) no han sido suficientemente establecidos, y si ellos lo son alguna vez, entonces
tenemos que confiar más en la percepción ( aísthesis) que en las teorías (lógoi), y en las teorías en la
medida en que muestran estar de acuerdo con lo que parece ser el caso ( tà phainómena) (138).
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LA PRÁCTICA DE LA INVESTIGACIÓN
Observemos ahora la práctica real de los científicos griegos en distintos campos de la investigación.
Un área no muy bien estudiada. Lo estudiará en los presocráticos, los escritos hipocráticos,
geografía y astronomía, y Aristóteles.

FILOSOFÍA NATURAL PRESOCRÁTICA


Entre los presocráticos, el uso de datos observacionales y la práctica de la investigación
empírica para obtener nuevos datos o sostener o socavar hipótesis son raros. Esto tiene que ver con
los objetos de su investigación: muchos de ellos son hechos temibles, casuales o infrecuentes:
relámpagos, truenos, eclipses, sismos, cometas y estrellas, donde la oportunidad para la
observación directa y la investigación empírica pautada en laboratorio es altamente restringida o
inexistente. En este caso, los presocráticos proceden explicativamente formulando analogías en las
que se echa mano de procesos y fenómenos familiares, e.g. Anaxímenes: apoya su explicación del
relámpago a partir del efecto del viento que hiende una nube apelando al flash producido por un
remo en el agua (Aecio III 3.2., DK 13 A17). Otro problema: ¿qué sostiene a la Tierra? Explicaciones
que recurren a argumentos apoyados en argumentos abstractos o mediante analogías; e.g. Tales: la
Tierra flota sobre el agua; Anaxímenes: la Tierra se sostiene de la misma manera que otros objetos
planos en el aire. Precisamente en relación con la investigación natural sobre “objetos en el cielo o
cosas bajo tierra” es que el autor de VM objeta: “no hay criterio al cual uno pueda referirse para
obtener un conocimiento claro” (139 s.).
Pero los presocráticos también investigaron objetos accesibles a sus medios de
observación, y formularon teorías sobre ellos: teorías acerca de los constitutivos fundamentales de
los cuerpos físicos o materiales, y en este caso podemos evaluar algo así como prueba de la
relación que existía en su pensamiento entre datos observacionales y teoría . En este marco se
encuadran doctrinas monistas: todo tipo de objeto material es una modificación de un elemento
básico simple (cf. p. 140, n. 74); o pluralistas: apelan a un número definido o indefinido de sustancias
elementales. Estas doctrinas tienen eco e influencia en tratados médicos como Nat. hom. 1.
Un punto importante en las teorías presocráticas es la explicación del cambio. Anaxímenes:
condensación/rarefacción (según Simplicio, siguiendo a Teofrasto): el aire, material originario cambia
por condensación produciendo, sucesivamente, fuego, viento, nube, agua, tierra, piedras y el resto
de las cosas provienen del mismo mecanismo de cambio a partir de lo que ya se ha generado.
Anaxágoras: en todas las cosas hay porciones de todo; los cambios aparentes se explican en
términos de cambio en las proporciones que organizan la presencia de las porciones en cada objeto
visible. Mecanismo general del cambio: separación: fr. 16: de las nubes se separa el agua; y del
agua, tierra, y a partir de la tierra se condensan las piedras por efecto del frío.

Conclusiones: (Lloyd, 142 s.).


(1) El recuerdo de estas teorías muestra que los mismos datos se interpretan de manera
divergente en distintas teorías ; no hay intento de someter a examen o chequear los datos
observaciones usados. Hay lugares comunes meramente asumidos o supuestos en el cambio de los
elementos que integran las teorías presocráticas del cambio.
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(2) Los datos en cuestión son indiferentes [irrelevantes] en relación con las teorías que
apelan a ellos. Las teorías son suficientemente vagas o su contenido empírico suficientemente
delgado como para acomodar igualmente bien los fenómenos.
(3) Pero no es que los mismos ejemplos se presenten o asuman como pruebas de cada
teoría propuesta; ni hay datos que las teorías se propongan explicar ; una vez que ciertos datos se
incorporan dentro de una teoría se asume que la corroboran indubitablemente. El establecimiento de
una base empírica adecuada para una teoría estaba dado por la mínima exigencia formulada a ella
para que de cuenta de ciertos fenómenos familiares.
(4) Si bien las distintas teorías estaban en competencia una con otra, dicha competencia no
se establecía a través de una disputa por la mejor explicación de los datos empíricos accesibles a
las teorías en cuestión, ni una teoría alega en su favor datos que la otra no puede explicar, ni se
establecen criterios de consistencia entre las proposiciones de la doctrina o economía explicativa.
(5) Se puede presumir que la prevalencia de una teoría sobre otra fue juzgada apelando a la
solución que estaba en condiciones de aportar a ciertos problemas filosóficos, como, por ejemplo, el
del cambio y la generación.
(6) Elementos teóricos de una cierta doctrina presocrática no son de un tipo que pueda ser
testeado a través de datos existentes o nuevos. Una teoría física no era vulnerable a la refutación
proveniente de apelar a meras observaciones contrarias a sus afirmaciones principales (cf. la alusión
a la discusión de Vlastos contra Cornford, p. 143, n. 88).
(7) No intentan llevar adelante observaciones, menos sistemáticas que permitan ampliar el
rango de datos bajo discusión.

Pero hay ciertas excepciones: * argumento de Anaxímenes acerca del ritmo del cambio
dominado por la compresión y rarefacción a partir de la exhalación de aire frío o caliente según se
empuje una columna de aire desde la boca cerrada o abierta, respectivamente. * Anaxágoras:
prueba de la corporalidad del aire a través del experimento con la clepsidra y la resistencia que
ofrece el cuerpo contenido en un recipiente cuando se empuja desde fuera otro cuerpo (líquido) para
que ingrese a dicho contenido. * Jenófanes: usa la observación de fósiles (conchas en montañas e
impresiones en distintos lugares de Siracusa, Paros y Malta) como prueba para sostener su opinión
que el mar y el continente están sometidos a fluctuación en su extensión, lo que está ahora seco
estuvo antes ocupado por el mar. Todas éstas son inusuales instancias de lo que se llamó historíe.
Otro caso puede ser la supuesta observaciones biológicas de Anaximandro que lo llevaron a
postular que el hombre proviene de un pez (p. 143 s., n. 94).

Un campo en que la observación empírica fue llevada a cabo con mayor intensidad es la
acústica y la harmónica, siempre en un período pre-platónico; fuentes pitagóricas; descubrimiento de
las relaciones matemáticas de los principales intervalos musicales (octava, quinta y cuarta), pero, en
realidad, los datos no conducen a las teorías sostenidas por los pitagóricos al respecto (p. 144, n.
95: datos supuestamente alegados por los pitagóricos: (i) al pesar los martillos que producen los
distintos sonidos, (ii) atribuyendo pesos a las cuerdas y notando que los pesos arrojan relaciones
numéricas que organizan los acordes, (iii) llenó jarros con agua y descubrió los acordes notando la
relación entre las cantidades de agua en los jarros y el sonido que dan cuando son golpeados). Sólo
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corrigiendo estos datos se llega a los resultados pretendidos. Las fuentes de estas historias
pitagóricas (Nicómaco de Gerasa, Teón de Esmirna etc.) presentan notables diferencias en las
condiciones de los tests que habrían sido usados por los pitagóricos para demostrar sus ideas, y en
general son reportes bastantes descuidados en los detalles). Pero hay otras evidencias, distintas de
las atribuidas a Pitágoras, de que en estos campos se practicó observación e investigación empírica
en el s. IV a. C.: citadas en p. 145 s., concernientes a Arquitas de Tarento (establecimiento de la
variación del tono musical a partir de la función de la velocidad del movimiento y de los cambios en
los huecos de un instrumento), Platón (alusión al intento de oír el menor intervalo entre dos sonidos).
Pero en general L asevera que es incorrecto atribuir a los pitagóricos alguna clase de conciencia
acerca del rol y de las condiciones de la investigación y el método experimental.

MEDICINA HIPOCRÁTICA Y EL DESARROLLO DE LA DISECCIÓN


Opinio communis: los médicos son excelentes practicantes de la ciencia y fundadores del
método empírico. Los tratados conservados de los médicos hipocráticos incluyen discusiones de
problemas planteados por la filosofía natural presocrática, cuestiones tan fundamentales como los
constitutivos del mundo físico o del cuerpo humano en particular. Ventaja en cuanto a la transmisión
de los textos médicos: no dependemos de citas posteriores o muy tardías (146).

VM ataca el uso de un método basado en hipótesis o postulados donde “no es claro para el
hablante mismo o para su audiencia si lo que se dice es verdadero o no” ( VM 1), un procedimiento
que el autor toma como típico de la filos. natural y que él se propone criticar en su aplicación a la
medicina (VM 20). Pero ¿hasta dónde él mismo aplica sus principios críticos en su propia
investigación? Es decepcionantes observar que cuando él expone sus propias opiniones acerca de
aquello de lo cual el cuerpo se compone y de las causas de las enfermedades, los constitutivos que
identifica resultan ser cosas tales como lo salado, lo amargo y lo dulce, lo ácido, lo astringente y lo
insípido (VM 14). Si bien es cierto que esta teoría es más compleja que las que el autor de VM
rechaza, él sigue insistiendo en que hay muchos componentes que tienen poderes ( dynámeis) de
distintos tipos, tanto en número como en amplitud/alcance ( VM 14). Con ello, se hace acreedor a
objeciones similares a las que él mismo formula a la tendencia vinculada a la filos. natural entre sus
colegas, pues los poderes mencionados con vagos e indefinidos o quedan mal determinados. En
VM 19 son admirables las ideas que pone en juego el autor para aislar los factores operativos en
condiciones patológicas. Dice que patologías como ronquera, erisipelas y neumonía están
acompañadas de sustancias saladas, acuosas que se eliminan, y que cuando estas sustancias
eliminadas se mezclan, la fiebre y otros dolores cesan. Aquí intenta mostrar que los humores en
cuestión son instrumentales en cuanto producen estas condiciones . Pero obviamente el autor falla
en tener en cuenta la posibilidad de que tales eliminaciones sean meramente síntomas, no causas
de las condiciones (VM 19). Tratamiento: aplicación de sustancias familiares y dieta ( VM 13 ss., esp.
15). Pero su propia interpretación de los ingredientes que tienen un efecto curativo es casi tan
arbitraria y dogmática como la que se hace en términos de cálido, frío, seco, húmedo. Por ejemplo,
él no define qué hace a una comida pesada o fuerte, y su contrario (se presupone cierto acuerdo
sobre el punto, VM 6).
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Una de sus objeciones a los que apelan a lo cálido, lo frío, etc. es que no pueden indicarlos
en estado puro (VM 15); pero él mismo está expuesto a la misma objeción concerniente a lo salado,
lo amargo etc.
Dificultades para hallar pruebas para sus teorías (VM 15): diferencias entre lo cálido y lo
astringente, y lo cálido y lo insípido: sus efectos son distintos tanto en el cuerpo humano como en
una bolsa de cuero o en una vasija de madera.
En conclusión, el autor de VM no tiene una idea general de que las teorías deben ser
testables, ni tampoco posee un método particular en fisiología. Pero es interesante la estrategia que
elige para estudiar los cambios corporales: dado que no estaba a su alcance observar directamente
lo que ocurre dentro del cuerpo, buscó investigar los cambios que tienen lugar en las sustancias
fuera del cuerpo humano y, así, inferir, por analogía, lo que sucede dentro del cuerpo . O bien él no
llevó a cabo investigaciones empíricas como las que reclama en VM 15 y 24, o, si las llevó adelante,
habría que ver qué podrían éstas haberle revelado. Pues su insistencia en excluir postulados
arbitrarios de las teorías médicas es admirable, pero impracticable. Su marco conceptual es poco
menos puramente especulativo que los de sus oponentes, y éste es el mayor límite para la
verificación empírica de sus teorías (148 s.).

La misma situación se da en otros tratados médicos: la base empírica de sus teorías


fisiológicas o patológicas es insignificante. E.g. en De respiratione el autor apela al aire como la
causa de todo tipo de enfermedad (cap. 5), y avanza algunas muy obvias condiciones patológicas
estableciendo primeramente que el aire desempeña algún rol, y luego postula que es la causa.
Fiebres epidémicas son causadas por el aire que respiramos, y por tanto es una patología común ya
que todos respiramos el mismo aire; fiebres esporádicas provienen del alimento, pero con el
alimento que ingerimos también respiramos y tomamos mucho aire, y por eso el aire es también la
causa de estas fiebres raras (149, n. 119).
En el tratado Sobre la dieta, el autor sostiene que cierto conocimiento de la constitución del
hombre es necesario para una comprensión de la dietética ( De victu I, cap. 2); pero luego dice que
los elementos de que se halla compuesto el cuerpo humano son los elementos de la física
tradicional griega, fuego, que es cálido y seco, y agua, que es fría y húmeda. Contiene detalladas
descripciones de los efectos de diferente comidas, que si bien son especulativas y esquemáticas,
parecen descansar en observación empírica, quizá de primera mano ( De Victu II, 39 ss.); pero su
fisiología es tan dogmática como la cualquier filósofo natural. No alega pruebas empíricas ni
argumentos para sostener su teoría dualista de los elementos.
De natura hominis (NH) refuta una teoría elemental monista, ya sea propuesta por filósofos o
médicos, pero promete también probar su propia doctrina de los cuatro humores (el autor usa
ampliamente, además del vocabulario para demostración, apodeíknymi, apophaíno, anágke , el
término para prueba, tekmérion, e.g. NH 1, y martýrion, en el mismo capítulo (otras citas en Lloyd,
149, n. 124). La principal prueba para ello es por el efecto de drogas, algunas sacan la flema, otras
purgan la bilis (amarilla) y la bilis negra ( NH 6, 7). La proporción de los humores en el cuerpo
humano varían según las estaciones, algo que también alega comprobar por el efecto de dar a
tomar la misma droga a una misma persona en distintas estaciones del año [mantiene constantes y
las vincula con el efecto que produce en una de ellas una variable]. Pero más allá de lo dudoso de la
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prueba alegada por el autor de NH aquí, más grave es que él asume lo que necesita probar: que los
humores son los solos constituyentes del cuerpo humano (150).
También el autor del De carnibus apela lo que él llama tekméria saphéa para probar su
teoría de los cuatro elementos del cuerpo humano, donde lo glutinoso o pegajoso está asociado a lo
frío, y lo gordo, a lo cálido. Él propone comprobar por los efectos esta vinculación fisiológica teórica a
través de la cocción de partes del cuerpo con esas características, para lo cual también apela a
efectos observables fuera del cuerpo humano para explicar procesos internos no observados
directamente (150 fin., y n. 132).
Pero Lloyd remarca que en todos estos casos las asunciones del autor son lo que se
presupone en las observaciones y pruebas empíricas alegadas como prueba de sus teorías. La
función de los tests es corroborar las teorías en cuestión, no proveer nuevos datos para decidir entre
teorías rivales (151). Sin embargo, la falta de éxito en implementar metodologías y prácticas de
falsación no nos debe llevar a subestimar los esfuerzos hechos por los médicos, que sobre todo
estaban dirigidos no tanto a formular nuevas teorías, cuanto a probar creencias que formaban parte
de teorías ya aceptadas o circulantes en la filosofía natural.

Pero, por otro lado, los médicos hipocráticos fueron celebrados como los campeones del
método empírico de investigación particularmente por sus trabajos en dos campos: observación
clínica y pronóstico. En Prognosis y Epidemias I encontramos dos extensas descripciones que
muestran que estos autores, al menos, sostuvieron que el pronóstico debía basarse en un examen
acabado del paciente2. En Prog. se recomienda observar detalladamente el aspecto del paciente que
sufre una enfermedad aguda, sus ojos, coloración de la piel etc., también interrogar por su sueño,
apetito, tomar en cuenta la postura del paciente, su respiración, temperatura de cabeza, manos y
pies; y se hacen consideraciones especiales acerca de cómo interpretar los signos encontrados en
los excrementos del paciente. Notablemente, falta de la lista de recomendaciones tomar el pulso. El
primero que llama la atención sobre eso es Praxágoras de Cos (aprox. 300 a.C.). La auscultación
está incluida en otros textos hipocráticos ( Morb. II, 61) (152, n. 139). En Epidemias I, 10, enfatiza la
necesidad de tener en cuenta el modo de vida y la actividad cotidiana del paciente, sus hábitos, sus
pensamientos, sus silencios, también su edad, así como las condiciones del clima de la ciudad
donde vive. Esto testimonia una marcada conciencia de la necesidad de desplegar observaciones
detalladas y sistemáticas. No incurre en principios esquemáticos cuando ofrece recomendaciones
prácticas, sino que se apega a la práctica. Es muy importante que este tratado contiene un total de
42 historias clínicas de individuos, algo que fue anticipado por documentos similares en Egipto, unos
mil años antes, pero las historias clínicas hipocráticas son mucho más detalladas y extensas en el
período de tiempo considerado para la examinación del paciente, así como menos esquemáticas. Un
ejemplo citado de Epid. III en p. 153 (fin.) s. Si bien estos tratados de carácter marcadamente
empírico, a diferencia de los teóricos NH o VM, contienen observaciones admirablemente detalladas

2
El lugar que ocupa en la medicina moderna el diagnóstico lo ocupa en la medicina antigua el pronóstico, que cubre el
pasado y el presente así como el futuro de una enfermedad. Prog. 1 testimonia que el doctor, además de predecir el
resultado de la enfermedad, apuntaba a informar a su paciente también sobre su estado presente y su condición pasada
(Lloyd, 151, n. 134).
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y prácticas menos esquemáticas, a menudo apelan a ‘términos teóricos’ como flema, bilis, etc., cuya
carga teórica permanece ajena a la reflexión del autor (154).
Hay una razón importante para que los autores (posiblemente varios) de Prog. llevaran a
cabo y tomaran datos de observaciones diarias, además del cuidado extremo del paciente que ello
representa; y es el hecho de que los médicos empeñados en tales prácticas adherían a común teoría
médica griega según la cual una enfermedad grave está marcada por lo que llamaban ‘los días
críticos’, cuando tienen lugar cambios marcados en el estado de salud del paciente y en su
sintomatología (154). De allí proviene la práctica de realizar tablas que contienen los períodos de
evolución de una enfermedad. En estos casos, los médicos manejan variables de frecuencia, apelan
a ‘lo que tiene lugar la mayor parte de las veces’ o ‘en la mayoría de los casos’, e igualmente notan
excepciones. Esto muestra que los médicos no conducían sus observaciones meramente con el
objetivo de confirmar sus reglas ya formuladas en detalle . Más bien, tales reglas detalladas son el
resultado de generalizaciones a las que se arriba sobre la base de observaciones particulares, en lo
que tenían especial importancias la recolección de datos que hallamos en las historias clínicas
mencionadas (155).

En otros ámbitos médicos, en cambio, la observación tenía mayores límites; e.g. en la


disección. El origen del método de la disección se ha antedatado a veces llegando hasta a Alcmeón
de Crotona, aprox. en la quinta centuria del período griego, pero esto es dudoso, ya que Alcmeón
parece haber desarrollado su actividad aprox. en 450 a.C. Nuestra fuente principal sobre el método
de la disección, Calcidio (personaje perteneciente al Platonismo medio), se refiere a un anatomista
tardía, Herófilo, uno de los mayores biólogos alejandrinos, quien diseccionó no sólo animales, sino
también humanos. Quizá Alcmeón lo más que llegó a realizar es extirpación e incisión (ingl. excised)
ocular (cf. 156, n. 159). A Alcmeón parece haberle interesado la investigación de las estructuras
oculares que comunican la parte de atrás del ojo con el cerebro, pero es improbable que él mismo
haya diseccionado ojos. Pero la idea de cortar animales para investigarlos se le ocurrió a ciertas
personas en la última parte del S. V y la primera del IV a.C. En Sobre la enfermedad sagrada (De
morbo sacro), el autor menciona la posibilidad de realizar una disección post mortem del cerebro de
ciertos animales (cabras) para establecer las causas de esta enfermedad ( Morb. sacr. 11).
En HA 511b13 ss., Aristóteles critica a sus predecesores por su labor sobre el sistema
sanguíneo y remarca las dificultades que hay en llevar adelante observaciones en este campo,
destacando que quienes examinaron cuerpos muertos a través de la disección no han observado la
principal fuente de los vasos sanguíneos, mientras que aquellos que han examinado hombre vivos
muy demacrados han inferido cuáles son las fuentes de los vasos sanguíneos a partir de lo que
pude observarse externamente. Esto muestra que la disección era practica en el tiempo anterior a
Aristóteles, y también que no era el único método para determinar ciertas cosas a las que se
abordaba mediante la disección (157).
Otros conocimientos de la época anterior a Aristóteles acerca del sistema vascular
sanguíneo, el aparato óseo, el sistema de venas no provenían de disecciones, sino probablemente
de observaciones realizadas cuando se trataban heridos, luxados, fracturados etc. Lloyd pasa revista
a otros tratados médicos de los que se halla ausente rastro alguno de que sus tesis o resultados
hayan sido adquiridos o se apoyen en la práctica de la disección (158 s.). Pero si bien es cierto que
Universidad Nacional del Litoral 10
Filosofía Antigua - 2006
Fabián Mié

G.E.R. Lloyd, Magic, Reason and Experience, Studies in the Origins and Development of
Greek Science, London/Indianapolis, 1999 (1979), cap. 3: “The Development of
Empirical Research”.

la mayoría de los tratados hipocráticos de los S. V y temprano IV dan una idea de que los médicos
tenían un conocimiento anatómico extremadamente limitado , dos tratados proveen una excepción al
respecto: Sobre los lugares en el hombre y Sobre las carnes. Ambos dan cierta información
detallada y, en parte al menos, explicaciones acerca de los órganos sensitivos y los vasos
sanguíneos (159 ss.). Sin embargo, no es seguro que los autores de estos tratados hayan efectuado
disecciones.
Tenemos que tomar en consideración que practicar una disección requiere no sólo
observación sistemática, detalladas descripciones para poder clasificar los datos, un aparato
conceptual adecuado para elaborar tales descripciones y clasificaciones, a lo cual hay que sumar,
obviamente, una tecnología apropiada o instrumentos mínimos que permitan realizar la disección y
la observación que se busca efectuar a través de ella; pero además hay que saber qué se busca
cuando se disecciona un cuerpo. Puede hacerse una disección, pero mucho de lo que se ve puede
quedar y la observación empírica de la disección, en este caso (161).
Arist. PA I 5, 644b22 ss. (163 (fin.) s.).
Apreciaciones sobre el alcance y éxito del método de la disección en Arist. y sus sucesores
(Herófilo, Erasístrato; sus logros históricos aparecen enumerados en p. 166 init.), hasta el período
helenístico hasta las disecciones y vivisecciones practicas por Galeno, que son la cumbre del arte en
el mundo antiguo: 164-167 (principales avances en la explicación de las membranas oculares, de los
órganos sensitivos y su relación con el cerebro, en el sistema de la circulación sanguínea, en la
anatomía del corazón, en la distinción de diferentes tejidos humanos, en la descripción del sistema
óseo etc.).
El mayor progreso en la historia de la disección antigua tiene lugar cuando los médicos e
investigadores utilizan los datos obtenidos a través de ese método para no sólo ni exclusivamente
corroborar una teoría previamente formulada, sino que a partir de ellos formulan inferencias que les
permiten delimitar cuestiones nuevas, precisar y llevar a un nivel superior de refinamiento
descripciones existentes, en definitiva, usar los datos para formular inferencias y construir nuevas
teorías con genuina capacidad explicativa y una mayor base empírica. El mejor ejemplo de esto es el
estudio del sistema nervioso (168).
Conclusiones del capítulo: 168, segundo párrafo, s.

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