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El texto

El hombre, desde que es hombre, ha intentado explicar el mundo en el que se encuentra.


Unos de los procesos necesarios para entender es clasificar.
Desde los principios de la historia, las personas han clasificado todo lo que los rodea: separaron
el mundo vivo del no vivo; los planetas de las estrellas; las frutas de las verduras; los colores cálidos
de los colores fríos; el transporte aéreo del terrestre; las películas de acción de las románticas; la
música clásica del jazz; e incluso dentro del jazz ha separado el jazz tradicional del smooth jazz… y
la lista es interminable.
De la misma manera, lo ha hecho con las palabras, con el sentido, con la información, con sus
ideas… entonces, clasificó los textos.

La palabra texto viene de la palabra latina, "textus", que significa


“tejido”. El texto es, entonces, un tejido de oraciones ordenadas que
forman una unidad portadora de sentido y significación.
Otra definición de texto la encontramos en el diccionario de la Real
Academia Española: el texto es: Enunciado o conjunto coherente
de enunciados orales o escritos. Y en esta escueta y útil definición
se encuentra la primera clasificación del texto: la distinción entre el
texto oral y el escrito.
En primer lugar, el hombre separó los textos orales de los textos escritos.

Los primeros son cualquier texto que se transmite de forma oral y que abarcan desde los relatos
tradicionales que eran transmitidos por narradores, hasta el diálogo que pudimos haber tenido esta
mañana con alguno de nuestros familiares; también podemos incluir a las canciones cantadas y los
discursos escolares; las charlas de recreo (o las de clase); etcétera.

Los segundos son cualquier texto que se transmite de forma escrita.


En este grupo se encuentran desde las entradas del cine y los carteles de los mercados, hasta
las geniales novelas de caballería; desde las cartas de amor hasta los cuentos de terror de Edgar
Allan Poe; desde los diccionarios hasta las instrucciones para utilizar una licuadora.

Durante este año trabajaremos con todo tipo de textos, tanto orales como escritos. Los
analizaremos, los mediremos, los asimilaremos, los exprimiremos, los morderemos, los
sacudiremos…

Pero antes que nada, los clasificaremos:


Imaginemos por un instante que podemos ver todos los textos escritos que hemos leído a lo
largo de nuestra vida, más los que nos faltan por leer. Imaginen los camiones llenos de carteles,
cartas, folletos, novelas, cuentos, poesías, manuales, revistas, diarios, los perfiles de facebook,
y las cadenas de mails que tenemos que reenviar a nuestros amigos (no olvides de agregar este
texto que estamos leyendo)… ahora imaginemos también que podemos ver todos los textos que
hemos escuchado, todas las conversaciones que hemos compartido con nuestros amigos, todos
los cuentos que nos contaron, incluso los chistes que nos han hecho reir… ¿Cuál crees que ha
hecho una montaña de texto más grande?
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Bien, ya separamos los orales de los escritos. ¿Y ahora?
Cualquier criterio que nosotros adoptemos nos dará distintas clasificaciones. Por ejemplo: podríamos
separar todos los textos que tengan la palabra “cuchillo”. Entonces en una misma montaña de textos
podríamos tener todos los cuentos de caballeros y de dragones, muchos textos mitológicos, relatos
franceses de espadachines como Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas; e incluso recetas de
cocina y carteles de supermercado. Esto daría como resultado una clasificación bastante desordenada;
recordemos que clasificamos para poder entender.

Al leer esta definición de texto y esta primera clasificación, se nos puede venir a la cabeza un torbellino
de ideas e imágenes que incluso están formando un texto. Pero no os preocupéis. Los estudiosos del
área ya se han encargado de lo más difícil; aunque hay que aclarar que el tema de la clasificación de los
textos no es uno del cual ya no se discuta, por el contrario, son varios los teóricos que siguen analizando
y definiendo este “portador de sentido”.

Este trabajo apunta a que podamos saber qué es lo que vamos a estudiar y analizar, por eso mismo,
solo atenderemos al texto como una construcción literaria escrita. Ojo, no solamente estudiaremos los
textos literarios, por el contrario, el estudio del TEXTO será nuestro "norte" durante todo nuestro estudio,
pero, para empezar trabajaremos con los textos literarios.

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Teoría de los géneros literarios
Siguiendo con nuestro afán por tratar de agrupar los textos para poder estudiarlos y
aprender con mayor claridad, separaremos a los literarios o ficcionales en tres grandes
grupos que llamaremos "géneros".
Estos géneros son: narrativo, dramático y lírico.
Podemos definir a los géneros como agrupaciones de obras literarias basadas
teóricamente tanto en la forma exterior (extensión de la obra, forma en la que se presenta
el texto visualmente), como en la forma interior (intensiones del autor, actitud, tono).
Hay que tener en cuenta que esta teoría de los géneros es solamente un orden que
damos a los textos literarios y que podemos encontrar textos que tienen características de
dos o incluso de los tres géneros.
Nosotros estudiaremos los tres grandes géneros literarios atendiendo las características
que presenta cada uno de ellos para poder analizarlos individualmente y verlos en un todo
textual, interactuando juntos.

Empecemos a repasar:

TEXTOS ORALES QUE TEXTOS ESCRITOS QUE


USAMOS FRECUENTEMENTE USAMOS FRECUENTEMENTE

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El género
narrativo
Género narrativo
Es aquel que se basa en el relato o referencia de hechos, acontecimientos o sucesos.
La situación narrativa supone, por lo tanto, la existencia de un narrador que cuenta a un auditorio,
o a un lector, algo que ha sucedido. La función del narrador ha variado en el transcurso de los
tiempos. En la primitiva épica, el juglar o rapsoda cantaba o recitaba hechos heroicos.
Con la literatura escrita, el relator se convierte en una figura creada por la ficción del autor y con
la cual no siempre se identifica.
Por otra parte, en el hecho narrado se ven y se pueden estudiar diversos elementos: los
personajes, el espacio, el tiempo y, sobre todo, las acciones y acontecimientos.
Finalmente, toda narración está dirigida a un interlocutor, aunque el escritor no lo tenga presente.
En nuestro siglo, las formas narrativas predominantes son el cuento y la novela. Expresan hoy
lo que en otros tiempos fue patrimonio de la epopeya, de la crónica, del mito, de las memorias, del
folclore y de las leyendas heroicas. Todas estas formas constituyen la raíz generadora de las dos
especies narrativas actuales de mayor difusión.

Protoliteratura
El género narrativo es el género natural del hombre. Nosotros continuamente narramos sucesos
en el tiempo: cuando contamos qué hicimos el fin de semana, cómo nos fue en la escuela, o cuánto
nos divertimos en tal o cual situación, narramos historias.
Esta forma natural encuentra sus raíces más antiguas en los relatos míticos y en las leyendas.
Toda cultura cuenta con sus relatos míticos y su conjunto de leyendas, propios de esa determinada
nación.
Nosotros, argentinos, en el principio del S. XXI encontramos nuestra protoliteratura en la mitología
griega y romana; y también en las leyendas de los primeros pobladores de nuestro territorio.

El Mito
El mito es una narración cuyo origen se halla en lo religioso. Cuenta sucesos ocurridos en un
tiempo remoto e indeterminado y, generalmente, en lugares imprecisos.
Este tipo de relatos con carácter religioso responden a preguntas tales como: cuáles son los
orígenes del universo, de la vida o de la muerte, o cómo se explican fenómenos naturales (el paso
de las estaciones, el ciclo del sol y la luna, por ejemplo).
En sus orígenes, los mitos se transmitieron en forma oral, de generación en generación, pero
más tarde, historiadores y poetas los fijaron por escrito. A quienes recogen estos escritos se los
llama mitógrafos.
Por pertenecer a la tradición oral y por circular en distintas regiones y épocas, existen diferentes
versiones de un mismo mito.

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Teseo y Ariadna
Aquella noche, Egeo, el anciano rey de Atenas,
por jóvenes para quienes sería el último viaje. Los
habitantes miraban pasar el cortejo; algunos gemían,
parecía tan triste y tan preocupado que su hijo Teseo otros mostraban el puño a los emisarios del rey Minos
le preguntó: que encabezaban la siniestra fila.
-¡Qué cara tienes, padre…! ¿Acaso te aflige algún Pronto, la tropa llegó a los muelles donde había
problema? una galera de velas negras atracada.
-¡Ay! Mañana es el maldito día en que debo, como -Llevan el duelo- explicó el rey-. Ah… hijo mío…
cada año, enviar siete doncellas y siete muchachos si regresas vencedor, no olvides cambiarlas por velas
de nuestra ciudad al rey Minos, de Creta. Esos blancas. ¡Así sabré que estás vivo antes de que atraques!
desdichados están condenados… Teseo se lo prometió; luego, abrazó a su padre y se
-¿Condenados? ¿Para expiar qué crimen deben, unió a los atenienses en la nave.
pues, morir? Una noche, durante el viaje, Poseidón, el dios de los
-¿Morir? Es bastante peor: ¡serán devorados por el mares, se apareció en sueños a Teseo. Sonreía.
Minotauro! -¡Valiente Teseo!- le dijo- Tu valor es el de un dios.
Teseo reprimió un escalofrío. Tras haberse Es normal: eres mi hijo con el mismo título que eres
ausentado durante largo tiempo de Grecia, acababa de de Egeo…
llegar a su patria; sin embargo, había oído hablar del Teseo oyó por primera vez el relato de su fabuloso
Minotauro. Ese monstruo, decían, poseía el cuerpo de nacimiento.
un hombre y la cabeza de un toro; ¡se alimentaba de -¡Al despertar, sumérgete en el mar! - le recomendó
carne humana! Poseidón. Encontrarás allí un anillo de oro que el rey
-¡Padre, impide esa infamia! ¿Por qué dejas Minos ha perdido antaño.
perpetuar esa odiosa costumbre? Teseo emergió del sueño. Ya era de día. A lo lejos ya
-Debo hacerlo- suspiró Egeo-. Mira, hijo mío, se divisaban las riberas de Creta.
he perdido, tiempo atrás, la guerra contra el rey de Entonces, ante sus compañeros estupefactos, Teseo
Creta. Y desde entonces le debo un tributo: cada año, se arrojó al agua. Cuando tocó el fondo, vio una joya
catorce jóvenes atenienses sirven de alimento a su que brillaba entre los caracoles. Se apoderó de ella,
monstruo… con el corazón palpitante. De modo que todo lo que le
Con el ardor de la juventud, Teseo exclamó: había revelado Poseidón en sueños era verdad: ¡él era
-En tal caso, ¡déjame partir a esa isla! Acompañaré un semidiós!
a las futuras víctimas. Enfrentaré al Minotauro, padre. Este descubrimiento excitó su coraje y reforzó su
Lo venceré. ¡Y quedarás libre de esa horrible deuda! voluntad.
Con estas palabras, el viejo Egeo tembló y abrazó Cuando el navío tocó el puerto de Cnosos, Teseo
a su hijo. divisó entre la multitud al soberano, rodeado de su
-¡Nunca! Tendría demasiado miedo de perderte. corte. Fue a presentarse:
Una vez, el rey había estado a punto de envenenar a
Teseo sin saberlo; se trataba de una trampa de Medea,
su segunda esposa, que odiaba a su hijastro.
-No. ¡No te dejaré partir! Además, el Minotauro
tiene fama de invencible. Se esconde en el centro de
un extraño palacio: ¡el laberinto! Sus pasillos son
tan numerosos y están tan sabiamente entrelazados
que aquellos que se arriesgan no descubren nunca la
salida. Terminan dando con el monstruo… que los
devora.
Teseo era tan obstinado como intrépido. Insistió,
se enojó, y luego, gracias a sus demostraciones de
cariño y a su persuasión, logró que el viejo rey Egeo,
muerto de pena, terminara cediendo.
A la mañana, Teseo se dirigió con su padre al
Pireo, el puerto de Atenas. Estaban acompañados

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Escrutó en la oscuridad y lamentó que le hubieran
quitado su espada. Una silueta blanca se destacó en
la sombra. Un ruido familiar de agujas le indicó la
identidad del visitante:
-No temas nada. Soy yo: Ariadna.
La hija del rey fue hasta la cama, donde se sentó.
Tomó la mano del muchacho.
-¡Ah, Teseo- le imploró-, no te unas a tus
compañeros! Si entras en el laberinto, jamás saldrás
de él. Y no quiero que mueras…
Por los temblores de Ariadna, Teseo adivinó qué
sentimientos la habían empujado a llegar hasta él esa
noche. Perturbado, murmuró:
-Sin embargo, Ariadna, es necesario. Debo vencer
al Minotauro.
-Es un monstruo. Lo detesto. Y, sin embargo, es mi
hermano…
-¿Cómo? ¿Qué dices?
- Ah, Teseo, déjame contarte una historia muy
singular…
La muchacha se acercó al héroe para confiarle:
-Mucho antes de mi nacimiento, mi padre, el rey
Minos, cometió la imprudencia de engañar a Poseidón:
le sacrificó un miserable toro flaco y enfermo en
–Te saludo, oh poderoso Minos. Soy Teseo, hijo
vez de inmolarle el magnífico animal que el dios le
de Egeo.
había enviado. Poco después, mi padre se casó con
-Espero que no hayas recorrido todo este camino
la bella Pasífae, mi madre. Pero Poseidón rumiaba su
para implorar mi clemencia –dijo el rey mientras
venganza. En recuerdo de la antigua afrenta que se
contaba con cuidado a los catorce atenienses.
había cometido contra él, le hizo perder la cabeza a
-No. Solo tengo un anhelo: no abandonar a mis
Pasífae y la indujo a enamorarse… ¡de un toro! ¡La
compañeros.
desdichada llegó, incluso, a mandar a construir una
Un murmullo recorrió el entorno del rey.
carcasa de vaca con la cual se disfrazaba, para unirse
Desconfiado, este examinó al recién llegado.
al animal que amaba!
Reconociendo el anillo de oro que Teseo llevaba en el
-¡Qué horrible estratagema!
dedo, se preguntó, estupefacto, gracias a qué prodigio
-La continuación, Teseo, la adivinas- concluyó
el hijo de Egeo había podido encontrar esa joya.
Ariadna temblando. Mi madre dio nacimiento al
Desconfiado, refunfuñó:
Minotauro. Mi padre no podía decidirse a matar a ese
-¿Te gustaría enfrentar al Minotauro? En tal caso,
monstruo; pero quiso esconderlo para siempre de la
deberás hacerlo con las manos vacías: deja tus armas.
vista de todos. Convocó al más hábil de los arquitectos,
Entre quienes acompañaban al rey se encontraba
Dédalo, que concibió el famoso laberinto…
Ariadna, una de sus hijas. Impresionada por la
Impresionado por este relato, Teseo no sabía qué
temeridad del príncipe, pensó con espanto que pronto
decir.
iba a pagarla con su vida. Teseo había observado
-No creas -agregó Ariadna- que quiero salvar al
durante un largo tiempo a Ariadna. Ciertamente, era
Minotauro. ¡Ese devorador de hombres merece mil
sensible a su belleza. Pero se sintió intrigado sobre
veces la muerte!
todo por el trabajo de punto que llevaba en la mano.
-Entonces, lo mataré.
-Extraño lugar para tejer- se dijo.
-Si llegaras a hacerlo, nunca encontrarías la salida
Sí, Ariadna tejía a menudo, cosa que le permitía
del laberinto.
reflexionar. Y sin sacarle los ojos de encima a Teseo,
Un largo silencio se produjo en la noche. De
una loca idea germinaba en ella…
repente, la muchacha se acercó aún más al joven y
-Vengan a comer y a descansar -decretó el rey
le dijo:
Minos-. Mañana serán conducidos al laberinto.
-¿Teseo? ¿Si te facilitara el medio de encontrar la
Teseo se despertó de un sobresalto: ¡alguien había
salida del laberinto, me llevarías de regreso contigo?
entrado en la habitación donde estaba durmiendo!

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El héroe no respondió. Por cierto, Ariadna era Los muros les devolvían el eco de gruñidos
seductora, y la hija de un rey. Pero él había ido hasta impacientes. Y en el aire flotaba un fuerte olor a carroña.
esa isla no para encontrar allí una esposa, sino para -Llegamos -murmuró Teseo-. ¡El antro del monstruo
liberar a su país de una terrible carga. está cerca! Espérenme y, sobre todo, ¡no se muevan de
-Conozco los hábitos del Minotauro -insistió- Sé aquí!
cuáles son sus debilidades y cómo podrías acabar Partió solo, con el hilo de Ariadna siempre en la
con él. Pero esa victoria tiene un precio: ¡me sacas mano.
de aquí y me desposas! De repente, salió a una explanada circular parecida
-De acuerdo. Acepto. a una arena. Allí había un monstruo aún más espantoso
Ariadna se sorprendió de que Teseo aceptara tan que todo lo que se había imaginado: un gigante con
rápidamente. ¿Estaba enamorado de ella? ¿O se cabeza de toro, cuyos brazos y piernas poseían
sometía a una simple transacción? ¿Qué importaba? músculos nudosos como troncos de roble. Al ver entrar
Le confió mil secretos que le permitirían vencer a Teseo, mugió un espantoso grito de satisfacción
a su hermano al día siguiente. Y el ruido de su voz voraz. Bajo las narinas, su boca abierta babeaba.
se mezclaba con el obstinado choque de sus agujas: Debajo de su cabeza bovina y peluda, apuntaban unos
Ariadna no había dejado de tejer. cuernos afilados hacia la presa. Luego, se lanzó hacia
Frente a la entrada del laberinto, Minos ordenó a su futura víctima golpeando la arena con sus pezuñas.
los atenienses: El suelo estaba cubierto de osamentas. Teseo
-¡Entren! Es la hora… recogió la más grande y la blandió. En el momento
Mientras los catorce jóvenes aterrorizados en que el monstruo iba a ensartarlo, se apartó para
penetraban uno tras otro en el extraño edificio, asestarle en el morro un golpe suficiente para liquidar
Ariadna murmuró a su protegido: a un buey… ¡pero no lo bastante violento para matar a
-¡Teseo, toma este hilo y, sobre todo, no lo sueltes! un Minotauro!
Así, quedaremos ligados uno con el otro. El monstruo aulló de dolor. Sin dejarle tiempo de
Tenía en la mano el ovillo de la labor que no recuperarse, Teseo se aferró a los dos cuernos para
la abandonaba jamás. El héroe tomó lo que ella le saltar mejor encima de los hombros peludos. Así
extendía: un hilo tenue, casi invisible. Si bien el rey montado, apretó las piernas alrededor del cuello de su
Minos no adivinó su maniobra, comprendió que a ese enemigo y, con toda su fuerza, ¡las estrechó! Privado
muchacho y a su hija les costaba mucho separarse. de respiración, el monstruo, furioso, se debatió. ¡Ya no
-¿Y bien, Teseo –se burló-, acaso tienes miedo? podía clavar los cuernos en ese adversario que hacía
Sin responder, el héroe entró a su vez en el uno con él! Pataleó, cayó y rodó por el suelo. A pesar
corredor. Muy rápidamente, se unió a sus compañeros de la arena que se filtraba en sus orejas y en sus ojos,
que vacilaban ante una bifurcación. Teseo no soltaba la prenda, tal como Ariadna se lo
-¡Qué importa!- les dijo. -Tomen a la derecha. había recomendado.
Desembocaron en un corredor sin salida, Poco a poco, las fuerzas del Minotauro declinaron.
volvieron sobre sus pasos, tomaron el otro camino Pronto, lanzó un espantoso mugido de rabia, tuvo un
que los condujo a nueva ramificación de varios sobresalto… ¡y exhaló el último suspiro! Entonces,
pasillos. Teseo se apartó de la enorme cosa inerte. Su primer
-Vayamos por el del centro. Y no nos separemos. reflejo fue ir a recuperar el hilo de Ariadna.
Pronto emergieron al aire libre; a los muros El silencio insólito y prolongado había atraído a sus
del laberinto habían seguido infranqueables compañeros.
bosquecillos. -Increíble… ¡Has vencido al Minotauro! ¡Estamos
-¿Quién sabe?- murmuró uno de los atenienses-. a salvo!
¿Y si el destino nos ofreciera la posibilidad de no Teseo reclamó su ayuda para arrancar los cuernos
llegar al Minotauro… sino a la salida? del monstruo.
Ay, Teseo sabía que no sería así: ¡Dédalo había -Así -explicó-, Minos sabrá que ya no queda tributo
concebido el edificio de modo tal que se terminaba por reclamar.
llegando siempre al centro! -¿De qué serviría? Por cierto, nos hemos salvado.
Fue exactamente lo que se produjo. Hacia la Pero nos espera una muerte lenta: no encontraremos
noche, cuando sus compañeros se quejaban de la jamás la salida.
fatiga y del sueño, Teseo les ordenó de pronto: -Sí -afirmó Teseo mostrándoles el hilo- ¡Miren!
-¡Detengámonos! Escuchen. Y además… ¿no Febriles, se pusieron en marcha. Gracias al hilo,
oyen nada? volvían a desandar el largo y tortuoso trayecto que

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los había conducido hasta el Minotauro. A Teseo le buenas razones para que Teseo abandonara a Ariadna:
costaba calmar su impaciencia. Se preguntaba qué seducido por su belleza, ¡quería convertirla en su
dios benévolo le había dado esa idea genial a Ariadna. esposa! Sí, había decidido que tendría con ella cuatro
Pronto, el hilo se tensó: del otro lado, alguien tiraba hijos y que, pronto, se instalaría con él en el Olimpo.
con tanta prisa como él. Como señal de alianza divina se había prometido,
Finalmente, luego de muchas horas, emergieron incluso, regalarle un diamante que daría nacimiento a
al aire libre. El héroe, extenuado, tiró los cuernos una de las constelaciones más bellas…
sanguinolentos del Minotauro al suelo, cerca de la Claro que Teseo ignoraba las intenciones de ese
entrada. dios enamorado y celoso. Singlando de nuevo hacia
-¡Teseo… por fin! ¡Lo has logrado! Atenas, se acusaba de ingratitud. Preocupado, olvidó
Loca de amor y de alegría, Ariadna se precipitó la recomendación que su padre la había hecho…
hacia él. Se abrazaron. La hija de Minos echó una Apostado a lo alto del faro que se erigía en la
mirada enternecida al enorme ovillo desordenado que entrada del Pireo, el guardia gritó, con la mano como
Teseo, todavía, tenía entre las manos. visera encima de los ojos:
-A pesar de todo- le reprochó sonriendo-, hubieras -¡Una nave a la vista! Sí… es la galera que vuelve
podido enrollarlo mejor… de Creta ¡Rápido, vamos a advertir al rey!
El alba se acercaba. Acompañados por Ariadna, Menos de tres kilómetros separan a Atenas de su
Teseo y sus compañeros se escurrieron entre las calles puerto. Loco de esperanza y de inquietud, el viejo rey
de Cnosos y llegaron al puerto. Egeo acudió a los muelles.
-¡Perforen el casco de todos los navíos cretenses!- -¿Las velas?- Preguntó alzando la cabeza hacia el
ordenó. guardia-. ¿Puedes ver las velas y decirme cuál es su
-¿¡Por qué!?- se interpuso Ariadna, asombrada. color?
-¿Crees que tu padre no va a reaccionar? ¿Qué va -Ay, gran rey, son negras.
a dejar escapar con su hija al que mató al hijo de su El viejo Egeo no quiso saber más. Loco de dolor,
esposa? se arrojó al mar y se ahogó.
-Es verdad- admitió ella-. Y me pregunto qué Cuando la galera atracó, acababan de conducir el
castigo va a infligir a Dédalo, ya que su laberinto no cuerpo del viejo Egeo a la orilla. Teseo se precipitó
protegió al Minotauro como lo esperaba mi padre. hacia él. Adivinó enseguida lo que había ocurrido y
Cuando el sol se levantó, Teseo tuvo un sueño se maldijo por su negligencia.
extraño: esta vez, fue otro dios, Baco, el que se le -¡Padre mío! ¡No… estoy vivo! ¡Vuelve en ti, por
apareció. piedad!
-Es necesario- ordenó- que abandones a Ariadna Pero era demasiado tarde: Egeo estaba muerto. La
en una isla. No se convertirá en tu esposa. Tengo para tristeza que invadió a Teseo le hizo olvidar de golpe
ella otros proyectos más gloriosos. su reciente victoria sobre el monstruo. Con amargura,
-Sin embargo- balbuceó Teseo-, le he prometido… el héroe pensó que acababa de perder a una esposa y
-Lo sé. Pero debes obedecer. O temer la cólera de a un padre.
los dioses. -¡A partir de ahora, Teseo, eres rey!- dijeron los
Cuando Teseo se despertó, aún vacilaba. Pero al ateniense, inclinándose.
día siguiente, la galera debió enfrentar una tormenta El nuevo soberano se recogió sobre los restos de
tan violenta que el héroe vio en ella un evidente signo Egeo. Solemnemente, decretó:
divino. Gritó al vigía: -¡Que este mar, a partir de ahora, lleve el nombre
-¡Debemos detenernos lo antes posible! ¿No ves de mi padre adorado!
tierra a lo lejos? Y a partir de ese día funesto, en que el vencedor
-¡Sí! Una isla a la vista… Debe ser Naxos. del Minotauro regresó de Creta, el mar que baña las
Atracaron allí y esperaron que los elementos se costas de Grecia lleva el nombre de Egeo.
calmaran. Mientras tanto, Ariadna se había despertado en
La tormenta se apaciguó durante la noche. A la la isla desierta. En el día naciente, vio a lo lejos las
madrugada, mientras Ariadna seguía durmiendo sobre velas oscuras de la galera que se alejaba. Incrédula,
la arena, Teseo reunió a sus hombres. Ordenó partir lo balbuceó:
antes posible. Sin la muchacha. -¡Teseo! ¿Es posible que me abandones?
-¡Así es!- dijo al ver la cara llena de reproches de Siguió el navío con los ojos hasta que se lo tragó
sus compañeros. el horizonte. Comprendió, entonces, que nunca
Los dioses no actúan sin motivo. Y Baco tenía volvería a ver a Teseo. Sola en la playa de Naxos,

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dio libre curso a su pena; gimió largamente sobre la
ingratitud de los hombres.
Luego, Ariadna reencontró sobre la arena su
labor abandonada.
Retomó las agujas. Y en espera de que se
realizara el prodigioso destino que ella ignoraba,
puso nuevamente manos a la obra.
Tejía a la vez que lloraba.

En Mitos Clasificados. Ed. Cántaro. 2006.


Buenos Aires, Argentina

Actividad
6. ¿Cómo logra salir del laberinto Teseo con
Resolver: sus compañeros?
7. ¿Por qué Teseo abandona a Ariadna
1. ¿Por qué se deben llevar atenienses para camino a su hogar?
alimentar al Minotauro? 8. ¿Por qué se suicida Egeo, el padre de
2. ¿Por qué decide Teseo ir a Creta? Teseo?
3. ¿Qué significa que Teseo era un “semidiós”? 9. Resumir los acontecimientos del mito entre
¿Cómo lo descubre? cinco y diez núcleos narrativos.
4. Explicar el nacimiento del Minotauro. 10. Dentro de este mito, encontramos la
5. ¿Por qué Ariadna ayuda a Teseo? Justificar explicación de un nombre propio. Indicar cuál es
con fragmentos del texto. y por qué se elige ese nombre.

Los personajes en los mitos


Los personajes de los mitos son dioses, criaturas fantásticas y héroes.
Los dioses son seres sobrenaturales e inmortales antropomórficos que tienen grandes poderes.
Pero no solo se asemejan a los hombres en su forma, sino también por sus actitudes, pasiones
y sentimientos. En casi todas las culturas, los dioses se identificaban con los elementos de la
naturaleza como el sol, la luna, el mar y con temas primordiales tales como el amor, la sabiduría,
la guerra y la muerte.
Las criaturas fantásticas pueden ser monstruos, como Escila o Polifemo, o seres mitad animal
mitad persona, como las sirenas.
Los héroes son seres humanos de origen noble o semidioses, es decir, nacidos de la unión de
un dios y una persona. Estos personajes se destacan por alguna virtud especial, como la fuerza o
la astucia, que los diferencia del resto. Pueden estar acompañados por seres humanos comunes
que los asisten en sus aventuras.
Por otro lado, cabe destacar el hecho de que el hombre, en la mitología, se encuentra con un
trato directo con los dioses.
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Clasificación
Al conjunto de relatos de un pueblo se lo llama mitología e incluye todos los tipos de mitos que
conforman su cultura.

Según el tema y el fenómeno que se propongan explicar, los mitos se clasifican en distintos tipos.

Los mitos cosmogónicos dan cuenta de la aparición del universo y de los seres humanos. Estos
relatos tienen, en culturas muy diferentes, elementos en común, como la explicación de que todas
las cosas surgen a partir de un caos original. Por ejemplo, en el mito de Prometeo y Pandora
podemos leer el surgimiento del mundo para la cultura griega.

Las teogonías, mitos relacionados con la creación de los dioses y presentan, en cambio, diferentes
versiones, que dependen de los diferentes pueblos. En algunos mitos, los dioses preexisten a lo
creado; en otros, surgen a partir de la creación o de la unión de otros dioses.

Los mitos heroicos narran las hazañas de los héroes, en las que también participan los dioses,
como ocurre en el mito de Teseo y Ariadna.

Dédalo e Ícaro
Dédalo era el arquitecto, artesano y el inventor más hábil que vivía en Atenas. Aprendió su arte de la
mismísima diosa Atenea. Era famoso por haber construido el laberinto de Creta e inventar naves que viajaban
bajo el mar. Se casó con una esclava del palacio de Atenas, llamada Náucrate y tuvo dos hijos llamados Ícaro
y Yápige.
Su sobrino Talos era su discípulo, gozaba del don de la creación, era la clase de hijo con que Dédalo soñaba.
Sin embargo, pronto resultó más inteligente que el mismo Dédalo, porque con solo doce años de edad inventó
la sierra, inspirándose en la espina de los peces. Sintió mucha envidia de él tras compararlo con su hijo.
Una noche subieron al tejado y desde allí, divisando Atenas, veían las aves e imaginaban distintos mecanismos
para volar. Ícaro se marchó cansado, y después de engañar Dédalo a Talos, lo mató, empujándolo desde lo alto
del tejado de la Acrópolis. Al darse cuenta del gran error que había cometido, para evitar ser castigado por los
atenienses, huyó con su hijo a la isla de Creta, donde el rey Minos los recibió muy amistosamente y les encargó
muchos trabajos.
El rey Minos, que había ofendido al rey Poseidón, recibió como venganza que la reina Pasifae, su esposa,
se enamorara de un toro. Fruto de este amor nació el Minotauro, un monstruo mitad hombre y mitad toro.
Durante la estancia de Dédalo e Ícaro en Creta, el rey Minos les reveló que tenía que encerrar al Minotauro.
Para lograrlo, ordenó a Dédalo construir un laberinto formado por muchísimos pasadizos dispuestos de una
forma tan complicada que fuese imposible encontrar la salida. Pero Minos, para que nadie supiera cómo salir
de él, encerró también a Dédalo y a su hijo Ícaro.
Estuvieron atrapados durante mucho tiempo. Desesperado por salir, se le ocurrió a Dédalo la idea de fabricar
unas alas, con plumas de pájaros y cera de abejas, con las que podrían escapar volando de Creta.
Antes de salir, Dédalo le advirtió a su hijo Ícaro que no volara demasiado alto, porque si se acercaba al sol,
la cera de sus alas se derretiría y tampoco demasiado bajo porque las alas se le mojarían, y se harían demasiado
pesadas para poder volar.
Empezaron el viaje y al principio Ícaro obedeció sus consejos, volaba al lado suyo, pero después comenzó
a volar cada vez más alto y, olvidándose de los consejos de su padre, se acercó tanto al Sol que se derritió la
cera que sujetaba las plumas de sus alas. Cayó al mar y se ahogó. Dédalo recogió a su hijo y lo enterró en una
pequeña isla que más tarde recibiría el nombre de Icaria.
Después de la muerte de Ícaro, Dédalo llegó a la isla de Sicilia, donde vivió el resto de sus días en la corte
del rey Cócalo.

12
Actividad
1: ¿Quién era Dédalo?
2: ¿Qué significa la frase: "(...) gozaba del don de la
creación (...)"?
3: ¿Cuál es el sentimiento que experimenta Dédalo
con Talos?
4: ¿Hacia dónde escapan Dédalo e Ícaro?, ¿por qué
deben hacerlo?
5: ¿Por qué Minos encerró en el laberinto a Dédalo e
Ícaro?, ¿qué contradicción encontramos con la versión
de su historia en el mito de Teseo y Ariadna?
6: ¿Cómo logran escapar?, ¿qué sucede con Ícaro?,
¿cómo termina Dédalo?
7: Los mitos griegos enseñaban normas morales, es
decir, dictaban qué estaba bien y qué estaba mal. ¿Qué
crees que se enseña en este mito?

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Hércules o Heracles
Un día, compadecido Zeus, el padre omnipotente,
de los males que sufrían los infortunados mortales,
divino mensajero, Zeus tomó al niño y lo acercó a
los senos de Hera, dormida. El recién nacido mamó
reflexionó y dijo: copiosamente. Una vez saciado, se volvió y sonrió
-Quiero engendrar, para la salud de los hombres a su padre: pero había sorbido y chupado con tal
y de los dioses, un héroe magnífico. Él los alejará fuerza, que la leche de la diosa continuó fluyendo.
de todos los peligros que los amenazan, y su virtud Las blancas gotas que cayeron en cielo formaron la
y fuerza heroicas serán la salvaguardia del mundo. Vía Láctea, y las que descendieron hasta la tierra
Dicho esto, descendió Zeus una noche a la dieron origen a los grandes lirios.
ciudad de Tebas. Moraba allí, en magnífico palacio, Cuando sus años ya lo permitieron, su madre
la reina Alcmena, que descollaba entre todas las le dio una educación esmerada. Linos, hijo del
mujeres de fecundo seno por la belleza de sus ojos hermoso Apolo, le enseñó la ciencia de las letras.
y la noble grandeza de su elevada estatura. Su real Eumolpo lo adiestró en modular la voz y en cantar
esposo, Anfitrión, estaba entonces guerreando. Para paseando los dedos por las cuerdas sonoras de la
lograr acercarse a Alcmena sin despertar sospechas, armoniosa lira. Eurito, en fin, le enseñó el arte de
el rey de los inmortales tomó los rasgos del mismo tener hábilmente el arco y de dar en el blanco con
Anfitrión y se presentó como tal dueño al portero de segura flecha. Fue el decurso de esta formación
palacio. Los criados, creyendo que veían de nuevo magnífica cuando el potente Heracles, cuyo natural
a su jefe, acudieron más que de prisa, lo rodearon era intrépido y generoso, se hizo reo por primera
e introdujeron en las habitaciones de su esposa. vez de una muerte involuntaria. Se cuenta que
Alcmena concibió del soberano del Olimpo, y sin un día Linos, su maestro de letras, para probar la
reconocerlo, al potente Heracles. sabiduría de su joven discípulo, le dio a escoger,
Pero desde el mismo punto de su nacimiento, el de un montón de volúmenes, el libro que prefiriese.
niño atrajo sobre sí la enemistad de Hera. En efecto, Heracles, que nació glotón, gran comedor y con
apenas hubo salido de las fecundas entrañas de su tan voraz apetito que había más tarde engullir
madre, la reina de los dioses, en una noche oscura, sin empacho un buey entero, eligió un tratado
envió dos serpientes al palacio; Heracles estaba cuyo título era El perfecto cocinero. Irritado por
enteramente sumido en profundo sueño. tal elección, Linos prorrumpió en acres censuras
Penetraron por la puerta abierta los dos horribles contra la desenfrenada voracidad que atormentaba
reptiles y se deslizaron, a la luz del fuego de sus a su discípulo y llegó hasta amenazarlo.
ojos, hasta llegar al escudo que servía de cuna al Heracles, creyendo que era un caso de legítima
divino infante. Ya los dos monstruos silbando iban defensa, y preso a la vez de repentina y violenta
a clavar la aguja de sus dardos emponzoñados en cólera, tomó el primer objeto que tuvo a mano,
las mejillas del niño y se disponían a ahogarlo, una cítara, y rompió el instrumento en la cabeza
cuando Heracles, despertándose de pronto, asió con de su profesor, matándolo. Para castigarlo por
la tenaza de sus manos las dos espantosas serpientes tal muerte, Anfitrión envió a Heracles a vivir con
y apretó con tal fuerza las gargantas henchidas de los pastores que guardaban sus ricos y pingues
veneno, que estranguló a ambas a la vez. rebaños en altas montañas. Allí, los ejercicios de
Tal fue la primera hazaña de este corajudo e la caza desenvolvieron su cuerpo adolescente y
invencible héroe. Tenido como hijo de Anfitrión, comunicaron a sus flexibles miembros prodigiosa
crecía el vástago de Zeus y de Alcmena, merced a fuerza. A los dieciocho años mató un león que
los cuidados de su madre, como arbolillo en riente devastaba la comarca.
vergel. Pero Zeus, como padre cuidadoso, velaba De regreso de su gloriosa caza, Heracles se topó
por él desde la cumbre del sagrado Olimpo. Un día con los heraldos que, procedentes de Orcómenes,
quiso, obligando a una gran diosa a amamantarlo, iban a reclamar a los tebanos un tributo de cien
conferirle el don de la inmortalidad y el vigor bueyes, como reparación de su antiguo delito. Sin
indefectible de los dioses. Con tal fin envió a Hermes vacilar, los atacó el hijo de Alcmena. Les cortó la
a buscar a la criatura. Cuando volvió con ella el nariz y orejas, les ató las manos a la espalda y los

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envió a su país, diciéndoles que ese era el pago del su pesada maza y chillando, se fue en persecución
tributo. Ergino, rey de Orcómenes, al saber esta de la fiera. El león, atemorizado, se refugió en un
nueva, equipó un ejército y marchó contra Tebas. antro que tenía dos entradas. El hijo de Alcmena
Pero Heracles, vistiendo la armadura que le regaló tapó una y penetró en la otra.
Atenea, se puso al frente de ardoroso grupo de El monstruo, entonces, con la crin erizada y
guerreros. Desviando el curso de un río, ahogó en rugientes las fauces, se aprestó al asalto. Heracles,
una planicie a la caballería enemiga, persiguió a envuelto en su rojo manto, se defendió disparando
Ergino y lo mató a flechazos. con una mano su flecha acerada, y levantando
con la otra la terrible maza, la descargó contra el
Heracles y Megara broncíneo cráneo de la indomable fiera.
Los doce trabajos Fue tan violento el golpe, que la maza se partió
Para recompensar al autor de tan gran victoria, en dos pedazos. Medio muerto el animal, se
el rey de Tebas concedió al héroe la mano de su tambaleaba. Tirando entonces las armas, Heracles
propia hija, Megara. se enzarzó en la peligrosa lucha cuerpo a cuerpo.
De esta unión nacieron muchos hijos. Todos Con sus vigorosos brazos enlazó a la fiera,
murieron prematuramente, víctimas de las propias apretándola con tal fuerza contra su vasto pecho,
manos paternales. Heracles, en efecto, en un acceso que logró arrancarle la vida.
de locura, los mató, juntamente con la madre, Cuando lo hubo ahogado, Heracles desolló al
asaetándolos despiadadamente. Después de haberse animal y se cubrió con su piel leonada, a guisa de
manchado con la sangre de sus hijos, Heracles se coraza impenetrable de hierro.
arrepintió del crimen; marchó a Delfos a consultar 2º El segundo trabajo impuesto a Heracles
a Apolo, preguntándole qué era preciso hacer para consistió en matar a la hidra de Lerna. Este dragón
purificarse de aquel delito. El oráculo le ordenó que enorme, cuyo cuerpo de reptil ostentaba nueve
saliera para Tirinto, y allí se pusiera durante doce cabezas, moraba en la fangosa y mefítica laguna de
años al servicio del rey Euristeo. Heracles obedeció. Lerna. Cuando salía de su madriguera devastaba la
Pero cuando Euristeo, príncipe débil y medroso, vio campiña y devoraba los ganados. Su aliento estaba
junto a sí a ese héroe magnífico, tembló ante la idea emponzoñado, y cualquiera que lo respirase moría
de que un día el valiente semidiós le arrebatara el de a poco.
poder. Para deshacerse del importuno advenedizo, En la lucha contra este azote de la campiña
y con la esperanza de que sucumbiría. Euristeo de Argos, Heracles contó con la ayuda de su
impuso al corajudo hijo de Alcmena, una tras otra, fiel compañero Yolao. Él fue el auriga, en esta
todas las tareas más difíciles que imaginar se puede. expedición, del carro del héroe. Llegados a ambos a
Heracles salió vencedor de todas las pruebas, y las las márgenes de la luna, Heracles, para obligar a la
altas gestas que llevó a cabo entonces se llaman los hidra a salir, disparó entre las cañas una granizada
“Doce trabajos de Heracles”, y son los siguientes: de flechas. Luego, cuando al fin el monstruo se dejó
1º Euristeo pidió primero al héroe que le trajese ver, erguidas todas las cabezas, el héroe se acercó
la piel del león de Nemea. Esta terrible fiera era el y, a mazazos, quiso aplastarlas; pero de la sangre
espanto de los bosques y los valles de la Argólida. de cada cabeza magullada renacían dos, y así la
Eran tales sus rugidos, que cuando los oían lucha venía a ser interminable. Entonces, Heracles
labriegos y pastores se encerraban y agazapaban, apeló a Yolao. Este celoso servidor prendió en
pálidos y medrosos, en el recinto de sus chozas. seguida fuego a un bosque contiguo, y con teas fue
Heracles, asiendo con una mano el arco y el carcaj quemando las cabezas renacientes e impidiendo
y con la otra la nudosa maza, se fue al encuentro de que se desarrollaran. Cuando ya la hidra no tuvo
aquel temible destructor de rebaños. más que una sola cabeza, Heracles la cortó y
Al verlo, disparó contra él, una tras otra, todas sepultó bajo un peñasco. El monstruo era ya sólo
sus flechas mortales. Pero el enorme animal era un inmenso cadáver.
invulnerable: su piel era tan dura, que el agudo Antes de marcharse, el hijo de Alcmena empapó
hierro no hacía mella y las flechas caían vanas en el las flechas de ponzoña de la terrible bestia, y así
césped o rebotaban en el duro suelo. Indignado ante dispuso de flechas envenenadas.
el fracaso del primer ataque, Heracles, blandiendo 3º Euristeo ordenó en seguida a Heracles

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que le trajese viva la cierva del monte Cerineo. descanso por altas montañas cubiertas de nieve, lo
Ahora bien: esta prodigiosa cierva, consagrada a cansó, lo agotó y lo obligó, por fin a guarecerse,
Artemisa, tenía cuernos de oro y pies de bronce. jadeante, en un estrecho desfiladero sin salida.
Nadie pudo jamás alcanzarla, por ser infatigable Heracles se hizo con el jabalí y volvió trayéndolo
en la carrera. Así, la caza de Heracles, puesto a sobre su robusta espalda.
perseguirla, hubo de durar un año. Arrastrando al 5º Vivían en medio de una marisma cubierta de
cazador tras ella, la cierva llegó de un tirón hasta zarzales y maleza, y en las márgenes de un lago
la comarca de los Hiperbóreos. Allí, el animal, llamado Estinfalo, unos pájaros monstruosos que,
fatigado, volvió sobre sus pasos y anduvo en resguardados de los mismo lobos, se alimentaban
sentido inverso el camino antes recorrido. En un con carne humana. Estos hijos de Ares, el dios
momento de su carrera, como titubease la cierva feroz de la guerra, tenían en el pico, las garras y las
en pasar un río crecido por las lluvias, Heracles alas bronceadas. Sus plumas eran como dardos de
ganó terreno, se abalanzó sobre ella y, tomándola acero, que les servían para matar a los caminantes
por los cuernos, se la cargó viva a la espalda y y pacer sus restos. Heracles tomó sobre sí la
vino a ponerla disposición de Euristeo. carga de echar de aquellos marjales la volatería
4º Apenas hubo regresado Heracles al palacio voraz que, amén de aniquilar hombres y rebaños,
de su señor, recibió la orden de ir al encuentro del devastaba jardines y emporcaba cosechas. Para
jabalí de Erimanto. Debía capturar y traer viva la obligarlos a salir de su inabordable refugio, el
terrible alimaña, que sólo abandonaba su cubil para héroe magnífico utilizó sus címbalos. Apostado en
llevar la ruina a los hermosos campos de la idílica la montaña contigua, armó con estos instrumentos
Arcadia. El héroe partió con su maza y sus flechas, tal estrépito, que los pájaros volaron a bandadas y
sus armas habituales. Después de dar una batida por pudo el valeroso arquero abatirlos y exterminarlos.
toda la maleza y de escrutar innumerables sotos, 6º El sexto trabajo que Euristeo asignó al
Heracles llegó a descubrir al salvaje animal. Lo valeroso hijo de Alcmena fue la lucha contra el
cazó entonces despiadadamente, lo persiguió sin toro de Creta. Heracles no había de matarlo, sino
acosarlo, atraparlo y llevarlo vivo a Micenas.
Mino, rey de Creta, prometió un día ofrecer al
dios de los mares lo que este dios hiciera surgir
de las olas. Poseidón suscitó un soberbio toro,
tan bello realmente, que Minos, no aviniéndose
a sacrificarlo, creyó cumplir su voto eligiendo
en sustitución otra víctima de menos realce.
Irritado Poseidón por tal deslealtad, enfureció
al animal, el cual vino a ser el terror del país.
Heracles, en cumplimiento de las órdenes de su
amo, desembarcó en Creta. En cuanto vio al bruto,
cayó sobre él, lo tomó por los cuernos y lo obligó
Para mirar en casa... a doblar los corvejones; y luego, sujetándolo con
Disney realizó una famosa versión del fuerte red, se lo echó a la espalda y lo llevó a través
mito de Hércules, pero ha hecho varios del mar hasta depositarlo a los pies de Euristeo.
cambios. 7º Euristeo impuso enseguida a Heracles la
Ahora que conocen una versión de repugnante tarea de limpiar en un día los estables
mitógrafo, ¿identificás cuáles son esas las de Augías, rey de la Élida Este príncipe poseía
diferencias? innumerables rebaños. Treinta años hacía que no
* Armá una lista de elementos mitológicos limpiaban sus establos, en que se aglomeraban
de la película "Hércules" de Disney. más de tres mil bueyes, y así se extendía por
* Señalá cuáles son los correctos y cuáles los alrededores nauseabundo olor del estiércol
son los incorrectos a partir de lo visto en allí amontonado. Para llevar a cabo esta tarea,
clase. Heracles abrió un boquete en un muro del establo,
desvió el curso del Alfeo e hizo pasar el torrente

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de sus ondas rápidas y cristalinas a través de las Se las llamó después las Columnas de Hércules.
cuadras. Allí, como el Sol, demasiado ardoroso,
8º Diomedes, hijo del cruel Ares, era rey de un molestase a Heracles, el héroe tendió su arco y
pueblo de salvajes. Poseía yeguadas que vomitaban disparó contra él dos flechas. Asombrado el Sol
fuego y llamas, y a las cuales daba como pasto de esta audacia, para apaciguar al valiente hijo de
los extranjeros que la tempestad arrojaba a sus Alcmena y facilitarle la continuación del viaje, le
playas. Heracles, encargado por Euristeo de llevar prestó la amplia copa de oro que, cuando desciende
esas yeguadas a Micenas, se embarcó con algunos del cielo, lo transporta, a través del océano y de la
amigos, arribó a Tracia y se encaminó a las cuadras noche, hasta la ribera desde donde remonta al cielo
de Diomedes. para comenzar de nuevo a iluminar al mundo.
Allí, después de derribar a los criados que Heracles se embarcó en esta copa y llegó sin
cuidaban de la caballeriza, el hijo de Alcmena tomó dificultad al término de su viaje. Ya en tierra, el
a Diomedes y lo echó en los pesebres de bronce hijo de Almena pasó la noche en la cima de una
para que sirviera de pasto a sus propias caballerías, montaña para acechar el ganado; pero el perro
suplicio igual al que hiciera sufrir a tan numerosos vigilante que defendía los rojos bueyes lo olfateó
náufragos. En cuanto devoraron las carnes de su y, ladrando, se abalanzó contra él para devorarlo.
amo, Heracles desató los caballos y los condujo al El héroe lo mató de un mazazo. El boyero, que
palacio de Euristeo. acudió con presteza, sufrió la misma suerte. En
9º En otra ocasión, como Admeta, la hija de fin, después de rematar a flechazos al formidable
Euristeo, desease el magnífico y soberbio cinturón Gerión, Heracles volvió a embarcarse, con todo el
que poseía Hipólita, reina de las Amazonas, el rebaño, en la amplia copa que sirve de navío al Sol.
príncipe, para complacer a su hija, encargó a Para llegar a su punto de partida, Heracles
Heracles que fuese a buscarlo. Cuando el héroe, con atravesó múltiples comarcas. Cuando llegó a
numerosa compañía, llegó al país de las Amazonas, orillas del Ródano, se vio atacado por los habitantes
encontró a mujeres guerreras que combatían a que poblaban aquellas riberas, envidiosos de la
caballo, disparando el arco o blandiendo un hacha, belleza de sus bueyes. Fueron allí tan resueltos
y vivían, según referencias, en las lejanas costas y numerosos sus enemigos, que el héroe tuvo
del mar Negro, formando un pueblo sin hombres. necesidad de agotar su aljaba, y hasta fue herido
Hipólita, su hermosa reina, lo recibió al principio gravemente, viéndose en situación muy apurada.
muy bondadosamente y prometió darle su cinturón. Imploró entonces el socorro de su padre, y Zeus
Pero la enemiga de Heracles, Hera, la diosa del llovió sobre los agresores de su hijo una granizada
trono de oro, disfrazada de amazona, provocó de su padre, y Zeus llovió sobre los agresores de su
la indignación de aquellas vírgenes guerreras hijo una granizada piedras. Desde ese día la vasta
diciéndoles que Heracles venía a arrebatarles planicie quedó cubierta de pedruscos, y se dice que
su reina. Lucha terrible estalló contra él. Gran ese es el origen de los guijarros de la Crau.
número de amazonas sucumbió en la refriega. La Heracles, abandonando la Galia, atravesó Italia,
misma reinó murió a manos de Heracles, y el héroe Iliria y Tracia; pero cuando ya creía tocar el fin de
pudo así fácilmente quitarle el precioso cinturón y sus penas, un tábano, enviado por Hera, enloqueció
ofrecérselo a Admeta, la hija de su señor. al ganado y lo dispersó por altas montañas. El hijo
10º Como décima prueba, Euristeo exigió de Alcmena pudo trabajosamente reunir la mayor
que Heracles le trajese los toros rojos de Gerión. parte; pero el que no pudo recuperar y llevar a
Este gigante colosal, cuyos enormes flancos se Micenas quedó en los bosques y se hizo salvaje.
ramificaban entre cuerpos, habitaba en una isla 11º Apenas Heracles regresó de esta lejana
del remoto Occidente y poseía un rebaño de toros expedición, recibió de nuevo el encargo de
rojos, custodiados por monstruoso boyero y por un encaminarse hacia los parajes contiguos al punto
perro de tres cabezas. Para obedecer la nueva orden, donde desaparece el sol. Allí debía tomar, para
Heracles partió para la región donde el sol se pone, traerlas a Micenas, las manzanas de oro del jardín de
siguiendo la costa africana. Llegó al estrecho que las Hespérides. Estas hijas de la estrella de la tarde
separa a Europa de África y erigió dos columnas, habitaban, en efecto, un parque maravilloso, cuyos
una en cada continente, para conmemorar su paso. árboles estaban en todas las estaciones cargados de

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áureos frutos. Dócil al mandato recibido, Heracles grandes ríos de llamas y torrentes de cieno. Luego,
tomó el camino de Occidente; pero no sabía dónde cuando llego a los pies del inflexible Hades,
encontrar la misteriosa morada de las hijas de la expuso al soberano de los Infiernos el fin de su
tarde. Después de haber vagado largo tiempo, viaje. Haces le permitió subir al Cerbero a la luz
llegó cierto día a las márgenes del Erídano. del día, pero con la condición de adueñarse del
Allí, graciosas ninfas le aconsejaron que fuese terrible guardián sin auxilio de arma alguna.
a ver a Nereo, el viejo profeta de los mares, El cerbero rea un perro con tres cabezas, cuyos
conocedor de tales secretos. Heracles atendió flancos se atenuaban formando una cola de dragón.
la advertencia. Habiendo encontrado a Nereo Su voz, que parecía de sonoro bronces, estremecía
dormido en la margen, el héroe lo encadenó y lo a cuando se le acercaban. Inerme, pues, Heracles,
forzó a revelarle el refugio en que se ocultaban las y vestido tan sólo de su piel de león a guisa de
bellas Hespérides. Para espantar a Heracles, Nereo coraza, se presentó ante este monstruo, que aullaba
se transformó sucesivamente en león, en serpiente, horriblemente; lo tomó por el cuello, precisamente
en llamas. Nada logró. por el punto de confluencia de las tres cabezas, y
El hijo de Alcmena no soltó su presa sin tener aunque mordido, lo apretó tan fuertemente, que
la cusa ganada. Cuando supo adónde había de el perro, sintiéndose ya a ahogado, se avino a
dirigirse; pasó a África, llegó hasta los confines seguirlo. Heracles entonces encadenó al esquivo
del mundo occidental y logró ver las áureas animal, lo sacó del abismo y fue a enseñárselo a
puertas del jardín afortunado. Allí, no lejos de las su amo Euristeo. Aterrorizado el príncipe, ordenó
armoniosas Hespérides, desterrado por dura ley en que se devolviese aquel monstruo de horrorosos
la extremidad de la tierra, un gigante formidable, ladridos al sombrío Tártaro.
Atlas, sostiene con su cabeza y con sus manos Se cuenta que después de haber empleado ocho
infatigables la bóveda inmensa del cielo. años y un mes en la ejecución de los doce trabajos
Ahora bien: como un dragón de color que le impuso Euristeo, Heracles fue libertado de
encendido guardaba la entrada del parque y la servidumbre a que fuera castigado. Este ilustre
a nadie absolutamente permitía franquear las guerrero se puso de nuevo a recorrer el mundo,
temibles puertas, Heracles preguntó a Atlas cómo no para combatir a monstruos esta vez, sino para
se apoderar de las manzanas. El sostén del cielo luchar contra la injusticia de los hombres. Por
se ofreció a ir a tomarlas, siempre que el héroe donde iba a castigaba los bandidos y prestaba el
quisiera durante ese tiempo aguantar sobre su apoyo generoso y siempre triunfante de su brazo a
sólida espalda el peso y equilibrio del firmamento. los pueblos vejados por inicuos vecinos.
El hijo de Alcmena aceptó, y mientras atlas se
ocupó en arrancar de los manzanos los dorados En La leyenda Dorada – Mitología Clásica de
frutos, Heracles sostuvo el peso de la bóveda Mario Meunier. Ed. Esfinge. 2005. Buenos Aires,
celeste. Cuando volvió el gigante, manifestó que
quería llevar personalmente este botín a Micenas.
Heracles fingió compartir la idea del pérfido Atlas.

-Quiero que vayas a llevar personalmente a


Euristeo las manzanas que reclamo. Pero antes de
partir toma de nuevo un momento el cielo sobre
tus hombros; es preciso para hacerme un rodete
que proteja mi cabeza y amortigüe el peso de tan
grande carga.
Atlas, confiado, cayó en el lazo y cargó de
nuevo el cielo sobre sus hombros. Heracles, ya
libre, tomó las manzanas y, a todo correr, las llevó
a su amo Euristeo.
12º En fin, como última prueba, Euristeo
ordenó a Heracles que bajara a los infierno y le
trajera a Cerbero, el gran guardián de las puertas
subterráneas. Descendió, pues, acompañado de
Hermes, al abismo de los muertos. Atravesó
18
Prometeo y Pandora
La creación del mundo es un problema propicio para acuciar el más vivo interés en el hombre, su poblador.
Antes de que la tierra, el mar y el cielo fueran creados, todas las cosas mostraban un solo aspecto, al que
damos el nombre de Caos – una masa confusa e informe, que no era nada más que peso muerto, y en la cual,
sin embargo, dormitaba la simiente de las cosas-. Tierra, mar y aire se hallaban confundidos, de manera que la
tierra no era sólida, el mar no era líquido, y el aire no era transparente.
Según Hesíodo, del caos emergió Gea (la tierra). De generosas formas, dadora de sentido y orden, fue la
que creó un escenario seguro para los seres vivientes. Luego surgió Eros (el Amor universal). Del Caos en su
unión con Eros salieron Erebos (las tinieblas) y Nix (la personificación de la noche) Erebos y Nix engendraron
a Éter (la luz celeste) y Hemera (la luz terrestre).
Con la luz, Gea cobró personalidad, pero como no pudo unirse al vacío Caos, comenzó a engendrar sola
mientras dormía. Así surgió Urano (el cielo), un ser igual a ella y de igual extensión, quien en un abrazo eterno
se aseguró de que Gea fuera una morada celestial, segura y perdurable. Gea engendró también a las altas
montañas y a Ponto, el mar profundo.
Urano, influenciado por Eros, deseó unirse amorosamente a su madre y desde lo alto derramó una lluvia
fértil sobre sus hendiduras secretas, naciendo así las hierbas, flores y árboles y la fauna que se alimentó de
ellos.
Si bien existen otras leyendas sobre el origen del universo, aun las que la remiten a la voluntad de un
creador, el caso es que nos encontramos en un mundo sin Hombre. No se sabe si ese creador lo hizo con
materiales divinos o si en la tierra, recientemente separada del cielo, se escondían aún simientes celestiales.
Dícese que Prometeo tomó un poco de esta tierra y, amasándola con agua, creó al hombre a imagen de los
dioses. Le proporcionó una postura erguida, a fin de que, mientras los demás animales agacharan la cabeza y
miraran la tierra, él elevara la suya al cielo, y contemplara las estrellas.
Prometeo era uno de los Titanes, una raza de gigantes que habitaba la tierra anteriormente a la creación
del hombre. A él y a su hermano Epimeteo se les encomendó la tarea de hacer al hombre y de proveer a él y
a los demás animales de los medios necesarios para su conservación. Epimeteo se encargó de hacer esto, y
Prometeo debía examinar su trabajo, cuando estuviera concluido. Consiguientemente, Epimeteo procedió a
otorgar a los diferentes animales los diversos dones: coraje, fuerza, rapidez, sagacidad; alas a uno, garras a
otro, un caparazón córneo a un tercero, etc. Pero cuando le tocó el turno al hombre, que debía ser superior a
los demás animales, Epimeteo había sido tan pródigo con sus recursos que no le quedaba nada para otorgarle.
En su perplejidad recurrió a su hermano Prometeo, quien encendió su antorcha en la carroza del sol, y volvió
con fuego para el hombre. Este don convirtió al hombre en un rival invencible para los demás animales. Le
permitió hacer armas con las cuales subyugarlos; herramientas con las cuales cultivar la tierra; también para
calentar su vivienda, y así independizarse relativamente del clima; y finalmente para establecer las artes y para
acuñar monedas, que son el instrumento del intercambio y del comercio. La mujer aún no había sido creada.
La leyenda cuenta que la hizo Zeus, y se la envió a Prometeo y a su hermano para castigarlos por su presunción
al robar el fuego del cielo; y al hombre, por aceptar el presente. La primera mujer se llamó Pandora. Fue creada
en el cielo, y cada dios contribuyó con algo para perfeccionarla. Afrodita le dio belleza, Hermes persuasión,
Apolo música, etc. Armada así, se la transportó a la tierra, y allí fue ofrecida a Epimeteo, quien la aceptó con
placer, aunque prevenido por su hermano de que recelara de Zeus y sus regalos. Epimeteo tenía en su casa un
frasco, en el que estaban guardados ciertos elementos nocivos, que no había
tenido ocasión de usar al abastecer al hombre en su nueva morada. Pandora
fue presa de una vehemente curiosidad por saber qué contenía el frasco; y un
día le quitó el tapón y miró adentro. Inmediatamente se escapó un enjambre
de plagas para el desventurado hombre – tales como la gota, el reumatismo,
y cólicos para su cuerpo, y envidia, rencor y venganza para su mente- y se
dispersaron por todas partes. Pandora se apresuró a reponer la tapa, pero,
¡ay!, ya se había perdido todo el contenido del frasco, con excepción de una
sola cosa, que yacía en el fondo, y que era la esperanza.

19
Otra versión dice que Pandora fue enviada por Zeus, de buena fe, para bendecir al hombre; que estaba
provista de una caja, la cual contenía sus regalos de casamiento, y en la que cada dios había puesto alguna
gracia. Pandora abrió la caja imprudentemente, y todos los bienes se escaparon, con excepción de la esperanza.
Una vez que estuvo el mundo así provisto de habitantes, tuvo lugar una primera edad de inocencia y
felicidad, denominada Edad de Oro. Prevalecían la verdad y la justicia, aunque no existían leyes que las
fijaran, ni magistrado que amenazaran o castigaran. No se había despojado aún a los bosques de sus árboles,
a fin de dotar de madera a las naves, ni se habían construido fortificaciones alrededor de las ciudades. No
existían espadas, lanzas, yelmos ni nada semejante. La tierra proporcionaba al hombre todo lo indispensable,
sin que este debiera esforzarse en arar y sembrar. La primavera reinaba ininterrumpidamente, las flores crecían
sin semillas, la corriente de los ríos era de leche y vino, y los robles destilaban miel amarilla.
A continuación sobrevino la Edad de Plata, inferior a la de oro, pero mejor que la de bronce. Zeus acortó
la primavera y dividió el año en estaciones. Entonces, en primer lugar, los hombres tuvieron que soportar
temperaturas extremas, y hubo necesidad de viviendas. Las primeras moradas fueron cuevas, regfugios de
hojas en los bosques y chozas hechas de ramas entrelazadas. No se cosechaba si antes no se había sembrado.
El labrador se veía obligado a plantar la semilla, y el buey laborioso a arrastrar el arado.
Luego acaeció la Edad de Bronce, de carácter más salvaje, y más presta a la lucha con armas, pero todavía
no del todo perversa. La peor y la más dura fue la Edad de Hierro. El crimen se propagó, inundándolo todo;
huyeron la modestia, la verdad y el honor, y sus lugares fueron ocupados por el fraude y la astucia, la violencia,
y el perverso afán de lucro. Entonces los marinos tendieron las velas al viento, y los árboles fueron arrancados
de los montes para servir de quilla a los barcos y turbar la faz del océano. La tierra, que hasta entonces había
sido cultivada en común, comenzó a ser dividida en parcelas. Los hombres no satisfechos con lo que producía
la superficie, debieron cavar en las entrañas de la tierra, y extraer el metal bruto. Los productos fueron el
dañino hierro y el oro, más pernicioso aún, que, al surgir la guerra, fueron usados como armas. El huésped ya
no estaba seguro en casa de su amigo; y yernos y suegros, hermanos y hermanas, maridos y mujeres, no podían
tenerse confianza. Los hijos deseaban que sus padres murieran, a fin de recibir la herencia; el amor familiar se
había empobrecido. La tierra, manchada por la matanza, fue poco a poco abandonada por los dioses, hasta que
quedó solamente Astrea, quien finalmente también partió.
Zeus, al comprobar el estado de las cosas, montó en cólera. Convocó a los dioses a una asamblea. Todos
obedecieron al llamado, y tomaron el camino que conducía al palacio celestial. El camino, que cualquiera
puede ver en una noche clara, se extiende a través de la faz del cielo, y se lo denomina Vía Láctea. A lo largo
del camino se encuentran los palacios de los dioses ilustres; la plebe de los cielos vive aparte, a ambos lados.
Zeus se dirigió a la asamblea, y expuso el espantoso estado de las cosas en la tierra, y concluyó por anunciarles
su intención de destruir a todos sus habitantes, y de producir una nueva raza, distinta de la primera, que sería

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más digna de vivir, y que rendiría mejor culto a los dioses. Dicho esto, tomó un rayo, y estuvo a punto de
arrojarlo a la tierra y destruirla por el fuego; pero, al considerar que un incendio tal podía traer el peligro de
que ardiera el cielo mismo, cambió su plan, y resolvió ahogar al mundo. El viento norte, que desparrama las
nubes, fue encadenado; se libertó al viento sur, el cual pronto cubrió toda la faz del cielo con una capa de
negras tinieblas. Las nubes, removidas en conjunto, estallaron con un estampido; cayeron torrentes de lluvia;
las mieses se echaron a perder; el trabajo de un año del labrador desapareció en una hora. Zeus, no satisfecho
con sus propias aguas, llamó a su hermano Poseidón para que lo ayudara con las suyas. Este soltó los ríos y
los derramó sobre la tierra. Al mismo tiempo, la sacudió con un terremoto, y atrajo el reflujo del océano sobre
las costas. Fueron arrastrados rodeos, rebaños, hombres y casas, y profanados los templos, con sus sacros
recintos. Si algún edificio se mantenía en pie, era sumergido, y sus torrecillas pronto yacían ocultas bajo las
aguas. Ya todo era mar, mar sin orillas. Aquí y allá permanecía algún individuo sobre uno que que otro pico
sobresaliente, y unos pocos, en botes, impulsaban los remos por donde hacía poco habían conducido el arado.
Los peces nadaban entre las copas de los árboles; el ancla era arrojada en el interior de un jardín. En donde
los graciosos corderos habían jugueteado hasta entonces, retozaban las torpes focas. El lobo nadaba entre las
ovejas, los rubios leones y los tigres se debatían en el agua. La fuerza no le servía de nada al jabalí, así como
tampoco al ciervo su rapidez. Los pájaros caían en el agua con las alas rendidas, al no encontrar tierra firme
para descansar. Aquellos seres vivos que fueran perdonados por el agua, parecían víctimas del hambre.
Solamente el Parnaso, de entre todas las montañas sobrepasó a las olas; y allí Deucalión, y su mujer Pirra,
de la estirpe de Prometeo- él un hombre justo y ella una fiel adoradora de los dioses-, hallaron refugio. Zeus,
cuando no viera a más sobrevivientes que esta pareja, y recordara sus vidas inofensivas y su conducta piadosa,
ordenó a los vientos del norte que barrieran las nubes, y descubrieran los cielos a la tierra y la tierra a los
cielos. Poseidón ordenó además a Tritón que hiciera sonar su concha para llamar a retirada a las aguas. Éstas
obedecieron, y el mar retornó a sus orillas, y los ríos a sus cursos. Entonces Deucalión se dirigió a Pirra de
esta suerte:
-¡Oh esposa mía!, la única mujer sobreviviente, unida a mí primero por los lazos de parentesco y matrimonio,
y ahora por un peligro común, ¡ojalá poseyéramos el poder de nuestro antecesor Prometeo, y pudiéramos
rehacer la raza que él creó en un principio! Pero ya que no lo podemos hacer, acudamos a aquel templo a fin
de inquirir a los dioses qué nos resta hacer.
Entraron al templo, que se hallaba desfigurado por el barro, y se aproximaron al altar, donde no ardía fuego
alguno.

Allí se arrodillaron sobre la tierra y rogaron a la diosa que les informara cómo podrían remediar su miserable
situación. El oráculo respondió:
-Salid del templo con la cabeza cubierta y las ropas sueltas, y arrojad tras vosotros los huesos de vuestra
madre.
Oyeron las palabras con asombro. Pirra fue la primera en romper el silencio:
-No podemos obedecer; no nos atrevemos a profanar los restos de nuestros padres.
Buscaron los parajes más frondosos del bosque y allí reflexionaron las palabras del oráculo. Finalmente
habló Deucalión:
-Si mi sagacidad no me engaña podemos obedecer el mandato sin proceder impíamente. La tierra es la gran
madre de todos; sus huesos son las piedras, y estas sí podemos arrojarlas detrás de nosotros. Creo que es esto
lo que quiere decir el oráculo. Por lo menos, no nos cuesta nada probarlo.
Se cubrieron los rostros, soltaron sus vestimentas y recogieron piedras, que arrojaron detrás de sí. Las piedras
(es maravillosos contarlo) comenzaron a ablandarse y a cobrar forma. Gradualmente fueron adquiriendo una
ruda semejanza con el aspecto humano, como un bloque a medio hacer en manos del escultor. La humedad
y el fango que había alrededor de ellas se convirtieron en carne; la parte pétrea se transformó en ósea; las
venas continuaron siendo venas, por lo que conservaron su nombre, y sólo cambiaron de uso. Las piedras que
fueron arrojadas por la mano del hombre se convirtieron en hombres y las que lo fueron por la de la mujer,
en mujeres. Nació una raza fuerte y bien adaptada al trabajo, tal como somos ahora, lo que indica claramente
nuestro origen. Prometeo ha sido uno de los temas predilectos de los poetas. Se lo representa como el amigo
de la humanidad, ya que fue él quien intervino en su favor cuando Zeus estaba irritado con los hombres, y
quien creó la cultura y las artes. Pero como, al hacer esto, transgredió la voluntad del dios, atrajo sobre sí su
enojo. Zeus lo hizo encadenar a una roca en el monte Cáucaso, donde un buitre le devoraba el hígado, que

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se renovaba tan pronto como era comido. Prometeo habría podido en cualquier momento poner fin a este
tormento, si hubiera querido someterse a su opresor, pues poseía un secreto que comprometía la estabilidad del
trono de Zeus, y, si lo hubiera revelado, habría recuperado inmediatamente el favor perdido. Pero él desdeñaba
hacer tal cosa. Por ese motivo se ha convertido en símbolo de la magnánima resignación en el sufrimiento
injusto, y de la fuerza de voluntad que resiste a la opresión.

En Mitos greco-romanos de Thomas Bulfinch. Editorial Esfinge.


2006. Buenos Aires. Argentina.

Actividades
1. Responder:
a. ¿Cómo surge la tierra? ¿Cómo surge el cielo, las tinieblas y la luz?
b. ¿Cuáles son las edades de la humanidad? Caracterizar de cada una de ellas.
c. ¿Qué deben hacer Deucalión y Pirra para continuar la raza humana?
d. ¿Cuál es el castigo que recibe Prometeo? ¿Por qué?

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2. Completar el siguiente cuadro:

Mito Griego Génesis

Antes de que existiera


la tierra.

Creación del Hombre.

Capacidades del
hombre entregada por la
divinidad.

Creación de la mujer.

Lo que la mujer
desencadena en la Tierra.

Primera etapa de la
humanidad.

Reacción divina ante la


perversión del hombre.

Sobrevivientes.

Renacimiento de la raza
humana.

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