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"Dejad que los amantes, en la maraña del

invierno, se abracen buscando el segundo


glorioso, el instante eterno. Una madeja de
seda hilada por bocas ardientes, crisálida,
templada, ajena a la ventisca. Dejad que se
pose la noche despacio y que el ruido de la
sierra se calle por un rato. Dejad que se
abracen antes de que el maldito tiempo los
trunque en pedazos"

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