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Ejemplo científico:
FATIGA EN FÚTBOL
Ejemplo pedagógico:
Todos los niños necesitan participar en actividades que mejoren y mantengan su salud
cardiovascular y musculo esquelética. Tradicionalmente, se ha estimulado a los niños
para que realicen actividades de tipo aeróbico tales como el ciclismo y actividades para
el incremento de la fuerza tales como las dominadas. Recientemente, se incrementado
la atención en los ejercicios pliométricos para los jóvenes. Previamente considerado
como un método de entrenamiento reservado para los atletas adultos, preparadores
físicos, maestros y jóvenes entrenadores están incorporando el entrenamiento
pliométrico en sus clases de educación física y en las sesiones de entrenamiento
deportivo.
Ejemplo Artículo:
“Entre el montículo y el home, la pelota que lanza un buen pitcher tarda alrededor de
medio segundo en recorrer la trayectoria –para adquirir conciencia el cerebro humano
también requiere de ese tiempo–; el bateador no puede saber qué diablos hará la
pelota, porque no es consciente de su movimiento. ¿Entonces qué pasa, cómo son los
buenos bateadores y los buenos porteros?, pues se percatan de cuál es el eje de
rotación de la pelota que se proyectó, y se dan cuenta de ello porque tienen buena
vista y anticipan si caerá o hará chanfle. Así, se desplazan adonde esperan que llegue
la pelota”.
Probablemente de ello se percató el portero de la selección de Suiza para contener el
disparo desde el punto del penal al francés Karim Benzema, y con ello evitar un
marcador más abultado en contra de los suizos que perdieron ese partido 5 a 2.
El balón es la pieza fundamental para disfrutar de los emotivos encuentros que se han
visto en el Mundial de Brasil. El brazuca, como se le llama al esférico oficial para esta
justa deportiva, está hecho de poliuretano y según los organizadores ha superado las
pruebas de la FIFA relacionadas con la circunferencia, el peso, el rebote y la absorción
de agua; no tiene costuras para evitar que sus trayectorias sean impredecibles.
Caprichos de la pelota
La física también puede explicar los caprichos del balón. En palabras del científico,
difundidas por la UNAM, las rugosidades de la pelota arrastran el aire, y lo hacen de
manera diferente según gira. A veces el aire hace que se mueva más rápido en una
dirección y más lento en otra; entonces la presión que ejerce es diferente arriba y
abajo, lo que cambia la trayectoria, por lo cual puede engañar al portero, que al
principio espera algo parecido a la trayectoria parabólica, pero como gira en el aire, se
puede desviar y es lo que hace que se vaya a meter en el arco, en la esquina o en el
ángulo.
En suma, una decena de efectos físicos repercuten en el movimiento del balón. Los
que saben pegarle bien, subrayó Flores Valdés, lo utilizan de una manera u otra para
tratar de lograr su objetivo: el gol. Lo más interesante es que todo eso lo hacen de
manera inconsciente, pues muchas de esas situaciones surgen de haberlas repetido un
millón de veces.
Olivares, Emir (2014, Junio). La mecánica clásica y la aerodinámica, presentes en el
futbol: Jorge Flores. Periódico la jornada. Recuperado el 22 de octubre de 2016, de
http://www.jornada.unam.mx/2014/06/26/ciencias/a16n1cie
Ejemplo Reseña:
La obra El fútbol a sol y sombra publicada en 1995 por el escritor uruguayo, Eduardo
Galeno, retoma vigencia en un ambiente donde el fútbol ocupa los titulares y primeras
planas de los diarios, a causa de la Copa Mundial de la FIFA celebrada en Brasil. Y es
que a pesar de que la obra tenga cerca de diez años, su contenido no pierde valor;
puesto que expone una práctica tradicional que es capaz de motivar pasiones y forjar
identidades en los públicos.
El fútbol, en el texto de Galeano, es homenajeado a través de relatos cortos que se
alimentan de datos históricos y elementos de la literatura, como lo es la implementación
de figuras literarias; de igual forma, el humor también está presente en las historias. El
autor, quien se reconoce hincha, también reflexiona sobre los intereses y grupos de
poder que son parte de los escenarios futbolísticos. Y es que de acuerdo a la obra
Fútbol e identidad regional en Ecuador del investigador social Jacques Ramírez
Gallegos, “el fútbol se transforma en un fenómeno social de gran importancia, que
envuelve una compleja red de relaciones sociales y de intereses.” (Ramírez, 2003)
Ramírez, a su vez, expone en su ensayo que el deporte del balón pie responde a una
lógica simbólica; ubicando el análisis del fútbol en tres formas, como: deporte, juego y
espectáculo. Estas tres categorías se encuentran también enmarcadas dentro de la
obra de Galeano; por lo que es oportuno analizar el libro del escritor uruguayo
siguiendo estas perspectivas antropológicas del fútbol.
El fútbol como deporte
Se refiere al fútbol como actividad que invade el ambiente cotidiano y que produce
placer en sus espectadores. En la obra El fútbol a sol y sombra, Galeano revela la
intervención del fútbol como manifestación capaz de distraer a los públicos, y de
enajenarlos en una corriente de fidelidad y dependencia; a tal nivel de caracterizar a
esta práctica deportiva, en una de sus primeras narraciones, como el “opio de los
pueblos”; sustancia que engaña a la razón para el ejercicio libre de las pasiones.
En el texto, esta noción relacionada a las emociones que genera el fútbol, se presenta
en la narración fantástica de los goles y la percepción de los hinchas; a quienes se los
relaciona, mediante símiles y metáforas, con elementos de la religión; atribuyéndoles el
carácter de devotos que contemplan y alcanzan el éxtasis a través del milagro divino
del fútbol.
A más de alguien puede sorprender el título del presente ensayo. O considerar como
inusual que el fútbol, un deporte, un simple juego, pueda ser comparado con la política
que no es un juego (de lo que no estoy muy seguro) o con la vida, pues con la vida no
se juega. ¿Qué tiene que ver el fútbol con algo tan serio como la política? Y, aparte de
que el mundo del fútbol pertenece a los vivos ¿qué tiene que ver con la vida?
Mi respuesta es la siguiente: todo lo que hacemos es una proyección de la tragedia
humana: la de sostenernos en esta vida a través de la búsqueda de un significado que
le dé un sentido que nunca sabremos cual es. Pero ¿no es ésa acaso una tarea que
corresponde a la filosofía o a la religión? En lo que tiene que ver con la filosofía sólo
atino a responder: efectivamente, es una tarea de la filosofía, pero -convengamos en
algo- no existe una filosofía “en sí” y si existiera, sólo sería una filosofía de la filosofía.
Algo bastante absurdo, por lo demás.
La filosofía -que es el amor por el saber- busca siempre al objeto de “su” deseo. Así,
hay una filosofía del amor, una filosofía de la existencia, una filosofía de la sociedad y,
por cierto, puede haber –no hay nada que contradiga esa posibilidad- una filosofía del
fútbol. Y en lo que tiene que ver con religión, yo sostengo la tesis de que muchas de las
actividades que consumen nuestros días, provienen de la religión o, lo que es casi
igual: de un ambiente impregnado por la religión. El fútbol también. Más todavía: pienso
que el fútbol es una actividad que se encuentra -aún más que la política- impregnado
por la religión o, por lo menos, por un sentido religioso de la vida. Para explicar esa
opinión debo aclarar tal vez que es lo que entiendo por religión. En ese punto sigo un
postulado de Spinoza.
Según Baruch Spinoza (1632-1677) hay que hacer la diferencia entre una creencia y
una religión.
Spinoza sostenía que la religión es un obstáculo para la creencia, afirmación que le
valió ser condenado por la Sinagoga y por la Iglesia ¡y al mismo tiempo! La diferencia
es la siguiente: creer es pensar que la existencia no limita consigo y que, por lo mismo,
hay una infinitud, una absolutidad, en fin un Dios que está más allá y más acá de todo.
La religión en cambio, es un sistema de ritos y rituales colectivos destinado a mantener
viva una creencia en el marco determinado por diversas culturas, tradiciones y
costumbres.
Que las prácticas religiosas pueden ser separadas de la creencia, lo sabemos todos.
Basta asistir a una eucaristía y observar como muchos fieles no tienen la menor idea
del sentido de los rituales y ceremonias que practican. Hay, por ejemplo, quienes
comen, ayunan, rezan, se inclinan o postran, comulgan, y viven según determinados
“mandamientos”, pero jamás se han detenido a pensar en la infinitud, en la vida
después de la muerte, o en el vacío terrible que nos rodea cuando no creemos en
nada. A veces ocurre algo parecido en los estadios de fútbol.
Recuerdo una vez, cuando observando a los hinchas de Manchester United, me di
cuenta de que muchos de ellos daban sus espaldas al juego, tan concentrados estaban
en gritar a favor de su equipo. De pronto Manchester hizo un gol; algunos hinchas se
dieron vuelta a mirar con desinterés lo que pasaba en el campo de juego y luego
siguieron de espaldas gritando a favor del Manchester. La verdad es que a esos
hinchas les interesaba tanto el juego como a muchos religiosos la relación de la vida
con la eternidad. Con razón, otro judío tan o más heterodoxo que Spinoza -sí, me
refiero a Freud- comparaba las prácticas religiosas con la neurosis, tanto con las
individuales como con las colectivas. Y quizás es así: el mundo del neurótico es muy
religioso. Y el mundo del religioso es muy neurótico. Tan neurótico como el mundo del
fútbol. Debo quizás agregar que no estoy hablando de la neurosis en sentido clínico
sino en el sentido a-clínico de Freud, a saber: como una propiedad de la condición
humana orientada a distraer nuestra atención de esa mortalidad que escondida como
un tigre en el fondo de una caverna nos aguarda a todos.
En fin, la religión es una práctica que asegura nuestras identidades frente a los
nosotros y frente a los vosotros. En la creencia, en cambio, perdemos nuestra identidad
en ese todo sin comienzo ni fin que es Dios. Visto el tema desde esa perspectiva, el
fútbol contiene en sí más elementos religiosos que la política. Me explicaré a
continuación.
Los seres humanos buscan siempre su identidad (ser iguales a sí mismos), y cuando
no la encontramos, nos inventamos una. Sin embargo, y de acuerdo a Michael Walzer,
hay identidades “ligeras” e identidades “duras”. Estas últimas son las identidades
nacionales, religiosas y –agrego yo- las futbolísticas. A las primeras pertenecen, o
deben pertenecer, las políticas. Pero hay un problema: el ser humano –de eso estoy
convencido- es un animal religioso, quiera o no, ya que si no seguimos una religión
terminamos por rendir culto a cualquier cosa. Puede ser un artista, un cantante, un
prójimo, un político, un auto o un futbolista. Sin embargo, las identificaciones “duras” no
son intercambiables.
No cambiamos de religión y de nacionalidad todos los días. De las misma manera, un
hincha de Boca nunca será de River, ni uno del F. C. Barcelona jamás del Real Madrid.
Esa es la razón, opina Michael Walzer (“Thick and Thin”, Indiana 1996), por la cual los
antagonismos religiosos y étnicos son tan difíciles de resolver pues no son
intercambiables. Los futbolísticos tampoco. En cambio, los conflictos políticos deben
ser, por su propia naturaleza, intercambiables, ya que si no fuera así la política no
funcionaría. En el caso de que no fueran intercambiables, las elecciones –y sin
elecciones no hay política- estarían de más ya que de antemano sabríamos quienes
van a ganar. Esa es la razón por la cual es tan difícil implantar usos políticos en países
que se rigen por la norma religiosa. En Irak, por ejemplo, sólo hay dos “partidos”: los
chiitas que conforman algo así como el 80% de la población y los sunitas que
constituyen el 10%; y el resto, otras confesiones. En cada elección los chiitas están
condenados a ganar y los sunitas a perder. No hay lucha por la mayoría, y esa es la sal
de la política.
Por supuesto, hay personas que hacen de la política una práctica sacrosanta.
Pertenecen a la misma organización casi desde que nacen, adscriben a una ideología
sin dudar jamás, adoran con devoción a determinados dirigentes, incluso a malvados
dictadores, y aunque la historia los contradiga, serán fieles a su partido hasta que la
muerte los separe. El mismo vocabulario que usan es religioso. Quienes disienten,
serán llamados “renegados” Quienes cambian de posición política, serán “traidores”. En
fin, ellos no “están” en un partido; “son” de un partido.
De más está decir que vivir la política como religión lleva a la destrucción de la política.
Porque la política la inventamos para resolver nuestros antagonismos discutiendo y
argumentando en un juego de posiciones que cada vez es, y debe ser, distinto al
anterior. En el fondo, los devotos de la religión política son seres radicalmente
frustrados pues intentan encontrar en la política lo que la política nunca les dará a
menos que la política deje de ser política. No ocurre así con el fútbol.
Yo -para ponerme como mal ejemplo- “soy” del Colo y lo seré hasta la muerte y más
allá de la muerte también. Mas, jamás “seré” de una ideología o de un partido, y mucho
menos de un líder, “para siempre”. El fútbol, en ese sentido, es un sustituto de la
religión. Pero no nos olvidemos: no es más que un juego. La política en cambio, si es
también un juego, no tiene nada que ver con la eternidad. La política es presente,
siempre presente, y nunca el presente de hoy será el del mañana. A diferencias de la
religión que fue hecha de una vez y para siempre -a nadie se le va a ocurrir cambiar un
mandamiento por otro- la política se hizo para comenzar cada cierto tiempo de nuevo,
ajustando cuentas con la historia para poner al día nuestros ideales e intereses. O
permítaseme expresarme de un modo algo metonímico: la religión viene del cielo, el
fútbol del Olimpo, y la política, del centro de la tierra.
2.
Aparte de la relación con el tiempo, la política y el fútbol tienen mucho que ver entre sí;
aunque no quiero decir que la política determine al fútbol ni mucho menos al revés.
Mas, como ambas son actividades que emergieron en un universo impregnado por lo
religioso, hay entre política y fútbol una relación sobredeterminada, de modo que
encontramos muchos elementos que son de la política incrustados al interior de la
lógica futbolística. Sobredeterminación significa-en su sentido freudiano- que entre dos
instancias existe una determinación recíproca hasta el punto que es imposible separar
lo determinado de lo determinante y eso es lo que ocurre entre política y fútbol lo que
no nos debe extrañar puesto que ambas son fuentes de identidades colectivas.
De qué modo el fútbol puede llegar a ser un medio de formación de identidades en la
construcción imaginaria de una nación, lo demuestra muy bien el conocido libro de
Pablo Alabarces titulado “Fútbol y Patria”- “El fútbol y las narrativas de la nación en la
Argentina” (Prometeo, Buenos Aires 2002).
“Fútbol y Patria”, de las que conozco, es una de las mejores síntesis de la historia
social de Argentina. El problema es que el autor parece que no sabe mucho de fútbol.
Yo no entiendo, para poner un ejemplo, cómo se las arregló para escribir un largo
capítulo sobre el mundial de 1978 (el mundial de la dictadura) sin nombrar una sola vez
a Mario Kempes. Es lo mismo que escribir sobre el mundial de 1954 sin nombrar a
Puskas, sobre el de 1958 sin nombrar a Pelé, sobre el de 1962 sin nombrar a
Garrincha. En cualquier caso, el capítulo Vll que lleva como sugestivo título “El
maradonismo o la superación del peronismo con otros medios” es notable y
recomiendo con énfasis su lectura. A través de ese capítulo es posible entender la
relación “sobredeterminada” que puede darse entre política y fútbol.
Sin nombrar a Lacan, pero usando su terminología, Alabarces describe a Maradona
como “un significante vacío” en torno a quien se articulan diversos cabos sueltos
dejados por el descenso del populismo peronista. Interesante es que Alabarces no
compara tanto a Maradona con Perón sino con su “pendant” femenino, Evita.
Al igual que Evita, Maradona asciende desde la pobreza extrema hacia el mundo de los
símbolos.
Diego Armando Maradona es, efectivamente”, como miles de pibes que sueñan con
llegar a ser astros del fútbol, un “cabecita negra”. Pero, además, un superdotado. En un
país donde el fútbol es religión popular, Maradona convierte el balón en un agregado,
una prótesis de su propio cuerpo. Como todo genio ya jugaba a los 15 años de edad en
la primera de Argentino Juniors. Su llegada a Boca será el paso que lo llevará de ídolo
local a ídolo nacional. Su traspaso al Barcelona lo convertirá en estrella global. Su
partida al Nápoles será en cierto modo un doble regreso: un regreso a sus ancestros y
un regreso al mundo de la pobreza del Sur italiano que se rebela, esta vez de modo
futbolístico, en contra del Norte millonario y algo racista que llegó a representar Silvio
Berlusconi, dueño del A.C. Milán y por añadidura, Primer Ministro.
El mundial de 1986 en México será la coronación de Maradona como entidad galáctica,
como ídolo medial y como representante simbólico de los pobres del mundo en los
estadios. El maradonismo superará así al peronismo. Por un lado, alcanza un nivel
internacional que el peronismo nunca tuvo. Por otro, se convierte en la expresión
máxima de la unidad nacional argentina. Y por si fuera poco, al derrotar Argentina a
Inglaterra gracias a “la mano de Dios y la cabeza de Maradona”, Diego Armando, el
Pelusa, pasará a ser visto en la imaginación popular como el vindicador que restaura el
honor mancillado por la ominosa Guerra de las Malvinas. Inolvidable, además, será ese
gesto insolente, en la gran final de 1990 frente a Alemania, cuando pifiado por el
público de Milán mientras era entonada la canción nacional, Maradona movió los labios
dejando traslucir un inconfundible “hijos de puta”, pasaje que ha pasado a ser tan
importante como sus goles, en su ya tormentosa biografía.
Después del mundial de 1994 en los EE UU, donde su orina reveló lo que todos sabían,
vendrá el lento descenso a los infiernos. Drogado, vilipendiado por la prensa,
amenazado por mafiosos, rodeado por amigotes de baja ralea, enfermo, muy gordo,
busca restaurar por múltiples medios su imagen perdida, recurriendo, como el eximio
populista que es, a diversos trucos. Un día aparecerá con el nefasto Menem pidiendo la
pena de muerte para los traficantes de droga. Otro día aparecerá en Cuba al lado del
Gran Dictador. Otra vez buscará el amparo de Chávez, ese Perón sin Evita ni
sindicatos, pero al igual que Maradona, experto en comunicación medial.
Según Alabarces, Maradona fue el último símbolo plebeyo de la patria, el último héroe
nacional y quizás, agrego yo, el último gran populista de una nación populista. Y como
sucede con todo populismo, el mito de Maradona sobrevivirá a Maradona.
3.
4.
Si tomamos en cuenta que el fútbol es un juego cuya existencia depende de la
presencia soberana del pueblo que delega su poder a instituciones que aplican
reglamentos y leyes establecidas mediante la conformación de una división de poderes
en donde el poder deliberativo que es el juego mismo es independiente del poder
ejecutivo y del poder judicial, podemos entender las razones que llevaron a Albert
Camus a escribir lo siguiente:
5.
Así como hay diferentes sistemas, hay también distintos entrenadores. En ese sentido
hay que consignar que la personalidad del entrenador es tanto o más importante que el
sistema que aplican. Hay entrenadores amistosos, autoritarios, agresivos, reflexivos, y
mucho más. Pero a pesar de todas esas diferencias, hay una característica que une a
todos los grandes: son respetados. Así como el Príncipe de Maquiavelo no debía ser
amado sino temido, el entrenador no debe ser amado ni temido: debe ser respetado. Y,
como todos sabemos, el respeto se obtiene respetando. Sin ese respeto –eso fue
quizás lo que advirtió Camus– la vida, que siempre será una vida social, se convierte
en una pesadilla. Podemos vivir sin amor; sin respeto jamás. Las más grandes
rebeliones sociales han ocurrido –no hay que olvidarlo- no cuando los pueblos no son
amados por sus reyes o presidentes, sino cuando han sido objeto de grandes falta de
respeto.
La fauna de los entrenadores es muy variada, y para conocerla mejor resulta
interesante ver sus actitudes frente a partidos importantes. Hubo, por ejemplo,
entrenadores musicales como Otto Rehhagel quien mueve las manos a lo largo del
partido como si estuviera dirigiendo una sinfonía. O elegantes, como César Luis
Menotti quien vestido de gala contemplaba los partidos fumando sin parar. O
estudiosos como Louis Van Gaal, escribiendo y escribiendo mientras dura el juego. O
impertérritos, como Franz Beckenbauer, situado al borde de la línea, sin mover un sólo
músculo, anunciando a los jugadores que él estaba ahí, observándolos uno por uno. O
los enigmáticos como Marcelo Bielsa viendo los partidos encuclillado, mirando sólo los
pies de los jugadores, como si no tuvieran cabezas. O melancólicos, como Manuel
Pellegrini, quien pese a su gran sabiduría mira el partido con ojos infinitamente tristes.
O emocionales como José Mourinho, quien antes y después del partido abraza a quien
se le ponga por delante. Yo no sé quién fue el entrenador de Albert Camus, de quien se
dice que cuando joven poseía un “dribling” endiablado, pero debe haber sido
buenísimo.
No olvidemos; además de jugar bien al fútbol, Camus fue, desde su más temprana
juventud, escritor. Luego, no es un descamino pensar que el interés de Camus por el
fútbol era también intelectual. Hay, en efecto, una extensa literatura futbolística que
alguna vez deberá ser recopilada en tomos. Así como la política necesita de
intelectuales que la analicen, el fútbol también posee su propia intelectualidad. Me
refiero a los grandes comentaristas de fútbol, y sobre todo a los cronistas deportivos,
algunos de los cuales murieron sin saber que eran poseedores de un talento literario
que muchos escritores – incluyendo algunos famosos- nunca tuvieron. Debo confesar –
al llegar a este tema- que mi primer contacto con el fútbol no fue en un estadio sino en
un kiosco de la esquina leyendo la revista argentina El Gráfico que una vez me prestó
el “diarero”. Desde el primer momento El Gráfico despertó en mí un inusitado interés.
Después, en mi juventud, me hice devoto seguidor de los artículos del uruguayo
Borocotó y después de Dante Panzeri.
Ricardo Lorenzo Rodriguez más conocido como Borocotó y Dante Panzeri poseían una
prosa seductora y cada uno de sus comentarios tenían la estructura de un cuento con
inesperados suspensos. Ya adulto, al encontrar un día un ejemplar todo amarillento de
El Gráfico, leí de nuevo a Borocotó. Ahí fue cuando me di cuenta de lo que no sabía:
Borocotó escribía como Jorge Luis Borges. Un escritorazo era Borocotó. Panzeri no le
iba a la zaga.
También yo leía, y con estricta disciplina, la revista chilena “Estadio” donde escribían
los mejores comentaristas deportivos de mi país: Julio Martinez el popular Jota Eme,
Antonino Vera y sobre todo, al que más me gustaba, Renato Gonzáles alias Míster
Huifa, quien además de saber mucho de fútbol era un eximio erudito del boxeo. Míster
Huifa, a diferencias de Borocotó, poseía una prosa precaria, casi elemental. Pero sus
comentarios eran precisos e inteligentes. Gracias a él aprendí a ver el fútbol “de otra
manera”. Recuerdo por ejemplo que después de una victoria de Santos sobre un
equipo checo (durante esos cuadrangulares nocturnos que se jugaban en el estadio
Nacional) Míster Huifa escribió un artículo titulado “Pelé jugó mejor que nunca”. Yo me
pregunté si Míster Huifa había visto un partido distinto al que yo había visto pues, ante
mi desilusión, Pelé esa noche no había hecho ninguna de sus grandes magias, más
bien había pasado desapercibido. Más, al leer el artículo de Míster Huifa, entendí lo
que él quería decir. Los checos habían construido un cerco de cuatro jugadores
alrededor de Pelé. ¿Qué hizo entonces Pelé? Así lo explicaba Míster Huifa: Pelé
abandonó su puesto clásico (el 10) y fue a jugar bien atrás, casi junto a la defensa del
Santos. Hasta allí lo siguieron sus custodios. De este modo Pelé abrió un tremendo
forado por donde penetraban sus compadres, sobre todo Coutinho y Pepe -no eran
precisamente cojos,- y ellos se dieron un festín de goles. Esa era la gran diferencia
entre Pelé y Maradona. Mientras el equipo jugaba para Maradona, Pelé jugaba para el
equipo.
Gracias a Míster Huifa puedo seguir hoy con atención partidos que no son
espectaculares, pero sí, interesantes.
No sé si Camus era un lector de revistas deportivas. Pero apostaría un par de dedos
que más de una vez leyó, en Argelia, algún ejemplar de esa grandiosa revista deportiva
francesa que es todavía, L`Equipe.
6.
Ejemplo Monografía:
Monografía sobre
“Futbol Infantil en Uruguay como herramienta de la educación”
Introducción:
El siguiente texto pretende dar una opinión personal sobre el futbol infantil y juvenil en
nuestro país relacionándolo con nuestra sociedad y la educación.
Relacionando el pasado seminario brindado en la ACJ, sobre futbol infantil, con la
realidad presente en Uruguay; pero no sólo intenta un diagnóstico, aspiramos plantear
como articular y desde donde hacerlo para definir un sistema eficiente.
Los uruguayos tenemos a nuestro alcance una herramienta inigualable para desarrollar
la educación de los niños y jóvenes a través de la enseñanza del futbol u otros
deportes.
Poseemos una estructura bien organizada y regionalmente bien determinada, conocida
como baby futbol, con características y posibilidades de desarrollo e inclusión aún
mayor que la presente.
En una segunda etapa, posterior al baby futbol, la problemática se complica, pues no
abundan los proyectos que incluyan la población total de jóvenes interesados en la
actividad.
Ya sea por la falta de oportunidades, por la selección de talentos instaurada en el
sistema o por la desproporción planteada entre futbolistas interesados en participar e
instituciones disponibles para brindar la actividad, miles de jóvenes dejan la práctica.
Mis preguntas son retóricas, ¿qué pasa con esos chicos que se pierden la actividad,
dónde van, en qué ocupan su tiempo libre?
Nuestra filosofía propone que la actividad física desarrollada en el futbol infantil y
juvenil se transforme en educación física, con un carácter sanitario y recreativo, más
lúdico y menos competitivo, más descontracturada.
Cada vez más, vemos necesaria una reorientación que permita el verdadero propósito
de la actividad deportiva: la educación.
A continuación, la crítica que pretendo se referirá principalmente al enfoque filosófico
del deporte en Uruguay.
Lamentablemente, nuestro país no logra instaurar un modelo capaz de escapar a ese
exitismo criminal de los domingos en el fútbol infantil.
Apenas algunos proyectos empiezan a ser asistemáticos, aunque más no sea que en
edades infantiles, desde 4 a 10-12 años.
Con tan sólo detenerse en cualquier cancha de futbol infantil, veremos entrenadores y
padres pidiendo a sus chicos actuar como futbolistas adultos, y lo que es peor: los
niños totalmente obedientes, integrados a ese sistema castrador y selectivo,
distorsionador de los objetivos sociales y pedagógicos pertinentes.
Desde mi punto de vista, la mayoría de las instituciones del futbol infantil orientan la
actividad en forma errónea.
La actividad futbolística infantil y juvenil debe utilizarse como herramienta de primera
clase, de lujo, como medio de educación de los chicos, concepto instaurado desde
mediados del siglo XIX desde las viejas universidades inglesas, pioneras en el caso.
La clave, desde mi perspectiva, se centra en los docentes y directores que trabajamos
en los proyectos infantiles y juveniles.
La mayoría de las veces la filosofía de trabajo no acuerda con los objetivos requeridos,
se plantean prioridades de rendimientos deportivos por encima de la formación integral
del deportista y de la persona, sobre todo en edades tempranas.
Se falla en la selección de métodos didácticos acordes a la edad biológica del niño, o
simplemente se ignoran.
Desperdiciamos la oportunidad de educar, transmitir una formación que sea útil para la
vida del niño y además cuidar su salud integral, desperdiciamos una oportunidad
invaluable, malgastamos el tiempo de los niños.
En lo deportivo, la búsqueda de un resultado inmediato, la prioridad de ganar por
encima de todo, desvía un crecimiento que en el futuro aportaría importantes
beneficios. No digo que el sistema instaurado no desarrolle talentos o personas, afirmo
que no lo hace eficientemente de acuerdo al potencial que tiene y requiere.
El sistema competitivo instaurado en Uruguay induce una selección, que define la
exclusión de potenciales talentos, chicos que en ese momento no presentan la aptitud
suficiente para el desafío, son descartados o postergados (tradúzcase: “olvidados” /
“archivados”), desperdiciando un potencial que bien podría desarrollarse en un futuro
bien cercano.
En cuanto a las metodologías de trabajo, son en su enorme mayoría inexistentes o
erróneas. La utilización de métodos acordes a la edad biológica del niño es
fundamental para el desarrollo y aprendizaje óptimo de la actividad; consecuencia de
ello es un enorme abandono en categorías “superiores” (¿superiores?) del futbol
infantil, edades entre 12 y 15 años, aquí los chicos comienzan a jugar en “cancha de
11”, nuevas reglas imponen nuevas acciones, nuevas comprensiones, una nueva
adaptación cognitiva, física, técnica y táctica.
Es inconcebible que equipos de futbol federados en AUF no tengan en sus plantillas de
juveniles un preparador físico, u otras que si lo tienen y trabajan apenas 2 días a la
semana. Reconozcamos la importancia del trabajo de base en estas edades, trabajos
ordenados y planeados para futuros niveles, impulsores de capacidades fundamentales
en la práctica del futbol.
Admitamos la responsabilidad con total sinceridad y humildad, seamos críticos, demos
la importancia que tiene la orientación de nuestros entrenamientos para modelar el
deportista del futuro.
Tratemos de trabajar a las edades pertinentes con métodos acordes, focalizados en la
fase sensible que tenemos frente a nosotros, detectemos esos momentos favorables al
desarrollo, permitamos que la evolución biológica nos marque el camino y los tiempos.
Podemos entrenar niños y jóvenes, ¡claro que sí! Preparémoslos para vivir mejor, ya
sea como futbolistas, abogados, dentistas, o cualquier actividad futura, entrenémoslos
para la vida olvidándonos del crack. Más sanos, más fuertes, más adaptables al
mundo.
Permitamos y favorezcamos ese desarrollo desde el lugar que nos corresponde, ya sea
como soporte o educadores, ya sea como compañeros o amigos, con responsabilidad y
paciencia.
Instauremos entrenamientos multilaterales, alejados de la especialidad, ofrezcámosles
juegos, diversión, enseñanzas, ejemplos positivos, modelos.
Uruguay no posee políticas efectivas que interactúen mayormente en ese sentido.
Poseemos organismos instaurados y creados para orientar y regularizar estos temas
tan importantes, tales como: INAU, CNEF, CNEP, UNICEF, etc., ¡pero solamente los
tenemos creados! Potenciémoslos, activémoslos, demos el poder político y los recursos
necesarios para que actúen, y si los medios no están a nuestro alcance busquemos
innovar con lo que tenemos.
¿Recuerda usted las plazas de deportes? ¿Y las comisiones de fomento, “Club de
Leones” o “Rotarios”?.
Se buscan constantemente soluciones que sean efectivas para resolver las
problemáticas de nuestra juventud, algunas profilácticas, las drogas, el alcohol, la
violencia creciente y la falta de tolerancia, más una inercia motivacional, interactúan
peligrosamente trayendo consecuencias drásticas para nuestra sociedad. Se discuten
recursos para la educación, se crean y disuelven ministerios, se publicitan slogan que
buscan sensibilizar la opinión pública, y 100 alternativas ingeniosas, pero se olvidan de
buscar soluciones sociales radicales y contundentes a través del deporte, totalmente a
nuestro alcance.
Las empresas que apoyan con su inversión en tal sentido esperan retornos directos,
masivos y rápidos. Su aporte es fundamental, su protagonismo puede reactivar este
complejo sistema. Su protagonismo lo enriquecería, no en forma cuantitativa, lo haría
masificando o redistribuyendo los recursos.
Tal vez la inversión no sería apreciable directamente, pero lo compensaría con creses
en calidad de vida para nuestra sociedad en un futuro cercano.
Muchas veces las reglas de los mercados no atienden con el debido respeto las
necesidades impuestas por las sociedades, pero estaría bueno que en los momentos
favorables para renegociar contratos, como el que se da hoy con nuestra selección
nacional después de Sud África, los responsables tuvieran en cuenta necesidades más
macro. Ya sea con reglamentaciones que persigan políticas sociales o con una
distribución más justa y necesaria de los réditos.
Los sistemas educativos y deportivos existentes en Uruguay no colman las
necesidades impuestas por la sociedad, de esto no hay dudas.
Instauremos el deporte en cárceles y colonias de reclusión, como ya se ha hecho en
alguna oportunidad, pero hagámoslo como terapia, con los medios necesarios para que
los equipos de entrenadores y psicólogos logren sus objetivos. Logremos que sean
proyectos perdurables y no simples golondrinas.
Miles de uruguayos jóvenes, hombres y mujeres, son excluidos de la oportunidad de
experimentar la actividad física.
La obesidad, en especial la infantil, el creciente número de niños y jóvenes diabéticos
con gran asociación al sedentarismo, el aumento de afecciones cardiorrespiratorias,
etc., son claros indicadores de una falla en nuestro diario vivir.
Las políticas sociales y en especial las involucradas con la salud son una reducción del
gasto público futuro traducido hoy como inversión.
Nuestro crecimiento y concentración demográfica determina la desaparición de
espacios verdes destinados a la actividad deportiva, permutados por centros
comerciales o complejos habitacionales, la tendencia apunta a la transformación de las
zonas que sobreviven, que históricamente fueron de actividades para deportes
colectivos (entiéndase fútbol, vóley, básquet), en áreas pensadas para actividades
individuales (jogging, fitness, marcha, bicicleteadas, etc.).
Estos factores llevan a que las canchas de fútbol se desplacen hacia la periferia o aún
más lejos. Los tiempos y las economías domésticas no son lo suficientemente
solventes como para desplazar a la familia a estos “complejos”, o las actividades dejan
de compartirse o simplemente se buscan otras opciones.
Entonces, la falta de espacios verdes (“campitos” como en nuestro país los
conocemos) para que los niños jueguen, y no precisamente a la pelota, se están
agotando, particularidad que hace que cada vez más los trabajos de base aeróbica en
edades tempranas, (10-11 años) vayan quedando relegados.
Aún recuerdo las tardes de futbol, las “manchas”, “escondidas”, carreras, “manchados”,
en el parque de “Los Aliados”, el parque Rodó o el campo de golf, en el predio que hoy
ocupa el Montevideo Shopping Center, donde cientos de niños nos juntábamos a jugar
cualquier día, en verano o invierno.
Desarrollo de conceptos:
En un análisis de situación apenas relevante, sin mucho esfuerzo, vemos al ser
humano en un franco deterioro moral sobre fines del último siglo, estamos frente a
cambios muy abruptos y repentinos, formas de plantearse la vida de acuerdo a
variantes y condicionantes que regulan o moderan la valorización ética, actitudes que
eran inaceptables hasta hace 20 años hoy día son válidas. Potenciando este concepto
vemos un fenómeno de globalización jamás imaginado , vemos la masificación de las
drogas, el crecimiento de la violencia, la explotación del hombre por el hombre, la puja
por riquezas, y otros mil problemas sociales que afectan rápidamente el
relacionamiento humano desapercibidamente; pero por sobre todo, nos hemos
acostumbrado a ello, vivimos estas problemáticas tan a menudo que lo vemos como
normal, nos adaptamos de tal manera que ya no nos asombran las aberraciones que
nos rodean.
Incluso la enorme competitividad por oportunidades juega un papel importante, la lucha
por las posibilidades se instauró en un nuevo territorio, desató una nueva escala de
valores, acorde a las necesidades actuales, donde muchas veces justificamos la
deslealtad o los pocos escrúpulos en nombre de satisfacer “necesidades”.
Es claro: las necesidades han cambiado.
Los “nuevos” códigos morales ubican al éxito económico por encima de casi todo,
hemos instaurado estereotipos o modelos que atentan contra la diversidad, avanzamos
día a día en búsqueda de la relevancia pública o bienestar económico, las nuevas
adaptaciones tienden a darse en un sentido sumamente práctico.
Los niños y jóvenes no escapan a esta realidad, crecen con modelos plenamente
instaurados en generaciones anteriores, deformados y aceptados pues se tornó
cotidiano hablar de ellos, de tal manera que no causan el impacto necesario.
A diario nos planteamos como frenar este parásito, nos asombramos al mirar en
televisión las noticias, exclamamos con asombro: “Que increíble!”, pero lo aceptamos
disimuladamente, es más, creemos que son “cosas” que siempre les pasan a los
demás.
¿Cómo podríamos sensibilizar a nuestra sociedad? ¿Cómo podríamos hacer para que
el hombre moderno sea solidario y sensible a los problemas sociales de hoy día, como
erradicar las drogas y la violencia de nuestro mundo? ¿Cómo conseguir mayor justicia
social?
El deporte tal cual lo concebimos hoy, con deportistas que se transforman en etiquetas
de cualquier producto o spot publicitario, hace que su imagen trasponga los límites del
escenario deportivo. El carácter masivo de su práctica, la relevancia social de sus
principales actores y mercados cada vez más explotados, logran darle al deportista un
lugar de privilegio en la vida del ser humano moderno, lugar instaurado desde siempre
pero favorecido a la enésima potencia en los últimos 50 años.
La vida actual es casi inconcebible sin actividad física, “el deporte es moda”.
Ya sea por medio del consejo médico, por modelos estéticos, diversión y recreación,
autorrealización, dinero, o por cualquier otra razón, el hombre moderno debe hacer
deporte.
Uruguay presenta campañas profilácticas en beneficio de la población infantil y juvenil,
vemos de tanto en tanto programas que promueven y fomentan calidad de vida, tales
como sanidad bucal, obesidad infantil, contra la diabetes, etc.
Personalmente considero que las estructuras existentes en Uruguay para la práctica
del futbol infantil son muy valiosas, permiten atacar de primera mano estas y otras
aristas, tanto A.U.F.I., O.N.F.I, más otras instituciones a lo largo y ancho del país, ligas
con escuelitas o academias instauradas en Montevideo, como otras existentes en el
interior del país, ya sean con actividades continuas o interrumpidas, formales o no,
nuclean una masiva cantidad de niños y niñas llevándolos a practicar futbol, Valoremos
que no solo los inicia en las actividades, sino nos permite un contacto directo con ellos
y sus padres.
Es sabido y reconocido por unanimidad el alto nivel de escolaridad infantil en Uruguay;
gracias a las políticas Varelianas las escuelas marcaron nuestras huellas culturales y
sociales durante décadas, fue un símbolo que identificó a Uruguay.
Pero no sólo en las escuelas se enseña, se enseña todo el día, se aprende de todos y
por todos, está demostrado que el deporte es un formidable vehículo de educación, es
responsable de transformar individuos en personas.
En mi opinión no se puede enseñar, SE PUEDE ORIENTAR, nadie enseña a nadie,
nadie aprende solo, todos aprendemos de todos y para todos. Como docentes de la
Educación Física, la Recreación y el Deporte debemos recordar que somos
orientadores, formadores y facilitadores del aprendizaje. Debemos bregar por una
formación integral (que tenga en cuenta lo cognitivo, lo cognoscitivo, lo afectivo, lo
valorativo y lo psicomotor del deportista) teniendo como medio de acción al deporte.
La competencia donde sólo sirve ganar es contraproducente en la formación del
deportista como hombre (“el hombre no nace hombre, se hace hombre”).
Primero los deportistas y luego ganar. Esto significa: El deporte, la Educación Física y
la Recreación considerados como solamente un aspecto de la vida de la persona y no
como su vida entera.
Cuando trabajamos en el fútbol infantil debemos saber que el eje de la actividad no
debe ponerse en el talento deportivo.
Incluso existen casos de niños que empezando a jugar al “baby fútbol” se convierten en
estrellas de puro talento durante la infancia, sin embargo, no todos ellos tienen la
capacidad de sostener sus destrezas deportivas a lo largo de las divisiones inferiores.
Muchos son los que quedan en el camino, ya sea porque no conservan el talento que
tenían durante la infancia o porque “jugar con una pelota” no es lo mismo que
comprometerse, donde uno debe “renunciar” a muchas cosas, sobre todo a “jugar por
jugar”. La influencia de sus responsables (principalmente entrenadores y padres) es
fundamental en su futuro.
El principal objetivo del “baby futbol” es convertirse en un modelo deportivo lúdico y
recreativo, que apunte al desarrollo del niño como niño, al desarrollo de características
físicas y psicosociales a alcanzar, a pasarla bien, estar entre amigos y disfrutar de una
manera distendida de la práctica deportiva, sin pensar en que lo único importante es el
resultado .
El objetivo secundario del futbol infantil es la promoción del mayor número posible de
jugadores a niveles superiores.
Lamentablemente, todos coincidimos en la crítica del baby futbol, pero así y todo,
seguimos adelante…
Somos hipócritas! Todos coincidimos en lo que está mal de nuestro sistema, todos
aceptamos que lo importante en el futbol infantil son los niños, y así y todo, cuando
llega el domingo, la gran mayoría de los entrenadores infantiles permiten que algunos
chicos vuelvan a casa sin jugar ni siquiera 5 minutos.
Y no es lo más grave!
Aún peor, a quienes tienen el privilegio de entrar al campo de juego (jaja!, “de juego”)
les proponen tareas con la intención de ganar 3 puntos, y la próxima semana 3 más.
Tal vez “la institución” gane 3 puntos, pero, ¿cuánto pierde la sociedad? ¿Y esos seres
humanos en estos procesos?
En el futbol infantil, los niños a esa edad ya están acostumbrados a cumplir ciertas
reglas impuestas desde por lo menos los 5 años, cabe recordar que el niño es más
respetuoso por la regla que el adulto, y también que no posee ciertas mañas o
inteligencias para escapar de ese laberinto.
Los responsables de estas actividades, no comprenden cuál es su función, no logran
ver, un poco por ignorancia y mucho por egoísmo, que su cargo como entrenador
infantil y juvenil es preparar y no promocionar talentos. Y menos autopromocionarse!
¿Puede más el ego que su deber como educador o su profesionalismo?
¿Son idóneos para su cargo? ¿Sobre qué bases son elegidos?
Usted lector puede responder con un poco de coherencia estas preguntas. Hágalo!
La responsabilidad no es absoluta de los entrenadores, es compartida
multilateralmente, comenzando por papá y mama, siguiendo por las políticas de
gobierno, y por todos nosotros, ya que apenas nos oponemos, ya sea en nuestro
discurso como en nuestra acción.
El deporte es salud, física y mental.
Pero más aún, el juego para los niños no es un privilegio, es un derecho fundamental
según la Convención de los Derechos de los Niños. Entonces, los niños deben
divertirse.
El fútbol en su mínima expresión favorece a los niños de diversas maneras, entre
algunas:
- Incrementa la potencia muscular de las piernas
- Mejora la capacidad cardiovascular
- Estimula la velocidad de reacción, la coordinación motora, y la visión periférica.
- Aporta un aumento de la densidad ósea.
- Aumenta la potencia del salto.
- Incrementa los niveles de testosterona, lo que hará que se forme más tejido muscular
- Oxigena la sangre.
- Pero además y por sobre todo, el fútbol sociabiliza a los niños, y les ingresa en el
gratificante trabajo en equipo.
Resumen y conclusiones:
Uruguay es un país netamente futbolero, este deporte es parte de nuestra vida como
uruguayos.
Poseemos estructuras de futbol infantil muy sólidas.
El deporte es una herramienta de educación excelente.
Nuestra sociedad, al igual que el resto del mundo, necesita una reorientación de los
valores morales.
Si nos juntásemos todos, o mejor dicho, si aunáramos criterios y nos pusiéramos de
acuerdo con respecto a nuestras diferencias, podríamos utilizar nuestro futbol infantil y
juvenil para educar e instaurar valores, disciplinar a los jóvenes para que sepan medir
qué está bien y qué no, en fin, a través del deporte podríamos reforzar sus habilidades
psicológicas y entre otras cosas enseñarles a decir NO a las drogas, y además
contestar “por qué no”.
¿Qué nos detendría para un cambio de orientación filosófica en las categorías
formativas?
¿Que nos impediría mutar un equipo de futbol infantil a un sistema educativo basado
en la práctica futbolística?
¿Que sería más poderoso que hacer feliz a un niño y ayudar a que viva con plenitud?
A veces pensamos que los niños y niñas que eventualmente pasan por nuestros
alrededores son nuestros, olvidamos que ellos pertenecen al mundo.
¿Somos tan injustos e insensibles que podríamos sacrificar la felicidad de un niño por
un deseo de realización personal?
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3. Estrategia de comprensión lectora
Ignoracia a pesar
del facil acceso a
la informacion
EL sistema de La television y la
educacion no industria
alimenta la editorial no
critica sobre los educan, su fin es
conocimientos comercial.
adquiridos
Tristemente vemos cada día como la violencia se disfraza de hincha, exalta escondida
en el amor al futbol, transforma al asistente al espectáculo más bonito del mundo en un
fanático; Ir al estadio se volvió un acto de fe, es asumir un riesgo donde el miedo cunde
desde el barrio, el camino y la llegada. Pero, que tanto la violencia en el barrismo es un
fenómeno social?
Cuando era pequeño, mi madre empezó a llevarme a los partidos del equipo de
nuestros amores cuando jugaba en la ciudad. Recuerdo el ambiente festivo en la
tribuna, las familias llevaban su almuerzo a la tribuna, las hinchadas se mezclaban sin
el miedo a recibir improperios y golpes por tener otro gusto futbolístico.
El futbol colombiano empezó a mutar a partir del año 95, se presentaron los primeros
problemas en las tribunas lo que llevó a la división de las hinchadas por parte de la
policía, las familias donde tenemos integrantes de varios equipos no pudimos volver a
los estadios juntos.
Como se originó esta violencia? El modelo de barrismo es tomado de las barras del
futbol argentino, sus integrantes vienen de barrios populares y se reúnen en barras
bravas que apoyan a un determinado equipo de futbol. Tienen una estructura jerárquica
donde los líderes incitan a amedrentar a los rivales con canticos en el estadio, o con
violencia fuera de este; el mismo método es utilizado con su equipo si no hay buenos
resultados deportivos o no les son concedidos beneficios.
En el estadio se ubican en las tribunas populares, donde la boleta es más económica,
dirigen el despliegue de banderas, o trapos como los llaman, y los canticos según las
situaciones del partido. Muchos clubes son cómplices en el crecimiento del fenómeno
ya que patrocinan boletas para el ingreso, proporcionan la logística para viajes fuera de
la ciudad cuando el equipo es visitante, y donan dinero en efectivo para la manutención
de la barra, el cual en muchos casos es desviado para los líderes.
Los jóvenes barristas recogen monedas en las afueras del estadio para su boleta,
venden dulces, manillas o accesorios alusivos al equipo, algunas veces optan por el
hurto, el daño en propiedad ajena y la violencia para conseguir dinero. En las visitas a
otras ciudades son la pesadilla de la policía y las alcaldías, quienes optan por montar
escuadrones de vigilancia que los esperan en la entrada de la ciudad, los entran al
estadio y los acompañan a abandonarla.
Al ver los integrantes de las barras se resalta la juventud, personas que no superan los
30 años, tienen un origen humilde y su vida se mueve alrededor del equipo de sus
amores. En este grupo se presenta el consumo de alucinógenos, hay una
animadversión hacia las leyes, el orden y el respeto a los demás, tienen un patrón de
presentación personal que incluye ropa de su equipo para uso diario, cortes de cabello
poco comunes y tatuajes alusivos a su pasión en el cuerpo.
El equipo se vuelve su vida, la barra su familia y el estadio el lugar donde desfoga sus
problemas; los valores no inculcados en el hogar son reemplazados por los dos
estamentos anteriormente reseñados. Ellos, pensando en el aguante y en la pasión,
han alejado a los verdaderos hinchas, los que van en paz a disfrutar un espectáculo y
que si saben la diferencia entre hincha y fanático.
BIBLIOGRAFIA
Mires, Fernando (2014, Junio). El fútbol, la política y la vida (un ensayo), por Fernando
Mires. Recuperado el 22 de octubre de 2016, de
http://prodavinci.com/2014/06/12/vivir/el-futbol-la-politica-y-la-vida-un-ensayo-
porfernando-mires/
Añon, Gabriel (2010, Julio). Monografía sobre “Futbol Infantil en Uruguay como
herramienta de la educación” Basado en el Seminario de “Entrenamiento Infantil”.
Recuperado el 23 de octubre de 2016, de:
http://futbolentrenadorgabrielanon.blogspot.com.co/p/monografia-sobre-futbol-
infantil-en.html