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DISCURSO ARGUMENTATIVO

YAR AZAI GOMEZ PEDRAZA

UNIVERSIDAD ABIERTA Y A DISTANCIA – UNAD


ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUMANIDADES
COMPETENCIAS COMUNICATIVAS 90003_176
2016
TABLA DE CONTENIDOS

1. Elección de temática y ejemplos.


2. Audio
3. Estrategia de comprensión lectora
4. Ensayo
5. Bibliografía
1. ELECCION DE TEMATICA Y EJEMPLOS

Temática seleccionada: Futbol

Ejemplo científico:

FATIGA EN FÚTBOL

La fatiga se puede definir como un descenso repentino en el rendimiento de un jugador,


causado por un aumento en la percepción del esfuerzo necesario para producir la
fuerza necesaria para ejecutar un movimiento o acción técnica durante un
entrenamiento o partido.
Después de esta definición tan científica, deciros que la aparición de la fatiga va a
depender principalmente de vuestra condición física, del estado nutricional y de
hidratación, y de las condiciones medioambientales en las que se practique dicho
deporte (temperatura, humedad, viento, etc.).
Es imposible controlar las condiciones medioambientales si jugamos al futbol al aire
libre, sin embargo, siguiendo un plan de entrenamientos adecuado y prestando
atención a la nutrición e hidratación, sobre todo durante las horas previas y después de
partidos o entrenamientos, podéis evitar bajones en el rendimiento físico, técnico y
cognitivo, o al menos retrasarlos.
¿Cuándo y por qué?
Varios estudios efectuados en jugadores profesionales (en la Premier League o en la
Serie A Italiana) han mostrado que la distancia recorrida total y la cantidad de
desplazamientos rápidos disminuyen durante la segunda parte del partido (Rampinini y
col., 2007; Di Salvo y col., 2009; Vigne y col., 2010). Esto indica que los jugadores
sufren más los efectos de la fatiga durante la segunda parte del encuentro.
Existen diferentes hipótesis sobre los factores que condicionan este descenso en el
rendimiento durante la segunda parte del partido. Una de ellas es la reducción de los
niveles de glucógeno en los músculos (especialmente los de las piernas) y en el
hígado. Básicamente, el glucógeno es una fuente de energía para el cuerpo humano,
como son las grasas y las proteínas, pero muy importante durante el ejercicio
prolongado e intenso.
El glucógeno es un polisacárido que se almacena en el hígado y los músculos para
mantener un nivel estable de glucosa en sangre y abastecer de energía a los músculos
durante el ejercicio. Por ello, si la cantidad de glucógeno almacenado en los músculos
o el hígado disminuyen, también disminuye la capacidad del músculo para generar
movimiento.
La deshidratación y la hipertermia son otros de los factores determinantes en la
aparición de la fatiga durante la segunda parte del encuentro. Varios estudios
científicos han mostrado que pérdidas de agua corporal superiores al 2% pueden tener
un claro efecto negativo en el rendimiento del individuo. Esto significa que si pesas 75
kg y durante un partido pierdes 1,5 kg de peso, principalmente debido a la sudoración,
es posible que tu rendimiento disminuya, especialmente durante los últimos 20 minutos
del partido.
¿Por qué sucede esto? La formación y evaporación del sudor juegan un papel
importante protegiendo el cuerpo contra la hipertermia (aumento excesivo de la
temperatura corporal). Sin embargo, una excesiva perdida de agua corporal puede
aumentar la viscosidad de la sangre, disminuyendo la capacidad del corazón para
bombear sangre a los órganos y a los músculos, causando así un deterioro en el
rendimiento.
La excesiva pérdida de sodio debido a la sudoración también puede disminuir el
rendimiento físico. Cuando la concentración de sodio en plasma alcanza valores por
debajo de los 135 mmol/L, ya puede ser porque se pierde una alta cantidad de sodio en
el sudor o porque se ingiere una cantidad excesiva de agua, se produce una condición
llamada hiponatremia, que puede causar dolores de cabeza, malestar, náuseas y en
situaciones extremas incluso puede causar desmayos, edema pulmonar e incluso la
muerte.
Anteriormente hablábamos de que un excesivo aumento en la temperatura corporal
(hipertermia) durante el ejercicio podía reducir significativamente el rendimiento físico.
Este aumento de temperatura corporal se debe principalmente a un aumento en la tasa
metabólica, es decir, los alimentos que ingerimos y almacenamos son metabolizados
para producir energía, y durante este metabolismo se produce calor. Este calor
generado en el interior del cuerpo debe ser disipado al exterior, para que no se
acumule y cause daños graves.
El cuerpo humano dispone de varios mecanismos para eliminar el calor interno, como
la sudoración, la convección y radiación de calor hacia el exterior de cuerpo. Sin
embargo, en días muy calurosos o durante el ejercicio estos mecanismos se ven
afectados negativamente y el calor interior se acumula, provocando cansancio, sed,
problemas en la vista, y en casos extremos el cese de la actividad, calambres
musculares y apoplejía por calor.
Peñas Ruiz, Carlos (2014, Mayo). Fatiga en el futbol. Recuperado el 22 de octubre de
2016, de: http://futbol-y-ciencia.comunidad-futmadrid.com/

Ejemplo pedagógico:

ENTRENAMIENTO PLIOMÉTRICO PARA NIÑOS: HECHOS Y FALACIAS

Todos los niños necesitan participar en actividades que mejoren y mantengan su salud
cardiovascular y musculo esquelética. Tradicionalmente, se ha estimulado a los niños
para que realicen actividades de tipo aeróbico tales como el ciclismo y actividades para
el incremento de la fuerza tales como las dominadas. Recientemente, se incrementado
la atención en los ejercicios pliométricos para los jóvenes. Previamente considerado
como un método de entrenamiento reservado para los atletas adultos, preparadores
físicos, maestros y jóvenes entrenadores están incorporando el entrenamiento
pliométrico en sus clases de educación física y en las sesiones de entrenamiento
deportivo.

El entrenamiento pliométrico fue conocido en principio como “entrenamiento con saltos”


y hace referencia a un tipo de ejercicio que acondiciona el cuerpo a través de ejercicios
dinámicos de sobrecarga. El entrenamiento pliométrico característicamente incluye
ejercicios de rebote, saltos y lanzamientos de balones medicinales que explotan el ciclo
de estiramiento acortamiento de los músculos para provocar el incremento en la
potencia muscular. Los ejercicios pliométricos implican un rápido estiramiento del
músculo (llamado acción muscular excéntrica) y son seguidos por un rápido
acortamiento del mismo músculo (llamado acción muscular concéntrica). El rápido
estiramiento y acortamiento del músculo durante la acción pliométrica se conoce como
ciclo de estiramiento acortamiento. Incluso las actividades que se realizan en los
parques de juego tales como jugar a las tabas pueden ser consideradas pliométricas
debido a que los cuádriceps, que se encuentran en la parte frontal del muslo, se estiran
excéntricamente durante el aterrizaje y luego se acortan concéntricamente cuando el
niño vuelve a saltar. Estas actividades, aunque son juegos, producen el
acondicionamiento del cuerpo para producir movimientos más veloces y para
incrementar la producción de potencia muscular.
La niñez puede ser en realidad el momento óptimo para implementar ciertos tipos de
entrenamientos pliométricos, debido a que el sistema neuromuscular de los niños es en
cierta medida “plástico” y puede adaptarse rápidamente al estrés impuesto por este tipo
de entrenamientos. Aunque ciertamente los adultos pueden beneficiarse con el
entrenamiento pliométrico, la denominada “fase sensible” para la adquisición de
destrezas motoras ocurre durante la infancia. Como tal, el sistema nervioso del niño es
susceptible de aprender destrezas motoras que involucran actividades tales como
saltos, rebotes, skippings, carreras y lanzamientos. Si se pierde esta ventana de
oportunidad, el niño que no participe en estos tipos de actividades puede no ser capaz
de alcanzarlas durante la adultez. A largo plazo, este niño estará en desventaja cuando
llegue el momento de participar en programas de entrenamientos más avanzados, en
las etapas posteriores de su vida. Quizás no sea sorprendente observar que los
mejores atletas del mundo aprenden a realizar destrezas motoras complejas durante la
niñez y la adolescencia.
Mitos que no Desaparecen
Si bien las observaciones clínicas y los hallazgos científicos indican que un programa
de entrenamiento pliométrico bien planeado y bien implementado puede ayudar al
desarrollo del movimiento en los jóvenes, algunos observadores todavía creen que el
entrenamiento pliométrico es inapropiado e incluso inseguro para los niños.
Desafortunadamente, algunos tienen un punto de vista muy estrecho respecto del
entrenamiento pliométrico y solo asocian este tipo de entrenamiento con la realización
de saltos con caída desde cajones de 32 pulgadas. Si bien este tipo de ejercicio de alta
intensidad puede ser apropiado para atletas adultos altamente entrenados, existen
literalmente cientos de otros ejercicios pliométricos, incluyendo rebotes de baja
intensidad realizados con ambas piernas, y lanzamientos con balones medicinales
livianos (1 a 2 kg), que pueden formar parte del programa de entrenamiento pliométrico
para los niños. Otros mitos comunes asociados con el entrenamiento pliométrico para
niños se discuten a continuación.
Mito. Los niños que no han alcanzado la pubertad no deberían realizar entrenamientos
pliométricos.
Hecho. Los niños pueden comenzar con el entrenamiento pliométrico cuando tengan la
madurez emocional para aceptar y seguir directivas. Como punto de referencia,
muchos niños y niñas de siete y ocho años de edad han participado en programas de
entrenamiento pliométrico progresivo durante mucho tiempo.
Mito. Los niños experimentaran lesiones en las placas óseas de crecimiento si realizan
entrenamientos pliométricos.
Hecho. Ningún estudio de investigación prospectivo sobre el entrenamiento de la fuerza
en niños, que haya sido completamente supervisado y bien diseñado ha reportado
lesiones en las placas óseas de crecimiento. Interesantemente, algunos clínicos creen
que el riesgo de lesión en las placas óseas de crecimiento en niños prepúberes es en
realidad menor que el riesgo que pueden tener los niños de más edad debido a que las
placas óseas de crecimiento de los niños de menor edad pueden ser más fuertes y más
resistentes a las fuerzas de corte.
Mito. El entrenamiento pliométrico es inseguro para los niños.
Hecho. Con una apropiada supervisión y una sensible progresión de la intensidad y el
volumen del entrenamiento, los riesgos asociados con el entrenamiento pliométrico no
son mayores que los de otras actividades en las que participan los niños. La clave es
comenzar con algunos ejercicios sencillos, proveer una adecuada supervisión, realizar
estos ejercicios dos veces por semanas en días no consecutivos, y progresar
gradualmente a medida que el niño incrementa su confianza y su nivel de destreza.
Esto es particularmente importante para niños sedentarios que característicamente
poseen niveles subnormales de fuerza y potencia.
Mito. El entrenamiento pliométrico es solo para atletas jóvenes.
Hecho. Los niños de todos los niveles de habilidad pueden beneficiarse del
entrenamiento pliométrico. Si bien el entrenamiento pliométrico puede ser utilizado para
incrementar el rendimiento deportivo y para reducir el riesgo de lesiones relacionadas
con el deporte, la participación regular en un programa de entrenamiento pliométrico
puede incrementar el nivel de destreza de niños y niñas sedentarias. En un momento
en el que la mayoría de los niños pasan más tiempo frente al televisor que en el parque
de juegos, la participación en un programa de entrenamiento pliométrico progresivo
puede ser una forma de incrementa la aptitud física y el nivel de salud de la mayoría de
los participantes.
Consideraciones para el Diseño de un Programa
El entrenamiento pliométrico es un método especializado para el acondicionamiento
que requiere una sobrecarga apropiada, la progresión gradual, y la recuperación
adecuada entre las sesiones de ejercicio. Además, los programas de entrenamiento
pliométrico deberían incluir la apropiada supervisión de un entrenador, un ambiente de
trabajo seguro, y un lento pero estable avance desde la educación a la progresión a la
función. Debido a que la realización de un ejercicio pliométrico es una destreza
aprensible, se requiere de la apropiada instrucción para asegurar la correcta
continuación de la técnica del ejercicio. Los entrenadores deberían ser cuidadosos para
cubrir las necesidades, intereses y habilidades de cada niño con el entrenamiento
pliométrico. Un programa de entrenamiento pliométrico avanzado para los atletas
jóvenes puede no ser apropiado para los niños inactivos, a quienes se les debería dar
la oportunidad de disfrutar de los diferentes tipos de ejercicios de saltos, rebotes y
lanzamientos. Uno de los errores más serios a la hora de diseñar un programa de
entrenamiento pliométrico para los jóvenes es prescribir una intensidad de
entrenamiento que supere la capacidad del niño. Es decir, siempre es mejor subestimar
las destrezas físicas de los niños que sobreestimar estas capacidades y arriesgarse
con las consecuencias negativas (ej., abandono, lesiones).
Literalmente existen cientos de ejercicios pliométricos que los niños pueden llevar a
cabo dependiendo de la experiencia de entrenamiento y de la capacidad del niño. Los
niños deberían comenzar con ejercitaciones de baja intensidad (ej., saltos con ambas
piernas o lanzamientos desde el pecho con balones medicinales) y gradualmente
progresar hacia ejercitaciones de mayor intensidad (ej., saltos laterales a los conos,
saltos a una pierna) a medida que avanza el tiempo. Además de los movimientos
realizados con el propio peso del cuerpo, los ejercicios realizados utilizando balones
medicinales también pueden ser efectivos. En términos de series y repeticiones,
comenzar con una o dos series de seis a 10 repeticiones con una variedad de
ejercicios para las extremidades superiores e inferiores dos veces por semana en días
consecutivos, parece ser una recomendación adecuada. Si se realizan múltiples series,
se les debería permitir a los niños el suficiente descanso para que repongan la energía
necesaria para realizar la siguiente serie a la misma intensidad. A diferencia de los
ejercicios tradicionales para el entrenamiento de la fuerza, los ejercicios pliométricos
deberían ser llevados a cabo rápida y explosivamente. La tabla que se encuentra al
final del artículo destaca algunas guías generales para el entrenamiento pliométrico en
niños.
Debido a que la pliometría no está diseñada como un tipo de entrenamiento que pueda
realizarse en forma aislada, los programas de acondicionamiento para los niños
deberían incluir una variedad de destrezas y ejercitaciones diseñadas específicamente
para mejorar los diferentes componentes de la aptitud física. De hecho, la pliometría
ofrece mejores resultados cuando está integrada a un programa multifacético que
incluya otros tipos de entrenamientos. Asimismo, es importante que los niños sean
expuestos a diferentes tipos de entrenamientos y que en realidad comprendan el
concepto de sesión de entrenamiento. La combinación de los diferentes componentes
de la aptitud física no solo es más efectiva y eficiente en términos temporales, sino que
este tipo de entrenamiento es más divertido para los niños a quienes les desagradan
los largos períodos de entrenamiento monótono. Si bien no existen atajos o artilugios
para mejorar la velocidad, la fuerza y la potencia, con la supervisión y la estimulación
por parte de los adultos los niños ganarán confianza en sus habilidades para realizar
ejercitaciones relativamente fáciles y de esta manera estarán deseosos y serán
capaces de desempeñarse a un mayor nivel.
Resumen
Un creciente número de niños están experimentando los beneficios del entrenamiento
pliométrico. Además de mejorar las destrezas físicas fundamentales y mejorar el
rendimiento deportivo, la participación regular en un programa bien diseñado de
entrenamiento pliométrico puede también reducir el riesgo de lesiones en los
deportistas jóvenes. Aún más, el entrenamiento pliométrico durante la infancia puede
construir la base para las posteriores ganancias de fuerza y potencia muscular durante
la adultez. Con la supervisión y progresión apropiada la pliometría puede ser un
componente adicional de gran valor en un programa bien redondeado para la mejora
de la aptitud física de los niños que también incluya entrenamientos aeróbicos, de
fuerza y de flexibilidad.
Blanco, Javier (2011, Febrero). Entrenamiento pliométrico para niños: hechos y
falacias. Recuperado el 22 de octubre de 2016, de
http://fcojavierblancobenitez.blogspot.com.co/2011/02/entrenamiento-
pliometricopara-ninos.html

Ejemplo Artículo:

La mecánica clásica y la aerodinámica,


Presentes en el futbol: Jorge Flores

Un chanflazo que se clava en el ángulo izquierdo de la portería, un despeje hasta tres


cuartos de cancha del guardameta, un cañonazo a gol cinco metros fuera del área,
reaccionar en milésimas de segundo para atajar un penal y hasta las lesiones entre los
futbolistas son jugadas ligadas a ciertas leyes de la física.
Jorge Flores Valdés, investigador emérito del Instituto de Física (IF) de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), afirmó que en el balompié se aplican las leyes
de mecánica clásica, hidrodinámica, aerodinámica, así como las fuerzas gravitacional e
impulsiva.
Quizá sin saberlo, cuando el jugador de la selección mexicana, Héctor Herrera, lanzó
un trallazo al poste durante el partido contra Croacia, efectuado el lunes pasado, dio
una lección de física. Lo primero que un físico puede decir es cómo se mueve el balón
después de que alguien lo golpea. Olvidemos que el esférico tiene cierta dimensión y lo
voy a considerar como un punto masa, porque es más fácil de analizar. Sabemos que
ese punto masa es influenciado por la Tierra, es decir, sube, se desacelera por la
fuerza de gravedad que apunta hacia el centro del planeta y luego cae. Describe una
trayectoria que es una parábola, ahí está el primer fenómeno físico, señaló el científico
del IF.
Disparos de media distancia que dibujan parábolas extrañas, como los que salen de la
pierna derecha del portugués Cristiano Ronaldo, destellan trayectorias explicables sólo
gracias a esta ciencia. En los denominados tiros con chanfle, la bola gira respecto de
un cierto eje, todo depende de cómo sea golpeada; gira en un eje horizontal, en un eje
vertical o en uno inclinado.
Flores Valdés expresó que en el tiro libre entrarían dos principios físicos: el de
Bernoulli, que refiere que a mayor velocidad menor presión en el aire, y el efecto
Magnus, que asienta que una pelota que gira en un fluido como es el aire, recibe una
fuerza lateral y eso es lo que la desvía de su trayectoria original.
Once metros son los que separan al portero del manchón para tirar el penal y para
detenerlo requiere de acogerse a la física. Para explicarlo, el investigador universitario
equipara un lanzamiento en el béisbol con el penal.

“Entre el montículo y el home, la pelota que lanza un buen pitcher tarda alrededor de
medio segundo en recorrer la trayectoria –para adquirir conciencia el cerebro humano
también requiere de ese tiempo–; el bateador no puede saber qué diablos hará la
pelota, porque no es consciente de su movimiento. ¿Entonces qué pasa, cómo son los
buenos bateadores y los buenos porteros?, pues se percatan de cuál es el eje de
rotación de la pelota que se proyectó, y se dan cuenta de ello porque tienen buena
vista y anticipan si caerá o hará chanfle. Así, se desplazan adonde esperan que llegue
la pelota”.
Probablemente de ello se percató el portero de la selección de Suiza para contener el
disparo desde el punto del penal al francés Karim Benzema, y con ello evitar un
marcador más abultado en contra de los suizos que perdieron ese partido 5 a 2.
El balón es la pieza fundamental para disfrutar de los emotivos encuentros que se han
visto en el Mundial de Brasil. El brazuca, como se le llama al esférico oficial para esta
justa deportiva, está hecho de poliuretano y según los organizadores ha superado las
pruebas de la FIFA relacionadas con la circunferencia, el peso, el rebote y la absorción
de agua; no tiene costuras para evitar que sus trayectorias sean impredecibles.
Caprichos de la pelota
La física también puede explicar los caprichos del balón. En palabras del científico,
difundidas por la UNAM, las rugosidades de la pelota arrastran el aire, y lo hacen de
manera diferente según gira. A veces el aire hace que se mueva más rápido en una
dirección y más lento en otra; entonces la presión que ejerce es diferente arriba y
abajo, lo que cambia la trayectoria, por lo cual puede engañar al portero, que al
principio espera algo parecido a la trayectoria parabólica, pero como gira en el aire, se
puede desviar y es lo que hace que se vaya a meter en el arco, en la esquina o en el
ángulo.
En suma, una decena de efectos físicos repercuten en el movimiento del balón. Los
que saben pegarle bien, subrayó Flores Valdés, lo utilizan de una manera u otra para
tratar de lograr su objetivo: el gol. Lo más interesante es que todo eso lo hacen de
manera inconsciente, pues muchas de esas situaciones surgen de haberlas repetido un
millón de veces.
Olivares, Emir (2014, Junio). La mecánica clásica y la aerodinámica, presentes en el
futbol: Jorge Flores. Periódico la jornada. Recuperado el 22 de octubre de 2016, de
http://www.jornada.unam.mx/2014/06/26/ciencias/a16n1cie
Ejemplo Reseña:

El fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano

La obra El fútbol a sol y sombra publicada en 1995 por el escritor uruguayo, Eduardo
Galeno, retoma vigencia en un ambiente donde el fútbol ocupa los titulares y primeras
planas de los diarios, a causa de la Copa Mundial de la FIFA celebrada en Brasil. Y es
que a pesar de que la obra tenga cerca de diez años, su contenido no pierde valor;
puesto que expone una práctica tradicional que es capaz de motivar pasiones y forjar
identidades en los públicos.
El fútbol, en el texto de Galeano, es homenajeado a través de relatos cortos que se
alimentan de datos históricos y elementos de la literatura, como lo es la implementación
de figuras literarias; de igual forma, el humor también está presente en las historias. El
autor, quien se reconoce hincha, también reflexiona sobre los intereses y grupos de
poder que son parte de los escenarios futbolísticos. Y es que de acuerdo a la obra
Fútbol e identidad regional en Ecuador del investigador social Jacques Ramírez
Gallegos, “el fútbol se transforma en un fenómeno social de gran importancia, que
envuelve una compleja red de relaciones sociales y de intereses.” (Ramírez, 2003)
Ramírez, a su vez, expone en su ensayo que el deporte del balón pie responde a una
lógica simbólica; ubicando el análisis del fútbol en tres formas, como: deporte, juego y
espectáculo. Estas tres categorías se encuentran también enmarcadas dentro de la
obra de Galeano; por lo que es oportuno analizar el libro del escritor uruguayo
siguiendo estas perspectivas antropológicas del fútbol.
El fútbol como deporte
Se refiere al fútbol como actividad que invade el ambiente cotidiano y que produce
placer en sus espectadores. En la obra El fútbol a sol y sombra, Galeano revela la
intervención del fútbol como manifestación capaz de distraer a los públicos, y de
enajenarlos en una corriente de fidelidad y dependencia; a tal nivel de caracterizar a
esta práctica deportiva, en una de sus primeras narraciones, como el “opio de los
pueblos”; sustancia que engaña a la razón para el ejercicio libre de las pasiones.
En el texto, esta noción relacionada a las emociones que genera el fútbol, se presenta
en la narración fantástica de los goles y la percepción de los hinchas; a quienes se los
relaciona, mediante símiles y metáforas, con elementos de la religión; atribuyéndoles el
carácter de devotos que contemplan y alcanzan el éxtasis a través del milagro divino
del fútbol.

El fútbol como juego


En este sentido, se expone al fútbol como práctica que se legitima mediante reglas y
grupos que la constituyen. De igual forma, expresa que para estas agrupaciones,
clubes e instituciones de alto rango, la competencia y el deseo de ganar desplaza a
este deporte hacia la cancha de lo comercial y financiero.
Frente a este apartado, Galeano postula de forma crítica la presencia de grupos de
poder; en especial la FIFA y las marcas deportivas, como agentes que controlan un
‘fútbol industrial’. Esta postulación por parte del escritor se hace presente en todo el
texto; sin embargo, tiene un mayor abordaje en la sección de Otros escritos, donde
aparecen títulos como Se venden piernas, Fútbol en pedacitos, Precios y Modelos, por
mencionar algunos, que critican la prevalencia de los intereses comerciales y el uso de
los medios de comunicación para beneficio y posicionamiento de las grandes
corporaciones.
El fútbol como espectáculo
Ramírez propone la percepción de esta práctica deportiva como un ritual; la cual tiene
elementos que la constituyen y que actúan en ella. Jugadores, espectadores,
instituciones, participantes directos o indirectos, todos forman parte de un universo
simbólico que motiva la participación activa de una comunidad.
La obra de Galeano, en sus textos breves, describe elementos que caracterizan al
fútbol como un ritual; entre ellos se encuentra: El estadio, El fanático, El jugador, El
arquero, El gol, El ídolo, El director técnico, entre otros símbolos que integran esta
práctica. De igual forma, el texto recopila uno de los mayores eventos del fútbol; el
ritual de los rituales: el Mundial.
Galeano describe y hace un recorrido histórico desde el primer mundial de los años 30
hasta aquellos que se realizan y comparten, a causa de la globalización, por medio de
las nuevas tecnologías. Es importante exponer que en cada explicación de los
mundiales se hace presente un estilo único de narración; puesto que cada historia del
mundial tiene un formato que se repite, y en el que se describe el: contexto histórico,
países participantes, principales jugadas, goleadores y la posición final de los equipos.
Un compendio histórico de cada uno de estos grandes encuentros.
A modo de cierre, exponemos que la obra del escritor uruguayo realiza un
acercamiento antropológico del fútbol; puesto que retoma las sensaciones de las
personas y comunidades frente a un deporte que, a pesar de responder a una lógica
mercantilista, es capaz de motivar, en palabras de Galeano, “el puro goce del cuerpo
que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.
Enmarcado y dirigido por los recursos de la prosa poética, el texto invita a la reflexión
de sus lectores; a quienes no pretende disuadir de su amor al fútbol, pero a quienes
revela que este deporte no se esconde, que se proyecta como el sol a través de la
emoción de la barricada, de las jugadas y los perfiles de aquellos astros que
alumbrarán para siempre la historia del fútbol. Y que se proyecta, a su vez, desde lo
oculto, puesto que revela la participación de grupos de poder que lo controlan desde
las sombras.
González, Adriana (2014, Junio) El fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano.
Recuperado el 22 de octubre de 2016, de:
https://visionenredblog.wordpress.com/2014/06/24/el-futbol-a-sol-y-sombra-
deeduardo-galeano/
Ejemplo Ensayo:

El fútbol, la política y la vida (un ensayo)

A más de alguien puede sorprender el título del presente ensayo. O considerar como
inusual que el fútbol, un deporte, un simple juego, pueda ser comparado con la política
que no es un juego (de lo que no estoy muy seguro) o con la vida, pues con la vida no
se juega. ¿Qué tiene que ver el fútbol con algo tan serio como la política? Y, aparte de
que el mundo del fútbol pertenece a los vivos ¿qué tiene que ver con la vida?
Mi respuesta es la siguiente: todo lo que hacemos es una proyección de la tragedia
humana: la de sostenernos en esta vida a través de la búsqueda de un significado que
le dé un sentido que nunca sabremos cual es. Pero ¿no es ésa acaso una tarea que
corresponde a la filosofía o a la religión? En lo que tiene que ver con la filosofía sólo
atino a responder: efectivamente, es una tarea de la filosofía, pero -convengamos en
algo- no existe una filosofía “en sí” y si existiera, sólo sería una filosofía de la filosofía.
Algo bastante absurdo, por lo demás.
La filosofía -que es el amor por el saber- busca siempre al objeto de “su” deseo. Así,
hay una filosofía del amor, una filosofía de la existencia, una filosofía de la sociedad y,
por cierto, puede haber –no hay nada que contradiga esa posibilidad- una filosofía del
fútbol. Y en lo que tiene que ver con religión, yo sostengo la tesis de que muchas de las
actividades que consumen nuestros días, provienen de la religión o, lo que es casi
igual: de un ambiente impregnado por la religión. El fútbol también. Más todavía: pienso
que el fútbol es una actividad que se encuentra -aún más que la política- impregnado
por la religión o, por lo menos, por un sentido religioso de la vida. Para explicar esa
opinión debo aclarar tal vez que es lo que entiendo por religión. En ese punto sigo un
postulado de Spinoza.
Según Baruch Spinoza (1632-1677) hay que hacer la diferencia entre una creencia y
una religión.
Spinoza sostenía que la religión es un obstáculo para la creencia, afirmación que le
valió ser condenado por la Sinagoga y por la Iglesia ¡y al mismo tiempo! La diferencia
es la siguiente: creer es pensar que la existencia no limita consigo y que, por lo mismo,
hay una infinitud, una absolutidad, en fin un Dios que está más allá y más acá de todo.
La religión en cambio, es un sistema de ritos y rituales colectivos destinado a mantener
viva una creencia en el marco determinado por diversas culturas, tradiciones y
costumbres.
Que las prácticas religiosas pueden ser separadas de la creencia, lo sabemos todos.
Basta asistir a una eucaristía y observar como muchos fieles no tienen la menor idea
del sentido de los rituales y ceremonias que practican. Hay, por ejemplo, quienes
comen, ayunan, rezan, se inclinan o postran, comulgan, y viven según determinados
“mandamientos”, pero jamás se han detenido a pensar en la infinitud, en la vida
después de la muerte, o en el vacío terrible que nos rodea cuando no creemos en
nada. A veces ocurre algo parecido en los estadios de fútbol.
Recuerdo una vez, cuando observando a los hinchas de Manchester United, me di
cuenta de que muchos de ellos daban sus espaldas al juego, tan concentrados estaban
en gritar a favor de su equipo. De pronto Manchester hizo un gol; algunos hinchas se
dieron vuelta a mirar con desinterés lo que pasaba en el campo de juego y luego
siguieron de espaldas gritando a favor del Manchester. La verdad es que a esos
hinchas les interesaba tanto el juego como a muchos religiosos la relación de la vida
con la eternidad. Con razón, otro judío tan o más heterodoxo que Spinoza -sí, me
refiero a Freud- comparaba las prácticas religiosas con la neurosis, tanto con las
individuales como con las colectivas. Y quizás es así: el mundo del neurótico es muy
religioso. Y el mundo del religioso es muy neurótico. Tan neurótico como el mundo del
fútbol. Debo quizás agregar que no estoy hablando de la neurosis en sentido clínico
sino en el sentido a-clínico de Freud, a saber: como una propiedad de la condición
humana orientada a distraer nuestra atención de esa mortalidad que escondida como
un tigre en el fondo de una caverna nos aguarda a todos.
En fin, la religión es una práctica que asegura nuestras identidades frente a los
nosotros y frente a los vosotros. En la creencia, en cambio, perdemos nuestra identidad
en ese todo sin comienzo ni fin que es Dios. Visto el tema desde esa perspectiva, el
fútbol contiene en sí más elementos religiosos que la política. Me explicaré a
continuación.
Los seres humanos buscan siempre su identidad (ser iguales a sí mismos), y cuando
no la encontramos, nos inventamos una. Sin embargo, y de acuerdo a Michael Walzer,
hay identidades “ligeras” e identidades “duras”. Estas últimas son las identidades
nacionales, religiosas y –agrego yo- las futbolísticas. A las primeras pertenecen, o
deben pertenecer, las políticas. Pero hay un problema: el ser humano –de eso estoy
convencido- es un animal religioso, quiera o no, ya que si no seguimos una religión
terminamos por rendir culto a cualquier cosa. Puede ser un artista, un cantante, un
prójimo, un político, un auto o un futbolista. Sin embargo, las identificaciones “duras” no
son intercambiables.
No cambiamos de religión y de nacionalidad todos los días. De las misma manera, un
hincha de Boca nunca será de River, ni uno del F. C. Barcelona jamás del Real Madrid.
Esa es la razón, opina Michael Walzer (“Thick and Thin”, Indiana 1996), por la cual los
antagonismos religiosos y étnicos son tan difíciles de resolver pues no son
intercambiables. Los futbolísticos tampoco. En cambio, los conflictos políticos deben
ser, por su propia naturaleza, intercambiables, ya que si no fuera así la política no
funcionaría. En el caso de que no fueran intercambiables, las elecciones –y sin
elecciones no hay política- estarían de más ya que de antemano sabríamos quienes
van a ganar. Esa es la razón por la cual es tan difícil implantar usos políticos en países
que se rigen por la norma religiosa. En Irak, por ejemplo, sólo hay dos “partidos”: los
chiitas que conforman algo así como el 80% de la población y los sunitas que
constituyen el 10%; y el resto, otras confesiones. En cada elección los chiitas están
condenados a ganar y los sunitas a perder. No hay lucha por la mayoría, y esa es la sal
de la política.
Por supuesto, hay personas que hacen de la política una práctica sacrosanta.
Pertenecen a la misma organización casi desde que nacen, adscriben a una ideología
sin dudar jamás, adoran con devoción a determinados dirigentes, incluso a malvados
dictadores, y aunque la historia los contradiga, serán fieles a su partido hasta que la
muerte los separe. El mismo vocabulario que usan es religioso. Quienes disienten,
serán llamados “renegados” Quienes cambian de posición política, serán “traidores”. En
fin, ellos no “están” en un partido; “son” de un partido.
De más está decir que vivir la política como religión lleva a la destrucción de la política.
Porque la política la inventamos para resolver nuestros antagonismos discutiendo y
argumentando en un juego de posiciones que cada vez es, y debe ser, distinto al
anterior. En el fondo, los devotos de la religión política son seres radicalmente
frustrados pues intentan encontrar en la política lo que la política nunca les dará a
menos que la política deje de ser política. No ocurre así con el fútbol.
Yo -para ponerme como mal ejemplo- “soy” del Colo y lo seré hasta la muerte y más
allá de la muerte también. Mas, jamás “seré” de una ideología o de un partido, y mucho
menos de un líder, “para siempre”. El fútbol, en ese sentido, es un sustituto de la
religión. Pero no nos olvidemos: no es más que un juego. La política en cambio, si es
también un juego, no tiene nada que ver con la eternidad. La política es presente,
siempre presente, y nunca el presente de hoy será el del mañana. A diferencias de la
religión que fue hecha de una vez y para siempre -a nadie se le va a ocurrir cambiar un
mandamiento por otro- la política se hizo para comenzar cada cierto tiempo de nuevo,
ajustando cuentas con la historia para poner al día nuestros ideales e intereses. O
permítaseme expresarme de un modo algo metonímico: la religión viene del cielo, el
fútbol del Olimpo, y la política, del centro de la tierra.

2.
Aparte de la relación con el tiempo, la política y el fútbol tienen mucho que ver entre sí;
aunque no quiero decir que la política determine al fútbol ni mucho menos al revés.
Mas, como ambas son actividades que emergieron en un universo impregnado por lo
religioso, hay entre política y fútbol una relación sobredeterminada, de modo que
encontramos muchos elementos que son de la política incrustados al interior de la
lógica futbolística. Sobredeterminación significa-en su sentido freudiano- que entre dos
instancias existe una determinación recíproca hasta el punto que es imposible separar
lo determinado de lo determinante y eso es lo que ocurre entre política y fútbol lo que
no nos debe extrañar puesto que ambas son fuentes de identidades colectivas.
De qué modo el fútbol puede llegar a ser un medio de formación de identidades en la
construcción imaginaria de una nación, lo demuestra muy bien el conocido libro de
Pablo Alabarces titulado “Fútbol y Patria”- “El fútbol y las narrativas de la nación en la
Argentina” (Prometeo, Buenos Aires 2002).

“Fútbol y Patria”, de las que conozco, es una de las mejores síntesis de la historia
social de Argentina. El problema es que el autor parece que no sabe mucho de fútbol.
Yo no entiendo, para poner un ejemplo, cómo se las arregló para escribir un largo
capítulo sobre el mundial de 1978 (el mundial de la dictadura) sin nombrar una sola vez
a Mario Kempes. Es lo mismo que escribir sobre el mundial de 1954 sin nombrar a
Puskas, sobre el de 1958 sin nombrar a Pelé, sobre el de 1962 sin nombrar a
Garrincha. En cualquier caso, el capítulo Vll que lleva como sugestivo título “El
maradonismo o la superación del peronismo con otros medios” es notable y
recomiendo con énfasis su lectura. A través de ese capítulo es posible entender la
relación “sobredeterminada” que puede darse entre política y fútbol.
Sin nombrar a Lacan, pero usando su terminología, Alabarces describe a Maradona
como “un significante vacío” en torno a quien se articulan diversos cabos sueltos
dejados por el descenso del populismo peronista. Interesante es que Alabarces no
compara tanto a Maradona con Perón sino con su “pendant” femenino, Evita.
Al igual que Evita, Maradona asciende desde la pobreza extrema hacia el mundo de los
símbolos.

Diego Armando Maradona es, efectivamente”, como miles de pibes que sueñan con
llegar a ser astros del fútbol, un “cabecita negra”. Pero, además, un superdotado. En un
país donde el fútbol es religión popular, Maradona convierte el balón en un agregado,
una prótesis de su propio cuerpo. Como todo genio ya jugaba a los 15 años de edad en
la primera de Argentino Juniors. Su llegada a Boca será el paso que lo llevará de ídolo
local a ídolo nacional. Su traspaso al Barcelona lo convertirá en estrella global. Su
partida al Nápoles será en cierto modo un doble regreso: un regreso a sus ancestros y
un regreso al mundo de la pobreza del Sur italiano que se rebela, esta vez de modo
futbolístico, en contra del Norte millonario y algo racista que llegó a representar Silvio
Berlusconi, dueño del A.C. Milán y por añadidura, Primer Ministro.
El mundial de 1986 en México será la coronación de Maradona como entidad galáctica,
como ídolo medial y como representante simbólico de los pobres del mundo en los
estadios. El maradonismo superará así al peronismo. Por un lado, alcanza un nivel
internacional que el peronismo nunca tuvo. Por otro, se convierte en la expresión
máxima de la unidad nacional argentina. Y por si fuera poco, al derrotar Argentina a
Inglaterra gracias a “la mano de Dios y la cabeza de Maradona”, Diego Armando, el
Pelusa, pasará a ser visto en la imaginación popular como el vindicador que restaura el
honor mancillado por la ominosa Guerra de las Malvinas. Inolvidable, además, será ese
gesto insolente, en la gran final de 1990 frente a Alemania, cuando pifiado por el
público de Milán mientras era entonada la canción nacional, Maradona movió los labios
dejando traslucir un inconfundible “hijos de puta”, pasaje que ha pasado a ser tan
importante como sus goles, en su ya tormentosa biografía.
Después del mundial de 1994 en los EE UU, donde su orina reveló lo que todos sabían,
vendrá el lento descenso a los infiernos. Drogado, vilipendiado por la prensa,
amenazado por mafiosos, rodeado por amigotes de baja ralea, enfermo, muy gordo,
busca restaurar por múltiples medios su imagen perdida, recurriendo, como el eximio
populista que es, a diversos trucos. Un día aparecerá con el nefasto Menem pidiendo la
pena de muerte para los traficantes de droga. Otro día aparecerá en Cuba al lado del
Gran Dictador. Otra vez buscará el amparo de Chávez, ese Perón sin Evita ni
sindicatos, pero al igual que Maradona, experto en comunicación medial.
Según Alabarces, Maradona fue el último símbolo plebeyo de la patria, el último héroe
nacional y quizás, agrego yo, el último gran populista de una nación populista. Y como
sucede con todo populismo, el mito de Maradona sobrevivirá a Maradona.

3.

En el intento de mostrar la relación sociedad-política- fútbol, el texto de Alabarces no


puede evitar caer en monocausalismos sociologistas y economicistas propios a ese
marxismo académico que todavía predomina en la intelectualidad latinoamericana.
Incluso se tiene la impresión de que para el autor el fútbol no es más que una
superestructura de una supuesta base socioeconómica que se explica por sí sola. De
este modo Alabarces renuncia a entender el fenómeno del fútbol en su especificidad,
que es una de las razones por las cuales ha llegado a ser el rey de los deportes. Con
ello quiero decir que el fútbol, al igual que la política, no sólo es el reflejo deportivo de
un determinado orden socioeconómico sino que contiene en sí lógicas y discursos que
trascienden su marco histórico, hecho que posibilita que miembros de las más distintas
culturas y tradiciones, de las más diversas edades, de las naciones más ricas y de las
más pobres, se sientan “retratados” en la contemplación de un juego que, al igual que
la política, es algo más que un juego. En fin, lo que estoy sugiriendo, y lo diré de una
vez por todas, es que el fútbol es un simulacro de la vida. Pero –atención- digo
simulacro y no simulación; y la diferencia no es banal.
La simulación tiene dos significados. O es imitación o es falsificación. El simulacro en
cambio no es ni imitación ni falsificación sino proyección o traslado de una realidad
hacia un espacio constitutivo distinto al ocupado originariamente. Para poner un
ejemplo: trasladar un sentimiento de amor no realizado a la poesía o a la música es
realizar un simulacro. En ese caso la poesía o la balada son configuradas como
simulacros y es por eso que todos quienes han tenido un sentimiento de amor similar al
del artista pueden contemplarse a sí mismos, aunque sin reconocerse, en el espejo de
la música o de la poesía. El arte, así como el fútbol -y para muchos, el fútbol es un arte
es casi siempre un simulacro de “otra” realidad que no es artística. En ese sentido, la
política o el fútbol puede ser un simulacro de la guerra, o del amor, o del odio, o de todo
a la vez. Es por eso que, repito, el fútbol es un simulacro de la vida, y esa es la razón
porque tanto nos apasiona.
Pero como ocurre en la vida, la política y el fútbol están marcados por antagonismos
irreconciliables, y el más profundo de todos es el de la lucha por la vida misma: la lucha
en contra de la muerte. Porque en la política o en el fútbol se trata de perder o ganar.
No obstante, en ambos casos, la resolución del antagonismo no tiene lugar en su forma
originaria. La de la guerra, sino mediante un simulacro que convierte la muerte del
enemigo en una simple ficción. Y para que eso sea posible es preciso realizar dos
procesos de conversión: convertir la muerte en una derrota parcial (o la vida en una
victoria parcial) y convertir al enemigo en un simple adversario. Eso implica someter la
trama política o futbolística a un orden determinado por un espacio constitutivo, por una
rigurosa división de poderes, por reglas y leyes, y por un horario estrictamente
regulado, es decir: convertir la condición guerrera en condición política o futbolística o,
lo que es parecido: convertir la tragedia de la guerra en un simple juego. El juego es el
simulacro.
El espacio de los juegos políticos y futbolísticos es y debe estar escindido. Así como en
el parlamento los de izquierda y los de derecha forman dos bandos, la cancha de
fútbol, antes aún de que comience el juego, está dividida en dos, como para decirnos
que en ese juego, el de la vida, la unidad es imposible puesto que para que haya juego
se necesita de la división del campo de juego. A partir de esa raya divisoria los
enemigos intentarán penetrar al campo adversario y convertir el gol que asegurará el
triunfo. Nada más simple para los que no entienden de fútbol. Altamente complicado
para los especialistas. Pues no se trata sólo de avanzar y hacer un gol, sino de hacerlo
en un campo minado por instituciones, leyes y reglamentos de acuerdo a una estricta
división de poderes sin la cual tanto la política como el fútbol se convierten en pura
imposibilidad. En fin, el fútbol tiene lugar en un espacio marcado por relaciones de
poder.
En ambas prácticas, la política y el fútbol, el portador originario del poder es el pueblo,
el soberano, que si no existiese no habría fútbol ni política. Ahora, ese pueblo no es un
pueblo natural ni tampoco étnico. Es un pueblo político y eso quiere decir, un pueblo
dividido. Así como nunca hay un pueblo formado sólo por personas de izquierda (o de
derecha) tampoco hay un equipo que tenga detrás de sí a todos los aficionados, a
menos, por supuesto, que juegue una selección nacional en la propia nación en contra
de un enemigo “externo”. En ese caso el pueblo se eleva a una fase superior: la de
pueblo-nación. Es por eso que en los campeonatos internacionales los jugadores
sienten detrás de sí el apoyo real o virtual de la nación que representan. Lo mismo
ocurre en las Naciones Unidas ya que independientemente del “partido” al que
pertenecen los delegados, ellos son representantes de sus naciones.
Alrededor de la cancha rayada el pueblo se agrupa en torno a dos emblemas distintos.
Así, el pueblo toma partido en un partido que está partido, partidura que es condición
de la unidad consigo mismo. Gritando por los suyos, a-vivando, el pueblo se convierte
frente a sí en una unidad soberana, en un poder. Pero, aunque el poder del fútbol
reside en el pueblo, el pueblo, como en la política, no puede gobernar por sí solo.
Entonces, el pueblo delega el, o parte del, poder.
Por ejemplo, en cada nación existen las Federaciones de fútbol las que organizadas
entre sí terminan por generar ese gobierno del fútbol mundial que es la FIFA. La
Federación ordena las fechas, administra los diversos intereses locales o nacionales,
en fin, gobierna. Pero su gobierno no es tiránico dado que debe ajustarse a las leyes
pre-establecidas. En fin, la FIFA y las federaciones nacionales gobiernan de un modo
más democrático que muchos gobiernos de la tierra puesto que ninguna Federación de
Fútbol puede gobernar fuera de la ley, como es uso frecuente en algunos gobiernos
latinoamericanos.
Los jugadores de ambos equipos pueden ser, a su vez, comparados con los delegados
políticos que en esa cancha rayada que es el Parlamento polemizan, a veces con
mayor fiereza y crueldad que en el fútbol. Pero hay una diferencia: en los parlamentos
los partidos debaten y, además, legislan. En cambio, en ese parlamento que es el
partido de fútbol, los jugadores debaten, mas no legislan. Y no pueden hacerlo porque
las reglas, es decir las leyes del fútbol, son incambiables. En ese sentido la lucha
futbolística semeja más el debate de los antiguos griegos que hacían de la polémica no
un medio sino un fin.
El poder judicial está representado por el árbitro y los guarda-líneas. Estos últimos son
más importantes de lo que se piensa pues su función es preservar los límites para que
el juego no escape de su línea como suele ocurrir a cada momento entre nosotros,
siempre dispuestos a transgredir los límites que nos rodean. Además, en situaciones
dudosas operan como consultores del árbitro introduciendo una mínima cuota de
deliberación en la decisión judicial. El árbitro a su vez, es el máximo representante de
la justicia.
La misión del árbitro no consiste sólo en aplicar el reglamento sino, además,
interpretarlo. Debe aplicar la ley, por cierto, pero con cierta mesura y discreción. No hay
árbitro más nefasto que aquel que transforma el partido en un concierto de pitos. Lo
mismo ocurre en la vida cívica. Las leyes están hechas para reglar la convivencia pero
nadie puede vivir cada minuto pensando en las leyes. Los buenos árbitros son en
cambio aquellos que pasan inadvertidos. “Cuando nadie me nombra” –dijo una vez un
gran árbitro chileno (Carlos Robles)- “quiere decir que he realizado un gran arbitraje; el
silencio y la indiferencia son los aplausos que yo recibo”.
Hay árbitros que cometen grandes errores. Ningún juez es infalible, y grandes son los
árbitros no cuando no cometen errores sino cuando después del partido –nunca
durante- así lo reconocen. Los jugadores, a su vez, deben ajustarse a la ley o ser
sancionados. Pero como ocurre en la vida ciudadana, hay algunos expertos en
transgredir la ley sin que nadie lo advierta. Otros intentan engañar al árbitro, y muchas
veces lo logran, simulando ser víctimas de infracciones nunca cometidas. Hay otros
que difícilmente se controlan a sí mismos y no son pocas las ocasiones en las que los
árbitros deben imprecar con dureza a los jugadores, amenazarlos e incluso,
convencerlos con una sonrisa que en la próxima ocasión deberán abandonar el juego.
Los jugadores, a su vez, saben, que por muy mal que arbitre, el árbitro es el depositario
de la Ley y por tanto debe ser respetado. Por cierto, nunca faltan los brutos que
insultan e incluso intentan golpear al árbitro. A ellos les espera la más dura condena, y
aunque pidan perdón, deberán serán castigados.
Pero lo más importante de todo es que el árbitro actúe como el representante de la
justicia sobre la tierra, por lo menos mientras dure un partido. El árbitro, en ese sentido,
no sólo debe aparecer como justo, además debe serlo. Nadie espera por supuesto que
el árbitro sea infalible, pero sí que sea honesto. Si existe la sospecha de que el árbitro
ha sido “comprado”, ya sea por una mafia o por un gobierno, el partido de fútbol está
arruinado antes aún de que comience.
Quiero decir, la mayoría de nosotros sabemos que la vida no es justa, pero también
sabemos que sin una mínima idea de justicia, que sin una mínima confianza en la
justicia, que sin una independencia del poder de la justicia frente a los demás poderes,
sea políticos o económicos o deportivos, la vida social, la vida política y la vida
futbolística no podrían ser vividas con decencia. Si la justicia no existe, o por lo menos,
si no creemos que existe algo parecido a la justicia, todo eso que forma parte, no del
fútbol, no de la política, sino además, de la condición moral de cada uno, se viene al
suelo. Malditos aquellos jueces que entregan su potestad a otros poderes, malditos los
jueces venales, los jueces cobardes, malditos sean. Ellos no sólo han arruinado su
vida, que es lo de menos. Han arruinado esa mínima confianza básica que
necesitamos los humanos para vivir juntos sin ofendernos.

4.
Si tomamos en cuenta que el fútbol es un juego cuya existencia depende de la
presencia soberana del pueblo que delega su poder a instituciones que aplican
reglamentos y leyes establecidas mediante la conformación de una división de poderes
en donde el poder deliberativo que es el juego mismo es independiente del poder
ejecutivo y del poder judicial, podemos entender las razones que llevaron a Albert
Camus a escribir lo siguiente:

“Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas


experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de la moral y de las obligaciones de los
hombres, se lo debo al fútbol”
Las palabras de Camus resultan aún más inteligibles si recordamos que el gran escritor
creció jugando fútbol en un país colonizado como era Argelia, esto es, en un país
políticamente dependiente, sin instituciones propias y sin democracia. En esas
condiciones Camus encontró en el fútbol lo que no podía encontrar en la política. O
dicho así: lo que política no daba, el fútbol lo prestaba.
Pero Camus habla, además, de su deuda moral con el fútbol. Opinión que tampoco
debe extrañar si tomamos en cuenta que el fútbol es un deporte colectivo. Y la moral
será siempre una moral frente a los demás.
Como es sabido, un equipo de fútbol (puede ser de cualquier otro deporte) es una
escuela donde se conoce y practica la más estrecha solidaridad. Los miembros de un
equipo saben que de la suerte de uno, por lo menos durante el juego, depende la
suerte de todos. Al revés también. Ni el genio futbolístico más grande puede prescindir
de los demás.
Los jugadores conocen la amistad en su más alta expresión, que es la camaradería.
Pero hay dos tipos de camaradería: la de quienes se unen para alcanzar un objetivo
común y la de quienes se unen para luchar en contra de un mismo enemigo. Ahora
bien, en un equipo de fútbol las dos son una sola. El objetivo común es, por cierto,
ganar. Pero el enemigo común quiere impedir “nuestra” victoria. Así, los otros, nuestros
“enemigos”, como también ocurre en la guerra, son los que ayudan a la formación de
un “nosotros”, un “nosotros” que será cada vez más intenso mientras más fuerte sea la
oposición de los “otros”. En la política suele suceder algo parecido.
Si por ejemplo reviso mi biografía política –mi biografía futbolística es desastrosa
comprobaré que cada vez que he decidido “bajar” a la política ha sido en contra de
alguien o de algo. Nunca a favor de nada. Esa es la misma “negatividad positiva” que
une -por lo menos mientras dura el juego- a los futbolistas de un equipo. Sólo así
podemos entender como individuos tan diferentes, de orígenes tan disímiles, de
pueblos tan heterogéneos y que además -como ocurre en los equipos globalizados de
nuestro tiempo- hablan distintos idiomas, puedan llegar a entenderse hasta el punto
que un equipo puede llegar a ser once cuerpos metidos en una sola alma.
Hay equipos que han alcanzado una unidad legendaria. Los más ancianos recuerdan
cómo funcionaba esa máquina húngara de 1954 formada por genios como Kocsis,
Czibor, Hidegkuti y el inolvidable Ferenk Puskas. También ya es leyenda el equipo de
“caras sucias” argentinos del sudamericano de 1957 en Lima donde Corbatta, Maschio,
Angelillo y Sívori jugaban de memoria. O la “naranja mecánica” holandesa, donde
Neeskens y Cruyff podían jugar entre sí con los ojos cerrados. Pero sin duda, la obra
de sincronización más perfecta que se ha dado en la historia del fútbol fue la de ese
mágico equipo brasilero de 1958 y 1962, donde todos brillaban sin que ninguno
oscureciera al otro: los dos Santos (Djalma y Milton) Zito, Didí, Garrincha, Vavá, Pelé,
Zagalo. Dudo que alguna vez vuelva a aparecer un “scratch” de tanta eficacia y
majestad. Lamentablemente esa sincronización no siempre funciona puesto que en el
fútbol ocurre lo mismo que en la vida, cuando dos personas no pueden estar nunca
juntas, pese a todos sus esfuerzos. Al llegar a este punto me viene a la memoria la
triste historia de Didí en el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano.
Didí: un gran señor del medio campo. Nunca vi jugar a nadie con tanta elegancia, ni
siquiera a Beckenbauer o Beckham. Alto y delgado, desplazaba su cuerpo al ritmo
candente de una lenta zamba. Sus pases de 30 metros llegaban siempre al lugar
preciso y sus tiros libros portaban la marca de la “hoja seca” de la cual él fue su
inventor. Y como todo galáctico aterrizó Didí una vez en el Real Madrid. Pero ahí
estaba el otro gran señor: Alfredo Di Stéfano. El problema era que Di Stéfano jugaba
muy distinto a Didí. Mientras Didí se tomaba su tiempo, Di Stéfano corría como un
demente a lo largo de toda la cancha. Mientras Didí representaba a la danza, Di
Stéfano era puro vértigo. Mientras Didí se acomodaba para lanzar uno de sus pases, Di
Stéfano ya corría a recibir el pase que siempre llegaba con atraso. Definitivamente, no
podían jugar juntos. Es por eso que Didí tuvo que irse del Real. No ocurrió lo mismo
con Puskas que sí aceptó la hegemonía de Di Stéfano hasta el punto de convertirse,
pese a su fama, en el segundo pie izquierdo del gran argentino.
En la política suelen aparecer incompatibilidades parecidas. Una de las más notorias
fue la que ocurrió en el Partido Socialdemócrata alemán entre sus dos más grandes
líderes: Willy Brandt y Helmuth Schmidt. La verdad es que Dios no pudo haber hecho a
dos personas tan distintas. Brandt era cálido, solidario, amistoso, simpático, social,
bebedor y mujeriego. Schmitt en cambio era frío, calculador, muy duro consigo y los
demás, fumador, puritano y monógamo hasta el exceso. Por supuesto, ambos
representaban dos políticas diferentes: abierto a los cambios, Brandt; conservador,
Schmitt. Y Willy Brandt tuvo que irse al igual que Didí. Más, esas son excepciones.
Entre miembros de un mismo partido o equipo, la unidad es la regla y la divergencia
una excepción.
Podemos entonces imaginar que Albert Camus encontró en el fútbol ese orden que ni
la política ni la sociedad podían darle. Pero también debe haber aprendido que ningún
orden funciona por sí solo. Que todo orden requiere de jerarquías, estructuras,
liderazgos. Que los partidos políticos deben ser dirigidos y el dirigente político debe ser
un estratega y un táctico. Que en el fútbol, el lugar del dirigente político es ocupado por
el entrenador, hombre encargado de definir las alineaciones, ordenar las líneas, motivar
a los jugadores y, sobre todo, estudiar los movimientos del adversario.
El entrenador, así como el dirigente político, estructura las líneas de acuerdo a diversos
sistemas. Pero los sistemas futbolísticos, así como los políticos, han cambiado mucho
a través del tiempo. Cuando yo me inicié en el conocimiento de la ciencia futbolística
primaba el 3- 2- 5. Poco después, los italianos inventaron el “catenaccio” (el cerrojo)
con un líbero detrás de una cerrada defensa y cuyo objetivo más que ganar era no
perder. Los brasileños, libres de complejos post-bélicos, inventaron a partir de 1958 el
4-2-4, sistema que funcionaba bajo la condición de que existiese un Pelé, de modo que
muy pronto el sistema imperante pasó a ser el del 4- 4- 2 e incluso, el 4-5-1. Rinus
Michels causó una vez furor con la “naranja mecánica” holandesa, sistema circular
mediante el cual los jugadores rotaban en todos los puestos y que pronto fue
desechado pues los jugadores terminaban el partido casi muertos. Hoy Mourinho y
Guardiola han vuelto a la ofensiva y aplican el 3- 4- 3. Recuerdo que Beckenbauer
cambiaba de un sistema al otro de acuerdo a las características de sus jugadores, es
decir, jamás adaptaba a los jugadores a un sistema pero sí un sistema a los jugadores.
Sabia idea que deberían seguir algunos líderes políticos obsesionados en aplicar
sistemas ideológicos a pueblos que por sus características culturales y sociales los
rechazan.

5.

Así como hay diferentes sistemas, hay también distintos entrenadores. En ese sentido
hay que consignar que la personalidad del entrenador es tanto o más importante que el
sistema que aplican. Hay entrenadores amistosos, autoritarios, agresivos, reflexivos, y
mucho más. Pero a pesar de todas esas diferencias, hay una característica que une a
todos los grandes: son respetados. Así como el Príncipe de Maquiavelo no debía ser
amado sino temido, el entrenador no debe ser amado ni temido: debe ser respetado. Y,
como todos sabemos, el respeto se obtiene respetando. Sin ese respeto –eso fue
quizás lo que advirtió Camus– la vida, que siempre será una vida social, se convierte
en una pesadilla. Podemos vivir sin amor; sin respeto jamás. Las más grandes
rebeliones sociales han ocurrido –no hay que olvidarlo- no cuando los pueblos no son
amados por sus reyes o presidentes, sino cuando han sido objeto de grandes falta de
respeto.
La fauna de los entrenadores es muy variada, y para conocerla mejor resulta
interesante ver sus actitudes frente a partidos importantes. Hubo, por ejemplo,
entrenadores musicales como Otto Rehhagel quien mueve las manos a lo largo del
partido como si estuviera dirigiendo una sinfonía. O elegantes, como César Luis
Menotti quien vestido de gala contemplaba los partidos fumando sin parar. O
estudiosos como Louis Van Gaal, escribiendo y escribiendo mientras dura el juego. O
impertérritos, como Franz Beckenbauer, situado al borde de la línea, sin mover un sólo
músculo, anunciando a los jugadores que él estaba ahí, observándolos uno por uno. O
los enigmáticos como Marcelo Bielsa viendo los partidos encuclillado, mirando sólo los
pies de los jugadores, como si no tuvieran cabezas. O melancólicos, como Manuel
Pellegrini, quien pese a su gran sabiduría mira el partido con ojos infinitamente tristes.
O emocionales como José Mourinho, quien antes y después del partido abraza a quien
se le ponga por delante. Yo no sé quién fue el entrenador de Albert Camus, de quien se
dice que cuando joven poseía un “dribling” endiablado, pero debe haber sido
buenísimo.
No olvidemos; además de jugar bien al fútbol, Camus fue, desde su más temprana
juventud, escritor. Luego, no es un descamino pensar que el interés de Camus por el
fútbol era también intelectual. Hay, en efecto, una extensa literatura futbolística que
alguna vez deberá ser recopilada en tomos. Así como la política necesita de
intelectuales que la analicen, el fútbol también posee su propia intelectualidad. Me
refiero a los grandes comentaristas de fútbol, y sobre todo a los cronistas deportivos,
algunos de los cuales murieron sin saber que eran poseedores de un talento literario
que muchos escritores – incluyendo algunos famosos- nunca tuvieron. Debo confesar –
al llegar a este tema- que mi primer contacto con el fútbol no fue en un estadio sino en
un kiosco de la esquina leyendo la revista argentina El Gráfico que una vez me prestó
el “diarero”. Desde el primer momento El Gráfico despertó en mí un inusitado interés.
Después, en mi juventud, me hice devoto seguidor de los artículos del uruguayo
Borocotó y después de Dante Panzeri.
Ricardo Lorenzo Rodriguez más conocido como Borocotó y Dante Panzeri poseían una
prosa seductora y cada uno de sus comentarios tenían la estructura de un cuento con
inesperados suspensos. Ya adulto, al encontrar un día un ejemplar todo amarillento de
El Gráfico, leí de nuevo a Borocotó. Ahí fue cuando me di cuenta de lo que no sabía:
Borocotó escribía como Jorge Luis Borges. Un escritorazo era Borocotó. Panzeri no le
iba a la zaga.
También yo leía, y con estricta disciplina, la revista chilena “Estadio” donde escribían
los mejores comentaristas deportivos de mi país: Julio Martinez el popular Jota Eme,
Antonino Vera y sobre todo, al que más me gustaba, Renato Gonzáles alias Míster
Huifa, quien además de saber mucho de fútbol era un eximio erudito del boxeo. Míster
Huifa, a diferencias de Borocotó, poseía una prosa precaria, casi elemental. Pero sus
comentarios eran precisos e inteligentes. Gracias a él aprendí a ver el fútbol “de otra
manera”. Recuerdo por ejemplo que después de una victoria de Santos sobre un
equipo checo (durante esos cuadrangulares nocturnos que se jugaban en el estadio
Nacional) Míster Huifa escribió un artículo titulado “Pelé jugó mejor que nunca”. Yo me
pregunté si Míster Huifa había visto un partido distinto al que yo había visto pues, ante
mi desilusión, Pelé esa noche no había hecho ninguna de sus grandes magias, más
bien había pasado desapercibido. Más, al leer el artículo de Míster Huifa, entendí lo
que él quería decir. Los checos habían construido un cerco de cuatro jugadores
alrededor de Pelé. ¿Qué hizo entonces Pelé? Así lo explicaba Míster Huifa: Pelé
abandonó su puesto clásico (el 10) y fue a jugar bien atrás, casi junto a la defensa del
Santos. Hasta allí lo siguieron sus custodios. De este modo Pelé abrió un tremendo
forado por donde penetraban sus compadres, sobre todo Coutinho y Pepe -no eran
precisamente cojos,- y ellos se dieron un festín de goles. Esa era la gran diferencia
entre Pelé y Maradona. Mientras el equipo jugaba para Maradona, Pelé jugaba para el
equipo.
Gracias a Míster Huifa puedo seguir hoy con atención partidos que no son
espectaculares, pero sí, interesantes.
No sé si Camus era un lector de revistas deportivas. Pero apostaría un par de dedos
que más de una vez leyó, en Argelia, algún ejemplar de esa grandiosa revista deportiva
francesa que es todavía, L`Equipe.

6.

“Puede que el alma exista en un pie” (Carmenza Saldías)


¿Tendrá también que ver la filosofía existencialista de Camus con el fútbol de sus años
mozos? De eso estoy seguro. Si por existencialismo entendemos una filosofía del ser
en el tiempo, el fútbol como la política tiene que ver, y mucho, con la construcción
narrativa del tiempo.
Gracias a la narración de los acontecimientos que marcan el paso del tiempo podemos
recordar, entender, y sobre todo, re-crear el pasado. Del mismo modo como la historia
de una nación es construida de acuerdo a acontecimientos políticos, el fútbol tiene su
propia historia la que se entronca y enreda con la historia de las naciones. Y si no me
creen pregúntenle a un uruguayo que significó y significa para la historia del país el
“Maracanazo” del 50. O a un alemán lo que significó para su nación merecidamente
destruida, el mundial del 54. O pregúntele a un brasileño porque el estadio de Río lo
llaman todavía el “ula-ula” de Garrincha. O a quienes vieron una vez a Pelé recibir el
balón con el pecho, bajarlo al muslo izquierdo y darse media vuelta para clavar con la
derecha el balón en el ángulo izquierdo del arco, pregúntele porque a Pelé le decían y
le siguen diciendo El Rey. O cuando Dios puso su mano sobre la cabeza de Maradona.
O cuando Zidane, uno de los futbolistas más correctos del mundo, al haber recibido
una ofensa innombrable en la final del mundial de Alemania (2006) metió un cabezazo
en el pleno tórax del injurioso Materazzi. Y así sucesivamente, el fútbol va
construyendo su propia historia y con ello dando sentido y estructura al tiempo que
vivimos. El diminuto Messi y el atlético Cristiano Ronaldo son también parte de la
historia doble: la del fútbol y la de las naciones. En fin, gracias a la política y al fútbol
podemos archivar el pasado de acuerdo a fechas y lugares.
Afortunadamente los futbolistas de hoy dejan testimonio visual de lo que hicieron. Pues
hubo un tiempo en que sólo recibíamos como legado la narración oral, agrandado por
la imaginación colectiva. No hay ningún video, por ejemplo, que muestre las hazañas
de José Manuel Moreno, de quien dicen los argentinos, fue mejor que Pelé. Yo, cuando
niño vi jugar a J.M.M., pero él ya tenía más de cuarenta años. Cuentan que Pelé
siempre preguntaba a los periodistas: ¿Y cómo jugaba? ¿Cómo era J.M.M? Quizás es
ese el mismo enigma que acosa a los actuales tenores cuando escuchan el nombre de
Enrico Caruso. O a los virtuosos violinistas cuando se les dice que Nicoló Paganini
tocaba de modo tan perfecto que muchos creían que él tenía un pacto con el diablo.
Pero aún más que en la “relación ser y tiempo”, donde mejor podemos observar la
impronta legada por el fútbol a la filosofía de Camus es en el principio de contingencia,
principio sin el cual el fútbol no sería posible. La filosofía de Camus, tampoco. Quiero
decir que pese a la multitud de leyes que reglan la normativa futbolística, no hay nada
más azaroso que un partido de fútbol. Esa es, además, la diferencia del fútbol con la
mayoría de los demás deportes y es, al mismo tiempo, una de las principales
semejanzas del fútbol con la política. Dicho en breve: ni en el fútbol ni en la política
ganan siempre los mejores. En la política ese es un hecho tan claro que ni vale la pena
comentarlo.
A veces también ganan los mejores en el fútbol, pero ¿quién no ha visto un partido
donde un equipo ataca por todos lados, acosa al adversario, la pelota golpea los palos
una y otra vez y de pronto un balón perdido salta hacia el lado contrario, lo agarra un
desapercibido jugador, avanza hacia el arco, resbala el arquero en el pasto húmedo y
es conquistado un injusto e inmerecido gol? La buena o mala suerte es, tanto en el
fútbol, como en la política y en la vida, un jugador más. Los jugadores en la cancha no
sólo luchan contra el adversario sino, además, contra la fuerza del destino. Y como
decía Gardel, “contra el destino nadie la talla”. En otras palabras: el fútbol es absurdo,
tan absurdo como el mito de Sísifo en Camus. Y –paradoja- es en esa radical absurdez
donde reside su magia y encanto y, sobre todo, el entretenimiento que porta consigo.
El fútbol es definitivamente entretenido. Entonces ¿vale la pena gastar tantas páginas
para analizar lo que no es más que una simple entretención? Frente a esa pregunta
obvia me atreveré a responder con otra pregunta no tan obvia: ¿Y no es acaso la vida
una simple entretención?
Para que esa, aparentemente insólita pregunta pueda ser entendida, propongo que
pensemos por un momento en el verdadero sentido de la palabra entretención.
Veamos.
El fútbol es entre-tenido. Es decir, es tenido “entre”. El problema entonces es ¿“entre
qué” es “tenido” el juego de fútbol? Muy simple, el juego de fútbol es tenido entre su
comienzo y su final. ¿Y la vida? ¿No es también tenida entre su comienzo y su final?
¿Entre el nacimiento y la muerte?
Entre- tenerse es mantenerse en el tiempo que transcurre entre un comienzo y un final.
Si no somos tenidos “entre”, iniciamos “La Caída”, título de un libro de Camus. Para no
caernos necesitamos tenernos entre la vida y la muerte. Sostenidos o ser sostenidos
en esa agonía: la vida que, sabemos, vamos a perder y sólo podemos sostener
agonizando (luchando). Quiero decir: sólo podemos vivir luchando en contra de la
muerte. “El ser va hacia la muerte” (Heidegger), porque sólo puede ser en el tiempo.
Por eso el fútbol es una pasa-tiempo, y muchas veces lo miramos sólo para “matar-el
tiempo”, sabiendo que el tiempo no es el que muere: Somos nosotros quienes morimos
en el tiempo.
El ser vive “entre dos muertes” (Lacan). Viene y va de regreso hacia lo que no sabe, o
como dijo de modo fino Hannah Arendt, “somos un intermedio entre un pasado infinito y
un futuro también infinito”. Ese punto intermedio que es cada uno, una fracción
billonésima de segundo en la infinitud del todo; una luz que se apaga antes de brillar,
es la vida que tenemos: no hay otra. Y en ella nos sostenemos, entre-teniéndonos.
Pablo el Apóstol ya nos lo anunció mencionando la palabra Katechon.
El Katechon (el adversario) es la palabra griega usada por Pablo en su carta segunda a
los Tesalonicenses. Esa palabra representa aquello que nos sostiene (entre-tiene) en la
vida que para Pablo no podía ser sino la lucha en contra del mal, el Anticristo, pues
para Pablo, Cristo es la representación del bien total, es decir, el principio definitivo de
la vida. La vida es, por lo mismo, la lucha que nos sostiene (Katechon) en contra de
todo lo que nos niega. Más aún, el Katechon, vale decir, lo que niega a la vida, es lo
que hace posible la afirmación de la vida: sin negación no hay afirmación posible.
La vida es agonía y esa agonía aparece reflejada en todas nuestras entre-tenciones.
Desde Carl Schmitt (“Der Nomos der Erde”), pasando por Leo Strauss hasta llegar a
Jacques Derrida, los filósofos políticos más decisivos mantienen la opinión de que sin
Katechon, es decir sin agonismo, y por supuesto, sin antagonismo, la política no
existiría. La política es agónica y antagónica a la vez. El fútbol también. Esa es la razón
por la cual el fútbol es tan entre-tenido. Mirando un partido matamos el tiempo antes de
que el tiempo nos mate a nosotros.
Faltan dos minutos para el fin del partido. Vamos cero a cero. Falta tres segundos, y al
fin, cuando ya dábamos todo por perdido, aparece un pie que empuja lentamente el
balón hacia el arco contrario. Gracias al punto conseguido nuestro equipo “ascenderá”
y el adversario “descenderá”. Pero ¿por qué nuestro equipo no jugó todo el partido tan
bien como lo hizo en los últimos minutos? La respuesta es fácil: porque mientras más
avanzaba el tiempo más se acercaba el final. Sólo frente a la presencia de la muerte
tomamos noticia de la importancia de la vida.
¿Y qué es la vida? Ah, la vida: esa mala imitación del fútbol.
Mires, Fernando (2014, Junio). El fútbol, la política y la vida (un ensayo), por Fernando
Mires. Recuperado el 22 de octubre de 2016, de
http://prodavinci.com/2014/06/12/vivir/el-futbol-la-politica-y-la-vida-un-ensayo-
porfernando-mires/

Ejemplo Monografía:

Monografía sobre
“Futbol Infantil en Uruguay como herramienta de la educación”

Introducción:
El siguiente texto pretende dar una opinión personal sobre el futbol infantil y juvenil en
nuestro país relacionándolo con nuestra sociedad y la educación.
Relacionando el pasado seminario brindado en la ACJ, sobre futbol infantil, con la
realidad presente en Uruguay; pero no sólo intenta un diagnóstico, aspiramos plantear
como articular y desde donde hacerlo para definir un sistema eficiente.
Los uruguayos tenemos a nuestro alcance una herramienta inigualable para desarrollar
la educación de los niños y jóvenes a través de la enseñanza del futbol u otros
deportes.
Poseemos una estructura bien organizada y regionalmente bien determinada, conocida
como baby futbol, con características y posibilidades de desarrollo e inclusión aún
mayor que la presente.
En una segunda etapa, posterior al baby futbol, la problemática se complica, pues no
abundan los proyectos que incluyan la población total de jóvenes interesados en la
actividad.
Ya sea por la falta de oportunidades, por la selección de talentos instaurada en el
sistema o por la desproporción planteada entre futbolistas interesados en participar e
instituciones disponibles para brindar la actividad, miles de jóvenes dejan la práctica.
Mis preguntas son retóricas, ¿qué pasa con esos chicos que se pierden la actividad,
dónde van, en qué ocupan su tiempo libre?
Nuestra filosofía propone que la actividad física desarrollada en el futbol infantil y
juvenil se transforme en educación física, con un carácter sanitario y recreativo, más
lúdico y menos competitivo, más descontracturada.
Cada vez más, vemos necesaria una reorientación que permita el verdadero propósito
de la actividad deportiva: la educación.
A continuación, la crítica que pretendo se referirá principalmente al enfoque filosófico
del deporte en Uruguay.
Lamentablemente, nuestro país no logra instaurar un modelo capaz de escapar a ese
exitismo criminal de los domingos en el fútbol infantil.
Apenas algunos proyectos empiezan a ser asistemáticos, aunque más no sea que en
edades infantiles, desde 4 a 10-12 años.
Con tan sólo detenerse en cualquier cancha de futbol infantil, veremos entrenadores y
padres pidiendo a sus chicos actuar como futbolistas adultos, y lo que es peor: los
niños totalmente obedientes, integrados a ese sistema castrador y selectivo,
distorsionador de los objetivos sociales y pedagógicos pertinentes.
Desde mi punto de vista, la mayoría de las instituciones del futbol infantil orientan la
actividad en forma errónea.
La actividad futbolística infantil y juvenil debe utilizarse como herramienta de primera
clase, de lujo, como medio de educación de los chicos, concepto instaurado desde
mediados del siglo XIX desde las viejas universidades inglesas, pioneras en el caso.
La clave, desde mi perspectiva, se centra en los docentes y directores que trabajamos
en los proyectos infantiles y juveniles.
La mayoría de las veces la filosofía de trabajo no acuerda con los objetivos requeridos,
se plantean prioridades de rendimientos deportivos por encima de la formación integral
del deportista y de la persona, sobre todo en edades tempranas.
Se falla en la selección de métodos didácticos acordes a la edad biológica del niño, o
simplemente se ignoran.
Desperdiciamos la oportunidad de educar, transmitir una formación que sea útil para la
vida del niño y además cuidar su salud integral, desperdiciamos una oportunidad
invaluable, malgastamos el tiempo de los niños.
En lo deportivo, la búsqueda de un resultado inmediato, la prioridad de ganar por
encima de todo, desvía un crecimiento que en el futuro aportaría importantes
beneficios. No digo que el sistema instaurado no desarrolle talentos o personas, afirmo
que no lo hace eficientemente de acuerdo al potencial que tiene y requiere.
El sistema competitivo instaurado en Uruguay induce una selección, que define la
exclusión de potenciales talentos, chicos que en ese momento no presentan la aptitud
suficiente para el desafío, son descartados o postergados (tradúzcase: “olvidados” /
“archivados”), desperdiciando un potencial que bien podría desarrollarse en un futuro
bien cercano.
En cuanto a las metodologías de trabajo, son en su enorme mayoría inexistentes o
erróneas. La utilización de métodos acordes a la edad biológica del niño es
fundamental para el desarrollo y aprendizaje óptimo de la actividad; consecuencia de
ello es un enorme abandono en categorías “superiores” (¿superiores?) del futbol
infantil, edades entre 12 y 15 años, aquí los chicos comienzan a jugar en “cancha de
11”, nuevas reglas imponen nuevas acciones, nuevas comprensiones, una nueva
adaptación cognitiva, física, técnica y táctica.
Es inconcebible que equipos de futbol federados en AUF no tengan en sus plantillas de
juveniles un preparador físico, u otras que si lo tienen y trabajan apenas 2 días a la
semana. Reconozcamos la importancia del trabajo de base en estas edades, trabajos
ordenados y planeados para futuros niveles, impulsores de capacidades fundamentales
en la práctica del futbol.
Admitamos la responsabilidad con total sinceridad y humildad, seamos críticos, demos
la importancia que tiene la orientación de nuestros entrenamientos para modelar el
deportista del futuro.
Tratemos de trabajar a las edades pertinentes con métodos acordes, focalizados en la
fase sensible que tenemos frente a nosotros, detectemos esos momentos favorables al
desarrollo, permitamos que la evolución biológica nos marque el camino y los tiempos.
Podemos entrenar niños y jóvenes, ¡claro que sí! Preparémoslos para vivir mejor, ya
sea como futbolistas, abogados, dentistas, o cualquier actividad futura, entrenémoslos
para la vida olvidándonos del crack. Más sanos, más fuertes, más adaptables al
mundo.
Permitamos y favorezcamos ese desarrollo desde el lugar que nos corresponde, ya sea
como soporte o educadores, ya sea como compañeros o amigos, con responsabilidad y
paciencia.
Instauremos entrenamientos multilaterales, alejados de la especialidad, ofrezcámosles
juegos, diversión, enseñanzas, ejemplos positivos, modelos.
Uruguay no posee políticas efectivas que interactúen mayormente en ese sentido.
Poseemos organismos instaurados y creados para orientar y regularizar estos temas
tan importantes, tales como: INAU, CNEF, CNEP, UNICEF, etc., ¡pero solamente los
tenemos creados! Potenciémoslos, activémoslos, demos el poder político y los recursos
necesarios para que actúen, y si los medios no están a nuestro alcance busquemos
innovar con lo que tenemos.
¿Recuerda usted las plazas de deportes? ¿Y las comisiones de fomento, “Club de
Leones” o “Rotarios”?.
Se buscan constantemente soluciones que sean efectivas para resolver las
problemáticas de nuestra juventud, algunas profilácticas, las drogas, el alcohol, la
violencia creciente y la falta de tolerancia, más una inercia motivacional, interactúan
peligrosamente trayendo consecuencias drásticas para nuestra sociedad. Se discuten
recursos para la educación, se crean y disuelven ministerios, se publicitan slogan que
buscan sensibilizar la opinión pública, y 100 alternativas ingeniosas, pero se olvidan de
buscar soluciones sociales radicales y contundentes a través del deporte, totalmente a
nuestro alcance.
Las empresas que apoyan con su inversión en tal sentido esperan retornos directos,
masivos y rápidos. Su aporte es fundamental, su protagonismo puede reactivar este
complejo sistema. Su protagonismo lo enriquecería, no en forma cuantitativa, lo haría
masificando o redistribuyendo los recursos.
Tal vez la inversión no sería apreciable directamente, pero lo compensaría con creses
en calidad de vida para nuestra sociedad en un futuro cercano.
Muchas veces las reglas de los mercados no atienden con el debido respeto las
necesidades impuestas por las sociedades, pero estaría bueno que en los momentos
favorables para renegociar contratos, como el que se da hoy con nuestra selección
nacional después de Sud África, los responsables tuvieran en cuenta necesidades más
macro. Ya sea con reglamentaciones que persigan políticas sociales o con una
distribución más justa y necesaria de los réditos.
Los sistemas educativos y deportivos existentes en Uruguay no colman las
necesidades impuestas por la sociedad, de esto no hay dudas.
Instauremos el deporte en cárceles y colonias de reclusión, como ya se ha hecho en
alguna oportunidad, pero hagámoslo como terapia, con los medios necesarios para que
los equipos de entrenadores y psicólogos logren sus objetivos. Logremos que sean
proyectos perdurables y no simples golondrinas.
Miles de uruguayos jóvenes, hombres y mujeres, son excluidos de la oportunidad de
experimentar la actividad física.
La obesidad, en especial la infantil, el creciente número de niños y jóvenes diabéticos
con gran asociación al sedentarismo, el aumento de afecciones cardiorrespiratorias,
etc., son claros indicadores de una falla en nuestro diario vivir.
Las políticas sociales y en especial las involucradas con la salud son una reducción del
gasto público futuro traducido hoy como inversión.
Nuestro crecimiento y concentración demográfica determina la desaparición de
espacios verdes destinados a la actividad deportiva, permutados por centros
comerciales o complejos habitacionales, la tendencia apunta a la transformación de las
zonas que sobreviven, que históricamente fueron de actividades para deportes
colectivos (entiéndase fútbol, vóley, básquet), en áreas pensadas para actividades
individuales (jogging, fitness, marcha, bicicleteadas, etc.).
Estos factores llevan a que las canchas de fútbol se desplacen hacia la periferia o aún
más lejos. Los tiempos y las economías domésticas no son lo suficientemente
solventes como para desplazar a la familia a estos “complejos”, o las actividades dejan
de compartirse o simplemente se buscan otras opciones.
Entonces, la falta de espacios verdes (“campitos” como en nuestro país los
conocemos) para que los niños jueguen, y no precisamente a la pelota, se están
agotando, particularidad que hace que cada vez más los trabajos de base aeróbica en
edades tempranas, (10-11 años) vayan quedando relegados.
Aún recuerdo las tardes de futbol, las “manchas”, “escondidas”, carreras, “manchados”,
en el parque de “Los Aliados”, el parque Rodó o el campo de golf, en el predio que hoy
ocupa el Montevideo Shopping Center, donde cientos de niños nos juntábamos a jugar
cualquier día, en verano o invierno.
Desarrollo de conceptos:
En un análisis de situación apenas relevante, sin mucho esfuerzo, vemos al ser
humano en un franco deterioro moral sobre fines del último siglo, estamos frente a
cambios muy abruptos y repentinos, formas de plantearse la vida de acuerdo a
variantes y condicionantes que regulan o moderan la valorización ética, actitudes que
eran inaceptables hasta hace 20 años hoy día son válidas. Potenciando este concepto
vemos un fenómeno de globalización jamás imaginado , vemos la masificación de las
drogas, el crecimiento de la violencia, la explotación del hombre por el hombre, la puja
por riquezas, y otros mil problemas sociales que afectan rápidamente el
relacionamiento humano desapercibidamente; pero por sobre todo, nos hemos
acostumbrado a ello, vivimos estas problemáticas tan a menudo que lo vemos como
normal, nos adaptamos de tal manera que ya no nos asombran las aberraciones que
nos rodean.
Incluso la enorme competitividad por oportunidades juega un papel importante, la lucha
por las posibilidades se instauró en un nuevo territorio, desató una nueva escala de
valores, acorde a las necesidades actuales, donde muchas veces justificamos la
deslealtad o los pocos escrúpulos en nombre de satisfacer “necesidades”.
Es claro: las necesidades han cambiado.
Los “nuevos” códigos morales ubican al éxito económico por encima de casi todo,
hemos instaurado estereotipos o modelos que atentan contra la diversidad, avanzamos
día a día en búsqueda de la relevancia pública o bienestar económico, las nuevas
adaptaciones tienden a darse en un sentido sumamente práctico.
Los niños y jóvenes no escapan a esta realidad, crecen con modelos plenamente
instaurados en generaciones anteriores, deformados y aceptados pues se tornó
cotidiano hablar de ellos, de tal manera que no causan el impacto necesario.
A diario nos planteamos como frenar este parásito, nos asombramos al mirar en
televisión las noticias, exclamamos con asombro: “Que increíble!”, pero lo aceptamos
disimuladamente, es más, creemos que son “cosas” que siempre les pasan a los
demás.
¿Cómo podríamos sensibilizar a nuestra sociedad? ¿Cómo podríamos hacer para que
el hombre moderno sea solidario y sensible a los problemas sociales de hoy día, como
erradicar las drogas y la violencia de nuestro mundo? ¿Cómo conseguir mayor justicia
social?
El deporte tal cual lo concebimos hoy, con deportistas que se transforman en etiquetas
de cualquier producto o spot publicitario, hace que su imagen trasponga los límites del
escenario deportivo. El carácter masivo de su práctica, la relevancia social de sus
principales actores y mercados cada vez más explotados, logran darle al deportista un
lugar de privilegio en la vida del ser humano moderno, lugar instaurado desde siempre
pero favorecido a la enésima potencia en los últimos 50 años.
La vida actual es casi inconcebible sin actividad física, “el deporte es moda”.
Ya sea por medio del consejo médico, por modelos estéticos, diversión y recreación,
autorrealización, dinero, o por cualquier otra razón, el hombre moderno debe hacer
deporte.
Uruguay presenta campañas profilácticas en beneficio de la población infantil y juvenil,
vemos de tanto en tanto programas que promueven y fomentan calidad de vida, tales
como sanidad bucal, obesidad infantil, contra la diabetes, etc.
Personalmente considero que las estructuras existentes en Uruguay para la práctica
del futbol infantil son muy valiosas, permiten atacar de primera mano estas y otras
aristas, tanto A.U.F.I., O.N.F.I, más otras instituciones a lo largo y ancho del país, ligas
con escuelitas o academias instauradas en Montevideo, como otras existentes en el
interior del país, ya sean con actividades continuas o interrumpidas, formales o no,
nuclean una masiva cantidad de niños y niñas llevándolos a practicar futbol, Valoremos
que no solo los inicia en las actividades, sino nos permite un contacto directo con ellos
y sus padres.
Es sabido y reconocido por unanimidad el alto nivel de escolaridad infantil en Uruguay;
gracias a las políticas Varelianas las escuelas marcaron nuestras huellas culturales y
sociales durante décadas, fue un símbolo que identificó a Uruguay.
Pero no sólo en las escuelas se enseña, se enseña todo el día, se aprende de todos y
por todos, está demostrado que el deporte es un formidable vehículo de educación, es
responsable de transformar individuos en personas.
En mi opinión no se puede enseñar, SE PUEDE ORIENTAR, nadie enseña a nadie,
nadie aprende solo, todos aprendemos de todos y para todos. Como docentes de la
Educación Física, la Recreación y el Deporte debemos recordar que somos
orientadores, formadores y facilitadores del aprendizaje. Debemos bregar por una
formación integral (que tenga en cuenta lo cognitivo, lo cognoscitivo, lo afectivo, lo
valorativo y lo psicomotor del deportista) teniendo como medio de acción al deporte.
La competencia donde sólo sirve ganar es contraproducente en la formación del
deportista como hombre (“el hombre no nace hombre, se hace hombre”).
Primero los deportistas y luego ganar. Esto significa: El deporte, la Educación Física y
la Recreación considerados como solamente un aspecto de la vida de la persona y no
como su vida entera.
Cuando trabajamos en el fútbol infantil debemos saber que el eje de la actividad no
debe ponerse en el talento deportivo.
Incluso existen casos de niños que empezando a jugar al “baby fútbol” se convierten en
estrellas de puro talento durante la infancia, sin embargo, no todos ellos tienen la
capacidad de sostener sus destrezas deportivas a lo largo de las divisiones inferiores.
Muchos son los que quedan en el camino, ya sea porque no conservan el talento que
tenían durante la infancia o porque “jugar con una pelota” no es lo mismo que
comprometerse, donde uno debe “renunciar” a muchas cosas, sobre todo a “jugar por
jugar”. La influencia de sus responsables (principalmente entrenadores y padres) es
fundamental en su futuro.
El principal objetivo del “baby futbol” es convertirse en un modelo deportivo lúdico y
recreativo, que apunte al desarrollo del niño como niño, al desarrollo de características
físicas y psicosociales a alcanzar, a pasarla bien, estar entre amigos y disfrutar de una
manera distendida de la práctica deportiva, sin pensar en que lo único importante es el
resultado .
El objetivo secundario del futbol infantil es la promoción del mayor número posible de
jugadores a niveles superiores.
Lamentablemente, todos coincidimos en la crítica del baby futbol, pero así y todo,
seguimos adelante…
Somos hipócritas! Todos coincidimos en lo que está mal de nuestro sistema, todos
aceptamos que lo importante en el futbol infantil son los niños, y así y todo, cuando
llega el domingo, la gran mayoría de los entrenadores infantiles permiten que algunos
chicos vuelvan a casa sin jugar ni siquiera 5 minutos.
Y no es lo más grave!
Aún peor, a quienes tienen el privilegio de entrar al campo de juego (jaja!, “de juego”)
les proponen tareas con la intención de ganar 3 puntos, y la próxima semana 3 más.
Tal vez “la institución” gane 3 puntos, pero, ¿cuánto pierde la sociedad? ¿Y esos seres
humanos en estos procesos?
En el futbol infantil, los niños a esa edad ya están acostumbrados a cumplir ciertas
reglas impuestas desde por lo menos los 5 años, cabe recordar que el niño es más
respetuoso por la regla que el adulto, y también que no posee ciertas mañas o
inteligencias para escapar de ese laberinto.
Los responsables de estas actividades, no comprenden cuál es su función, no logran
ver, un poco por ignorancia y mucho por egoísmo, que su cargo como entrenador
infantil y juvenil es preparar y no promocionar talentos. Y menos autopromocionarse!
¿Puede más el ego que su deber como educador o su profesionalismo?
¿Son idóneos para su cargo? ¿Sobre qué bases son elegidos?
Usted lector puede responder con un poco de coherencia estas preguntas. Hágalo!
La responsabilidad no es absoluta de los entrenadores, es compartida
multilateralmente, comenzando por papá y mama, siguiendo por las políticas de
gobierno, y por todos nosotros, ya que apenas nos oponemos, ya sea en nuestro
discurso como en nuestra acción.
El deporte es salud, física y mental.
Pero más aún, el juego para los niños no es un privilegio, es un derecho fundamental
según la Convención de los Derechos de los Niños. Entonces, los niños deben
divertirse.
El fútbol en su mínima expresión favorece a los niños de diversas maneras, entre
algunas:
- Incrementa la potencia muscular de las piernas
- Mejora la capacidad cardiovascular
- Estimula la velocidad de reacción, la coordinación motora, y la visión periférica.
- Aporta un aumento de la densidad ósea.
- Aumenta la potencia del salto.
- Incrementa los niveles de testosterona, lo que hará que se forme más tejido muscular
- Oxigena la sangre.
- Pero además y por sobre todo, el fútbol sociabiliza a los niños, y les ingresa en el
gratificante trabajo en equipo.
Resumen y conclusiones:
Uruguay es un país netamente futbolero, este deporte es parte de nuestra vida como
uruguayos.
Poseemos estructuras de futbol infantil muy sólidas.
El deporte es una herramienta de educación excelente.
Nuestra sociedad, al igual que el resto del mundo, necesita una reorientación de los
valores morales.
Si nos juntásemos todos, o mejor dicho, si aunáramos criterios y nos pusiéramos de
acuerdo con respecto a nuestras diferencias, podríamos utilizar nuestro futbol infantil y
juvenil para educar e instaurar valores, disciplinar a los jóvenes para que sepan medir
qué está bien y qué no, en fin, a través del deporte podríamos reforzar sus habilidades
psicológicas y entre otras cosas enseñarles a decir NO a las drogas, y además
contestar “por qué no”.
¿Qué nos detendría para un cambio de orientación filosófica en las categorías
formativas?
¿Que nos impediría mutar un equipo de futbol infantil a un sistema educativo basado
en la práctica futbolística?
¿Que sería más poderoso que hacer feliz a un niño y ayudar a que viva con plenitud?
A veces pensamos que los niños y niñas que eventualmente pasan por nuestros
alrededores son nuestros, olvidamos que ellos pertenecen al mundo.
¿Somos tan injustos e insensibles que podríamos sacrificar la felicidad de un niño por
un deseo de realización personal?

Bienvenido al planeta Tierra, morada de un ser supremo, egoísta y adaptable…a sus


conveniencias, “lo que queremos lo tenemos y lo que no: lo inventamos”.
En el final una conclusión:
En nuestro Uruguay tenemos una chance inmejorable de mejorar nuestra calidad de
vida, somos apenas un poco más de 3 millones y medio de uruguayos, con una gran
oportunidad de solucionar muchos problemas sociales a través del deporte, y en
especial del futbol.
Sin dudas podemos hacer mucho más. Lo que tenemos hoy, es poco, solamente
tenemos potencial.
Somos “futboleros de ley”, es un rasgo característico de nuestra cultura, no debemos
desperdiciar le oportunidad de educar en el ámbito deportivo infantil y juvenil.
No desperdiciemos la enseñanza de la selección de futbol en el último mundial.
Nuestro equipo mostró solidaridad, humildad, espíritu de grupo, respeto, orden,
profesionalismo, amor a la camiseta, y además…jugó bárbaro!
Las autoridades y figuras más notorias e influyentes de nuestro país deberían
involucrarse con un compromiso sincero y desinteresado, dejando de lado intereses
particulares, valorando maduramente el rol del deporte en la vida de nuestros hombres
y mujeres, involucrando activamente especialistas en la materia en todas las áreas
competentes, que además los tenemos.
El cambio sin dudas llevará tiempo, los resultados no serían inmediatos, tal vez muchos
dirían que emparejamos hacia abajo, otros deberían invertir para ganar, sin dudas se
dignificarían varias profesiones, el reconocimiento del éxito no se sustentaría en un
sujeto sino en un proceso.
Con franqueza, creo que si este proceso se diera algún día sería una colaboración muy
importante en la educación infantil y juvenil. Es más, sin temor a dramatizar, las
cárceles tendrían menos presos.
Añon, Gabriel (2010, Julio). Monografía sobre “Futbol Infantil en Uruguay como
herramienta de la educación” Basado en el Seminario de “Entrenamiento Infantil”.
Recuperado el 23 de octubre de 2016, de:
http://futbolentrenadorgabrielanon.blogspot.com.co/p/monografia-sobre-futbol-
infantil-en.html
2. AUDIO

http://vocaroo.com/i/s19pSkfHyF6D
3. Estrategia de comprensión lectora

Texto seleccionado: Preguntas para una nueva educación de William Ospina

a. Estrategias previas a la lectura:

 Determinar el género discursivo: Argumentativo


 Determinar la finalidad de la lectura: Se realiza la lectura para desarrollar la
estrategia de comprensión lectora.
 Activar conocimientos previos: William Ospina es columnista de El espectador,
es escritor. Es crítico del modelo de derecha colombiana, no he leído ninguna de
sus obras
 Hacer predicciones y formular hipótesis sobre el contenido del texto a leer: Sus
posiciones políticas reflejadas en su columna semanal crean la expectativa de
una crítica al sistema de educación del país.

b. Estrategias durante la lectura:

 Leer el texto detenidamente.


 Identificar y jerarquizar ideas.
 Reconocer palabras claves del texto:
o Información
o Educación
o Periodismo
 Hallar la idea principal del texto: El cambio en el modelo de la educación y poco
impacto que las nuevas tecnologías han generado en las nuevas generaciones.
 Recordar hechos y detalles mencionados en el texto (¿en dónde y qué paso?):
El texto es un ensayo que el autor presento en Congreso Iberoamericano de
Educación "Metas 2021", en el Teatro Gran Rex, Buenos Aires, Argentina. El
texto no lleva una secuencia organizada en el tiempo, pero aborda el modelo de
educación a través de este; nombra personajes históricos para mostrar el
desconocimiento de la juventud actual. Utiliza referencias geográficas donde se
han realizado obras civiles con el mismo fin.
 Establecer y comprender la secuencia de acontecimientos
 Reconocer causa y efecto: El modelo de educación ha hecho que las personas
se formen en un mundo de competencia y no de colaboración.
 Comparar y contrastar (relacionar algunos fenómenos o acontecimientos
mencionados en el texto, de acuerdo a su significado, con referencias actuales o
contextuales del lector):
o El periodismo no nos ha vuelto informados sino noveleros: El periodismo
actual alimenta a su público con la parte superficial de la información en
vez de profundizar en la parte importante de la misma. Si hay este modelo
de información, es porque hay público para el contenido ligero.
 Hallar el significado de palabras por contexto e identificar palabras que necesitan
ser aclaradas (buscar en el diccionario y textos académicos)
o Omnipresente: Que está presente en todas partes a la vez; ubicuo.
o Transgresión: Violación de un precepto, de una ley o de un estatuto.
o Paradigma: Ejemplo o ejemplar.
 Representación visual. Representar esquemáticamente al texto:

Ignoracia a pesar
del facil acceso a
la informacion

Se escogen Padres descargan


profesiones para su obligacion
ganar dinero y no educativa en el
por cvocacion sistema escolar

EL sistema de La television y la
educacion no industria
alimenta la editorial no
critica sobre los educan, su fin es
conocimientos comercial.
adquiridos

La educacion no Las cosas


desarrolla la gobernadas por el
cooperacion lucro no pueden
sino la educarnos
El sistema de
competencia
educacion se
basa en la
memorizacion y
no en desarrollar
el racioncinio
 Detectar información relevante:
o Cada cierto tiempo circula por las redacciones de los diarios una noticia
según la cual muchos jóvenes ingleses no creen que Winston Churchill
haya existido, y muchos jóvenes norteamericanos piensan que Beethoven
es simplemente el nombre de un perro o Miguel Ángel el de un virus
informático. Hace poco tuve una larga conversación con un joven de
veinte años que no sabía que los humanos habían llegado a la luna, y
creyó que yo lo estaba engañando con esa noticia.
o Nuestro tiempo es paradójico y apasionante, y de él podemos decir lo que
Oscar Wilde decía de ciertos doctores: “lo saben todo pero es lo único
que saben”.
o Cuenta Gibbon en la “Declinación y caída del Imperio Romano” que,
cuando en Roma existía el poder absoluto, en tiempos de los
emperadores, dado que en cada ser humano prima siempre un carácter,
con cada emperador subía al trono una pasión que por lo general era un
vicio: con Tiberio subió la perfidia, con Calígula subió la crueldad, con
Claudio subió la pusilanimidad, con Nerón subió el narcisismo criminal,
con Galba la avaricia, con Otón la vanidad, y así se sucedían en el trono
de Roma los vicios, hasta que llegó Vitelio y con él se extendió sobre
Roma la enfermedad de la gula. Pero curiosamente un día llegó al trono
Nerva, y con él se impuso la moderación, lo sucedió Trajano y con él
ascendió la justicia, lo sucedió Adriano y con él reinó la tolerancia, llegó
Antonino Pío y con él la bondad, y finalmente con Marco Aurelio gobernó
la sabiduría, de modo que así como se habían sucedido los vicios,
durante un siglo se sucedieron las virtudes en el trono de Roma. Tal era
en aquellos tiempos, al parecer, el poder del ejemplo, el peso pedagógico
de la política sobre la sociedad.
o La educación que trasmite nuestro sistema educativo no es a veces
demasiado competitiva, hecha para reforzar la idea de individuo que forjó
y ha fortalecido la modernidad.
o No se trata de escoger profesiones rentables sino de volver rentable
cualquier profesión precisamente por el hecho de que se la ejerce con
pasión, con imaginación, con placer y con recursividad.
o Llamamos educación a la manera como trasmitimos a las siguientes
generaciones el modelo de vida que hemos asumido. Pero si bien la
educación se puede entender como trasmisión de conocimientos, también
podríamos entenderla como búsqueda y transformación del mundo en
que vivimos.

 Sacar conclusiones y hacer inferencias:


o El autor considera que el sistema de educación actual está mal planteado
ya que no fomenta la crítica, el compañerismo y el raciocinio.
o Considera que a pesar de tener todas las formas posibles de acceso a la
información, las generaciones actuales son ignorantes.
o El objetivo de la televisión y las editoriales es comercial, no miden el
modo de lograr sus metas afectando la educación de su público.
o El estudiante es formado con memorización, no se le valora el esfuerzo
para buscar el conocimiento sino lo aprendido.
 Releer, parafrasear y resumir entidades textuales

c. Estrategias después de la lectura:

 Revisión del proceso lector. Consciencia del nivel de comprensión logrado:

El ensayo es un texto crítico hacia el modelo de educación actual, empezando


desde el hogar hasta la forma de ensenar en los centros educativos. Está escrito
en un lenguaje sencillo, sin palabras desconocidas, siendo fácil su comprensión.

 Finalidad expresiva: Esperaba más radicalismo del texto dada la orientación


política del escritor. Es un escrito crítico pero sin ser polarizado, que utiliza un
marco histórico para sustentar su postura, lo cual hace que el texto sea
agradable
4. ENSAYO

Violencia y barrismo en el fútbol

Tristemente vemos cada día como la violencia se disfraza de hincha, exalta escondida
en el amor al futbol, transforma al asistente al espectáculo más bonito del mundo en un
fanático; Ir al estadio se volvió un acto de fe, es asumir un riesgo donde el miedo cunde
desde el barrio, el camino y la llegada. Pero, que tanto la violencia en el barrismo es un
fenómeno social?
Cuando era pequeño, mi madre empezó a llevarme a los partidos del equipo de
nuestros amores cuando jugaba en la ciudad. Recuerdo el ambiente festivo en la
tribuna, las familias llevaban su almuerzo a la tribuna, las hinchadas se mezclaban sin
el miedo a recibir improperios y golpes por tener otro gusto futbolístico.
El futbol colombiano empezó a mutar a partir del año 95, se presentaron los primeros
problemas en las tribunas lo que llevó a la división de las hinchadas por parte de la
policía, las familias donde tenemos integrantes de varios equipos no pudimos volver a
los estadios juntos.
Como se originó esta violencia? El modelo de barrismo es tomado de las barras del
futbol argentino, sus integrantes vienen de barrios populares y se reúnen en barras
bravas que apoyan a un determinado equipo de futbol. Tienen una estructura jerárquica
donde los líderes incitan a amedrentar a los rivales con canticos en el estadio, o con
violencia fuera de este; el mismo método es utilizado con su equipo si no hay buenos
resultados deportivos o no les son concedidos beneficios.
En el estadio se ubican en las tribunas populares, donde la boleta es más económica,
dirigen el despliegue de banderas, o trapos como los llaman, y los canticos según las
situaciones del partido. Muchos clubes son cómplices en el crecimiento del fenómeno
ya que patrocinan boletas para el ingreso, proporcionan la logística para viajes fuera de
la ciudad cuando el equipo es visitante, y donan dinero en efectivo para la manutención
de la barra, el cual en muchos casos es desviado para los líderes.
Los jóvenes barristas recogen monedas en las afueras del estadio para su boleta,
venden dulces, manillas o accesorios alusivos al equipo, algunas veces optan por el
hurto, el daño en propiedad ajena y la violencia para conseguir dinero. En las visitas a
otras ciudades son la pesadilla de la policía y las alcaldías, quienes optan por montar
escuadrones de vigilancia que los esperan en la entrada de la ciudad, los entran al
estadio y los acompañan a abandonarla.
Al ver los integrantes de las barras se resalta la juventud, personas que no superan los
30 años, tienen un origen humilde y su vida se mueve alrededor del equipo de sus
amores. En este grupo se presenta el consumo de alucinógenos, hay una
animadversión hacia las leyes, el orden y el respeto a los demás, tienen un patrón de
presentación personal que incluye ropa de su equipo para uso diario, cortes de cabello
poco comunes y tatuajes alusivos a su pasión en el cuerpo.
El equipo se vuelve su vida, la barra su familia y el estadio el lugar donde desfoga sus
problemas; los valores no inculcados en el hogar son reemplazados por los dos
estamentos anteriormente reseñados. Ellos, pensando en el aguante y en la pasión,
han alejado a los verdaderos hinchas, los que van en paz a disfrutar un espectáculo y
que si saben la diferencia entre hincha y fanático.
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