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El primer partido político moderno surgió en el siglo XIX, en el seno del Parlamento
de Gran Bretaña. La monarquía no era el poder absoluto que había sido en siglos
anteriores, y en este momento se fundan los partidos liberal (Whigs) y conservador
(Tories).Desde entonces, las sociedades del resto de Europa imitaron el ejemplo y
se dividieron políticamente. Los conservadores eran los partidos que buscaban
preservar los privilegios de los sectores tradicionales de poder. Por otro lado, los
liberales representaban a la burguesía pujante, plebeya, que aspiraba a mayor
representación política y mayor poder de decisión. Esta lucha se exportó luego
a América, tras sus guerras independentistas.
Los antecedentes más tempranos de los partidos políticos provienen de las distintas
facciones organizadas que pugnaban entre sí por controlar el poder y dirigir las
sociedades. Entre estos antecedentes se encuentran los optimates y populares del
Senado Romano, los güelfos y gibelinos durante la Edad Media europea, o los
jacobinos y girondinos durante la Revolución Francesa. Pero la formación de
partidos políticos propiamente dichos no fue posible hasta la abolición del llamado
Antiguo Régimen, que confería a la aristocracia y la monarquía todos los poderes
políticos. El surgimiento de la burguesía como nueva clase social dominante
condujo, de hecho, a la instauración de la República y a la democratización del
ejercicio del poder, lo cual permitió la aparición de los primeros partidos políticos.
Sin embargo, una vez extinguido el Antiguo Régimen, una nueva lucha se dio en el
seno de las sociedades occidentales: la pugna entre la burguesía dominante y
el proletariado, fruto de las transformaciones sociales y culturales de la Revolución
Industrial. Así, los partidos políticos obreristas, anarquistas y
sindicalistas permitieron a los trabajadores organizarse políticamente para aspirar a
una cuota de la conducción de sus sociedades.
LEGITIMIDAD PODER Y CUIDADANIA
Por simple que parezca, este es uno de los primeros desafíos para la modernización
de la justicia y para la posibilidad de fiscalización ciudadana de la actuación judicial
en México: asegurar la accesibilidad de las sentencias, simplificar su estilo y
lenguaje, abreviar su extensión y evitar la reproducción de datos y tesis irrelevantes,
mejorar la calidad argumentativa y exponerse a la crítica externa.
Durante el extenso periodo de hegemonía unipartidista, el esquema empleado para
subordinar al poder judicial a los vaivenes del poder político era una combinación
de falta de independencia externa y falta de independencia interna. La alineación
de la mayoría parlamentaria absoluta con el presidente aseguraba la designación
de ministros de la Suprema Corte partidarios, o al menos de ministros aceptables
para el partido de gobierno. La estructuración vertical del poder judicial -es decir, la
falta de independencia interna de los magistrados y jueces- hacía el resto:
controlada la cabeza del poder judicial por el poder político, y asignado a la Corte el
poder de digitar la composición de la judicatura, de supervisar disciplinariamente a
los magistrados y jueces, y de revisar en última instancia el contenido de sus
decisiones, el espacio para el disenso o el pluralismo o la independencia de criterios
era ínfimo. Buena muestra de ello es la ausencia de actividad gremial pluralista de
los jueces. El diseño legal de la jurisdicción de amparo fue en gran medida funcional
a este esquema -en la medida en que “ordinario” por varias vías las cuestiones de
constitucionalidad, y permitió que cuestiones de mera legalidad pudieran llegar
hasta la misma Suprema Corte.
PROBLEMAS POLITICOS