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La Sociedad, la eficiencia y la competencia profesional.

El aporte de la arquitectura a la aspiración de justicia social, felicidad y


bienestar personal y social.

La Sociedad:

El término proviene del latín societas que significa “asociación amistosa con los demás”. La sociedad, en un sentido amplio, es un
conjunto de individuos, pueblos, naciones, etc. En un sentido estricto, cuando se habla de sociedad, se hace referencia a un conjunto
de personas que poseen una misma cultura y tradiciones, en la que está implícito un nivel de comunicación y cooperación y se ubican
en un espacio y tiempo determinados, todo hombre está inmerso en la sociedad que lo rodea, la cual influye en su formación como
persona. Este concepto no sólo es aplicable a la raza humana, puesto que hay sociedades de animales, como por ejemplo de
hormigas.

La sociología es la disciplina cuyo objeto de estudio son las sociedades humanas. También la sociedad es estudiada por la
antropología.

La sociedad de la información debe ser moldeada de tal manera que evolucione hasta transformarse en la sociedad del conocimiento;
donde se respete la inmensa diversidad de culturas e identidades, así como la universalidad, individualidad y la interdependencia de
los derechos humanos

Con la llegada de la llamada Web 2.0 (comprende aquellos sitios web que facilitan el compartir información como los servicios web,
las aplicaciones Web, los servicios de red social, los servicios de alojamiento de videos, las wikis y blogs) han aparecido nuevos
medios de comunicación en los que la sociedad es partícipe de forma directa, siendo creadora y consumidora de una información
cada vez más globalizada.

Las tecnologías de la información y la comunicación hacen más participativa a la sociedad y favorecen una comunicación más ágil,
con una respuesta casi inmediata. Por tanto, las personas se implican de manera directa en los mensajes que se intercambian en la
red.

En cualquier caso, dado que nos encontramos en una sociedad en transición en lo que a la evolución de las tecnologías de la
información y la comunicación se refiere, no debemos obviar a ciertos públicos que, pese a tener, actualmente, menor interacción con
los medios digitales, siguen presentes en la estructura de la comunicación actual.

Organización de la sociedad humana:

La sociedad humana se formó con la propia aparición del hombre. En la prehistoria la sociedad estaba organizada jerárquicamente,
donde un jefe generalmente el más fuerte y\o sabio del grupo ocupaba el poder. No fue hasta la época griega cuando esta tendencia
absolutista del poder cambió, dando paso a un sistema social en el que los estamentos inferiores de la sociedad podían ocupar el
poder o unirse para ocuparlo, la democracia, que originó la aparición de la política.

Pero no fue hasta 1789 con la Revolución Francesa cuando se dio la tendencia de sociedad cambió radicalmente haciendo que
cualquier persona pudiera subir a un estamento superior, algo imposible hasta aquella época. El fin del Antiguo Régimen también dio
comienzo a teorías políticas en el que se pretendía suprimir la organización o jerarquización de la sociedad como el anarquismo y el
comunismo, sistema social que algunos países adoptaron. El sistema social que predomina es el llamado capitalismo, dividendo la
sociedad en clases pero la única forma de ascender o descender socialmente es el dinero, considerado el poder. Este sistema esta
heredado de Revolución Francesa por la burguesía.

Formas de Organización Social:

El hombre es un ser eminentemente social, de ahí que siempre se ha reunido con sus semejantes con el objeto de formar grupos,
comunidades y sociedades y con ello poder satisfacer sus necesidades. Las sociedades se transforman y se desarrollan,
constituyendo la vida social y creando diversas formas de organización socioeconómica.
Dentro de las formas de organización tenemos:
a. La familia: siempre ha sido la base de la sociedad, a través de la historia existieron diversas formas de organización familiar
como el matriarcado,  el patriarcado y la familia.

La horda: es la forma más simple de la sociedad, son nómadas, no se distingue la paternidad, son un grupo muy reducido.
El clan: son exogámicos, eligen su pareja.
La tribu: comprenden un gran número de aldeas y se caracteriza por la posesión de un territorio determinado, un dialecto
definido, una cultura homogénea y una organización política definida.
b. Comunidad primitiva: nace con la aparición del hombre en la tierra y su desarrollo conforma diferentes formas de
organización social:
c. El esclavismo: es un sistema de explotación del hombre. Las culturas más predominantes son: egipcia, mesopotámica,
hindú, china, fenicia, griega, romana y hebrea. Su principal característica es el predominio de la propiedad individual, se desarrolla
la agricultura, se encuentra una sociedad claramente estructurada en clases sociales.
d. El feudalismo: régimen de la edad media, donde se desarrollan grandes extensiones de tierras, se da una producción de
autoconsumo, las clases sociales se estratifican de forma piramidal, se da un profundo dominio de la iglesia.
e. El capitalismo: tiene su origen en un periodo mercantil precapitalista su importancia se da en el intercambio de mercancía y
la acumulación de riquezas. El trabajo es libre, se facilita el intercambio de mercancía, se propugna por la libre competencia, se
desarrolla una dependencia económica y tecnológica entre los países.
f. Socialismo: es una forma de organización que se caracteriza, porque los medios de producción son propiedad colectiva y
su economía es centralmente planificada en forma importante a la seguridad social.

Actualmente con la nueva era digital se han desarrollado herramientas y webs donde el intercambio de información se ha facilitado y
globalizado lo que implica también la formación de una identidad ante esta nueva sociedad de información.

La construcción de una identidad digital en la red implica un aprendizaje y una actitud colaborativa y participativa en la cultura digital.
La gestión de la propia presencia en la red se convierte en un escalón más dentro de los multialfabetismos y significa un paso
fundamental para el ciudadano que vive y se desarrolla en la sociedad en red.

Los profesionales de la información tenemos una razón de ser esencial y es la de fomentar el uso y la gestión de la información para
vivir con éxito en la sociedad actual. Justamente por este motivo es absolutamente necesario conocer las tecnologías emergentes y la
manera de usarlas para brindar a los ciudadanos, estudiantes, etc., las herramientas fundamentales para que puedan sacar el máximo
provecho.

Las habilidades informacionales tienen sentido en cualquier contexto y se aplican a todos los niveles, desde la detección de una
necesidad de información hasta la comunicación, el uso ético y legal de esta última. Junto con las habilidades de la tecnología de la
información y la comunicación o habilidades digitales, mucho más centradas en el manejo de las tecnologías, se hace evidente que
enmarcan la gestión de la identidad personal en Internet como una nueva habilidad fundamental en el siglo XXI.

Competencia Profesional:

Las competencias profesionales son las capacidades que tenemos para poner en práctica todos nuestros conocimientos, habilidades y
valores en el ámbito laboral. Son unas cualidades que precisamente en los últimos años han cobrado una especial importancia en los
procesos de selección.

Es ahora cuando las organizaciones se han empezado a ver abarrotadas de posibles candidatos pugnando por el mismo puesto de
trabajo. Una cantidad enorme de aspirantes que inevitablemente vuelven más compleja y difícil la elección del mejor profesional, y por
este motivo es necesario definir cuáles son las principales competencias que cada uno de los candidatos aporta y ver cuáles de ellas
encajan con lo que realmente está buscando.

Los procesos de selección cada vez más exhaustivos y detallados, y recopilan una mayor cantidad de información sobre los posibles
candidatos. Con los datos que se obtenían hasta ahora ya no es suficiente y necesitan una metodología de calidad que pueda
determinar cuáles son los puntos fuertes y débiles de cada uno de ellos. El objetivo final es, simplemente, poder filtrar el mejor talento.
estas son algunas competencias clave que todo profesional necesita desarrollar

Capacidad de resolución de problemas: disposición y habilidad para enfrentarse y dar respuesta a una situación determinada
mediante la organización y/o aplicación de una estrategia o secuencia operativa -identificación del problema, diagnóstico,
formulación de soluciones y evaluación- definida o no para encontrar la solución.
 Capacidad de organización del trabajo: disposición y habilidad para crear las condiciones adecuadas de utilización de los
recursos humanos o materiales existentes para desarrollar las tareas con el máximo de eficacia y eficiencia.
 Responsabilidad en el trabajo: disposición para implicarse en el trabajo, considerándola la expresión de la competencia
profesional y personal y cuidando de que el funcionamiento de los recursos humanos y materiales sea el adecuado.
 Capacidad de trabajar en equipo: disposición y habilidad para colaborar de manera coordinada en la tarea realizada
conjuntamente por un equipo de personas para conseguir un objetivo propuesto.
 Autonomía: capacidad de realizar una tarea de forma independiente, ejecutándola de principio a fin, sin necesidad de recibir
ninguna ayuda o apoyo. Esta capacidad de trabajar de forma autónoma no quiere decir, no obstante, que en ciertas etapas o
tareas concretas el profesional no pueda ser asesorado.
Relación interpersonal: disposición y habilidad para comunicarse con los otros con el trato adecuado, atención y simpatía.
Capacidad de iniciativa o habilidad y disposición para tomar decisiones sobre propuestas o acciones. Si estas propuestas van en
la línea de mejorar el proceso productivo, el servicio a los clientes o el producto, podríamos estar ya hablando de la  capacidad de
innovación.

Luego viene el proceso que permite establecer cuáles son las necesidades específicas Las empresas establecen según sus
necesidades especificas capacitaciones para los empleados, las que pueden ser identificadas mediante la evaluación del desempeño.
Y esta evaluación debe ser continua, al menos cada año, de manera que se pueda establecer la evolución que muestra cada
trabajador.
Estos procesos de evaluación permiten identificar y desarrollar las competencias de los empleados para ayudarlos a incrementar sus
conocimientos de tal modo que puedan aportar más al desarrollo de la organización. Asimismo, permiten identificar el progreso de
cada colaborador determinando las brechas entre su desempeño real y el desempeño deseado, de tal modo que se puedan tomar las
medidas necesarias (cerrar dichas brechas) mediante la capacitación.
Dicha capacitación profesional puede ser brindada en el trabajo, en forma interna o externa, así como mediante la participación en
proyectos o asignaciones de la propia empresa. Así, por ejemplo, una compañía minera que quiere capacitar trabajadores en el
manejo de una nueva maquinaria tiene varias opciones: capacitarlos externamente, en las instalaciones del fabricante o distribuidor de
la maquinaria; capacitarlos internamente, con la maquinaria en instalaciones propias; capacitarlos en operaciones mineras propias.

Estas competencias pueden desarrollarse en la educacion en las diferentes asignaturas de un modo teórico–práctico, En Estas
Cmpetencias de debe fomentar lo siguiente.

• Formación en competencias profesionales I:  habilidades de comunicación; motivación y liderazgo; trabajo en equipo.

• Formación en competencias profesionales II:  integridad profesional; habilidades de negociación; toma de decisiones y resolución de
problemas.

El planteamiento metodológico de Formación en competencias profesionales  responde a un modo concreto de concebir las
competencias desde un punto de vista teórico. Se entienden las competencias como aquellos comportamientos observables y
habituales que posibilitan el éxito de una persona en su actividad y función.

El uso concreto de dichos medios para adquirir y entrenarse en las competencias mencionadas se describe a continuación.

• Metodologías empleadas para transmitir conocimientos mediante la docencia. En Formación en competencias profesionales la


transmisión de conocimientos mediante la docencia se procura a través de la lectura reflexiva y la crítica de artículos de investigación,
capítulos de libros o prensa especializada; así como la realización de comentarios de texto, con el apoyo de las exposiciones del
profesor, con las preguntas y comentarios de los alumnos, y con las respuestas y los comentarios del profesor durante las clases; de
igual manera, se emplea el recurso del trabajo individual del alumno para realizar diferentes actividades o proyectos. La correcta
asimilación de los conocimientos transmitidos por estas vías se evalúa con un examen final.

• Metodologías empleadas para consolidar actitudes y hábitos mediante la orientación.  En Formación en competencias
profesionales también se trata de ayudar al alumno a descubrir la conveniencia de adquirir actitudes y hábitos determinados, ya que
éstos dan a las competencias su carácter predictivo y estable en el tiempo. Una vía importante para conseguirlo es la orientación. En
la asignatura la orientación se encauza a través de entrevistas de asesoramiento que toman como base, en parte, pruebas
psicoprofesionales,2 las cuales evalúan las competencias del alumnado en tres áreas: social, cognitiva y emocional.

Estas pruebas proporcionan un informe personal que destaca las fortalezas y áreas de mejora del alumno. En las entrevistas de
asesoramiento el alumno trabaja con el profesor el modo de abordar sus áreas de mejora y cómo afianzar sus puntos fuertes.

• Metodologías empleadas para desarrollar habilidades mediante el entrenamiento.  Además de transmitir los conocimientos relativos a
las competencias para facilitar su desarrollo, también es necesario fomentar la adquisición de las habilidades que promueven la
consolidación de los hábitos mediante el entrenamiento. En la asignatura, la adquisición de habilidades se promueve principalmente
en los foros y las sesiones presenciales (Ugarte y Naval, 2008a, 2008b). En las sesiones presenciales los alumnos desarrollan
fundamentalmente sus competencias participativas trabajando en equipo, poniendo en común actividades y/o proyectos, realizando
diferentes actividades prácticas en el aula, exponiendo ante la clase, participando en dinámicas de grupos, contando con la
experiencia de diferentes profesionales y mediante cine–fórum.

• Evaluación.  Para evaluar si el alumno mejora en sus competencias intelectuales y participativas, en la asignatura se cuenta
fundamentalmente con dos medios: las entrevistas de asesoramiento y la información recabada con un cuestionario.
Podrían considerarse competencias intelectuales: motivación y liderazgo, integridad profesional, toma de decisiones. Podrían
integrarse en la categoría de competencias participativas: las habilidades de comunicación, el trabajo en equipo y las habilidades de
negociación. Sin embargo, ambos tipos de competencias están claramente interrelacionadas, ya que no se puede participar de un
modo comprometido y consciente, sin una formación intelectual que ayude a descubrir la conveniencia de implicarse personalmente
en la mejora social. Tampoco se puede fomentar el pensamiento crítico únicamente de un modo analítico y estrictamente racional.
Sólo mediante la participación del alumno se completará su capacidad de reflexión y alcanzará mayores cotas de madurez personal,
profesional y social.

Existen diversas competencias que facilitan la consolidación del pensamiento crítico en los estudiantes. A continuación se presenta el
contenido que se debe impartir respecto de la competencia motivación y liderazgo.

• Se parte de considerar el liderazgo como un concepto amplio que incluye diferentes rasgos, y aun cuando algunas personas puedan
tener una predisposición natural o innata hacia éste, se puede desarrollar –al igual que cualquier otra competencia– mediante la
docencia, la orientación, el entrenamiento, el esfuerzo personal y la interacción con los colaboradores; en este caso, con los
compañeros y el profesor.

• Algunos rasgos distintivos del líder son: su capacidad para tomar decisiones y para solucionar problemas –considerándolos como
oportunidad de crecimiento y mejora–; su voluntad de servicio; su capacidad de comunicar, y su iniciativa personal. Además, el líder ha
de poseer un prestigio profesional que, fundamentalmente, se obtiene con un desempeño profesional de calidad y con una conducta
ejemplar e íntegra.

• Aunque se considere el liderazgo como una competencia principalmente intelectual, también posee una clara dimensión participativa,
por la estrecha relación que existe entre la competencia de liderazgo y la motivación. El líder incide en la mejora de su entorno
profesional, entre otras formas, cooperando activamente en el desarrollo y la mejora de sus colaboradores. Tal objetivo se alcanza,
fundamentalmente, involucrándose de un modo concreto en la promoción de acciones de motivación.

• La motivación extrínseca supone que la persona o la organización se guían por motivos externos, es decir, motivos económicos,
como la retribución y las recompensas materiales o los incentivos. Cuando un líder fideliza a sus trabajadores únicamente con esta
motivación, lograr un vínculo contractual o de interés hacia la organización y hacia el equipo de trabajo.

• La motivación intrínseca es aquella que se genera cuando la satisfacción que proporciona el trabajo en sí mismo es el motivo que
impulsa a la persona en el entorno profesional. Este tipo de motivación se promueve con medidas como:

el fomento de un clima laboral adecuado, el reconocimiento del trabajo bien hecho, la existencia de oportunidades de desarrollo
profesional, la posibilidad de ascender de puesto, la inversión en formación permanente y la preocupación efectiva por la salud laboral;
en resumen, la creación de condiciones físicas de trabajo adecuadas. El directivo que promueve este tipo de motivación conseguirá de
sus empleados un vínculo de adhesión con la organización y el equipo.

• La motivación trascendente es aquella que se genera cuando la persona encuentra su satisfacción profesional en el servicio y en la
ayuda a sus colaboradores; cuando se implican en su formación y en el servicio, así como cuando ayuda a la organización, tomando
parte en las decisiones de la empresa. Esta motivación consigue un vínculo de identificación, lealtad y compromiso con la organización
y el equipo.

Ética y felicidad:

El asunto fundamental de la Ética es la felicidad humana, más no una felicidad ideal y utópica sino aquella que es accesible,
practicable para el hombre.
Para comprender el significado de lo ético, lo primero que hace falta es entender que la finalidad de la vida humana no estiba solo en
sobrevivir, es decir, en continuar viviendo; si la vida fuese un fin en sí mismo, si careciese de un "para que" no tendría sentido.
Cuando el hombre piensa a fondo en sí mismo, se da cuenta de que con vivir no tiene suficiente: necesita vivir bien, de una
determinada manera, no de cualquiera. Dicho de otro modo: vivir es necesario, pero no suficiente. De ahí que surja la pregunta: para
qué vivir (la cuestión del sentido) y, en función de ello, cómo vivir. Justamente ahí comienza la ética.
La felicidad se nos presenta, como una plenitud a la que todos aspiramos y, por tanto, de cuya medida completa carecemos. Sin
embargo, esa "medida" no es en rigor cuantificable. La felicidad más bien parece una cualidad; como cierto "logro".
Existe en nuestra naturaleza un anhelo de felicidad. Nadie busca expresamente lo que sea opuesto a la felicidad. En sus afanes las
personas buscan bienes diversos, satisfacciones, acumular lo que estiman conveniente tener, librarse de aquello que pueda significar
una pena o desdicha.
La experiencia de la vida pronto nos va a enseñar varias cosas. Como que un bien por el que mucho suspiramos, una vez poseído, no
resultó tan importante como lo habíamos creído. También aprendemos que la posesión de algunos bienes exige de nosotros muchos
cuidados: para que no se dañen, para que no se extravíen, para que no nos los roben. Así mismo ocurre que algunos bienes nos
suelen enfrentar con nuestros prójimos, lo que suele mermar con frecuencia su disfrute: porque otros también quieren lo que nosotros
obtuvimos y ellos no pueden tener; porque la envidia de otros nos duele y disminuye la satisfacción de lo que tenemos.
Por ello se afirma que estamos llamados, ciertamente, a la felicidad, pero que saber en qué consiste demanda indagar sobre el
particular.
Como la naturaleza no hace nada en vano y naturalmente todo ser humano busca ser feliz, por fuerza debe existir el objeto de la
felicidad del ser humano.
Es un hecho, dada la unidad de la familia humana, que todas las personas tenemos específicamente la misma naturaleza, por lo que
el anhelo de felicidad es algo común en cada ser humano.
Considerar la cuestión de la felicidad humana comporta plantearse cuestiones sobre el fin de la propia vida y tratar de indagar el
origen y el destino de la persona y penetrar en profundidad en lo que bien se llama el ser del hombre, la naturaleza humana.
Con frecuencia algunas personas suelen despachar tan importante asunto de una manera, por así decir, improvisada. Porque
experimentan en verdad, el deseo de felicidad, más recurren a cualquier bien que se les ponga por delante como si ese fuese el objeto
de su felicidad, para comprender luego que no lo era y volver a intentar con otro, en lo que se les va la vida sin detenerse a examinar
con atención tan onda incógnita.
Al tratar el tema de la felicidad, se nos han abierto dos interrogantes: el primero, ¿quién es realmente el ser humano?, que ha sido
brevemente contestado haciendo referencia al carácter trascendente de la persona, que busca conocer, ser siempre, ser feliz. Esto
hace que descubra y cultive su ligamen con el ser necesario, absoluto, ya que el ser humano descubre que el suyo es contingente,
relativo y que no tiene en si mismo la razón de su propia existencia.
Nuestro siglo ha visto a los modernos totalitarios: comunistas, fascistas, nazis y algunos socialistas... todos los cuales, de un modo o
de otro, ubican la felicidad humana en la cooperación al triunfo de la clase o en el esplendor de la nación, o en la pureza de la raza o
en la prosperidad económica, o en la potencia militar de la clase, del Estado o de la raza. Todo ello, en el fondo, no es sino falta de
reflexión sobre la grandeza de la persona humana, la que puede ciertamente, trabajar por su nación y su esplendor o por la
cooperación en la prosperidad económica. Pero como que alguna de esas cosas dichas constituya el objeto de la felicidad human, no
es posible.
En nuestro propio siglo, el que ha visto surgir y caer todos esos equivocados planteamientos. Se buscó el objeto de la felicidad donde
no estaba y ello causó gran decepción a los que tomaron ese equivocado camino.
Una primera conclusión del recorrido sobre los criterios que algunos han tenido sobre el objeto de la felicidad humana es que, en esta
vida transitoria, terrestre, importantísima pero pasajera, no existe ningún objeto que pueda dar la felicidad a los seres humanos.
Ciertamente hay muchos bienes, bienes del cuerpo, y bienes del alma, como lo hemos visto, pero tales bienes ni incluyen todos los
males, ni pueden ser poseídos por todas las personas ni admiten una posesión perpetua.
Esto lleva a una conclusión que es profunda: el hombre está llamado a la felicidad, su corazón la busca, su alma la anhela, pero entre
los bienes de este mundo, algunos por cierto muy dignos de aprecio, no existe, sin embargo, ninguno capaz de colmar en forma
permanente el ansia humana de felicidad.

La Arquitectura como felicidad:

Botton, fundador de Living Architecture –una organización que busca dar al ciudadano de a pie la oportunidad de vivir por un tiempo
en edificios emblemáticos– es un apasionado de la arquitectura moderna. En su último libro sobre el asunto se centra en la capacidad
que tiene esta disciplina para influir en el bienestar individual y colectivo, y explica cómo un número no desdeñable de rasgos del ser
humano se reflejan en la arquitectura que este proyecta.

Según Botton, la cuestión principal no es tanto si te gustaría vivir en una casa proyectada por Le Corbusier, sino si quieres ser el tipo
de persona a la que le gustaría vivir en una casa proyectada por el famoso arquitecto.

El filósofo quiere descubrir cuál es el mecanismo que convierte la fealdad en un obstáculo hacia la consecución de la felicidad y qué
provoca que lo sublimemente bello sea capaz de inducirnos sentimientos nobles y bondadosos. El planteamiento es simple: el alma
reconoce lo bonito como bueno y lo feo como malo.

¿Cuál es el objetivo de la arquitectura? Hacer visible lo que podríamos ser. La mayoría de nosotros debatimos entre anular nuestros
sentidos permaneciendo insensibles a nuestro entorno o reconocer que quizá nuestra identidad esté conectada con nuestros
emplazamientos. Quienes conocen la trascendencia de la arquitectura saben que para bien o para mal, somos personas distintas en
lugares distintos. ¿Puede una simple habitación tener poder para sacar a relucir lo mejor de nosotros? Si así fuera, ¿qué
experimentaríamos en aquellos entornos donde estamos obligados a vivir y cuya mejora no está a nuestro
alcance? Imaginemos que logramos los objetivos propuestos, evitar la ausencia de belleza.

Sin embargo, no es sencillo adivinar los efectos que un lugar con encanto puede tener sobre nosotros. Puede contribuir a una mejora
de nuestro estado anímico en ocasiones, e incluso, a ser capaz de evadir nuestra tristeza.

En un estudio de los edificios de la ciudad de Venecia, el crítico de arte John Ruskin, admitió que pocos venecianos mostraban
admiración por su ciudad, uno de los lugares con más riqueza artística del mundo. La arquitectura carece de poder para
ordenarnos nada. La arquitectura nunca nos impone, nos invita a seguir su ejemplo y somos nosotros los que hemos de
comprender su mensaje. 
Museo Bode. Ernst Von Ihne
Paul Tillich cuenta en sus memorias que el arte le dejaba frío cuando era un niño mimado exento de problemas. Cuando llegó la
Primera Guerra Mundial se refugió en el Museo Kaiser Friedich de Berlín, hoy conocido como Museo Bode, y allí tropezó con la obra
de Botticelli y se sorprendió a sí mismo sollozando desconsoladamente.

¿Tiene sentido pensar que muchas cosas bellas adquieren valor cuando se ven expuestas a conversar con el dolor? Lo que
nos rodea inevitablemente nos afecta y nos transforma en seres vulnerables. Cada uno de nosotros le pedirá algo distinto a un edificio,
unos la búsqueda de eficacia como Le Corbusier, otros que tenga un determinado aspecto, que contribuya a crear un ambiente
específico,… y como señala John Ruskin en una visión más integradora: “En un edificio buscamos dos cosas: queremos que nos
sirva de refugio y queremos que nos hable de lo que consideramos importante y necesitamos que se nos recuerde”.

Porque sí, los edificios hablan, de prestancia o de vulgaridad, de bienvenida o de amenaza, de vanguardia o de anclaje al pasado;
hablan de valores, promueven estados de ánimo, ensalzan estilos de vida y nos invitan a ser una clase de persona concreta. Una
cuestión que ayuda mucho es preguntarse: ¿De qué queremos que hablen nuestros edificios? Algo importante a destacar es que
las obras extraordinarias, incluso con buenas críticas arquitectónicas al respecto, pueden ser a su vez inhabitables y dañinas para la
salud psicológica del usuario final. Este libro habla de algunas de ellas, mencionando además, al autor de las mismas. A partir de ahí,
cada uno debemos sacar nuestras propias conclusiones.

Los humanos tenemos la capacidad de percibir semejanzas entre los diseños y el tipo de carácter humano que tendrían. Es el
mundo psicológico de los edificios. Ya Vitruvio emparejó los órdenes clásicos con los arquetipos humanos de la mitología griega, por lo
que, no parece un sinsentido pensar que cada obra arquitectónica nos quiere transmitir determinados mensajes, virtudes o
principios morales. La columna dórica, marcial como Hércules, la jónica imperturbable como Hera y la corintia de aspecto esbelto
como Afrodita.

Palacio Ducal de Urbino


El psicólogo Rudolf Arnheim pidió en una ocasión a alumnos que relacionaran un estado de ánimo apacible y violento con un dibujo. El
resultado, curvas sinuosas y picos respectivamente. Es fácil evocar que algo recto insinúa seriedad y lógica, por el contrario, algo
curvo muestra elegancia despreocupada, entusiasmo y desenvoltura. Si un boceto tiene esa capacidad de invocar, cuando se
trata de un edificio su efecto es mucho mayor. Un buen ejemplo de ello es el Palacio Ducal de Urbino que nos habla de serenidad
mientras que la catedral de Bayeux lo hace de intensidad. Sería fantástico si existiera un diccionario a modo de catálogo que
relacionara medios y formas con ideas y emociones describiendo las implicaciones expresivas de cada elemento. Quizás nos
convertiríamos en seres más conscientes de nuestro entorno.

¿Es significativo interrogarse acerca de por qué es importante diseñar edificios que comuniquen determinados sentimientos e
ideas? Y de por qué somos tan vulnerables a los que nos afectan negativamente. Posiblemente confiamos en que nuestro entorno
nos recuerde lo que necesitamos por dentro, que encarne y legitime el nombre de “hogar”, entendido como refugio donde la armonía
de nuestro entorno cercano se asimile con la nuestra. Que ambas melodías se acoplen. Que no nos produzca incomodidad, que nos
haga creer que la vida merece la pena, que las relaciones son sinceras, que la gente es generosa y que estamos a salvo. Hogar
puede ser una biblioteca, una cafetería, un jardín e incluso una tienda de campaña. Un lugar donde no tengamos miedo de
mostrarnos vulnerables.
Ya la arquitectura religiosa se basaba en el concepto de que el lugar donde estuviéramos determinaría lo que somos capaces
de creer. Ésta tiene la capacidad de reforzar una creencia, tal como hacían los edificios del islam o del cristianismo. Algunos teólogos
afirmaron que los edificios magníficos tenían la capacidad de perfeccionarnos tanto moral como espiritualmente. Según esta ecuación
entre belleza y bondad, la arquitectura tomaría una importancia mayor, de gran responsabilidad.

Villa Rotonda. Palladio


La Villa Rotonda de Palladio fue un claro ejemplo de una casa que reflejaba los ideales de los propietarios. Más tarde, hubieron otras
más contemporáneas como la casa Malaparte, proyectada para un escritor que, a pesar de las sombras de su personalidad, le ayudó
a orientarse hacia su lado más noble. Por lo general, tendemos a considerar bello lo que contiene las cualidades de las que
carecemos nosotros o nuestras sociedades. ¿Es razonable suponer las mismas cualidades y valores en nosotros que encarnan los
edificios que nos atraen?

Otro punto a debatir sería lo que cada uno de nosotros consideramos bello. Algunas de las construcciones más hermosas no están
exentas de la decadencia que impone el tiempo. Techos agrietados, manchas de humedad, construcciones devastadas,… Es propio
de la naturaleza triturar las obras de los humanos. En este sentido, las ruinas del mundo clásico nos ofrecen una gran lección.
Sigmund Freud en su Ensayo “Sobre lo transitorio” (1916) recordaba un paseo sobre Los Dolomitas con el poeta Rainer Maria Rilke,
que acentuaba en su discurso el paso del tiempo y la inevitable fugacidad de la arquitectura, mientras que para Freud la capacidad de
amar algo, por frágil que fuese, era signo de salud mental. El propósito último siempre será encontrar nuestro equilibrio.

Casa Malaparte
¿Puede la arquitectura garantizar la felicidad? En sociedades donde reina el desconcierto y el peligro, subyace una necesidad de
calma que podría traducirse en espacios minimalistas. Por contra, en sociedades donde la vida es predecible, rutinaria y demasiado
segura, se anhelan fuertes estímulos y emociones con una fuerte llamada al desorden. Los historiadores han señalado que los
individuos cultivados del siglo XVIII que habitaban en palacios y vivían vidas muy convencionales, tenían la necesidad de retirarse en
vacaciones en casas de campo y leer poemas bucólicos para corregir estos excesos.

Indudablemente, todos queremos estar en espacios donde se nos anime a fomentar estados beneficiosos en nuestro interior.
Y debido a ello, convertirnos en seres honorables, íntegros.

La psicología del gusto puede ayudarnos a deshacernos de la idea de que solo hay un estilo visual aceptable. Cuando comprendemos
que la diversidad de estilos es consecuencia de nuestras necesidades interiores nos relajamos instantáneamente. Un ático racional de
paredes blancas y de orden inmaculado puede ser el hogar de alguien con impulsos anárquicos. Y una casa de colores llamativos,
carpinterías redondeadas y materiales curvos podría ser la vivienda de alguien excesivamente burocrático. Valoramos ciertos
edificios por su capacidad de fomentar emociones y si tienen el poder de modificar nuestras actitudes también nos
seducirán. Al fin y al cabo, lo que buscamos en una obra de arquitectura no está tan alejado de lo que buscamos en un amigo. Lo que
describimos como maravilloso es una versión de la gente a la que queremos. ¿De quién querrías tú ser amigo?

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