Los polarímetros más típicos constan de una lámpara de vapor de sodio de la que
se selecciona la línea D (es decir, la radiación de aproximadamente 589 nm). Esta luz se polariza verticalmente mediante un filtro polarizador fijo
Cámara para el tubo polarimétrico
Una vez polarizada, la radiación penetra en un tubo que contiene una disolución
de la muestra. Hay tubos de diversas longitudes: 5, 10, 20 cm…; la longitud tiene que conocerse exactamente porque esa variable es el camino óptico de la radiación, l, al pasar por la disolución y está contenida en la formula del poder rotatorio óptico específico. El tubo polarimétrico va alojado en una cámara.
Filtro Analizador
Al final del tubo hay un segundo filtro polarizador (llamado analizador) que se
puede rotar. Ese ángulo α es el poder rotatorio óptico de la disolución. Los filtros polarizador y analizador suelen ser prismas de Nicol.
Ocular
El operador lo va girando el ángulo preciso, α, para situarlo de modo que deje
pasar la luz que ha salido del tubo, lo cual detecta con su ojo aplicado a un ocular.