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Proyecto de exégesis

Libros históricos
Jueces 2, 6. 3, 6.
Comentarios bíblicos
Luis Antonio Arvayo Araiza
Biblioteca Bíblica Básica:1

 Entorno literario:
Este texto es una reflexión deuteronomística que explica la realidad de la época de los
Jueces, período de infidelidad del pueblo que es castigado por Dios, pero cuya última
palabra es la salvación que ofrece al clamor o arrepentimiento del pueblo.
 Explicación:
2,6-9 conecta la historia con la de la conquista y la renovación de la alianza, impulsada
por Josué y pactada en Siquén. Con alguna variante, los vv. 7-9 repiten el final del anterior
libro (Jos 24, 28-31). Sirven estos versos de puente para lo que sigue. El v. 10 introduce a la
siguiente generación, a los que no estuvieron en la experiencia del desierto: no habían sido
testigos del cautiverio de Egipto y del desierto. A esta generación, que es la que tienen
enfrente los autores deuteronomistas y nosotros lectores, es a los que hablará el Señor,
ofreciendo un esquema del comportamiento de Israel en la (cf. 2, 11-19), que, en el fondo,
fue la misma que la de sus padres y, diríamos, sigue siendo la misma que la nuestra:
1. Pecado: abandono al Señor y adoración de otros dioses.
2. Castigo: generalmente Dios permite que otros pueblos los sojuzguen.
3. Arrepentimiento y súplica al Señor.
4. Dios suscita un salvador que los libera.
5. Paz por X años.
El esquema teológico se repite en otros textos (3,7-10; 6,1-6;10,6-16). Esta
repetición del esquema da cierta circularidad a lo contado, quitando de alguna manera lo
propio de una narración: lo inesperado, lo novedoso, el interés. Pero queda el interés en el
modo y así puede el lector encontrar muy bueno relatos de estos contadores hebreos. No
enfadan los relatos, pues de alguna manera con sus medios literarios y estilísticos mueven
el interés y entusiasmo, introduciendo en el problema y en la solución concreta.
Al terminar, la exhortación hace ver el sentido de la conquista incompleta: no se
completó por el pecado; segundo, se quedaron los enclaves cananeos como una prueba para
ver si los israelitas serían fieles a Dios (2,20-23), y, tercero, aunque parece una inserción
tardía, para que la nueva generación entrenara en la guerra (3,2).

1
DUARTE C., Raúl, Historiografía deuteronomista: Josué, Jueces, 1-2 Samuel, 1-2 Reyes, Biblioteca Bíblica
Básica, pp. 99-100.
El autor nombra a los pueblos no conquistados: los filisteos, cananeos, fenicios e
hititas, para terminar nombrando después a los eternos habitantes de estas tierras, antes de
la llegada de los israelitas. La enumeración de estos pueblos varía: a veces se nombran seis,
cinco o siete. Aquí se nombran siete. Los que son más genéricos son los cananeos y
amorreos. El texto concluye con la infidelidad de Israel que emparenta con esos pueblos y
adora a sus dioses (3, 1-6).
Comentario Bíblico “San Jerónimo”2
El hecho de que la población indígena de Canaán no fuera completamente
exterminada y su país pasara por completo a Israel, constituyó inmediatamente un problema
teológico para los israelitas, que creían en la acción de Dios en la historia. La lentitud de la
conquista se debió a las infidelidades iniciales de Israel con respecto al mandato divino de
total exterminio, y la pervivencia de esos pueblos fue consecuencia de las continuas
infidelidades de Israel (2,20-21).
El autor de 2,6-3,6 procura combinar la lección del período de ocupación (2,6-19)
con la del período de conquista (2,20-3,6): las naciones siguieron viviendo junto a Israel
como un castigo por las infidelidades pasadas (2, lb-5a) y una fuente de castigo por los
pecados futuros (2,11-19). En 3,2 aparecen huellas de una explicación más antigua del
fracaso en la conquista.
Hay pruebas de que en esta afirmación de la tesis deuteronomista se combinan dos
tradiciones: 2,12.14b-15.18-19 (D) y 2, 13.14a.16-17 (no D). En el proceso de combinación
resulta oscuro el ritmo de pecado, castigo, arrepentimiento y liberación, según el cual son
estructurados los relatos de cada uno de los jueces (3,7.12; 4,1; 6,1; 8,33; 10,6) y es
interpretada la historia de todo el período. Hay tradiciones divergentes sobre el efecto de la
acción de los jueces: inutilidad (2,6-17) y fidelidad temporal (2,18-20). Además, el
«gemido» de dolor y arrepentimiento que se esperaría después de 2,16 aparece, y sólo
incidentalmente, en 2,18b (cf. 3,9.15; 4,3; 6,6; 10,10). Así, pues, el redactor que interpreta
las gestas de los jueces actúa de acuerdo con una serie de tradiciones que precedieron a su
propia obra.
El núcleo de las obligaciones que la alianza imponía a Israel, basado en la gratuita
liberación de la esclavitud egipcia por parte de Yahvé, era la fidelidad al propio Yahvé;
todas las demás estipulaciones dependían de este primer mandamiento. La idolatría, en
concreto, significaba una sumisión a los Baales de Canaán (2,11) o a la pareja matrimonial
de divinidades masculinas y femeninas de los cultos de la fertilidad, los Baales y las Astarot
del país (2,13). Estos dos nombres se emplean muy a menudo en el AT como
denominaciones generales de los dioses y diosas de los cananeos.
La función del juez carismático como liberador o salvador (2,16.18) le convierte en
el instrumento por medio del cual es vengada la justicia del Dios de la alianza. El redactor
de Jue no acepta la tradición de que el pueblo no siguió a los jueces (2,16-17); él escribe
2,18-19 como su propia tesis y la pone al lado de la primera afirmación. En los vv. 20-21 se
refleja la teología de 2, lb-5a más que la de 2,11-19; vuelven al problema de las poblaciones
indígenas de Canaán todavía no conquistadas, las cuales siguen existiendo dentro de las
fronteras de la tierra prometida, debido a que Yahvé las utiliza como castigo por las
repetidas
2
BROWN R., FITZMYER J., Comentario Bíblico “San Jerónimo” Tomo I, Antiguo Testamento I, Ediciones
Cristiandad, Madrid, 1972, pp. 421-423.
infidelidades de Israel.
Jc 2, 22-23: «A fin de poner a prueba a Israel y ver si seguía o no sus caminos,
como los habían seguido sus antepasados, el mismo Señor, en lugar de expulsar
inmediatamente a aquellas naciones, las dejó en paz y no las entregó en manos de Josué».
Esta tradición difiere de la consignada en los versículos anteriores (20-21); aquí las
naciones persisten al lado de Israel como una prueba divina para que el pueblo muestre su
fidelidad. Es una tradición que representa otra interpretación teológica de los mismos
hechos; la encontramos de nuevo en 3, 1.4 y parece pertenecer al estrato no D incorporado
a 2, 11-19.
El versículo 1 del capítulo tercero continúa la explicación de la «prueba». El
versículo 2 es una evidente adición que ofrece otra explicación más de los mismos hechos:
las naciones subsistían para enseñar el arte de la guerra a una nueva nación de israelitas. En
el v.3 el escritor reivindica para Israel toda la llanura costera, las tierras bajas de los
filisteos en el sur y los territorios hititas del Líbano en el norte, pero admite que Israel no
posee todo esto. Los vv. 5-6 son una repetición, en general, de 3,1.3-4. Culmina
perfectamente la interpretación deuteronomista de 2,12.14b-15. 18-21 (cf. Dt 7,3-4; Jos
23,12). La mayor parte de estos nombres ya han sido mencionados (1,4.21.26.34-35; 3,3);
se trata de una lista estereotipada
(Ex 3,8; Dt 20,17).

Biblia de la Iglesia en América3

Este prefacio tiene una orientación de esperanza. Después de la generación de Josué


(2,6-10) no queda memoria histórica del tiempo de la lealtad y servicio al Señor. En Jue 2,
11-23, las infidelidades y perversiones de las nuevas generaciones son una regresión al
tiempo anterior al éxodo: ahora es el Señor quien los entrega o «vende» a sus enemigos
(2,14). Al pecado de Israel le sucede el castigo y luego el clamor del pueblo, que no supone
su arrepentimiento (2,18); su liberación por un juez expresa que las exigencias de la alianza
son superadas solo por la gran compasión del Dios del éxodo. Según la palabra del Señor
(2,20-21), fuera de la alianza del Sinaí, renovada en Siquén, Israel se volvió una «nación»
como otras. Las naciones extranjeras no fueron totalmente expulsadas, no tanto para que
Israel se ejercitara en la conquista y en la defensa, sino para desafiarlo constantemente en
su fidelidad, única condición de permanencia y victoria (3,1-6).

3
JUNCO C. (Cord. Gen.), Biblia de la Iglesia en América, PPC, CELAM, 2019, pp. 363-364.

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