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Priori Posada: “La legitimidad para obrar se entiende más bien como presupuesto
para poder plantear una pretensión en un proceso, de forma tal que solo si la
pretensión es planteada por una persona legitimada, el juez puede pronunciarse
válidamente sobre el conflicto de intereses que le ha sido propuesto”.
Al respecto, sobre la legitimación para obrar, debemos señalar que esta institución
ha evolucionado en el transcurso del tiempo. Por ejemplo, en la Casación 2204-
2001, Lima; se indicó:
El criterio actual señala, que quizá no haya identidad entre la relación jurídica
material y procesal, pero en el proceso se tendría que acreditar la existencia de la
titularidad del derecho que se alega. Volviendo al ejemplo anterior, si A presta una
suma de dinero a B, posteriormente A podría ceder su derecho a C, y C podría
demandar luego a B para exigirle la devolución del dinero; en consecuencia, en el
proceso no habría identidad entre la relación jurídica material y procesal, no
obstante C, al ser titular del derecho, tiene legitimación para obrar, que es lo que
consideramos correcto.
Como hemos mencionado, legitimación para obrar, significa tener derecho a exigir
que se resuelva sobre las peticiones formuladas en la demanda; es decir, sobre la
existencia o inexistencia del derecho material pretendido, ya sea por medio de
sentencia favorable o desfavorable.